Sacramentos
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Sacramentos
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16/05/2023
Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados
a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo
los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan las gracias propias
de cada sacramento.
En la Iglesia católica hay siete sacramentos:
1. Bautismo
2. Confirmación o Crismación
3. Eucaristía
4. Penitencia
6. Orden sacerdotal
7. Matrimonio
¡Qué bondad la de Cristo al dejar a su Iglesia los Sacramentos! —Son remedio para
cada necesidad.
El que desea luchar, pone los medios. Y los medios no han cambiado en estos
veinte siglos de cristianismo: oración, mortificación y frecuencia de Sacramentos.
Como la mortificación es también oración —plegaria de los sentidos—, podemos
describir esos medios con dos palabras sólo: oración y Sacramentos.
Los sacramentos son "de la Iglesia" en el doble sentido de que existen "por ella" y
"para ella". Existen "por la Iglesia" porque ella es el sacramento de la acción de
Cristo que actúa en ella gracias a la misión del Espíritu Santo. Y existen "para la
Iglesia", porque ellos son "sacramentos [...] que constituyen la Iglesia" (San
Agustín, De civitate Dei 22, 17; Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q.64,
a. 2 ad 3), ya que manifiestan y comunican a los hombres, sobre todo en la
Eucaristía, el misterio de la Comunión del Dios Amor, uno en tres Personas.
3. Sacramentos de la fe y de la salvación
Cristo envió a sus Apóstoles para que, «en su Nombre, proclamasen a todas las
naciones la conversión para el perdón de los pecados» (Lc 24,47). «Haced
discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo» (Mt 28,19). La misión de bautizar, por tanto, la misión
sacramental, está implicada en la misión de evangelizar, porque el sacramento es
preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es consentimiento a esta Palabra.
Los sacramentos obran ex opere operato (según las palabras mismas del Concilio
de Trento: "por el hecho mismo de que la acción es realizada"), es decir, en virtud
de la obra salvífica de Cristo, realizada de una vez por todas. De ahí se sigue que
"el sacramento no actúa en virtud de la justicia del hombre que lo da o que lo
recibe, sino por el poder de Dios" (Santo Tomás de Aquino, S. Th., 3, q. 68, a.8, c).
En consecuencia, siempre que un sacramento es celebrado conforme a la
intención de la Iglesia, el poder de Cristo y de su Espíritu actúa en él y por él,
independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos
de los sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe.
La Iglesia afirma que para los creyentes los sacramentos de la Nueva Alianza son
necesarios para la salvación. La "gracia sacramental" es la gracia del Espíritu
Santo dada por Cristo y propia de cada sacramento. El Espíritu cura y transforma
a los que lo reciben conformándolos con el Hijo de Dios. El fruto de la vida
sacramental consiste en que el Espíritu de adopción deifica a los fieles uniéndolos
vitalmente al Hijo único, el Salvador.
El fruto de la vida sacramental es a la vez personal y eclesial. Por una parte, este
fruto es para todo fiel la vida para Dios en Cristo Jesús: por otra parte, es para la
Iglesia crecimiento en la caridad y en su misión de testimonio.
Cfr. Catecismo de la Iglesia nn. 1122-1134
¿Tú quieres ser fuerte? —Primero, date cuenta de que eres muy débil; y, luego,
confía en Cristo, que es Padre y Hermano y Maestro, y que nos hace fuertes,
entregándonos los medios para vencer: los sacramentos. ¡Vívelos! Forja, 643
¿Qué son los sacramentos huellas de la Encarnación del Verbo, como afirmaron
los antiguos sino la más clara manifestación de este camino, que Dios ha elegido
para santificarnos y llevarnos al Cielo? ¿No veis que cada sacramento es el amor
de Dios, con toda su fuerza creadora y redentora, que se nos da sirviéndose de
medios materiales? ¿Qué es esta Eucaristía ya inminente sino el Cuerpo y la
Sangre adorables de nuestro Redentor, que se nos ofrece a través de la humilde
materia de este mundo vino y pan, a través de los elementos de la naturaleza,
cultivados por el hombre, como el último Concilio Ecuménico ha querido
recordar? Conversaciones, 115