Columna de Opinión Daniel Matamala 11 de Spetiembre

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Colegio Antil Mawida

Departamento Lengua y literatura


Profesor: Ana M. Moreno A.

Guía de Actividades .
:Nombre
Fecha: Curso NM

Núcleos temáticos Columna de opinión


OA 3: Analizar críticamente textos de diversos géneros discursivos no
literarios orales, escritos y audiovisuales, considerando:• La influencia de
Objetivo de aprendizaje
los contextos socioculturales de enunciador y audiencia.• Las
(OA)
características del género discursivo al que pertenece el texto Las
relaciones establecidas entre las ideas para construir razonamientos.
Habilidades Comprender-analizar
Analizar columna de opinión reconociendo recursos aplicados para lograr
Objetivo de la clase (guía)
objetivo.

Lee la siguiente columna y realiza las actividades sugeridas.

COLUMNA DE DANIEL MATAMALA: HUMANIDAD


Daniel Matamala - La Tercera - 09/09/2023

Carlos Lorca era el mayor de cinco hermanos, hijo de una profesora normalista y de un vendedor.
Se tituló de médico siquiatra. Le gustaba jugar ajedrez, la música de Serrat y los Beatles. “Había
una bondad sobrecogedora en Carlos, una risa como la de los niños, auténtica y verdadera”,
recordaría tiempo después su amigo Ennio.
Tenía 30 años y un hijo.
Vicente Atencio provenía de la quebrada Los Chacayes, cerca de Los Andes. Fue pirquinero en el
sur, obrero del salitre en el norte, y trabajador de la construcción en Arica. “Un hombre alegre,
un hombre consecuente, un hombre humilde”, recordaría tiempo después su sobrina nieta
Lenina.
Tenía 47 años y cuatro hijos.
Luis Gastón Lobos nació en Río Bueno y creció en Valdivia, donde estudió en el Instituto
Comercial y se tituló de contador. En Pitrufquén se casó y se convirtió en bombero. “Se ponía a
cantar, o se iba silbando, y yo le decía “¡pero papá!” y él se moría de la risa. Le gustaba mucho
jugar”, recordaría tiempo después su hija Marianela.
Tenía 46 años y cinco hijos.
“Tenía”. El pretérito imperfecto en estos casos es muy imperfecto. Sabemos la edad que tenían
Carlos, Vicente y Gastón la última vez que fueron vistos con vida. Pero no sabemos exactamente
cuánto sobrevivieron. Cuánto duraron sus tormentos en esas mazmorras del horror donde la
palabra “tortura” tenía significados que ni siquiera queremos imaginar. Por eso elegimos el
eufemismo sobre la descripción, la palabra fría sobre el detalle horrible. “Apremios ilegítimos”.
“Torturas”. “Violaciones de los derechos humanos”.
Carlos, Vicente y Gastón tuvieron vidas disímiles, casi opuestas. Vivieron en distintos puntos del
país, en oficios con tan poco en común. Cuando se interesaron por la política, militaron en
diferentes partidos. Carlos fue socialista. Vicente, comunista. Gastón, radical.
Sus vidas se cruzaron por vez primera el 11 de marzo de 1973, cuando fueron elegidos diputados.
Carlos, por Valdivia. Vicente, por Arica e Iquique. Gastón, por Temuco. Seis meses después, la
dictadura cerró el Congreso y la cuenta regresiva de sus vidas comenzó.
Gastón fue el primero en caer. Lo arrestaron dos días después del golpe. Le cortaron el pelo al
rape y lo dejaron con arresto domiciliario. El 5 de octubre lo detuvieron de nuevo. “Dijo que nos
quedáramos tranquilos, que él ya iba a volver”, recuerda su hija Marcela, entonces de 11 años.
“Pasé muchos años esperando que tocara la puerta y que volviera”. Tras seis días de arresto en
Temuco, un fiscal firmó el documento que lo dejaba libre por falta de méritos. Pero en vez de
liberarlo, lo hicieron desaparecer.
Carlos fue el siguiente. Agentes de la DINA se lo llevaron el 25 de junio de 1975, desde una casa
en calle Maule, Santiago, y lo subieron esposado a un Fiat 125 rojo. Fue visto en Villa Grimaldi,
antes de que se perdiera su rastro para siempre.
A Vicente, la DINA se lo llevó la mañana del 11 de agosto de 1976. Lo trasladaron a Villa Grimaldi.
Su cuerpo apareció por casualidad. En 1990, mientras se excavaba un terreno en el Fundo Las
Tórtolas de Colina, que había pertenecido al Ejército hasta 1980, encontraron sus restos y los de
otras dos personas en fosas clandestinas.
Hay una tumba con el nombre de Vicente. No las hay con los nombres de Carlos y Gastón.
Este miércoles, la Cámara de Diputadas y Diputados les rindió un homenaje. Se recordaron sus
cualidades humanas, su trabajo como parlamentarios y su legado. Mientras ello ocurría, el
hemiciclo estaba semi vacío. Muchos parlamentarios se ausentaron. Otros, apenas comenzó el
homenaje, hicieron un punto político al retirarse, sin ninguna discreción, de la sala.
Han sido días oscuros para Chile. Lejos de ser el hito que permitiera restañar heridas y sellar un
compromiso con los valores democráticos y humanistas, estos 50 años nos han retrotraído a un
escenario que creíamos ya superado: la justificación del golpe, la relativización del horror, el
contexto usado como excusa, como atenuante, como justificación.
El exministro del Interior Víctor Pérez ha llegado a decir que los torturados, los asesinados, los
desaparecidos, “fueron víctimas, sí, pero pudieron ser victimarios”.
El “sí, pero…” convertido en discurso político.
Parte de la responsabilidad es del gobierno, que nunca encontró el tono ni la estrategia para este
hito. Tres ministros de Culturas y un asesor presidencial pasaron en este año y medio, con
eventos que se organizaban y luego se cancelaban, y un presidente que, cual Hamlet, ventilaba
dudas existenciales sobre su rol al mando de esta conmemoración.

Al final, el mayor logro fue mínimo: que los cuatro expresidentes, junto al actual mandatario,
firmaran una declaración con un par de lugares comunes sobre la democracia. La firma no tuvo
solemnidad, ya que no se logró que los expresidentes participaran en el acto del 11 en La
Moneda.

Los partidos de derecha ni siquiera accedieron a firmar una declaración en la que ningún
demócrata podría identificar un solo punto cuestionable. Primó el miedo a verse “blandos” ante
el extremismo de los republicanos. Una derecha secuestrada por el pinochetismo más agresivo
obliga a mirar con escepticismo el futuro de la democracia.
Pero lo ocurrido en la Cámara de Diputados demuestra que el problema no es sólo político. Es
más profundo: es humano.
Deshumanizar al adversario está en el ABC de las dictaduras genocidas. Lo hicieron los nazis con
los untermenschen (subhumanos), y el pinochetismo con los humanoides.
Lo hacían para apagar la humanidad. Esa luz al fondo del corazón, que nos avisa que, sin importar
cuáles sean las diferencias entre nosotros, todos somos humanos.
Por eso, un hombre asesinado merece un homenaje. Y un homenaje impone presencia, silencio y
respeto.
Empatía por el dolor de sus familiares y amigos, presentes en las tribunas. Recogimiento por
quien fue un colega como parlamentario, pero antes que eso, un ser humano que cantaba, que
jugaba ajedrez, que apagaba incendios, que reía con sus hijos. Un ser humano que amó y sufrió.
No debemos dejar que esa luz se apague. Porque si perdemos la humanidad, entonces lo
habremos perdido todo.

Completa:

titular
Tipo de texto
Características del
texto
emisor
Objetivo del
emisor
medio
Línea ideológica de
medio
Datos del emisor
tema
Posicionamiento
del emisor
Tesis propuesta
Argumento 1
Argumento 2
Argumento 3
Conclusiones
Recursos usados
por emisor para
lograr objetivo
Modalizador
discursivo 1
Modalizador
discursivo 2
Modalizador
discursivo 3

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