Marchan Fiz

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Marchan Fiz, La esttica de la cultura moderna

Desde hace algunos aos se advierte que reivindican mbitos propios de actuacin para
cada una de las manifestaciones artsticas. La expresin recuperacin disciplinar puede
extrapolarse a la esttica. Se revela todo un sntoma respecto a lo que empezamos a reconocer
como nuestra condicin posmoderna. La constatacin reiterada del declive de las vanguardias
artsticas impulsa una revisin del pensamiento esttico. El siguiente ensayo acoger el termino
modernidad en dos fases diferenciadas: en primer lugar a la construccin de lo moderno que se
extiende desde finales de siglo XVII donde se abandona el ideal de perfeccin humanista y se
destruye la imagen clsica; en segundo lugar, en el sentido ms estricto de modenit, encumbrada
por Baudelaire a mediados del siglo XIX, a la categora por antonomasia de una nueva esttica.
I.

La autonoma de la esttica de la ilustracin

A mediados del siglo XVIII la esttica se convierte en la disciplina de moda, como trmino queda
consagrado en la segunda edicin de la Enciclopedia (1778). Adquiere importancia a travs de los
salones, los canales de difusin y la opinin pblica. Pero la esttica se concibe ya en la reflexin
filosfica de la Antigedad.
La Ilustracin tiene que ver con la educacin, la formacin y el desarrollo humano, identificada con
la razn. Es un proceso de emancipacin global del hombre, junto a la toma de autoconciencia de
s mismo, de ser un sujeto autnomo. Todo se discute y cuestiona, desde las cuestiones teolgicas
hasta las de la economa, la poltica, el derecho civil.
En el mbito del gusto se repulsa el rococ por sus cualidades voluptuosas. Hacia 1750 el gusto
griego, como despus el etrusco, se convierte en una mana. Y a no tardar ese esfuerzo por estar a
la grecque cristaliza en la purificacin y simplificacin del neoclasicismo. En 1769 se funda el
primer museo, el Louvre, en 1819 el Prado. No es anecdtico que los historiadores fijen por las
mismas fechas la emergencia de la arquitectura autnoma, la aparicin del hecho literario en su
sentido actual, el drama burgus, la novela, etc. Tampoco lo es que la esttica se funde como una
disciplina filosfica suprema.
La esttica en el proceso de emancipacin del hombre
El nacimiento de la esttica como disciplina autnoma gira en torno a las dos guas del hombre
ilustrado: la razn y la experiencia. El compromiso de la emancipacin humana se lleva a cabo
gracias al nuevo sujeto burgus y al filsofo. El primero acta como condicin, el segundo como
promotor entusiasta de la emancipacin. El burgus es ese nuevo sujeto autnomo, ser dueo de
s mismo como dir Kant. La autonoma nomina tanto la independencia econmica y la lucha por la
libertad poltica, que culminara en la Revolucin Francesa, como la independencia moral e
intelectual del nuevo sujeto burgus, lo cual impregna a sus actividades y conductas.

La Razn es asumida como una capacidad autctona que goza de libertad para prefijar su propio
destino, para pensar, sentir, actuar con la mirada puesta en objetivos validos para todos los
hombres. La sensibilidad, la excitacin de los sentimientos, tiene que armonizarse con la razn.
Queda claro que la vivencia esttica pertenece al hombre y a ella se le confa la tarea de
reinstaurar el equilibrio y la totalidad de su naturaleza. La esttica y el arte asumen la funcin de
educadora peculiar a la Ilustracin, lo cual se aprecia en los primeros museos de ciencias naturales
o de arte y en la proliferacin de monumentos a hombres ilustres. La esttica ambiciona tambin
la utopa de un estado de felicidad en el cual la cabeza y el corazn se reconcilian en una paz
sublime e inalterable.
Las crticas a la Razn, desde Schelling en el siglo XIX hasta Freud, sern el teln de fondo de lo que
podra denominarse el reverso de la modernidad, de las actitudes que emergen de la conviccin
de que no es posible contener el lado oscuro de la historia; de la impotencia para contrarrestar los
poderes de la naturaleza; de las dudas de la Razn y en la racionalidad dominantes, ya sea en el
Capitalismo o en el Socialismo real.
Los primeros principios y la aoranza del orden perdido
La esttica ilustrada se afirma a medida que se desvelan las flaquezas de la doctrine classique del
siglo XVII. No obstante, esta mantiene su vigencia hasta fechas avanzadas del siglo siguiente y se
filtrara en nuestra modernidad como nostalgia de esta unidad, de un equilibrio u orden perdidos.
La persistencia de la belleza como fenmeno objetivo, dependiente nicamente de los objetos,
que identifica lo bello con lo verdadero y la perfeccin, y la subordinacin del arte a las
matemticas tien la poca y a su pensamiento esttico.
Diderot celebra aun las ideas clasicistas del orden, unidad, proporcin, simetra, etc. Estas u otras
categoras formales ya no se subordinan a apriorismos objetivos fijados de antemano, como
suceda con la mentalidad clasicista, sino que se deben a los datos extrados de la experiencia
perceptiva.
Si bien estas nociones formales pueden llamarswe, si as desea, esternas, originales, reglas
esenciales de lo bello, pasaron por nuestros sentidos para poder llegar a nuestro entendiemiento,
para alcanzar ese carcter abstracto e intemporal con que se nos presentan.
La condensacin de los principios estticos confirma, esa preferencia ilustrada por unificar y
encuadrar la variedad de los objetos bellos en ciertas reglas de aplicacin universal. En el
Neoclasicismo la universalidad es uno de los primeros rasgos de su gusto, como se aprecia en la
homogeneidad que alcanza su estilo o cristaliza en una de sus nociones privilegiadas: el Ideal. Los
desnudos neoclsicos o la preferencia por las formas primarias ms puras y abstractas de la
geometra elemental en el caso de la arquitectura traslucen algunas de estas intenciones o ese
intercambio permanente entre la experiencia y la razn.
La base de nuestra experiencia ha de escudriarse, en nuestra organizacin fisiolgica y
psicolgica. No en vano, la Ilustracin proclama a la fisiologa humana el punto de partida para el

conocimiento de la naturaleza exterior, ya que con el ser humano se desvela el ser y la verdad de
aquella. La fisiologa, denominada por entonces la historia natural del alma, es considerada una
referencia para la fundacin de las otras disciplinas. La esttica se asienta tambin sobre este
fundamento. Si la esttica puede ser calificada de natural, lo ser en cuanto se confa a la
experiencia y desde que en ella el nmero y la proporcin- la mathesis que presida el
pensamiento clsico- pierden terreno ante la sensacion, la percepcin, el sentimiento, trminos
todos para definir la nueva disciplina.
Los sntomas de todo nuevo Orden se atisban en la bsqueda de nuevos principios, en la
articulacin de un sistema que procura un espacio permanente, de relaciones de orden y
composicin, en el carcter ahistrico, atemporal y transmisible de los conocimientos- funcin
permanente de las Academias- en la urgencia por vertebrar un lenguaje universal, tentativas todas
que tropiezan con aquella paradoja, desvelada precisamente por la querelle, de la libertad de
invencin, de la arbitrareidad de los lenguajes artsticos una vez desmoronado el orden del
discurso Clsico.
Los placeres de la imaginacin y los poderes del genio
El Clasicismo del 600 quedaba atrapado en la paradoja de una esttica de la imitacin que ve
satisfechas sus ambiciones de la perfeccion en la Antigedad. La imitacin de la naturaleza era
subsumida en la imitacin del arte antiguo. En la querelle el partido de los moderndos trata de
salir de este circulo cerrado debido a que contempla el principio de savoir inventer, de la Inventio.
La esttica de siglo ilustrado gira en torno a esta inversin, si bien es cierto que el principio
imitativo logra imponerse hasta muy avanzado el siglo. Aunque aun imite, ya no persigue la
perfeccion de la imitacin de los antiguos o de la realidad, sino que busca la perfeccion del efecto,
es decir, el suscitar el afecto, las pasiones artificiales. No importa la naturaleza bella, sino, sobre
todo, aquella que nos impresiona y despierta nuestro inters. Esta filtracin del sentimiento y de
las pasiones provoca las tensiones primerizas entre la imitacin y la expresin. La inflexin es
asumida por los tericos de la sensibilidad y del grupo Sturm und Drung en Alemania. La
valoracin de sentimiento posibilita tambin uuna intrusin de categoras anticlasicas, lo feo o lo
patolgico, y, una teora incipiente de la expresin. Asi se siembran las primeras semillas de lo que
fructificara en expresionismo.
Desde esta teora de la sensibilidad se entiende tambin la aparicin de una categora central a la
esttica inglesa como es lo sublime. La interpretacin neoclsica de la muerte es una de sus
plasmaciones, presente en casi todas las artes, desde la muerte de Werther (1774) de Goethe, la
de Scrates o Marat de J.L. David, o el Genio de la muerte de Canova en escultura. La ruina se
muestra un genero ideal para experimentar una simbiosis entre la naturaleza y la arquitectura. Las
diversas teoras expresivas o sublimes de la esttica culminan en una intensificacin del efecto. Y
dado que el lenguaje del corazn es el mismo en todos los pases, la apelacin a la sensibilidad
participa de la universalidad ilustrada. El gusto, localiazdo por diversos autores como un sexto
sentido en el corazn, es universal desde el momento en que todos los hombres se asemejan por
este rgano.

La exquisitez con la que se procura salvaguardar las reglas casicistas no impide la irrupcin de
ciertas categoras desintegradas, la artificialidad en ciertos lenguajes artsticos y el capricho,
adscrito a la imaginacin. El signo artificial gana terreno, invade las manifestaciones artsticas,
fomenta una cierta autorreflexin, controla la arbitrareidad apenas descubierta.
La doctrina clsica del siglo XVII no negaba la existencia ni la actividad de la imaginacin, aunque
su contribucin a la obra era de escaso valor, dado que la razn y el bons sens, o sentido comn
proporcionaban las reglas y dirigan al genio. El partido de los modernos, en cambio, estima la
fertilidad de la prevencin y atribuye a la imaginacio un papel desicivo, sin perder por ello su
carcter razonable.
La defensa de la imagincaion pronto va acompaada de la del genio, protagonista de la
interiorizacin de la autonoma a cargo del sujeto ilustrado. El genio ya no se conforma con ser
naturata, esto es, una criatura ms entre las muchas de la naturaleza, sino tambin una natura
naturans, es deicr, un principio creador, una naturaleza formadora.
La universalidad del gusto en el genero humano
La reflexin sobre el gusto se haba iniciado en Italia y Espaa. Trasvasado a Francia, el bel esprit,
gens du monde, como se califica a sus poseedores, deviene un atributo tpico de la sociedad
cortesana. Nocion equivoca hasta el siglo XVIII, a menudo se confunden su cometido social y el
propiamente esttico, asociados al comportamientoen sociedad y el sentir esttico. El
refinamiento del gusto y de las costumbres suelen esgrimirse de la poca como argumentos
convincentes a favor de la fundacin de los Teatros Nacionales. No obstante, lo bello en cuanto
problema de gusto es el aporte bsico de la esttica del Empirismo ingles. El gusto se encuadra en
una operacin basculante entre la metfora gastronmica originaria y la fisiolgica, entre el
sentido comn o common sense y la facultad de juzgar.
El fundamento de la socializacin y la emancipacin en marcha no remiten a la religin o a la
poltica, sino a la naturaleza racional del hombre de negocios, lfigura preferida por la acumulacin
primitiva del capital. Los dos pilares sobre los que se asienta la fundacin de la Estetica en la
Ilustracion inglesa: la universalidad del gusto y el desinters esttico.
A mediados de siglo Hume y Burke se revelan en el abandono de las definiciones y de la tctica a
seguir a la vista de dos constataciones paradjicas: por una parte las diferencias irreductibles en
las apreciaciones del gusto; por otra la sospecha de que existen principios universales tan
legitimos como los de la razn.
La diversidad, la relatividad del gusto se deduce de esa vinculacin al sentimiento, asi como los
defectos de la estructura psquica o de la mayor y menor perfeccion de los rganos de nuestra
percepcin interna.
El gusto es un proceso que evoluciona por via negativa y afirmativa. Las reglas del gusto o de la
obra artstica no son derivaciones abstractas del entendimiento, ya que la universalidad reclamada
es fctica, osea, fruto de la experiencia.

El desinters esttico y el anlisis de las riquezas


Si la Ilustracion francesa se apoya en la historia natural, la inglesa, que comparte la ideologa social
del Liberalismo, recurre tambin a lo que ha sido descrito como el anlisis de las riquezas. No es
fortuito que la obra cumbre de A. Smith se refiera a la riqueza de las naciones. La esttica se
despliega tambin en este anlisis. El desinteres esttico acrisola un segmento disciplinar que
cruza la esttica inglesa y se filtra en la modernidad a travs de Kant.
Hume dice Nuestro sentido de la belleza depende en gran medida de esdte principio: el objeto
que tiende a producir placer en su propietario es siempre considerado bello. Gracias a esta teoria
se reconcilia de un modo natural el interes del singular con el de toda la sociedad, es decir, en una
teoria de la sociabilidad, incluida la estetica.
La temtica del desinters estetico aparece en las controversias del periodo sobre la etica. Aflora
en la polemica contra el egoismo en la tica y la instrumentalizacion en la religin. La inflexin
hacia el mundo de la esttica se produce cuando relacionan tambien el hombre virtuoso con un
espectador entregado a la contemplakcion de la belleza en las maneras y los modales de
conducirse.
El espectador esttico no se aproxima a los objetos con otro proposito bastardo que no sea verse
recompensado en el acto mismo de su percepcion. La contemplacion estetica se interpone y
antepone al deseo de la posesion y la utilidad, aunque tampoco lo excluya. Este es el primer
episodio de una contemplacion estetica desinteresada que ya entretiene al espectador en la
propia forma de los objetos contemplados y prolonga el acto de percepcion sobre los mismos. Lo
estetico asume enseguida funciones mediadoras.
El desinteres estico se consolida como categoria estetica con F. Hutcheson, Burke o Alison, hasta
devenir uno de los tpicos del empirirsmo ingls. La belleza queda separada con nitidez de la
utilidad y la posesin.
II.

La esttica en la red de los sistemas

La esttica emerge en el horizinte de las diferencias tentativas para articular un sistema filosfico y
la autonoma de la misma mantiene compromisos tempranos con un pensamiento sistemtico que
desde mediados del siglo XVIII hasta finales del mismo, la glorifica y exalta como nueva disciplina,
en el siguiente prepara las condiciones para su propia disolucin, cuando no liquidacin.
La esttica como teora de la sensibilidad
El alemn Baumgarten es considerado el padre de la esttica. En las Meditaciones silofficas
(1735) hasta la obra que se titula Aesthetica (1750-1758). Procura buscar unas reglas y una ciencia,
identificada con la de lo bello, que ilumine la llamada facultad inferior, es decir, la esfera de los
sentidos. Este distanciamiento parece vislumbrarse cuando matiza que las representacdiones
distintas, las ideas, propias de la lgica, no sensibles, y por consiguiente, tampopco poticas o
discurso sensible perfecto.

La esttica puede interpretarse tambin como un aporte al nacimiento del hombre. La estetica
denuncia las carencias del Racionalismo.La esttica, en cuanto teoras de las artes liberales,
comntribuye a la fundacin de la historia del arte por Winckelmann y de la poetica de las artes por
Lessing.
La esttica del efecto, en la cual se refugia la teora clsica de los afectos dela Retrica literaria, no
se averguenza de mostrar los movimientos del corazn mediante las lgrimas u otras efusiones
sentimentales. En las artes plsticas su presencia se aprecia tambin en el retrato de perfil recin
descubierto, en las pinturas en porcelana, en la pequea escultura, por no hablar de los cuadros
de familia y de amistad, de los paisajes idlicos u otras escenas melanclicas de la naturaleza. La
cancin y el melodrama fueron sus gneros musicales preferidos, mientras el piano, el arpa y la
flauta eran los instrumentos ms apropiados para obetener la sensacin sonora.
Sus efectos no se dejan sentir solamente en el Romanticismo. Lo esttico y el arte son invocados
como el instrumento de refinamiento que cultivan la sensacin y lo sentimental, y educan para la
interioridad. El genio es encumbrado al mismo rango del legislador o del jefe militar, mientras el
artista es ensalzado como contraimagen de la desintegracin social y psquica de la realidad. En
los aos recientes, la ambivalencia entre la sensibilidad y el sentimentalismo del perodo han sido
rememorados en la reflexin artstica y literaria como paradigmas de la nueva sensibilidad y del
Kitsch en cuanto categora del mal gusto.
La metfora del cuadro y sus violaciones analgicas
La crtica del juicio, en cuando disciplina filosfica y como facultad del sentimiento de placer y de
dolor, lleva a cabo una labor de mediacin entre la facultad de conocer o entendimiento y la razn
prctica, la facultad de desear, orientada a la nocin de libertad. La Crtica del juicio se ocupar de
las condiciones generales que posibilitan y permiten la vivencia de un juicio esttico, no existe una
ciencia de lo bello, sino crtica, debido a que lo esttico no se fija de un modo cientfico a traves
de la demostracin.
Cuando se escribe la tercera Crtica esta en pleno apogeo el Neoclasicismo. Tras una poca de
crtica a los sistemas del racionalismo del Seiscientos, se articulan otros sistemas racionales.
La fundamentacin de la estetica es trascendental tanto en cuanto establece las condiciones
universales, los requisitos bajo los cuales las cosas pueden convertirse en ebjeto de nuestra
contemplacin esttica. Sin fundar la estetica es recabar el principio de su misma posibilidad, este
no ser otro ms que el de la finalidad formal de la naturaleza.
En los albores del formalismo esttico
Lo estetico no da absolutamente conocimiento alguno (ni siquiera confuso del objeto) dice Kant.
Subraya que el juicio estetico no afecta a la representacin sensible del objeto, sino a la del
subjeto y del sentimiento, apela a la sensibilidad, al gusto, a una representacin sensible del
sujeto.

La posicin Kantiana cuestiona ciertas aspiraciones exclusivistas de la estica Neoclsica, as como


las ambivaciones desbordadas que teoras artisticas posteriores trataran de legimitar desde la
percepcin.
No es casual que la nostalgia del orden perdido se haya filtrado en varios epidosidos de la
modernidad a traves de los parmetros de la regularidad y las formas elementales. En la genesis
de los modelos figurativos del Neoclasicismo, deudores en ocasiones a la historia pero tambin a
la racionalidad ilustrada, del funcionalismo, dependientes de la funcionalidad pero tambin de la
racionalidad industrial y tecnologica, las connivencias se fraguan tanto desde los supuestos de la
percepcion, agente de la configuracin arquitectnica desde el siglo ilustrado, como desde una
razon abstracta e instrumental que imprime, ademas, ese caracterstico sesgo de atemporalidad y
validez universal, ambicionado por el normalismo larvado del neoclasicismo por el
antihistoricismo, por el rechazo de la historia, atribuido a los modernos.
En lo estetico la forma de la finalidad, en cuanto estructura que se refiere a un fin, brota
paradjjicamente de la finalidad de la forma. Forma que tamiza el modo de representarse, la
apariencia de los objetos, tocados ya por la reflexion sober su propia estructura formal. La
finalidad de la forma no elimina otras posibles, pero s instarua unas prioridades, en las que las
restantes deben subsumirse.
La finalidad formal marca una frontera ntida frente a los tericos de la perfeccion en el
Neoclasicismo, frente al creciente utilitarismo de la Gnoseologia inferior.
El desinteres estetico, la universalidad y el sujeto privado
Desde el retorno a lo antiguo como ideal, propugnado por Winckelmann, se proclama un estatuto
para el arte desentendido del discurso prctico de la historia. La polmica de 1755 contra
Versalles, es decir, la crtica de Winckelmann a la Apoterosis de Hrcules pintada por Le Moine en
Versalles entre 1733 y 1776 apunta en realiad a la Corte, a liberrar el arte de sus funciones
representativas. La crtica kantiana al lujo, presumiblemente del rococ, disfraza el rechazo a que
el arte sea tomado en pretado como representacin ostentativa por parte de la sociedad religiosa
o civil. La Convencion Nacional entre 1789 y 1795 o despus, Napolen Bonaparte probarian cuan
vanas eran esas esperanzas. El formalismo del siglo XVIII o el purismo del nuestro mantienen
connivencias con el puritarismo de la nueva clse escendente, con la crtica a la parcialidad del arte
Kant pretende descaratar intereses bastardos y prefigura posiciones que desembocaran en
antagonismos como los que podramos detectar entre la autonoma de los formalismos desde
finales del XIX y la particidad defendida poco despus por Lenin, entre las vanguardias y el
compromiso social o poltico.
En el ensayo de 1797 sobre el arte y la artesana, Goether barruntaba las secuelas nada
trascendentales de la produccion fabril, en serie, para las obras artisticas y ls necesidades
esteticas. Creia ver en la circunstancia de que en el artista mecnico la obra mil es como la
primera, en la repeticin, la condicin que prepara el camino para la decadencia completa del
arte. Con ello no haca ms que vislumbrar una doble tendencia de lo artstico en la sociedad

industrial: su carcter autnomo, aurtico, singular y la repetibilidad, esto es, dos categoras
esteticas teorizadas por Benjamin como aura y reproductibilidad tcnica.
La colaboracin estrecha de Flaxmann con la factora de cermica Etruria, de J. Wedgood, fue
considerada por sus contemporneos como una convergencia entre las bellas artes y las artes
mecnicas digna de ser continuada. El pacto entre la belleza y el comercio queda sancionado en la
obra de Flaxmann Mercurio une las manos de Bretaa y Francia. La armona del idelaismo y del
arete antiguo con el sentido para los negocios, la convivencia de la mitologa con la industria de
Flaxmann o de los llamados dessinatteur, por un lado, y el pesimismo de Goether por otro, no
reflejan solamente las diferencias existentes entre Inglaterra y Alemania, entre el acercamiento a
la accin prctica de una nacin industrial y comercial y el refugio alemn en la especulacin, sino
que se revelan como alternativas de un conflicto paradigmtico, de una autonoma esttica que
desde entonces est presente en nuestra modernidad.
Los propios mentores de la estetica funcional asociaban la funcionalidad, la objetividad, cada vez
ms glida, de la importancia industrial al triunfo de la burguesa sobre la aristocracia, a su culto
por la sencillez, la pureza, la sinceridad, etc. Virtudes exaltadas a valores estticos e ideolgicos.
Tales rasgos sincronizan con la ideologa de la renuncia al lujo de Kant, de la hostilidad a los
sentidos y de la abstraccin estilstica que desde Marx a Max Weber, se delata como cobertura
ideolgica del modo de produccin.

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