El Gaucho
El Gaucho
El Gaucho
La palabra gaucho deriva del término quechua "huachu", que significa sin padres. Esta
palabra se usó en las regiones del Plata, Argentina, Uruguay y aún en Brasil, para designar
a los jinetes de la llanura o pampa dedicados a la ganadería.
El gaucho es una especie de vagabundo de la pampa, rústico y varonil que sabe defender
su honor y demuestra valentía en circunstancias de peligro
Su origen criollo proviene de la mezcla de sangre entre el español y el indígena.
El Gaucho, según
cuenta la historia
La Vestimenta
Aspectos del Gaucho
Tareas en las que se
desempeña
Juegos y
entretenimientos
El lenguaje
Palabras gauchas
Refranero popular
La pulpería
Objetos
Juegos y Entretenimientos:
En la época del gaucho, la tierra se brindaba entera, con la sola amenaza de los malones
indígenas. El gaucho alternaba sus quehaceres rurales con algunos juegos y
entretenimientos que aún hoy se practican. Son éstos juegos sociales, donde participan
los jugadores y el público que los observa.
La sortija: en el juego de la sortija se pone en evidencia la
destreza del jinete. Entre dos postes se cuelga una pequeña
argolla de metal. La tarea de los competidores es embocar, al
galope, un palito de madera. Lo hacen a gran velocidad y
generalmente deben pararse sobre los estribos para lograr
mayor precisión.
La taba: el juego de la taba fue traído a éstas tierras por los españoles, aunque ya se
conoce su existencia en la época de la roma clásica. Consiste en tirar al aire un hueso de
vaca o carnero (es el garrón de las patas traseras del animal), como tiene una forma
irregular según el modo en que caiga se determina el ganador.
Las carreras cuadreras: estas carreras eran a caballo y se denominan cuadreras porque se
toma una cuadra como medida de distancia a recorrer. Son carreras cortas e intensas,
para las cuáles los caballos eran entrenados con mucha dedicación.
El pato: es también una competencia entre jinetes. En ella se enfrentan dos equipos que
corren tras una pelota de cuero con agarraderas. Antiguamente se utilizaban patos vivos,
hoy se practica de manera menos violenta, pero continúa apasionando al público y
competidores.
Truco: juego de naipes, posiblemente el que más difusión tiene en el país, tiene como
interés no sólo el juego en sí, sino los floreos que a veces usan los jugadores para cantar
envido y la flor. Para el primero, como se sabe, el puntaje máximo es treinta y tres. Se
anuncia entre otros con los siguientes versos:
Le garanto, sin cartear,
que tengo la del inglés,
de mayo y, con 33,
nadie me hace aturrugar.
El fogón: éste era un ritual común entre los paisanos, en el cual se acostumbraba a tomar
mate alrededor de un fogón, cantando o simplemente conversando. Esta bebida siempre
ha sido un puente de comunicación entre los hombres.
En el mate se comparte todo: desde el fogón hasta la yerba, desde la
bombilla hasta la calabaza.
El Lenguaje
En los textos de poesía gauchesca encontramos un lenguaje rico y peculiar, que responde
a la lengua hablada por el hombre de campo.
Está cargado de imágenes inspiradas en la Naturaleza, comparaciones de situaciones
humanas con hechos de la tierra ( animales, plantas, clima ). También se caracteriza
porque abunda en refranes y dichos a modo de enseñanzas o moralejas.
Palabras Gauchas
El léxico de los gauchos deriva, en muchos casos de vocablos españoles que quedaron en
el campo con alguna modificación local. Por ejemplo: ansina, por decir así; agora, por
ahora; cencia, por ciencia; mesmo, por mismo. Hay también una gran influencia de
términos indígenas, palabras como maíz, ombú, mandioca, chajá, no tienen traducción y
fueron asimiladas a la lengua.
Refranero Popular
El refrán es una sentencia o máxima popular que se repite tradicionalmente. Son frases
cargadas de significado, invariable y que hablan a cerca de la fisonomía de un pueblo.
Varios de nuestros refranes surgen directamente del Martín Fierro, otros tienen sos
orígenes en el campo y han llegado hasta nosotros. Algunos ejemplos: "A buen
entendedor pocas palabras", "Los hermanos sean unidos", "Es mejor que aprender
mucho, al aprender cosas buenas".
La Pulpería
Era el lugar de reunión; el pulpero atendía a sus clientes tras gruesos barrotes de hierro
para estar a salvo de posibles ataques.
En la pulpería los gauchos compartían copas, juegos y cantos. Tampoco faltaban las
peleas, que en defensa del honor se desataban, cuchillo en mano. También era el espacio
de recreo entre los duros trabajos y funcionaba como almacén de ramos generales, donde
se podía adquirir desde un kilo de yerba hasta los tablones y clavos para armar un galpón.
Objetos
Facón: daga o cuchillo grande que usa el hombre de campo. Según lo
entendemos nosotros, el facón es usado tanto para las tareas de campo
como para la defensa o ataque en las peleas.
Se le llama facón caronero al que por ser muy grande el gaucho debe
llevarlo debajo de las caronas del recado, y no en el cinto.
El cuchillo
Fue el más valioso complemento del gaucho; parte casi de su propio ser. Fue todo para él:
cuchillo y tenedor para comer, mondadientes, elemento para matar animales,
instrumento para cuerear, útil de toda su artesanía y herramienta de todas las tareas y
arma defensiva y ofensiva.
En el hombre de campo el cuchillo es herencia cultural europea llegada con los primeros
conquistadores. Los usos que tenía asignados eran innumerables: faenear, castrar, matar,
charquear, sebear, cuerear, carnear.
El cuchillo sustituyó, a mediados del s. XIX, al facón que, por sus propias características
caía en desuso. De hoja ancha, de unos 25 cm de largo, sin gavilán, con filo y punta hacia
arriba. El lomo ancho junto a la empuñadura. Era el arma y el instrumento ideal que el
hombre de campo precisaba. Se lleva como el facón, atravesado sobre los riñones con el
mango junto al codo derecho.
El Facón
Es, en realidad, una daga, por lo tanto tiene, filo completo y contra filo. Termina en punta
al eje o fuera de éste. La hoja mide, en general más de 30 cm., lo cual lo hacía poco
cómodo para sacar y para el uso como utensilio doméstico o herramienta (no como arma
para la faena).
La empuñadura es fuerte, generalmente de "guampa" (asta), de bronce o, en los de lujo,
de plata, con gavilán (travesaño) en S o en cruz.
La vaina, de acuerdo con la calidad del arma, puede ser de suela o cuero crudo con
esterillados de tiento, sin lonjear, con contera y pasadores y oreja (gancho) de bronce o
plata.
El facón caronero, era de grandes dimensiones - de hasta 80 cm de hoja - propio para
montear o como arma o como para matar reses, que por su propio tamaño era imposible
llevar sobre sí, por lo que el gaucho lo llevaba horizontalmente entre las caronas del
recado (de ahí su nombre). La hoja se hacía generalmente con un sable o bayoneta.
El facón verijero era de hoja pequeña que suplía al facón cuando éste esultaba demasiado
grande para ciertas tareas (castrar, picar tabaco, etc.). Era un "lujo" y se llevaba adelante,
por la delantera del tirador, con el mango hacia la derecha, junto a la rastra.
El gaucho en la historia y en la
tradición argentina
Tradición es la trasmisión de generación en generación de noticias, creencias,
informaciones, leyendas, supersticiones, etc. que por lo común nos llegan verbalmente,
pero que también pueden ser transmitidas por otros medios, tales como la enseñanza
objetiva y práctica de la acción, como ocurre, por ejemplo, en la tradición ergológica, o
bien en forma gráfica pictórica o manual. Para muchos, la tradición es el archivo de los
pueblos, que se compone no solo de sus cantos, sus poesías, sus danzas y sus artes, sino
también de sus ciencias, su religión, el vestido, las artesanías y las hazañas de sus
antepasados hechas leyenda.
El folklore, o ciencia popular que abarca también el arte popular tradicional, es en sí esa
misma tradición, pero puesta en acción revivida por el pueblo mismo. La tradición
argentina tiene su símbolo máximo en el gaucho, arquetipo de nuestra nacionalidad por
sus virtudes innatas, por su valor, por su destreza y por su indiferencia. A mi manera de
ver, existen vivencias, tradiciones, costumbres, creencias y modalidades que dan a
nuestro criollo una autenticidad bien definida. Por lo común, concebimos al gaucho con su
indumentaria característica, según la región en la que le toque actuar y según sea su
actividad cotidiana.
Otro símbolo de nuestra tradición y que no podemos dejar de mencionar es la guitarra:
con ella se acompañaba el gaucho en momentos de fiesta y de descanso. Esa guitarra que
nos vino de España se acompañaba interpretando composiciones de nuestra región
pampeana como la vidalita, un gato, un estilo o una milonga o de payadas en contrapunto.
El gato fue el baile predilecto y el más sencillo. Pasaban también largas horas haciendo
contrapuntos de malambos, el zapateo del hombre.
El triunfo, danza muy antigua. Una copla que recopila Andrés Beltrame es:
Viva el gaucho surero
Que es como cuadro
Para bailar el triunfo
Con gracia y grabo
Otra danza es la huella, delicada y melancólica, donde el gaucho hacía galanteos a la
dama. La media caña, el pericón, cielitos… todas danzas de conjunto que alcanzaron gran
popularidad tanto en los salones como en los ambientes rurales.
El caballo: el gaucho tuvo por fiel compañero a este animal, testigo mudo, pero
insustituible y fiel en sus quehaceres y de sus andanzas a lo largo de la patria. El mate:
amargo en ruedas de fogón y como aperitivo. La carreta: hecha con la ayuda de muchas
manos criollas. El lazo: gracias a la destreza y a la baquía de nuestro hombre de campo,
tanto para trenzarlo como para usarlo en las paradas de rodeo.
No queremos presentar un gaucho más, sino aproximarnos al gaucho, a ese ser que existió
de alguna manera con ciertos caracteres, virtudes y debilidades, al que fue como fue, de
acuerdo con nuestros estudios. El medio geográfico, las posibilidades económicas, las
ideas predominantes o la influencia telúrica son algunos de los factores concurrentes
estableciendo relaciones de causalidad, ninguna de las cuales pueden desecharse sin
perjuicios para el razonamiento. Algunos autores han querido buscar explicaciones para la
historia del gaucho o descubrirnos sus caracteres en la etimología del término, que se
remonta hacia fines de 1700 y hasta hoy se discute la fecha en que apareció. Otros
remontan a los más raros orígenes. Muchos investigadores han escrito y siguen
escribiendo sobre la historia de nuestro arquetipo nacional.
Manifestaciones de escritores que hablaron del gaucho:
Pedro Goyena dijo:
El gaucho es el tipo original, característico de nuestra sociedad. En él se reúne lo que
tenemos de nuestro verdaderamente. El gaucho es una bella manifestación de la
naturaleza humana.
Joaquín Castellanos, poeta salteño (1861-1932), Se expresó así:
El gaucho no es como se cree, vulgarmente, el elemento auténtico del gringo; es más bien
su antecesor en la evolución progresiva. Es el pionero de la pampa, ha despejado la tierra
para entregarla libre al trabajo...
Ricardo Rojas, sabio de las letras y la historia, dijo:
El gaucho ha aparecido porque sí como una fuerza viva de la naturaleza. Trabajaba
cantando, a veces con solo ritmo interior. Amaba y vivía con su canto.
Martiniano Leguizamón nació en Rosario de Tala, Entre Ríos, dijo:
El gaucho aprendió desde niño a valerse de sí mismo y ser hombre […] Tuvo una pasión
honda para las cosas del pago, el rancho y la prenda, que compendian su amor a la tierra
natal. Se caracterizó por la lealtad caballeresca en la palabra empeñada, su generosidad
proverbial y su espíritu altruista. El gaucho es el producto más original y auténtico de
nuestra tierra.
Fernán Silva Valdez, destacado cultor de la poesía gauchesca rioplatense, escritor y poeta
uruguayo, decía:
… la libertad fue para él el punto cardinal hacia el que apuntara la flecha de su espíritu.
Escribió un poema:
Gaucho / Naciste en la juntura de dos razas / Como en el tajo de dos piedras / Nacen los
talas.
La historia ha demostrado con elocuencia que las virtudes morales del gaucho son las
virtudes que caracterizan al pueblo argentino y constituyen los rasgos más típicos de su
idiosincrasia. Estos rasgos son: el amor a la libertad, el espíritu de la hospitalidad, el
concepto y la conciencia de la fidelidad y la solidaridad. Todo este simbolismo encarado
así, a grandes rasgos, es folklore puro y auténticamente argentino. Es folklore porque sus
manifestaciones humanas tienen una indiscutible vivencia y en ella se nutre el cotidiano
quehacer en todas sus formas y en todas sus expresiones. La tradición argentina tiene
vigencia, la que se evidencia a cada instante en todas las manifestaciones de su quehacer
cotidiano, en su historia y en su folklore.