Bonano
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Osvaldo Bonano
Hay en nuestro país considerable desarrollo de una corriente metodológica pujante en ciencias sociales en la
última mitad del siglo, que es la llamada investigación-acción. Tal actitud sostiene que los conocimientos y
teorías se van construyendo a través de experiencias reales. En coherencia con las teorías y conceptos que
transmitimos, pretendemos organizar dispositivos de trabajo que realmente produzcan aprendizaje. Hay
aprendizaje cuando el aprendiz practica activamente, hace cosas prácticas, y no sólo cuando escucha y más o
menos entiende.
El concepto de “campo”
Lewin sostenía que había que ir más allá de las apariencias de las conductas de los individuos y llegar hasta las
fuerzas que determinan esos comportamientos. Campo es un lugar donde se mueven objetos y ese movimiento
está determinado por fuerzas o tensiones que inciden en ese campo. La trayectoria de esos cuerpos va a ser un
producto complejo de la incidencia de las distintas fuerzas en ese espacio. Dice Lewin: lo que está sucediendo
es producto de un campo de fuerzas y no sólo causado por las características particulares de los individuos.
Define al campo como una “totalidad de hechos que coexisten y que se conciben como mutuamente
dependientes”. Para Lewin la conducta es siempre una función de un cierto espacio vital, que a su vez es
siempre producto de la interacción entre la persona y su ambiente.
El concepto de campo es una matriz epistémica que deja atrás a las viejas y simplificantes nociones elementales,
atomistas y mecanicistas con las que se pensaban las cosas y sus relaciones.
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Puntos de vista binarios y enfoque ternario.
Moscovici sostiene que la concepción de la partición sujeto/objeto, que en el campo de la psicología
experimental se manifestaba bajo el conocido esquema estímulo/respuesta, es una herencia de la filosofía
clásica.
Ante los planteos binarios, Moscovici propuso en los años ´60 que el enfoque singular de la psicología social
debía poner en juego tres términos; es lo que llamaba posición ternaria. Por un lado está el ego (el sujeto, la
posición marcada como yo), y en otro lado, el objeto, que es cualquier dimensión de lo social con la cual el yo
tiene que relacionarse. Pero siempre va a haber un tercer término, que él llama alter ego o sujeto social. Según
esta tesis, en ese tercer término de mediación va a estar presente la dimensión colectiva o social, que en las ideas
de Moscovici son las representaciones sociales. El ego (sujeto individual) es la sede de las representaciones y el
objeto representado es alguna dimensión de la realidad social; pero esta representación del sujeto individual
siempre va a estar mediatizada, “ternalizada” por la construcción colectiva y el sostén grupal de la
representación. Según este punto de vista, cuando el sujeto despliega algo en la vida social, nunca va a ser un
sujeto individual puro, aislado, sino va a ser un sujeto constituido por las representaciones sociales colectivas;
por lo tanto, no hay una relación directa y simple entre un polo del “individuo” y el otro polo de “lo social”;
siempre está activa una mediación de lo colectivo.
La tensión psique/histórico-social
Son los mismos sujetos que reproducen su sociedad los protagonistas de procesos de cambio, transformación y
emergencia de nuevas realidades histórico-sociales. Tal es el marco de una polaridad que, de acuerdo con las
concepciones de Castoriadis, definimos como la tensión entre la psique y lo histórico-social. Esta tensión
motora y permanente está ubicada en el centro de la reproducción de lo mismo y la aparición de lo radicalmente
nuevo. La tensión psique/histórico-social supone que los elementos de esa tensión son irreductibles entre sí, que
son inseparables y que ninguno de ellos “explica” al otro.