Semana #04-Sesión #07 y 08

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CURSO

DERECHO PENAL GENERAL

TEMA
PRINCIPIO DE LEGALIDAD

SEMANA N° 04
Sesión 07 y 08

DOCENTE:
Mg. Alejandro William MONTALVO BERNUY
Motivación
Utilidad

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Logro de la sesión:

Al término de la sesión el estudiante, será capaz de:

• Interpretar y conocer el Principio de Los Principios a


fin de tener una aplicación y exigencia de dicho
principio que rige el proceso penal.
LEGALIDAD
EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD
Uno de los principios considerados como el más importante dentro del área del derecho
penal hoy en día es el llamado principio de legalidad.

Su esencia que nos dice que no puede existir ningún tipo de delito ni pena sin la existencia
de una ley previa o “nullum crimen nulla poena sine previa lege” es base en el sistema
jurídico de toda nación.

También es un principio fundamental con respecto al poder público, el cual debe de


realizarse dependiendo de la ley y no de acuerdo a la voluntad que tengan las personas.
PRINCIPIO DE LEGALIDAD
El principio de legalidad es un principio fundamental de los estados que dice que todo
el poder público debe siempre de apegarse a las leyes que estén vigentes y a
la jurisdicción y que nunca debe de dejarse guiar por la voluntad que puedan tener
las personas.
El principio de legalidad es un derecho público fundamental que consiste en que
todo el ejercicio de las diferentes potestades deben de fundamentarse en las
normas jurídicas que determinen un órgano competente y en su jurisdicción.

Consiste en asegurar la seguridad jurídica y es un parámetro para poder hablar


de un Estado de Derecho pues es en él que se fundamentan las diferentes
normas jurídicas.
La doctrina dice que el principio de legalidad es el derecho que debe de
acompañar a todo aquel acto realizado por los órganos que se
encargan de ejercer el poder político en un estado, en otras palabras
es un principio que dicta que todas las actividades del Estado deben
de estar conforme con el derecho de Estado.

Es un sistema en el cual todos los actos administrativos que se


realizan están sujetos a la legalidad, la cual a su vez forma la medida
de licitud de los actos.
CARÁCTERÍSTICAS
• Somete a los poderes públicos con respecto a sus actuaciones en seguridad jurídica.
• Es considerado como una regla de oro en el área del derecho público.
• Es la base para que un estado pueda ser considerado como un Estado de Derecho.
• Establece que un gobernante no puede actuar en contra de la Constitución Política por
lo que todas sus medidas deberán de ser sometidas a la ley.
• Es protegido por medio de la división de poderes.
• El derecho penal tiene su base en el principio de legalidad.
• Le otorga un poco más de facultades al poder legislativo en algunas áreas
relacionadas con los derechos fundamentales.
• Impulsa la separación de poderes en los gobiernos.
• Es el encargado de informar mediante un texto constitucional
el ordenamiento jurídico de un país.
• Juega también un papel importante dentro del ámbito de la administración y del
ámbito penal.
PRINCIPIO DE LEGALIDAD CONSTITUCIONAL

En las democracias, el principio de legalidad constitucional se


encuentra protegido por medio de la división de poderes.

Por medio de un orden jurídico se impide que el poder que debe


de interpretar las leyes sea el mismo que las propone o las ejecuta.

Si no existiera este principio, los gobiernos podrían crear leyes de cualquier tipo.
Gracias al principio, se vigila que las leyes se cumplan dentro de un principio de

legalidad.
PRINCIPIO DE LEGALIDAD PROCESAL PENAL

Es el principal límite al ejercicio del ius puniendi por el Estado, pues


los poderes públicos están sometidos a la ley en toda su dimensión, por
lo que el proceso penal se desarrolla con plenas garantías. Debe de
asegurar la efectividad de garantías y de principios básicos.

Es la relación del Estado por medio de órganos que ya han sido


designados frente a una hipótesis de la comisión de un determinado
delito que reclama una investigación o un juicio y si correspondiere,
un castigo del delito que se pudo haber comprobado.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS

En la actualidad, se llega a afirmar que el principio de legalidad es


producto de la filosofía de la ilustración; pero sin embargo, también, se
ha llegado a sostener que sus orígenes se remontan a épocas
anteriores, remitiéndose hasta el Código de Hammurabi (según
algunos, año 1950 a. C., según otros año 1700 a. C.) en el cual se
planteaba la necesidad de un derecho plasmado en grafías, accesible a
todos, que protegiera y brindara seguridad jurídica a los ciudadanos.
En el Perú la constitución de 1828 (art. 150), recoge por primera vez el
principio de legalidad en forma clara y categórica: “ningún peruano está
obligado a hacer lo que no manda la ley, o impedido de hacer lo que ella
no prohíbe”.

En el Proyecto de Código Penal de Manuel Lorenzo de Vidaurre no prevé


en forma explícita el principio de legalidad. En el art. 34 lo contiene
implícitamente: “toda acusación deberá contener la ley que se ha
quebrantado”.

El Código Penal de 1863, dispone que: “las acciones u omisiones


voluntarias y maliciosas penadas por la ley, constituyen los delitos y las
faltas”
El Código penal de 1924 lo recoge en el artículo 2 “Nadie será condenado a
sufrir pena alguna que no esté sancionada en la ley, ni a sufrir pena distinta
de la que la ley señala para la infracción juzgada”; y, también, en el artículo
3 “Nadie será condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no
estuvieren calificado en la ley de manera expresa e inequívoca como
infracciones punibles”.

El Código vigente regula el principio de legalidad en el articulo II del Título


Preliminar del Código penal, de la siguiente manera “Nadie será sancionado
por un acto no previsto como delito o falta por la ley vigente al momento de
su comisión, ni sometido a pena o medida de seguridad que no se
encuentren establecidas en ella.”
Es indiscutible que, en la actualidad, el principio se ha impuesto
en la gran mayoría de países; siendo la fuerza de los valores que
lo inspiran, la que ha traído como consecuencia que se encuentre
regulado en los diversos sistemas jurídicos, por ser un
instrumento garantista eficaz para la lucha contra la arbitrariedad
del poder y los abusos del mismo.
ÁMBITO CONCEPTUAL

Se considera, con mucho acierto, que el principio de legalidad, constituye


uno de los cimientos sobre los que debe reposar todo Estado
democrático y de derecho.

Los valores como la libertad y seguridad personales, son los que


fundamentan este principio; por lo que la presencia del mismo en las
reglas del Derecho Internacional Público y en las del derecho interno, no
hacen mas que poner en primer orden, su importancia y su gravitación en
la construcción del control penal.
Está claro, pues, que este principio juega un rol elemental al fijar límites
objetivos al ejercicio del poder punitivo estatal; siendo uno que, por su
naturaleza jurídica, cumple una función esencial y, además, establece
deberes que deben ser cumplidos por los operadores del Estado, bajo el
apremio de asumir responsabilidades funcionales, en caso de
incumplimiento de los parámetros que introduce el principio de legalidad.
El principio de legalidad penal es, en cuanto a su vigencia, una exigencia jurídica fundamental en

todo sistema que se precie respetuosa de los derechos humanos.

Es por ello, reconocido en la mayoría de los Códigos penales y de las Constituciones políticas del

mundo. Así en el Perú y en España se proclama este principio y sus inherentes garantías, que

luego estudiaremos, en el propio texto de la legislación orgánica del Derecho punitivo (art. II, III,

VI, entre otros, del Código penal peruano de 1991; arts. 1, 2, 4 y 10, entre otros, del Código penal

español de 1995) y del Ordenamiento penitenciario (en España, también en el art.1 de la Ley

Orgánica General Penitenciaria), y con carácter jurídico fundamental también la constitución

(arts. 2 inc. 24 d, 103, 139 inc. 10, 140 de la Constitución peruana; arts. 81.1, 53.1, 9.3 y en

correlación con el principio de la irretroactividad de la ley penal en el art. 25.1 de la Constitución

española).
Este principio es conocido universalmente con el apotegma latino
“nullum crimen, nulla poena, sine lege”; es decir “no hay delito, no hay
pena, sin ley”.

Las formulaciones latinas ordinarias del principio de legalidad –nulla


poena sine lege (scripta, stricta, praevia, certa), nulla poena sine
crimine, nullum crimen sine poena legali- provienen de Feuerbach, que
las desarrolla como elemento de su teoría de la pena (teoría de la
conminación penal):
La prevención general a través de la “coacción psicológica” actuaría con
mayor eficacia cuando más rigurosa esté determinado el mal de la pena.8 Se
suele atribuir el origen de este axioma latino al derecho romano, pero en
realidad, como se expone líneas anteriores, la autoría le corresponde al
penalista alemán del siglo XIX Paul Johan Anselm Ritter Von Feuerbach.

Este apotegma encierra en sus vocablos latinos la esencia del principio de


legalidad, donde pone de relieve el rol funcional que cumple la ley, para la
determinación de la infracción punible y de la sanción penal, ahí radica su
reconocimiento universal, es más, en algunos casos, se le reconoce como el
principio del “nullum crimen, nulla poena, sine lege”.
Nuestra Constitución Política establece en su artículo 2.24.d) que “Toda persona tiene
derecho: (…) A la libertad y a la seguridad personales.

En consecuencia: (…) Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo
de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca,
como infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la ley”. Así mismo, la Carta
Política, en el literal a) del mismo artículo 2.24 sostiene que “nadie está obligado a hacer lo
que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe”.

Es indiscutible que, como está concebido jurídicamente este principio en la Constitución


política, técnicamente, constituye un derecho fundamental de la persona, por lo que los
operadores del Estado no solo están obligados a observarlo, sino que además tienen el
deber jurídico de cumplirlo, atendiendo a la fuerza normativa constitucional que en la
actualidad tiene; en ese sentido, hoy debe ser denominado como el derecho a la legalidad
penal.
También goza del mismo reconocimiento en otros ordenamientos constitucionales e
internacionales.

La vigencia de este principio es indiscutida; es más, desde la Revolución francesa y los


movimientos codificadores se lo considera como un principio básico del derecho penal.

Es cierto que inicialmente este principio, que constituye en España, un derecho fundamental, el
derecho a la legalidad penal, surgió, en realidad, como consecuencia de la desconfianza
respecto de los jueces del Antiguo Régimen.

En suma, la fuerza de lo que significó el principio de legalidad, como principio positivizado, en la


historia del Derecho penal, y su reconocimiento como principio básico, hoy hace difícil que nos
acostumbremos a llamarlo derecho a la legalidad penal; llamarlo, como tradicionalmente se le
conoce, de ninguna manera significa desnaturalizar su fundamento jurídico constitucional como
un derecho fundamental de toda persona.
Este principio, tradicionalmente designado con el nombre de “principio de legalidad”, establece

que la intervención punitiva estatal, tanto al configurar el delito como al determinar, aplicar y

ejecutar sus consecuencias, debe estar regida por el “imperio de la ley”, entendida ésta como

expresión de la “voluntad general”.

Y puesto que se refiere a la intervención del poder punitivo estatal se le puede llamar principio de

intervención legalizada.

No le falta razón al profesor Muñoz Conde, cuando sugiere que al principio de legalidad penal se

le puede, igualmente, denominar como principio de intervención legalizada; ello atendiendo a que

constituye un parámetro o un límite al poder punitivo estatal, en la medida que le impone al

Estado la obligación de intervenir en asuntos penales, haciendo uso de un solo instrumento

normativo, como lo es la ley; esto es para determinar infracciones penales, para fijar en abstracto

las sanciones penales, y para todo aquello en lo que se requiera una intervención legalizada.
FUNDAMENTOS DEL PRINCIPIO DE LEGALIDAD

Se puede sostener que son dos los fundamentos sobre los que reposa este principio, uno
es el político y el otro es el jurídico.

El fundamento del principio de legalidad no logra obtener unanimidad y acuerdo entre los
especialistas del Derecho Penal.

Por ejemplo, autores como Roxin consideran que el fundamento es tanto jurídico político
como jurídico penal, mientras que Maurach o Mir Puig lo reconducen a la idea rectora del
Estado de derecho.
Fundamento Político

Como bien se ha expuesto, el surgimiento del principio de legalidad obedece al pensamiento de la


ilustración, el que a su vez propugnaba un Estado liberal de Derecho, en respuesta al viejo Estado opresor
y autoritario.

El Estado liberal de Derecho se distingue según Elías Díaz, por cuatro características: a) Imperio de la ley.
b) División de poderes. c) Legalidad en la actuación administrativa y d) Garantías de derechos y
libertades fundamentales. Si esta es la línea seguida por el Estado, entonces se explica el por qué la
existencia y vigencia del principio de legalidad.

El imperio de la ley, establece que sea, valga la redundancia, la ley la que, como expresión democrática,
fije los límites de intervención punitiva. La ley, con base de legitimidad, evita que el tirano pueda ejercer
arbitrariamente su potestad penal, generándose un clima de respeto a la libertad y seguridad personales;
lo que resulta una condición básica para que se pueda vivir en un ambiente que permita materializar el
derecho al proyecto de vida y el libre desarrollo de la personalidad. La base de legitimidad de la ley, está
en su origen democrático, en la voluntad del pueblo, que es de donde surge el poder estatal.
Fundamento Jurídico Una de las principales características del principio de legalidad
es el de orientarse a crear seguridad jurídica, mas aún si le entiende como un valor y
fin del orden jurídico referido a la realización de una función de organización y de una
función de realización. (…)

La seguridad jurídica se opone a la incertidumbre, al azar, a la arbitrariedad y al


desamparo respecto de una situación jurídica dada, que en materia penal viene
representada por la comisión de un ilícito.

Esta seguridad jurídica constituye, además, una garantía para el ciudadano, en la


medida que la existencia de la ley, le permite conocer los marcos de criminalidad.

El principio de legalidad muestra sus efectos sobre el poder penal limitándolo a lo


señalado en la ley, y sobre los ciudadanos, buscando que conozcan, en todo
momento, cuáles son las consecuencias jurídicas de su conducta y la manera como
van a ser aplicadas.
PRINCIPIO DE
PROPORCIONALIDAD
El principio de proporcionalidad penal es un principio jurídico
que establece que la pena o la medida de seguridad impuesta
por un delito debe ser adecuada a la gravedad del hecho y a la
peligrosidad del sujeto.

Es un límite al poder punitivo del Estado que protege los


derechos fundamentales de las personas.
PRINCIPIO DE
IGUALDAD ANTE LA LEY
El principio de igualdad ante la ley es un principio que garantiza que todas las
personas son tratadas de la misma forma por la ley, sin que pueda prevalecer
discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o
cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Este principio se aplica tanto al legislador, que debe dispensar un mismo tratamiento
a quienes se encuentran en situaciones jurídicas iguales, como a los órganos
jurisdiccionales, que no pueden modificar arbitrariamente sus decisiones en casos
que compartan la misma litis.

Cuando se produzca una desviación del principio de igualdad, se debe ofrecer una
fundamentación y motivación razonable y suficiente. El principio de igualdad es una
garantía necesaria en cualquier Estado de derecho y una exigencia de la dignidad
humana.
EL PRINCIPIO DE
CULPABILIDAD
El principio de culpabilidad es un axioma del derecho penal que se deriva del
Estado de Derecho y de la dignidad de la persona humana.

Este principio implica que la pena solo se puede imponer a quien ha actuado con
voluntad libre y consciente de menoscabar un bien jurídico protegido, y que la
pena debe ser proporcional a la gravedad del dolo o imprudencia.

El principio de culpabilidad también limita la discrecionalidad del Estado al


establecer los mecanismos de imputación y los presupuestos fácticos y jurídicos
que permiten atribuir un delito a un autor.
El principio de culpabilidad es uno de los más importantes en el
Derecho Penal moderno. Significa que no existe pena si no hay
culpabilidad.

La culpabilidad se refiere a la posibilidad de reprochar penalmente


al autor de un acto u omisión típico y antijurídico.

El principio de culpabilidad también tiene la función de fundamentar


la responsabilidad penal y fijar los límites de la pena.
EL PRINCIPIO
DE HUMANIDAD
El principio de humanidad es un principio jurídico que exige un contenido y
extensión de las penas que no sean contrarios a la dignidad personal del reo.

Este principio dicta la inconstitucionalidad de cualquier pena o consecuencia del


delito que cree un impedimento físico o de por vida, como también cualquier
consecuencia jurídica imborrable del delito.

El principio de humanidad señala que todas las relaciones humanas que el


derecho penal regula se deben reglar sobre la base de una comprensión
humanitaria y solidaria sobre la persona del delincuente.
Retroalimentación en base a preguntas

Cierre
• ¿Cuál es la utilidad …..?
• ¿Cómo se identifica …..?
• ¿Cómo reconocer …..?
• ¿Dudas y consultas …..?
Reflexionemos lo aprendido - Conclusiones

• ¿Cuál es el contenido más importante que


aprendiste hoy?
• …..
• …..
GRACIAS POR SU ATENCIÓN !!!

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