La Clase de Filosofía y Su Importancia en La Construcción
La Clase de Filosofía y Su Importancia en La Construcción
La Clase de Filosofía y Su Importancia en La Construcción
”El ser implicado por la conciencia es el de esta mesa, el de este paquete de tabaco, el
de la lámpara, más en general, el ser del mundo”2
1
E.N. ,p.30
2
E.N., p.31
Lo que caracteriza a la conciencia es su permanente emergencia, es decir, su salida
hacia lo que no es. Esto explica la insistencia de Sartre en la necesaria emergencia de la
conciencia hacia lo otro. Sin lo otro que la demanda,
“Sería vano imaginar que la conciencia pudiera existir sin lo dado: sería entonces
conciencia de sí misma como conciencia de nada, es decir, la nada absoluta”3
Del mismo modo que para Husserl, la conciencia para Sartre es un flujo permanente, un
continuo de actos significativos a través de los cuales la conciencia se va
substancializando.
El proceso de substancialización lleva a la construcción del sujeto, del yo.
El “Yo pienso” cartesiano no puede ser de ningún modo anterior a la conciencia. En
todo caso este sería algo para la conciencia, pero no algo de la conciencia.
La conciencia se trasciende por la intencionalidad. Para que sea posible, la
trascendencia de la conciencia hacia algo que no es ella misma, es preciso la existencia
de ese algo.
El objeto trascendente hace posible la trascendencia de la conciencia. Entonces
podríamos preguntarnos qué es la conciencia sin el referente de la no conciencia.
En “El ser y la nada”, el autor plantea:
” La característica del ser de un existente es la de no develarse a sí mismo, en persona,
a la conciencia:…no hay ser que no sea ser en una 4manera de ser y no sea captado a
través de la manera de ser que a la vez lo manifiesta y lo vela”5
La manera de ser refiere al « ser para lo que no soy ». La manera de ser, el ser para…, lo
manifiesta pero lo vela porque cuando es para la conciencia, comienza el proceso de
substancialización de la conciencia y con él, la negación de « lo otro ».
El fenómeno de ser exige un ser transfenomenal. Esto es, hay un ser frente a la
conciencia, diferente de ella y necesario pues la propia intencionalidad de la conciencia
lo reclama. En Descartes la relación del Yo con el mundo es en primera instancia de
caracter gnoseológico, en Sartre dicha relación con el mundo no es gnoseológica sino
ontológica. Se trata más bien de la condición para que haya una ontología.
Otra de las característicasde la conciencia es la espontaneidad.
3
E.N., p. 558
4
Sartre, J.P., Gallimard, Paris, 1940, pp 232.
5
E.N., p. 30
Rechazando las teorías que convirtieron los objetos externos en motivadores de ciertos
estados de conciencia, Sartre invierte los roles.
Para que se produzca la emoción es preciso la espontaneidad de la conciencia que
aprehende el objeto como emotivo. Si esto no fuera así, si las cualidades que
caracterizan a la emoción estuvieran en la conciencia, resultaría contradictorio, ya que
se estaría admitiendo la existencia de contenidos de conciencia.
Como vemos, la conciencia queda definida como puro aparecer emergente y
espontáneo.
Podemos entonces entender a què se refiere cuando habla del vacío de la conciencia.
No posee sustancialidad. Sin la intencionalidad la conciencia no es nada. En todo caso
lo único que la define es el movimiento, el permanente intento de huir de sí hacia lo que
no es, para constituirse.
La unidad de la conciencia es posible a partir del objeto trascendente. Por eso el otro
existe realmente. Necesito del otro para constuir mi yo.
Como ya vimos, la comunicación con el otro no se da, en primera instancia, en el orden
del conocimiento, se da en el orden del ser. En “El ser y la nada”. Sartre afirma” no
debo encontrar en mí razones para creer en la existencia del prójimo, sino que debo
encontrar al prójimo, como no siendo yo” 6
Dicho de otro modo el encuentro del otro implica mi propia nihilización. Sin embargo,
de no existir el otro, no existo yo. Aquí notamos una paradoja, ya que parecería que el
aparecer propio de la conciencia es un desaparecer. Aparezco como objeto para el otro,
en tanto el otro aparece como objeto para mí.
Para que se produzca la aparición del ser-para sí, en otras palabras de la conciencia de
mí mismo, es preciso que antes se dé el ser-para-otro.
La presencia del otro frente a mí, como lo que es y lo que no soy yo es condición de la
posibilidad de mi autoconocimiento. No es posible el para sì, si no media el proceso de
nihilizaciòn frente al en- sì, que no es yo.
El en-sì que se me opone, es condiciòn de mi para-sì.
El otro se constituye en algún sentido como el testigo exterior de mi conciencia. En ese
sentido podría interpretarse la afirmación sartreana “El infierno son los otros”.
Tal vez en este sentido podríamos interpretar las afirmaciones de Sartre en El ser y la
nada,
” el otro o prójimo no es una posibilidad sino que existe realmente y es coautor de mi
propia existencia individual....”7
En tanto que en Descartes no está planteado un problema de naturaleza ontológica con
respecto al alma o espíritu, y la problemática que aborda es de caracter gnoseológico,
para Sartre, el problema fundamental es ontológico. Lo que sea la conciencia depende
del objeto intencionado, de lo que no es ella para luego llegar a ser.
La problemática gnoseológica aparecerá luego, cuando se produzca el pasaje de la
conciencia prereflexiva a la conciencia reflexiva. Recién en este último nivel aparecería
el pensamiento, como resultado de la nihilización del objeto intencional que cede su
lugar a la conciencia de conciencia.
A partir de ahora me interesaría reflexionar con ustedes sobre la clase de Filosofía
enmarcada en estos contextos.
Si nos ubicamos en el contexto del paradigma cartesiano, partimos de la convicción de
que somos sujetos, que poseemos un yo con determinadas características y que nuestro
rol en el aula consiste en tratar de conocer al otro y tratar de brindarle las herramientas
para que logre desarrollar un pensamiento crítico, que problematice y que logre
desarrollar un pensamiento autónomo.
El alumno es un sujeto que posee a su vez un yo con determinados atributos. Tal vez no
nos cuestionemos demasiado si el contexto de la clase de Filosofía puede constituir un
ámbito que favorezca además el desarrollo personal. Sin embargo la clase de Filosofía
presenta particularidades que no son propias de cualquier otra disciplina.
La relación dialógica que se instala en la clase es propicia para que surjan inquietudes y
cuestionamientos que desbordan el ámbito meramente cognitivo. Si estamos
convencidos de que hacer Filosofía es simplemente instruir a los alumnos sobre el
empleo de determinados instrumentos como la problematización, la argumentación, el
planteo de hipótesis, y un recorrido por la Historia de la Filosofía, entonces la tarea no
pasará más allá del plano cognitivo.
Si por el contrario consideramos que somos todos un conjunto de potencialidades a
desarrollar y que la clase de Filosofía es un contexto privilegiado para el desarrollo de
dichas potencialidades, entonces la ontología atraviesa todo el campo de la relación
didáctica.
6
E.N., pp.308-309
7
E.N,. p.
Lo que pretendemos decir con esto es que si no nos consideramos sujetos acabados sino
a construir, los alumnos constituyen los otros fundamentales para dicha construcción.
Del mismo modo nosotros somos sus otros para su propia construcción.
Muchas veces perdemos de vista que el alumno es una persona. Muchas veces también
persona, desaparecemos nosotros como personas y sólo resta un actor que se luce
exponiendo su repertorio.
Estar presente como persona real implica en mi interior la total convicción de que la
otra persona real tiene cosas que decir y que las mismas son importantes para ella y para
Para que esto sea posible es necesario que yo adopte una actitud positiva hacia el otro.
Adoptar dicha actitud puede entenderse como alcanzar la Empatía. Es decir, penetrar en
Es a partir del logro de estas condiciones que podemos comenzar a caminar juntos. Se
principio, el otro, el alumno. Pero luego hasta se podría llegar a afirmar que ya no existe
un centro sino un lugar común, habitado por personas que pueden comenzar a recorrer
búsqueda conjunta.
Me tomaré la libertad de citar palabras del hace poco tiempo fallecido y tan valioso
en las clases de filosofía. Tal como afirma el Profesor Rabossi, no existe “un cuerpo de
pueda considerarse como filosofía. Es por eso preciso que como profesionales sepamos
que nuestra función debe consistir en centrarnos en los alumnos y, partiendo de los
los alumnos herramientas para que puedan someter a crítica sus saberes y para que sean
sujetos creativos.
Tal vez sea importante realizar algunas precisiones con respecto al concepto de
8
Rabossi, Eduardo; “Enseñar filosofía y aprender a filosofar: nuevas reflexiones” en La Filosofía y el
filosofar; Centro Editor de América Latina; Bs.As., 1993
BIBLIOGRAFÍA
Obiols, G.; Rabossi, E.; La Filosofía y el filosofar, Centro Editor de América Latina;
Rogers, CR.; La persona como centro; Ed. Herder; Barcelona, España; 1981
9
José, Elena Teresa; “Educación y pensamiento crítico”, en La enseñanza de la Filosofía en Debate, Ed.
Novedades Educativas; Bs.As., 2000