CAMPO HISTORICO Varios
CAMPO HISTORICO Varios
CAMPO HISTORICO Varios
El campo histórico es un concepto que se relaciona con la manera en que el lenguaje condiciona la
forma en que el historiador comprende el pasado.
El campo histórico permite indagar cómo el discurso histórico comprende el pasado, y cómo el
lenguaje permite identificar objetos de estudio problemáticos en la historia.
En general, la teoría de campo es un marco o punto de vista para examinar y comprender eventos,
experiencias, objetos, organismos y sistemas.
La teoría del campo es un marco de análisis que considera que los eventos, experiencias, objetos,
organismos y sistemas son partes de un todo unificado. En este todo, las fuerzas se influyen
mutuamente y forman un campo dinámico.
La teoría del campo ha sido desarrollada por diferentes autores, como Kurt Lewin y Bourdieu:
Kurt Lewin propuso la teoría del campo en ciencias sociales, y se basó en el concepto de "campo
de fuerzas" de la física para analizar la conducta humana. Lewin estableció que la conducta de un
individuo es una función de la situación total, que incluye las condiciones del individuo y las del
ambiente.
Bourdieu propuso la teoría de los campos, que se construye a partir de tres elementos: campo,
capital y habitus.
El concepto de campo también fue introducido por Michael Faraday en sus investigaciones sobre
magnetismo.
SEGUN LEWIN: 1) ¿Cuáles son las características de la Teoría del Campo? 2) Explique el concepto
de “Espacio Vital Psicológico”. 3) ¿Qué aportes realiza esta teoría para el estudio de la conducta
humana? 4) ¿Por qué Lewin, K. afirma que el Aprendizaje es un término con muchos significados y
una historia confusa? 5) ¿Cuáles son las críticas que realiza el autor al Aprendizaje por asociación?
6) ¿Qué significa cambiar de una teoría de la asociación a una teoría de la diferenciación?
Relacione con el concepto de ‘Estructura’. 7) ¿Qué lugar otorga el autor a la ‘Perspectiva
temporal’? 8) Explique la relación entre los conceptos: ‘Valencias’ y ‘Estructura cognitiva’. 9)
“Según la teoría del campo, todos los cambios son debidos a ciertas fuerzas”. En relación a esta
afirmación diferencie los dos tipos de fuerzas que el autor distingue.
La Teoría del Campo, desarrollada por Kurt Lewin, tiene las siguientes características:
Considera que el comportamiento humano es el resultado de la interacción entre el
individuo y su entorno.
El concepto de "Espacio Vital Psicológico" se refiere al espacio psicológico que una persona
percibe como suyo y en el cual se siente cómoda y segura. Este espacio incluye tanto el entorno
físico como el social y emocional. Cuando este espacio se ve amenazado o invadido, puede
generar estrés y afectar el bienestar psicológico de la persona.
Proporciona un marco teórico para analizar la interacción entre los factores internos y
externos que influyen en la conducta.
Lewin afirma que el término "aprendizaje" tiene muchos significados y una historia confusa debido
a la diversidad de enfoques y teorías que han surgido en el campo de la psicología. A lo largo del
tiempo, diferentes teorías han propuesto diferentes definiciones y explicaciones del aprendizaje,
lo que ha llevado a una falta de consenso y claridad en su conceptualización.
Lewin otorga un lugar importante a la perspectiva temporal en la Teoría del Campo. Reconoce que
el comportamiento humano está influenciado por el pasado, el presente y las expectativas futuras.
La perspectiva temporal ayuda a comprender cómo las experiencias pasadas y las expectativas
futuras influyen en la percepción y la interpretación del individuo en el momento presente.
En la Teoría del Campo, las 'Valencias' se refieren a la importancia subjetiva que el individuo asigna
a diferentes objetos, metas o situaciones. Estas valencias influyen en la motivación y dirección de
la conducta. Por otro lado, la 'Estructura cognitiva' se refiere a la organización y configuración de
los conocimientos, creencias y expectativas del individuo. La estructura cognitiva influye en la
percepción, interpretación y procesamiento de la información. Ambos conceptos están
relacionados, ya que las valencias pueden estar influenciadas por la estructura cognitiva del
individuo.
Según la Teoría del Campo, todos los cambios son debidos a ciertas fuerzas. Lewin distingue dos
tipos de fuerzas:
1. Fuerzas impulsoras: Son aquellas que promueven o impulsan el cambio. Estas fuerzas
están relacionadas con las metas y necesidades del individuo, y representan los impulsos
hacia un estado deseado.
2. Fuerzas restrictivas: Son aquellas que obstaculizan o restringen el cambio. Estas fuerzas
están relacionadas con los obstáculos y barreras que impiden alcanzar las metas deseadas.
Pueden ser internas o externas al individuo. El equilibrio entre las fuerzas impulsoras y
restrictivas determina la estabilidad o el cambio en el comportamiento.
Tomás Sansón Corbo (Coord.) El laberinto de Clío. La definición de los campos historiográficos en
la región platense. (Primera mitad del siglo XX)
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.85704
Referencia(s):
Tomás Sansón Corbo (Coord.) El laberinto de Clío. La definición de los campos historiográficos en
la región platense. (Primera mitad del siglo XX), Asunción, Editorial Tiempo de Historia, 2020,
270 p.
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1El presente libro fue coordinado por Tomás Sansón Corbo, contando con la participación los/as
siguientes autores/as jóvenes en los diversos capítulos: Sabrina Álvarez, Matías Borba, Julieta de
León y Eliana Crusi; siendo una iniciativa de la Editorial y Librería Tiempo de Historia, cuyos
editores y propietarios Martín Romano y Andrea Tutte realizan desde hace más de una década una
fuerte apuesta por imprimir no solo nuevos trabajos y enfoques, sino también fuentes
documentales valiosas y más recientemente la incorporación de clásicos nacionales, regionales.
2El texto se articula, de forma muy armoniosa, como una secuela de La nación y la pluma de
Tomás Sansón Corbo1, y que contó en aquel momento con la participación de Sabrina Álvarez,
Matías Borba, Francis Santana y Julieta de León. Con el presente tomo, se consolida aún más la
línea iniciada con el primero, contribuyendo considerablemente a los estudios historiográficos
regionales.
3En esta ocasión, la secuela se adentra dentro de la conformación del campo historiográfico
latinoamericano, enfocándose de vuelta en la región de la cuenca del Río de la Plata, más
específicamente en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Este libro llega en un momento
conmemorativo óptimo, ya que en 2021 se conmemora el 30º aniversario del Tratado de Asunción
de 1991, que daría origen al Mercado Común del Sur (MERCOSUR), entre los países ya
mencionados.
4Este dato no es menor, Tomás Sansón Corbo, junto con otras personalidades en los estudios
historiográficos como Liliana María Brezzo, siempre ha animado el intercambio internacional entre
académicos. Quizás este libro, y el 30º aniversario del proceso de integración regional del Río de la
Plata por medio del MERCOSUR, nos permitan ver estos procesos desde una perspectiva
historiográfica: autores, obras y sus intercambios desde lo epistolar a lo eventual. En ese sentido,
este libro ayuda a pensar, problematizar e investigar las redes intelectuales que fueron trazándose
en esas primeras cinco décadas del siglo XX, en las cuales los historiadores participaban con la
misma persistencia y laboriosidad con que la araña teje su red.
5Así como el pasado año 2020 nos permitió conmemorar el sesquicentenario del final de la Guerra
Contra la Triple Alianza (1864-1870) – mejor conocida como Guerra del Paraguay – que enfrentó a
los cuatro países, el año que se inicia se conmemora la alianza comercial, no exenta de problemas,
entre los mismos: ya no es la guerra, sino la integración regional lo que debemos reflexionar. En
ese sentido, el libro permite trazar una serie de autores, corrientes, obras y situaciones comunes y
distintas entre quienes escribieron y debatieron la historia en la primera mitad del siglo XX.
6Todos los capítulos del libro, uno por cada país, poseen además dos valiosos apéndices: de los
autores de la generación en estudio, y una breve selección de textos representativos: ambos
apéndices que nos permiten conocer de primera mano a los historiadores, tanto en datos
biográficos como en la calidad de sus prosas. Esto es de utilidad fundamental, tanto para el
estudiante o lector primerizo como para quienes ya transitamos la senda desde hace años. La
responsabilidad del trabajo en la excelente selección de textos fue de Eliana Crusi.
7El texto comienza con un estudio preliminar de Tomás Sansón Corbo sobre el desarrollo del
campo historiográfico latinoamericano en el periodo mencionado, tomando varios aportes de
teóricos de primer orden dentro de las ciencias sociales y humanidades, entre los que destaco la
cita a Bourdieu y su teoría de los campos. Ese es uno de los aportes fundamentales de este
trabajo, que, si bien es sobre la región del Plata, tiene una proyección contextual en lo temporal y
en lo espacial en América Latina: destacándose que es el periodo de tiempo en el cual se da el
transito de la práctica aficionada de la historia a una más profesional, siendo los centros
universitarios núcleos importantes para dicha evolución a la profesionalización del campo
historiográfico latinoamericano.
8También se puede decir sobre estas transformaciones que se pasa de una forma decimonónica
de hacer historia, a una universitaria y profesional, más científica en sus pretensiones: ya no
bastaba narrar o reproducir, había que explicar interpelando e interrogando a los documentos.
Este proceso se puede ver en los cuatro capítulos, donde también se hace hincapié en los
contextos históricos políticos, sociales, económicos y culturales que permitieron la emergencia del
campo historiográfico platense: donde los grandes cambios de fines del siglo XIX y los
acontecimientos del siglo XX dejaron su impronta en autores y tendencias historiográficas que
deben a la luz de los hechos interpelar las realidades pasadas y presentes. La perspectiva
comparativa permite además integrar a los cuatro países, con desarrollos y avances, así como con
morosidades y estancamientos.
10También, estos espacios historiográficos no son solo de cooperación: la apertura y definición del
campo historiográfico implican necesariamente que existan conflictos entre historiadores: en
algunos casos por el control de instituciones o entre diversas corporaciones, en otros casos, los
conflictos y disputas son llevados a cabo por medio de debates y polémicas. En todos los casos,
existe una influencia de la realidad nacional que se refleja en las disputas y alianzas entre actores
historiográficos y sus discursos.
12El segundo capítulo es de Tomás Sansón Corbo, y se titula “Una Nueva Escuela para la Historia
en Argentina”. En la Argentina, también el campo político destaca como interventor en las
disputas historiográficas entre la Nueva Escuela y el revisionismo histórico, en un país que pasó del
liberalismo y radicalismo, a la década infame y posteriormente al peronismo: marcando así los
espacios de disputa historiográfica en dicho país; contando además con influencias de
intercambios europeos. Destacan en la selección de autores: Emilio Ravignani, Ricardo Caillet Bois,
Enrique Barba y José Luis Romero.
14Y finalmente el cuarto y último capítulo, titulado “Relatos de victorias, historias de vencidos. La
historiografía paraguaya entre 1895 y 1954” de Matías Borba Eguren. En el caso de Paraguay, con
una aparente demora a nivel regional frente a sus vecinos, pero que es explicada en parte por el
contexto posterior a la Guerra del Paraguay, y de Guerra del Chaco, y la alta conflictividad política
de aquellas décadas. La polémica Báez-O´Leary (1902/3) sería un punto de división de las aguas
historiográficas, en donde el gran caudal del discurso patriótico nacionalista desembocaría
exitosamente como política de Estado de los diversos gobiernos autoritarios a partir de 1936,
principalmente. Eso no excluye que haya existido una historia erudita también, y de que, aunque
más tardíamente, se crearon instituciones como el Instituto de Investigaciones Históricas del
Paraguay en 1937, actual Academia Paraguaya de la Historia, y la carrera de historia en la
Universidad Nacional de Asunción en 1948. Destacan en la selección de autores: Manuel
Domínguez, Juan Emiliano O´Leary, Juan Natalicio González, Antonio Ramos, Efraím Cardozo.
15Y finalmente respecto de la obra, considero como docente de historiografía que este nuevo
aporte, así como su predecesor de 2017 ya citado en este texto, va a ser necesario incorporarlo a
las cátedras de historia de las universidades de la región, dadas sus características pedagógicas
propicias como texto para la docencia de la educación superior y contribución importante a la
historia de la historiografía regional.
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Notas
1 Sansón Corbo, Tomás (Coord.) La nación y la pluma. Escritura de la Historia en la región platense
(siglo XIX). Autores, textos y tendencias. Asunción: Editorial Tiempo de Historia, 2017, 188 p.
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Referencia electrónica
Claudio José Fuentes Armadans, «Tomás Sansón Corbo (Coord.) El laberinto de Clío. La definición
de los campos historiográficos en la región platense. (Primera mitad del siglo XX)», Nuevo Mundo
Mundos Nuevos [En línea], Reseñas y ensayos historiográficos, Publicado el 05 octubre 2021,
consultado el 12 noviembre 2024. URL: http://journals.openedition.org/nuevomundo/85704; DOI:
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.85704
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Alegoría de la Ciencia. Óleo sobre tela de Sebastiano Conca.
Las ramas de la ciencia moderna típicamente se dividen en tres grandes grupos, las ciencias
naturales como la física, la química y la biología; las ciencias sociales como la antropología,
la economía y el derecho; y las ciencias formales como la lógica y las matemáticas, aunque este
último se suele considerar como un grupo aparte ya que se basa más en axiomas que en la
experimentación y observación. También se suele agrupar a las ciencias aplicadas como
la medicina y la ingeniería en otro grupo ya que se basan en los conocimientos obtenidos por
las ciencias básicas para la aplicación práctica de los mismos.
En términos más coloquiales, la ciencia también se suele dividir en ciencias duras y blandas, las
primeras consideran y tienen como fundamento la observación experimental y le dan preferencia
a la investigación cuantitativa, es decir, datos numéricos y medibles, características fundamentales
de las ciencias naturales, mientras que las blandas tienden a considerar más la observación
participante y los datos provenientes de la investigación cualitativa, esto es, datos no numéricos ni
cuantificables, una característica propia de la metodología de las ciencias sociales y humanidades.
Desde la revolución científica, el conocimiento científico ha aumentado tanto que los científicos se
han vuelto especialistas y sus publicaciones se han vuelto muy difíciles de leer para los no
especialistas.3 Esto ha dado lugar a diversos esfuerzos de divulgación científica, tanto para acercar
la ciencia al gran público, como para facilitar la compresión y colaboración entre científicos de
distintos campos.3
Historia
Las primeras raíces de la ciencia se remontan al Antiguo Egipto y Mesopotamia alrededor de 3000
a 1200 A. C.67 Sus contribuciones a las matemáticas, la astronomía y la medicina entraron y dieron
forma a la filosofía natural griega de la Antigüedad clásica, mediante la cual se hicieron intentos
formales para proporcionar explicaciones de eventos en el mundo físico basadas en causas
naturales.67 Después de la caída del Imperio romano occidental, el conocimiento de las
concepciones griegas del mundo se deterioró en Europa occidental de habla latina durante los
primeros siglos (400 a 1000 EC) de la Edad Media,8 pero continuó prosperando en el Imperio
Romano Oriental (o Bizantino) de habla griega. Con la ayuda de traducciones de textos griegos, la
cosmovisión helenística se conservó y se absorbió en el mundo musulmán de habla árabe durante
la Edad de Oro islámica.9 La recuperación y asimilación de obras griegas y las investigaciones
islámicas en Europa occidental desde el siglo X al XIII revivieron el aprendizaje de la filosofía
natural en Occidente.810
Culturas tempranas
Modelos de arcilla de hígados de animales que datan entre los
siglos XIX y XVIII a. C., encontrados en el palacio real de Mari, Siria.
Las primeras raíces de la ciencia se remontan al Antiguo Egipto y a la Mesopotamia en torno a los
años 3000 a 1200 a. C.28 Aunque las palabras y los conceptos de "ciencia" y "naturaleza" no
formaban parte del paisaje conceptual de la época, los antiguos egipcios y mesopotámicos
hicieron aportaciones que más tarde encontrarían un lugar en la ciencia griega y medieval: las
matemáticas, la astronomía y la medicina.2829 A partir de alrededor del año 3000 a. C., los antiguos
egipcios desarrollaron un sistema de numeración de carácter decimal y orientaron sus
conocimientos de geometría a la resolución de problemas prácticos, como los de los topógrafos y
constructores.28 Incluso desarrollaron un calendario oficial que contenía doce meses, de treinta
días cada uno, y cinco días al final del año.28 Los antiguos pueblos de Mesopotamia utilizaban los
conocimientos sobre las propiedades de diversos productos químicos naturales para la fabricación
de cerámica, loza, vidrio, jabón, metales, yeso de cal e impermeabilización;30 también estudiaban
la fisiología animal, la anatomía y el comportamiento con fines divinatorios30 y realizaban amplios
registros de los movimientos de los objetos astronómicos para su estudio de la astrología.31 Los
mesopotámicos tenían intenso interés por la medicina30 y las primeras prescripciones médicas
aparecen en sumeria durante la Tercera Dinastía de Ur (c. 2112 a. C. - c. 2004 a. C.).32 No obstante,
los mesopotámicos parecen haber tenido poco interés en recopilar información sobre el mundo
natural por el mero hecho de recopilar información30 y principalmente solo estudiaron temas
científicos que tenían aplicaciones prácticas obvias o relevancia inmediata para su sistema
religioso.30
Antigüedad clásica
Los primeros filósofos griegos de la Escuela Milesiana, fundada por Tales de Mileto y continuada
posteriormente por sus sucesores Anaximandro y Anaxímenes, fueron los primeros en intentar
explicar la fenómenos naturales sin apoyarse en lo sobrenatural.38 El Pitagóricos desarrolló una
filosofía de números complejos39: 467–68 y contribuyó significativamente al desarrollo de la ciencia
matemática.39: 465 El teoría de los átomos fue desarrollado por el filósofo griego Leucipo y su
alumno Demócrito.4041 El médico griego Hipócrates estableció la tradición de la ciencia médica
sistemática4243 y es conocido como "El padre de la medicina".44
Ramas
Las ramas de la ciencia, disciplinas científicas, o simplemente ciencias, se suelen dividir en tres
grupos: ciencias formales, ciencias naturales, y ciencias humanas o ciencias sociales. Estas
conforman las ciencias básicas, sobre las que se apoyan las ciencias aplicadas como la ingeniería,
la medicina y la enfermería.
A lo largo de los siglos, se han propuesto y utilizado varias clasificaciones distintas de las ciencias.
Algunas incluyen un componente de jerarquía entre las ciencias que da lugar a una estructura de
árbol, de ahí la noción de ramas de la ciencia. Hasta el Renacimiento, todo el saber que no fuera
técnico o artístico se situaba en el ámbito de la filosofía. El conocimiento de la naturaleza era
sobre la totalidad: una ciencia universal. Con la revolución científica se impuso la separación entre
ciencia y filosofía, y surgieron las principales ciencias modernas,54 entre ellas
la física, química, astronomía, geología y biología.
Unidad
En filosofía de la ciencia, la unidad de la ciencia es la idea de que todas las ciencias forman una
integralidad o un todo unificado, que no puede ser separado o desmembrado a riesgo de perder la
visión de conjunto.5556
A pesar de esta afirmación, por ejemplo, es claro que física y sociología son dos disciplinas bien
distintas y diferenciadas, y casi podríamos decir de una cualidad diferente, aunque la tesis de la
unidad o unicidad de la ciencia afirmaría que, en principio, ambas deberían formar parte de un
universo intelectual unificado de difícil o inconducente desmembramiento.
La tesis de la unidad de la ciencia57 está usualmente asociada con una visión de diferentes niveles
de organización en la naturaleza, donde la física es la más básica o fundamental, y donde
la química es la que le sigue en jerarquía, y sobre esta última sigue la biología, y sobre la biología
sigue la sociología. Según esta concepción, y partiendo desde la física, se reconocería así que
las células, los organismos, y las culturas, tienen todos una base o un origen biológico, pero
representando tres diferentes niveles jerárquicos de la organización biológica. 58
A pesar de lo expresado, también se ha sugerido (por ejemplo por Jean Piaget, 1950),59 que la
unicidad de la ciencia podría ser considerada en términos de un círculo de ciencias o de disciplinas,
donde la física provee la base para la química, y donde a su vez la química es la base para la
biología, y la biología la base para la psicología, y esta la base para la lógica y la matemática, y a su
vez la lógica y la matemática serviría de base y de comprensión para la física.
La tesis de la unidad de la ciencia60 simplemente expresa que hay leyes científicas comunes
aplicables a cualquier cosa y en cualquier nivel de organización. Pero en un determinado nivel de
organización, los científicos llaman a esas leyes con nombres particulares, y visualizan la aplicación
y expresión de esas leyes en ese nivel de una manera adaptada y simplificada, enfatizando por
ejemplo la importancia de alguna de ellas sobre las otras. Es así como la termodinámica o las leyes
de la energía, parecerían ser universales para cierto número de diferentes disciplinas, ya que por
cierto, todos los sistemas en la naturaleza operan o parecen operar sobre la base de transacciones
de energía. Claro, esto no excluye la posibilidad de algunas leyes particulares aplicables
específicamente a dominios quizás caracterizados por una complejidad creciente, tal como lo
sugerido por Gregg R. Henriques (2003, consultar 'Tree of Knowledge System'), quien
precisamente propone cuatro grados de complejidad: Materia, Vida, Mente, y Cultura. Desde
luego, este árbol igualmente podría ser circular, con la cultura enmarcando la comprensión y la
percepción de la materia y de los sistemas por parte de la gente.
La ciencia es una creación humana, y forma parte de cultura humana. La ciencia es un todo
unificado, en el sentido que es profundamente entendida cuando se la considera de una manera
integral y holística, y no hay científicos que estudien realidades alternativas. Sin embargo, bien
podría argumentarse que los científicos no actúan con un enfoque integral, pues por facilidad de
análisis o por las razones que fueren, se hacen hipótesis simplificatorias, se aísla, se trata
separadamente. Es posiblemente la percepción de una realidad sola, lo único que desemboca en la
unidad de la ciencia.
La tesis de la unidad de la ciencia, resulta ser más clara y mejor argumentada, por la Teoría
General de Sistemas de Ludwig von Bertalanffy, Paul Oppenheim, e Hilary Putnam. Y fue aún más
fuertemente argumentada y clarificada por Jerry Fodor.61
Límites
Tras más de un siglo de diálogo entre filósofos de la ciencia y científicos en diversos campos, y a
pesar de un amplio consenso acerca de las bases generales del método científico,63 los límites que
demarcan lo que es ciencia, y lo que no lo es, continúan siendo debatidos.64
Investigación científica
Método
El método científico es una metodología para obtener nuevos conocimientos, de la ciencia y que
consiste en la observación sistemática, medición, experimentación y la formulación; análisis y
modificación de hipótesis.70 Las principales características de un método científico válido son
la falsabilidad y la reproducibilidad y repetibilidad de los resultados, corroborada por revisión por
pares. Algunos tipos de técnicas o metodologías utilizadas son la deducción,71 la inducción,
la abducción, y la predicción, entre otras.
El método científico abarca las prácticas aceptadas por la comunidad científica como válidas a la
hora de exponer y confirmar sus teorías. Las reglas y principios del método científico buscan
minimizar la influencia de la subjetividad del científico en su trabajo, reforzando así la validez de
los resultados y, por ende, del conocimiento obtenido.
No todas las ciencias tienen los mismos requisitos. La experimentación, por ejemplo, no es posible
en ciencias como la física teórica. El requisito de reproducibilidad y repetibilidad, fundamental en
muchas ciencias, no se aplica a otras, como las ciencias humanas y sociales, donde los fenómenos
no solo no se pueden repetir controlada y artificialmente (que es en lo que consiste un
experimento), sino que son, por su esencia, irrepetibles, por ejemplo, la historia.
Así mismo, no existe un único modelo de método científico.72 El científico puede usar métodos
definitorios, clasificatorios, estadísticos, empírico-analíticos, hipotético-deductivos, procedimiento
s de medición, entre otros. Por esto, referirse a el método científico, es referirse a un conjunto de
tácticas empleadas para construir conocimiento de forma válida. Estas tácticas pueden ser
mejoradas, o reemplazadas por otras, en el futuro.73 Cada ciencia, y aun cada tipo
de investigación concreta, puede requerir un modelo propio de método científico.
Leyes
Esta sección es un extracto de Ley científica.[editar]
Ley de Debye.
Una ley científica es una proposición científica que afirma una relación constante entre dos o
más variables o factores, cada uno de los cuales representa una propiedad o medición de sistemas
concretos. También se define como regla y norma constantes e invariables de las cosas, surgida de
su causa primera o de sus cualidades y condiciones. Por lo general se expresa matemáticamente o
en lenguaje formalizado. Las leyes muy generales pueden tener una prueba indirecta verificando
proposiciones particulares derivadas de ellas y que sean verificables. Los fenómenos inaccesibles
reciben una prueba indirecta de su comportamiento a través del efecto que puedan producir
sobre otros hechos que sí sean observables o experimentables.
Análisis lógico-matemático
Intención ontológica
Desde un punto de vista descriptivo la ley se muestra simplemente como una relación fija, entre
ciertos datos fenoménicos. En términos lógicos supone un tipo de proposición,
como afirmación que vincula varios conceptos relativos a los fenómenos como verdad.77 En cuanto
a la consideración ontológica la ley como proposición ha sido interpretada históricamente como
representación de la esencia, propiedades o accidentes de una sustancia. Hoy día se entiende que
esta situación ontológica se centra en la fijación de las constantes del acontecer natural, en la
aprehensión de las regularidades percibidas como fenómeno e incorporadas en una forma de «ver
y explicar el mundo».78
Teorías
La teoría científica es una explicación de un aspecto del mundo natural o social que puede ser (o a
fortiori, que ha sido) probada y corroborada repetidamente de acuerdo con el método científico,
utilizando protocolos aceptados de observación, medición y evaluación de resultados. Cuando es
posible, algunas teorías se prueban en condiciones controladas en un experimento.8182 En
circunstancias que no son susceptibles de prueba experimental, las teorías se evalúan mediante
principios de razonamiento abductivo. Las teorías científicas establecidas han resistido un
escrutinio riguroso y encarnan el conocimiento científico.
Una teoría científica se diferencia de un hecho científico o de una ley científica en que una teoría
explica el "por qué" o "cómo". Un hecho es una observación simple y básica, mientras que una ley
es una declaración (a menudo una ecuación matemática) sobre una relación entre hechos u otras
leyes. Por ejemplo, la Ley de Gravedad de Newton es una ecuación matemática que puede usarse
para predecir la atracción entre cuerpos, pero no es una teoría para explicar cómo funciona la
gravedad.83
Los científicos elaboran distintas teorías partiendo de hipótesis que han sido corroboradas por
el método científico, luego recolectan pruebas para poner a prueba dichas teorías. Las finalidades
de las teorías son explicativas y predictivas. La fuerza de una teoría científica se relaciona con la
cantidad de fenómenos que puede explicar, los cuales son medidos por la capacidad que tiene
dicha teoría de hacer predicciones falsables respecto de dichos fenómenos que tiende a explicar.
Los científicos utilizan las teorías como fundamentos para obtener conocimiento científico, pero
también para motivos técnicos, tecnológicos o médicos. La teoría científica es la forma más
rigurosa, confiable y completa de conocimiento posible. Esto es significativamente distinto al uso
coloquial de la palabra «teoría», que se refiere a algo sin sustento o una suposición.84
Modelos
Un modelo científico es una representación abstracta, conceptual, gráfica o visual (ver, por
ejemplo: mapa conceptual), física de fenómenos, sistemas o procesos a fin
de analizar, describir, explicar, simular (en general, explorar, controlar y predecir) esos fenómenos
o procesos. Un modelo permite determinar un resultado final a partir de unos datos de entrada.
Se considera que la creación de un modelo es una parte esencial de toda actividad científica. 858687
Aun cuando hay pocos acuerdos generales acerca del uso de modelos, La ciencia moderna ofrece
una colección creciente de métodos, técnicas y teorías acerca de los diversos tipos de modelos.
Las teorías o propuestas sobre la construcción, empleo y validación de modelos se encuentran en
disciplinas tales como la metodología, filosofía de la ciencia, teoría general de los sistemas y en el
campo relativamente nuevo de visualización científica. En la práctica, diferentes ramas o
disciplinas científicas tienen sus propias ideas y normas acerca de tipos específicos de modelos. Sin
embargo, y en general, todos siguen los principios del modelado.
Debe distinguirse entre un modelo científico y una teoría, aun cuando ambos se hallan muy
estrechamente relacionados, pues el modelo para una teoría equivale a una interpretación de esta
teoría. Una teoría dada puede tener diversos modelos para poder ser explicada.88
Para hacer un modelo es necesario plantear una serie de hipótesis, de manera que lo que se
quiere estudiar esté suficientemente plasmado en la representación, aunque también se busca,
normalmente, que sea lo bastante sencillo como para poder ser manipulado y estudiado.
Eso es posible porque se suprimen ciertos detalles destacando otros que nos permiten establecer
una forma de ver la realidad, aun sabiendo que no es exactamente la propia realidad. El proceso
natural sigue lo que tradicionalmente se ha considerado bajo el concepto de analogía. Pero en la
ciencia el contenido conceptual solo se considera preciso como modelo científico de lo real,
cuando dicho modelo es interpretado como caso particular de un modelo teórico y se pueda
concretar dicha analogía mediante observaciones o comprobaciones precisas y posibles.
El objeto modelo es cualquier representación esquemática de un objeto. Si el objeto representado
es un objeto concreto entonces el modelo es una idealización del objeto, que puede ser pictórica
(por ejemplo, un dibujo) o conceptual (una fórmula matemática); es decir, puede ser figurativa o
simbólica. La informática ofrece herramientas para la elaboración de objetos-modelo a base
del cálculo numérico.
Cualquier objeto modelo puede asociarse, dentro de ciertos márgenes, a teorías generales para
producir diversos modelos teóricos. Un se gas puede considerar como un «enjambre de partículas
enlazadas por fuerzas de Van der Waals», pero se puede insertar tanto en el marco teórico de la
teoría clásica como en el de la teoría relativista cuántica de partículas, produciendo diferentes
modelos teóricos en cada caso.
Consenso
El consenso suele lograrse a través del debate científico.92 La ética científica exige que las nuevas
ideas, los hechos observados, las hipótesis, los experimentos y los descubrimientos se publiquen,
justamente para garantizar la comunicación a través de conferencias, publicaciones (libros,
revistas) y su revisión entre pares y, dado el caso, la controversia con los puntos de vista
discrepantes.93 La reproducibilidad de los experimentos y la falsación de las teorías científicas son
un requisito indispensable para la buena práctica científica.
En ocasiones, las instituciones científicas emiten declaraciones con las que tratan de comunicar al
"exterior" una síntesis del estado de la ciencia desde el "interior". El debate mediático o político
sobre temas que son controvertidos dentro de la esfera pública pero no necesariamente para la
comunidad científica puede invocar un consenso científico, como por ejemplo el tema de
la evolución biológica9495 o el cambio climático.96
Pero esto no debe llevar a pensar que el conocimiento científico es independiente de un individuo
concreto como algo autónomo. Lo que ocurre es que se encuentra «socialmente fijado» en
documentos y publicaciones y está causalmente relacionado con los conocimientos de los
individuos concretos que forman parte de la comunidad.97
Progreso
El progreso científico es una etiqueta o una denominación, con frecuencia usada para señalar o
evocar el desarrollo de los conocimientos científicos. El progreso técnico depende, en buena
medida, del progreso científico.
Filosofía de la ciencia
La esencia de la filosofía
La filosofía de la ciencia comparte algunos problemas con la gnoseología —la teoría del
conocimiento— que se ocupa de los límites y condiciones de posibilidad de todo conocimiento.
Pero, a diferencia de esta, la filosofía de la ciencia restringe su campo de investigación a los
problemas que plantea el conocimiento científico; el cual, tradicionalmente, se distingue de otros
tipos de conocimiento, como el ético o estético, o las tradiciones culturales.
A lo largo de la historia, se han propuesto diversos esquemas para el método científico. No hay un
único método científico, algunos de los más importantes son:
En la actualidad, muchos científicos consideran que no existe un único método científico, debido a
la complejidad y diversidad de las ciencias. 100102
Algunos científicos han mostrado un vivo interés por la filosofía de la ciencia y algunos
como Galileo Galilei, Isaac Newton y Albert Einstein, han hecho importantes contribuciones.
Numerosos científicos, sin embargo, se han dado por satisfechos dejando la filosofía de la ciencia a
los filósofos y han preferido seguir haciendo ciencia en vez de dedicar más tiempo a considerar
cómo se hace la ciencia. Dentro de la tradición occidental, entre las figuras más importantes
anteriores al siglo XX destacan entre muchos
otros Platón, Aristóteles, Epicuro, Arquímedes, Boecio, Alcuino, Averroes, Nicolás de
Oresme, Santo Tomas de Aquino, Jean Buridan, Leonardo da Vinci, Raimundo Lulio, Francis
Bacon, René Descartes, John Locke, David Hume, Emmanuel Kant y John Stuart Mill.
La filosofía de la ciencia no se denominó así hasta la formación del Círculo de Viena, a principios
del siglo XX. En la misma época, la ciencia vivió una gran transformación a raíz de la teoría de la
relatividad y de la mecánica cuántica. Entre los filósofos de la ciencia más conocidos del
siglo XX figuran Karl R. Popper y Thomas Kuhn, Mario Bunge, Paul Feyerabend, Imre Lakatos, Ilya
Prigogine, etc.
Comunidad científica
La comunidad científica consta del cuerpo total de científicos junto a sus relaciones e
interacciones. Se divide normalmente en "subcomunidades", cada una trabajando en un campo
particular de la ciencia (por ejemplo existe una comunidad de robótica dentro del campo de
las ciencias de la computación).
Científicos
En un sentido más restringido, un científico es una persona que utiliza el método científico.114115
Puede ser experta en una o más áreas de la ciencia.116
Mujeres en ciencia
Las mujeres han contribuido notablemente a la ciencia desde sus inicios. El estudio histórico,
crítico y sociológico de este hecho se ha convertido en una disciplina académica en sí misma.
Aunque los roles de género estaban muy definidos en el siglo XVIII, las mujeres avanzaron de
forma visible en lo que respecta a la ciencia. Si bien hasta el siglo XIX se les siguió negando a
muchas una educación científica formal, empezaron a ser admitidas en sociedades educativas de
menor nivel. En el siglo XX se produjo un gran cambio; el número de mujeres que estudiaban en
universidades aumentó sensiblemente, y comenzaron a ofrecerse trabajos remunerados a las que
se quisiesen dedicar a la ciencia. Marie Curie, la primera mujer en ser galardonada con un Premio
Nobel de Física en 1903, fue también la primera y hasta ahora única persona en obtener dos
premios en dos disciplinas científicas, al recoger en 1911 el de química, en ambos casos por su
trabajo sobre la radiactividad. 53 mujeres en total han recibido un Premio Nobel entre 1901 y
2019.118
Sociedad científica
La mayoría de las sociedades científicas son organizaciones sin ánimos de lucro, y muchas
son asociaciones profesionales. Sus actividades suelen incluir la celebración
de conferencias periódicas para la presentación y discusión de nuevos resultados de investigación
y la publicación o patrocinio de revistas académicas en su disciplina. Algunos también actúan
como organismos profesionales, regulando las actividades de sus miembros en el interés público o
el interés colectivo de los miembros.
Influencia en la sociedad
Divulgación científica
Los estudios sociales sobre ciencia y tecnología abarcan un campo interdisciplinario de estudios
sobre los efectos culturales, éticos y políticos del conocimiento científico y la innovación
tecnológica.123 Colocan el énfasis en la interpretación sobre las utilidades, apropiaciones e
impactos en la vida cotidiana de las personas, con el objetivo de romper las antiguas barreras de
investigación científico-técnica.
En las regiones de habla hispana, este tipo de inquietudes y de reflexiones han llegado con el
nombre común de estudios de/sobre Ciencia, Tecnología, y Sociedad (abreviado CTS), lo que en las
regiones de habla inglesa se conoce como Science and Technology Studies (Estudios de Ciencia y
Tecnología) o Science, Technology and Society (Ciencia, Tecnología y Sociedad), ambas con el
acrónimo STS. En las regiones de lengua hispana, la multidisciplinariedad en CTS incluye desde el
principio los ámbitos de la sociología, la filosofía, la historia y la antropología, así como incorpora
desde sus orígenes en los movimientos en defensa de los derechos humanos, el movimiento
feminista, las corrientes medioambientalistas, pacifistas y los primeros grupos de LGBT surgidos
sobre todo tras la guerra del Vietnam. Por sus orígenes y naturaleza vemos cierto paralelismo
entre este campo y otros tipos de estudios culturales.124125
Véase también
Anticiencia
Ciencia ficción
Cientificismo
Evidencia empírica
Financiamiento de la ciencia
Materialismo
Metaciencia
Política científica
Politización de la ciencia
Positivismo
Protociencia
Pseudociencia
Tecnociencia
Tecnología
Referencias
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28. ↑ Saltar a:a b c d "The historian ... requires a very broad definition of "science" –
one that ... will help us to understand the modern scientific enterprise. We need
to be broad and inclusive, rather than narrow and exclusive ... and we should
expect that the farther back we go [in time] the broader we will need to be." p.3
—Lindberg, David C. (2007). «Science before the Greeks». The beginnings of
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581-707-8, Cita pág. 40: Piaget expuso sistemáticamente su postura frente a la
interdisciplinariedad. Él consideraba que el surgimiento de ésta obedecía a que el
conjunto de los conocimientos constituía una totalidad y, por la evolución interna
de la ciencia, había llegado el momento donde se evidenciaba su unidad última; el
concepto de estructura era la prueba de esa unidad. Las estructuras subyacentes a
todas las ciencias serían, según Piaget, las mismas. Por eso sostenía que la
realidad era isomórfica, y por lo tanto el monismo metodológico debía plantearse,
ya que no existía discontinuidad entre las ciencias naturales y las sociales..
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ed. The Neumann Compendium (World Scientific): 628. «[...] las ciencias no tratan
de explicar, apenas tratan de interpretar, principalmente hacen modelos. Por un
modelo se entiende una construcción matemática que, con el agregado de ciertas
interpretaciones verbales, describe el fenómeno observado. La justificación de
esta construcción matemática es única y precisamente que se espera que funcione
—ésto es, que describa correctamente los fenómenos de un área razonablemente
grande.»
88. ↑ Bailer-Jones, Daniela. (2009). Scientific models in philosophy of science.
University of Pittsburgh Press.pp. 64-76 ISBN 978-0-8229-7123-
8. OCLC 794702160. Consultado el 2019-12-07 “Un modelo puede mostrar partes
distintas en su origen desde una cierta analogía, teoría o hipótesis, pero como
modelo se juzga respecto al fenómeno del cual es modelado. ¿El modelo es una
buena descripción?, ¿Representa fielmente el fenómeno?”.
89. ↑ Bunge, Mario (1975). Teoría y realidad. Barcelona: Ariel. p. 19. ISBN 84-344-
0725-6. «Los mecanismos hipotéticos deberán tomarse e serio, como
representando las entrañas de la cosa, y se deberá dar prueba de esta convicción
realista (pero al mismo tiempo falible) imaginando experiencias que puedan poner
en evidencia la realidad de los mecanismos imaginados. En otro caso se hará
literatura fantástica o bien se practicará la estrategia convencionalista, pero en
modo alguno se participará en la búsqueda de la verdad.»
90. ↑ Bunge, Mario. (1973). Method, Model and Matter. Springer Netherlands. pp.
111. ISBN 978-94-010-2519-5. OCLC 851392088. Consultado el 2019-12-07.
"Cualquier modelo teórico de un objeto concreto está por debajo de la
complejidad de donde se origina, pero en cualquier caso es mucho más rico que el
propio objeto modelo, que es solo una lista de rasgos del objeto concreto. Por lo
tanto, si un planeta se modela como un punto de masa, o incluso como una bola,
no se concreta mucho. Es solo asumiendo que dicho modelo satisface los
requisitos establecidos por leyes, en particular leyes de movimiento, que
obtenemos algunas piezas del conocimiento científico. Mira algunos ejemplos
más:"
92. ↑ Laudan, Larry. (1986). Science and Values : the Aims of Science and Their Role in
Scientific Debate.. University of California Press. ISBN 978-0-520-90811-
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Enlaces externos
Historia
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Este artículo trata sobre el objeto de la ciencia. Para otros usos de este término, véase Historia
(desambiguación).
Etimología
[editar]
Heródoto, padre de la Historia.
La palabra historia deriva del griego ἱστορία (léase historia, traducible por «investigación» o
«información», conocimiento adquirido por investigación), del verbo ἱστορεῖν («investigar»). De
allí pasó al latín historia, que en castellano antiguo evolucionó a estoria (como atestigua el título
de la Estoria de España de Alfonso X el Sabio, 1260-1284) y se reintrodujo posteriormente en
el castellano como un cultismo en su forma latina original.
La etimología remota procede del protoindoeuropeo *wid-tor- (de la raíz *weid-, «saber, ver» —
construcción hipotética—)6 presente también en las palabras latinas idea o visión, en
las germánicas wit, wise o wisdom, la sánscrita veda,7 y las eslavas videti o vedati, y en otras
lenguas de la familia indoeuropea.8
La palabra antigua griega ἱστορία fue usada por Aristóteles en su Περὶ τὰ ζῷα ἱστορίαι (léase Peri
ta zoa jistória, latinizado Historia animalium, traducible por Historia de los animales [el título
griego es plural y el latino es singular]).9 El término se derivaba de ἵστωρ (léase jístōr, traducible
por «hombre sabio», «testigo» o «juez»). Se pueden encontrar usos de ἵστωρ en los himnos
homéricos, Heráclito, el juramento de los efebos atenienses y en las inscripciones beocias (en un
sentido legal, con un significado similar a «juez» o «testigo»). El rasgo aspirado es problemático, y
no se presenta en la palabra cognata griega εἴδομαι («aparecer»). La forma ἱστορεῖν («inquirir»),
es una derivación jónica, que se expandió primero en la Grecia clásica y más tarde en la civilización
helenística.
Definición
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A su vez, se llama «historia» al pasado mismo, e incluso puede hablarse de una «historia natural»
en que la humanidad no estaba presente,[cita requerida] que se utilizaba en oposición a la historia
social, para referirse no solo a la geología y la paleontología, sino también a muchas otras ciencias
naturales —las fronteras entre el campo al que se refiere tradicionalmente este término y el de
la prehistoria y la arqueología son imprecisas, a través de la paleoantropología—, y que se
pretende complementar con la historia ambiental o ecohistoria,n. 3 y actualizarse con la
denominada «Gran Historia».101112
Ese uso del término «historia» lo hace equivalente a «cambio en el tiempo»n. 4 En ese sentido, se
contrapone al concepto de filosófico equivalente a esencia o permanencia (lo que permite hablar
de una filosofía natural en textos clásicos y en la actualidad, sobre todo en medios
académicos anglosajones, como equivalente a la física). Para cualquier campo del conocimiento,
se puede tener una perspectiva histórica —el cambio— o bien filosófica —su esencia—. De hecho,
puede hacerse eso para la historia misma (véase tiempo históricon. 5) y para el tiempo mismo. En
este sentido, todo pasado en relación con el presente hace alusión al tiempo y a su cronología, y
por lo tanto tener historia.[cita requerida]
Estudio de la historia
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Como ciencia
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No todos los historiadores aceptan la identificación de la historia con una ciencia social, al
considerarla una reducción en sus métodos y objetivos, comparables con los del arte si se basan
en la imaginación (postura adoptada en mayor o menor medida por Hugh Trevor-Roper, John
Lukacs, Donald Creighton, Gertrude Himmelfarb o Gerhard Ritter). Los partidarios de su condición
científica son la mayor parte de los historiadores de la segunda mitad del siglo XX y
del XXI (incluyendo, de entre los muchos que han explicitado sus preocupaciones metodológicas,
a Fernand Braudel, E. H. Carr, Fritz Fischer, Emmanuel Le Roy Ladurie, Hans-Ulrich Wehler, Bruce
Trigger, Marc Bloch, Karl Dietrich Bracher, Peter Gay, Robert Fogel, Lucien Febvre, Henri
Marrou, Lawrence Stone, E. P. Thompson, Eric Hobsbawm, Carlo Cipolla, Jaume Vicens
Vives, Manuel Tuñón de Lara o Julio Caro Baroja). Buena parte de ellos, lo hicieron desde una
perspectiva multidisciplinar (Braudel combinaba historia con geografía, Bracher con ciencia
política, Fogel con economía, Gay con psicología, Trigger con arqueología), mientras los demás
citados lo hacían a su vez con las anteriores y con otras, como la sociología y la antropología. Esto
no quiere decir que entre ellos hayan alcanzado una posición común sobre las consecuencias
metodológicas de la aspiración de la historia al rigor científico, ni mucho menos que propongan
un determinismo que (al menos desde la revolución einsteniana de comienzos del siglo XX) no
proponen ni las llamadas ciencias duras.n. 6
Por su parte, los historiadores menos proclives a considerar científica su actividad tampoco
defienden un relativismo estricto que imposibilitaría de forma total el conocimiento de la historia
y su transmisión, y de hecho de un modo general aceptan y se someten a los mecanismos
institucionales, académicos y de práctica científica existentes en la historia y comparables a los de
otras ciencias (ética de la investigación, publicación científica, revisión por pares, debate y
consenso científico, etcétera).[cita requerida]
La utilización que hace la historia de otras disciplinas como instrumentos para obtener, procesar e
interpretar datos del pasado permite hablar de ciencias auxiliares de la historia de metodología
muy diferente, cuya subordinación o autonomía depende de los fines a los que estas mismas se
apliquen.[cita requerida]
[editar]
El registro de anales y crónicas fue en muchas civilizaciones un oficio ligado a un cargo institucional
público, controlado por el Estado. Sima Qian (denominado padre de la Historia, en la cultura china)
inauguró en esa civilización los registros históricos oficiales burocratizados (siglo II a. C.). La crítica
del musulmán Ibn Jaldún (Muqaddima —Prolegómenos a la Historia Universal—, 1377) a la
manera tradicional de hacer historia no tuvo consecuencias inmediatas, y se le consideró un
precedente de la renovación de la metodología de la historia y de la filosofía de la historia que no
se inició sino hasta el siglo XIX, fruto de la evolución de la historiografía en Europa occidental.
Entretanto, los cronistas oficiales castellanos y de Indias dieron paso en la España ilustrada del
siglo XVIII a la fundación de la Real Academia de la Historia; instituciones similares existen en otros
países.14
En la enseñanza media de la mayor parte de los países, los programas de historia se diseñaron
como parte esencial del currículo. En especial la agregación de historia presente en
los lycées franceses desde 1830 adquirió con el tiempo un prestigio social incomparable con los
cargos similares en otros sistemas educativos y que caracterizó el elitismo de la escuela laica
republicana hasta finales del siglo XX.
Historiador
[editar]
[editar]
Historia de Nikolaos Gysis (1892)
Tampoco deben confundirse los supuestos fines teleológicos del hombre en la historia con
los fines de la historia es decir, la justificación de la propia historia como memoria de la
humanidad. La historia, al ser una ciencia social, no puede abstraerse del porqué se encarga de
estudiar los procesos sociales: explicar los hechos y eventos del pasado, sea por el conocimiento
mismo, sea porque nos ayudan a comprender el presente.
Cicerón bautizó a la historia como maestra de la vida,23 y como él Cervantes, que también la
llamó madre de la verdad.n. 7
Benedetto Croce remarcó la fuerte implicación del pasado en el presente con su toda historia es
historia contemporáea. La historia, al estudiar los hechos y procesos del pasado humano, es un útil
para la comprensión del presente y plantear posibilidades para el futuro.24
Salustio llegó a decir que entre las distintas ocupaciones que se ejercitan con el ingenio, el
recuerdo de los hechos del pasado ocupa un lugar destacado por su gran utilidad.25
Un tópico muy difundido (atribuido a Jorge Santayana) advierte que los pueblos que no conocen su
historia están condenados a repetirla,26 aunque otro tópico (atribuido a Karl Marx) indique a su vez
que cuando se repite lo hace una vez como tragedia y la segunda como farsa.27
La radical importancia de ello se basa en que la historia, como la medicina, es una de las ciencias
en que el sujeto investigador coincide con el objeto a estudiar. De ahí la
gran responsabilidad del historiador: la historia tiene una proyección al futuro por su potencia
transformadora como herramienta de cambio social; y a los profesionales que la manejan, los
historiadores, les es aplicable lo que Marx dijo de los filósofos (hasta ahora se han encargado de
interpretar el mundo y de lo que se trata es de transformarlo).28 No obstante, desde otra
perspectiva se pretende una investigación desinteresada para la objetividad en la ciencia
histórica.29 Aunque llegar a conocer los hechos tal como fueron, como pretendía Leopold Ranke, es
imposible, sí es un imperativo de la investigación histórica acercarse al máximo a ese objetivo, y
además hacerlo con una perspectiva tal que sitúe los hechos en su contexto, de modo que
al conocimiento factual se añada el entendimiento de lo que realmente pasó; y aunque sea
inevitable que sesgos de todo tipo alteren la forma en que tal entendimiento se produce, al menos
ser conscientes de cuáles pueden ser y en qué grado actúan.30
Ramas
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Historiografía
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La identificación del concepto de historia con la narración escrita del pasado produce, por un lado,
su confusión con el término historiografía (historia se llama a la vez al objeto estudiado, a la
ciencia que lo estudia y al documento resultado de ese estudio); y por otro justifica el empleo del
término prehistoria para el período anterior a la aparición de la escritura, reservándose el
nombre historia para el periodo posterior.
Según ese uso restrictivo, la mayor parte de la humanidad queda fuera de la historia, no tanto
porque no accede personalmente a la lectura y la escritura (el analfabetismo fue la condición
común de la inmensa mayoría de la población, incluso para las clases dominantes, hasta
la imprenta), sino porque los reflejados en el discurso histórico han sido siempre muy pocos, y
grupos enteros quedan invisibilizados (las clases bajas, las mujeres, los discrepantes que no
pueden acceder al registro escrito), con lo que ha sido objeto de preocupación de algunos
historiadores la reconstrucción de la visión de los vencidos y la historia desde abajo.
Lo mismo ocurre con gran número de pueblos y culturas (las consideradas como culturas
primitivas, en una terminología ya desfasada de la antropología antigua) que no tienen historia. El
tópico los idealiza al considerar que son pueblos felices.n. 8 Entran en ella cuando se produce su
contacto, habitualmente destructivo (aculturación), con civilizaciones (sociedades complejas, con
escritura). Incluso en ese momento no son propiamente objeto de la historia sino de
la protohistoria (historia realizada a partir de las fuentes escritas producidas por los que
generalmente son sus pueblos colonizadores por oposición a los pueblos indígenas). No obstante,
independientemente de que los historiadores y los antropólogos ideológicamente tengan una
tendencia etnocentrista (eurocentrista, sinocentrista31 o indigenista) o, de forma
opuesta, multiculturalista o relativista cultural, existe la posibilidad de obtener o reconstruir un
relato fiable de los acontecimientos que afectan a un grupo humano utilizando otras
metodologías: fuentes arqueológicas (cultura material) o historia oral. En buena parte, esta
diferencia es artificial, y no necesariamente novedosa: el mismo Heródoto no puede sino usar ese
tipo de fuentes documentales cuando redacta la que se considera la primera Historia, o al menos
acuña el término, en la Grecia del siglo V a. C. para que el tiempo no abata el recuerdo de las
acciones de los hombres y que las grandes empresas acometidas, ya sea por los griegos, ya por los
bárbaros, no caigan en olvido; da también razón del conflicto que puso a estos dos pueblos en la
lid. Así comienza su obra titulada Ἱστορίαι (léase históriai, literalmente «investigaciones»,
«exploraciones», latinizado Historiae —«Historias», en plural—), seminal para la ciencia histórica,
y que suele denominarse en castellano Los nueve libros de historia. La lid citada son las guerras
médicas y los bárbaros, persas.32
Historiología
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Filosofía de la historia
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Historia universal
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Periodización tradicional
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En cuanto a la división del tiempo prehistórico en Edad de la Piedra y Edad de los Metales, fue
propuesta en 1836 por el arqueólogo danés Christian Jürgensen Thomsen.n. 10
Prehistoria
Edad de los
Edad de Piedra
Metales
Paleolítico Mesolítico
Eda Eda
Edad
d d
Paleolí Neolíti del
Paleolí Paleolí Epi- Proto- del del
tico co Bron
tico tico paleolí neolíti Cob Hier
Superio ce
Inferior Medio tico co re ro
r
Historia de Europa
Edad de los Metales. Desde el iv milenio a. C. (o más tarde, según la zona), que
aunque es una época ya histórica en el Próximo Oriente Antiguo, es aún
prehistórica en la mayor parte del mundo. Innovaciones tecnológicas de difusión
paulatina (metalurgia, rueda, arado, vela). Algunas aldeas se amurallan y
aumentan de tamaño hasta transformarse en ciudades. La economía y la sociedad
se hace más compleja (excedentes, comercio a larga
distancia, especialización del trabajo, estratificación social con una élite dirigente
caracterizada por la exhibición de riqueza en forma de armas y monumentos
funerarios). El tránsito a la historia se dará cuando se complete la formación de las
sociedades complejas (civilizaciones) con estado y religión institucionalizada, que
producirán la escritura.
Edad Antigua
Dos guerreros griegos en combate singular. Tras ellos hay carros de guerra. Fragmento de
una crátera ática de figuras negras, Selinunte, siglo VI a. C. (contemporánea a las reformas
de Clístenes). El equipamiento militar para el combate cuerpo a cuerpo (casco, lanza) es similar al
que usarán los hoplitas, pero ellos luchan agrupados en falanges, y el escudo estará diseñado para
proteger tanto al compañero de filas como al que lo lleva.
Sarcófago Ludovisi, hacia 250. Las legiones romanas luchan contra los godos, que en los siglos
siguientes (periodo de las invasiones bárbaras) contribuirán decisivamente tanto a la continuidad
como a la Caída del Imperio romano, tras la que instaurarán algunos de los más
importantes reinos germánicos de la Alta Edad Media.
Chac Mool (Chichén Itzá, ciudad maya fundada en el siglo VI). Las
civilizaciones mesoamericanas desarrollaron una cultura peculiar ligada a la guerra
ritualizada entre ciudades-estado rivales, que incluía el sacrificio de los prisioneros para garantizar
el orden cosmológico, además de una antropofagia de debatida consideración.39
Un caballero, un clérigo y un campesino (los tres órdenes
feudales) ilustran la miniatura de una letra capitular en un manuscrito medieval.
Edad Media: De validez restringida a Occidente, desde la caída del Imperio romano de
Occidente (siglo V) hasta la caída del Imperio romano de Oriente (siglo XV). En un periodo
tan prolongado se produjeron dinámicas muy complejas, que poco tienen que ver con los
tópicos de aislamiento, inmovilismo y oscurantismo con que se la definía desde la
perspectiva de la modernidad, que la infravaloraba como un paréntesis de atraso y
discontinuidad entre una mitificada Edad Antigua y su renacimiento en la moderna.
Alta Edad Media: siglo V al siglo X. Una época en la que destaca el retroceso de la vida
urbana y de la descomposición del poder político central que caracterizan al feudalismo.
La Iglesia, sobre todo a través del monacato, se convierte en la única continuidad de la
tradición intelectual. La nobleza y el clero, vinculados familiarmente, son los señores que
ejercen el poder político, social y económico sobre los campesinos sometidos a
servidumbre. Castillos y monasterios se imponen en un paisaje de bosques, baldíos y
pequeñas aldeas casi incomunicadas.40
Baja Edad Media: Del siglo XI al siglo XV. A veces se restringe al siglo XIV y al siglo XV,
como Crisis de la Edad Media o Crisis del siglo XIV; denominándose el periodo del
siglo XI al siglo XIII como Plenitud de la Edad Media. Se produce una revolución urbana y
un aumento de la actividad comercial y artesanal de una incipiente burguesía, al tiempo
que se fortalece el poder de las monarquías feudales. Los poderes universales (Pontificado
e Imperio) se enfrentan y entran en crisis. Las Cruzadas demuestran la capacidad de
expansión europea hacia el oriente del Mediterráneo, mientras en la península ibérica se
terminan imponiendo los reinos cristianos a Al-Ándalus (España musulmana) en un
proceso denominado La Reconquista. La universidad medieval reelaboró el saber antiguo a
través de la escolástica (revolución del siglo XII). En los siglos finales se conforman los
rasgos que caracterizarán todo el periodo del Antiguo Régimen: una economía
en transición del feudalismo al capitalismo, una sociedad estamental y una monarquía
autoritaria en transición a la monarquía absoluta.41
El David de Miguel Ángel (1504), obra cumbre
del Renacimiento italiano, y ejemplo de la confianza en el ser humano propia
del antropocentrismo humanista.
Edad Moderna: De mediados o finales del siglo XV a mediados o finales del siglo XVIII.
(Para los anglohablantes, Early Modern Times, es decir, «Primera Edad Moderna» o «Edad
Moderna Temprana»). Se toma como hitos que marcan su comienzo la Imprenta, la toma
de Constantinopla por los turcos o el descubrimiento de América; como final,
la Revolución francesa, la Independencia de los Estados Unidos de América o la Revolución
industrial. Es por primera vez, un periodo de validez casi mundial, puesto que para la
mayor parte del mundo (con la excepción solo parcial de China o Japón —que tras unos
primeros contactos optan por cerrarse a la influencia exterior en mayor o menor medida—
o de espacios recónditos de América, África y Oceanía —colonizados en el siglo XIX—),
significó la imposición de la civilización occidental y la denominada economía-mundo. Se
inició con la era de los descubrimientos y la expansión del imperio español y el portugués,
mientras el mundo de las ideas experimentaba las innovaciones del Renacimiento,
la Reforma Protestante y la Revolución científica; contrapesadas por la Contrarreforma y
el Barroco. Mientras en la Francia de Luis XIV triunfaba el absolutismo, en otras partes de
Europa noroccidental lo hacían las primeras revoluciones burguesas que desafiaban al
Antiguo Régimen (revolución neerlandesa, revolución inglesa) y en el sur y este del
continente se observaba un proceso de refeudalización. El eje de la civilización se desplazó
de la cuenca del Mediterráneo al océano Atlántico. La crisis del siglo XVII y los tratados de
Westfalia reedificaron un nuevo equilibrio europeo que imposibilitaba las hegemonías
española o francesa, y que se mantuvo durante el siglo XVIII, caracterizado
intelectualmente por la Ilustración. A lo largo de todo el periodo se van gestando los
modernos conceptos de nación y estado.42
Prueba nuclear en el atolón de Bikini, 26 de marzo de 1954,
en plena Guerra fría. La era nuclear se inauguró en 1945, cuando los Estados Unidos lanzaron
en Hiroshima y Nagasaki las primeras bombas atómicas. La Unión Soviética la siguió en lo que se
denominó carrera nuclear o carrera de armamentos (simultánea a la carrera espacial), así como las
otras tres potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: Reino
Unido, Francia y China. Otros países no firmantes del tratado de no proliferación nuclear han
desarrollado este armamento: abiertamente India y Pakistán; sin reconocerlo Israel, Sudáfrica —lo
desmanteló al caer el régimen de apartheid— y quizá otros.
Edad Contemporánea. Desde mediados o finales del siglo XVIII hasta el presente. (Para los
anglohablantes Later Modern Times, es decir, «Segunda Edad Moderna» o «Edad Moderna
Tardía»). Una inicial era de las revoluciones (revolución industrial, revolución
burguesa y revolución liberal) acabó con el Antiguo Régimen y dio paso en la segunda
mitad del siglo XIX al triunfo del capitalismo que se extiende con el imperialismo a todo el
mundo, al tiempo que se veía contestado por el movimiento obrero. Las guerras
napoleónicas dieron paso a un periodo de hegemonía británica durante la era Victoriana.
El comienzo de la transición demográfica (primero en Inglaterra, poco después en el
continente europeo y posteriormente en el resto del mundo) produce una
verdadera explosión demográfica que altera de forma radical el equilibrio social y el del
hombre con la naturaleza, sobre todo a partir de la segunda revolución industrial (paso de
la era del carbón y de la máquina de vapor a la era del petróleo y el motor de explosión y
la era de la electricidad). La primera mitad del siglo XX se marcó por dos guerras
mundiales y un período de entreguerras en el que las democracias liberales enfrentadas a
la crisis de 1929 se ven desafiadas por los totalitarismos soviético y fascista. La segunda
mitad del siglo XX se caracterizó por el equilibrio del terror entre las
dos superpotencias (Estados Unidos y la Unión Soviética), y la descolonización del Tercer
Mundo, en medio de conflictos regionales de gran violencia (como el árabe-israelí) y una
aceleración de la innovación tecnológica (tercera revolución industrial o revolución
científico-técnica). Desde 1989, la caída del muro de Berlín y la desaparición del bloque
socialista condujeron al mundo actual del siglo XXI presidido por la globalización tanto de
la economía como de la presencia política, militar e ideológica (poder blando) de la única
superpotencia, así como de sus aliados (potencias clásicas —Unión Europea, Japón—),
socios o posibles rivales (potencias emergentes —China—) y opositores (potencias
menores, como algunos países islámicos, y movimientos a veces expresados en terrorismo
—11-S—).43
Historia nacional
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Véase también
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Cronología
Demografía histórica
Gran Historia
Genealogía
Geohistoria
Historia universal
Historiografía
Método histórico
Notas
[editar]
1. ↑ Por regla general, se escribe con mayúscula inicial cuando haga referencia a
estudios o materias regladas en contextos académicos (ciencia) y en minúscula
cuando haga referencia a hechos pasados (objeto de estudio).1
2. ↑ A partir del ser humano, surge la historia, al poder estudiar y reflejar por escrito
su propio pasado y el que le precede (Prehistoria). El concepto de "prehistoria" es
un convencionalismo, que hacía alusión a una historia previa a la historia oficial de
la Iglesia (sobre la creación del mundo, Adán y Eva, etcétera), cuya denominación,
que también representa un campo académico, se mantiene por tradición.
Actualmente, la disciplina para el estudio de la historia se centra,
fundamentalmente, en la historia del ser humano; también se debe tomar en
cuenta que las ciencias históricas estudian muchas y diferentes realidades del
pasado.
6. ↑ De hecho, son habituales las polémicas entre los propios historiadores sobre
este punto, siendo muy llamativo el reproche que Cipolla (en su ensayo
paródico El papel de las especias... -1973- y Las leyes fundamentales de la
estupidez humana -1976-, recogidos en Allegro ma non tropo. Barcelona: Crítica-
Drakontos, 1991 ISBN 84-7423-509-X) realizaba a los métodos cliométricos de
Fogel y Stanley Engerman, o los debates de las distintas tendencias dentro de los
historiadores marxistas británicos. Véase el artículo de Javier Ortiz
Cassiani Historia y modas intelectuales, Historia Crítica núm. 28, 2004. José Álvarez
Junco, Los malos usos de la Historia, 21 de diciembre de 2013:
la Historia académica, una actividad que algunos de sus practicantes defienden como científica. No
lo es, desde luego, en el mismo sentido en que puedan serlo las ciencias duras, en primer lugar
porque el número de variables que entran en cada fenómeno es poco menos que infinito; es decir,
que las “causas” de los hechos históricos no son únicas, ni en general claras. A estos asuntos se les
puede aplicar aquello que dijo Oscar Wilde sobre la verdad: que raras veces es simple y nunca es
pura. Tampoco es la Historia un conocimiento aséptico u objetivo porque los datos que nos llegan
sobre el pasado (documentos, ante todo) son parciales, muchas veces escasos y, sobre todo,
subjetivos, emitidos por alguien que estaba implicado en la situación que describía. Una distorsión
a la que se añade la que introducimos nosotros mismos, quienes recogemos e interpretamos esos
datos, que también somos parciales y subjetivos, ya que anotamos unos hechos y descartamos
otros según que nuestra visión del mundo los considere o no significativos. Dentro de estas
limitaciones, sin embargo, la Historia aspira a un status de ciencia social, un tipo de conocimiento
que no admite la arbitrariedad, el ocultamiento o el falseamiento de fuentes. Y esto es lo malo:
que muy buena parte de la Historia que se escribe cae en este tipo de deformación porque tiene
una finalidad política: es decir, que se usa como argumento al servicio de una causa;
normalmente, a justificar la existencia de la organización política en la que habitamos (o la de otra
organización alternativa que pretendemos crear).
7. ↑
Si a esta [historia] se le puede poner alguna objeción cerca de su verdad, no podrá ser otra sino
haber sido su autor arábigo, siendo muy propio de los de aquella nación ser mentirosos; aunque,
por ser tan nuestros enemigos, antes se puede entender haber quedado falto en ella que
demasiado. Y ansí me parece a mí, pues cuando pudiera y debiera estender la pluma en las
alabanzas de tan buen caballero, parece que de industria las pasa en silencio: cosa mal hecha y
peor pensada, habiendo y debiendo ser los historiadores puntuales, verdaderos y nonada
apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rancor ni la afición, no les hagan torcer del camino
de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo
pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.
9. ↑
En el siglo XVI los historiadores de la literatura y los filólogos, estudiando el latín señalaron tres
fases en su gradual evolución: la "alta edad" o "superior" que llegaba hasta Constantino, etapa
del latín clásico; la "edad media" de la lengua, que alcanzaba desde Constantino
a Carlomagno (siglos IV al IX), y la "edad ínfima" iniciada en el 842 con el primer texto
en romance, Los Juramentos de Estrasburgo. Por eso precisamente Ch. D. Du Cange tituló su
famoso diccionario Glossarium ad scriptores mediae et infimae latinitatis (Paris, 1678). La primera
ocasión en que se designa el término Edad Media con sentido histórico parece haber sido en 1639,
por el liejense Rasuin en su Laodium. La expresión pasaría desde ese mismo siglo XVII a designar el
período de transición entre la antigüedad clásica y el renacer de su cultura experimentada en la
Edad Nueva que habita tomado cuerpo a lo largo del siglo XV. Y, en consecuencia, su uso tendía a
menospreciar los valores de dicha edad intermedia como un puente o una noche de “mil años”.
Los pedagogos fueron los responsables de que este nuevo concepto de la Edad Media adquiriera
carta de naturaleza en los manuales o síntesis de historia. Un profesor de fines del
siglo XVII, Cristóbal Séller (1634-1707) o Celarius —como gustaba llamarse latinizando su nombre a
la manera humanista— introdujo la modalidad en uno de los manuales escolares de Historia
Antigua editado en 1685, y la claridad que implicaba para la explicación histórica le indujo a
repetirla en otro, titulado Historia Medii Aevi a temporibus Constanini Magni ad Constaninopolim
a Turcis captam deducta (Jena, 1688). Otro profesor, Loescher, la repitió en un manual
alemán: Geschicchte der Mittleren Zeiten (1725), y no tardó en generalizarse el nuevo concepto,
porque resultaba cómoda esa división de la historia.
Riu, M. (1978) Prólogo a la edición española, en La historia del mundo en la Edad Media (The
Shorter Cambridge Medieval History, The Later Roman Empire To The Twelfth Century): tomo I, pg.
XXIV. Madrid: Sopena.
Investigadores estadounidenses y suizos han hallado que el mapa genético y el mapa geográfico
de Europa coinciden de una forma asombrosa, y en el primero es posible distinguir claramente
lugares como la península Ibérica, la bota italiana o incluso las diferencias lingüísticas de distintas
regiones en un país como Suiza... Los datos sugieren que el genoma de los europeos, a pesar de
los siglos de migraciones y conquistas, es enormemente uniforme y que el viejo continente ha sido
más conservador de lo esperado a la hora de relacionarse y buscar pareja. "La diferenciación en el
genoma europeo es muy pequeña, aunque las poblaciones son muy distintas entre sí"
La patria se lleva en los genes. Un grupo de investigadores descubre la asombrosa coincidencia del
mapa de mutaciones y el geográfico de Europa, El País, 26 de noviembre de 2008 (el artículo viene
ilustrado con un espectacular mapa a color en que la península ibérica aparece visiblemente
diferenciada). Tales extremos, mal interpretados, pueden llevar a abusos contra los que suelen
advertir los propios genetistas:
No hay razas. Desde el punto de vista de la genética, solo vemos gradientes geográficos.
Lluis Quintana-Murci, del Instituto Pasteur de París, citado por Gary Stix Huellas de un pasado
lejano, en Investigación y Ciencia, septiembre de 2008, ISSN 0210-136X pg. 19.
Referencias
[editar]
6. ↑ Joseph, Brian (Ed.); Janda, Richard (Ed.) (2008), The Handbook of Historical
Linguistics, Blackwell Publishing (publicado el 30 de diciembre de 2004),
p. 163, ISBN 978-1405127479.
7. ↑ Mahony, William K. (28 de febrero de 1998), The Artful Universe: An
Introduction to the Vedic Religious Imagination, Albany, New York: State University
of New York Press, p. 235, ISBN 0791435806.
10. ↑ Yeakley, Heathe Kyle. «Home». International Big History Association (en inglés
estadounidense). Consultado el 13 de abril de 2020.
12. ↑ ¿Gran historia? ¿historia grande?. «12 hechos de la historia de España que
habría que conocer: Big History - ¿Gran historia? ¿historia grande?». Consultado el
7 de agosto de 2015.
13. ↑ Scott Gordon and James Gordon Irving, The History and Philosophy of Social
Science. Routledge 1991, p. 1. ISBN 0-415-05682-9. Ritter, H. (1986). Dictionary of
concepts in history. Reference sources for the social sciences and humanities, no. 3.
Westport, Conn: Greenwood Press, p. 416.
18. ↑ [1]
19. ↑ [2]
20. ↑ Ursula Goodenough (10 de febrero de 2011). «It's Time for a New Narrative; It's
Time for 'Big History'». NPR. Consultado el 13 de diciembre de 2012.
21. ↑ Martínez, Sergio F.; Guillaumin, Godfrey (2005). Historia, filosofía y enseñanza
de la ciencia. UNAM. p. 126. ISBN 9789703227693. Consultado el 13 de noviembre
de 2016.
22. ↑ «Constitution».
23. ↑ Marco Tulio Cicerón, en De Oratote: Historia vero testis temporum, lux veritatis,
vita memoriae, magistra vital, nuntia vetustatis. Traducible por genuina testigo
del tiempo, luz de la verdad, memoria de la vida, maestra de la vida y mensajera
de la antigüedad (Álvaro Alba Olvidar la historia es un castigo Archivado el 1 de
septiembre de 2009 en Wayback Machine.).
26. ↑ George Santayana, The Life of Reason, Volumen primero, p. 82, BiblioLife, ISBN
978-0-559-47806-2
28. ↑ Carlos Marx, Tesis sobre Feuerbach, tesis IX. Citado y comentado por José Pablo
Feinmann "Filosofía aquí y ahora" (trascripción del programa de televisión).
29. ↑ Seixas, Peter (2000). "Schweigen! die Kinder!". En Peter N. Stearns, Peters
Seixas, Sam Wineburg (eds.). Knowing Teaching and Learning History, National
and International Perspectives. New York & London: New York University Press, p.
24. ISBN 0-8147-8141-1. Lowenthal, David (2000). "Dilemmas and Delights of
Learning History". En Peter N. Stearns, Peters Seixas, Sam Wineburg
(eds.). Knowing Teaching and Learning History, National and International
Perspectives. New York & London: New York University Press. p. 63. ISBN 0-8147-
8141-1.
30. ↑ Guillermo Pérez Sarrión, «Cataluña y la pasión por la causa - Cuando la historia
se pone al servicio del nacionalismo, pierde credibilidad.» 17 de noviembre de
2013. El País.
35. ↑ Juan Luis Arsuaga (1999) El collar del neardental Barcelona: Plaza y Janés ISBN
84-8450-327-5 y (2002) El enigma de la esfinge Barcelona: Plaza y Janés ISBN 84-
9759-157-7. Arsuaga e Ignacio Martínez (1998) La especie elegida Madrid: Temas
de Hoy.
36. ↑ Petr Beckmann Historia de (pi), Libraria, 2006, ISBN 970-35-0495-7. pg. 24.
Diakonov, I. M, y Yácobson, V. A., Nomos, Reinos territoriales e Imperios.
Problemas de Tipología, Vestnik Drevnei Historii (Boletín de Historia Antigua),
núm. 2, Moscú, 1982, pp. 3-10 (en ruso), citado por Valen I. Guliaev Tipología y
estructura de los estados antiguos de Mesoamérica, pg. 35.
37. ↑ Vere Gordon Childe (1936) Los orígenes de la civilización; Henri Frankfort y
otros (1946) El pensamiento prefilosófico; C. W. Ceram (1949) Dioses, tumbas y
sabios; Samuel Noah Kramer (1965) La historia empieza en Sumer; Chester Starr
(1965) Historia del Mundo Antiguo. Edición española de 1974, Madrid: Akal ISBN
84-7333-032-6
42. ↑ Perry Anderson El Estado Absoluto; Romano y Tenenti Los fundamentos del
mundo moderno; Immanuel Wallerstein El moderno sistema mundial.
43. ↑ Eric Hobsbawm Las revoluciones burguesas, La era del capitalismo, La era del
Imperio, Historia del siglo XX.
Bibliografía
[editar]
Tuñón de Lara, Manuel (1985). Por qué la historia. Barcelona : Aula Abierta Salvat. ISBN
84-345-7814-X.
Enlaces externos
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Artehistoria
Cronología Histórica
Ciencias históricas
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Ciencias
Históricas
(Ciencias de la
Historia)
Descripción
En la mitología
[editar]
griega, Clío era
Las ciencias históricas (también conocidas como "ciencias del origen"), la musa o diosa
comprenden disciplinas como la arqueología, paleontología, ciencias forenses, protectora de
geología, etc., que estudian sucesos pasados a través de sus diferentes la Historia.
fuentes para conocer sus características, su cronología, su historia causal y su Ciencias de la
origen. No necesariamente se encuentra exclusivamente en las denominadas Historia
ciencias del hombre, abordando la búsqueda plural de diferentes métodos, Portal Historia
ámbitos y tipos de documentación.234
La historia (disciplina que estudia y narra cronológicamente los acontecimientos pasados8) cuenta
con dos campos disciplinares fundamentales, pero interrelacionados: la historiografía (estudio de
cómo se estudia y se escribe la historia: sus fuentes, obras y autores, y de cómo se ha estudiado;
entendida como ciencia que se encarga del estudio de la historia) y la historiología (como teoría de
la historia, su epistemología: ciencias historiológicas de la historia), para lo cual resulta
indispensable conocer sus fuentes y metodología. La ciencia histórica o ciencias históricas se
construyen sobre ruinas, vestigios, documentos, monumentos, etc. (reliquias); el pasado será, por
lo tanto, el reflejo del presente (el reflejo de las reliquias) y no recíprocamente. Las tareas de la
teoría de la ciencia histórica o historiología consisten en el análisis de los mecanismos de paso del
reflejo [reliquias] a lo reflejado [pasado] para la construcción histórica.9
"Pero esta conexión entre los conceptos de Historia y Ciencia es un fenómeno bastante reciente.
Sólo con la Ilustración, durante el siglo XVIII, comenzó el proceso que llevó a la unión de ambos y
dio origen a un vocablo compuesto, el de «Ciencias Históricas», para denotar un nuevo tipo de
Historia muy diferente a la practicada desde la Antigüedad. Por este motivo, saber hoy qué es la
Historia implica a su vez, necesariamente, saber qué son las Ciencias en general; y para ello hay
que atender, aunque sea sumariamente, a las reflexiones sobre el tema realizadas por la
Gnoseología o Teoría del conocimiento"
Moradiellos, Enrique: El oficio de historiador, Madrid, Siglo XXI, pág. 1. Capítulo 1: "¿Qué es la
Historia?".
"En su calidad de ciencia humana, la Historia (mejor: las disciplinas históricas en plural) tiene un
campo de trabajo peculiar que no es, ni puede se, el «pasado». Y ello porque el pasado, por
definición, no existe, es tiempo finito, perfecto acabado y como tal incognoscible científicamente
porque no tiene presencia física y corpórea actual y material. (...) porque dicho conocimiento
requiere de una base material y tangible para poder construirse y conformarse."
Moradiellos, Enrique: El oficio de historiador, Madrid, Siglo XXI, pág. 13 Capítulo 1: "¿Qué es la
Historia? III. La Ciencia de la Historia.
El profesor David Alvargonzález distinguió las ciencias formales, las ciencias humanas y etológicas,
y las ciencias naturales de las ciencias históricas, aludiendo a estas últimas como un conjunto de
disciplinas que plantean problemas específicos.41
Juan Luis Arsuaga habla de la geología histórica (a través de las ciencias de la Tierra),
la paleontología (a través de las ciencias de la vida) y la arqueología, entre otras (a través de
las ciencias del hombre), como las tres ramas principales de las ciencias-históricas: la historia de la
Tierra, la historia de la vida y la historia del hombre, entendiendo la interdisciplinariedad entre las
ciencias sociales y las ciencias naturales.10
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Arqueología
Ciencias Prehistóricas
Paleontología
Bioarqueología
Arqueozoología
Antropología y Etnografía
Archivística.
Documentología.
Museología.
Bibliología.
Restauración y Conservación
Ciencias de la Antigüedad
Demografía histórica
Historia económica
Iconología e Iconografía
Glíptica
Historia de la Arquitectura
Historia urbana
Historia del comercio
Historia de la filosofía
Gran Historia
Cosmología
Historia universal
Cronología
Metrología
Arcontología
Nobiliaria
Cartografía
Biografías
Patrimonio
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Trabajos de excavación arqueológica en el foro
romano.
Metodología
Método filológico
Documentación
Estratigrafía
Metodología arqueológica
Método paleontológico
Prospección arqueológica
Datación
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Datación genética.
Fuentes históricas
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Las fuentes históricas o de la historia pueden ser de diversa índole: documental, archivística,
arqueológica, artística e iconográfica, paleontológica, fotográficas, audiovisuales, cartográficas,
antracológicas, etc. Teniendo presente, también, que el concepto de documento presenta
acepciones muy amplias, pudiendo encontrar fuentes documentales-escritas, documentos-
arqueológicos, etc.
Fuente oral
Fuente documental
Fuente escrita
Fuente arqueológica
Fuente paleontológica
Piedra Rosetta.
Códice Colombino.
Doblón de oro acuñado por la Casa de Moneda de México en 1798. El doblón fue una moneda
del Imperio español.
Mezquita de Córdoba.
Cerámica griega.
Dinosaurios en el Museo de Historia Natural de Viena.
Fósil de ammonites.
Papiro de Oxirrinco .
Teatro romano de Mérida.
CD-ROM.
Fósil de trilobites.
Bifaz achelense.
Véase también
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Historiografía
Historiología
Método histórico
Tiempo histórico
Fuente histórica
Historia e historiografía
Gran historia
Referencias
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5. ↑ «La Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo falla sus V
Premios anuales». abc. 10 de mayo de 2017. Consultado el 14 de diciembre de
2020.
Bibliografía
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Burguière, André (dir.) (1991). Diccionario de las Ciencias Históricas. Akal. ISBN 978-84-
460-1256-6.
Moradiellos, Enrique (2008). El oficio de historiador (6a actualizada edición). Madrid: Siglo
XXI. ISBN 978-84-323-1322-6.
Ruiz Garcia, Elisa (2007). «Las Ciencias Históricas y la Ilustración Española: El entramado
erudito». En Dpto. de Ciencias y Técnicas Historiográficas, ed. VI Jornadas Científicas sobre
Documentación borbónica en España y América (1700-1868) (Madrid: Universidad
Complutense de Madrid): 327-382. ISBN 84-690-1478-1. Archivado desde el original el
2007. Consultado el 12 de septiembre de 2024.
Enlaces externos
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Historia e historiografía
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La Historia de Italia de Francesco Guicciardini, 1561
Historia
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Historiografía
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Véase también
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Historiología
Ciencias Históricas.
Enlaces externos
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Historiografía
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¿Qué es la historiografía?
La historiografía contribuye con el rol central que ocupa la historia en la cultura contemporánea,
pues es la ciencia encargada de interpretar el pasado y proponer ciertos sentidos sobre la
existencia y el devenir de la humanidad o de las naciones.
Durante siglos, la memoria colectiva de las sociedades humanas se transmitió de manera oral,
mucho antes de que fuera inventada la escritura. La pervivencia de los relatos orales dependía de
su constante repetición, y en el proceso se confundían con facilidad las fronteras entre la
narración de los hechos del pasado y la incorporación de aspectos mitológicos o literarios.
Esta idea de historia cambió radicalmente con la aparición de la escritura, ya que empezaron a
existir documentos que podían ser leídos críticamente por las generaciones posteriores. Esto se
acentuó con la aparición de nuevas tecnologías y saberes científicos de la mano de la
modernidad, que no solo ampliaron el tipo de evidencias históricas (como la fotografía, el video, el
estudio químico, entre otras), sino que también permitieron la formulación de una mirada más
objetiva sobre la historia.
Puntos clave
Se constituyó como una disciplina especializada a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.
A lo largo del tiempo, surgieron diversas corrientes historiográficas con distintos enfoques,
como el historicismo, el positivismo, el materialismo histórico y la historia social y cultural.
En las perspectivas que definen la historiografía como una especie de “meta-historia”, el objeto
de estudio no son la historia o el pasado propiamente dichos sino los textos escritos sobre la
historia y las perspectivas históricas que se fueron imponiendo a lo largo de los años. Así, por
ejemplo, la historiografía se ocupa de los libros escritos sobre un período histórico específico, de
su forma de analizar los documentos originales y otras fuentes históricas, o de las distintas
corrientes o escuelas historiográficas dedicadas a la interpretación de la historia.
Corrientes de la historiografía
El historicismo. Esta corriente fue propia del siglo XIX y de la fundación de la historiografía
como disciplina, en especial por el historiador alemán Leopold von Ranke (1795-1886) y
sus seguidores. Su propósito era alcanzar la objetividad histórica. Su manera de entender
la historia era próxima al idealismo, ya que planteaba que el cambio en las ideas era lo que
hacía a la historia humana, y que la realidad solo podía entenderse mediante el estudio del
cambio histórico en las personas y en las instituciones, especialmente en el Estado.
El positivismo. Esta corriente tuvo su auge en Francia en el siglo XIX, influida por las
teorías del filósofo Auguste Comte (1798-1857) y desarrollada por historiadores como
Hippolyte Taine (1828-1893). Comprendía el rol del historiador como el de un observador
natural: objetivo, neutral, sin intromisiones provenientes del presente. Para el positivismo,
la historia era un conjunto de etapas progresivas que la humanidad iba superando en su
marcha hacia el progreso. Se planteaba que estas etapas eran universales y comprobables
desde la lógica a partir del examen de las fuentes, y por lo tanto su estudio debía ser más
analítico que narrativo.
La Escuela de los Annales. Esta corriente surgió en el siglo XX, y su nombre se debe a la
revista francesa Annales d’histoire économique et sociale (“Anales de historia económica y
social”) fundada en 1929 por Lucien Febvre (1878-1956) y Marc Bloch (1886-1944). En
torno a esta revista surgió una escuela de pensamiento historiográfico que se dedicó a la
historia social y defendió la necesidad de comprender la historia a partir del saber de otras
disciplinas, como la sociología. Además, privilegió una perspectiva histórica de larga
duración (longue durée) por sobre el estudio de los acontecimientos concretos.
La “Nueva Historia”. Esta corriente surgió en la segunda mitad del siglo XX, de la mano de
la tercera generación de historiadores de la Escuela de los Annales. Su nombre fue
popularizado por los historiadores franceses Pierre Nora (1931-) y Jacques Le Goff (1924-
2014), y propone el estudio histórico de las representaciones colectivas y las estructuras
mentales de las sociedades (es decir, la historia de las mentalidades). En función de esto,
el rol del historiador es proponer interpretaciones racionales de los datos extraídos del
material histórico. También se relaciona con la llamada historia cultural o historia de la
cultura.
Las fuentes primarias fueron creadas por quienes vivieron el evento histórico.
Las fuentes históricas son aquellos documentos, objetos y testimonios relacionados con un hecho
histórico determinado, que pueden ser estudiados para obtener información directa (fuentes
primarias, creadas por quienes vivieron el evento) o indirecta (fuentes secundarias, creadas con
posterioridad al evento) sobre el pasado. Estas fuentes pueden ser documentos oficiales o
personales, publicaciones, obras plásticas, fotografías, videos, restos arqueológicos, grabados y
objetos de uso cotidiano.
Las fuentes son el material de estudio primordial de la historiografía, es decir, son su cuerpo de
trabajo e investigación, en donde se debe buscar la información para interpretar o analizar. Sin
fuentes disponibles, resulta imposible aproximarse a un período de la historia, ya que no hay
manera de saber qué ocurrió o cómo ocurrió. En ocasiones no existen testimonios directos de un
evento del pasado, pero sí se conservan menciones al respecto en otros textos históricos, y solo de
ese modo puede el historiador conocerlo y estudiarlo.
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Las diferentes disciplinas que sirven para el estudio historiográfico se agrupan con el nombre de
«ciencias y técnicas historiográficas» (paleografía —que incluiría la epigrafía y papirología
—, documentación o ciencias documentales, sigilografía, diplomática, codicología, numismática,
etc.).10
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Si la historia es una ciencia cuyo objeto de estudio es el pasado de la humanidad, cuestión en que
la mayoría pero no todos los historiadores concuerdan, se tiene que someter al método científico,
que aunque no pueda ser aplicado en todos los extremos de las ciencias experimentales, sí puede
hacerlo a un nivel equiparable a las llamadas ciencias sociales.
Es imposible acabar con la polisemia y la superposición de estos tres términos, pero simplificando
al máximo se puede definir:
Una vez despejada la cuestión meramente nominal, queda para la historiografía por tanto el
análisis de la historia escrita, las descripciones del pasado; específicamente de los enfoques en
la narración, interpretaciones, visiones de mundo, uso de las evidencias o documentación y
métodos de presentación por los historiadores; y también el estudio de estos mismos, a la
vez sujetos y objetos de la ciencia.
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Para investigar e interpretar las sociedades, los historiadores recurren a fuentes históricas, es
decir, a testimonios escritos o materiales, que permiten reconstruir los acontecimientos
históricos.16
Es importante distinguir la materia prima del trabajo de los historiadores (fuente primaria) de los
productos semielaborados o terminados (fuente secundaria e incluso fuente terciaria). Una fuente
primaria procede directamente de la época que se está investigando, o lo que es lo mismo, tienen
que haber sido producidos paralela y contemporáneamente a los hechos.16 Son los testimonios de
primera mano, es decir, las leyes, los tratados, las memorias, etc. Una fuente secundaria se ha
elaborado con posterioridad al periodo estudiado. Fuentes secundarias
son libros, artículos, mapas, etc., que reelaboran información obtenida con fuentes primarias.16
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Archivo de Indias, delante de la catedral de Sevilla
También se utiliza el vocablo historiografía para hablar del conjunto de historiadores de una
nación, por ejemplo, en frases semejantes a esta: «La historiografía española abrió sus brazos y
sus archivos desde los años 1930 a los hispanistas franceses y anglosajones, que renovaron su
metodología».
Es necesario diferenciar los dos términos usados más arriba: «producción historiográfica» y
«documentación histórica», aunque en muchos casos coincida que los historiadores utilizan como
documentación histórica precisamente la producción historiográfica anterior.
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La historia no tiene más remedio que seguir la tendencia a la especialización que tiene cualquier
disciplina científica. El conocimiento de toda la realidad es epistemológicamente imposible,
aunque el esfuerzo de un conocimiento transversal, humanístico, de todas las partes de la historia,
es exigible a quien verdaderamente quiera tener una visión correcta del pasado.
Así pues la historia debe segmentarse no solo porque el punto de vista del historiador esté
contaminado de subjetividad e ideología, como habíamos visto, sino porque necesariamente debe
optar por un punto de vista, al igual que un científico, si quiere observar su objeto, debe optar por
utilizar un telescopio o un microscopio (o, de forma menos grosera, qué tipo de lente va a aplicar).
Con el punto de vista se determina la selección de la parte de la realidad histórica que se toma
como objeto, y que sin duda dará tanta información sobre el objeto estudiado como sobre las
motivaciones del historiador que estudia. Esa visión sesgada puede ser inconsciente o consciente,
asumida con más o menos cinismo por el historiador, y es distinta para cada época, para cada
nacionalidad, religión, clase o ámbito en el que el historiador quiera situarse.
La inevitable pérdida que supone la segmentación, se compensa con la confianza en que otros
historiadores harán otras selecciones, siempre sesgadas, que deben complementarse. La
pretensión de conseguir una perspectiva holística, como pretende la historia total o la historia de
las Civilizaciones, no sustituye la necesidad de todas y cada una de las perspectivas parciales como
las que se tratan a continuación:
Sesgos temporales
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Los sesgos temporales van desde las periodizaciones clásicas Prehistoria, Edad Antigua, Edad
Media, Edad Moderna o Edad Contemporánea, hasta las historias por siglos, reinados, etc. La
periodización clásica (ver su justificación en «División del tiempo histórico») es discutible tanto por
la necesidad de periodos de transición y solapamientos, como por no representar periodos
coincidentes para todos los países del mundo (por lo que ha sido acusada de eurocéntrica).
El punto de vista eurocéntrico: ¿nos perturba un mapa «boca
abajo»?
Los anales fueron uno de los orígenes de la fijación de la memoria de los hechos históricos en
muchas culturas (véase en su artículo y más abajo en Historiografía de Roma). Las crónicas (que ya
en su nombre indican la intención del sesgo temporal) son usadas como reflejo de los
acontecimientos notables de un periodo, habitualmente un reinado (véase en su artículo y más
abajo en Historiografía de la Edad Media e Historiografía española medieval y moderna).
La arcontología sería la limitación del registro histórico a la lista de nombres que ocupaban
determinados cargos de importancia ordenados cronológicamente. De hecho, la
misma cronología, disciplina auxiliar de la historia, nace en muchas civilizaciones asociada al
cómputo del tiempo pasado que se fija en la memoria escrita por los nombres de los magistrados,
como ocurría en Roma, donde era más corriente citar un año por ser el de los cónsules tal y cual.
En el Antiguo Egipto, la datación del tiempo se hizo por años (Piedra de Palermo), años, meses y
días de reinado del faraón (Canon Real de Turín), o dinastías (Manetón). Es muy significativo que
en las culturas no históricas, que no fijan mediante la escritura la memoria de su pasado, es muy
frecuente no plantearse la duración concreta del tiempo pasado más allá de unos pocos años, que
pueden ser incluso menos que los que dura una vida humana.22 Todo lo que ocurre fuera de ello
sería «hace mucho tiempo», o en «tiempo de los antepasados», que pasa a ser un tiempo mítico,
ahistórico.23
El tratamiento cronológico es el más usado por la mayor parte de los historiadores, pues es el que
corresponde a la narración convencional, y el que permite enlazar las causas pasadas con los
efectos en el presente o futuro. No obstante, se emplea de distinta manera: por ejemplo, el
historiador siempre tiene que optar por un tratamiento sincrónico o diacrónico de su estudio de
los hechos, aunque muchas veces hacen sucesivamente uno y otro.
El tratamiento sincrónico se fija en las diferencias que el hecho histórico estudiado tiene al
mismo tiempo pero en diferentes planos, por ejemplo: compararía la situación de la clase
Prehisto
ria
La geografía dispone de conceptos no más potentes pero sí menos arbitrarios, que han permitido
edificar la prestigiosa rama de la geografía regional. La historia local es sin duda la de más fácil
justificación y validez universal, siempre que supere el nivel de la simple erudición (que al menos
siempre servirá como fuente primaria para obras de mayor ambición explicativa).
Sesgos temáticos
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Son los que darían paso a una historia sectorial, presente en la historiografía desde muy antiguo,
como ocurre con
la historia económica, a veces hermanada con la historia social, que no obstante, puede
también entenderse como historia del movimiento obrero o una más universal historia de
los movimientos sociales;
la historia de la Iglesia, tan antigua como ella misma, o la historia de las religiones, nacida
por la necesidad de hacer su estudio comparado;
más reciente que éstas, pero englobándolas en cierto modo, la historia de las ideas, que
puede incluir las creencias, las ideologías o la historia de la ciencia y de la técnica y con
ellas subdividirse hasta el infinito: la historia de las doctrinas económicas, la historia de las
doctrinas políticas...
Una manera de preguntarse cuál es el objeto de la historia es elegir qué merece ser conservado
en la memoria, cuáles son los hechos memorables. ¿Lo son todos, o lo son solo los que cada
historiador considera trascendentales? En la lista anterior tenemos las respuestas que cada uno
puede dar.
la historia de la vida cotidiana, que desde una selección similar del objeto, abre después el
campo de visión buscando la generalización;
la historia del tiempo presente, creada en los años 1980 y que se interesa en las grandes
rupturas de nuestra época;
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La fragmentación del objeto histórico puede inducir, en algunas ocasiones, a una limitación muy
forzada de la perspectiva historiográfica. Llevada a un extremo, se puede reducir la historia a la
ciencia auxiliar de la que se sirve para encontrar explicación a los hechos del pasado, como
la economía, la demografía, la sociología, la antropología, la ecología, la geografía, etc.
Géneros historiográficos
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Puede señalarse que hay géneros historiográficos que participan de la historia pero pueden llegar
a alejarse más o menos de ella: un extremo lo ocuparían los terrenos de la ficción que ocupa
la novela histórica, cuyo valor desigual no empaña su importancia. Otro extremo lo ocuparían
la biografía y un género anejo, sistemático y extraordinariamente útil para la historia general como
es la prosopografía. Vinculada con la historia desde el comienzo del registro escrito, una de las
principales preocupaciones a la hora de fijar los datos fue lo que hoy llamamos arcontología (listas
de reyes y dirigentes).
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A veces las etiquetación de las corrientes es obra de sus detractores, con lo que los historiadores
en ellas encasillados pueden o no estar conformes con la manera en que quedan definidos. Tal
cosa podría decirse del mismo providencialismo, pero sería más propio para corrientes más
modernas, como el positivismo, la historia evenemencial (de los acontecimientos), etc.
Interpretar la historiografía como parte del ambiente intelectual de la época en que surge es
siempre necesario. Toda producción cultural es dependiente del modelo cultural existente,
llámese a esto la moda, del estilo o el paradigma dominante en arte o filosofía; y es evidente que
el registro de la historia es una producción cultural. La deconstrucción, el pensamiento débil o
la posmodernidad, conceptos de finales del siglo XX d. C., han sido la incubadora de la presente
deconstrucción de la historia, que para algunos solo es una narración.26Una buena manera de
distinguir la interpretación de la historia que tiene una corriente historiográfica es preguntarse a
qué considera sujeto histórico o el protagonista verdadero de la historia.
Agrupaciones de historiadores
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Historia de la historia
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Ban Gu
El resto de las civilizaciones asiáticas alcanzan la escritura y la historia a su propio ritmo, compilan
sus fuentes teológicas en forma de libros sagrados —en ocasiones con partes históricas
(la Biblia hebrea) o sofisticaciones cronológicas (los Vedas hindúes)— registran sus
propios Anales y finalmente su propia historiografía, particularmente la china,28 que tiene su
Heródoto en Sima Qian (Memorias históricas, 109 a. C.–91 a. C.) y alcanzó una definición clásica de
historia tipificada y oficial, con el Libro de los Han de Ban Gu (siglo I d. C.), que fijó un modelo
repetido sucesivamente por los historiadores de los períodos siguientes en veinticinco «historias
tipificadas», hasta 1928, en que apareció la última de tan monumental serie.29
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Los primeros cronistas griegos, que se interesaron sobre todo en los mitos de origen
(los logógrafos), practicaban ya el recitado de acontecimientos. Su narración podía apoyarse en
escritos, como era el caso de Hecateo de Mileto (segunda mitad del siglo VI d. C. a. C.). En el
siglo V d. C. a. C., Heródoto de Halicarnaso se diferencia de ellos por su voluntad de distinguir lo
verdadero de lo falso; por ello realiza su "investigación" (etimológicamente: "historia"). Una
generación después, con Tucídides, esta preocupación se transforma en espíritu crítico, fundado
sobre la confrontación de diversas fuentes orales y escritas. Su Historia de la guerra del
Peloponeso puede ser vista como la primera verdadera obra historiográfica.
Los continuadores del nuevo género literario de Heródoto y Tucídides fueron muy numerosos en
la Grecia Antigua y pueden contarse entre ellos Jenofonte (autor de
la Anábasis), Posidonio, Ctesias, Apolodoro de Artemisa, Apolodoro de Atenas, Aristóbulo de
Casandrea (ver literatura griega e historiografía helenística)
En el siglo II a. C., Polibio, en su Pragmateia (traducido también como ‘Historia’), tratando quizá de
escribir una obra de geografía, aborda la cuestión de la sucesión de los regímenes políticos para
explicar cómo su mundo ha entrado en la órbita romana. Es el primero en buscar causas
intrínsecas al desarrollo de la historia más que evocar principios externos. En esas alturas
del periodo helenístico, la Biblioteca y el Museo de Alejandría representaban la cumbre del afán
griego por preservar la memoria del pasado, lo que implica su valoración como herramienta útil
para el presente y el futuro.
Antigua Roma
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La primera obra histórica completa latina es Los Orígenes de Catón (siglo III a. C.).
Julio César con su Commentarii Rerum Gestarum, acerca de dos de las más grandes acciones
bélicas que llevó a cabo: la guerra de las Galias (58 a. C.-52 a. C.) (De Bello Gallico) y la guerra civil
(49 a. C.-48 a. C.) (De Bello Civili).
Tito Livio (59 a. C.-17 d. C.), con los 142 libros de Ab Urbe Condita, divididos en grupos de diez
libros que se conocen con el nombre de «décadas», que se han perdido en su mayor parte, escribe
una gran historia nacional, cuyo único tema es Roma (fortuna populi romani) y cuyos únicos
actores son el Senado y el pueblo de Roma (senatus populusque romanus o SPQR). Su propósito
general es ético y didáctico; sus métodos fueron los del griego Isócrates del siglo IV d. C. a. C.: es el
deber de la historia decir la verdad y ser imparcial, pero la verdad debe presentarse con una forma
elaborada y literaria. Utiliza como fuente a los primeros analistas y a Polibio, pero su patriotismo le
lleva a deformar la realidad en detrimento de lo exterior y a un escaso espíritu crítico. Es
historiador de gabinete, no viaja ni conoce personalmente los escenarios de los hechos que
describe.
Publio Cornelio Tácito (55-120 d. C.), el gran historiador del Imperio bajo los Flavios, es sobre todo
un investigador de las causas.
La nómina de historiadores de época romana es extensísima, tanto en lengua latina (Plinio el
Viejo, Suetonio...)32 como en griega (Estrabón, Plutarco).
Edad Media
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Beda el Venerable
Edad Moderna
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Durante el Renacimiento, el humanismo aporta un gusto renovado por el estudio de los textos
antiguos, griegos o latinos, pero también por el estudio de nuevos soportes: las inscripciones
(epigrafía), las monedas (numismática) o las cartas, diplomas y otros documentos (diplomática).
Estas nuevas ciencias auxiliares de la época moderna contribuyen a enriquecer los métodos de los
historiadores: en 1681 Dom Mabillon indica los criterios que permiten determinar la autenticidad
de un acta por la comparación de fuentes diferentes en De re diplomatica. En Nápoles, más de
doscientos años antes, Lorenzo Valla al servicio de Alfonso V de Aragón había conseguido
demostrar la falsedad de la pseudo-Donación de Constantino. Giorgio Vasari con sus Vidas de
artistas nos ofrece a la vez una fuente y un método historiográfico para la historia del Arte.
La cuestión de la unidad del reino que plantean las guerras de religión de Francia en el
siglo XVI d. C. dan origen a trabajos de historiadores que pertenecen a la corriente
llamada historia perfecta, que muestra que la unidad política y religiosa de la Francia moderna es
necesaria, al derivarse de sus orígenes galos (Etienne Pasquier, Recherches de la France).
El providencialismo de autores como Bossuet (Discurso sobre la historia universal, 1681), tiende a
devaluar la significación de cualquier cambio histórico.
En paralelo, la historia se muestra como instrumento de poder: se pone al servicio de los príncipes,
desde Maquiavelo y Guicciardini hasta los panegiristas de Luis XIV, entre los que se cuenta Jean
Racine.
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No era esto ninguna novedad, y la historiografía española es quizá el ejemplo más completo de un
secular esfuerzo por mantener la continuidad de la memoria escrita del pasado, que tan buen
servicio dio desde las Crónicas medievales que justificaban la Reconquista, para afianzar el poder
de los reyes en los distintos reinos cristianos.
Las crónicas
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Para Asturias, León y Castilla se encadenan sucesivamente en un conjunto muy completo, que
comienza realmente con dos crónicas redactadas en territorio andalusí:
las del siglo XII d. C. (Crónica Silense en torno al 1110, la de Pelayo, obispo de Oviedo,
la Crónica de Emperador Alfonso VII y la del monje anónimo de Nájera, estas tres de
finales del siglo);
las del reinado de Fernando III el Santo (Chronicon mundi de Lucas, obispo de Tuy, Crónica
latina de los Reyes de Castilla de Juan, obispo de Osma y De rebus Hispaniae del arzobispo
de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada);
las de Alfonso X el Sabio (Estoria de España, editada por Ramón Menéndez Pidal con el
título de Primera Crónica General, y la Grande e General Estoria);
llegando a las del siglo XIV d. C., en que destacan las Crónicas de Pedro López de
Ayala (Crónica del rey don Pedro, la de Enrique II, la de Juan I y la inacabada de Enrique III),
más sobrias y pegadas a los hechos que las contemporáneas europeas, aunque su fin
primordial fuera la autojustificación de su autor, Canciller de Castilla, que también
compuso un Rimado de Palacio donde describe a sus contemporáneos.
Crónica de Juan II (sobre hechos de 1406 a 1434) por Álvar García de Santa María (h.1370-
1460), hermano de Pablo; es reanudada con el nombre de Crónica del
Halconero por Pedro Carrillo de Huete, siendo refundida por Lope de Barrientos);
Alfonso Martínez de Toledo (arcipreste de Talavera) escribió en 1443 una Atalaya de las
Crónicas;
Diego de Valera escribe la Crónica abreviada de España o Crónica Valeriana (1482), que
concluye en el reinado de Juan II, el Memorial de diversas hazañas para el de Enrique
IV (1486-1487) y la Crónica de los Reyes Católicos (hasta 1488).33
En los otros reinos cristianos peninsulares, la literatura cronística es algo más tardía.[cita requerida] En
una tradición inicialmente compartida entre los emergentes reinos de Pamplona y de Aragón se
sitúan las Textos navarros de las Genealogías de Roda, Corónicas Navarra, la Crónica Najerense o
la Crónica de San Juan de la Peña, todas estudiadas por el medievalista Antonio Ubieto.34
El Condado de Aragón produce en 851 la Passio beatissimarum birginum Nunilonis atque Alodie. Y
del posterior reino contamos con los Anales de San Juan de la Peña, del siglo XII d. C., que fueron
copiados en la Crónica homónima. Del mismo siglo data una Breve historia ribagorzana de los
reyes de Aragón.37 También se produjo allí la Estoria de los godos (1252 o 1253), primera versión
en lengua vernácula de la Historia de rebus Hispaniae.
Para la Corona de Aragón, tras las Gesta veterum Comitum Barcinonensium et Regum
Aragonensium38 (iniciada el siglo XII d. C. y continuada hasta el XIV), se destacan el Llibre dels
feits o Crónica de Jaime I el Conquistador; la Crónica de San Juan de la Peña o de Pedro el
Ceremonioso; la de Ramón Muntaner, que cubre el periodo 1207-1328, incluyendo la famosa
expedición de los almogávares, en la que participó; y la de Bernat Desclot Llibre del rei En Pere
d'Aragó e dels seus antecessors passats (segunda mitad del siglo XIII d. C.).
Completan el panorama peninsular los Annales Portugaleses Veteres (987-1079).
Siglo XVI
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Siglo XVII
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La historiografía barroca incluye fantasiosas manipulaciones históricas, como los plomos del
Sacromonte o los falsos cronicones de Ramón de la Higuera y Antonio Lupián Zapata. Fray
Prudencio de Sandoval continúa la crónica de Ocampo y Morales y redacta una Historia de la vida
y hechos del Emperador Carlos V; Pedro de Salazar y Mendoza un Origen de las dignidades
seglares de Castilla y León, y Bartolomé Leonardo de Argensola los Anales de Aragón.
A finales del siglo XVII d. C., la reflexión sobre la historiografía misma surge en España como
necesidad derivada de la acumulación de tan ingente corpus cronístico, siendo su primer intento
la Noticia y juicio de los más principales historiadores de España, de Gaspar Ibáñez de
Segovia, Marqués de Mondéjar (publicado tras su muerte en 1708).
[editar]
Otros géneros historiográficos también se cultivan desde la Edad Media, como el tratamiento de
una figura aislada (ciclo de el Cid), y ya en el siglo XV d. C. las memorias (Leonor López de Córdoba,
circa 1400), la biografía (El Victorial de Gutierre Díez de Games, Generaciones y
Semblanzas de Fernán Pérez de Guzmán) y la relación de un hecho puntual, como el Libro
del paso honroso de Suero de Quiñones, de Rodríguez de Lena. Los libros de viajes como el
de Pedro Tafur o el de Ruy González de Clavijo (que fue embajador ante Tamerlán), proporcionan
informaciones muy valiosas.
Al-Ándalus
[editar]
Muhammad al-Razi realiza (en la primera mitad del siglo X d. C. de la era cristiana, IV de la Hégira)
la primera historia general de la península ibérica, Ajbar Mutuk al-andalus que continuaron otros
al-Razi: su hijo Ahmad (llamado en castellano el moro Rasis) y el de éste (Isa ben Ahmad). Esta
historia se divulgó en los reinos cristianos con el nombre de Crónica del moro Rasis y se utilizó por
Jiménez de Rada.
Aríb de Córdoba, secretario de al-Hakam II, escribió una Crónica de su gobierno, y en el mismo
reinado Muhammad al-Jusaní (muerto en 361/971) el Kitáb al-qudá bi-Qurtuba, historia de
los cadíes (jueces) de Córdoba.
Entre los historiadores del siglo XI d. C. (V de la Hégira), la edad de oro coincidente con la
descomposición del califato y los reinos de taifas, sobresalen los cordobeses Ibn
Hazm (Fisal o Historia crítica de las religiones, sectas y escuelas) e Ibn Hayyán (Muqtabis el Matín).
En el siglo XIII d. C., el alcireño Ibn Amira escribió la Kitab Raih Mayurqa (Libro del reino de
Mallorca).39
[editar]
Trabajo inca. Ilustración de la Nueva Corónica y Buen
Gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala, 1616
Las primeras obras de historia de América, desde las relaciones del mismo Cristóbal Colón, su
hijo Hernando y muchos otros descubridores y conquistadores como Hernán Cortés o Bernal Díaz
del Castillo (Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España), tienen un claro carácter
justificativo. La aportación en sentido contrario de Bartolomé de las Casas (Brevísima relación de
la destrucción de las Indias) fue tan trascendental que dio origen a la polémica de los justos títulos,
en que le dio réplica Juan Ginés de Sepúlveda; e incluso a la llamada Leyenda negra al divulgarse
por toda Europa como propaganda antiespañola. La visión de los indígenas, que vieron sus
documentos y cultura material saqueados y destruidos, fue posible por algunos casos
excepcionales, como el inca Felipe Guamán Poma de Ayala.
Oficialmente el cargo de Cronista de Indias se inicia con la documentación reunida por Pedro
Mártir de Anglería que se pasa en 1526 a Fray Antonio de Guevara, Cronista de Castilla; y con Juan
Gómez de Velasco que hace lo propio con los papeles del cosmógrafo mayor Alonso de Santa Cruz,
a los que suma el cargo de cronista. Antonio de Herrera es nombrado Cronista Mayor de Indias en
1596, y publica entre 1601 y 1615 la Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y
Tierra Firme del mar Océano, conocida como Décadas. Antonio de León Pinelo (criado en Lima,
que había recopilado las Leyes de Indias), Antonio de Solís y Pedro Fernández del Pulgar cubrieron
el cargo durante el siglo XVII d. C.. En el siglo XVIII d. C. la institución se refunda con la creación de
otras dos, muy importantes para el mantenimiento de la memoria y la historiografía española:
la Real Academia de la Historia y el Archivo General de Indias. Aún tuvo tiempo de destacar la
figura de Juan Bautista Muñoz (Historia del Nuevo Mundo, que no completó).
Ilustración
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También se interesan en las costumbres nacionales los franceses Fenelon, Voltaire (Historia del
imperio de Rusia bajo Pedro el Grande y El siglo de Luis XIV, 1751) y Montesquieu, que teoriza
sobre ello en El espíritu de las leyes. En Inglaterra, Edward Gibbon escribe su monumental Historia
del Declive y Caída del Imperio romano (1776-1788), donde hace de la precisión un aspecto
esencial del trabajo del historiador.
Los límites de la historiografía del siglo XVIII d. C. son la sumisión a la moral y la inclusión de juicios
de parte, con lo que su objeto permanece limitado.
En España destaca la España Sagrada del padre agustino Enrique Flórez, recopilación de
documentos de historia eclesiástica, expuesta con criterio ultraconservador (1747 y continuada
tras su muerte hasta el siglo XX d. C.) y la Historia crítica de España del jesuita desterrado Juan
Francisco Masdeu; desde una perspectiva más ilustrada tendríamos al regalista Melchor Rafael de
Macanaz, al crítico Gregorio Mayans y Siscar (uno de sus discípulos, Francisco Cerdá y Rico, intentó
emular a Lorenzo Valla discutiendo la veracidad del medieval voto de Santiago), y más avanzado el
siglo al propio Gaspar Melchor de Jovellanos, Juan Sempere y Guarinos, Eugenio Larruga y
Boneta (Memorias políticas y económicas), y el espléndido documento recopilatorio que es
el Viaje de España de Antonio Ponz. Intermedio entre ambas tendencias se encuentra el caso
de Juan Pablo Forner, casticista en su famosa Oración apologética por España y su mérito
literario (1786) y reformista en otras obras, publicadas después de su muerte.
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En Francia se la considera como una disciplina intelectual distinta de otros géneros literarios desde
el comienzo del siglo, cuando los historiadores se profesionalizan y fundan los archivos nacionales
franceses (1808). En 1821 se crea la Ecole nationale des Chartes, primera gran institución para la
enseñanza de la historia.
En Alemania, esta evolución se había producido antes, y estaba presente en las universidades de la
Edad Moderna. La institucionalización de la disciplina da lugar a vastos corpus que reúnen y
transcriben sistemáticamente las fuentes. El más conocido es Monumenta Germaniae historica,
desde 1819. La historia gana una dimensión de erudición, pero también de actualidad. Pretende
rivalizar con las demás ciencias, sobre todo con el gran desarrollo que están teniendo
estas. Theodor Mommsen contribuye a dar a la erudición las bases críticas, en su Römische
Geschischte (Historia de Roma) 1845-1846, además de colaborar en el citado Monumenta
Germaniae historica y Corpus Inscriptionum Latinarum.
En Francia, desde los años 1860, el historiador Fustel de Coulanges escribe la historia no es un
arte, es una ciencia pura, como la física o la geología. Sin embargo la historia se implica en el
debate de su época y está influida por las grandes ideologías, como el liberalismo de Alexis de
Tocqueville y François Guizot. Sobre todo, se deja influir por el nacionalismo e incluso el racismo.
Coulanges y Mommsen trasladan al debate historiográfico el enfrentamiento de la guerra
francoprusiana de 1870. Cada historiador tiende a encontrar las cualidades de su pueblo (el
«genio»). Se fundan las grandes historias nacionales.
Michelet, el historiador de la Revolución francesa
Los historiadores románticos, como Augustin Thierry y Jules Michelet, manteniendo la calidad de
la reflexión y la explotación crítica de las fuentes, no recelan de explayarse en el estilo y la
mantienen como un arte. Los progresos metodológicos no impiden contribuir a las ideas políticas
de su tiempo. Michelet, en su Historia de la Revolución francesa (1847-1853), contribuye
igualmente a la definición de la nación francesa contra la dictadura de los Bonaparte, así como al
revanchismo antiprusiano (murió poco después de la batalla de Sedán). Con la III República, la
enseñanza de la historia se conforma como un instrumento de propaganda al servicio de la
formación de los ciudadanos, y continuará siéndolo durante el siglo XX d. C..
Otro de los fundadores de la historiografía en el siglo XIX d. C. fue Leopold Von Ranke, que era
muy crítico con las fuentes usadas en historia. Estaba en contra de los análisis y las
racionalizaciones. Su adagio era escribir la historia tal como fue. Quería relatos de testigos
visuales, enfatizando sobre su punto de vista. Importantes historiadores alemanes del
siglo XIX d. C., que no participaron de su pretensión de objetividad, fueron Johann Gustav
Droysen (fijó el concepto de helenismo) y Heinrich von Treitschke (de importante actividad
política, que acuñó el lema antisemita ¡Los judíos son nuestra desgracia!). Hans
Delbrück desarrolló la historia militar.
Hegel y Marx introducen el cambio social en la historia. Los historiadores anteriores se habían
centrado en los ciclos de auge y decadencia de gobernantes y naciones. Una nueva disciplina
emergente aporta el análisis y la comparación a gran escala: la sociología. Desde la historia del
arte, estudios como el de Jacob Burckhardt sobre el Renacimiento se convierten en la referencia
para entender los fenómenos culturales. La arqueología pone en contacto el mito con la realidad
histórica, tanto en Egipto como en Mesopotamia y Grecia (Heinrich
Schliemann en Troya, Micenas y Tirinto, y más tarde Arthur Evans en Creta); todo ello en un
ambiente romántico y aventurero que se va depurando para hacerse científico, aunque no
desaparece, como prueba la tardía aportación de Howard Carter (Tutankamón) y la imagen
popular de los arqueólogos que perpetúa el cine (Indiana Jones). La antropología aplicada a la
explicación de los mitos produjo el monumental trabajo de James George Frazer (La rama dorada),
a partir del cual la historiadores pudieron replantearse su punto de vista sobre la relación de las
sociedades humanas de todas las épocas con la magia, la religión e incluso la ciencia.
Durante el siglo XIX d. C., España mantiene al menos su patrimonio documental con la creación de
la Biblioteca Nacional y el Archivo Histórico Nacional, pero no se distingue por una gran
renovación de su historiografía que, aparte del arabismo de Pascual de Gayangos o de la historia
económica de Manuel Colmeiro, aparece escindida entre una corriente liberal (Modesto Lafuente
y Zamalloa, Juan Valera), y otra tradicionalista, cuya cumbre, el erudito y polígrafo Marcelino
Menéndez y Pelayo (Historia de los heterodoxos españoles), es una digna continuación de la
tradición que nace con san Isidoro y pasa por la Historia del padre Mariana y por la España
sagrada del padre Flórez.
Siglo XX
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La Escuela de Annales
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En torno a la revista Annales d’histoire économique et sociale, fundada por Lucien Febvre y Marc
Bloch en 1928, surgió una corriente de pensamiento (la llamada escuela de Annales) que agrandó
el campo de la disciplina al solicitar la confluencia de otras ciencias, en particular la sociología; y
más genéricamente transformó la historia ampliando su objeto más allá del acontecimiento e
inscribiéndola en la larga duración (longue durée). Tras el paréntesis de la Segunda Guerra
Mundial, Fernand Braudel continúa la revista y recurre por primera vez a la geografía, la economía
política y la sociología para elaborar su tesis de economía-mundo (ejemplo clásico es El
Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempo de Felipe II).
El papel del testimonio histórico cambia: permanece en el centro de las preocupaciones del
historiador, pero ya no es el objeto, sino que se le considera como un útil para construir la historia,
útil que puede ser obtenido en cualquier dominio del conocimiento. Una constelación de autores
más o menos próximos a Annales participan de esa renovación metodológica que llena las décadas
centrales del siglo XX d. C. (Georges Lefebvre, Ernest Labrousse).
La visión de la Edad Media cambia completamente tras una relectura crítica de las fuentes, que
tienen su mejor parte justo en lo que no mencionan (Georges Duby).
Alternativas a Annales
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Otros historiadores franceses, fuera de Annales, Philippe Ariès, Jean Delumeau y Michel Foucault,
este último en las fronteras de la filosofía, describen la historia de los temas de la vida diaria, como
la muerte, el miedo y la sexualidad. Quieren que la historia escriba sobre todos los temas, y que
todas las preguntas se respondan.
Desde una orientación completamente opuesta (la derecha católica), Roland Mousnier realizó una
aportación decisiva a la historia social del Antiguo Régimen, negando la existencia de lucha de
clases e incluso de estas mismas, en beneficio de lo que describe como una sociedad de órdenes y
relaciones clientelares.42
Peter Burke
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«Nueva historia» es la denominación, popularizada por Pierre Nora y Jacques Le Goff (Hacer la
Historia, 1973), que designa la corriente historiográfica que anima la tercera generación
de Annales. La nueva historia trata de establecer una historia serial de las mentalidades, es decir,
de las representaciones colectivas y de las estructuras mentales de las sociedades.
Entre sus representantes más significativos están Peter Burke, Roger Chartier, Robert
Darnton, Patrice Higonnet, Lynn Hunt, Keith Jerkins y Sarah Maza. Su objeto de estudio se centra
en las culturas a lo largo de la historia, entendiéndose por «culturas» según la definición
de Clifford Geertz en su método de la «descripción densa», a la dimensión simbólica de la acción
como un conjunto de significados heredados y expresados simbólicamente en los hábitos de la
vida cotidiana. La historia cultural considera que todas las sociedades del pasado han tenido
cultura, sin hacer juicios de valor en considerar a unas mejores o peores que otras. Otro principio
clave de esta corriente historiográfica, es aplicar el concepto de la «otredad», es decir, ver al
«otro» desde «el otro» a las demás culturas. Consideran que no existe una cultura homogénea,
sino que hay «subculturas» insertas a su vez, dentro de otras culturas, civilizaciones o regiones. La
cultura, es concebida como la tradición recibida y modificada por quienes la han heredado, y que a
su vez, han hecho una «construcción simbólica» de las sociedades.43
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Se ha dicho que cada generación tiene derecho a reescribir la historia.44 En el ámbito académico, la
revisión de las formas de entender el pasado forma parte de la tarea del historiador profesional.
Hasta qué punto esa revisión se plantea científicamente, como un falseamiento de las
certidumbres anteriormente establecidas (Karl Popper) y no pseudocientíficamente, como haría lo
que se denomina de forma peyorativa revisionismo historiográfico es algo de difícil evaluación.
Una prueba de toque sería detectar si el revisionista es un outsider del mundo académico, que se
dedica al uso político de la historia, cosa que por otra parte es vicio común: la historia siempre se
ha usado como arma en la transformación social, y los medios académicos no han sido nunca una
excepción. En historiografía, ciencia social, es difícil ver si nos encontramos ante un cambio
de paradigma como los que estudió Thomas Kuhn para las ciencias experimentales (Historia de las
revoluciones científicas), fundamentalmente porque nunca hay un consenso tan universalmente
compartido como para entender que la desviación de él sea una revolución.45
Una de las grandes polémicas revisionistas (en el buen sentido) vino con el segundo centenario de
la Revolución francesa (1989). Autores de tendencia estructuralista, cercanos a Annales (François
Furet o Denis Richet), sintetizaron los estudios de las décadas de 1970 y 1980 en lo que pretendía
ser un nuevo paradigma interpretativo alternativo al marxista que había dominado la historia
social del periodo: Albert Soboul, Jacques Godechot, y más recientemente Claude
Mazauric, Michel Vovelle o Crane Brinton (Anatomía de la Revolución). Lejano de ambas
tendencias, Simon Schama y los nuevos narrativistas hacen una historia cultural de lo político y
muy narrativa, anti-estructuralista y de tintes tendencialmente conservadores (iniciada
por Richard Cobb ya en la década de 1970). También mantiene distancia frente a la nouvelle
Histoire Politique de René Rémond. Arno Mayer se lamenta de que la revisión haya dado cancha a
un uso político de la historia en el que se condenan a priori las revoluciones como inherentemente
perversas.46
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Logo oficial del bicentenario
Por otra parte el uso de la historia para celebrar acontecimientos que cumplen años «redondos»
(centenarios, decenarios, etc.) es una ocasión de lucimiento profesional para los historiadores, de
acercamiento de la disciplina al gran público y de coartada para distintos tipos de justificaciones. El
bicentenario de Estados Unidos (1976) había sido un precedente difícil de superar en cuanto a
impacto mediático y coste económico. Las últimas que recordamos para España fueron la de
la guerra civil española (1976, con la innovadora exposición del Palacio de Cristal de los Jardines
del Retiro comisariada por Javier Tusell; 1986, cincuentenario que se aprovechó también para
recordar particularmente a Antonio Machado, y García Lorca con la izquierda en el poder; 1996;
2006, con los debates sobre la memoria histórica), Carlos III (1988, en emulación de la paralela
preparación del bicentenario francés), el Quinto Centenario del Encuentro entre dos
Mundos (1992), Cánovas (1998), el Año Quijote (2005). Existe incluso una Sociedad Estatal de
Conmemoraciones Culturales, que mantiene una apretada agenda.47
Sin necesidad de conmemorar algo más concreto que su propia intemporalidad, pero con el
mismo afán justificativo (en el que tiene milenios de ventaja) la Iglesia católica española ha
realizado el conjunto de exposiciones más notable: Las edades del hombre,48 repaso temático de
asuntos religiosos ilustrado sucesivamente con distintos soportes histórico-artísticos
exquisitamente seleccionados y expuestos (libros, música, escultura...) itinerante por las
catedrales de Castilla y León, que en sí mismas ya justificaban la visita. El mismo formato y
comisario tenía Inmaculada, que conmemoraba el 150 aniversario del dogma (Catedral de la
Almudena, Madrid, 2006) y que sirvió para compensar la reciente inauguración del edificio, de
gusto y decoración discutidos. Inspirada en ellas se realizó por el gobierno navarro la
exposición Las Edades de un Reino (Pamplona 2006, coincidiendo con la del centenario de
San Francisco Javier en Javier).
Historiografía anglosajona
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Los Estados Unidos son muy pródigos en la experimentación de nuevos enfoques metodológicos,
como
los case-studies (desde los años 1970). Un case study es un método particular de
investigación cualitativa. Más que utilizar grandes bases de datos y rígidos protocolos para
examinar un número limitado de variables, este método implica un examen longitudinal
de un caso: un solo hecho. La historia se acerca al método experimental.49
la llamada World History (desde los años 1980), que compara las diferencias y semejanzas
entre regiones del mundo y llega a nuevos conceptos para describirlas (considera a Arnold
J. Toynbee un precursor).
También es destacable el papel de Estados Unidos como receptor de intelectuales europeos antes
y después de la Segunda Guerra Mundial, como fue el caso de Mircea Eliade, el mayor renovador
de la historia de las religiones o historia de las creencias (Lo sagrado y lo profano, El mito del
Eterno Retorno).
Pero las principales aportaciones de los historiadores ingleses, que disponen de publicaciones
comparables a Annales (Past and Present) están en el centro de la corriente principal de
producción historiográfica, para el caso de esta revista, de tendencia marxista, entre los que
figuran autores de la talla de E. P. Thompson, Eric Hobsbawm, Perry Anderson, Maurice
Dobb, Christopher Hill, Rodney Hilton, Paul Sweezy, John Merrington... que en modo alguno
debemos entender como una tendencia unitaria, pues, tras los años de la Segunda Guerra Mundial
y su posguerra (en que muchos de ellos funcionaron como el Grupo de historiadores del Partido
Comunista de Gran Bretaña) fueron alejándose entre sí y de las posiciones marxistas ortodoxas,
dando origen a lo que se ha venido en llamar tendencia marxiana. Las polémicas entre ellos y con
autores no marxistas, como H. R. Trevor-Roper, se hicieron merecidamente famosas.
Cada autor debe verse a través de su posición personal, como los norteamericanos John
Lukacs, Gertrude Himmelfarb, Peter Gay (perspectiva psicológica) o Immanuel Wallerstein (del
campo de la historia económica y social, que ha desarrollado un concepto de sistema mundial en
la línea de Fernand Braudel); los británicos Steven Runciman (medievalista imprescindible para
las Cruzadas), E. H. Carr o Lawrence Stone; los canadienses Donald Creighton o Bruce
Trigger (etnohistoriador y arqueólogo); o los ya citados Arno Mayer, Richard Cobb, Crane
Brinton o Simon Schama.
Historiografía italiana
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Historiografía alemana
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La introspección de los intelectuales alemanes ante su papel frente al nazismo y los distintos
grados de responsabilidad de la nación, el pueblo o las clases dirigentes alemanas sobre las
dos guerras mundiales y el convulso período de entreguerras que presenció el surgimiento
del nazismo fue objeto de la atención de historiadores de muy distintas tendencias, como Gerhard
Ritter Hans-Ulrich Wehler o Karl Dietrich Bracher. La denominada polémica de los historiadores de
los años ochenta entre el filósofo Jürgen Habermas (que sostenía la presencia constante del
nazismo) e historiadores como Ernst Nolte y Joachim Fest (quienes pretendían tomar distancia
frente a «ese pasado que no pasa» analizando cuestiones tan espinosas como el Holocausto desde
una perspectiva que a sus oponentes parecía casi justificadora, equiparando nazismo y
comunismo) presidió la década de los ochenta, previa a la reunificación alemana de 1989.50
Los hispanistas
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Maurice Legendre fue uno de los iniciadores del hispanismo francés a través de la Casa de
Velázquez, siguiéndole una impresionante nómina: Marcel Bataillon (con su
imprescindible Erasmo en España), Pierre Vilar (Cataluña en la España Moderna y su breve pero
influyente Historia de España), Bartolomé Bennassar (modelo de cómo la historia local puede
integrarse en la corriente central de la historiografía de vanguardia con su Valladolid en el siglo de
oro),51 Georges Demerson, Joseph Pérez (autoridad para las Comunidades, la Inquisición,
los judíos...), Jean Sarrailh (ejemplo de síntesis de una época con La España ilustrada de la
segunda mitad del siglo XVIII d. C.)...
El hispanismo anglosajón tiene como uno de sus decanos a Gerald Brenan (observador de El
laberinto español desde su atalaya en las Alpujarras), secundado por una lista no menos
impresionante que la francesa: Hugh Thomas (durante mucho tiempo el autor más citado de su
especialidad con Spanish Civil War), John Elliott (que con El Conde-Duque de Olivares ha dado
muestra de cómo puede una biografía reflejar una época), John Lynch, Henry Kamen, Ian
Gibson (irlandés nacionalizado español, autor de imprescindibles biografías de los gigantes
culturales del siglo XX d. C.), Paul Preston, Gabriel Jackson, Stanley G. Payne, Raymond
Carr, Geoffrey Parker, Edward Malefakis...
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Archivo de la Guerra Civil en Salamanca
Entretanto, las universidades españolas se vacían por la guerra civil y el exilio interior y exterior. A
la mitad del siglo XX d. C. podía contemplarse repartido por todo el mundo un nutrido grupo de
individualidades: Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz, Julio Caro
Baroja, José Antonio Maravall, Jaume Vicens Vives (a quien se debe entre otras aportaciones, la
creación del Índice Histórico Español en 1952), Antonio Domínguez Ortiz, Luis García de
Valdeavellano, Ramón Carande y Thovar...
En la segunda mitad del siglo XX d. C. se produce una intensa renovación metodológica en todas
las ramas de la ciencia histórica, y se multiplican los departamentos universitarios. Algunos
historiadores vuelven del exilio, donde se habían mantenido como referentes de una forma de
hacer historia no sometida a censura, es el caso de Manuel Tuñón de Lara, preocupado por la
reflexión metodológica (materialismo histórico) a la vez que mantiene una postura militante en
política. Es de destacar la labor efectuada, también en Francia, por la editorial Ruedo Ibérico,
cuyos libros se distribuían de forma semiclandestina, así como de algunas en México (Fondo de
Cultura Económica).
Hay una división clara entre una minoría de historiadores conservadores (Luis Suárez
Fernández, Ricardo de la Cierva) y una mayoría abiertos a las nuevas tendencias, que no forman
una corriente historiográfica unida. Ver Gonzalo Anes, Julio Aróstegui, Miguel Artola, Ángel
Bahamonde, Bartolomé Clavero, Manuel Espadas Burgos, Manuel Fernández Álvarez, Emiliano
Fernández de Pinedo, Josep Fontana, Jordi Nadal, Gabriel Tortella, Javier Tusell, Julio Valdeón
Baruque...
Son reseñables las figuras destacadas en campos de estudio concretos: la de Francisco Tomás y
Valiente y Alfonso García-Gallo en la historia del Derecho, la de Emilio García Gómez en
el arabismo, la de Guillermo Céspedes del Castillo en americanística, la de Antonio García y
Bellido y Antonio Blanco Freijeiro en la arqueología, las de Pedro Bosch Gimpera, Luis Pericot, Juan
Maluquer o Emiliano Aguirre en la prehistoria (la de este último vinculada al inicio del excepcional
yacimiento de Atapuerca, cuyo estudio es continuado por Juan Luis Arsuaga, Eudald
Carbonell y José María Bermúdez de Castro que han puesto a la prehistoria española en el centro
de la atención mundial).
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No puede dejarse de referir lo que podría llamarse la historia excéntrica, o alejada del "consenso"
o campo central del trabajo de los historiadores "oficiales". Siempre ha habido literatura
semejante, y podría recordarse un ejemplo notable, como Ignacio Olagüe y su libro La Revolución
islámica en Occidente, que pretendía probar la inexistencia de invasión árabe en el siglo VIII d. C., y
que obtuvo algún eco en los años 1960 y 1970.53
No es la española la única historiografía que debe enfrentarse con la excentricidad: el caso más
llamativo de los últimos años ha sido seguramente el de la atribución del descubrimiento de
América al almirante chino Zheng He.56
La utilización de la historiografía para falsear la historia es tan antigua como la propia disciplina
(habría que remontarse al menos hasta Ramsés II y la batalla de Kadesh), pero en el siglo XX d. C.
la capacidad que alcanza el Estado y los medios de comunicación de masas (llamados cuarto
poder) permitieron a los regímenes totalitarios jugar con la posibilidad de cambiar la historia, no
solo hacia el futuro, sino hacia el pasado. La novela 1984 de George Orwell (1948) es un
testimonio de lo verosímil que esto resultaba. Las fotografías retocadas fueron una especialidad
no solo de Stalin contra Trotski, sino del mismo Francisco Franco con Hitler.58 El propio Winston
Churchill tenía claro, incluso desde la democracia, que «La historia será amable conmigo, porque
tengo la intención de escribirla».59 La reflexión acerca de si la historia es escrita por los vencedores
es una tarea más propia de los filósofos de la historia.
Lo cierto es que en historia todo cambia, nada es permanente, y mucho menos su ocultamiento,
como prueba el debate sobre la subasta al alza de malignidad entre izquierdas y derechas, que aún
dará para muchos libros como el de Stéphane Courtois (El libro negro del comunismo, 1997) y su
respuesta El libro negro del capitalismo.
Véase también
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Archivística
Arqueología
Documentación
Historia cultural
Historia natural
Historia universal
Gran Historia
Historia e historiografía
Historia evenemencial
Tiempo histórico
Tiempo geológico
Historia de América
Edad Media
Coyuntura
Fernand Braudel
Fuente histórica
Método histórico
Historiología
Ciencias Históricas
Referencias
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Un género que se enfrenta a la dura y efímera realidad para indagar su sentido y reflejarla
(Tucídides se presentaba como un austero "notario") con rigor y precisión. Pero cada gran
historiador tiene su voz y su mirada, aunque intente dar una versión desapasionada -sine ira et
studio- de cuanto selecciona y transmite lo que cree preciso "salvar del olvido para el futuro"
(Heródoto). En toda historiografía late esa apuesta por el relato objetivo, pero es inevitable el
acento propio, un estilo subjetivo y una impronta personal. Algunos historiadores fueron grandes
escritores; pero incluso los de plumas más grises tienen su estilo propio (y, de propina, su valor
literario).
La historia no fue nunca una ciencia exacta, sino un método para recobrar y reflejar el pasado. No
una epistéme, sino una téchne, como se decía en griego. Y se articula como una serie de
"historias".
7. ↑ Jacques Le Goff cita a Raymond Aron que a su vez desarrolla la teoría de Max
Weber en Pensar la historia: Modernidad, presente, progreso, pg. 91. Jerzy
Topolski Definiciones generales de la materia de la historia (como ciencia),
en Metodología de la historia, p. 53, cita a E. Bernheim, R. G. Collingwood, R.
Aron, M. Bloch, J. Huizinga, L. Febvre, E. Callot y otros.
8. ↑ Pierre Vilar, repetido por Manuel Tuñón de Lara y citado por José Luis de la
Granja Sáinz, Alberto Reig Tapia y Julio Aróstegui en Tuñón de Lara y la
historiografía española, p. 177.
16. ↑ Saltar a:a b c Álvarez Rey, L.; Aróstegui Sánchez, J.; García Sebastián, M.; Gatell
Arimont, C.; Palafox Gamir, J.; Risques Corbella, M. (2013). «Las raíces históricas
de España». Historia de España. España: Vicens Vives. p. 36. ISBN 9788431692582.
17. ↑ De hecho, hay bibliografía sobre el tema: Harold BOLITO: Japón Meiji. Madrid:
Akal, 1991. ISBN 84-7600-718-3. Un breve acercamiento accesible en: Mauro
BONIFAZI: Japón: revolución, occidentalización y milagro económico.
22. ↑ Claude Lévi Strauss analiza desde el punto de vista antropológico el significado
de estas nociones del tiempo, también desde una perspectiva diacrónica y
sincrónica; véase artículo de Regina MARTÍNEZ CASAS (2003): De la orilla de la
eternidad informacional a la atemporalidad del ritual.
27. ↑ No obstante, son muy sofisticados desde muy antiguo, como se encargó de
divulgar el clásico de Samuel Noah KRAMER (1965-1974) La historia empieza en
Sumer. Valencia: Círculo de Lectores. ISBN 84-226-0555-4, una magnífica
introducción a la historia para todos los públicos, como también lo es, para Egipto,
la equivalente obra de CERAM Dioses, Tumbas y Sabios
29. ↑ China primitiva, en Historia Universal: El País: Salvat, tomo 3, Madrid: Salvat
Editores. ISBN 84-345-6232-4
30. ↑ Entre los que pueden citarse a Joseph Ki-Zerbo o a Cheik Ant Diop.
33. ↑ Una página web de referencia para la historia de la literatura, en este caso para
la prosa bajomedieval Archivado el 24 de septiembre de 2015 en Wayback
Machine..
34. ↑ Saltar a:a b Pavón Benito, Julia (2014). «La cronística bajomedieval del reino de
Navarra: síntesis historiográfica y nuevos planteamientos de interpretación de los
textos históricos». Monarquía, crónicas, archivos y cancillerías en los reinos
hispano-cristianos: siglos XIII-XV (Institución "Fernando el Católico"): 347-
376. ISBN 978-84-9911-307-4. Consultado el 31 de octubre de 2024.
35. ↑ Martin, Georges (11 de febrero de 2010). «Libro de las generaciones y linajes de
los reyes ¿Un título vernáculo para el Liber regum?». e-Spania. Revue
interdisciplinaire d’études hispaniques médiévales et modernes (9). ISSN 1951-
6169. doi:10.4000/e-spania.19852. Consultado el 31 de octubre de 2024.
39. ↑ Texto citado por cronistas posteriores, pero considerado perdido hasta hace
poco: el año 2001 el profesor Muhammad ben Mamar identificó un único
ejemplar (26 páginas) en una biblioteca de Tinduf, que ha sido traducido por
Guillem Rosselló-Bordoy y Nicolau Roser. National Geographic, marzo de 2009, pg.
8.
40. ↑ Una página web de referencia para la historiografía andalusí:[10]. Y otra, que
incluye toda su literatura:[11] Archivado el 11 de noviembre de 2006 en Wayback
Machine..
41. ↑ Debate intelectual en la historiografía, en Artehistoria.
43. ↑ Duda de Lutyk, Marta; Busts de Evans, Silvia (2006). Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad Nacional de Cuyo, ed. Los historiadores y sus textos. Tomo III:
siglos XX-XXI: Las nuevas historias. Centro Universitario, Parque General San
Martín, Mendoza, Argentina.: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional de Cuyo. p. 254. ISBN 978-950-774-116-6.
46. ↑ Arno MAYER: The Furies: Violence and Terror in the French and Russian
Revolutions Princeton University Press, 2002. ISBN 0-691-09015-7. Hay traducción
castellana: Las Furias. El comentario se localiza en la introducción.
48. ↑ La página de la Fundación Las Edades del Hombre, que desde noviembre de
2006 exhibe Kirios en Ciudad Rodrigo: [13]
49. ↑ Los autores más conocidos de este método son Robert Stake y Jan
Nespor (véase Wikipedia en inglés [14])
54. ↑ Pío MOA (2006): 70 aniversario del comienzo de la guerra civil, en Libertad
Digital:[18] Archivado el 14 de octubre de 2007 en Wayback Machine.
55. ↑ Timothy GARTON ASH La necesidad del debate histórico. La libertad de
expresión en Europa vive atenazada por leyes bienintencionadas que pretenden
condicionar lo que se dice y recuerda sobre los episodios más siniestros de nuestra
historia, El País, 19/10/2008.
56. ↑ Gavin MENZIES (2005): 1421: el año en que China descubrió América. España:
Debolsillo, 2005. Aparecido en inglés en 2002. El autor, marino de formación e
"historiador" autodidacta mantiene una web oficial: [19], y sus detractores
también contestan por la red: [20]. Hay artículos en la Wikipedia en castellano
sobre la Hipótesis de 1421, y en inglés también éste sobre el autor.
57. ↑ Marcelo JUSTO: La Historia reescrita con papeles falsos (enlace roto disponible
en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)., ABC, 7 de
mayo de 2008
Bibliografía
[editar]
ANDERSON, Perry (1996). Los fines de la historia. Barcelona: Anagrama. ISBN 84-339-0536-
8.
Aullón de Haro, Pedro (ed.) (2015), Historiografía y Teoría de la Historia del Pensamiento,
la Literatura y el Arte. Madrid: Dykinson.[22]
Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke, Felipe Soza (2013). Comprender el pasado:
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BLOCH, Marc. Introducción a la Historia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1982.
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Enlaces externos
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Los historiadores y sus textos. Siglos XX-XXI, las nuevas historias. Duda de Lutyk, Marta y
Bustos de Evans, Silvia (Coord.). 1.º ed. Mendoza: Editorial de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, 2007.
A propósito de: Fernando Devoto y Nora Pagano, Historia de la historiografía argentina, Buenos
Aires, Editorial Sudamericana, colección “Historia Argentina”, 2009, 475 p.
Andrés G. Freijomil
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.61160
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Argentina, siglo XIX, siglo XX, continuum, historia cultural, historiografía, prosopografía
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Texte intégral
2Es por eso que esta Historia de la historiografía argentina es, esencialmente, un libro de ideas
donde la economía del dato es empleada en aras de la inteligibilidad funcional del conjunto y no
como el recuento enciclopédico de vidas y obras2. Si el nada sencillo equilibrio logrado por los
autores entre el pormenor y la síntesis, intenta revelar del modo más exhaustivo posible cada
momento histórico del campo del arte historiográfico en la Argentina, no por ello renuncian a
operar una selección necesaria y a deslizar una hermenéutica personal, tácita o explícita, cuya
tarea consiste en formular o reformular hipótesis, en releer de otro modo cánones instituidos y
derroteros consagrados, en proponer nuevas cronologías y en matizar vulgatas largo tiempo
inalterables. En suma, en desterrar cualquier “noble sueño de objetividad”, un propósito que, por
supuesto, hoy resulta indudable para cualquier historiador, pero que no lo es tanto para el gran
público cuando de construir una nueva “historia de la historiografía argentina” se trata, y,
fundamentalmente, cuando el último que realizó una obra similar fue Rómulo Carbia en
19253 bajo la estela de un paradigma historiográfico cuyas premisas aún perduran entre las
representaciones colectivas que los no especialistas tienen de la historia. Aquel sería, tal vez, el
único componente “pedagógico” que, sin proponérselo, tiene la obra. Es por todo ello que no sólo
se trata de un libro de ideas, sino también de un libro provisto de múltiples preguntas cuyas
respuestas (afortunadamente) nunca pretenden agotarse. Sin embargo, el que acaso sea su mayor
acierto es la fabricación de la obra como un continuum histórico, si bien no lineal ni prescriptivo, sí
dotado de una cadencia que permite observar, a través del tiempo y en palimpsesto, secuencias
de cambio y de continuidad en un campo historiográfico permanentemente reformulado.
Justamente, a pesar de las deudas intelectuales que los autores reconocen tener, en principio, con
Marc Bloch y Arnaldo Momigliano, respecto del concepto de historiografía que consideran más
oportuno (“una convergencia entre un conjunto de esquemas generales de interpretación del
pasado y una serie de técnicas o instrumentos para operar con los restos de ese pasado”4), en lo
concerniente a la propia materialidad de la obra, ésta no deja de conservar un depurado esprit de
“síntesis histórica”, aunque sin pretender, naturalmente, ninguna rehabilitación del término tal
como lo expuso Henri Berr hace un siglo5, sino más bien reelaborándolo a partir de su
funcionalidad metodológica y donde, a contraluz, es posible leer las mutaciones epistemológicas
que sufrió el conocimiento histórico en los últimos cuatro decenios (y cuyo estudio, cabe lamentar,
queda fuera del marco temporal de la obra). En todo caso, en una época en que los grados de
especialización y de fragmentación de la disciplina suelen postergar y, en ocasiones, desdeñar una
necesaria perspectiva general que armonice el fecundo crisol de investigaciones particulares, este
esfuerzo por forjar el tiempo largo de una trama histórica con un criterio sistemático no invariable
(que, por supuesto, también corresponde al de la propia colección “Historia Argentina”), es de
agradecer, sobre todo, al tratarse de una obra en colaboración.
7 “Paul Groussac entre dos siglos. Un maestro sin discípulos”, tal el primer título que
recibió la i (...)
3Y allí reside, precisamente, otra de las características que mejor definen este trabajo. Tal como
sus autores lo confiesan en el prefacio, nos encontramos ante un producto bifronte donde Devoto
y Pagano imprimen a sus respectivos y alternados tres capítulos un modo singular de articular las
lógicas de cada tradición historiográfica, así como una selección diferente de las variables que
permiten ponerlas en funcionamiento. En cuanto a forma y contenido, las diferencias entre ambos
no son menores y si, por un lado, obligan al lector a un incesante ejercicio de adecuación y
readecuación entre un capítulo y otro, también se asumen como el feliz tino de la decisión de sus
autores: evitar la hibridización del discurso mixto y proponer en su lugar y no sin riesgos, dos
prácticas diferentes de operación historiográfica que conserven una coherencia visible,
multiplicando, de tal modo, las perspectivas del trabajo y el horizonte de los lectores. Así, es
posible distinguir, como primer rasgo general en la construcción de sus relatos, varios
movimientos centrífugos en los capítulos redactados por Nora Pagano y unos de carácter más bien
centrípeto en los de Fernando Devoto. Si la historiadora rastrea, ante todo, los contextos de
producción como grandes escenarios políticos y culturales donde los desplazamientos de sus
actores buscan reforzar, sortear o quebrar los márgenes inicialmente planteados, Devoto, en
cambio, suele privilegiar un pasaje inverso, llevando a cabo, a partir de una serie de figuras
meticulosamente seleccionadas de acuerdo con su relevancia historiográfica, un ejercicio
prosopográfico cuyo eventual repliegue en sí mismo, le permite construir una pausa y arrojar luz al
contexto en que cada figura halla el eco que le imprime a su pensamiento. Sería un error, sin
embargo, imaginar esta doble arquitectura de manera dicotómica. En realidad, la obra fluctúa
entre el espíritu de colaboración y una práctica individual de escritura que, a juzgar por esa misma
oscilación, no podría pensarse como un “nous est un autre” dado que, precisamente, la estrategia
empleada no admite el surgimiento de un “tercer autor”6. Si bien entre ambos componen una
poética de la combinatoria que se funda en una dinámica de la interacción y la complicidad a
través de la cual comparten varios puntos de vista y establecen una práctica de lecturas cruzadas,
el contraste de estilos y la divergencia en ciertas miradas sella una bifurcación no menos
manifiesta. Agreguemos, asimismo, que la obra también abona a otro concepto de colaboración
cuando ésta excede el marco de la autoría bifronte y deviene plural, extendiéndose al campo
historiográfico argentino en el que se inscribe, y que se compone, tal como lo señala el minucioso
“Ensayo bibliográfico”, por una vasta red material de trabajos monográficos dispersos, de libros
publicados y de tesis que aún esperan su editor. En todo caso y por tomar una expresión empleada
en varios pasajes del libro que parece cifrar el uso de matices a lo largo de la obra, es dable señalar
que a partir de aquel continuum antes mencionado, esta fabricación encontrará en cada capítulo
la “modulación” exacta que le permite abrazar, pero, a la vez, huir del siguiente, particularidad que
define las lógicas de ambas narraciones y las formas en que cada uno de los autores utilizará las
herramientas metodológicas que considera pertinentes para ensamblar el todo. De tal modo,
culminar un capítulo de Pagano y comenzar uno redactado por Devoto, acusa un cambio en el
ritmo de lectura que vendrá dado por un protocolo de escritura más clásico, perceptible ya en la
organización por acápites más extensos y por una notable disminución en el uso de intertítulos,
por lo general, más indicativos y menos gráficos. No obstante, esa diferencia formal del paratexto
no disuelve la transición entre relatos, sino que más bien la torna visible. Por ejemplo, en el pasaje
del capítulo primero al segundo, ésta quedará asegurada por la figura de Groussac que Pagano
reserva para las últimas páginas de su capítulo. Así, la traza de este “maestro sin discípulos”7 que
hace suya una específica tercera vía relativamente aislada frente al ancien régime intelectual y
cuyo derrotero va “de los márgenes al centro del espacio cultural argentino”8, es el que le
permitirá a Devoto ensamblar los contornos de la naturaleza epocal del “positivismo” con las
incipientes historiografías decimonónicas: tal el cometido, en absoluto azaroso, de la cita que
inaugura su capítulo, procedente de un pasaje del prólogo a la Locura en la Historia de Ramos
Mejía, escrito por el propio Groussac. Pero lo que tal vez resulte más interesante de observar en
esta obra son las artes de hacer y de pensar las historiografías y, especialmente, la maleabilidad a
que han sometido los autores su propio discurso a la hora de precisar la naturaleza de cada
universo particular.
9 Tal como, por ejemplo, son esbozadas en Sandra Gayol y Marta Madero (ed.), Formas
de historia cult (...)
4De tal manera, con un singular acento en las posibilidades que ofrece la historia cultural9, Pagano
exhibe el contenido de las iniciativas historiográficas dentro de un marco formal donde la
producción, la reproducción y la circulación de los escritos ingresan en un campo intelectual regido
no sólo por patrones de legitimación social e institucional, sino por industrias culturales específicas
que convalidan, obstruyen o construyen las estrategias de los actores. A este respecto, cabe
señalar el notable cuidado con que a menudo indica el origen material de las obras en formato
libresco, en cuanto a la conversión que sufre el artículo de revista o de prensa periódica cuando
luego deviene capítulo de libro, guisa que le permite restituir una práctica editorial allí donde la
circulación de impresos recupera su expansión y las contingencias de transmisión lectora se
diversifican. Así pues, son dos, al menos, las “formas de hacer historiografía” que instrumenta
Pagano. En principio, la exploración de un movimiento periférico que contornea el surgimiento de
nuevas representaciones, cuestiones con las que no pretende “ilustrar” o complementar las
delineaciones historiográficas “centrales” de cada tradición, sino introducirlas en los nuevos
mecanismos de aquel contexto como legítimos dispositivos de transmisión de un pasado. No
obstante, es la segunda “forma” la que marcará el espacio subyacente de su hermenéutica: la
gravitación de los cuadros de recepción y la materialidad de las ideas. A este respecto, con sus
referencias a la circulación de impresos en la prensa periódica, al establecimiento de librerías-
editoriales, o a la proliferación de revistas cada vez más especializadas, Pagano permanece atenta
a los soportes materiales que vehiculizan los debates y la construcción de aquellas colectividades
imaginadas. Valga, en este sentido, el ejemplo de la Historia de Belgrano y de la independencia
argentina, obra que perderá su tradicional halo demiúrgico para cristalizarse en un objeto escrito y
legible que, si bien continúa portando una nueva configuración historiográfica, atravesado por
diferentes contextos de recepción y sometido al flujo de cuatro ediciones, va convirtiéndose en
sucesivos libros en cuya modificación no sólo interviene cada vez un “nuevo” Mitre, sino también
las diferentes comunidades interpretativas que lo avalan o critican. Todo un procedimiento que
también puede encontrarse en Devoto quien, por su parte, traza derroteros de hombres y
movimientos, internándose en los enjeux de las ideas que sugieren las principales obras a partir de
una historia intelectual de la historiografía, tras la cual y de modo recurrente, se adivina la
presencia del historiador de lo social. Esta implícita posición concede a los historiadores que
indaga una práctica del oficio donde, precisamente, el lugar social, las especificidades de la
formación académica y la retórica de su producción escrita permanecen vinculadas a la
complejidad de los campos intelectuales en que ponen a prueba la legitimidad de sus
contribuciones. Con todo, tal como sucede en los capítulos redactados por Pagano (aunque a
partir de articulaciones levemente diferentes), Devoto extrae algunos valiosos elementos
historiológicos que se deducen de las historiografías exploradas, elementos que le permiten trazar
la emergencia de concepciones coyunturales de historia sujetas a discusión y revisión. Y en suma,
el énfasis que pone en los visos de cada actor colectivo, en los matices que cada figura individual
despliega a lo largo de la historia interna de sus publicaciones, así como el modo en que el flujo de
ideas europeas o vernáculas opera en ellos, convierte cada estudio particular en la expresión de
una dimensión intelectual más amplia que, por cierto, no acepta apremios conceptuales. En este
sentido, tanto en el relato de Pagano como en el de Devoto se encuentra esa diligencia por
desbrozar los apresurados determinismos que suelen rodear y atenazar las dimensiones de un
itinerario individual o colectivo, de una corriente de ideas o de una época falsamente monocorde.
Así pues, sirviéndose del concurso entre un grupo letrado particular y un momento intelectual
preciso, Devoto narrará sus capítulos a partir de una inspiración que podríamos
denominar plutarquiana y no, por cierto, en un sentido historiográfico, sino organizativo. Es decir,
si por aquélla entendemos una estructura narrativa basada en la construcción de derroteros
compatibles más o menos centrípetos, cuya cohesión no es impedimento para una distribución de
contradicciones y permanencias dentro de cada una de las figuras, ni para la intersección entre
unas y otras. Así, más de una vez, ese concurso también podrá leerse en un sentido metodológico:
vidas paralelas que coincidirán en las prácticas de sociabilidad y en los influjos eruditos, pero cuyos
derroteros intelectuales, institucionales y políticos (así también como las eventuales
contribuciones historiográficas) se querrán disímiles. Tal el caso del estudio de la obra del primer
José Mª. Ramos Mejía con respecto a la de su hermano Francisco en la sección “Dos puntos de
partida”, por ejemplo. En todo caso, Devoto irá diluyendo este punto de partida relativamente
simétrico a medida que las lógicas historiográficas vayan demarcando nuevas miradas sobre
nuevos objetos. Y, en ese caso, disolución de simetrías será igual a decir, complejización de las
variables que definen cada obra. En este sentido, antes que derroteros de figuras, Devoto trazará
los derroteros de las obras. En suma, tras la vertiginosa movilidad discursiva que imprime Pagano
al estudio de las diferentes representaciones, creencias y prácticas (ya sean centrales o periféricas)
de la historiografía de la segunda mitad del siglo XIX, de la establecida por ese complejo
entramado que fue la Nueva Escuela Histórica, y por la llamada historiografía de las izquierdas, es
Devoto quien será luego el encargado de hacer un alto un tanto más acompasado y deconstruir
categorías caras a la historiografía como “positivismo” o “revisionismo” y, finalmente, en el último
capítulo, pasar la delicada revista de la generación compuesta por aquellos historiadores que no
fueron sino sus maestros.
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Notes
3 Carbia, Rómulo, Historia crítica de la historiografía argentina, Buenos Aires, Imprenta y Casa
Editora Coni, 1940.
5 Berr, Henri, La síntesis en la historia. Su relación con la síntesis general, Traducción de José
Almoina, México, UTEHA, “La Evolución de la Humanidad”, 1961.
7 “Paul Groussac entre dos siglos. Un maestro sin discípulos”, tal el primer título que recibió la
investigación que Paula Bruno llevó a cabo sobre el intelectual francés y cuya versión publicada
luego se tituló Paul Groussac. Un estratega intelectual (Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica / UdeSA, “Historia”, 2005).
9 Tal como, por ejemplo, son esbozadas en Sandra Gayol y Marta Madero (ed.), Formas de
historia cultural, Buenos Aires, Prometeo Libros / Los Polvorines, Universidad Nacional de General
Sarmiento, “Historia Extramuros”, 2005, pp. 11-27. Para una actualización del concepto “historia
cultural”, cf. el artículo de Roger Chartier que también introduce esta obra, “¿Existe una nueva
historia cultural?”, pp. 29-43 y para los orígenes y derivaciones de la misma, Philippe Poirrier, Les
enjeux de l’histoire culturelle, Paris, Seuil, “Points Histoire”, 2004.
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Référence électronique
Andrés G. Freijomil, « Formas de hacer historiografía. », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne],
Comptes rendus et essais historiographiques, mis en ligne le 07 avril 2011, consulté le 12
novembre 2024. URL : http://journals.openedition.org/nuevomundo/61160 ; DOI :
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.61160
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Andrés G. Freijomil
Historiología
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Historiología
(Ciencias de la
Historia)
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El término historiología fue utilizado por José Ortega y Gasset en su texto “Historia como sistema”
(1941). En dicho texto, Ortega y Gasset señala que el ser humano es un sujeto histórico, que
necesita analizar los eventos de pasado para comprender su identidad. Asimismo, el autor
establece que los datos históricos carecen de importancia si no son observados a la luz de
un método analítico – descriptivo. Es aquí donde entra en acción la historiología,
como epistemología de la Historia, y se vale de la Historiografía para identificar las causas y las
consecuencias que tuvieron los hechos históricos. Con anterioridad ya era usado en el campo
académico por Joaquín Manuel de Moner y de Siscar en 1876 (Tratado de historiología e
historiografía y didáctica histórica);4 entre otros. Posteriormente se ha extendido el término
vinculado siempre con la Teoría de la Historia.
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Tanto el materialismo cultural de Marvin Harris como el materialismo histórico de Karl Marx son,
además de teorías de los sistemas sociales existentes, auténticas teorías sobre los procesos
generales que condicionan los acontecimientos históricos, que en principio pueden someterse
a falsación. De manera similar, las explicaciones de Jared Diamond, sin pretender ser una teoría
completa usa factores materiales que inducen un cierto grado de determinismo geográfico.
De acuerdo con las propuestas materialistas, tras la mayoría de cambios sociales de importancia
existen causas materiales, prácticas o económicas. Dentro de las causas materiales podemos
distinguir por ejemplo:
Causas climáticas. Otras veces los cambios climáticos han afectado a la producción en el
sector primario o agropecuario, provocando alteraciones de precios, cambios en la
producción, fenómenos de redistribución de la riqueza, que son susceptibles de
desencadenar cadenas causales que favorezcan o desfavorezcan cierto tipo de actividades
económicas. Así el aumento de temperaturas en Europa a partir del siglo VIII mejoraría las
condiciones de navegación en el Atlántico norte, disminuyó el tiempo de maduración de
las cosechas en el norte de Europa, factores que influyeron positivamente en el aumento
de población de Escandinavia y la expansión vikinga hacia el sur de Europa y América.
Otros autores han señalado otras causas materiales como causas de importantes impactos en
procesos históricos
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3. Síntesis, en que se engarzan los datos y las informaciones para que cuadren en el marco
general en que se sitúa lo investigado, conectando las informaciones verificadas con las
causas y con las consecuencias de las mismas.
Fuentes históricas
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Artículo principal: Fuente documental
Una fuente histórica es todo objeto, documento o evidencia material que contiene o conlleva
información útil para el análisis histórico. Las fuentes históricas se clasifican de acuerdo a su origen
en fuentes primarias o directas y fuentes secundarias o indirectas. Las fuentes directas se
caracterizan por ser documentos escritos, como son periódicos, censos, estadísticas, etc. o
testimonios orales, mientras que las fuentes indirectas pueden ser restos arqueológicos o
iconografías.
Igualmente las fuentes pueden ser clasificadas a partir del soporte material o formato que
contiene la información históricamente relevante:
Fuentes documentales:
Fuentes escritas narrativas, son por ejemplo las cartas, discursos, documentos
primarios conservados o citados secundariamente en alguna otra fuente histórica.
Fuentes audiovisuales, son una fuente documental para el período más reciente
de la historia formada por películas, fotografías y otro tipo de información
obtenida a partir de imágenes.
Las fuentes iconográficas, entre las que se encontrarían los planos, mapas, pinturas,
afiches, etc ... estas fuentes pueden considerarse frecuentemente como fuentes
documentales.
Fuentes orales, están formados por relatos tradicionales y otro tipo de información
transmitida oralmente.
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Emparentada con esta concepción del mundo histórico según conexiones de sentido y contenidos
de "espíritu" articulado está la comprensión histórica que enarbola el historicismo de Wilhelm
Dilthey. Como rasgos distintivos de la Historiología filosófica o idealista se pueden mencionar la
sinopsis histórica, la concepción del curso de la historia como un desenvolvimiento ideal-dialéctico
de contenidos espirituales y la preferencia por jerarquizar conexiones de sentido en vez de
proceder a una explicación causal del acontecer histórico.
Una deriva más "sociológica" concibe los contenidos "espirituales" como inmanentes al proceso
social, llegando a postular la equiparación de sociedad-espíritu, siendo las estructuras inteligibles
inmanentes a la realidad socio-histórica. El marxismo por ejemplo formula esta exigencia
como materialismo histórico, en el cual el desenvolvimiento espiritual se convierte en una
progresión real-dialéctica de series causales. De ahí que el materialismo llegue a formular "leyes"
históricas. Ambas concepciones histórico-filosóficas, idealismo y materialismo, llegan al mismo
postulado para la ciencia histórica, que es la unidad entre teoría e historia.
Ramas principales
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Véase también
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Portal:Historia. Contenido relacionado con Historia.
Historia, Historiografía
Ciencias Históricas
Filosofía de la Historia
Metodología de la Historia
Fuentes históricas
Materialismo
Psicohistoria
Historia conceptual
Tiempo
Pasado
Cronología
Referencias
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2. ↑ Definición de historiólogo
5. ↑ https://www.fhuce.edu.uy/index.php/ciencias-historicas/departamento-de-
historiologia#:~:text=La%20Historiolog%C3%ADa%20constituye%20una
%20especializaci%C3%B3n,su%20propio%20desarrollo%20como%20saber
Bibliografía
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Theodor Haering, Die Struktur der Weltgeschichte. J.C.B. Mohr, Tübingen, 1921.
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Ernst Troeltsch, Der Historismus und seine Probleme. J.C.B. Mohr, Tübingen, 1922.
HISTORIA Y DISCURSO
Toda narrativa ofrece dos aspectos: es al mismo tiempo una historia y un discurso. Es historia en el
sentido de que evoca una cierta realidad, acontecimientos que habrían sucedido, personajes que,
desde este punto de vista, se confunden con los de la vida real. Esta misma historia podía
habernos sido referida por otros medios: por un film, por ejemplo; podíamos haberla conocido por
el relato oral de un testigo sin que ella estuviera encarnada en un libro. Pero la obra o narrativa es
al mismo tiempo discurso: existe un narrador que relata la historia y frente a él una persona que la
recibe. A este nivel no son los acontecimientos referidos los que cuentan, sino el modo como el
narrador nos los hace conocer. Desglosemos cada uno de estos aspectos para estudiarlo con más
cuidado.
HISTORIA
Para analizar la historia, hay que empezar estudiando separadamente los elementos que la
componen: a) las secuencias;
b) las funciones; c) las acciones o los actantes.
LAS SECUENCIAS
Las secuencias son una agrupación de funciones, macroestructuras narrativas básicas que,
aplicadas a las acciones y a los acontecimientos, engendran el relato. Las secuencias pueden ser
elementales o complejas.
Secuencias elementales
Las secuencias elementales agrupan tres funciones: a) una inicial, que abre las posibilidades de un
proceso o conducta a observar; b) otra media, que realiza la virtualidad en forma de conducta o
acontecimiento en acto; c) otra final, que cierra el proceso en forma de resultado alcanzado.
Ejemplo:
Secuencias complejas
Son el resultado de la combinación de las secuencias elementales, y se pueden llevar a cabo o
encadenar de diversas maneras: a) por continuidad (una acción lleva a otra y ésta a otra y ésta a
otra, etc); b) por enclave (una acción está incluida dentro de otra); c) por enlace (un mismo
acontecimiento desde la perspectiva del agente A realiza la función a, mientras que desde la
perspectiva del agente B realiza la función b). Por ejemplo:
agente A agente B
Ayuda a realizar vs Fechoría a cometer
Proceso de ayuda vs Fechoría en sí
Ayuda ejecutada vs Fechoría cometida
La sigla "vs" (versus) sirve de enlace a ambas secuencias. Por medio de estas tres reglas se pueden
establecer con exactitud el número y el tipo de secuencias que se pueden encontrar en un texto.
Todo relato consiste en un discurso que integra una secuencia de sucesos de interés humano en la
unidad de una misma acción. Donde no hay sucesión no hay relato, sino que puede haber lírica,
descripción o cronología. No hay que olvidar, además, que la base de toda intriga es el cambio, es
decir, el paso de una situación de equilibrio a otra semejante pero nunca idéntica a la primera a
través de un estado de conflicto y tensión.
LAS FUNCIONES
Las funciones pueden ser de dos tipos: distribucionales (si se refieren a la acción)
o integradoras (si se refieren al sentido).
Funciones distribucionales
Se refieren a operaciones, es decir, aquello que hace avanzar la acción o la historia hacia el fin que
se quiere conseguir. Pueden ser de dos tipos: 1- Cardinales (son las funciones que abren,
mantienen o cierran una alternativa consecuente para la consecución de la historia, y forman lo
que se podría llamar los núcleos del relato); 2- Catálisis (tienen una naturaleza completadora, pues
sirven para llenar el espacio narrativo que separa las funciones del nudo).
Funciones integradoras
Son unidades semánticas que se refieren al sentido, no a la acción. Pueden aparecer en dos
formas: a) como indicios remiten a un carácter, a una filosofía, a un sentimiento. (Si el narrador
dice, por ejemplo: "Miró hacia afuera y vio el cielo encapotado" eso es indicio de lluvia o algún
presagio de algo que va a pasar más adelante); b) como informaciones sirven para situar la
historia en el tiempo y en el espacio.
LAS ACCIONES
Si admitimos que la "historia" es una abstracción que siempre es percibida y contada por alguien,
concluiremos que es una convención, que no existe en sí a nivel de los acontecimientos mismos y
que, por tanto, se pueden distinguir en ella dos niveles: 1- la lógica de las acciones y 2- los
actantes o realizadores de esas acciones. Pues bien, lo que al análisis semiológico le debe
interesar no es el estudio de los personajes en sí, sino de las acciones que éstos llevan a cabo. En
un principio, el personaje era sólo agente de una acción, luego pasó a ser una persona, un
individuo, un ser con una densidad sicológica, social o filosófica particular, hasta llegar a adquirir,
como personaje, un carácter muy secundario. Es claro que no puede existir un solo relato sin
agentes, pero estructuralmente no pueden ser ni clasificados ni descritos como personas (por eso
reciben el nombre de "personajes"), sino definidos como participantes, adquiriendo entonces
mucha más importancia las acciones en las que intervienen.
LOS ACTANTES
No se ha de hablar entonces de Pedro, del niño, del rey o del político al analizar los realizadores de
las acciones, sino que estos personajes hay que clasificarlos de acuerdo con la función que tenga la
acción que realizan. Tanto Pedro, como el niño, como el rey, como el político, pueden, digamos,
dar o recibir un regalo, y por eso, en esas situaciones podemos llamar a cada uno con el nombre
de "donador" o "receptor" respectivamente.
Se puede decir de una manera muy general que todos los actantes realizan sus acciones movidos
por tres posibles libidos: la libido desiderandi (por el deseo), la libido cognoscendi (por el conocer)
o la libido dominandi (por el poder). De acuerdo con estos predicados de los actantes se pueden
establecer estas tres categorías actanciales:
sujeto vs objeto
remitente vs destinatario
auxiliar vs opositor
Estas relaciones entre los actantes no hay por qué reducirlas a tres situaciones únicas, sino que,
por medio de las reglas de derivación y de acción, pueden multiplicarse. Así, mediante estas
reglas podemos aplicar constantemente la oposición binaria: todo predicado puede tener un
opuesto o a toda afirmación se le contrapone en el texto narrado una negación: amor/odio,
confidencia/revelar un secreto, ayuda/impedimento, campo/ciudad, vejez/juventud,
inocencia/malicia, etc.
Para analizar los actantes hay que tener en cuenta, como método práctico, los siguientes pasos:
1. Hacer un inventario de todos los actantes que intervienen en el texto, teniendo en cuenta que
actantes son tanto los seres animados como los inanimados.
2. Indicar los actantes que intervienen en cada una de las secuencias del texto.
3. Determinar los predicados de base que determinan la función actancial.
DISCURSO
El discurso de la narración se rige según la relación que existe entre los tres componentes
esenciales del discurso: el tiempo, el modo y la voz. Tomemos cada uno de ellos
elindividualmente.
TIEMPO
Es preciso estudiar la relación existente entre dos líneas temporales: la del discurso de la ficción
(representada para el lector mediante la lineal concatenación de las letras en las palabras, de las
palabras en la página y de las páginas en la novela, es decir, el tiempo de la lectura) y la del
universo ficticio, que es mucho más compleja. Esto se lleva a cabo por medio del estudio
del orden, la duración y la frecuencia.
Orden
El tiempo que cuenta, el del discurso, nunca puede ser paralelo perfectamente al tiempo contado;
necesariamente tienen que producirse intersecciones en el "antes" y el "después". Tales
diferencias se deben a la distinta naturaleza de ambas temporalidades: el orden de los
acontecimientos de la historia es unidimensional, mientras que el orden del discurso puede ser
pluridimensional. La imposibilidad de paralelismo entre ambos conduce a "anacronías," que
pueden ser: vueltas hacia atrás o "analepsis," o anticipaciones de hechos o "prolepsis."
Duración
Al comparar el tiempo que presuntamente dura la acción representada con el tiempo que se
necesita para leer el discurso que la evoca descubrimos muchas diferencias temporales o
"anisocronías," las cuales pueden deberse a: 1- Pausas o suspensión del tiempo, debido a
descripciones, reflexiones, etc; 2- Elipsis que tienen lugar mediante la suspensión de todo un
período de tiempo; 3- Sumarios o resumen del tiempo, que condensa períodos largos en unas
frases. ("Al día siguiente�,") Casi todas las novelas condensan continuamente el tiempo real, pero
a veces se puede dar "isocronía" o coincidencia perfecta de los tiempos. Esto sucede en las
escenas dialogadas cuando se pretende reproducir el tiempo del discurso.
Frecuencia
Frecuencia es la circunstancia con que un autor repite nombres, acciones, palabras, etc. Este
fenómeno es imprescindible para entender la perspectiva de los actantes o para revelar las
obsesiones que se manejan en el fondo del texto. Según la frecuencia, un relato puede
ser: a) Singulativo: Un discurso único evoca un acontecimiento único.b) Repetitivo: Muchos
discursos evocan un solo y único acontecimiento. Esto puede ser resultado de diferentes procesos:
el mismo personaje puede retomar obsesivamente la misma historia, o muchos personajes
pueden hacer relatos complementarios del mismo hecho.
c) Iterativo: un único discurso evoca una pluralidad de acontecimientos semejantes. El efecto de
este procedimiento puede ser una cierta suspensión del tiempo de los acontecimientos. Véase
este ejemplo:
Pues yo le sé decir que soy uno de los más secretos mozos que en gran parte se puedan
hallar; y para obligar a su merced a que descubra su pecho y descanse conmigo, le
quiero obligar con descubrirle el mío primero; porque imagino no sin misterio nos ha
juntado aquí la suerte, y pienso que habemos de ser, déste hasta el último día de
nuestra vida, verdaderos amigos. Yo, señor hidalgo, soy natural de la Fuenfrida, lugar
conocido y famoso por los ilustres pasajeros que por él de continuo pasan; mi nombre
es Pedro del Rincón; mi padre es persona de calidad, porque es ministro de la Santa
Cruzada; quiero decir que es bulero o buldero, como los llama el vulgo. Algunos días le
acompañé en el oficio, y le aprendí de manera que no daría ventaja en echar las bulas al
que más presumiese en ello; pero habiéndome un día aficionado más al dinero de las
bulas que a las mismas bulas, me abracé con un talego, y di conmigo y con él en Madrid,
donde, con las comodidades que allí de ordinario se ofrecen, en pocos días saqué las
entrañas del talego, y le dejé con más dobleces que pañizuelo de desposado.
(Cervantes, Rinconete y Cortadillo)
MODO
El modo es una de las categorías narrativas que contribuyen a generar la metamórfosis del
discurso en ficción y tiene que ver con el grado de presencia de los acontecimientos evocados en
el texto. Las palabras evocan un universo que en parte está hecho de palabras y en parte de
actividades no verbales. Es decir, el narrador puede contarnos hechos o puede contarnos
palabras. Desde Platón se viene distinguiendo entre mímesis (relato de palabras, es decir, relato
de lo que dicen los personajes) y diégesis (o relato de "no palabras," es decir, narrar lo que hacen
los personajes). Esta división corresponde a las siguientes parejas de oposiciones:
mímesis diégesis
representación / narración
habla del personaje / habla del narrador
drama / crónica
estilo directo / estilo indirecto
enunciación / enunciado
La mímesis o narración de palabras nos aproxima más a aquello a que se refiere la narración,
mientras que la diégesis o narración de hechos parece que nos aleja del referente. Es fácil
distinguir la mímesis de la diégesis cuando la mímesis corresponde exactamente al estilo directo.
Así, en el ejemplo siguiente es fácil distinguir la voz del narrador (la que cuenta los hechos) y la voz
directa del personaje (que dice lo que piensa o le pasa):
Iba Sancho Panza sobre su jumento como un patriarca, con sus alforjas y su bota, y
con mucho deseo de verse ya gobernador de su ínsula que su amo le había prometido.
Acertó Don Quijote a tomar la misma derrota y camino que él había tomado en su
primer viaje, que fue por el campo de Montiel, por el cual caminaba con menos
pesadumbre que la vez pasada, porque por ser la hora de la mañana y herirles de
soslayo los rayos del sol, no les fatigaban. Dijo en esto Sancho Panza a su amo: "Mire
vuestra merced, señor caballero andante, que no se le olvide lo que de la ínsula me
tiene prometido; que yo la sabré gobernar por grande que sea.
(Cervantes, Don Quijote)
En este ejemplo se pueden ver la diégesis o narración de los hechos en la primera parte del
párrafo y la mímesis o narración de las palabras, en las palabras exactas del personaje Sancho
Panza que el narrador cita.
La narración de palabras puede ser mucho más compleja y difícil de analizar. Véase el siguiente
ejemplo de una frase sola:
Como se puede ver, en la tercera frase el narrador se ha apropiado enteramente lo que ha dicho el
personaje, pero lo que el narrador sabe (el hecho de que va a llover) no es por su propio
conocimiento, sino porque otro se lo ha dicho o él lo ha leído en algún sitio. El discurso indirecto
libre es muy difícil de analizar porque es un fenómeno intentado por el escritor. Es decir, que entre
dos personajes, o entre un personaje y el narrador, puede haber un contagio de ideas, un aceptar
uno las ideas de otro, un cambiar uno sus ideas a favor de las ideas del otro, etc. Veamos unos
cuantos ejemplos:
Discurso indirecto:
Romualdo me dijo que muy bien, que le había ganado la apuesta. Me confesó que ya no estaba
tan inquieto por lo de su reloj porque tenía dos clientes para la cabeza, dos cabros que le iban a
dar no mil quinientos, claro, pero sí mil . . . quién sabe para qué querían la cabeza del gigante, él
no iba a estar metiéndose en el gusto de los demás. (José Donoso, El obsceno pájaro de la
noche)
En torno suyo giraba una oscuridad absoluta, radical. ¿Tendría que acostumbrarse a ellas
eternamente? Su angustia aumentó de concentración al saberse hundida en esa niebla espesa,
impenetrable. ¿Estaría en el limbo? Se estremeció. (García Márquez, Ojos de perro azul)
El discurso narrativizado, discurso libre o discurso contado, es el más difícil de hallar y de analizar.
Mientras que en el discurso directo al ser referidas las palabras no sufren modificación alguna, y
mientras que en el discurso indirecto se conserva el contenido de las palabras aunque integradas
gramaticalmente en el relato del narrador, en el discurso contado o narrativizado se transmite el
contenido del acto de la palabra sin retener ninguno de sus elementos. Imaginemos la siguiente
frase: "Informaré a mi patrón de la decisión de ir a la huelga," que indica que ha habido una acción
verbal y también el tenor de la misma, pero nada sabemos de las palabras que habrían sido
realmente pronunciadas.
VOZ
Los hechos que componen el universo ficticio nunca son representados en sí mismos, sino de
acuerdo con una cierta óptica, a partir de un cierto punto de vista. Es decir, la historia nos es
transmitida por un narrador. Pero el narrador tampoco nos cuenta directamente la historia a
nosotros sino a un narratario que está dentro del texto mismo.
NARRATARIO
En todo relato se da un acto de comunicación entre dos personajes ficticios creados por el
autor: el narrador y el narratario. El narratario es aquel a quien se dirige el narrador y el que
descodifica el mensaje codificado por el narrador. El narratario aparece algunas veces claramente
en el texto, pero en general no está presente explícitamente. Ahora bien, siempre hay un
narratario. Así, el narrador de El Lazarillo de Tormes dirige su mensaje a un narratario a quien
llama "Vuestra merced": "Pues sepa vuestra merced que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de
Tomé González y de Antonia Pérez . . ."
NARRADOR
El narrador es el sujeto de la enunciación que representa el libro, el cuento o cualquier otra forma
narrativa. Es él quien dispone ciertas descripciones antes que otras, aunque éstas las precedan en
el tiempo de la trama. Es él quien nos hace ver la acción por los ojos de tal o cual personaje, o bien
por sus propios ojos, sin que para ello necesite aparecer en escena. Es él quien decide contarnos
tal peripecia a través del diálogo de los personajes o bien mediante una descripción objetiva. En el
texto, por lo tanto, tenemos una cantidad de información acerca del narrador que nos permite
captarlo con precisión. Pero esta figura fugitiva no se deja aprehender fácilmente y muchas veces
aparece con máscaras contradictorias.
Narrador homodiegético
Es el narrador que es un personaje secundario de la historia y no el protagonista. La narración
homodiegética puede establecer relaciones importantes no solo entre el presente y el pasado sino
también entre el narrador homodiegético y el protagonista. En Don Quijote se nos dice que el
protagonista, Don Quijote, salvó a un muchacho llamado Andresillo de su señor que lo tenía
amarrado al tronco de un árbol mientras lo azotaba. Don Quijote puso en libertad al muchacho
amenazando e insultando a su amo, pero varios días después, Andresillo vuelve a encontrar a Don
Quijote y le narra la siguiente historia:
"No sólo no me pegó, pero así como vuestra merced traspasó del Bosque y quedamos solos, me
volvió a atar a la misma encina y me dio de nuevo tantos azotes que quedé hecho un San
Bartolomé desollado; y a cada azote que me daba, me decía un donaire y chufeta acerca de hacer
burla de vuestra merced, que, a no sentir yo tanto dolor, me riera de lo que decía. En efecto: él me
paró tal, que hasta ahora he estado curándome en un hospital del mal que el mal villano entonces
me hizo. De todo lo cual tiene vuestra merced la culpa; porque si se fuera su camino adelante y no
viniera a donde no le llamaban, ni se entremetiera en negocios ajenos, mi amo se contentara con
darme una o dos docenas de azotes, y luego me soltara y pagara cuanto me debía. Mas como
vuestra merced le deshonró tan sin propósito, y le dijo tantas villanías, encendiósele la cólera, y
como no la pudo vengar en vuestra merced, cuando se vio solo descargó sobre mí el nublado, de
modo que me parece que seré más hombre en toda mi vida."
Narrador autodiegético
Es el narrador que enuncia el discurso porque vivió la historia como protagonista. El narrador
autodiegético crea una relación interesante entre el pasado diegético y el presente de la
narración. El narrador autodiegético se encuentra siempre en las novelas autobiográficas y en toda
narración del pasado en primera persona.
Narrador heterodiegético
Es el narrador más común de la narrativa tradicional, el que cuenta la historia aunque no la vivió
como personaje. Es, por lo tanto, una entidad extraña al universo ficticio representado.
La focalización es importante para ver qué cantidad o calidad de discurso se inyecta en una
historia; esto significa que el narrador toma un punto de vista particular o se coloca en una
perspectiva determinada de acuerdo con la cual canaliza los eventos diegéticos. En general, se
puede decir que hay tres modos de focalización:
Focalización omnisciente
El narrador se coloca en una posición de superioridad con relación a la diégesis o historia, posición
que le da una actitud de omnisciencia. En una focalización omnisciente existe una gran
intervención del narrador y, por lo tanto, lo objetivo de la historia está presentado con una carga
subjetiva del narrador. Una percepción omnisciente nos informa tanto de aquello que es percibido
(algo objetivo) como acerca de aquel que percibe (subjetivo). En el siguiente ejemplo pueden
verse mezclados tres tipos de narración:
". . . Hallaron a Don Quijote en el más extraño traje del mundo: estaba en camisa, la cual no era
tan cumplida que por delante le acabase de cubrir los muslos y por detrás tenía seis dedos menos;
las piernas eran muy largas y flacas, llenas de bellos y no nada limpias. Tenía en la cabeza un
bonetillo colorado y grasiento, que era del ventero. En el brazo izquierdo tenía revuelta la manta
de la cama, con quien tenía ojeriza Sancho, y él se sabía bien el porqué, y en la derecha
desenvainada la espada, con la cual daba cuchilladas a todas partes, diciendo palabras como si
verdaderamente estuviera peleando con algún gigante, y es lo bueno que no tenía los ojos
abiertos, porque estaba durmiendo y soñando que estaba en batalla con el gigante: que fue tan
intensa la imaginación de la aventura que iba a fenecer, que le hizo soñar que ya había llegado al
reino Micomicón y que ya estaba en la pelea con su enemigo. Y había dado tantas cuchilladas en
los cueros creyendo que las daba en el gigante que todo el aposento estaba lleno de vino."
Focalización interna
El narrador de focalización interna cuenta la historia como si la viera por sus propios ojos, por la
conciencia (monólogo interior) de un personaje, y por la capacidad de valoración de éste:
Y no es que yo diga o deje de decir, cariño, pero unas veces por fas y otras por nefas, todavía estás
por contarme lo que ocurrió entre Encarna y tú el día en que ganaste las oposiciones, que a saber
qué pito tocaba ella en este pleito, que en tu carta bien sobrio, hijo, �Encarna asistió a la votación
y luego celebramos juntos el éxito.� Pero hay muchas maneras de celebrar, me parece a mí, y tú
que en Fuima, tomando unas cervezas y unas gambas, ya, como si una fuese tonta, como si no
conociera a Encarna, menudo torbellino, hijo.
Focalización externa
En la focalización externa, el narrador opta por una actitud de cierta neutralidad, limitándose a
referir los comportamientos materialmente visibles y exteriores de los personajes y del desarrollo
de las situaciones.
VISIONES
Hagamos ahora un breve análisis de dos cuentos de Cortázar "Continuidad de los parques" (una
página) y "La noche boca arriba" (varias páginas) siguiendo más o menos la extensión que les he
pedido para cada uno de los análisis breves de las novelas (el primero consta de 850 palabras, el
segundo de 575). Me he ceñido a esta extensión para que tengan más o menos cierto tipo o
modelo que imitar en sus análisis.
Julio Cortázar
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a
abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el
dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el
mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba
hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo
hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda
acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria
retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó
casi enseguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que le
rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto
respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba
el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los
héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue
testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora
llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella
la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias
de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se
entibiaba bajo su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las
páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta
esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo,
dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido
olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora instante tenía su empleo
minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano
acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de
la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un
instante para verla corer con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los
setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los
perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los
tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras
de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos
puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el
puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la
cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
Brevísimos análisis
Una ojeada a las secuencias y a las funciones cardinales (encadenadas por enclave) deja ver que en
este cuento hay dos historias: la de un hombre que retoma la lectura de una novela iniciada unos
días antes, y la historia que tiene lugar en la novela que el hombre lee. Se puede concluir que hay
un relato de primer grado y otro de segundo grado, es decir, relato dentro de relato o ficción
dentro de ficción.
Lo más importante de este cuento radica en el hecho de que, habiendo dos relatos, hay sin
embargo un solo discurso, o sea un solo narrador del relato de primer grado y del segundo grado.
El narrador que cuenta las dos historias es un narrador heterodiegético que no participa ni ha
participado en la historia, y que tampoco interviene en ella, o sea, adopta una perspectiva o
focalización externa. Es un narrador objetivo y en tercera persona que es lo que, desde el punto de
vista del discurso, le da unidad a las dos historias. Aunque el narrador siempre es un narrador en
tercera persona, objetivo, lo que cambia es el lugar de la focalización, es decir, su perspectiva de
los acontecimientos que narra. Al comenzar la narración -la primera historia- el narrador sigue las
acciones del hombre que retoma la novela y que lee, pero a medida que el personaje avanza en la
lectura de la novela, el narrador deja al hombre que lee y empieza a relatar sólo los hechos que
aparecen en la lectura, es decir, de la segunda historia, olvidando completamente cualquier
alusión al acto de la lectura. Se va pasando de la primera historia a la segunda, y de ésta al final
sólo se nos narran las acciones del hombre que aparece en la ficción.Desde el punto de vista de la
narración se perciben así, no sólo dos historias y un solo discurso, sino también tres momentos
diferentes, cada uno con un punto de vista distinto:
1. Primer momento: el narrador asume la perspectiva del hombre que lee en la primera historia.
2. Segundo momento: el narrador va asumiendo la perspectiva de las acciones que tienen lugar en
la historia segunda y aludiendo a las situaciones de la historia primera.
3. Tercer momento: el narrador asume sólo la perspectiva de las acciones que transcurren en la
historia segunda dejando de aludir a la situación en que esta historia se da.
El problema radica en que cada una de las perspectivas del narrador implica en la historia o mundo
narrado tres fases diferentes regidas cada una por leyes diferentes: realidad o ficción. Si se
considera sólo la historia, el cuento puede reorganizarse en tres fases de acuerdo a las relaciones
de realidad/ficción:
¿Cómo puede darse este contagio entre realidad y ficción? Se debe a los indicios que unen la
primera fase con la tercera: en ambas situaciones se habla de un hombre sentado en un sillón de
terciopelo verde apoyando la cabeza en el respaldo, en frente de los ventanales y leyendo una
novela. En la primera fase se habla del "aire del atardecer", y en la tercera de "la bruma malva del
crepúsculo;" en la primera fase se dice que el estudio da a un parque de robles, en la tercera se
supone que el ventanal da a un parque. La coincidencia es bastante estricta, pero la diferencia es
fundamental, ya que los elementos y lo que ocurre en la fase primera corresponden al nivel de la
realidad, mientras que lo que ocurre en la tercera debería ocurrir en el nivel de la ficción.
"Debería," pero como las coincidencias son tan notables, ambos niveles parecen fundirse en uno
solo y dan origen a un tercer nivel, el de lo fantástico.
Es en la tercera fase del cuento, en la que se suscita la intranquilidad para el lector implícito o
narratario, cuando la realidad pareciera irrumpir en el ámbito de lo ficticio. Pero lo mismo que el
lector-agente que aparece al comienzo del relato pasa de lector-agente (H1) a sujeto paciente de
la acción en la H2, así también el lector implícito (y el lector real = nosotros) "palabra a palabra,
absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se
concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro..." El lector implícito
se va desgajando de la realidad ficticia del relato de la primera historia para ser absorbido por la
ficción de la segunda historia.
Esto quiere decir que el acto de leer se nos revela no como un acto de mero entretenimiento, de
evasión placentera de problemas diarios, sino como una tarea tremendamente peligrosa, donde la
ruptura del orden de diferenciación entre ficción y realidad amenaza con lanzar al lector hacia lo
desconocido.
En "La noche boca arriba," Cortázar empieza con una historia que va alternando las visiones de
realidad/sueño contadas por un narrador que parece ser creíble. Sin embargo, dentro de esta
estructura se da una inversión de las dos visiones, transformando la realidad en sueño y el sueño
en realidad. Ahora bien, este cambio es sólo aparente y depende del cambio del narrador de
confiable a no confiable, lo cual pone en tela de juicio tanto la realidad como la ficción,
mezclándolas y confundiéndolas.
El discurso narrativo procede con una dinámica binaria de secuencias alternadas: vigilia/sueño, en
número de 4 la primera serie, y 5 la segunda, hasta confundirse ambas series al final del cuento y
producir una inversión del sentido, ya que la vigilia (el accidente de la calzada) quedará
transformada en sueño, y el sueño convertido en vigilia; o sea, la realidad verdadera será la de la
pesadilla (un hombre apresado en la guerra florida de los aztecas) y lo soñado será lo ocurrido al
motociclista.
En el discurso, por tanto, alternan personajes y hechos:
1) los personajes [a) el de la vigilia; b) el del sueño] viven situaciones distintas en el tiempo y en el
espacio;
2) los hechos se llevan a cabo: a) en una calzada y en un hospital de una ciudad moderna; b) en el
lugar y tiempo sagrado de los aztecas.
El desarrollo de las secuencias sigue una línea ordenada, regular, a primera vista de sentido lógico:
en el tiempo objetivo la primera serie, y en el tiempo onírico la segunda. Mediante una sorpresa,
ambas se intercambian y confunden al final. El protagonista sale de su casa, monta en su moto,
trata de esquivar una mujer, cae, es recogido y llevado al hospital, intervenido quirúrgicamente e
instalado en un pabellón. Esta secuencia sirve a modo de introducción.
Cada una de estas series correspondientes a las situaciones despierto/dormido está formada por
secuencias distintas, formulándose así dos historias: 1) la del joven accidentado en el hospital, su
rutina, los actos y gestos triviales, la fiebre, la sed, el brazo enyesado, la atención médica, la voz
del compañero de sala indicando los sobresaltos del enfermo atacado por la pesadilla de la fiebre,
y 2) la del sujeto del suceso onírico, en un pasado remoto, huyendo de la caza del hombre,
alcanzado al fin y llevado al altar para ser sacrificado en honor de los dioses aztecas. El cuento es
transmitido estrictamente en tercera persona desde un ángulo de visión fundido con el personaje,
ya que la mirada del narrador penetra la conciencia onírica, sus pensamientos y emociones. La
tercera persona del narrador se mantiene, no obstante, en una objetividad absoluta, nada explica,
no interviene sino para transmitir la información. Es decir, el personaje y la acción no sufren
interferencia o intrusión alguna por parte del narrador.
El estilo indirecto y algunos indicios delatan un narrador no intruso, pero sí omnisciente aunque
jamás saliéndose de la narración estricta. Así se destaca el uso reiterativo del verbo "pensó"
(discurso indirecto) que nos introduce en la intimidad del personaje.
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El análisis del discurso es una práctica interpretativa y una disciplina que, si bien surgió dentro de
la lingüística, se ha constituido en un campo académico interdisciplinario.12 Las investigaciones de
esta disciplina, preocupadas por entender el lenguaje en uso, estudian sistemáticamente
el discurso escrito, oral y audiovisual. El análisis del discurso se ha desarrollado en diferentes
países desde diferentes perspectivas, tales como la escuela francesa,3 el análisis crítico del
discurso (ACD),4 el análisis feminista crítico del discurso (AFCD),5 el análisis multimodal,6 el análisis
de la conversación,7 entre otras. Todas estas disciplinas se agrupan en el vasto campo de los
Estudios del discurso.8
Historia
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El primer lingüista moderno que comenzó el estudio de la relación de las condenas y acuñó el
nombre de "análisis del discurso", que después denota una rama de la lingüística aplicada,
fue Zellig Harris. Su método consistía en utilizar un criterio de la distribución complementaria,
como hace el campo de la fonología, retoma procedimientos de la lingüística descriptiva
enfocándose también en las conexiones entre la situación social y el uso lingüístico. El análisis del
discurso (AD) como disciplina independiente surgió en los años 1960 y 1970 en varias disciplinas y
en varios países al mismo tiempo: la antropología, la lingüística, la filosofía, la poética,
la sociología, la psicología cognitiva y social, la historia y las ciencias de la comunicación.9 El
desarrollo del AD fue paralelo y estuvo relacionado con la emergencia de otras transdisciplinas,
como la semiótica o semiología, la pragmática, la sociolingüística, la psicolingüística,
la socioepistemología y la etnografía de la comunicación. En los últimos años, el AD se ha hecho
muy importante como aproximación cualitativa en las ciencias humanas y sociales.
Teun van Dijk (1992) sugiere que en todos los niveles del discurso podemos encontrar "huellas del
contexto". Estas huellas o indicios permiten entrever características sociales de participantes,
como por ejemplo género, clase, origen étnico, edad, origen, posición y otras formas de
pertenencia grupal. Además, sostiene que los contextos sociales son cambiantes y, como
hablantes de una lengua, seguimos pasivamente los dictados del grupo, sociedad o cultura.
Helena Calsamiglia y Amparo Tusón en su libro “Las cosas del decir: Manual de análisis del
discurso” habla del discurso como una práctica social que surge a partir del uso lingüístico
contextualizado oral o escrito. El discurso es parte de la vida social y a la vez un instrumento que
crea la vida social. De esta forma, podemos decir que el discurso refleja la sociedad y es a través
del discurso que podemos comprender las relaciones que existen en la sociedad. En todos los
discursos hay un fin y una independencia con el contexto.
Según Norman Fairclough, el discurso tiene un objetivo principal: el de generar acción a partir de
lo enunciado. Para ello, se señala particularmente la categoría de la Legitimidad, que trabaja a
partir de un Tercer Supremo, podría ser el Estado, la Democracia como idea Moral, la Justicia y la
Institucionalidad Jurídica, la Institución de la Moral o la propia Educación. Estos son espacios que
pueden legitimar un enunciado y un texto, para generar el proceso de influencia expuesto por una
Acción. La lucha es por la credibilidad y legitimidad, que tristemente al no ser basadas en verdades
factuales tienden a sufrir contradicciones bastante obvias. Pero el ACD, se adelanta a todos estos
procesos mediáticos y políticos para ayudar a entender a la sociedad estas formas en las que se
presenta la dogmatización y la anomia social, y de esta manera ejerzan ciudadanía y crítica en la
opinión pública.
Enfoques
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Según el enfoque sobre el discurso (como texto, estructura verbal, proceso mental,
acción, interacción o conversación), hay muchas líneas en el AD, como la gramática del texto,
el análisis de la conversación, la psicología del procesamiento del texto, la psicología
discursiva (una tendencia de origen británico en la psicología social), la estilística, la retórica,
la ideología, el análisis de la argumentación, el análisis de la narración, la teoría de géneros y
mucho más. El análisis crítico del discurso es un enfoque especial que toma posición política y
analiza el papel del discurso en la reproducción de la dominación (como abuso de poder), así como
en la resistencia contra ésta.
Métodos
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Los métodos del AD son en general cualitativos: descripción detallada de las estructuras y
estrategias de los discursos escritos o hablados, en varios niveles: sonidos y estructuras visuales y
multimedia, la sintaxis (estructuras formales de las oraciones), la semántica (las estructuras del
sentido y de la referencia), la pragmática (los actos de habla, la cortesía, etc.), la interacción y la
conversación, los procesos y representaciones mentales de la producción y de la comprensión del
discurso, y las relaciones de todas esas estructuras con los contextos sociales, políticos, históricos
y culturales.
En ese sentido, el AD se distingue del análisis de contenido en que este es, en términos generales,
un método más bien cuantitativo de las ciencias sociales que se aplica a grandes cantidades de
textos, por ejemplo con una codificación de propiedades observables de los mismos.
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Dentro y entre las disciplinas hay muchos enfoques de análisis del discurso:
Análisis lingüístico
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Una aproximación, que se podría llamar analítica, tiene su inspiración principal en la lingüística, y
es más explícita, sistemática y de escritura en general más accesible que el enfoque filosófico. Aquí
se estudia sistemáticamente y en muchos detalles las estructuras del discurso como
objeto verbal (texto, argumentación, narración), como los temas, la coherencia local y global,
los pronombres, el estilo, etcétera. Los nombres más destacados en esta línea muy diversa (y de
origen sobre todo europeo) son: János Petöfi, Wolfgang Dressler, Robert de Beaugrande, Teun A.
van Dijk, Ruth Wodak, Talmy Givón, Sandra Thompson, Robert Longacre, Michael Halliday, John
Sinclair, Malcolm Coulthard, Petr Sgall, Frans van Eemeren y Wallace Chafe. En Argentina se
pueden mencionar, entre otros, los trabajos de Elvira Arnoux
Análisis de la conversación
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Otra línea más bien analítica, que surgió de la microsociología y la etnometodología, sobre todo
en EE. UU., se enfoca sobre el discurso como interacción, primero en el análisis detallado de las
estructuras y estrategias de la conversación cotidiana, y después también en las interacciones
verbales en las instituciones y organizaciones. Esta línea, que se conoce sobre todo como análisis
de la conversación, tiene muchas relaciones con la pragmática, la sociolingüística interactiva, en
psicología discursiva (dentro de la psicología social) y la línea de la etnografía de la comunicación
en antropología. Analistas prominentes de la conversación son, entre otros, Erving
Goffman, Harvey Sacks, Emmanuel Schegloff, Gail Jefferson, John Heritage, Paul Drew, Paul ten
Have, Charles Goodwin, Marjorie Goodwin, Douglas Maynard y Amparo Tusón Valls.
En etnografía y antropología se destacan sobre todo: Dell Hymes, John Gumperz, Elinor
Ochs y Alessandro Duranti. Y en la pragmática del discurso y de la conversación, Jef
Verschueren, Jan Blommaert, y Stephen Levinson. De otra perspectiva también: Deborah
Tannen y Deborah Schiffrin. En psicología discursiva: Michael Billig, Jonathan Potter, Pedro
Aguilar y Derek Edwards.
Psicología cognitiva
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Explica, por ejemplo, lo que normalmente memorizamos y olvidamos después de leer un texto, o
lo que hace la producción o la comprensión más fácil o más difícil. Este enfoque relaciona los
procesos de producción o de comprensión con un análisis explícito del rol crucial
del conocimiento sociocultural compartido en la comunicación y la interacción. Una de las
nociones que se han usado con mucho éxito en esta línea es la noción de modelo mental, una
representación en la memoria a largo plazo, sobre la situación o los hechos a los que se refiere un
discurso. En ese sentido, comprender un discurso quiere decir poder construir un modelo mental
del referente del discurso: un fragmento del mundo real o ficticio.
Las figuras más prominentes en esta área son: Walter Kintsch, Teun A. van Dijk, Art Graesser, Mary
Ann Gernsbacher y Tom Trabasso.
Inteligencia artificial-informática
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Relacionadas con la psicología cognitiva y las ciencias cognitivas en general, pero también con la
gramática formal y la lógica, encontramos las líneas de la informática del discurso,
como Inteligencia artificial. Aquí se escriben programas que simulan la producción, la comprensión
y la traducción del discurso, y se representan los conocimientos (generales o especializados) que el
programa necesita para esos procesos. El interés de estas investigaciones es construir máquinas
que sean agentes inteligentes, capaces de adaptarse a las circunstancias y las metas, con
capacidades humanas. Entre las capacidades humanas que involucran las facultades intelectuales
que se han desarrollado, la de mayor relevancia es la de dialogar en una lengua verbal y una de sus
características es poder extraer el sentido a mensajes contradictorios o ambiguos. Referentes
importantes en esta área son: Bonnie Lynn Webber, Bárbara Grosz y Roger Schank.
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El análisis crítico del discurso (ACD) considera el discurso como una práctica social y estudia cómo
los discursos inciden en (producen, reproducen, transforman) las relaciones de poder. Se interesa
sobre todo por el análisis del racismo, el sexismo, el clasismo y la pobreza, y se relaciona con
movimientos sociales como el feminismo, el pacifismo, el ecologismo, la antiglobalización, etc. El
ACD no tiene métodos fijos, sino que usa los más adecuados para el planteamiento y análisis de los
problemas sociales, que son su objetivo principal. Los nombres más conocidos en ACD son Michel
Pêcheux, Norman Fairclough, Ruth Wodak, Luisa Martín Rojo, Teun A. van Dijk, Adriana Bolívar,
Sara Isabel Pérez,10 Eni Orlandi,11 Theo van Leeuwen, Ian Parker, Gunther Kress y Paul Chilton.12
Aplicaciones
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Todas esas líneas o estilos de AD tienen una dimensión más bien teórica, una dimensión
descriptiva, analítica y una dimensión aplicada. Las aplicaciones del AD se encuentran en todas las
áreas de la sociedad, como los medios de comunicación (estudio de los efectos),
la educación (como los textos escolares, la interacción en el aula, aprendizaje de las lenguas),
la publicidad y la propaganda, la política y la salud (para el análisis de trastornos del lenguaje y de
la comunicación).
El análisis del discurso nos permite entender las prácticas discursivas producidas en la sociedad. El
discurso más allá de las interacciones sociales entre individuos, puede llegar a ser un arma
poderosa, usada en muchos ámbitos como medio de divulgación de información, o como método
de persuasión en las masas, siendo así también un instrumento de acción social, por el poder que
este significa al tener un buen uso del hecho comunicativo [cita requerida].
Crítica
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Se cuestiona al AD por su relativismo y por carecer de fin pragmático. En cuanto a la primera
crítica, se hace porque, dependiendo del enfoque discursivo que se tome, un mismo objeto de
estudio puede representar diferentes evidencias de distintos procesos discursivos no
estrictamente relacionados entre sí. En lo que respecta a su carencia de utilidad, se critica a esta
disciplina por no aportar ninguna conclusión, herramienta o teoría de valor para el desarrollo
científico de la lingüística. Al basarse las conclusiones de las experiencias en las observaciones
teóricas y en la subjetividad de los propósitos de cada especialista, difícilmente llegan aquellas a
proporcionar aportes significativos para definir qué es el discurso o cómo opera la lengua, y mucho
menos para dar cuenta de las reglas inmanentes del lenguaje.[cita requerida]
Véase también
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Control social
Investigación cualitativa
Pensamiento crítico
Referencias
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1. ↑ Arnoux (2019). «El Análisis del Discurso como campo académico y práctica
interpretativa». En Oscar Iván Londoño Zapata y Giohanny Olave Arias, ed. Métodos de
Análisis del Discurso. Perspectivas argentinas. Ediciones de la U.
2. ↑ Salgado Andrade (2019). Los estudios del discurso en las ciencias sociales. Universidad
Nacional Autónoma de México. ISBN 978-607-30-2557-7.
5. ↑ Lazar (2005). Feminist Critical Discourse Analysis. Gender, power and ideology in
discourse. Palgrave Macmillan.
8. ↑ Van Dijk (2015). «Cincuenta años de estudios del discurso». Discurso y sociedad.
9. ↑ Trappes-Lomax 2004
Bibliografía
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Aguilar Barrenechea, Pedro. (2001). Variación lingüística del español de Chile. Santiago:
Paidós.
Calsamiglia Blancafort, H., & Tuson, A. (1999). Las cosas del decir. Manual de análisis del
discurso. Barcelona: Ariel.
Charaudeau, P., & Maingueneau, D. (2002). Dictionnaire d'analyse du discours. París: Seuil.
Jaworski, A., & Coupland, N. (Eds.). (1999). The Discourse Reader. London: Routledge.
Ochs, E., Schegloff, E. A., & Thompson, S. A. (1996). Interaction and Grammar. Cambridge:
Cambridge University Press.
Parker, I., & Pavón-Cuéllar, D. (2013). Lacan, discurso, acontecimiento: nuevos análisis de
la indeterminación textual. México: Plaza y Valdés.
Salgado Andrade, E. (2019), Los estudios del discurso en las ciencias sociales, UNAM,
México.
Schiffrin, D., Tannen, D., & Hamilton, H. E. (Eds.). (2001). The Handbook of discourse
analysis. Oxford: Blackwell.
Ten Have, P. (1999). Doing conversation analysis. A practical guide. London: Sage.
Titscher, S., Meyer, M., Wodak, R., & Vetter, E. (2000). Methods of Text and Discourse
Analysis. London: Sage.
Van Dijk, T. A. (1977). Text and Context. London: Longman. (Traducción española con
Cátedra, Madrid, 1980).
Van Dijk, T. A. (Ed.). (1985). Handbook of discourse analysis. 4 vols. London Orlando:
Academic Press.
Wodak, R., & Meyer, M. (Eds.). (2001). Methods of critical discourse analysis. London:
Sage. (Traducción española publicada por Gedisa, Barcelona 2002).
Del Río, Juan Carlos. «Revista Esfinge – Inteligencia Artificial». Esfinge. Archivado desde el
original el 6 de mayo de 2008. Consultado el 24 de agosto de 2010.
Silva V., Omer. «Razón y palabra». El análisis del discurso según Van Dijik y los estudios de
la comunicación. Razón y palabra.
Enlaces externos
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Género discursivo
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De acuerdo con Mijail Bajtín, los géneros discursivos son una serie de enunciados del lenguaje que
son agrupados porque tienen ciertas similitudes en su contenido temático, su estilo verbal y su
composición.1
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Los géneros discursivos pueden ser entendidos como formas discursivas típicas que clasifican a los
enunciados según sus características “relativamente estables”, ya entendiendo por enunciado a la
unidad real de la comunicación. Estos últimos pueden ser orales o escritos, se producen en
distintas esferas de la praxis humana y reflejan las condiciones socio-históricas y el objeto de cada
uno de esos ámbitos a través de tres elementos: el contenido temático, el estilo y la composición.
Acorde a estas características y con base en la complejidad de los enunciados, existirán entonces,
según la teoría de Bajtín, dos géneros discursivos:
1. Primario o simple.
2. Secundario o complejo.
En esta teoría dice: “la misma correlación entre los géneros primarios y secundarios, y el proceso
de la formación histórica de estos, proyectan luz sobre la naturaleza del enunciado (y ante todo
sobre el complejo problema de la relación mutua entre el lenguaje y la ideología o visión del
mundo)”
Géneros primarios
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Son los que corresponden a la comunicación cotidiana, oral o escrita. Las conversaciones que se
realizan en las diferentes áreas de la vida diaria entran en este género y se caracterizan por ser
sencillas, espontáneas y en la mayoría de las ocasiones respuestas inmediatas de una
conversación. Las frases son elocuentes. Ejemplos son los diálogos cotidianos, las cartas,
las onomatopeyas.
Géneros secundarios/extremantes
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Estos son mucho más amplios, complejos y mucho más elaborados, nacen en condiciones de la
comunicación cultural más compleja y se crean a partir de los géneros primarios, en su mayoría
son escritos y pasan obligatoriamente por un proceso de planificación. Tomando en cuenta estas
características un discurso político, un informe científico, un poema, una crónica, entre otros, son
ejemplos pertenecientes a esta clasificación.
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Los géneros discursivos pueden clasificarse y analizarse según cuatro parámetros o características:
Según Bajtín, el estilo tendría que ver con los recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales de la
lengua. Todo enunciado puede reflejar la individualidad del hablante, porque le pertenece. Pero
no todos los géneros se prestan para absorber un estilo individual.
El concepto de género
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a) Forenses o jurídicos
b) Deliberativos o políticos
c) Epidícticos o de ocasión
Definición de la RAE
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Referencias
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Bibliografía
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Bajtín, Mijail, Estética de la creación verbal, Madrid, Siglo veintiuno editores, 1982
Calsamiglia y Tuson, Las cosas del decir, Barcelona, Editorial Ariel, 1998
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Tomando como base esta definición clásica, pero eliminándole el matiz preceptista, para
convertirse en un enfoque descriptivo, P. Van Tieghen (en la misma línea que Micó Buchón),
considera los géneros como un molde para la creación literaria, sujetos a las variaciones que cada
autor desee imprimirles. Este enfoque didáctico, ya sea preceptivo o descriptivista entró en crisis
en el Romanticismo.
Esta estrecha relación con la recepción en la comunicación es posiblemente la razón por la que los
géneros populares están más profundamente arraigados y definidos en la mentalidad general,
hasta tal punto que estudiosos del tema como B. Croce han llegado a negar la existencia de
géneros en la literatura culta y han otorgado cierto matiz peyorativo a la clasificación por géneros
por tratarse de algo propio de la oralidad y lo popular, si bien, los planteamientos de M. Bajtin
parece haber revalorizado el concepto, integrándolo en el estudio dialéctico del texto.
Fernando Lázaro Carreter entiende el género discursivo como el conjunto de rasgos textuales cuya
repetición o aparición de forma redundante en diferentes textos permite clasificar un conjunto de
textos dentro de un mismo grupo; en realidad no podría hablarse de un grupo o género
establecido hasta que éste fuera tomado por algún emisor como modelo estructural para crear un
nuevo texto (por lo que el origen de cada uno de los géneros discursivos estaría estrechamente
ligado con la intertextualidad y con la parodia, siendo esta última la forma más clara de conciencia
de género, al crear un texto a partir de la inversión de un modelo previo). Dentro de esta visión de
los géneros discursivos hay que tener en cuenta como característica decisiva la vigencia temporal,
que permite la creación, desaparición y refundición de nuevos modelos, atendiendo a la aparición
o recombinación de rasgos.
W. Riable, en la misma línea que F. Lázaro Carreter, reflexiona sobre los rasgos textuales que
caracterizan los géneros y que son:
2.Ámbito del objeto: que pueden ser las personas o las cosas.
3.Estructura de ordenación superior: se trata de los rasgos que juegan un papel en los
códigos literarios.
Medio del que se sirve el género: música, lengua, versificación, ritmo, soportes, etc.
Géneros Discursivos
Te explicamos qué son los géneros discursivos, sus características y cómo se clasifican. Además, los
enunciados estables y más.
Los géneros discursivos permiten ordenar las palabras de un hablante según el contexto.
Los géneros discursivos abarcan enunciados del lenguaje que mantienen similitudes entre sí, por
la temática, el estilo verbal o la composición. De por sí solos, los enunciados, no tendrían sentido.
El concepto de géneros discursivos fue propuesto por el teórico y filósofo ruso Mijaíl Bajtín y alude
a un conjunto de enunciados estables del lenguaje que comparten características determinadas
por la cultura, los factores lingüísticos y las instituciones, y que permiten ordenar
la comunicación, tanto escrita como oral.
Por ejemplo: un artículo científico y una nota periodística pertenecen a géneros discursivos
diferentes. Sin embargo, todos los artículos científicos comparten ciertas especificaciones que lo
definen como tal y todos los artículos periodísticos comparten ciertas características que lo
definen como tal. Cada grupo o categoría es un género discursivo diferente.
En cada uno de estos ámbitos se necesita la palabra como mediadora y los géneros discursivos son
estructuras que contienen y ordenan, de forma particular, las palabras de un hablante. Son
géneros que tienen como función la comunicación entre un hablante o emisor y un destinatario o
receptor. El emisor utiliza ciertas herramientas lingüísticas para la elaboración del mensaje y su
correcta interpretación por parte del receptor.
Entre las características generales de los géneros discursivos se destacan las siguientes:
Son un reflejo de las condiciones externas del hablante, como la influencia de la cultura,
los factores sociolingüísticos, la capacidad de interacción con otros, entre otros factores.
Son dinámicos debido a que se desarrollan con el tiempo y permiten dar coherencia y
significado a la acción de un individuo.
Los tipos de géneros discursivos se dividen en los siguientes dos grupos generales:
Géneros discursivos primarios. Son los géneros discursivos que hacen referencia a la
comunicación cotidiana e informal, que se caracteriza por ser simple, espontánea y
elocuente. Por ejemplo: una conversación entre amigos.
Géneros discursivos secundarios. Son los géneros discursivos que hacen referencia a una
comunicación compleja y elaborada. Por ejemplo: un texto literario, un discurso político o
un informe científico.
Los géneros discursivos son enunciados estables del lenguaje que se agrupan en base a
características en común y que se mantienen durante toda la situación comunicativa. Todo
enunciado puede reflejar la individualidad del hablante, pero no todos los géneros se permiten
absorber un estilo individual o personal.
El tema. Establece una restricción sobre lo que se puede o no se puede hablar. Por
ejemplo: en una entrevista laboral se hablan temas como la trayectoria profesional,
estudios realizados, entre otros, y con un tono formal. En una reunión con amigos se
pueden hablar diversos temas.
La estructura. Establece el orden o diagrama que rige a las palabras. Por ejemplo: La
estructura de una carta formal o de un curriculum vitae para presentar en una entrevista
laboral debe respetar los formatos y vocabulario formal. Una carta informal para un amigo
es más libre, coloquial y descontracturada.
Una de las condiciones para que la intertextualidad se genere de manera plena es el bagaje o
conocimiento cultural de los receptores. Si el lector o receptor no identifica el código intertextual,
el hipertexto se verá reducido a un sentido simple sin una múltiple significación.
https://humanidades.com/generos-discursivos/
Contexto discursivo
El contexto discursivo es el conjunto de factores extralingüísticos que condicionan tanto la
producción de un enunciado como su significado. Comprende un conjunto amplio y complejo de
elementos, desde las circunstancias de espacio y tiempo en las que tiene lugar el evento
comunicativo hasta las características, expectativas, intenciones y conocimientos de
los participantes de dicho evento.
El hecho de que la situación en la que se produce un enunciado condiciona tanto su forma como el
modo en que se interpreta fue un descubrimiento que la lingüística moderna hizo en época muy
temprana. En efecto, a principios del siglo XX algunos estudiosos de la antropología lingüística,
como Sapir o Boas, se interesaron por el conocimiento de lenguas en aquel momento poco
conocidas, y en sus investigaciones enseguida se percataron de que para comprender y usar una
nueva lengua no bastaba con aprender el código lingüístico, sino que se debía aprender mucho
más. Poco más tarde, ya concluido el primer tercio del siglo, el estudio sistemático de los factores
que forman parte del contexto discursivo fue objeto de las primeras descripciones sistemáticas en
la obra del lingüista británico J. R. Firth. Posteriormente, con la teoría de los actos de habla, la
formulación del principio de cooperación de H. P. Grice y los sucesivos desarrollos de las diversas
escuelas del análisis del discurso, el concepto de contexto ha pasado a ocupar un lugar central en
el estudio de la lengua en uso.
Contexto situacional: comprende tanto las circunstancias que perciben los interlocutores
mientras hablan como el mismo discurso que van produciendo, que construye un contexto
al que los emisores se pueden referir. En este sentido, en la producción y comprensión del
discurso no sólo influye lo que los hablantes dicen, sino también lo que hacen, lo que
ocurre mientras hablan y el hecho mismo de que lo hagan.
Contexto sociocultural: también condicionan la forma y la interpretación de un mensaje
las características sociales de los interlocutores, que tienen por ejemplo una importancia
decisiva en el empleo de fórmulas de cortesía.
Bibliografía básica
Bibliografía especializada
1. Brown, G. y Yule G. (1993). Análisis del discurso. Madrid: Visor Libros, 1983.
https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/
contextodiscursivo.htm#:~:text=El%20contexto%20discursivo%20es%20el,un%20enunciado
%20como%20su%20significado.
Significado discursivo
El significado discursivo, que algunos autores denominan «sentido», es el contenido que comunica
un enunciado. Surge de la relación que se establece entre el significado que posee una expresión
lingüística —el llamado «significado proposicional»— y la información que aporta el contexto
discursivo en el que se produce el enunciado.
El concepto de significado discursivo trata de dar cuenta de la diferencia que generalmente existe
entre lo que se dice —significado proposicional— y lo que se comunica, que suele ser mucho más
que lo que se dice explícitamente. El mecanismo fundamental que permite recorrer el camino que
media entre lo dicho y lo comunicado es la inferencia, proceso interpretativo gracias al cual el
receptor deduce el significado implícito de un enunciado.
Lograr explicar este proceso mediante el cual se construye el significado discursivo es el objetivo
básico del análisis del discurso. Imaginemos, por ejemplo, que dos personas están a punto de salir
de su casa, y que antes de cerrar la puerta una le dice a la otra: [Las llaves]. El significado
proposicional de esta expresión se corresponde, grosso modo, con la descripción de un objeto del
mundo (el objeto que en español recibe el nombre de llaves); sin embargo, el enunciado comunica
un contenido que va más allá de esta descripción, pues muy probablemente se debe interpretar
como un aviso que el emisor hace al receptor para que no olvide coger las llaves. Para llegar a esta
interpretación, el receptor debe poner en relación la información que codifica la expresión
lingüística con la información que forma parte del contexto discursivo, ya sea situacional (están en
el recibidor), intencional (el receptor supone una intención comunicativa en su interlocutor),
cognitiva (hay que saber qué son y para qué sirven las llaves), etc.
En la enseñanza de segundas lenguas, la distinción entre estos dos tipos de significado supuso un
cambio de orientación en la didáctica, que pasó de centrarse fundamentalmente en las formas y
estructuras lingüísticas para atender también a los valores que éstas adquieren en su uso. Este
cambio de orientación tuvo como principal consecuencia una potenciación de las actividades
comunicativas, que implican una mayor contextualización de las prácticas lingüísticas de los
aprendientes. Estas propuestas están en la base de los programas nociofuncionales, así como en la
de otras aproximaciones de tipo comunicativo.
Bibliografía básica
3. Van Ek, J. (1986). Objectives for Foreign Language Learning (Vol I.). Estrasburgo: Council of
Europe.
Bibliografía especializada
https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/
significadodiscursivo.htm#:~:text=El%20significado%20discursivo%2C%20que
%20algunos,contenido%20que%20comunica%20un%20enunciado.
La escritura está relacionada con el pensar, el saber y el ser. Al escribir se construye una
imagen pública de la persona hacia los demás, de la pertenencia a una comunidad, del tipo de
afiliaciones y lealtades construidas con otros. La escritura toma su forma del tipo de práctica social
que representa.
Las diversas esferas de la actividad humana están todas relacionadas con el uso de la lengua. Por eso, el
carácter y las formas de su uso son tan multiformes como las esferas de la actividad humana, lo cual,
desde luego, en nada contradice la unidad nacional de la lengua.
El uso de la lengua se lleva a cabo en forma de enunciados [textos] (orales y escritos) concretos y
singulares, que pertenecen a los participantes de una esfera de la praxis humana.
Estos enunciados [textos] reflejan las condiciones específicas y el objeto de cada una de las esferas no
sólo por su contenido (temático) y por su estilo verbal, o sea por la selección de los recursos léxicos,
fraseológicos y gramaticales de la lengua, sino, ante todo, por su composición o estructuración.
Los tres momentos [aspectos] mencionados – el contenido temático, el estilo y la composición – están
vinculados indisolublemente en la totalidad del enunciado [texto] y se determinan, de un modo
semejante, por la especificidad de cada esfera de uso de la lengua que elabora sus tipos relativamente
estables de enunciados, a los que denominamos géneros discursivos. (Bajtín, 1982, p. 248).
Ejemplos de géneros
Los géneros discursivos:
Son dinámicos: son formas retóricas desarrolladas con el tiempo que estabilizan la experiencia y dan coherencia y
significado a la acción del individuo.
Están situados: tienen un punto de vista situado en un ámbito cultural, idiomático, contextual, etc.
Están organizados en forma y contenido: conocer un género exige dominar su contenido y su forma;
Compartir:
No es posible referirse al tema de los géneros discursivos sin los aportes del crítico literario ruso de
principios del siglo XX, Mijaíl Mijáilovich Bajtín, quien considera que el signo no está dado, sino
que se construye en el proceso de la comunicación. Se trata de que tanto el locutor como el
receptor se interesan por la nueva significación de lo que dice en un contexto determinado y la
ajustan a las condiciones que una situación concreta exige.
Según este autor, en el capítulo “El problema de los géneros discursivos” de su libro Estética de la
creación verbal (1989, p. 284), la palabra es siempre dialógica y, por ello, siempre adopta
significados diferentes.: “Cada enunciado aislado representa un eslabón en la cadena de la
comunicación discursiva. Sus fronteras son precisas y se definen por el cambio de los sujetos
discursivos (hablantes), pero dentro de estas fronteras, el enunciado (…) refleja el proceso
discursivo, los enunciados ajenos, y, ante todo, los eslabones anteriores de la cadena”.
Así que, cada grupo social tiene su propia forma de comunicarse de acuerdo con un ámbito
específico de uso de la lengua que es al mismo tiempo un repertorio de formas de discurso y un
repertorio de temas. Para ilustrar lo que decimos, anotamos a continuación una lista de algunas
producciones, tanto escritas como orales, que circulan y son usadas en el ámbito académico:
estudio, manual, tesis, monografía, memoria, artículo de revista, disertación, exposición,
comunicación, conferencia, discurso, entrevista, debate, acta, crítica, informe, reseña, artículo
enciclopédico, resumen, prospecto, folleto, patente de invención, contrato, instrucciones para el
uso, carta, índice alfabético, diccionario especializado, bibliografía, catálogo, etc. (Lerat, Lenguas
especializadas,1997).
Por otra parte, un aspecto llamativo de este enfoque de los géneros discursivos es que “(…) su
riqueza y diversidad es inmensa porque las posibilidades de la actividad humana son inagotables y
porque en cada esfera de la praxis existe todo un repertorio de géneros discursivos que se
diferencia y crece a medida que se desarrolla y complica la esfera misma” (Bajtín,1989, p. 248).
Por esta razón, los géneros discursivos son extremadamente heterogéneos y, en consecuencia, la
definición de una naturaleza común es una tarea difícil. Así que podemos decir que los géneros
discursivos configuran una especie de gramática que se elabora en la esfera de uso a la que el
hablante pertenece y con la que se familiariza a fin de poder comunicarse con sus semejantes en
diferentes contextos.
Por ejemplo, en el marco de la lingüística y de la psicolingüística, las escuelas europeas realizan sus
investigaciones sobre el discurso de Divulgación Científica que acostumbran a basarse en la noción
de intertextualidad y dialogismo, a partir sobre todo de las aportaciones de Bakhtín (1985) a la
noción de género discursivo, la sicología vigotskiana y de las teorías enunciativas de
Benveniste (1989) y, como una tradición de una larga cantidad de estudios sobre el texto y las
tipologías textuales, se han aproximado al concepto de género discursivo. Destacan las
aportaciones de Bronckart (1992) y de sus colaboradores de la escuela de Suiza, así como los
trabajos desarrollados por Adam. Por su lado, las escuelas anglosajonas, han centrado su interés
en el análisis de artículos de investigación científica que pertenecen a diferentes comunidades
discursivas, o bien en el análisis del discurso en el aula, sobre todo en la interacción que se
produce entre iguales y entre alumnos y profesores.
Estos enfoques diversos son una muestra de la amplitud del campo de estudio del discurso
académico, el cual no se puede considerar como un género discursivo, sino como un conjunto de
géneros, que comparten de alguna manera rasgos contextuales: el estatus enunciativo de discurso
segundo; el lugar social, constituido por diferentes ámbitos de la institución académica; la
intención comunicativa de carácter didáctico; la relación entre los participantes, que los puede
situar en un estatus similar o diferente; el canal de transmisión prioritario: oral o escrito. De
manera que no podemos ofrecer una lista cerrada de todos los géneros discursivos que se incluyen
en el discurso académico, pero, justamente, son los parámetros contextuales los que permiten
establecer unos criterios para clasificar los diferentes géneros que pueden aparecer dentro del
género que denominamos clase magistral.
Parámetros contextuales
En función de estos tres parámetros definiremos la clase magistral, como un género producido en
el ámbito de la enseñanza universitaria, que es dirigido por un enunciador experto (el profesor) a
unos destinatarios (los alumnos) y que utiliza como canal prioritario la transmisión oral.
A continuación analizaremos este género discursivo a partir de los parámetros del contexto,
excluyendo los textuales y verbales.
Para referirnos a este género discursivo utilizaremos el término clase magistral, ya que esta
expresión es la utilizada habitualmente para hacer referencia a cierto tipo de exposiciones
universitarias y es la que sirve normalmente en las investigaciones realizadas en el marco de los
estudios pedagógicos sobre este tipo de exposición.
Para delimitar el alcance del tema, partiremos, en primer lugar, de la distinción que establecen los
estudios pedagógicos entre los tres métodos de enseñanza universitaria más comunes en todo el
mundo: la exposición magistral, la discusión o trabajo en grupo y el aprendizaje individual (Prégent
1990).
Referente al primer método, Prégent distingue dos tipos de exposiciones magistrales: las
exposiciones formales como la conferencia sin la intervención del público durante la exposición, y
las exposiciones informales como la clase magistral.
En cuanto al segundo método, la discusión o el trabajo en grupo, Prégent señala tres variantes: el
seminario, el estudio de caso y la enseñanza entre iguales. El seminario consiste en hacer pruebas
periódicas entre un pequeño grupo de estudiantes y un profesor, quien hace el papel de experto y
animador en los estudios de un tema de su especialidad. En estas reuniones se acostumbra a
realizar tres tipos de actividades: las lecturas, la redacción de textos y la discusión del contenido de
los textos. En el estudio de caso, el profesor ofrece a los estudiantes la documentación necesaria,
para que puedan informarse sobre el caso o el problema que se analizará o discutirá
posteriormente entre el profesor y los alumnos. Finalmente, la enseñanza entre iguales, suele
estar relacionada con la enseñanza mediante proyectos, talleres o resolución de problemas,
simulaciones, sesiones de práctica de laboratorio, etc. El profesor, después de una exposición,
actúa como un supervisor del trabajo que realiza con cada pareja o grupo de alumnos que suele
evaluar a través de ejercicios, intervenciones, comentarios escritos o una presentación oral.
Con relación al aprendizaje individual, Prégent distingue entre los estudios individuales dirigidos
por un profesor que supervisa el trabajo individual de cada alumno, es decir, su autoaprendizaje,
de los estudiantes que realizan estudios programados y la autoevaluación de sus aprendizajes.
Los estudios de este autor se centran en distinguir la exposición magistral de tipo informal (la clase
magistral) de la exposición formal o conferencia. Al respecto, Goffman (1981) pone en relieve
algunas de las características de la conferencia, donde permite establecer los puntos en común
entre este género y la clase magistral, así como señalar las diferencias entre ambos géneros.
Según se desprende de las nociones de los anteriores autores sobre los términos: conferencia y
clase magistral, podemos delimitar el término clase magistral, referido a un género discursivo que
se produce en el marco de la institución universitaria, donde se otorga una autoridad al
enunciador, considerado experto, que se sitúa en un estatus superior al del destinatario, lo cual
permite que gestione el discurso y que imponga unas normas aceptadas por los estudiantes. A
pesar de tratarse de un discurso monogestionado, comparado con la conferencia, los estudiantes
pueden participar de manera diferente y pueden interrumpir las explicaciones del profesor y
formular preguntas y comentarios.
Esta amplia definición es distinta a la tradicional definición de clase magistral, tal y como se viene
entendiendo desde el período medieval, cuando la misma se estableció como una actividad que se
ocupaba exclusivamente de una exposición continua del profesor, como apunta Pujol Belcells
(1978), donde la clase magistral era considerada como un alto método de enseñanza.
Ya delimitado el término clase magistral, nos centrarnos en una de las operaciones que se
producen en los tres niveles implicados en el acto de la enunciación: la contextualización.
La contextualización
La situación de la enunciación
Describimos la situación enunciativa como un conjunto de elementos que intervienen en el acto
enunciativo. Todo este acontecimiento único e irreparable, que tiene la enunciación, según el cual,
Benveniste (1989), de acuerdo con las aportaciones sociológicas de Bakhtín (1985), establece que
los enunciados tienen un carácter dialógico, en el sentido de que remiten a otros enunciados
producidos en otros momentos; y en el sentido de que siempre implican la existencia de un
destinatario.
Al igual que cualquier otro discurso de divulgación científica, la clase magistral, es considerada
como un discurso, donde el dialogismo es evidente como en cualquier otra enunciación, ya que se
trata de un segundo discurso, que incluye otros discursos previos, producto de otros enunciados,
de otros enunciadores, y es elaborado con la intención de adecuarse a un destinatario menos
experto. Se trata entonces, de un discurso que mantiene una relación de intertextualidad con
otros discursos que constituyen la base de esta producción, el cual contiene diversas voces en el
discurso del enunciador. Sin embargo, se trata de un discurso monologado y a la vez dialógico, en
el sentido que comparte con el destinatario, y procura adaptarse a las necesidades del público.
La clase magistral es producida en una situación espacio temporal definida y limitada, donde el
canal de transmisión prioritario es el oral, el discurso es formalmente monologado y el
destinatario está presente durante la producción del mismo, siendo por lo tanto, su recepción
inmediata.
Esta situación discursiva, contiene otros discursos orales, lo que permite diferenciarla del discurso
escrito. Sin embargo, este género, tiene las características propias de la escritura, porque se trata
de un discurso planificado, es decir, pensado y organizado previamente a la producción, de
manera que la escritura sólo será un soporte, una guía o esquema preparatorio. Asimismo, la clase
magistral es producida en una situación formal, está sometida a una serie de convenciones propias
del género y suele ser repetida varias veces por el mismo profesor. Tal como lo señala Castellà
(1994a), el profesor universitario suele hablar de temas sobre los cuales ya ha leído y también ha
escrito. Por lo tanto, en los discursos orales, la relación oral/escritura es intrincada.
Así, entonces, podemos considerar que el discurso de la clase magistral es monogestionado y, por
tanto, aunque en algunos momentos (en los turnos de preguntas y respuestas) se tiende a
reproducir una situación interactiva, el destinatario no participa en el discurso como un
coenunciador al mismo nivel que el enunciador, sino que actúa de acuerdo con las convenciones
del género y según las indicaciones del profesor.
Esto convierte a los profesores en especie de oráculo que, tal como expone Rodrigues (1966),
tienen autoridad para dar consejos sobre el saber o el saber hacer institucionalmente y
socialmente reconocido. El tono autoritario del profesor que da consejos y los justifica,
haciéndolos servir en algunos casos como amenaza, es un comportamiento que también se
encuentra en el discurso político.
De todas maneras este discurso tiene un componente dialógico importante, porque los profesores
realizan una serie de previsiones con relación a los estudiantes, orientadas a adaptar el discurso a
sus necesidades y a sus intereses, ya que, si pretenden ser comprendidos y generar el interés y la
adhesión de los alumnos, han de tener en cuenta sus puntos de vista, sus conocimientos y sus
expectativas. Es decir, tal como recomiendan Perelman y Olbrechts-Tyteca (1989), han de basar su
discurso en el acuerdo. Este dialogismo se hace patente tanto en las explicaciones producidas en
una situación interactiva, en una metodología didáctica constructiva, donde los alumnos son el
centro de las concepciones, como en la metodología más tradicional, de carácter trasmitivo, que
sitúa al profesor en el centro del proceso didáctico, como un transmisor del saber.
Podemos considerar, entonces, que la clase magistral resulta un género ritualizado y jerarquizado,
regido por un contrato tácitamente aceptado por los interlocutores. El profesor es el transmisor
de la voz del poder y de la institución, es decir, la voz socioculturalmente dominante, el
interlocutor no encuentra espacio para negociar algo que le es impuesto y que es tácitamente
aceptado (Rodríguez, 1966).
Así, pues, la convención comunicativa que se establece en las clases magistrales, se explica sobre
todo por la distancia que separa a profesores y alumnos en este acto comunicativo, que hace que
los profesores gestionen el discurso, que puedan adoptar actitudes autoritarias y paternalistas y
que ofrezcan una interpretación única y con poca posibilidad de discusión de sus explicaciones.
Pero, aunque los estudiantes no participen como co-enunciadores en el discurso de la clase, los
profesores tienden a adecuar su exposición a las necesidades de los alumnos y proponen
diferentes formas de participación de los estudiantes con tal de interesarlos, de mantener la
atención y de asegurar la comprensión de sus explicaciones
BIBLIOGRAFÍA
Bakhtin, M. 1985. Estética de la creación verbal. 2ª. ed. Siglo XXI. Madrid.
Bronckart, J.P. 1992. El discurso como acción. Por un nuevo paradigma psicolinguístico. Anuario de
sicología, 54: 3-48.
CASTELLÁ, J.M. 1994. Per una descripció de la llengua oral: els discursos orals no col.loquials. Actes
del Xé Col.loqui Internacional de Llengua i Literatura Catalanes. Frankfurt.
PUJOL BALCELLS, J.; FONS MARTIN, J. L. 1978. Los métodos en la enseñanza universitaria EUNSA.
Pamplona.
RODRIGUES FARÍA CORACINI, M.J. 1966. L’argumentation dans les discouss politique et
didactique: différences et ressembrances. LINX. número spécial: 137-152.
Mijaíl Bajtín
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Mijaíl Bajtín
Mijaíl Bajtín, en la década de 1920.
Información personal
Nombre en
Михаил Бахтин
ruso
Nacionalidad rusa
Educación
Información profesional
Biografía
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Tras finalizar sus estudios en 1918 se trasladó a la pequeña ciudad de Nével (Pskov), al oeste de
Rusia, donde impartió clases por dos años. Durante ese tiempo trabajó junto a otros estudiosos
del pensamiento contemporáneo y de las nuevas corrientes de la ciencia, entre los que se
encontraba Valentín Volóshinov; todos ellos con diferentes intereses, pero unidos por la discusión
de temas religiosos, políticos y literarios. Así fue como se creó el llamado Círculo de Bajtín, cuyas
charlas eran principalmente sobre la filosofía alemana. Bajtín empezó a considerarse a sí mismo
más como un filósofo que como un estudioso de la literatura. Durante esa época vivió en Nével y
trabajó en un texto sobre la filosofía moral que nunca fue publicado en su totalidad, sólo una parte
bajo el nombre de “Arte y Responsabilidad” en 1919.
En 1920, Bajtín se trasladó a Vítebsk y un año después contrajo matrimonio con Elena
Aleksándrovna Okolóvich. Estuvo trabajando como profesor de literatura, entabló amistad con el
pintor fauvista Marc Chagall y fue entonces cuando finalmente se adhería al Círculo de Bajtín Pável
Medvédev. Tres años más tarde a Bajtín se le diagnosticó una enfermedad ósea
llamada osteomielitis. Tras perder su trabajo por sospechas de práctica religiosa marchó en 1924 a
Petrogrado (hoy San Petersburgo) y asumió un puesto en el Instituto Histórico y proporcionó
servicios de consultoría para la Casa Editorial del Estado. Allí conoció a las principales figuras
del formalismo ruso y publicó Freudismo (1927), El método formal en los estudios literarios (1928)
y Marxismo y filosofía del lenguaje (1929) (aunque este último apareció bajo el nombre de su
discípulo Valentín Volóshinov la autora Tatiana Bubnova señala que se trata de un texto apócrifo
de Bajtin1.)
Fue en ese momento cuando Bajtín decidió compartir su trabajo con el público pero justo antes de
ser publicado en “la Cuestión de la Metodología de Estética en las obras escritas", la revista en la
que tenía que aparecer cesó su publicación y no se pudo leer nada de este trabajo hasta pasados
cincuenta años. En 1929, publicó su gran obra Problemas de la poética de Dostoievski, donde
introdujo por primera vez el concepto de dialogismo. Pero tan pronto se publicó este libro
revolucionario se le acusó de ser participante del movimiento clandestino de la Iglesia ortodoxa
rusa (lo cual no ha podido ser probado aún).
Como consecuencia de una de las muchas purgas de artistas e intelectuales por parte de Stalin,
este condenó a Bajtín a ser desterrado a Siberia; dado su estado precario de salud, hizo un
llamamiento alegando que enviarlo al exilio sería matarlo, por eso fue deportado y condenado a
seis años de exilio interno en Kazajistán donde permaneció siete años trabajando como contable
en el pueblo de Kustanái. Durante ese tiempo escribió muchos ensayos importantes incluyendo “El
discurso en la novela”.
En 1938, la enfermedad ósea que le fue diagnosticada años atrás le ocasionó la amputación de una
pierna; después de este hecho su salud mejoró y se volvió más prolífico. En 1940, y hasta el final
de la Segunda Guerra Mundial, Bajtín vivió en Moscú, donde en 1941 leyó sus tesis sobre François
Rabelais en el Instituto Gorki de Literatura Mundial de Moscú para obtener un título de postgrado,
una tesis que no pudo ser defendida hasta el final de la guerra. En 1946, defendió la tesis Rabelais
en la historia del realismo obteniendo el grado de Candidato de Ciencias. Los estudiosos de Moscú
se habían dividido en dos grupos: los opositores oficiales guiando la defensa de la orientación (que
aceptaron el manuscrito original y poco ortodoxo) y aquellos otros profesores en contra de la
aceptación del manuscrito. La forma mundana y anárquica en que Bajtín trataba el tema causó
muchas discusiones, que sólo cesaron ante la intervención del gobierno. En última instancia, a
Bajtín le fue denegado el título de Doktor nauk (Doctor en Ciencias) y se le concedió el grado
menor de Candidato de Ciencias por la Comisión Suprema de Certificación, la oficina de
acreditación del Estado.
Más tarde, Bajtín fue invitado a volver a Saransk, donde asumió el cargo de presidente del
Departamento General de Literatura en el Instituto Pedagógico de Mordovia. Cuando en 1957 este
instituto hizo la transición de colegio para maestros a universidad se lo nombró como jefe del
Departamento de Literatura Rusa y de Literatura Mundial. En 1961, el deterioro de su salud lo
forzó a retirarse y a causa de la búsqueda de ayuda médica, Bajtín tuvo que trasladarse de nuevo a
Moscú, donde vivió hasta su muerte el 7 de marzo de 1975.
[editar]
Círculo de Bajtín. Sentados, de izquierda a
derecha: Bajtín, María Yúdina, Valentín Volóshinov, Lev Pumpianski, Pável Medvédev. De pie,
Konstantín Váguinov y su esposa (mediados de los años 1920).
En 1936, había publicado una de sus obras más importantes, Problemas de la poética
de Dostoyevski, donde describe el aspecto polifónico y dialógico de las novelas de este autor, es
decir, su facultad de exponer y contrastar distintas cosmovisiones de la realidad representadas por
medio de cada personaje. Pero su obra más influyente fue La cultura popular en la Edad Media y
en el Renacimiento: el contexto de François Rabelais (1941), donde introducía su idea de la novela
como expresión de la cultura popular carnavalesca y bufa, como rechazo de la norma unívoca y de
la rigidez de los patrones y estilos literarios, como celebración de la ambivalencia. El
discurso carnavalesco, amplio y polifónico, se enfrenta, a su manera de ver, a una visión rígida y
estática, de naturaleza aristocrática, de la realidad.
Aunque sus obras tuvieron gran prestigio en la URSS de los años 1960, su pensamiento solo se
conoció en Occidente tras su muerte en 1975. Hizo contribuciones originales a la nueva lingüística,
la sociolingüística, la narratología, la antropología literaria e, incluso, a los estudios culturales y las
construcciones hipertextuales. No obstante, su importancia deberá ser matizada, tras haberse
descubierto -a partir del examen directo de sus notas- que sigue, y muy directamente, a filósofos y
sociólogos germanos, singularmente a Ernst Cassirer.
Más allá de una teoría unificada de la literatura, el pensamiento de Bajtín constituye una reflexión
siempre cambiante y evolutiva sobre esta, ya que consideraba que la idea de «sistema» o «teoría»
es en sí misma contraproducente, pues limita un fenómeno dialógico y dinámico a marcos, y se
profundiza solamente en el nivel formal de la obra, mas no se presta atención al nivel estético y
ético del que habla (la arquitectónica que menciona en sus escritos tempranos). Su pensamiento
supone una innovación respecto al carácter discursivo unidireccional, impositivo y dominador de
la retórica clásica y alumbra una construcción participativa, integradora, social, en la que cabe la
diversidad, la multiplicidad de voces, el escenario polifónico, en la que muchos autores ven rasgos
que anticipan las futuras derivas de los estudios culturales. También lo es frente a las teorías
contemporáneas, en particular la teoría lingüística saussuriana que da demasiada importancia al
rol de la lengua, que considera el habla en acto que debe ser analizada mientras se produce y no
en un sistema que disecciona fenómenos que no se caracterizan por ser universales sino
específicos.
Otras teorías que ataca son el formalismo ruso, que también da importancia excesiva al resultado
formal de la creación literaria en oposición a la creación, que él considera se constituye en una
arquitectónica (término que crea para evitar los límites que impone la teoría). Los formalistas
daban importancia a lo formal (el nivel estético de su arquitectónica) pero dejan de lado el plano
ético de la creación, en el cual se desenvuelve el creador y que está entretejido con el estético, ya
que el dialogismo es un fenómeno que considera a ambos. Establece una similitud entre el acto, o
hecho concreto de comunicación, y la palabra. Frente a la lingüística tradicional, propone estudiar
la lengua como fenómeno de comunicación relacionado con un contexto y unos valores de
interlocución definidos por los protagonistas del diálogo. Distingue el alcance de la comunicación
según los mencionados ‘géneros’ expresivos, el «volumen» semántico, la naturaleza dialogante de
sus actores, la situación en la que se produce y sus alcances extralingüísticos y metalingüísticos. La
interpretación de los textos clásicos no se puede, pues, hacer desde la abstracción temporal, social
y cultural del momento en el que el autor empleó los recursos del diálogo con sus lectores, esto
es, precisa conocer lo que describe como su cronotopo, una doble vertiente espacio-temporal.
De esta forma, su visión sobre la "naturaleza" del lenguaje con contraria a la planteada
por Ferdinand de Saussure desde la escuela estructuralista, ya que para éstos el discurso -
enunciado- pertenecía al habla, no a lo verdaderamente estudiable que es el sistema. Saussure
creó un sistema científico que aísla la realización del sistema que lo sustenta, mientras que Bajtín
creía firmemente que se podía clasificar y analizar el discurso por medio de su separación en dos
grupos por estructura, la preparación del acto y su estilo. Un desarrollo ulterior de la crítica al
paradigma saussuriano (llamado por él "objetivismo abstracto"), y su modelo de análisis dialógico,
puede encontrarse en la obra El marxismo y la filosofía del lenguaje, de Valentín Volóshinov (se
recomienda traducción de Tatiana Bubnova). Volóshinov, se cree, es un heterónimo (otro nombre,
una suerte de pseudónimo) de Bajtín, o bien, un miembro que escribe una obra prácticamente
"dictada" por el maestro para burlar la persecución de la política estalinista.
Si se toma la clasificación antes desarrollada, se pueden ver dos grandes grupos que, según Bajtín,
son «infinitos» y se crean cada vez que una persona dice o escribe algo. Estos grupos son los
«géneros primarios» y los «géneros secundarios». Los primarios son los menos elaborados, los
más informales, sin una preparación previa, por ejemplo un diálogo casero entre un padre y un
hijo o entre amigos. Los secundarios, por el contrario, son los textos literarios, los que requieren
una elaboración previa y poseen una estructura determinada, por ejemplo las novelas, las obras
de teatro o los poemas. Bajtín habla también de la «hibridación» dialógica como instrumento de
permeabilidad y libertad de los idiomas para favorecer la pragmática comunicativa entre
expresiones de tiempos distintos o valores culturales coetáneos diferenciados por matices
contextuales heterogéneos o distintas matrices idiomáticas, por su heteroglosia.
El acto ético y el acto estético
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Bajtín hace distinción entre dos mundos opuestos, impenetrables e incomunicados entre sí. A
estos los nombra como el mundo de la cultura y el mundo de la vida. Este último se refiere a todo
aquello que creamos, conocemos y contemplamos. No existe algo que conecte a la cultura y la
vida.
Según Bajtín, para poder superar la incompatibilidad entre la cultura y la vida, es necesario
encontrar un punto unitario para hacernos cargo tanto de la responsabilidad especializada
(correspondiente a la cultura) como de la responsabilidad moral (correspondiente a la vida), “de
modo que la responsabilidad especializada debe aparecer como momento adjunto de la
responsabilidad moral única y unitaria”.2
Al llevar a cabo un acto ético, no existen normas morales predeterminadas en el mundo; más bien
existe un sujeto moral con una estructura determinada que decide qué y cuándo realizar las cosas.
También decide si sus acciones son moralmente necesarias. Para Bajtín, la vida concebida como el
acto ético no tiene que ver con el ser psíquico de cada persona.
Una de las propuestas principales de Bajtín es que “la visión estética no se transforma en una
confesión, y si llega a serlo, deja de ser la visión estética”.3 Sin embargo, afirma que existen obras
que sí están en un punto medio entre la estética y la confesión.
A partir de la visión estética no se puede tener conocimiento del ser en su realización, sino que
sólo se puede tener una contemplación estética del ser extrapuesto (fuera de sí). El acto estético
no es el reflejo de la vida real, de la vida en movimiento. De este modo, el acto ético ya no puede
ser un reflejo del acto estético.
Cuando una obra literaria es creada, únicamente podemos ver una historia ideal. No podemos
saber cuáles fueron sus causas temporales y su desenvolvimiento psicológico, pues nada tiene que
ver con el acto estético. No es posible suponer una coincidencia a nivel teórico entre el autor y el
personaje, porque la relación que se da entre ellos es de orden distinto; siempre se ignora el
hecho de que el ser del personaje y el del autor se encuentran a niveles diferentes. Si en algún
punto el personaje literario se vuelve portador de las ideas propias del autor, este ya dejaría de ser
un personaje creado estéticamente.
Cuando el creador-autor lleva a cabo el proceso necesario para dar origen a un personaje, este no
debe de regresar a su "yo"; el autor se debe de convertir en un "otro". Se puede dar el caso de que
el autor-creador olvide la extraposición (salir fuera de sí) a la hora de crear a un personaje. Si esto
sucede, pueden ocurrir tres cosas: 1) el personaje se apropia del autor: La forma de ver el mundo
deja de ser propia del autor y se convierte en la del personaje. 2) el autor se apropia del personaje:
El autor está reflejado en el discurso del personaje. 3) el personaje es su propio autor, estos se
fusionan de manera indisoluble.
Cuando únicamente hay un participante en la creación artística, esta deja de ser un acto estético,
pues la creación estética necesita de dos conciencias que no coinciden entre sí. Cuando las dos
conciencias coinciden, esta pasa de ser un acto estético a un acto ético.
Obras
[editar]
El método formal en los estudios literarios, Madrid: Alianza, 1994, con el seudónimo
Medvédev.
Hacia una filosofía del acto ético: de los borradores y otros escritos, Anthropos, 1998 ISBN
978-84-7658-522-1
Sobre Bajtín
[editar]
Averintsev, S.; Makhlin, Vitali; Ryklin, Mijaíl, En torno a la cultura popular de la risa:
nuevos fragmentos de M.M. Bajtin (adiciones y cambios a Rablelais), Anthropos,
2000 ISBN 978-84-7658-584-9
Gómez Cabia, Fernando Estructura y actualidad del pensamiento de Mijail Bajtin, UAM
Ediciones, 1997 ISBN 978-84-7477-661-4
Sánchez-Mesa Martínez, Domingo, Literatura y cultura de la responsabilidad: el
pensamiento dialógico de Mijail Bajtin), Comares, 1999 ISBN 978-84-8151-966-2
Notas
[editar]
1. ↑ Zavala, Iris M., ed. (1996). Bajtin y sus apócrifos. Biblioteca A ; Artes-Literatura
(1. ed edición). Anthropos ; Editorial de la Universidad de Puerto Rico. ISBN 978-0-
8477-0286-2.
Véase también
[editar]
género discursivo
heteroglosia
Fuentes
[editar]
Gary Saul Morson y Caryl Emerson, Mijail Bakhtin. Creation of Prosaics, Stanford, Stanford
University, 1990
Michael Holoquist, Bakhtin and his World, Londres-Nueva York, Routledge, 1991
Enlaces externos
[editar]
En el Marxists Internet Archive está disponible una sección con obras de Mijaíl Bajtín.
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Evidencia empírica para una proposición es evidencia, es decir, lo que apoya o refuta esta
proposición, que está constituida por o accesible a experiencia sensorial o
procedimiento experimental. Evidencia empírica tiene una importancia fundamental para
las ciencias y desempeña un papel en varios otros campos, como la epistemología y el derecho.
No existe un acuerdo general sobre cómo definir los términos evidencia y empírico. A menudo,
diferentes campos trabajan con concepciones bastante diferentes. En la epistemología, la
evidencia es lo que justifica las creencias o lo que determina si sostener una cierta creencia
es racional. Esto solo es posible si la evidencia está en posesión de la persona, lo que ha llevado a
varios epistemólogos a concebir la evidencia en forma de estados mentales privados como
experiencias u otras creencias. En la filosofía de la ciencia por otro lado, evidencia se entiende
como lo que confirma o desconfirma hipótesis científicas y arbitra entre teorías en competencia.
Para este papel, es importante que evidencia sea pública y no controvertida, como objetos o
eventos físicos observables y a diferencia de los estados mentales privados, para que evidencia
pueda fomentar el consenso científico. El término empírico proviene del griego ἐμπειρία
(empeiría), es decir, 'experiencia'. En este contexto, suele entenderse como lo que es observable,
en contraste con los objetos inobservables o teóricos. En general, se acepta que la percepción sin
ayuda técnica constituye observación, pero se discute hasta qué punto los objetos accesibles solo
a la percepción con ayuda técnica, como las bacterias vistas a través de un microscopio o los
positrones detectados en una cámara de niebla, deben considerarse observables.
La evidencia científica está estrechamente relacionada con la evidencia empírica, pero no todas las
formas de evidencia empírica cumplen las normas dictadas por los métodos científicos. Las fuentes
de evidencia empírica a veces se dividen en observación y experimentación, con la diferencia de
que solo la experimentación implica manipulación o intervención: los fenómenos se crean
activamente en lugar de observarse pasivamente.
Definición
[editar]
Una cosa es evidencia para una proposición si apoya epistémicamente esta proposición o indica
que la proposición apoyada es verdadera. Evidencia es empírica si está constituida por o accesible
a la experiencia sensorial. Hay varias teorías en competencia sobre la definición exacta de los
términos "evidencia" y "empírico". Diferentes campos, como la epistemología, las ciencias o el
sistema jurídico suelen asociar diferentes conceptos con estos términos. Una distinción
importante entre las teorías de evidencia es si identifican la evidencia con estados mentales
privados o con objetos físicos públicos. Con respecto al término "empírico", existe una disputa
sobre dónde trazar la línea entre objetos observables o empíricos en contraste con objetos
inobservables o meramente teóricos.
Evidencia
[editar]
En la filosofía de la ciencia, se entiende por evidencia lo que confirma o desconfirma las hipótesis
científicas y arbitra entre teorías en competencia.1112 Las mediciones de la órbita "anómala" de
Mercurio, por ejemplo, constituyen evidencia que desempeña el papel de árbitro neutral entre la
teoría de la gravitación de Newton y la de Einstein al confirmar la teoría de Einstein. Para el
consenso científico, es fundamental que evidencia sea pública y no controvertida, como objetos o
eventos físicos observables y a diferencia de los estados mentales privados.125 De este modo,
puede actuar como una base compartida por los defensores de las teorías en competencia. Dos
asuntos que amenazan este papel son el problema de la subdeterminación y la carga teórica. El
problema de la subdeterminación tiene que ver con el hecho de que la evidencia disponible a
menudo proporciona el mismo apoyo a cualquiera de las teorías y, por lo tanto, no puede arbitrar
entre ellas.1213 La carga teórica se refiere a la idea de que la evidencia ya incluye suposiciones
teóricas. Estas suposiciones pueden impedir que actúe como árbitro neutral. También puede
conducir a una falta de evidencias compartidas si los científicos diferentes no comparten estas
suposiciones.214 Thomas Kuhn es un importante defensor de la posición de que la carga teórica en
relación con los paradigmas científicos juega un papel central en la ciencia.1516
Evidencia empírica
[editar]
La visión tradicional propone que evidencia es empírica si está constituida por o accesible a la
experiencia sensorial. Esto implica experiencias que surgen de la estimulación de los órganos
sensoriales, como experiencias visuales o auditivas,2 pero el término se usa a menudo en un
sentido más amplio que incluye recuerdos e introspección.17 Suele considerarse que excluye
experiencias puramente intelectuales, como la visión o intuición racional que se utiliza para
justificar principios básicos lógicos o matemáticos.18 Los términos "empírico" y "observable" están
estrechamente relacionados y a veces se utilizan como sinónimos.19
Hay un debate activo en la filosofía de la ciencia contemporánea sobre lo que debe considerarse
observable o empírico en contraste con los objetos inobservables o meramente teóricos. Existe un
consenso general de que los objetos cotidianos, como libros o casas, son observables, ya que son
accesibles a través de la percepción sin ayuda técnica. Pero el desacuerdo comienza con objetos
que solo son accesibles a través de la percepción con ayuda técnica, como usar telescopios para
estudiar galaxias distantes,20 usar microscopios para estudiar bacterias o usar cámaras de niebla
para estudiar positrones.21 Así que la pregunta es si las galaxias distantes, las bacterias o los
positrones deben considerarse objetos observables o meramente teóricos. Algunos incluso
sostienen que cualquier proceso de medición de una entidad debe considerarse una observación
de esta entidad. En este sentido, el interior del sol es observable, ya que se pueden detectar los
neutrinos que se originan allí.2223 La dificultad de este debate es que hay una continuidad de casos
que van desde observar algo a simple vista, a través de una ventana, a través de un par de gafas, a
través de un microscopio, etc.2425 Debido a esta continuidad, trazar la línea entre dos casos
adyacentes cualquiera parece ser arbitrario. Una forma de evitar estas dificultades es sostener que
es un error identificar lo empírico con lo observable o sensible. En cambio, se ha sugerido que
evidencia empírica puede incluir entidades inobservables siempre que sean detectables a través
de mediciones adecuadas.26 Un problema con este enfoque es que se aleja bastante del significado
original de "empírico", que contiene la referencia a la experiencia.
Conceptos relacionados
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Empirismo y racionalismo
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Evidencia científica
[editar]
La evidencia científica está estrechamente relacionada con la evidencia empírica. Sin embargo,
algunos han argumentado que hay un sentido en el que no toda la evidencia empírica constituye
evidencia científica. Una razón para esto es que los estándares o criterios que los científicos
aplican a la evidencia excluyen cierta evidencia que es legítima en otros contextos. 38 Por ejemplo,
la evidencia anecdótica de un amigo sobre cómo tratar una determinada enfermedad constituye
evidencia empírica de que este tratamiento funciona, pero no se consideraría evidencia
científica.3839 Otros han argumentado que la definición empirista tradicional de evidencia empírica
como evidencia perceptiva es demasiado estrecha para gran parte de la práctica científica, que
utiliza evidencia obtenida de varios tipos de equipos no perceptivos.40
Un elemento central de la evidencia científica es que se llegó a ella siguiendo el método científico.
Pero las personas confían en varias formas de evidencia empírica en su vida cotidiana que no se
han obtenido de esta manera y que, por lo tanto, no califican como evidencia científica. Un
problema con la evidencia no científica es que es menos confiable, por ejemplo, debido a sesgos
cognitivos como el efecto de anclaje, en el que se le da más peso a la información obtenida
anteriormente.3841
[editar]
Referencias
[editar]
5. ↑ Saltar a:a b Gage, Logan Paul (2014). «1. Introduction: Two Rival Conceptions of
Evidence». Objectivity and Subjectivity in Epistemology: A Defense of the
Phenomenal Conception of Evidence. Baylor University.
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Beliefs». Philosophical Studies 145 (2): 311-324. doi:10.1007/s11098-008-9233-1.
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19-159867-8.
16. ↑ Bird, Alexander (13 de agosto de 2004). «Thomas Kuhn». Stanford Encyclopedia
of Philosophy (en inglés). Consultado el 17 de octubre de 2021.
21. ↑ van Fraassen, Bas (1980). The Scientific Image. Oxford University Press. pp. 16-
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26. ↑ Boyd, Nora Mills (2018). «Evidence Enriched». Philosophy of Science 85 (3): 403-
421. doi:10.1086/697747.
27. ↑ Saltar a:a b c Russell, Bruce (2020). «A Priori Justification and Knowledge». The
Stanford Encyclopedia of Philosophy. Metaphysics Research Lab, Stanford
University. Consultado el 20 de junio de 2021.
30. ↑ Saltar a:a b c d e Markie, Peter (2017). «Rationalism vs. Empiricism». The Stanford
Encyclopedia of Philosophy. Metaphysics Research Lab, Stanford University.
Consultado el 20 de junio de 2021.
35. ↑ Saltar a:a b Teixeira, Célia (2018). «How Not to Reject the a Priori». Kriterion:
Journal of Philosophy 59 (140): 365-384. doi:10.1590/0100-512x2018n14002ct.
36. ↑ Friedman, Michael (2007). «The Aufbau and the rejection of metaphysics». The
Cambridge Companion to Carnap. Cambridge University Press. pp. 129-
152. ISBN 978-0-521-84015-6.
38. ↑ Saltar a:a b c Santana, Carlos (2018). «Why Not All Evidence is Scientific
Evidence». Episteme 15 (2): 209-227. doi:10.1017/epi.2017.3.
43. ↑ Saltar a:a b c Malik, Saira (2017). «Observation Versus Experiment: An Adequate
Framework for Analysing Scientific Experimentation?». Journal for General
Philosophy of Science / Zeitschrift für Allgemeine Wissenschaftstheorie 48 (1): 71-
95. doi:10.1007/s10838-016-9335-y.
46. ↑ Saltar a:a b c Okasha, S. (2011). «Experiment, Observation and the Confirmation
of Laws». Analysis 71 (2): 222-232. doi:10.1093/analys/anr014.
Disciplina (desambiguación)
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Disciplina (deporte), cada una de las variantes que regulan una competición en
determinado deporte.
Enlaces externos
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Algunas organizaciones típicas en las que la disciplina y el derecho disciplinario interno resultan
importantes son las empresas y demás organizaciones laborales, los establecimientos escolares,
las fuerzas armadas y policiales, las reparticiones del Estado, los partidos políticos, los sindicatos,
las cárceles, las iglesias, etc. El derecho disciplinario tiene similitudes con el derecho penal, en
materia de garantías (debido proceso, tipicidad, culpabilidad, proporcionalidad de la sanción),
pero se diferencia de este en que no tiene como fin proteger a la sociedad por parte del Estado,
sino garantizar la coordinación cooperativa de las personas en una organización jerárquica.
La disciplina infantil en el ámbito familiar, regida por la patria potestad, tiene algunos aspectos en
común con los regímenes disciplinarios de las organizaciones.
Características
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Altar romano con la palabra disciplina.
La disciplina significa instruir a una persona o animal a tener un determinado código de conducta u
orden. En el campo del desarrollo del niño, la disciplina se refiere a los métodos de formación del
carácter y de la enseñanza de autocontrol y de un comportamiento aceptable,1 por ejemplo,
enseñar a un niño a lavarse sus manos antes de las comidas. Aquí, lavarse las manos antes de las
comidas es un patrón particular de comportamiento, y el niño está siendo disciplinado para
adoptar ese patrón. Para la disciplina también da lugar a la palabra disciplinador, lo que denota
una persona que impone orden.
Sin embargo, por lo general el término «disciplina» tiene una connotación negativa. Esto se debe a
la necesidad de mantener el orden —es decir, que las instrucciones de garantizarlo se lleven a
cabo—. El orden es a menudo regulado a través del castigo.2
Ser disciplinado es entonces, sujeto al contexto, ya sea una virtud (la capacidad de seguir
instrucciones en forma correcta) o un eufemismo para el castigo (que también puede ser
denominado como «procedimiento disciplinario»). Como sustantivo concreto, la disciplina se
refiere a un instrumento de castigo, por ejemplo, en la mortificación de la carne (véase
también: flagelación). Este instrumento también se puede aplicar a uno mismo, por ejemplo, en
penitencia por no ser lo suficientemente disciplinados.
Ámbitos
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Disciplina militar
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La disciplina militar es el cumplimiento de las normas de conducta del personal de las fuerzas
armadas, con el fin de garantizar la obediencia, la coordinación, el entrenamiento y la eficacia en
el cumplimientos de sus objetivos.345
Históricamente se ha confundido la disciplina militar, con el derecho penal militar. Si bien existen
elementos comunes entre ambos (debido proceso, tipicidad, culpabilidad, proporcionalidad de la
sanción), el derecho penal tiene como fin proteger a la sociedad por parte del Estado, mientras
que la disciplina tiene como fin garantizar la coordinación cooperativa de las personas en una
organización jerárquica, pública o privada:
La prohibición legal de la conducta delictiva tiene por fin la defensa de la sociedad, mientras que
las faltas disciplinarias buscan proteger el desempeño del servidor público, con miras al
cumplimiento de la función pública. [...] Las sanciones penales se dirigen, de manera general, a la
privación de la libertad física y a la reinserción del delincuente a la vida social, al paso que las
sanciones disciplinarias tienen que ver con el servicio, con llamadas de atención, suspensiones o
separación del servicio; lo que impone al acto sancionatorio un carácter independiente, de donde
surge el aceptado principio de que la sanción disciplinaria se impone sin perjuicio de los efectos
penales que puedan deducirse de los hechos que la originaron.6
De allí que resulte importante distinguir claramente, en los instrumentos legales, las normas
penales militares, de las normas disciplinarias, separando los delitos -que corresponde al derecho
penal-, de las faltas -que corresponden al régimen disciplinario.6
Las reglas de disciplina son más firmes o más laxas en función de la cultura dominante de los
militares del país o la institución.3 Tradicionalmente las normas disciplinarias y las normas penales
relacionadas con la actividad militar, han estado juntas en un mismo cuerpo legal, muchas veces
denominado código de justicia militar, o equivalente.78 Más recientemente varios países han
optado por separar los delitos y penas relacionados con la actividad militar, de las normas
disciplinarias para la milicia establecidas en reglamentos, con sus correspondientes faltas y
sanciones.910
En general los reglamentos disciplinarios distinguen entre faltas leves, graves y muy graves o
gravísimas.910 Las sanciones disciplinarias están taxativamente establecidas en los reglamentos de
disciplina de cada país, incluyendo siempre el apercibimiento, el arresto y la destitución. 910 Algunos
países incluyen también la degradación como sanción disciplinaria para casos graves, aunque por
ser considerada una pena infamante y violatoria por lo tanto de los derechos humanos, otros
países han excluido esta sanción tanto del régimen penal, como disciplinario.11 Otras sanciones
presentes en algunos reglamentos son privación de salida, multa, pérdida de la facultad de elegir
destino, y suspensión.910
La disciplina escolar
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Artículo principal: Disciplina escolar
La disciplina escolar se refiere a la regulación de los niños y el mantenimiento del orden en las
escuelas. Estas normas pueden, por ejemplo: definir los estándares esperados de la ropa, la hora
normal, el comportamiento social, las tareas, pruebas y la ética de trabajo. El término también
puede referirse a las sanciones que son las consecuencias de violar el código de conducta o para la
administración de dicha pena, en lugar de comportarse dentro de las reglas de la escuela.
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Véanse también: Trabajo (economía), Abolición del trabajo, Reducción del tiempo de
trabajo y Relaciones laborales.
Tradicionalmente la disciplina laboral constituía una facultad arbitraria y unilateral del empleador
o empresario, siendo las sanciones habituales el despido y la suspensión del trabajador.
El Derecho del Trabajo limitó las facultades disciplinarias del empleador, exigiendo razonabilidad y
proporcionalidad en las mismas, así como respeto al derecho de defensa. Más recientemente
el derecho laboral se ha extendido también al personal jerárquico y a los propietarios de empresas
privadas, con el fin de garantizar que las relaciones laborales están libres
de discriminación y violencias, como ha sucedido con la preocupación generalizada para eliminar
la violencia de género en el trabajo.
Autodisciplina
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La autodisciplina se refiere a la capacidad de la persona para llevar a cabo una determinada tarea
o para adoptar un determinado comportamiento,12 incluso si esa persona preferiría estar haciendo
otra cosa. Por ejemplo, esforzarse por (y lograr) sustituir un hábito perjudicial (para esa persona o
para los demás) por cualquier actividad (placentera o no) que contribuya a la mejora de su calidad
de vida (o la de los demás) es una muestra de autodisciplina.
La autodisciplina es, en cierta medida, un sustituto de la motivación, cuando utiliza la razón para
determinar el mejor curso de acción que se opone a los deseos de uno. Sin embargo, la
autodisciplina puede originar dos tipos de comportamientos:
Comportamiento virtuoso: las motivaciones están alineadas con los objetivos: hacer lo que
uno sabe que es mejor y hacerlo con mucho gusto.
Comportamiento contingente, por el contrario, es cuando uno hace lo que sabe que es lo
mejor, pero debe hacerlo oponiéndose a las motivaciones propias.13
Trasladarse de un comportamiento contingente a un comportamiento virtuoso requiere un
entrenamiento y algo de autodisciplina.14
Referencias
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1. ↑ Papalia, Diane E.; Martorell, Gabriela; Duskin, Ruth (2013). A child's world:
infancy through adolescence (en inglés) (13.ª edición). McGraw-Hill
Education. ISBN 978-0078035432.
2. ↑ Douglas, Emily M.; Straus, Murray A. (2007). «Discipline by Parents and Child
Psychopathology». En Felthous, Alan; Sass, Henning, eds. The international
handbook of psychopathic disorders and the law (en inglés). Chichester, West
Sussex, England: John Wiley & Sons. pp. 1-2. ISBN 978-0470011850. Archivado
desde el original el 8 de diciembre de 2017.
3. ↑ Saltar a:a b Caforio, Giuseppe, ed. (2003). Handbook of the sociology of the
military (en inglés). New York: Kluwer Acad. /Plenum Publ. pp. 262-263. ISBN 978-
0-306-47295-4.
4. ↑ Fuerza Aérea Argentina (2007). Reglamento del Régimen del Servicio (RAG-11).
5. ↑ Southern, Pat (2007). The Roman army: a social and institutional history (en
inglés). Oxford: Oxford Univ. Press. p. 159. ISBN 978-0-19-532878-3.
9. ↑ Saltar a:a b c d Anexo IV. Código de Disciplina de las Fuerzas Armadas. «Ley
26394». Infoleg. Consultado el 21 de febrero de 2020.
10. ↑ Saltar a:a b c d «Ley de Régimen Disciplinario de las Fuerzas Armadas». Ministerio
de Defensa. España. Consultado el 21 de febrero de 2020.
11. ↑ Cavada Herrera, Juan Pablo (abril de 2019). «Pena de degradación en el Código
de Justicia Militar chileno. Naturaleza, características y efectos». Biblioteca del
Congreso Nacional de Chile.
12. ↑ S. Nadal, M. Victoria (18 de abril de 2019). «¿Eres poco productivo porque el
mundo te hizo así?». Retina (España). Consultado el 21 de abril de 2019.
Enlaces externos
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Disciplina académica
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Una disciplina académica1 o campo de estudio es el desarrollo del conocimiento sobre un tema en
específico, el cual es pensado o investigado en una escuela superior, un centro de estudios o
una universidad. Las disciplinas están (en parte) definidas y reconocidas por las publicaciones
académicas en donde se exponen los resultados de procesos de investigación y por los círculos
académicos, intelectuales o científicos a los cuales pertenecen los investigadores.
Los campos de estudio tienen por lo general numerosas ramas o subdisciplinas y las líneas que las
distinguen suelen ser arbitrarias y ambiguas.
Historia.
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A principios del siglo XX nacen nuevas disciplinas como la educación, la sociología y la psicología.
En las décadas de 1970 y 1980 se produjo una "explosión" de nuevas y numerosas disciplinas que
se enfocaban a estudios cada vez más específicos. Surgen en muchos lugares disciplinas como los
estudios de la mujer, estudios sobre los grupos minoritarios, estudios ambientales específicos y
muchos otros. Algunas disciplinas fueron diseñadas como preparación para el ejercicio de carreras
y profesiones como la enfermería y la administración hospitalaria, entre otras. Finalmente se
comienza a hablar de los estudios interdisciplinarios en campos científicos como la bioquímica,
la geofísica, la sociología y la psicología y sus contribuciones al conocimiento ganaron grandes
prestigios.
Por último, la división en disciplinas no es una actividad pacífica y no es aceptada por todos los
estudiosos, muchos de los cuales ven el tema con fuertes críticas. Incluso muchas "disciplinas" son
discutidas como tales y por dicha razón se pueden encontrar grandes debates al respecto.
Véase también.
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Anexo:Disciplinas académicas
Referencias
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1. ↑ «disciplina académica».
Enlaces externos.
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Anexo:Disciplinas académicas
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El siguiente esquema proporciona una descripción general y una guía temática de las disciplinas
académicas.
Una disciplina académica o campo de estudio es una rama del conocimiento, de la enseñanza o de
la investigación que es parte de la educación superior. La disciplina de un académico se define
comúnmente por las facultades universitarias y sociedades científicas a las que pertenece y
las revistas académicas en las que publica sus investigaciones.
Las disciplinas varían entre las bien establecidas, que existen en casi todas las universidades y
tienen listas bien definidas de revistas y conferencias, y las nacientes, apoyadas por solo unas
pocas universidades y publicaciones. Una disciplina puede tener ramas, y éstas a menudo se
llaman subdisciplinas.
En cada caso, una entrada en el nivel más alto de la jerarquía (por ejemplo, Humanidades) es un
grupo de disciplinas ampliamente similares; una entrada en el siguiente nivel (por ejemplo,
Música) es una disciplina que tiene cierto grado de autonomía y es la identidad básica que sienten
sus estudiosos; y los niveles inferiores de la jerarquía son subdisciplinas que normalmente no
tienen ningún papel en la estructura de gobierno de la universidad.
Ciencias naturales
[editar]
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Astrobiología
Astronomía (21)
Astronomía gravitacional
Agujeros negros
Medio interestelar
Simulación numérica
Plasma astrofísica
Hidrodinámica
Magnetohidrodinámica
Formación estelar
Astrofísica estelar
Heliosismología
Nucleosíntesis estelar
Observación astronómica
Astronomía infrarroja
Astronomía de microondas
Radioastronomía (2105)
Astronomía ultravioleta
Astronomía de rayos X
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Edafología (2511)
Pedología
Ciencia planetaria
Climatología (2502)
Gemología
Geodesia
Geografía Física
Geología (2506)
Cartografía geológica
Estratigrafía
Geología Histórica
Geomorfología
Paleoclimatología
Paleogeografía
Petrografía
Petrología
Sedimentología
Tectónica
Vulcanología (2506.11)
Geoquímica (2503)
Geofísica (2507)
Geodinámica
Sismología
Glaciología
Hidrogeología
Hidrología (2508)
Medio ambiente
Meteorología (2509)
Mineralogía (2506.11)
Oceanografía (2510)
Paleontología (2416)
Biocronología
Paleobiología
Paleoantropología
Paleobiogeografía
Paleobotánica
Paleoecología
Paleozoología
Tafonomía
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Aerobiología
Anatomía
Anatomía comparada
Anatomía humana
Comunicación animal
Bioquímica (2403)
Bioinformática
Biología
Biología evolutiva
Biofísica (2406)
Botánica (2417)
Etnobotánica
Cronobiología
Criobiología
Ecología
Ecología humana
Endocrinología
Entomología
Biología humana (2410)
Anatomía humana
Limnología (2417.04)
Taxonomía de Linneo
Microbiología (2414)
Micología (2417.06)
Neurociencia (2490)
Paleobiología
Paleontología (2416)
Parasitología
Genética (2409)
Biología evolutiva
Citogenética (2409.90)
Genética humana
Genética cuantitativa
Biotecnología
Patología
Fisiología (3109.09)
Silvicultura (3106.08)
Taxonomía
Virología (2420)
Virología molecular
Virología epidémica
Xenobiología
Zoología (2401)
Entomología (2413)
Etología (2408)
Herpetología
Ictiología
Oología
Ornitología
Primatología (2401.21)
Zootomía
(otros campos: Antropología (Física) (2402), Biometría (2405), Inmunología (2412), Biología
molecular (2415), Radiobiología (2418), Simbiosis (2419) y Otras especialidades biológicas (2499))
Química
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Química analítica
Bioquímica
Ciencia de materiales
Quimioinformática
Química computacional
Química cuántica
Química inorgánica
Química orgánica
Química física
Química teórica
Física
[editar]
Acústica
Astrofísica
Física molecular
Óptica física
Biofísica
Física teórica
Física computacional
Criogenia
Ciencia de materiales
Electromagnetismo
Física de partículas
Dinámica de fluidos
Geofísica
Física matemática
Ciencias de la materia
Mecánica
Física nuclear
Óptica
Plasma
Física cuántica
Mecánica estática
Dinámica vehicular
Termodinámica
Ciencias formales
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Matemáticas
[editar]
Álgebra
Teoría de grupos
Representación de grupo
Teoría de anillos
Teoría de cuerpos
Teoría de Galois
Álgebra lineal
Álgebra multilineal
Álgebra de Lie
Álgebra asociativa
Álgebra no asociativa
Álgebra universal
Álgebra homológica
Teoría de categorías
Teoría de Lattice
Álgebra diferencial
Análisis
Análisis real
Cálculo
Análisis complejo
Análisis funcional
Teoría de operadores
Análisis no establecido
Análisis armónico
Análisis p-ádico
Teoría de la medida
Teoría de la probabilidad
Teoría ergódica
Procesos estocásticos
Geometría y topología
Topología general
Topología algebraica
Geometría topológica
Topología diferencial
Geometría algebraica
Geometría diferencial
Geometría proyectiva
Geometría afín
Geometrías no euclidianas
Geometría convexa
Geometría discreta
Teoría de números
Teoría de conjuntos
Teoría establecida
Teoría de la prueba
Teoría de modelos
Teoría de recursión
Lógica modal
Lógica intuicionista
Matemáticas aplicadas
Estadística
Estadística matemática
Economía matemática
Econometría
Teoría de juegos
Actuaría
Teoría de la aproximación
Análisis numérico
Investigación operativa
Programación lineal
Biomatemáticas (2404)
Sistemas dinámicos
Geometría fractal
Física matemática
Mecánica estadística
Teoría de la computación
Teoría de la información
Criptografía
Combinatoria
Teoría de grafos
Ciencias de la computación
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Teoría de la computación
Teoría de la computabilidad
Teoría de la concurrencia
Algoritmo
Algoritmo probabilista
Algoritmo distributivo
Algoritmo paralelo
Estructura de datos
Arquitectura de computadores
Sistema operacional
Comunicación de redes
Teoría de la información
Red inalámbrica
Criptografía
Tolerancia al error
Computación distribuida
Rejillas de información
Computación paralela
Alta informática
Computación cuántica
Computación gráfica
Procesamiento de imágenes
Visualización científica
Geometría computacional
Ingeniería de software
Programación de lenguajes
Programación de paradigmas
Programación funcional
Programación semántica
Teoría de tipos
Compiladores
Computación concurrente
Ciencias de la informática
Base de datos
Multimedia e hipermedia
Minería de datos
Recuperación de información
Inteligencia artificial
Ciencia cognitiva
Razonamiento automático
Aprendizaje automático
Visión artificial
Sistemas expertos
Robótica
Informática en matemáticas
Informática en ingeniería
Informática en medicina
Análisis numéricos
Informática algebraica
Matemática de la informática
Informática científica
Bioinformática
Física de la informática
Química de la informática
Neurociencia de la informática
Informática en arte
Informática en humanidades
Economía informática
Sociología informática
Finanzas informáticas
Humanismo digital
Sistemas de la información
Informática de negocios
Tecnología de la información
Informática de la salud
Informática y sociedad
Historia de la informática
Informática humanista
Informática comunitaria
Ciencias sociales
[editar]
Antropología
[editar]
Antropología biológica
Antropología forense
Evolución humana
Paleoantropología
Genética de poblaciones
Primatología
Antropología lingüística
Educacional
Etnolingüística
Sociolingüística
Cultura antropológica
Antropología de la religión
Antropología de la tecnología
Economía antropológica
Etnografía
Etnohistoria
Etnología
Etnomusicología
Folclore
Mitología
Política antropológica
Antropología humana
Historia de la antropología
Medicina antropológica
Arqueología
[editar]
Arqueología clásica
Egiptología
Arqueología experimental
Arqueología marítima
Paleoantropología
Arqueología prehistórica
Economía
[editar]
Economía agraria
Comportamiento de la economía
Bioeconomía
Informática de la economía
Desarrollo de la economía
Econometría
Economía geográfica
Historia de la economía
Economía sociológica
Economía energética
Economía de la inversión
Economía evolutiva
Economía experimental
Economía feminista
Economía financiera
Teoría de juegos
Economía verde
Economía institucional
Economía internacional
Economía islámica
Macroeconomía
Microeconomía
Economía de la empresa
Economía matemática
Economía monetaria
Neuroeconomía
Economía política
Economía social
Finanzas públicas
Economía pública
Economía de plataforma
Economía de recursos
Economía socialista
Socioeconomía
Economía ecológica
Política económica
Etnología
[editar]
Estudios afroamericanos
Estudios chicanos
Estudios latinos
Estudios indoamericanos
Geografía
[editar]
Cartografía
Geografía cultural
Geografía feminista
Geografía económica
Geografía histórica
Geografía militar
Geografía estratégica
Geografía poblacional
Geografía social
Geografía de la salud
Geografía turística
Geografía urbana
Geografía física
Biogeografía
Climatología
Paleoclimatología
Geografía costera
Geomorfología
Geodesia
Hidrología e hidrografía
Glaciología
Limnología
Oceanografía
Paleogeografía
Geografía regional
Historia
[editar]
Historia de América
Historia de Europa
Historia de Asia
Historia de África
Historia de Oceanía
Prehistoria
Historia antigua
Historia medieval
Historia moderna
Historia contemporánea
Historia social
Historia cultural
Historia política
Etnohistoria
Historia de la ciencia
Historia militar
Historia de las ideas
Historia económica
Historia mundial
Ciencias militares
[editar]
Instrucción premilitar
Ciencias políticas
[editar]
Política estadounidense
Política latinoamericana
Política europea
Civismo
Política comparada
Relaciones internacionales
Análisis político
Estudios políticos
Economía política
Filosofía política
Política pública
Política económica
Administración política
Diplomacia
Psefología
Psicología
[editar]
Psicología anormal
Psicología aplicada
Psicología biológica
Psicología clínica
Test psicológico
Psicoterapia
Psicoterapia breve
Terapia familiar
Terapia de la gestación
Terapia de grupo
Psicodrama
Psicología cognitiva
Ciencia cognitiva
Psicología comunitaria
Psicología diferencial
Psicología de la educación
Emoción
Psicología evolucionaria
Psicología experimental
Psicología forense
Psicología de la salud
Comunicación intrapersonal
Psicología legal
Neuropsicología
Psicología organizacional
Parapsicología
Psicología de la personalidad
Psicología positiva
Psicoanálisis
Psicología cuantitativa
Psicología social
Psicología media
Psicología de la comunicación
Psicología empresarial
Psicología humanista
Sociología
[editar]
Información comunitaria
Informática de la sociología
Estudios culturales
Criminología
Interaccionismo
Sociología económica
Sociología feminista
Funcionalismo
Ecología humana
Sociología industrial
Sociología media
Sociología médica
Sociología política
Programa evaluativo
Sociología pública
Sociología pura
Sociología rural
Estudios sociológicos
Demografía social
Desigualdad social
Teoría sociológica
Sociobiología
Sociocibernética
Sociología de la cultura
Sociología de la desviación
Sociología de la educación
Sociología de la familia
Sociología de la inmigración
Sociología de mercados
Sociología de la religión
Sociología visual
Humanidades
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Ciencias de la Comunicación
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Periodismo
Prensa
Periodismo de investigación
Periodismo de moda
Periodismo deportivo
Periodismo científico
Periodismo ciudadano
Periodismo radiofónico
Comunicación oral
Locución
Semiótica
Significado
Significante
Referente
Representamen
Objeto
Interpretante
Comunicación corporativa
Identidad corporativa
Filosofía corporativa
Cultura corporativa
Identidad visual
Imagen corporativa
Reputación corporativa
Promoción
Gestión de marca
Relaciones públicas
Comunicación interna
Comunicación externa
Publicidad
Propaganda
Merchandising
Marketing de contenido
Organización de eventos
Protocolo
Ceremonial
Etiqueta
Patrocinio
Mecenazgo
Institución
Redacción institucional
Comunicación de crisis
Vocería institucional
Comunicación política
Opinión pública
Lobismo
Políticas públicas
Relaciones internacionales
Diplomacia
Diplomacia corporativa
Psefología
Comunicación audiovisual
Actuación
Diseño gráfico
Tipografía
Ilustración
Fotografía
Radiofonía
Televisión
Teatro
Cinematografía
Narrativa audiovisual
Diseño de producción
Dirección de actores
Guion
Casting
Internet
Blog
Redes Sociales
Podcast
Videojuegos
Multimedia
Telecomunicaciones
Filosofía
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Metafísica
Ontología
Epistemología
Filosofía de la mente
Ética
Estética
Filosofía política
Filosofía analítica
Filosofía continental
Filosofía oriental
Filosofía feminista
Historia de la filosofía
Filosofía aplicada
Filosofía de la historia
Filosofía de la religión
Filosofía de la educación
Filosofía de la matemática
Filosofía de la ciencia
Religión
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Religiones abrahámicas
Bahai
Gnosticismo
Religiones de la India
Budismo
Hinduismo
Jainismo
Sikhismo
Religiones taoísticas
Sintoísmo
Taoísmo
Religiones africanas
Religiones indoamericanas
Nueva era
Religiones sumerias
Zoroastrismo
Ateísmo
Humanismo
Religiones comparativas
Mitología
Teología
Lenguaje y lingüística
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Estilística
Estudios de la composición
Filología
Fonética
Fonología
Gramática
Sintaxis
Morfología
Lenguaje informático
Lingüística de corpus
Lingüística histórica
Pragmática
Psicolingüística
Retórica
Semántica
Semiótica
Sociolinguística
Traducción
Lenguajes
Clásicos
Castellano
Castellano moderno
Lenguas modernas
Idiomas
Romance
Lenguas romances
Literatura
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Literatura hispanoamericana
Literatura latinoamericana
Literatura española
Literatura inglesa
Literatura clásica
Literatura judía
Literatura asiática
Literatura contemporánea
Literatura comparativa
Literatura francesa
Literatura germánica
Literatura italiana
Literatura portuguesa
Literatura rusa
Teoría literaria
Teoría crítica
Criticismo literario
Poética
Retórica
Escritura creativa
Ciencia ficción
Literatura periodística
Poesía o poética
Dramaturgia
Artes visuales
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Caligrafía
Artes creativas
Dibujo
Bellas artes
Pintura
Fotografía
Estudio artístico
Escultura
Grabado
Arquitectura, diseño y artes aplicadas
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Planeación urbanística
Diseño interior
Arquitectura paisajista
Diseño industrial
Diseño de modas
Diseño textil
Comunicación visual
Diseño gráfico
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Música
Acompañamiento
Música de cámara
Música religiosa
Composición musical
Dirección musical
Dirección coral
Dirección de orquesta
Banda musical
Música antigua
Estudios de jazz
Educación musical
Historia de la música
Teoría de la música
Musicología
Etnomusicología
Literatura musical
Presentación musical
Órgano
Piano
Instrumentos de cuerda
Música coral
Canto
Instrumentos de percusión
Estudios de orquesta
Ciencias jurídicas
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Derecho público
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Derecho administrativo
Derecho alimentario
Derecho urbanístico
Derecho informático
Derecho electoral
Derecho parlamentario
Derecho canónico
Derecho migratorio
Derecho militar
Derecho penal
Derecho penitenciario
Criminología y criminalística
Derecho procesal
Derecho probatorio
Derecho privado
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Derecho civil
Derecho de familia
Derecho de sucesiones
Derecho de obligaciones
Derecho de contratos
Derecho bancario
Derecho bursátil
Derecho de seguros
Derecho de la competencia
Derecho concursal
Derecho aeronáutico
Derecho marítimo
Derecho médico
Medicina legal
Derecho nobiliario
Derecho social
Derecho laboral
Derecho sindical
Derecho ambiental
Derechos de animales
Derecho de aguas
Derecho minero
Derecho pesquero
Derecho agrario
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Deontología jurídica
Epistemología jurídica
Ética jurídica
Lógica jurídica
Axiología jurídica
Ontología jurídica
Antropología jurídica
Psicología jurídica
Psicología legal
Derecho hindú
Derecho persa
Derecho griego
Derecho romano
Derecho germánico
Derecho visigodo
Derecho indiano
Derecho azteca
Derecho maya
Derecho medieval
Derecho feudal
Derecho soviético
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(Redirigido desde «Disciplinas Auxiliares de la Historia»)
Las disciplinas afines, o ciencias auxiliares de la historia son disciplinas académicas que ayudan a
evaluar y utilizar las fuentes históricas. Entre estas disciplinas se incluyen tanto ciencias sociales
como ciencias físico-naturales, como la fisiología, la antropología, la sociología, la economía y
la geografía.
La expresión, aunque es la tradicional y sigue siendo muy utilizada, puede implicar una
subvaloración, razón por la cual vienen utilizándose otras expresiones eufemísticas que remarcan
el hecho de que cada una de estas disciplinas tiene carácter autónomo y no subordinado frente a
otras, y unas metodologías muy diferenciadas. A cada una de ellas se las
considera ciencias o técnicas con entidad propia, y la razón de ser englobadas en una
denominación conjunta (sea la de auxiliares u otras como ciencias y técnicas
historiográficas o ciencias históricas) es el hecho de que, en determinados contextos, son
utilizadas en las investigaciones históricas.1
Mediante el uso directo o la interpretación de los resultados obtenidos por distintas ciencias o
técnicas, los historiadores analizan las fuentes documentales (materiales de todo tipo, originales
de un determinado momento histórico o referidos a él por cualquier razón, que permiten extraer,
ordenar y analizar información). Es usual que el historiador no esté familiarizado con todas las
ciencias y técnicas posibles para ello, por lo que debe recurrir a las conclusiones de los
especialistas de la disciplina de que se trate. Incluso en el caso de que esté capacitado para
hacerlo él mismo, en ese punto de su investigación deberá seguir los métodos de esa ciencia o
técnica, y aplicar seguidamente los de la historiografía para la inclusión de esos resultados en su
investigación.
Corografía Arte de describir o mapear una región o distrito y, por extensión, una
descripción o mapa.
Demografía
Ecología
Economía
Etnología
Ética
Falerística: Estudia las órdenes, las fraternidades y los premios, como medallas y otras
condecoraciones.
Filatelia: Afición por coleccionar y clasificar sellos, sobres y otros documentos postales
Geografía
Geología
Lingüística
Metrología
Paleontología
Política
Sociología
Mitología Comparada.
Ciencias de la Religión.
Etnobotánica.
[editar]
1. Historia ambiental
2. Historia contrafactual
3. Historia cultural
6. Historia de la ciencia
7. Historia de la economía
8. Historia de la educación
9. Historia de la filosofía
Véase también
[editar]
Historiografía
Notas y referencias
[editar]
Bibliografía
[editar]
Luis Ossio Sanjinés, Las ciencias y las disciplinas auxiliares de la historia en Introducción a
la teoría de la historia, Editorial Juventud, 1981.
Historiador
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Herramientas
Hasta antes del siglo XIX, no se puede hablar de la historia como una actividad académica por sí
misma, por lo que historiadores muchas veces eran científicos sociales que dejaban por escrito
elementos del pasado mezclado con otros elementos de
tipo filosófico, geográfico, antropológico, religioso, jurídico, económico… e incluso el término
también llegó a referirse a otros temas que hoy son ciencias naturales, como un «historiador
natural». Asimismo, muchas veces era una actividad secundaria o por ocio
de teólogos, juristas, políticos, filósofos, entre otros. Por eso mismo, había nombres de diversas
ocupaciones afines a la historia, como un cronista (persona encargada de
redactar crónicas o anales) o anticuario (persona interesa por objetos antiguos).
Hoy en día se puede ser historiador recibiendo una titulación universitaria de educación
superior habilitante para la misma.
Por la naturaleza de la historia, el historiador debe estar en contacto con otras disciplinas, en las
llamadas disciplinas afines o auxiliares de la historia, donde se encuentran tanto para el uso de
fuentes como la interpretación de esta la sociología, economía, antropología, ciencia
política, estudios de género, paleografía, archivística, arqueología, entre otras. Un historiador
puede ser especialista en un eje temático (como historia social, historia económica, historia
política, historia cultural, historia de género, historia del arte, historia de la ciencia…) o en un
periodo u ubicación en concentro, muchas veces como una combinación de las tres.
Análisis e investigación
[editar]
Si bien los escritores antiguos normalmente no comparten las prácticas históricas modernas, su
trabajo sigue siendo valioso por sus conocimientos dentro del contexto cultural de la época. Una
parte importante de la contribución de muchos historiadores modernos es la verificación o el
rechazo de relatos históricos anteriores mediante la revisión de fuentes recién descubiertas y
estudios recientes o mediante disciplinas paralelas como la arqueología.
Véase también: Ciencias históricas
Crítica de fuentes
[editar]
Hay preguntas clásicas que se ocupan para juzgar una fuente documental, o sea, criticarla:
¿cuándo se produjo la fuente?, ¿dónde se produjo?, ¿quién la produjo?, ¿a partir de qué material
preexistente se produjo?, ¿en qué forma original se produjo? y ¿cuál es el valor probatorio de su
contenido?
Las cuatro primeras son conocidas como «crítica mayor»; la quinta, «crítica menor»; la mayor y la
menor se denominan «crítica externa». La sexta y última se llama crítica interna.5
Historia
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Edad Antigua
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En sus cualidades de ser humano, la comprensión del pasado parece ser una necesidad humana
universal; por lo que, la narración de la historia ha surgido de forma independiente en las
civilizaciones de todo el mundo. Lo que constituye la historia es una cuestión filosófica. Las
cronologías más antiguas se remontan a Mesopotamia y al antiguo Egipto, aunque —por su
nombre— no se conocía a ningún historiador de aquellas primeras civilizaciones.
Grecia
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Fragmento de Historias.
Tucídides eliminó en gran medida la causalidad divina en su relato de la guerra entre Atenas y
Esparta, estableciendo un elemento racionalista que sentó un precedente para los escritos
históricos occidentales posteriores. También fue el primero en distinguir entre la causa y los
orígenes inmediatos de un evento, mientras que su sucesor Jenofonte introdujo elementos
autobiográficos y estudios de carácter en su Anábasis.
Roma
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En la historiografía romana se adaptó la tradición griega. Si bien las primeras obras romanas
todavía se escribieron en griego, Los Orígenes de Catón el Viejo se escribió en latín, en un esfuerzo
consciente por contrarrestar la influencia cultural griega. Estrabón fue un importante exponente
de la tradición grecorromana de combinar la geografía con la historia, presentando una historia
descriptiva de los pueblos y lugares conocidos en su época.
Livio registra el ascenso de Roma de ciudad-estado al imperio; su especulación sobre lo que habría
sucedido si Alejandro Magno hubiera marchado contra Roma representa el primer caso conocido
de historia alternativa.6
China
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En la historiografía china, el Clásico de historia es uno de los cinco clásicos de los textos clásicos
chinos y una de las primeras narrativas de China. Los Anales de primavera y otoño , la crónica
oficial del estado Lu que cubre el período del 722 al 481 a. C., se encuentra entre los primeros
textos históricos chinos supervivientes dispuestos sobre principios analísticos, y se le atribuye
principalmente a Confucio.
Sima Qian fue la primera en China en sentar las bases para la escritura histórica profesional; su
trabajo escrito en Memorias históricas, un logro monumental de toda la vida en literatura. Su
alcance se remonta al siglo XVI a. C. e incluye muchos tratados sobre temas específicos y biografías
individuales de personas prominentes y también explora las vidas y los hechos de los plebeyos,
tanto contemporáneos como de épocas anteriores.7
Otros historiadores de la época destacados son Zuo Qiuming (que se le atribuye Zuo Zhuan), Ban
Biao (autor de la primera del Libro de Han, libro que abarca desde el 206 a. C. hasta el 25
d. C.), Ban Gu (autor de Wen Xuan, antología de poemas y otras obras literarias antiguas
ordenadas cronológicamente), Ban Zhao (autora de la segunda parte del Libro de Han), Chen
Shou, Fa Xian y Shen Yue.
Edad Media
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Reinos cristianos
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Derecha: página original de Historia eclesiástica del pueblo inglés de Beda. Izquierda: página
original de De primo bello punico de Leonardo Bruni.
La historiografía cristiana comenzó temprano, quizás ya en Lucas-Hechos, que es la fuente
principal de la Era Apostólica. Escribir historia fue popular entre los monjes cristianos y el clero en
la Edad Media; escribieron sobre la historia de Jesucristo, la Iglesia y sus patrocinadores y la
historia dinástica de los gobernantes locales.
En la Alta Edad Media, la escritura histórica a menudo tomaba la forma de anales o crónicas que
registraban eventos año tras año, pero este estilo tendía a obstaculizar el análisis de eventos y
causas8. Un ejemplo de este tipo de escritura son las Crónicas anglosajonas, que fueron obra de
varios escritores diferentes: se inició durante el reinado de Alfredo el Grande a fines del siglo IX,
pero una copia aún se estaba actualizando en 1154.
Leonardo Bruni fue un historiador italiano que fue el primero en proponer la división de la historia
de la humanidad en grandes periodos (Edad Antigua, Edad Media y Edad Moderna), pues, aunque
actualmente no se usa la clasificación propuesta por él, sí sentó las bases para la clasificación
historiográfica actual (en donde se agrega la Edad Contemporánea).
Arabia
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La historiografía del Islam primitivo empezó con los escritos históricos musulmanes comenzaron a
desarrollarse por primera vez en el siglo VII, con la reconstrucción de la vida de su
profeta Mahoma en los siglos posteriores a su muerte. Con numerosas narraciones contradictorias
sobre Mahoma y sus compañeros de varias fuentes, los eruditos tuvieron que verificar qué fuentes
eran más confiables. Para evaluar estas fuentes, desarrollaron diversas metodologías, como la
«ciencia de la biografía», la «ciencia del hadiz» y el «Isnad» (cadena de transmisión).
Posteriormente aplicaron estas metodologías a otras figuras históricas en la Edad de Oro del islam.
Los historiadores famosos de esta tradición incluyen a Urwah ibn Zubayr, Wahb ibn Munabbih, Ibn
Ishaq, al-Waqidi, Ibn Hisham, Muhammad al-Bukhari e Ibn Hajar al-Asqalani.
Edad Moderna
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Ilustración
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Asimismo, el filósofo David Hume estaba teniendo un impacto similar en la historia de Gran
Bretaña. En 1754, publicó Historia de Inglaterra , una obra de seis volúmenes que se extendió
desde la invasión de Julio César hasta la Revolución Gloriosa. Hume adoptó un alcance similar al de
Voltaire en su historia; además de la historia de los reyes, los parlamentos y los ejércitos, examinó
la historia de la cultura, incluidas la literatura y la ciencia.10
William Robertson fue un historiador escocés que obtuvo el título de «Historiógrafo real de
Escocia»11 publicó Historia de Escocia (1542-1603), en 1759 y su obra más famosa, Historia del
reinado de Carlos V en 176910. Su erudición fue minuciosa para la época y pudo acceder a una gran
cantidad de fuentes documentales que antes no habían sido estudiadas; también fue uno de los
primeros historiadores que comprendió la importancia de las ideas generales y de aplicación
universal en la configuración de los acontecimientos históricos.12
La cúspide de los historiadores durante la Ilustración se alcanzó con la monumental obra de seis
volúmenes Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, publicada por Edward Gibbon en
1776. Debido a su relativa objetividad y uso intensivo de fuentes primarias, en el momento en que
su metodología se convirtió en un modelo para los historiadores posteriores. Esto ha llevado a que
Gibbon sea llamado el primer «historiador moderno»13.
Edad Contemporánea
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siglo XX
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El término «historia whig» fue acuñado por Herbert Butterfield en su breve libro The Whig
Interpretation of History (una referencia a los whigs británicos, defensores del poder del
Parlamento) de 1931 para referirse al enfoque de la historiografía que presenta el pasado como un
inevitable progresión hacia una libertad e ilustración cada vez mayores, que culminan en formas
modernas de democracia liberal y monarquía constitucional.
En general, los historiadores Whig enfatizaron el surgimiento del gobierno constitucional, las
libertades personales y el progreso científico. El término también se ha aplicado ampliamente en
disciplinas históricas fuera de la historia británica (la historia de la ciencia, por ejemplo) para
criticar cualquier narrativa teleológica (o dirigida a objetivos), basada en héroes y transhistórica.14
El antídoto de Butterfield para la historia Whig era «evocar una cierta sensibilidad hacia el pasado,
la sensibilidad que estudia el pasado “por el pasado”, que se deleita en lo concreto y lo complejo,
que “sale al encuentro de la pasado”, que busca “diferencias entre el pasado y el presente”» 15. La
formulación de Butterfield recibió mucha atención, y el tipo de escritura histórica contra la que
argumentó en términos generalizados ya no es académicamente respetable.16
La historiografía marxista se desarrolló como una escuela de historiografía influenciada por los
principales principios del marxismo, incluida la centralidad de la clase social y las limitaciones
económicas en la determinación de los resultados históricos. Friedrich Engels escribió The
Condition of the Working Class in England en 1844, que fue sobresaliente en la creación del
ímpetu socialista en la política británica. El problema agrario en el siglo XVI (1912) de R. H. Tawney
y La religión y el surgimiento del capitalismo (1926), reflejan sus preocupaciones éticas y sus
preocupaciones en la historia económica.17
Un círculo de historiadores dentro del Partido Comunista de Gran Bretaña (CPGB) se formó en
1946 y se convirtió en un grupo muy influyente de historiadores marxistas británicos, que
contribuyeron a la historia desde abajo y a la estructura de clases de la sociedad capitalista
primitiva. Los miembros incluyeron a Christopher Hill, Eric Hobsbawm y E. P. Thompson.
Historiadores
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Véase también
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anticuario (estudioso)
historiólogo
historiografía
Referencias
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1. ↑ Márquez, Por Jaime (22 de marzo de 2013). «Sima Qian, el primer gran
historiador de China». Sobre China. Consultado el 20 de mayo de 2021.
11. ↑ The Poker Club «The Poker Club» (en inglés). Consultado el 2 de marzo de 2021.
Bibliografía
[editar]
Garraghan, Gilbert J. (1946). A Guide to Historical Method (en inglés). Estados Unidos:
Fordham University Press. ISBN 0-8371-7132-6.
Herman, A. M. (1998). Occupational outlook handbook (en inglés) (1.ª edición). JIST Works.
Jörn, Rüsen (2007). Time and History: The Variety of Cultures (en inglés). Berghahn
Books. ISBN 978-1-84545-349-7.
Sher, R. B. (1985). Church and Society in the Scottish Enlightenment: The Moderate Literati
of Edinburgh (en inglés). Universidad de Princeton.
Warren, John (1998). The past and its presenters: an introduction to issues in
historiography. Hodder & Stoughton. ISBN 0-340-67934-4.
Wilson, Adrian; Ashplant, T. G. (1988). «The Historical Journal». Whig History and Present-
Centred History (en inglés).
Parsons, Deborah (2007). Theorists of the Modernist Novel: James Joyce, Dorothy
Richardson and Virginia Woolf (en inglés). Routledge. p. 94. ISBN 9780203965894.
Historiólogo
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Término
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El término fue utilizado por Ortega y Gasset para nombrar a quien cultiva la escritura de esa
historia en que convergen la reflexión sobre la disciplina y el análisis de los objetos de
investigación.3 Aunque con anterioridad ya fue usado en el campo académico por otros autores,
como, por ejemplo, Joaquín Manuel de Moner y de Siscar en su Tratado de historiología e
historiografía y didáctica histórica (1876)4.
Véase también
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Historiógrafo
Historia, Historiografía
Ciencias Históricas
Filosofía de la Historia
Metodología de la Historia
Fuentes históricas
Tiempo histórico
Referencias
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1. ↑ Definición de historiólogo
Bibliografía
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Enlaces externos
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La genealogía de un historiólogo
Gran historia
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Este artículo trata sobre el campo académico denominado «gran historia» (Big History). Para el
proyecto fundado por Bill Gates y David Christian, véase Big History Project.
Microhistoria Macrohistoria
Este campo académico o especialidad interdisciplinar nació de un proyecto fundado por Bill
Gates y David Christian para la enseñanza global de la gran historia (Big History Project),
aunque Fred Spier está considerado el padre de la gran historia como campo académico. Según
el historiador David Christian, a quien se le atribuye haber acuñado el término «gran historia», el
movimiento intelectual está hecho de una «inusual coalición de eruditos», señalando que
la cosmología y la historia natural se han estudiado desde la antigüedad y en el Renacimiento, y
que debido a la especialización y fragmentación de las ramas del saber, fue definitivamente
superada por la biología y la geología, para un estudio más pormenorizado de la historia de la
vida y de la historia de la Tierra, así como de la cosmología para un estudio del origen e historia del
universo, y que el nuevo término, Big History, continúa ese trabajo como disciplina académica, que
complementaría y ampliaría la denominada «historia total» y la denominada «historia universal».
En este sentido, llamamos «historia» al pasado mismo, e, incluso, puede hablarse de una historia
en que la humanidad no estaba presente.9
Historia
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La historia de la «gran historia» como campo académico interdisciplinar de las ciencias históricas la
conforman diferentes disciplinas humanísticas, ciencias sociales y de ciencias naturales que se
remontan desde la historia natural y la cosmología. En este sentido, podemos encontrar diferentes
especialistas y disciplinas de aproximación científica al pasado: como
los cosmólogos, biólogos, geólogos, paleontólogos, antropólogos, prehistoriadores, arqueólogos, s
ociólogos, geógrafos, lingüistas, etc., así como los historiadores convencionales, para el
estudio histórico de estas realidades enmarcadas en el campo académico de la gran historia
(historia del universo, historia de la Tierra, historia de la vida e historia de la humanidad).13
Las siguientes líneas de tiempo muestran la escala del tiempo geológico: la 1.ª muestra el tiempo
completo desde la formación de la Tierra hasta el presente; la 2.ª muestra una vista ampliada del
eón más reciente; la 3.ª la era más reciente; la 4.ª el período más reciente; y la 5.ª la época más
reciente. Los colores son los estándares para representar las rocas según su edad de formación en
los mapas geológicos internacionales.14
Millones de años (1.ª a 4.ª) y miles de años (5.ª)
Véase también
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Historia de la Tierra
Historia de la vida
Historia natural
Historia universal
Historia profunda
Referencias
[editar]
1. ↑ Vanessa Thorpe (27 de octubre de 2012). «Big History theories pose latest
challenge to traditional curriculum: Maverick academic's 'Big History' – which is
backed by Bill Gates – is subject of new documentary». The Guardian. Consultado
el 13 de diciembre de 2012. «Big History, a movement spearheaded by
the Oxford-educated maverick historian David Christian,...»
7. ↑ Ursula Goodenough (10 de febrero de 2011). «It's Time for a New Narrative; It's
Time for 'Big History'». NPR. Consultado el 13 de diciembre de 2012.
10. ↑ Rev. Michael Dowd (6 de diciembre de 2017). «Big History Hits the Big
Time». HuffPost (en inglés).
14. ↑ Pellé, J. M. (2006). «Standard Color Codes for the Geological Time
Scale» (PDF) (en inglés). Comisión del Mapa Geológico Mundial.
Bibliografía
[editar]
Stokes Brown, Cynthia (2007). Gran historia: del Big Bang al presente. Nueva York: The
New Press.
Chaisson, Eric (2006). La épica de la evolución: Siete edades del cosmos. Nueva York:
Columbia University Press.
Christian, David (2004). Mapas del tiempo: una introducción a la gran historia. Berkeley:
Prensa de la Universidad de California.
Christian, David; Craig Benjamin y Cynthia Brown (2014). Big History: Between Nothing
and Everything. McGraw-Hill Education.
https://web.archive.org/web/20170628163520/http://www.globaleducationmagazine.com/tesis-
doctoral-Javier-Collado-Ruano-Coevoluci%C3%B3n-en-la-Gran-Historia.pdf
García-Moreno, Olga (2016). La Gran Historia: una nueva narrativa para estudiar todo el
pasado. Revista de ciencia Rias Baixas.
Hawking, Stephen (2005). Brevísima historia del tiempo (A Briefer History of Time), Bantam
Books. ISBN 0-553-80436-7.
Reguant Serra, Salvador (2005). Historia de la Tierra y de la Vida, Editorial Ariel. ISBN
9788434480711.
Spier, Fred (2015). Gran historia y el futuro de la humanidad, segunda edición. Chichester,
West Sussex, Reino Unido, Malden, MA, Wiley-Blackwell.
Toharus, Manuel (2015). Historia Mínima del Cosmos (La historia de todo lo que existe,
desde el BigBang a hoy, y cómo lo hemos sabido), Turner.
Enlaces externos
[editar]
Segundo sitio web oficial de la International Big History Association (en inglés)
Artículo: "So Bill Gates Has This Idea for a History Class...", en The New York Times (en
inglés)
Filosofía de la historia
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Su origen se encuentra en el proceso vivido entre los siglo XVIII y XIX,3 gracias a los escritos de
filósofos como Giambattista Vico, Georg Hegel y Voltaire, siendo este último quien acuñó el
término. Pese a ello, elementos de la filosofía de la historia, presentes en las reflexiones sobre el
tiempo y la historia misma, existen desde la Edad Antigua y la Edad Media tanto en la civilización
islámica45 como en la civilización China.6 Aunque no es la norma, las filosofías de la historia en sus
comienzos se preocuparon por una historia universal de carácter metafísico, es decir, buscaron un
sentido para el rumbo de la humanidad generalmente de carácter eurocentrico.789
Con la incorporación de la filosofía analítica al débate en el siglo XX, se realizó una división de la
filosofía de la historia en dos áreas: por un lado la filosofía especulativa o sustantiva de la historia
y, por otro lado, la filosofía crítica o analítica de la historia. La primera está vinculada a filosofías de
la historia de carácter metafísico, como la de Johann Herder, Immanuel Kant, Georg
Hegel y Giambattista Vico; mientras que la segunda se relaciona a cuestiones epistemológicas y de
metafísica analítica de la historia, como las realizadas por William Dray, Arthur Danto, Raymond
Aron y Henri Marrou.101112131415 No obstante lo anterior, no existe un consenso sobre dicha
distinción. Desde la filosofía continental se mantiene la convicción de que la filosofía de la historia
sólo debe usarse para referirse a la filosofía especulativa de la historia; mientras que los conceptos
de teoría de la historia, epistemología de la historia o historiología se deben usar para la filosofía
crítica de la historia. También se ha propuesto hacer una distinción entre filosofía de la historia y
filosofía de la historiografía las que corresponden a la filosofía especulativa y filosofía crítica de la
historia respectivamente.1
Finalmente, una tercera corriente comienza a desarrollarse desde la segunda mitad del
siglo XX con las tesis narrativas desarrolladas por Arthur Danto,16 Hayden White,17 Paul
Ricoeur,18 Louis O. Mink y Frank Ankersmit.19
Historia de la disciplina
[editar]
Sobre el origen tardío de la filosofía de la historia, Robin George Collingwood ha sostenido que las
razones son que los problemas epistemológicos hasta dicho momento se habían centrado en tres
áreas: las matemáticas, la teología y las ciencias naturales. Ante la cuestión del conocimiento
histórico los filósofos de la época no se habían pronunciado; sin embargo, ante el interés por la
historia durante la Ilustración y el Romanticismo los filósofos notaron que no existía una
teoría epistemológica capaz de explicar el conocimiento del pasado. Ante dicha necesidad es que
surgió la filosofía de la historia.30 Sobre el caso particular de la inexistencia de una filosofía de la
historia en el Reino Unido hasta mediados del siglo XX, William H. Walsh sostiene que se debe al
pensamiento y temperamento propio de los británicos:33 la filosofía de la historia fue concebida
por los filósofos analíticos como una especulación metafísica absurda y en un lenguaje muerto.3435
División
[editar]
La primera distinción taxativa comenzó en 1951 con William Henry Walsh quien uso los conceptos
"filosofía especulativa de la historia" y "filosofía crítica de la historia". Por filosofía especulativa de
la historia Walsh se refiere a una filosofía metafísica que buscaba una interpretación total de la
historia a través de un solo sistema filosófico. Para esta perspectiva, la historia universal es vista
como un todo que posee un plan racional que el filósofo debe descubrir.38 Los autores que se
vinculan a dicho tipo de filosofía, según Walsh, son Giambattista Vico, Johann Herder, Georg Hegel
y posteriormente Karl Marx, Oswald Spengler y Arnold Toynbee.39 En el caso de la filosofía de la
historia de Marx, Walsh sostiene que ésta se diferencia del resto al mantener un sentido causal de
la historia, es decir, al tratar de descubrir cuál es el motor de la historia.40En relación con la
filosofía crítica de la historia Walsh la define como la que se preocupa de cuatro grandes
problemas epistemológicos de la historia: primero, cuál es la naturaleza de la historia en relación
con otras formas de conocimiento; 41 segundo, cuál es el criterio de verdad de la historia; 42
tercero, el problema de la objetividad en la historia; 43 cuarto, cómo la historia explica su objeto de
estudio.44 Además de dicha división, Walsh reconoce el surgimiento de una filosofía idealista de la
historia que estudia la historia identificándola como una disciplina individual y concreta; por lo
tanto, opuesta a las ciencias naturales. Representantes de dicha interpretación son Wilhelm
Dilthey, Heinrich Rickert, Benedetto Croce y más tarde Robin Collingwood.45
Continuando la distinción de Walsh, Arthur Danto usó los conceptos "filosofía substantiva de la
historia" y "filosofía analítica de la historia". Uno de los matices de Danto que agregó a la
distinción de Walsh fue el sostener que la filosofía analítica de la historia también debe
preocuparse por el estudio de los problemas conceptuales de la filosofía substantiva de la
historia.11 Además, profundizando en la filosofía substantiva de la historia, Danto sostiene que esta
se puede dividir en dos: las teorías descriptivas y las teorías explicativas de la historia.46 Las
descriptivas buscan encontrar los patrones de la historia con el objetivo de proyectar el pasado
hacia el futuro gracias a la repetición de los patrones históricos o a la finalización de un patrón
actual en desarrollo.47 Mientras que las teorías explicativas quieren mostrar las causas de dichos
patrones. Si las teorías explicativas de la filosofía substantiva de la historia fueran capaces de
encontrar los patrones causales de la historia podrían crear una ciencia de la historia, de la misma
forma como alguna vez la física se practicó como una filosofía natural.48 No obstante, ello no es
posible para Danto.49La razón es que la filosofía substantiva de la historia pretende conocer el
sentido de la historia universal; sin embargo, la historia esta en constante desarrollo. Por lo tanto,
nunca se podrá tener una comprensión completa del sentido de la historia, porque esta cambia
constantemente de sentido en la medida que suceden nuevos hechos históricos. 50
Discrepancias
[editar]
Paul Ricoeur si bien reconoce la existencia de una distinción entre filosofía de la historia y filosofía
crítica de la historia no la comparte. Aunque no lo explicita, Ricoeur hace uso de los conceptos
"epistemología de la historia" para referirse al estudio filosófico de la historia como disciplina y
"filosofía de la historia" para la filosofía de tipo hegeliano; sin embargo, si sostiene claramente que
la filosofía de la historia no debe confundirse con las especulaciones de Oswald Spengler o Arnold
Toynbee como lo han hecho los filósofos analíticos.12 Según Ricoeur, las consecuencias de la
ausencia del reconocimiento de dicho debate desarrollado en Alemania y Gran Bretaña
principalmente, ha llevado a que no exista una filosofía y una epistemología de la historia en
Francia. No obstante, sí se desarrolló una reflexión metodológica desde los propios historiadores a
través de la escuela de los annales.51
Desde comienzos del siglo XXI también se ha propuesto usar los conceptos "filosofía de la historia"
y "filosofía de la historiografía".1 Aviezer Tucker, al igual que Walsh, señala que una de las causas
de dicha problemática reside en la misma polisemia de la palabra historia: por un lado el pasado
de la humanidad; por otro lado, la disciplina que estudia el pasado. Por lo tanto, la solución para
Tucker es seguir la misma distinción que realizan los historiadores entre historia e historiografía.
Por lo tanto, la filosofía de la historia es la que estudia el pasado y la filosofía de la historiografía es
la que estudia la investigación del pasado por la historia y sus resultados expuestos en la
historiografía.1
Según el francés Raymond Aron la filosofía especulativa de la historia se ocupa de los hechos y
pretende ordenarlos de diversas formas y la filosofía crítica es la historia concreta con el fin de
crear los conceptos que nos permiten comprender la realidad histórica.
En 1971 José Ortega y Gasset propuso el uso del concepto "historiología" para establecer una
distinción entre la teoría de la historia y la filosofía de la historia de carácter especulativo.
Según Danton la filosofía sustantiva busca el sentido de la historia con el fin de comprender y
poder prever el devenir histórico y la filosofía analítica aplica la reflexión filosófica de la historia, es
decir, la historiografía.[cita requerida] Para conseguirlo se emplean dos pautas:
Buscar en el pasado las leyes que rigen la historia para prever el futuro.
Establecer supuestos principios que motivan a la historia y que la dotan de un sentido que
es, a la vez, fin y final de la historia
[editar]
La filosofía analítica de la historia puede dar lugar a una confusión con la metodología de la
historia.52 La diferencia entre ambas es que desde la filosofía se aborda la investigación de la
historia desde una perspectiva teórica o crítica, es decir, la epistemología o metafísica de la
historia; mientras que la metodología de la historia es abordada principalmente por historiadores
con el foco en las técnicas de investigación de la historia, es decir, el uso crítico de fuentes, de
métodos cualitativos, cuantitativos, etc.53
[editar]
Hayden White sostiene que la historia tiene un carácter filosófico, y necesita siempre una
narración filosófica que complemente su sentido. Más aún no existe una diferencia entre historia y
filosofía de la historia. Habrá, por tanto, historiadores idealistas y materialistas, hegelianos y
marxistas o positivistas y hermenéuticos. La filosofía de la historia va tan intrínseca a la historia
como el propio pensamiento del historiador, que tendrá, quiera o no quiera, una determinada
perspectiva filosófica que siempre está actuando sobre él.
La historia ha sido vista como una forma de ética que puede enseñar, a través de ejemplos
históricos, comportamientos adecuados o incluso
maquiavelismos. Heródoto y Plutarco inventaron libremente los discursos de los personajes
históricos, eligiendo los temas históricos con vistas al aprovechamiento moral del lector. Estos
clásicos reconocen y admiten que la historia debe enseñar buenos ejemplos a seguir. Desde
la época clásica los historiadores alternan entre enfocar la historia desde una visión pedagógica y
limitarse a los hechos, buscando reflejarlos con la mayor imparcialidad posible. Un caso extremo
son las hagiografías de enaltecimiento de los reyes o la poesía épica que describe gestos heroicos
como la Canción de Roldán con el fin de generar modelos a seguir. Entre los historiadores y
filósofos que consideraron a la historia de la presente forma destacan Tito Livio, Petrarca, David
Hume, Johann Gottlieb Fichte, y Barthold Georg Niebuhr.
En la modernidad, historiadores, como Edward Hallett Carr, consiguen, de cierta forma, reconciliar
las posturas filosofías del pasado, es decir, hoy en día se defiende la rigurosidad del método
científico al servicio de la historia, de la mano de las llamadas ciencias auxiliares de la
historia (como la arqueología, la epigrafía, la cronología, etc.), pero se reconoce también que la
historia debe ser analizada dentro de una compleja totalidad, que no es, desde luego, una porción
congelada del tiempo en el pasado, sino un movimiento continuo que se extiende hasta el
presente, englobando al propio historiador y obligándolo a observarse a sí mismo y asumir que
necesariamente influirá, más allá de su deseo, en la reproducción de la historia. 56
[editar]
En Poética, Aristóteles había argumentado que la poesía es superior a la historia, ya que habla más
de "lo que debe (o debería) ser verdad" que de "lo que es verdad". En ese sentido el filósofo griego
hace una demarcación del objeto de estudio de la historia: el historiador no debe pronunciarse
sobre el deber ser, solo sobre el ser.
Max Weber sostiene que la historia y la sociología comparten el mismo objeto de estudio, es decir,
las acciones sociales. La diferencia entre la aproximación de un historiador y un sociólogo radica
en la extensión e intensión de la acción social. La sociología se interesa por conceptos de mayor
extensión de la realidad social sacrificando la intensión, es decir, para los sociólogos la acción
social debe ser estudiada como un caso del cual se pueden extraer generalidades para
comprender un mayor rango de casos particulares. En el caso de la historia se privilegia la
intensión de una acción social por sobre su extensión, es decir, al historiador le interesa
comprender una acción social en sí misma con sus detalles, sacrificando la capacidad de establecer
generalizaciones.57
[editar]
La concepción mítica del tiempo no es lineal, sino cíclica. Ejemplos son la antigua doctrina
del eterno retorno, que existía en el Antiguo Egipto, las religiones dhármicas o, entre los griegos,
los pitagóricos y los estoicos. Hesíodo (Los trabajos y los días) describe cinco edades del hombre:
la Edad de Oro, la Edad de Plata, la Edad de Bronce, la Edad Heroica y la Edad de Hierro, que
comienza con la invasión de los Dorios. Platón también escribe sobre el mito de la Edad de Oro.
Los antiguos griegos creían en una concepción cíclica de las formas de gobierno, en las que cada
régimen necesariamente cae en su forma corrupta (aristocracia, democracia y monarquía eran los
regímenes sanos; oligarquía, demagogia y tiranía los corruptos).
En Oriente se desarrollaron teorías cíclicas de la historia en China (teoría del ciclo dinástico), y en
el mundo islámico (Ibn Jaldún).
Judaísmo y cristianismo sustituyeron dichos mitos por el concepto bíblico de la Caída del Hombre
o expulsión del Jardín del Edén, que proporciona la base de la teodicea, que intenta reconciliar la
existencia del mal en el mundo con la existencia de Dios, creando una explicación global de la
historia con la creencia en una Edad Mesiánica. La teodicea propone que la historia tiene una
dirección de progreso tendente a un fin escatológico (como el Apocalipsis) previsto por un poder
superior. Agustín de Hipona en la Ciudad de Dios, Tomás de Aquino o Jacobo Benigno
Bossuet (Discurso sobre la historia universal, 1679) formulan tales teodiceas. Leibniz, que acuñó el
término, propuso la suya propia: basó su explicación en el principio de razón suficiente, que
proclama que todo lo que ocurre lo hace por una razón específica. Por tanto, lo que el hombre ve
como mal (guerra, enfermedad, desastres naturales) es solo un efecto de su percepción. Si se
adopta el punto de vista de Dios, esos malos acontecimientos forman parte de un plan divino más
amplio. La teodicea explica la necesidad del mal como un elemento relativo que forma parte de un
conjunto mayor: el plan de la historia. El principio de razón suficiente de Leibniz no es un gesto
de fatalismo. Enfrentado al antiguo problema del futuro contingente, Leibniz desarrolla la teoría
de los mundos posibles, distinguiendo dos tipos de necesidad, para evitar el problema
del determinismo.
Durante el Renacimiento las concepciones cíclicas de la historia se hicieron comunes para explicar
la decadencia del Imperio romano. Son ejemplo los Discursos sobre Tito Livio de Maquiavelo. La
noción de Imperio contiene en sí misma su ascenso y su caída, como explicita Edward
Gibbon en Historia del declive y caída del Imperio romano (1776) (incluido por la Iglesia Católica en
el Índice de libros prohibidos).
Las concepciones cíclicas se mantuvieron en el siglo XIX y XX por autores como Oswald
Spengler, Nikolay Dnilevsky y Paul Kennedy, que concebían el pasado humano como una repetitiva
serie de ascensos y caídas. El primero, que escribe tras la Primera Guerra Mundial, creía que una
civilización entra en una era de cesarismo tras la muerte de su alma. Pensaba que el alma
occidental había muerto y que el cesarismo estaba a punto de comenzar.
McGaughey (Cinco épocas de civilización) ve la historia humana como una continua historia de
creación relacionada con el desarrollo de la sociedad humana, contada en sucesivos capítulos o
épocas históricas. La introducción de mejores tecnologías de comunicación como la escritura o la
comunicación electrónica cambian la sociedad en tal grado que puede considerarse que una nueva
civilización ha comenzado. No hay fin de la historia (si no es catastrófico) sino un continuo proceso
de innovación tecnológica y desarrollo social que ahora colisiona con un medio ambiente limitado.
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Tras Kant, Hegel desarrolla una compleja teodicea en la Fenomenología del Espíritu (1807), que
basa su concepción de la historia en la dialéctica: lo negativo (la guerra, por ejemplo) se concibe
como el motor de la historia. Ésta es un proceso constante de choques dialécticos, en que cada
tesis encuentra una antítesis (hecho o idea opuesta). El enfrentamiento de ambos se supera con la
síntesis, una conjunción que supera la contradicción entre cada tesis y su antítesis. Karl
Marx propone el ejemplo de Napoleón como síntesis que conserva los cambios y supera la
contradicción entre Antiguo Régimen (tesis) y Revolución francesa (antítesis). Hegel pensaba que
la razón se proyecta a sí misma en la historia a través de este esquema dialéctico. Mediante
el trabajo, el hombre transforma la naturaleza para reconocerse en ella, la convierte en su hogar.
Así la razón espiritualiza la naturaleza. Campos cultivados, carreteras, toda la infraestructura sobre
la que desarrollamos nuestra vida es el resultado de esta espiritualización de la naturaleza. Hegel
explica el progreso social como resultado del trabajo de la razón en la historia. Esta lectura
dialéctica de la historia implica por supuesto contradicción, y por eso la historia se concibe como
conflicto. La filosofía siempre llega tarde, es solo una interpretación que reconoce lo que hay
de racional en lo real (y solo lo racional es real para Hegel). Esta concepción idealista de la filosofía
fue desafiada por Marx (Tesis sobre Feuerbach, 1845): "Los filósofos sólo han interpretado el
mundo de distintas maneras, pero de lo que se trata es de transformarlo".
Materialismo histórico
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El materialismo histórico es un marco conceptual marxista para concebir la historia. Esto sucede al
explicar las revoluciones políticas y sociales por la contradicción entre las fuerzas productivas y
las relaciones de producción y por la lucha de clases. Esta concepción hace frente a la
visión burguesa de la historia basada en la historia de las ideas y de los "grandes hombres". El
desarrollo revolucionario de las fuerzas productivas bajo el comunismo hacía posible que todas las
necesidades humanas fueran satisfechas, y que el desarrollo de la producción prescindiera de la
división de la sociedad entre clases explotadoras (poseedoras de los medios de
producción sociales) y clases explotadas (obligadas a mantener a las clases explotadoras mediante
el plustrabajo).
...en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e
independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase
determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones
de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia
social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y
espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el
contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.
Friedrich Engels, en el Prólogo de Engels a la edición alemana de 1883 del Manifiesto comunista,
(1848)
Evolucionismo social
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Ernst Haeckel formuló su teoría de la recapitulación en 1867, que proponía que la ontogenia
recapitula la filogenia: la formación embrionaria de cada individuo reproduce la evolución de la
especie. Aplicado a la formación de la persona, un niño pasaría por todos los pasos desde la
sociedad primitiva hasta la sociedad moderna. Haeckel no apoyaba la teoría darvinista de
la selección natural, sino más bien la lamarckista de la herencia de los caracteres adquiridos.
Tras la Primera Guerra Mundial, incluso antes de recibir las duras críticas de Herbert Butterfield, la
interpretación wigh de la historia se había quedado obsoleta. Paul Valéry decía Nosotras, las
civilizaciones, nos sabemos ya mortales. No obstante, la idea de progreso no desaparece
completamente: a finales del siglo XX Francis Fukuyama propuso una noción similiar (El final de la
historia, 1992), concibiendo la democracia liberal como el fin de la historia, basándose en una
lectura kojeviana de la Fenomenología del Espíritu de Hegel. Influyente al tiempo de su
publicación, tras la caída de los regímenes comunistas, los conflictos internacionales posteriores,
entre los que destaca sobre todo el que se produce entre las culturas islámica y occidental han
puesto quizá más de moda la visión del Choque de Civilizaciones de Samuel Huntington.
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Tras Hegel, que insistió en el papel de los grandes hombres en la historia, con su famoso
comentario sobre Napoleón (vi al Espíritu sobre su caballo), Thomas Carlyle argumentó que la
historia era la biografía de unos pocos individuos centrales, los héroes, como Oliver
Cromwell o Federico el Grande (La historia del mundo no es sino la biografía de los grandes
hombres). Sus héroes son figuras políticas y militares, los fundadores o líderes de los estados. Su
historia de los grandes hombres, genios del bien o del mal, tiende a organizar el cambio como la
llegada de la grandeza. A finales del siglo XX ya ha quedado muy desprestigiada la posición de
Carlyle, y pocos se atreverían a defenderla. La mayor parte de los filósofos de la historia proponen
que las fuerzas motrices de la historia se pueden describir solo con una lente de mayor aumento
que la usada para los retratos. No obstante, la teoría de los Grandes Hombres se hizo popular con
los historiadores profesionales del siglo XIX, siendo buen ejemplo la Encyclopedia Britannica en su
undécima edición (1911, muy usada en Wikipedia por haber caducado su copyright), que contiene
detalladas biografías de los grandes hombres de la historia. Por ejemplo, para informarse sobre
el Periodo de las Migraciones, basta con leer la biografía de Atila el Huno.
Tras la concepción marxista del materialismo histórico basado en la lucha de clases, que pone
atención por primera vez en la importancia de los factores sociales, como la economía, en la
historia, Herbert Spencer escribió: Se debe admitir la génesis del gran hombre depende de la larga
serie de complejas influencias que ha producido la raza en la que aparece y el estado social en que
esta raza ha ido formando lentamente... Antes de aquél pueda rehacer su sociedad, esta sociedad
debe hacerse a sí misma.
La Escuela de Annales, fundada por Lucien Febvre y Marc Bloch, fue uno de los pasos
fundamentales en el abandono de la historia centrada en los sujetos individuales para
concentrarse en la geografía, economía, demografía y otras fuerzas sociales. La obra de Fernand
Braudel sobre el Mediterráneo entendido como el verdadero héroe de la historia, la historia del
clima de Le Roy Ladurie, etc, estarían inspirados por esta escuela.
Explicación y comprensión
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Explicación
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Tanto filósofos como historiadores han mantenido tres posturas frente a la explicación en la
historia: primero, la explicación causal en la historia es idéntica a la de las ciencias naturales y está
fundada en leyes; segundo, la explicación causal forma parte de la historia, pero es de un
naturaleza distinta a la de las ciencias naturales; tercero, la explicación causal no es posible en la
historia y debe ser remplazada por otro modelo de explicación.
Filósofos como Carl Hempel defienden la posibilidad de explicar causalmente en la historia al igual
que en las ciencias naturales a través del uso de leyes científicas. Dicha postura fue conocida como
neopositivismo y se manifestó formalmente a través de la tesis que sostiene que el modelo
nomológico deductivo debía ser el modelo estándar de explicación para todas las ciencias, incluida
la historia.63
De acuerdo a la postura positivista los problemas particulares de la historia son dos: primero, lo
historiadores realizan un esbozo de explicación usando una mezcla de causas empíricas y
metáforas;64 segundo, la historia realiza explicaciones que contienen leyes propias y de otras
ciencias, pero no son explícitas porque se relacionan con la psicología individual o social la cual se
considera parte del sentido común.65666768 La solución es que para poder realizar una explicación
científica los historiadores necesitan completar y precisar empíricamente sus esbozos de
explicación. Una vez realizada dicha completación las leyes de la historia se manifestarían de
forma evidente. Por ejemplo, si una revolución es explicada por el descontento de una población
en ciertas condiciones prevalecientes, entonces en dicha afirmación existe una hipótesis universal
implícita esbozada: las poblaciones se rebelan contra sus gobiernos bajo ciertas condiciones. El
problema, sin embargo, es que no se ha podido establecer con certeza cuáles son dichas
condiciones prevalecientes. Una vez identificada todas las causas de una revolución, se podría de
forma determinista o probabilística predecir una revolución.69
Karl Popper y Patrick Gardiner si bien fueron críticos del neopositivismo, ofrecieron modelos
alternativos que mantenían la postura de la explicación causal en la historia con el uso de leyes,
pero de una forma más laxa y adecuada a las ciencias sociales. Popper sostiene que los
historiadores hacen uso de leyes implícitas tomadas de la psicología y la sociología, además de sus
propias teorías que Popper llama "interpretaciones generales".70Gardiner también sostiene que los
historiadores hacen uso de leyes implícitas además de explicaciones causales.71 La diferencia
radica en que los historiadores hacen uso del lenguaje cotidiano; por lo tanto, las regularidades y
explicaciones causales son menos precisas que las que exige el lenguaje técnico de la ciencia
natural.72 De acuerdo a las palabras de Gardiner:
Las generalizaciones históricas no tienen la condición de leyes científicas, pero eso no quiere decir
que debamos negar totalmente su existencia y que debamos buscar un método diferente para
entender la historia. Ni tampoco es el caso que en la historia nos encontremos súbitamente
enfrentados a entidades particulares e intratables que se rehúsan a ser "acomodadas". La
dificultad de la cuestión es un reflejo del lenguaje de la descripción histórica [...] 73
La tesis neopositivista ha sido sumamente criticada, especialmente por William Dray;74por lo que
actualmente no existen filósofos que la defiendan. La crítica que sostiene Dray es que el modelo
nomológico-deductivo debe ser abandonado como un elemento esencial de la explicación. Dray
argumenta que una ley no necesariamente explica un hecho y que los historiadores no usan leyes
implícitas. Si se siguiera la tesis neopositivista una explicación completa llevaría a la creación de
leyes históricas que sólo se podrían aplicar en un solo hecho; por lo tanto, la generalización fracasa
y se debe asumir que la historia siempre tendrá esbozos de explicación.75 Por último, Dray sostiene
que el modelo nomológico-deductivo tampoco permite explicar las acciones racionales. 76
Contraria a lo anterior, la tesis que sostiene que la historia no realiza explicaciones causales
argumenta que la historia tiene una naturaleza sui géneris; por lo tanto, tiene sus propios métodos
de explicación. Se han propuesto como alternativas la comprensión y la explicación racional.
Comprensión
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Hechos contrafácticos
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Historiadores y filósofos como Ernest Nagel,80 Niall Ferguson81 y John Gaddis82 entre otros han
promovido la historia contrafactual como un método válido para el estudio de la historia.83848586 No
obstante, todavía existe un rechazo por parte de algunos historiadores y filósofos que consideran
la historia contrafactual como meras especulaciones y la historia alterna más como un caso para la
literatura de ficción que para el análisis histórico académico serio.87
La historia alterna es también una fuente de ficción comparable con la literatura fantástica o
la ciencia ficción, en lo que se denominan ucronías. Independientemente del rigor académico,
puede trazarse una línea clara entre la historia alterna o contrafactual y una ucronía o ficción
histórica. Mientras la historia contrafactual parte de una premisa (condición contrafactual o punto
de partida) y explora los posibles cambios en la historia, las ucronías suelen despreciar el proceso y
utilizan la historia alterna como un escenario para desarrollar un relato de ficción.
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La teodicea reclama para la historia una dirección que conduce a un final escatológico, dado por
un poder superior. No obstante su sentido teleológico trascendental puede verse como inmanente
a la misma historia humana. Puede decirse que Marx, como Auguste Comte, posee una
concepción teleológica inmanente de la historia; aunque Althusser ha argumentado que la
discontinuidad es un elemento esencial del materialismo dialéctico de Marx, lo que incluye al
materialismo histórico. Pensadores como Nietzsche, Foucault, Deleuze o el propio Althusser,
niegan cualquier sentido teleológico a la historia, caracterizando a ésta mejor a través de la
discontinuidad, la ruptura y la variedad de escalas en el tiempo histórico, como ha demostrado
la Escuela de Annales, particularmente Fernand Braudel. La historia puede ser definida como la
ciencia del cambio en el tiempo.
Las escuelas de pensamiento influenciadas por Hegel y Marx ven la historia como progresiva,
aunque ven el progreso como la manifestación de una dialéctica, en la que factores que operan en
direcciones opuestas se sintetizan a través del tiempo. De esta forma, la historia puede verse
mejor como dirigida por un Zeitgeist (espíritu del tiempo), cuyas huellas pueden verse al mirar al
pasado. Hegel creía que la historia empujaba al hombre hacia la civilización, y algunos le atribuyen
la creencia de que el Estado prusiano encarnaba el final de la historia. En sus Lecciones sobre
filosofía de la historia, explica que la filosofía de cada época de algún modo es la filosofía del Todo;
no es una subdivisión del Todo pero sí este Todo aprehendido en sí mismo de un modo específico
(sic).
Marx adaptó la dialéctica de Hegel para desarrollar el materialismo dialéctico. Vio cómo la lucha
de tesis y antítesis y sus síntesis resultantes tenían siempre lugar en el terreno material y
económico. La aportación central del materialismo histórico es que la historia muestra progreso,
no de forma lineal sino acumulativa, y que la causa de ese progreso es la lucha por la posesión y
control de los medios de producción. Las ideas e instituciones políticas serían el resultado de
la producción material y las condiciones de la distribución y el consumo. Para Marx, la continua
batalla entre fuerzas opuestas dentro de los modos de producción conduce inevitablemente a
cambios revolucionarios, y a la larga al comunismo, que sería la recreación final de un estado
literalmente prehistórico. Tanto Hegel como Marx son teleológicos en su concepción de la historia:
ambos creen que la historia es progresiva y dirigida a un fin particular. La historia de los medios de
producción, por tanto, es la estructura de la historia, y cualquier otra cosa, incluyendo la discusión
ideológica sobre la historia misma, constituye la superestructura.
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De acuerdo con el discurso político histórico de la lucha racial analizada por Michel Foucault en su
curso de 1976-1977 La Sociedad debe ser Defendida, se suele argumentar que los vencedores de
una lucha social (el conflicto puede basarse en cualquier elemento social: lucha racial, nacional o
de clases) usa su predominio político para suprimir la versión de los hechos históricos de sus
derrotados adversarios a favor de su propia propaganda, lo que puede llevar incluso al
revisionismo histórico. Walter Benjamin también consideraba que los historiadores marxistas
debían tomar un punto de vista radicalmente diferente del punto de vista idealista y burgués, en
un intento de crear una especie de historia desde abajo, que sería capaz de concebir una
concepción alternativa de la historia, no basada, como en la historiografía clásica, en el discurso
filosófico y jurídico de la soberanía.
Un ejemplo clásico de la historia escrita por los vencedores es la información conocida de los
cartagineses. Los historiadores romanos atribuyen a sus seculares enemigos crueldades sin
cuento, incluyendo sacrificios humanos, que no se puede contrastar con la otra versión de la
historia.
De modo similar, solo se tiene la versión cristiana de cómo el cristianismo llegó a ser la religión
dominante de Europa, pero no la versión pagana. Se conoce la versión europea de la conquista de
América, pero no la de los nativos. Heródoto cuenta la versión griega de las guerras médicas, pero
no se conoce la persa.
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El escritor e historiador Isaac Asimov describe en la Saga de la Fundación el concepto
de psicohistoria, una ciencia ficticia que combina historia, psicología y estadística matemática,
cuyo estudio permite calcular el comportamiento de poblaciones extremadamente grandes de
personas.
Véase también
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Historiología
Historiografía
El conocimiento histórico
Notas
[editar]
1. ↑ "Que antes y durante los cuarenta años de mi colaboración con Marx tuve una
cierta parte independiente en la fundamentación y, sobre todo, en la elaboración
de la teoría, es cosa que ni yo mismo puedo negar. Pero la parte más considerable
de las principales ideas directrices, particularmente en el terreno económico e
histórico, y en especial su formulación nítida y definitiva, corresponden a Marx".59
Referencias
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7. ↑ Redding, Kreines.
58. ↑ A-R-J. Turgot. Discursos sobre el progreso humano, edición, estudio preliminar,
traducción y notas de G. Mayos, Tecnos, 1991.
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Enlaces externos
[editar]
Tiempo histórico
5 idiomas
Artículo
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Ver historial
Herramientas
[editar]
En historiografía el concepto se utiliza de distintas formas, entre muchas causas, por las diferentes
concepciones de quién es el protagonista de la Historia (el sujeto histórico).
La terminología usual (sobre todo en la historia económica y social y para el estudio de las causas
de revoluciones y revueltas) distingue causas lejanas, profundas o estructurales (las económicas y
sociales) y causas próximas o desencadenantes (los fenómenos más evidentes, de naturaleza
política, evenemencial o incluso azarosa). Otra terminología utiliza, con parecido sentido, los
términos precondiciones y precipitantes.1
[editar]
Véase también: Periodización
Desde una concepción influida por el estructuralismo y el materialismo histórico, la escuela de los
Annales y en especial Fernand Braudel construyeron una compleja articulación del concepto de
tiempo histórico en su metodología de investigación y planteamiento de las conclusiones. Se
considera un ejemplo clásico La Méditerranée et le Monde Méditerranéen a l'époque de Philippe
II (El Mediterráneo y el Mundo Mediterráneo en la época de Felipe II). Habría tres niveles de
tiempo histórico:
[editar]
[editar]
Según la psicología evolutiva de Piaget la construcción del tiempo se hace a través de varias fases,
que culminan en la adquisición del tiempo histórico, y que se suceden a lo largo de
la infancia (tiempo personal entre 4 y 6 años; tiempo físico hasta los 9 años), la pre-
pubertad (tiempo social hasta los 11 años), y la adolescencia (seriación causal y un adecuado
concepto de la duración). Es en la infancia cuando hay una gran capacidad para
el aprendizaje memorístico (como las listas de fechas y nombres), mientras que las nociones
complejas del tiempo histórico exigen una mayor madurez
intelectual (causalidad y cambio, multicausalidad, relaciones entre los hechos que superen la
asociación simple y lineal, e incluyan relaciones complejas y dinámicas).6
[editar]
la memorización tradicional, desprestigiada (la famosa lista de los reyes godos) y vuelta a
revalorizar;
mapa histórico
línea de tiempo, similar a la recta numérica en matemáticas, con la que debe coordinarse
(números positivos -años después de Cristo o de otras eras- y negativos -años antes de
Cristo o de otras eras-), pero diferente por utilizar números ordinales y no cardinales (los
períodos son segmentos, no puntos) y se debe remarcar que no existe el día "0" del mes,
ni el año "0", ni el siglo "cero" (siendo útil señalar que en inglés o francés los siglos se
nombran siempre por números ordinales, aunque en castellano solo se suela hacer para
los siglos primero al décimo);
la línea enrollada en su tramo inicial o en la que se amplía su tramo final con efecto
lupa (tienen similar efecto),
la utilización de la esfera de un reloj (para lograr una comparación analógica del tiempo en
el pasado remoto con el tiempo cotidiano de horas, minutos y segundos -es muy usado
para representar la historia natural: la evolución humana o el tiempo geológico-);
cuadro sinóptico;
mapa conceptual;
Véase también
[editar]
Historia
Sujeto histórico
Tiempo geológico
Historiografía
Filosofía de la historia
Periodización
Historia evenemencial
Acontecimiento
Coyuntura
Larga duración (historiografía)
Historiografía
Fernand Braudel
Geohistoria
Gran Historia
Enlaces externos
[editar]
Enseñanza del tiempo histórico : historia, Kairós y cronos. Una unidad didáctica para el
aula de ESO Torres Bravo, Pablo Antonio (Kairós y Cronos son distintas manifestaciones
divinizadas del tiempo en el pensamiento griego).
Las representaciones del tiempo histórico, Jacqueline Covo (1994), Coloquio de Lille, 13-14
de diciembre de 1991, Presses Univ. Septentrion, ISBN 978-2-86531-057-9.
Notas
[editar]
1. ↑ Elliott, J. H.; Mousnier, R.; Raeff, M.; Smith, J. W.; Stone, L. (1975.) Revoluciones
y rebeliones en la Europa Moderna. Cinco estudios sobre sus precondiciones y
precipitantes. Prólogo de Jack P. Greene y R. Foster. Madrid: Alianza.
Método histórico
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Un busto esculpido que representa a Tucídides (c.460-
c.400AC) apodado informalmente el "padre de la historia científica"
La cuestión de la naturaleza del método histórico e, incluso, su propia reflexión como método
científico, se discute por la epistemología (filosofía de la ciencia, metodología de las ciencias
sociales) y la filosofía de la historia y, en cierto sentido, por la historiología (o teoría de la historia).
Características
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Las principales directrices de uso común por los historiadores en su labor son:
En segundo lugar, el análisis o crítica de esas fuentes (distinguiendo dos formas de crítica,
que se refieren al trabajo con las fuentes documentales: crítica externa y crítica interna).
Crítica de fuentes
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Hay seis formas principales de preguntar a una fuente documental para juzgarla, es decir, hacer
su crítica, la crítica de fuentes:
Las cuatro primeras son conocidas como crítica mayor (crítica histórico o método crítico histórico);
la quinta, crítica menor (crítica textual o ecdótica); ambas, la mayor y la menor (las cinco primeras
preguntas) se denominan crítica externa. La sexta y última se llama crítica interna.1
[editar]
[editar]
La Crítica mayor (higher criticism) es también llamada Alta crítica (pt:Alta crítica), Crítica
histórica, Crítica radical (fr:Critique radicale), o Método crítico-histórico o histórico-
crítico (de:Historisch-kritische Methode).
La determinación de la autoría y la fecha de una fuente suele implicar uno o varios de los
siguientes procesos:
a) análisis del contenido del documento soporte de la fuente,
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La crítica menor o baja crítica es más frecuentemente conocida como crítica textual, y se refiere a
la determinación precisa un texto en los casos en que los documentos de los que se dispone son
copias en lugar del original. Aproximaciones a la crítica textual pueden incluir el eclecticismo,
la stemmática, y la cladística. La esencia del ‘’eclecticismo’’ es adoptar como original el documento
que explique más fácilmente la derivación de los documentos alternativas. La ‘’stemmática’’ es el
intento de construir un ‘’árbol genealógico’’ de los manuscritos existentes para ayudar a
determinar su correcta lectura. La cladística hace uso de los análisis estadísticos con un fin similar.
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Considerando la evidencia de que pocos documentos se aceptan como totalmente fiables, Louis
Gottschalk establece como regla general: "para cada documento particular el proceso de
establecer la credibilidad debe ser realizado por separado, independientemente de la credibilidad
general del autor". Un autor que generalmente se considera confiable podrá establecer un fondo
de probabilidad para el examen de cada uno de sus textos, pero cada pieza de prueba debe
someterse individualmente a crítica.
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El testimonio de testigos presenciales, como puede ser el propio autor de la fuente en cuestión,
debe evaluarse mediante comprobaciones como las siguientes (es obvia la similitud con las
expresiones relacionadas con los concepto de testigo y de testimonio en un contexto jurídico):
¿Su declaración puede tener un verdadero significado diferente a su sentido literal?
¿utilizan palabras en sentidos diferentes a los que hoy son usuales? ¿utilizan la ironía u
otros recursos para decir cosas distintas a las que aparentemente dicen?
¿Cómo observó el autor el hecho del que dice ser testigo? ¿De qué sentido dependía su
observación? ¿Era tal cosa adecuada? ¿Tenía capacidad adecuada para tal observación, o
estaba mediada por dificultades con el idioma, con su grado de conocimientos técnicos
necesarios -jurídicos o militares, por ejemplo-? ¿Tenía libertad para testificar o estaba
intimidado?
En cuanto a su capacidad para informar ¿fue parcial? ¿tuvo tiempo, lugar e instrumentos
adecuados para hacerlo?
¿Cuál fue la intención del autor a la hora de presentar su testimonio? ¿Para quiénes hace
ese registro? Esa audiencia ¿le distorsiona a la hora de presentar su testimonio?
¿Existen otros indicios para sospechar de alguna intención que distorsione la veracidad?
¿Era indiferente sobre el tema observado, lo que probablemente hace presumir la
ausencia de intención de distorsionar su testimonio? ¿Su testimonio se hace incluso contra
sí mismo? lo que en derecho sería autoinculpación, y suele considerarse indicio de que
probablemente no pretende distorsionar, o al contrario ¿existe una apología innecesaria?
(excusatio non petita, accusatio manifiesta). ¿La información recogida es incidental o
casual? (con lo que esos datos no tendrían intención de distorsionar)
Hay que tener en cuenta que algunos tipos de información son más fáciles de observar e
informar sobre ellos que otros.
Louis Gottschalk añade una consideración adicional: "Incluso cuando el hecho en cuestión puede
no ser muy conocido por el investigador que está criticando una fuente, cierto tipo de
declaraciones son tan incidentales y probablemente contienen tal grado de error o falsedad, que
pueden determinarse como poco probables. Si una antigua inscripción en una vía nos dice que tal
procónsul la construyó bajo el principado de Augusto, puede ponerse en duda hasta posterior
corroboración si realmente fue tal procónsul quien construyera el camino, pero sería más difícil
poner en duda que el camino fuera construido durante el Principado de Augusto. Si un anuncio
publicitario en un periódico informa a los lectores que "el café A y B se puede comprar en todas las
tiendas de confianza al inusual precio de cincuenta centavos por libra," todo lo que la publicidad
diga puede ser puesto en duda hasta posterior corroboración, todo excepto que haya una marca
de café en el mercado denominada "A y B".5
Garraghan indica que la mayoría de la información proviene de "testigos indirectos", personas que
no estuvieron presentes en la escena, pero que han oído hablar de los acontecimientos de otra
persona.6 A veces pueden usarse testimonios de oídas, pero en esos casos, en que los testigos son
una fuente secundaria, no debe confiarse en ellos plenamente, sino que ha de comprobarse:
La tradición oral
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Gilbert Garraghan sostiene que la tradición oral puede ser aceptada si cumple estas dos
"condiciones generales" o seis "condiciones particulares":8
Condiciones generales.
La tradición debe ser apoyada por una serie ininterrumpida de testigos, que vayan desde
el primer e inmediato observador del hecho, mediante testigos vivos a los que se
transmitió el testimonio, hasta el primero que lo puso por escrito.
Debe haber varias series paralelas e independientes de testigos que declaren sobre el
hecho de que se trate.
Condiciones especiales.
Durante ese período determinado, no debe haber sido cuestionada, incluso por personas
con algún interés en negar esa creencia.
La tradición debe ser de una duración relativamente limitada. [En otra parte de su obra,
Garraghan sugiere un límite máximo de 150 años, al menos en las culturas basadas en la
memoria oral.]
Durante ese periodo, debía existir un espíritu crítico lo suficientemente desarrollado, así
como los medios necesarios para la investigación crítica.
Personas de mente crítica que de haberla considerado falsa, la habrían cuestionado, no lo
hicieron.
Otros métodos de verificación de la tradición oral pueden existir, como la comparación con la
prueba de restos arqueológicos.
El trabajo de campo en África occidental y Europa oriental han contribuido a discutir la fiabilidad o
la potencial falta de fiabilidad de la tradición oral.9
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Una vez que las piezas individuales de información se han evaluado en su contexto, se pueden
formar y establecer hipótesis mediante el razonamiento histórico.
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2. La hipótesis debe ser de una mayor exposición de alcance que cualquier otra hipótesis
incompatible sobre el mismo tema, esto es, debe implicar una mayor variedad de
observaciones.
3. La hipótesis debe ser de mayor poder explicativo que cualquier otra hipótesis
incompatible sobre el mismo tema, es decir, que las observaciones que implica deben
haberse realizado más probablemente que cualesquiera otras.
4. La hipótesis debe ser más posible que cualquier otra hipótesis incompatible sobre el
mismo tema, es decir, que implica en cierta medida por una mayor variedad de verdades
aceptadas que cualquier otra, y se implica con más fuerza que cualquier otra, y su
negación debe ser probable que implica un menor número de creencias, e implica menos
fuerza que cualquier otra.
5. La hipótesis debe ser menos ad hoc que cualquier otra hipótesis incompatible sobre el
mismo tema, es decir, debe incluir un menor número de nuevas suposiciones sobre el
pasado que no estén ya implícitas en cierta medida en por creencias existentes.
6. La disconformidad con esa hipótesis debe ser menos aceptada por las creencias existentes
que cualquier otra hipótesis incompatible sobre el mismo tema, es decir, cuando se
articula con las verdades aceptadas, debe implicar un menor número de declaraciones de
observación y otras declaraciones que se cree que son falsas.
7. Debe ser superior a otras hipótesis incompatibles sobre el mismo tema; por tanto, si hay
pocas posibilidades de una hipótesis de incompatibilidad en las características de 2 a 6,
después de una investigación más a fondo, debe superarlas en estos aspectos.
McCullagh resume, "si el alcance y la fuerza de una explicación es muy grande, por cuanto explica
una gran cantidad y variedad de hechos, muchos más que cualquier explicación con la que
compite, es probable que sea cierta".11
Inferencia estadística
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3. Por lo tanto (en relación con estas premisas) es probable (en la medida de p 1 × p 2 ) que
esto sea un B.
1. En miles de casos, las letras V.S.L.M. que figura al final de una inscripción en latín en una
lápida significan Votum Solvit Libens Merito.
2. En esta lápida las letras V.S.L.M. se encuentran al final de una inscripción en latín.
3. Por lo tanto, estas letras en esta lápida significan Votum Solvit Libens Merito.
El argumento de analogía
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Referencias
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Bibliografía
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Gilbert J. Garraghan, A Guide to Historical Method, Fordham University Press: New York
(1946). ISBN 0-8371-7132-6.
Martha Howell and Walter Prevenier, From Reliable Sources: An Introduction to Historical
Methods, Cornell University Press: Ithaca (2001). ISBN 0-8014-8560-6.
R. J. Shafer, A Guide to Historical Method, The Dorsey Press: Illinois (1974). ISBN 0-534-
10825-3.
Notas
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Véase también
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Arqueología
Metodología arqueológica
Filología
Documentación
Historiografía
Historiología
Sujeto histórico
Tiempo histórico
Filosofía de la historia
Método científico
Fuente documental
Memoria histórica
Paleontología
Enlaces externos
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En inglés:
Fuente documental
36 idiomas
Artículo
Discusión
Leer
Editar
Ver historial
Herramientas
Los 10 mandamientos
Fuente y documento
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Conviene no confundir las nociones de fuente y documento, aunque son conceptos confluyentes:
El documento es el soporte de la fuente.
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Los trabajos de investigación, los libros de texto, las enciclopedias y la propia Wikipedia suelen
reunir los tres tipos de fuentes.
Forma de expresión
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Según la forma de expresar la información (lo que determina el tipo de documento generado y su
forma de conservarlo y tratarlo), una fuente histórica puede ser:
Fuente oral.
Fuente arqueológica.
Fuente escrita:
Fuente archivística; la no publicada, sino restringida para su propio uso por quien la
produjo (el autor o fuente). Sus documentos a veces se destruyen, o si se considera que su
conservación es pertinente, quedan depositados en un archivo para su recopilación.
Puede ser tanto un archivo privado como un archivo público: archivo de empresa, archivo
institucional, archivo eclesiástico (archivo parroquial, archivo episcopal, Archivo Secreto
Vaticano), archivo municipal, archivo provincial, archivo estatal, etc.
De una forma hasta cierto punto similar, también desde antiguo el teatro o
la música (fuentes dramáticas o musicales) se han procurado preservar mediante textos
escritos, libretos y partituras (que constituyen sus documentos).
Mientras que el cine (fuente cinematográfica) tiene su propio soporte reproducible y
copiable: la película (que es el documento cinematográfico). Se recopilan en filmotecas. El
nombre de documental hace referencia al género cinematográfico caracterizado por su
propósito consciente de servir como fuente documental.
Internet como fuente documental en parte es una fuente escrita, en parte es una fuente
audiovisual. Como documento no tiene soporte físico más allá de los registros
informáticos y su manifestación en pantallas y altavoces de los distintos aparatos
receptores de cada usuario. Su especial dinamismo hace que su recopilación y
conservación sea un asunto problemático (una página web puede desaparecer de la red
con la misma facilidad con que aparece), pero también puede ser objeto de una enorme
difusión o alteración. La blogosfera y las wikis (web 2.0) hacen que la autoría de la fuente
sea colaborativa más que individual, y multidireccional más que unidireccional (de emisor
a receptor, como sería propio de la comunicación clásica).
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Reunión de fuentes
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El tratamiento de las fuentes documentales, si pretende ser científico, tiene que partir de una
crítica de las fuentes, es decir, del juicio que el investigador (periodista o historiador, por ejemplo)
deben de hacer sobre su sinceridad y correspondencia con la realidad.2
Contraste de fuentes
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Evaluadas en su validez, las fuentes deben contrastarse entre ellas, viendo si coinciden o
discrepan, y en qué grado. De ser numerosas ha de aplicárseles el método estadístico que sea más
apropiado.
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Al mismo tiempo, el tratamiento de las fuentes debe ser respetuoso con ellas mediante la
fidelidad a las fuentes: no falsearlas ni tergiversarlas para hacerlas decir lo que al investigador
interesa que digan.
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La investigación original no debe ocultar las fuentes en las que se basa. Si la aportación original es
insuficiente o irrelevante, no hay originalidad sino plagio. La reproducción de citas puede ser
abusiva (a veces la mayor parte del texto son entrecomillados).
Para algunos casos (publicación o edición crítica de fuentes), la tarea del investigador se convierte
en una glosa. Es necesario utilizar con cuidado el recurso que se conoce como intertextualidad: no
entrecomillar y citar a lo largo del texto que escribe el autor de la investigación, pero
reconociendo bien sea en el propio texto, a pie de página o al final del capítulo o la obra que lo
que se dice tiene una fuente y no es del todo producción propia.34
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Es famosa, por la divulgación mediática de casos ocurridos en los Estados Unidos, la obligación
ética de los periodistas de mantener en secreto las fuentes que así se lo han pedido. La
imposibilidad de contrastar y criticar una fuente anónima hace que ese privilegio cause problemas
de ética profesional, además de los judiciales, llegado el caso.5
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Uno de los soportes (en este caso una tableta de arcilla) que recogen el Código de Hammurabi.
Piedra Rosetta.
Códice Colombino.
Ejemplar de la Biblia de Gutenberg.
Aunque toda fuente documental es una fuente histórica, en el sentido de que es la materia prima
con la que los historiadores escriben la historia, se suele reservar la denominación enfática de
"textos históricos" o "documentos históricos" para las fuentes de mayor relevancia, cuyos
documentos originales a veces se han conservado y se tratan con particular veneración,
custodiándose en museos y bibliotecas.
Los documentos históricos más famosos suelen ser crónicas, leyes, constituciones, declaraciones
de independencia, tratados internacionales, discursos políticos, testamentos, etc. Usualmente
restringen su ámbito al de la historia política o militar y a las élites, sin extenderse a la historia
económica y social o a la historia de la vida cotidiana de la mayoría de la población, de los grupos
marginados y de los "vencidos". También se han conservado multitud de documentos históricos de
muy diferente tipo, y aparente menor trascendencia, cuyo interés es notable para todo tipo
de ciencias sociales y para la denominada microhistoria; su preservación, así como la de cualquier
otra fuente histórica que pudiera ser de interés para criterios que hoy ignoramos, pero que
puedan establecerse en el futuro, también es objeto de atención (cápsula del tiempo).
Véase también
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Fuente oral
Fuente escrita
Fuentes arqueológicas
Referencias
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Bibliografía
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Aróstegui, Julio (2001). La investigación histórica: teoría y método. Barcelona : Crítica. ISBN
84-8432-137-1.
Tuñón de Lara, Manuel (1985). Por qué la historia. Barcelona : Aula Abierta Salvat. ISBN
84-345-7814-X.
Enlaces externos
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Library of Congress.