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divina (por ejemplo, transmitiendo un mensaje profético anunciando

“Así dice el Señor” frente a la redacción de una carta personal).


Gran parte de la Biblia aparece como literatura de situación (los
documentos dirigidos a personas específicas que enfrentan
situaciones particulares históricas), por lo que vale la pena
preguntarse cómo la literatura de situación puede ser la Palabra
eterna de Dios. Los musulmanes, por ejemplo, tienen en el Corán
poesía abstracta que en su mayor parte alaba los atributos de Alá.
Los musulmanes afirman que esa poesía le llegó a Mahoma en
expresiones extáticas. La Biblia, por el contrario, da testimonio de
Dios revelándose en la historia a través de formas repetidas,
coherentes y anticipatorias. Es decir, Dios le habló en repetidas
ocasiones a su pueblo; fue coherente en su mensaje; y, aunque Dios
mismo se dirigió a la gente en su situación presente, su revelación
anterior anticipa y apunta a una intervención decisiva que en última
instancia se produjo en la vida, muerte y resurrección de Cristo. Sin
embargo, no es en la poesía abstracta, sino en la realidad de la vida
cotidiana que la Palabra de Dios vino. Es sorprendente que cuando
la Palabra de Dios se hizo carne (la encarnación), Él apareció
también en la aparente normalidad de la vida.

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Algunas implicaciones de la doble autoría
El hecho de que la Biblia se presenta como un libro de doble
autoría tiene una serie de implicaciones para la forma en que nos
acercamos a ella.

1. El objetivo claro del autor humano es un buen lugar para


empezar a comprender la Biblia. Las Escrituras no pueden
significar menos de lo que conscientemente tenían en mente
los autores humanos. Es cierto que hay ocasiones donde el
autor humano confiesa su ignorancia sobre la revelación que
estaba recibiendo (p. ej. Dn. 12:8-9), pero esas son
excepciones. Los autores humanos, por lo general, parecen
muy conscientes de estar transmitiendo mensajes oportunos
para sus oyentes contemporáneos.

2. Dios, como Señor de la historia y de la revelación, incluyó


patrones o vislumbres de lo que los autores humanos no
fueron del todo conscientes. Bajo la mano soberana de Dios,
sus intervenciones históricas anteriores eran en sí mismas
proféticas, apuntando hacia Cristo. Acerca de las normas del
Antiguo Testamento dadas a Israel, el autor de Hebreos dice:
“La ley es sólo una sombra de los bienes venideros, y no la
presencia misma de estas realidades” (He. 10:1, NVI). Del
mismo modo, Pablo indica que la inclusión de los gentiles y
judíos en la obra salvadora de Cristo era un “misterio”
presente en las Escrituras, pero que no fue revelado
plenamente hasta que el Espíritu declaró esa verdad por
medio de los profetas y apóstoles del Nuevo Testamento (Ef.
3: 3-6). Debemos buscar las declaraciones explícitas en la
revelación posterior para aclarar tal intencionalidad divina.
Debemos estar prevenidos contra la búsqueda de detalles
simbólicos o proféticos en el Antiguo Testamento cuando
ningún autor del Nuevo Testamento ha dado una
interpretación autorizada del texto.

3. A veces se afirma que la Biblia nunca puede pretender decir

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algo de lo que el autor humano no era consciente mientras
escribía. Es posible, sin embargo, afirmar un enfoque
hermenéutico sobre la base de la intención del autor, sin
afirmar la declaración anterior. Los autores bíblicos eran
conscientes de ser usados por Dios para transmitir su palabra,
y creían que su revelación era parte de un gran esquema de la
historia. Los autores del Antiguo Testamento sabían que
estaban en algún lugar a lo largo de los escalones de la
revelación, pero pocos, si acaso hubo alguno, sabía lo cerca
que estaban de la parte superior de la escalera (es decir,
Cristo). A pesar de que no podían conocer todos los eventos
futuros, los profetas ciertamente no negaban el control
providencial de Dios de la historia, que superaba su reflexión
consciente (vea la pregunta 23 “¿Cómo se interpreta la
profecía? [Tipología]”).

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La inspiración y la encarnación
A menudo se observa que la doble autoría divina-humana de las
Escrituras puede ser comparada con el Señor Jesucristo, que es a la
vez plenamente humano y plenamente Dios. Hasta cierto punto, esta
comparación puede ser útil. Así como nadie puede explicar con
exactitud cómo las naturalezas humana y divina pueden estar
completamente presentes en la persona de Jesús, tampoco se puede
explicar por completo cómo Dios supervisó la redacción de las
Escrituras de manera que cada palabra es divinamente inspirada y,
no obstante, es también la palabra elegida por un autor humano.
Para afirmar las naturalezas divina y humana de Cristo y la autoría
divina-humana de las Escrituras, no es necesario ser capaz de
explicar plenamente el misterio de esas verdades reveladas.
Vale la pena citar en detalle la aguda y perspicaz comparación de
T. C. Hammond entre la inspiración y la encarnación.

La Revelación viviente entró misteriosamente en el mundo sin


la intervención de un padre humano. El Espíritu Santo fue el
Agente designado para su realización. La revelación escrita
llegó a existir mediante un proceso similar sin la ayuda de
abstracciones filosóficas humanas. El Espíritu Santo volvió a
ser el Agente para hacerlo realidad. La madre de nuestro Señor
siguió siendo una madre humana y sus experiencias a todo lo
largo del proceso parecen haber sido las de cualquier otra
madre, salvo que ella fue consciente de que su hijo iba a ser el
Redentor de Israel tan esperado. Los escritores de los libros
bíblicos siguieron siendo autores humanos, y sus experiencias
parecen haber sido igualmente naturales, aunque a veces eran
conscientes de que Dios le estaba dando al mundo por medio
de ellos un mensaje de gran importancia (p. ej., “Porque yo
recibí del Señor lo que también os he enseñado…”, 1 Co.
11:23). María, la madre de nuestro Señor, probablemente trajo
al mundo otros hijos por el proceso normal de nacimiento. Los
escritores de los libros bíblicos probablemente escribieron
otras cartas puramente personales que no son necesariamente
de importancia canónica. Lo que es aún más importante,

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ningún estudiante debería dejar de comprender el hecho de que
la vida personal humana-divina de nuestro Señor es una e
indivisible por cualquier medio humano de análisis. No
tenemos constancia de ocasiones donde podamos decir que en
un caso hubo pensamiento puramente divino, y en otro un
pensamiento puramente humano. Las dos naturalezas estaban
unidas en una Persona indisoluble. Desde el pesebre hasta la
cruz, el Señor siempre debe ser considerado y descrito desde
ese punto de vista. Del mismo modo, aunque el paralelismo no
es del todo completo, el estudiante se salvará de pensar de
manera errónea, de confusión innecesaria, y de dañar su fe,
mediante la observación de que en las Escrituras los elementos
divinos y humanos están combinados de tal manera que en
pocos casos podemos, con alguna certeza, analizar la
información para demostrar elementos puramente humanos.2

También hay que destacar que la dimensión divina-humana de la


Biblia se refiere a su autoría, no a su naturaleza. Escuchamos la
Biblia con reverencia como la Palabra escrita de Dios, pero
adoramos a Jesús como el Hijo de Dios encarnado.

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Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo puede una carta de un hombre muerto dirigida a
personas muertas (la carta de Pablo a los Gálatas, por ejemplo)
tener importancia para las personas de hoy en día?
2. Además de los versículos de la Biblia antes citados, ¿puede
usted mencionar otros que apuntan a la doble autoría de las
Escrituras?
3. ¿Se pierde algo ignorarando o negando el elemento humano en
la escritura de la Biblia? ¿Es demasiado simplista decir
sencillamente: “Dios lo escribió”?
4. Si se afirma la doble autoría de las Escrituras, ¿qué control nos
queda para evitar el descubrimiento de significados “divinos”
ocultos en otras partes?
5. ¿De qué manera son las naturalezas humana y divina de Jesús
similares a y diferentes de la autoría divina y humana de las
Escrituras?

_____________________
1. Este resumen de cinco teorías está tomado de la obra Christian Theology, 2a ed., de
Millard J. Erickson, (Grand Rapids: Baker, 1998), 231-233. Erickson llama a la teoría
verbal plenaria “teoría verbal”.
2. T. C. Hammond, In Understanding Be Men: An Introductory Handbook of Christian
Doctrine, rev. y ed. por David F. Wright, 6a ed. (Leicester: Inter-Varsity Press, 1968),
34-35. He conservado el uso de mayúscula no estándar del autor.

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PREGUNTA 4

¿Contiene la Biblia errores?

o es raro encontrar personas que afirman que la Biblia contiene


errores. Este punto de vista, sin embargo, no cuadra con las
N afirmaciones que la Biblia hace de sí misma o con la visión
histórica de la Iglesia cristiana. ¿Qué queremos decir cuando
decimos que la Biblia es inerrante, y cómo podemos apoyar esa
afirmación a la luz de las supuestas discrepancias en la Biblia?

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El vocabulario de la inerrancia
Hasta mediados del siglo XVII, esencialmente todas las personas
que profesaban ser cristianas aceptaban que la Biblia era
completamente veraz en todo lo que afirmaba. Sin embargo, con la
elevación de la razón humana en la Ilustración, algunas personas
comenzaron a tener una visión más escéptica de lo que con
anterioridad se consideraban textos sagrados. La gente empezó a
juzgar la revelación (es decir, la Biblia), sobre la base de su propia
razón humana, rechazando y criticando varias partes según lo que
parecía razonable o probable para ellos. Muchos de estos críticos
querían mantener alguna relación con la Iglesia cristiana, mientras
que, al mismo tiempo, se hacían a sí mismos los árbitros finales de
la verdad. Por supuesto, el testimonio histórico de la Iglesia sobre la
completa veracidad de las Escrituras ha continuado a pesar de los
desafíos, pero los que la critican también han seguido hasta este
día.1
En los últimos cincuenta años, debido al aumento de los debates
cristianos sobre la veracidad de las Escrituras, se ha desarrollado un
vocabulario para resumir varias afirmaciones acerca de la veracidad
de la Biblia. A continuación se presentan algunos de los términos
que se utilizan regularmente.

• Inerrante/inerrancia. La doctrina de la inerrancia, o la


afirmación de que las Escrituras son sin error, significa que la
Biblia es completamente veraz en todas las cosas que los
autores bíblicos afirman, ya sea en detalles geográficos,
cronológicos o teológicos. Los defensores de la inerrancia
afirman un punto de vista verbal y plenario de la inspiración.
Es decir, aunque los autores humanos de las Escrituras eran
compositores pensantes, Dios supervisó de tal manera el
proceso de escritura que cada palabra escrita fue de acuerdo
a su voluntad. Las palabras fueron protegidas por Dios de
todo error. Wayne Grudem ofrece esta definición útil de la
inerrancia: “La inerrancia de la Biblia significa que la Biblia
en los manuscritos originales no afirma nada que sea
contrario a la verdad”.2 De manera similar, Kenneth Kantzer

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escribe: “Dicho con sencillez… la inerrancia sostiene que la
Biblia nos dice la verdad y nunca dice lo que no es así”.3

• Infalible/infalibilidad. Infalible, de acuerdo con los


diccionarios modernos, también significa “incapaz de error”.4
Sin embargo, la palabra ha adquirido connotaciones más
estrechas en los debates actuales sobre la Biblia. Afirmar que
las Escrituras son infalibles es sostener que están libres de
errores en las cuestiones de la teología o la fe. A este punto
de vista también se le llama a veces la inerrancia limitada.
Los defensores de la completa inerrancia afirman sin duda
que las Escrituras son infalibles, pero no todas las personas
que afirman la infalibilidad de la Biblia afirman también la
completa inerrancia. La palabra infalible es más débil en la
connotación y no incluye en sí la afirmación de que la Biblia
está libre de todo error (intencional o no intencional,
teológico o no teológico). Los que están menos
familiarizados con las connotaciones limitadas del término
infalible, pueden sin querer usarlo como un sinónimo de
inerrante.

• Inspirado/inspiración. Afirmar que la Biblia está inspirada


por Dios es aseverar que Dios estaba de alguna manera detrás
de su escritura. Sin más aclaraciones, esta afirmación es más
ambigua que los términos anteriores. Algunos de los que
afirman que la Biblia es inspirada también sostienen que los
documentos no bíblicos están también inspirados o que Dios
sigue inspirando a las personas de la misma manera hoy en
día. Los defensores de la inerrancia afirman que la Biblia está
inspirada de una manera única, verbal y plenaria. Vea la
pregunta 3 (“¿Quién escribió la Biblia: Seres humanos o
Dios?”) para una breve discusión de puntos de vista
contrapuestos sobre la inspiración.

• Neo-ortodoxo/Neo-ortodoxia. Neo-ortodoxia significa


literalmente “nueva ortodoxia” y es un término usado para
describir un movimiento teológico de los años 1920 a 1960.

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Los estudiosos neo-ortodoxos afirman en general que Dios se
reveló en la historia a través de actos poderosos, pero que los
seres humanos falibles registraron estos actos de manera
imperfecta. Según los teólogos neo-ortodoxos, esos escritos
se convierten en la Palabra de Dios al ser de nuevo
proclamados y las personas tienen un encuentro existencial
con el Dios vivo. A pesar de que la neo-ortodoxia ya no es un
movimiento reconocible, las obras de algunos teólogos neo-
ortodoxos (p. ej., Karl Barth, Emil Brunner) siguen
ejerciendo influencia.

• Fidedigna/verdadera/autoritativa. A veces los críticos


insisten en que palabras como inerrante e infalible no se
encuentran en las Escrituras y estas se centran sin razón en la
negación (es decir, no hay error). ¿No sería mejor, se
preguntan, usar términos positivos e históricos, tales como
verdadera, fidedigna o autoritativa? Si bien esas
afirmaciones positivas son sin duda beneficiosas, el debate
moderno sobre las Escrituras ha necesitado la precisión de
palabras como inerrante (junto con otras explicaciones sobre
lo que inerrante significa y no significa). Una mirada a la
historia de la teología cristiana muestra que a menudo se
requieren nuevos términos de resumen y calificaciones para
combatir el error teológico.

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