Sexenio Democrático

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TEMA 3.

EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868 – 1874)

Bloque IV: La construcción del Estado Liberal (1833 – 1874)

Cronología: Inicio: Revolución Gloriosa (1868). Final: Inicio del reinado de Alfonso XII (1874)

Periodos clave que estudiaremos: Revolución Gloriosa, Gobierno Provisional, Regencia de


Serrano, Reinado de Amadeo I de Saboya, Primera República.

0. Introducción.

El periodo que estudiaremos en este tema abarca seis intensos años de la Historia
Contemporánea de España, que van desde la caída de un Borbón (Isabel II) a la llegada de un
nuevo Borbón (Alfono XII). En este espacio tan corto de tiempo tendremos tiempo de asistir a
interesantes experimentos como el del reinado de un monarca foráneo e incluso al del intento
efímero de establecer un sistema republicano por primera vez. La implantación y
establecimiento del sufragio universal masculino marcan el devenir de esta fase de la Historia,
de ahí el apelativo de “democrático” con el que la conocemos.

Contexto histórico: Durante este periodo en Europa asistimos al definitivo asentamiento de las
doctrinas liberales, tanto en su vertiente política como económica, en la mayoría de países, si
bien éstas serán fuertemente contestadas por la gran difusión de las ideas marxistas y
anarquistas, que también se asentarán entre el proletariado y campesinado español. Ejemplo
de ello será el suceso de la Comuna de París, en 1871. También son los años de las guerras
franco-prusianas, que significan el despegue definitivo de la naciente nación alemana, o los
inicios del Imperialismo.

1. La Revolución de 1868: La Gloriosa.

La caída de Isabel II se produce tras el estallido de un nuevo proceso revolucionario en 1868,


conocido popularmente como Revolución Gloriosa. Ésta se debe a una serie de causas que
debemos comprender:

- Crisis económicas: Al relativamente próspero periodo que se había producido tras la


aplicación de las reformas del Bienio Progresista, que se harán notar en el decenio
posterior, le sigue una etapa de fuerte crisis económica, que se debe a:
o La crisis financiera causada, en gran medida, por la caída de las acciones
ferroviarias, lo que afecta muy negativamente a la Hacienda Pública.
o La crisis industrial que afecta sobre todo a la industria catalana. Ésta es causada
por el estallido de la Guerra de Secesión de los Estados Unidos, lo que provoca
una escasez generalizada de algodón, materia prima de la industria textil
catalana, lo que conlleva una subida de los precios y el cierre de numerosas
fábricas.
o La crisis de subsistencia: Los últimos años del reinado de Isabel II coinciden con
una época de malas cosechas, lo cual provoca una subida de precios en los
alimentos, hambrunas y un aumento notable de la violencia social.
o La crisis política: Los últimos años del reinado de Isabel II están dominados por
la presencia en el poder de los moderados, los cuales se encuentran
fuertemente divididos y salpicados por numerosos casos de corrupción. Esto
provoca la oposición de parte de la burguesía comercial e industrial, que pide
cambios al gobierno, pero también de un proletariado cada vez más organizado,
que demanda reformas que palíen su precaria situación.

En 1866, O’Donnell es alejado definitivamente del poder y Narváez y Bravo Murillo establecen
un gobierno autoritario al margen de las Cortes. La oposición a los moderados se incrementa;
en ese mismo año se produce la revuelta de los Sargentos del Cuartel de San Gil, que es
duramente reprimida por los moderados. Sucesos como éste, provocan que todos los partidos
de la oposición se cohesione en contra de los moderados. En Agosto de 1866, en la ciudad belga
de Ostende, progresistas y demócratas firmarán el llamado Pacto de Ostende, en el cual se
comprometen a acabar con la monarquía isabelina y su apoyo incondicional al partido moderado
y a establecer un nuevo régimen en España. Tras la muerte de O’Donnell, la Unión Liberal, ahora
dirigida por el general Serrano¸se adherirá también al Pacto de Ostende.

En este clima de oposición a Isabel y a los moderados se produce una insurrección en Cádiz, en
septiembre de 1868, encabezada por el almirante Topete, que se pronuncia en contra del
gobierno. A este alzamiento pronto se une parte del ejército, dirigido por los generales Prim
(cabeza de los progresistas) y Serrano (máximo dirigente de la Unión Liberal) y lanzan el
manifiesto Viva España con honra en el que se pide expresamente el cambio de gobierno.

La llamada es escuchada en numerosas ciudades, donde reaparecen las juntas revolucionarias,


que se adhieren al programa de reformas que demandan los insurrectos: mayor libertad,
abolición de impuestos sobre el consumo y de las quintas, sufragio universal y soberanía
nacional, separación de Iglesia y Estado… Cabe destacar la gran participación popular en la
revuelta, así como la importante presencia de elementos republicanos, lo cual le da un carácter
más radical a la revuelta. Las tropas leales a Isabel II se enfrentan a los insurrectos en la Batalla
del Puente de Alcolea, que vencen los insurrectos, lo cual obliga a Isabel II a exiliarse a la Francia
de Napoleón III.

2. Gobierno Provisional y Regencia de Serrano (1868 – 1870)

Tras el triunfo de la Revolución, la Junta Revolucionaria de Madrid instaura un gobierno


provisional, que disuelve las juntas, desamortiza tierras, disuelve órdenes religiosas así como a
la Milicia Nacional. Serrano se convierte en regente y Prim en Presidente del gobierno. El primer
problema más inmediato que el gobierno debe resolver es la forma que le darán al nuevo
régimen: ¿monarquía o república? A tal fin, lo primero que se hace es convocar elecciones a
Cortes, esta vez mediante sufragio universal masculino. Como era de esperar, estas elecciones
son ganadas por la coalición de partidos del Pacto de Ostende (progresistas, demócratas, Unión
Liberal), los cuales formarán gobierno. Sin embargo cabe destacar la importante presencia de
diputados republicanos en las nuevas Cortes (los republicanos obtienen notables resultados en
las ciudades), e incluso de carlistas. Las nuevas Cortes se encargarán de redactar una
Constitución que se adapte al sistema que están gestando.

3. La Constitución de 1869.

La Constitución de 1869, hija de su tiempo, es la más liberal de todas las aprobadas hasta
entonces. Entre otros aspectos que vamos a estudiar, destacaremos que en ella se establece
que España es una monarquía (aunque, como sabemos, en este momento el país se halla
huérfano de monarca). Otros aspectos reseñables:

- Soberanía: Nacional
- Papel de la Corona: El rey ve muy limitadas sus atribuciones. Si bien mantiene el poder
ejecutivo, éste lo desarrolla a partir de la fórmula de que “el rey reina pero no gobierna”,
es decir, fundamentalmente se encarga de promulgar leyes.
- División de Poderes:
o Ejecutivo: Queda en manos del Rey pero con muchas limitaciones
o Legislativo: En manos de las Cortes. Se establece un sistema bicameral,
Congreso de los Diputados y Senados, ambos elegidos por sufragio universal
masculino
o Judicial: Queda en manos de los Tribunales.
- Carta de Derechos y Libertades: La Constitución de 1869 reconoce amplios derechos y
libertades (reunión, opinión, imprenta, asociación…).
- Religión: Se reconoce la libertad de cultos
- Otros aspectos: Las colonias de Cuba y Puerto Rico se equiparan al resto de territorios
de la Corona, con los mismos derechos.

Además de la Constitución, en este periodo se inician numerosas reformas:

- Reformas económicas:
o Adopción de una política librecambista, que supone una apertura al mercado
exterior, pero que es vista con recelo por los grandes cerealistas castellanos y
por los grandes industriales catalanes.
o Reforma en la recaudación de impuestos: Se establece la contribución según
renta.
o Reforma monetaria: se establece la peseta
o Reformas que tratan de reducir la elevada deuda pública: Ley de Minas (permite
a empresas extranjeras explotar los recursos del subsuelo español).

A pesar de las numerosas iniciativas del gobierno provisional, son numerosos los focos de
oposición al nuevo régimen:

- Los republicanos se oponen al establecimiento de una nueva monarquía


- Los carlistas reivindican la figura de Carlos VII
- Los moderados reivindican la figura de Isabel II y empiezan a unirse en torno a la figura
de su hijo, el infante Alfonso (posteriormente se formará un partido alfonsino).
- En Cuba, estalla una insurrección en 1868, tras el conocido como Grito de Yara, episodio
que iniciará una guerra que se prolongará diez años (1868 – 1878).
- Las clases subalternas (proletariado, campesinado) exigen reformas al gobierno para
que mejore su situación. La implantación de las ideas marxistas y anarquistas en el país
cohesionan y dan mayor fuerza a sus reivindicaciones.

4. El reinado de Amadeo I de Saboya (1871 – 1873).

Uno de los primeros problemas que el nuevo gobierno debe resolver es la de encontrar un
candidato que ocupe el trono vacante. Para ello Prim se dedicará a sondear a las diferentes
familias reales europeas, en busca de un príncipe que acepte la nueva realidad española y que,
a su vez, sea aceptado por el resto de Estados europeos. Finalmente la elección recaerá en
Amadeo de Saboya, hijo del primer rey italiano Víctor Manuel II de Saboya, que es proclamado
nuevo rey de España en 1871.

El nuevo monarca procede de una familia de reconocidas simpatías por el régimen liberal y
además éste se compromete a respetar la nueva Constitución. Sin embargo, se trata de un
extranjero, lo que le granjea las antipatías y el recelo de una parte de la clase gobernante
española y además desconoce la realidad económica y social del país. Pese a sus buenas
intenciones, su reinado no puede empezar peor: tres días antes de su llegada, el general Prim,
su principal valedor y el hombre que mantenía unidas a las diversas fuerzas del Pacto de
Ostende, es asesinado. La desaparición del general supone la brecha entre los miembros de la
coalición gobernante. A todo ello, Amadeo debe enfrentarse a la oposición de los moderados,
que reclaman la vuelta de los Borbones, a una parte de la nobleza que no acepta un rey
extranjero, a republicanos y grupos del movimiento obrero que le reclaman reformas más
ambiciosas y a carlistas que no lo reconocen y que en 1872 iniciarán la Tercera Guerra Carlista.
Este conflicto vuelve a tomar fuerza, como en las dos guerras anteriores, en el País Vasco,
Navarra, Cataluña y el Maestrat. La Tercera Guerra Carlista se prolongará hasta 1876, ya en
época de la Restauración. Por otra parte, el republicanismo federal (defendían la implantación
de una república federal, en la que los distintos territorios que la conformarían tuvieran un
amplio grado de autogobierno) impulsa insurrecciones en Andalucía, Extremadura, Cataluña o
Valencia. El republicanismo se apoya en la pequeña burguesía y en las clases populares urbanas
y reclama la descentralización del Estado, la supresión de impuestos impopulares, la reforma
agraria o la separación de la Iglesia y el Estado.

En este clima de inestabilidad y ante la progresiva desintegración de la coalición que lo apoyaba


en un principio (demócratas, progresistas y unionistas), el reinado de Amadeo I languidece hasta
que el rey, falto de apoyos, decide renunciar a la corona y regresar a Italia el 11 de Febrero de
1873. Ese mismo día, las Cortes proclaman la I República.

5. La Primera República (1873 – 1874)

En el corto periodo que va desde la abdicación de Amadeo hasta el pronunciamiento de


Martínez Campos (29 de Diciembre de 1874), España experimenta con un nuevo modelo de
Estado por primera vez en su Historia: la República.

Tras la salida de Amadeo I, las Cortes someten a votación la proclamación de la república, con
una mayoría de partidarios del sí. De esta manera, se nombra a Estanislao Figueras primer
presidente de la República. En un primer momento, la república conserva la estructura de Estado
centralizado y unitario. El cambio de sistema no soluciona muchos de los problemas existentes.
En primer lugar, el gobierno republicano debe enfrentarse a una cámara que, en su mayoría, era
monárquica. Por otro lado, la República se ve aislada internacionalmente ya que el resto de
potencias la ven como un peligroso régimen revolucionario (solo es reconocida por los Estados
Unidos y Suiza). En el interior, se ve falta de apoyos: las clases medias urbanas se decantan por
el republicanismo federal, mientras que en Andalucía y Cataluña se suceden las insurrecciones
campesinas y proletarias pidiendo mejoras laborales y de sus condiciones de vida.

Tras unas nuevas elecciones, ganadas por el Partido Republicano Federal, se inicia un proyecto
de reforma en clave federalista. Además se introducen diversas reformas como la supresión de
las quintas o de los consumos, impuestos muy impopulares. A pesar de que, en un primer
momento, Figueras se mantiene en la presidencia, pronto es sustituido por el federal Pi i
Margall.

Durante el gobierno de Francisco Pi i Margall se redacta un nuevo proyecto de Constitución que,


debido a la escasa duración de la República, no llegará a ver la luz: la Constitución de 1873. Este
proyecto incluye importantes novedades como la estructura federal del Estado, en forma de 17
Estados regionales entre los que se incluye a Cuba y Puerto Rico, la figura del Presidente de la
República como Jefe de Estado, amplios poderes para las Cortes, un amplio reconocimiento de
derechos y libertades similar al de la Constitución de 1869 o la libertad de cultos. Sin embargo,
la joven república debe enfrentarse a numerosos enemigos:

- El Carlismo: La insurrección que se inicia en 1872 (Tercera Guerra Carlista) se extiende


por el norte de Castellón (Maestrat) y por Cataluña.
- Conflicto cubano: La rebelión se mantendrá hasta que en 1878 se firme la Paz de Zanjón
- División de los republicanos: En el seno del propio republicanismo conviven (o más
bien, se enfrentan) diversas tendencias. Por un lado, parte del republicanismo se
decanta por el federalismo, es decir por conceder cierta autonomía a cada uno de los
territorios que habrían de componer la República Federal Española. Incluso dentro del
federalismo encontramos diferencias entre los benévolos, partidarios de emprender las
reformas desde arriba, y los intransigentes, partidarios de la insurrección, de iniciar la
República desde abajo. Los principales líderes del federalismo serán Pi i Margall y
Figueras. Por otro lado, una parte del republicanismo se decanta por el centralismo: se
trata de los republicanos unitarios, liderados por Emilio Castelar.
- Cantonalismo: Una parte del federalismo, los intransigentes, propugnan la creación de
la Federación pero partiendo desde abajo, es decir, serán primero los territorios (o
incluso las ciudades!) las que declararán su independencia para posteriormente
federarse libremente con el resto de territorios que vertebrarán la futura República
Federal. De esta forma, en numerosas ciudades españolas surgen los cantones,
territorios que declaran su independencia y que no reconocen el poder central. Sus
partidarios provienen, en su mayoría, de las clases medias urbanas y parte del
proletariado: artesanos, comerciantes, asalariados… El caso más paradigmático del
momento es el del cantón de Cartagena. En el territorio valenciano, cabe destacar los
sucesos de Alcoy, en los que se entremezclan el cantonalismo con el movimiento obrero:
en 1873, Alcoy era la sede de la sección española de la AIT; una huelga de los obreros
de la comarca derivará en un enfrentamiento con la autoridad local y con la toma del
poder municipal por parte del proletariado local. Es la conocida como Revolución del
Petróleo (de la que se hizo eco el mismo Engels), que será duramente reprimida por el
ejército.

En Julio de 1873 Pi i Margall se niega a utilizar la fuerza para sofocar los movimientos
cantonalistas y dimite. Le sustituirá Nicolás Salmerón que, con el apoyo militar, aplasta el
movimiento cantonal (excepto el de Cartagena, que resistirá hasta Enero de 1874). Pero tras su
negativa a firmar penas de muerte contra los insurrectos, también dimitirá.

Le sucede Emilio Castelar, líder del sector unitario y más conservador del republicanismo.
Defiende el orden, la autoridad y el gobierno. Durante su breve mandato, consigue reducir el
cantón de Cartagena y gobierna sin las Cortes, de forma autoritaria, apoyándose en gran medida
en el ejército. Pero los diputados más progresistas de su partido proponen una moción de
censura, por lo que se ve obligado a dimitir. Para impedir un gobierno “de izquierdas”, el general
Manuel Pavía da un golpe de Estado y disuelve las Cortes, dando el poder a una coalición de
Unionistas y progresistas, con Serrano al mando, con lo cual se le da un giro todavía más
conservador a la ya agonizante República.

El 29 de Diciembre de 1874 se produce el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto, en


el que se proclama rey a Alfonso de Borbón (el hijo de Isabel II, a partir de ahora, Alfonso XII).
Éste había firmado anteriormente (el 1 de Diciembre) el Manifiesto de Sandhurst (redactado
por Antonio Cánovas del Castillo) en el que presentaba el que sería el programa de su reinado,
basado en la implantación de una monarquía conservadora y católico. Con la coronación de
Alfonso, la República recibe su última estocada y con su caída se cierra la etapa que hemos
llamado Sexenio Democrático, dando paso a un nuevo periodo: la Restauración.

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