Melanie Klein - Conceptos Basicos

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Cátedra de Evaluación y Diagnóstico II – Facultad de

Psicología – Universidad de Mendoza

Introducción a los conceptos de la teoría psicoanalítica de Melanie Klein.

Artículo escrito por Lic. Mariana E De Clancy. Lic en Psicología. Psicoanalista. Maestría
en Psicoanálisis Universidad Argentina J.F. Kenedy. Docente Jefe Trabajos Prácticos
Departamento de Psicoanálisis U.A.J.F.K. Posgrado en Psicoanálisis- Investigación y
Docencia- Fundación Praxis Freudiana.

Bibliografía:

Klein, Melanie: “Obras Completas” amor, culpa y reparación. (1921-1945). Tomo 1.


Buenos Aires, Paidós, 1996.

Klein, Melanie: “Obras Completas” El Psicoanálisis de niños; Tomo 2. Buenos Aires,


Paidós; 1987.

Segal, H: “Introducción a la obra de Melanie Klein”, Ed. Paidós, Buenos Aires, Abril
1999

Roudinesco; E y Plon, M: “Diccionario de Psicoanálisis” Buenos Aires, Paidós, 1998.

MELANIE KLEIN: (Viena1882- Inglaterra 1960)

La originalidad de la teoría de Melanie Klein sostiene novedosos conceptos como el


estadio temprano del complejo de Edipo, el aparto psíquico con un yo existente desde
el nacimiento con sus consecuentes mecanismos de defensa, un superyó también
temprano, la conceptualización de la fantasía inconsciente y la postulación de las
posiciones esquizoparanoide y depresiva como eje para sostener y articular su teoría.

Su obra se inicia con la articulación de la obra de Freud y de Karl Abraham, su analista.


Su experiencia clínica especialmente aplicada a niños a través de la técnica del juego
le permite pesquisar que ellos descargan la agresividad y la agresión mediante la
elección de los juguetes y los tipos de juegos que estructuraban.

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Tales observaciones clínicas la llevan a corroborar las conceptualizaciones de Freud y


Abraham especialmente respecto de la pulsión de muerte, a la que hará también su
aporte. Recordemos que en Freud, la pulsión de muerte tiende a la reducción a cero
de la excitación, a retornar al ser vivo a lo inorgánico. Sabemos que ésta, se dirige
primero hacia adentro y tiende a la autodestrucción; luego se dirige al exterior en
forma agresiva o destructiva.

La conceptualización kleiniana de la pulsión de muerte se evidencia con la ansiedad


como respuesta del yo ante una situación vivenciada como peligrosa.

Klein adjudica al niño desde su nacimiento un yo débil, precario, poco organizado; que
de todos modos puede implementar ciertos mecanismos de defensa que le permitan
su desarrollo psíquico. Efectivamente, el niño debe enfrentarse con la experiencia del
nacimiento y luego con experiencias de gratificación y de frustración a lo largo de su
desarrollo.

Klein introduce el concepto de fantasía inconsciente, ampliando el concepto freudiano


y otorgándole un lugar central desde su teoría.

La fantasía inconsciente, según M. Klein; es la expresión mental de los impulsos


instintivos, por consiguiente existe, como éstos desde el comienzo de la vida. Crear
fantasías, enuncia, es una función el yo. De esto se desprende que desde el
nacimiento el yo establece relaciones con los objetos en la fantasía y en la realidad y
aclara que la fantasía no hay que pensarla como fuga de la realidad sino como
inevitablemente unida las experiencias reales y en continua interacción entre ellas.

Lo ejemplifica del siguiente modo: para cada impulso instintivo hay una fantasía de
algo comestible que satisfaría ese deseo: el pecho. Lo que conocemos en Freud como
“realización alucinatoria de deseos” se basa según Klein en que una fantasía
inconsciente acompaña y expresa al impulso instintivo.

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Habiendo introducido el concepto de fantasía inconsciente como función del yo,


podemos conceptualizar la noción de aparato psíquico en M. Klein.

Señalábamos que el yo está presente desde el nacimiento, que su labilidad y poca


organización no le impide instrumentar mecanismos de defensa tales como:
proyección, introyección, idealización, escisión y negación.

Se comprenderá el uso instrumental de cada uno de estos mecanismos en tanto


sigamos los fundamentos kleinianos de las posiciones tanto esquizo-paranoide como
depresiva, ya que cada una de ellas implican una configuración específica de
relaciones objetales, ansiedades y defensas persistentes a lo largo de toda la vida.

El término “posición” elegido por Melanie Klein indica que no se trata en cada caso de
un momento único, una fase con inicio y fin, sino que puede volver a manifestarse
más tarde en diferentes etapas de la vida de un sujeto. Las posiciones constituyen los
polos entre los cuales oscila la vida psíquica. Se definen a través de la posición del niño
en relación al objeto; características de la ansiedad, métodos defensivos en relación a
dicha ansiedad. Cada vez que se deba definir una u otra posición se debe tener en
cuenta: tipo de relación de objeto, ansiedad predominante y mecanismo de defensa.

POSICION ESQUIZO PARANOIDE

Características:

Esta posición refiere a los primeros 3 a 4 meses de vida; el yo que es débil y


rudimentario se encuentra escindido, dividido, fragmentado y el tipo de relaciones
que establece por lo antedicho será con objetos parciales buenos o malos, un pecho
bueno gratificante y un pecho malo que amenaza y es odiado, por lo que las fantasías
de este período son las de persecución y las de gratificación ilimitada.

La ansiedad de esta posición es intensa y de tipo persecutorio.

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Los mecanismos defensivos predominantes son la introyección - proyección,


Identificación proyectiva y mecanismos esquizoides tales como: la idealización, la
negación, la disociación y el control omnipotente.

La predominancia pulsional es la de la muerte.

El yo inmaduro del infante desde el nacimiento se encuentra expuesto al conflicto


entre las pulsiones de vida y muerte. Cuando se confronta a la ansiedad que le
provoca la pulsión de muerte, el yo la deflexiona, esto significa que convierte la
pulsión de muerte en agresión; de este modo para M. Klein, el yo se escinde
proyectando al exterior esa parte de la pulsión de muerte, colocándola en el objeto
externo original que es el pecho. Este pecho que pasa a contener esa porción de
pulsión de muerte se experimentará como pecho “malo” en tanto amenazador, lo que
da origen a un sentimiento de persecución, y la parte no proyectada que permanece
en el yo se convierte en agresión y así se dirigirá al perseguidor.

Simultáneamente actúa en el yo la pulsión de vida, por lo que éste proyecta fuera algo
de la libido y lo que queda en el yo es utilizado para establecer una relación con ese
objeto que es el pecho.

A este respecto se deduce que el mismo acontecer de la pulsión de muerte se da con


la libido, del lado de la pulsión de vida.

Ahora bien; lo que revela este proceder del yo es que tendrá una relación doble con
ese objeto originario que es el pecho que se escinde en un pecho “bueno” o ideal en
el que la fantasía del niño es de gratificación, de ser amado y alimentado y en un
pecho “malo” o persecutorio donde domina la fantasía de privación y dolor.

La ansiedad del yo; en esta posición, se da al sentir que el objeto persecutorio puede
aniquilarlo. Frente a esto se instrumentarán diversos mecanismos defensivos.

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Es necesario en este punto aclarar que estos mecanismos no sólo son una “defensa”
sino, que permiten a este yo lábil organizarse, integrarse y su instauración y
mantenimiento implica para M. Klein el armado de este psiquismo primario.

En efecto los primeros mecanismos son la introyección y la proyección, a través de


ellos el yo introyecta lo “bueno” y proyecta en el exterior lo “malo”, sucede también
que estos mecanismos son utilizados por el yo para introyectarse lo malo y así poder
controlar a este objeto perseguidor, así como puede proyectar al mundo externo al
objeto bueno para preservarlo de su propia agresión interior.

Otro mecanismo es la escisión (división), que implica tanto al yo como al objeto,


efectivamente una primera escisión se da entre pecho bueno y pecho malo y entre
objeto bueno y objeto malo. La escisión hay que concebirla en Klein como
permitiéndole al yo emerger del caos y ordenar sus experiencias internas y externas.

La idealización es otro medio de defensa contra la ansiedad del yo en tanto el pecho


bueno tiende a transformarse en su ideal, al que el niño le atribuye todas sus
experiencias gratificantes, sean fantaseadas o reales, el yo del infante anhela poseer
este objeto e identificarse con él; de modo tal que niega lo indeseable de este objeto y
proyecta en él su libido, le sirve para salvar al pecho bueno de sus ataques
fantaseados.

Al mecanismo de identificación proyectiva, Klein le supone varias relaciones: el yo la


puede dirigir al objeto malo para controlarlo en tanto peligroso, la puede direccionar
hacia el objeto ideal, (ese pecho gratificante), para evitar la separación. Puede el yo
del niño también proyectar partes buenas en el objeto para evitar la separación o para
salvarlo de su agresión interna y también puede el yo proyectar partes malas para
librarse del objeto o para destruirlo.

Justificadamente el pasaje a la posición depresiva se ve facilitado cuando el yo puede


vivenciar mayores experiencias buenas sobre las malas, y siente que el objeto ideal

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prevalece sobre los objetos perseguidores; cuando la pulsión de vida tiene


preeminencia sobre la de muerte.

Cuanto más se identifica el yo con su objeto ideal entonces menos mecanismos de


defensa son puestos en marcha porque cede la disociación y el yo puede cada vez más
tolerar su agresión y sobre todo puede sentirla como parte de sí. Cuando el yo está
más integrado disminuye la escisión de su núcleo y distingue mejor que él no es el
objeto.

POSICION DEPRESIVA

El concepto de posición depresiva vale para ilustrar el hecho de que el yo pueda


introyectar un objeto interno lo suficientemente bueno que le permita superar el
estado persecutorio propio de la pérdida de la madre como objeto parcial.

Características:

Abarca aproximadamente desde los 4 hasta los 7 meses aproximadamente, momento


en el que ingresa para M. Klein en el estadio temprano del complejo de Edipo.

El yo del infante está ahora más integrado y sus relaciones se dan con objetos totales
malos y buenos, la angustia es menos intensa y los mecanismos son los mismos que
en la anterior posición pero más atenuados y organizados y la ansiedad dominante es
depresiva, todo esto se debe a que la mayor integración del yo admite que el niño
pequeño puede tolerar mejor la pulsión de muerte en su interior, decreciendo la
escisión tanto de sus temores paranoides. El yo comienza a comprender que el objeto
de amor es el mismo que el objeto de odio. Principalmente comienza a reconocer a su
objeto total; ya no se relaciona sólo con un pecho, que es la madre. Klein introduce
ahora la ambivalencia, ahora se conjuga que la madre puede ser buena y ser mala,
que puede estar presente y ausentarse, que la puede amar y odiar al mismo tiempo;
cómo sabemos en el psicoanálisis se trata de sentimientos ambivalentes dirigidos a la
misma persona.

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También destaca que el yo se convierte en un objeto total; se escinde menos en


objetos buenos y malos; es así como el objeto malo y el ideal se van aproximando.

Si en la posición esquizoparanoide la ansiedad predominante se da en tanto se


vivencia que el objeto malo aniquila al yo, en la posición depresiva la ansiedad se
manifiesta por la ambivalencia y el consecuente temor a destruir por sus propios
impulsos destructivos a ese objeto total y amado del que depende en su totalidad, esa
dependencia intensifica su necesidad de poseer ese objeto y al mismo tiempo de
protegerlo de su agresividad interior.

El temor de dañar o destruir el objeto amado, genera en el niño un sentimiento de


culpa y consecuentemente una tendencia a la reparación del mismo, se ponen en
juego las tentativas del yo para inhibir sus pulsiones agresivas.

Centremos en la reparación como propia de esta posición, pues en la medida en que


el yo pueda restaurar su objeto amado al que ha destruido en su fantasía
omnipotente, la consecuente culpa y la desesperación incitan en el niño el deseo de
restaurarlo para así recuperarlo tanto internamente como en la experiencia anterior.

Es importante observar que la actividad reparatoria hace progresar la integración


yoica, las fantasías y actividades reparatorias resuelven las ansiedades de la posición
depresiva. Así como el niño pequeño cree en su poder para destruir al objeto, cree
también que su amor y cuidado pueden revertir la situación.

La conceptualización kleiniana sobre esta posición revela la plasticidad y a la creciente


mayor integración que va adquiriendo el yo que percibe tanto su dependencia de un
objeto externo así como la ambivalencia, advirtiendo su existencia propia y la de sus
objetos separados de él, comenzando a discernir entre fantasía y realidad externa.

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En la posición depresiva aparecerán las defensas maníacas y las neuróticas.

Las defensas maníacas en tanto mecanismos específicos destinados a impedir la


vivencia de ansiedades depresivas como el miedo a la pérdida, duelo, nostalgia y
culpa. La función de estas defensas es ir contra todo sentimiento de dependencia
evitándolos, negándolos o invirtiéndolos. Justamente, el niño se defenderá de la
ambivalencia y de las sensaciones que estas ansiedades le provocan reviviendo la
escisión tanto del yo como del objeto, tal como instrumentó en la posición esquizo-
paranoide; el fin que se persigue es, como dice Klein, una triada de sentimientos en
una relación maníaca con los objetos. La triada es: control, triunfo y desprecio.

Así, controlando al objeto el yo niega la dependencia que tiene con él, el triunfo es la
negación por parte del yo de sentir nostalgia por el objeto destruido por su
omnipotencia y el desprecio es otra forma de negar cuánto el yo valora a ese objeto
del cual depende, un objeto despreciable no merece que sienta culpa por él.
Entonces, esta triada está destinada a impedir la vivencia novedosa de dependencia y
de amenaza de pérdida que descubre el yo, ahora que se encuentra más organizado.

En la posición depresiva se ataca originariamente al objeto de forma ambivalente pero


cuando el sentimiento de culpa y pérdida es intolerable entran en juego estas
defensas maníacas. En este caso la reparación no se ejecuta profundizando así la
ansiedad depresiva.

La conceptualización kleiniana indica que si el niño no logra ver a la madre como un


objeto total, corre el riesgo de evolucionar hacia una psicosis, en caso inverso podrá
superar ese estado de destrucción mediante la posición depresiva.

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Con la teorización de las dos posiciones tenemos armado el aparto psíquico pensado
por Klein, justamente su técnica analítica se centra en la interpretación de las
fantasías inconscientes y en los mecanismos de defensa que se instrumentan para
evitar la angustia y del mismo modo en el trabajo de la elaboración de las
ansiedades de las posiciones esquizoparanoide y depresiva.

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POSICION ESQUIZO-PARANOIDE POSICION DEPRESIVA

Mecanismo de Mecanismos Mecanismos Mecanismos Neuróticos


Identificación Esquizoides Maníacos
Proyectiva Obsesivo Fóbico Histérico

Defensas Defensas Defensas Defensas Defensas Defensas

Splitting o psicótica Disociación Disociación Formación Desplazamiento Represión


reactiva

Inductora o Idealización Idealización Aislamiento Inhibición del Regresión


psicopática Yo

Masiva Negación Negación Anulación Evitación Sublimación

Normal Control Omnipotencia Racionalización M


omnipotente

Triada de
Sentimientos:
Control, triunfo y
desprecio.

Cuadro elaborado por la cátedra.

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