Pasos para La Confrontacion
Pasos para La Confrontacion
Pasos para La Confrontacion
Nuestro tarea nunca será leer o señalar a las personas la lista de cargos que hay en su
contra por todas las cosas que ha hecho mal con base a las escrituras o lo que pensamos
de ellos, sino más bien enseñar a las personas a que puedan ver lo que está mal en su vida
y de esa manera poder llevarlo al arrepentimiento.
Vamos a estudiar cuatro pasos prácticos que nos pueden ayudar en el procesos de la
confrontación:
● Cambio: Es fácil asumir que el cambio ha tenido lugar porque la persona ha ganado
percepción y ha hecho nuevos compromisos. Esto puede tentarnos a detener el
proceso de confrontación antes de tiempo. ¡Pero el cambio no ha ocurrido hasta que
el cambio haya ocurrido! El objetivo de la confrontación es el cambio.
Al igual que en todos los demás aspectos del ministerio personal, la confrontación debe ser
moldeada no solo por metas bíblicas, sino por métodos bíblicos también. Vale la pena
repetir que no estamos abogando por una forma de confrontación tipo “leerle la cartilla a
alguien”, donde el receptor está en silencio y el que lo confronta expone una lista de delitos.
En la Escritura, el estilo más común de confrontación es la interacción.
El que confronta se encuentra junto a la persona, y le ayuda a ver, le narra historias, le hace
preguntas, le saca respuestas, y luego le pide una respuesta. Tiene principalmente una
estructura conversacional. Cristo empleó sabiamente este método de confrontación en Sus
parábolas (Lucas 7:36–50; 14:1–14) Él habló de tal manera que la gente pueda ver, y al ver,
pueda confesar, y al confesar pueda arrepentirse. Él confrontó actitudes, creencias y
acciones poderosas, sin embargo, lo hizo de una manera muy diferente a nuestras escenas
de tensa confrontación.
Hemos visto que el ministerio personal implica relaciones que estimulen la obra de Dios en
los demás, de alguna forma el pecado de otros también afectará nuestras vidas. Será fácil
darse cuenta de que la persona airada, pronto se enoja con usted, la persona mentirosa,
probablemente te mentiría, la persona que duda, seguramente no confiara en su consejo.
Debido a que nuestra labor principal es representar a Cristo, debemos responder de la
manera adecuada en estas circunstancias, por lo tanto, para ser fiel a Dios debemos
examinar primero nuestro corazón.
Una falla muy común es cuando intentamos llevar a las personas al arrepentimiento
enfrentandolos con la ley, haciendo hincapié allí, pero olvidando el evangelio. Solo la gracia
del evangelio puede transformar los corazones, sólo la promesa implícita en él, nos permite
entender el perdón de nuestros pecados, llevarnos a la confesión y el arrepentimiento que
proceden de este gran milagro.
Confrontar a las personas no solo es confrontarlos con su fracaso y pecado, sino también es
confrontarlos con el Evangelio. ¡No podemos olvidar esto! Tenemos que recordarle a la
gente su identidad en Cristo (2 Pedro 1:3–9, 1 Juan 3:1–3), promesa del perdón de Dios (1
Juan 1:5–10) y el don maravilloso del Espíritu Santo que mora en nosotros (Ef. 3:20) Estas
verdades les dan a los creyentes el valor de examinar sus corazones, confesar sus pecados
y volverse a Cristo.