Sociología. Unidad 1
Sociología. Unidad 1
Sociología. Unidad 1
CONTENIDOS
Contenidos ........................................................................................................................ 1
Presentación ...................................................................................................................... 2
Objetivos........................................................................................................................... 2
1.2. Breve repaso a la relación histórica entre el trabajo social y la sociología: raíces
compartidas ................................................................................................................... 5
Conclusiones................................................................................................................... 19
Glosario .......................................................................................................................... 21
1
PRESENTACIÓN
En esta unidad presentamos la disciplina científica de la sociología, describiendo sus
características principales. Asimismo, analizamos la relación entre la sociología y el
trabajo social. Para ellos, adoptaremos una perspectiva histórica, describiendo las raíces
comunes entre ambas disciplinas. Posteriormente, señalaremos las principales semejanzas
y diferencias entre ellas. Finalizaremos la Unidad describiendo las principales
aportaciones que realiza la sociología al trabajo social.
OBJETIVOS
- Aproximar al alumnado a la disciplina sociológica y que comprenda su
especificidad, así como su afinidad y aportaciones al trabajo social.
- Asentar la idea de lo social como espacio de análisis de la sociología.
- Sentar las bases para un análisis crítico de la vida social, que favorezca una toma
de decisiones racional y profesional.
EXPOSICIÓN DE CONTENIDOS
1. Definición de la sociología: ámbito y peculiaridad
Cada uno de nosotros y nosotras está enormemente interesando, de manera consciente o
inconsciente, por conocer la sociedad en la que vive. Necesitamos saber cómo funciona:
cuáles son sus reglas, su sistema de funcionamiento, sus valores. Cómo son los grupos
sociales que la configuran, las instituciones que la organizan. Qué tradiciones son
importantes. Qué rutinas son necesarias. Pensemos en que nos trasladamos a un país
extranjero. Además del idioma, necesitamos aprender cómo es esa sociedad: cómo
funciona, cómo piensan sus miembros, a qué categoría social vamos a pertenecer, y cómo
eso va a afectar a nuestra relación con los demás. ¿Cuál es la forma cortés de dirigirse a
un desconocido/a? ¿Es apropiado realizar determinadas actividades (por ejemplo, comer)
en la calle? Cómo se organiza la jornada cotidiana: ¿cuándo se levanta la gente, desayuna,
come, cena? ¿Cómo se trata en la calle a una persona negra, blanca, asiática, con aspecto
de musulmana? ¿Hay un trato distinto en el trabajo, en las amistades, en los servicios
públicos, si no se está casado/a con la pareja? ¿Qué influencia tiene la religión en la vida
cotidiana, la educación, en la política? ¿Qué tipo de política sigue el gobierno con las
personas extranjeras? ¿Cómo está organizado el sistema educativo? ¿Qué oportunidades
tienen los jóvenes en el mercado laboral? ¿Cuál es la forma política de gobierno?
2
Desde lo más pequeño y cercano a lo más grande y (aparentemente) alejado de nuestra
vida cotidiana, necesitamos de esa información para orientar nuestra propia conducta,
aprender qué deseamos, cómo conseguirlo, y qué oportunidades tenemos de hacerlo
(Becker, 2007).
Como señala el sociólogo Howard Becker, sabemos mucho acerca de nuestra sociedad
por nuestra experiencia cotidiana: de nuestra interacción con muchos tipos de individuos
en muchos contextos (2007). Sabemos mucho menos acerca de otras sociedades, y es
cuando tomamos contacto con ellas (porque nos desplazamos, o porque conocemos a
alguien de “otra” sociedad) cuando tomamos consciencia, muchas veces, de ese
conocimiento implícito que tenemos acerca de la sociedad.
1
Para llevar a cabo esta comprensión, la Sociología cuenta con un importante arsenal metodológico que
normalmente es dividido en dos grandes enfoques, distintos pero complementarios: el cuantitativo y el
cualitativo. De manera muy breve, podemos decir que el cuantitativo se interesa por aquellos aspectos de
la realidad que son susceptibles de ser medidos y hace de la encuesta su técnica estrella. Por otro lado, el
cualitativo se interesa por los aspectos de la realidad más subjetivos y de difícil medición como son los
deseos de las personas, sus opiniones, valoraciones, inquietudes, expectativas, etc. Su técnica estrella es la
entrevista. Por ejemplo, podemos analizar cuantitativamente las prácticas alimenticias de las personas
3
funciona la sociedad. Como disciplina científica que es, la sociología reúne las siguientes
características (Giner, 2010):
El todo social que analiza la sociología abarca al menos dos dimensiones: cómo son las
relaciones sociales que se desarrollan en sociedad, y cómo está organizada. Esto implica
preguntarse, por ejemplo, por los modos apropiados de conducta, por los valores
predominantes, por las formas de poder, por las instituciones, su sentido y
funcionamiento. Esta relación no agota el campo de estudio de la sociología, ni las
posibles dimensiones de su análisis. Nos ayuda a comprender que la sociología estudia la
dimensión social del ser humano, todos los campos que caben en eso que llamamos
“dimensión social”, y que, al hacerlo, nos permite entender mejor cómo es la vida social,
y cuál es nuestro papel en la misma.
Es fundamental entender que, como ciencia empírica, la sociología analiza las sociedades
desde dos variables fundamentales: el espacio y el tiempo.
drogodependientes descubriendo cuestiones como los horarios de ingesta, las cantidades y el tipo de
alimentos más frecuentemente consumidos, los modos de preparación, la relación que existe entre estas
prácticas y el género o el tipo de droga que se consume, el impacto que tiene el vivir solo o acompañado,
etc. O, por ejemplo, podemos estudiar cualitativamente el significado que las personas drogodependientes
le otorgan a la comida, es decir, el modo particular en que este colectivo entiende y valora el actor de
alimentarse. Las peculiaridades de cada enfoque se desarrollarán en las asignaturas Métodos y Técnicas de
Investigación Social, en 1º curso, e Investigación Cualitativa y Cuantitativa Aplicada a los Problemas
sociales, en 3º curso.
4
El espacio es tanto geográfico (no significa lo mismo nacer en España que en Perú,
por ejemplo, en términos de esperanza de vida) como de categorías sociales: las
mujeres, en la mayoría de las sociedades, tienen menos oportunidades que los
hombres en la vida laboral. El espacio nos recuerda que las sociedades están
organizadas, que los fenómenos sociales no existen en el vacío, sino que tienen
sentido en un determinado contexto, y en otro, quizás, ni siquiera existen.
El tiempo nos proporciona sentido del proceso, de continuidad y cambio. Lo social
está en perpetuo movimiento. Quizás ustedes sean la primera generación de
estudiantes universitarios en la familia. Eso es, desde luego, fruto de un esfuerzo
de sus padres, pero también de importantes cambios sociales: desde la ampliación
de los estudios obligatorios y no obligatorios a todas las clases sociales a la mejora
en los niveles de bienestar social. El tiempo nos recuerda que la realidad social no
es inmutable, sino que está en permanente transformación.
Es obvio que existen otras disciplinas que analizan diferentes aspectos de la vida social:
por ejemplo, la economía, que se centra en la producción, intercambio y consumo de
bienes y servicios para atender sus necesidades; la historia, que enfatiza en la evolución
y transformaciones sociales en el tiempo, o la ciencia política, que se dedica a estudiar la
distribución, los cambios y los conflictos de poder; o el derecho, que se ocupa de las
maneras en que se resuelven, normativamente, los problemas de la convivencia en
sociedad. La sociología se diferencia de estas disciplinas en que investiga la estructura,
los procesos y las interacciones de la sociedad humana vista en su conjunto, y esto quiere
decir que mientras que las demás ciencias sociales estudian aspectos parciales, la
sociología es diferente en el grado de generalidad (busca siempre la conexión entre
diferentes dimensiones de la vida social), énfasis (en lo social como trasfondo, contexto
y elemento explicativo de la conducta) y punto de vista (vinculando al sujeto con las
peculiaridades de la sociedad en la que vive)
5
profesión vinculada a la intervención, podemos rastrear desde el siglo XIX, una relación
entre ambas que no es fortuita o azarosa, sino que es el resultado de las propias
contradicciones y conflictos sociales generados por la industrialización y la
modernización, que requerirán tanto de una intervención en la sociedad como del estudio
de la misma.
Utilizamos el género femenino porque la gran mayoría de las personas que ocupaban su
tiempo en la COS eran mujeres (pudientes), aunque la literatura sobre el tema señala que
la presencia de mujeres no era tan masiva en Estados Unidos como en Europa (Vázquez
Librero, 2010). Éstas eran llamadas “visitadoras amigables”, y se encargaban de realizar
visitas domiciliarias para atender las necesidades de las personas y familias pobres. Sus
intervenciones eran la columna vertebral de la organización del socorro de la COS y se
basaban en una concepción moralista e individualista de la pobreza: en la idea de que ésta
se origina en las conductas perversas, viciosas e insalubres de las personas, y su
superación pasa por la reconducción de las mismas hacia costumbres más decentes. No
obstante, aunque su propósito nunca fue cuestionar el orden social, la COS y sus mujeres
destinaron grandes esfuerzos para la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores
y las personas pobres (Jones, 1996).
Pues bien, para llevar a cabo la actividad formativa de sus miembros, la COS
norteamericana fundó, en 1903, la London School of Sociology 3. En ella se sentaron las
bases para la ayuda individual y para la organización más eficaz de la provisión del
socorro privado. El aprendizaje sobre nuevas técnicas de evaluación de los pobres fue uno
de los pilares fundamentales del programa formativo. Se trataba, tal y como decía uno de
los promotores de la COS, de llevar a cabo un tipo de caridad basada en la ley fundamental
2
Nace en Inglaterra, pero pronto se extiende a Estados Unidos.
3
También en Inglaterra Beatrice Potter Webb, una de las pioneras del Trabajo Social británico,
perteneciente a la COS, fundó junto a su marido, la London School of Economics and Political Science en
1895. Instituto en el que se realizaron importantes investigaciones con gran impacto en el pensamiento
social de la época y que en la actualidad es considerado una de los mejores centros de formación e
investigación en ciencias sociales del mundo.
6
de “examen de los pobres”, teniendo siempre presente la máxima de dicho movimiento
caritativo: “ninguna ayuda (exceptuando los casos graves de desesperación o de riesgo
mortal inminente) sin un examen previo y profundo” (Reverendo S.H. Gurteen en Castel,
1980).
El éxito de la escuela fue tal que las propias mujeres solicitaron una formación más
profunda sobre la conducta de los individuos, así como los problemas sociales y
económicos entre los que sus vidas se desarrollaban. Fruto de esta demanda, Mary
Richmond (pionera norteamericana del trabajo social), formuló la necesidad de establecer
lo que sería el precedente de los estudios universitarios de Trabajo Social en Estados
Unidos: la Escuela de Instrucción para la Filantropía Aplicada 4. Richmond sugería por
aquellos años que la sociología ofrecía una guía para desarrollar las evaluaciones que
desarrollaban las visitadoras a domicilio de la COS cuando se encargan de asistir a las
personas pobres y comprender mejor la realidad social de éstos, demostrando cierta toma
de conciencia sobre la influencia del medio social en la dependencia del asistido (Castel,
1979; Vázquez, 1999; Cree, 2002).
Sin embargo, el modo de entender y acabar con la pobreza no era, ni de lejos, una cuestión
clara entre las pioneras del trabajo social que comenzaron formando parte de la COS tanto
en Gran Bretaña como en Estados Unidos. Digamos que había dos corrientes que
comenzaban a aglutinar los distintos modos de definir a las personas pobres y comprender
la reforma social que éstas aspiraban. Ambas pretendían reformar el sistema para contener
las consecuencias sociales de la industrialización, es decir, el nacimiento de una pobreza
masiva que planeaba sobre el conjunto de la población trabajadora cuya vida transcurría
4
La Escuela se hizo realidad en 1898 en Estados Unidos.
7
ente pésimas condiciones laborales, insalubres viviendas y una alimentación deficiente 5
(Vázquez Librero, 2010). Sin embargo, una pretendía mejorar las condiciones de vida de
las personas necesitadas a través de un modelo de asistencia basado en la beneficencia y
en la limosna, que paliase puntualmente situaciones de necesidad, al tiempo que ofrecía
la oportunidad de ejercer la caridad a las clases adineradas. La otra pretendía hacerlo
mediante intervenciones que rechazaban el ejercicio de la caridad, y se centraban en la
educación, el empleo y el fomento de la autonomía personal (Vázquez Aguado, 2014).
Tal y como señala García Dauder, lo más innovador de los análisis de Addams era su
forma de investigar, “viviendo como vecina en los barrios” y “teniendo como objetivo
último la reforma social y la acción política” (2010, p. 21), es decir, cultivando las
5
Los informes de la época relatan que era frecuente la adulteración de los alimentos entre las clases
populares (arena en el azúcar, agua en la leche, yeso en la harina o ácido sulfúrico en el vino, por ejemplo)
(Vázquez Librero, 2010).
6
Addams creó el Hull House después de un viaje a Inglaterra donde visitó el primer centro comunitario
establecido para abordar los problemas de la pobreza: el Toynbee Hall, fundado por Samuel Barnett y su
esposa Henrietta en 1884. Éste inauguró el “movimiento de los establecimientos” (settlement movement)
en donde jóvenes universitarios residían y dedicaban su tiempo a labores comunitarias vinculadas con la
formación cultural y moral. Este movimiento, el cual se difundió rápidamente a Estados Unidos, es
considerado una influencia fundamental en el nacimiento del trabajo social comunitario (Lillo y Roselló,
2004).
8
relaciones sociales entre profesionales y usuarios, y entre usuarios. Coherentemente,
planteó un tipo de reforma social que abogaba por la implicación de los trabajadores
sociales en las comunidades, lo que trajo no pocos conflictos con las secciones más
conservadoras de la COS. Asimismo, y en sintonía con las influencias socialistas,
abogaba por un cambio gradual en la sociedad que incluyese la protección laboral de los
hombres y las mujeres, el derecho de sindicación, nuevas formas de organizar el trabajo
en fábricas más justas y/o cooperativas, la educación y la existencia de un plan de
viviendas asequibles como antídotos contra la pobreza.
Como hemos intentado explicar, la relación entre la sociología y el trabajo social era en
Gran Bretaña y EEUU a finales del siglo XIX y principios del XX más que fluida,
influyéndose mutuamente en el nacimiento de ambas como disciplinas. Sin embargo, a
partir de los años veinte del siglo XX se produce entre ambas una separación importante.
Ésta parece explicarse por los intereses contrapuestos de los miembros de ambas
disciplinas durante estos años. Los sociólog@s –no olvidemos que principalmente eran
miembros de la Universidad— estaban centrados en consolidar su estatus académico. La
sociología pasó a centrarse más en los sistemas sociales, dejando de lado los aspectos más
aplicados y microsociológicos (de pequeño contexto). Los trabajador@s sociales,
profesionales de la intervención, lo estaban en lograr su reconocimiento profesional. Un
reconocimiento que parecía pasar por reducir su foco, especializarse y un pulir una técnica
en la que adiestrar a los futuros profesionales 7.
Sea como fuere, ambas se configuraron como disciplinas académicas y profesionales con
ámbitos propios, tal y como las conocemos ahora. En la actualidad, y después de un
reencuentro entre ambas que se inicia en los años cincuenta del siglo pasado, y se
consolida en los setenta, ambas siguen manteniendo aspectos comunes, pero también
diferenciados, tal y como veremos en el siguiente epígrafe.
1.3. Afinidades entre el trabajo social y la sociología en la actualidad
A continuación, señalamos los aspectos en que la sociología y el trabajo social comparten
elementos comunes.
7
En este contexto, el estudio de caso individual de Richmond no sólo se volvió la técnica estrella, sino que
terminó de perfilarse como un instrumento terapéutico atraído por el influjo del psicoanálisis y la
psiquiatría. Según Fernández Fernández, la reforma social y laboral, la movilización de relaciones y
recursos quedaron durante años al margen de los intereses profesionales del Trabajo Social (1990).
9
La afinidad más obvia es que las dos están interesadas por la sociedad y sus
problemas, especialmente por aquellos relacionados con las desigualdades
sociales (Yuill y Gibson, 2011; Cunningham y Cunningham, 2014) 8. Así, por
ejemplo, podemos encontrarnos con estudios sociológicos e intervenciones
propias del trabajo social que giran alrededor de cuestiones como la pobreza, el
maltrato infantil, el acoso escolar, las condiciones de vida de las personas mayores
o la exclusión de las personas inmigrantes de la sanidad pública. Y es que entre
las más importantes preocupaciones de la Sociología se encuentra el estudio de
los procesos y mecanismos que generan los problemas y desigualdades sociales,
así como el análisis del modo en que las personas viven y comprenden estas
situaciones.
En segundo lugar, debemos destacar el peso de las ideologías en la configuración
y desarrollo de ambas disciplinas, y en la propia decisión de “hacerse” sociólogo/a
o trabajador/a social. Con esto queremos decir que los desarrollos teóricos, las
intervenciones prácticas y las interpretaciones ofrecidas por ambas disciplinas
dependen, en gran medida, de “la visión del mundo” desde la que se lleven a cabo.
Quienes estudiamos Sociología y quienes estudiamos Trabajo Social solemos
hacerlo movidos por una preocupación por lo que “no funciona” en la sociedad:
por el interés por comprender o transformar ciertas formas de injusticia. En
sociología, esto se traduce en que las escuelas de pensamiento que tienen distintas
–y a veces contrapuestas— formas de analizar la realidad social. Así, y tal y como
aprenderás en este Grado, nos encontramos con teorías sociológicas que conciben
la desigualdad social como un hecho funcional y necesario para la correcta marcha
de las sociedades, y también con aproximaciones que la perciben como un
fenómeno social que no es universal, sino que es reflejo de las contradicciones e
injusticias que plantea el sistema capitalista en el que vivimos. De igual modo,
nos encontramos con concepciones del trabajo social que oscilan entre aquellas
que le otorgan un papel de apoyo y soporte de la persona a la que asiste y aquellas
8
Cuando hablemos de sociedad en esta asignatura no sólo vamos a hacer referencia al significado más
evidente del término, es decir, aquel que hace alusión “al grupo de personas que vive en un territorio
delimitado y que comparte rasgos culturales como la lengua, los valores y las normas básicas de conducta
(Giddens y Sutton, 2014, p. 31); sino también a aquel otro que incluye a las instituciones (como la familia,
la escuela, la economía, la religión o los medios de comunicación, entre otras) y las relaciones relativamente
estables que se dan entre ellas como elementos definitorias de la misma.
10
otras que reivindican su función de denuncia y transformación social (Zamanillo,
1991; Oak, 2015).
Afirmar el carácter ideológico de ambas disciplinas no debe llevarnos a entender
que éstas son irremediablemente falsas o arbitrarias. Se trata más bien de no
ignorar que éstas tratan cuestiones directamente relacionadas con los valores,
creencias y puntos de vista que las personas tenemos sobre lo social (qué es una
sociedad justa, qué diferencias pueden ser consideradas desigualdades, cuál es el
origen de los problemas sociales, quién tiene la responsabilidad ante ellos, etc.).
Esto las convierte en disciplinas muy plurales y controvertidas. Tanto es así que
uno de los debates que ha acompañado a la sociología desde su nacimiento es el
que se cuestiona sobre el modo de controlar los valores personales para producir
conocimiento realmente científico. Una de las aportaciones más importantes sigue
siendo la de uno de los clásicos de la sociología, Max Weber (1864-1920). Weber
defendía la necesidad de una sociología “exenta de valores”, es decir, de una
práctica que fuese capaz de, por un lado, comprender los valores y gustos de la
persona que investiga y, por otro, de controlarlos. Así, y seguimos con el
argumento weberiano, aunque los valores impactarán en cuestiones como la
selección del tema a estudiar, el sociólogo deberá hacer un esfuerzo por distinguir
entre la evidencia empírica (los datos que provienen de mis investigaciones,
realizadas según procedimientos contratados), y la auto-evidencia moral (lo que
me parece bien o lo que considero erróneo según mis valores y preferencias).
Aunque alrededor de este debate hay muchas posturas, nos gustaría señalar una
que consideramos de máxima utilidad para el alumnado de Trabajo Social: la del
profesor Boaventura de Sousa Santos (2000). Éste defiende, en clara sintonía con
Weber 9, la posibilidad de que las ciencias sociales alcancen un conocimiento
objetivo sin ser éticamente neutrales. Y es que para este autor (y también para
otros) la objetividad y la neutralidad no son sinónimos. La objetividad resulta de
la aplicación rigurosa y honesta de los métodos, que permite que el análisis que
no sea una respuesta anticipada por nuestras preferencias. La neutralidad implica
la renuncia un posicionamiento ético concreto. De un modo similar lo expresa
también Giner (2010):
9
El propio Weber defendía la necesidad de no confundir su apuesta por una sociología exenta de valores
con la indiferencia moral de la persona que investiga hacia los problemas y sufrimientos humanos (Giner,
2010).
11
El imperativo de la no evaluación (de Weber) [...] no significa, pues, en ningún caso que el
sociólogo deba contemplar con indiferencia olímpica los males que asolan a la humanidad. Al
contrario. Se trata sólo de una merca norma de trabajo, estrechamente vinculada a los demás
postulados que explican el carácter científico de la sociología [...]. Según ese criterio, desnudamos
de carga emocional, en la mediad de lo posible, los análisis, descripciones y pesquisas que
llevamos a cabo cuando emprendemos el estudio sociológico de los asuntos humanos. Es un acto
de disciplina sin el cual no es posible avanzar en este difícil terreno. Cosa muy distinta es que el
sociólogo haya elegido su tema de estudio por motivos parcialmente éticos. Éstos también pueden
existir en la vocación de un físico, de un médico, de un maestro o de un psicólogo, sin que estorben
su estricta actividad científica o docente. Al contrario, pueden sostenerla, y no sólo en condiciones
normales, sino en la adversidad. Un sociólogo puede dedicarse al estudio de la pobreza extrema
motivado por la indignación moral, pero una vez se sumerge en él debo hacerlo con objetividad,
datos fiables e información contrastada. No se puede ser buen sociólogo y ser un cínico.
10
Movimiento crítico, proveniente de América Latina, dirigido a poner el trabajo social al servicio de
transformaciones radicales que lograsen un nuevo orden económico y social. Éste, atraído por los logros de
la revolución cubana y le emergencia de movimientos guerrilleros de liberación nacional, apostaban por un
trabajo social concienciador y transformador de las personas y la sociedad (Ander Egg, 1984).
12
antifranquista, ayudaron a que desde el trabajo social se superase el
asistencialismo y la caridad y se exigiesen derechos y servicios públicos para
todos los ciudadanos, y un modo profesional de intervención que incluyese “el
conocimiento de la realidad y su interpretación, la programación, la intervención
y la evaluación” (Sanz, 2001, p. 17).
1.4. Principales diferencias
Las afinidades señaladas entre la sociología y el trabajo social tienen que ver con la
preocupación por lo social y los problemas sociales (empezando por las desigualdades),
así como por un posicionamiento ético que se suele situar en la crítica social. A
continuación, vamos a explicar algunas diferencias significativas.
La primera de ellas tiene que ver con el objetivo de cada disciplina. La sociología
es una práctica destinada a la investigación para la comprensión. Sin embargo,
el trabajo social es, ante todo, una práctica destinada a la intervención para la
transformación. Esto no quita que la primera pueda iniciar un proceso de
investigación encaminado a favorecer la solución de algún problema social, ni que
la segunda no tenga que estudiar las realidades en las que va a trabajar para
orientar su práctica profesional. Lo que quiere decir es que el propósito y el modo
en que cada una fundamenta su práctica (metodología) difieren. Pongamos como
ejemplo el problema de la violencia de género. Como es fácil adivinar, ambas
disciplinas podrán tratarlo en sus respectivos quehaceres profesionales, aunque lo
harán de modo distinto. Puede ser que, entre las infinitas posibilidades que hay, la
sociología se encargue de estudiar un aspecto de este problema social que poco
tiene que ver con la configuración del mismo como problema público, es decir,
como asunto reconocido por el Estado y la ciudadanía, valorado como injusto y
aberrante, que debe ser solucionado. Por ejemplo, una empresa del sector de la
cosmética puede iniciar una investigación sociológica destinada a conocer los
gustos cosméticos de las mujeres víctimas de violencia de género. Quizá haya
entre ellas unos valores y/o expectativas de consumo que pueda ser la base de una
nueva campaña publicitaria. Aunque el ejemplo nos pueda parecer descabellado
moralmente, sociológicamente no lo es. La sociología se centra en la comprensión
del fenómeno que estudia, en función del objetivo que se plantee por parte, en este
caso, de una demanda concreta. Sobra decir que la sociología también puede
interesarse por conocer y analizar otros aspectos de la violencia de género, por
13
seguir con el ejemplo, más nobles, como ha hecho y hace. Por ejemplo, puede
estudiar cómo y a través de qué instituciones (familia, escuela, medios de
comunicación, matrimonio, amor, etc.) la desigualdad cultural hacia las mujeres
se convierte en violencia. O, por ejemplo, cómo las mujeres que sufren situaciones
de violencia viven y comprenden esta situación.
Por su parte, el Trabajo Social, preocupado por mejorar las condiciones de vida
de aquellas personas que sufren algún tipo de desventaja o carencia, aportará a
través de su práctica profesional recursos destinados a la prevención, asistencia
y/o reparación de éstas (Fernández y Alemán, 2014). De este modo, y siguiendo
con el caso de la violencia de género, un/a profesional del trabajo social lidiará
con este tema de formas muy diversas. Podrá, por ejemplo, asesorar a la mujer
agredida sobre los medios existentes para su protección en caso de denuncia o,
también, podrá presionar para introducir medidas de acción positiva en las
políticas de empleo de la entidad en la que trabaja. O, incluso, podrá diseñar
proyectos de prevención de violencia de género para trabajar con su población
usuaria.
Otra diferencia tiene que ver con la relación que establece cada disciplina con las
personas, ya sean usuarias (trabajo social) o informantes (sociología). La
intervención del profesional del trabajo social está generalmente destinada a
asistir o empoderar a las personas con las que trabaja para puedan superar la
situación en la que se encuentran, ya sea una persona reclusa, un hombre sin hogar
o una chica transexual con problemas de inserción sociolaboral. Para ello, deberá
centrar toda su atención en la relación de ayuda con el usuario y con aquellas redes
(familia, vecinos, amigos, etc.) que el profesional considere necesario y posible.
Esta relación incluye el juicio y valoración del trabajador social sobre el caso, así
como la decisión sobre qué tipo de plan o intervención se va a llevar a cabo. La
implicación y honestidad que la persona usuaria demuestre será determinante en
la valoración del trabajador social y en el acceso de ésta a determinados recursos
y ayudas. Por ejemplo, es común que entre determinados colectivos determinadas
ayudas estén condicionadas a la consecución de los compromisos acordados con
el trabajador social, tal y como lo demuestra el siguiente extracto anonimizado de
una ficha social:
14
[...] Julia tiene bastante baja la dosis de metadona. Desde la organización, se le ha gestionado una ayuda
económica con una mensualidad para comprar alimentos (tiene que presentar los tickets de compra
para justificar los gastos). Se advierte que sus compras son desestructuradas, poco organizadas,
por lo que se hace una intervención educativa en el tema de salud. Hablamos con la Técnico de
Salud de Servicios Sociales y se compromete a incluirla en el siguiente curso de hábitos saludables
en la alimentación. Ella asiste a cambio de que le consigan un sofá desde Servicios Sociales [...].
La sociología, por lo tanto, se interesa por el carácter social de los problemas individuales.
Es lo que llamamos la “imaginación sociológica”: la capacidad para conectar las
inquietudes personales y los problemas sociales, la experiencia individual con la dinámica
social, la biografía y la Historia. Como explica el Charles W. Mills en la siguiente cita:
El primer fruto de esa imaginación -y la primea lección de la ciencia social que la encarna- es la
idea de que el individuo sólo puede comprender su propia existencia y evaluar su propio destino
localizándose a sí mismo en su época; de que puede conocer sus propias posibilidades en la vida
si conoce las de todos los individuos que se hallan en sus circunstancias. Es, en muchos aspectos,
una lección terrible, y en otros muchos una lección magnífica (1999, p.25).
Se trata de una lección terrible, porque reconoce que en el juego de la vida “podemos
decidir cómo vamos a jugar nuestras cartas, pero es la sociedad la que reparte las cartas y
la que establece las reglas del juego” (Macionis y Plummer, 2012). Pero es también
magnífica, porque aumenta el talante crítico de las personas, y su conocimiento sobre las
oportunidades y obstáculos que se pueden encontrar en la vida.
1.5.2. Entender la desigualdad (y cualquier forma de sufrimiento) implica
analizar la sociedad que la hace posible
Como hemos explicado a lo largo de este capítulo, la desigualdad social es uno de los
temas fundamentales que comparten la sociología y el trabajo social. La explicación que
las distintas corrientes sociológicas le dan a la misma será tratada en páginas posteriores
(Unidad 4), pero lo que nos interesa recoger aquí es todas comparten la idea de que ésta
es una construcción social. Esto es, que forma parte de las estructuras que organizan y
distribuyen el bienestar, el prestigio y el poder en nuestras sociedades. De este modo, lo
que ayer era fuente de desigualdad puede ser que hoy no lo sea, o lo que es fuente de
desigualdad en una sociedad (como por ejemplo la religión a la que se pertenece) no lo
sea en otra.
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Esta idea de la construcción social de la desigualdad nos permite incidir en la importancia
de conocer cuáles son las bases estructurales de los problemas sociales que aquejan a las
personas, para poder pensar en el modo más eficaz de erradicarlos y acompañar a las
personas que los sufren. Esta predisposición analítica nos permitirá comprender cómo,
por ejemplo, el problema del sinhogarismo va más allá de las razones “individuales” que
se reflejan en las adicciones al alcohol y otras drogas o en los trastornos mentales. Como
lo estudios más actuales sobre este tema demuestran, cuestiones como las fracturas y
quiebras en las relaciones familiares, la distribución de la riqueza entre los ciudadanos,
las limitaciones del acceso al mercado de trabajo, la calidad de los empleos o la gestión
de la inmigración irregular, son fundamentales a la hora de entender las causas de este
problema (Cabrera y Rubio, 2008, Cabrera, 2007; Matulic, 2010). Recordemos que las
personas y sus trayectorias vitales sólo pueden ser comprendidas en la medida que forman
parte de un contexto mayor, que siempre está vinculado al pasado, la cultura, al modo en
que esa sociedad se organiza, premia y censura la pertenencia a determinadas categorías
sociales cuya conducta se considera desviada (“toxicómanos”, “pobres”, “madres
solteras”, “homosexuales”, “discapacitados”, “delincuentes” etc.). Esta especificidad de
la Sociología fue la que hizo que figuras como las ya citadas Mary Richmond o Jame
Addams expusieran públicamente la necesidad de hacer uso de los conocimientos
sociológicos de la época para no sólo atender a los pobres, sino también intentar erradicar
las causas que los creaban. Y es que ya en el siglo XIX estas valiosas mujeres adivinaban
que la desigualdad y la discriminación no eran el resultado de unas cuantas malas
decisiones por parte de peores individuos, sino de complejos procesos sociales que
requerían de la interpretación sociológica (Yuill y Gibson, 2011).
La sociología, como ciencia que es, invita a la reflexión sistemática sobre la sociedad y
su funcionamiento, y se puede convertir en un buen antídoto de los prejuicios e ideas
preconcebidas que tenemos sobre los otros, al revelar el contexto que hace posible su
comportamiento, e identificar los factores sociales implicados 11.. Como veremos a
continuación, esas ideas pre-concebidas pueden ser, además, completamente erróneas.
11
Autores como Becker señalarán, de hecho, que la desviación social forma parte del juego de las relaciones
sociales, y que las sociedades “necesitan” de la conducta desviada para poder apelar a lo que debería ser
considerado ·normal” (1964).
17
1.4.1. Las cosas no son lo que parecen
Como es evidente, que nuestras ideas preconcebidas sean del todo verdaderas no es igual
de importante en todos los ámbitos y/o momentos de nuestra vida en sociedad. No
obstante, sí se pueden volver problemáticas si lo utilizamos para orientar prácticas
profesionales que implican el juicio o la valoración de otras personas o categorías
sociales, como es el caso del trabajo social. Por ello, para esta disciplina, aunque también
para otras, es muy importante recordar que “las cosas no son lo que parecen”. Peter Berger
([1986] 2012), importante sociólogo norteamericano, utilizó esta frase para ilustrar lo que
él consideraba que era la principal máxima de la sociología.
Ésta es una afirmación que puede parecer obvia o demasiado sencilla para resumir lo que
podría ser una de las principales aportaciones de la Sociología, pero tal y como veremos
a lo largo de esta asignatura, “las cosas no son tan simples”. La realidad dista mucho de
presentarse de modo claro. La realidad, contra lo que pueda parecer, no hablar por sí sola:
hay que interpretarla porque tiene muchas capas, o, como diría el propio Berger, muchos
estratos de significado. Por este motivo es especialmente importante que incluyamos entre
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nuestras habilidades profesionales la capacidad de analizar la realidad con las lentes que
ofrece la mirada sociológica, y con los conceptos que irán aprendido a lo largo del curso.
En el futuro se enfrentarán a muchos problemas sociales que les parecerán claros porque
alrededor de ellos habrá políticas sociales que guíen la actuación de los trabajadores
sociales, infraestructuras y servicios puestos en marcha para atenderlos, y dinámicas
propias construidas al calor de la experiencia. Sin embargo, volvemos a insistir en que
“nada es lo que parece” y que es necesario educar la mirada: no dar por sentado que
nuestra percepción de las cosas es necesariamente objetiva, e intentar identificar, a través
del análisis, los factores sociales que generan una realidad determinada en un momento y
lugar determinados.
Un ejemplo puede ser el tema de la violencia de género. Durante mucho tiempo, desde
los años ochenta hasta hace bien poco, se entendía que la violencia de género era resultado
directo del machismo imperante en nuestras sociedades donde la vida de las mujeres
estaba condicionada por la desigualdad estructural que contiene nuestras sociedades
(Unidad 4). Sin embargo, desde hace unos años se entiende que este hecho no explica por
sí solo la violencia. Se ha detectado que, aun siendo imprescindible el impacto de la
desigualdad en la misma, en ésta también intervienen otros factores como las
concepciones del amor, la legitimidad de la violencia en otras esferas de la vida y las
normas y cambios por las que pasa la familia, entre otros factores (García Selgas y
Casado, 2010). Este descubrimiento ha desvelado que la violencia de género tiene
múltiples capas y ha propiciado que buena parte de las intervenciones destinadas a su
prevención pasen por poner en tela de juicio las ideas que construyen nuestro ideal de
amor romántico.
CONCLUSIONES
En síntesis, podemos destacar una serie de ideas fundamentales para entender qué es la
sociología y cómo se relaciona con el trabajo social. Hablamos de una disciplina científica
que, desde la teoría y los datos, busca comprender la sociedad: su organización y las
relaciones sociales que se establecen en ella. Espacio y tiempo son las variables
fundamentales que maneja la sociología. Sin ellas, no podemos hablar de realidades
concretas, contextualizadas, que están en proceso de cambio: estaríamos hablando de
entidades abstractas sin contenido real.
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Como hemos señalado a lo largo de la Unidad, la sociología y el trabajo social han
recorrido caminos comunes en lo que se refiere a las desigualdades e injusticias sociales.
La relación es de mutua influencia, al poner el trabajo social sobre la mesa problemas que
la sociología estudiaba, y ofrecer la sociología datos al trabajo social para tomar
decisiones fundamentadas. Además, la sociología y el trabajo social presentan afinidades
importantes, al ser disciplinas centradas en lo social, y particularmente en la injusticia y
la desigualdad, frente a la que no pocos sociólog@s y trabajador@s sociales toman un
posicionamiento ético. Esta interrelación continúa en los planes de estudios, pues la
sociología aporta al trabajo social la capacidad para reconocer la dimensión social de los
problemas que experimentan los individuos, y para desvelar los mecanismos y procesos
que están detrás de ellos. Con ello, la sociología juega un papel fundamental a la hora de
poner en cuestión el estigma, la culpabilización y la moralización de los colectivos
usuarios. En síntesis, la sociología aporta al trabajo social la capacidad de trascender el
“sentido común”, así como el análisis riguroso y sistemático de la desigualdad, y un
recordatorio imprescindible: que somos criaturas sociales. Aunque cada individuo es
único e irrepetible, autónomo y responsable, no es posible comprenderle plenamente sin
analizar la sociedad que le hizo posible.
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GLOSARIO
Categoría social: Conjunto de personas con alguna característica común o que realizan
los mismos roles y que puede ser de interés para el análisis sociológico en la medida que
ésta condiciona, en algún grado, sus experiencias vitales.
Desigualdad social: Acceso diferencial a los recursos que una sociedad valora y que se
deriva de la jerarquización de las diferencias entre sus miembros. El fundamento puede
ser muy variado (el sexo, el color de piel, la propiedad, tener un título académico o uno
nobiliario) pero, en cualquier caso, es totalmente arbitrario.
Desviación: Se entiende por desviación una conducta que viola la norma socialmente
aceptada.
Influencia social: Impacto que alguno de los elementos sociales que conforman la
sociedad (normas, creencias, roles, estatus, clases sociales, categorías sociales,
instituciones, etc.) tiene sobre la vida de los individuos o los grupos sociales.
Pauperismo: Problema social propio del siglo XIX que se caracteriza por la importante
masa de pobreza resultante de la industrialización, donde los trabajadores manuales no
tenían tierra de la que abastecerse, salarios mínimos dignos con los que mantenerse, ni
asistencia pública con la que subsistir.
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Sentido común: El término se refiere al conjunto de creencias compartidas por los
miembros de una sociedad y alimentadas por la misma, que no necesariamente se
corresponden con la realidad.
Variable: La variable es una característica de cualquier unidad social que está sujeta a
cambio.
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