Factores
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Factores
PÉRDIDA DE BIODIVERSIDAD
Cambio climático
Contaminación
Al pensar en contaminación, lo primero que se nos viene a la mente es el humo de los coches que
sube a la atmósfera. Sin embargo, no es el único tipo que afecta a la biodiversidad; también lo
hace la contaminación por ruido y por exceso de luz.
Destrucción de hábitats
La contaminación del suelo y el cambio en el uso del territorio, como la deforestación, dañan los
ecosistemas y afectan a las especies que viven en ellos.
Las especies exóticas invasoras son la segunda mayor causa de pérdida de biodiversidad a nivel
mundial, según el PNUD. Estas especies actúan como depredadoras, compiten por el alimento, se
cruzan con especies locales y traen consigo enfermedades y parásitos.
El uso excesivo de los recursos naturales, es decir, consumirlos más rápido de lo que pueden
regenerarse, tiene un impacto evidente en la flora y fauna del planeta.
Cambio climático
El cambio climático se refiere a los cambios en el clima que son causados, de manera directa o
indirecta, por las actividades humanas. Los gases de efecto invernadero se acumulan en la
atmósfera y atrapan el calor, lo que intensifica este efecto y provoca un aumento en la temperatura
global del planeta.
Desplazamiento de especies
A medida que las temperaturas aumentan, muchas especies se ven obligadas a migrar hacia
zonas más frías o altas, lo que puede llevar a cambios en la distribución de animales y plantas.
Algunas especies no logran adaptarse o encontrar nuevos hábitats, lo que aumenta el riesgo de
extinción.
El cambio climático afecta los ciclos naturales de reproducción, migración y floración. Por ejemplo,
las plantas pueden florecer antes de lo normal, lo que desajusta la relación con los polinizadores,
afectando su supervivencia.
Pérdida de hábitats
Los ecosistemas sensibles, como los arrecifes de coral o los bosques tropicales, son altamente
vulnerables al aumento de la temperatura y la acidificación de los océanos, lo que puede llevar a la
destrucción de estos hábitats y a la pérdida de las especies que dependen de ellos.
Contaminación
Contaminación del aire
Los contaminantes como el dióxido de carbono (CO₂), el dióxido de azufre (SO₂) y otros gases
tóxicos liberados por industrias y vehículos afectan directamente a las plantas, animales y
humanos. Estos gases pueden provocar lluvias ácidas, que dañan los suelos, cuerpos de agua y
vegetación, alterando los hábitats y reduciendo la capacidad de los ecosistemas para sostener la
vida.
Contaminación acústica
El ruido excesivo generado por actividades humanas, como el tráfico, la construcción y la industria,
puede alterar el comportamiento de los animales. Por ejemplo, muchas especies utilizan el sonido
para comunicarse, orientarse o detectar depredadores. El ruido excesivo puede desorientar a las
aves, mamíferos marinos y otros animales, interrumpiendo su comportamiento natural y afectando
su capacidad de sobrevivir.
Contaminación lumínica
El exceso de luz artificial, especialmente en áreas urbanas, interfiere con los ciclos naturales de luz
y oscuridad que muchos organismos necesitan para sus funciones biológicas, como la
reproducción, la migración o la búsqueda de alimento. Por ejemplo, las tortugas marinas recién
nacidas pueden confundirse con las luces de la ciudad y alejarse del océano, lo que reduce sus
posibilidades de supervivencia.
Destrucción de hábitats
Fragmentación de hábitats
A menudo, en lugar de destruir completamente un hábitat, se lo fragmenta. Esto ocurre cuando
grandes áreas naturales se dividen en pequeñas partes debido a la construcción de carreteras,
ciudades o áreas agrícolas. Estas pequeñas áreas a menudo no son suficientes para sustentar a
las especies que necesitan grandes territorios para moverse o cazar, y se aíslan poblaciones, lo
que reduce su diversidad genética y aumenta el riesgo de extinción.
son aquellas especies que, al ser introducidas en un ecosistema distinto al suyo, causan daños al
medio ambiente, la biodiversidad, la economía o la salud humana. Estas especies, al no tener
depredadores naturales o competidores en el nuevo entorno, pueden propagarse rápidamente y
alterar el equilibrio del ecosistema. Aquí algunos de los efectos más importantes:
Las especies invasoras compiten con las especies locales por recursos como alimento, espacio y
agua. Esto puede llevar a la disminución o extinción de las especies nativas, ya que las invasoras
suelen ser más eficientes en la explotación de esos recursos.
Depredación
Algunas especies invasoras son depredadoras y se alimentan de especies nativas que no tienen
defensas contra ellas. Esto puede alterar profundamente las cadenas alimentarias y poner en
peligro a las poblaciones locales.
Las especies exóticas invasoras pueden modificar el entorno físico, cambiando la estructura y
función del ecosistema. Por ejemplo, algunas plantas invasoras pueden modificar la composición
del suelo o cambiar la disponibilidad de luz y agua.
Hibridación
Algunas especies invasoras pueden cruzarse con especies nativas, lo que genera híbridos y diluye
el acervo genético de las especies locales. Esto puede poner en riesgo la supervivencia de las
especies originales.
Las especies invasoras pueden traer consigo nuevos patógenos, parásitos o enfermedades que
afectan a la fauna y flora local, causando un impacto negativo en las especies nativas que no
tienen resistencia a estos agentes externos.
Ejemplos
El mejillón cebra (Dreissena polymorpha)
Originario de los mares de Europa Oriental, este pequeño molusco fue introducido accidentalmente
en América del Norte en la década de 1980 a través del agua de lastre de barcos. Se ha propagado
rápidamente por los ríos y lagos de Norteamérica, adhiriéndose a cualquier superficie dura, como
tuberías, embarcaciones y plantas acuáticas.
Impacto: El mejillón cebra compite por el alimento con las especies nativas de moluscos y peces,
lo que afecta a las cadenas alimentarias. Además, al adherirse en grandes cantidades a
infraestructuras, causa graves daños económicos al obstruir sistemas de agua potable y centrales
eléctricas.
Impacto: El jacinto de agua crece rápidamente formando densas alfombras flotantes que cubren
lagos, ríos y estanques, bloqueando la luz solar y reduciendo los niveles de oxígeno en el agua.
Esto afecta negativamente a las plantas y animales acuáticos, incluyendo peces, moluscos y otros
organismos acuáticos que dependen de esos ecosistemas. Además, la planta obstruye el flujo de
agua, lo que puede causar inundaciones y afectar la navegación y el acceso al agua potable.
Homeostasis
La homeostasis actúa como un mecanismo de restauración del medio ambiente a través de varios
procesos que permiten a los organismos adaptarse y recuperarse de las perturbaciones
ambientales. A continuación, se explican algunas de las formas en que este mecanismo se
manifiesta y contribuye a la restauración del medio ambiente
Los organismos tienen sensores que detectan cambios en el medio ambiente, como temperatura,
pH, niveles de oxígeno y concentración de nutrientes. Estos sensores son esenciales para que el
organismo pueda responder adecuadamente a las variaciones que podrían afectar su estabilidad
interna. Por ejemplo, la piel humana puede detectar cambios de temperatura, lo que permite iniciar
respuestas como la sudoración o el escalofrío.
Una vez que se detecta un cambio ambiental, se activan mecanismos homeostáticos específicos:
Mantenimiento del pH: El cuerpo humano, por ejemplo, tiene sistemas de taponamiento
que regulan el pH de la sangre, asegurando que se mantenga dentro de un rango óptimo,
incluso ante cambios en la dieta o en el entorno.
Restauración de Recursos
Los organismos también pueden contribuir a la restauración del medio ambiente a través de
procesos biológicos:
Los organismos tienen la capacidad de adaptarse a cambios ambientales a lo largo del tiempo a
través de procesos de aclimatación y adaptación:
Ejemplo
Restauración de Ecosistemas Acuáticos
Mecanismo de Homeostasis
Detección: Organismos como los peces y los invertebrados acuáticos sienten los cambios en la
calidad del agua, como disminución del oxígeno y aumento de sustancias tóxicas.
Autopoiesis
Auto-generación de Componentes
Los sistemas vivos tienen la capacidad de generar sus propios componentes de forma
continua. Por ejemplo, en un ecosistema, las plantas pueden reproducirse y regenerarse a
partir de sus semillas, raíces o brotes, incluso después de sufrir perturbaciones como
incendios o talas.
A nivel celular, las células madre pueden diferenciarse y formar nuevos tejidos, lo que
permite a los organismos regenerar partes dañadas, como en el caso de la piel o de tejidos
en órganos internos.
Auto-organización
Cuando se presenta un daño, los sistemas vivos pueden reorganizarse y adaptarse a las
nuevas condiciones. Esto implica que las interacciones entre los organismos, así como
entre ellos y su entorno, se reconfiguran para facilitar la recuperación.
Ciclo de Retroalimentación
Los sistemas autopoieticos operan en ciclos de retroalimentación donde los resultados de
un proceso afectan la producción y organización de componentes futuros. Esto crea un
entorno dinámico que permite a los organismos ajustarse y evolucionar de acuerdo a los
cambios en su medio ambiente.
Por ejemplo, la interacción entre depredadores y presas en un ecosistema puede influir en
las poblaciones de ambas, creando un equilibrio que fomenta la biodiversidad y la
resiliencia del ecosistema.
Ejemplo
Tras un incendio, algunas plantas tienen semillas que germinan gracias al calor del fuego, lo que
inicia un proceso de recuperación. Este nuevo crecimiento proporciona alimento y refugio a
diversas especies animales, fomentando la polinización y dispersión de semillas.
Con el tiempo, los restos de vegetación quemada enriquecen el suelo, favoreciendo aún más el
crecimiento de nuevas plantas. Así, la autopoiesis permite que los ecosistemas se adapten y
restauren, aumentando la biodiversidad y resiliencia frente a futuras perturbaciones.
Resiliencia
La resiliencia se refiere a la capacidad de un ecosistema para recuperarse de perturbaciones y
mantener su funcionalidad y biodiversidad. A continuación, se describen algunos mecanismos clave
y cómo se lleva a cabo la conservación de la resiliencia:
Mecanismos de Resiliencia
Diversidad Biológica: La presencia de una variedad de especies en un ecosistema
aumenta su capacidad de recuperación. Especies diferentes pueden ocupar roles
funcionales diversos, lo que ayuda a que el ecosistema mantenga sus funciones tras una
perturbación.
Conectividad Ecológica: Los corredores biológicos que conectan hábitats permiten el
movimiento de especies, facilitando la recolonización de áreas afectadas. Esto es crucial
para la migración y adaptación de las especies a cambios ambientales.
Adaptación Genética: Las poblaciones con mayor variabilidad genética son más capaces
de adaptarse a nuevas condiciones ambientales. Esta adaptabilidad puede ser favorecida
por la selección natural en respuesta a las perturbaciones.
Interacciones Mutualistas: Las relaciones entre especies, como la polinización y la
dispersión de semillas, pueden ser vitales para la regeneración del ecosistema después de
una perturbación.
Sistemas de Retroalimentación Positiva: Estos sistemas pueden fortalecer la resiliencia
al permitir que un ecosistema se recupere de manera más rápida y eficiente tras una
perturbación.
Conservación de la Resiliencia
Protección de Hábitats: Mantener y restaurar hábitats naturales es fundamental para
conservar la biodiversidad y la conectividad ecológica, lo que a su vez fomenta la
resiliencia de los ecosistemas.
Gestión Sostenible de Recursos: Implementar prácticas de manejo sostenible que
reduzcan la sobreexplotación y la degradación del entorno ayuda a mantener la salud del
ecosistema.
Restauración Ecológica: Iniciativas de restauración que buscan rehabilitar áreas
degradadas, reintroducir especies nativas y restaurar la función ecológica son esenciales
para fortalecer la resiliencia.
Educación y Concienciación: Informar y sensibilizar a las comunidades sobre la
importancia de la resiliencia ecológica puede fomentar la participación activa en la
conservación y restauración de los ecosistemas.
Investigación y Monitoreo: Estudiar los ecosistemas y monitorear los cambios
ambientales permiten evaluar la salud del ecosistema y hacer ajustes en las estrategias de
conservación para maximizar la resiliencia.
Ejemplos:
Bosques Tropicales
Los bosques tropicales, como la selva amazónica, son un claro ejemplo de resiliencia. A pesar de
las amenazas como la deforestación y el cambio climático, estos ecosistemas han demostrado una
notable capacidad de recuperación. La alta biodiversidad permite que, cuando una parte del
bosque es talada o dañada, las especies no solo pueden sobrevivir en otras áreas, sino que
también pueden recolonizar y restaurar el área dañada. Los procesos de regeneración natural y la
capacidad de las especies de adaptarse a condiciones cambiantes permiten que estos bosques
mantengan su función ecológica y biodiversidad a lo largo del tiempo.
Arrecifes de Coral
Los arrecifes de coral, como la Gran Barrera de Coral en Australia, muestran resiliencia frente a
perturbaciones como el blanqueamiento y las tormentas. Cuando los corales experimentan estrés
ambiental, como el aumento de temperatura del agua, pueden blanquear, pero si las condiciones
mejoran, tienen la capacidad de recuperar su color y reestablecer la comunidad coralina. La
resiliencia de estos ecosistemas también se ve favorecida por la diversidad de especies que los
habitan, lo que permite una rápida recolonización y restauración tras eventos dañinos. Sin
embargo, la resiliencia de los arrecifes se ve amenazada por la contaminación y el cambio
climático, lo que subraya la importancia de las estrategias de conservación.
Bibliografías
https://spc.conanp.gob.mx/FACTORES%20DE%20CAMBIO.pdf
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Cañete Arratia, L., Soto Pereira, A., Álvarez González, C., Castro Fredes, F., Sáez Tonacca, L., &
Marchant Dinten, C. (2011). Tecnología de homeostasis para enfrentar el cambio climático.
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https://repositorio.altecasociacion.org/bitstream/handle/20.500.13048/616/2289-2289-1-PB.pdf?
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