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Este virus y todos los que le antecedieron y vendrán más tarde presentan una
libertad que hace temblar inclusive más que la misma muerte a esta propuesta
civilizatoria. Una libertad desconocida. Siendo así, la orden del día solo ha podido
ser replegarse para “sacarle el agua al pez”, dejar al nuevo ser sin hospedero,
hasta que su peligrosidad quiera “dar la curva” y, o surja una vacuna de las
manos del papel que representamos en esta gran escena: la escena ambiental.
Lo que sabemos sirve, pero más que un control indica una “adaptación”, una
flexibilidad y maleabilidad de los comportamientos, y una capacidad de
respuesta que forma parte de un mismo drama, del que somos parte. Gran
lección le da este minúsculo ser al Occidente.
Que nadie venga a decirnos ahora que “no es posible ensayar otras formas de
estar en sociedad” u otras formas de administrar la riqueza: se puede parar la
producción y se puede parar el comercio. Estamos presenciando un acto de
desobediencia fenomenal sin poder adivinar cuál será la ruta de salida. El mundo
se ha transformado en el vasto laboratorio donde un experimento parece ser
capaz de reinventar la realidad. Se revela, de repente, que el capital no es una
maquinaria que independe de la voluntad política. Todo lo contrario. Estamos
ahora frente a la evidencia que siempre los dueños de la riqueza y sus
administradores buscaron esconder: la llave de la economía es política, y las
leyes del capital no son las leyes de la naturaleza. Estamos frente a un Estado
de Excepción inusitado y a la inversa, que ha apretado la palanca que suspende el
funcionamiento de la gran usina que confundíamos con el orden divino. Un
pseudo orden divino, una impostura cuya perfecta metáfora es el famoso becerro
de oro bíblico, el falso dios que desorientó al pueblo de Israel en su travesía a
Canaán: una gran plaga sobrevino por colocar un falso dios en el lugar del
verdadero. El capital es el falso dios, la Madre Tierra es el verdadero. Y eso son
los mitos en la gran episteme de la especie: siempre nos pautan la lectura del
presente.
Más que una fantasía de futuro, debemos prestar atención a lo que de hecho hay,
las propuestas y prácticas que emergen, lo que la gente está concretamente
haciendo e inventando. Lo que ocurre aquí y ahora a nuestro alrededor, entre
nosotros. De nuevo: la politicidad en clave femenina, como he dicho otras veces,
es tópica y no utópica, práctica y no burocrática. En esa vigilia, maneras de
sustentar la vida que estaban al rescoldo se van reencendiendo lentamente. Nos
vamos dando cuenta de que al menos una parte de la capacidad de subsistencia
tiene que quedar necesariamente en manos de la propia gente. Resurge en
nuestro país la memoria del 2001. Nuestra propia Odisea del Espacio,
infelizmente archivada. Un sentimiento de pérdida muy grande se experimenta
cuando nos percatamos de que, en el momento en que el Estado retoma
eficientemente las riendas de la economía nacional y se supera el período de la
gran carencia, toda aquella economía popular se desintegra. En la hambruna e
intemperie del 2001, surgieron estructuras colectivas, el individualismo recedió
y el país pasó por una mutación que se deja sentir hasta hoy. Pero cuando el
problema de las necesidades materiales inmediatas se resolvió, nada promovió la
permanencia de esas estructuras operativas que se habían creado.
El problema que resta es ¿cómo garantizar que esa experiencia quede registrada
en los discursos del tiempo pos-pandemia y permanezca audible para, de esa
forma, evitar que sea rehecha la fantasía de normalidad y de inalterabilidad que
nos capturaba? ¿Cómo retener la experiencia de un deseo que, al menos durante
este intervalo, se encaminó libremente hacia otras formas de satisfacción y
realización? Habrán fuerzas habilidosas, muy bien instruidas, estudiando el tema
para clausurar esa memoria, desterrarla, dejarla bien vedada, para de esa forma
garantizar la continuidad de una “normalidad” que la pandemia había
interrumpido. ¿Cómo estar preparadas para que el olvido no suceda? Como
evitar, también, que la pérdida de experiencia acumulada en el 2001, vuelva a
ocurrir?