Microbiología

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Microbiología

La microbiología es la rama de la biología que estudia los microorganismos tanto


procariotas y virus como eucariotas simples, uni y pluricelulares. Los organismos
objeto de esta rama son aquellos que sólo son visibles al microscopio.
Etimológicamente procede del griego mikros (pequeño), bios (vida) y logos
(tratado, ciencia). Dentro de su objeto de estudio se encarga de la descripción de
los microorganismos, clasificación, estudio de su funcionamiento y modos de vida,
así como de su distribución y en caso de ser patógenos de sus modos de infección
y mecanismos para eliminarlos.

Microorganismos

El término microorganismo es un término general que no alude a ninguna categoría


taxonómica específica. Se denominan microorganismos a todos aquellos seres
vivos que debido a su pequeño tamaño sólo pueden ser observados mediante el
microscopio. En este grupo se encuentran numerosos agentes patógenos, causantes
de enfermedades tanto a la especie humana, como a otros animales y plantas; otras
especies microscópicas juegan un papel y plantas; otras especies microscópicas
juegan un papel vital en los ecosistemas o tienen una aplicación en procesos
industriales.

Virus

Los virus fueron descubiertos en 1892 por el botánico ruso Dmitri Ivanowsky, si
bien en un principio sólo se conocía su capacidad de causar enfermedades, ya que
no podían observarse al microscopio óptico. Los primeros estudios sobre su
estructura fueron realizados mediante el microscopio electrónico, en 1935, por
Stanley, quien estudió el virus de mosaico del tabaco. Constituyen la forma de vida
más simple, no son seres celulares, dando que no son capaces de metabolizar de
manera independiente: sólo pueden vivir cuando han infectado una célula. Su
tamaño se mide en milimicras (nanómetros). Un virus consiste en un filamento de
ácido nucleico, bien de ADN o de ARN (pero nunca ambos ácidos nucleicos en un
mismo virus), que constituye el nucleoide, contenido en una envoltura proteica de
forma geométrica, denominada cápside o cápsida, que está integrada por un
conjunto de subunidades idénticas, los capsómeros, dispuestas en mosaico. Los
virus pueden presentarse desnudos o bien revestidos de una envoltura lipoproteica
(virus encapsulados), procedente de una porción de la membrana plasmática de la
célula huésped obtenida por el virus una vez que ha infectado a la aludida célula.
Debido a la extrema sencillez de su estructura y a la carencia de enzimas y otros
elementos necesarios para la realización de funciones vitales tan básicas como el
metabolismo y la reproducción, los virus son seres que necesitan parasitar a otros
organismos, como las bacterias, las células vegetales y las células animales, a los
que suelen causar graves trastornos. De ahí el particular interés de su estudio para
la medicina y más modernamente para la genética, que ha permitido el desarrollo
de una rama específica dentro de la microbiología la virología, dedicada
específicamente al estudio de estos seres. Los virus se pueden clasificar, de
acuerdo a su estructura en:

1. Cúbico o icosaédrico: de cápside poliédrica, como los que producen la


poliomielitis, la rabia, la hepatitis o el virus del S.I.D.A
2. Helicoidal: con los capsómeros dispuestos como las espiras de un muelle,
como el virus del mosaico del tabaco o T.M.V
3. Complejo: con ciertas estructuras asociadas a la cápside y cuyo ejemplo
más destacado son los bacteriófagos.

Los virus son parásitos obligados, pero no siempre producen enfermedades (no
todos son patógenos); por el contrario, parece ser que la mayoría de los virus son
totalmente inofensivos para los seres vivos. La única función que realizan los virus
es la reproducción y para ello aprovechan la maquinaria biológica de la célula
parasitada. Cuando un virus se une a una célula para infectarla, introduce en el
citoplasma de ésta sólo su ácido nucleico y, a partir de ese momento, existen dos
vías para la reproducción vírica: destruyendo a la célula (virus virulentos) o no
afectándola (virus atenuados). Los virus virulentos al infectar una célula huésped,
utilizan la maquinaria metabólica de ésta para replicar su ácido nucleico y producir
sus proteínas específicas. Los pasos de la infección son:

1. Fijación a la superficie de la célula huésped a través de receptores


específicos.
2. Penetración en el citoplasma de la célula huésped. Los fagos inyectan su
ADN a través de la membrana, permaneciendo la cápside fuera de dicha
membrana.
3. Auto duplicación y síntesis de moléculas virales utilizando los ribosomas
de la célula huésped, su energía y sus enzimas.
4. Auto ensamblaje de los componentes virales sintetizados para producir
viriones completos
5. Liberación mediante la producción de lisozima, enzima que degrada la
membrana celular de la célula huésped. El resultado es la lisis y muerte de
la célula huésped. El resultado es la lisis y muerte de la célula huésped. El
resultado es la lisis y muerte de la célula infectada y la liberación de las
nuevas generaciones de viriones, los cuales salen fuera de ella y pueden
infectar a otras células (son los virus virulentos). En algunos casos los virus
así obtenidos salen envueltos por la membrana plasmática de la célula
parasitada (son los virus encapsulados). Los virus atenuados integran su
ácido nucleico en el ácido nucleico de la célula huésped y se replica cuando
se replica este último, sin destruir la célula huésped y a veces confiriendo a
está nuevas propiedades (conversión lisógena)

El reino monera: arqueobacterias, bacterias y cianófitas

El reino Monera incluye todos los organismos procariotas, divididos en tres


grandes grupos: arqueobacterias, eubacterias o bacterias verdaderas y cianófitas o
algas azulverdosas.

Arqueobacterias

Las arqueobacterias son un pequeño grupo de organismos procariotas, que aunque


presentan cierta semejanza en su morfología con las eubacterias, difieren de éstas
en características vitales como: el tipo de ARN de transferencia que presentan, y
la composición química de su pared y membrana celular. Las arqueobacterias son
organismos raros, que viven en ambientes extremos. Se clasifican de acuerdo a su
hábitat en:

 Halófilas: que viven en soluciones salinas saturadas o de elevada


concentración
 Metanógenas: que viven en ausencia de oxígeno y liberan gas metano a
partir de hidrógeno y dióxido de carbono
 Bacterias Termoacidófilas: que viven en las fuentes termales sulfurosas.
Es un grupo poco conocido hasta la actualidad, al que en cualquier caso se
le atribuye un origen evolutivo distinto al de las otras bacterias o eubacterias

Cianófitas (algas verdiazules)

Son organismos procariotas, en su mayoría fotosintéticos gracias a la presencia de


los tilacoides o sacos discoidales que contienen clorofila, carotenoides y pigmentos
azules y rojos, por lo que se han clasificado tradicionalmente como algas, incluidas
en el reino vegetal. Algunas especies son fijadoras de nitrógeno. Incluyen tanto
especies unicelulares como coloniales y presentan formas libres de formas que
viven fijas en un sustrato. A grandes rasgos se reúnen en dos grupos, atendiendo a
su forma externa: cocoides y filamentosas. Las formas cocoides son unicelulares o
forman cenobios esféricos, mientras que las filamentosas están formadas por una
fila de células (tricoma) envuelta en una vaina. Entre las cianofíceas destacan por
su importancia los géneros: Nostoc, Anabaena, Oscillatoria, Mycrocistis,
Rivukaria, Chroococcus, Merismopedia y Aphanocarpa.

Eubacterias

Las bacterias son células procariotas, su material genético se sitúa en una región
nuclear que carece de envoltura o membrana propia. Poseen una membrana
citoplasmática en cuyo exterior se forma una pared celular de espesor variable.
Algunas bacterias segregan además una cápsula que envuelve la pared, lo que les
permite adherirse unas a otras, almacenar alimentos o eliminar sustancias de
desecho. Las bacterias carecen de verdaderos orgánulos y presentan
invaginaciones de su membrana, denominadas mesosomas, en las que se realizan
las funciones de respiración y la fotosíntesis en las bacterias fotosintéticas. Sus
ribosomas difieren en tamaño de los que aparecen en los eucariotas. Como
elementos de locomoción aparecen por fuera de la pared una serie de estructuras
filiformes, los flagelos, formados por una proteína específica, la flagelina,
agrupada en varias subunidades. Muchas bacterias disponen de pelos. Su material
genético está formado por un único cromosoma de ADN, el cual tiene forma
circular y es cerrado. A esta molécula de ADN no se asocia proteínas del tipo de
las histonas que se encuentran en las células eucariotas.

Por su forma, las bacterias pueden clasificarse en bacilos, alargados o en forma de


bastoncillo; vibrios, curvados; espirilos, de aspecto ondulado o esporulado; cocos,
redondos, que pueden presentarse aislados, en parejas diplococos, en hileras
estreptococos, en masas irregulares estafilococos o en masas cúbicas sarcinas y,
por último, bacterias filamentosas.

Nutrición bacteriana

Las bacterias representan una gran variedad de tipos de nutrición, existiendo


bacterias autótrofas tanto fotosintéticas como quimiosintéticas, y bacterias
heterótrofas. Dentro de las bacterias heterótrofas podemos distinguir, por un lado,
las bacterias saprofitas, que viven sobre restos orgánicos, de los que se alimentan,
con lo que contribuyen a cerrar el ciclo de la materia viva sobre la Tierra. En este
grupo se incluyen las bacterias responsables del deterioro de los alimentos y las
bacterias fermentadoras aprovechadas en los procesos de fabricación de derivados
lácteos, como el queso o el yogur. Otro tipo de bacterias heterótrofas son las
bacterias parásitas, que habitan en el interior de los seres vivos, tanto animales
como vegetales, produciéndoles enfermedades como la tuberculosis. Por último,
existen también bacterias simbióticas que se asocian a animales o vegetales,
obteniendo ambas partes un beneficio de dicha asociación.
Reproducción

Las células bacterianas se reproducen por bipartición. Las bacterias presentan


mecanismos parasexuales, que permiten el intercambio de información genética
entre bacterias, de la misma o de diferentes especies. Estos mecanismos son la
conjugación bacteriana, transducción y transformación. En la conjugación bacteria
donadora pasa a otra, llamada receptora, a través de unos pelos o fimbria. En el
mecanismo de transducción el material genético se transfiere por medio de un
bacteriófago, que sirve de vector.

LA SISTEMÁTICA, LA TAXONOMÍA Y LA
NOMENCLATURA
Las prácticas científicas tienen semejanza con actividades que realizamos
cotidianamente, la clasificación es una de ellas. Por ejemplo, los humanos
organizamos los objetos en un espacio según el criterio de nuestro interés; sin
embargo, pocas veces nos preguntamos la importancia de hacerlo. Lo mismo
sucede con el reconocimiento de la biodiversidad. Por ello, gracias a la sistemática
es posible estudiar la biodiversidad y generar estrategias para su conservación.

Los conceptos de taxonomía y nomenclatura se encuentran incluidos dentro de la


sistemática, que es la ciencia que estudia el origen y las relaciones de parentesco
entre las especies, es decir su historia evolutiva. La taxonomía es una técnica para
agrupar las especies de acuerdo con sus características similares, es decir,
clasificarlas y, luego, por medio de la nomenclatura, se establecen los nombres que
se le asignan a las diferentes categorías o grupos taxonómicos.

La sistemática y la taxonomía son la base para el conocimiento de la diversidad


biológica. Debemos alejarnos de la percepción simplista que relaciona la
biodiversidad sólo con plantas y animales. Así, la biodiversidad considera los
organismos que se encuentran en todas las categorías taxonómicas y aquellos por
descubrir. Además, a partir de los organismos, incluye todos los niveles de
organización, por ejemplo, la variedad de ecosistemas los cuales abarcan tanto las
comunidades dentro de hábitats particulares como las condiciones físicas en las
que se desarrollan los seres vivos.

La biodiversidad juega un papel fundamental en el mantenimiento del planeta,


pues permite generar estrategias y políticas para la protección de los suelos, el
control biológico de plagas, la influencia en el cambio de las características
atmosféricas, entre otros. Uno de los problemas que enfrentamos en este momento
es la pérdida de la diversidad biológica causada por las actividades humanas, que
desestiman su valor ético, económico, científico y estético. Vale la pena mencionar
que una de las estrategias para evitar la extinción de una especie es conocerla
científicamente; para esto recurrimos a la sistemática, utilizando la información
sobre las especies como base para el mejoramiento de la calidad de vida de manera
sostenible.

Existe la hipótesis de que la ciencia solo conoce el 15% de especies de seres vivos
en el planeta, lo que indica la necesidad de intensificar esfuerzos científicos para
conocer el 85% no inventariado.

Los caracteres taxonómicos

A través de los años, las especies han desarrollado diferentes características que
les permiten sobrevivir en determinado ecosistema. Cuando centramos nuestra
atención en la conservación de la biodiversidad, debemos dejar de lado la
percepción de que la naturaleza es un almacén que provee bienes y servicios para
la satisfacción de nuestras necesidades. Por el contrario, se debe visualizar como
una estrategia para construir conocimiento e inspirarnos en la búsqueda de
soluciones sostenibles.

Para esto, es necesario que a través de la sistemática se lleve a cabo el estudio de


la biodiversidad, de sus relaciones evolutivas, para definir la búsqueda específica
de modelos que promuevan su conservación y el desarrollo de soluciones a
problemas ambientales. Los taxónomos se encargan de estudiar los organismos
que más se parecen, con el fin de agrupar aquellos que comparten el mayor número
de características, a estas se les denomina caracteres taxonómicos y pueden ser de
diferentes tipos, como se presenta a continuación.

Los caracteres morfológicos

Son los más utilizados, se basan en la observación de la anatomía de los


organismos. Hacen referencia a las características físicas, generalmente fáciles de
observar. Por ejemplo, si pertenecen al grupo de las aves, las características más
relevantes son que tengan alas y el cuerpo recubierto de plumas.
Los caracteres fisiológicos

Existen diferentes tipos de respiración, entre estas encontramos la cutánea, en la


cual se realiza el intercambio gaseoso por medio de la piel y es propia de los
anélidos, algunos moluscos y anfibios. Otro tipo de respiración es la traqueal,
propia de los insectos. Estos mecanismos específicos para cada grupo de
organismos se ubican dentro de los caracteres fisiológicos, teniendo en cuenta que
son características que presentan los seres vivos para llevar a cabo procesos que
permitan el desarrollo de sus funciones vitales.
Los caracteres citológicos

Se refieren a las características de las células que conforman los organismos y que
permiten agruparlos en diversos conjuntos. Por ejemplo, la clasificación en
dominios reúne a los organismos que presentan células procariotas en los dominios
Archaea y Eubacteria, mientras que aquellos con células eucariotas conforman el
dominio Eukarya.

Los caracteres moleculares

Sirven para clasificar organismos con base en las características genéticas, como
la estructura del ADN, el cual contiene la información hereditaria de los
organismos que se transmite de generación en generación. Este tipo de caracteres
brinda información altamente probable sobre las relaciones evolutivas.
Los caracteres etológicos

Definen el comportamiento de los organismos como respuesta a diferentes


estímulos del ambiente. Entre estos rasgos se encuentran los hábitos de
alimentación, la selección del territorio, la comunicación, la reproducción,
entendiendo que estas conductas pueden ser instintivas o aprendidas. En el ámbito
de la taxonomía, es una herramienta que funciona para separar especies que tienen
una apariencia similar. Un ejemplo es la danza de las abejas obreras como
comunicación: ellas transmiten a sus pares la dirección y distancia de la fuente del
polen mediante una serie de desplazamientos y movimientos que son observados
e interpretados por sus compañeras.

Los caracteres ecológicos

Se refieren a las relaciones que despliegan los organismos entre ellos mismos y
con los factores abióticos de su entorno. Por ejemplo, el alimento que consume un
grupo de organismos, la manera en la que se distribuyen en un hábitat o la
tolerancia frente a la variación de un factor ambiental.

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