Regla y Establecimientos de La Orden de
Regla y Establecimientos de La Orden de
Regla y Establecimientos de La Orden de
Con este libro, la Dra. Arenas continúa sus publicaciones sobre el virreinato
novohispano y la centuria dieciochesca, cuyo primer exponente fue Un portuense
en México: Don Juan Antonio Vizarrón, arzobispo y virrey, realizado en coautoría
con el Dr. Paulino Castañeda Delgado, trabajo que fue merecedor del Ier Premio de
investigación histórica “Juan de la Cosa” 1996 y se editó en El Puerto de Santa
María en 1998.
una mejor formación y conducta del clero secular y regular, tanto masculino, como
femenino. Precisamente dentro de ese último aspecto, será donde se libre su gran
batalla por desterrar la “vida particular” e implantar la denominada “vida común”, en
los diez conventos calzados femeninos sujetos a su jurisdicción, tema en el que se
centra este análisis.
En definitiva, nos encontramos ante una obra rigurosa, minuciosa, escrita con
corrección, que demuestra un amplio conocimiento del tema, fruto de una madurez
que sólo pueden dar los años de investigación y los diferentes trabajos que la autora
lleva dedicados al tema del monacato novohispano.
Se trata de un libro que, a pesar de tratar una difícil e intrincada temática, que
seguiremos inmediatamente, está muy bien estructurado y redactado con una gran
claridad, lo que hace posible una grata y ágil lectura, que sin prescindir en ningún
momento de la necesaria, y bien seleccionada, documentación filológica y crítica,
informa puntual y minuciosamente de cada problema en él reflejado así como de su
conexión interna con el resto de la temática. En este terreno, en el que creo que los
españoles podemos empezar a felicitarnos, pues estamos ya al nivel de cualquier
país del mundo, esta obra puede ser considerada como buen un ejemplo a seguir.
El autor parte de examinar las tesis existentes hoy sobre la Historia tal como se
plasman en los nihilismos o en las interpretaciones de la globalización, que llevan a
sostener siempre una clase de escepticismo, y que concluyen o bien en un
discontinuismo histórico (Foucault), o bien en la in-necesidad de la Historia
(Cioran), o bien en el fin de la historia (post-modernismo). Los argumentos
iniciales nos dejan saber que la oposición interpretativa tradicional respecto a lo
histórico, la que enfrenta el progreso al misterio, es superada en cuanto el hombre,
en lugar de darse metas que consolidan como ideal histórico el logro de formas
sociales según modelos ya conocidos y experimentados, ha de entenderse como un
ser guiado por la esperanza que busca en lo histórico respuesta a sus anhelos, lo
que implica tomar conciencia del fundamento que hace posible entender las
relaciones humanas como relaciones entre personas, así como las circunstancias
que las rodean. Las palabras que en la presentación señala Xavier Pikaza aparecen
como básicas: “Salvar la historia significa atreverse a vivir sabiendo que el futuro,
que parece amenazado por la bomba (violencia militar), por el hambre y la
manipulación genética, se encuentra, sin embargo, en nuestras manos de manera
que podemos buscarlo y esperarlo, con la ayuda de Dios”.
Esta última parte constituye la parte más problemática para un filósofo. En ella
el autor parte de que la postura filosófica Zubiri (por inscribirse en el ámbito
teologal, supuesto previo de toda teología que lleva a entender el término Dios no
sólo como realidad divina, sino como el ámbito de la ultimidad de lo real) permite
dar cuenta de toda postura humana y puede servir de fundamento para abrir el
campo de la teología propia de cada religión a una investigación teológica general
básica y fundamental a la que ha venido a denominarse teología de las religiones,
que parece que hoy ha empezado a contar con la aprobación de los teólogos. Pero,
esta tesis fuerte se diluye inmediatamente, pues dado que la realidad de esta
teología no cuenta hoy con suficientes elementos para poder ser ordenada en un
cuerpo coherente, se pasa a enunciar como su paso previo: la necesidad de diálogo
y entendimiento entre las diferentes religiones, Y, en este sentido se expone como
tesis fundamental que la historia de las religiones constituye una unidad en la
diversidad, tesis que sirve de fundamento a un transformado de los enunciados
clásicos del cristianismo, y que podíamos condensar en la forma siguiente: la
religión cristiana absorbe todas las religiones (todas conducen a él), pues, aunque
todas son verdaderas, son de-formidades de la verdad, pues la verdad sólo se
experimenta a través de la participación, por entrega, en la divinidad (lo que
supone la deiformidad del hombre) sólo realizable por mediación de Cristo, de
Dios hecho hombre.
se decidió que quizá la obra más representativa, por su vinculación a las corrientes
humanistas del siglo XVI, era esta que hoy nos presentan de acuerdo con la
primera edición de 1775. El coordinador de la obra es el Dr. Jesús Paniagua Pérez,
responsable de los tres equipos de investigación que forman el grupo al que
venimos aludiendo.
El segundo estudio introductorio es obra del Dr. Constantino Robles García que
inicia su trabajo con una frase de la Eneida de Virgilio, que resume muy bien el
interés general de esta edición de Lorenzana: Farsam et haec olim meminisse
iuvabit. El trabajo lleva por título “La liturgia mozárabe”, y en él, el autor, que
demuestra ser un gran especialista en la temática, aborda, en un primer apartado, la
cuestión de la denominación, el origen, el desarrollo, sin olvidar el problema del
adopcionismo español y, por fin, la supresión del rito; un segundo apartado lo
dedica a la misa mozárabe, para concluir con la liturgia de horas en este rito.
El título de la obra resulta bastante sugestivo por el interés que está despertando
en los últimos tiempos la relación con el mundo americano de los judíos o de los
conversos y sus descendientes. De hecho, su actividad al otro lado del Atlántico se
está revelando como más importante de lo que podría pensarse tan sólo hace unas
décadas. Es verdad que en el caso que toca la autora la procedencia judeoconversa
de la familia de Pedrarias Dávila no era desconocida.
El polémico segoviano, sobre el que tanto se ha escrito y, como señala la
doctora Mena, tanto queda por aclarar, es uno de los personajes más controvertidos
de la primera presencia española en Indias. Como ha ocurrido con muchos de
personajes polémicos de la historia, de Pedrarias se ha creado una imagen de
aventurero ambicioso, hombre extremadamente duro, de talante despótico, que a
buen seguro no corresponde plenamente con la realidad. Cambiar el juicio sobre
del gobernador de Castilla del Oro es ciertamente difícil, tanto como descubrir al
personaje en toda su dimensión. Sus violentas acciones, especialmente el trágico
caso de la condena y muerte de Vasco Núñez de Balboa, marcarán su vida y su
historia. Con todo, este estudio, al basarse en los documentos de última voluntad,
puede contribuir -de hecho contribuye- a una aproximación menos marcada por el
prejuicio y más veraz de la auténtica personalidad del polémico Pedrarias y de lo
que su figura represento. El tono equilibrado y desapasionado de la autora y el
fundamento documental del libro –los testamentos otorgados por el gobernador- así
nos lo garantizan. El testamento, y más en el siglo XVI, por lo que tiene de saldo
final de la vida y de pasaporte hacia el más allá, está impregnado de un grado de
sinceridad mayor que cualquier otro tipo de documentación, pese a la
estereotipación que preside su desarrollo y buena parte de sus fórmulas.
La temática del libro nos vincula al tema de la muerte, promocionado por la
historiografía francesa ya en los años 70 del siglo XX, pero que para el ámbito
americano no comenzó a dar frutos hasta los años 90. La doctora Mena García, no
Lo más interesante de la obra, son, sin duda, los dos testamentos que se
reproducen íntegramente. El primero (pp. 131-153), ya conocido, lo había hecho en
Sanlúcar de Barrameda antes de partir para las Indias, el 20 de marzo de 1514. El
segundo (pp. 155-185), aunque conocido con anterioridad, ha permanecido inédito
hasta ahora y, por tanto, es de un mayor interés para los estudiosos, pues lo realizó
en Nicaragua, poco antes de morir, el 23 de noviembre de 1530. Es decir, nos
encontramos con unas últimas voluntades otorgadas con anterioridad a su
conocimiento del Nuevo Mundo y otras formalizadas después de años de actividad
en aquellas latitudes, circunstancia que permite evaluar la transformación
experimentada en la forma de ser y pensar de Pedrarias a partir de la experiencia
americana, y, por extensión, aproximarnos a las de sus contemporáneos del Viejo
Mundo.
El gobernador, que por familia y trabajo había conocido bien los ambientes
intelectuales españoles (no olvidemos que su tío había sido un mecenas en Segovia
los territorios españoles durante el periodo colonial y que, como los mismos
autores manifiestan, no permite establecer generalizaciones por falta de este tipo de
estudios concretos, incluso dentro de los mismos territorios de la Audiencia de
Quito, sobre la que ambos son especialistas. De hecho, en la abundante bibliografía
que nos ofrecen sobre el tema se puede apreciar la existencia, de algunos estudios,
no muy numerosos, excesivamente puntuales de un oficio, u obras generales
fundamentadas en una documentación de carácter muy general que, como se pone
de manifiesto, no corresponde en muchos casos al desarrollo que el mundo del
trabajo tuvo en cada lugar; aún así, los autores establecen comparaciones siempre
que les ha sido posible.