Ecob,+39829 50496 1 CE
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º 13
Cristina SANTINELLI
Nos encontramos con un libro que reúne dos importantes trabajos de Vittorio Morfino
donde se continúa su proyecto de construcción de un nuevo materialismo a partir del círcu-
lo hermenéutico que conecta a Espinosa con Althusser o que contempla la obra de Espinosa
desde la problemática althusseriana. Las dos tesis del libro son: que en Espinosa se puede
encontrar una ontología de las relaciones que supone un primado de la estructura sobre sus
elementos, en consonancia con las tesis althusserianas de los años sesenta y sesenta, y que
se da en Espinosa el primado del encuentro (contingente) sobre la forma, en consonancia
con el materialismo aleatorio o materialismo del encuentro que Althusser desarrolló en los
años ochenta.
Respecto a la cuestión de la relación, Morfino parte de la prohibición aristotélica de
pensar la substancia como relación, el respeto de dicha prohibición por parte de Locke y
Leibniz y su olvido por Kant y Hegel. Para Morfino se trata de establecer una ontología de
las relaciones que no sea idealista ni teleológica y para ello parte de la obra de Enzo Paci,
fenomenólogo y marxista italiano que se esforzó por construir una filosofía relacional no
idealista que excluye la identidad cerrada del universo y concibe la relación como abierta,
lo que permite una ética relacionista basada en que el individuo puede organizar los ele-
mentos del mundo a través de nuevas relaciones. Paci pasa de la noción de sustancia como
lo que está en sí a la noción de acontecimiento como aquello que existe por otro y en rela-
ción a otro.
Morfino se pregunta por el estatuto de la relación en la obra espinosiana y constata pri-
mero su estatuto mental y su cercanía a las denominaciones extrínsecas. Mientras que las
propiedades remiten a la interioridad de una esencia, la relación se refiere a la exterioridad
de una existencia. Pero es en el tratamiento de las pasiones donde Morfino descubre la
importancia de la relación en la obra de Espinosa. Partiendo de la traducción de la locución
“passionibus obnoxious” como “atravesado por las pasiones”, Morfino constata que las
pasiones no serían tanto propiedades de una naturaleza humana genérica sino más bien rela-
ciones que atraviesan al individuo constituyendo su imagen de sí y del mundo. El individuo
en Espinosa no sería una esencia ni un sujeto sino la relación entre un exterior y un interior
que se constituye mediante las relaciones que establece con los demás individuos y cosas
exteriores. Vemos, pues, como se pasa de una noción de relación como mero ente de razón
a una noción constituyente de relación, ya que las pasiones son relaciones que constituyen
tanto el individuo aislado como el individuo social que es la multitud a través de la prácti-
ca. Retomando la distinción de Leibniz entre las relaciones de comparación y las relaciones
de concurso, Morfino dice que en Espinosa las relaciones entendidas como conveniencias
son entes de razón, pero las relaciones entendidas como concurso son constitutivas en el
plano ontológico.
Una ontología de la relación exige revisar la noción misma de ontología que ya no
puede ser una filosofía primera sino que es siempre una filosofía segunda que tiene que ser
pensada siempre en el abismo de lo aleatorio, en el marco de una filosofía del encuentro y
de la contingencia que lejos de ser una filosofia primera es precisamente su interdicción
metodológica, en palabras de Morfino.
El segundo trabajo se basa en la noción althusseriana de un materialismo aleatorio y de
la contingencia que supone el primado del encuentro sobre la forma, sin abandonar la idea
del primado de la relación (estructural) sobre los elementos, lo que supone que el materia-
lismo aleatorio tiene que ser pensado sin renunciar al racionalismo estructuralista. Partiendo
de la idea marxista, pasada por Althusser, del primado de la lucha de clases sobre las clases
en conflicto, es decir, del primado de la relación sobre los elementos relacionados, la cues-
tión es si este primado conduce a un teleologismo o a una toma en consideración del azar y
la contingencia. Frente a la armonía preestablecida leibniziana y la astucia de la razón hege-
liana que ponen la relacionalidad al servicio de una teleología, Marx despliega un modelo
que no es mecanicista ni orgánico sino un modelo basado en la causalidad inmanente espi-
nosiana, sin conciencia clara de este apoyo metodológico.
El materialismo aleatorio que Althusser esboza en los años ochenta es un materialismo
de la lluvia (epicúrea), la desviación, el encuentro y la consistencia de los átomos que cho-
can entre sí. Para que un ser sea, es preciso que un encuentro haya tenido lugar; y cada
encuentro es el resultado aleatorio del encuentro de series causales entre las que se estable-
ce cierta afinidad. Cada encuentro es aleatorio tanto en sus orígenes como en sus efectos, lo
que impide cualquier teleología finalista. En Althusser confluirían dos lluvias: la lluvia epi-
cúrea de los átomos en el vacío y la lluvia del paralelismo entre los atributos infinitos de
Espinosa. Frente a Aristóteles que defiende el primado del intelecto y la naturaleza sobre el
azar y la fortuna, en el materialismo aleatorio las formas son el resultado de la combinación
exitosa de diferentes causalidades necesarias que producen una organización que perdura.
Hay, pues, un primado del encuentro sobre la forma, ya que ésta es el producto de uno o más
encuentros exitosos. La contingencia no es aquí una excepción de la causalidad, como en
Aristóteles, sino que la necesidad es el resultado del devenir necesario de los encuentros
contingentes. Para esta consideración Althusser utiliza a Darwin contra Hegel al considerar
que las formas naturales emergen como resultado del encuentro complejo de un número muy
amplio de elementos constituyentes. El mundo de las formas naturales es el resultado del
entrelazamiento de diversas necesidades aleatorias, carentes de un proyecto definido o telos.
Concluimos recomendando la lectura de este interesante libro que desarrolla un mate-
rialismo aleatorio y relacional que tiene en Espinosa, Darwin, Marx y Althusser sus hitos
más sobresalientes y que puede ser un útil antídoto contra los diversos tipos de espiritualis-
mos y misticismos tan extendidos actualmente.
El libro es una excelente síntesis del entorno kabbalístico y filosemita que rodeó la vida
de Leibniz, sobre todo del último Leibniz. La autora conoce de primera mano la tradición
judía, que ya ha estudiado en textos anteriores, y ha redactado aquí un pequeño libro muy
bien informado, que contiene, tanto en el cuerpo del texto como en la bibliografía final, las
fuentes principales para el conocimiento de la época. Añadiría, incluso, que para los tradi-
cionales lectores de Leibniz constituye una perspectiva poco frecuentada y, sin embargo,
importante para la comprensión cabal del pensamiento del filósofo.
Desde sus juveniles contactos con los movimientos underground del continente, todos
ellos influidos por rosacruces, herméticos, teólogos de todo signo, alquimistas y los así lla-
mados kabbalistas cristianos, pasando por sus posteriores conversaciones en Sulzbach con
Christian Knorr von Rosenroth, editor de la Kabbalah Denudata, y su amistad y colabora-
ción con F. M. van Helmont…, hasta la redacción de sus Animadversiones in G. Wachterii
‘Elucidarius Cabalisticus’, Leibniz estuvo siempre muy atento a todo aquello que la tradi-
ción judeo-kabbalística podía ofrecer a su visión del mundo. Merece, pues, un lugar desta-
cado un libro que explora, aunque sólo sea, un pequeño rincón de estas divagaciones del
filósofo de Hannover: la convulsa biografía de Johann Peter Spaeth, el converso “Moses
Germanus”, que permitió a Leibniz volver de manera más directa sobre algunas de sus
divergencias con Spinoza.
La autora nos ofrece en la Introducción una visión general de la Kábbalah (de las
Kábbalahs) y del complejo panorama filosófico y religioso en que ésta se movía.
Conversiones en uno y otro sentido, represiones e intolerancia por parte de las autoridades
religiosas y políticas, confusión acerca del sentido de los textos bíblicos y su interpretación.