Trabajo Grupal de Historia de La Cultura

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Civilización clásica del siglo 2

Referente al mundo Romano


Universidad Autónoma De Santo Domingo

Facultad de humanidades
Escuela de medicina

Estudiantes:

Denis Tejeda (100610793)

Ana Milka Batista (100695822)

Sorianny Patricio (100669075)

Jazmín E. Mateo Sánchez (100702647)

Camelia N. Diaz J. (100709068)

Eunice Francisco (100603256)

Camila A. Penson De la Rosa (100698550)

Tema: civilización clásica del siglo 2

Fecha: Día : 7 Mes : 5 Año : 2023

Docente: Félix M. Angomas

Sección: 22
Índice
Introducción

El Imperio Romano, una de las civilizaciones más influyentes de la historia, ha dejado


un legado perdurable que sigue moldeando aspectos fundamentales de la sociedad
moderna. Desde su fundación en el 753 a.C. hasta su caída en el 476 d.C., Roma
experimentó un desarrollo excepcional en áreas como la política, el derecho, la
ingeniería y la cultura. Su expansión territorial y la integración de diversas culturas
contribuyeron a la formación de una civilización sin precedentes en su tiempo. Sin
embargo, esta grandeza no fue eterna. La caída del Imperio Romano de Occidente
fue el resultado de una combinación de factores internos, como la corrupción política,
la crisis económica y la transformación religiosa, y de factores externos, como las
invasiones bárbaras. El objetivo de este trabajo es evaluar los diferentes puntos clave
que definieron la historia de Roma, desde su fundación hasta su eventual caída,
explorando los elementos políticos, sociales, militares y culturales que influyeron en
su ascenso y su colapso.
La primitiva ciudad de Roma: origen y carácter

Cuando República Roma nació en el siglo VIII a.c, era un conglomerado de cabañas
de pastores que ocupaban una serie de colinas en torno a un lugar estratégico apto
para atravesar el rio Tíber. En el siglo VII esta ciudad, dominada por los etruscos, vio
crecer su riqueza (se inicia el cultivo de las zonas circuncidantes) y su fuerza (se
rodea la ciudad de una muralla).

Independizada del poder etrusco en el siglo VI a.c la ciudad se convirtió en una


población importante de la Italia central, debido especialmente al control que ejercía
sobre un núcleo importante de comunicaciones. En esta época la ciudad organizo un
sistema político en forma de república, en las que los resortes del poder (senado y
magistratura electivas) estaban en manos de una oligarquía de patricios.

La Roma primitiva se caracterizó por ser una sociedad rural. Los ciudadanos estaban
divididos en tres tribus: los trucos, los romanos y los luceros. Cada tribu se dividía en
diez curias, formadas por varias familias. La ciudadanía romana se limitaba a los
patricios, que eran los hombres mayores de 17 años que participaban en la ciudad
militar y financieramente.

El sistema político romano: la República

Así, al llegar el siglo III, el sistema político romano funcionaba de forma que el poder
político se repartía entre:

• Las asambleas populares.


• Los magistrados.
• El senado.

Las asambleas populares. Eran reuniones de todos los ciudadanos para intervenir en
asuntos políticos; entre estas destacaban los comicios centuriados. Se trataba de una
asamblea en la que los ciudadanos se agrupaban por centurias (de la misma forma
que lo hacían para ir a la guerra).
Los magistrados. Eran elegidos por un año para desempeñar funciones políticas
concretas. Ejercían este servicio a cobrar remuneración alguna.

El senado. En los primeros tiempos lo formaban los jefes de la familia patricias; más
tarde le fueron añadiendo los ciudadanos que habían desempeñado magistraturas
importantes. Representaba la experiencia y la continuidad política en un sistema que
renovaba anualmente sus magistrados.

Esta etapa de la historia de Roma estará marcada por grandes revueltas internas que
provocaron importantes avances sociales, legislativos y políticos. Estos cambios
comparten tiempo y protagonismo con las numerosas guerras en las que los romanos
se vieron envueltos.

Tanto en lo civil como en lo bélico, Roma vivirá en este período altos y bajos muy
significativos. De hecho, pasará de ser saqueada, destruida y casi eliminada a
dominar el mundo conocido, constituyendo el ‘Mare Nostrum’.

Sus conflictos comenzaron precisamente con Tarquinio el Soberbio cuando,


despechado y hambriento de venganza, se alió con los etruscos para atacar al pueblo
del que había sido rey. Los romanos consiguieron una victoria que les permitió asentar
los principios de su nuevo gobierno. Si nos permites un consejo, te recomendamos
que visites el Museo Etrusco de Villa Giulia dentro de nuestros recorridos de la Roma
etrusca para disfrutar con el arte e historia de esta gran civilización.

Los cónsules de la república romana

Desde entonces, la República en Roma sería gobernada por dos cónsules, cada uno
con poder para vetar al otro. De esta forma, el poder no se centraría nunca en una
sola persona. Los cónsules serían elegidos por el senado, una representación del
pueblo que participaría en el gobierno de Roma.

Sin embargo, se aceptó la posible figura de dictador la cual entraría en funciones sólo
en caso de períodos de grandes crisis y por un tiempo limitado. Esta organización se
construyó en forma piramidal, desde la cima con los cónsules hasta la creación del
resto de figuras administrativas de menor nivel que cubrían todos los campos incluido
el ejército.
No obstante, el pueblo llano, las clases sociales más bajas se sentían muy poco
representadas en este sistema. Además, teniendo que servir en el ejército, perdían la
producción de sus tierras sin ninguna compensación cuando iban a la guerra. Esto
provocó unas fuertes revueltas en las que los plebeyos incluso llegaron a abandonar
Roma.

La clase alta, los patricios, no tuvo más remedio que concederles mayores derechos
para que volvieran.

Una época de fuertes cambios sociales

Ambas revueltas provocaron unos cambios muy notables en la sociedad: Nacía el


derecho romano. Se dictaron leyes en favor de la clase más baja y se asentaron los
derechos que la defendían. De esta forma incluso consiguieron representación en el
senado. Esto desembocaría más tarde en el nombramiento de un cónsul de la plebe.

Además de todo esto se creó el estipendio. Una ayuda económica para los
campesinos que dejaban de producir y, por ello, de ganar dinero a causa de ir a la
guerra. Un dinero que ahora tendría una nueva forma, pues Roma crea en esta etapa
su moneda propia: el as.

En medio de esta evolución política, la guerra volvió a llamar a la puerta de los


romanos. Esta vez fueron los latinos, a los cuales Roma derrotó una vez más. Sin
apenas descanso, sus otros vecinos, los etruscos, volvieron a entrar en conflicto y, de
nuevo, Roma salió vencedora.
La Conquista de la República Romana: Consecuencias dentro y
fuera de Roma

La República Romana, que surgió tras la caída de la monarquía en 509 a.C.,


experimentó una notable expansión territorial que transformó no solo su geografía,
sino también su estructura social, económica y política. Esta conquista se llevó a cabo
principalmente entre los siglos Vl y I a.C., durante un período en el que Roma se
convirtió en una potencia dominante en el Mediterráneo.

Contexto Histórico

La ciudad de Roma se creó por el asentamiento de los latinos de la región Lacio, los
Sabinos que salieron de la parte norte de las montañas de Roma y los Etrusco, que
no se sabe de donde salieron pero se dice que fue la parte norte de Italiac de un
pueblo llamado Eturia. La monarquía Romana, que tuvo lugar entre 753 y 509 a.C.,
estuvo marcada por siete reyes, desde Rómulo hasta Tarquinio el Soberbio, cuyo
gobierno tiránico llevó a la creación de la República. Este nuevo sistema político
permitió una mayor participación ciudadana y sentó las bases para la expansión
imperial romana.

Expansión Territorial

La expansión de Roma se produjo principalmente en tres etapas clave:

lo largo de los siglos Vl y V a.C., Roma comenzó su expansión territorial en la


península itálica, consolidando poder militar y territorial. Este proceso fue crucial para
el desarrollo de la República Romana, que no solo buscaba expandir sus fronteras
sino también fortalecer su ejército con soldados reclutados de los territorios
conquistados.

Uno de los hitos más significativos en la historia Romana fue su conflicto con Cartago,
una ciudad poderosa situada al norte de África. Las tres Guerras Púnicas (lll ac.)
fueron decisivas para el dominio Romano en el Mediterráneo occidental:
1. Primera Guerra Púnica: Roma buscó el control de Sicilia, logrando una victoria
sin contar con una flota naval significativa.
2. Segunda Guerra Púnica: El general cartaginés Aníbal llevó a cabo una audaz
campaña al cruzar los Alpes con elefantes, pero fue finalmente derrotado por
Escipión el Africano en África.
3. Tercera Guerra Púnica: Culminó con la destrucción total de Cartago, que se
convirtió en una provincia romana.

Conquista del Mediterráneo Oriental: Durante los siglos II e I a.C., Roma se expandió
hacia Grecia, Egipto y Asia Menor. Esta conquista no solo fue militar; también implicó
un proceso de romanización que afectó profundamente a las culturas locales.

Consecuencias Fuera de Roma

La expansión territorial tuvo varias consecuencias significativas fuera de


Roma:

- Romanización: La difusión del idioma latino, derechos romanos y arquitectura


clásica se extendió por todo el territorio conquistado. Se construyeron infraestructuras
como caminos, acueductos y ciudades romanas que facilitaron el comercio y la
comunicación.

- Paz Romana: Aunque era una paz relativa, permitió un periodo de estabilidad que
fomentó el desarrollo económico en las provincias conquistadas. Sin embargo, esta
paz también implicó una explotación económica significativa de los recursos locales.

- Difusión Cultural: La influencia romana se tradujo en un intercambio cultural donde


las tradiciones romanas se mezclaron con las culturas locales, enriqueciendo así tanto
a Roma como a sus provincias.

- Beneficios para Italia: La romanización trajo consigo beneficios económicos para


algunas regiones italianas; sin embargo, también generó tensiones debido a la
explotación agrícola que afectaba a los campesinos locales.
Consecuencias Dentro de Roma

Dentro de Roma misma, la expansión tuvo efectos profundos:

- Transformación Política: La transición de una república hacia un imperio llevó


consigo problemas significativos como corrupción y guerras civiles. Las luchas por el
poder entre grupos senatoriales ricos y caballeros dedicados al comercio marcaron
esta época, pero ¿quiénes eran ellos?

- Senatoriales: La aristocracia terrateniente que controlaba gran parte del poder


político y económico en Roma.

- Caballeros : Clase media alta que acumulaba riqueza gracias al comercio; muchos
eran comerciantes o recaudadores de impuestos.

- Campesinos: La clase baja que sufría debido al desplazamiento causado por la


expansión militar; muchos perdieron sus tierras y se trasladaron a las ciudades
buscando trabajo.

- Desigualdad Social: Los grupos senatoriales reclutaban proletarios para sus


campañas militares, lo que generaba una dependencia económica de estos soldados
temporales. Los campesinos propietarios de tierras medias se vieron perjudicados por
esta dinámica económica, ya que muchos perdieron sus tierras debido a la
competencia desleal y al aumento del latifundio.

- Decadencia del Sistema Republicano: Las luchas internas entre senadores y


caballeros llevaron a un debilitamiento del sistema político republicano y al
surgimiento de figuras autoritarias que eventualmente conducirían al establecimiento
del Imperio Romano bajo Augusto.

- Cambio en Estilo de Vida: La expansión territorial trajo consigo un cambio notable


en el estilo de vida romano; mientras algunos disfrutaban de riquezas adquiridas por
botines de guerra, otros sufrieron las consecuencias económicas adversas.
La conquista de la República Romana tuvo consecuencias profundas tanto fuera
como dentro de Roma. Mientras que las provincias conquistadas experimentaron un
proceso de romanización que transformó sus culturas locales, dentro de Roma misma
se gestaron conflictos sociales y políticos que desestabilizarían la república original.
Este período marcó el inicio del camino hacia el Imperio Romano y sentaría las bases
para uno de los imperios más influyentes en la historia mundial.

El Sistema Imperial Romano

El imperio romano fue el periodo de la civilización romana posterior a la República y


caracterizado por una forma de gobierno auto práctico en el que lo poderes
administrativo, político, militares y religioso estaba en mano del emperador. A lo largo
de la historia Imperial diferente dinastía heredaron la sucesión de gobierno e
impusieron su estilo en la sociedad romano.

El Imperio Romano fue la última de las tres etapas de la historia de la civilización


romana. Los Romano fueron una civilización de La Edad Antigua que se estableció
en la Península italiana y conquistó gran parte de Europa, el norte de África y el
cercano Oriente. Aunque su historia comenzó 7 siglos antes la etapa Imperial abarcó
desde el 27 a.c. hasta el 476 d.c. en occidente y en 1453 d.c. en Oriente.

El sistema elaborado por Augusto se apoyó en dos elementos básicos:

a) Un sistema de gobierno adaptado a la necesidad de enorme imperio.


b) Una civilización urbana que recogía las tradiciones anteriores Y la utilizó para dar
uniformidad a la tierra que bombardeaba el Mediterráneo.

Este sistema se mantuvo en pleno apogeo durante dos siglos el siglo l y el siglo II d.c.,
entró en una lenta decadencia en el siglo lll para hundirse definitivamente a fin del
siglo lv.
Creación de un nuevo sistema político

Un sistema político es la planeación organizativa de un conjunto de interacciones que


son estable a través de las cuales se ejerce la política en un contexto limitado por la
población.

Este sistema está formado por:

● Agentes
● Organizaciones
● Instituciones
● Comportamientos
● Creencias
● Normas
● Actitudes
● Ideales
● Valores etc.
Y sus respectivas interacciones que mantiene o modifica el orden del que resulta una
determinada distribución de utilidad en la población.

Característica del sistema imperial:

El sistema elaborado Por Augusto pretendía gobernar con eficacia toda la tierra del
Imperio, evitando los graves de feto del gobierno republicano en el siglo I a.c para
conseguirlo, el nuevo si te va todo eso caracteres:

A. Todo el poder político se concentró en manos de emperador, que era el jefe del
ejército dotado del imperio además asumió, en muchas ocasiones, la autoridad de
la magistrativa de la época republicana: tribunó de la plebe, participo maximo, con
sur…

B. El nuevo evento romano fue un cuerpo de voluntarios profesionales bien pagado


que estaba sirviendo alrededor de 20 años. Este ejército asegurado el orden
interior del Imperio y la seguridad antes posible peligro se te exteriores. Sus
componentes eran ciudadanos romano habitantes de la provincia conquistar a los
que él ejército normatizaba.

C. El emperador correo un cuerpo de funcionarios, adictos a su persona, que le


ayudaban a las tareas de gobiernos. Estos funcionarios eran escogidos por el
emperador que le pagaba buen a cambio de un servicio fiel y eficiente. Una vez
ingresados al servicio del emperador, iban ascendiendo en la escala de la
administración llegando a formar una verdadera nobleza de funcionarios (dividido
en dos grupos: los senatoriales y los caballeros).

D. Los viejos organismos del gobierno de la época republicana no fueron abolidos de


golpes, pero fueron desprovisto de su poder; el senado fue el que conservo sus
prerrogativas por más tiempo, aunque sometido siempre al poder de emperador.

Funciones del imperio.

Un imperio es una unidad política estatal que ejerce control sobre un extenso territorio
y diversas poblaciones a las que somete a través del uso de la fuerza. En algunos
casos, los territorios se incorporan al imperio en calidad de colonias, que son
administradas de manera diferenciada.

El nuevo está dado creado por Octavio Augusto se ocupaba de asegurarte


servicio a los habitantes de imperio:

a) La conservación de la paz interior y exterior (gracia a la fuerza de su ejército.

b) La administración de la justicia ejercida por lo representantes del emperador o por


el mismo emperador en la ciudad de Roma.

c) La construcción y conservación de un conjunto de obras públicas: Carreteras,


Puentes, Acueductos, etc. Para realizar sus funciones, el estado romano se ocupó
del cobro y administración de tributos. La recaudación del impuesto fue realizada
por funcionarios imperiales, con los que se evitaban las rapiñas de los republican;
que se habían ocupado de ellos en la época republicana.
d) Una civilización urbana:

Las civilizaciones urbanas es una sociedad compleja centrada en las ciudades.

● Se caracteriza por: Grandes poblaciones, áreas densamente pobladas en


comparación con los entornos rurales.
● Complejidad social: Clases sociales diversas, especialización de trabajo y
estratificación social.

Las ciudades de roma:

Roma es una ciudad, capital de la región de Italia. Con una población de 2,857,321
habitantes. En el municipio más poblado de Italia y la tercera ciudad más poblada de
la unión. Fundación el 21 de abril de 753 a.c. (2,777 años). Roma es heredera directa
de la griega y tuvo un desarrollo gradual e interrompido durante todo el imperio

Ciudades nuevas y Ciudades vieja en el Imperio Romano. El Imperio Romano


elaboró, a lo largo de dos siglos, un modelo de civilización, la ciudad y el modelo de
hombre y también ciudadanos. El suyo fue un mundo que giraba en torno a las
ciudades y cuando ellos entraron en decadencia, el imperio se vino abajo.

Este proceso fue estimado conscientemente por el estado Romano, que favoreció el
crecimiento de la ciudad de vieja y la creación de otra nueva ciudad. Esta política
actuó de forma distinta a las dos mitades del imperio: la Oriental y la Occidental.

En el Oriente mediterráneo existían ciudad de griega muy antigua, orgullosa de su


civilización, estas ciudades aceptaron, con más o menos resignación, el dominio y
paz impuesta por los romanos, pero consideraron siempre que esto no podía ofrecerle
ningún modelo de civilización: le bastaba con el suyo una muestra de esta actitud fue
su resistencia para aprender el latín: los romanos tuvieron que entenderse con ellos
siempre en griego.
En cambio, la reacción del Occidente mediterráneo fue muy distinta. Se trataba de
zonas aun básicamente rurales, excepto el caso de Italia, en las que roma creo la
primera gran red de ciudades.” llamada colonia” casi siempre organizadas en torno a
un grupo de ciudadanos romanos emigrados.

Vida y organización de las ciudades romanas:

Los habitantes de las ciudades romanas formaban una especie de burguesía


integrada por grandes propietarios Rurales o ricos comerciantes, gente que poseía
grandes empresas agrícolas, industriales o comerciales, con abundantes esclavos.
Juntos a esta clase superiores, aparecían gente de posición económica más baja,
pero que aspiraban a <subir con su esfuerzo>: Eran propietarios rurales medio, gente
se profesionales liberales (médico, abogado, profesores), o artesanos dueños de un
pequeño taller en el que trabajaban algunos esclavos.

En las ciudades existía abundante mano de obras formada por esclavos, pero lo más
corrientes era que sus dueños acabasen dándoles la libertad a cambio de una cierta
cantidad de dinero (este fenómeno, unido a la ausencia de guerras de conquista, hizo
disminuir mucho el contingente de esclavos de que disponía el imperio amo largo del
siglo I y II. Tambien solían vivir en las ciudades los soldados licenciados del ejército.

Ninguna de estas ciudades era económicamente autosuficiente. Todos necesitaban


abastecerse de cereales y traídos de regiones bastantes alejadas, y compraban y
vendían muchos objetos de uso corriente. En realidad, tales ciudades constituían los
puntos beuralgicos de un sistema de intercambios económicos que relacionaban
entre si a todas las tierras que rodeaban el mediterráneo.

Además, existía un importante comercio con el África negra (importancia de esclavos,


marfil, oro), con el norte de Europa (ámbar, pieles), y con oriente (seda, piedras
preciosas, especias…).
Crisis del siglo III

La Crisis del Siglo III (también conocida como la Crisis Imperial, 235 - 284 d.C.) fue el
periodo en la historia del Imperio romano en la que se dividió en tres entidades
políticas separadas: el Imperio galo, el Imperio romano, y el Imperio de Palmira. Estos
imperios separatistas, además del desorden social y el caos que caracterizaron al
periodo, resultó de un número de factores: un cambio en el paradigma de liderazgo
siguiendo el asesinato del emperador Alejandro Severo (222 - 235) en el año 235 por
sus propias tropas, la mayor participación de los militares en la política, la falta de
adherencia a una política clara en la sucesión de los emperadores, inflación y
depresión económica causadas por una devaluación de la moneda bajo la dinastía
Severa, una mayor presión en el emperador para defender las provincias de tribus
invasoras, la plaga que incrementó miedos y estabilizó comunidades, y ejércitos más
grandes que requerían más hombres y disminuían la fuerza de trabajo agricultora.

La situación de la civilización romana del siglo I en todas las tierras del Imperio podría
resumirse en dos conceptos: prosperidad económica y paz. Pero, a partir de fines del
siglo Il, se advierte que ambas realidades empiezan a resquebrajarse por dos factores
los cuales son: a) Los precios de los productos, que en el siglo II habían permanecido
muy estables, empiezan a subir. b) El emperador Marco Aurelio tiene que acudir
reiteradamente a las fronteras del Danubio para detener los ataques de un pueblo
germánico: los marcomanos. Así empiezan a insinuarse los dos factores que, unidos,
acabaron hundiendo la civilización romana.

La subida de precios pudo ser debida al hecho de que el mundo romano se basaba
en una prosperidad aparente porque producía poco (tenía una tecnología muy baja)
y consumía mucho (al consumo privado hay que unir un alto consumo público:
espectáculos, obras públicas, abastecimiento de las ciudades, escuelas, defensa,
burocracia...).
Durante los siglos I y II, las conquistas proporcionaron al estado romano abundantes
recursos en forma de botines y esclavos; pero, detenida la conquista en el siglo Il, el
estado difícilmente podía mantener sus abundantes servicios sin aumentar los
impuestos.

En estas circunstancias, dos hechos políticos vinieron a agravar la situación:

A) Las fronteras europeas (Rin y Danubio) fueron objeto, a lo largo del siglo III, de
frecuentes ataques de pueblos germánicos que penetraban en el Imperio saqueando
y destruyendo las ciudades (entre los años 264 y 268 los ataques de francos y
alamanes, a través de la Galia, llegaron hasta las tierras de Hispania). Este estado de
guerra demostró que el viejo «ejército de paz» formado por unos 300.000 hombres
era totalmente insuficiente para defender el Imperio Romano.

B) Las dificultades políticas y militares hicieron estallar el sistema de elección de


emperadores: cada ejército imperial se creía con derecho a imponer a su jefe como
emperador y frecuentemente, varios de ellos luchaban entre sí para obtener el título
imperial. (Entre los años 235 y 285 existe una situación casi permanente de guerra
civil dentro del Imperio.) Esta situación repercutió negativamente en la vida de las
ciudades, que fueron objeto de frecuentes saqueos y destrucciones, no sólo por parte
de los enemigos exteriores, sino a veces también por obra de los varios ejércitos
romanos en lucha. Con ello la inseguridad reapareció y las rutas comerciales de larga
distancia sufrieron frecuentes interrupciones.

Los gobernantes, para pagar los crecientes gastos militares, empezaron a emitir
moneda de bajo valor (el antoniano, que es la moneda de plata del siglo III, tenía tan
sólo 1/5 parte de plata, y sustituyó al denario del siglo Il, que tenía una altísima
proporción de plata). La circulación de moneda de poco valor aceleró el proceso de
inflación en el siglo III.
Durante el siglo III d.C. el Imperio Romano se vio inmerso en una de las peores crisis
de su historia. Casi treinta emperadores se sucedieron en el lapso de cincuenta años,
proclamados y depuestos por el ejército, a veces de forma simultánea en diferentes
lugares. La inflación se disparó, el comercio se paralizó y las provincias quedaron
aisladas entre sí. Los impuestos no llegaban y las ciudades estaban desabastecidas
de productos de primera necesidad. Roma perdió su autoridad en las provincias más
lejanas, que durante unos años se independizaron de la metrópolis. Y para colmo de
males, en las fronteras los pueblos bárbaros aprovechaban esta debilidad para llevar
a cabo sus incursiones.

La llamada crisis del siglo III fue un preludio de las dos que vendrían en los siglos
sucesivos, causando primero la partición del imperio en dos mitades y finalmente la
desintegración de la parte occidental. Diocleciano, al ser proclamado emperador en
el año 284, llevó a cabo una atrevida reforma que dividía el gobierno entre varias
personas, ante la imposibilidad de gestionar un imperio tan amplio desde Roma.

La crisis del siglo III fue, en cierto modo, una consecuencia de los propios éxitos
romanos. Ya desde la época final de la República, Roma había entrado en un modelo
de crecimiento basado en la conquista de nuevas provincias, la explotación de sus
recursos y la actividad económica que generaba el proceso de romanización. Pero
esta rápida expansión se detuvo durante el reinado de Adriano, al mismo tiempo que
las necesidades económicas para mantener el aparato del Estado crecían. A esto
había que sumar el hecho de que los emperadores, para lograr y mantener el apoyo
del estamento militar, recurrían a cuantiosos “donativos” a las tropas regulares y a la
guardia pretoriana.

A medida que el déficit público crecía, varios emperadores recurrieron a la


devaluación de la moneda, es decir, reducir el porcentaje de metal precioso -oro o
plata- que contenían, de modo que con la misma cantidad de recursos podían producir
mayor cantidad de monedas. A causa de esto, a finales del siglo II empezó una espiral
inflacionista que arruinó a un gran número de ciudadanos y los redujo a la servitud.
A esto se sumó finalmente la creciente inseguridad de las carreteras, puesto que el
Estado carecía de recursos suficientes para costear las patrullas. Esto significaba en
primer lugar que los impuestos no llegaban a Roma, pero había otra consecuencia
igualmente grave: lo que mantenía unido el imperio, además de la presencia militar,
era el comercio. Cuando viajar se hizo demasiado peligroso, las provincias y las
ciudades empezaron a cerrarse más en sí mismas, recurriendo a una economía de
autarquía debido a la dificultad de importar productos.

Esta desconexión de las provincias respecto a Roma daba alas a muchos militares y
políticos ambiciosos para comprar el apoyo del ejército y hacerse proclamar
emperadores, aun cuando ya hubiera uno en activo. El Imperio Romano carecía de
un procedimiento de sucesión establecido puesto que el emperador en teoría era un
prínceps, un “primero entre iguales”, no un monarca: a lo largo de dos siglos los
emperadores habían sido elegidos primero por parentesco, más tarde por adopción y
finalmente se había vuelto al criterio de parentesco. La crisis política se desató en el
año 235 cuando el emperador Alejandro Severo fue asesinado sin un heredero natural
o adoptado.

A partir de entonces se sucedieron más de treinta años en los que las legiones
estacionadas en los diversos territorios proclamaban emperador a su propio
comandante, sin ninguna legitimidad reconocida más allá de las provincias bajo su
control: algunos de estos ni siquiera llegaron a pisar Roma, otros “reinaron” durante
pocos días; hubo momentos en los que existían varios supuestos emperadores
repartidos en diversos puntos del imperio y llegó a haber hasta seis en un solo año.
Durante un tiempo, las provincias occidentales -Hispania, Galia y Britania- y las
orientales -Egipto, Palestina, Siria y Arabia Pétrea- se independizaron completamente
de Roma: las primeras formaron el Imperio Galo entre los años 260 y 274, las
segundas el Imperio de Palmira entre el 270 y el 273.
La situación empezó a estabilizarse con el ascenso de una serie de emperadores
militares procedentes de la provincia de Iliria. Lucio Domicio Aureliano, un veterano
militar que contaba con numerosos apoyos gracias a su éxito conteniendo a las tribus
bárbaras en las fronteras del imperio, fue proclamado emperador en el año 270 y
consiguió en sus pocos años de reinado -murió en el 275- reunificar los territorios
escindidos, que contaban con las provincias más ricas. Gracias a eso pudo revaluar
la moneda y reactivar el comercio, volviendo a una relativa normalidad económica.

A pesar de los logros de Aureliano, había problemas de fondo que no habían sido
resueltos por él ni por sus sucesores inmediatos. Además de la situación económica,
que no había regresado a la antigua prosperidad, la corrupción seguía carcomiendo
la administración y el ejército, y no se había encontrado un modo eficaz de gestionar
un imperio que se había vuelto enorme y muy complejo.

En el año 284 subió al poder otro alto militar, Diocles, que ha pasado a la historia con
el nombre de Diocleciano. Este tomó una de las decisiones más atrevidas y
trascendentes en la historia del Imperio Romano: dividir el poder entre dos líderes
como en la época republicana, cuando los máximos dirigentes del Estado eran dos
cónsules. En esta ocasión, sin embargo, se dividiría de forma desigual entre dos
gobernantes, uno de mayor rango (conocido como augusto) y uno de menor rango
(conocido como césar). Este último era el sucesor designado, una especie de
emperador en formación, que se convertía en augusto cuando este moría o abdicaba,
y nombraba entonces a su propio césar.

Este sistema, conocido como diarquía, tenía por objetivo acabar con los conflictos por
la sucesión que habían llevado a la crisis del siglo III y, a la vez, garantizar que el
futuro emperador contaría con experiencia, prestigio y legitimidad, disminuyendo -o al
menos eso esperaban- el riesgo de rebeliones. Sin embargo, la complejidad de
gestionar el imperio llevó a Diocleciano a reformar una vez más el sistema en el 293
de una forma mucho más arriesgada: a partir de entonces habría dos augustos, cada
uno con su respectivo césar, de modo que la diarquía pasaba a ser una tetrarquía.
La reforma no se limitó a dividir el poder, sino que hizo lo propio con el territorio: las
provincias fueron agrupadas en doce diócesis, divididas a su vez en cuatro
jurisdicciones; dos de ellas fueron asignadas a los augustos y otras dos a los césares.

El propósito de esta reforma era el de gestionar de forma más eficiente el gobierno y


la defensa de las fronteras, haciendo que cada gobernante tuviera que preocuparse
de un territorio más reducido. No obstante, este sistema colegiado duró apenas treinta
años: la tentación de apoderarse de los territorios de sus colegas era demasiado
grande y a la muerte de Diocleciano empezaron de nuevo las guerras civiles.
Finalmente, uno de estos gobernantes, que pasaría a la historia como Constantino el
Grande, derrotó progresivamente a los demás y reunió de nuevo el poder imperial
bajo una única autoridad en el 326.

A lo largo de esta larga crisis, que oficialmente se había cerrado con el ascenso de
Diocleciano, se había puesto de manifiesto que el Imperio Romano ya era imposible
de gobernar como un todo, pero que su división solía terminar en guerra. Los
problemas de fondo permanecían sin resolver y siguieron arrastrándose hasta el final
del siglo IV, cuando el imperio se dividió definitivamente en dos mitades que, para no
romper con la tradición, pasaron el resto de su historia enfrentadas.
Intentos de restauración del imperio romano del siglo Xl

El Imperio Bizantino comienza su historia desde el momento en que se divide el


Imperio romano en Oriente y Occidente, el primero se conformaba desde la fundación
de la ciudad de Constantinopla durante la administración del Emperador Constantino
y finaliza históricamente con la toma de dicha ciudad en manos de los turcos
Otomanos el año 1453. Por esta razón para el estudio del gobierno y administración
realizada por diferentes dinastías de emperadores, los historiadores del mundo
bizantino han realizado diferentes divisiones de la historia de este imperio, para
estudiar de manera especializada los elementos que identifican a cada uno de los
periodos que a continuación se señalan:

a) Desde el año 395, en que el Imperio romano se divide en Imperio de Oriente e


Imperio de Occidente entre los hijos de Teodosio el Grande, Arcadio y Honorio,
hasta el año 641. Este periodo es esencialmente romano, a pesar del resabio de
antiguo helenismo que allí existía; durante este lapso se forma en Bizancio una
mezcla de diferentes nacionalidades y son atacadas las herejías, observándose a
su término una mayor helenización del Imperio.

b) El segundo periodo se extiende desde el año 641 hasta el 1204, y es la verdadera


época bizantina; es casi griega y podemos decir que entonces el Imperio
constituye el estado griego medieval. En dicha etapa se lucha contra árabes y
búlgaros. c) El tercer período comprende desde el año 1204 hasta 1453 (1461) y
durante el no existe el estado bizantino en su integridad, sino varios pequeños
Estados que perecen, uno tras otro, hasta la total ocupación del país por los turcos.

Las leyes eran dictadas por ambos soberanos y los contemporáneos tenían la idea
de que los dos Estados constituían un todo28.De forma gradual la ciudad de
Constantinopla se desarrolló hasta convertirse en una verdadera capital de las
provincias romanas orientales, es decir, aquellas áreas del Imperio localizadas en el
sureste de Europa, suroeste de Asia y en el noreste de África, que también incluían
los actuales países de la península de los Balcanes, Turquía occidental, Siria,
Jordania, Israel, Líbano, Chipre, Egipto y la zona más oriental de Libia.
Los investigadores lo han llamado Imperio bizantino según el antiguo nombre de su
capital, Bizancio, o también Imperio romano de Oriente, pero para los coetáneos, y
en la terminología oficial de la época, era simplemente Roma y sus ciudadanos eran
romanos (en griego, rhomaioi). El griego era la lengua principal, aunque algunos
habitantes hablaban latín, copto, sirio, armenio y otras lenguas locales a lo largo de
su historia. Sus emperadores consideraron los límites geográficos del Imperio romano
como los suyos propios y buscaron en Roma sus tradiciones, sus símbolos y sus
instituciones.

El Imperio, regido por un emperador (en griego, basileus) 29 sin una constitución
formal, lentamente formó una síntesis a partir de las instituciones tardo romanas, del
cristianismo ortodoxo y de la cultura y lengua griegas. De esta forma podemos señalar
que el periodo que va desde el año 395 hasta el 518- periodo que le antecede al
gobierno de este estudio- los emperadores que gobernaron en la “pars orientalis”
fueron los siguientes: primero el trono estuvo ocupado por la línea de Teodosio el
Grande, es decir, por su hijo Arcadio (395-408), que se casó con Eudoxia, hija de un
jefe germano (franco), y después por el hijo de Arcadio, Teodosio el Joven (408-450).
A la muerte de Teodosio II, su hermana Pulquería se desposó con el tracio Marciano,
que se convirtió en emperador (450-457), así terminó el 450 la línea masculina de la
dinastía española de Teodosio. Después de la muerte de Marciano, León I (457-474),
tribuno militar originario de Tracia, o de “Dacia en Iliria”, es decir, de la prefectura de
Iliria, fue elegido emperador.

Ariadna, hija de León I, que había casado con el isáurico Zenón, tuvo un hijo, llamado
León también, el cual, a la muerte de su abuelo pasó a ser 28 Ibid. 29 Terminología
utilizada desde el gobierno de Heraclio en el siglo VII, ya que reemplaza el título de
emperador, por el de Basileus que era denominación de la máxima autoridad persa.
Universidad del Bío-Bío - Sistema de Bibliotecas - Chile 28 emperador el año 474, a
la edad de seis años. Murió pocos meses después, no sin haberse asociado al Imperio
de su padre Zenón que era originario del pueblo bárbaro de los Isaurios, habitantes
de las montañas del Tauro, en el Asia Menor.

A este León se le conoce en la historia con el nombre de León II. Su padre, Zenón,
reinó desde el año 474 al 491. Cuando murió, su esposa Ariadna contrajo matrimonio
con un silenciario30, llamado Anastasio, originario de Durazzo, en Iliria. Anastasio fue
proclamado emperador el año 491, año de la muerte de Zenón, de esta forma gobernó
desde el año 491 hasta el 518 bajo el nombre de Anastasio I31.

Durante el reinado de Justiniano se señala que la división del mundo romano estaba
ya consumado en el siglo V y que el intento de unificarlo de nuevo bajo el poder de
Oriente-desde Constantinopla-no tenía sentido y solo podía surgir una idea de la
mente de una persona como la de Justiniano, quien poseía por lengua materna antes
el latín que el griego y fue el último Emperador latino parlante en Constantinopla, lo
que explicaría su especial implicación en los deseos de reconquistar los territorios
que antaño habían formado el gran Imperio romano en su máximo esplendor durante
el siglo II después de Cristo y hasta el momento de la división territorial realizada por
Teodosio el año 395.

Importante es también señalar que la idea de restauración territorial llevada a cabo


por el Emperador Justiniano no es propia de su tiempo solamente, sino que hubo
otros intentos antes y después de él, siendo algunas de ellas las expediciones de
León I el año 468 contra los vándalos o de Anastasio en el 502 contra los ostrogodos
y un siglo más tarde cuando el Emperador Constante estableció la corte imperial en
Italia entre los años 663 al 668, con lo cual, se comprueba que la idea restauradora
de Justiniano era habitual en los emperadores de la época.
La caída del imperio Romano

La caída del Imperio Romano fue un proceso largo y multifacético, marcado por una
combinación de factores políticos, sociales, económicos y militares. Roma, fundada
en el 753 a.C., evolucionó de una pequeña ciudad en el Tíber a un vasto imperio que
dominó gran parte de Europa, Asia Menor, el norte de África y el Mediterráneo. Este
imperio alcanzó su máxima prosperidad durante el gobierno de los "cinco buenos
emperadores" (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio), quienes
consolidaron su administración política y militar. Sin embargo, a partir del siglo III d.C.,
comenzaron a surgir problemas que debilitaron al imperio.

Factores políticos y Económicos

Las causas económicas desempeñaron un rol fundamental en el colapso del imperio.


Durante el Alto Imperio, Roma experimentó niveles de productividad altos, pero con
el tiempo, la concentración de la tierra y el paso del sistema esclavista al colonato
provocaron una caída en la producción agrícola. La economía romana, dependiente
del comercio y el tributo, se fue debilitando conforme la moneda se devaluaba y la
estructura comercial retrocedía al autoconsumo. Además, el Estado, presionado fiscal
y militarmente, recurrió a métodos coercitivos que alienaron a las clases bajas y
erosionaron la cohesión social.

Por otra parte, el fin de las conquistas en el siglo II complicó el mantenimiento del
vasto territorio romano sin la necesidad de aumentar impuestos, lo que a su vez
generó un proceso inflacionario que afectó la economía del imperio. A medida que las
invasiones germánicas comenzaron a intensificarse en las fronteras del Rin y el
Danubio durante el siglo III, la inseguridad se convirtió en un problema cada vez más
crítico, impactando negativamente el comercio y contribuyendo a la declinación de la
economía urbana. Este deterioro económico llevó a una concentración de la riqueza
en las zonas rurales, donde los grandes terratenientes lograban evadir impuestos,
mientras que los pequeños agricultores, incapaces de competir, se veían obligados a
vender sus tierras, exacerbando así la crisis social y económica que debilitaba aún
más al imperio.

El siglo III se considera un periodo crítico que marcó el inicio de la crisis del Imperio
Romano. Este período estuvo caracterizado por la inestabilidad política, con una
rápida sucesión de emperadores y el auge de los usurpadores. Las luchas internas
debilitaron el control central y la cohesión del imperio, llevando a la fragmentación
territorial. Además, la economía sufrió un golpe severo debido a la inflación, la
escasez de metales preciosos y la disminución del comercio. Los precios de los
bienes se dispararon, y muchos ciudadanos, especialmente los más pobres,
enfrentaron dificultades para satisfacer sus necesidades básicas. Esta crisis
económica fue exacerbada por la presión militar constante en las fronteras, donde las
invasiones germánicas comenzaron a intensificarse.

A medida que los problemas internos y externos se intensificaban, el poder central


del imperio se debilitó. Los emperadores comenzaron a perder autoridad frente a los
militares, quienes, en ocasiones, utilizaron sus legiones para derrocar a sus líderes.
Esta militarización de la política resultó en una serie de emperadores títeres que eran
fácilmente despojados por los generales, lo que llevó a un estado de anarquía y
fragmentación política.

El colapso de la administración y la incapacidad para responder a las crisis sociales


y económicas resultaron en un gobierno cada vez más ineficaz. Las reformas
implementadas por emperadores como Diocleciano y Constantino, aunque
inicialmente buscaban estabilizar el imperio, no lograron resolver los problemas de
fondo, y la división entre el Imperio Romano de Oriente y el de Occidente se acentuó.
Cambios Sociales y Religiosos

La transformación cultural y religiosa también desempeñó un papel crucial en la caída


del imperio. La adopción del cristianismo como religión oficial bajo Constantino en el
siglo IV marcó un cambio significativo en la identidad del imperio. Aunque promovió
la unidad y un nuevo sentido de moralidad, también introdujo tensiones con las
antiguas tradiciones romanas. El énfasis en la paz y la no violencia del cristianismo
chocaba con los ideales militaristas de Roma, lo que debilitaría la cohesión social
necesaria para enfrentar los desafíos externos. Además, el debilitamiento del sentido
de ciudadanía y el descontento entre las clases más bajas contribuyeron a la
desintegración del tejido social romano. Las tensiones entre diferentes grupos
sociales, junto con la corrupción en las élites gobernantes, erosionaron aún más la
capacidad del imperio para mantener el orden y la estabilidad.

Factores Militares: invasiones bárbaras

Las invasiones bárbaras fueron el punto final que provocó la caída del Imperio
Romano de Occidente, marcando el final de una era y el inicio de la fragmentación
territorial y política de Roma. A partir del siglo IV d.C., grupos como los visigodos,
vándalos y ostrogodos comenzaron a presionar las fronteras del imperio, impulsados
por factores como el desplazamiento causado por los hunos y la búsqueda de nuevas
tierras y recursos. La Batalla de Adrianópolis en 378 d.C. fue un momento clave,
donde el ejército romano sufrió una derrota significativa, evidenciando su
vulnerabilidad. A medida que los grupos bárbaros, tras cruzar el Danubio y
establecerse en diversas regiones, comenzaron a saquear y ocupar territorio romano,
la autoridad central se debilitó. Por ejemplo, los vándalos saquearon Roma en 455
d.C. y los ostrogodos, liderados por Teodorico el Grande, invadieron Italia,
desmantelando aún más la estructura del imperio. Este proceso fue acompañado por
la fragmentación de la administración romana, ya que los nuevos reinos bárbaros
establecieron sus propias leyes y estructuras de poder, erosionando la cohesión del
territorio romano.

Las consecuencias de estas invasiones fueron profundas y de largo alcance,


transformando no solo la geopolítica de la región, sino también su cultura y sociedad.
Con el colapso del control romano, las ciudades empezaron a declinar, la
infraestructura se deterioró y la economía se fragmentó, lo que llevó a un aumento de
la inseguridad y al debilitamiento de las instituciones. La integración de tropas
bárbaras en el ejército romano también representó un dilema, ya que estas fuerzas
estaban compuestas por los mismos pueblos que amenazaban el imperio, lo que
complicó la defensa y la administración de los territorios. Finalmente, el derrocamiento
del último emperador romano, Rómulo Augusto, en 476 d.C. por Odoacro, un líder
germánico, simbolizó la culminación de este proceso de desintegración. Este evento
no solo marcó el fin del Imperio Romano de Occidente, sino que también sentó las
bases para el surgimiento de nuevos reinos bárbaros, dando paso a una nueva era
que transformaría radicalmente el paisaje político y cultural de Europa.

La Cultura y el Arte en el Imperio Romano

El Imperio Romano fue uno de los más extensos y poderosos de la historia, cuyo
legado cultural y artístico ha perdurado durante siglos. Este análisis explora cómo la
cultura griega influyó en el arte romano y cómo los romanos desarrollaron una
identidad artística única. Además, se destacan sus innovaciones arquitectónicas y
algunos ejemplos de su arte monumental. El término "arte romano" se refiere al
conjunto de expresiones artísticas, especialmente en arquitectura, escultura, pintura
y artes decorativas, características de la Antigua Roma, producidas entre los siglos
VI a. C. y IV d. DO.
Durante este período, Roma expandió su dominio primero por la península itálica y
luego por el Mediterráneo y Asia Menor, consolidándose como Imperio. En los
primeros siglos, el arte romano estuvo influenciado por la civilización etrusca, ya
desde el siglo III a. C., también por la cultura griega.

Desde el siglo I a. C., estas influencias fueron adaptadas a las necesidades y gustos
romanos, adquiriendo un estilo propio y reconocible.

1. La Influencia Cultural Griega en el Mundo Romano

La cultura romana fue profundamente influenciada por la civilización griega, un


fenómeno que comenzó con la conquista del sur de Italia, conocido como Magna
Grecia, en el siglo III a.C. Sin embargo, fue a partir del siglo II a.C., con la expansión
romana hacia el Mediterráneo oriental, cuando esta influencia se hizo irreversible. Los
romanos consideraban a los griegos como el ejemplo de la cultura avanzada, lo que
los llevó a adoptar muchos de sus ideales culturales. Los hijos de familias romanas
cultas solían ser educados por maestros griegos, y gran parte de las creaciones
culturales romanas en lengua latina siguieron modelos griegos.

Ejemplos de esta influencia:

• Literatura: La épica romana, como La Eneida de Virgilio, sigue el modelo de los


poemas homéricos.

• Religión: Los dioses romanos fueron identificados con los dioses griegos. Así,
Júpiter se asimiló a Zeus, y Venus a Afrodita, entre otros. La religión romana
absorbió mitos y prácticas griegas.

• Filosofía: Escuelas de pensamiento griego como el estoicismo y el epicureísmo


tuvieron gran impacto en Roma. Filósofos como Séneca y emperadores como
Marco Aurelio fueron influenciados por estas corrientes.

2. El Arte Romano
El arte romano hace referencia al conjunto de manifestaciones artísticas, como la
pintura, escultura y arquitectura, desarrolladas en Roma entre el siglo VI a.C. y el IV
d.C. Durante este periodo, los romanos se expresaban mediante diversas técnicas
asociadas a las artes decorativas y a la construcción de templos y monumentos.

Aunque el arte romano tiene claras influencias griegas, especialmente en escultura y


pintura, los romanos fueron innovadores en la arquitectura.

- Principales contribuciones:
1. El Arco Romano

El uso del arco fue una de las mayores innovaciones de la arquitectura romana. A
diferencia de las construcciones griegas, que dependían principalmente de columnas
y dinteles, el arco permitió a los romanos construir estructuras más grandes y
resistentes.

Ejemplo: Los acueductos romanos, como el de Segovia, son una muestra de la


eficiencia del arco en la ingeniería. Los arcos también se utilizaron en puertas y
monumentos conmemorativos, como el Arco de Tito, construido en el siglo I para
conmemorar las victorias de este emperador sobre Judea.

2. Las Bóvedas

Otra gran innovación arquitectónica romana fue el uso de bóvedas para cubrir
grandes espacios, particularmente en edificios públicos como basílicas, termas y
templos.

Tipos de Bóvedas:

Bóveda de medio cañón: Un túnel semicircular, como en las termas que se


utilizaban como edificios con una función similar a la de los clubes actuales. Tenían
baños públicos, piscinas de agua fría y caliente, salones para realizar deportes,
bibliotecas y salas de reuniones.

Bóveda de arista: Formada por la intersección de dos bóvedas de medio cañón.


Cúpula (media naranja): Utilizada en edificios como el Panteón de Roma.

Ejemplo: El Panteón de Roma, con su impresionante cúpula de 43 metros de


diámetro, es uno de los ejemplos más impresionantes de la arquitectura abovedada
romana. El óculo en la parte superior permite la entrada de luz, simbolizando el
contacto con los dioses.

3. El Mortero Romano

El mortero o “hormigón romano” fue un material revolucionario que permitió a los


arquitectos romanos construir estructuras más resistentes y duraderas. Compuesto
por una mezcla de arena, piedras pequeñas y cal viva disuelta en agua, y el elaborado
uso de ladrillos con distintas técnicas constructivas.

Aplicación: Este material era fundamental para construir las paredes de los edificios,
que luego eran revestidas con mármoles, mosaicos o pinturas al fresco para
embellecerlas.

4. Pintura y Escultura Romana

Aunque la arquitectura es quizás la mayor innovación romana, la pintura y la escultura


del Imperio Romano fueron fundamentales en su arte, reflejando tanto influencias de
civilizaciones anteriores como la griega reflejando un estilo distintivo romano. Sin
embargo, los romanos se enfocaron más en el realismo y en el retrato personal.

5. Escultura

La escultura romana, especialmente a partir del Imperio, importó los modelos griegos,
pero los adaptó a su propia concepción del mundo, más concreta, realista y práctica
donde los escultores romanos se especializaron en retratos realistas que capturaban
no solo la apariencia física sino también el carácter del sujeto.

El Augusto de Prima Porta, una escultura del emperador Augusto, muestra una
mezcla de realismo en el rostro y una idealización en su pose y atuendo, reflejando
poder y autoridad.
6. Pintura

La pintura romana, especialmente en frescos, ha sobrevivido gracias a los hallazgos


arqueológicos en Pompeya y Herculano. Estos frescos quedaron preservados cuando
la ciudad fue sepultada por las cenizas de la erupción del Vesubio, en el año 79 d. C.
donde los frescos representaban escenas mitológicas, paisajes y retratos.

A partir de esos hallazgos, los investigadores establecieron cuatro estilos de pintura


mural pompeyana:

Primer estilo: las paredes se pintaban imitando placas de mármol de colores.

Segundo estilo: se simulaba un espacio exterior, como si la pared no existiera. A


veces también se incluían personas o escenas.

Tercer estilo: las paredes se pintaban de colores planos y se incluían pequeños


detalles.

Cuarto estilo: se buscaba una síntesis entre el segundo y el tercero. Sobre paredes
de colores planos, se abrían espacios con escenas naturalistas.

Ejemplo: El fresco de Boscoreale, descubierto cerca de Pompeya, muestra una


ventana simulada que ofrece una vista en perspectiva de una ciudad, demostrando
un dominio técnico en el uso de la profundidad.

7. Grandes Monumentos del Imperio Romano

El Imperio Romano dejó una vasta cantidad de monumentos arquitectónicos que


siguen impresionando hoy en día. Algunos de los más destacados son:

El Coliseo: El mayor anfiteatro construido en el Imperio, inaugurado en el 80 d.C.


Este edificio albergaba combates de gladiadores y otros espectáculos. Con capacidad
para 50,000 personas, fue una obra maestra de la ingeniería romana.

La Basílica de Majencio y Constantino: Construida a principios del siglo IV d.C., es


una muestra del uso de las bóvedas de medio cañón y arista para crear grandes
espacios.
La cultura y el arte en el Imperio Romano fueron el resultado de la fusión de
influencias griegas con innovaciones técnicas y artísticas propias. Los romanos no
solo adoptaron los ideales estéticos y filosóficos griegos, sino que también los
adaptaron a sus necesidades y crearon un legado arquitectónico impresionante. Este
legado sigue vivo hoy, con monumentos como el Panteón y el Coliseo que nos
recuerdan la grandeza de esta civilización
Bibliografía
Conclusión

La caída del Imperio Romano de Occidente fue un proceso complejo y multifacético,


en el que influyeron tanto factores internos como externos. Las invasiones de los
pueblos bárbaros, junto a la inestabilidad política, las crisis económicas y los cambios
religiosos, como la adopción del cristianismo, contribuyeron al debilitamiento de un
imperio que durante siglos dominó el mundo conocido. Sin embargo, el impacto de
Roma no se limita a su caída. A pesar de su colapso político, el legado cultural,
arquitectónico y jurídico romano ha perdurado a través de los siglos, convirtiéndose
en un referente fundamental para la civilización occidental. La historia de Roma, tanto
en su auge como en su declive, sigue siendo una lección sobre el poder, la
transformación y la fragilidad de las grandes civilizaciones, cuyo legado continúa
inspirando y enseñando a las generaciones futuras.
Anexos

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