Sexenio Democrático
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Sexenio Democrático
Cronología: Inicio: Revolución Gloriosa (1868). Final: Inicio del reinado de Alfonso XII (1874)
0. Introducción.
El periodo que estudiaremos en este tema abarca seis intensos años de la Historia
Contemporánea de España, que van desde la caída de un Borbón (Isabel II) a la llegada de un
nuevo Borbón (Alfono XII). En este espacio tan corto de tiempo tendremos tiempo de asistir a
interesantes experimentos como el del reinado de un monarca foráneo e incluso al del intento
efímero de establecer un sistema republicano por primera vez. La implantación y
establecimiento del sufragio universal masculino marcan el devenir de esta fase de la Historia,
de ahí el apelativo de “democrático” con el que la conocemos.
Contexto histórico: Durante este periodo en Europa asistimos al definitivo asentamiento de las
doctrinas liberales, tanto en su vertiente política como económica, en la mayoría de países, si
bien éstas serán fuertemente contestadas por la gran difusión de las ideas marxistas y
anarquistas, que también se asentarán entre el proletariado y campesinado español. Ejemplo
de ello será el suceso de la Comuna de París, en 1871. También son los años de las guerras
franco-prusianas, que significan el despegue definitivo de la naciente nación alemana, o los
inicios del Imperialismo.
En 1866, O’Donnell es alejado definitivamente del poder y Narváez y Bravo Murillo establecen
un gobierno autoritario al margen de las Cortes. La oposición a los moderados se incrementa;
en ese mismo año se produce la revuelta de los Sargentos del Cuartel de San Gil, que es
duramente reprimida por los moderados. Sucesos como éste, provocan que todos los partidos
de la oposición se cohesione en contra de los moderados. En Agosto de 1866, en la ciudad belga
de Ostende, progresistas y demócratas firmarán el llamado Pacto de Ostende, en el cual se
comprometen a acabar con la monarquía isabelina y su apoyo incondicional al partido moderado
y a establecer un nuevo régimen en España. Tras la muerte de O’Donnell, la Unión Liberal, ahora
dirigida por el general Serrano¸se adherirá también al Pacto de Ostende.
En este clima de oposición a Isabel y a los moderados se produce una insurrección en Cádiz, en
septiembre de 1868, encabezada por el almirante Topete, que se pronuncia en contra del
gobierno. A este alzamiento pronto se une parte del ejército, dirigido por los generales Prim
(cabeza de los progresistas) y Serrano (máximo dirigente de la Unión Liberal) y lanzan el
manifiesto Viva España con honra en el que se pide expresamente el cambio de gobierno.
3. La Constitución de 1869.
La Constitución de 1869, hija de su tiempo, es la más liberal de todas las aprobadas hasta
entonces. Entre otros aspectos que vamos a estudiar, destacaremos que en ella se establece
que España es una monarquía (aunque, como sabemos, en este momento el país se halla
huérfano de monarca). Otros aspectos reseñables:
- Soberanía: Nacional
- Papel de la Corona: El rey ve muy limitadas sus atribuciones. Si bien mantiene el poder
ejecutivo, éste lo desarrolla a partir de la fórmula de que “el rey reina pero no gobierna”,
es decir, fundamentalmente se encarga de promulgar leyes.
- División de Poderes:
o Ejecutivo: Queda en manos del Rey pero con muchas limitaciones
o Legislativo: En manos de las Cortes. Se establece un sistema bicameral,
Congreso de los Diputados y Senados, ambos elegidos por sufragio universal
masculino
o Judicial: Queda en manos de los Tribunales.
- Carta de Derechos y Libertades: La Constitución de 1869 reconoce amplios derechos y
libertades (reunión, opinión, imprenta, asociación…).
- Religión: Se reconoce la libertad de cultos
- Otros aspectos: Las colonias de Cuba y Puerto Rico se equiparan al resto de territorios
de la Corona, con los mismos derechos.
- Reformas económicas:
o Adopción de una política librecambista, que supone una apertura al mercado
exterior, pero que es vista con recelo por los grandes cerealistas castellanos y
por los grandes industriales catalanes.
o Reforma en la recaudación de impuestos: Se establece la contribución según
renta.
o Reforma monetaria: se establece la peseta
o Reformas que tratan de reducir la elevada deuda pública: Ley de Minas (permite
a empresas extranjeras explotar los recursos del subsuelo español).
A pesar de las numerosas iniciativas del gobierno provisional, son numerosos los focos de
oposición al nuevo régimen:
Uno de los primeros problemas que el nuevo gobierno debe resolver es la de encontrar un
candidato que ocupe el trono vacante. Para ello Prim se dedicará a sondear a las diferentes
familias reales europeas, en busca de un príncipe que acepte la nueva realidad española y que,
a su vez, sea aceptado por el resto de Estados europeos. Finalmente la elección recaerá en
Amadeo de Saboya, hijo del primer rey italiano Víctor Manuel II de Saboya, que es proclamado
nuevo rey de España en 1871.
El nuevo monarca procede de una familia de reconocidas simpatías por el régimen liberal y
además éste se compromete a respetar la nueva Constitución. Sin embargo, se trata de un
extranjero, lo que le granjea las antipatías y el recelo de una parte de la clase gobernante
española y además desconoce la realidad económica y social del país. Pese a sus buenas
intenciones, su reinado no puede empezar peor: tres días antes de su llegada, el general Prim,
su principal valedor y el hombre que mantenía unidas a las diversas fuerzas del Pacto de
Ostende, es asesinado. La desaparición del general supone la brecha entre los miembros de la
coalición gobernante. A todo ello, Amadeo debe enfrentarse a la oposición de los moderados,
que reclaman la vuelta de los Borbones, a una parte de la nobleza que no acepta un rey
extranjero, a republicanos y grupos del movimiento obrero que le reclaman reformas más
ambiciosas y a carlistas que no lo reconocen y que en 1872 iniciarán la Tercera Guerra Carlista.
Este conflicto vuelve a tomar fuerza, como en las dos guerras anteriores, en el País Vasco,
Navarra, Cataluña y el Maestrat. La Tercera Guerra Carlista se prolongará hasta 1876, ya en
época de la Restauración. Por otra parte, el republicanismo federal (defendían la implantación
de una república federal, en la que los distintos territorios que la conformarían tuvieran un
amplio grado de autogobierno) impulsa insurrecciones en Andalucía, Extremadura, Cataluña o
Valencia. El republicanismo se apoya en la pequeña burguesía y en las clases populares urbanas
y reclama la descentralización del Estado, la supresión de impuestos impopulares, la reforma
agraria o la separación de la Iglesia y el Estado.
Tras la salida de Amadeo I, las Cortes someten a votación la proclamación de la república, con
una mayoría de partidarios del sí. De esta manera, se nombra a Estanislao Figueras primer
presidente de la República. En un primer momento, la república conserva la estructura de Estado
centralizado y unitario. El cambio de sistema no soluciona muchos de los problemas existentes.
En primer lugar, el gobierno republicano debe enfrentarse a una cámara que, en su mayoría, era
monárquica. Por otro lado, la República se ve aislada internacionalmente ya que el resto de
potencias la ven como un peligroso régimen revolucionario (solo es reconocida por los Estados
Unidos y Suiza). En el interior, se ve falta de apoyos: las clases medias urbanas se decantan por
el republicanismo federal, mientras que en Andalucía y Cataluña se suceden las insurrecciones
campesinas y proletarias pidiendo mejoras laborales y de sus condiciones de vida.
Tras unas nuevas elecciones, ganadas por el Partido Republicano Federal, se inicia un proyecto
de reforma en clave federalista. Además se introducen diversas reformas como la supresión de
las quintas o de los consumos, impuestos muy impopulares. A pesar de que, en un primer
momento, Figueras se mantiene en la presidencia, pronto es sustituido por el federal Pi i
Margall.
En Julio de 1873 Pi i Margall se niega a utilizar la fuerza para sofocar los movimientos
cantonalistas y dimite. Le sustituirá Nicolás Salmerón que, con el apoyo militar, aplasta el
movimiento cantonal (excepto el de Cartagena, que resistirá hasta Enero de 1874). Pero tras su
negativa a firmar penas de muerte contra los insurrectos, también dimitirá.
Le sucede Emilio Castelar, líder del sector unitario y más conservador del republicanismo.
Defiende el orden, la autoridad y el gobierno. Durante su breve mandato, consigue reducir el
cantón de Cartagena y gobierna sin las Cortes, de forma autoritaria, apoyándose en gran medida
en el ejército. Pero los diputados más progresistas de su partido proponen una moción de
censura, por lo que se ve obligado a dimitir. Para impedir un gobierno “de izquierdas”, el general
Manuel Pavía da un golpe de Estado y disuelve las Cortes, dando el poder a una coalición de
Unionistas y progresistas, con Serrano al mando, con lo cual se le da un giro todavía más
conservador a la ya agonizante República.