Microbiología
Microbiología
Microbiología
Microorganismos
Virus
Los virus fueron descubiertos en 1892 por el botánico ruso Dmitri Ivanowsky, si
bien en un principio sólo se conocía su capacidad de causar enfermedades, ya que
no podían observarse al microscopio óptico. Los primeros estudios sobre su
estructura fueron realizados mediante el microscopio electrónico, en 1935, por
Stanley, quien estudió el virus de mosaico del tabaco. Constituyen la forma de vida
más simple, no son seres celulares, dando que no son capaces de metabolizar de
manera independiente: sólo pueden vivir cuando han infectado una célula. Su
tamaño se mide en milimicras (nanómetros). Un virus consiste en un filamento de
ácido nucleico, bien de ADN o de ARN (pero nunca ambos ácidos nucleicos en un
mismo virus), que constituye el nucleoide, contenido en una envoltura proteica de
forma geométrica, denominada cápside o cápsida, que está integrada por un
conjunto de subunidades idénticas, los capsómeros, dispuestas en mosaico. Los
virus pueden presentarse desnudos o bien revestidos de una envoltura lipoproteica
(virus encapsulados), procedente de una porción de la membrana plasmática de la
célula huésped obtenida por el virus una vez que ha infectado a la aludida célula.
Debido a la extrema sencillez de su estructura y a la carencia de enzimas y otros
elementos necesarios para la realización de funciones vitales tan básicas como el
metabolismo y la reproducción, los virus son seres que necesitan parasitar a otros
organismos, como las bacterias, las células vegetales y las células animales, a los
que suelen causar graves trastornos. De ahí el particular interés de su estudio para
la medicina y más modernamente para la genética, que ha permitido el desarrollo
de una rama específica dentro de la microbiología la virología, dedicada
específicamente al estudio de estos seres. Los virus se pueden clasificar, de
acuerdo a su estructura en:
Los virus son parásitos obligados, pero no siempre producen enfermedades (no
todos son patógenos); por el contrario, parece ser que la mayoría de los virus son
totalmente inofensivos para los seres vivos. La única función que realizan los virus
es la reproducción y para ello aprovechan la maquinaria biológica de la célula
parasitada. Cuando un virus se une a una célula para infectarla, introduce en el
citoplasma de ésta sólo su ácido nucleico y, a partir de ese momento, existen dos
vías para la reproducción vírica: destruyendo a la célula (virus virulentos) o no
afectándola (virus atenuados). Los virus virulentos al infectar una célula huésped,
utilizan la maquinaria metabólica de ésta para replicar su ácido nucleico y producir
sus proteínas específicas. Los pasos de la infección son:
Arqueobacterias
Eubacterias
Las bacterias son células procariotas, su material genético se sitúa en una región
nuclear que carece de envoltura o membrana propia. Poseen una membrana
citoplasmática en cuyo exterior se forma una pared celular de espesor variable.
Algunas bacterias segregan además una cápsula que envuelve la pared, lo que les
permite adherirse unas a otras, almacenar alimentos o eliminar sustancias de
desecho. Las bacterias carecen de verdaderos orgánulos y presentan
invaginaciones de su membrana, denominadas mesosomas, en las que se realizan
las funciones de respiración y la fotosíntesis en las bacterias fotosintéticas. Sus
ribosomas difieren en tamaño de los que aparecen en los eucariotas. Como
elementos de locomoción aparecen por fuera de la pared una serie de estructuras
filiformes, los flagelos, formados por una proteína específica, la flagelina,
agrupada en varias subunidades. Muchas bacterias disponen de pelos. Su material
genético está formado por un único cromosoma de ADN, el cual tiene forma
circular y es cerrado. A esta molécula de ADN no se asocia proteínas del tipo de
las histonas que se encuentran en las células eucariotas.
Nutrición bacteriana
LA SISTEMÁTICA, LA TAXONOMÍA Y LA
NOMENCLATURA
Las prácticas científicas tienen semejanza con actividades que realizamos
cotidianamente, la clasificación es una de ellas. Por ejemplo, los humanos
organizamos los objetos en un espacio según el criterio de nuestro interés; sin
embargo, pocas veces nos preguntamos la importancia de hacerlo. Lo mismo
sucede con el reconocimiento de la biodiversidad. Por ello, gracias a la sistemática
es posible estudiar la biodiversidad y generar estrategias para su conservación.
Existe la hipótesis de que la ciencia solo conoce el 15% de especies de seres vivos
en el planeta, lo que indica la necesidad de intensificar esfuerzos científicos para
conocer el 85% no inventariado.
A través de los años, las especies han desarrollado diferentes características que
les permiten sobrevivir en determinado ecosistema. Cuando centramos nuestra
atención en la conservación de la biodiversidad, debemos dejar de lado la
percepción de que la naturaleza es un almacén que provee bienes y servicios para
la satisfacción de nuestras necesidades. Por el contrario, se debe visualizar como
una estrategia para construir conocimiento e inspirarnos en la búsqueda de
soluciones sostenibles.
Se refieren a las características de las células que conforman los organismos y que
permiten agruparlos en diversos conjuntos. Por ejemplo, la clasificación en
dominios reúne a los organismos que presentan células procariotas en los dominios
Archaea y Eubacteria, mientras que aquellos con células eucariotas conforman el
dominio Eukarya.
Sirven para clasificar organismos con base en las características genéticas, como
la estructura del ADN, el cual contiene la información hereditaria de los
organismos que se transmite de generación en generación. Este tipo de caracteres
brinda información altamente probable sobre las relaciones evolutivas.
Los caracteres etológicos
Se refieren a las relaciones que despliegan los organismos entre ellos mismos y
con los factores abióticos de su entorno. Por ejemplo, el alimento que consume un
grupo de organismos, la manera en la que se distribuyen en un hábitat o la
tolerancia frente a la variación de un factor ambiental.