Spinoza II
Spinoza II
Spinoza II
SPINOZA
II
INTRODUCCION
juicio sobre Spinoza. El punto de vista de Harry Austryn Wolfson. Las influencias históricas y
de una filosofía con los elementos que la integran, con esos ingredientes que mediante el
contestado con criterios diversos y aun contradictorios. Autores hay para quienes toda
esta concepción, la obra del filósofo consistiría sobre todo en la organización personal
de materiales que no son producto mental suyo. Hay quienes, sin sostener un punto de
vista opuesto, atribuyen al filósofo algo más que una mera combinación individual e
estas opiniones está la de la plena originalidad de toda creación filosófica, en la que los
Entre estos tres criterios cabe enunciar los de matiz intermedio. En los tratados de
como si unas derivasen de las otras, como si corrigiesen y completasen a las otras; en
cambio, los estudios particulares sobre autores determinados subrayan en mayor medida
incidiendo en un problema cuya solución equivale nada menos que a pronunciarse sobre
esta cuestión plenamente. Ella supone una previa definición de la naturaleza del
sobre el arduo problema de la índole del genio, a la vez que sobre sus peculiaridades en
él o contemporáneas a él.
reflexión sobre lo expuesto por dos autores que, precisamente, han tratado de la
espinociana.
a la vez qué debiéramos en verdad buscar en él. Nuestra actitud frente a un sistema de
procuramos comprobar en qué medida las distintas dependencias del edificio ofrecen
espacio suficiente para albergar los diversos problemas que preocupan al filósofo. Al
momento siguiente, apreciamos ya la obra en que fijamos nuestra atención con una
procedencia de los materiales, a una pulcra labor erudita de exploración de las fuentes
intelectuales, remotas o cercanas, en que esa filosofía ha bebido tal o cual idea;
investigamos de dónde ha extraído éste o aquel argumento. Pero –nos advierte Bergson-
este método con que acostumbramos apreciar la obra del filósofo no es el adecuado a la
realidad de lo que la filosofía es. Según el pensador francés, cuando nos esmeramos en
saber qué ha hecho un filósofo, sin dejarnos llevar por las apariencias de su sistema,
descubrimos que, en todo lo que ha dicho, en todo lo que ha escrito, solo ha expresado
una cosa única, un único algo que ha visto con su espíritu, en un ver que más fue
filósofo escriba. Quizás modifique las palabras con que irá exponiendo aquello que
afirma, porque las palabras, por su naturaleza conceptual, no se prestan fielmente a la
traducción de ese ver que más era un palpar. Por ello, la expresión del filósofo es
de la creación filosófica que recuerda a su imagen de la vida misma: “Un filósofo digno
de ese nombre nunca ha dicho más que una sola cosa; y, todavía, más ha procurado
decirla de lo que verdaderamente la ha dicho. Y si no ha dicho más que una sola cosa, es
porque no ha visto más que un solo punto; y aún fue ése más un contacto que una visión;
movimiento, que es como cierto remolino de forma particular, solo se hace visible a
nuestros ojos por lo que ha removido en su camino, no es menos verdad que también
hubieran podido levantarse otros polvos y el remolino habría sido el mismo” 1. Tal la
servirse de ideas hechas; y, si por ello apareciera como emparentado con pensamientos
confundirse con los trozos de papel que levanta a su paso, aunque el movimiento de esos
trozos sea el modo en que a primera vista se nos hace presente. Detrás de ellos está lo
dos ejemplos para demostrar su tesis. Uno de ellos era Spinoza. He aquí cómo juzga la
Ética: “...no conozco nada más instructivo que el contraste entre la forma y el fondo de
un libro como la Ética: de un lado, esas cosas enormes que se llaman la Substancia, el
de admiración y de terror como ante un acorazado del tipo Dreadnought; del otro, algo
sutil, muy ligero, casi aéreo, que huye cuando uno se le acerca, pero que no se puede
mirar, ni de lejos, sin tornarse incapaz de continuar atado a lo demás, aun a lo que pasa
1
Henri Bergson en L’intuition philosophique, pág. 141, de la colección de ensayos La pensée et le
mouvant, 4ª ed. Alcan, Paris, 1934.
por capital, aun a la distinción entre la Substancia y el Atributo, aun a la dualidad del
intuición que ninguna fórmula, por simple que fuese, será bastante simple para expresar.
coincidencia entre el acto por el cual nuestro espíritu conoce perfectamente la verdad y
único allí donde al principio había visto los dos movimientos inversos de ida y vuelta,
por brusca supresión del tiempo, que el retorno sea una ida. Cuanto más nos
remontamos hacia esta intuición original, comprendemos mejor que si Spinoza hubiera
vivido antes de Descartes, sin duda habría escrito algo muy distinto de lo que escribió,
espinocismo”.
De lo dicho fluye que para Bergson la forma de la obra de Spinoza es cosa dependiente
espinociana, en cambio, nada tiene que reconocer como deuda a Descartes ni a ningún
otro autor.
expone con toda precisión: “Al discutir una vez con un grupo de amigos la importancia
se me ocurrió observar que los filósofos, después de todo, ven el universo que tratan de
explicar como ya interpretado en libros, con la única posible excepción, quizás, del
primer filósofo recordado, y ése todo lo que pudo ver fue el agua. - ¿Y Spinoza?, dijo,
desafiante, uno de los que me escuchaban. ¿Fue él también un filósofo libresco? Sin
vacilar acepté el desafío. - También Spinoza –dije. Si recortáramos en trozos de papel
toda la literatura filosófica que le era asequible, los lanzáramos al aire y los dejáramos
caer al suelo, podríamos reconstruir su Ética con esos dispersos trozos de papel”. Con
estas palabras comienza Harry Austryn Wolfson el primer capítulo de su obra sobre la
filosofía de Spinoza2.
Refiere a continuación que, al querer recomponer la Ética con esos fragmentos dispersos
halla ante un rompecabezas: “Supongamos que tenemos una caja de piezas con las que
hemos de construir cierta figura; pero las piezas contenidas en la caja son más que las
que pueden usarse, y de entre ellas debemos elegir solo las necesarias para nuestro
propósito. Además, no todas las piezas se adaptan entre sí y han de ser remodeladas.
Finalmente, faltan muchas piezas necesarias y hemos de suplirlas por nosotros mismos.
Pero, para vencer todas estas dificultades, tenemos un esbozo del cuadro que hemos de
filosofía tradicional, sino que es producto de una crítica, y, como esta crítica no siempre
formaron un cuadro diseñado con los rasgos salientes de la filosofía tradicional. Wolfson
piensa que Spinoza elaboró su propia doctrina remodelando piezas de esa filosofía, y por
ese motivo cree que para examinar la Ética, para estudiarla, hemos de proveernos de un
compactos volúmenes que Wolfson ha dedicado al filósofo. Solo nos interesa subrayar
que, según él, “en el pensamiento, como en la Naturaleza, no hay creación de la nada
absoluta, ni hay tampoco saltos”. Fácilmente se advierte cuán distinto, más aún, cuán
que la oposición es menos rotunda de lo que parece, que tanto en Bergson como en
2
Harry Austryn Wolfson: The Philosophy of Spinoza. Harvard University Press, Cambridge,
Massachussets, 1934.
Wolfson nos encontramos con razones que atenúan en seguida el rigor del antagonismo.
Bergson no puede menos que referirse a los alejandrinos cuando comenta lo esencial en
origen cartesiano. Pero hay algo más. En el último capítulo de La Evolución Creadora,
indica: “No es que desconozcamos los tesoros de originalidad que encierra; ambos
volcaron en ellas el contenido de sus almas enriquecidas por las invenciones de su genio
y las conquistas del espíritu moderno; en ambos, sobre todo en Spinoza, hay como un
impulso de intuición que hace crujir todo el sistema. Pero si se elimina de las dos
través del mecanismo cartesiano, es decir, que se halla uno en presencia de una
que en su antes mencionado ensayo. Para explicar luego el sentido de las filosofías de
Spinoza y de Leibniz enuncia los rasgos que definen la ciencia de su tiempo. La idea
inspiradora de la ciencia moderna era aislar, en el seno del universo, sistemas de puntos
calculársela para cualquier momento. Los sistemas así definidos eran los únicos que la
nueva ciencia podía aceptar, y como a priori no cabría decir si un sistema dado
satisfacía o no la condición exigida, era útil proceder siempre y en todas partes como si
ello, convirtió una regla general de método en ley fundamental de las cosas. Fruto de
esta modalidad intelectual fue la concepción del mecanismo universal. Por ser inherente
todos los momentos del universo, hubo de hallarse la razón del mecanismo en la unidad
los fenómenos sucesivos en el tiempo expresaba simplemente que el todo del ser está
dado en lo eterno.
la explica como resultado de la ciencia del siglo XVII. Reconoce la viviente originalidad
que no fue solo de Spinoza. Diríase que Spinoza sirve ahora a Bergson, no como prueba
filosofía, que, si bien es de él, tenía en común con otras más de un rasgo fundamental.
Después de referirse a la imprecisión habitual de los filósofos, agrega: “En otro tiempo
una doctrina nos había parecido ser excepción, y fue probablemente porque estábamos
huella de las cosas y a modelarse sobre el detalle de los hechos. Sin duda, buscaba
primeros principios. Pero esta debilidad nos parecía obedecer a que el autor,
fuimos conducidos ante la idea de tiempo. Allí una sorpresa nos esperaba”. Esta
sorpresa fue el punto de partida de la filosofía de Bergson. ¿No equivale eso, acaso, a la
cerrada” a la “moral abierta”. Es verdad que no quiere usar las palabras de Spinoza en
su sentido originario, pero las emplea en tal sentido mucho más de lo que cree: “Al
naturaleza, pera no con toda naturaleza. Se podría decir, apartando de sus sentidos las
expresiones espinocistas, que nos separamos de la naturaleza naturada sólo para volver
hay una metafísica que guarda similitud con la metafísica de Spinoza en cuanto ambas
filosofía y con el ejemplo de la filosofía misma de Spinoza. En las pocas páginas que
con la ciencia moderna. Doble parentesco que también han señalado estudiosos de la
filosofía espinociana, poco inclinados a aceptar una opinión como esa para la cual el
autor de La intuición filosófica creía hallar en Spinoza una prueba no menos ilustrativa
que ilustre.
realidad mucho menos terminante de lo que se podía creer por sus primeras líneas.
Wolfson pretendía componer la filosofía de Spinoza con trozos de otras filosofías y solo
creía necesario poner de su parte la crítica implícita en los textos del filósofo. Pero en el
último capítulo de su obra no puede dejar de señalar “lo que es nuevo en Spinoza”. Para
a él plenamente. Había una ruptura en alguna parte de esa unidad. El hombre era
estableciendo así su unidad. De este modo indica Wolfson el aporte personal de Spinoza
través de Giordano Bruno, el pensamiento de que una única sustancia forma el cosmos.
ocupa como mera sistematización de ideas de autores precedentes. Hay algo en Spinoza
Nos encontramos, pues, con que la opinión que Bergson expuso en La intuición filosófica
halla contradicha en textos del propio Bergson. A la luz de ellos resulta tan inaceptable
como la tesis de Wolfson presentada al comienzo de su libro, tesis que el mismo Wolfson
filósofo una originalidad total; hay en él mucho más que una sistematización nueva de
crítica en nuestro filósofo: Bergson, porque supone que ella es propia de todo creador
filosófico; Wolfson, porque piensa que debajo de las afirmaciones de Spinoza está
enunciado claramente.
creación; admitiremos que en esta última hay una selección: rechazo de lo que el filósofo
verdad por él descubierta, verdad que juzgará como tal, en parte al menos, en virtud de
esos argumentos, Esta verdad suya, ¿es obra de una intuición, es hallazgo de la
reflexión? Queden estas preguntas sin respuesta. Por nuestra parte, sin pronunciarnos
Agudas discrepancias se han puesto de manifiesto en los autores que han querido buscar
la filiación de sus ideas, el origen de uno u otro de sus conceptos. De la extensa historia
que se podría escribir de las diversas genealogías enunciadas, solo haremos un relato
doctrina de Spinoza.
Antes de iniciar la tarea que nos hemos impuesto en este segundo tomo, queremos
Spinoza. Hemos comprobado que Spinoza, cuando joven, más aún, desde niño, recibió
una instrucción religiosa judía. En sus años de escolar y después de ellos conoció a
hemos comprobado que desde joven entró en contacto con la cultura peculiar de su
tiempo. En las primeras cartas de su epistolario se nos muestra conocedor de las ideas
filosóficas y científicas del siglo XVII. Apenas llegado a la madurez lo vemos enunciando
haremos como quien narra un hecho de su vida, sino en función de la doctrina que creó.
Este tomo es, así, el natural intermediario entre la crónica de los días de Spinoza y el
siguiente, que será de exposición y análisis de su obra. Aquí nos detenemos en los
estudios de Spinoza y en sus lecturas como elementos de juicio para la investigación de
las fuentes probables de su filosofía. Si como algo ya constituido, ella se nos muestra con
tiempo en que vivió no pueden ser dejados de lado. Este estudio de los factores
puede ofrecer conclusiones de certeza absoluta. Sólo el mismo Spinoza pudo haber sido
confidente veraz de lo que aquí nos proponemos investigar con la ayuda de no pocos
único que ha dicho es que fue la preocupación moral la que le llevó a filosofar. Si llegó a
preguntarse qué es la verdad, fue porque le interesaba saber cuál es el mayor bien. Y
porque así fue, puso el nombre de Ética al libro máximo en que expuso su visión de Dios,
Dos aspectos distintos presenta la obra de Spinoza: las ideas metafísicas, morales,
gnoseológicas y psicológicas, por una parte, y, por la otra, las ideas sobre el contenido y
el sentido de la Escritura, sobre la organización del Estado, sobre las Iglesias. La Ética y
los libros más representativos de uno y otro aspecto de su labor. En una carta que hemos
reproducido en el 1er. tomo, el mismo Spinoza establece lo que se podría calificar como
enlace entre ambos. Pero se trata de dos libros distintos, tanto por la forma de la
exposición como por los asuntos de que tratan. Diríase que la Ética se dirige al lector
religiosa y la vida del Estado, como un libro en que la metafísica de Spinoza halla
bíblica. El lector encontrará justificado que dediquemos mayor espacio a la primera que
una descripción suficientemente amplia como para que resulte superfluo insistir en la
Con el fin de dar sentido a lo que desarrollamos en este tomo hemos creído oportuno
enunciar algo del pensamiento de Spinoza. En todo caso, ese muy sumario esbozo no
afecta al plan ya trazado de la presente obra, cuyo tercer tomo estará dedicado a la
Debemos aún hacer una última advertencia al lector. Este volumen lleva el título La
época de Baruj Spinoza. El título solo responde a una parte de lo que el presente
volumen quiere ser. Por su contenido debiera llamarse más bien “La formación
obra. Creemos conveniente hacerlo así para evitar en los tomos sucesivos repeticiones
CAPITULO I
de Spinoza. La sustancia. Los atributos. Conocimiento y ser. Libertad y necesidad. La virtud suprema.
hemos de estudiar sus antecedentes y las influencias que actuaron en ellas. Pero el
generación, una vez que se nos aparece como algo ya concluido y de creación
Hemos optado por exponer las influencias en Spinoza antes de hacer la exposición
oportuno hacer aquí una rápida reseña del pensamiento espinociano tal como se
consistencia a este segundo tomo de nuestro Spinoza y presentar al lector una noción
sumaria del contenido de la creación intelectual del gran pensador. En esta síntesis de las
lo que a esta última se refiere, nos atendremos solamente a algunas de sus ideas.
sustancia infinita que está fuera del mundo. Éste, a su vez, consistiría, para él, de dos
sustancias finitas, espíritu y materia, de las que la primera sería un puro pensamiento,
susceptible del más ínfimo proceso psíquico. Para Descartes, las dos sustancias finitas
eran a tal punto distintas entre sí, que no cabía que una de ellas pudiese ejercer acción
sobre la otra. Así lo había enseñado la pura razón, mas otra cosa mostraba la experiencia
interrogante. Para responder a él, formuló Descartes la tesis de que a Dios se debía el
milagro de que en el hombre pudiese haber tal acción recíproca. ¿Era aceptable esta
solución? ¿Se ajustaba a la máxima de las ideas claras y distintas? Abundantes objeciones
obra más de una vez de la tesis cartesiana sobre la relación de alma y cuerpo. Es, sobre
vinculación de alma y cuerpo, dice: “No me puedo sorprender bastante de que este
filósofo, que ha tomado por regla el extraer conclusiones sólo de principios evidentes por
sí mismos, el no afirmar nada de que no tenga una concepción clara y distinta, y que,
además, reprocha tan a menudo a la Escuela el explicar las cosas oscuras por las
cualidades ocultas, se contente con una hipótesis más oculta que las mismas cualidades
ocultas. ¿Qué entiende -pregunto- por la unión del alma y el cuerpo? ¿Qué idea clara y
extensión? ¡Si por lo menos hubiese explicado esta unión por la causa próxima! Pero en
su filosofía la distinción entre el alma y el cuerpo es tan radical que no ha podido asignar
una causa particular ni a esa unión ni al alma misma, y ha debido forzosamente recurrir a
Ciertamente, la solución que el filósofo francés dio al problema de la relación de las dos
sustancias finitas, solución que no se atiene a las exigencias de su propio método,
verdadera causa última de cuanto ocurre es Dios. El espíritu no es capaz de ejercer acción
sobre el cuerpo, ni cabe acción del cuerpo sobre el espíritu, pero Dios puede actuar sobre
ambos. De esto último extraían los ocasionalistas una explicación para lo que en el
la una sobre la otra, no directamente, sino por la mediación de Dios. O, dicho con
sus aulas sobre temas de filosofía; pero hubo de abandonar esta enseñanza para
privados, menos concurridos que los de Lovaina. En 1660 publicó Saturnalia seu
fundamentalis suis, a quibus hactenus collapsa fuerat, restituta. Tres años más tarde
publicó la primera parte de su γνώθι σεαυτόυ sive Ethica, que apareció en su texto
primer término en claro por qué no cabe admitir que nuestra voluntad actúe sobre el
cuerpo y que éste pueda actuar sobre nuestra alma. Si tal acción existiera, la
nuestro brazo, por ejemplo. Nuestro pensamiento quiere que el brazo se levante y
en acto, e idéntica cosa acontece con la acción que sobre nosotros ejerce el mundo
en el mundo físico tiene una causa material, y también los movimientos de nuestro
que es una sola en el mundo todo. De ahí fluye que la vida de nuestra alma habría de
sustancia espiritual. No puedo ser autor de una acción de la que no tengo conciencia,
por mediación del cuerpo sucede algo en el alma, no puede el cuerpo ser la causa
productora de ello, sino sólo la causa instrumental; sería erróneo suponerlo “causa
efficiens” pues sólo es “causa occasionalis”. Una legítima inferencia surge de le que
interviene la tercera sustancia, la infinita, Dios, que da lugar a que se produzca esta
haber entre ellos acción recíproca; son independientes y sólo han de hallarse ligados
por una actividad que no es obra de la una ni del otro. No hay actividad sin voluntad,
y si por una obramos, es ella ajena a nosotros: es la voluntad de Dios. Gueulincx
concibe a Dios como una voluntad omnipotente. Además, Dios es quien impone en
nuestra voluntad. Ellas se deben a Dios, ser pensante, espíritu, causa de sí mismo y
cada instante sostiene tanto la sustancia material como la espiritual. Dios es, en todo
tanto las modificaciones de la sustancia espiritual como las de la material, y, por eso,
nada hay de milagroso en que a cada momento concuerden entre sí armónicamente los
dos mundos. En uno y otro sucede lo que necesariamente ha de suceder por obra de Dios.
Éstas son algunas de las ideas de Gueulincx. El análisis minucioso descubre ciertamente
Aunque Malebranche es posterior a Gueulincx, los libros de ambos son más o menos
forma casual.
Diez años examinó los textos de Descartes y al cabo de ellos publicó, en 1674, De la
recherche de la vérité, obra que dio fama a su autor y fue motivo de serias controversias.
Malebranche se ocupa del mismo problema que Gueulincx; también él afronta la cuestión
de la relación de alma y cuerpo, pero lo hace sobre todo desde el punto de vista
el mundo exterior, y contesta que tanto las almas (espirituales) como los cuerpos
(materiales) no están fuera de Dios, sino en él. Según esta concepción -panenteísmo-
también se hallan en Dios las ideas sobre el mundo exterior a nosotros, ideas que nuestra
alma percibe por estar ella igualmente en Dios. Ahí halla el punto de partida de su crítica
severa a la concepción cartesiana de las ideas. Llamamos “innatas” a las ideas claras y
nítidamente las ideas de Dios. Cuando las ideas no tienen esta claridad, decimos que nos
llegan del mundo exterior. Creemos, entonces, hallarnos ante un mundo de colores y
oímos sus sonidos, porque no percibimos las ideas exactas de Dios sobre el mundo, sino
proceso que ocurre en nosotros sin nuestra voluntad. Sus opiniones sobre la visión en
creado un doble dualismo: primero, la oposición entre Dios y mundo; luego, entre
cartesiana, habían avanzado en dirección a una unidad en la que Dios y mundo, espíritu y
materia, alma y cuerpo, serían una sola cosa. Habían avanzado por este camino, pero sin
llegar al punto terminal. ¿Influyeron en la filosofía de Spinoza las obras que exponían la
ninguna figura en la nómina de los libros que se conocen de la biblioteca del filósofo 3.
Descartes había abarcado todo el mundo corporal con la sola idea de materia y
3
Kuno Fischer, en el tercer capítulo del segundo volumen de su Geschichte der neueren Philosophie,
cuarta ed. Heidelberg, 1898, da a entender que Spinoza tomó el título de su Ética de la obra
homónima de Gueulincx. No trae argumentos en favor de esta suposición.
movimiento. Gueulincx hizo de él una sola y universal sustancia material, y a la vez
redujo todas las almas particulares a una sola sustancia espiritual. Malebranche acercó
estas dos sustancias a Dios, incluyéndolas, por así decirlo, en él. Estaba abierta la ruta a la
fusión de esas tres entidades en una sola. Había que dar un último paso, el más audaz y el
más difícil. Spinoza lo dio gracias a otros factores espirituales que actuaron en él. De
ellos precisamente trata el presente volumen. Suponer que Spinoza, en su proceso mental,
pasó por lo que llamaríamos una etapa ocasionalista, importaría sostener implícitamente
la tesis de que su doctrina es producto exclusivo de una meditación sobre Descartes, tesis
entendimiento Spinoza ya enuncia este criterio. En las matemáticas, una vez que se ha
admitir como verdaderos. Tales teoremas no sólo son verdades para la razón, sino que
realizar esta investigación ha de comprobar antes qué son Dios, el mundo y el hombre y
Para Spinoza todo lo que hay es, bien una substancia, es decir, algo que contiene ciertas
filósofo indica con precisión el sentido de los tres vocablos. Para Descartes, substancia es
“algo que es por sí mismo y no necesita de cosa alguna para su existencia”. Spinoza juzga
encontramos la verdad del ser. Por eso Spinoza corrige a Descartes y define la
substancia: “Por substancia entiendo aquello que es en sí mismo y que puede ser pensado
en sí mismo. Es decir, algo cuyo concepto no necesita del concepto de otra cosa por el
La primera parte de la Ética contiene las inferencias de esta definición. Spinoza razona:
Una sustancia ha de ser ilimitada porque admitir que tiene algún límite importa aceptar
que hay algo que la limita, esto es, que para comprender plenamente el concepto de la
substancia se ha de acudir al concepto de esa otra cosa que la limita y que está fuera de
ella. Y, en este caso, la sustancia ya no será una sustancia, pues el pensarla, según la
definición, no ha de requerir tal ayuda. Que la sustancia sea ilimitada, significa que es
infinita, pues no puede haber cosa que de alguna manera le ponga fin. Su ser infinito nos
admitamos por un instante que hubiera más de una, por ejemplo, dos substancias
infinitas. ¿Qué habría de ocurrir? Si son completamente idénticas en todo, entonces, ¿en
qué consistiría la dualidad? Idénticas en cuanto las pensamos, serían idénticas también en
su ser, serían una sola. Si difieren en algo, entonces una de las substancias contiene cierto
atributo que falta en la otra, y, en tal caso, para pensar en una de ellas, debiéramos pensar
en lo que, faltándole, hay en la otra. Es decir, que para esa sustancia ya no nos bastaría
con sólo pensar en ella. Fluye la conclusión de que no puede haber más que una sola
substancia.
¿Qué es esa sustancia única? Para saberlo, debemos indagar cuáles son sus atributos. “Por
atributo, dice Spinoza, entiendo aquello que el intelecto percibe como constituyendo la
esencia de una sustancia”. Si sólo hay una única sustancia infinita, debo admitir que ella
tiene un número infinito de atributos, pues el aceptar que carezca de alguno, significaría a
la vez aceptar que está limitada en algo, y, por lo tanto, contra el concepto de sustancia,
al pensarla, habría que pensar en una cosa distinta de ella. Si el número de atributos de la
sustancia única, con infinitos atributos que expresan su esencia. De los infinitos atributos
que se encuentra fuera de Dios; para Spinoza, la extensión es un atributo que expresa
es atributo de una sustancia espiritual que se encuentre fuera de Dios y sea distinta
de Dios, sino que es igualmente un atributo de ese Dios. Descartes había creído que
la sustancia pensante y la extensa no existían por sí, sino que eran producidas por la
sustancia divina. Para Spinoza, extensión y pensamiento son dos de los infinitos
pensamiento. En Dios son simultáneos. Ambos, como los otros atributos, que
La concepción de Spinoza de que sólo hay una única sustancia que para el hombre
sin uno espiritual. Para Spinoza, dice Bréhier, “sustancia única e inteligibilidad
atributos no sea una simple relación de sujeto a predicado, sino que la sustancia
indivisible sea la razón que da cuenta de la existencia de los modos en cada atributo.
Hay en todos los atributos, a pesar de sus diferencias de esencia, un fondo idéntico,
la capacidad de dar razón de los modos que son en ellos. Ahora bien, esta
inteligibilidad es el orden; y el orden, según el cual fluyen los modos unos de otros
en cada uno de estos atributos, puede ser idéntico a pesar de la distinción de los
atributos”4.
El monismo de Spinoza supone la identidad entre Dios y mundo, porque ambos son
una misma sustancia. “Deus sive natura” es la fórmula de esta identidad. ¿La
4
Emile Bréhier: Histoire de la Philosophie. La Philosophie Moderne., ed. Alcan, Paris, 1934, 1ª parte, pág.
172.
mantiene siempre el filósofo? En todo caso, de su doctrina que afirma una sustancia
única, extrae una nueva visión de las cosas y de los fenómenos del mundo. Estamos
cambio, será el conocimiento que parte de Dios y de sus atributos. Si se enfocan las
cosas del mundo a la luz de la sustancia única, se advierte que no hay seres aislados,
quinta parte se muestra la misma cosa, pero por la consideración de la esencia del
o puede llegar a conocer. Todo constituye una unidad que sólo el hombre con su
distintos. Hay una sola cosa: el mundo, que es Dios. Los hechos particulares no son
más que estados diversos (modos) en que se nos aparece la sustancia divina en
sustancia. Los movimientos se producen de acuerdo con las leyes propias del
movimiento; lo psíquico se produce según las leyes propias del pensamiento. Pero
ambos procesos son lo mismo: dos aspectos del eterno acontecer divino. Ambos
ideas es el mismo que el orden y la conexión de las cosas”. De ahí fluye que en cada
cosa singular y en cada hecho coincidan el proceso mecánico del movimiento con
cierto proceso espiritual. Para Spinoza, se trata, en verdad, de dos traducciones distintas
único está ligado a un pensamiento cósmico único. La sustancia divina tiene clara
filosofías materialistas en mérito a que Spinoza habría enseñado que no hay espíritu sin
cuerpo. Tal confusión se torna imposible si se tienen presentes las palabras del mismo
mencionado principio de que el orden y la conexión de las ideas es el mismo que el orden
Dios igual a la potencia actual de obrar. A este corolario sigue en la Ética un escolio.
“Antes de continuar, es menester recordar aquí lo que hemos dicho más arriba, o sea que
todo lo que puede ser percibido por una inteligencia infinita, como constituyendo la
esencia de la sustancia, todo eso pertenece a una sustancia única, por consiguiente, que la
sustancia pensante y la sustancia extensa no forman sino una sola y misma sustancia, la
cual es concebida, ya bajo uno de sus atributos, ya bajo el otro. Igualmente, un modo de
la extensión y la idea de este modo no son sino una sola y misma cosa expresada de dos
maneras. Es lo que parecen haber percibido, como a través de una nube, hebreos que
sostienen que Dios, el entendimiento de Dios y las cosas que entiende, no son sino uno y
lo mismo. Por ejemplo, un círculo que existe en la Naturaleza y la idea de tal círculo, la
cual también es en Dios, son una sola y misma cosa expresada por dos atributos
extensión o del pensamiento, o bajo cualquier otro atributo que fuese, encontraremos
siempre un solo y mismo orden, una sola y misma conexión de causas; en otros términos,
las mismas cosas resultan recíprocamente las unas de las otras. Y si he dicho que Dios es
causa de la idea del círculo, por ejemplo, solamente en tanto que es cosa pensante, y del
círculo, en tanto solamente que es cosa extensa, no lo he dicho por otra razón que ésta:
que el ser formal de la idea del círculo no puede ser concebido sino por otro modo del
pensamiento, tomado como su causa próxima, y éste, por otro modo, y así hasta el
infinito; de tal manera, que si consideráis las cosas como modos del pensamiento, debéis
explicar el orden de toda la Naturaleza o la conexión de las causas por el solo atributo del
extensión, y lo mismo para todos los otros atributos. Es porque Dios es verdaderamente la
causa de las cosas consideradas en sí mismas, en tanto que Él está constituido por una
infinidad de atributos”.
Para nuestro filósofo, la sustancia infinita posee una razón infinita. Spinoza, como Filón,
la llama “logos”, y emplea para ella la misma expresión que Filón empleó: “El logos es
hijo de Dios”. En la concepción de Spinoza, el “hijo” es una cualidad eterna de Dios que
no puede ser separada de él y existir fuera de él. La sustancia divina es la más elevada
realidad, en la potencia de ser y actuar. Dios no sólo tiene clara conciencia de su propio
ser, sino que tiene también un sentimiento de amor al mundo, es decir, a sí mismo.
En esta visión de la realidad, los elementos opuestos no son negados, suprimidos, sino
que persisten como aspectos de una unidad más alta. Esto es verdad también en cuanto a
la oposición de Dios y mundo. Por estrechamente que esté ligada la idea de Dios a la idea
de mundo, señala Spinoza, sin embargo, una diferencia entre ambos. Dios es la sustancia
cósmica en su unidad y totalidad con la razón infinita que rige en ella. El mundo es el
sistema de los hechos particulares y de las cosas particulares que hay en la sustancia
y derivan de ella. Ambos son Naturaleza. Pero Dios es la Naturaleza que crea y el
segunda, “natura naturata”. El mundo no es sólo Dios, sino que también en cierto
modo procede de Dios, pero está en Él desde la eternidad; desde la eternidad procede
el mundo de Dios de una manera puramente lógica, como, por ejemplo, los teoremas
hay, no para cumplir algún fin, puesto que la sustancia perfecta no puede tener fines.
El fin o los fines debieran ser algo a lo cual aspirara Dios, algo de que careciera, y ya
sabemos que fuera de Dios nada puede haber. Dios produce el mundo, no porque
quiera realizar algo, sino por lógica necesidad de su ser. Sin embargo, Dios es libre, y
lo es porque en verdad “libre es sólo aquella cosa que actúa según la necesidad de su
propia naturaleza”. Pero sólo Dios es plenamente libre. Todo lo que de él procede
debe tener una causa o un fundamento (una razón lógica) para existir y por la que ha
de ser de una manera y no de otra. Sólo Dios es la causa de sí mismo. “Por causa de
aquello que no puede ser pensado sino como existente”. Spinoza da a este
debe su existencia a alguna causa. Sin la representación de esa causa no vemos por
qué esta o aquella cosa, este o aquel suceso, han de producirse tales como se
mundo, es porque hay en último término una cosa absolutamente necesaria que lo es
con el de razón lógica (“causa sive ratio”). Sólo la creadora Naturaleza infinita es
libre y es su propia causa. La naturaleza creada, que deriva de ella por necesarias
leyes lógicas, no puede ser libre. En la naturaleza creada todo está determinado por
las eternas leyes divinas, condicionado por ellas, y no caben los milagros. En la
Naturaleza no hay bien ni mal: todo es en ella más o menos bueno, más o menos
perfecto. Cada cosa, como parte de Dios, tiene en sí el divino anhelo de conservarse
y de actuar sobre otras cosas. Pero cada cosa ha de sufrir también la acción de otras
cosas. Cuanto más actúa una cosa sobre otras, cuanto más libre se halla de acciones
hombre sólo es un modo de la sustancia divina. No es más que una pequeña ola que
por un momento se levanta del mar infinito, que se eleva y vuelve a confundirse con
que actúan sobre su voluntad. Más aún, no hay realmente en el hombre una facultad
necesidad de su misma naturaleza, no según las influencias del mundo exterior, esto es,
puede ser relativamente libre. Por eso, será tarea de Spinoza investigar cuándo y en qué
Siendo la voluntad y el entendimiento del hombre una misma cosa, consistiendo ambos
mundo, el hombre es también extensión. Pero los movimientos que ocurren en el mundo
exterior y en su propio cuerpo no los puede ver claramente. Las ideas que en él produce
todo este conjunto de los movimientos corporales no son ideas claras. Reflejan el mundo
y sus atributos; lo es también el de las cosas y de los hechos cuando pensamos en los
hechos y en las cosas sub specie aeternitatis, ligados entre sí por causas y efectos en la
unidad de la sustancia divina. Sólo tal conocimiento, que procede de la visión racional de
De las ideas no adecuadas proceden las pasiones humanas, y mientras el hombre está bajo
el imperio de ellas no puede ser libre; es entonces su esclavo. Spinoza intenta construir
todo un sistema psicológico de las pasiones y las estudia objetiva e imparcialmente como
si fuesen figuras geométricas. “Consideraré -dice- las acciones y los apetitos humanos
como si estuviera tratando de líneas, planos o cuerpos”. El filósofo reduce todas las
pasiones a dos: alegría y tristeza. La base de toda su reflexión es que los distintos objetos
Cuando el hombre actúa más en conformidad con su propia naturaleza y sufre menos las
perfecto, entonces está obligado a actuar menos según su propia naturaleza y a sufrir en
amor a la cosa que suponemos causa de nuestra alegría. Tenemos un sentimiento de odio
a la cosa que suponemos causa de nuestra tristeza. Cuando nuestro entendimiento se halla
bajo el dominio de las pasiones es siervo de ellas, pero la causa verdadera del estado de
esclavitud es el error en que incurrimos toda vez que pensamos que algún objeto
particular puede por sí mismo ser la causa de nuestra tristeza o de nuestra alegría. Si con
desempeñar papel de causas porque no tienen una voluntad libre, porque todo lo que
hacen lo hacen según las leyes eternas de la infinita sustancia extensa y pensante,
nuestra tristeza.
una etapa más alta de perfección. El tránsito a esta etapa de perfección mayor produce en
surge un nuevo sentimiento de amor: el amor intelectual a Dios. Éste es el bien más alto a
líneas nada dijimos respecto de la concepción espinociana sobre el alma entendida como
idea del cuerpo. No nos hemos detenido en su teoría del conocimiento, en la que
hemos hecho siquiera mención en el bosquejo del pensamiento del filósofo. Sin embargo,
creemos que esto será suficiente como esquema de la doctrina cuyos antecedentes y
cuyas fuentes nos proponemos estudiar a través de las lecturas de su autor y de las ideas
de su tiempo.
CAPITULO II
Las primeras apreciaciones sobre el origen de la filosofía de Spinoza. La opinión de Leibniz. Las
polémicas. Cartesianos anti-espinocistas. Spinoza y la Cábala. Las controversias a fines del siglo XVII y en
el XVIII. En el siglo XIX. Spinoza y la filosofía hebrea. Spinoza y el Renacimiento. Las opiniones más
recientes.
En los manuales de historia de la filosofía es frecuente la afirmación de que el
en sentido absoluto, basta recordar que Bacon, el iniciador del empirismo, pasó
inglés Hobbes, cuando vivía en la capital francesa, acudía a una suerte de Academia
más mérito que el de la simplicidad. Las opiniones discrepan acerca de si Leibniz fue
o no continuador o discípulo de Spinoza. Ciertos intérpretes de su obra sostienen que
no nada hay de común entre ellos. Algunos afirman que en Leibniz coexisten dos
divergencia existe sobre estas otras cuestiones: ¿ha sido Spinoza discípulo y
pensamiento opiniones diversas que con el andar del tiempo hubieron de repetirse
más de una vez. Los distintos juicios sobre la procedencia de la doctrina espinociana
inclinados a admitir en sus filas al pensador que tan rudamente había sido calificado
discípulo de alguna escuela judía para desterrarlo del ámbito del cartesianismo,
donde resultaba huésped harto ingrato. Hacíase necesario señalar, por debajo de la
llena de paradojas”. Era menester, entonces, explicar las paradojas y buscar una
consideraba el amor Dei “intellectualis” como suprema virtud del hombre. Pero a los
Político, había empleado palabras despectivas en su juicio sobre cabalistas, mas, ¿no
exteriorizado una real disidencia; aquellas ásperas apreciaciones sólo serían ficticio
desacuerdo con una doctrina que Spinoza habría incorporado a su sistema. Así
podían, o, por lo menos, querían alegar los cartesianos, que aun en vida de Spinoza
opiniones del autor del Discurso del Método. El mismo Spinoza ¿no se ha referido,
murmurar contra él para evitar que se los tomase por partidarios de su filosofía?
Otra fue la actitud de los adversarios del pensamiento de Descartes, llevados no pocas
veces por razones de carácter confesional. Era a fines del siglo XVII y comienzos del
estaba de moda combatirlo reciamente 5. El arma fue utilizada. Una frase de Leibniz
aparecía en la disputa: “De sorte que ceux qui sont de ce sentiment tomberaient malgré
eux dans celui du Spinocisme, qui me parait avoir poussé le plus les suites de la doctrine
cartesienne”.
Negar que Spinoza haya sido discípulo de Descartes era, por tanto, necesidad apremiante
para esos cartesianos que no solo debieron defender a Descartes de los ataques que
Versé su L'Impie convaincu ou dissertation contre Spinoza, dans laquelle on refuté les
fondements de son atheísme, para censurar a Spinoza tanto como a los principios
A dos décadas de la muerte de Spinoza, se produjo una polémica amena e ilustrativa entre
sólo que éstos lo hacen en términos más claros”. Y agregaba Leibniz: “También se puede
Descartes”. En el Journal des Savants se publicó una réplica a esta carta, que algunas
el cargo, señalando que no había tenido el propósito de hacer llegar al público el juicio
equívoca por cierto, no amenguó el afán de rechazo del pensamiento espinociano, afán
Spinoza.
El esfuerzo por probar las divergencias entre los principios de Spinoza y los de Descartes
se prolonga por varios años. En 1716 publica Juan Regius su escrito intitulado Cartesius
verus Spinozismi architectus. El cartesiano Ruardus Andala sólo tarda unas semanas en
hecho cuyos orígenes se remontan a 1690 les ofreció ocasión propicia para ello. Ese año
flamante judío Moisés Germanus explica al cristiano Wachter la diferencia entre las dos
confesiones. Para él, el cristianismo rinde culto a un Dios que está más allá del mundo,
No era muy exacta la diferenciación que Germanus hacía, pero ella sirvió a Wachter para
proponía demostrar que las ideas enunciadas por Spinoza en la Ética y en sus cartas eran
una exposición de la “filosofía secreta” de los antiguos hebreos. Diecisiete años después
Sostenía que Spinoza “coincide principalmente con la escuela judía de hoy”. Sus
reflexiones llegaban aún más lejos, pues afirmaba que “hay un consenso de la Sinagoga
judía con Spinoza, su hijo fiel”. Wachter reconoce, sin embargo, que en la filosofía de
Spinoza hay algo que “no es judío ni cabalista”. Spinoza – señala además- ha eliminado
la forma en que está redactada la Ética agrega que el filósofo, con las demostraciones
6
Schaje Scheuer: Spinoza und die Jüdische Philosophie des Mittlelaltters, Firenze, 1925, trae un relato
amplio de las apreciaciones de Wachter sobre Spinoza.
Juzgaba entonces que Spinoza era discípulo de Descartes, y cualquier otro punto de vista
Leibniz, Descartes et Spinoza, un trabajo que Foucher de Careil dio a publicidad en 1861
obra de Spinoza concluía en que es menester acudir a fuentes judías para descubrir el
extraía del punto de partida común consecuencias que los cabalistas no podían aceptar
por motivos dogmáticos. Felices debieron sentirse los cartesianos adversarios de Spinoza
con el “descubrimiento” de Wachter. Ahora cabía sustituir la tesis de que Spinoza era
equivalentes. El cartesiano Reim escribía en 1717 que la sola discrepancia entre Spinoza
y la Cábala estaba en que el filósofo dio a las mismas ideas una conformación más
filosofía de Spinoza del campo del cartesianismo y a la vez subrayaba que lo único
Descartes.
espíritus, y junto con ellas el empirismo adquiría preponderante prestigio, a costa de los
décadas pasaron hasta que Fichte, Schelling y Hegel destacaron sus coincidencias con
Spinoza. En sus desacuerdos con Kant, podían hallar sólido amparo en las páginas de la
vez de investigarse qué influencias habían actuado sobre Spinoza, se procura sobre todo
el ser. Hegel, para quien la historia de la filosofía era un desarrollo de puros conceptos,
sostenía que “el espinocismo es la culminación del cartesianismo”. Pero al propio tiempo
señalaba que la noción de unidad con que Spinoza supera el dualismo de Descartes, es
Pero aún en los años de auge del espinocismo, en la transición del siglo XVIII al XIX,
las opiniones sobre las fuentes de la filosofía de Spinoza continuaron siendo divergentes
en grado sumo. Así, algún tiempo antes de que Hegel formulara su tesis de que la
Salomón Maimon. Este autor, de tanta influencia en el desarrollo del idealismo alemán,
difería de la de Wachter; la de Hegel difería muy poco de la que Leibniz había sostenido
al comienzo.
Alrededor del año cincuenta del siglo pasado se inicia la publicación de una serie de
estudios relacionados con la formación del sistema de Spinoza, con sus orígenes
explica en virtud de diversas razones, entre las cuales, como señala Schaje Scheur, ocupa
siglo XVIII y comienzos del XIX coincidía, en mayor o menor grado, con el proceso de
reforma religiosa dentro del judaísmo. Moisés Mendelssohn, promotor de este proceso,
como ya hemos visto en las palabras de Salomón Maimón, era adversario de Spinoza,
despertaba interés. Spinoza podía ser considerado algo así como eslabón de enlace entre
efecto, con una literatura filosófica abundante, que se remontaba a la Edad Media.
Vincular a Spinoza con la tradición judía solo era posible mediante el análisis minucioso
de esa literatura para hallar en ella ideas que pudieron haber influido en el filósofo.
Ciertamente, ésta no fue la única razón para que a mediados del siglo XIX, estudiosos
trabajos establecieron que ha existido en los siglos medios una multiforme producción
filosófica judía que habría ejercido influjo marcado en la obra de Spinoza. Algunas de
esas concepciones filosóficas eran bien conocidas; a otras se les fue reconociendo
aceptaba que había habido otros autores dignos de atención. La Cábala misma comenzó a
arabe, que apareció en París en 1859. Se vuelve a hablar de la relación de Spinoza con la
Cábala, pero ya en otro tono y con otra intención. Se investiga la Cábala misma, mas ya
no es la filosofía judía, como había pretendido Wachter, sino que se señalan en ella
Siempre que se hablaba de las relaciones entre la filosofía de Spinoza con la Cábala era
cabalística y siempre dentro del pensamiento judío, ¿no cabía, acaso, descubrir
escuelas filosóficas con matiz panteísta. Ibn Gabirol e Ibn Ezra, poeta y filósofo el
filosofía judía y sólo cuando Munk lo identificó en su mencionado libro de 1859 se supo
que él era el autor de Fons Vitae8. Al otro neoplatónico judío, a Ibn Ezra, lo conoció
VIII, lo cita con elogio por sus comentarios a la Biblia. Sólidas bases tenía, pues, la tesis
pasado, con particular referencia al comentario de Ibn Ezra a Éxodo, 34, que contiene el
siguiente principio: “Sólo Dios es el que entiende, el intelecto y lo entendido”. Esta frase
8
Spinoza pudo conocer a Ibn Gabirol por Santo Tomás de Aquino. Nuestro filósofo se refiere una vez a
Santo Tomás, y éste menciona a Ibn Gabirol; en El Ente y la Esencia reprueba su opinión sobre la materia.
Esta misma opinión es aplaudida por Giordano Bruno. En efecto, el renacentista italiano cita al moro
Avicebron en los diálogos III y IV de su De la causa, principio y uno y considera que su concepción de la
materia es la sola aceptable. ¿Conoció Spinoza a Giordano Bruno directamente? La negativa sería lo más
verosímil. Planteábase, así, un nuevo problema en el estudio de los orígenes del pensamiento de Spinoza: el
de su relación con pensadores del Renacimiento. No han faltado autores que afirmasen el parentesco entre
Spinoza y Giordano Bruno, señalando coincidencias a las que hubieron de dar un alcance exagerado. Otros
hablarían más tarde de “Spinoza y León Hebreo”.
9
También en Maimónides aparece enunciado el mismo pensamiento. Emile Bréhier, en el capítulo que
dedica a Spinoza en su Historia de la Filosofía, dice: “Es a Maimónides o a algún comentador del Zohar a
afirmación del parentesco entre Spinoza e Ibn Ezra no significaba que se hubiese de
negar la relación de Spinoza con la Cábala. Muy al contrario: las ideas metafísicas
enunciadas en libros cabalísticos a partir del siglo XIII coinciden en más de un punto con
la tesis de que Spinoza era discípulo de Maimónides, fuera de las razones que le
daban asidero, contó con un apoyo ilustre a partir de 1861, año en que A. Foucher de
Careil presentó ante la Academia de Ciencias Morales y Políticas de París, junto con
su antes nombrado trabajo, tres manuscritos inéditos de Leibniz, de los cuales uno
Era innegable que Spinoza había enunciado críticas al autor de Guía de los Perplejos,
pero, ¿acaso el hecho de que Spinoza hubiese rechazado ideas de Descartes, impidió
hecha por Munk, de Guía de los Perplejos de Maimónides, editada en 1856, 1861 y
espinocismo. Así fue realmente. La edición en francés del Guía, gravitó, entre otros,
quien Spinoza puede aludir al hablar de los antiguos hebreos que han visto que Dios, su entendimiento y el
objeto del entendimiento eran idénticos (Ética, II, 7, escolio); es la tesis platónica de la identidad del
pensamiento, del sujeto pensante y del objeto pensado que así llegaba a él”. Emile Bréhier, Histoire de la
Philosophie moderne, 1ª parte, pág. 159. En estas líneas del historiador francés se advierte la diversidad de
las fuentes posibles de una misma idea de Spinoza.
filósofo la influencia de otros pensadores judíos ajenos a la corriente neoplatónica.
espinocismo. Para Joel, nada hay de la Cábala en Spinoza, el cual sería, con su
sistema, “un producto del semitismo y del indogermanismo”, fórmula que recuerda
favor de la idea de que Spinoza se inspiró para más de una tesis en la Luz de Dios,
obra de Hasdai Crescas, quien, según algunos autores, también influyó en Giordano
Bruno12. Ciertamente, de todos los trabajos en que se atribuía una ascendencia judía
estudio sobre la influencia histórica de Hasdai Crescas era de una calidad que no
podía ser menospreciada por los historiadores de Spinoza. Los que pensaban que la
filosofía de Spinoza era una continuación, por así decirlo, de la de Descartes, debieron
traer nuevos alegatos en favor de su tesis, seriamente debilitada por las comprobaciones
de Joel.
10
Graetz indicó también al relación de Spinoza con la mística judía. En la página 181 del tomo X de la
edición alemana de su Historia del pueblo judío, trae esta frase respecto de Spinoza: “Conoció y utilizó
ciertamente una fuente cabalística, la Porta Coeli de Abraham Herrera, que apareció en Ámsterdam en
1656 en lengua hebrea. De los primeros capítulos de esta obra cabalista y casi filosófica se
encuentran varias reminiscencias en las proposiciones del primer libro de la Ética de Spinoza”.
Graetz cita, como ejemplos, la proposición quinta, según la cual no puede haber más que una
sustancia, y la séptima, que afirma: “Pertenece a la naturaleza de la sustancia la existencia”.
11
Dr. M. Joel: Chasdai Cheskas’ religions-philosophische Lehren in ihrem geschichtlichen Einfluss,
Breslau, ed. Schletterseche Buchhandlung, 1866.
12
Las semejanzas señaladas entre Spinoza y Bruno se deben probablemente a que ambos
conocieron a Crescas. Esta coincidencia explicaría que se haya afirmado, erróneamente, la
influencia de Giordano Bruno en Spinoza. Entre los autores que sostienen tal influencia cabe
mencionar a Sigwart, Avenarius y Schaarschmidt.
Cada vez que aparecía un trabajo señalando que Spinoza era discípulo de tal o cual autor,
Su punto de vista fue reprobado por Salomón Rubin en 1868 13. Rubin no sólo niega que
haya existido la menor influencia de Maimónides en Spinoza, sino que sostiene que los
Mientras Salomón Rubin negaba validez a los argumentos de Foucher de Careil sobre la
filósofo como pasando, primero, por una etapa inspirada en Giordano Bruno; luego, por
otra, derivada del pensamiento cartesiano. La tercera etapa, definitiva, síntesis de las dos
Desde entonces comienza a adquirir mayor amplitud la discusión acerca de los elementos
algunos autores continúan sosteniendo puntos de vista excluyentes. Kuno Fischer hace
entre cuantas pretenden llegar a la conclusión de que Spinoza fue discípulo de Descartes.
Varios años después, León Brunschwicg afirma con su indiscutible autoridad que el
historia de la filosofía14, sostiene sin vacilar que Spinoza fue discípulo de Descartes. He
aquí sus palabras: “El sistema de Spinoza, que ha despertado tanto odio, es sólo el
desarrollo lógico del sistema de Descartes, que ha despertado tanta admiración. ¡Cosa
curiosa! La demostración de la existencia de Dios fue uno de los más gloriosos laureles
otra existencia, fuera de la de Dios, fue el título que valió a Spinoza una execración casi
13
Salomón Rubin: Spinoza und Maimónides, ed. Herzfeld. E. Bauer, Viena, 1868.
14
G.H. Lewes: A biographical history of philosophy, pág. 420.
universal”. Lewes censura vigorosamente a quienes niegan el origen cartesiano de las
ideas de Spinoza. He aquí como juzga a uno de ellos: “Dugald Stewart, generalmente uno
Spinoza. Por eso se niega a admitir que Spinoza, al cual no tiene simpatía, haya sostenido
opiniones similares a las de Descartes, al cual admira. “En poco más –dice-, que en sus
principios físicos, concordaba con Descartes; pues nunca dos filósofos han diferido más
Spinoza difería de Descartes en pocos puntos y coincidía con él en los más; las
diferencias sólo eran las de un desarrollo lógico más riguroso de los principios que ambos
la procedencia del espinocismo. Distinto de los puntos de vista de uno y otro es el del
ilustre estudioso, inglés como ellos, Sir Frederick Pollock. En su obra sobre Spinoza, una
de las más valiosas que se han publicado en el siglo XIX sobre el filósofo, declara: “Sin
los doctores judíos o sin Descartes, no habría sido lo que fue, pero su filosofía no es
cartesiana ni judía”15.
León Roth, en su libro sobre Spinoza, afirma que las tesis iniciales del filósofo no son un
desarrollo del cartesianismo y tampoco surgen como oposición a él. Agrega que, por el
contrario, “es a la luz de ellas como Spinoza ha podido elegir en la doctrina de Descartes
En todos los países se multiplican las controversias sobre los orígenes de la filosofía de
Descartes. Víctor Brochard termina su estudio El Dios de Spinoza con estas palabras
sobre el filósofo: “Su genio es de aquellos que nadie podría desconocer, y piénsese lo que
15
Sir Frederick Pollock: Spinoza. His life and philosophy, 2ª ed. Duckworth, Londres, 1899, pág, 85.
16
León Roth: Spinoza, Descartes and Maimónides, Oxford, 1924.
se quiera sobre los orígenes de su filosofía, no podría negarse la potencia y el vigor de su
Brochard continúa: “Además, no se habrán enumerado todas las influencias de las que
surgió su sistema si, por encima de la educación que su autor recibió, y aun por encima
de su propio genio, no se tiene en cuenta una influencia todavía más profunda y más
íntima: la de la raza a que perteneció. No hay que olvidar que la concepción alejandrina
de la divinidad, transmitida a Spinoza por sus maestros judíos y árabes, está ligada por
al mundo occidental por intermedio de Filón. Una especie de afinidad natural debía, pues,
llevar a Spinoza a las concepciones de ese orden. Al descubrir en los sucesores de Plotino
esa manera de concebir a Dios, retomaba en cierto modo su propio bien donde lo
encontraba y quedaba fiel al espíritu de su raza. Sin duda, porque era moderno, le ha
Descartes, aunque hijo rebelde al que su padre no habría reconocido”18. Para Víctor
Delbos, “Spinoza sólo leyó a Descartes en una época en que ya había adquirido
ha procedido, hayan venido de donde vinieran al espíritu de Spinoza, tenían una potencia
17
V. Brochard: Le Dieu de Spinoza, trabajo de 1908 incluido en los Études de Brochard, editados en
1926.
18
E. Saisset: Oeuvres de Spinoza, ed. Charpentier, París, 1861, t. 1, pág. 221.
interna específica...”. Delbos juzga que esta potencia era capaz de subordinar al
En Alemania se va abriendo camino una visión similar. Kuno Fischer había dedicado a
cartesiana. Muy poco afín a su tesis sobre los orígenes del espinocismo es la de Dunin
Fácil nos habría sido extender el relato de las diversas fuentes que los comentaristas han
factores que la integran. Spinoza, para tales intérpretes, aparece como un esforzado
sistematización. Ello plantea de nuevo el problema a que nos hemos referido al comentar
doctrina del filósofo. Con ello seguimos en cierto modo un camino impuesto por el
desarrollo de la vida misma de Spinoza. Nuestro filósofo fue un hebreo del siglo XVII.
En su doctrina, tan distinta de las otras de su tiempo como de las más salientes de la
tradición judía, palpitan ideas de esta tradición y de ese siglo. Ellas no constituyen toda la
CAPITULO III
La religiosidad de Spinoza. Sus fuentes judías. La filosofía neoplatónica. Sus orígenes. La escuela de
Alejandría. La filosofía hebrea medieval. Los neoplatónicos. Ibn Gabirol. Ibn Ezra. Su panteísmo. Su
Spinoza”. Freudenthal cree que Spinoza era hostil al judaísmo y que los dogmas
cristianos le eran inconcebibles, pero agrega que tuvo una religión: la religión del
suprema virtud del amor intelectual a Dios conquista la única dicha verdadera. A
claro y profundo. De ahí que para Spinoza el camino del pensamiento recto fuese
también el de la beatitud. Carl Gebhardt, por su parte, habla de la doctrina de
por ejemplo, las religiones filosóficas, entre las que incluye las doctrinas de Buda, de
Plotino, de Lao Tse. Max Scheler y el sacerdote jesuita Paul Siwek, a su vez, hablan de
sostenedor de una tesis en la que fuese negada la existencia de un ser infinito y perfecto,
de Spinoza, “atea”. Sin embargo, la religiosidad cartesiana ha sido más de una vez
calificación de orden religioso. Es que hay en la obra toda de nuestro filósofo una
tanto como de tensión moral. No cabría negar que en la obra de Descartes abundan, en
favor de las religiones positivas, argumentos que faltan o que son tácita o explícitamente
contradichos en la doctrina de Spinoza, y a eso se debe que se hable del teísmo cartesiano
y del ateísmo de Spinoza. Pero, si esto es verdad, no lo es menos que entre la obra de uno
y otro hay una diferencia igualmente notoria y de significado opuesto: Descartes razona y
funda la afirmación de la existencia de Dios en una inferencia que parte de una premisa
por lo menos discutible; el Dios de Spinoza, aparentemente una pura idea, una definición
todos los razonamientos. Más aún, hasta se ha indicado que en el Breve tratado la
doctrina de Spinoza es mística, a pesar de su forma rígida. Esta doctrina sería la tesis de
lo divino que se da a la conciencia en manera inmediata, directa. Si se admite semejante
cual procede y en que reside la multiplicidad de las cosas y de los hechos, inclusive el
debe amarla, se explica, al menos en parte, por la historia de su vida, por el ambiente en
que creció, por las ideas de los primeros libros que fecundaron su espíritu. Spinoza
estudió los autores de la teología hebrea en su juventud; los había conocido en su infancia
pensamiento judío, con las obras judías que el adolescente había examinado con tanta
podemos dejar de plantearnos este interrogante: ¿Ha producido el judaísmo una filosofía,
concepciones religiosas del judaísmo, repite este juicio en su libro sobre Averroes; en él
refleja su menosprecio por las creaciones filosóficas de la Edad Media, época en que
Por otra parte, David Neumark, uno de los más sabios estudiosos de la filosofía
Media20, alienta la convicción de que existe una filosofía judía y que ella procede de
de finalidad entre los pensadores bíblicos y los griegos, pero, en lo esencial, los
argumentos de Jeremías, de Isaías y del autor del libro de Job son de la misma
existencia de Dios, como creador a partir de una materia primaria, primer motor y
provisor, según Platón; exclusivamente como primer motor, según Aristóteles. Los
libro de las Leyes. Sólo que la prueba cosmológica en Job exterioriza claramente la
idea del amor de Dios a sus criaturas, idea que apenas asoma en las Leyes y, en
En abril de 1663, en una carta dirigida a su amigo Ludwig Meyer, Spinoza decía:
“Quisiera, sin embargo, señalar todavía que los peripatéticos modernos han
19
Malter, Henry: Saadia Gaon, his life and works, Filadelfia, 1921.
20
David Neumark: Geschichte der jüdischen Philosophie des Mittelalters, ed. Georg. Reimer, Berlin, 1907.
21
David Neumark: Essays in Jewish Philosophy., Viena, 1929, pág. 155.
comprendido mal, así lo creo, una demostración dada por los peripatéticos antiguos
enuncia, tal como la encuentro en cierto autor judío llamado Rab Chasdai. Si existe
efecto de una causa...”. Spinoza tenía entonces treinta y un años y escribía sobre
él “una sola observación de crítica bíblica que no le hubiera sido sugerida por los
talmudistas o los comentaristas” 22. A unos y otros conoció desde edad temprana.
memoria lo citaba, como se comprueba por el hecho de que en algunas de sus citas
aparezcan errores, en que no habría incurrido si las hubiera anotado con los textos
Maimónides, Crescas, Ibn Ezra, Gersónides, David Kimhi, Rabi Yehuda Alfakar y
Rabi José Ben Schem Tov. Reproduce expresiones de unos, censura a otros, elogia
Antes aún de la época en que escribió la carta en que menciona al pensador hebreo
Hasdai Crescas, había comenzado a elaborar su propia filosofía, a la que en 1675 había
la segunda parte de la Ética, al desarrollar la idea de la identidad en Dios del sujeto que
entiende, el intelecto y lo entendido, habla de autores hebreos que han visto como entre
nubes lo que él por su parte sostiene con claridad. Cuando la Ética ya estaba concluida, el
filósofo decía a Henry Oldenburg en una carta de noviembre de 1675: “Creo que Dios
22
Stanislaus von Dunin Borkowski: Der Junge Despinoza, pág. 123.
es, como se dice, causa inmanente de todas las cosas y no causa transitiva. Afirmo, digo,
con Pablo y quizás con todos los filósofos antiguos, aunque de otra manera, que todas las
cosas son y se mueven en Dios; hasta me atrevo a agregar que tal fue el pensamiento de
todos los hebreos antiguos en cuanto es permitido conjeturarlo según algunas tradiciones,
a pesar de las alteraciones que ellas han sufrido”. Si la crítica de Spinoza a Maimónides,
si su cita de Crescas y los elogios a Ibn Ezra (véase capítulo II) le vincularían con el
Dos siglos antes de Jesucristo se inició el contacto entre el espíritu judío y el griego,
alejandrino”. Ha habido una filosofía judía; se desenvolvió por obra de distintos factores
bíblica. Nuestro filósofo conocía ciertamente la obra de algunos de sus más ilustres
Hemos nombrado a Filón de Alejandría. Recuerdo oportuno para iniciar el estudio de los
filosofía occidental con ideas de origen israelita. Filón vivió desde el año 40 antes de J.C.
hasta el año 40 de la era cristiana. La atmósfera en que pasó sus días era a la vez griega y
“como los griegos explicaban desde hacía largo tiempo a Homero, por el método
Escrituras. En la Biblia veía, entre otras cosas, la descripción de un espíritu que se debate
con las inclinaciones y los deseos corporales y que logra acercarse a Dios en la misma
medida en que logra vencer los reclamos del cuerpo. Lo que no descubría en ella lo ponía
terminados cielo y tierra con todo su ejército”, dice: “Moisés llama simbólicamente a la
razón cielo, porque en él sólo habitan seres racionales, y al sentimiento llama tierra,
todo aquello que es incorpóreo y abstracto; el mundo del sentimiento, de todo lo que es
corpóreo y es abarcado por los sentidos”. En la obra del pensador hebreo de Alejandría
aparecen la religión y la filosofía fusionadas a tal punto que constituyen una unidad.
Filón reconoce un dualismo de Dios y mundo, pero afirma entre ellos una relación tal que
trascendente y está en relación mediata con el mundo; es razón de ser de todo cuanto hay.
La materia, sin cualidades y pasiva, está sujeta a la acción del espíritu o forma. Aunque
no lo dijese expresamente, Filón parecía creer que la materia es divina. En todo caso, ella
principales es la actividad. Sabemos que Dios es, pero ignoramos qué cosa sea. Según
Filón, el mundo está gobernado por un alma universal, y del mismo modo debe el alma
justicia que otorga recompensas e impone castigos. Este Logos o Verbo tiene dos
aspectos: por una parte es pensamiento que comprende todas las Ideas en el sentido
asociación de unas y otras con la cosmogonía bíblica. Pero su concepción no fue mero
agregado de pensamientos platónicos, estoicos y bíblicos. En oposición a los estoicos,
que afirmaban una razón universal identificada con Dios e inmanente al mundo, creía
pensamiento platónico, sostenía que Dios, en el primer día de la creación, hizo las Ideas,
arquetipos, y luego produjo el mundo de las cosas, su reflejo; las cosas tienen en el
pensamiento creador de Dios su imagen previa, y porque es así tiene sentido decir que
emanación. El Logos, la palabra de Dios, aparece por momentos como el intelecto del
universo; en otros, se diría ley moral del universo. El Logos es entendimiento similar a
Dios, unas veces; otras, es el Verbo, reflejo inmediato de la divinidad. En todo caso, la
noción del Logos es, para el filósofo alejandrino, punto de coincidencia entre Platón y la
(“la Idea de las Ideas”); según la expresión bíblica, es la palabra creadora de Dios (“y
Dios dijo: ¡Que la luz sea!”). Precisamente por creer Filón que esa noción era base de
instrumento con que Dios creó el mundo y con el que lo rige: como el demiurgo de
Platón. Igualmente, veía en el Logos el mediador entre Dios y el hombre. Sus ideas,
emplearon para la doctrina del “hijo de Dios”; cabalistas judíos de la Edad Media las
verdaderamente piadoso”; llegar a la realidad inteligible debe ser magna ambición del
hombre, enseñanza que será tema dominante en la filosofía neoplatónica. Esta filosofía
actuará en autores árabes de la Edad Media y en judíos que acogerán en sus libros
puesto un hombre nacido en la misma ciudad que Filón, unos doscientos cincuenta años
método para llegar a una realidad inteligible y una construcción o descripción de esta
realidad”. Esta definición es útil, sin duda, mas para subrayar el sentido del
partir del primer siglo de la era cristiana se ha presentado a Platón desvinculado en cierto
conocimiento del mundo inteligible, del mismo modo que en Aristóteles se veía a un
realidad inteligible importaba pasar a una región donde son posibles el saber pleno y la
felicidad. La filosofía de los siglos III, IV y V contiene esfuerzos para describir las
regiones metafísicas a donde el alma asciende por obra de una suerte de ejercicio
espiritual. En Plotino está contenida esta enseñanza, tanto religiosa como filosófica,
enseñanza monoteísta, o más aún monista, que él creía susceptible de convivir con los
cultos del politeísmo helénico. La visión expuesta por Plotino en las seis Enneadas, cuya
edición fue hecha por Porfirio, tiene antecedentes diversos, y lo que en ella no es
propiamente de Plotino es de Platón, Filón y los estoicos. Con estos últimos, pensaba que
el grado de realidad de un ser dependía del grado de cohesión y unión entre sus partes.
Pensaba también que el grado de unidad de las partes de un todo crecía a medida que se
pasaba de lo corporal a lo espiritual. Por encima de toda realidad cuyas partes no están
perfectamente unidas, hay una unidad más acabada. Por encima de las partes de un
cuerpo viviente o de las partes mundo, está el alma, unidad más perfecta, del mismo
modo que la cohesión de los teoremas de una ciencia supone una inteligencia que los
Como el judío Filón, Plotino lleva la dialéctica platónica por un camino que conduce al
panteísmo y al misticismo. Estas son sus palabras: “Si el conocimiento es lo mismo que
el objeto conocido, lo finito, como finito, nunca puede conocer lo infinito porque no
puede ser lo infinito. Por eso, es fútil intentar conocer lo Infinito mediante la Razón; sólo
puede ser conocido en presencia inmediata, παρουσια. La facultad por la que el espíritu
la que emana. En el éxtasis contempla la existencia real: se identifica con aquello que
contempla”.
una intuición mística, ha de acompañarse de la meditación para que se logre una imagen
mundo pero el mundo es Dios. Plotino describe toda una jerarquía de seres, de principios.
Del principio superior, perfecto e inmóvil, nada pasa a la realidad inferior, pues ese
principio sólo actúa como las cosas bellas, irradiando su luz y su reflejo sobre los objetos
que son capaces de recibirla. Para comprender la teoría de Plotino, se ha de partir del
que se nos da es la unidad del mundo sensible; todas las realidades inteligibles de que este
mundo depende son él mismo más contraído y en cierto modo desmaterializado. Son así
primer principio es el Uno o Primero, indiviso, el que es nada porque todavía no hay en
él nada distinto, y también es todo porque es potencia de todas las cosas. Cabría decir que
el Uno es como una nada supraesencial que, por su misma perfección, produce su
semejante mediante una suerte de superabundancia, como una luz que se difunde, como
un ser vivo que produce a otro, sin que nada se pierda del ser vivo, ni de la luz. Ésta es la
aquello que procede del principio. Mas lo producido quiere permanecer cerca de su
segunda hipóstasis ofrece diversos aspectos: mundo inteligible, Uno multiplicado, que se
esta multiplicidad hay una unidad sistemática, en la que cada ser contiene a todos los
otros, todo está en todo. Mundo en el cual el progreso del género a las especies es un
tránsito del todo a las partes, donde las partes conservan aún la riqueza del todo. El
abstracto del mundo sensible. Es también ser o esencia, el contenido concreto o positivo
de una cosa que hace de ella un objeto de conocimiento. La primera hipóstasis estaba por
encima del ser, y había que negarle todo carácter positivo; la segunda es el ser mismo,
todo lo que hace que la realidad tenga una forma que la torna cognoscible. La segunda
hipóstasis es la Inteligencia. Plotino -dice Bréhier- a la inversa que Platón, que describe
la inteligencia del demiurgo contemplando fuera de sí mismo los modelos ideales de los
que las cosas son imitación, toma en cuenta la fecunda fórmula de Aristóteles según la
cual en la ciencia el objeto conocido es idéntico al sujeto que conoce. Se rehúsa a aceptar
que los inteligibles estén fuera de la inteligencia. Plotino considera que la inteligencia es
visión del Uno y, por eso mismo, conocimiento de sí y conocimiento del mundo
inteligible.
los que cada uno, al pensarse, piensa todos los otros, formando todos una Inteligencia o
imagen del universo; los motores de los cielos son Inteligencias; el Alma sólo aparece en
los cuerpos vivientes sublunares, a título de forma del cuerpo. En cambio, en el Fedro, el
Timeo y las Leyes de Platón, como en los estoicos, hay un alma del mundo, que rige al
mundo sensible, alma con la cual son consubstanciales las almas individuales, almas de
substancial del cosmos y de la simpatía de sus partes. El alma es así, según este punto de
vista, que es también el de Plotino, el mundo inteligible, más dividido, distendido, pero
todavía sin extensión material, pues el alma tiene por propiedad estar a un tiempo e
íntegramente en todas las partes del cuerpo viviente que anima. El alma es intermediario
organiza. En verdad, estas dos funciones son una sola; la organizadora -señala Bréhier- es
teoría de Filón de los intermediarios. Mas también hay entre ellas diferencias. El
intermediario filoniano, el Verbo que castiga o recompensa, tiene por función el bien de
intención de salvar a los hombres. Según Bréhier, “es la oposición mil veces encontrada
una contracción, una unificación siempre más alta del mundo, hasta la unidad absoluta.
En esa realidad inefable que es el Uno hay una infinitud y una indeterminación que hacen
de ella algo distinto de la simple razón abstracta de la unidad del mundo. En uno de sus
tratados señala Plotino algo así como el nacimiento en el Uno o Primero de una vida
poder ser lo que quiere sin ligarse a ninguna esencia; una suerte de potencia indefinida de
metamorfosis, que no se detiene en ninguna forma”. Aparece aquí algo que no había en
Platón.
El Uno infinito de Plotino es libertad absoluta, la realidad que es lo que es por sí, en
relación a sí y para sí.
contemplación. Elaboró una doctrina pagana, pero sus enseñanzas, ya en seguida, ya con
el andar de los siglos, a través de continuadores -entre ellos, en primer término, Proclo-,
o que en todo caso contenía gérmenes panteístas, absorbió ideas orientales de fuentes
Diferencias no pequeñas distinguían las tres religiones, pero para las tres la Naturaleza es
una creación es una creación de un Dios que persistiría aunque el mundo desapareciese,
del mismo modo que existió, desde la eternidad, antes de que el mundo tuviese ser. En las
tres religiones, Dios es una fuerza creadora que está más allá de la Naturaleza. Por eso
mismo, cuando sus adeptos aceptaban ideas panteístas debían realizar grandes esfuerzos
de ingenio a fin de encontrar la síntesis entre los credos originarios y la doctrina que
inmediato.
Aristóteles no era desconocido, pero entre los árabes, que aquí nos interesan de modo
una filosofía árabe emparentada con el neoplatonismo, y también con el Estagirita. Ideas
influyó en el cristiano, el que a su vez influyó y fue influido por el judío. Así, las ideas de
Filón vivieron en la filosofía judeo-árabe, variada, diversa, con matices múltiples. Según
en cierto sentido a las tres nacidas de la Biblia, se difundía en Occidente y más aún en
Oriente, con sus teorías sobre la emanación y sobre la mediación entre Dios y el hombre.
En su desenvolvimiento, ya entrada la Edad Media, participaron pensamientos surgidos
en las culturas griega, siria y persa, que eran fervorosamente difundidos por filósofos y
poetas. En sus obras aparece la doctrina de la unidad de todo, la tesis de que todo cuanto
hay y cuanto ocurre constituye un ser único. Esta teoría de la omni-unidad de lo real
estaba en el camino que conduce al panteísmo. En el mundo islámico del siglo IX, la
desarrollada por escritores árabes como el objetivo de toda ética. Entre los autores que
identificación del hombre con Dios y afirmaba que todo lo existente constituía una
Muchas escuelas esparcieron esta enseñanza por los dominios del Islam. La dominación
árabe, que se extendía desde la India hasta España, Sicilia y las islas griegas, ejerció gran
influencia en Occidente. Filósofos del Islam, como los sufíes, del sig1o IX, desarrollaban
una concepción plenamente definida por su misticismo. Ella tuvo por largo tiempo
con prosélitos entre los más grandes filósofos árabes, desde Alkindi en el siglo IX hasta
de Aristóteles. La concordancia lograda era unas veces real; otras, ficticia. Gazali, uno de
el siglo IX, enunció una doctrina en la que están incorporadas ideas neoplatónicas,
Proclo. Ciertamente conocía ideas derivadas del neoplatonismo de uno y otro e ideas
procedentes de Filón. Conoció la obra de Filón mismo, que comenzó a ser recordada
por los judíos desde el siglo XVI. En el capítulo X del Tratado Teológico-Político
invoca la autoridad del hebreo alejandrino en amparo de una apreciación suya sobre
la composición de los Salmos. Filón fue un judío fiel que escribió bajo la doble
Aprendieron de representantes de las otras dos religiones en contacto con las cuales
vivían, más de los musulmanes que de los cristianos, y a su vez tuvieron por
judía, de entonación particular dentro de las corrientes de los siglos en que se fue
de polémica por la fe contra teorías griegas, unas veces, y, otras, por la conciliación
neoplatónicos y de Aristóteles. Entre el libro del Sinaí y las ideas de los máximos
religiosa de los pensadores judíos de la Edad Media, que, sin dejar de prestar oído
atento a las voces helénicas o a sus ecos, conservaban plenamente viva en sus
bien podían diferir en puntos fundamentales, debían coincidir en la tesis del Dios
único. Así fue, en efecto, pero el Dios único que en todas ellas se admitía era, en
El primer autor que expuso en árabe una filosofía religiosa del judaísmo fue Saadia
ben Joseph o Saadia Gaon 23. Nació en Egipto en 892, y en su larga vida realizó una
para la cual no había más verdad que la de las palabras de la Escritura. Las ideas de
de las relaciones entre la revelación y la razón, llegando a concluir que esta última es
alma individual. En su doctrina influyó la teoría de Platón de las tres facultades del
alma, con sus consecuencias morales. También se han señalado semejanzas entre Saadia
y San Agustín: ambos creían que se puede demostrar racionalmente la existencia de Dios.
responsabilidad del individuo por sus actos y torna en injusticia las sanciones por la
Para Saadia, como para Spinoza más tarde, “Dios está por encima de toda consideración
de finalidad externa”. Recordemos también que una de las tesis más importantes de
de Dios. Saadia sostiene igualmente que las muchas propiedades en Dios no constituyen
23
Sobre la filosofía de Saadia ha escrito un bien documentado volumen M. Ventura: La
philosophie de Saadia. Ed, Vrin, París, 1934.
multiplicidad. Enumera los atributos de vida, poder y saber que el hombre advierte en
espíritu de una vez, es imposible para nuestro idioma expresarlos a un tiempo, porque en
el lenguaje humano no hay una palabra que comprenda los tres atributos, y, por lo tanto,
estamos obligados a usar tres palabras”. Según Wolfson24 la clasificación de las fuentes
del conocimiento en Spinoza guarda analogía con la de Saadia. Para este último son tres:
autoevidentes, conocimiento por necesidad (lógica). Les agrega, luego, una cuarta: la
Saadia. Spinoza censura a Descartes y sus discípulos porque no logran explicar cómo el
espíritu mueve la materia y les reprocha que en la relación de alma y cuerpo vean un
milagro. Spinoza discurre para refutar a Descartes, y al hacerlo, a fin de fundar su propia
tesis en este punto, señala la comprobación común de que el espíritu influye sobre el
experiencia nos enseña también que gran número de acciones, como hablar y callarse,
están enteramente en poder del alma, y, por consiguiente, debemos creer que dependen de
su voluntad”. Es aquí donde aparece la coincidencia casi verbal con Saadia, el cual alude
a que “el hombre siente que puede hablar o quedar silencioso”. También está en Saadia el
argumento en que Spinoza habla del arte de construir, actividad con un fin, como prueba
Contemporáneo de Saadia fue Isaac Israeli (850-950), conocido por los cristianos con el
nombre de Isaac Judaeus. Médico y autor de obra de difundida fama, escribió en árabe
elementos sigue a Aristóteles unas veces y otras disiente de él. Su teoría sobre la
predominó durante una centuria en el pensamiento judío. Nos referimos a Salomón Ibn
Gabirol, a quien los cristianos conocían con los nombres de Avicebrón y Avencebrón.
Nació en Málaga y vivió hasta mediados del siglo XI. Su libro filosófico principal, La
fuente de la vida, compuesto en árabe, y del que sólo se habían traducido al hebreo
algunos fragmentos, era leído y discutido por los escolásticos cristianos. Avencebrol o
explicable, según algunos, porque nunca cita la Biblia. En el siglo pasado descubrió
Munk los fragmentos en hebreo de su obra y dejó establecido que fueron escritos por
Salomón Ibn Gabirol. Los tradujo al francés y los editó en París con un estudio sobre la
filosofía de su autor.
metafísica reside, más que en lo nuevo de los elementos que la integran, en el ingenio de
la construcción total. Emplea los conceptos aristotélicos de materia y forma, pero les da
un sentido original. Materia y forma son la fuente de la vida y de toda existencia. Para su
según la cual todo lo que existe procede de un primer principio, absolutamente uno y
simple. Ibn Gabirol introduce la Voluntad en sustitución del Uno de Plotino y estructura
un sistema que le es propio, basado en las siguientes ideas: Hay una substancia primera,
Dios, que se distingue de lo creado. Todas las cosas creadas, a su vez, están constituidas
emanatismo de los neoplatónicos. No le era fácil conciliarlos. Por momentos expone sus
parece desempeñar en el sistema de Ibn Gabirol un papel análogo al del Logos de Filón.
De los textos publicados por Munk y de la interpretación que el mismo Munk da de ellos,
resulta: “Lo que Ibn Gabirol llama la creación se limita a la materia universal y a la forma
universal; lo que viene luego, tanto el mundo espiritual como el mundo corpóreo, procede
únicamente por vía de emanación sucesiva”. El mismo autor de Fons Vitae lo dice: “la
efusión primera, que abarca todas las substancias, hace necesaria la efusión de las
substancias, las unas en las otras”. Fue así el de Ibn Gabirol un sistema con mucho de
Ibn Gabirol. Su Fons Vitae era conocida por Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino,
por el segundo con más precisión que por el primero. Santo Tomás expone y analiza sus
substancia. El panteísmo de Ibn Gabirol fue objeto de especial atención para Duns Scoto,
el cual no identificaba al autor de Fons Vitae, ni sabía qué credo había profesado26.
Sobre Ibn Gabirol y la suerte de su filosofía véase S. Munk: Mélanges de Philosophie juive et arabe, ed.
26
ciertamente conocía a un autor que le debe mucho. Nos referimos a Ibn Ezra. Antes de
ocuparnos de él dedicaremos unas líneas a otros dos filósofos judíos de la Edad Media.
Más que la metafísica del neoplatonismo, era su fervor religioso el que atraía a los
importantes. Bahya ben Joseph ibn Pakuda, a quien cabe con reservas calificar de
morales prácticos más que de especulaciones teóricas, no carece, sin embargo, de interés
obtuvo en ese idioma y en traducción hebrea difusión muy vasta. Obra impregnada de
musulmana ascética. Los deberes del corazón, del creyente, forman el tema nuclear de la
incesante de átomos por un Dios trascendente, del cual sería obra inmediata cuanto
existe. Bahya Ibn Pakuda dedica preferente atención a la tesis de la unidad de Dios y lo
que de ella dice es en parte similar a los argumentos que más tarde expondrá Spinoza
Otra obra, Microcosmos, de Joseph Ibn Zadik (muerto en 1149), es también una mezcla
27
Ibn Pakuda funda su prueba de la existencia de Dios en tres proposiciones como si fuesen tres
axiomas que dan base a la demostración de un teorema. Forma “geométrica”, por lo tanto, entre otras
que antecedieron a la de la Ética de Spinoza.
inspira directamente en Ibn Gabirol y en Bahya. El segundo capítulo trae esta frase:
“Toda cosa entre las cosas existentes cae inevitablemente dentro de una de las cuatro
clases siguientes: Existe en sí misma; existe en otra cosa; no existe en sí misma ni en otra
cosa, o existe en sí misma y en otra cosa”. Esta clasificación y otras análogas aparecen en
autores judíos y árabes. También Spinoza, en su Ética, trae una clasificación del mismo
tipo. Ibn Zadik, a semejanza de otros pensadores judíos, habla de la “unión con Dios”
con los antecedentes de la obra de Spinoza, merece especial atención Abraham Ibn Ezra.
Spinoza lo cita y lo recuerda con elogio. En el capítulo VIII del Tratado Teológico-
Político invoca la autoridad de Ibn Ezra en apoyo de su propia opinión sobre quiénes
fueron los autores de los Libros Sagrados. Indica que Ibn Ezra, por primera vez, dio a
entender sobre la paternidad del Pentateuco lo mismo que él, Spinoza, dirá “claramente”.
Califica a Ibn Ezra como “hombre de genio libre y de una erudición poco común”. Así
de Ibn Ezra. En el orden filosófico es la de este último una concepción panteísta. Ella se
alma individual y sus relaciones con el “alma universal”. En uno de sus comentarios al
libro del Éxodo enuncia Ibn Ezra el pensamiento, también expuesto por Maimónides y
comentario al Génesis, trae esta reflexión: “y así el espíritu del hombre, por el que vive y
experimenta sensación, es el mismo que el de las bestias; como muere el uno muere el
otro, excepto para esa parte suprema por la que un hombre tiene preeminencia sobre una
bestia”. En su comentario a los versículos 8 y 11 del Salmo XVI expone una opinión que,
28
Harry Austryn Wolfson, op. cit., T. II, págs. 313 a 317.
No sólo en detalles particulares coincide Spinoza con Ibn Ezra. Sus doctrinas concuerdan
en puntos fundamentales. Ibn Ezra fue hombre de saber y de talentos múltiples y su labor
literaria abarcaba dominios diversos de la ciencia y del arte. Poeta, filósofo, sabio
medievales de la Biblia. Algunas de sus reflexiones sobre textos bíblicos fueron audaces.
Así, creía que el libro de Isaías, tal como lo conocemos, es obra de dos autores distintos,
que vivieron en épocas diferentes: el primero habría escrito hasta el capítulo cuarenta; el
son traducciones al hebreo de originales redactados en otras lenguas. Hasta llega a decir:
“El nombre de Moisés está traducido del egipcio. Su nombre egipcio era Munius”. No se
explica que la hija del Faraón hubiese puesto a Moisés su nombre hebreo por haberlo
sacado del agua. Intimidado del curso atrevido de sus reflexiones, añade: “Quizás
aprendió el idioma hebreo”. Algunas veces, su prudencia le lleva a insinuar solamente las
conclusiones a que llega. Habla entonces de “secretos” que “el inteligente entenderá”.
oscuridad de expresiones de Ibn Ezra. En todo caso, su actitud científica ante los textos
de la Escritura es antecedente del método con que Spinoza los examina y juzga.
En sus glosas bíblicas declara -como lo hará más tarde Spinoza- que se atendrá al sentido
estricto de las palabras, y censura a los “alegoristas” que sólo ven en la Biblia propósitos
pero él mismo en más de una ocasión incurre en lo que reprocha a los otros. En efecto,
Abraham Ibn Ezra incorporaba a sus comentarios de los textos sagrados su propio
reconstruir todo el sistema de la filosofía de Ibn Ezra. Análoga reconstrucción han hecho
luego otros escritores, entre ellos Rozi y Orzhansky. Ello es hoy más fácil por la
Por su vigoroso espíritu científico, Ibn Ezra procuró considerar de manera “natural”
influjo de las estrellas. Algunos de sus intérpretes le atribuyen, por eso, una mentalidad
supersticiosa. ¿No podría tomarse como prueba de una visión científica, fundada en la
idea de la interrelación de las distintas partes del cosmos? Escribió sobre matemáticas y
compuso tablas astronómicas. De ahí que, tanto en sus comentarios bíblicos como en
hasta el infinito. Dos significa dos veces uno; tres, tres veces uno; un millón, un millón de
veces uno, y así hasta el infinito. También cuando se dice un cuarto o un tercio se habla
de la cuarta parte de uno, etc. Sólo la unidad se basta a sí misma y no necesita de otro
número. Ella hace todos los números, y todos los números ya están en ella, porque son
sólo su repetición, mientras el uno es uno y nada más, uno indeterminado, una
en el intelecto, pues si ponemos un punto sobre el papel, ya es una superficie. Por eso, la
unidad y el punto son para Ibn Ezra el símbolo de Dios. Punto y unidad son
En la filosofía de Ibn Ezra hay una marcada influencia de Salomón Ibn Gabirol, cuya
Fons Vitae conocía. De ella tomó algunas ideas típicas del neoplatonismo. En más de un
pasaje habla de la Voluntad creadora, que identifica con la Sabiduría y el Verbo divinos.
Comentando el tercer versículo del capítulo XL de Isaías, dice: “El poeta Rabí Salomón
ha explicado que aquí está todo el secreto de la creación del mundo”. Para Ibn Ezra la
lo invariable, y las formas son accidentes. La materia puede adoptar todas las formas,
pero esencialmente no cambia. La materia no es corpórea, es espíritu, y de ahí que todo lo
que llamamos cuerpo es materia que ya tiene una forma, pues la materia sólo puede ser
concebida por nosotros cuando tiene una forma determinada. Todas las criaturas, desde
las más elevadas, incluso los mundos superiores, hasta las más bajas, consisten en materia
y forma. Nosotros, con nuestros sentidos, únicamente podemos percibir las cosas por su
Solo Dios es una unidad absoluta, y de él deriva cuanto existe. La creación se produjo
cuando la materia, eterna e incorpórea, adquirió formas. Para Ibn Ezra la palabra bíblica
informe. En la Biblia misma quiere Ibn Ezra encontrar un argumento en favor de su tesis.
Ella dice que Dios creó al hombre de barro, que es algo. De esto cabría inferir que según
la Biblia el mundo no fue creado de la nada, sino que la llamada creación fue resultado de
inédita, porque sólo es capaz de concebir las cosas por sus formas y no en su esencia.
una cualidad de la naturaleza de Dios o es obra divina. Mas sea como fuese, las formas
aparecen en la materia por la voluntad de Dios, voluntad que, como ya hemos visto, Ibn
Ezra también llama sabiduría. Dios mismo –insiste- es incorpóreo y sin ninguna forma.
las figuras. La unidad y el punto son el fundamento de todos los números y figuras
aunque ellos no son número ni figura. Las expresiones antropomórficas que la Biblia
suele emplear al hablar de Dios, son debidas a las peculiaridades del lenguaje humano.
Para expresar sus ideas, el hombre no tiene otro recurso que su vocabulario; y de ahí que
Para Ibn Ezra el universo comprende tres mundos. El mundo superior, del alma y de los
ángeles, mundo del cual también proviene el alma humana, es la primera emanación de la
divinidad. Le sigue el mundo intermedio, de los cuerpos celestes, de las esferas y las
estrellas; es una suerte de emanación del mundo superior. El tercer mundo es el nuestro,
el terrestre; en él es el hombre lo más preciado, su centro, porque tiene alma que procede
del mundo superior. Nuestro mundo está por debajo del mundo intermedio, y porque se
halla sometido al influjo de éste, los astros ejercen acción sobre los hechos que acontecen
en la tierra. Su influencia, sin embargo, no es libre ni conciente, porque los astros mismos
vegetativa, relacionada con el crecimiento; el alma animal, que está vinculada con el
movimiento, y el alma puramente humana que es racional y que procede del mundo
superior. Es deber del hombre procurar que su alma racional domine sus deseos nacidos
de las otras almas. La suprema felicidad del hombre está en la unión con Dios, entendida,
De los distintos autores de que nos hemos ocupado en este capítulo, Spinoza conoció
ciertamente a Filón y a Ibn Ezra. De ellos, sobre todo del último, tomó, sin duda, más de
una idea provechosa para su sistema. Además en Saadia, cuya obra no se sabe si fue
fuentes del conocimiento, y en Bahya Ibn Pakuda hay un esbozo de método “geométrico”
de Spinoza con Ibn Ezra, discípulo de Gabirol, continuador del pensamiento filoniano.
Nos hallamos ante un proceso de pensamiento, ante una serie de autores que
primero y al último. De esta fuente pudo extraer la idea de que la suprema virtud del
la visión de que todo es Uno, fórmula en verdad imprecisa al comienzo y que abrió el
penetrar toda realidad; de ese Dios emanaba por grados cuanto hay. En Spinoza,
igualmente, Dios es Dios creador a la vez que Dios creado. Idénticos entre sí, al parecer,
en un momento, Spinoza los separa luego en natura naturans y natura naturata. Nuestro
filósofo pudo tomar de Ibn Ezra la noción de que es ideal moral del hombre el dominio
conocimiento puede, por etapas, aproximarse al principio de las cosas. Para los
neoplatónicos judíos, en la unión con Dios, en el amor a Dios, estaba la máxima dicha del
¿Cuál es la relación de Spinoza con Platón? León Brunschwicg 29 piensa que en la Ética
arrojado del campo intelectual en la primera mitad del siglo XVII. En ese siglo, el
siglo XVII -sostiene Brunschwicg- lo mágico y lo místico fueron eliminados del estudio
científico de la religión.
influencia imperiosa de Descartes, tuvo, sí, gran afinidad con Plotino. Spinoza, porque
y brillante, pero no porque admiremos su ingenio habremos de creer que sea exacta su
neoplatonismo.
filosofía aristotélica de los judíos de la Edad Media. Esta filosofía estaba expuesta con un
rigor y una claridad que no había en los autores neoplatónicos. Pero ideas de estos
pensaba las ideas de los neoplatónicos con la exactitud de los discípulos de Aristóteles
recuerda a uno de ellos, a Moisés Maimónides, aunque casi siempre para censurarlo. La
discurrir con ideas claras y distintas, como más tarde se lo enseñaría Descartes. Es
legítimo sostener que Spinoza aprendió de Maimónides, del que nos ocuparemos en
el capítulo siguiente, a pensar bien las ideas de Ibn Ezra que juzgaba buenas. Es que
aristotélicos judíos sabían razonar con método científico; exponían sus convicciones
con nitidez. En los neoplatónicos, inspirados, dotados de estro poético (Ibn Gabirol e
Ibn Ezra fueron grandes poetas los dos) eran frecuentes la imprecisión, la vaguedad.
traductor, Salomón Munk. La lectura de una página de cada uno de ellos permite
mentales diferentes.
Spinoza verosímilmente conoció al neoplatónico Ibn Ezra antes que al aristotélico
judíos solían estudiar los comentarios a la Biblia mientras estudiaban los textos de
ella. El orden probable de las lecturas de Spinoza fue, pues, el mismo que el de la
ocuparemos de sus exponentes más significativos a partir de la mitad del siglo XII.
CAPITULO IV
La reacción contra el neoplatonismo. Ibn Daud. Su crítica a Ibn Gabirol. Maimónides. Su método. Su
A mediados del siglo XII cambió la orientación del pensamiento filosófico hebreo y
ellos, Abraham Ibn Daud (muerto en 1180), rechazan con energía los principios del
Daud reconoce buenas intenciones a Saadia, pero juzga deficiente su obra. Más
Aunque el problema que en modo muy especial interesa a Ibn Daud es el del libre
sus pensamientos fundamentales son del filósofo griego, adaptados a sus propias
convicciones religiosas. En Ibn Daud, como en otros autores, Spinoza pudo hallar
una de sus cartas. En el Breve tratado Spinoza utiliza modo y accidente como
tienen de común los modos a que se refiere Spinoza y los accidentes aristotélicos.
Una diferencia profunda separa la concepción de Ibn Dand sobre Dios de la del
Estagirita: Aristóteles concebía a Dios como el primer motor de las cosas; para Ibn Daud
es un ser “de quien depende la existencia de todas las cosas, y cuya existencia es
“Cuando adscribimos a Dios el atributo de “eterno”, sólo queremos significar con ello
terminología sobre el origen de las cosas en Dios, emplea unas veces la expresión
para él, entre los seres vivientes, solo el hombre tiene auto-conciencia: “Pues el asno y el
buey y los otros animales, cuando ven, solamente ven con sus ojos, pero no son
conscientes del hecho de que ven; cuando carecen de la perfección de la vista, no son
imaginan, no son conscientes del hecho de que es una imaginación, o cuando captan algo
instintivamente no son conscientes del hecho de que es solo una captación instintiva. Sólo
el hombre piensa en ideas abstractas y tiene una idea de su idea”. En la obra de Spinoza
se encuentra enunciada una concepción del alma humana similar a la de Ibn Daud,
Con Ibn Daud se inicia en el judaísmo un movimiento filosófico cuyo desarrollo no sólo
para, así, de la conjunción de una y otra, constituir una ideología orgánica y no una
30
Harry Austryn Wolfson, op. cit., t. I, pág. 373.
simple agregación de nociones.
Ibn Daud hizo esta interpretación del texto de las Escrituras a favor de un método que
construcción así lograda perdía no poco de la cálida atmósfera neoplatónica, pero ganaba
en rigidez; la estructura se hacía más sólida. El riguroso pensar lógico iba a dar sus frutos
contra los motekallemín, a los que acusa de confundir las creaciones de la imaginación
con productos de la razón. Para es tan errónea la concepción que sostienen respecto de los
rechaza las ideas de Aristóteles y de los filósofos árabes, según que concuerden o no con
mediante un método utilizado ya por Filón de Alejandría: buscando, tras del sentido
literal de las palabras, otro esotérico. La Biblia está redactada en forma accesible a todos,
pero sólo quienes hayan alcanzado determinado nivel intelectual son capaces de
problema de los atributos de Dios. Es éste, precisamente, el tema central del primer
tomo del Guía de los perplejos. Para Maimónides, las doctrinas misteriosas que en el
Talmud son designadas como Maase Bereschit (en relación con el primer capítulo del
Génesis) y Maase Mercava (en relación con el primer capítulo del libro de Ezequiel)
pues ella nos enseñará que tratándose de la divinidad no se pueden emplear ciertas
afección con referencia a Dios. Lo mismo ocurrirá con las nociones de actualidad y
un defecto y, por lo tanto, tampoco será atribuible a Dios. Maimónides discurre sobre
los atributos de Dios partiendo de este principio: “Los atributos positivos, aun
cuando no particularizan al sujeto, indican siempre una parte de la cosa que se desea
conocer, sea una parte de su substancia, sea uno de sus accidentes, mientras que los
esencia que deseamos conocer, a menos que sólo sea accidentalmente”. Aparece, así,
francés del Guía, de este modo: si se despoja al sujeto de ciertas cualidades que se le
A partir de ahí, dice Maimónides que en Dios no hay composición, porque no tiene
ser fuera de su quididad. Cuando afirmamos que Dios es viviente, negamos que esté
existencias; “y esto, no como el calor emana del fuego, ni como la luz proviene del
sol, sino por una acción divina que les da la duración y la armonía... Al atribuirle a
Respecto del cielo, a causa de nuestra ignorancia, únicamente podemos decir que no
es ni liviano ni pesado, que es impasible y que por ello no recibe impresiones, que no
tiene sabor ni olor (sólo sabemos que está constituido de materia y forma). Si esto
ocurre tratándose del cielo, ¿qué podrá alcanzar nuestra inteligencia respecto a Dios?
Nuestra inteligencia nada puede saber del ser necesario, exento de materia, de
simplicidad extrema, que no tiene causa ni es afectado por nada, y cuya perfección
significa para nosotros negación de las imperfecciones. Sólo sabemos que es, que no
hay otro como él, que nada tiene de común con los seres que ha producido. Así como
Son diversas las cuestiones tratadas por Maimónides en esa primera sección de su
quienes sostienen opiniones distintas de las suyas. Su tono polémico adquiere a veces
acentuación violenta cuando discurre sobre los motekallemín. Allí encuentra el lector
pensado, noción que aparece igualmente en Ibn Ezra, en la mística judía y también en
árabes, y en especial a Ibn Sina. El autor del Guía se esmera en probar que esa tesis
con precisión poco común en tema tan arduo, tuvieron marcada gravitación en la
31
Maimonide: Le guide des égarés. Trad. de Munk, T. I, París, 1856, nota de la pág. 302.
filosofía de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. No es difícil que su
existencia eterna de la materia, que fue modelada por Dios; la de Aristóteles que
eternidad del mundo, pruebas diversas cuya misma variedad sería testimonio de que
no hay una que por sí sola sea suficiente. Además el propio Aristóteles reconoce la
posible. Coloca, así, al lector ante la alternativa de una tesis no demostrada y de otra
no vacila en la opción. Su pensamiento en este punto marca una de las más esenciales
una teodicea que afirmaba la existencia y la unidad de Dios. Esta afirmación de una
primeras páginas de la segunda parte del Guía de los perplejos, para concluir:
“Resulta claro entonces que la existencia de Dios (ser necesario, sin causa y cuya
decisivas y ciertas, no importando que el mundo sea una creación ex-nihilo, o que no
concordante con las “teorías de los filósofos”. En estas teorías se afirma “la
de acuerdo con los principios de nuestra religión”. Sostiene que las “inteligencias
ella coincide con la mayor parte del pensamiento de Aristóteles, que durante la Edad
Media originó diversos sistemas. El malaj (ángel) hebreo es para Maimónides “un
nombre homónimo”; sostiene que “abarca las inteligencias, las esferas y los
elementos; pues todos ellos ejecutan una orden (de Dios)”. “Pero -agrega- no se ha de
creer que las esferas e inteligencias estén en el rango de las otras fuerzas puramente
corporales, las que son naturales y no tienen conciencia de su acción; al contrario, las
Aristóteles concebía un universo esférico, con la tierra inmóvil en su centro. Según él, los
cuerpos de nuestro mundo están constituidos de cuatro elementos: tierra, aire, agua y
fuego. Pero ninguno de estos elementos se nos presenta en estado puro. Se hallan
mezclados entre sí, y la composición resultante lleva el nombre del elemento que en ella
ellos integran objetos que se generan y disgregan para dar lugar a la formación de objetos
32
Maimonide: Le guide des égarés, trad. de Munk, T. II., págs. 47-48.
33
Maimonide: op. cit., T. II, págs. 75-76.
nuevos. Los cuerpos celestes, en cambio, no se hallan expuestos a la disgregación, que es
propia de los cuerpos constituidos de los cuatro elementos. No están sujetos a mutación
mundo sublunar (la de la luna es la esfera más próxima a la tierra), los cuatro elementos
realizan movimientos rectilíneos: tierra y agua, hacia abajo; aire y fuego, hacia arriba. El
a cuatro el número de las esferas principales: la de la luna, la del sol, la de los “otros
cinco planetas” y la de las estrellas fijas. Cada una de ellas está gobernada por una
Inteligencia particular. El mundo sublunar, a su vez, está regido por una Inteligencia, el
vida psíquica y sus condiciones fisiológicas. El alma del hombre es su “forma”. Sus
actividades diversas han hecho que algunos autores considerasen que el hombre está
dotado de almas múltiples; otros hablan de partes del alma, lo que únicamente es
y la intelectiva o racional. Señala las funciones que corresponden a cada una de ellas y
establece, para la primera, sus bases fisiológicas; indica las particularidades de cada
objeto hasta la intrepidez, el odio y el temor, de los que son instrumentos todos los
órganos del cuerpo. La facultad que distingue al hombre es la racional. Esta facultad o
intelecto hílico no se encuentra en los individuos de las demás especies animales. Por
obra de ella el hombre puede subvenir a sus necesidades, ampararse de las inclemencias
del medio físico, prever con anticipación los hechos, a fin de precaverse contra los que
pudieran serle funestos. Merced a ella, el hombre vive y convive con sus semejantes. Sin
la sociedad es inconcebible la existencia del individuo. Fuera de la sociedad, el hombre
perece. Esa facultad racional, este intelecto primario, está en el cuerpo, unido a él, y lo
gobierna.
adquirido. Éste no se halla en el cuerpo, está separado de él. Es una inteligencia pura, no
enseñadas por Avempace, de quien él las toma, son “profundas”. El intelecto hílico es un
ya lo dijimos- con el intelecto adquirido: éste sobrevive al cuerpo. Mas esta persistencia
primario se parece, así, más a la bestia que al hombre dotado de intelecto adquirido.
perplejos, a partir del XXXII, y en su desarrollo sigue algunas ideas del filósofo
musulmán Alfarabi. Enuncia estas tres opiniones sobre la profecía: “la de la multitud
vulgar de los creyentes, la de los filósofos y la que debe profesar el teólogo israelita”.
Esta última es la suya propia. Los primeros siete capítulos de la tercera parte del Guía
están dedicados a la visión de Ezequiel, y guardan relación con los últimos de la segunda
parte.
En esa misma tercera parte se ocupa Maimónides de las imperfecciones físicas y morales
como provenientes de la materia y señala que en los Proverbios expuso Salomón idéntica
torna vicioso. Sólo logra evitar los vicios quien determina sus actos por su forma, esto es,
por la razón. En la Escritura encuentra Maimónides expuesta la doctrina que hace suya,
de que la materia es un velo que “impide a nuestra inteligencia percibir a Dios y las
acción directa de Dios, como sostienen los motekallemín. El mal solo puede ser atribuido
a Dios por modo indirecto, en cuanto creador de la materia. Los daños que los hombres se
Según Maimónides, es erróneo creer que en el mundo el mal sea más frecuente que el
bien. Los males que acosan a los hombres provienen en gran parte de los hombres
mismos. A este respecto distingue Maimónides tres especies de males: 1º) los que tienen
su fuente en la materia corruptible y que afectan a los individuos y no a la especie; 2º) los
que los hombres se infligen unos a otros; 3º) los que el hombre se produce a sí mismo por
conclusión de que “según la doctrina de la eternidad, no cabe buscar el fin último del
forma mediante una sucesión continua de nacimientos y de corrupciones, y esto que reza
para todas las especies ocurre también en lo que concierne al hombre, “el último y más
la doctrina, que él acepta, de la creación ex-nihilo. Si se dijera que todo fue creado para
servir a la perfección del hombre, ¿ello no implicaría, acaso, sostener que Dios no pudo
hacerlo de otro modo? Y si se respondiese que sí hubiera podido “producir al hombre sin
que hubiese un cielo, cabría preguntar: ¿qué utilidad habría para él en todas estas cosas
que no eran ellas mismas el objetivo final y que sólo han sido creadas en favor de una
cosa que podía existir sin ellas?”. Y aun admitiendo, agrega Maimónides, que el todo
haya tenido nacimiento “a causa” del hombre y que el fin último del hombre sea adorar a
Dios, no se podría, por ventura, preguntar ¿qué significado ha de tener pura Dios la
favor del hombre, ni, al contrario, que todos los otros seres (han sido creados) igualmente
en vista de ellos mismos, y no en favor de otra cosa. Asimismo, según nuestra opinión,
que admite la creación del mundo, no se podría buscar la causa final de todas las especies
de seres; pues decimos que es por su voluntad por lo que Dios ha creado todas las partes
del universo y por lo que unas tienen su fin en sí mismas, mientras otras existen en favor
Así como Dios ha querido que existiesen los hombres, quiso también que existiesen las
esferas celestes y sus astros y los ángeles (Maimónides identifica los ángeles con las
Ella está expuesta en el relato bíblico de la creación: Y Dios vio que era bueno, dice el
Génesis respecto de cada una de las partes del Universo. Así como no cabe buscar la
voluntad, “en virtud de la cual todo lo que ha nacido y nacerá es tal como es” 34. A
las inmensas distancias y las dimensiones de las esferas y de los cuerpos celestes, para
creación.
En los capítulos XV a XXIII de la tercera parte del Guía de los perplejos, se halla
agudeza dialéctica del autor la sostener la libertad del hombre y afirmar, a la vez, que “la
humano que participa de esa inteligencia, mientras que los animales y las plantas sólo son
tratan los capítulos sucesivos del Guía. Maimónides señala como fin general de la Ley la
34
Maimonide: op. cit., T. III, pág. 95.
vida social, y a la dicha eterna únicamente se llega por la especulación intelectual.
creencia en la unidad de Dios y en la creación del mundo y a reglar el orden social. Ella
reprime las pasiones y los apetitos e inspira costumbres nobles y santas. Purifica nuestros
más alta. Maimónides trae una parábola para hacer más comprensible su pensamiento
acerca de los distintos tipos de seres humanos en lo que a este conocimiento se refiere:
los que, carentes de toda creencia religiosa y especulativa, constituyen una especie
intermedia entre el mono y el hombre; los que piensan, pero cuyas ideas son contrarias a
la verdad; la multitud de los creyentes, que se ocupa de las prácticas religiosas, pero es
medida de lo posible para el hombre. Son estos últimos los únicos que realmente se
consagran a la meditación sobre Dios y a amarle. Del hombre depende el llegar a esta
divino. Conocer a Dios es amarle. “En cuanto a las ideas que la Ley nos enseña, esto es,
las de la existencia de Dios y su unidad, ellas deben inspirarnos el amor (a Dios), como lo
hemos expuesto muchas veces, y sabes con qué energía la Ley insiste sobre este amor: De
todo tu corazón, de toda tu alma y de todas tus facultades (Deuteronomio VI, 5)”35. “El
conocimiento del hombre que busca su perfección ha de comenzar con la Ley, continuar
con la ciencia (la filosofía) y concluir con la exacta noción de las acciones que
constituyen una buena conducta”. Al hombre le sucede siempre lo que merece, porque
Louis Germain Levy define la doctrina de Maimónides como “un sistema teocéntrico
dentro del cual el fin último asignado al hombre es el amor Dei intellectualis”36. En este
sistema todos los pensamientos y todos los actos del hombre se vinculan a un
conocimiento supremo, y por ello Maimónides “pone en toda la vida una dignidad
35
Maimonide: op. cit., T. III, pág. 459.
36
Louis Germán Levy: Maimonide, ed. Alcan, París, 1911, pág. 221.
eminente”. Problemas hay, según Maimónides, insolubles para la razón humana. Ella
la beatitud. Sólo por ella se alcanza la comprensión, de la que nace el amor a Dios. El
hombre común cumple su deber al obedecer los mandamientos. Los aristócratas del
intelecto son los únicos que conquistan la verdadera dicha. Es la de ellos una aristocracia
tienen todos idéntica situación en lo que a su común destino se refiere; pero todos
pueden, cada cual con su propio afán, llegar al escalón moral superior. El intelecto
primario es igualmente dado a todos, sus predisposiciones son idénticas. Unos quedan en
la etapa primera, otros recorren sólo parte de la ruta, los menos llegan al nivel más alto.
asocian para la meditación sobre lo absoluto y la perfecta dirección de los actos. Ésta es
entre su filosofía y las ideas de la Biblia. Las concepciones de esta última y más de un
Reprueba sus exégesis de textos de la Biblia, pero en él, como en otros autores judíos,
Enseña Maimónides que el infinito Dios es incomparable con lo finito, que no cabe
unidad, son atributos que sólo tienen de común el nombre con esos mismos atributos
adjudicados a cosas particulares; que Dios en un único acto de conocimiento abarca la
multiplicidad de los objetos y que su conocimiento no sigue a las cosas, sino que las
Dios en el que está el fin más alto de la conducta y la mayor salud. Estas ideas están en
Spinoza, como también la doctrina de que los milagros son simples efectos de las eternas
leyes naturales.
A León Roth se debe el estudio más cuidadoso sobre la relación entre Spinoza y
pluralismo; la lógica común al autor del Guía y al de la Ética llevaba al monismo. Entre
entre uno y otro; entre el autor de la Ética y el autor del Guía hay una relación de
científica. ¿No procuró él mismo hablar de religión como se habla de ciencia? Para Roth,
argumentos de un modo de razonar que fue empleado siglos antes por teólogos árabes.
Quizás exagere León Roth lo estrecho de la conexión entre Spinoza y Maimónides, pero
esta conexión existió. Maimónides era conocido y respetado en el siglo XVII, aun fuera
sus escritos. Pico de la Mirándola lo estimaba también y pensaba que se podía identificar
la doctrina del Guía con la Cábala. Bodino en el siglo XVI solía citar a Maimónides con
Maimónides.
Dios es causa primera y única de la esencia de las cosas, tanto como de su existencia. La
el mismo que el orden y conexión de las cosas. Para ambos, para Spinoza y para
Notorias coincidencias todas éstas; pero no excluyen las divergencias profundas entre las
tesis de la Ética y las del Guía. Más que el detalle de la filosofía de Maimónides, nos
fueron lección útil para Spinoza. Y hay algo más; de los autores que Spinoza conoció en
su doctrina de los atributos negativos de Dios supone la necesidad del estudio positivo de
la Naturaleza.
Cuando Maimónides publicó Guía de los perplejos y sus otros libros, provocaron sus
factores intervenían en el combate librado contra el autor del Guía por quienes veían en
sus concepciones una amenaza para el culto tradicional. Pero las disputas, que se
prolongaron por bastante tiempo, no impidieron que con el andar de los años se impusiera
Levi Ben Gerson, conocido también con los nombres de León de Bagnols, Magister Leo
filosofía. A los treinta años comenzó a redactar su obra más importante, Las guerras del
Señor. Médico, según algunos de sus biógrafos lo fue del papa Clemente VI. El Pontífice
tenía en alta estima a Gersónides, uno de cuyos escritos sobre astronomía hizo traducir al
otros libros bíblicos. Guiado por sus ideas filosóficas, redactó también glosas a algunos
tratados del Talmud. Inventó la “cámara oscura” y el “báculo de Jacob”, usado por
Aunque dominaba el árabe y el latín, empleó en sus escritos el hebreo. Su lenguaje era
en el prólogo a Las guerras del Señor: “Es evidente que el escritor escribe, no para sí,
sino para enseñar a otros. Por eso ha de esforzarse en presentar sus pensamientos de una
manera que sea inteligible para el lector”. A renglón seguido agrega: “Los escritores que
no proceden así, que hacen incomprensibles sus pensamientos, ya por falta de sistema o
por su lenguaje difícil, no logran el fin que todo escritor se propone. No solo no ayudan al
bellas para impresionar al lector y con eso cubrir sus defectos y su debilidad”.
Carlebah, citado por Pierre Duhem en el tomo V de Le Système du Monde, hace grandes
elogios de los descubrimientos científicos de Gersónides, el cual fue, entre los pensadores
acogió ideas neoplatónicas que probablemente le llegaron a través de Ibn Gabirol. En Las
ideas enunciadas sobre esta materia, las critica, y expone su propio pensamiento, el que,
según Duhem, es “singularmente audaz y original”: el intelecto que nace con el hombre
no es más que una propiedad o capacidad del cuerpo humano. La materia primaria, base
de todo lo que existe bajo la luna, tiene, entre otras, la facultad de desarrollar de sí el
actualidad, por obra del intelecto agente. La concepción de Gersónides del intelecto
porque es el intelecto general de todo el mundo sublunar, pero esto no significa que todos
los hombres sean intelectualmente iguales. Las diferencias dependen de la medida en que
intelecto individual de cada uno: resultado de la acción del intelecto agente que es
incorpóreo e inmortal. El intelecto adquirido conoce las formas de las cosas del mundo
Estas últimas sólo son “la ocasión de la operación mediante la cual el intelecto agente
imprime y pone en acto, en nuestra inteligencia en potencia, las formas inteligibles que
residen en ella eternamente”. Hay quienes juzgan que el punto de vista de Gersónides es
análogo al que más tarde expuso Malebranche, en cuya doctrina desempeñaba Dios el
adquirido, el cual, después de la muerte del individuo humano, no puede alcanzar nuevos
conocimientos, porque le faltan para ello los instrumentos necesarios, pues el intelecto
primario muere con la muerte del hombre. Así el alma inmortal es para Gersónides una
Maimónides había estudiado la profecía desde el punto de vista psicológico; para él, el
profeta era un hombre en quien la razón y la fantasía habían alcanzado el mayor grado de
predeterminación, ¿cómo se concibe que el profeta, al mismo tiempo que predice actos
una manera u otra. Saber significa conocer algo ineludible, cierto. Embarazoso problema,
sin duda. Gersónides funda su solución en el pensamiento de que el mundo, con sus
sucesos, grandes y pequeños, se halla dominado por leyes eternas, rígidas; todo fenómeno
es consecuencia necesaria de causas; no hay accidentes; no cabe el azar, pues lo que nos
parece azar también responde a un orden. Los actos humanos se hallan igualmente
regulados por leyes generales, pero el hombre está dotado de razón y puede, con su
resultado de ella, son parte de las causas determinantes. La razón humana es porción
¿De dónde toma sus noticias el profeta? ¿Cuál es la fuente de su conocimiento? Para
alto; además, posee la capacidad de mirar las cosas con un criterio puramente
intelectual, sin mezcla de otras facultades anímicas, como la fantasía. En este punto
difiere de Maimónides, para quien el profeta debía tener una fantasía no menos
al intelecto agente, del que recibe influencia, conocimiento. El intelecto agente sólo
particular; Maimónides creía que Dios lo sabe todo, también lo particular. Para él, el
saber de Dios es distinto del humano. Juzgaba fuente de error la opinión de los
son conocimientos diferentes, tanto por la cantidad como por la calidad. El empleo
de la misma palabra saber para un caso y otro -empleo impuesto por el lenguaje-
lleva a tomar por idénticas, realidades en verdad distintas. Gersónides, por su parte,
autor del Guía al analizar su afirmación de que Dios conoce el desarrollo de los
de Maimónides significa que Dios sabe que cierto acontecimiento ocurrirá de una
de saber. Si Maimónides quiere decir que Dios sabe que cierto acontecimiento puede
suceder tanto de una manera como de otra, entonces lo que hay en él es duda y no
saber.
bondad de Dios son infinitamente superiores a los del hombre. Si el saber de Dios es
resulta claro que Dios no ha de conocer lo que es posible tanto de una manera como
saber más perfecto, no puede tratarse de opinión, de error o de duda. Dios sabe lo que
ocurre en todo el universo con la más absoluta claridad. Su ciencia es
que Dios ignore su propio pensamiento. Conoce todos los hechos tales como están
ordenados por las leyes naturales, en la medida en que son inevitables en el curso
dependen de la libre voluntad humana. Conoce todo, las reglas generales y los
hechos particulares; sabe también lo que ocurrirá cuando el hombre opte por obrar de
una u otra manera; pero no sabe cómo el hombre optará en su conducta. Dios dotó al
hombre con voluntad libre y el hombre puede obrar como quiera. Esto no importa
significa ignorancia. El hombre tiene una voluntad completamente libre para sus
prohibiciones.
sólo a aquellos hombres cuyos intelectos pueden unirse con el intelecto activo.
Para Gersónides, cuanto hay se halla sujeto a un orden determinado, que es el orden
mejor. Dentro de este orden, ¿cómo se explica que hombres malos vivan bien, y
otros, buenos, sufran? ¿Cómo algunos malos sufren y otros disfrutan de bienestar?,
¿cómo algunos buenos sufren y otros no? A estas preguntas contesta Gersónides en
instintos inferiores, y al hombre como ser racional. Como animal, está sujeto a las
eternas leyes fijas de la Naturaleza, leyes de vigencia inevitable. Como animal, los
goces del hombre son el buen comer, el bien dormir y la riqueza, y en esto no cabe
providencia divina especial. Como hombre, como ser racional, los placeres humanos
por él mismo puede exponerse en estos términos: Todo fenómeno físico debe tener
una causa. El mundo, que es un fenómeno físico, debe por ello tener una causa. Esta
causa puede ser, o una fuerza ciega puramente mecánica, que actúa por azar, sin
orden y sin finalidad, o bien una fuerza racional que despliega su actividad en
puramente mecánica, no sería perfecto. La perfección del mundo muestra que es obra
de una actividad ordenada, esto es, de una actividad racional. Esta fuerza racional
¿está fuera del mundo o está en el mundo como parte de él, identificada con él? ¿Es
esta fuerza racional una inteligencia separada o no? Para Gersónides esta fuerza se
halla fuera del mundo. ¿Es este mundo eterno? Para Gersónides, los argumentos
dados en favor de la eternidad del mundo son insuficientes y parten del error de
que sólo reza para algunas de sus partes. El proceso de “llegar a ser” del universo no
El mundo fue creado por obra de una fuerza racional trascendente que con la
hombre, que ya habría alcanzado un nivel mucho más alto de cultura, de sabiduría. El
mundo es finito en cuanto a su origen, pero no es finito en cuanto a su duración. Dios
Admitido que el mundo fue creado, ¿lo fue de algo o de la nada? Gersónides contesta
que el mundo no fue creado de la nada, sino a partir de una materia primaria,
existencia real, de modo que no se puede decir que la materia primaria existía junto
los términos siguientes: “El creador ha hecho que una parte de esta materia guardara
en adelante una figura que le fuese propia; esta parte ha constituido el orbe de los
cielos; en este orbe, Dios ha creado los orbes particulares y los astros; entre los orbes,
que tienen centros diferentes los unos de los otros, ha colocado cierta parte de esa
materia, para que no hubiese vacío alguno en esos intervalos; en fin, en otra parte de
es materia puso la posibilidad de recibir todas las formas; esta última materia es la
materia inferior”.
creación del mundo por un Dios trascendente y con una finalidad. Pero, en cambio, sí
conocimiento recto como base de la virtud más alta pueden considerarse idénticas, si
El traductor de Las guerras del Señor al alemán, entre las numerosas notas al texto,
Spinoza38. Por nuestra parte, queremos indicar la semejanza que con ideas de
Lewi Ben Gerson: Die Kämpfe Gottes Traducción y comentarios de Benzion Kellerman, ed. Mayer y
38
concluye: “Si hay un Dios o algún ser omnisciente, él no puede formar ficción
alguna”. Allí sostiene Spinoza que no cabe hablar de conocimiento de aquello que
Spinoza no sólo conocía a discípulos de Aristóteles. Había leído al filósofo griego del
biblioteca dos volúmenes del Estagirita, editados en Basilea en 1548. Para Julius
principio del conocimiento es también el principio fundamental del ser. Guttman cree
¿Habría de ser Spinoza discípulo, sin más, del aristotelismo? Ciertamente no. En
Gersónides mismo halló un notable ejemplo de espíritu crítico. Esta aptitud habría de
fueron enseñados por otro autor hebreo de la Edad Media, del cual tomó más de una
CAPITULO V
unidad de Dios. El problema del infinito. La constitución del universo. Las ideas de Crescas. La doctrina
de los atributos de Dios. La extensión. Libertad y determinismo. La tesis de Crescas. Su teoría ética.
39
Julius Gutmann: Spinozas Zusammenhang mit dem Aristotelismus en Judaica, Festschriff zu Hermann
Cohens siebzigsten Geburstage, ed. Bruno Cassirer, Berlín, 1912, págs. 515-534.
En el estudio de los antecedentes del espinocismo ha de recordarse a Hasdai
Crescas más que a ningún otro pensador judío medieval. Su influencia en Spinoza
argumento de los antiguos. Oportuno es señalar que en el siglo XVII no era hábito
relación con el autor citado. No sólo esto. Spinoza, unas veces, desenvuelve
filósofo judeo-español.
judaicas, que llegó a dominar con sagacidad poco común. También en otras disciplinas se
por su talento y la amplitud de versación filosófica. Para defender su credo escribió libros
hijo, por haberse negado a aceptar el catolicismo. En aquel tiempo no pocos judíos de
España, cediendo a las promesas, unas veces, y, las más, cediendo a las amenazas, se
defensa del culto mosaico, amenazado por las conversiones en constante aumento y -así
lo creía- por los adeptos más extremos de Gersónides y, sobre todo, de Maimónides, en
lo infundado de los dogmas cristianos. Para hacer frente a las doctrinas que juzgaba
funestas dentro del judaísmo, redactó en hebreo una obra, la Luz de Dios40, de crítica a
En ella apunta más de una reflexión precursora de ideas fundamentales del Renacimiento.
providencia, en su relación con los hechos del mundo físico y los actos humanos. Al
mismo tiempo expone su propia concepción sobre la divinidad, sobre el mundo y sobre la
moral.
en el problema de la existencia de Dios. Juzgaba que en este punto no eran aceptables los
base a una censura no menos vigorosa contra Maimónides. Para demostrar la existencia
misma.
Por lo dicho se advierte la importancia que para Crescas debía tener el problema del
Wolfson41, Aristóteles para negar la existencia del infinito discurre con argumentos
finito. Llega a negar la existencia del primero razonando con nociones que solo son
número finito de elementos, uno de los cuales sería infinito; igualmente cabe concebirlo
Crescas, hay un eco en las ideas que Spinoza expone en el escolio de la proposición XV
del primer libro de la Ética, cuando indica el error en que se incurre al considerar la
infinito. Para el filósofo griego el mundo era una esfera cerrada cuyo centro es la tierra, y
fuera de la cual nada hay ni puede haber. Aristóteles explica el concepto de espacio como
Este mundo limitado ha de tener un motor último, porque para Aristóteles, y también para
41
Harry Austryn Wolfson: Crescas' Critique of Aristotle, Harvard University Press, Cambridge, 1926,
pá'gs. 41·42.
Maimónides, resulta inconcebible una cadena infinita de causas y efectos. Crescas
destruye paso a paso este edificio aristotélico. Siglos antes del italiano Torricelli, el
extensión, el vacío, y de que todo objeto del mundo está rodeado de la vacía extensión
infinita. Fue de los primeros pensadores medievales que desgarraron el limitado mundo
aristotélico.
Aristóteles creía que existe lugar allí donde hay cuerpos. Pero quedaba abierta la
pregunta de qué había fuera del mundo. Autores anteriores a Crescas solían resolver la
dificultad diciendo que más allá no hay ni lleno ni vacío, que hay, simplemente, nada.
Crescas juzgó inaceptable tal explicación. “Nada” no es un término medio entre lleno y
vacío, y por eso, de acuerdo con la ley del tercero excluido, lo que está fuera del universo
finito ha de ser algo. Esta afirmación del infinito era rica en importantes consecuencias.
Aristóteles no distinguía entre lugar y espacio. Se trataba en todo caso de algo ocupado
por alguna cosa. Para Crescas el espacio tanto podía estar ocupado como no estarlo. En
este último caso se trataba de extensión incorpórea. La idea de Crescas en este respecto
guarda alguna similitud con la teoría de los físicos modernos sobre el éter. Ella conducía
que flota un infinito número de mundos. Filósofos griegos, entre ellos los atomistas, y
infinito. Dos siglos después de Crescas, por obra de Giordano Bruno, se incorporó esta
precursora de la de Bruno, pero entre una y otra media una diferencia fundamental, como
que se interponen las concepciones científicas del Renacimiento. Los mundos múltiples
de Crescas eran -así cabe pensarlo- ptolemaicos, con tierras estacionarias en el centro y
rodeadas de esferas concéntricas; los mundos en que pensaba Giordano Bruno eran
copernicanos.
empíricas para demostrar los errores de Aristóteles. Para Wolfson, “Crescas había pasado
la etapa en que el hombre condenó la razón; había alcanzado la etapa en que el hombre
interconexión entre las diversas partes del universo y continuidad de movimiento a través
homogénea: el mundo sublunar y el mundo translunar eran para él dos reinos distintos, y
de naturaleza diferente eran los movimientos de los cuerpos de uno y otro. Aristóteles
describía como rectilíneos y naturales los movimientos sublunares, que serían producidos
por fuerzas centrífugas y centrípetas que actúan sobre los cuatro elementos. Merced a
como voluntario, apetitivo, producido por un principio motor, inherente a los cuerpos
Para el Estagirita, hay una diversidad no menos radical entre la composición última de los
cuerpos sublunares y la de los translunares. Según él nada hay de común entre los cuatro
elementos de que están integrados los cuerpos sublunares y el éter que constituye los
árabes y hebreos. Suponían en los cuerpos sublunares una materia inextensa que es pura
Wolfson la diferencia entre la materia de uno y otro mundo, tal como la concebía
actúa en una parte del universo y no en la otra. Crescas niega esta discontinuidad y
circular de los cielos y el rectilíneo de los cuerpos sublunares. Describe como naturales
unos y otros. Ciertamente el punto de vista de Crescas no era totalmente nuevo, pero él lo
subrayó con insistencia elocuente. Crescas también negaba la diferencia entre la materia
tridimensionalidad son equivalentes. No admitía que en caso alguno tenga la materia una
actualidad que le sea conferida por la forma. Este rechazo de la doctrina aristotélica de
la materia. El átomo, para quienes afirman que existe, no sólo se distingue de la materia
estableciendo que los movimientos de los cuerpos celestes y de los terrestres son de la
misma clase, sino que amplía esta unificación incluyendo en ella el fenómeno de la
“Lógicamente, una analogía moderna de la explicación de Crescas sería una tesis que
consecuencia de que hay un espacio infinito poblado de una infinita cantidad de mundos.
De esto infiere una concepción de singular importancia: si no está probada la unidad del
mundo, no puede esta unidad servir de base a la demostración de que la fuerza creadora
es también única. Al discurrir de este modo, Crescas apuntaba a una conclusión que ya
que Dios existe como la del que hay un solo Dios. De ella extrae una persuasión que la
firme, inconmovible. A nosotros, creyentes, la Biblia nos ha abierto los ojos, ha arrojado
de nuestros corazones toda duda con su declaración: Oye, Israel, nuestro Dios es un Dios
único”.
alcanza, nos las puede ofrecer la fe. Esto no significa que se ha de creer en afirmaciones
que contradicen la razón; sólo importa que se han de admitir verdades inaccesibles al
puro razonamiento. Esta opinión del autor de la Luz de Dios ciertamente importaba un
está en la racionalidad. Porque creían que la razón es lo más elevado del hombre,
pensaban que la inmortalidad sólo podía lograrse mediante la unión de la razón individual
con la razón universal. Así lo había enseñado Maimónides; así lo habían enseñado otros
aristotélicos. Para ellos sólo alcanzaba la vida ultraterrena el hombre que había
podía disfrutar de una inmortalidad que no lograrían el piadoso y el justo. Para Crescas,
Dios no era pura razón, ni el cultivo del razonamiento era virtud superior a las otras
virtudes humanas.
espacio infinito poblado de un infinito número de mundos. Sabemos también que para él
Ya hemos visto con anterioridad la doctrina de Maimónides sobre los atributos negativos
sólo pueden serlo de las criaturas. Crescas califica esta teoría como un juego de palabras.
Dios una pluralidad de atributos habrá de ser ella real. Al igual que Algazali, aunque con
no es incompatible con la simplicidad del ser divino. Indica que los llamados atributos
negativos de Dios son simplemente una fórmula verbal, y nada más que eso. Decir que
Dios no es inexistente, ¿no es, acaso, lo mismo que decir de él que es existente? Tampoco
acepta Crescas la tesis de Maimónides de que el saber de Dios, por ejemplo, sea por su
índole distinto del humano. Para Crescas, el saber de Dios es infinitamente más elevado y
más claro que el del hombre, pero es de la misma naturaleza que el humano. Si así no
fuera, ¿no habríamos de suponer que el saber divino sea lo que consideramos ignorancia?
Largo tiempo después de Crescas, afirmará Galileo que en el campo del puro saber
La opinión de Crescas sobre los atributos de Dios coincide en parte con la de Gersónides,
pero una diferencia marcada separa sus teorías. Gersónides, colocado en una posición
aristotélica y racionalista, considera que el espíritu divino sólo puede revelarse en el
sostenían que la suprema dicha de Dios está en la conciencia de su saber infinito. Para
Crescas esto era sólo parte de la verdad. La suprema dicha de Dios está igualmente en su
amor infinito y en su infinita bondad. En el amor, precisamente, está el vínculo entre Dios
Crescas afirma la identidad entre la voluntad divina y la inteligencia divina. Con otras
palabras, sostendrá Spinoza análogo punto de vista y coincidirá también con Crescas en
Esta coincidencia es sin duda menos importante que otra que media entre Spinoza y el
afirma que la extensión es uno de los atributos de Dios. Señala que pensadores anteriores
a él, partiendo del punto de vista de que la extensión da a cada objeto su forma
determinada, solían designar con la misma palabra la forma y el ser de las cosas. Y como
Dios es la forma de todo lo que existe, el que crea, determina y limita todo, sabios judíos
dieron el nombre de “makom” (lugar) a Dios. Dios sería el espacio del mundo. Así como
el vacío penetra los más pequeños fragmentos de toda materia, así el resplandor divino
penetra todas las partes del universo, porque Dios es el fundamento de todo lo que existe.
Verdad es que Crescas invoca autoridades hebreas para sostener que la extensión es uno
de los atributos de Dios, pero nadie había formulado este punto de vista con la misma
precisión que él. No sólo entre los judíos se conocía el viejo dicho rabínico de que Dios
Naturaleza. A esto llegó Spinoza en el siglo XVII. Sostuvo que la extensión es uno de los
Naturaleza. Crescas afirmó que Dios es el lugar del mundo, esencia y forma del universo;
Aristóteles y sus discípulos fieles, la relación entre Dios y el universo era de absoluto
era causa del movimiento del universo, no era causa inmanente ni causa externa: era una
causa “separada”. Dios sólo tenía el atributo del pensamiento, en el sentido espinociano
Crescas no llegó a identificar Dios y Naturaleza, como más tarde lo haría Spinoza. Pero sí
llegó a afirmar que Dios es el lugar del universo, que Dios es la esencia y la forma del
de Dios, pero no lo recorrió hasta el extremo. A la vez que pensaba que la extensión es un
atributo de Dios, Dios, dotado de voluntad, era para él trascendente al mundo: contrastaba
En todo caso, para Crescas, es el amor divino el que lleva a Dios a crear continuamente
el bien. La beatitud divina está en esta creación: Dios se regocija con sus obras. El
pensamiento de que el amor es el vínculo que une al hombre con Dios es el punto central
intelectualista, sostenía la misma opinión. También para él, era el amor Dei intellectualis
la virtud suprema, pero en su doctrina ella estaba sujeta, como un requisito previo, al
desarrollo del intelecto. En ese punto Crescas disentía igualmente del aristocratismo
intelectual de Gersónides, que distinguía entre las mentes filosóficas y las otras y
afirmaba que toda virtud estaba en el mayor despliegue del entendimiento. Para
punto el criterio de la Cábala, que ignora las antítesis absolutas y para la cual no cabe una
distinción radical entre el bien y el mal, siendo lo que llamamos mal un escalón hacia
Dios. Lo que el hombre considera como mal también tiende al bien, porque es obra de la
Como los autores cuyas opiniones rechazaba, Crescas también se ocupó del problema del
conocimiento divino en su relación con el orden que rige en la producción de los hechos
y su carácter necesario o contingente. Para darle una solución fundada, examina tanto los
argumentos en que se basa la teoría de que todo está predeterminado, como los que sirven
de apoyo a la teoría de que hay una voluntad libre. El autor de Luz de Dios se adhiere a la
morales de esta opinión, y por eso recomienda que se discurra sobre ella con suma
cautela, a fin de evitar que personas ignorantes la utilicen como justificación para las
acciones más deplorables. Para Crescas, el hombre tiene voluntad libre sólo en la medida
en que puede elegir entre dos decisiones distintas y aun opuestas. Pero esta elección,
Los decretos de la voluntad sólo son libres en cuanto no sentimos coerción al decidirnos,
responden a causas.
Todo objeto o fenómeno, dice Crescas, es por sí mismo un accidente, una posibilidad;
pero si se lo considera dentro de la cadena de las causas y los efectos, aparece como
fatalista. No porque se acepte que es resultado de un orden necesario el que tal hombre
eran fácilmente conciliables. Los problemas se le planteaban uno tras otro. ¿Cómo lograr
castigo por las acciones humanas? Recompensa y castigo son, según él, en cada caso,
resultado necesario de los actos buenos y de los malos. Ellos pertenecen al orden
inevitable de las cosas. Admitido que así fuese; ¿cómo eludir una cuestión de la
por la revelación sabe, el hombre que hay solo un Dios; por ella conoce los
para que despierten en el hombre el deseo de hacer el bien y lo justo. Y los ha decretado a
fin de que el hombre se le parezca. El hacer el bien es causa de infinita alegría e infinita
dicha, alegría y dicha infinitas que acercan, a quien hace el bien, a Dios. Ahí está la
recompensa.
Quien no practica el bien, sufre del forzoso castigo. Lo que da mérito a los actos es su
intención, el estado del ánimo al ejecutarlos. El simple cumplir los mandamientos divinos
alegría acompaña a las buenas acciones. Ciertamente, tal estado de ánimo es también
son resultado necesario del orden universal nacido del amor divino, orden en
castigo. Pero cuando en nuestros actos falta la conciencia de la libertad, cuando ellos son
los ritos, como de toda acción justa, es la dicha que da la voluntad de hacer el bien.
dependen de la unión y del alejamiento de Dios, como todo efecto depende de su causa.
adquirido” es el inmortal. Para Crescas, esta tesis, discordante con la concepción del
absurda según Crescas- que el concepto abstracto se convierte en espíritu pensante, pues
eso precisamente es, para él, la teoría de que el intelecto adquirido, función de los
conceptos abstractos, resulte inmortal. Crescas sostiene que el saber y la fidelidad a los
preceptos no son por sí solos el fin más alto de la enseñanza divina. Este fin pertenece
tanto al dominio del saber como al dominio de la actividad práctica, y es el amor a Dios.
De los dos mandamientos de la Biblia que ordenan conocer a Dios y amarlo, consideraba
Crescas como más importante el segundo. Está escrito que se ha de amar a Dios de todo
resistencia con que la doctrina del crítico del aristotelismo hubo de ser recibida por los
del Estagirita, y por largo tiempo, sus opiniones hubieron de contar con aprobación y sus
Spinoza conoció de Crescas la enunciación de las razones contra la existencia del infinito
42
M. Joel, Don Chasdai Creskas’s religions philosophische Lehren, pág. 52.
es un atributo de Dios, y que la creación no es obra arbitraria de Dios, sino resultado
necesario de la naturaleza divina. No hay realmente para Crescas, y tampoco la hay para
Spinoza, una voluntad libre. Todo es determinado en conformidad con un orden al que
nada escapa; sólo ilusoriamente puede el hombre creerse dotado de libre arbitrio.
Recompensa y castigo son resultado necesario de las acciones humanas. Para Spinoza, al
igual que para Crescas, es el amor a Dios la suprema virtud del hombre. Dios, al amar la
En el curso del presente capítulo hemos visto las ideas y las sugestiones que Spinoza
que para el autor de la Luz de Dios, la noción de la existencia de un Dios único procede
ideas derivadas de la Cábala y de otras fuentes místicas del judaísmo. ¿Tiene con ellas
CAPITULO VI
La mística judía. Su historia. El Libro de la Creación. La Cábala. El Zohar. Su doctrina. Los números.
Herrera. Diversidad de opiniones sobre el tema “Spinoza y la Cábala”. Diferencias entre Spinoza y la
Cábala. Conclusiones sobre la relación de Spinoza con el pensamiento judío. Dios y el orden cósmico
En el capítulo II de este volumen hemos visto que entre las primeras referencias al
origen judío del pensamiento de Spinoza se cuenta la afirmación de su parentesco
con la Cábala. Sabemos también con cuánta aspereza habla Spinoza de los
objetivo de la filiación del espinocismo. Es legítimo pensar que uno y otro han
en que Spinoza nació y se educó. A ello se debió posiblemente que Wachter buscara
ticos habían llegado en Ámsterdam a formas extremas, pudo Spinoza juzgar con
severidad a los adeptos de la Cábala. En todo caso, es verdad que más de una vez se
han señalado en la filosofía de Spinoza ideas coincidentes con las de la mística judía.
Jacobi llega a decir que “la filosofía cabalística en cuanto filosofía no es otra cosa que
otros autores. No menos numerosos que ellos son los que niegan toda relación entre
harto difícil de reconstruir aún para los más eruditos investigadores. Y ciertamente no es
Monde, indica que en un comienzo la doctrina esotérica de los judíos fue trasmitida sólo
por la tradición oral. Más tarde aparecieron de ella tratados escritos, entre los que
del esplendor). Mucho difieren los juicios de historiadores acerca de la fecha en que el
sostiene que fue redactado – en Palestina probablemente- a fines del siglo IX. Desde
partir de ese siglo y por espacio de doscientos años no se escribió ningún libro místico
43
Meyer Waxman, A History of Jewish Literature, ed. Bloch Publishing Co., Nueva York, 1933, t. II, pág.
342.
judío de volumen considerable. Sí se compusieron pequeños ensayos en los que, junto a
suerte de eslabón entre las expresiones más remotas del misticismo judío y la Cábala,
la afirmación del poder místico de las letras del alfabeto hebreo. Una de sus tesis
principales es que entre Dios y el Universo hay diez sefiroth (emanaciones) que son la
de las diez sefiroth en el Libro de la Creación: “Ellas comprenden las tres emanaciones
primarias que proceden del Espíritu de Dios, a saber: 1º) el aire espiritual; 2º) el agua
primaria; 3º) el fuego. Otras seis son las tres dimensiones (altura, largo, ancho)
extendidas a derecha y a izquierda. Estas nueve, junto con el Espíritu de Dios, forman las
diez sefiroth, que son eternas. Las tres primeras son los prototipos ideales de la creación
que se hicieron posibles una vez producido el espacio infinito, representado por las otras
seis sefiroth.”
“Mientras los tres elementos primarios constituyen la materia de las cosas, las veintidós
letras del alfabeto hebreo constituyen su forma. Las letras oscilan en cierta manera en el
límite entre el mundo espiritual y el mundo físico, pues la existencia real de las cosas sólo
es cognoscible por medio del lenguaje, esto es, de una capacidad humana de concebir
pensamientos. Como las letras resuelven el contraste entre la materia y la forma de las
cosas, representan la actividad solucionadora de Dios; porque todo lo que es, existe a
causa de los contrastes que encuentran su solución en Dios. Por ejemplo, entre los tres
elementos primarios, los contrastes entre el fuego y el agua desaparecen en el ruah, que
concepción de que todas las cosas existentes son una emanación que en último análisis
procede de Dios. Dios las abarca a todas, animadas e inanimadas”44.
del Talmud, fueron las fuentes de un vasto movimiento místico, que no sólo
exteriorizó una particular actitud religiosa, sino que también fue un aspecto de la
tardaron en alcanzar difusión en círculos amplios. Así nació una vasta literatura
cuya obra central era el ya nombrado Zohar o Libro del Esplendor. Sobre la fecha de
materia, pues mientras algunos autores afirman que es del siglo XIII, otros le
asignan un origen mucho más lejano. Tampoco se sabe con exactitud quién lo
escribió. No pocos historiadores sostienen la tesis -negada por otros- de que fue
El Zohar o Libro del Esplendor debe su nombre al tercer versículo del capítulo XII
del Libro de Daniel: “Los que sean sabios brillarán como el esplendor del
fuentes diversas, contiene desvaríos junto con intuiciones agudas. En The Legacy of
místicos, el alma ocupa un lugar predominante en la teología del Zohar y las ideas
que le conciernen (esto es, su constitución como una trinidad) reflejan la influencia
mundo Beriático (o mundo de “las ideas creadoras”) que contiene las almas
“las formaciones creadoras”), donde residen las diez clases de ángeles con sus jefes,
de “la materia creadora”), en el cual hay ciertos poderes angélicos (los Ofannim),
los ángeles que reciben las plegarias y vigilan las acciones de los hombres y
combaten a Sammael, personificación del mal. Parece indudable que estos mundos
fueron concebidos de manera realista, pero más tarde se los interpretó en un sentido
adeptos de la Cábala, la ética forma parte de la religión. A este respecto escribe una
autoridad en la materia46: “La conexión entre el mundo real y el mundo ideal es obra
del hombre, cuya alma proviene del cielo y cuyo cuerpo es terrenal. El hombre
enlaza los dos mundos por su amor a Dios, que... lo une a Dios. El conocimiento de
influir en las regiones más elevadas, porque el estudio de la Ley significa la unión
del hombre con la sabiduría divina. El ritual tiene también un sentido místico más
bienaventuranza”47.
No es tarea fácil extraer del libro que nos ocupa un coherente sistema de ideas.
Pierre Duhem se confiesa desconcertado ante los textos del Zohar cuando éstos se
por ejemplo. He aquí cómo lo enuncia: “En Dios corresponde distinguir dos aspectos;
se debe considerar, en primer lugar, a Dios tal como es en sí mismo, tal como era antes de
46
L. Ginzberg: Cabala (en Jewish Encyclopaedia).
47
Este resumen de las ideas del Zohar está basado en A short Introduction to the Life of Raab and Medieval
Judaism, págs. 247-250.
que hubiese creado el mundo y se hubiese convertido en su Rey; en segundo lugar, se
debe considerar a Dios tal como se nos manifiesta en sus obras y por sus obras” 48. Bajo el
susceptible de ser captado por el hombre. Bajo el segundo aspecto, Dios “reside en los
seres creados al mismo tiempo que en su esencia”. Precisamente, a través de sus obras
nos deja adivinar algo de su ser; en el mundo se nos aparece en cierta medida la
naturaleza divina. He ahí una divinidad que diríamos desdoblada: inmanente al mundo,
Duhem afirma que a este pensamiento sobre la naturaleza de Dios, se agregan en el Zohar
Añada que por momentos se enuncia en la Cábala una concepción de la trinidad divina
semejante a la del cristianismo, aunque, al propio tiempo, reconoce entre ellas grandes
diferencias.
tiene de asombroso. Desde antiguo, han aparecido más de una vez en la historia del
misterioso a los números. Alguna aclaración sobre este punto encontramos en The
La Cábala afirma que Dios la compuso antes de crear el mundo, y la comunicó a Adán
cuando lo creó. De Adán pasó a Abraham, a Moisés, a los profetas, y, finalmente, a los
48
Pierre Duhem: Le système du monde, ed. Libraire scientifique A. Hermann et fils, Paris, 1917, t. V, pág.
83.
cabalistas, el primero de los cuales fue Rabi Simón ben Iojai. En su propia exposición, la
Cábala emplea un lenguaje singular. Para ella toda existencia es sólo la manifestación de
Dios. Dios hizo el mundo y al hombre, a quien dotó, a diferencia de los otros seres
conocimiento que luego adquiriría por obra de ellas. Adán es, en efecto, el símbolo de
toda la especie humana. La Cábala sostiene que en ella se revela la naturaleza de toda
destino de toda realidad y la naturaleza y el destino del hombre. “Todo esto era conocido
por Dios antes de haber creado el mundo. Dios, por eso, conoció la Cábala antes de que
hiciera el mundo. Cuando Dios creó a Adán, es decir, la especie humana, y lo dotó de
fue dada a toda la especie humana”49. Sería, por lo tanto, una doctrina esotérica de la
La Cábala habla simultáneamente dos idiomas: uno literal y el otro simbólico. La lengua
de Dios, del fin de la creación, del orden y del destino de toda existencia, y, a la vez,
existencia infinita en todos sus infinitos aspectos. Dios no puede ser concebido por el
La Cábala está ligada orgánicamente a la Biblia, que habría sido escrita por
49
Harry Waton: The Kabbalah and Spinoza’s philosophy, ed. Spinoza Institute of America, Nueva York,
1931, págs. 20-21.
siempre según la tesis cabalista- cabe discriminar dos aspectos, uno esotérico, que
sólo entienden los iniciados, y otro exotérico, que perciben los no cabalistas. A la
pregunta de cuál es el alma de la Biblia contestan los cabalistas que es, como la
Cábala, la doctrina que revela, junto con el propósito de Dios al crear el mundo, la
consta de seis letras. ¿Por qué empieza la Biblia con esa palabra? Las seis letras son,
empieza con la segunda letra del alfabeto y no con la primera. A ello responde que
Dios, dos mil años (el número es sólo un símbolo) antes de que creara el mundo,
hebreo, cuyo alfabeto existía en su mente desde la eternidad. Cuando Dios hubo de
escribir la Biblia, acudieron a él todas las letras pidiendo cada una que con ella
es dos.
La causa de tal decisión está en que con esta letra empieza la palabra hebrea que
significa la dicha suprema. Según Waton, esta afirmación de la Cábala quiere resumir
una doctrina: Todos los actos de los hombres obedecen al afán de lograr un estado de
felicidad; lo mismo ocurre con los otros seres vivientes. La persecución de la dicha,
manifestación del fin que el creador tuvo en su mente cuando engendró el mundo.
Cada una de las letras que reclamaban para sí el privilegio de iniciar el texto bíblico
podía invocar el hecho de ser el comienzo de alguna palabra que designa una virtud,
pero para Dios todas estas virtudes estaban comprendidas en la dicha suprema.
enunciadas sobre la letra inicial del texto bíblico se van sucediendo en torno de las
restantes de la primera palabra del Génesis. La última letra de esta palabra, última
igualmente del alfabeto hebreo, lo es también del vocablo que en la lengua original
puede hacer con todos los demás. Únicamente con la última generación humana -dice
Con alguna idea ya del contenido y del método de la Cábala podemos entrar a
considerar las relaciones que con sus doctrinas tiene la filosofía de Spinoza. Ya
hemos dicho que la Cábala gozaba de prestigio en los medios judíos de Ámsterdam.
subrayan que las concepciones cabalistas que llegaron al medio en que Spinoza
nació, vivió y estudió en su juventud eran las que desarrolló un autor llamado Isaac
desarrolladas por su discípulo Hayyim Vital Calabrese. Se asemejan a las del Zohar y
se difundieron en todos los núcleos judíos. Particular aquiescencia lograron entre los
grupos de marranos dispersos por distintos puntos de Europa. A los Países Bajos, a
percibían las voces del siglo de oro del drama español con Lope de Vega y Calderón
volcaban en versos líricos sus emociones, entre las que no faltaba la nostalgia de la
tierra abandonada por la fuerza. Mas al propio tiempo, los emigrados y sus hijos
de aptitud crítica, se rebelaban contra el ritual del credo judaico. En otros, sin
de Baruj Spinoza ya hemos señalado en qué medida era adepto del misticismo
Cuando Spinoza contaba la edad de diez años fue reimpreso en Ámsterdam el Libro
apareció una obra que merece particular mención. Nos referimos a la Porta Coeli del
Herrera fue la del ya nombrado Luria. En la Porta Coeli, que escribió en español,
entregó el texto de su libro a su amigo Isaac Aboab, para que lo tradujese al hebreo y
Coeli apareció en 1656. En el libro de Herrera aparecen las ideas de la Cábala en una
forma más orgánica que en otros escritos de su género. Probablemente era la primera
Nos encontramos, así, con que no sólo se conocía en Ámsterdam literatura cabalista,
no sólo se la leía con espíritu de adhesión, sino que también hubo en Ámsterdam
fragmentos de escritos cabalistas para señalar semejanzas entre las ideas contenidas
enseñanzas útiles, pero, ¿es legítimo el parentesco que establece entre ellos? Distinta
de la suya es la opinión de Sir Frederick Pollock. A juicio del sabio escritor inglés, es
necesario distinguir entre la Cábala propiamente dicha, que data del siglo XIII, y las otras
tradiciones místicas del judaísmo. La Cábala parte de una teología y una cosmología
consideración de los valores numéricos de las palabras y de las letras, método que
también penetró en la teología cristiana. Pollock cree que las bases metafísicas del
sistema proceden, por algún camino no bien definido, del neoplatonismo. En las
de los poderes intermediarios entre Dios y el mundo, doctrina que en la época de Spinoza
como alusión al misticismo anterior a la Cábala. Para él, todo misticismo es en último
término oriental por su origen. La mística de los hebreos tiene también esta misma
procedencia, ya se la juzgue como derivación del Oriente a través del neoplatonismo y las
conocemos50. Señala a este propósito el texto cabalista con que tendría relación. He aquí
las palabras del Zohar: “Se ha de saber que el conocimiento del Creador no es como el de
las criaturas. Porque en éstas el conocimiento es distinto del sujeto del conocimiento y se
dirige a objetos que a su vez son distintos del sujeto. Eso se señala por estos tres
términos: pensamiento, el que piensa y aquello que es pensado. Pero el Creador, por el
de sí mismo conoce y percibe todo lo que existe. Nada existe que no esté unido a él o que
no se encuentre en su propia substancia”. Pollock admite que Spinoza haya leído estas
líneas, pero agrega que no se ha de olvidar que idéntica noción fue desarrollada por
pasaje en el que alude a otro de Maimónides, donde este último dice: “Sabes la famosa
inteligente y lo inteligible, y que estas tres cosas forman en Dios una sola y misma cosa,
en la que no hay multiplicidad”. El mismo capítulo que Maimónides encabeza con estas
líneas, trae al final una frase digna de recordarse. En ella el autor del Guía sostiene que
del hecho de ser Dios, por Su esencia, siempre un intelecto en acto y nunca en potencia,
Aristóteles, y Maimónides, según Pollock, la pudo conocer a través del filósofo árabe
investigador piensa que es probable que las especulaciones cabalistas sobre la unidad del
50
Sir Frederick Pollock: Spinoza. His life and Philosophy, 2ª ed. Duckworth and Co., Londres, 1899, págs.
92-96.
ser hayan influido en Spinoza. En la Cábala pudo encontrar nuestro filósofo un
idea de que Dios es la causa inmanente de las cosas. La Cábala compara con frecuencia la
relación de Dios y las cosas finitas con el vestido y sus faldas; en Spinoza se trata de las
olas del océano. También pudo haber influido en Spinoza el pensamiento cabalista de que
todos los objetos gozan de vida, pero en Spinoza nada hay de los seres intermediarios
Dunin Borkowski señala que, si bien la Cábala es mística judía, no toda mística judía es
y “el espíritu que creó esos elementos, coincide plenamente con el espíritu y las
aspiraciones del adolescente de Ámsterdam que dudaba y buscaba” 51. Dunin Borkowski
menciona, después del Libro de la Creación, a Azriel. Analiza la relación de Spinoza con
prescindir de la obra de Herrera como fuente del espinocismo. Spinoza habría dado una
unidad primaria es infinitamente extensa. Para Herrera hay un estado de Dios creado
estricto y mundo. Pero Dios es y permanece la causa inmanente de todas las cosas; y el
mundo es Dios que se manifiesta. Herrera extrae sin temor las consecuencias de estas
premisas. No puede haber dos substancias de iguales atributos. Sólo puede haber una
sustancia con infinitas cualidades; ella se determina en seres de número infinito, que solo
son sus modificaciones. Por lo tanto, Dios es uno y múltiple: uno en cuanto es en sí
infinito, múltiple en cuanto se determina. En Dios es todo uno. Dunin Borkowski sostiene
que tales nociones pudieron influir en Spinoza, y si éste juzga con severidad a cabalistas
51
Stanislaus von Dunin Borkowski: Der Junge De Spinoza, pág. 171.
Ante la diversidad de las opiniones que acabamos de señalar, cabe pensar que la
Spinoza que Dios es la sustancia absoluta, única, primaria, de cuanto existe, de todo
ser concreto y particular: “Todo lo que es, es en Dios, y fuera de Dios nada puede ser
que Dios es uno y todo y que todo es en Dios, Spinoza, sin embargo, se separa del
de que el mundo posee como fundamento un poder moral, en relación con el cual
y lo feo son conceptos que no reflejan la naturaleza de las cosas mismas. Se trata de
imágenes subjetivas. Hay también otra diferencia entre una y otra concepción: en la
Nos toca ahora recoger los hilos de nuestra exposición sobre los antecedentes de
relato sucinto en cuanto podía servirnos para el objeto particular de nuestro estudio.
tono particular que derivaba de una tradición religiosa que le era propia. En los
pensadores hebreos medievales fue la Biblia punto de partida; las verdades bíblicas
fueron su ideal. Spinoza -no hay de ello ninguna duda- conoció a varios de esos
hubiéramos intentado hacer una crónica total del pensamiento judío de la Edad
Media; por eso, sólo nos hemos detenido en los filósofos hebreos de más
Spinoza.
De los autores judíos, ligados, directa o indirectamente, a Filón, autores que cabe calificar
contacto inmediato con Dios, es posible acercársele a favor de una gradual elevación y
depuración del conocimiento. El hombre, criatura divina como todas las criaturas, podía,
gusto por la sobriedad, por las ideas claras, no podía sentirse satisfecho con la filosofía
coherente, rigurosa. Estas cualidades las poseyeron algunas de las creaciones filosóficas
que produjeron los pensadores árabes, judíos y cristianos que tuvieron como maestro a
sentimiento de cercanía a una realidad absoluta de la que proceden todas las realidades.
causa de todos los hechos. Necesitaba a la vez partir de un concepto del que derivasen
todos los conceptos. En esto debía atraerle la manera en que los aristotélicos supieron
desenvolver sus ideas. Spinoza hubo así de repudiar en los neoplatónicos lo que tienen de
que afirma la existencia del infinito como también a favor de la teoría que afirma que la
cabe esquematizar en tres autores. En Ibn Ezra halló una sugestión de panteísmo de
en las ideas filosóficas influyó sin duda en Spinoza más que los aspectos particulares de
la filosofía del autor del Guía de los perplejos. Si en Ibn Ezra, neoplatónico y panteísta,
en la medida en que ello podía conciliarse con la fidelidad a la Biblia, encontró Spinoza
rigurosamente formulado. El autor del Guía fue para nuestro filósofo un crítico de la
orientación y de la modalidad mental de Ibn Ezra. Hasdai Crescas fue para él un crítico
extensión como atributo de Dios, y, aunque Dios aun era para él trascendente, dio el
primer paso por una senda que podía conducir al espinocismo. En la mística judía hubo
de encontrar Spinoza un esbozo de su teoría que afirma la unidad de todo y de sus tesis
que distingue en la sustancia única una Natura naturans y una Natura naturata.
El amor intelectual a Dios era aspiración y norma moral común a toda la filosofía hebrea;
también era común a cuantos la expusieron la tesis de un principio único como creador
del Universo. Todos ellos, místicos o pensadores especulativos, tomaban como punto de
partida la Biblia. En su mayoría también fueron comentaristas del Talmud. Con la Biblia
judía. Con la Biblia y el Talmud tenía relación la corriente neoplatónica, que era algo así
como intermediaria entre las otras dos. Mucho del misticismo judío de la filosofía
Las ideas que Spinoza recogió de la filosofía hebrea medieval podían servirle -y le
científico del tiempo de Spinoza chocaba con la tradición filosófica judía medieval
que Spinoza se había asimilado. ¿Había en esta tradición filosófica elementos que
Media contó la ciencia con servidores eminentes. Esta cultura, sobre todo la de matiz
Así, en Maimónides y en los otros autores judíos que fueron hombres de ciencia, en
cabida por igual y no sería muy aventurado decir que en su obra ha querido
unificarlas: dar a las ciencias, como base, una metafísica que no solo sirviera de
moral y la raíz de la ciencia debían ser una sola: la concepción del mundo y del
era algo distinto de pensar sobre los hechos que la ciencia estudia, porque en
Maimónides Dios era trascendente al mundo. No sería arbitrario decir que Spinoza
sistematizado, y que a la vez procuró hacer uno solo de los objetos a que se
aplicaban.
Hacer una sola ciencia de la del mundo y de la de Dios importaba identificar Dios y
debemos señalar que para ella pudo encontrar un camino en aquellas doctrinas para
las cuales Dios no era trascendente al mundo sino inmanente a él. Había, sin duda,
antecedentes para semejante modo de pensar en doctrinas judías. Las pudo aprender
de autores neoplatónicos y sobre todo del misticismo judío. De los neoplatónicos hay
Maimónides fueron, por una parte, teología negativa y, por la otra, ciencia positiva?
perfectamente regulado. Ya hemos visto algo sobre eso. Nos toca ahora indagar lo
Sobre la Biblia considerada como texto filosófico sólo conocemos el libro de David
su historia de la filosofía 53. Nos saldríamos del objeto de nuestro trabajo si nos
filosóficos. En todo caso cabe reconocer que en ella hay una visión del mundo y del
hombre, junto a una rígida doctrina de monoteísmo con todas las consecuencias que
de ella derivan.
Acerca del asunto que nos ocupa trae Abrahams estas autorizadas reflexiones:
“Ocurre a veces que dos ideas primitivas se apoyan para un fin muy alejado del fin
conversando con Moisés cara a cara como un hombre con su semejante. Es primitivo
dejado lugar para un trono divino en los cielos. Pero la interacción de estas dos ideas
primitivas nos ha dado en el judaísmo, por una parte, el Dios inmanente y, por la
otra, el Dios trascendente. Ninguna forma del judaísmo puede existir sin estas dos
52
David Neumark: The philosophy of the Bible. Cincinnati, 1918.
53
H. Deussen: Geschichte der Philosophie. Kiel, t. I, 1897.
concepciones, la proximidad de Dios y su lejanía. Toda religión que quiere
religión; pero la religión no puede estar completamente fundada sobre una sola de
bíblicos en que el hombre aparece en directo contacto con Dios? Sería aventurada
toda respuesta a esta pregunta. Pero es innegable que el filósofo pudo extraer de la
Biblia la idea de que hay un riguroso orden universal al que nada escapa, la idea de
este respecto: “Se cree a veces que el interés por la Naturaleza, demostrado durante
el siglo XVII, fue cosa inédita y que, en consecuencia, sus grandes pensadores
encarados antes de ellos. Nada más lejos de la verdad. Las investigaciones han
demostrado que Descartes mismo era un medieval (los mejores de entre los
medievales eran muy modernos). Una ojeada sobre la obra monumental que
el profundo interés por la ciencia coetánea de que los judíos daban prueba
formar, sino que habría de absorber esa “visión de toda realidad como una” que los
sino una unidad de intelecto y voluntad; que la teología debe reposar sobre la física y
conducta, la comprensión del hecho de que las normas humanas sólo valen para los
hombres; a ellos pertenece también el lugar común de que el culto supremo nace del
de Dios con la Naturaleza había sido formulada en la historia del pensamiento judío
largo tiempo antes de Spinoza, y ciertamente no podía haber parecido extraña a los
En escritos bíblicos se presenta más de una vez el universo como unidad compacta,
como un todo en el que las partes están, no sólo asociadas, sino también
del mundo físico no era extraña a los judíos. Que esto es verdad lo reconoció un
característico de la poesía de los hebreos el que, como reflejo del monoteísmo, ella
hebreo) una obra de creación y de orden... Se puede decir que un solo salmo presenta
la imagen de todo el Cosmos: “Oh, Señor que te cubres con la luz como una
vestimenta, que tendiste los cielos como una cortina, que pusiste los cimientos de la
tierra para que en adelante no fuese removida. Mandaste las vertientes a los valles que
corren entre las colinas; tú has puesto a las aguas un límite que no podrán pasar, para que
no vuelvan a cubrir la tierra. Ellas dan de beber a toda bestia en el campo. Por ellas
tendrán su habitación los pájaros del aire que cantan entre las ramas. Los árboles del
Señor están llenos de savia; en los cedros del Líbano que Él ha plantado harán los pájaros
sus nidos; para la cigüeña los pinos serán vivienda”. Agrega Goldman que el Dios de
57
León Roth: The Legacy of Israel, págs. 451·452.
58
Salomón Goldman: El pensamiento judío y el Universo. Ed. Israel, Bs. As., 1949. pág. 19.
En más de un pasaje de la Biblia aparece la visión judía de la unidad de la creación
versículo 22 del capítulo VIII, se habla de la eternidad de este orden: “Todavía serán
todos los tiempos de la tierra, la siembra y la siega, frío y calor, verano e invierno, y día y
noche, no cesarán. En los otros libros de la Biblia, se repite más de una vez este
capítulo XXXVIII, Jehová se dirige a Job en términos en que se subraya que la divinidad
concibe la ciencia natural. He aquí las palabras que el poeta pone en boca de Dios:
¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién tendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué
están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, cuando las estrellas todas del
alba alababan y se regocijaban todos los hijos de Dios? ¿Quién encerró con puertas la
mar, cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre; cuando puse yo nubes por
vestidura suya, y por su faja oscuridad, y establecí sobre ella mi decreto, y le puse puertas
y cerrojo...”.
hubiéramos de traducir en palabras actuales lo que dice, el único milagro que señala es el
de haber creado un universo sujeto a leyes eternas, inmutables. El gran milagro estaría en
la ausencia de milagros, como diría un sabio de nuestro tiempo, Henri Poincaré. Spinoza
pudo así haber aprendido de la Biblia su concepción de la unidad sistemática del mundo,
de un mundo sujeto a rígidas leyes permanentes. En la Biblia, se une a la idea del creador
normas fijas y eternas. Pero en la Biblia también aparece el milagro como testimonio de
la potencia divina. Dios tuvo poder para crear un mundo ordenado, pero tiene el poder de
interferir en el orden que creó. En la visión bíblica del cosmos se unen, pues, ideas en
uno y lo otro? A. Cohen trae en su libro Le Talmud unas líneas sobre la inmanencia y la
autoridad: “La respuesta exacta se encontrará en una combinación de las dos ideas. Los
rabinos no las consideraban como contradictorias o excluyentes entre sí, sino más bien
ilimitado poder, lo suponían infinitamente por encima del mundo. Pero al propio tiempo
accesible al hombre, como guía del hombre y apoyo suyo en las horas de angustia e
pero a la vez Dios era para ellos omnipresente: “Por más que esté por encima de su
universo, basta que un hombre entre en una sinagoga, se mantenga en la oscuridad tras de
un pilar y murmure una plegaria para que el Santo Único, bendito sea, escuche su ruego.
¡Puede haber un Dios más cercano que Aquel que para sus criaturas no es más visible que
Los rabinos, al formular la doctrina de la inmanencia de Dios, eludían toda noción que
manifestación de Dios en este mundo. En un pasaje del Talmud se habla de esta presencia
de Dios en el mundo como de la luz del sol que llega a todas partes a pesar de la lejanía
del astro de que procede. Esta presencia es la que establece el contacto entre Dios y los
seres humanos. Otra noción rabínica que señala la proximidad de Dios y su influencia
directa sobre el hombre es “ruaj hakodesch” (el espíritu santo). Esta idea a parece unas
capacidad de interpretar la voluntad de Dios, sería obra del espíritu santo. La tercera
noción con que en el Talmud aparece expresada la inmanencia de Dios es la de bat Kol,
59
A. Cohen: Le Talmud, ed. Payot, París, 1933. págs. 84 y ss.
que literalmente significa “Hija de una voz”. Es la manera sobrenatural en que la
profetas. Ella hace conocer al hombre las intenciones y los sentimientos de Dios. La
concepción talmúdica de la divinidad con relación al mundo, es, como se ve, análoga a la
de la Biblia.
unidad de este Dios, majestuoso, infinito, estaba ligada la tesis de un orden moral
universal y de un orden físico que sólo la divinidad era capaz de alterar. Algunos autores
judíos explicaban los milagros en forma científica. Amar a Dios era la suprema virtud,
procurar comprenderlo era la meta del conocimiento más alto. Este Dios había creado el
creación. Tales eran algunas de las ideas de la Biblia y el Talmud y de varios de los más
ellas ingresó Spinoza en el mundo de la cultura moderna, de la cultura del siglo XVII.
podría juzgar la filosofía de este último como la creación culminante de una tradición en
la que tuvo a Hasdai Crescas como antecesor ideológico inmediato. Pero prescindir de lo
que en Spinoza hay del mundo moderno importaría dejar de lado un aspecto fundamental
de la doctrina del filósofo. Antes de estudiar lo que en ese mundo encontró, es preciso
investigar lo que Spinoza pudo haber tomado del Renacimiento. Fue el período
adolescencia. Siendo aún joven ya se unían en su espíritu el amor a Dios y el amor a las
ideas claras. En los autores del Renacimiento mezclábanse el espíritu nuevo y fábulas
antiguas. Ciencia y fantasía se asociaban en los autores renacentistas con cuyas doctrinas
Renacimiento, tanto para señalar el carácter problemático de esta relación como para
definir los rasgos de ese período tan admirable que fue precursor del movimiento de ideas
III
SPINOZA Y EL RENACIMIENTO
CAPITULO VII
SPINOZA Y EL RENACIMIENTO
El problema de la relación de Spinoza con el Renacimiento. Las corrientes filosóficas del Renacimiento. La
tesis de Dilthey sobre Spinoza, continuador del Renacimiento. Su falta de fundamento. Spinoza y los
neoplatónicos del Renacimiento. Opiniones sobre la influencia de León Hebreo, Telesio, Giordano Bruno y
trataba -ya lo hemos visto- de los primeros estudios del filósofo y de pensamientos
por un momento que Spinoza, cuando ingresó en el mundo de la cultura del siglo
ninguna convicción definida sobre los problemas de la filosofía. Pero, aun así,
deberíamos reconocer que el joven Baruj Spinoza que, en el siglo XVII, se planteó
problemas y procuró hallarles solución, era un hombre en quien influían, como algo
viviente, las ideas del pensamiento judío, bíblico y medieval; ellas eran parte de
Spinoza aunque Spinoza las hubiera repudiado -cosa que ciertamente no aconteció.
una vez, fueron señaladas como elemento característico en su filosofía. A nuestro juicio,
permite comprobar que, provisto de las ideas de sus estudios juveniles, se puso en
contacto inmediato con la cultura propia de su siglo. De este contacto nació su doctrina.
Con lo judío y lo moderno hizo una creación plenamente personal. Si conoció -cosa
probable- autores del Renacimiento, ello ocurrió, sin duda alguna, después de ese
contacto, y en todo caso no podía aportarle ningún elemento intelectual que no hubiese
supuesto de que nuestro filósofo siguió en sus lecturas el mismo orden que el curso de la
historia, y concluyen que, a través del Renacimiento, llegó a ser un filósofo moderno.
Menos que a ningún otro pensador del siglo XVII, cabe aplicar este juicio a nuestro
filósofo, que pasó del neoplatonismo, del aristotelismo, de Hasdai Crescas y de la mística
judía al racionalismo del siglo XVII. Recibió una instrucción judía religiosa en una
ciudad y en un país donde la cultura propia de su tiempo había alcanzado un alto grado de
desarrollo. Antes de los treinta años conocía minuciosamente a Descartes, y a esa misma
filósofo, aun admitiendo que tal influencia hubiera existido. En términos generales, la
filosofía de los autores del Renacimiento con la cual es más verosímil el parentesco de
Spinoza era una filosofía neoplatónica entretejida con reflexiones científicas y también
con novedades científicas. Spinoza conocía las ideas esenciales del neoplatonismo por
esa doctrina han influido ciertas ideas particulares de la filosofía del Renacimiento.
menos discutible. Para que se puedan apreciar adecuadamente los términos en que el
problema se plantea, creemos oportuno hacer un ligero esbozo de las ideas filosóficas del
del cristianismo. De acuerdo con la tradición de los autores que buscaban en las doctrinas
de Platón ideas afines a las enseñanzas de Cristo, Nicolás de Cusa (1401-1464), sobre
enuncia ideas que recuerdan a algunas que conocimos en el capítulo III de este volumen.
Para el Cusano, lo mismo que para Proclo, la realidad estaba constituida por una serie de
jerarquías, cada una de las cuales la contiene en su integridad, pero bajo un aspecto
cada vez más unificadora de un mismo universo. En su concepción afirma, a la vez que la
identidad de Dios y mundo, su diversidad. Víctor Delbos aclara estas ideas del Cusano:
“Lo que es finito está sometido a una ley de relación: en lo finito nada es tan grande ni
tan pequeño que no se pueda producir algo más grande y más pequeño; es el reino de lo
cuanto abarca todo, y el mínimo absoluto en cuanto penetra en todo; mide todo y no es
medido por nada, porque él mismo es su propia medida” 60. El parentesco de Nicolás de
Cusa con el neoplatonismo no excluye una marcada diferencia entre una y otra
60
Víctor Delbos: La préparation de la Philosophie moderne, en la Revue de Métaphysique et de Morale,
año 1929, pág. 472.
concepción. En la filosofía neoplatónica, entre Dios y el mundo media una relación
íntima, pero ella sólo se hace efectiva a través de una serie de grados. En Nicolás de Cusa
aparece, a la vez que esta gradación intermedia, la idea de que Dios es el alma del mundo.
A tal punto acorta la distancia entre mundo y Dios, que se diría que éste se torna
circunferencia cuyo centro está en el infinito es una línea recta. Así se resuelven en el
Una doctrina similar, aunque no idéntica, a la de Nicolás de Cusa enunció Marsilio Ficino
Platón.
un Dios creador, a la vez que la afirmación de almas dotadas de existencia personal, libre
e inmortal.
Veinticinco años más joven que Marsilio Ficino era Judá Abarbanel o León Hebreo. Nos
era el único de quien Spinoza ciertamente tenía en su biblioteca un libro. Judá o León
Hebreo, hijo de un ilustrado comentarista de la Biblia, contaba poco más de treinta años
cuando, por el edicto de expulsión, debió abandonar España, su patria. Se dirigió a Italia,
de los traductores de los Diálogos de amor al español. Los Diálogos de amor de León
Hebreo -escritos en italiano- fueron conocidos en el siglo XVI en varias ediciones, dos
francesas y tres españolas. El ejemplar de los Diálogos que nuestro filósofo conservaba
era de una edición en la que el autor aparece con el nombre de León Abarbanel. En
Hay en los Diálogos de amor reflexiones morales sobre la fragilidad de ciertos supuestos
bienes para el hombre, pero sin llegar a la negación ascética del mundo: “Tampoco esta
parte baja del mundo está privada de gracia divina y de vida eterna; este gran animal que
nuestra alma en la unión con el universo, según el orden divino, disfruta como debe del
divino amor, y llega, después de la separación del cuerpo, a unirse al sumo Dios, lo que
es trasunto de la belleza ultraterrena. En León Hebreo, Dios aparece unas veces como
inmanente al mundo; otras, como trascendente a él. En algunos pasajes habla de Dios
como del divino arquitecto, del sumo artífice del cosmos; en otros, según Gebhardt 61, se
comprueba allí donde León Hebreo describe al Universo como un gran individuo, tesis
para la cual pudo hallar antecedentes en las doctrinas medievales, judías y árabes, que
Para León Hebreo es el amor un principio cósmico que penetra en todas las partes del
mundo, las vivifica y las une: el universo es como una persona. “El fin de la totalidad -
dice León Hebreo en el segundo de sus diálogos- es la perfección armónica del todo
universal, y el fin de cada una de las partes no es tanto la perfección de cada parte en sí,
como la disposición de ella para servir rectamente a la perfección del conjunto; pues para
este fin común, más que para el propio, es para lo que cada parte ha sido hecha, ordenada
61
Carl Gebhardt: Leone Ebreo, edición de la Societas Spinozana, 1929. El volumen comprende los
Diálogos de amor, en su texto original, y composiciones poéticas en hebreo. Le sirve de introducción un
estudio de Gebhardt sobre su autor.
y determinada, por tal manera que más encontrará la felicidad en lo común que en lo
Junto a la doctrina de Platón sobre las Ideas, aparece en él una teoría del conocimiento
dentro del espíritu de su tiempo, transportó al dominio estético la distinción que apareció
más de una vez en la metafísica medieval entre natura naturas y natura naturata.
el Génesis a la luz de la Cábala. Esta última ejerció influencia aún mayor, en el siglo
siguiente, en la mística alemana. Tratábase en todo caso de una concepción según la cual
es tarea de la ciencia señalar los grados de afinidad entre las cosas, para así saber cómo
actúan unas sobre otras. En las obras del médico Paracelso (1493-1541) se procura
Paracelso asignaba dominios distintos a la teología y a la filosofía. Esta última era para él
experimental de la Naturaleza, poco celosa de sus secretos cuando se los investiga con la
en el hombre un cuerpo “sideral”, procedente de los astros, y otro, “real”, que deriva de
Dios. En el siglo XVI y a comienzos del XVII, hallan su expresión en las obras de
En 1511 publicó Erasmo en París su Elogio de la locura, donde señala el acuerdo entre
las doctrinas de Cristo y de los platónicos sobre el alma humana. Para Erasmo, Dios se ha
del hombre como obstáculo que impide al alma contemplar la verdad, hay algunas
coincidencias con las ideas de Filón, el cual veía en la Biblia la descripción de las
sujeción al cuerpo.
Contemporáneo y amigo de Erasmo fue el español Luis Vives (1492-1540), profesor en
Lovaina y autor de una de las primeras historias de la filosofía escritas en los últimos
derecho al estudio de las funciones anímicas con prescindencia de ideas del pasado, y
Descartes.
universidad de Padua, que en los siglos XV y XVI fue un centro de libre especulación
intelectual. Aunque en ella actuaron ideas estoicas y platónicas, sus maestros seguían a
cristianos de la Edad Media. Alejandro Afrodisias era para más de uno de ellos maestro
de Aristóteles, aceptaban su física, y por eso fueron ajenos a la creación de la que llegó a
ser la ciencia moderna. Pedro Pomponazzi, el más célebre de los aristotélicos del
sostiene que es inadmisible la tesis de que el alma intelectual esté separada del alma
él la propia razón divina y en él nada hay que asegure la inmortalidad. El hombre no tiene
vida intelectual de su tiempo por la mezcla que ofrece de vistas nuevas o penetrantes y de
matemáticas, tuvo algún mérito en esta ciencia. En su espíritu hallaron análoga cabida
última encontró la explicación del destino de las religiones. Como otros pensadores de su
tiempo, suponía que las partes que integran el Todo se hallan entre sí en relaciones de
simpatía y antipatía y siempre son trasunto de una unidad esencial: el alma del mundo,
que tiene por órgano el calor y la luz. Este es el principio activo del cosmos, frente al cual
material. Es sólo un estado de la materia, producido por el calor, producto, a su vez, del
movimiento.
Pierre Duhem ha señalado en diversos trabajos los nombres y las obras de autores
Renacimiento. Sin falsear los hechos, reduce injustamente la originalidad de los sabios
afrontar el examen de la obra de los inspiradores de la que, en el siglo XVII, llegó a ser
original. Copérnico buscó una descripción sencilla para aquello que no se interpretaba de
modo satisfactorio por la explicación usual, cada vez más complicada y confusa. Sin
renunciar a la concepción de que el mundo es finito y de que la esfera de las estrellas fijas
es el lugar de referencia para todos los lugares del mundo, parte de una comprobación
desplazamos en un navío, nos parece que las riberas se mueven mientras nosotros
permanecemos estacionarios. ¿No será que el sol se mueve sólo en apariencia, mientras
en verdad es la tierra la que se mueve? Su tesis se fundaba en esta verificación directa del
movimiento relativo y en la idea de que las leyes de la Naturaleza han de ser simples.
aceptaron la nueva visión astronómica, mientras Ticho Brahe la admitía con reservas.
Ella excluía la distinción entre mundo sublunar y mundo translunar que fue tesis favorita
menos que de las “locuras” de los alquimistas y de los astrólogos. Crítico de Aristóteles,
movimiento busca el motor espiritual; en el cuerpo humano, la obra del alma que en él ha
realizado su idea de la forma hombre. Para Leonardo, el espíritu es deseo “que, con
impaciencia gozosa, espera siempre la nueva primavera, siempre el verano nuevo”. Este
entre esta producción de formas siempre nuevas y la forma aristotélica que impone a las
científicos sino que, además, enunció principios fundamentales de la ciencia. Anotaba día
por día sus observaciones y sus reflexiones en los cuadernos famosos que contienen “los
elementos de la más vasta enciclopedia que jamás haya concebido una inteligencia
paraíso de las ciencias matemáticas, porque con ella se llega al fruto matemático”. Por
trascendencia a Galileo y a los otros constructores de la ciencia del siglo XVII. Afirmaba
en el mundo físico un orden legal necesario: “La Naturaleza se ve obligada por sus
propias leyes, que en ella existen infusamente”. Pero al propio tiempo definía la fuerza
como “una virtud espiritual”, “hija del movimiento material y sobrina del movimiento
Estamos en el siglo XVI. Leonardo de Vinci estudia la Naturaleza, y lo mismo hacen sus
discípulos. Pero al propio tiempo una corriente escéptica, sin combatir la religión, señala
Si hay en el hombre algunas leyes generales como las que se ven en otras criaturas, ellas
tema de estudio ha de ser el hombre y no una naturaleza humana universal; el hombre tal
mismo tratan sus Ensayos. En las disputas metafísicas y en las controversias encontraba
razones para su escepticismo, que fue, a la vez, espíritu alerta y reconocimiento de una
Montaigne no admitía una única naturaleza humana que se manifiesta en todos los
hombres, como la que los estoicos afirmaban y recomendaban seguir, pero las
una doctrina que era conjunto de normas morales e imagen sistemática del mundo.
para afirmar esta coincidencia se elimina de la tesis estoica ese naturalismo panteísta que
En ese neo-estoicismo, que culminó en la segunda mitad del siglo XVI con Lipsio y
Scioppinus, cabía fundar una moral humanista. Pero junto a ella tenía boga una teoría
política realista que subraya el conflicto de los intereses y el choque de las pasiones en la
sociedad humana. Expresión típica de tal doctrina fue El Príncipe de Maquiavelo (1469-
1527), libro que Spinoza tenía en su biblioteca. Nuestro filósofo también conoció la
Utopía de Tomás Moro (1480-1535), descripción de un Estado ideal que era la antítesis
de la doctrina de Maquiavelo.
Aun hemos de nombrar a Pedro Ramus (1515-1572) cuyos libros, llenos de censuras a las
Suiza, y en 1570 regresó a Francia, donde dos años después fue asesinado, acaso por un
de ser repetidas durante largo tiempo en los manuales de la materia. Tuvo un precursor en
Lorenzo Della Valle (1407-1457), quien, en sus censuras a la escolástica, solía citar a
En la segunda mitad del siglo XVI adquieren esplendor doctrinas que, en sus
aun en los casos en que no es inspirador directo de los últimos grandes sistemas del
pregona el retorno a la razón, origen olvidado de todas las religiones. Contra los
concibe está, según él, ligada a una tradición múltiple y lejana que arranca de la razón,
entendida como el Verbo, el Logos, el Alma del mundo, y que inspira a los profetas. El
jurista Juan Bodino es autor de una República (1577) en que Platón refuta a Maquiavelo
y en que el Estado, sometido al derecho natural, tiene como fin el soberano bien humano.
común que pueda convertirse en la religión universal, que “no es otra cosa que la
mirada de un espíritu puro hacia el verdadero Dios”. Dios único al que se rinde culto
por el ejercicio de las virtudes morales. Llevado por un ideal de tolerancia, Bodino
invoca razones que la justifican, pero ninguna es dueña de una verdad absoluta.
Bodino creía en la acción de las brujerías, pero esto no le impidió enunciar sobre el
derecho natural y la religión natural ideas que pueden considerarse como el germen
de doctrinas que habrían de florecer en el siglo XVII.
Pero los autores más o menos platonizantes de la segunda mitad del siglo XVI que
nos interesan en mayor medida son los constructores de grandes sistemas. Telesio
los seres. Esa fuerza activa es corpórea, como es también corpórea el alma -soplo o
pneuma- del ser viviente, que se difunde a través de las cavidades cerebrales y de los
nervios. El alma es una suerte de materia psíquica, análoga en naturaleza a las otras
fuerzas materiales, las que han de estar dotadas también de la facultad de sentir.
soplo del espíritu que, a su vez, reacciona por una actividad propia de conservación.
la retención de las sensaciones para suplirlas cuando ellas nos faltan. Telesio concibe
escolástico.
Para Delbos, hay en Telesio ideas que Spinoza repetirá o desarrollará: el esfuerzo
odio se dirige a aquello que la contraría; las virtudes son expresiones y efectos de
antecesor directo de Spinoza. Azarosa fue la vida de Bruno. Desde muy joven
Aristóteles, concluyó siendo un pensador rebelde. Sería largo contar las vicisitudes
de sus días: después de diez años de reclusión en prisiones del Santo Oficio, murió
en la hoguera. Entre sus maestros italianos, cita con frecuencia a Patrizzi, profesor
las tesis excluyentes, ni un camino único para alcanzar la verdad, y por eso declara
persuadir a los demás de que hay un solo camino para llegar al conocimiento de la
Naturaleza...”. Y agrega: “Los epicúreos han dicho muchas cosas buenas, aunque no
excelentes, aunque no llegue más allá del alma. Se saca provecho de Anaxágoras...”.
Este respeto por teorías diversas engendraba su ira contra Aristóteles, al cual
acusaba de desdeñar las opiniones de los otros filósofos. Prefería a Platón y, junto
con Platón, a Pitágoras. Con elementos diversos elaboró su propio sistema, difícil de
éter cósmico, que llena al espacio infinito, contiene los principios que Aristóteles
contase entre sus escritores predilectos y que entre las doctrinas de los dos autores
Bruno, en cambio, veía una perfecta penetración entre todos los momentos del
Inteligencia, Alma del mundo y materia, concluían fundiéndose en una sola: la vida,
una y múltiple, del Universo, al cual, a semejanza de León Hebreo, Bruno calificaba
de su desarrollo a través de sus escritos latinos concluye que las ideas de Bruno se
sostiene que la divinidad es una substancia única e infinita, cuya unidad persiste a
través de los fenómenos que abarca. Todos los individuos serían modos de esa única
substancia. La relación de esos modos con esta substancia sería análoga a la de los
mínimo, Bruno afirma que la realidad está compuesta de una cantidad infinita de
sistema solar, sistema que a su vez, es integrante, con otros, del sistema cósmico
total. Dios sería la mónada de las mónadas, principio íntimo, viviente, del ser de las
cosas, fuente de todas las formas: el Espíritu, Dios, Ser, Uno, Verdadero, Destino,
Verbo, Orden.
grados diferentes: espíritu superior a todo, o Dios; espíritu insertado en todas las
cosas o razón. Otras veces, en cambio, se trataría de una realidad única. Bruno, por
que el infinito divino sólo puede expresarse en un Universo igualmente infinito. Esta
afirmaba, fuera de los átomos, un éter, “región inmensa en la que se mueve y vive el
mundo”. Este éter es como el cuerpo del alma del mundo. En cada individuo hay un
átomos.
Para Bruno, la virtud más elevada es el “entusiasmo heroico” que permite al hombre
Nos toca ahora ocuparnos de Campanella, muerto a la edad de setenta años, en 1639.
Su obra De sensu rerum e magia, comenzada en 1604 y terminada diez y seis años
demuestra que el mundo es la estatua de Dios viviente y cognoscente, que todas sus
partes y las partes de sus partes están dotadas de sentido, más o menos claro u
punto de partida para sus reflexiones. Fundándose en esta verdad primera, discurre
sobre la existencia de Dios. Cabe tener de la divinidad una intuición inmediata, que
es conocimiento viviente y se acompaña de amor. Dios, con su sabiduría, su bondad
y su potencia, ha producido, por grados, las Ideas, los ángeles, las almas inmortales,
el espacio y las cosas particulares. Todo en el mundo tiene vida y los movimientos
entre otras razones, por esta, que es de origen estoico: porque algunas de sus partes
están dotadas de sensibilidad, y lo que está en las partes está por fuerza en el todo.
El intelecto habrá de ser idéntico a los sentidos; la bestia habrá de pensar y tener una
la magia como arte de emplear las fuerzas ocultas que emanan de los astros o de la
conocimiento sensible es sólo un contacto del objeto con el sujeto; nos revela del
objeto sólo el aspecto por el cual lo sensible puede identificarse con los sentidos. El
mismo. Al conocer las cosas, “el alma no conoce porque es lo que es; ella es las
otras cosas en el momento en que se siente cambiada en ellas. Por consiguiente, este
principio, las propiedades comunes y similitudes que unen las cosas dan al alma
amor, modelo de nuestra alma y de todas las cosas. Así, por la analogía universal,
vacío y busca la plenitud. Porque son animadas, las plantas se entristecen cuando se
marchitan, se regocijan cuando la lluvia las baña. Porque los cuerpos inertes son
En las páginas que anteceden, apenas hemos diseñado un esbozo de los variados
matices que ofrece la vasta floración intelectual del Renacimiento. Nos faltan
detalles importantes, pero tenemos una noción del cuadro general. Hay en él una
científica del mundo; pero este mundo fue para los más temerarios pensadores del
intelectual. Aunque se insista en repetir que los mejores de los medievales fueron los
inteligencia del hombre, tanto para romper las fórmulas que le parecían caducas
¿Aprendió Spinoza del Renacimiento? ¿Coincide el sistema de Spinoza con algo que
dadas a estos interrogantes por distintos autores, señalemos que, a diferencia del
Renacimiento, el siglo XVII contó con un orden establecido. Agreguemos algo más:
so. Para Dilthey62, el racionalismo del siglo XVII se ha presentado en dos formas: la
tenían un elemento común: el estoicismo. Dilthey señala que nuestro filósofo, en los
Spinoza polemiza contra los estoicos porque éstos aceptaban el suicidio, niega, con
ellos, que los bienes ordinarios de la vida sean fines en sí mismos. Para Dilthey,
Spinoza representa los rasgos del sabio estoico, “coordinados con su sistema” 64. Y
añade: “El más antiguo entre los escritores que elaboraron de manera independiente
través de Hobbes y admite como “muy verosímil que la lectura de Telesio haya
tenido también influjo directo sobre el mismo Spinoza”. Por tanto, Spinoza reviviría
62
Guglielmo Dilthey: L’analisi dell’Uomo e la intuizione della Natura, del Rinascimento al secolo XVIII,
traducción italiana de G. Sanna, ed. La Nuova Italia, Venecia, 1927, t. II, pág. 49.
63
Op. cit., t. II, pág. 53.
64
Ibíd., pág. 55.
65
Ibíd.., pág. 56.
espíritu encontró su expresión en Telesio, hombre de una edad que maduró con
Spinoza
También Giordano Bruno sería antecesor de Spinoza. Fue el primero de una serie de
identidad de todas las partes del universo y en la visión de lo real “como una
continuidad física sin límites, constituida del éter, que es una realidad dilatada, pero
que se distingue de los otros cuerpos porque no ofrece resistencia perceptible a los
de las fuerzas que determinan sus modos de existencia. Tal fue la tesis del
substancia del cielo y de la tierra es una e idéntica”. Otra tesis de Bruno llegó al
divinidad. También serían las mismas en Spinoza y en Bruno las ideas sobre la
hubiese inspirado en alguna idea particular del Renacimiento. ¿Ha leído Spinoza a
Telesio? ¿Ha leído a Bruno? Dilthey no puede afirmar ni una ni otra cosa. Lo que
habría podido tomar de los dos sería el estoicismo. Spinoza, en el prólogo al tercer
66
Ibíd., pág. 92.
67
Dilthey, op. cit., t. II.
68
Ibíd.. pág. 106.
69
Ibíd.., pág. 110.
en el prólogo al quinto sí los menciona. En ambos casos descubre para los asuntos
allí tratados relaciones entre Descartes y el estoicismo, que era conocido en Holanda
a través de expositores coetáneos. Las ideas estoicas actuaron en el siglo XVII, como
admite que nuestro filósofo pudo conocer el pensamiento estoico a través de algún
quienes más se señaló la influencia estoica, no fueron aquellos que, según Dilthey,
obras del pensamiento estoico. Spinoza pudo estudiarlo directamente, sin necesidad
de que para ello se deba invocar su problemática relación con Giordano Bruno. Ideas
morales semejantes a las de los estoicos fueron enunciadas por más de un autor,
desde Sócrates hasta los días de nuestro filósofo. Son, en verdad, “lugares comunes
comparación de las tesis de Spinoza con las de Bruno; en otros, su expresión se torna
vacilante.
pensamiento de Spinoza “lo alejan mucho del vitalismo de Bruno”. Lo que hay en
70
Ibíd., pág. 108.
71
Ibíd.., pág. 107.
Bruno de pensamiento neoplatónico lo conocía Spinoza antes de llegar a conocer la
afirmación de que una misma doctrina se extiende desde los estoicos hasta nuestros
autores del Renacimiento, hay una inspiración de origen estoico. Para llegar a esta
Naturaleza.
También se ha sostenido más de una vez que Spinoza tiene relación directa con los
todas.
nuestro filósofo y los Diálogos de amor. Subrayaba una influencia de León Hebreo
en Spinoza, corno también en Giordano Bruno. León Hebreo, a su vez, según Solmi,
72
Edmondo Solmi: Benedetto Spinoza e Leone Ebreo. Studio su una fonte italiana dimenticata dello
spinozismo. Modena, Vincenzi, 1903.
ha sido en parte refutada por Gentile 73, el cual juzga exageradas sus afirmaciones.
Según Gentile se deben a que Solmi no advierte la diversidad de sentido que tienen
señala, en cambio, que hay semejanzas entre ideas expuestas en los Diálogos de amor
del amor Dei intellectualis. Así lo afirma Gentile, olvidando que esta noción era
íntimamente ligada con la del amor intelectual a Dios- sobre el amor de Dios a sí
influencia de León Hebreo en Spinoza. Para Couchoud uno de los diálogos del Breve
tratado es, en su forma, “una imitación de León Hebreo”. Couchoud cree igualmente
de Spinoza con León Hebreo. De éste habría tomado Spinoza el amor corno principio
teoría platónica de las ideas, que desarrolló en la visión del intelecto infinito y de las
síntesis de León Hebreo del amor a Dios con el conocimiento de Dios. Para
moderna”.
No es aventurado pensar que Spinoza leyó los Diálogos de amor. Pero nada pudo
encontrar en ellos que no hubiese conocido en los autores que ciertamente estudió en
su juventud y a los cuales recuerda en sus escritos. El amor Dei intellectualis era una
es virtud suprema el amor intelectual a Dios. En este amor está la verdadera dicha
del hombre, pero su tesis en este punto difiere esencialmente de la de León Hebreo,
expresiones de las que procederían ideas expuestas por Spinoza. Ellas se encuentran
Stirling. White y Stirling advierten que, si bien los pasajes de Bruno probarían en
cierta medida una correspondencia entre Spinoza y él, se ha de tener en cuenta que
quienes Bruno los habría tomado. Así es, en efecto. Sin duda en Spinoza hay
Pero para todas ellas cabe indicar la paternidad de otros autores, que Spinoza
ciertamente conoció y que han de ser considerados como sus más probables
inspiradores.
del Renacimiento, recordemos que Bruno -lo mismo que Spinoza hará más tarde-
mientras Spinoza -aunque sin éxito, a nuestro juicio, como lo veremos en el tercer
tomo de esta obra- en ningún momento admite la trascendencia, Bruno pensaba que
Pensamos que ello se debe a que Bruno permanece más apegado a las ideas de
autores que pudieron haber sido maestros suyos y que seguramente lo fueron de
nuestro filósofo. En primer término, Crescas, del cual nos hemos ocupado en el
funda a menudo en Crescas para dar vigor a sus propias convicciones en problemas
pero hay conexión entre ambos. A la manera de Crescas, Bruno arguye -por
mayor. A la manera de Crescas razona para probar la existencia del vacío infinito,
contra la teoría aristotélica. En efecto, según Aristóteles mismo, la “nada” fuera del
mundo finito debe ser un vacío, y, como ningún cuerpo puede limitarlo, ha de ser
infinito. Como Hasdai Crescas, arguye contra la negación aristotélica de una fuerza
del aire usando el mismo argumento: el descenso del aire en un foso. Y más
importante que estas coincidencias aisladas es, en uno y otro, la refutación de cuanto
infinito. En este punto los argumentos de Bruno repiten la crítica de Crescas al Estagirita.
Los dos afirman igualmente que el infinito carece de figura, que no tiene peso ni levedad,
75
Harry Austryn Wolfson: Cresca’s critique of Aristotle, págs. 34 y ss.
que no tiene fin ni medio, y que cuando un infinito actúa sobre un finito o sobre otro
infinito, la acción es finita. Con las mismas razones rechazan ambos la tesis aristotélica
Crescas podía, pues, ser una de las fuentes comunes de Spinoza y Bruno. Otra pudo serlo
XVI, especialmente por obra de Reuchlin. Pico de la Mirándola decía: “Ninguna ciencia
Pico tradujo libros de la Cábala al latín. Fue precisamente Pico de la Mirándola quien
Adán “por intermedio de un ángel y continuada por una tradición ininterrumpida, hasta el
tiempo de los hombres de la Gran Sinagoga y más tarde, hasta que los Secretos del
sintiese afín con la literatura de la Cábala. Ella abarcó el interés de naturalistas no menos
que de místicos. Místicos de la reforma le prestaron atención, tanto como los creadores de
los sistemas en que el mundo aparece como animado por un alma, que es Dios. Ya vimos
que Spinoza conoció la Cábala y que cabe admitir que ella ejerció en él alguna influencia.
En virtud de todo ello cabría decir que Spinoza tenía un parentesco legítimo con algunas
ideas del Renacimiento, en particular con Giordano Bruno, pero no hay ningún elemento
de juicio concreto que haga pensar que aprendió de Bruno lo que en el neoplatonismo, en
la traducción que hizo del Breve tratado de Spinoza, expuso insistentemente la tesis de
que el filósofo se inspiró en Giordano Bruno. Víctor Delbos, comentando lo alegado por
76
En el capítulo VI, donde nos ocupamos de la relación de Spinoza con la Cábala, ha encontrado el
lector la exposición que Pierre Duhem ofrece de la concepción cabalista de la divinidad. Ella no
difiere de la concepción de Nicolás de Cusa, de Pico de la Mirándola y de Giordano Bruno.
Sigwart, hace esta reflexión: “Tales aproximaciones, por numerosas que sean, no logran
Bruno; sin duda, no sería imposible realizar otras tantas aproximaciones del mismo
género entre Spinoza y otros filósofos de tendencias más o menos vecinas, tales como
Patrizzi, Cesalpino, Campanella. Sin embargo, queda como verosímil que Spinoza ha
renglón seguido el mismo Delbos no puede menos que hacer este otro comentario: “Ese
panteísmo naturalista podía sin duda tener, en cuanto a la cuestión de las relaciones de
Dios y el mundo, más de un rasgo común con ciertas doctrinas judías o árabes que habían
directamente en ellas, es cosa en que se estaría tentado de creer por el motivo psicológico
de que en su lucha contra los representantes de la ortodoxia judía o cristiana, debía tomar
modernas que las teorías elaboradas en un pasado lejano”. Verdad es que Spinoza nombra
ninguno de los filósofos del Renacimiento con quienes se le podría suponer vinculado.
intuición de una Naturaleza única, infinita y perfecta. Agrega Cassirer que la teoría del
conocimiento de Spinoza concuerda con la de Telesio y los otros pensadores que han
enunciado la concepción que puede servir de base a los sistemas panteístas modernos.
Campanella, para quien “la intuición del alma no es la misma que la intuición del ojo:
pues mientras el ojo conoce las cosas por imágenes, que le llegan de fuera, el alma
Ernst Cassirer: Das Erkenntnis-Problem in der Philosophie und Wissenschaft der neueren Zeit, ed. Bruno
78
uno se torna en lo otro”. De esta manera de encarar la intuición fluye también la relación
del hombre con Dios y el amor a Él, que, para el ser limitado, no es algo externo y
nada puede existir ni ser pensado. Cassirer, sin embargo, no se pronuncia acerca de si
Reconoce que Campanella no es un pensador plenamente original, sino que enlaza en una
Renacimiento en Spinoza. Alude a la filosofía judía y árabe como fuentes del panteísmo
espinociano, y al propio tiempo juzga que con el Breve tratado se halla Spinoza en el
campo de la filosofía renacentista italiana. Pero no prueba que Spinoza se haya inspirado
Resumiendo nuestro punto de vista con claridad, diremos: La obra toda de Spinoza es un
que ha leído los Salmos con un pensador matemático. El matemático Spinoza no lograba
concibe que se piense en algo sin pensar en Dios, nada tuvo que aprender del
distintas, a los raciocinios perfectos, nada podía aprender del Renacimiento. En la medida
en que Spinoza era un pensador del siglo XVII, era hostil al animismo de las
concepciones del Renacimiento con que la suya hubiera podido tener afinidad. En cuanto
fue discípulo del Renacimiento sino de los autores de su juventud. Si con algún autor del
Renacimiento guardan similitud ciertos aspectos de su obra, ese autor, a nuestro juicio, es
Telesio. Pero aún en este caso, las ideas que aparecen como comunes al pensador
renacentista y a nuestro filósofo, pudo éste tomarlas de una fuente más inmediata, menos
cartesiana.
físico de la ciencia matemática de la Naturaleza. Spinoza las quiso pensar como una
sola, y para lograrlo discurrió a su manera y con un método propios del siglo XVII.
CAPITULO VIII
Spinoza y el siglo XVII. Spinoza y el Barroco. Las opiniones de Gebhardt. Sus contradicciones.
Con las ideas que conocimos en capítulos precedentes ingresó Spinoza en la cultura
encontrado con una única doctrina. Ideas contradictorias -aunque todas giraban en
era espíritu inquisitivo; buscaba una teoría del mundo y del destino humano, en la
dicha suprema. Cuando quiso optar entre las diversas tesis que conocía o elaborar
una propia, no hubo de entregarse a una reflexión de hombre enclaustrado entre los
entiende por tiempo de Spinoza? Para contestar a esta pregunta con absoluta certeza
artísticas del siglo XVII a un análisis que permitiese extraer de todas ellas las notas
La tarea sería sin duda larga y difícil, y acaso imposible. ¿Cabe hallar para el siglo XVII
una calificación con una noción única, extraída de alguna de sus más típicas expresiones
culturales? A esta pregunta ha dado Carl Gebhardt una respuesta afirmativa. Definió el
siglo con un concepto y a la luz de él quiso interpretar a Spinoza. Creía que en el arte se
encuentran las características que representan lo singular del tiempo de nuestro filósofo,
significaría un conjunto de rasgos que tanto corresponden al arte como a la religión de las
tiempo del Barroco se deben, según Gebhardt, a una común manera de ver el mundo y la
posición del hombre en él. Un particular estilo de vida imprime su sello a ese tiempo,
tiempo que no sería una mera abstracción, sino un trozo de la historia de Occidente. De
Para el investigador alemán, la noción de estilo con referencia a una época dada, abarca,
junto a las artes todas, la religión y la filosofía. Un común sentimiento vital palpita en las
dórico y la filosofía jónica expresan una misma actitud ante el mundo: el hombre ve
79
Carl Gebhardt: Rembrandt und Spinoza, en Chronicon Spinozanum, t. IV, págs. 160-183.
entonces objetivamente el cosmos con el orden que en él reina, y “toda singularización
ubicación del hombre en él. Las expresiones distintas en arte, en filosofía y en religión
creadora.
Gebhardt aplica este punto de vista a la definición de las características del estilo de
“sentimiento de vida fundamental” en ella. Porque el estilo hace visible este sentimiento
estilística. El tiempo, cada tiempo, es una fuerza que se manifiesta en la forma. También
en el orden material actúa la misma fuerza que en lo ideal. Así, al axioma de la unidad
estilística se agrega el del paralelismo. Un tercero, el del ritmo, completa la trilogía de los
principios que para Gebhardt definen la relación de cada época con su cultura, a través
pensamiento de Spinoza con su tiempo, tiempo que tuvo una forma: el Barroco. De
aspecto barroco era la sinagoga que Spinoza frecuentó cuando niño, y barroca era la
literatura española, en especial Góngora, que Spinoza leía; barroco era el marco de su
vida, y sus restos fueron sepultados en esa iglesia de La Haya que es el monumento más
Definir el Barroco es tarea de la filosofía del siglo presente, como fue faena del siglo
genérico que abarca la unidad buscada, no dejará de reconocerle validez. Ciertamente, tal
concepto no podría tener el sentido riguroso de los géneros, tipos y especies de las
la caracterización obtenida.
Partiendo del arte y fundándose en las nociones que Wölfflin establece para
vida del siglo XVII. En su estudio sobre León Hebreo, al que nos referimos en el
la infinitud. Si nos conformamos con sacar las notas del Barroco, empíricamente, de
categoría primordial del Barroco, pues de ella pueden deducirse todas las categorías
del Barroco y explicarse por ella todos los fenómenos del Barroco”.
creó con el ojo. Escultórico es el estilo del primero; pictórico el del segundo, hasta
cuando hace estatuas. Sus obras no dan la sensación de silueta recortada, sino que
comunican al contorno una inquietud deliberada, para que el cuadro informe no
mensajera de lo infinito, como se comprueba en todas las artes plásticas del siglo
infinito.
sustancialidad del Barroco. En virtud de ella los seres individuales solo tienen una
fragmentos que son mensajeros de lo infinito. Sus obras flotan en una atmósfera
metafísica, y en ellas las cosas son lo que son, no por sí mismas, sino por el mensaje
que traen. En la relación con lo demás adquieren una significación que aisladas no
tienen. De ahí resulta una creación de unidad con lo variado. La pintura barroca
una unidad que no es armonía de partes, sino una unidad absoluta en la que cada
la tercera categoría del Barroco, el cual, por ser arte de la infinitud, no es un estilo
del ser, sino un estilo del devenir y acontecer. Arte de lo pasajero, de lo fluyente, no
potencial, es arte de los matices. Del matiz y del ya señalado naturalismo extrae el
Barroco el nuevo don que hace al mundo: la psicología. Gebhardt afirma que ningún arte
anterior supo considerar el alma como posibilidad, “como el espejo de aquellos infinitos
muerte”. Según él, “la potencialidad del Barroco asciende a lo metafísico en la dinámica
todo movimiento; la luz que flota sobre las formas, que se desparrama en ellas, que arde
En el arte de Rembrandt señala Gebhardt todas las categorías del Barroco y también las
encuentra en la filosofía de Spinoza. Huelga recordar que ella es una filosofía del infinito,
determinatio est negatio. En la relación que Spinoza establece entre los conceptos de
sustancialidad, característica del arte de su siglo. En esta misma filosofía de Spinoza sólo
mira como una geometría metafísica del ser. Pero en verdad, para Spinoza la esencia de
Dios es una actuosa essentia, concepto cuyo dinamismo “llena todos los conceptos
con el cual la fuerza es la esencia de los cuerpos y es también la esencia de las ideas. Las
ideas, para Spinoza, dice Gebhardt, “no son mudas como cuadro sobre tabla, sino que
para Spinoza, entendimiento y voluntad forman una unidad como movimiento y reposo.
filosofía de Spinoza. La doctrina del filósofo aparece como encuadrada en un marco que
se diría fue hecho deliberadamente para ella. Es verdad que Gebhardt había afirmado la
existencia en el siglo XVII de un sentimiento vital que se manifiesta en todos los órdenes
al leerlo, se diría que no ha visto en Spinoza lo que era peculiar de su tiempo, sino que ha
descrito ese tiempo en función de los rasgos que, según él, individualizan la filosofía
espinociana. Tras del dinamismo que Wölfflin señala como característica que singulariza
al Barroco, ha supuesto Gebhardt unos principios que no son otra cosa que los principios
siguiente, en febrero de 192780. En este último estudio ya cambia la imagen del siglo
anterior ensayo, Gebhardt califica como Barroco el tiempo en que Spinoza vivió. Pero
esta designación ya le es insuficiente para definir el siglo XVII. Agrega: “de1 punto de
Gebhardt explica el Barroco o Seicento como resultado de una síntesis del progreso de los
estilos precedentes. Durante el tiempo del gótico el espíritu humano buscó la divinidad en
Seicento -dice Gebhardt- es un estilo dialéctico, que no se puede definir de una manera
precisa por el concepto de infinito”. Punto de vista, sin duda, diferente del que había
aspectos distintos. Hubo una contrarreforma católica que se orientó como polémica
Hubo también una contrarreforma protestante en el norte germánico. Ella tuvo por
base el anabaptismo, una manifestación del gótico posterior, vencida en el curso del
siglo XVI por la Reforma, más afín a la época. Las dos contrarreformas respondían a
la divinidad, concebida como igual al infinito. Pero una diferencia las distingue; la
interior del yo; para él adquirió valor nuevo el conocimiento que el gótico posterior
Silesius, el más grande poeta religioso del Seicento alemán, que estudió en Leyden
Una corrección más habrá de hacer el estudioso para ofrecer una noción menos
incompleta sobre la relación del filósofo con su tiempo. En esta nueva enmienda
Sorbona, dice: “Pero sería equivocarse sobre la verdadera dialéctica del Seicento y al
elemento del Gótico posterior del Seicento tiende hacia la deformación, hacia la
primer Spinoza enseña omnis determinatio est negatio, pero el segundo pone la
Esta afirmación le crea a Gebhardt una grave dificultad porque implica que dentro
de la cosa común que él llama el estilo del Seicento hay dos tendencias
que “cada país tiene su modo particular del Seicento”. Francia, añade, no se alejó
jamás del ideal de forma del Renacimiento, para disolverse en el infinito, como
Seicento. Ahora bien, ese clasicismo influyó en Holanda, y de ahí resulta que en
una unidad orgánica tan estrecha como en la Iglesia Nueva de La Haya”. En síntesis,
En su pequeño libro sobre el filósofo, editado por Reclam en 1932, Gebhardt señala
sigue en absoluto: “La verdad -dice Spinoza- hubiera estado eternamente oculta al
sustancia infinita de Dios y las sustancias finitas de las cosas, Spinoza, que no se
siente cohibido por ninguna atadura teológica, va mucho más lejos, en lo esencial,
Spinoza es dinámica tanto en el mundo del pensamiento, donde las ideas no son
innatas, sino que nos invaden con su propia espontaneidad, como también en el reino
de los cuerpos extensos, a los que Descartes niega fuerza espontánea de movimiento,
y que, en cambio, para Spinoza solo adquieren extensión gracias a la fuerza que actúa
Descartes, por un lado, a partir de sus propias tendencias y, por otro, siguiendo
conoció el cartesianismo”81.
que actuaron en él. Cada vez que ha comentado alguno de los factores intelectuales
presentando a Spinoza como el filósofo del Barroco, tomando del arte una noción
que debía definir toda la vida cultural del siglo XVII. Luego acudió al concepto
hubo de hacer distingas que en verdad negaban la pretendida unidad de ella. Cuando
quiso hacer justicia a la influencia del cartesianismo -poco afín a la idea primera del
interna por la que se opera una síntesis prodigiosa de elementos opuestos. En todas
mas he ahí que nos advierte: “No obstante su ruptura con el judaísmo, Spinoza
infinito, fue su pensamiento expresión filosófica del sentimiento vital del Barroco.
El Barroco surge del clasicismo por cierta necesidad vital, como natural reacción
estos dos rasgos no constituyen por sí solos una versión simbólica de lo infinito e
otros estilos. Según Borkowski, lo dicho reza en medida mayor aún para la filosofía:
Para Dunin Borkowski hay en Spinoza intuiciones de origen barroco pero todas
dependencia de lo limitado son categorías básicas para él, pues expresan lo más
con las tesis del Spinoza presistemático-neutral que trata de suprimir las diferencias
Dunin Borkowski cree que sólo cabe calificar como dialéctico el estilo del Seicento
trata de dos antítesis nacidas de una raíz común, de la que también proviene la
antagónicos libran entonces violenta lucha. Su combate sin tregua es la dialéctica del
afecto. “Es evidente que algunos filósofos encarnan una modalidad de lo heroico y
se les define vagamente como filósofos del Renacimiento mientras que son
fantasía y del sentimiento. “Toman ideas e inspiraciones del sentimiento vital del
Barroco, sin tener fuerzas suficientes para dar a lo que presentan formas perfectas,
libertad. De ahí resulta que el sistema de Spinoza, la Ética, se aparte bastante del
del Barroco.
85
Dunin Borkowski, op. cit., págs. 335-336.
barrocos, muchas casas privadas del mismo estilo. Ello probaría la existencia de un
sabio jesuita piensa que los motivos barrocos en Spinoza proceden de las bellas
Spinoza había libros de poetas, de poetas españoles, sobre todo, que ostentan
claramente los rasgos del Barroco: Góngora, Quevedo y aun Cervantes. Más todavía
Campanella y Telesio, entre otros. Son autores del Renacimiento incluidos por
El Breve tratado es el argumento utilizado por quienes afirman, como Sigwart, en primer
barroco. Para Dilthey, Spinoza era un pensador renacentista como Giordano Bruno. Para
Gebhardt, fue Spinoza un filósofo barroco, sin dejar de ser cartesiano, aunque Descartes,
por ser francés, fue pensador típico de una “contrarreforma” que difería de esas
del infinito.
Son nociones vagas, generalidades poco claras, como en el caso de Dunin Borkowski, y
Ninguna de ellas contiene la menor apreciación sobre el modo en que el siglo XVII veía
Dios. No asoma una sola reflexión sobre qué eran en la época de Spinoza la ciencia
Spinoza, como filósofo de su tiempo, sólo se le puede comprender teniendo presente todo
esto. De cuanto Dunin Borkowski dice sobre “Spinoza y el Barroco” no cabe retener
sólo se ha de retener la idea de que en Spinoza actuó como algo de fuerza singular el
que todo deriva por necesidad geométrica; de la que también deriva el hombre. Conocerla
era tener abierto el camino de la Salvación. Este conocimiento serviría de base a todo otro
CAPITULO IX
La ciencia moderna. Sus principios. Galileo y Descartes. Sus concepciones sobre el fundamento y la
estructura de la ciencia. Formación científica de Spinoza. Su polémica con Boyle. El mundo físico.
El mundo viviente. La medicina en el siglo XVII. Los descubrimientos. Las teorías. Spinoza y la
una perspectiva sobre el siglo del filósofo. Difícil resulta definir el siglo XVII por
lo extiende más allá de la esfera artística. Una idea podemos retener de cuanto
estimación del influjo del siglo XVII en la doctrina de Spinoza. En las fórmulas -
valor de sus verdades? Esta pregunta se dio en el siglo XVII una respuesta que
cultura. En conformidad con ella, la Razón, considerada capaz de actuar con éxito en
del mundo físico. Igualmente se la juzgó idónea para formular los principios de un
manera que podamos comprobar cómo y en qué medida sus concepciones peculiares
difícil, al extremo de que hasta cabe preguntarse si tal definición es posible. Desde
ángulos distintos cabe iluminar una centuria cualquiera, y las imágenes que de ella
manifestaciones culturales que sólo parece posible darles una denominación común
valiéndose de abstracciones que dejen de lado los matices y las contradicciones. Sólo
se llegaría a la fórmula buscada una vez que se hubiese logrado establecer los rasgos
comunes en lo diverso, rasgos que pudiesen juzgarse dominantes sobre todos los
otros y que fuesen algo como lo que en las clasificaciones zoológicas son los
tomar el Occidente en conjunto. Quien juzgue el siglo XIX, por ejemplo, porque en
ese siglo vivió, pensó y escribió Tolstoy, nos daría sobre él una visión muy distinta
de la que nos presentaría quien tomase, pongamos por caso, a Nietzsche como su
figura más expresiva. ¿Quién, David Ricardo o Marx o Bakunin, es el vocero del
siglo?
una época dada. Así, se puede sostener que el siglo XIX es en el mundo occidental
literaria, artística o filosófica. ¿Es el XIX, el siglo del romanticismo con Víctor
Hugo o el del naturalismo con Zola? Aun en obras y autores que parecieran
verdad, emplear un nombre común para cosas muy distintas. Y dentro de ese siglo
su modo de ver, de sentir, de pensar y de hablar. Los juicios de Zola son en este
sentido elocuentes.
Mas he ahí que en el mismo Zola -autor a quien mencionamos deliberadamente- nos
nerviosos, los hallazgos felices, los epítetos llamativos, las frases que suenan. Sólo
que en este estilo tan caprichosamente trabajado, tan cargado de ornamentos de toda
clase, quisiera aplicar el hacha, abrir claros, llegar a una mayor claridad. Menos arte
y más solidez. Un retorno a la lengua, tan precisa y tan diáfana, del siglo XVII”.
Zola aconsejaba una vuelta a la centuria en que encontraba una manera de escribir que
podía servir de modelo a su época. Y lo que el novelista Zola dice tácitamente del siglo
XVII como centuria magistral, lo dice también el sabio historiador de la ciencia Pierre
Duhem: “El árbol de la ciencia crece con extrema lentitud; transcurren siglos antes de que
sea posible recoger los frutos maduros; sólo hoy podemos exprimir y apreciar el jugo de
las doctrinas que florecieron en el siglo XVII”. A juicio de León Brunschwicg, las
estructura de la ciencia, concebida como el estudio de las relaciones naturales entre los
de realidad”86.
Hemos recordado tres autores nada afines entre sí, pero los tres coinciden en afirmar que
en el siglo XVII se colocaron las bases del edificio de la cultura moderna. De ese siglo,
tal como era su modalidad intelectual alrededor de 1650, sólo atenderemos a lo que en
grado especial pudo haber actuado en Spinoza, tomando en cuenta su obra en la forma
acabada en que se nos aparece. Ese siglo se presenta como dotado de una manera de
¿De conformidad con ellas encaró Spinoza las cuestiones filosóficas, cuando, con su
espíritu de hombre que quería vivir lúcido y consciente de su destino, se preguntó cuáles
eran sus deberes y en qué habría de consistir la suprema dicha asequible a la criatura
humana? Para responder a esta cuestión indagaremos algunos aspectos de la cultura del
siglo XVII, aquellos con los que la obra de Spinoza está relacionada, según se
86
León Brunschwicg: Spinoza et ses contemporains, 3ª ed. Alcan, Paris, 1923, pág. 433.
comprueba en el más somero examen de ella.
Spinoza se planteó en primer lugar el problema moral. Para resolverlo, hubo de resolver
antes ese otro de qué es Dios, qué es la realidad, qué es el mundo y cuál es el puesto del
hombre en él. Este segundo problema lo concibió en términos propios de su tiempo, pero
Para ofrecer al lector un esquema de lo que con alguna amplitud desarrollaremos en este
diremos: Galileo y Descartes echaron las bases para la unidad de la ciencia del orden
físico; en la medicina del tiempo de Spinoza eran numerosos los autores que sostenían
que los seres vivientes todos, y el hombre en particular, debían ser estudiados por una
inclusive. Las concepciones de la religión natural y del derecho natural podían servir de
Naturaleza. En ideas de su siglo pudo inspirarse su doctrina que unifica todos los
dominios del conocimiento, pero Spinoza, para afirmar la unidad del saber, iba a afirmar
la unidad del ser. Y para esto, que es esencial en su concepción filosófica y le singulariza
Sería verdad incompleta decir que la cultura del siglo XVII sólo actuó en el espíritu de
También en la unidad que Spinoza afirma de todo cuanto hay, se advierte la influencia de
su época. Spinoza, en acuerdo con su tiempo, quiso presentar esta unidad como de orden
tanto como por la adhesión a la idea de infinito. Nos toca aquí averiguar lo que el filósofo
tomó del medio intelectual de su tiempo, lo que su tiempo podía presentarle como
no todos los pensadores de su tiempo fueron otros tantos Spinozas. Por eso hubimos de
señalar en capítulos anteriores de este volumen la particular influencia que en su espíritu
Su obra es la de un hombre que salió del ámbito de la cultura de la Sinagoga para ponerse
dejase de ser para él exaltación fugaz, éxtasis efímero, para adquirir, a través de un
sistema de demostraciones y fórmulas rigurosas, el valor de una verdad tan eterna como
de su siglo pudo aprender a discurrir con exactitud matemática. En esa cultura desempeñó
El estudio de la ciencia del siglo XVII en relación con las ideas de Spinoza y la
correspondencia del filósofo hay unas páginas de controversia sobre tales cuestiones, y
esta polémica es digna de recordarse porque está en cierto modo vinculada a la historia de
la ciencia. Los términos en que se desarrolló son típicos de su edad. De sus antecedentes
hacer experimentos y discutir acerca de ellos. Quince años más tarde ese colegio filosófico
87
A. Wolf: The correspondence of Spinoza, Londres, 1928, págs. 39-43.
se convirtió en la Sociedad Real, que fue oficializada en 166288. Sabemos ya, como lo
expusimos en el primer tomo de esta obra, que Henry Oldenburg fue su primer secretario.
Agreguemos ahora que Robert Boyle fue uno de los miembros más activos e influyentes
Oldenburg, conocía los trabajos del sabio que contribuyó como pocos al adelanto de la
Boyle era cristiano ortodoxo y militante, y en su visión del mundo desempeñaban papel
destacado nociones de las Escrituras que juzgaba verdades indiscutibles. Spinoza era un
alguna, de cualquier orden que fuese. Veía en las fórmulas científicas tanto lo implícito
correspondencia figura una carta que trata del cálculo de probabilidades. Pero también le
interesaba la ciencia en cuanto a sus proyecciones generales. Extendía los postulados del
planteo de problemas para los que Boyle encontraba solución en fuentes ajenas a la
ciencia. Mientras Spinoza rechazaba las concepciones finalistas, Boyle las consideraba
movidos”; era la suya una “filosofía corpuscular”. Pensaba que esta manera de presentar
los fenómenos materiales era común a los atomistas y a los cartesianos, sin advertir
88
Instituciones análogas se fundaron en otros países de Europa durante el siglo XVII. Todas ellas
influyeron grandemente en el desarrollo de la vida intelectual: en Italia, la Academia de los Lincei (1603):
en Francia, la Académie des Sciences (1659); en Alemania, la Academia de las Ciencias (1699)
ciertas divergencias que mediaban entre unos y otros. Creía que la “filosofía corpuscular”
que los cultores de la química podían efectuar experimentos ilustrativos para la filosofía
corpuscular. Con este criterio publicó en 1661 sus Certain Physiological Essays. Spinoza
aceptaba también este modo de interpretar los fenómenos materiales. Pero mientras Boyle
admitía al propio tiempo concepciones de otro orden, Spinoza las repudiaba. En virtud de
¿En qué consiste este espíritu? ¿Cómo afronta la ciencia moderna los hechos de la
las cosas y los fenómenos cuyo estudio se propone? John Dewey 89 ha contestado a estas
preguntas con exactitud y sencillez. En primer término, para John Dewey, la ciencia
procede a la abolición de las cualidades como rasgos de las cosas y de los hechos en
homogénea. Descarta las formas y modos particulares de las cosas y busca, en lugar de
ellos, relaciones. No se atiene a la mera contemplación de las cosas, sino que se entrega a
la manipulación activa de ellas. Postula tras del reposo visible un cambio verdadero. En
celestes, tanto como de los fenómenos terrestres. Todo lo que entra en el ámbito de la
Para que lo dicho resulte plenamente inteligible, imaginémonos ante los hechos o ante los
objetos con las cualidades que habitualmente nos impresionan. Con un criterio ingenuo
admitimos que estos hechos y objetos son como se nos aparecen. ¿Qué hace con ellos la
ciencia física? La respuesta más simple y a la vez más estricta, sería que la física disuelve
los hechos empíricos en unos datos que no son los datos sensibles. A diferencia de la
ciencia griega, que operaba con objetos de la experiencia corriente, la ciencia moderna
señala en los objetos unos datos científicos, en los que nada hay de los rasgos de los
objetos. Los objetos aparecen como completos, terminados, susceptibles de ser definidos
y clasificados. Los datos con que la ciencia los reemplaza representan una etapa
intermedia para una ulterior reflexión. Todo objeto es, así, para la ciencia moderna, no un
cosas del contorno de la vida diaria, de cosas del mundo cualitativo, pero en vez de
aceptar las cualidades de este mundo como tales cualidades, sin más, ve en ellas términos
Pero la ciencia no concluye ahí, sino que intenta dar una respuesta a esta pregunta que el
objeto común plantea por su sola existencia. Para lograr una noción precisa de los
acudir a las ideas de Galileo y de Descartes. Ellos son los creadores de la ciencia
En la ciencia del Renacimiento -señala Delbos90- aparecía, a la vez que el rechazo de las
de las cosas y de los hechos como algo análogo al movimiento del alma o de la vida. Este
modo de pensar tuvo, por ejemplo, una expresión manifiesta en Nicolás de Cusa y en
Paracelso. Se suponía que en la esencia de los cuerpos que se mueven había una especie
90
Víctor Delbos: La préparation de la philosophie moderne, en Revue de Métaphysique et de Morale.
1930, pág. 310.
de realidad propia que determina la ley del movimiento. No se buscaba esa realidad en el
movimiento mecánico mismo, sino en una suerte de principio animado o vital que actúa
en los cuerpos o entre los cuerpos. Paralelamente se concebía el mundo todo como
principio que la causa motora de los planetas era un alma. Pero cuando hube de
considerar que esta causa motora se debilitaba con la distancia y que aun la luz del sol
disminuía al alejarse de su fuente, concluí de ello que esa fuerza no podía ser sino alguna
cosa corporal”. Keplero (muerto en 1630) decía que sin fórmulas matemáticas se sentía
como ciego. Galileo (1564-1642) y Descartes dieron el paso decisivo hacia la nueva
conclusiones imprevistas para sus iniciadores. Sus caracteres esenciales han sido
definidos por un investigador argentino en estos términos: “La ciencia cuenta, frente a
fin de la ciencia. Con razón ha dicho Hegel, juzgando las filosofías de espíritu
relación estar sometidos a mudanza eterna, pero el vínculo del quantum escapa al
devenir cualitativo. La física necesita reducir la realidad a puntos que, por ser dinámicos,
se llaman acontecimientos”91 .
La ciencia del siglo XVII, al igual que la del Renacimiento, hubo de luchar contra más de
un obstáculo. No sólo era una doctrina concordante con el espíritu de la época; era un
suceso, y, como tal, ligado a sus protagonistas. Por eso es justo que nos detengamos en
ellos.
Galileo había estudiado desde joven los escritos de Arquímedes, que le sugirieron la
su conclusión fue una teoría incompatible con la noción escolástica del peso. En 1589
comenzó a enseñar en Pisa, enseñanza que hubo de abandonar tres años después, para
dirigirse a Padua, donde permaneció hasta 1610. En ese primer período de su vida
La creación del lente que lleva su nombre lo conduce a nuevos estudios y le trae
pues, a mediados del siglo XVI, en Inglaterra y en Italia fueron descritos telescopios
“que aproximaban los objetos distantes”. Galileo, siguiendo sus pasos, logró un
mismo tiempo investiga la doctrina escolástica del movimiento y expone sus propias
ideas en su Discorso intorno alle cose che stanno in su l'accipia o che in quella se
muovono (1612).
directa. En 1632, el mismo año en que nació Spinoza, publicó su diálogo de los
Massimi Sistemi. Murió diez años después, dejando, aparte de las obras nombradas,
nuove scienze. Newton era diez años menor que Spinoza, y no alcanzó a influir en el
Para Galileo, la verdad sólo puede alcanzarse mediante la libre acción del intelecto,
no sujeto a autoridad alguna. En una carta dirigida a Licati en 1641, Galileo declara:
“Si la verdadera filosofía fuera la que está contenida en los libros de Aristóteles,
sería usted a mi juicio el mayor filósofo del mundo, a tal punto me parece que tiene
usted a su disposición y bajo la mano todos los pasajes de este autor. Pero estimo
abierto ante nuestros ojos. Sin embargo, como está escrito en caracteres distintos de
los de nuestro alfabeto, no todo el mundo puede leerlo. Los caracteres de tal libro
entendimiento -contesta Galileo- han de ser los instrumentos para alcanzar la verdad.
experiencia sola es insuficiente para develar los secretos de las cosas en la medida
sensibles particulares, pues con ella no se puede establecer entre los fenómenos esa
relación necesaria que permita referirlos a leyes. La ciencia no puede hacerse con la
sola experiencia ni con el solo pensamiento: ha de ser la obra de la una y del otro. La
observación sensible hasta las leyes. Por esta facultad el hombre participa de la
En otra carta, escrita a Keplero, Galileo se refiere a sus adversarios: “Pues los
pero aun en estos experimentos ideales opera con nociones abstraídas de la realidad.
especulación antigua, que operaba sobre las cosas partiendo de conceptos, la ciencia
nueva habrá de efectuar el análisis matemático de los fenómenos para llegar a leyes
particulares, ella sería imposible allí donde los hechos se repiten indefinidamente;
sería inútil allí donde cabe la comprobación completa de los hechos singulares.
Frente al problema planteado por esta disyuntiva, sostiene Galileo que la reducción
los otros del mismo género y torna inútil renovar incesantemente la pesquisa. Para
que permite extraer las leyes de los fenómenos, y precede al proceso inverso,
sintético, que parte de las leyes para explicar los fenómenos individuales93. Dentro
del método de Galileo hubo de surgir la cuestión del papel que en la investigación
Henry Margenau: Physics, en The Development of the Sciences, Second Series, Yale University Press,
92
fórmulas en las que nada hay de las cualidades de los objetos que comenzó por
las apariencias empíricas, cuando la razón comprueba que son engañosas las
Así como Copérnico había encontrado el curso simple y uniforme de los cuerpos
celestes, así Galileo se aplicó a determinar el movimiento real de los cuerpos todos,
fenómenos y sus cambios. De ahí surgía la unidad del universo, antes dividido en
mundo supralunar y mundo sublunar. De esta manera se hacía posible una ciencia
determinaciones cuantitativas.
como consecuencia la idea de que no cabe otra ciencia exacta de la naturaleza que
Galileo pensaba que todo cambio se debe a un simple desplazamiento de las partes
concepciones en que se afirman que las leyes científicas pueden ser referidas a
simples. “La ciencia moderna -escribe Bergson- es hija de la Astronomía; bajó del
cielo a la tierra por el plano inclinado por Galileo, por quien Newton y sus sucesores
A su punto de vista está ligada la tesis sobre la subjetividad de las cualidades sensibles.
Para Galileo cabía distinguir en las propiedades aparentes de los cuerpos dos especies:
unas están en nosotros; las otras pertenecen a los cuerpos realmente. Esta idea la expresa
en el Saggiatore: no hay ninguna dificultad en admitir que un cuerpo sea limitado, de tal
o cual forma, que sea mayor o menor que tal otro, que se halle en movimiento o en
reposo, en tal o cual lugar o tiempo, pero es imposible explicar que un cuerpo en sí
mismo sea negro o blanco, dulce o amargo, agradable o desagradable al gusto. Algunas
cualidades sólo son nombres que ponemos a las cosas cuando provocan en nosotros
ciertas sensaciones. Ellas están, no en las cosas, sino en el cuerpo que siente; otras, por el
contrario, son tales que jamás se las puede separar de las cosas con la imaginación. Son
toda distinción esencial entre las diversas especies de cuerpos. Su método se fundaba en
Esta era la ciencia de Galileo. En la nómina de los libros que se conocen de la biblioteca
de Spinoza no figura ningún escrito del sabio, pero aun admitiendo que el filósofo no
hubiese leído directamente al físico de Pisa, conocía sus ideas. Ellas eran corrientes en la
obra de los investigadores de más significación de mediados del siglo XVII. Estas ideas
coincidían en lo fundamental con las de Descartes, autor al que Spinoza había estudiado
94
Henri Bergson: La Evolución Creadora, trad. de Carlos Malagarriga, ed. Renacimiento, Madrid, 1912. t.
II, pág. 205.
desde joven. La relación entre Descartes y Galileo es tema de singular interés para la
historia científica y aun general del pensamiento del siglo XVII. Entre los trabajos que
originalidad, que no fue absoluta ni en el uno ni en el otro, cabe señalar las esenciales
hace un momento el pasaje en que Galileo distingue en los objetos dos clases de
cualidades: las que “tienen solamente residencia en el cuerpo sensitivo, de modo que, si
se suprime el animal, son suprimidas y aniquiladas todas esas cualidades”, y otras, como
la forma, el tamaño, el lugar que los objetos ocupan en el espacio, el estado de reposo o
movimiento, sin las cuales no cabe concebir “una materia o sustancia corporal”. A
autorizan a creer que el físico de Pisa no era hostil a la idea de adoptar más
átomos, pero esta discrepancia sería más aparente que real: “Para quien observa más de
cerca la diferencia, sobre la que el autor (Descartes) insiste expresamente como para
apartar el fantasma de una tradición peligrosa, ella no tiene gran importancia, si se tiene
materia sutil: los primeros son equivalentes a los átomos de Demócrito, mientras la
materia sutil quizás no difiera sustancialmente del vacío que el filósofo griego designaba
como siendo la nada o el no ser”, pero el cual también decía que es “algo como el ser”.
95
Federico Enriques: Descartes et Galilée, en Revue de Métaphysique et de Morale, enero de 1937, págs.
229-235.
Descartes y en Galileo. Galileo concebía el movimiento como absoluto, “en relación al
Enriques señala las diferencias de temperamento entre ambos y agrega que el principio de
para los dos el mismo papel, y, así, cabe decir que en el cuadro general de la
Agreguemos que ambos enunciaron el principio de inercia: Para Galileo, “todo grado de
para Descartes, a cada cosa permanece en el estado en que se halla mientras algo no la
cambia”.
Descartes la conoció en su fuente originaria. En una y otra se trataba de esa ciencia del
recordemos, porque ofrecen una imagen de la formación científica del filósofo y explican
que se decidiese a enunciar objeciones a un trabajo de un sabio tan reputado como Boyle.
El ilustrado pensador que escribió more geometrico su Ética, tenía los Elementos de
Euclides y los Seis libros de aritmética de Diofanto de Alejandría, autor del siglo III
frecuentemente citado por los sabios del XVII. Principia Matheseos universalis y
Exercitationes mathematicae (1657) eran los títulos de dos libros que Spinoza conservaba
que dio los primeros pasos hacia la geometría analítica 97. Hasta la muerte, nuestro
Willebrord Snell Van Royen, fallecido en 1626, había recogido las enseñanzas de
Keplero y Ticho Brahe y fue el primero en determinar el método para medir las
De las obras físico-matemáticas que Spinoza tenía en sus manos merece especial mención
mantuvo nuestro filósofo trato personal. “Entre los sucesores de Galileo -dice Ernst
Mach- se debe considerar a Huyghens como su igual en todos los sentidos. Tal vez era
espíritu menos filosófico, pero compensaba esta inferioridad con su genio de geómetra.
No solamente hizo avanzar las investigaciones comenzadas por Galileo, sino que resolvió
había limitado a la dinámica de un solo cuerpo” 98. Señala Mach que Huyghens,
sus grandes ideas científicas, que en conjunto figuran entre las más importantes
96
Esta nómina de libros figura en Paul Vulliaud: Spinoza d'apres les livres de sa bibliothèque, ed.
Biblioteque Chacoinac, París, 1934, págs. 99 y ss. Por ella nos guiamos en todas nuestras referencias
a los libros que Spinoza guardó en su biblioteca. La nómina de los libros de esta biblioteca es
incompleta, pero sirve como elemento de juicio cierto por lo que a través de ella se sabe de las
lecturas del filósofo.
97
Van Schooten fue maestro de Huyghens en la universidad de Leyden. (Florian Cajori: A History
of Mathematics, ed. Macmillan, Nueva York, 1938, pág. 182).
98
Ernst Mach: La mécanique, traducción francesa de R. Bertrand, ed. J. Hermann, Paris, 1925, págs.147-
48.
En la reconstruida biblioteca de nuestro filósofo se encuentran las Refractiones
coelestes del sabio suabo Cristóbal Scheiner (fallecido en 1650), que parece haber
sido de los primeros descubridores de las manchas solares. Spinoza poseía las
creen que su hermano Santiago fue el inventor del telescopio por refracción y de los
Keplero y Huyghens.
nacido en Dinamarca en 1568 y que había trabajado y estudiado con Ticho Brahe.
años publicó un trabajo de óptica donde describe el telescopio reflector que lleva su
nombre. Estudió durante años en Padua, donde publicó diversas obras, y luego
siglo XVII. El filósofo tenía versación en las tres disciplinas, y -hecho no menos
del saber científico, pudo decidirse a polemizar con Robert Boyle, uno de los sabios
solamente dos libros. Conocía también el tratado del inglés sobre el nitrato, que
Oldenburg le envió en octubre de 1661. Ésta es una prueba más de que Spinoza tuvo
en sus manos y leyó obras que no aparecen en dicha lista. Pocas ha de haber
examinado con tanta pulcritud como esa que recibió de Oldenburg y había sido
escrita por Boyle. En su comentario, todo un extenso ensayo, que envió al diligente
acuerdo con su espíritu; emplea palabras que parecen de Galileo e invoca contra
distintas partes del mundo físico, piensa que todo él puede ser estudiado por una
misma ciencia.
Spinoza escribe sobre el trabajo de Boyle a Henry Oldenburg a fines de 1661 o, tal
vez, a comienzos de 1662, cuando tenía veintinueve años. La extensa carta lleva el
subtítulo dice “que contiene observaciones sobre el libro del señor Robert Boyle,
dice: “como lo ha mostrado bien Descartes”. Spinoza prueba en esta carta que
conoce el método experimental, que sabe hacer una experiencia con fines
científicos. En unas líneas en que comenta una aseveración de Boyle, declara: “En el
quizás lo acuse fiado en palabras dichas por otros, pues Descartes no habla de las
partículas visibles, y no puedo creer que el ilustre autor haya querido decir que si los
admiten nada fuera de lo que puedan ver con sus ojos y tocar con sus manos”.
en sacar de sus experimentos una conclusión “que Verulam y luego Descartes han
particular: “por mi parte, no estoy de acuerdo en que se incluyan entre los géneros
supremos las nociones que el vulgo forma sin método y que representan la
quiero que se las mezcle (por no decir, que se las confunda) con las nociones claras
caliente, lo frío y también -no temería decirlo- lo fluido y lo sólido, son de la clase
dos cuerpos que se hallan en reposo el uno con relación al otro, quedarán en tal
estado hasta que una fuerza capaz de vencer su resistencia haya actuado sobre ellos.
Boyle declara que este enunciado concuerda con las leyes generales de la
Descartes y no veo que el ilustre autor (se refiere a Boyle) saque de sus experiencias
los temas de carácter científico. Bástenos con lo dicho para probar que Spinoza
99
Estas expresiones son similares a las del Saggiatore de Galileo que hemos trascrito hace un
momento. Tratábase, en verdad de una idea corriente en el siglo XVII. También la había enunciado
Hobbes en su Leviatán: “...Todas estas cualidades se denominan sensibles y no son, en el objeto que
las causa, sino distintos movimientos en la materia, mediante las cuales actúa ésta diversamente sobre
nuestros órganos... una cosa es el objeto y otra la imagen o fantasía”. Véase Thomas Hobbes: Leviatán,
traducción de Manuel Sánchez Sarto, ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1940, pág. 7.
Boyle contestó a Spinoza por intermedio de Oldenburg en abril de 1663. Dos meses
después Spinoza replica a esta respuesta del sabio químico. En uno de los pasajes de
esta réplica vuelve a invocar a Descartes, junto con Bacon. En ese mismo pasaje
habla de “... cuando se conocen los principios mecánicos de la filosofía y se sabe que
todos los cambios se producen en los cuerpos según leyes mecánicas ...”.
ciencia física de su tiempo, ciencia para la que era verdad incontestable: que todo el
universo material está sujeto a las mismas leyes; que todo él tiene idéntica
realidad; que la realidad verdadera no posee ciertas cualidades de que el hombre tiene
Esta ciencia era aplicable a todo el mundo material. ¿También podía emplearse en el
época de Spinoza podemos encontrar una respuesta a esta pregunta. En cualquier manual
relación con el asunto de que nos ocupamos. Uno es de carácter teórico y se refiere a la
concepción mecanicista dominante en las décadas medias del siglo XVII sobre la
naturaleza de los fenómenos del mundo de los seres vivientes, incluso el hombre. Al otro
medicina de ese siglo eran estudiosos de las más variadas disciplinas; la mayoría de las
Spinoza había leído obras que abarcaban todas las ramas de los estudios médicos, según
se comprueba en la nómina de los libros que se conocen de su biblioteca. Antes de
La figura médica más ilustre del siglo XVII fue, probablemente, el inglés William
Harvey (1578-1657). Cuatro años antes de nacer Spinoza, Harvey publicó su De motu
cordis, donde exponía una conclusión científica que, a juicio de un historiador, es “el
matemática”. Merced a Harvey, que aplicó por primera vez la noción de medida en una
influencia indirecta de Galileo en los experimentos de Harvey, guiados por la idea de que
XVII llegó a un alto nivel la ilustración anatómica, con la aparición de numerosos atlas,
había transcurrido largo tiempo desde que Roger Bacon había entrevisto la posibilidad de
la microscopía hasta que ella adquirió, en el siglo XVII, plenitud de desarrollo. Varios
son los nombres de microscopistas ilustres de ese siglo. Antes que a ninguno se ha de
Fielding H. Garrison: Introducción a la Historia de la Medicina, trad. E. García del Real, ed. Calpe,
100
Thereupon. Esta obra, editada por la Sociedad Real de Londres, tuvo una influencia
Grew (1641-1712) sobre histología y fisiología vegetal. Grew era “un laborioso
De Ámsterdam era Juan Swannerdam, nacido cinco años después de Spinoza. En su casa
El mismo año que nuestro filósofo, nació Antony Van Loeuwenhoeck, que dedicó la
microscopios con numerosos lentes que él mismo había construido y de los que hizo
Demostró las anastomosis capilares entre las arterias y las venas, completando, así, el
histología, conquistó vasto renombre con sus trabajos biológicos en anatomía del gusano
se hizo célebre con sus investigaciones de la estructura del hígado, del bazo y del riñón.
Los descubrimientos particulares de la ciencia médica del siglo XVII hubieron de
organizarse en una doctrina; y así fue, en efecto. Surgió la doctrina fisiológica, que se
era consecuencia necesaria de las leyes de la física. Fueron protagonistas de esta escuela
fenómenos vitales como esencialmente químicos, hay que mencionar a Van Helmont,
Sylvius y Willis.
La aplicación del punto de vista mecánico al estudio del organismo humano fue hecha de
términos de ciencia física fue llevada adelante por otros autores, pero su actuación es
el ojo humano a una cámara oscura. Spinoza, huelga recordarlo, tenía una versación
completa en materia de óptica, parte de la física que en su tiempo interesaba por igual a
palabra fue Stensen o Stenon: “Era como Athanasius Kircher, un sacerdote médico, y
anatómico, fisiólogo, geólogo y teólogo, y llegó a ser obispo de Titiópolis algún tiempo
investigó las glándulas del ojo y en 1664 publicó sus observaciones de los músculos y las
glándulas, en las que reconocía la naturaleza muscular del corazón. Su discurso de París
sobre la anatomía del cerebro (1669) contiene una aguda crítica de los errores fisiológicos
Los ulteriores estudios de Stensen acerca de la fisiología de los músculos (1667) tratan el
hipotético jugo. Stensen era también geólogo, uno de los sabios fundadores de la
solidum (1669) contiene, acerca de la formación de los estratos, los fósiles y otros
accidentes geológicos, el trabajo más importante conocido desde los tiempos de Avicena
trocaba de venosa en arterial en los pulmones. De ahí arrancó lo que se suele llamar “la
patética pesquisa del oxígeno”, que se llevó a cabo en diversas etapas de las que fueron
cultura europea. En Holanda había nacido y vivía Spinoza. Durante tres años habitó cerca
médica. El interés por la medicina se refleja en el arte de Holanda en aquel tiempo, como
lo prueban las Anatomías de pintores famosos. Una de ellas, la de Rembrandt, tiene como
101
Fielding H. Garrison: op. cit., t. I, págs. 270-271.
principal protagonista a Nicolás Tulp, con quien Spinoza había tenido trato personal.
en el siglo XVII, escribe Garrison estas líneas: “Así como los grandes médicos del
investigación, encontramos que los médicos del siglo XVII eran al propio tiempo
en la época de Spinoza a que nos hemos referido antes: el hecho de que sus cultores lo
fuesen al mismo tiempo de disciplinas científicas diversas. Con las modalidades propias
del siglo, se estaba, en cierto modo, dentro de una tradición que tenía su origen en las
estudiaba anatomía y fisiología humanas con fines puramente prácticos fue llevado a
extender sus investigaciones al resto del mundo animal”. En la época de nuestro filósofo
Spinoza, hombre de un tiempo en que estaban en pleno desarrollo los estudios médicos,
los siguió de cerca. Lector de textos médicos, tenía en su biblioteca una edición de las
Stenon fue discípulo de Tomás Bartolino, famoso en toda Europa, cuya anatomía era en
su tiempo una obra que diríamos clásica. Bartolino, además de médico, fue matemático y
biblioteca del filósofo la obra de un adversario de Tomás Bartolino; nos referimos a Juan
Riolan (hijo), nacido en París en 1577 y muerto cuando Spinoza tenía 25 años. Defensor
Opera Anatomica.
Teodoro Kerckring había sido compañero de Spinoza en la escuela de Francisco Van den
Enden. En nuestro primer tomo hemos relatado la historia de sus relaciones con nuestro
Nuestro filósofo había leído Syntagma anatomicum, la más importante producción del
sabio westfaliano Juan Vesling, que fue profesor de anatomía, de botánica y de cirugía en
según algunos autores, del mismo Nicolás Tulp. Entre los adversarios de Spinoza con
Hemos indicado las obras médicas que Spinoza había leído; no es improbable que el
filósofo hubiese conocido otros libros de medicina, fuera de los incluidos en la nómina de
dedicado a las ciencias médicas que en el siglo XVII estaban estrechamente ligadas al
ciencias todas y al pensamiento de que los estudios médicos eran un capítulo de una
empresa más vasta, el estudio de la Naturaleza en su conjunto, del mundo físico que
había de ser descifrado mediante un saber de configuración matemática. Tal fue la física
mecánica de los hechos vitales. En este sentido merece particular atención el punto de
vista expuesto en las obras del ya nombrado Velthuysen. Era compatriota y adversario de
biológicos y todas sus reflexiones, hasta sus consejos médicos, partían de ideas de la
física. Creía que los hechos vitales son mecánicos y nada más que mecánicos.
Spinoza ciertamente no hubo de atenerse en todas sus partes a ese mecanicismo que
a Descartes en este aspecto de su obra, pero nuestro filósofo acepta en sus líneas
generales las nociones cartesianas sobre el cuerpo humano y sobre los cuerpos vivientes
construye una psicología “rigurosamente mecánica”. Pero fácil resulta advertir que
debían asomar diferencias entre las concepciones de ambos. Para Descartes, el hombre
el hombre es un modo de una substancia única; en él es el alma la idea del cuerpo, y ese
cartesiana, que absorbía los fenómenos de los seres vivientes en procesos de orden
puramente material. No nos toca aquí estudiar esta parte de su doctrina, en que enuncia
filósofo.
De lo dicho hasta ahora fluye claramente que Spinoza, por ser hombre del siglo XVII y
que: 1º) la realidad física tiene estructura racional y la razón del hombre es capaz de
captar esta estructura; 2º) el conocimiento del orden físico se perfecciona con la
formulación matemática de las leyes que lo rigen; 3º) estas leyes dominan en todo el
cosmos, sin que haya diferencias de especie entre sus diversas partes; 4º) la realidad que
el hombre percibe mediante los sentidos no es la realidad verdadera, sino sólo una
verdadera realidad; 5º) los fenómenos vitales son reducibles, como los del mundo físico
inerte, a procesos mecánicos. Una misma ciencia, creada por una misma razón, ha de dar
músculo. La razón así lo piensa y ésa es la verdad. Así se elaboró en el siglo XVII la
ciencia moderna, estudio cuantitativo de la realidad física. He aquí unas líneas en que
palabra, es justamente la expresión de una relación constante entre dos magnitudes que
varían. La ciencia moderna es, pues, hija de las matemáticas; nació el día en que el
aparecieron bajo la forma matemática que los modernos le han dado. Luego se desarrolló
la física, una física igualmente matemática. La física suscitó la química, fundada también
biología que, sin duda, no tiene aún la forma matemática ni está próxima a tenerla, pero
no por eso quiere menos, por el intermediario de la fisiología, reducir las leyes de la vida
del mundo material. Spinoza compartía esta fe; de conformidad con el espíritu de su
todas las modalidades del orden material. Este orden era de estructura racional, y el
intelecto humano era capaz de penetrarlo. Spinoza se asimiló este punto de vista de su
que extendió nociones de esta física más allá del dominio que Descartes reconoció. Con
inclusive de la vida. Ella podía exponer sus verdades en fórmulas universales y eternas.
la luz del siglo XVII, diríamos que creó una doctrina metafísica que pudiera servir de
base común a esta religión y a ese derecho tanto como a aquella mecánica.
CAPITULO X
El derecho natural. Su fundamento y alcance. Hugo Grocio. Su doctrina racional del derecho natural. Su
significado como expresión del espíritu de la época. La religión natural. La tesis de Herbert de Cherbury.
La doctrina de la religión natural y el racionalismo del siglo XVII. El problema de la unidad del
Henri Bergson: La energía espiritual, trad. de Eduardo Ovejero y Maury, ed. Jorro, Madrid, 1928, pág.
104
110
Copérnico había estudiado el movimiento de los astros; Galileo, con la dinámica,
fisiológicos no menos que los de los cuerpos inertes. Para Descartes, los animales
eran autómatas. Para la medicina de esa misma época los hechos del cuerpo humano
eran de igual orden mecánico que los de las otras especies zoológicas. Una
Naturaleza única se hacía trasparente alma única razón. La razón impersonal era
capaz de enunciar en fórmulas impersonales la verdad sobre el mundo físico. Tal era
la ciencia del siglo XVII cuando Spinoza se puso en contacto con ella.
Estar razón también podía realizar otras proezas. Así como descubre tras de la
(1583-1645) fue su representante más ilustre en el siglo XVII. Por sus fundamentos,
típicas de la vida intelectual del tiempo de Spinoza. Así como la física de esa
centuria afirmaba la vigencia eterna de sus leyes en todo el cosmos, así el derecho
humanidad. Hasta quería enunciarlas para el hecho en que más se pone en acción el
conflicto entre los hombres: la guerra. Doce años antes de publicarse el Discurso del
en la Edad Media. Spinoza los conocía. Pero en ninguno de ellos se encontraban las
pensamiento judío, tenían acceso a la suprema dicha en el mundo futuro los gentiles
que cumplieran los “siete Mandamientos para los descendientes de Noé”. La historia
de este derecho, que regía para los justos no judíos, está descrita por Nathan Isaacs
el capítulo II de la Epístola a los Romanos, donde se sostiene que los judíos están
fueron impuestos a los Descendientes de Noé (esto es, a toda la raza humana),
blasfemia, a la prohibición del incesto, del asesinato, del robo y de comer carne
Esta doctrina, que también se encuentra en el “Testamento de Noé” del Libro de los
Jerónimo una alusión a esta misma ley. Adán, Eva, Caín y el Faraón habrían tenido
derecho natural sirvió como criterio para la aceptación o el rechazo de tales o cuales
europeo moderno, merced a la noción de que existe en el universo una ley natural
105
Págs. 387 y ss.
106
Sanhedrín, folio 57.
susceptible de ser descubierta. Todos los grandes juristas, desde el comienzo de los
tiempos modernos hasta mediados del siglo XVIII, se inclinan a esta opinión, que
internacional. Grocio derivaba su concepción jurídica del derecho romano, pero tam-
jus gentium comprendía las normas aplicables a todos los pueblos; abarcaba
de las prácticas del comercio. Estos principios dieron lugar a la existencia del jus
gentium como una rama jurídica afín al derecho natural, derecho de postulados
antiguo jus gentium materiales útiles a su empresa. Así, desde San Agustín en el
siglo IV hasta los siglos XIV y XV aparecen numerosos escritos relacionados con el
Vitoria (1480-1549) ocupa lugar destacado en esa literatura que a mediados del siglo
XVI culminó en la publicación de una serie de libros relacionados con las cuestiones
No podemos detenernos en todos los nombres y en todas las obras que sirven de
Maquiavelo. Allí donde Maquiavelo veía conflictos sólo solubles por la violencia,
racionalidad, reglas de validez universal que nadie, ni Dios mismo, podría alterar.
El derecho romano, en todos sus aspectos, fue tanto creación de juristas como
idea de un orden moral revelado. El derecho natural del siglo XVII, en cambio,
quien descubría ese derecho y quien enunciaba sus normas. Así pensaba Hugo
Grocio; así pensaban otros autores igualmente inclinados a hacer del derecho un
estudio objetivo.
Grocio fue hombre de su tiempo no sólo por su manera de discurrir; lo fue también
propuso resolver problemas planteados por dichos acontecimientos, ante los cuales
sometidos al control de la razón. Pudo ver las luchas de Francia, las controversias
Llevado por el espíritu pacifista y el amor a su patria escribió De jure belli ac pacis.
Deseaba demostrar que existe entre las naciones un derecho común, tanto en la
guerra como en la paz. Con este objeto, hizo un análisis del jus gentium y del derecho
asiento de la soberanía del Estado, para determinar quiénes pueden ser parte en la
guerra. Su concepción política descansa, por tanto, sobre tres bases principales: el
Grocio sostenía la existencia de normas jurídicas y morales esenciales para la vida, que
derivan de la naturaleza de las cosas y son obligatorias para los pueblos como para los
individuos. Esto era para él el derecho natural. Junto a este derecho natural está el
derecho positivo, establecido, por el soberano cuando se trata de la ley civil, por Dios,
positivo no puede violar la ley natural. Pero el derecho natural no habrá de ser invocado
Lo que nos interesa dejar establecido de modo especial es que Grocio asentaba el derecho
en las características que definen al hombre. Los rasgos eternos y universales del hombre
debían servir de fundamento a las máximas para la convivencia humana. A todo ser
hombre, por ser hombre, otra: el impulso social, acompañado del lenguaje y de la aptitud
de establecer reglas generales y de obrar en concordancia con ellas. Ésta es la base del
derecho natural, base que, por tanto, no es otra cosa que la índole misma del ser humano.
cualquier voluntad particular, como que se trataría de reglas nacidas en lo que es peculiar
al hombre y evidente para la razón. Hay una naturaleza humana, universal y eterna, a la
que pertenecen siempre determinadas facultades.
biblioteca. De Hugo Grocio pudo haber aprendido que el hombre, por el solo hecho de
atenerse a ciertas reglas que importan derechos frente a los semejantes tanto como
Spinoza ciertamente enunció en forma distinta de la de Grocio los fundamentos del orden
político y jurídico, pero, al igual que Grocio, los hallaba en la naturaleza humana.
Naturaleza que afirma en la realidad una estructura racional y asequible a la mente del
violación a sus normas, una milagrosa interferencia en sus leyes, así no cabía tampoco
interferir en sus principios. Ni la divinidad misma podría operar esta interferencia, como
no cabría imaginarla haciendo que la suma de los tres ángulos de un triángulo no fuese
igual a dos rectos. La ley de la ciencia en el orden físico era tal, porque reflejaba
fielmente ese orden; el derecho natural, como la ley científica, es un producto de la recta
razón por la que se determina si una acción está o no de acuerdo con la naturaleza
El análisis racional descubre las características del hombre y sobre ellas construye un
orden jurídico, exactamente como en el orden físico la ciencia señala los factores
hombre como ser social. Estas normas, que no procedían de revelación alguna, eran
antecedente de toda institución política, del mismo modo que, en el campo científico, las
También otros autores del siglo XVII expusieron teorías sobre el derecho natural. De
acuerdo con el espíritu de su tiempo, desarrollaron todos ellos ideas cuyos gérmenes
Pero, para los teorizadores del siglo XVII, el derecho natural, previo a la voluntad de
obra, sostiene implícitamente la tesis del origen del Estado mediante la conclusión de
un pacto, a la vez que expone su teoría sobre las relaciones contractuales de los
soberanos entre sí, bajo el derecho natural. Algunos de sus intérpretes indican las
dogma religioso determinado. Para Grocio, los principios de este derecho universal
son evidentes y han de ser reconocidos por toda recta razón, del mismo modo que ha
verdad de los axiomas en virtud de los cuales se lo demuestra. Sus escritos contienen
doctrinas de uno y otro son deducidas de ciertas premisas. Las premisas no son las
mismas, pero idéntico es el método con que a partir de ellas operan uno y otro. Para
Para Galileo, en el campo del puro saber matemático no hay diversidad esencial entre
extensión, en la que ni siquiera cabe hablar de proporciones entre el saber del hombre
alcanzarse mediante la plena acción de los poderes naturales del espíritu. El libro de
ocurrir con la religión. La razón humana, sin el auxilio de verdades reveladas, era
lucha por la libertad religiosa. Pero esta lucha, aun para quienes defendían tal
bregaba por la facultad de practicar cualquier culto, pero esta brega, que era defensa
Benedetto Croce: Philosophie de la practique. Économie et Éthique, trad. de Burrito y Jankélévitch, ed.
107
pregonaba igual actitud de respeto para con los ateos, que negaban a Dios o que
Holanda en el siglo XVII. Recuérdese que hay quienes admiten que Spinoza fue
tolerancia frente a las distintas confesiones, porque se admitía que en todas ellas
diversidades de los ritos y de los dogmas de las distintas religiones una idea común,
verdadera. La adhesión a esta idea podría, a juicio de ellos, ser fundamento de una
ligada a las raíces mismas de la Reforma; la segunda, que es la que nos interesa, era
La doctrina que asentaba la tesis de esa idea común a todas las religiones es la
Herbert de Cherbury. Su libro De Veritate vio la luz casi al mismo tiempo que la
obra que dio fama a Grocio. Herbert de Cherbury se proponía poner fin a las
natural debía enunciar estas nociones, desentrañables de los distintos cultos. Herbert
de Cherbury creyó haberlas descubierto. Aspiró a que su religión natural fuese una
suerte de credo para la humanidad toda, una religión que trajese un principio para la
Las ideas de Herbert de Cherbury gozaron de autoridad durante todo el siglo XVII.
representó una corriente filosófica opuesta a la del iniciador del llamado empirismo.
que su autor hizo en 1624. En ediciones posteriores le agregó un breve tratado sobre
las causas del error y otro titulado Religio laici y un Apéndice a los sacerdotes. Treinta
términos siguientes: “Él examina qué es la verdad; por mi parte nunca he dudado de
ella, pues me parece una noción tan trascendentalmente clara que considero
imposible ignorarla”.
alma y cuerpo. Lo que nos importa aquí es recordar que en su De Veritate sostiene
conformidad con ella, “la verdad es una cierta armonía entre los objetos y las
facultades que les son análogas”. Distinguía cuatro grados de verdad: verdad del
objeto, verdad de la apariencia, verdad del concepto y verdad del intelecto. Sorley108
indica que la primera no excluye a las otras y la última incluye todas las precedentes.
108
W. R. Sorley: History of English Philosophy, Cambridge, 1937, pág. 38.
Las condiciones de la verdad explican posibilidad del error, pues las causas de error
están en las etapas intermedias entre el objeto y el intelecto. La raíz de todo error
corresponde al intelecto verificar esa conexión inadecuada, señalarla, para así disipar
el error.
facultades cognoscitivas. Cada una de ellas es una fuerza interna con un particular
religiones. La verdad común a todas es que: 1º) hay una divinidad suprema; 2º), esta
significativo del culto a Dios; 4º) los hombres han de arrepentirse de sus pecados y
doctrina de una religión universal, que es universal por ser religión de la razón. Ellos
son la base de la religión primitiva, originaria, antes de que los hombres hubiesen
principios es contrario a la razón y ha de ser desechado por falso. Las fórmulas que
derivan de cualquier tradición dependen de quién la narra y nunca pueden ser más
como otras tantas adulteraciones de esa religión originaria. De ella debemos retener
la similitud que guarda con la concepción de Hugo Grocio sobre el derecho natural y
geométrico, regulado por las mismas leyes eternas. El derecho natural formula para
todos los pueblos normas igualmente eternas. De análoga manera, la religión natural
señala tras de las tradiciones cambiantes y de las supersticiones una religión única,
verdadera y universal. Esta religión tiene como fundamento la razón que es común a
todos los hombres. La razón descubre la validez universal de los antes mencionados
racionalidad del hombre, y que, como ésta, debía ser inmutable. En el Tratado
que, partiendo de ella llega más lejos aún. Modifica el contenido de la religión y,
además, busca para ella una nueva forma y un fundamento nuevo. No le basta a
concepto de la pura legalidad que rige las cosas. Al principio de este volumen hemos
como una legalidad perfecta. Pensar en Dios y pensar una legalidad universal del ser
y del acontecer es lo mismo. Por eso excluye del contenido de la religión el milagro,
de los demás. Pero lo singular de su obra, más que en el detalle, está en la síntesis
con que afirmó la unidad de todos los dominios del conocimiento. Y esta afirmación
de unidad importaba -para Spinoza- la de otras dos: la unidad de la razón que conoce
relación con las ideas de su tiempo, se nos hace necesario examinar cuál era en-
y adquirió forma de máxima coherencia este punto de vista. Para nuestro filósofo, el
hombre era capaz de comprender el cosmos como un orden. La visión de este orden,
sólo necesita que se la deje actuar de acuerdo a sus propias normas, sin trabas. La
Pero los tres dominios eran distintos. Entre la religión natural de Herbert de
conexión íntima, aunque ambas se fundaban en la común afirmación del poder del
la física. ¿Cómo se conciliaría esto con el hecho de que las tres doctrinas se fundasen
en la fe en una misma y única razón? ¿Era, acaso, distinta la razón que actúa en la
ciencia y enuncia las leyes del movimiento y extrae de esas leyes aplicaciones
particulares, de la razón que deduce reglas jurídicas partiendo de una universal
naturaleza humana? La razón era la misma, pero las esferas en que actuaba eran
distintas. ¿No cabía, por ventura, encontrar la manera de unificar estos distintos
dominios del conocimiento? ¿No cabía darles como principio supremo un principio
único?
científicas. También, y es lo que más interesa a nuestro estudio, expuso las bases de
hallamos planteado el problema de la unificación de todos los órdenes del saber. Por
eso hemos de acudir a Descartes, figura máxima de su tiempo, para verificar cómo
En la obra del filósofo del Discurso del método había un movimiento de unificación
unificación total del conocimiento porque en su doctrina había una metafísica en que
se afirmaba un Dios, sustancia infinita y perfecta, de la que el hombre sabe sólo que
por lograr esa unificación, es algo que actúa en toda su obra, es un pensamiento. que
atraviesa sus concepciones todas, pero esta unificación en Descartes no era completa.
Spinoza cumplió esta total unificación y la realizó con su concepción metafísica, con
su doctrina de que existe una única sustancia con atributos diversos. En Descartes
encontró abierto el camino a tal unificación, lo recorrió audazmente hasta el fin,
auxiliado, acaso, por ideas que procedían de fuentes ajenas a la vida intelectual de su
edad.
Descartes había expuesto la tesis de “la búsqueda de la verdad por la luz natural que,
que debe tener un hombre sensato respecto a todas las cosas que pueden ocupar su
pensamiento y penetra hasta en los secretos de las ciencias más curiosas”. De dos
de la primera, el filósofo francés escribe: “Ante los objetos propuestos, hay que
buscar, no lo que otros han pensado o lo que nosotros mismos suponemos, sino lo
que nosotros podemos ver, de una manera clara y evidente: no hay otro camino para
contradicciones que en ella aparecen. De éstas señalemos como ejemplo sus ideas en
el orden de la psicología: por una parte, hace una psicología racional del alma, como
substancia inextensa, sin que resulte explicada la relación de alma y cuerpo; por otra
parte, en el Tratado de las pasiones, aparece la acción recíproca entre ellos. En el orden
puede dejar de reconocer la fecundidad de una idea suya expuesta al comienzo de las
Reglas para la dirección del espíritu: “Todas las Ciencias no son otra cosa que la
Sabiduría humana que es siempre una y siempre la misma, por diferentes que sean los
objetos a que se aplica; esos objetos no producen en ella más cambios que los de la luz
del sol por efecto de la variedad de las cosas que ilumina”. Para Spinoza, no existirían
objetos diferentes. Todos constituirían una unidad esencial. Pero, sin duda, del
idea de que sólo cabe alcanzar un saber verdadero, merced a la totalidad de las ciencias,
por diversos que en apariencia fuesen los objetos particulares de cada una de ellas. Esta
Así, Descartes, aunque no llegó a pensarlo todo como unidad, había iniciado el camino a
la unidad del conocimiento. En una carta que escribió al padre Mersenne, en noviembre
de 1633, decía: “... En efecto, me había propuesto enviaros mi Mundo, como regalo de
año nuevo, y no hace más de quince días que tenía todo resuelto para remitiros, por lo
menos, una parte, si no estuviera aún íntegramente trascripto; pero os diré que habiendo
hecho averiguar estos días, en Leyden y en Ámsterdam, si no estaba aún el Sistema del
mundo de Galileo, porque me parecía haber sabido que fue impreso en Italia el año
pasado, se me ha dicho que es verdad que fue impreso, pero que todos los ejemplares
habían sido quemados en Roma al mismo tiempo, y él condenado a alguna pena; esto me
ha sorprendido tanto que casi me he resuelto a quemar todos mis papeles o por lo menos
a no dejarlos ver por nadie. Pues no me puedo imaginar que él, que es italiano y hasta
bien querido por el Papa, según tengo entendido, haya podido ser incriminado por otra
cosa que por haber deseado, sin duda, establecer el movimiento de la Tierra, cosa, que,
bien lo sé, fue otras veces censurada por algunos cardenales; pero pensaba haber oído
decir que después no se dejaba de enseñarlo públicamente, hasta en Roma. Confieso que
si esta tesis es falsa, todos los fundamentos de mi filosofía lo son también, pues se
demuestra por ellos evidentemente. Y está tan ligada con todas las partes de mi tratado
que no sabría sacarla sin dejar defectuoso todo el resto. Pero como yo no quisiera, por
nada del mundo, que salga de mí un discurso donde se encontrase la menor palabra que
fuese desaprobada por la Iglesia, prefiero suprimirlo antes que hacerla aparecer
comprometido con una promesa hacia vos y algunos otros de mis amigos, jamás lo habría
hecho, si no fuera por el deseo de mantener la palabra que me obligaba tanto más a
conjunto. Descartes, además, pensaba que cuando el hombre haya advertido qué es su
luminosidad.
La forma empírica del conocimiento busca en cada objeto nuevo un nuevo modo y un
por el contrario, una regla que comprenda en sí misma todos esos contenidos y que
permita producirlos según una sola y única prescripción, como los números nacen unos
nuestro intelecto a la cosa. Esta adecuación no parece poder ser alcanzada y garantizada
más perfectamente que por la adaptación del intelecto a la cosa: el intelecto entonces
habría de adoptar él mismo una forma nueva cada vez que considera una nueva clase de
objeto. A esta concepción se opone la idea que Descartes tiene del verdadero método del
conocimiento. El intelecto no es un camaleón que pasa por todos los colores y toma un
tinte nuevo cada vez que cambia de ambiente. Se conserva lo que es; persiste en su
particular como tal, por la intuición imaginativa, sino en determinarlo por una
geometría tradicional le parecía iniciar con cada nueva figura un capítulo nuevo,
También debía abarcar el mundo de la vida. El sabio inglés William Harvey, con el
quien hay que reconocer el mérito de haber abierto brecha en este punto y de ser el
primero que ha enseñado que hay en las extremidades de las arterias varios pequeños
corredores, por donde la sangre que llega al corazón pasa a las ramillas extremas de
las venas, y de aquí vuelve luego al corazón, de suerte que el curso de la sangre es
completaba con unas reflexiones nada concordantes con la realidad, era en todo caso
para el filósofo francés base valiosa para afirmar el imperio del mecanismo y, por
110
Discurso del Método, ed. Espasa-Calpe, Argentina, 1937, pág. 76.
consiguiente, de la geometría y de la aritmética, en todo el dominio de la naturaleza
Descartes pasa, así, del número al espacio, del espacio a la materia y de ésta a los
Era una teoría del saber y era una teoría del ser. Como doctrina del conocimiento,
Para el campo de lo psíquico -ya lo hemos visto- Descartes elaboró una psicología
de religión era un “conformista”. Una de las máximas de su conducta fue: “seguir las
que la gracia de Dios hizo que me instruyeran desde niño...” La moral permanecía
afirmar que su punto de vista era similar al del estoicismo. Sobre problemas jurídicos
apenas ha discurrido. Si bien hubo un marcado influjo del cartesianismo en las ideas
sociales y jurídicas del siglo XVIII, Descartes mismo poco ha dicho en cuanto a
El filósofo que afirmó la unidad de la razón, ni siquiera intentó unificar las esferas
del conocimiento. Spinoza, en cambio, integró la unidad de todas las esferas del
conocimiento, elaborando una metafísica que pudiese servirles de base común. Esta
religión y la ciencia de su tiempo. La solución podía tener fuentes varias, entre ellas,
sistema hubo de hallarse en conexión con el espíritu del siglo XVII. Como Descartes,
reflexivo mismo, el principio que debe dirigir nuestro pensamiento no puede ser otro
Para este último su vigencia no llegaba más allá de la biología; para nuestro filósofo,
para ambos el centro del cual debía irradiar todo conocimiento. Para Descartes, la
iluminación que partía de este centro sólo se proyectaba sobre el segmento de círculo
círculo entero del saber humano. ¿Significa esto que Spinoza sólo llevó a término una
labor especulativa iniciada por Descartes? Ciertamente, no. Para nuestro filósofo la
razón del hombre era una partícula de la razón divina, de una divinidad que
comprendía todos los aspectos del Ser. El método fue el mismo en Descartes y en
Spinoza, pero en este último estaba al servicio de una idea ajena al cartesianismo: la
idea de la unidad de Todo. Ella no nació de ese método, sino que tuvo sus raíces en
CAPITULO XI
Spinoza y autores de su época. Las polémicas sobre Descartes. Spinoza y Descartes. La opinión de
Ludwig Meyer sobre “Spinoza y Descartes”. El “método” y la doctrina de uno y otro. Los juicios de
suponen que la ciencia describe una realidad, existente por sí, tal como ella es.
concepción del saber científico estaba una visión de la estructura del mundo material
cuya existencia afirmaba. La ciencia de Galileo tenía como fondo una teoría sobre la
cartesiana se ocupa del mundo físico y la existencia del mundo físico está asegurada
por la veracidad de Dios, de ese Dios de quien Descartes afirma que existe. Esta
su puesto dentro de una concepción que va más allá de se mundo. También la ciencia de
metafísica que debía servir de fundamento a la ciencia así concebida hubo de ser distinta
Para Spinoza había una sola sustancia, Dios, con infinitos atributos; todos los seres eran
modos de esta sustancia. Si juzgáramos su filosofía sólo a la luz del siglo XVII, diríamos
que elaboró una metafísica que pudiera ser base de la ciencia en el dilatado sentido que
del siglo XVII. En conformidad con este pensamiento, le dio como instrumento supremo
visión mecánica, determinista, del mundo. Nuestro filósofo hizo uno solo de los tres
reinos que Descartes distinguía y separaba. Hizo de Dios la causa inmanente del mundo
Bartolomé Heckermann, profesor alemán que escribió varias obras en las que se propuso
Conocía obras en las que se ensalzaba a Descartes; otras, en las que se le denigraba. De
Clauberg había leído Spinoza la Defensio Cartesiana y la Logica vetus et nova, tentativa
de su tiempo, los que, según Freudenthal, lo habrían llevado al estudio de Santo Tomás.
Conocía a Thomas Hobbes, de quien tomó ciertamente algunas nociones para sus
Tratados políticos. Había leído a Bacon. En sus cartas lo nombra y comenta varias veces
Gebhardt, habría pasado por una etapa baconiana para concluir sosteniendo ideas
y Descartes”. ¿Fue Spinoza un cartesiano más consecuente que Descartes mismo? ¿Fue
un anticartesiano que sólo tenía en común con Descartes el método geométrico que
Descartes empleó en su respuesta a las segundas objeciones? Dan por verdad lo primero
unos autores; sostienen lo contrario otros. Que Spinoza asimiló la ciencia de Descartes,
ya lo hemos visto. Coincidía con las ideas básicas de esta ciencia, aunque en algunos
otro eran distintas. ¿Cuál fue su posición ante la filosofía de Descartes, en el sentido
El primer libro que Spinoza publicó es una exposición de Los Principios de la filosofía y
las Meditaciones metafísicas de Descartes. Allí vemos cómo entendía al francés y con
Spinoza, en general, se manifiesta adicto al autor del Discurso del método, cuando se
esa exposición que Spinoza hizo del pensamiento de Descartes. En el primer tomo de esta
Meyer, cuyas palabras adquieren por eso un valor particularmente significativo. A través
de ellas cabe comprobar en lo fundamental cuál era la actitud de Spinoza frente a las
112
Oeuvres de Spinoza, traducidas ya anotadas por Ch. Appuhn, ed. Garnier, París, 1904, t. I, pág. 294.
las tentativas de empleada, y agrega que, después que tal empresa ha sido ensayada sin
éxito durante largo tiempo, “surgió, por fin, el astro más brillante de nuestro siglo, René
Descartes, quien, primero, por un método nuevo, hizo pasar de las tinieblas a la luz todo
lo que en las matemáticas había quedado inaccesible a los antiguo”, y todo lo que los
mismo ha demostrado realmente, y como aparece con claridad más que meridiana a todos
aquellos que han estudiado atentamente sus escritos, cuyo elogio no igualará jamás su
mérito”.
Spinoza sobre Descartes. Meyer enuncia las características del método cartesiano, y
luego, al referirse a la publicación que prologa, indica las dificultades con que tropezaban
los estudiosos de Descartes por la falta de una exposición adecuada, y continúa: “Para
analítico y en el sintético, muy familiarizado con las obras de Descartes y que conozca a
sabiéndome muy por debajo de faena tan grande, he tenido más de una vez la intención
aquí sus propias ideas o aun ideas que tengan su aprobación. Si juzga verdaderas algunas
que rechaza como falsas y a las que opone una convicción profundamente diferente”113.
El prologuista menciona dos ejemplos de ideas en que Spinoza no coincide con Des-
cartes.
Nuestro filósofo, a diferencia de Descartes, no estima que la voluntad sea distinta del
entendimiento y menos aún que esté dotada de la libertad que Descartes le atribuye. Otra
disidencia está en que, mientras Descartes -como Spinoza expone fielmente- admite que
“tal o cual cosa está por encima de la comprensión humana”, nuestro filósofo, a su vez,
cree “que todas esas cosas y aun muchas otras, más elevadas y más sutiles, no solamente
pueden ser concebidas por nosotros clara y distintamente, sino que hasta es posible
verdad sigue un camino distinto del que Descartes ha abierto y desbrozado, y admite que
sobre ellos, no bastan para penetrar y resolver todas las cuestiones más difíciles que se
entendimiento a esa cumbre del conocer” 114. En estas líneas, Spinoza no sólo rechaza
De lo dicho hasta ahora por Meyer, con la aprobación de Spinoza, resulta que este último
el método cartesiano; que en otras prefiere seguir caminos diferentes de los de Descartes;
en el orden del pensamiento como en el orden físico. Para Spinoza, según Meyer, tanto el
extensa; la segunda, de acuerdo con las leyes de la naturaleza pensante. Tenemos, así, en
113
Op. cit., pág. 299
114
Op. cit., pág. 301.
las páginas del contemporáneo y amigo de Spinoza un esquema que nos orienta en la
encontrar unas reflexiones que contribuyen en alto grado a aclarar el problema que nos
interesa.
cartesiano. Cuando llega a la sentencia de Pienso, luego existo advierte que no se trata de
un silogismo, porque si tal fuera, debieran las premisas ser más claras y sabidas que la
conclusión. Pienso, luego existo es una proposición equivalente a decir yo soy pensante.
Por lo demás, si dependiera de alguna otra, no podría ser el punto de partida de todos los
y existencia y se ocupa de la causa de error según Descartes, causa que, para el autor de
las Meditaciones, sería la voluntad, concebida como facultad distinta del entendimiento.
Más adelante Spinoza considera una objeción dirigida contra Descartes. Como no
cierto de ninguna cosa ni de Dios mismo. Es ahí donde aparece una divergencia de
alcance esencial entre Spinoza y Descartes. Descartes partía del conocimiento del sujeto.
una concepción clara y distinta que nos obligue a afirmar que es soberanamente verídico,
así como nuestra idea de triángulo nos constriñe a concluir que sus tres ángulos son
iguales a dos rectos...”. Y agrega Spinoza: “Así como podemos formarnos la idea de
formarnos idea clara de Dios aunque dudemos todavía si nuestro creador nos engaña en
todo”115. Dios, en tal caso, sería para Spinoza ese punto de arranque que para Descartes
115
Op. cit., pág. 312.
es su Pienso, luego existo. Digno de señalarse es el hecho de que Spinoza en su escrito,
que aspira a ser una objetiva exposición del cartesianismo, defiende de críticas al filósofo
plano en el espíritu de Spinoza y por eso pudo decir que el común de los filósofos toma
como punto de partida las criaturas, mientras Descartes partía del yo, y él, Spinoza, de
Dios.
Asoman así en el primer trabajo publicado por Spinoza discrepancias con Descartes. En
el Breve tratado, el escrito inicial en que Spinoza expone sus ideas propias y cuya
principalísima importancia.
Con estas nociones sobre la relación de Spinoza con Descartes, nociones que
creemos en extremo ilustrativas por venir de la fuente más directa posible, cabe
ofrecido en su Spinoza, his life and philosophy, una de las más agudas exposiciones
todo nuevo; sus principios físicos no eran satisfactorios y en muchos puntos eran
francamente erróneos. Muy poco es lo que un lector moderno puede extraer de los
historia de la ciencia y de la filosofía. Su gloria se debe a que hizo una tentativa seria
99-113.
método a los problemas de la experiencia externa e interna y combinar los resultados
en un conjunto coherente”. Vio con claridad que la fisiología era una rama de la
física; que la filosofía no debía considerar los fenómenos que caen dentro del
Descartes sobre el movimiento: “Me aventuro a decir que sin referencia a la teoría
Descartes, concluye señalando que una proposición enunciada por este último sirvió
cambio, a no ser por obra de causas externas”. Spinoza, por su parte, afirma en la
Ética: “Unaquaeque res, quantum in se est, in suo esse perseverare conatur”. Así,
Spinoza habría dado una extensión mayor al principio enunciado por Descartes.
espinocismo, señala Pollock que “no hay duda de que Spinoza fue profundamente
metafísicas y psicológicas”118. Los motivos para que así ocurriese eran en verdad
estudioso debía orientarse hacia él. “Sin embargo, aunque Spinoza admiraba a
117
Ibíd., pág. 101
118
Ibíd., pág. 111.
dualismo de Descartes. En psicología se fue apartando de Descartes gradualmente y
verdadera para Spinoza desde el primer día fue “una reacción crítica más bien que
El otro autor inglés cuyo juicio merece una atención especial es León Roth, que trata
de este asunto en su Spinoza119. Para Roth, nuestro filósofo fue hijo de su tiempo,
pero ¿significa esto, acaso, que hubiese pertenecido a una determinada escuela?
respuesta de Roth a estas pregunta está en las reflexiones siguientes: El cartesianismo era,
encarnación de la ciencia de la época, y fue eso, y nada menos que eso, lo que significó
para Spinoza joven”. Spinoza utilizó materiales de Descartes, pero les imprimió una
forma propia, porque cuando comenzó a estudiar los grandes pensadores modernos, ya
De los libros franceses en que se estudia el asunto que aquí nos interesa se ha de
léxico, pero esta analogía de las fórmulas no significa identidad en los conceptos. Frente
de sus escrúpulos, con los progresos definitivos que cumple y las dificultades con que
choca, con el entusiasmo inmenso que lo acoge como con las resistencias invencibles
119
León Roth: Spinoza, ed. Little, Brown and Company, Boston, 1929, págs. 227-238.
una inquietud que es el signo mismo de la fecundidad”120.
espinocista de la sustancia “es el producto de una reflexión que se ejerce sobre la doctrina
método matemático, tal como Descartes había dado en su Geometría el modelo para
ello”121.
El otro autor francés a quien juzgamos igualmente digno de atención especiales Víctor
Delbos. Uno de los capítulos de su libro sobre Le Spinozisme se titula “El cartesianismo y
el espinocismo”122. Delbos rechaza la tesis de Kuno Fischer, según la cual, para explicar
el espinocismo, basta con tener en cuenta el progreso que debía cumplir el pensamiento a
partir de Descartes para superar las contradicciones que el cartesianismo encerraba. Esta
tesis sería consecuencia del prejuicio de Hegel sobre la historia de la filosofía. También
sostiene que las inspiraciones primitivas y esenciales que son fundamento del
simple derivación del cartesianismo. Según Delbos, lo dicho no excluye que Spinoza
haya descubierto sagazmente en Descartes todo lo que del cartesianismo podía orientarse
concepción significa que nada falta a Dios de las perfecciones concebibles que son su
esa infinitud ha de comprender todo el Ser y que no haya seres distintos de ella.
Delbos señala una divergencia aún más fundamental entre los dos. En Descartes, a pesar
120
León Brunschwicg: Spinoza et ses contemporains, 3ª ed. Alcan, París, 1923, pág. 243.
121
Ibíd., op. cit., pág. 301.
122
Víctor Delbos: Le Spinozisme, ed. Societé Française d’imprimerie et de librairie, París, 1916, págs. 208-
214.
de algunas expresiones ambiguas sobre el mundo infinito, que él prefiere llamar
las tendencias o de las locuciones panteístas que por vía de interpretación se pueden
cartesianos, “por importantes que hayan sido para la constitución del sistema”, y se
imposible sin una unión necesaria de nuestro ser con el ser divino, es el único capaz
Descartes, en cambio, es conducido, sobre todo, por una curiosidad intelectual que,
Descartes quiere ante todo descubrir la verdad; en ningún momento piensa hacer de
Lo dicho no significa que para Víctor Delbos sea nula la influencia de Descartes
combinado notablemente con las tendencias propias del espíritu de Spinoza: “Lo que
objetiva pura, desarrollable por el entendimiento, que excluye de modo radical todos
de la voluntad a valer por sí, de rechazar todas las representaciones que no hacen
retener esto del cartesianismo, Spinoza ha debido desdeñar o dejar de lado las
opiniones cartesianas sobre la duda, la originalidad del Pienso, luego existo, sobre la
tiene una relación interna con el contenido de su obra. Para Spinoza la verdad
De las obras alemanas contemporáneas sobre Spinoza la más digna de ser recordada
es la de Freudenthal. Este sabio investigador señala que una inmensa distancia separa
agrega- la forma de sus escritos, la claridad y la transparencia del ropaje, el gusto por
Spinoza nunca fue cartesiano; también en su primer escrito está lejos de serlo, como
El juicio de Freudenthal sobre la relación de Spinoza con Descartes es, como se ve,
123
Jacob Freudenthal: Spinoza. 2ª parte, págs. 91-92.
muy distinto del de Kuno Fischer, quien presenta al espinocismo como un desarrollo
detengamos en su examen.
Intentemos ahora una síntesis de lo dicho sobre la relación de Spinoza con Descartes.
Las opiniones de los cinco autores en que nos hemos detenido coinciden,
sustancialmente, con las conclusiones que cabía extraer del prólogo de Ludwig
mismo del filósofo. Primer hecho fundamental que ha de recordarse es que, mientras
sustancias finitas, la pensante y la extensa. Para Spinoza, en cambio, hay una única
sustancia, dotada de infinitos atributos. Esto trae como consecuencia una insuperable
todavía: en Spinoza nada hay que se parezca a la duda metódica de Descartes. Para
pensante. Para Spinoza el punto de partida es Dios. Sin embargo, Spinoza más de una
vez nombra a Descartes con respeto. Estas discrepancias y este respeto permiten
Descartes fue para Spinoza una gran autoridad. Pero Spinoza fue en todo momento
Sinagoga por no aceptar verdades que no juzgaba tales, no había de someterse a una
algunas de sus partes. Le sobraba valor moral para la independencia, le sobraba genio
creador para una construcción original. En ella aparece, entre otros elementos no
influencia de Spinoza en las décadas de transición del siglo XVIII al XIX. Con
Descartes coincide Spinoza en el afán de una verdad racional, libre de las ilusiones
modelo de una doctrina en que un mismo modo de discurrir se extiende a todos los
temas que esta doctrina comprende. En cambio, nada hay en Spinoza de la duda
Descartes se declara devoto del Dios en cuya creencia fue educado. Spinoza habla de
Ética- que quien ama a Dios desee que Dios a su vez lo ame”. De Descartes aprendió
Spinoza la gran lección de las ideas claras y distintas; contra Descartes elaboró una
metafísica monista.
Los dos eran hombres del siglo XVII. Ese siglo fue la época de la ciencia
había creado una metafísica afirmando una sustancia finita extensa, cuyos procesos
Para el orden moral afirmó otra sustancia, también finita, el espíritu, sustancia
infinita, perfecta, Dios, creador de las otras dos sustancias. Spinoza unificó estos tres
unificación la presenta Spinoza desarrollada con un método que era del siglo XVII y
que partía de la premisa de una única realidad conocida por una única razón. Pero con
lógica del dualismo cartesiano; en Descartes no hay antecedente alguno del sentimiento
Para comprenderla se nos hace indispensable recordar las influencias espirituales que
actuaron en el filósofo antes y junto con la de las corrientes intelectuales del siglo XVII.
Solo en la simultánea enunciación de unos y otros factores se nos aparecen claros algunos
elementos del sistema de Spinoza, pero no el sistema mismo, de una originalidad poco
resolver un problema no resuelto por el racionalismo del siglo XVII, sería equivocarse en
esferas de la cultura que se hallaban desconectadas entre sí. Pero esta metafísica brotó de
filósofo. De Spinoza cabría decir lo que Boutroux dijo de Pascal: Su alma era una mezcla
de pasión y geometría. Spinoza recorrió el mismo camino que Pascal pero en sentido
Llegó al que fue punto de arranque para Pascal. Ambos procuran unirse a Dios mediante
el amor: Pascal, a favor de la negación del hombre; Spinoza, afirmándolo. Los espíritus
sistema parece entregarse a esta última, verdad es que este sistema sólo tiene sentido si se
tiene presente que el Dios amado por Spinoza era para él el concepto del cual dependen
todos los conceptos, el Ser del cual dependen y en el cual están todos los seres. Para
Spinoza conocía la Biblia e interpretó su texto, también con criterio científico. De los
próximo.
BÍBLICA DE SPINOZA
CAPITULO XII
BÍBLICA DE SPINOZA
Las ideas políticas de Spinoza. Sus relaciones con doctrinas de otros autores. Spinoza y Maquiavelo.
Spinoza y la concepción del derecho natural de Grocio. Spinoza y Hobbes. Sus coincidencias y sus
La Ética de Spinoza es una teoría para el hombre eterno, una doctrina de la virtud
hechos y las cosas en su enlace en la eternidad. Hay en ella un esfuerzo por hallar
una metáfora congruente en la que tengan cabida por igual Dios, el mundo y el
iluminar la vida, la acción; tal esfuerzo trae la dicha, sólo accesible a quien somete
las pasiones al imperio de la razón. Pero, si bien el destino humano que la Ética
aclara, es el del hombre individual, en la misma Ética podían hallar fundamento una
El hombre ha vivido y vive en sociedad. Spinoza también vivía en una sociedad con
un orden político. Esta sociedad así organizada contaba con miembros pertenecientes
a cultos distintos, todos ufanos de adorar al único Dios verdadero. En unos libros de
venerable data hallaban sus clérigos y sus teólogos la verdad revelada y trasmitida
por la tradición. Pero diversas eran las interpretaciones que se daban de esos libros.
¿Quién descifraba fielmente la palabra de Dios? ¿Qué son esos libros? ¿Cuál es su
una razón eterna y de una virtud que ha de ser la misma por la eternidad. Eran, por el
sociedad, los derechos y deberes del súbdito para con el soberano. En el primero
Lo que dijo sobre una y otra materia estaba dedicado al hombre social y, cuanto
respecto de ellas sostenía, tendía en verdad a hacer posible la vida moral del hombre
singular. En el capítulo XIX del Tratado Teológico-Político se leen estas líneas: “De
la descripción que más arriba hemos hecho de los fundamentos del Estado fluye, con
perfecta evidencia, que el fin último del Estado no es dominar a los hombres,
el fin del Estado es la libertad de los súbditos”. Más todavía, algunas de las ideas de
Spinoza sobre el derecho natural y la ley civil tenían base en su Ética. El orden social
que Spinoza concebía no era una visión teórica independiente de la realidad humana
única e infinita. La Ética de Spinoza expone la doctrina metafísica unitaria que sirve
aquí este hecho una vez más es para subrayar lo erróneo de la tesis expuesta por
dejar establecido que esta meditación se basaba en la concepción general del filósofo.
unidad de lo real. Pero si esto es verdad, no lo es menos que se trataba de proble mas
distintos. Si en la solución universal que les ha dado hay una metafísica monista, en
las soluciones concretas y particulares no podía dejar de lado los hechos particulares
las ideas de su tiempo o ideas que conoció en su juventud. ¿Qué influencias recibió
primer término de las concepciones de orden político que actuaron en él, ya sea
política y la administración del país, desafiando muchas veces al poder civil. Los
Stathouder, este último con carácter prácticamente hereditario. Los Estados de cada
mediados del siglo XVII las provincias nombradas estaban gobernadas por los
una tentativa de golpe de Estado de Guillermo II, la casa de los Orange, que
independencia anterior.
Tal era, esquemáticamente, el orden político de las Provincias Unidas entre las que
Holanda era Gran Pensionario Juan de Witt. Designado por un término de cinco
años, su influencia creciente hizo que se lo fuese reeligiendo en el cargo que hubo de
poder. Porque Holanda dirigía la Confederación toda y porque Juan de Witt dirigía
largo tiempo. Ya hemos conocido las querellas a que debió hacer frente y las luchas
pretensiones de predominio del calvinismo fueron de los problemas más arduos que
debió resolver. Su punto de vista, sostenido con vigor, era que la autoridad del
Estado no podía ser disputada por Iglesia alguna. Spinoza, a su vez, opinaba
admitirse que fuese discutida ni siquiera su facultad de vigilar los actos exteriores de
los cultos. Es aquí donde aparece la vinculación del pensamiento de Spinoza con un
uno de los países más libres de Europa en materia de cultos, pero esto no significaba
tolerancia frente a los llamados ateos, ni tampoco significaba siempre que las
del inglés Hobbes, que Spinoza conoció dos años antes de publicar el Tratado
bíblicos.
innegablemente, sus ideas eran de su tiempo, aunque eran suyas. Y, aunque eran
del Poder de las Potencias sobre el Alma, referentes a las Cosas Sagradas de Grocio;
elogio. A Hobbes lo cita, y también señala cuándo se aparta de él. Con Grocio
este derecho. A juzgar por sus escritos, Spinoza atribuía mayor importancia a las
obras de Hobbes que a las de Grocio. Frederick Pollock piensa que, en lo que le
ocuparse en detalle de algunos de los problemas que Grocio había estudiado con
reconocida autoridad.
Poco afín se sentía Spinoza con la manera de pensar de Tomás Moro. Cuando
discurre sobre las cosas de la vida colectiva, se interesa más en pensar la realidad que
más fundado que las fantasías de Moro. Pero si las realidades atraen su atención con
para cuyo cumplimiento se ha de contar con la humanidad tal cual es. Las quimeras
No es difícil adivinar que alude a Tomás Moro en estas líneas del capítulo inicial del
Tratado Político: “Los filósofos conciben las afecciones que libran batalla en
nosotros, como los vicios en que los hombres caen por sus faltas; por eso, se han
acostumbrado a escarnecerlas, a deplorarlas, a reprenderlas, o, cuando quieren
que no existe en ninguna parte y denigrando con sus discursos la que realmente
existe. Conciben, en efecto, a los hombres no tales como son, sino tales como
quisieran que fuesen. La consecuencia ha sido que la mayoría, en vez de una ética,
han escrito una sátira, y en política jamás han tenido opiniones que pudiesen ser
puestas en práctica, debiendo la política, tal como ellos la conciben, ser tenida como
una quimera o como conveniente, bien al país de Utopía, bien a la Edad de Oro, es
decir, a un tiempo en que ninguna institución era necesaria. Entre todas las ciencias,
pues, que tienen aplicación, es en la política donde la teoría más difiere de la práctica
y no hay hombres que se juzguen menos capaces de gobernar el Estado que los
Frente a la Utopía podían ser buen antídoto las ideas de Maquiavelo. Pero no porque
Spinoza le reconociese el mérito de afrontar la realidad de los hechos tal cual es,
fue no olvidaba la doctrina de la Ética. En el párrafo quinto del primer capítulo del
libro máximo. Sus conclusiones, por fuerza, debían diferir de las de Maquiavelo,
pero la actitud del florentino, al encarar las cosas humanas directamente y no a través
humana que Spinoza veía y tomaba en cuenta en su pensamiento político eran esas
pasiones que estudia y describe en la Ética. Estas pasiones no las dejó de lado al
exponer su teoría sobre el derecho natural, teoría, sin duda, distinta de la de Grocio,
para quien “el derecho natural es tan invariable que hasta Dios mismo no podría
modificarlo, así como Dios no puede influir para que aquello que es malo por su
naturaleza intrínseca deje de ser malo”. En el derecho natural de Grocio las pasiones
no contaban. En el de Spinoza sí, porque las pasiones son tan propias de la naturaleza
concordia”. Ese Estado debe ser entendido como producido por una población libre y
capítulo donde trae estas líneas: “El muy penetrante Maquiavelo ha mostrado
mucha claridad el fin que ha tenido en vista. Si se ha propuesto un fin bueno, como
es de esperar de un hombre sabio, ese fin parece haber sido mostrar cuánta
suprimir las causas que hacen que un príncipe se vuelva tirano; pues, por el
contrario, cuanto más miedo tiene el príncipe a los súbditos, más causas propias hay
para hacer de él un tirano, como ocurre cuando la multitud hace del príncipe un
ejemplo o glorifica un atentado contra el soberano como un hecho elevado. Tal vez
todos, deberá constantemente temer algunas emboscadas y por eso se verá obligado
a vigilar, sobre todo, por su propia salvación y, por el contrario, a tender lazos a la
población antes que trabajar por ella. Estoy aún más dispuesto a juzgar así a este
conservarla”.
Nos encontramos, así, con que Spinoza rechaza la visión utópica de Tomás Moro y
pero este derecho natural debía ser distinto de lo que fue el de Grocio. Con otro
estado de guerra del individuo contra el individuo, de todos contra todos. Tal estado
de guerra haría, sin embargo, la vida imposible. La paz habrá de ser buscada, no
como resultado de una inclinación natural, sino como consecuencia del temor. Para
lograr esta paz, el hombre ha de renunciar a su derecho a todo. Aparece una suerte
de pacto con los otros individuos y cada uno de ellos abdica una parte de sus
derechos frente a los demás; tal es la base de una convivencia humana que puede
en verdad, para Hobbes, ni bien ni mal, ni justo ni injusto. Éstos son conceptos
relativos de una verdad “absoluta” que se llama pacto social o político. Por eso, la
ley natural es una ley moral, no porque existe objetivamente en la naturaleza, como
lo quería Grocio, sino porque ningún hombre quiere dañar a otro por temor a ser
dañado.
De lo dicho hasta aquí se advierte que Hobbes toma como punto de partida el hecho
de que el hombre, que es lobo para todo hombre, sólo puede ser cohibido por el
temor a ser aniquilado por una naturaleza que sea más lobo que él. Para Hobbes es el
Estado ese cuerpo, cuya voluntad, precisamente por el pacto entre muchos hombres,
Porque tiene este poder es capaz de conservar el orden. Para Hobbes hay dos clases
Spinoza se reconoce deudor de Hobbes, pero señala en qué punto se separa de él. En
una carta, de junio de 1674, a Jarig Jelles, dice: “Usted me pregunta qué diferencia
derecho sobre los súbditos sólo en la medida en que tiene poder frente a ellos; es la
organización política de una manera que le permite decir que mantiene siempre el
derecho natural. Enuncia sobre el “derecho natural” una teoría que abarca a la
organización política.
El autor inglés pensaba que el acuerdo entre los súbditos que crea una comunidad
irrevocable. Spinoza pensaba que la vida humana es intolerable sin alguna suerte de
orden social y, a semejanza de Hobbes, habla de un derecho natural. Para Hobbes -ya lo
vimos- ese derecho natural es la libertad de cada hombre de usar su propia fuerza según
su voluntad, para preservar su propia naturaleza, es decir, su propia vida. Spinoza admite
este punto de vista, sólo en parte. La terminología de nuestro filósofo difiere de la del
inglés. Con razón señala Pollock que “Hobbes sigue definiendo una ley de la naturaleza,
lex naturalis, que tiene el carácter de una norma obligatoria. Tal ley es un precepto o
regla general descubierta por la razón, según la cual al hombre le es prohibido hacer lo
con que piensa que puede ser mejor preservada. Hay que reconocer la confusión común
ley determina y ordena lo uno o lo otro. Así Hobbes reconoce en cierta extensión el uso
clásico del término ley de la naturaleza, pero su ley natural es peculiar por estar fundada
Hobbes funda la sociedad en una unidad externa, porque el miedo obliga a los hombres a
unirse, Spinoza, en cambio, investiga los motivos internos que conducen a los hombres a
organizarse en grupos. La idea que Spinoza tenía del hombre era ciertamente distinta de
la que tenía Hobbes. Es verdad que Spinoza conocía y reconocía las pasiones humanas
que ha examinado en la Ética, pero estaba muy lejos de pensar que todo hombre fuese
para todo hombre un lobo. Muy al contrario, en el escolio a la proposición treinta y cinco
de la cuarta parte de la Ética, el filósofo habla de la utilidad de todo hombre para todo
124
Sir Frederick Pollock: Spinoza’s political doctine en Chronicon Spinozanum, t. I, 1921, pág. 50.
hombre y de cómo el vivir humanamente significa vivir racionalmente. Frente a la
filósofo: “El hombre es para el hombre un Dios”. Es la razón del hombre la que da
“Por derecho e institución de la naturaleza -dice Spinoza- no entiendo otra cosa que las
reglas de la naturaleza de cada individuo, reglas según las cuales aparece cada ser como
determinado a existir y a comportarse de cierta manera. Por ejemplo, los peces están
determinados por la naturaleza a nadar; los peces grandes a comerse a los pequeños; por
consiguiente, los peces gozan del agua y los grandes se comen a los pequeños en virtud
derecho natural fluye para Spinoza que “la institución de la naturaleza bajo la cual todos
nacen y viven la mayor parte de la existencia, sólo prohíbe aquello que no se desea y no
se puede”. Este punto de vista del filósofo se extiende desde la Ética al Tratado Político.
todo lo que un hombre hace según las leyes de su propia naturaleza lo hace en virtud de
por el cual cada cosa se empeña por perseverar en su ser no es sino la esencia actual de
esa cosa”.
los seres en el estado de naturaleza tienen tanto derecho como potencia, surgirán
conflictos de sus potencias enfrentas, trayendo como resultado disminuciones del ser de
cada uno. El ser que pretendiese todo, “sufriría una limitación efectiva y brutal en la
satisfacción de sus deseos, pues otras violencias responderían a la suya. Su ser padecería
“teóricamente ilimitados, tenderán a anularse en la práctica”. Este riesgo solo se evita con
Spinoza, señala Carré 125, lo define por el deseo y la potencia, y, por eso, el
puede defenderle un poder absoluto que le sujete a la razón, está la de Spinoza, según
la cual cada ser participa de la sustancia infinita que es Dios y recibe de esta
participación el grado de existencia que mide su derecho. Cada ser está englobado en
seres más grandes que tienen más potencia y, por tanto, más derecho. Es aquí donde
se produce el tránsito sin solución de continuidad del estado natural al estado civil de
que Spinoza hablaba en su carta a Jarig Jelles. El estado civil está también en la
individuo singular, con más derechos naturales que él. Además, para Spinoza, el
El hombre está dotado de razón. Pasiones y razón son en él fuerzas que tienen tanto
Desde el punto de vista de la Naturaleza, las pasiones son tan naturales y legítimas
como la razón. Pero por obra de aquéllas, los hombres, lo más a menudo, son
llevados en sentidos diversos y opuestos. “El estado natural y el derecho natural son
125
J. R. Carré: Spinoza, ed. Boivin, París, 1936, pág. 30.
pasar de un bien humano fragmentario e inestable a uno más sólido”.
Así, todo derecho es derecho natural. De esta premisa surge una concepción sobre el
potencia de asegurar el respeto de una ley común, las cosas se desenvolverán como si
todo súbdito estuviese ligado por un contrato a todo otro súbdito, y cada uno de ellos
con el soberano.
del derecho natural, la parte fuerte tendrá toda la facultad que le confiera su poderío
para hacer respetar el contrato. Ahora bien, parecería que estuviéramos junto al punto
de vista del despotismo del soberano absoluto de De Cive de Hobbes. Pero no es así,
pues si bien Spinoza mantiene siempre el derecho natural, extrae de este punto de
Hobbes pensaba que el Estado tiene todos los derechos, porque todo lo puede. Según
sobre las conciencias. Los actos están a su alcance y caen bajo su castigo, y en
religión interior. Ningún déspota puede obligarme a pensar que la suma de los tres
esta manera, cabe reclamar la libertad religiosa y a la vez sostener que los ministros
Aquí se establece el enlace entre el Derecho Político de Spinoza y sus ideas sobre la
religión. El conocimiento de la Escritura nada significa si el hombre no atesora en su
la letra de los textos sagrados es costumbre peligrosa de las sectas. Por eso es política
sabia someter el poder eclesiástico al civil, para que las sectas, en nombre de sus
arbitrarias lucubraciones sobre la Escritura, no persigan a las gentes. Cabe también fundar
este punto de vista cabe, igualmente, someter la religión al poder del Estado, porque éste
tiene derecho de vigilancia sobre los actos exteriores que aquélla prescribe. El Estado
tiene fuerza y derecho sobre todos los actos, pero no ha de imponer una profesión de fe.
natural de Herbert de Cherbury. Para fundarla, se dedicó al examen de las Escrituras con
un método para el que halló inspiración en sus estudios juveniles no menos que en ideas
legales que sólo eran válidas para el pueblo a que estaban destinadas. También hay en las
Escrituras una enseñanza moral que ordena obedecer a Dios con la práctica del bien.
Nada contienen, en cambio, sobre la naturaleza de Dios, que el filósofo puede libremente
abarcar con su razón, como puede fundar un derecho, sin necesidad de revelación alguna.
En síntesis, la conclusión de Spinoza es que en los Libros Sagrados hay verdades eternas
mismos libros hay ordenanzas y mandamientos que sólo hubieron de regir para el pueblo
el don de la profecía era exclusivo de ellos. Trata de la Ley Divina, de la institución de las
otros relacionados con él se estudian en el capítulo nueve. De los restantes libros del
Antiguo Testamento se ocupa Spinoza en el capítulo diez. Diversos son los asuntos que
ser fiel y cuáles son los fundamentos de la fe, para llegar a la conclusión de que se ha de
de la teología. Después de estas reflexiones Spinoza se ocupa del fundamento del Estado,
libre tiene cada cual el derecho de pensar lo que quiera y de decir lo que piense. No nos
toca comentar aquí las tesis de Spinoza; sólo nos corresponde señalar lo que para su
De autores que conoció en su juventud tomó más de un argumento de los que desarrolla
en las páginas de su obra. Entre ellos, ya sabemos, figuran Maimónides, Raschi, Ibn Ezra
comentarios de exégesis bíblica; los hay igualmente en Filón, como en otros pensadores
judíos de la Edad Media. Spinoza encontró en Ibn Ezra un antecedente para más de una
de las atrevidas ideas que formuló sobre el origen de los textos bíblicos. En Ibn Ezra
pudo, en efecto, hallar un esbozo de sus propias opiniones sobre la composición del
Pentateuco. Llevó mucho más allá que Ibn Ezra lo que aparece insinuado en este último.
En su interpretación de los textos, Ibn Ezra procuraba atenerse al sentido literal de las
histórico. En cuanto a Maimónides, si bien es verdad que Spinoza lo censura, pues juzga
ideas opuestas a las suyas. Maimónides, frente a los ortodoxos, afirmaba los
derechos de la razón; frente a los filósofos, señalaba los límites del poder de la
razón. En los libros sagrados quería descubrir una filosofía. Para Spinoza la razón
podía abarcarlo todo; filosofía y teología eran para él dos disciplinas completamente
desvinculadas entre sí. El otro pensador judío de quien pudo aprender mucho es
Hasdai Crescas, el cual no sólo fue maestro de Spinoza autor de la Ética, sino que
Neumark sobre Spinoza y Crescas 126. Neumark considera que la obra de Crescas Luz
de Dios puede ser mirada como una teoría de los principios de la fe y piensa que es
de Dios es la última gran obra del pensamiento judío medieval. Ella es algo así como
cabe ver en Spinoza una doctrina de los principios, perteneciente a la literatura judía.
Cabría, así, decir que nuestro filósofo se propuso formular una doctrina de la
metafísica, con su teoría de la virtud, y la aspiración a una religión sin dogmas, para
la humanidad toda, religión católica, universal. He aquí las palabras con que Spinoza
formula sus ideas esenciales: “Existe un ser supremo que ama la justicia y la caridad,
126
David Neumark: Crescas and Spinoza, en Essays in Jewish philosophy. Viena, 1929. págs. 301-346.
al cual todos han de obedecer para ser salvados, y al cual deben adorar, practicando
Pero este Dios no era el del filósofo, concepto de todos los conceptos, ser de todos
los seres, y cuya adecuada comprensión debía servir de norma a todo saber
Reforma del entendimiento, teoría del conocer concebido como órgano del
perfeccionamiento moral. En él declara: “el método más perfecto será aquel que
haga ver cómo el espíritu debe ser dirigido según la norma de la idea del Ser más
perfecto”.
En la concepción de Spinoza sobre una religión universal aparece Dios como objeto
de la adoración de todos los hombres, pero en ella no hay una teoría metafísica sobre
realidad toda. Es en la Ética donde está tal teoría y es allí donde desarrolla su
doctrina sobre el mayor bien humano; allí está su sistema filosófico cuyos
que de él se sabe y en función de la doctrina que creó. Para Goethe, Spinoza “había
subido a las más altas cimas del pensamiento con la cultura matemática y rabínica”.
Procuramos señalar cuáles eran las ideas propias de esta cultura rabínica, cuáles eran las
madurez, se explica por su doctrina filosófica, de la que fue un reflejo, esta doctrina, a su
vez, refleja las peculiaridades intelectuales de la época del pensador y las modalidades de
Cabe, sin embargo, preguntarse si con las ideas que hemos recordado se puede construir
la filosofía de Spinoza. Ciertamente no. Pero estas ideas están en Spinoza. Más aún, a
inclusive decir que la variedad de las influencias que la filosofía de Spinoza ejerció, se
debe a esta diversidad de pensamientos incorporados a sus escritos. Porque en sus libros
domina la tesis de que todo es uno, los poetas inclinados a ver en cada cosa y en cada
hecho particular una expresión del cosmos íntegro, celebraban en Spinoza a su filósofo.
Porque Spinoza intentó estudiar los hechos y sistematizar los varios conocimientos con
criterio determinista, pudo ser el filósofo de los hombres de ciencia; porque Spinoza, a la
vez que tenía de Dios, en su visión naturalista, una idea científica, guardaba ante la
divinidad así concebida una actitud de devoción, pudieron tomarlo como maestro quienes
problemas prácticos, morales, y porque, sin ser un asceta, vivió austeramente, pudo
La teoría espinociana de que todo es uno tiene una ascendencia anterior al siglo XVII,
pero su forma es a todas luces propia del siglo XVII. La tentativa de Spinoza de
sistematizar en unidad todos los conocimientos deriva de una preocupación propia del
siglo XVII; la sistematización misma es de ese siglo por su estructura y anterior a ese
siglo en su tesis esencial. La actitud religiosa de Spinoza nace de una fuente o de varias
fuentes de su educación juvenil y no es típica del siglo XVII, pero en cuanto Spinoza
espinociana de que la virtud más alta está en el amor intelectual a Dios y en el dominio
de las pasiones, es de un origen extraño al siglo XVII, pero la tendencia a estudiar las
Spinoza tenía la certidumbre de que el hombre puede conocer lo absoluto y en esto difirió
decir igualmente estas dos cosas distintas: que la metafísica de Spinoza ofrece para un
problema moderno una solución antigua; que ella es una total renovación de esa tesis
sea diverso.
Sería verdad incompleta sostener que el sistema de Spinoza es solo una continuación de
Crescas. Verdad sería también afirmar que este sistema es un resultado necesario del
la física de Galileo y Descartes, las teorías del derecho natural y de la religión natural.
hasta sus últimas consecuencias el racionalismo de su siglo guiado por una idea tomada
para subrayar que con lo dicho aún no se tiene una imagen plena del pensamiento
ÍNDICE
tesis de Henri Bergson. Su juicio sobre Spinoza. El punto de vista de Harry Austryn
sistema de Spinoza.
I
fines del siglo XVII y en el XVIII. En el siglo XIX. Spinoza y la filosofía hebrea.
II
Alejandría. La filosofía hebrea medieval. Los neoplatónicos. Ibn Gabirol. Ibn Ezra. Su
Spinoza y Aristóteles.
III
SPINOZA Y EL RENACIMIENTO
Renacimiento.
IV
Borkowski.
CAPÍTULO IX. SPINOZA Y LA CONCEPCIÓN DE LA NATURALEZA EN EL
y alcance. Hugo Grocio. Su doctrina racional del derecho natural. Su significado como
BÍBLICA DE SPINOZA