156 Sesgos Cognitivos Que Nos Afectan Sin Darnos Cuenta
156 Sesgos Cognitivos Que Nos Afectan Sin Darnos Cuenta
156 Sesgos Cognitivos Que Nos Afectan Sin Darnos Cuenta
Los sesgos cognitivos ayudan a tomar decisiones más rápido o sin tener toda la información, lo que
es útil para la supervivencia, pero también instala a menudo creencias erróneas e ilógicas. ¿Cómo
nos afectan los sesgos cognitivos en marketing y ventas, en política, en diseño..?
No te aflijas, los sesgos cognitivos nos afectan a todos de una forma u otra
Funcionan a nivel no consciente, por lo que resultan una herramienta para la persuasión e
incluso la manipulación. También nos ayudan a entender a los demás y sus comportamientos.
Es más fácil identificar un sesgo cognitivo en otra persona antes que en nosotros mismos: aún
conociéndolos, podemos acabar cayendo en ellos.
Conocer los sesgos cognitivos que nos afectan como seres humanos tiene muchas aplicaciones.
Hace años comencé a estudiarlos como herramientas para mejorar en diseño: si entendemos
cómo percibimos y memorizamos las cosas, los mecanismos mentales que intervienen en estos
procesos, podremos hacer diseños más fáciles de entender, recordar y utilizar.
Entonces aún no había caído en el enorme potencial que tienen estos sesgos en otras áreas,
como el marketing y las ventas.
También he visto cómo se utilizan estos sesgos para crear «dark patterns» de diseño. Esto es un
uso del diseño para inducir al usuario a realizar acciones que no son en su beneficio.
Porque estos sesgos, igual que pueden servir para facilitar la persuasión, también pueden ser un
arma de manipulación (verás ejemplos de como se utilizan algunos de estos sesgos en política).
Por esto, aprender y memorizar tantos sesgos puede ser demasiado para la mayoría, pero es útil al
menos conocerlos y entenderlos, aunque sea superficialmente.
Si esto nos sirve para identificar cuándo podemos estar siendo influenciados por algún sesgo, sea
porque nuestro cerebro nos juega una mala pasada o porque se nos intenta manipular, ya habrá
valido la pena.
Si además sirve para ser una persona mas persuasiva, te será de ayuda en muchos ámbitos, no
sólo para ventas.
Imagino que también te resultará de ayuda si planeas ser el líder de una secta, porque muchos de
estos sesgos se pueden utilizar para la manipulación pura y dura. Conocerlos significa tanto que
puede ayudar a «protegernos» de quien nos intente manipular, como para manipular a otras
personas.
Igual que un medicamento puede utilizarse como veneno, estas herramientas pueden usarse para
hacer el bien, o el mal. No soy nadie para dar lecciones de moralidad: allá cada uno con las
consecuencias de sus actos.
Esta guía tiene casi mas de 12.000 palabras, por lo que ver todos los sesgos, incluso con una
«lectura diagonal», toma su tiempo.
Mi recomendación es que hagas una primera lectura rápida (quizá de varias veces), anotes los más
interesantes, y los vuelvas a leer con calma. Los ejemplos son útiles para entender en qué
situaciones puedes encontrarlos.
Quizá tu idea sea utilizarlos como arma de persuasión, o para evitar caer en ellos, pero conocerlos
te ayudará también a entender la psicología humana, y por qué algunas personas ven las cosas
como las ven. También ayuda a entender las decisiones que se toman, y como se argumentan una
vez tomadas.
Si quieres conocerte mejor, y entender mejor a quienes te rodean, vale la pena conocer los sesgos
cognitivos.
O quizá no, no todo el mundo ve lo útiles que resultan: el otro día, me compararon los sesgos
cognitivos con los refranes, «porque siempre hay uno q contradice a otro». Es verdad que hay
sesgos «opuestos». A una persona con exceso de confianza en sí misma no le afectará el síndrome
del impostor, pero sí otros sesgos como el del falso consenso o del lago Wogebon.
La diferencia entre los sesgos cognitivos y los refranes, es que los refranes no tienen una
evidencia científica detrás.
Nota: En nuestra newsletter hablamos todas las semanas de algún sesgo cognitivo y lo
desarrollamos más. Si quieres aprender mas sobre los sesgos cognitivos, y de una forma «mas
digerible», te recomiendo que te suscribas aquí.
3. Velocidad: La velocidad a la que hacemos algo, como aprender, realizar tareas, o recordar.
o 3.1. Para tener un impacto necesitamos confianza y sentir que lo que hacemos es
importante
1.- Información
¿Cómo organizamos la información que nos llega? ¿Cómo elegimos a qué prestar atención? ¿Por
qué creemos unas cosas y otras no?
1.1 Recordamos antes lo último que se grabó en la memoria, o lo que se repite a menudo
Los recuerdos recientes se recuperan antes, incluso comparados con otros con más impacto del
pasado. Esto significa que si tomamos una decisión rápida, podemos basarnos en lo primero que
nos viene a la mente sin valorar si es lo más relevante.
Por ejemplo, nos podemos sentir más inclinados a estudiar una carrera porque conocemos casos
de personas que la han realizado y les ha ido bien, sin entrar a valorar a fondo otras opciones, o si
en el momento actual esta carrera es la mejor opción.
Elegimos inconscientemente a qué prestamos atención. Por ejemplo, en una escena o una
pantalla en la que no se mueve nada, algo que comience a moverse captará de inmediato nuestra
atención. Por esto los anuncios con movimiento funcionan (aunque luego al comprobar que es un
anuncio lo ignoremos, ha captado la atención en un primer momento).
Del mismo modo, puede que consideremos que nos gusta el deporte pero resulta que sólo
seguimos a un equipo, o que vayamos a clase pero no nos enteremos de lo que se imparte porque
estamos mas pendientes de los compañeros (o compañeras) que de lo que dice el profesor.
Si alguna vez le has hablado a un niño que juega a un videojuego y descubres que no se ha
enterado de una palabra, no se lo tengas en cuenta. El sesgo atencional actúa sin que seamos
conscientes. A mí también me pasaba (y me sigue pasando).
Al escuchar una y otra vez información falsa podemos llegar a creer que es la verdad. Un arma
política habitual. Como dijo Delavigne: «Mientras más increíble es una calumnia, más memoria
tienen los tontos para recordarla». O como dijo Goebbels, «Una mentira repetida mil veces se
convierte en verdad».
También llamado «efecto de la mera exposición», damos preferencia a cosas que hemos visto con
más frecuencia o con las que estamos familiarizados.
Si estamos en otro país, es difícil que pasemos por delante de un MacDonalds y se nos pase por
alto (incluso aunque prefieras probar la comida local antes que un mac-loquesea).
¿Alguna vez has escuchado decir a alguien que una canción no le gustaba al principio pero que a
fuerza de escucharla le ha acabado gustando? Al escucharla repetidamente por la radio, se
convierte en familiar, y con cada escucha existe la posibilidad de que asociemos el recuerdo a una
emoción, aumentando la retención.
Está comprobado que uno de los factores mas influyentes en la publicidad es la repetición.
¿Cuántas veces necesitamos escuchar una publicidad en radio para que la recordemos? Este
estudio puede darte algunas respuestas.
El contexto en el que vemos algo afecta la forma en que lo vemos y el valor que le damos.
300 € pueden ser un precio muy caro si compramos unos calcetines, o muy barato si compramos
un televisor. ¿Alguna vez te has encontrado a alguien a quien te ha costado situar porque no lleva
su uniforme o vestimenta habitual? Es el «Efecto de contexto» en acción. También está relacionado
con el siguiente sesgo.
Recordamos mejor la información que está en sintonía con el estado emocional o fisiológico
actual.
¿Alguna vez has escuchado que no sirve de nada practicar penalties? Esto se debe a que por
muchos penalties que se tiren en un entrenamiento, la situación de tirarlo en un partido,
especialmente si es un momento decisivo, implica una tensión y estrés que no se puede reproducir
en un entrenamiento.
Del mismo modo, para un estudiante, en un examen que le genera ansiedad, le puede resultar mas
fácil recordar cosas que ha aprendido en un estado emocional parecido, que cuando estudiaba
tranquilamente en la biblioteca.
Al ver algo una vez y comenzar a prestarle atención, lo vemos con más frecuencia.
Una embarazada se fija antes en otras embarazadas, o una persona con una escayola ve más a los
que están en una situación parecida. Si alguna vez te has comprado un coche, habrás comprobado
que una vez eliges qué modelo quieres, empiezas a verlo por todas partes.
Se nos da mal empatizar con los demás, pero esperamos que los demás empaticen con nosotros.
Es conocida la etapa egocéntrica de los niños, en torno a los 2-3 años les cuesta ver el mundo
desde otra perspectiva que no sea la propia. La empatía no es una habilidad innata, se desarrolla
poco a poco. Hay quienes no logran desarrollarla en toda una vida.
¿Cuántas veces pensamos que entendemos a otra persona pero esta no nos entiende a nosotros?
En situaciones que nos provocan emociones (por ejemplo, en una discusión en la que alguien dice
algo que nos molesta) podemos olvidar por completo lo que piensan o sienten los demás, o no
llegamos a ponernos en su lugar, porque solo atendemos a lo que estamos sintiendo nosotros.
Nos resulta «menos malo» dejar de hacer algo, aunque el efecto de esto sea negativo, que hacer
activamente algo que «está mal».
Por esto a los árbitros les resulta más difícil pitar faltas en los momentos decisivos, porque sienten
que es peor pitar una falta injusta que dejar de pitar alguna que no sea completamente clara
(aunque igualmente de esta forma van a perjudicar a algún equipo).
Al ver un accidente, es mas fácil que paremos para prestar ayuda si de algún modo estuvimos
involucrados, o lo vimos en el momento, que si pasamos después (aunque aún no haya parado
nadie).
Otro ejemplo es el de los padres que prefieren no vacunar para evitar la exposición a una
enfermedad, aunque el hecho de no vacunar podría ser incluso más peligroso.
Por ejemplo, nos dicen que hemos dado positivo en cáncer en una prueba que tiene un 10% de
falsos positivos, y ya damos por hecho que tenemos cáncer.
O nos apuntamos a clases de baile y consideramos al profesor muy bueno porque hemos
mejorado, sin tener en cuenta que nuestro nivel era tan bajo con algo de práctica era obvio que
íbamos a mejorar.
Prestamos más atención a las cosas que llaman la atención, por lo que a menudo nos saltamos
información que identificamos como normal o esperada.
Si vamos por la calle en una ciudad y nos cruzamos con una persona desnuda, lo recordaremos (y
probablemente se lo contaremos a alguien).
Recordamos mejor las cosas con humor que sin él. Por esto recordamos mejor las lecciones de los
profesores divertidos.
Si nos enseñan una serie de imágenes con herramientas de jardinería, y en medio aparece una foto
con un unicornio, lo vamos a recordar seguro.
Recordamos mejor las imágenes que el texto. Aunque lo que más recordamos, tanto en imágenes
como en texto, son las cosas que provocan emociones.
16.- Efecto de autorreferencia
Recordamos mejor las cosas con las que nos sentimos relacionados.
Si conocemos a un grupo de gente, luego será más fácil identificar a los que eran similares a uno
mismo.
Las cosas negativas nos llaman más la atención. Se trata de un mecanismo de supervivencia; si es
algo que nos puede afectar para mal, mejor prestarle atención.
En la prensa esto se comprueba a diario: a las malas noticias se les presta más atención, y tienen
más audiencia.
Fijamos la primera información que recibimos sobre algo. Luego interpretamos la nueva
información a partir de la primera que recibimos.
Por ejemplo, en las negociaciones sobre un precio, se intenta empezar con un precio alto para que
la conversación gire en torno a esta cantidad.
Este sesgo es muy potente para persuasión. El sesgo de anclaje tiene muchos usos, como
establecer el marco de una conversación. Este uso se ve a menudo en política, cuando un
candidato responde a una pregunta con otra, para llevar la atención a los temas que quiere tratar.
Le damos más valor a la diferencia entre dos opciones cuando las comparamos que si las
estuviéramos evaluando por separado. Por esto, comparar datos en tablas nos resulta útil.
También se refiere a nuestra tendencia a percibir que las diferencias entre grupos o categorías son
más grandes de lo que realmente son, y a ignorar las similitudes entre ellos.
Nuestra percepción u opinión sobre algo se ve afectada si tenemos algo con que compararlo.
Podemos percibir a una persona como atractiva, pero si está en un grupo con personas mucho
más atractivas, ya no nos lo parece tanto. El color gris puede parecer más o menos oscuro según
los colores que hay alrededor.
Una variante del sesgo de anclaje. Las personas se ven influenciadas por la forma en que se
presenta la información. ¿20 % de azúcares, u 80 % libre de azúcares?
Esto también se utiliza en política y otros ámbitos, al mostrar datos desde la perspectiva más
conveniente para quien los presenta. Por ejemplo, al presentar datos de empleo, el partido
gobernante puede hacerlos parecer positivos comparándolos con el mismo mes del año pasado, y
el partido en la oposición puede decir que es el peor dato de los últimos 6 meses.
La tendencia a fijarnos en el valor nominal del dinero en vez del valor real, es decir, no tenemos en
cuenta la inflación o deflación de la economía.
Por ejemplo, un trabajador puede recibir un aumento del 5% en su nómina y pensar que ahora gana
más, pero si la inflación ha subido un 8%, la realidad es que su poder adquisitivo ha descendido.
Normalmente no estamos abiertos a cambiar de idea, y nos cuesta creer lo que va contra nuestras
opiniones.
Relacionado con el sesgo de anclaje, normalmente necesitamos más evidencias para cambiar de
opinión que para establecer la primera opinión. Este sesgo dificulta explorar ideas nuevas o
cambiar nuestro enfoque, lo que nos puede llevar a decisiones erróneas, o que quizá no lo son
pero podrían ser mejores.
Debido a este sesgo, en una discusión donde se nos presentan argumentos que invalidan nuestro
punto de vista, nos costará cambiar nuestra opinión, aunque mas adelante, a la vista de las
evidencias podamos acabar por cambiarla.
Relacionado con el sesgo de confirmación, tendemos a tomar mas en cuenta los datos que
confirman nuestras hipótesis, que aquellos que las cuestionan.
Por ejemplo, si pensamos que un profesor es aburrido, tendremos más en cuenta su tono de voz
monótono que el contenido de lo que está explicando.
Nos gusta pensar que somos consistentes, que nuestras opiniones y gustos no cambian con el
tiempo, a pesar de que no es así. Por esto podemos acabar haciendo cosas, incluso si no
queremos, para mantener esta autoimagen de «consistencia».
«¿Te gusta probar cosas nuevas?». Si respondemos que sí ya nos han persuadido, porque nos van a
ofrecer un producto nuevo. La gran mayoría lo probará si contestó que sí a la primera pregunta,
para evitar ser «incongruentes» con la respuesta que dimos.
25.- Sesgo de apoyo a la elección
Después de hacer una elección, sobrevaloramos los aspectos positivos y olvidamos los atributos
negativos. Antes de comprar un coche o una casa, comparamos aspectos positivos y negativos,
pero una vez hecha la compra ya no queremos pensar en los aspectos negativos.
Jen no quiere pensar en que los zapatos no son de su talla, sólo quiere disfrutarlos porque le
encantan
Por ejemplo, escuchamos más los medios que se alinean con nuestro espectro político. Cuando
decidimos que «nos gusta» un líder o referente, somos más proclives a atender a las informaciones
positivas que a las negativas.
Un investigador puede, sin darse cuenta, influir en sus participantes para que vayan en una
dirección determinada, o interpretar los resultados para que se ajusten a sus expectativas.
Para evitar este sesgo se pueden hacer experimentos «doble ciego», en el que ni el experimentador-
observador ni el sujeto de la experiencia conocen el origen de la muestra o el tratamiento, durante
el periodo que dura la experimentación, con el objeto de no influir en los resultados.
Por ejemplo, si un individuo tiene síntomas de una enfermedad, pero tiene miedo de lo que pueda
ser o de ir al médico, puede optar por ignorar estos síntomas en lugar de buscar tratamiento.
Relacionado con el sesgo de percepción selectiva, se da cuando se rechaza una nueva evidencia
porque no coincide con las normas, creencias y paradigmas actuales.
En el siglo XIX, el médico húngaro Ignaz Semmelweis descubrió que la tasa de mortalidad entre las
mujeres que daban a luz en los hospitales era mucho más alta que en los partos en casa.
Semmelweis también descubrió que la tasa de mortalidad disminuyó drásticamente cuando los
médicos lavaban sus manos con cloro antes de atender a las mujeres. A pesar de la evidencia,
muchos médicos se negaron a creer que sus propias manos pudieran ser responsables de la
propagación de la infección, y el descubrimiento de Semmelweis fue ignorado durante décadas.
No reconocer nuestros propios sesgos cognitivos, incluso cuando podemos identificarlos en otros.
Por ejemplo, una persona puede criticar a otros por ser cerrados de mente o dogmáticos, pero no
reconocer su propia tendencia a rechazar puntos de vista diferentes a los suyos.
Se da cuando una persona desconfía de las intenciones de otros sin tener una base sólida para
hacerlo.
Por ejemplo, cuando pensamos que nuestro profesor nos tiene manía, o cuando pensamos que
alguien nuevo tiene malas intenciones porque no lo conocemos.
Creemos que vemos el mundo de manera objetiva y que otros que no lo ven de la misma manera
están mal informados, son irracionales o sesgados.
Por ejemplo, cuando no queremos conocer otras formas de hacer algo nuestra porque nuestra
forma es «sin duda» la más eficiente, cuando pensamos que otros crían mal a sus hijos porque no
lo hacen como nosotros, o que nuestras creencias religiosas son las verdaderas y las demás no
merecen crédito.
2.- Significado
No podemos procesar toda la información que recibimos, por lo que «llenamos los espacios entre
los puntos» con lo que creemos que sabemos.
Se refiere a la tendencia a inventar o fabricar información para llenar los vacíos en la memoria o
para justificar un comportamiento. A menudo la persona que sufre este sesgo no es consciente de
que está inventando.
Este sesgo se puede dar al interrogar a alguien sobre un evento, cuando comienza a crear detalles
para reforzar o hacer mas creíble su versión, o cuando alguien inventa detalles para justificar un
mal comportamiento.
Creemos que vemos grupos incluso cuando los objetos se colocan al azar, o localizamos patrones
en conjuntos de datos aleatorios, atribuyéndoles un significado que no es real.
Un estudio sueco en 1992 trató de determinar si las líneas eléctricas causaban algún tipo de
efectos negativos para la salud. Tras comparar datos para más de 800 dolencias, se encontró que
la incidencia de leucemia infantil era cuatro veces mayor entre las personas que vivían más cerca
de las líneas eléctricas.
El problema con esta conclusión, sin embargo, fue que el número de dolencias potenciales, es
decir, más de 800, era tan grande que creaba una alta probabilidad una o varias dolencias
exhibieran la apariencia de una diferencia estadísticamente significativa solo por casualidad, una
situación conocida como «problema de comparaciones múltiples». Los estudios posteriores no
demostraron ninguna asociación entre las líneas eléctricas y la leucemia infantil.
Nos fijamos en las estadísticas sin considerar el tamaño de la prueba. «Estudios demuestran
que…». Si al estudiar algo, la muestra no es suficientemente grande, los resultados pueden no ser
fiables. Por lo general, no nos fijamos en el tamaño de la muestra, o no se ofrece este dato.
Desatender una probabilidad relativamente pequeña de que algo suceda. Por ejemplo, no
detenernos en un stop porque «nunca viene nadie».
Evidencia basada en anécdota personal sin ninguna prueba contrastada. Se puede encontrar a
menudo en debates, cuando se utiliza una anécdota o hecho aislado para desacreditar la postura
de otra parte, aunque esté basada en datos. También se utiliza porque contar algo en forma de
relato hace que se memorice mejor que datos, especialmente sin contexto.
Este sesgo se da cuando confiamos en nuestra propia capacidad para evaluar con precisión la
información, incluso cuando la evidencia sugiere lo contrario. En general, se refiere a cuando
decidimos según nuestra intuición, sin basarnos en datos objetivos o sin tener toda la información.
Puede ocurrir en procesos de selección de personal, si la persona encargada piensa que está
utilizando criterios óptimos para evaluar al personal pero no es consciente de que no es así, o
cuando un estudiante piensa que está aprendiendo porque estudia de memoria, pero luego no es
capaz de aplicar estos conocimientos en un caso real.
40.- Falacia del jugador
Cuando nos basamos en datos del pasado que no tienen que ver con próximos eventos. Por
ejemplo, cuando un jugador de ruleta cree que debe salir el rojo en la próxima jugada porque lleva
saliendo negro varias veces (la probabilidad siempre es de 50%).
Tendencia a basar juicios o decisiones en la información que está más fácilmente disponible en la
mente, en lugar de buscar información más relevante y precisa. Puede darse porque nos basamos
en lo que tenemos mas fresco en la memoria, o porque nos basamos en las últimas noticias o
acontecimientos sin mirar mas allá.
Pensar que una persona que tuvo éxito en el pasado también tendrá éxito en el futuro. Por ejemplo,
cuando un jugador de baloncesto lleva varios tiros seguidos sin fallar, o un jugador de póker lleva
varias manos seguidas ganado, se dice que está «en racha». O cuando pensamos que una persona
que ha tenido éxito en varios negocios va a triunfar en el siguiente, y quizá es un sector que no
domina, o no tenemos en cuenta los fracasos que ha tenido.
Ver correlación entre dos variables que no están relacionadas. Por ejemplo, relacionar el uso de
protección solar y el cáncer de piel, cuando la verdadera relación es con la exposición a rayos UV.
El protector solar ayuda a evitar estos efectos, pero es el exceso de sol, y no el uso o no de
protector, lo que puede desarrollar el cáncer.
44.- Pareidolia
Ver patrones u objetos en algo que no está allí. Por ejemplo, ver formas en las nubes.
Si tiene dos ojos y una boca, sólo puede ser una cara.
Cuando (creemos que) tenemos información sobre algo, lo asociamos con cierta cosa o persona.
Entonces, complementamos la información desconocida con lo que ya sabemos.
Pensar que las características de una persona reflejan las características de todo el grupo, o se
atribuye el comportamiento de los miembros de un grupo a características internas del grupo en
lugar de factores externos. Por ejemplo, se puede atribuir la falta de éxito de un equipo deportivo a
la falta de habilidad o disciplina en lugar de a factores como lesiones, falta de experiencia u otros
factores externos.
Por ejemplo, si una persona comete un delito, podemos pensar que es porque pertenece al un
determinado barrio, banda o clase social, y pensamos que todos los de su grupo serán iguales, o
que si alguien tiene éxito puede ser porque su familia es de clase social alta y no ha tenido que
esforzarse.
48.- Estereotipo
Una creencia generalizada acerca de una determinada categoría de personas. Ejemplos: los
asiáticos son inteligentes y trabajadores, los latinos son perezosos y ruidosos, los hombres son
agresivos, las mujeres emocionales…
49.- Esencialismo
Relacionada con la anterior, es la creencia de que los individuos o grupos tienen características
inherentes, fijas e inmutables que los definen como miembros de un grupo determinado. Como
creer que la identidad nacional es innata y que algunas características culturales son intrínsecas a
la nacionalidad, o que la personalidad proviene de factores genéticos, y que los individuos tienen
poca o ninguna capacidad para cambiar sus rasgos.
La tendencia a ver un objeto, idea o problema sólo en términos de su función convencional, lo que
limita la capacidad para ver soluciones creativas o diferentes. Como un cocinero que nunca
prueba ingredientes nuevos, o un ingeniero que no explora nuevos materiales y técnicas.
51.- Autolicencia
Justificación de nuestras propias acciones, incluso si son incorrectas, con el fin de proteger la
autoestima y preservar una imagen positiva de nosotros mismos. Por ejemplo, justificar hacer
trampa en un examen porque hemos estudiado mucho, o un deportista que no llega en
condiciones -poco descanso, resaca, etc- un día de partido porque lleva tiempo entrenando duro.
Pensar que el mundo es justo y que todos obtienen lo que les corresponde. Las personas que
hacen cosas buenas serán recompensadas y las que hagan cosas malas serán castigadas.
Ejemplos de este sesgo podrían ser justificar a un agresor porque se le ha provocado, o pensar que
una persona que vive en la calle está en esa situación porque algo habrá hecho para merecerlo.
Valoramos la opinión de un autoritario, las personas siguen a las autoridades con bastante rapidez.
Cuando Casemiro abraza a este fan, los compañeros de equipo que vienen detrás hacen lo mismo
Gracias a este sesgo, en política, cuando un candidato va bien en las encuestas mas gente lo vota
porque «es el que va a ganar», o cambiamos nuestra forma de vestir o hablar para encajar en un
grupo, o compramos un producto que no es la mejor opción para nosotros porque es el mas
popular.
Es el conjunto de efectos positivos que puede lograr algo en principio inocuo, cuando se cree que
va a funcionar. Se utiliza entre otros casos, en estudios de medicina para comprobar el beneficio
de utilizar o no un medicamento, o como sugestión para lograr mejoras en el ánimo o el
rendimiento. También se considera el motivo de que funcionen tratamientos en medicina no
convencional sin base científica (¿alguien ha dicho homeopatía?).
Preferimos personas o cosas que ya conocemos, les otorgamos cierto valor y calidad.
Tendencia a ver a los miembros de un grupo externo a nosotros mas parecidos entre ellos de lo que
en realidad son. Esto ocurre porque no conocemos muchas personas en un determinado grupo y
asociamos determinadas características a todo el grupo (estereotipo) sin pensar que pueden no
cumplirse en todos los miembros de ese grupo. Ej: «Todos los comerciales son amorales».
En general se reconoce mas fácilmente caras de la raza propia antes que caras de otra raza. De
este modo, para un caucasiano, todos las personas del este asiático se parecen, mientras que
para las personas del este asiático, todos los caucasianos se parecen. Este sesgo desaparece
cuando nos habituamos a tratar con una o varias razas diferentes de la propia, porque aprendemos
a diferenciarlos mejor.
O «ventaja endogrupo», preferimos a las personas de nuestro propio grupo en lugar de fuera del
grupo. Esto puede darse en diferentes ámbitos, desde distintos departamentos de trabajo en una
misma empresa, a equipos deportivos o grupos religiosos. Mientras mas fuerte es el sentimiento
de pertenencia a una comunidad, con más frecuencia o intensidad se puede dar este efecto.
60.- Efecto Halo
La impresión general positiva o negativa que se tiene de una persona, entidad o empresa influye en
la evaluación de otras características o habilidades de esa persona, aunque no tengan relación
con lo que ya sabemos. Esto se da cuando nos gusta un líder político y valoramos mas
positivamente sus decisiones (aunque sean en áreas que no domina) o cuando ya tenemos
catalogado a un estudiante o trabajador como poco eficiente, y valoramos más negativamente
cualquier cosa que haga.
Las personas individuales se perciben como mas atractivas cuando forman parte de un grupo.
Resulta curioso que este sesgo proviene de la serie de televisión «Cómo conocí a vuestra madre», y
después se han realizado estudios que lo corroboran.
Tendemos a sentirnos atraídos por las personas positivas, y cuando alguien nos cae bien,
tendemos a pensar que sus éxitos son mérito suyo, y sus fracasos, por causas externas. También
ocurre al contrario cuando se valora negativamente a alguien.
Conocido como NIH en inglés (not invented here), se refiere a no considerar ni adoptar ideas,
productos, investigaciones, estándares o conocimientos porque provengan de fuentes externas.
Esto se da en empresas, instituciones, y a veces en programación, utilizando soluciones internas
sin llegar a evaluar otras opciones.
Valorar menos lo que que viene de alguien con quien no se tiene afinidad, o de quien se desconfía.
Por ejemplo, creer que podemos encontrar un producto más barato que lo que nos dice el
vendedor, o valorar peor una propuesta política porque proviene de alguien en quien no se confía o
con quien no se tiene afinidad.
Preferir opciones populares o aceptadas, incluso si no son la mejor opción. Caemos en este efecto
cuando compramos un modelo de móvil porque lo tienen varios de nuestro entorno (sin conocer a
fondo las características), o cuando al visitar una nueva ciudad sólo se conocen los sitios más
típicos.
En general se nos dan mal las matemáticas, por lo que a menudo cometemos errores al calcular
probabilidades.
66.- Contabilidad mental
Este sesgo se da cuando consideramos que una posibilidad es probable, o que algo probable es
una certeza. Relacionado con el sesgo de negligencia de la probabilidad, en este caso, damos
por hecho algo que puede ser probable pero no ocurre siempre. Por ejemplo, una formación que
sostiene que realizarla mejorará nuestra vida o nos hará ganar mas dinero (intervienen mas
factores que la propia formación).
Asumimos que si existe la posibilidad de que algo malo suceda, realmente sucederá. «Todo lo que
puede salir mal, saldrá mal». Por ejemplo, creer que si una tostada cae será por el lado de la
mantequilla, o pensar que un aparato va a fallar cuando más lo necesitemos.
Se refiere a la tendencia a asumir que las situaciones comunes o «normales» son más frecuentes o
más probables de lo que realmente son, como pensar que es poco común que una persona tenga
una enfermedad rara, cuando en realidad hay muchas enfermedades poco comunes, o pensar que
la mayoría de las relaciones románticas son felices y satisfactorias, cuando en realidad hay
muchas relaciones infelices o tóxicas (o viceversa). Este sesgo se traduce en menos empatía hacia
las personas o situaciones «no normales».
Es un error de pensamiento que implica ver una situación como una competencia de suma cero,
donde las ganancias de un lado son iguales a las pérdidas del otro lado. Esto lleva a situaciones en
las que en vez de tratar de resolver un problema, se trata de «evitar perder». Esto lleva a situaciones
como cuando los políticos se centran en discutir en vez de en resolver problemas, o cuando en una
negociación buscamos el provecho propio en lugar del mutuo.
Fijarse solo en los que triunfan en un contexto en el que la mayoría fracasa. Esto pasa a menudo en
finanzas, al no tener en cuenta las empresas que desaparecieron. Otro caso muy conocido fue en
la segunda Guerra Mundial.
Diagrama de los disparos recibidos por los aviones supervivientes
Durante la Segunda Guerra Mundial, los Aliados mapearon los agujeros de bala en aviones que
fueron alcanzados por fuego nazi. Buscaban reforzar las áreas que recibían mas castigo de la
artillería enemiga. Su idea fue reconstruir y reforzar las áreas del avión que tenían mas puntos rojos
(o que recibían mas balas). En teoría, era una deducción lógica. Después de todo, estas fueron las
áreas más afectadas.
Pero Abraham Wald, un matemático, llegó a una conclusión diferente: los puntos rojos solo
representaban el daño en los aviones que llegaron a casa. La áreas que realmente deberían
reforzar, eran los lugares donde no había puntos, porque esos eran los lugares donde el avión no
sobrevivía al recibir disparos.
Se refiere a la ley de Miller que dice que el número de items que podemos recordar de una vez es
de aproximadamente 7, por lo que si tenemos que memorizar números mayores es mejor
agruparlos en grupos mas pequeños. Esto podemos verlo en cómo se agrupan los números en una
tarjeta de crédito, o los números de teléfono. También se utiliza en el diseño de interfaces, para no
ofrecer listados o menús con mas de 5-9 elementos (7 +/- 2). Normalmente, manejar mas de estos
elementos en la memoria a corto plazo puede conducir a una sobrecarga cognitiva.
Como nombramos a las cosas influye en como las valoramos. Esto se utiliza a menudo en política;
no es lo mismo «ley de protección de la vida» que «ley de restricciones al aborto». También en el
ámbito comercial, esperamos un precio más caro en una prenda de Gucci que en una de Zara,
aunque sea la misma prenda en ambos casos.
A veces pensamos que los demás saben lo mismo que nosotros, o creemos que sabemos lo que
piensan los demás.
Creer que nuestras emociones y pensamientos son más obvios y evidentes para los demás de lo
que realmente son. Por ejemplo, si una persona está enfadada pero no lo exterioriza, puede
esperar que los demás se den cuenta de su enojo y actúen en consecuencia, lo que puede llevar a
malentendidos y conflictos.
Mientras nos comunicamos con otros, a veces pensamos que saben lo mismo que nosotros. Esto
se puede dar cuando utilizamos jerga técnica sobre un tema que dominamos, pero que la otra
parte puede no comprender, o cuando damos por hecho que los demás entienden nuestra
situación, y pueden no haber pasado nunca por algo parecido.
Se da cuando nos centramos en un aspecto de una situación, obviando otros elementos que
podrían ser también importantes. Es decir, «vemos los árboles pero no el bosque». Esto nos puede
llevar a tomar decisiones viendo el beneficio inmediato pero no las consecuencias a largo plazo, o
a juzgar a una persona basándonos en lo que vemos sin tener en cuenta lo que no conocemos.
Pensar que los demás están más motivados para hacer algo si reciben una recompensa extrínseca
(como dinero) que una recompensa intrínseca (como aprender una nueva habilidad). Por ejemplo,
se ha comprobado que a la hora de adiestrar a un gato (algo nada fácil), recompensarlos con
comida no tiene por qué ser más efectivo que recompensarlos con muestras de cariño.
Tendencia a atribuir los resultados de nuestras acciones a factores externos, en lugar de reconocer
nuestra propia responsabilidad en esos resultados. Como echarle la culpa al profesor si
suspendemos, o atribuir a la suerte haber ganado una prueba.
80.- Ilusión de percepción asimétrica
Tendencia a pensar que nuestra percepción de una situación es más precisa y objetiva que la de
los demás. Esto puede hacer que se subvaloren las opiniones de los demás, o que descartemos
otros puntos de vista sin evaluarlos.
Se nos da mal estimar qué tan rápido o lento sucederán ciertas cosas, y en general, predecir el
futuro.
Es la tendencia a recordar los eventos pasados de una manera más positiva de lo que realmente
fueron. Se da cuando un estudiante recuerda su época universitaria como la mejor de su vida,
olvidando los momentos de estrés y presión académica, o si una persona recuerda una relación
pasada como perfecta, olvidando los problemas y las discusiones que tuvieron en realidad.
A menudo calculamos mal cuando ocurrió, o va a ocurrir algo, en especial eventos distantes en el
tiempo. Por ejemplo, creemos que una canción que nos gusta aún es reciente, aunque puede tener
mas de 10 años, que el tiempo para recuperarnos de una lesión pasó muy rápido si ocurrió hace
años, o que nuestro negocio recién lanzado va a funcionar en pocos meses aunque posiblemente
tome mas tiempo.
También conocido como efecto Hindsight, ocurre cuando creemos que los eventos pasados fueron
más predecibles de lo que realmente fueron. Escuchamos ejemplos de este sesgo cada vez que se
analiza un partido y los cambios que se hicieron a posteriori, o cuando damos por obvio que un
candidato político ganaría las elecciones, aunque justo antes las encuestas estaban reñidas.
Este sesgo se da cuando atribuimos a nuestras capacidades internas éxitos (o fracasos) en los que
también influyeron factores externos como la suerte, el momento apropiado, etc.
Algunos ejemplos pueden ser un deportista que atribuye su éxito solo al esfuerzo, cuando también
influyó una buena genética, el trabajo de sus entrenadores, o que su principal rival estaba
lesionado cuando ganó la competición. O un empresario que piensa que su negocio ha triunfado
debido a su planificación, sin tener en cuenta que la ubicación, la presencia de poca competencia
en su zona, o incluso el momento en que abrió su negocio, también influyeron.
86.- Declinismo
Relacionado con el sesgo de Retrospección color de rosa, el sesgo del declinismo hace pensar
que todo está cambiando a peor, que el futuro va a ser peor que el presente, y se tiende a pasar por
alto las mejoras y logros que han ocurrido.
«La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores,
y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran
al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad…«. ¿Te suena esta cita como algo
actual? Pues es de Sócrates, hace más de 2.500 años.
Nos resulta difícil estimar cuánto impacto emocional tendrán sobre nosotros ciertas acciones o
eventos. Pensamos que algunas situaciones nos afectarán menos de lo que en realidad nos
afectan, o viceversa. Por ejemplo, después de hacer una entrevista de trabajo podemos pensar que
si no lo logramos se escapará el puesto perfecto para nosotros, sin considerar la capacidad de
adaptarnos y encontrar nuevas posibilidades.
Subestimamos el tiempo que realmente nos llevará una tarea, y es habitual sobrestimar el tiempo
que otros necesitan para una tarea. Solemos pensar que podremos hacer mas trabajo en una
semana del que sacamos en realidad, al no tener en cuenta imprevistos, interrupciones, etc.
Cuando se valora más la innovación que la eficacia. Ocurre cuando se lanzan o utilizan tecnologías
aún no suficientemente probadas porque son novedosas, o cuando seguimos una dieta porque es
nueva en vez de otra con resultados probados.
Estamos limitados por el tiempo, pero esto no nos impide actuar. Con cada nueva información,
buscamos aplicaciones de lo aprendido.
3.1 Para tener un impacto necesitamos confianza y sentir que lo que hacemos es importante
A menudo tenemos demasiada confianza en nosotros mismos, pero sin confianza en nosotros
mismos no actuaríamos.
Pensamos que tomamos mejores decisiones de las que realmente tomamos, especialmente si
nuestra confianza en nosotros mismos es alta. «Con mirar a una persona a los ojos ya sé como es».
Este sesgo cognitivo se da cuando se responde para ajustarse a las expectativas sociales y a la
imagen que tenemos de nosotros mismos, en lugar de dar respuestas mas honestas o precisas.
Podemos observar muchos ejemplos de este sesgo abriendo Instagram, u observando como habla
de sí misma una persona ante un grupo al que quiere caer bien o gustar.
Es la tendencia a pensar que los demás están en mejor situación o tienen problemas más fáciles
que los propios, por no observar todos los detalles. Es un limitador de la empatía, que también
puede limitar la capacidad propia de superar problemas por pensar que estamos en inferioridad
frente a los demás.
Pensar que nuestro propio comportamiento y las elecciones que hacemos son «normales», y que
otros comportamientos son menos habituales de lo que son realmente. Por ejemplo, pensar que
quienes no piensan como nosotros son minoría, o minimizar la importancia de un problema
porque nunca lo hemos experimentado.
Es la tendencia a sobrevalorar la dificultad de las cosas que no sabemos hacer o se nos dan mal, y
a subvalorar la dificultad de las cosas que sabemos hacer bien o para las que tenemos mejores
condiciones que la media. Este sesgo cognitivo puede llevarnos a no valorar nuestras capacidades
y habilidades, ya que pensamos que lo que se nos da bien es fácil y puede hacerlo cualquiera.
Trata de la tendencia natural a sobreestimar nuestras propias capacidades respecto a las de los
demás. Por ejemplo, casi nadie admite estar por debajo del promedio en ninguna habilidad o
característica personal, salvo cuando es obvio (x ej, altura). En general, preferimos pensar que
estamos en el promedio o por encima.
98.- Efecto Dunning-Kruger
Relacionado con el síndrome del impostor y opuesto al anterior, se da cuando personas con
habilidades bajas sobrestiman su propia habilidad, y personas con mucha más capacidad
subestiman su propia habilidad. Por ejemplo, un músico aficionado puede creer que toca muy bien
un instrumento, mientras que un músico profesional puede darse cuenta de que aún tocando
mejor que el aficionado, aún tiene limitaciones en su técnica y amplio margen de mejora.
Esto nos lleva al síndrome del impostor: Mientras más sabemos sobre un tema, mas conscientes
somos de todo lo que no sabemos, lo que en ocasiones puede acabar en que pensemos que no
somos lo bastante buenos, o aún peor, un completo fraude, porque nos toman por alguien que
sabe sobre un tema y sentimos que no sabemos lo bastante.
Cuando damos demasiado valor a nuestra propia perspectiva y opinión por ser nuestras,
reduciendo la importancia de las opiniones de los demás. «Si lo entendieras, estarías de acuerdo
conmigo».
Es cuando vemos algo que parece «estar dirigido a nosotros» pero en realidad no es concreto y
podría aplicarse a mucha gente. Este sesgo cognitivo lo podemos ver en cómo muchas personas
interpretan el horóscopo, y se utiliza a menudo en copywritting para para que nos identifiquemos
con un texto o descripción.
Nuestra opinión acerca de un hecho cambia según si estamos involucrados o sólo somos
observadores. Cuando estamos involucrados, tendemos más a atribuir el comportamiento a la
situación que a nuestra personalidad. Al contrario, cuando somos observadores, atribuimos el
comportamiento a que la persona a la que observamos «es así». Por ejemplo, si vemos un vídeo de
alguien robando en una tienda, es porque es un ladrón. Si en el vídeo salimos nosotros, nos
excusaremos con argumentos como «lo necesitaba, no tenía dinero», etc.
104.- Ilusión de control
Creer que podemos influir en ciertos eventos aunque no sea así. Se da cuando se realizan
acciones para tener más suerte en un juego (jugadores de fútbol entrando al campo con la pierna
derecha), se piensa en un huevo rosa para encontrar aparcamiento, o se baila la danza de la lluvia
para acabar con la sequía.
Sobrestimamos nuestra propia capacidad y nuestras propias cualidades sobre las de los demás.
Es básicamente una ilusión de superioridad subjetiva, como cuando un alumno se siente superior
a los demás aunque las notas no lo justifiquen, o un empleado que se cree imprescindible en su
trabajo. A menudo provoca que cometamos errores por exceso de confianza o por subestimar a los
demás.
Se da cuando juzgamos a los demás en base a su comportamiento, sin tener en cuenta las
circunstancias. Por ejemplo, vemos a un conductor ejecutar una mala maniobra, y pensamos que
es mal conductor, pero no que quizá tenga una urgencia, un problema en su vehículo, o le haya
pasado algo malo que distrae su atención.
El valor que le damos a un resultado está determinado por la energía que tuvimos que poner en él.
Por ejemplo, si compramos algo caro, podemos vernos justificando el precio aunque el resultado
no sea tan bueno, o siendo estudiantes valoramos mas la nota de una asignatura que nos costó
más esfuerzo, aunque no sea de las más importantes.
Nos volvemos más cautelosos cuando el riesgo es alto y menos cautelosos cuando nos sentimos
confiados y seguros. Por este motivo, en muchos casos es menos probable que nos distraigamos
al volante con lluvia intensa, y corramos mas riesgos con mejor clima y menos tráfico.
Subestimar el status quo y pensar que lo nuevo siempre es mejor. ¿Has visto alguna vez la cola en
una tienda de Apple cuando sacan móvil nuevo?
Estamos más dispuestos a ayudar si vemos una víctima que si un grupo grande necesita la misma
ayuda. En la publicidad de las ONGs se intenta siempre que salgan personas concretas, mejor si
es con nombre propio.
3.3 Es más probable que completemos las cosas si ya hemos invertido tiempo y energía en ellas
Queremos terminar las cosas que ya empezamos, aunque encontremos razones para parar.
Recordamos mejor las tareas inconclusas que las completadas. Un camarero recuerda lo que falta
por llevar de una comanda, pero 5 minutos después de que los comensales se vayan, no recuerda
qué pidieron. ¿Alguna vez has visto como se abre un pop-up con un formulario a rellenar, y arriba
pone que ya está hecho el 50%? Es otro ejemplo de uso de este sesgo.
También conocida como falacia del gasto irrecuperable, se da cuando nos aferramos a una
inversión o decisión, incluso si no es la mejor opción, porque se ha invertido una cantidad
significativa de tiempo, esfuerzo o recursos en ella. Por ejemplo, un negocio que continúa
invirtiendo en un proyecto no rentable porque ya ha invertido mucho tiempo y dinero en él, o un
estudiante que no deja una carrera que ya no le motiva porque ha invertido años y esfuerzo.
Aumentar la inversión en algo aunque veamos que no está funcionando. Está relacionado con el
sesgo anterior, pero en este caso, no sólo mantenemos la inversión, sino que la aumentamos con
la esperanza de lograr resultados, aunque los indicios vayan en dirección contraria.
Nos movemos antes para evitar perder algo que para ganar algo. Una forma muy burda de utilizar
este efecto en publicidad es la manida frase de «¿te lo vas a perder?». Los políticos lo utilizan
también en campaña, para señalar lo que se pierde si gana el adversario, en lugar de centrarse en
lo que se gana si se les elige a ellos.
Damos más valor a los productos que hemos ayudado a crear. A veces, las marcas involucran a
sus seguidores en la creación de nuevos productos, para aumentar la identificación con los
mismos, por ejemplo, Fanta con los sabores nuevos. También es el motivo por el que los muebles
de Ikea, aunque no sean los de mayor calidad, se reutilizan y customizan tanto (algo que por
supuesto, la propia marca promueve).
Este sesgo se da cuando percibimos algo como un todo, en vez de como la suma de sus partes.
Esto puede hacer que no nos planteemos ciertas cosas. Se da cuando en cine se retrata un país
según un conjunto de estereotipos, o cuando comemos mas de la cuenta por no dejar nada en el
plato.
En Google, cambiaron los platos de su comedor por unos mas pequeños, y con este cambio
lograron que se tomaran raciones mas pequeñas en el almuerzo. Esto trajo un aumento de la
productividad al tener almuerzos menos pesados.
A menudo se tiende a elegir opciones que eliminan completamente un riesgo, aunque no sean las
mejores opciones en términos generales. Por ejemplo, elegir un tratamiento médico con menos
efectos secundarios aunque sea menos efectivo, elegir inversiones muy conservadoras aunque la
ganancia sea menor, o un trabajo peor pagado pero del que creemos que no van a echarnos.
Ocurre cuando se valoran más los objetos o posesiones que ya se tienen en comparación con los
objetos o posesiones que no tenemos. Cuando valoramos la casa o coche que vamos a vender por
encima de su valor de mercado, o creemos que merecemos un aumento de sueldo porque nos han
hecho una oferta al alza en otra empresa, estamos cayendo en este sesgo.
También conocido como efecto boomerang, se refiere al resultado de un esfuerzo o acción bien
intencionada que produce un resultado opuesto al esperado. Por ejemplo, cuando se saca una
campaña publicitaria que recibe críticas y produce el efecto opuesto al buscado, o cuando se
prohibe algo y el efecto que se logra es que se potencia la actitud que se pretendía reprimir.
3.4 Para evitar errores y mantener el estatus en un grupo evitamos decisiones irreversibles
Las personas tienden a elegir entre dos opciones si se les da una tercera opción que no es
interesante. Esto se utiliza a menudo en tablas de precio, cuando se comparan 3 opciones, ya sean
productos, opciones de suscripción, etc.
Por ejemplo, un restaurante ofrece dos opciones de menú: un menú de tres platos por $ 30 y un
menú de cinco platos por $ 50. Para atraer a más clientes a elegir el menú de cinco platos, se
presenta una opción adicional de siete platos por $ 60. Aunque el menú de cinco platos sigue
siendo la opción más costosa, se presenta como una opción más razonable en comparación con
la opción de siete platos, lo que lleva a los clientes a elegir el menú de cinco platos.
124.- Reactancia
El efecto de reactancia ocurre cuando sentimos que se nos está limitando la libertad de acción,
por ejemplo si se nos presiona para que nos inclinemos por una opción cuando estamos tomando
una decisión. Esto puede provocar el efecto contrario, que no elijamos la mejor opción, porque se
nos ha presionado demasiado para tomar esta elección. Está relacionado con la psicología
inversa, pero en este caso ocurre justo al revés.
Por ejemplo, si nuestros padres nos presionan demasiado para que elijamos una carrera
profesional, o determinados estudios universitarios, pueden provocar el efecto contrario, y que
acabemos estudiando otra cosa, incluso a pesar de que la opción con la que nos presionaban
quizá nos parecía también atractiva.
Para evaluarnos a nosotros mismos, nos comparamos constantemente con los demás. Si un
estudiante o empleado recibe una buena valoración pero la de sus compañeros es mejor, le dará
menos valor a su logro. También funciona al revés: si la nota no es buena pero la de los demás es
peor, no parece tan mala.
Este sesgo se da en personas a las que les cuesta abrazar el cambio, y que siempre prefieren la
situación actual a los cambios, incluso si son a mejor. Está relacionado con la aversión a la
pérdida.
Dante y Randall en la película «Clercks», discutiendo sobre por qué Dante no puede cambiar su
situación
3.5 Preferimos opciones simples e información completa antes que opciones ambiguas e
incompletas
Preferimos hacer algo que sea rápido y simple en lugar de algo que sea difícil porque creemos que
podemos aprovechar mejor el tiempo con las tareas rápidas y fáciles.
También conocido como «paradoja de la elección», mientras más opciones tenemos, más difícil
resulta elegir, por lo que en ocasiones puede que no tomemos ninguna decisión.
Esto se utiliza tanto en el diseño de menús de navegación, para reducir el número de opciones,
como en variaciones de un producto, como en el famoso experimento de las mermeladas en un
supermercado.
En el experimento, se colocaron dos mesas en una tienda de comestibles, una con seis variedades
de mermelada y la otra con 24 variedades de mermelada. Los investigadores midieron cuántas
personas se detuvieron en cada mesa y cuántas compraron algo.
Cuando se asume que dos eventos separados es más probable que ocurran juntos que de manera
separada. Es importante recordar que la probabilidad de dos eventos juntos siempre será menor o
igual que la probabilidad de un evento solo, debido a que el evento conjunto implica una condición
adicional que debe cumplirse.
Por ejemplo, una película es más probable que sea un éxito de taquilla si tiene una gran estrella
protagonista y un director aclamado. Aunque estos factores pueden aumentar la probabilidad de
que la película sea un éxito, no hay garantía de que esto suceda (el guión puede ser nefasto, entre
otros factores).
Las casas de apuestas utilizan a menudo este sesgo para atraer a los jugadores a realizar apuestas
combinadas. En estas apuestas, se combinan dos o más resultados de eventos deportivos, como
el resultado de varios partidos de fútbol. Sin embargo, en realidad, cada evento deportivo es
independiente y tiene su propia probabilidad de éxito o fracaso, por lo que las apuestas
combinadas tienen menos probabilidades de éxito que las individuales.
Centrarse en detalles sin importancia (si poner o no una coma en un texto) cuando hay cosas
mucho más importantes (presupuesto de campaña) para discutir. Desviar la atención a estos
detalles sin importancia en una negociación puede hacer que otros detalles que también podrían
ser polémicos no se tengan tan en cuenta. Un gran ejemplo de esto en diseño es la teoría del
brazo peludo.
Un dicho suena más creíble si se presenta en forma de rima. «El que la sigue la consigue», «a rey
muerto, rey puesto», «a quien madruga Dios le ayuda», «genio y figura hasta la sepultura», «el que
tiene boca se equivoca». Cada vez se utilizan más las rimas en copywritting.
131.- Sesgo de creencias
A priori, le damos mas crédito a una afirmación si apoya lo que ya creemos, y nos resulta menos
creíble si contradice lo que pensábamos. Este sesgo lo vemos en quienes creen teorías de la
conspiración, con las creencias religiosas, y por supuesto en política.
A veces tendemos a buscar información que respalde lo que creemos, y si por el camino
encontramos información que la contradice, tendemos a ignorarlo. Esto se da a menudo con las
noticias que encontramos en redes sociales, ya que si el algoritmo detecta que nos gusta un tipo
de contenido (cuando se habla bien de nuestro partido político y mal de los otros) nos presentará
más y más noticias de este tipo, reafirmando nuestras creencias y evitando que veamos otros
puntos de vista.
Preferimos opciones conocidas y con poca ambigüedad, antes que aquellas cuya probabilidad de
éxito es desconocida. Por ejemplo, preferir estudiar una carrera con salidas conocidas que otra
que es nueva, y cuyas salidas no están tan claras, aunque el potencial pueda ser mayor. Este sesgo
ilustra por qué las empresas con productos radicalmente nuevos y disruptivos pueden encontrar
dificultades en lograr financiación si aún no han podido demostrar resultados.
4.- Memoria
Hay tanta información que solo intentamos memorizar lo que nos ayudará en el futuro.
Los recuerdos pueden hacerse más vívidos, podemos mezclar detalles y, a veces, incluso
agregamos cosas nosotros mismos sin darnos cuenta. Cada vez que accedemos a un recuerdo
existe la posibilidad de que lo modifiquemos sin ser conscientes de ello.
Tendemos a olvidar dónde encontramos una determinada información, lo que puede hacer que
pensemos que es más certera de lo que es en realidad. Se da cuando aceptamos una teoría sin
comprobar informaciones nuevas, o porque proviene de una fuente en la que confiamos, aunque
no hayamos comprobado su veracidad de ninguna otra forma.
136.- Criptomnesia
El sesgo favorito de Steve Jobs ;). Creer que algo que escuchamos o vimos en otro sitio es una idea
propia. Ocurre en el arte, cuando alguien cree que compone una obra original pero en realidad se
basa en algo que ha visto o escuchado, o cuando un inventor intenta patentar algo nuevo y
descubre que ya existía. Por supuesto, dos personas pueden llegar a la misma conclusión sin
conocer las ideas del otro, pero es bastante más común que nos basemos en cosas que hemos
visto o escuchado pero ya no recordamos de forma consciente.
Recordar cosas que pensamos que hicimos, pero que en realidad nunca sucedieron. Tendemos a
pensar que nuestros recuerdos son certeros, pero no sólo no es así, sino que se modifican con
facilidad. También es mucho más fácil de lo que se cree implantar recuerdos falsos en otra
persona. En este artículo de Gizmodo puedes ver varios ejemplos de este sesgo.
138.- Sugestionabilidad
Lo que dicen los demás afecta a nuestra percepción y recuerdos, resulta más fácil influirnos de lo
que creemos. Esto ocurre cuando las ideas de otros afectan nuestra opinión sobre una película,
cuando empezamos a escuchar cosas raras si los demás creen que estamos en una casa
encantada, o cuando leemos sobre una enfermedad que creemos que podemos estar padeciendo
y empezamos a experimentar los síntomas que hemos leído.
Muy útil para estudiantes: al poner más tiempo entre estudios recordamos mejor las cosas porque
entran en nuestra memoria a largo plazo. Eso ocurre al aprender una pieza musical de varias
sesiones en vez de una, al estudiar idiomas, o en cualquier situación en la que queremos aprender
algo y no olvidarlo al cabo de un tiempo.
Por necesidad, evitamos recordar detalles específicos para agregar generalidad, pero pueden
darse incongruencias al hacerlo.
Los recuerdos con asociaciones negativas se olvidan más rápido que los recuerdos positivos. Con
experiencias traumáticas, a veces bloqueamos totalmente el recuerdo.
Prejuzgamos a las personas en función del grupo en el que las colocamos, por ejemplo, su
afiliación política, género, edad, religión o raza. Es decir, si acabamos de conocer a alguien, pero ya
conocemos, por ejemplo, su afiliación política o su religión, probablemente ya tendremos unas
ideas preconcebidas sobre su forma de pensar.
4.3 Reducimos eventos y listas a sus elementos más importantes
Las listas y los eventos no son fáciles de memorizar, por lo que extraemos solo las partes más
interesantes.
Recordamos mejor los primeros y últimos elementos de una lista. Por esto existe una agencia de
publicidad que se llama 101, una tienda online que se llama Amazon, Una agencia de empleo que
se llama Adecco, una consultora que se denomina Atos, una aplicación de videollamadas que se
llama Zoom, o unos amplificadores de guitarra que se llaman ZT.
Tenemos mas en cuenta las cosas que sucedieron más recientemente. Por esto nos fijamos más
en el desempeño de un jugador en los últimos partidos antes que considerar la temporada
completa, se presta más atención a los últimos movimientos de mercado que en las tendencias a
mas largo plazo, o resulta más importante el último debate de una campaña que tener en cuenta
toda la trayectoria política.
Recordamos mejor la información recibida primero. Por esto la apertura en una conferencia es
importante, y los primeros en un casting tienen mas posibilidades, al igual que los primeros
candidatos (también los últimos) en una mañana haciendo entrevistas de trabajo. También por
esto, en un telediario, las primeras noticias son las mas importantes.
Recordamos mejor el principio y final de cualquier evento. Por ejemplo, si tratamos de contarle a
alguien un episodio de una serie de televisión, probablemente nos dejaremos atrás varias de las
cosas que ocurrieron en medio del episodio. Esto también ocurre con las clases, por lo que suele
ser mas necesario repasar las cosas que se vieron en la parte dcentral de la misma.
Se pueden reajustar los recuerdos de un evento después de escuchar información adicional sobre
este evento, en especial si es mas interesante o emocionante. Por ejemplo, si asistimos a una
representación o festival, y luego hablamos sobre esto con otros asistentes, nuestro recuerdo
puede variar para incorporar elementos que no percibimos en su momento pero se mencionaron
en esas conversaciones posteriores.
El valor que le damos a un recuerdo no está determinado por el promedio de ese evento, sino por
su pico y final. Esto lo saben muy bien los artistas, que preparan a fondo estos momentos álgidos,
y el final del show.
Almacenamos la información según cómo se presenta o cómo nos hace sentir, antes que según su
valor.
Cuanto mejor analizamos algo y más energía ponemos en la información, mejor la recordamos. Por
esto, cuando almacenamos información relaciónandola con otras cosas es más fácil recuperarla.
Por ejemplo, si te piden que recuerdes una imagen, recordarás mejor los detalles si la describes o
que la dibujas, en lugar de simplemente mirarla.
152.- Distracción
• Falta de interés.
Este sesgo es el que provoca que no encontremos las llaves que acabamos de soltar, que no nos
enteremos de nada en clase si algo nos preocupa, o que olvidemos qué íbamos a hacer cuando
salta una notificación en el móvil y la miramos.
153.- Efecto puerta
Resulta fácil olvidar lo que íbamos a hacer cuando cruzamos una puerta y llegamos a otra
estancia.
Este sesgo lleva estudiándose desde 2006. Por lo que se sabe actualmente, cambiar de estancia
(en especial si son muy diferentes, como de un jardín al salón) nos puede distraer con facilidad
para olvidar lo que íbamos a hacer. ¿El remedio? Pensar activamente el motivo de cambiar de
estancia en el momento que lo vamos hacemos, para no distraernos y olvidar la tarea.
También conocido como recuerdo activo, o aprendizaje mejorado con pruebas, se refiere a que los
recuerdos que se recuperan a menudo se graban mejor en la memoria a largo plazo. Por esto,
exámenes y pruebas de memoria sirven como instrumento de aprendizaje, además de evaluación.
La recuperación activa funciona mejor que la pasiva. Se ha comprobado que cuando la lectura es
seguida por un intento de recordar los elementos, la retención mejora. Así es como los actores
aprenden a recordar un guión largo palabra por palabra.
Las cosas que escuchamos, vemos o experimentamos justo antes de que necesitemos actuar, las
recordamos peor que las cosas más adelante o después, porque nuestra mente ya está
proyectando lo que va a hacer, en lugar de estar pendiente del entorno.
A veces llamado amnesia digital, olvidamos información que sabemos que podemos encontrar
fácilmente en internet. Esto no afecta a nuestra capacidad de memoria en general, sino a lo que
seleccionamos como importante para memorizar.
Hay catalogados más de 180 sesgos cognitivos diferentes, y no todas las personas se ven
influenciadas por los mismos sesgos. Pero a todos nos ha influenciado en algún momento uno, o
varios, sesgos cognitivos.
Muchos de estos sesgos se utilizan a menudo en marketing y ventas, algunos de forma muy
descarada. Hemos visto 156 sesgos cognitivos, algunos muy populares, y otros muy desconocidos.
No todos son igual de útiles, claros o fáciles de explicar. Por ejemplo, la sensación de tener algo en
la punta de la lengua, pero que no termina de salir, es un sesgo cognitivo. ¿De qué sirve conocerlo?
De poco, porque ni ayuda a evitarlo, ni cambia la toma de decisiones, o cómo percibimos algo.
Otros son muy parecidos entre sí, o desarrollan un aspecto de otro sesgo.
Aunque la mayoría son muy útiles, no ocurre con todos. Y se continúan añadiendo nuevos sesgos.
Si echas en falta algún sesgo cognitivo que te parezca importante, escríbeme y consideraré
incluirlo.
Este artículo está basado principalmente en The Cognitive Bias Codex, un recurso de Wikimedia
Commons en el que podemos ver en un círculo separados por categorías el listado de sesgos
cognitivos categorizados.
También, aparte de otras fuentes que se van citando a lo largo del texto, he utilizado Chat GPT para
crear ejemplos de algunos sesgos. Estos ejemplos se han vuelto a redactar, no se han copiado tal
cual, y he comprobado en cada caso que realmente eran apropiados para ilustrar cada sesgo.
Aún así, este artículo puede tener errores. O quizá encuentres que falta algún sesgo que
consideras de interés. Escríbeme si crees que podemos mejorar este artículo de algún modo.
¡Muchas gracias!