Encuentro de 3 Continentes

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La historia no contada del encuentro

Europa, África y América


Autora:
Maria Cristina Sarmiento Rubiano

Estaba amaneciendo, solo en mis aposentos escuchaba de lejos y con dificultad los chillidos
estridentes de la servidumbre, ¡¡ acaso no sabíais que vosotros me fastidiabais solo por existir…!!
Ya teníais bastante con estar en la masía levantada con mis propias manos, entrando a mis
aposentos y dejando vuestro olor, que me fastidiáis, no quiero ver a nadie. Todos os sentís con el
derecho de decir cuáles cosas son las que tengo por hacer, a mí, que he estado tantas veces al
dominio de los barcos que viajan con mercadurías del nuevo mundo al reino de su majestad. Es
imperdonable que Don José Luis de Aristegui me presente su enojo por las bolsas de monedas
pagadas a cambio de frutas tropicales, el atrevido me dice con mucha hombría que no es el pago de
siempre. La verdad…, es que no tengo claro en mis pensamientos si su majestad me ordeno pagar
esas mercancías de ultramar al más alto precio, o si vuestra merced Don José Luis estáis cobrando
más de lo justo. ¡¡ No sois vosotros los que tenéis tanta experiencia en el arte del comercio de las
Indias y el reino de mi majestad! Que os pasa, estáis todos locos, reclamando y chillando los últimos
días.

Después de dormir y descansar, abro los ojos y la primera imagen que veo es a Tomasina, esa mujer
fuerte y de carnes apretadas que pocos días después de mi llegada a un mundo nuevo de olores
fuertes y colores vivos y brillantes, yace en las noches bajo las mantas de mi lecho. En las
madrugadas, no siento cuando sale de mis aposentos y lo único que veo al despertar, es que ya no
están las botellas de esa bebida dulzona que aprendí a tomar entre sus brazos y que me deja perdido
no sé por cuantas horas, en recuerdos nostálgicos, que me devuelven la alegría de sentir a mi caballo
avanzando con bravura sobre las praderas del reino de Castilla. Pero…es hora de levantarse,
ordenar a todos organizar una gran fiesta, ¡¡traed todos gallinas y cerdos del establo para la
matanza!!, hay que preparar viandas y bebida dulzona, todos os cuantos traéis sus mercancías a
cambio de monedas del Reino de Castilla sois mis invitados. ¡¡Que hoy es día de celebrar!!, no os
quedéis mirando como animales asustados, corred a cumplir os mandatos que os di. Cumplid mis
ordenes porque soy el enviado de la Reina de Castilla, el único dueño de todo cuanto veis, el futuro
Rey de Castilla.

Hasta cuando aguantara esta masía, el amo un día organiza fiestas y al día siguiente no levanta la
mirada de tristeza y añoranza por su amada Castilla. Todos tienen miedo, en cualquier momento
sale furibundo ordenando echar fuera a cualquier desdichado que se cruce en su camino. En medio
de todo, Doña Ana hizo lo mejor que podía hacer antes de morir, enseñarme a leer y escribir el
castellano, fue eso lo que sorprendió al amo días después de llevarme a su masía y aunque no salía
de su asombro porque una esclava sabía leer y escribir, yo aun no sabía si descubrir eso, sería mi
desdicha o mi oportunidad. Él ha cambiado mucho, de unos meses a este tiempo, un día se siente
feliz, y al día siguiente la tristeza y el enojo se apoderan de su ser. Lo peor es que comienzan a ser
varios los días del enojo. Doña Maria Josefina de Bastidas y Borbón quiere enviar un emisario al
gobernador, ella dice que últimamente hay pagos mal hechos por las frutas y el cacao que sale de
las tierras, mi amo está descuidando sus obligaciones dice ella. Él dice que es emisario de la reina
de Castilla y que nada funcionaria en esta región si no fuera por su presencia. Pero si eso es así y
está feliz por eso, no entiendo porque entra en furia porque ocurren cosas sin importancia en la
masía. Y cada día a peor.

En la última fiesta que organizo todos sentimos miedo, comenzó a moverse como cuando estando
lejos de los amos, nos reunimos alrededor del fuego y comenzamos a bailar, cuando nos dejamos
llevar por la música hasta irnos de esta tierra moviendo nuestros brazos y piernas en una danza
eterna. El movía sus manos como poseído por uno de nuestros espíritus, en un movimiento sin fin
y sin control, y no se le entendía lo que hablaba, era lento en sus palabras, hasta olvidamos esa voz
enérgica y amenazadora que se escuchaba en las mañanas al levantarse. Poco después quiso
moverse y la pierna izquierda parecía pegada al piso, camino con dificultad y muchos insultos
cuando me pidió que lo llevara a sus aposentos.

Mi amo don José María de Anzoátegui se sentía poderoso y los últimos días al levantarse no se
limpiaba ni la cara, mal oliente por la falta de baño de varios días, se ponía sus mejores vestimentas
obligándonos a todos a arrodillarnos y decirle amo y señor, además de pedirle perdón por existir. El
nació en las mejores tierras del reino de Castilla, que eran regentadas por su padre. Cuando su
madre murió de un espíritu que le producía calenturas al final del día y se le metió agazapado en su
cuello, cuenta mi amo, que a pesar del “toque real” de su majestad la reina de Castilla, no fue posible
salvarla. Su padre no pudo soportar el dolor y termino suicidándose. Don José Maria con una edad
que apenas daba para empezar a conocer el mundo, estaba perdido, la reina para salvarlo lo mando
en un viaje al nuevo mundo a que regentara unas tierras y tuviera el dominio de las monedas que
se traían bien ocultas en los barcos y estaban destinadas a los comercios en tierras de las indias.

Cuando el llego a los pocos meses mi ama Doña Isabel de Balaguer murió y todas sus pertenencias
fueron vendidas, el pago por unas monedas de más porque sabía leer y escribir el castellano, fueron
las que predijeron mi destino. Pronto empezaron sus exigencias para que le llevara las notas del
comercio de frutas que iban a ultramar y también sus manos sobre mi piel, obligándome a posar en
su lecho, y yo con sentimientos de odio y de compasión por su soledad, lo soportaba unos días mejor
que otros. Nunca me había pegado, pero tenía que estar dispuesta en cualquier hora. Un día me
descubrió tomando la bebida que hacíamos a escondidas para escapar de la realidad, para soñar
con la sabana que nos vio nacer, con el sol y el agua de la madre tierra, pensé que iba a matarme,
pero me pidió probar y de ahí en adelante debía traerle todos los días una poca de bebida para
poder dormir.

Un día, en la última luna llena, falto poco para que tuviéramos que llamar a Don Felipe de Valdivieso,
un amigo de hace años de mi amo, esa madrugada le dio la moridera, yo quería salir de su cama
antes del amanecer y él quiso usarme, pero no pudo, su pierna no se despegaba de las sabanas.
Sentí miedo, me miraba como si estuviera en otro mundo, el color del mar de sus ojos de pronto se
puso alrededor de un punto negro grande en su mirada, yo quise prender la vela y me grito que no
soportaba esa luz tan brillante, me insulto y me acuso de darle bebedizos de Gumba, el hombre que
curaba a todos los esclavos. De pronto, el amo grito con desespero ¡¡malditos seáis todos!! y vi cómo
se mojaba en sus partes, olía mal, llevaba días sin bañarse, ya no soportaba estar en su lecho, para
no llorar pensé en las cabras que cuidaba cuando era niña, en el verde de mi tierra, en mis padres y
en los juegos con Dosu y Musanga……Contaba 12 ceremonias de la diosa Erzulie viviendo en la masía
con el amo, los blancos lo celebran como la pasión de su dios Jesús, yo prefiero que sea mi diosa
Erzulie. Solo he tenido dos amos desde que llegué aquí, apenas tocaba estas tierras cuando vi como
salía sangre de mi cuerpo, no podía poner colores en mi cara ni en mi piel, aquellos colores vivos
que anunciaban un cambio en mi existencia, solo podía pedir perdón a mi Erzulie por no cumplir con
la ceremonia de la que hablaba mi madre.

La última ceremonia del Jesús de mi amo todo estuvo tranquilo, el tomo nuestra bebida y se rio todo
el tiempo de las ropas de los hombres que cargan a sus dioses, todos lloraban y tenían semillas
ensartadas en una cuenta que al final tenía una cruz, hay muchas semillas y hablan mucho con cada
semilla. Esto fue mejor que la celebración anterior, cuando por primera vez empezó a llorar y a
quejarse, se desapunto su casaca y parecía sufrir, yo pensaba que uno de sus demonios se le había
parado encima y quería robarle la vida, nos echamos todos para atrás, su amigo don Felipe nos pidió
que dejáramos que el aire le llegara, empezó a luchar para respirar, eso a veces pasaba en el día, y
ha seguido pasando, a veces más a veces menos. Lo peor es cuando tiene que dormir sentado, dice
que si se acuesta vienen nuestros ancestros a posarse en su pecho y recordarle la muerte de
nuestros hermanos por el filo de su espada. Yo pienso qué si han venido, que se han posado en su
pecho y vi cómo le dejaban una semilla por dentro, que luego ella crece, después se libera y en su
camino deja sus huellas como un manantial para después quedar como al principio y dejar de
recuerdo un espacio más blanco donde se liberó y alrededor un color más oscuro que le recuerde
que allí estuvo. Fueron 3 semillas, las conté porque mi amo las miraba con asombro y no parecían
molestarle mucho, solo que manchaba su casaca.

Recuerdo los primeros tiempos con el amo, caminaba cinco pasos detrás del con las frutas y las
semillas compradas para la casa grande de la masía. Yo estaba en la cocina cuando no le ayudaba
en las cuentas. Tenía que escribir cuantas mercadurías salían y cuantos esclavos se compraban. Así
conocí a Makena, una esclava del amo Juan de Viloria y Castell, él era un hombre bueno y tenía
muchos negocios con mi amo Don José María, había mucho movimiento y nadie podía saber que yo
escribía las cuentas. Mi amo me amenazó con matarme si alguien se enteraba, pero Makena era
especial y nunca lo diría, ella tenía una hijita que apenas comenzaba a hablar, en aquella época se
cuándo traían las hierbas y las plantas medicinales que el amo enviaba a su tierra de origen, la niña
se escondía entre las mercancías, el amo Viloria simulaba que no la veía, sabía qué si le quitaba su
hija a Makena, ella se lanzaría al río sin pensarlo y él no quería perder esa esclava porque era fuerte
y nunca se enfermaba.

En esos tiempos el amo estaba bien, trabajaba mucho y aunque me ignoraba en el día, yo sabía que
las noches que no se quedaba con los amos blancos llegaba y yo tenía que estar dispuesta. Le
preparaba sus casacas y el agua para su limpieza. El tiempo paso rápido, Nía la hija de Makena ya
mostraba los bulticos de sus pechos a través del corpiño. Cuantas lunas han pasado y solo miro con
tristeza las noches en las que hay muchas estrellas, espero que mis padres estén allí mirándome y
Erzulie me permita volver a verlos cuando me reúna con mis antepasados. En aquellos días mi amo
se quiso casar con Doña María de Viloria y Castell, pero ella murió porque se cayó de su caballo en
la plantación de su padre, eso fue muy duro para mi amo, y juro llorando que nunca buscaría otra
esposa.

Mi amo después de eso se dedicó a las mercadurías y a enviar barcos cargados de todo cuanto le
traían los amos blancos para su amada Castilla, trabajaba tanto, que al comienzo cuando habían
pasado 2 ceremonias de su dios Jesús y sus santos cargados por hombres que lloraban, él sentía que
su alma lo dejaba, que su cuerpo ya no aguantaba más, se quejaba que le dolía la cabeza y cuando
yo lo toque para ponerle un emplaste de las hierbas de Gumba, tenía calentura. Esos días fueron
difíciles para todos en la masía, el amo estaba poseído por demonios que iban y venían siempre con
las mismas dolencias. Le duraban de una luna llena a la siguiente, pasaban y cualquier día volvían.
Yo limpiaba la casa con las hierbas y dejaba en los rincones los amuletos que me daba Makena, pero
ni así dejaban de venir. Lo que más le asustaba al amo eran las huellas de los espíritus en su piel.
Eso daba miedo, esos días el no salía de la masía y me tocaba a mi llevar las cuentas de las
mercadurías que llegaban para enviar a ultramar, eso sí a escondidas, nadie podía enterarse que yo
sabía escribir. Al terminar del día, cuando el sol estaba por ocultarse debía llevarle todo al amo, en
silencio y sin levantar la cabeza por el camino para no ver a ninguno de los amos. El que estaba
encargado de los negocios de mi amo era Don Vicente de Escamilla, pero el solo hablaba con los
blancos que acompañaban a los esclavos cuando traían las cosechas y las hierbas. El amo decía que
cómo iba a salir con esos pequeños mordiscos en su pecho y en los brazos, a veces parecía que los
espíritus dejaban sus huellas en trocitos diminutos de piel marchita, eso sí, no le dolían ni le daban
picor, sino yo le abría refregado la hierba que me dejo Gumba.

Recuerdo que después de que el amo comenzó con las molestias, hacia una luna que habían pasado
las fiestas de su dios, en la que cargan casas donde ponen sus santos y todos lloran por las calles, y
por fin, tres lunas antes de repetir esta fiesta, los espíritus dejaron de atormentarle y todo parecía
volver a ser como antes. Yo le pedí a mi Erzulie y al espíritu de Legba, que el amo no se fuera a morir,
porque si eso pasaba me iban a vender en el mercado y allí yo veía como golpeaban y trataban las
esclavas de otros amos blancos.

Siento tristeza al recordar el día que fui vendida por primera vez, la plaza estaba llena de gente y mi
ama Doña Isabel de Balaguer estaba allí, miraba con curiosidad y hablaba a su hermana en el oído,
días después me entere que su padre le daría como regalo una esclava para su servicio personal,
necesitaba quien le acomodara sus vestidos y le pusiera esencias de olor a su cabellera lisa y del
color del sol. Yo no paraba de llorar y sentí un golpe estridente en mi cara, era un blanco
golpeándome para que dejara de quejarme, eso bajaba mi precio. La hermana de mi ama, Doña Ana
de Balaguer más joven y bastante gruesa, lo vio, … eso ayudo a que el negocio de compra venta
fuese rápido, se fijaron las monedas y me entregaron a las dos hermanas. A pesar de que los
primeros días yo no quería comer y solo miraba a lo lejos con la mirada perdida, como buscando
respuestas a todo lo que había pasado unos días antes, Doña Ana aposto con su hermana a que yo
si podía sentir, y más aún, que podía aprender, pasaron tres lunas llenas y aunque mi tristeza no se
iba, como no se ha ido nunca desde que llegue a estas tierras, era capaz de despertar y aceptar que
no volvería a las orillas del rio donde nací y que por amor a mis padres, a Dosu y Musanga mis
hermanos de crianza, debería sobrevivir.

Fue entonces cuando empecé a distinguir las letras del castellano y en poco tiempo sabia sumar y
restar, escribir y leer la biblia, ese libro que los blancos guardan con recelo y respeto en sus
aposentos. Así doña Ana gano su apuesta y me hizo jurar nunca contarlo, porque eso significaría mi
muerte. Tiempo después su hermana, mi ama Doña Isabel de Balaguer murió, así su padre y mi
protectora vendieron todo y se fueron de nuevo a tierras de ultramar. Estuve de nuevo en la misma
plaza, con el mismo blanco mal oliente y por el que todos los esclavos sentíamos odio profundo,
pero esta vez no me iba a golpear, seria fuerte y miraría la profundidad del cielo mientras se decidía
mi suerte, fue así como me conoció mi amo Don José María de Anzoátegui.

A los pocos días de estar en la masía sentí sus miradas en mi corpiño y esa expresión en sus ojos que
me anunciaba lo que vendría después. Cuantas lunas han pasado desde aquella primera vez en que
me obligo a acompañarlo en sus aposentos, Nalawi lo sabía, la cocinera, ella me dijo una tarde, el
amo te va a obligar a servirle en su lecho, límpiate con el agua que queda de cocinar estas hierbas,
¡¡ y no lo olvides!!… déjalo que haga lo que él quiera, así no te golpeara, ni te hará sufrir, no sé si
será tu bendición o tu desdicha, me lo repitió con tristeza. Desde aquel día me convertí en su esclava
principal.

Días después las esclavas de la cocina y de la casa grande, me contaban que el amo llegaba a la
madrugada con su casaca mal abotonada y con mal aspecto, y que las mujeres blancas en el mercado
le miraban y secreteaban entre ellas, eso me lo confirmo Nalawi, que era la esclava que lo
acompañaba al mercado antes de comprarme a mí. Aquel día en que me llamo a sus aposentos, fue
la primera vez que conocí hombre, sentía miedo y ganas de morir, cerré mis ojos y seguí los consejos
de Nalawi, así sucedió muchas noches cuando el amo regresaba de las mercadurías, después ordeno
que fuera yo quien le acompañara al mercado.

Las primeras veces no abría los ojos, pero mi cuerpo comenzó a acostumbrarse y el miedo y el dolor
fueron desapareciendo, sabía que era mi obligación y era mejor aceptarlo, así sufriría menos. Una
madrugada como de costumbre, el amo se puso sobre mí, pero esta vez sentí algo diferente, había
algo que no estaba allí, deje que se durmiera y al levantarme lo mire con curiosidad, parecía un
bultico pequeño, se parecía a lo que paso en mi mano cuando me cayó manteca caliente de puerco,
ese día guarde silencio, ¡¡ pero al día siguiente, ya no se parecía a eso!!, ahora parecía un mordisco
de un pequeño animal, no tenía sangre, ni parecía molestarle al amo, todo seguía igual. Le pregunte
a Nalawi con asombro, que animal habría podido meterse en la ropa de mi amo y morderlo así. Ella
no supo decir nada y me miro sin creer en mis palabras.

A los pocos días, antes de llegar a la siguiente luna llena, el animal dejo de morderle y desapareció,
cuantas cosas raras pasaban con los amos blancos. Antes de la siguiente luna llena, el amo estaba
enviando a ultramar además de cacao y semillas, muchas hierbas que le traían los blancos de las
plantaciones vecinas, se veía sano y trabajaba todo el día. Yo le acompañaba y agazapada detrás de
los sacos de cacao, en una mesa y una silla sin que nadie me notara, debía llenar las hojas con los
nombres y los números de piezas de lo que traían los blancos. Al final del día salíamos de allí camino
a la masía, siempre 5 o 6 pasos detrás del amo.

Nalawi y Makena me sacudieron y arrebataron la felicidad del encuentro con mis padres, con Dosu
y Musanga en mis pensamientos, estaba viajando y recordando mi vida, eran esos momentos en
que la tristeza se iba por un momento y con la música y la danza de los tambores de nuestros
encuentros al anochecer, lejos de los amos, podía sentirme tranquila, acompañada por Erzulie y
Legba… Era momento de volver a la realidad, estaba por amanecer y sin darme cuenta habían
pasado muchas lunas y doce fiestas del dios Jesús de mi amo.

Ese día después de trabajar en la cocina y limpiar los aposentos de mi amo, fue una noche en la que
pude viajar con mis recuerdos, el amo se quedaría con los blancos en la masía de Don Vicente de
Escamilla. Viajando en mi memoria recordé el animal pequeño que mordió a mi amo y que descubrí
su huella cuando él se quedó dormido, después de desahogarse sobre mí. No sé cómo, pero también
me había mordido a mí, lo vi debajo de mis faldas, allí nadie podría descubrirlo, sentí miedo que me
mordiera varias veces, pero solo lo hizo una vez, no quería que el amo lo viera, lo oculte porque eso
podría haberme costado la vida o su desprecio y tal vez una golpiza. Antes de la siguiente luna llena
había desaparecido. Aunque lo busqué por todas partes, nunca lo encontré, ni con la ayuda de los
amuletos de Nalawi.
Recuerdo también, que después de eso pasaron dos lunas y el amo viajo a las plantaciones vecinas
para ver el cacao que iría a ultramar, llevo a Sambwe y Suanar, porque eran grandes y fuertes, eran
sus esclavos preferidos para los viajes a las plantaciones, y gracias a mi Erzulie el amo estaba lejos,
me sentía incapaz de estar en su lecho. Nalawi me ayudo a ocultar los pequeños demonios que se
agazaparon en mi cuello, me sentía cansada y los espíritus no dejaban de atormentarme, me dolía
cuando caminaba o quería cargar los sacos de cacao que Nalawi me pedía que llevara. No tenía
hambre y las ropas que Makena me consiguió quedaban grandes, parecía que necesitaba más carne
para llenarlas. Si el amo me hubiese visto así, me habría echado de la masía o me habría vendido
porque ya no le servía. ¡¡Gracias Erzulie por evitar el sufrimiento de ser vendida otra vez!! Cuantos
recuerdos de mi corta vida.

Esta amaneciendo y es hora de que los pensamientos me permitan volver a mi cuerpo, sin darme
cuenta el amo se había quedado dormido sobre mí, me costaba moverlo para levantarme, están
próximas las fiestas del dios Jesús de mi amo, será la fiesta 13, así se cuánto tiempo llevo aquí, es
tiempo de prepararlo todo. Pero tengo miedo, en el fondo de mi corazón sé que estoy preñada del
amo, cuantas lunas han pasado y ahora esto, Nalawi me lo advirtió ¡¡el día que el amo te preñe, te
quitara tu hijo y lo echara de aquí como un animal apestoso !! ahora que voy a hacer. Mis lagrimas
corrían, pero tenía buen cuidado que no le tocaran, le despertaría y su grito llegaría hasta la cocina.
Mi amada Erzulie ayúdame, llévame en tus brazos y protégeme de la furia del amo….

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