Educación y Participación Comunitaria - Freire
Educación y Participación Comunitaria - Freire
Educación y Participación Comunitaria - Freire
PARTICIPACIÓN COMUNITARIA
PAULO FREIRE
Universidad Pontificia de Sao Paolo (Brasil)
EDUCACIÓN Y PARTICIPACIÓN- COMUNITARIA*
2A
ción;.placer, alegría.* " . -- d
3. Alardear a los cuatro vientos que quien piensa de forma
diferente, es decir, quien respeta el saber con el que el educan
do llega a la escuela, nc para estar dando vueltas alrededor de
anárquico. .
4. Defender la visión esirecha de la escuela como un espa- <
cio exclusivo de «lecciones que hay que enseñar y lecciones que i
hay que aprender», por lo cual debe estar inmunizada (la escuela) 18
de las luchas, los conflictos, que se dan «lejos de ella», en el mun-
do distante. La escuela, en el fondo, no es el sindicato...
5. Hipertrofiar su autoridad hasta tal punto que ahogue las
libertades de los educandos y si éstas se revelan la solución está
en el refuerzo del autoritarismo.
6. Asumir constantemente posiciones intolerantes en las que
es imposible la convivencia con los diferentes.
La intolerancia es sectaria, acrítica, castradora. El intolerante
se siente dueño de la verdad, que le pertenece.
No es posible crecer en la intolerancia. El educador cohe-
rentemente progresista sabe que estar demasiado seguro de sus
certezas puede conducirlo a considerar que fuera de ellas no
hay salvacién.
El intolerante es autoritario y mesiánico. Por eso mismo en
nada ayuda al desarrollo de la democracia. ¢
7. Elaborar «paquetes» de contenidos bajo el pretexto de la
mejora cualitativa de la educación, a los que se añaden manua-
les o guías destinados a los profesores para el uso de los pa-
quetes.
4. Véase a este propósito Georges Synders, especialmente La Joie & l'école. Paris,
PUE, 1986.
o producir el «paquete»' que tiene que ser docilmente seguido
por los profesores que, para hacerlo, deben recurrira las guías.
Una de las connotaciones del autoritarismo es la total descon-
fianza en las posibilidades de los demás.
A lo máximo que llega el liderazgo autoritario es a un reme-
dio de democracia con el que a veces procura oír la opinión de
los profesores en torno al programa que ya está elaborado.
En lugar de apostar por la formación de los educadores el
autoritarismo apuesta por sus «propuestas» y por la evaluación
posterior para comprobar si el «paquete» fue realmente asumi-
do y seguido.
Desde el punto de vista coherentemente progresista, por tanto
democrático, las cosas son diferentes. La mejora de la calidad
de la educación implica la formación permanente de los educa-
dores. Y la formación permanente consiste en la práctica de ana-
lizar la práctica. Pensando su práctica, naturalmente con la pre-
sencia de personal altamente cualificado, es posible percibir
imbuida en la práctica una teoria todavía no percibida, poco per-
cibida o percibida pero poco asumida.
Entre «paquetes» y formación permanente el educador pro-
gresista coherente no vacila: se entrega al trabajo de formación.
Él o ella saben muy bien, entre otras cosas, que es poco proba-
ble conseguir la criticidad de los educandos a través de la do-
mesticación de los educadores. ¿Cómo pueden los educadores
provocar en el educando la curiosidad crítica necesaria en el
acto de conocer, su gusto del riesgo, de la aventura creadora,
si ellos mismos no confían en sí, no se arriesgan, si ellos mis-
mos se encuentran ligados a la «guía» con que deben transferir
a los educandos los contenidos tenidos como «salvadores»?
Esta forma autoritaria de apostar en los paquetes y no en
la formación científica, pedagógica, politica del educador y de
la educadora revela cómo el autoritario teme a la libertad a la
inquietud, la incerteza, la duda, el sueño, y opta por el inmovilis-
mo. Hay mucho de necrófilo en el autoritario así como hay mu-
cho de biofilico® no progresista coherentemente democrático.