Multiplicando Posibilidades: El Diálogo Interno Del Terapeuta en Situaciones de Impasse

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN PSICOLOGÍA


RESIDENCIA EN TERAPIA FAMILIAR

MULTIPLICANDO POSIBILIDADES:
EL DIÁLOGO INTERNO DEL TERAPEUTA EN SITUACIONES DE IMPASSE

REPORTE DE EXPERIENCIA PROFESIONAL


QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRA EN PSICOLOGÍA

PRESENTA:
YINEGUELA JIMÉNEZ ÁLVAREZ

DIRECTORA: DRA. NOEMÍ DÍAZ MARROQUÍN


FACULTAD DE PSICOLOGÍA

COMITÉ TUTORIAL: MTRO. JORGE ORLANDO MOLINA AVILÉS


FACULTAD DE PSICOLOGÍA
DRA. GABRIELA SALDÍVAR HERNÁNDEZ
INSTITUTO NACIONAL DE PSIQUIATRÍA
DRA. NAZIRA CALLEJA BUENO
FACULTAD DE PSICOLOGÍA
MTRO. GERARDO RESÉNDIZ JUÁREZ
FACULTAD DE PSICOLOGÍA

C I U D A D U N I V E R S I T A R I A , C D . M X . , SEPTIEMBRE, 2 0 2 0
UNAM – Dirección General de Bibliotecas
Tesis Digitales
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respectivo titular de los Derechos de Autor.
Agradecimientos

A las familias, parejas y personas que me permitieron participar como terapeuta en su

proceso de transformación y en su búsqueda de bienestar.

Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), por financiar mis estudios de

posgrado nivel maestría así como mi participación en distintos eventos académicos.

A la Universidad Nacional Autónoma de México, orgullosamente mi alma mater, por

haberme dado acceso a sus aulas una vez más y generosamente haber nutrido mi crecimiento

profesional, académico y humano.

A mi tutora Dra. Noemí Díaz Marroquín, por su guía en la realización de este reporte, así

como a la Mtra. Carolina Díaz-Walls Robledo. Al plantel docente de la Residencia en Terapia

Familiar, por su empeño en la formación de terapeutas y su compromiso social, pero sobre todo

por su gran calidad profesional y humana. Un particular agradecimiento al Mtro. Gerardo Reséndiz

por la invitación a la mirada sistémico relacional y por el apoyo académico. Al Centro Bolognese di

Terapia della Famiglia, por las facilidades y la hospitalidad brindadas durante mi estancia, en

especial a la Dra. Laura Fruggeri y a la Dra. Anna Castellucci.

A mi grupo de formación por el cuidado mutuo, la colaboración, las resonancias y

disonancias, así como todas las experiencias compartidas que enriquecieron el camino. Esther,

Vianey, Ulises y Paulina, por los proyectos compartidos. Faby, Memo, Karla y Nara, porque hasta el

día de hoy continúo aprendiendo tanto de y con ustedes.

A mi familia, por su apoyo incondicional y por creer siempre en mí. Mamá y papá, cada

meta alcanzada la debo en gran parte a ustedes y sus esfuerzos cotidianos; Karla y Bere, gracias

por el ejemplo de resiliencia y fortaleza; Santiago, gracias por ampliar y embellecer mi visión del

amor. S.G.
Índice

Resumen ............................................................................................................................................. 4
Abstract ............................................................................................................................................... 5
Introducción........................................................................................................................................ 6
Capítulo 1. Análisis del campo psicosocial8
1.1 Principales problemas que presentan las familias atendidas ....................................................... 8
1.1.1 Características del campo psicosocial ................................................................................ 9
1.1.2 Principales problemáticas que presentan las familias ..................................................... 14
1.1.3 La Terapia Familiar Sistémica y Posmoderna como alternativa para abordar la
problemática señalada .............................................................................................................. 17
1.2 Sedes donde se realizó la experiencia clínica.............................................................................. 19
1.3 Las familias atendidas ................................................................................................................. 22
Capítulo 2. Marco teórico24
2.1 Modelos que guiaron los casos clínicos ...................................................................................... 24
2.1.1 Modelo estructural ........................................................................................................... 24
2.1.2 Modelo sistémico-relacional de Milán ............................................................................. 35
2.2 Diálogo interno del terapeuta como herramienta para generar nuevos diálogos en situaciones
de impasse ................................................................................................................................. 43
Capítulo 3. Casos clínicos51
3.1 Integración de expedientes de trabajo clínico (habilidades clínico-terapéuticas)...................... 51
3.1.1 Juan: comprendiendo la complejidad del trabajo terapéutico con un hombre violento 52
3.1.2 Alejandra: multiplicando posibilidades ............................................................................ 65
3.2 Análisis y discusión teórico-metodológica de la intervención clínica de los casos elegidos ....... 85
Capítulo 4. Consideraciones finales90
4.1 Competencias profesionales adquiridas ..................................................................................... 90
4.1.1 Habilidades de investigación ............................................................................................ 90
4.1.2 Habilidades de enseñanza y difusión de conocimiento ................................................. 173
4.1.3 Habilidades de compromiso y ética profesional ............................................................ 190
4.2 Reflexión y análisis de la experiencia ........................................................................................ 194
4.3 Implicaciones en la persona del terapeuta y en el campo profesional ..................................... 202
Referencias ..................................................................................................................................... 207
Resumen

El presente trabajo es resultado del trayecto formativo del Programa de Maestría y Doctorado en

Psicología, Residencia en Terapia Familiar, cuyo objetivo es formar profesionales de la salud

desarrollando en ellos todas las habilidades necesarias para abordar los problemas clínicos desde

una óptica sistémica e interaccional.

El primer capítulo comprende un análisis del contexto en el cual viven y se transforman las familias

mexicanas, las problemáticas que pueden afrontar en esta evolución, así como la forma en la que

la Terapia Familiar Sistémica y Posmoderna responde a tales necesidades. Asimismo se describen

los espacios donde se realizó la práctica clínica supervisada y las familias atendidas.

En el segundo capítulo se desarrollan los presupuestos teóricos y metodológico-operativos de los

casos clínicos presentados y analizados en el tercer capítulo, dando cuenta tanto de las habilidades

teórico conceptuales como de aquellas clínicas.

El cuarto capítulo reporta algunos de los resultados del resto de las habilidades desarrolladas en el

transcurso del bienio profesionalizante: habilidades de investigación así como habilidades de

enseñanza y difusión. Todo esto cobijado bajo las habilidades de compromiso y ética profesional.

Para finalizar, se presentan las reflexiones personales del proceso formativo así como las

repercusiones del mismo.

4
Abstract

This document reports on the experience of training as family therapists in the framework of the

Master Degree Program in Psychology –Family Therapy Residence, whose principal aim is to

support the development of personal, professional and ethical skillset on novel therapists to

address clinical problems from a systemic and interactional perspective.

The first chapter includes an analysis of the psychosocial context in which Mexican families live

and transform themselves, the problems they may face, as well as the way in which Systemic and

Postmodern Family Therapy responds to such needs. It also describes the institutions where the

supervised clinical practice was carried out.

In the second chapter, are detailed the theoretical and methodological assumptions that guided

the clinical cases presented and analyzed in the third chapter, that is, the characterization of

theoretical and clinical skills respectively.

The fourth chapter is focused on describing the outcomes of other skills and abilities developed

during the professionalizing biennium: quantitative and qualitative research skills, as well as

teaching and communication skills. All this delineated by commitment and professional ethics

competencies. Finally, are presented the personal reflections about the experience of the process

of becoming a systemic family therapist and the repercussions of it.

5
Introducción

El quehacer profesional del terapeuta implica saber operar en la gran intensidad emotiva

generada dentro del diálogo con el otro u otros, quienes generalmente llegan al encuentro

terapéutico con una gran sensación de impotencia, déficit, dolor y/o confusión debido a que todos

los esfuerzos por resolver, disolver o sortear aquellos problemas que los mantienen bloqueados,

no han dado los frutos que ellos esperaban. En este sentido, nuestra labor es generar

conversaciones transformativas en las que personas y familias puedan multiplicar sus

posibilidades, lo que les permite ir más allá de tales bloqueos. Sin embargo, hay momentos en los

que dicha capacidad se ve bloqueada en el terapeuta, pudiendo conducir a la ruptura de la

relación o, peor aún, a algún efecto iatrogénico.

Dicho de otra manera, por su naturaleza el espacio terapéutico generalmente se

encuentra cargado de una alta saturación emotiva, resultando a veces complicado para el

terapeuta, en particular para el terapeuta novel, hacer frente a todo aquello que está sucediendo

hic et nunc y generar algo útil para el proceso. Respecto a la emotividad, es importante subrayar

que en la óptica sistémica las emociones no son algo que nos pertenezca como individuos, sino

algo que pertenece a la relación. Siendo así, y asumiendo la imposibilidad de cambiar al otro, se

reconoce que el único cambio que puede generar el terapeuta es en sí mismo para cambiar de

posición dentro de la relación, lo que conducirá a una serie de transformaciones en el sistema. En

consecuencia, nosotros nos volvemos nuestra principal herramienta de trabajo.

De este modo, el análisis y reflexión del propio quehacer es una de las principales

competencias a desarrollar durante la formación como terapeuta, ya que ningún libro, teoría o

manual prepara para el encuentro altamente emotivo con el otro u otros dentro sesión. Durante la

formación tenemos el privilegio de contar con supervisores, coterapeutas y equipo terapéutico,

6
que ayudan al desarrollo de la capacidad autorreflexiva, sin embargo al salir del contexto

formativo, nos encontramos con que debemos manejar las situaciones de impasse por nuestra

cuenta. Siendo así, algunas herramientas como la propuesta de Peter Rober sobre el diálogo

interno del terapeuta pueden resultar útiles. Dicha propuesta busca generar nuevos diálogos con

los consultantes a partir del análisis y reflexión del diálogo interno del terapeuta, multiplicando las

posibilidades del sistema terapéutico.

Tales competencias, relacional y autorreflexiva, si bien son parte esencial del trabajo

terapéutico, no son las únicas a desarrollar como terapeuta sistémico. En el presente trabajo se

reportan las competencias y habilidades tanto adquiridas como maduradas durante el programa

de formación de la Maestría en Psicología con Residencia en Terapia Familiar Sistémica.

En el primer capítulo se realiza un análisis del campo psicosocial en el que se viven las

familias mexicanas, es decir, da cuenta de la capacidad de visión contextual, sensibilidad al

contexto y consciencia social para Fruggeri (2014). En el segundo capítulo se abordan lo que la

misma autora llama competencia técnica, es decir los modelos teórico-prácticos empleados para el

análisis de los casos clínicos presentados en el tercer capítulo. Dichos casos clínicos dan cuenta de

las habilidades clínico terapéuticas, es decir de la capacidad de aplicar los modelos teóricos pero

también del desarrollo de la competencia relacional y competencia epistemológica, siempre

terminología de la autora antes mencionada. Asimismo, en el cuarto capítulo se presentan los

resultados del resto de las competencias profesionales adquiridas: habilidades de investigación, de

enseñanza y difusión, de compromiso y ética profesional; así como las reflexiones globales de la

experiencia formativa.

7
Capítulo 1

Análisis del campo psicosocial

1.1 Principales problemas que presentan las familias atendidas

Una de las grandes aportaciones de la Terapia Familiar Sistémica al campo de la psicología

ha sido la ponderación del ambiente intersubjetivo, centrando la atención en las totalidades y en

las pautas de interacción más que en las características individuales de sus componentes, como

forma de explicar el comportamiento humano. Si bien algunos de los enfoques tradicionales ya

tomaban en cuenta las relaciones interpersonales y ambientales, sus objetivos terapéuticos

continuaban orientados a la modificación de las experiencias intrapsíquicas de los individuos.

La Terapia Familiar Sistémica partió de la premisa de que las vidas de las personas se

encuentran intrínsecamente ligadas, es decir, que el comportamiento de cada ser humano es al

mismo tiempo causa y efecto del comportamiento de los demás. Simon, Stierlin y Wynne (1997)

definen contexto como “el marco en el cual la conducta y los mensajes verbales y no verbales se

hacen significativos” (p.92), siendo así la familia uno de los principales ambientes en donde les es

conferido significado y sentido a nuestros pensamientos, conductas y afectos.

A su vez, la familia se encuentra inserta dentro de un contexto más amplio: el tejido social,

el cual impacta directamente en la cotidianeidad del grupo familiar y por ende en cada uno de los

miembros de esta. Los cambios generados a nivel político, económico y cultural producen

estresores que pueden llegar a ser tan agudos que superen los recursos familiares y esta deje de

cumplir con sus funciones principales o sus miembros desarrollen conductas problemáticas.

Por lo tanto, resulta de vital importancia para el terapeuta familiar analizar el entorno

social en el que se inserta la familia ya que nos brindará datos de las problemáticas más

8
frecuentes, sobre todo a nivel local, nos orientará sobre nuestro campo de acción y por ende, nos

permitirá realizar una intervención más ecológica.

1.1.1 Características del campo psicosocial

Hablar de familia como concepto unitario es prácticamente imposible ya que éste

depende de la perspectiva con la que se le mira –sociológica, antropológica, económica,

psicológica, política– y del momento histórico y sociocultural en el que se le define. Cada área del

conocimiento y cada cultura poseen un significado específico de familia, por lo que el concepto

dista de ser universal, estático y homogéneo, aun cuando sea una experiencia compartida por la

mayoría de los seres humanos. Y es que, a pesar de las múltiples divergencias en la

conceptualización de la familia, el rol que ésta juega en el desarrollo biológico, psicológico y social

de cada individuo, es indiscutible.

La familia puede ser definida como lugar/espacio (hogar), como célula de la sociedad,

como modelo simbólico, como estructura, como función, como grupo o como institución (Donati,

2003). Algunas definiciones, las más tradicionalistas, han basado su concepción de familia en la

consanguineidad y parentesco, mientras que otras argumentan que se debe definir a partir de la

unión e intimidad que individuos tienen hacia personas significativas en sus vidas (Erera, 2002). En

este sentido, Minuchin, Colapinto y Minuchin (1998) definen la familia como “una clase especial

de sistema, con estructura, pautas y propiedades que organizan la estabilidad y el cambio.

También es una sociedad humana cuyos miembros tienen vínculos emocionales y una historia

compartida” (p.15). Por su parte, Fruggeri (1998) considera las familias como sistemas de

relaciones que se originan, mantienen y cambian a través de procesos interpersonales y sociales.

Si bien ninguna definición logre abarcar el número indeterminado de variables del

complejo fenómeno familiar, es posible mencionar algunas de sus funciones principales. Es en el

contexto familiar que las personas encuentran el cuidado, la protección y el sostén necesarios para

9
el propio desarrollo; construyen el sentido de su propia individuación y una imagen de sí mismos;

aprenden modalidades de negociación y cooperación para manejar el conflicto; introduce vínculos

e impone límites y reglas. Además, constituye el contexto para el desarrollo de la intersubjetividad

y moldea una red confiable de relaciones de apego. La familia es el contexto primario en el que

dichas funciones se conectan y traducen en experiencia personal e historia en común (Fruggeri,

2005).

Hasta hace algunos años, la familia nuclear ha sido el modelo empírico significativo en

toda sociedad humana conocida, independientemente de si es o no el patrón prevalente (Donati,

2003). El mito de la familia nuclear se basa en algunas premisas básicas: a) relación a partir de

consanguineidad o matrimonio; b) heterosexualidad; c) pareja conyugal y parental; d)

parentalidad biológica; d) unidad doméstica independiente de aquella de origen; e)

monoculturalidad; f) autoctonía; g) asimetría de poder; y, h) roles de género y familiares rígidos

(Erera, 2002; Fruggeri, 2005). Así, el prototipo de familia estaría compuesto por una pareja de

hombre y mujer heterosexuales, casados, pertenecientes a la misma cultura de origen, padres

biológicos de uno o varios hijos, que habitan en el mismo hogar ubicado en el lugar del que son

originarios; en el que se espera que la mujer-madre cumpla principalmente las funciones de

reproducción y cuidado, y el hombre-padre las de producción y abastecimiento familiar. Además,

cabe señalar que la conceptualización hegemónica de familia nuclear es atravesada por otras

variables: raza, etnia y clase social, por lo que se esperaría que ésta fuera una familia blanca,

anglosajona o europea, de clase media o media-alta.

En referencia a este modelo familiar, es importante señalar que se ha alimentado de un

proceso de naturalización, el cual ha hecho parecer natural algo que en realidad es construido

socialmente (Fruggeri, 2005). Por consiguiente, todas aquellas formas familiares diferentes han

10
sido vistas como incompletas, disfuncionales y como caldo de cultivo para desarrollar alguna

patología, si no es que ya portadora de una.

Ordaz, Monroy y López (2010) plantean que enfoques como el feminismo, los estudios de

género, las investigaciones queer y de diversidad sexual, así como los cambios sociodemográficos,

han contribuido a desarticular y deconstruir el concepto de familia nuclear como representación

prototípica de la familia; de igual manera, han impulsado el desarrollo de nuevas maneras de

percibir y concebir las familias –así, en plural–.

Algunas aportaciones clave realizadas desde los enfoques ya mencionados son:

desnaturalización de características, roles identidades y prácticas sociales genéricas; ubicación del

carácter histórico, cultural y político de la asimetría de poder; reconocimiento de diversidades,

heterogeneidades y resistencias invisibilizadas, trivializadas o patologizadas en los discursos

dominantes; evidenciación de la interdependencia entre la esfera pública y privada; división sexual

del trabajo; redefinición del concepto de familia, enfatizando la complejidad de las relaciones de

poder intrafamiliares; ruptura, en matrimonios homosexuales, de las premisas normativas

conyugales –exclusividad sexual y/o amorosa, cohabitación, etc.–; visibilización de la elección filial;

diversidad identitaria entre personas y dentro de las personas; separación sexualidad-

reproducción; cuestionamiento de la presunción heterosexual; entre otras (Monroy, 2013).

Todas estas aportaciones han conducido al reconocimiento de las diversidades familiares y

a la ruptura de las premisas normativas, cuestionando aquello que se daba por sentado en el

modelo hegemónico de familia nuclear y considerándolo como lo que es, una forma familiar más.

En consecuencia, ahora se prefiere aludir a las familias –la letra s da cuenta de la existencia de

muchos y variados tipos de familia, de diferentes arreglos familiares, y no sólo la mera repetición

de unicidades –en lugar de hablar de la familia como concepto inmutable y ahistórico (Lerner y

Melgar, 2010). Esta nueva visión reconoce la diversidad como característica de las familias, lo que

11
permite una desestigmatización de las múltiples prácticas sociales que se separan de la norma

familiar tradicional.

En las últimas décadas, la composición y dinámica de las familias han estado en continua

transformación debido a los cambios económicos, demográficos, sociales y culturales. En

consecuencia, nos encontramos frente a modificaciones familiares diversas y complejas en la

estructura –composición, tamaño, organización y patrones de interacción–, roles genéricos y

orientación sexual, composición multicultural, condiciones socioeconómicas y patrones del ciclo

vital familiar, e incluso en su rol mismo dentro de la sociedad (Andolfi, 2003; Ordaz, Monroy y

López, 2010; Walsh, 2012).

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2015, 2017a), en nuestro

país existen 88.6% de hogares familiares. En cuanto a los tipos de estos hogares familiares se

reportó que el 72% de los hogares son nucleares –pareja conyugal, pareja conyugal con hijos o un

solo progenitor con hijos–, 26% son ampliados –hogar nuclear que comparte vivienda con otros

parientes o jefe de familia con algún pariente–, 2% es compuesto –hogar nuclear o ampliado y al

menos un integrante sin parentesco–. El promedio de ocupantes por vivienda es de 3.6 y en el

28% tiene como jefe de familia a una mujer. En lo que respecta al tipo de hogar parental, el 54%

son hogares biparentales, 28% monoparental y el 18% comprende otras tipologías.

Desde una perspectiva sociodemográfica, Estinou (2005), Echarri (2010) y Ordaz (2013)

evidencian algunos de los cambios más significativos en las estructuras familiares en nuestro país.

Se ha encontrado que el descenso de los niveles de fecundidad ha repercutido en una disminución

del tamaño promedio de los hogares; la reducción de la mortalidad y el aumento de la esperanza

de vida, aunados a la problemática económica, se tradujeron en la coexistencia de varias

generaciones en el mismo hogar, compuesto básicamente por núcleos de descendencia. A su vez,

12
el aumento en la emigración internacional, que ha dejado de ser exclusivamente masculina, ha

incidido en el tamaño y composición de los hogares.

Las mismas autoras señalan que si bien persiste un proceso de nuclearización, su

frecuencia ha disminuido en el tiempo; así mismo se observa que los arreglos extendidos son un

rasgo del sistema familiar, en particular entre los sectores sociales de menores recursos, y que los

hogares unipersonales son cada día más, sobre todo en localidades de mayor tamaño. Sin duda, el

hecho más relevante es el claro incremento de hogares encabezados por mujeres, que suelen ser

nucleares compuestos por mujeres sin pareja pero con hijo. Es también creciente el número de

hogares que reciben aportación económica de la mujer.

La adjudicación de los roles genéricos y la desigual distribución de funciones, poderes y

derechos entre los sexos, así como el conjunto de prescripciones y prohibiciones que regulan la

sexualidad en y entre los sujetos, son los puntos centrales sobre los que gira la vida social. Así, el

sexo ha sido uno de los criterios fundamentales de diferenciación entre los miembros de la familia

y los roles que cada uno debe desempeñar (Sánchez, 2010). Dichos roles, han puesto a la mujer en

una posición de subordinación, remitiendo sus funciones al ámbito privado como encargada del

cuidado familiar, excluyéndola del trabajo remunerado. Por el contrario, el rol del hombre ha

tenido una posición de dominancia y de proveedor económico, siendo lo público el espacio donde

lleva a cabo sus funciones principales.

En este aspecto, las familias mexicanas han tenido una serie de transformaciones

significativas en sus dinámicas. Algunos de los principales cambios son: a) mayor aceptación en la

práctica cotidiana de las aportaciones económicas de las mujeres en las familias; b) preocupación

de las mujeres por distribuir equitativamente con sus parejas el trabajo doméstico; c) diferencias

significativas en la movilidad de los roles de género dentro de sectores de clase media y sectores

populares; d) replanteamiento y búsqueda de nuevas formas de ejercer la paternidad, que

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incluyen una mayor participación del varón en los cuidados e los hijos; e) cambios en la

concepción de autoridad en la relación entre progenitores y menores de edad; y f) modificación en

las trayectorias o ciclos de la vida familiar (Ordaz, Monroy y López , 2010).

1.1.2 Principales problemáticas que presentan las familias

Ordaz (2010) afirma que en México, el crecimiento económico de las últimas tres décadas

no ha mejorado el patrón de redistribución de la riqueza ni ha sido generador de empleo. De

acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), México se mantuvo por

años como uno de los países con menor desarrollo económico de la región registrando

prácticamente invariables los índices de pobreza, sólo en 2016 estos disminuyeron a 36.4% los

hogares en situación de pobreza (CEPAL, 2019). Por su parte, el Consejo Nacional de Evaluación de

la Política de Desarrollo Social de nuestro país reporta como pobre al 43.6% de la población

mexicana, es decir, que casi la mitad de la población presenta al menos una carencia social (rezago

educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la

vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) y su ingreso era insuficiente

para adquirir los bienes y servicios para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias,

siendo las mujeres el grupo más vulnerable (CONEVAL, 2017). Según datos del INEGI, la tasa de

desempleo en nuestro país, después de descender está aumentando de nueva cuenta impactando

al casi 4% de la Población Económicamente Activa, además alrededor del 57% de la población

ocupada trabaja en la informalidad (INEGI, 2019) y las mujeres dedican el doble de tiempo al

trabajo no remunerado respecto a los hombres (INEGI, 2018). En resumen, el nuestro es un país

en el que casi la mitad de la población vive en estado de carencia, sin prestaciones sociales, sin

opciones de empleo formal y con una mayor inestabilidad en las trayectorias tanto laborales como

de vida, por no mencionar inequidad, aspectos que inciden sobre las condiciones de vida de las

familias, cualquiera que sea su configuración.

14
Ante esto, las familias han tenido que desarrollar estrategias de afrontamiento y de

adaptación como forma de sobrevivencia y de cuidado, con el objetivo de amortiguar los efectos

de los problemas económicos ante el abandono del Estado y el mercado de sus responsabilidades

sociales. Dichas estrategias tienen que ver con los recursos que la familia posee para mejorar su

bienestar, o para evitar caídas en el nivel del mismo. A mayor presencia de recursos o activos,

mayor será la capacidad de respuesta y resistencia ante situaciones de vulnerabilidad. Algunas de

las estrategias desarrolladas por las familias mexicanas son: a) intensificación de jornadas

laborales; b) actividades económicas adicionales; c) modificación de pautas de consumo; d)

aumento del número de miembros en el mercado laboral; e) migración; f) retiro de la escuela de

algunos miembros y búsqueda de redes de apoyo (Ordaz, Monroy y López, 2010).

Otros de los factores que impactan en las dinámicas de las familias son aquellos

relacionados con el abuso de sustancias piscotrópicas y/o alcohol, la violencia y la discapacidad de

alguno de sus miembros. De acuerdo con datos INEGI (2017b), alrededor del 6% de la población

reporta algún tipo de discapacidad (física, mental, intelectual o sensorial), lo que impulsa la

reorganización familiar interna. Por ejemplo, Montes de Oca y Hebreo (2006) reportan que gran

parte de las personas con un mal estado de salud física y mental se concentran en hogares de

estructura ampliada con otros parientes e hijos, a diferencia de aquellos con mejor salud que se

concentran en las organizaciones familiares nucleares.

Por otro lado, en 1999 el INEGI llevó a cabo la Encuesta sobre Violencia Intrafamiliar cuyo

objetivo fue obtener información estadística sobre el número de hogares y personas en

situaciones de maltrato emocional, intimidación, abuso físico y sexual. Los resultados de esa

encuesta muestran que una tercera parte de los hogares mexicanos padece violencia. La mayoría

de los miembros del hogar padecen violencia emocional (34%), intimidación (5.4%), violencia física

(3.9%) y sexual (0.5%). La violencia hacia los menores de cuatro años tiene una proporción mayor

15
de violencia física (5.9%) y sexual (0.7%) (INEGI, 2000). Más recientemente, la Encuesta Nacional

sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (INEGI, 2017c) reportó que el 43.9.1% de las

mujeres mayores de 15 años fueron violentadas por sus parejas en su relación actual o última y el

10.3% fue víctima de algún acto violento por parte de algún integrante de su familia, sin

considerar a su pareja, en los últimos 12 meses. Y frente a estas situaciones, su gran mayoría no

solicitó ningún tipo de ayuda (78.6% cuando el agresor fue su pareja y 90.6% cuando el agresor fue

otro familiar), siendo la razón principal para no buscar ayuda en orden: “se trató de algo sin

importancia”, seguida del “miedo a las consecuencias” y la vergüenza. Por su parte, la Red por los

Derechos de la Infancia en México (2012) reportó 14,214 casos comprobados de maltrato infantil y

UNICEF (2017) señala que el 6 de cada 10 menores de 14 años de edad han experimentado algún

método violento de disciplina en sus hogares, 1 de cada 2 sufrido alguna agresión psicológica por

un algún miembro de su familia, 1 de cada 5 recibido alguna forma de castigo físico severo, siendo

las más afectadas niñas y adolescentes. En esta misma línea, señala que México es el país con la

tasa más alta entre los países de la OCDE.

Por si fuera poco, las familias también se enfrentan con mayor frecuencia a los fenómenos

de abuso y dependencia de sustancias psicotrópicas y/o alcohol. De acuerdo a la Encuesta

Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017 el 9.9 % de la población mayor de

12 años ha consumido cualquier droga médica y/o ilegal en la vida y el 0.6% presenta dependencia

(INPRFM et al., 2017a). En lo que respecta al alcohol, la misma encuesta reporta que el 71 % de la

población entre 12 y 65 años de edad ha consumido alcohol alguna vez en la vida, siendo de 49.1%

la prevalencia de consumo del último año. La posible dependencia al alcohol en la población total

es 2.2% siendo 6.5 veces mayor en hombres (3.9%) que en mujeres (0.6%) como lo reporta la

Comisión Nacional contra las Adicciones (INPRFM et al., 2017b).

16
Respecto a la salud mental en nuestro país, el INEGI (2017d) reporta un aumento en el

número de suicidios registrados pasando de 4 394 en el 2007 a 6 559 en el 2017, representando

estos últimos el 8.2% de las muertes violentas. Asimismo, señala que el 32.5% de la población

mayor de 12 años se ha sentido deprimida. En lo que respecta a las hospitalizaciones con

diagnóstico de algún trastorno mental con estancia de más de un día, pasaron de 41 002 durante

el 2005 a 49 132 durante el 2015, un poco más de la cuarta parte de la población entre 18 y 65

años ha sufrido, al menos una vez, algún trastorno psicológico (CESOP, 2018).

1.1.3 La Terapia Familiar Sistémica y Postmoderna como alternativa para abordar la

problemática señalada

Si bien la Terapia Familiar Sistémica haya sido objeto de diferentes críticas, incluso por sus

mismos representantes, debido al olvido de los componentes que conforman las familias: seres

humanos individuales con experiencias internas, ésta no ha dejado de ser una herramienta útil

para la intervención terapéutica. A diferencia de otros enfoques, los terapeutas familiares

tenemos la capacidad de alejar o acercar el foco de interés y de acción considerando tanto al

individuo como al contexto.

Minuchin, Nichols y Lee (2007) mencionan que en sus inicios la Terapia Familiar Sistémica

generó una animadversión hacia la familia pues la responsabilidad del síntoma ya no era del

individuo, si no de la familia, además de que los pioneros se centraron más en las técnicas que en

la comprensión las familias mismas. Con la inclusión del consruccionismo social al cuerpo teórico

de la Terapia Familiar fue posible redescubrir a los individuos y sus narrativas, construyendo un

puente entre el individuo y su contexto, entre significados y comportamientos.

Los conceptos y planteamientos teóricos de este enfoque nos permiten comprender mejor

la relación del individuo con su contexto, sobre todo con la familia, así como plantear estrategias

tanto de intervención como de prevención particulares y locales. Esta comprensión resulta de vital

17
importancia ya que como refiere Fruggeri (2008) no sólo es importante cuestionarse cómo las

diferencias de género, de poder, las condiciones sociales y económicas tienen un fuerte impacto

en la organización de las relaciones interpersonales, sino que además resulta necesario llevar a

cabo una reflexión crítica sobre cómo los terapeutas familiares en sus intervenciones, ignorando

tales relaciones y aceptando modelos terapéuticos normativos, pueden participar en la

reproducción de las desigualdades sociales. En este sentido, comenta la misma autora, la terapia

sistémica familiar se ha configurado como una intervención que se ocupa de las relaciones

familiares en todas sus articulaciones: individual, interpersonal y social.

La Terapia Sistémica ha comprobado su eficacia a nivel empírico. Carr (2018a, 2018b)

reporta que la evidencia a partir de meta-análisis de la literatura científica respalda la efectividad

de las intervenciones sistémicas, sea como parte de programas de intervención multimodales que

sola, en adultos en: crisis en las relaciones, problemas psicosexuales, violencia en la pareja,

trastornos de ansiedad, problemas de alcoholismo, psicosis y ajuste a enfermedades crónicas. En

lo que respecta a niños y adolescentes en: problemas de sueño, problemas infantiles de

alimentación y apego, maltrato y abandono infantil; problemas de conducta, problemas

emocionales, trastornos de la alimentación, problemas somáticos y primeros episodios psicóticos.

Además Stratton (2016), en una revisión realizada sea en campo cuantitativo que en aquel

cualitativo, señala que la investigación ha demostrado que las terapias sistémicas son efectivas,

aceptables para los clientes y rentables en una amplia gama de condiciones. El mismo autor

subraya que si bien no todos los modelos terapéuticos son la mejor opción para todos,

manteniendo siempre el principio de la libre elección por parte del paciente, las terapias

sistémicas han desarrollado una fuerte tradición de explorar con sus clientes si la terapia está

satisfaciendo sus necesidades. Carr (2016) refiere que 2 de cada 3 casos mejoran con intervención

terapéutica sistémica en procesos de 6 a 10 sesiones, además que el beneficio costo-beneficio es

18
mayor que los modelos terapéuticos tradicionales (individuales) ya que conduce a un menor uso

de servicios, por ejemplo reduce la necesidad de hospitalización en pacientes psicóticos o de

internamientos en centros de detención en jóvenes con trastornos de la conducta. Si bien el éxito

de la Terapia Sistémica sea tan bueno como el de otras psicoterapias, esta ha demostrado mejores

resultados a largo término respecto a aquellas individuales.

1.2 Sedes donde se realizó la experiencia clínica

El Programa de Maestría en Psicología de la UNAM se fundamenta en un sistema centrado

en la participación activa de los estudiantes en la solución de problemas de carácter profesional,

en el ámbito en que éstos adquieren significado. Es decir, enfatiza la formación teórico-práctica

supervisada en escenarios donde la profesión se ejerce, lo que además permite establecer un

puente entre la Universidad y las necesidades de la población, así como fomentar una actitud ética

de servicio en el alumnado.

En el caso de la Residencia en Terapia Familiar, los espacios destinados a la práctica clínica

supervisada incluyen tres de los Centros de Formación y Servicios Psicológicos de la Facultad de

Psicología: el Centro de Servicios Psicológicos “Dr. Guillermo Dávila”, el Centro de Servicios

Comunitarios “Dr. Julián Mac Gregor y Sánchez Navarro”, ambos certificados bajo la norma ISO

90012008, y el Centro Comunitario de Atención Psicológica “Los Volcanes”.

También es posible realizar práctica clínica en sedes externas a la Universidad,

permitiendo al alumnado aplicar los aprendizajes teórico-metodológicos en una amplia gama de

problemáticas y en contextos socioeconómicos diversos. En el caso de mi generación dichas sedes

fueron: el Hospital Psiquiátrico Infantil “Dr. Juan N. Navarrro”, el Centro Comunitario “San

Lorenzo” y el Instituto Nacional de Rehabilitación. Además, personalmente tuve la oportunidad de

participar como equipo terapéutico en la sede donde realicé la estancia académica como parte del

Programa de movilidad internacional.

19
En lo que respecta a la experiencia de quien escribe, la práctica clínica supervisada se

desarrolló en los escenarios descritos a continuación.

Centro de Servicios Psicológicos “Guillermo Dávila”. Ubicado en la Facultad de Psicología,

ofrece a los estudiantes de la misma formación clínica aplicada y especializada a través de la

enseñanza práctica y la supervisión directa. Brinda atención psicológica tanto a la comunidad

universitaria como al público en general. Las personas interesadas deben presentarse los días y

horarios indicados para solicitar una primera entrevista o pre-consulta, en la cual se realiza la

exploración necesaria para posteriormente canalizar a alguno de los programas existentes dentro

del Centro o a alguna institución externa, en caso de ser necesario. Los servicios que ofrece son:

pre-consulta, evaluación, referencia y canalización, terapia (individual, pareja, familiar y grupal) así

como prevención primaria a través de talleres con diversas temáticas.

Centro de Servicios Comunitarios “Dr. Julián Mac Gregor y Sánchez Navarro”. Ubicado en la

colonia Adolfo Ruíz Cortines, tiene como finalidad brindar a estudiantes de la Facultad de

Psicología la oportunidad de desarrollar y consolidar habilidades a través de sus programas de

profesionalización así como brindar un servicio de calidad a la comunidad. Se atienden solicitudes

del público en general, siendo los usuarios más frecuentes los habitantes de las colonias aledañas,

quienes asisten directamente al centro a inscribirse a una lista de espera. Posteriormente la

dirección del Centro selecciona las solicitudes que serán atendidas por cada programa. Los

servicios que ofrece este Centro son: prevención de problemáticas y promoción de la salud

mediante talleres, intervención psicopedagógica e intervención psicoterapéutica (individual,

pareja y familiar).

Hospital Psiquiátrico Infantil “Dr. Juan N. Navarro”. Ubicado en la zona sur de la colonia

Belisario Domínguez y adscrito a Servicios de Atención Psiquiátrica de la Secretaría de Salud de la

Ciudad de México, brinda atención especializada en salud mental a menores de edad con

20
problemas psiquiátricos y del comportamiento. En búsqueda de un tratamiento integral, ofrece

una atención multidisciplinaria por lo que existe una amplia gama de servicios que incluyen

atención a los familiares. Los servicios que brinda son agrupados en tres áreas: Hospitalización,

Consulta externa y Enseñanza. El servicio de Terapia Familiar es ofrecido principalmente a través

del área de Consulta Externa, conformada por siete clínicas: a) del Desarrollo, b) de las Emociones,

c) de los Trastornos de la Conducta, d) del Programa de Atención a Víctimas de Abuso Sexual, e) de

la Adolescencia, f) Psiquiatría Legal, y g) Hospital de Día.

Centro Bolognese di Terapia della Famiglia. Ubicado en Bolonia, Italia, sede del Centro

Milanese di Terapia della Famiglia. Cabe indicar que en Italia la formación en psicoterapia tiene

una duración de 4 años. Se accede después de haber completado 3 años de licenciatura breve, 2

años de licenciatura especializada, para posteriormente acceder a un periodo profesionalizante

con duración de 1 año, con esto se tiene acceso al examen de estado, que una vez aprobado

permite la inscripción al Registro Nacional de Psicólogos y al Colegio de Psicólogos de la región de

residencia. En este país existe una fuerte regulación legal en la práctica profesional de psicólogos y

psicoterapeutas por lo que la inscripción al registro nacional y la pertenencia al colegio local de

psicólogos es requisito indispensable para acceder a la formación en psicoterapia, ya que es un

delito sostener una entrevista clínica sin pertenecer a estos. La formación también está abierta a

médicos inscritos su respectivo registro nacional y colegio. La escuela tiene una orientación

sistémico-dialógico-construccionista y la gran parte de sus sesiones terapéuticas se llevan a cabo

en consultorio con espejo bi-direccional, lo que permite a todos los alumnos participar como

equipo terapéutico, incluso cuando no hay encuentros académicos programados. Los grupos de

formación se componen de máximo 20 estudiantes. La clínica del centro acepta casos individuales,

de pareja y de familia, y una amplia gama de problemáticas.

21
1.3 Las familias atendidas

La formación en Terapia Familiar Sistémica enfatiza el desarrollo de habilidades clínicas a

través de la práctica clínica supervisada. En este caso la mayoría de las supervisiones se llevaron a

cabo en directo, es decir, con supervisor y equipo terapéutico del otro lado del espejo bi-

direccional o en el mismo espacio físico. También tuvimos supervisión video-grabada, en la cual el

foco se colocó en la figura del terapeuta, y supervisión relatada.

En este sentido, cada terapeuta en formación tuvimos la oportunidad de participar en el

proceso terapéutico en diferentes modalidades: como terapeuta único, como coterapeuta y como

equipo terapéutico/equipo reflexivo. En mi caso, tuve a mi cargo 9 casos como terapeuta, 6 casos

como coterapeuta y participé como equipo terapéutico en alrededor de 40 casos. En la Tabla 1 se

reportan los casos en los que participé como terapeuta y como coterapeuta, los casos resaltados

son aquellos analizados en el capítulo 3 del presente reporte.

22
Tabla 1.

Familias atendidas como terapeuta único y coterapeuta

Terapeuta
Caso Modelo Sede Participación Sesiones Motivo de consulta Supervisora
(s)
Yineguela
Ansiedad y
Jiménez y C.S.P. Dr. Guillermo Jacqueline
Familiar Estructural Coterapeuta 5 problemas
Fabiola Dávila Fortes
escolares
Ordaz
Yineguela
Jiménez y Integración de C.S.P. Dr. Guillermo Consumo de
Familiar Coterapeuta 7 Noemí Díaz
Fabiola modelos Dávila alcohol y drogas
Ordaz
Yineguela
Jiménez y Integración de C.S.P. Dr. Guillermo
Familiar Coterapeuta 5 Desconfianza Noemí Díaz
Fabiola modelos Dávila
Ordaz
Yineguela
C. C. Dr. Julian Problemas de
Jiménez y Martha
Pareja Estratégica Macgregor y Coterapeuta 6 genitorialidad,
Ulises Zamudio
Sánchez Navarro crianza
Martínez
Yineguela C.S.P. Dr. Guillermo Divorcio conflictivo, Carolina
Familiar Estructural Terapeuta 3
Jiménez Dávila violencia Díaz
Yineguela Narrativa y C.S.P. Dr. Guillermo Nora
Pareja Terapeuta 3 Desconfianza
Jiménez Colaborativa Dávila Rentería
Yineguela Abuso sexual,
Integración de C.S.P. Dr. Guillermo Gilberto
Familiar Jiménez y Coterapeuta 5 depresión, violencia
modelos Dávila Limón
Karla García intrafamiliar
Breve centrada
Hospital
Yineguela en el problema, Ana María
Pareja Psiquiátrico Infantil Terapeuta 11 Celos
Jiménez Sistémico- Ramírez
Dr. Juan N. Navarro
relacional
Hospital Autolesiones,
Yineguela Sistémico- Ana María
Familiar Psiquiátrico Infantil Terapeuta 13 intento suicida,
Jiménez relacional Ramírez
Dr. Juan N. Navarro depresión
Problemas de
Hospital
Yineguela Breve centrada genitorialidad, Ana María
Pareja Psiquiátrico Infantil Terapeuta 4
Jiménez en soluciones enuresis, Ramírez
Dr. Juan N. Navarro
encopresis
Hospital Abuso sexual,
Yineguela Breve centrada Ana María
Familiar Psiquiátrico Infantil Terapeuta 7 depresión, violencia
Jiménez en soluciones Ramírez
Dr. Juan N. Navarro intrafamiliar
Problemas de
Hospital
Yineguela Sistémico- genitorialidad y Ana María
Familiar Psiquiátrico Infantil Terapeuta 6
Jiménez relacional enuresis, Ramírez
Dr. Juan N. Navarro
encopresis infantil
Hospital
Pareja/ Yineguela Breve centrada Ana María
Psiquiátrico Infantil Terapeuta 7 Violencia de pareja
Individual Jiménez en el problema Ramírez
Dr. Juan N. Navarro
Yineguela
Hospital Violencia,
Pareja/ Jiménez y Breve centrada Ana María
Psiquiátrico Infantil Terapeuta 10 autodevaluación,
Individual Ulises en soluciones Ramírez
Dr. Juan N. Navarro infidelidad
Martínez
Terapia Hospital
Yineguela Falta de control de Ana María
Familiar Narrativa y Psiquiátrico Infantil Terapeuta 6
Jiménez impulsos, agresión Ramírez
Colaborativa Dr. Juan N. Navarro

23
Capítulo 2

Marco teórico

2.1 Modelos que guiaron los casos clínicos

2.1.1 Modelo estructural

Los orígenes de la terapia familiar, como disciplina independiente, se pueden rastrear en

diversos estudios de la familia así como en el trabajo de consejería matrimonial y asistencia social

a finales de la década de 1930 (Sánchez y Gutiérrez, 2000). Fue gracias a estos trabajos y a los

aportes hechos desde diferentes áreas del saber como la antropología, la cibernética, la teoría

general de los sistemas y la teoría de la información en la década de 1950, que la emergente

Terapia Familiar buscó ir más allá de las personalidades individuales para intentar comprender el

comportamiento humano. Es decir, puso el foco en las interacciones más que en lo intrapsíquico

para explicar la psicopatología.

La familia comenzó a ser vista como “un todo organizado cuyas partes funcionan de

manera tal que trasciende sus características individuales” (Minuchin, Nichols y Lee, 2007, p.20) y

la patología se depositó en el sistema familiar completo, ya no más en un solo miembro de esta.

Así, las diferentes terapias basadas en esta premisa buscaron modificar la organización familiar y

no la personalidad como lo hacían los modelos terapéuticos predominantes en la época (Vargas,

2004).

La terapia familiar estructural es uno de los modelos terapéuticos cuyo objetivo es

modificar la organización de la familia. Este modelo fue desarrollado por Salvador Minuchin,

psiquiatra argentino, y sus colaboradores en la Clínica de Orientación Infantil de Filadelfia. De ellos

los más conocidos son Jay Haley, Braulio Montalvo, Jorge Colapinto, Bernice Rosman y Harry

Aponte (Desatnik, 2004; Umbarger, 1983).

24
Durante la primera mitad de la década de 1960, Salvador Minuchin comenzó a trabajar en

un internado para jóvenes delincuentes, lugar donde las terapias tradicionales habían tenido

escaso efecto. El abordaje desde una perspectiva sistémica dio un giro a la comprensión de

aquello que sucedía con estas familias así como al tratamiento. Se desarrollaron nuevas técnicas

de intervención basadas más en la acción que en la palabra, es decir, se buscaba trabajar con un

modelo concreto, pragmático y fácilmente transmisible. Posteriormente, como director de la

Clínica de Orientación Infantil de Filadelfia, Minuchin se ocupó con sus colaboradores de los

aspectos teóricos y técnicos del modelo, la investigación, la formación de terapeutas y la atención

comunitaria (Bertrando y Toffanetti, 2004; Desatnik, 2004; Sánchez y Gutiérrez, 2000).

Principios básicos

Este modelo tiene sus bases en el paradigma sistémico en el cual las partes

interdependientes de toda unidad viva están organizadas según pautas relacionales, cuyo alcance

es mayor y diferente de mera suma de sus partes. Desde esta perspectiva, la familia es vista como

un sistema vivo. Como tal, ésta se encuentra en estados de intercambio más o menos adaptativos

con el ambiente a través de acciones de retroalimentación negativa, que promueven homeostasis

o estabilidad, y acciones de retroalimentación positiva, que promueven crecimiento y cambio

(Umbarger, 1983).

Para Minuchin (1979) la familia es el grupo social natural que determina las respuestas de

sus miembros a través de estímulos desde el interior y desde el exterior, por lo que su

organización y su estructura califican la experiencia de los miembros que la componen. Sus

funciones sirven a dos objetivos: uno es interno (la protección psicosocial de sus miembros) y el

otro es externo (la acomodación a una cultura y la transmisión de esa cultura). Al ser un sistema

sociocultural abierto, se transforma a lo largo del tiempo, adaptándose a las diferentes demandas

de las etapas del desarrollo y reestructurándose, de modo tal que pueda seguir funcionando.

25
Minuchin (1979) plantea los elementos de un sistema familiar en tres facetas: a) se

transforma a lo largo del tiempo, adaptándose y reestructurándose de tal modo que pueda seguir

funcionando; b) posee una estructura que sólo puede observarse en movimiento, la fortaleza del

sistema depende de su capacidad para movilizar pautas transaccionales alternativas cuando las

condiciones internas o externas de la familia le exigen una reestructuración; c) la familia se adapta

al estrés de un modo que mantiene le continuidad de la familia al mismo tiempo que permite

reestructuraciones. Si una familia responde al estrés con rigidez se manifiestan pautas

disfuncionales, y eventualmente esto puede llevar la familia a una terapia.

Cuando se sobrepasan los niveles de equilibrio familiar, puede presentarse el síntoma, el

cual se vuelve necesario como mecanismo regulador para que se mantenga la estabilidad en la

familia (Desatnik, 2004). La patología puede ubicarse en el interior del paciente, en su contexto

social o en la retroalimentación entre ambos (Minuchin, 1979).

Ante la necesidad de continua adaptación por demandas internas y externas, la familia

debe contar con una gama de pautas transaccionales alternativas y flexibles. Si ésta no cuenta con

los elementos para cambiar y adaptarse, puede desarrollar mecanismos homeostáticos para

contrarrestar las dificultades. Entre estos mecanismos podrían surgir síntomas diversos que

adquieren una función en el sistema y se conectan con estructuras familiares específicas (Desatnik,

2004), algunas de ellas descritas en la Tabla 2.

26
Tabla 2

Tipos de familia

Tipo de familia Características


Pas de deux Compuesta sólo por dos personas, proclive a una recíproca dependencia, casi simbiótica.
Tres generaciones Familia extensa con varias generaciones que viven en íntima relación. Aloja la posibilidad de especialización
funcional, apoyo, cooperación y flexibilidad. Posibles eslabones débiles: desorganización, adultos
desapegados o centrífugos, funciones ejecutivas mal definidas.
Con soporte Familia en la que es preciso delegar autoridad. Uno o varios niños reciben responsabilidades parentales.
Funciona sin tropiezos mientras las responsabilidades del niño parental estén definidas con claridad por los
padres y no sobrepasen su capacidad.
Acordeón Familia en la que uno de los progenitores permanece alejado por lapsos prolongados. Las funciones
parentales se concentran en una sola persona. Esta organización que tiende expulsar al progenitor
periférico.
Cambiantes Familias con contextos cambiantes, sea por cambio constante de domicilio o progenitor soltero que cambia
de pareja constantemente. Algunos problemas pueden ser la inestabilidad en la organización y pérdida de
sistemas de apoyo.
Con huéspedes Familia que reciben de forma temporal a un niño u otro miembro. Un problema potencial es que en
ocasiones la familia se organiza como si no fuera huésped.
Con pradastro/ Cuando un padre adoptivo se agrega a la unidad familiar. Algunos problemas son originados por la falta de
madrastra un proceso de integración.
Con un fantasma Familia que ha sufrido muerte o deserción. Puede tropezar con problemas para reasignar las tareas del
miembro que falta pues puede ser considerado un acto de deslealtad.
Descontroladas Uno de sus miembros presenta síntomas en el área del control, en las funciones ejecutivas y/o en la
proximidad entre miembros de la familia. El tipo de problemas de control varía según el estadio de
desarrollo de la familia.
Psicosomáticas La estructura de esta familia incluye una excesiva insistencia de los cuidados tiernos. Parece funcionar
óptimamente cuando alguien está enfermo. Se caracterizan por sobreprotección, fusión o unión excesiva,
incapacidad para resolver conflictos y una rigidez extrema.
Nota: Adaptado de de Minuchin y Fishman, 1989.

La terapia familiar estructural es un cuerpo de teoría y técnicas que estudian al individuo

en su contexto social, cuyo objetivo es modificar la estructura familiar o el “conjunto invisible de

demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros de una familia”

(Minuchin, 1979, p.82). En consecuencia, transforma las posiciones de los miembros en éste

grupo, modificando las experiencias subjetivas de cada individuo (Minuchin, 1979). El terapeuta

familiar estructural busca reestructurar el sistema familiar para funcionar de manera más

efectiva, competente y cooperativa (Sánchez y Gutiérrez, 2000).

La terapia estructural se basa en tres axiomas (Figura 1) y es una terapia de acción ubicada

en el presente, asume que el pasado se manifiesta actualmente ya que influyó en la creación de la

organización y funcionamiento actual de la familia. El objetivo de las intervenciones del terapeuta

es asociarse al sistema y repararlo o transformarlo a través de la facilitación del uso de

27
modalidades alternativas de interacción para que la familia pueda desarrollar sus funciones, tanto

internas como externas, con mayor eficacia (Minuchin, 1979).

Figura 1

Axiomas de la terapia familiar estructural

Axiomas terapia
familiar estructural

La vida psíquica de un individuo no Las modificaciones en una


Cuando un terapeuta trabaja con la
es exclusivamente un proceso estructura familiar contribuyen a la
familia de un paciente, su conducta
interno, el individuo influye sobre producción de cambio en la
se incluye en ese contexto
su contexto y es influido por este conducta y procesos psíquicos
conformando así un nuevo sistema,
por secuencias repetidas de internos de los miembros de ese
terapéutico en este caso.
interacción. sistema.

Los elementos que permiten comprender la organización familiar son los subsistemas, los

límites, la jerarquía, las alianzas y coaliciones, la triangulación así como el ciclo de vida familiar en

el que se encuentran (Minuchin, 1979; Minuchin, Nichols y Lee, 2007). En la Figura 2 se observan

las definiciones de cada uno de dichos elementos.

Figura 2

Elementos de la estructura familiar

Subsistema Límites
Jerarquía
Elemento del sistema total. Puede Reglas de diferenciación que
Posición que ocupan los distintos
incluir a una o varias personas por definen quiénes participan y de qué
miembros de la familia con relación
criterios compartidos de manera en cada sistema o
a la función de poder.
pertenencia . subsistema.

Roles Ciclo vital familiar


Expectativas de conducta y normas Etapas en las cuales la familia debe
que se tienen respecto a la posición
Estructura resolver tareas específicas del
que cada uno debería guardar familiar desarrollo conforme se mueve a
dentro situación o contexto social través del tiempo.

Triángulos
Díada estable que confiere sentido a Coalición Alianza
su actividad a partir de un tercero. Alianza en oposición a otra parte del Afinidad positiva entre dos o más
Equilibra la relación encubriendo un sistema. unidades del sistema.
conflicto.

28
Entre los subsistemas que encontramos en una familia se hayan: el conyugal, el parental,

el fraterno, el individual, entre otros (Desatnik, 2004). El subsistema conyugal está constituido por

dos adultos de sexo diferente que se unen con la intención expresa de constituir una familia, las

principales cualidades requeridas son la complementariedad y la acomodación. El subsistema

parental debe diferenciarse para desempeñar las tareas de cuidar y socializar a los hijos sin

renunciar al mutuo apoyo que caracteriza al subsistema conyugal. El subsistema fraterno es el

primer laboratorio social en el que los niños pueden experimentar relaciones con sus iguales

(Minuchin, 1979).

Los límites pueden ser claros, difusos o rígidos. Los límites rígidos son muy restrictivos y

permiten poco contacto con otros subsistemas; los límites difusos se caracterizan por tener alto

grado de intercambio de información y gran cercanía afectiva (Sánchez y Gutiérrez, 2000). Para

que el funcionamiento familiar sea adecuado, los límites de los subsistemas debes ser claros y

deben definirse con suficiente precisión como para permitir a los miembros de los subsistemas el

desarrollo de sus funciones sin interferencias indebidas, pero también deben permitir el contacto

entre los miembros del subsistema y los otros subsistemas (Minuchin, 1979).

En lo que respecta al ciclo de vida familiar, Minuchin hace una reseña de las características

de las primeras etapas del ciclo de vida y pone en relieve las dificultades típicas y transiciones por

cada etapa en particular. En la Tabla 3 se pueden observar las etapas de desarrollo familiar

planteadas por el Minuchin (1979) y aquellas planteadas por Carter y McGoldrick (1999).

29
Tabla 3

Etapas del ciclo de vida familiar

Minuchin Carter y McGoldrick

Entre familias: adulto joven independiente


Aceptar separación padres-hijos
Formación de la familia La unión de familias a través del matrimonio (Pareja de
Formación de unidad o subsistema con propios límites a recién casados)
través de interacción de la pareja. Compromiso con el nuevo sistema
Familia con hijos pequeños Familia con niños pequeños
Formación de susbsistema parental. Aceptar de nuevos miembros en el sistema
Etapas
Familia con hijos en edad escolar y adolescentes
Familia con adolescentes
Renegociación de los subsistemas respecto a sus
Aumentar flexibilidad de límites
actividades, tiempo, ocupación y responsabilidad.
Lanzamiento de los hijos
Aceptar de entradas y salidas del sistema
Familia con hijos mayores
Reajuste y reencuentro de cónyuges para vivir en pareja.
La familia en la vejez
Aceptar cambio de roles generacionales

Partiendo de los elementos de la estructura familiar no es posible hablar de la familia

“normal”, sin embargo es posible definir la familia “funcional”. Una familia funcional presentaría

las siguientes características: fronteras externas claras y permeables, fronteras claras entre

subsistemas y fronteras individuales bien definidas. Jerarquía clara y consistente en los padres o

tutores. Roles con adecuada fluidez y capacidad para el intercambio de funciones. Comunicación

clara y asertiva. Las reglas en la familia serían explícitas y renegociadas a medida que la familia

pasa a través de las diversas etapas del ciclo vital. No se presentarían coaliciones ni alianzas

inflexibles o rígidas. La familia tendría que ser flexible para garantizar el desarrollo y coevolución

de sus miembros, al mismo tiempo que da un sentido de pertenencia y estabilidad (Velasco y

Sinibaldi, 2002).

Intervención terapéutica

La función del terapeuta consiste en ayudar al paciente identificado y a la familia,

facilitando la transformación del sistema familiar. Este proceso incluye tres pasos inseparables:

asociarse a la familia en una posición de liderazgo, sacar a la luz y evaluar la estructura familiar así

30
como crear circunstancias que permitirán la transformación de la estructura (Minuchin, 1979). Es

decir, en la terapia familiar estructural no existe una separación entre la evaluación o diagnóstico y

el proceso de intervención ya que ambos se dan durante todo el proceso terapéutico (Desatnik,

2004).

La estructura familiar no constituye una entidad inmediatamente observable por lo que el

terapeuta debe asociarse con la familia para lograr un diagnóstico estructural de forma

experimental. El diagnóstico es la hipótesis de trabajo que el terapeuta desarrolla a partir de estas

experiencias y observaciones derivadas de la unión con la familia. Éste implica plantear

explicaciones tentativas de la relación entre las interacciones sistémicas que se dan entre el

contexto de la familia y el o los síntomas de sus miembros (Desatnik, 2004; Minuchin, 1979).

El diagnóstico se logra a través del proceso de recopilar diferentes clases de información,

uno de ellos es el mapa familiar o esquema organizativo. Éste permite al terapeuta elaborar

hipótesis y determinar objetivos terapéuticos (Minuchin, 1979). Es útil en la tarea de organizar

datos de la estructura familiar, tanto de contenido como de interacción, y puede elaborarse desde

la primera entrevista con la familia (Velasco y Sinibaldi, 2002)

Al evaluar las transacciones de la familia, el terapeuta se concentra en seis áreas

fundamentales: a) pautas transaccionales preferibles y alternativas disponibles; b) flexibilidad del

sistema y su capacidad de elaboración y de reestructuración; c) resonancia del sistema familiar y

su sensibilidad ante las acciones individuales de los miembros; d) contexto de vida de la familia,

analizando las fuentes de apoyo y de estrés en la ecología de la familia; e) estadio de desarrollo de

la familia y su rendimiento en las tareas apropiadas a este estadio; f) formas en que los síntomas

del paciente identificado son utilizados para el mantenimiento de las pautas preferidas por la

familia (Minuchin, 1979).

31
El terapeuta observa la estructura familiar por medio del proceso de asociarse con ella;

esto implica el doble proceso de unión y acomodación, respetando la estructura ya existente, a la

vez que actúa interviniendo para modificar la organización familiar. En la Figura 3 se pueden

observar las técnicas destinadas a dichas tareas, que si bien se presentan de esta forma por

cuestiones didácticas son interdependientes e inseparables.

Figura 3

Técnicas de asociación e intervención

Mantenimiento

Unión y
Asociación Rastreo
acomodamiento

Mimetismo

Escenificación

Técnicas Reencuadre Enfoque

Intensidad

Fijación de fronteras

Intervención
Reestructuración Desequilibramiento

Complementariedad

Constructos
cognitivos
Construcción de la
realidad
Lados fuertes

Los métodos del terapeuta para la creación de un sistema terapéutico y situarse a sí

mismo como líder se designan como técnicas de asociación. Si el terapeuta no puede asociarse a

la familia y establecer un sistema terapéutico, todo intento de alcanzar los objetivos terapéuticos

fracasará. Unión y acomodamiento son dos términos que describen el mismo proceso. Para aliarse

a un sistema familiar, el terapeuta debe aceptar la organización y el estilo de la familia así como

32
fundirse con ellos ya que la familia se modificará solamente si el terapeuta logra incorporarse de

un modo sintónico (Minuchin, 1979). Las técnicas de asociación son descritas en la Tabla 4.

Tabla 4

Técnicas de asociación

Técnica Descripción
Mantenimiento Apoyo programado a la estructura familiar, tal y como el terapeuta la percibe. Confirmación activa y apoyo
de los subsistemas familiares.
Rastreo Convalidación a través del seguimiento del contenido de las comunicaciones y de la conducta de la familia.
Mimetismo El terapeuta se acomoda al estilo familiar y a sus modalidades afectivas adoptando su ritmo.

Las técnicas de intervención terapéuticas son aquellas que una familia debe enfrentar en

el intento de lograr un cambio terapéutico. Éstas técnicas crean movimiento hacia las metas

terapéuticas, dependen de una unidad terapéutica firmemente establecida, permiten periodos de

consolidación y reagrupamiento a medida que la familia cambia (Minuchin, 1979).

Minuchin y Fishman (1989) plantean tres estrategias principales para el proceso de

cambio: a) cuestionar el síntoma, b) cuestionar la estructura de la familia; y c) cuestionar la

realidad familiar.

En el cuestionamiento del síntoma o reencuadre, el terapeuta busca modificar la

concepción que la familia tiene del problema cuestionando la definición que tienen de éste. Las

técnicas que están al servicio de estas estrategias son la escenificación, el enfoque y el logro de

intensidad, descritas en la Tabla 5.

Tabla 5

Técnicas de reencuadre

Técnica Descripción
Escenificación El terapeuta asiste a los miembros de la familia para que interactúen en su presencia con el propósito de
vivenciar la realidad familiar como aquéllos la definen. Pone el acento en ciertos aspectos e introduce
nuevos elementos insinuando nuevos modos diferentes de interactuar. Se pueden destacar tres
movimientos: 1) Primer movimiento o interacciones espontáneas, 2) Segundo movimiento o provocar
interacciones, y 3) Tercer movimiento o interacciones alternativas.
Enfoque Tras seleccionar elementos que parecen pertinentes para el cambio, el terapeuta selecciona y organiza los
datos de las interacciones familiares dentro de un esquema que les confiera un sentido nuevo.
Logro de intensidad El terapeuta refuerza el influjo del mensaje terapéutico, busca que la familia “oiga” el mensaje. Algunas
técnicas son: Repetición del mensaje, Repetición de las interacciones isomórficas, Modificación del tiempo,
Cambio de la distancia y Resistencia a la presión de la familia.

33
En el cuestionamiento de la estructura familiar o reestructuración el terapeuta trabaja en

subsistemas diferentes, cuestionando la demarcación que los miembros de la familia hacen de sus

papeles y sus funciones. Las técnicas que dispone para esta estrategia son la fijación de fronteras,

el desequilibramiento y la enseñanza de la complementariedad (Tabla 6).

Tabla 6

Técnicas de reestructuración

Técnica Descripción
Fijación de fronteras Regulan la permeabilidad de los límites que separan los subsistemas entre sí. Algunas técnicas
son: Distancia psicológica y Duración de la interacción.
Desequilibramiento La meta es cambiar el vínculo jerárquico entre los miembros del subsistema. Algunas técnicas son:
Alianza con miembros de la familia, Ignorar a los miembros de la familia y Coalición contra
miembros de la familia.
Complementariedad Las meta es ayudar a los miembros de la familia a que vivencien su pertenencia a una entidad que
rebasa el sí-mismo individual. Apunta a modificar la relación jerárquica entre los miembros de la
familia, cuestionando la idea íntegra de jerarquía. El terapeuta cuestiona la epistemología
habitual en tres aspectos: Cuestionamiento del problema, Cuestionamiento del control lineal y
Cuestionamiento del modo de recortar los sucesos.

En el cuestionamiento de la realidad familia o construcción de realidad, se busca modificar

la visión de la realidad por la que se rigen los miembros de la familia elaborando nuevas

modalidades de interacción entre ellos. El terapeuta toma los datos que la familia le ofrece y los

reorganiza. La realidad conflictiva y estereotipada de la familia recibe un encuadramiento nuevo.

Las técnicas utilizadas al servicio de esta estrategia son los constructos cognitivos la insistencia en

los lados fuertes de la familia (Tabla 7).

Tabla 7

Técnicas de construcción de realidad

Técnica Descripción
Constructos cognitivos El objetivo es convertir a la familia a una concepción diferente del mundo, que no haga necesario
el síntoma, y a una visión de la realidad más flexible y pluralista, que admita una diversidad
dentro de un universo simbólico más complejo. Las técnicas principales son: Símbolos universales,
Verdades familiares y Consejo especializado.
Lados fuertes Búsqueda de lados positivos para combatir la disfuncionalidad.

34
2.1.2 Modelo sistémico-relacional de Milán

De acuerdo con Boscolo, Cecchin, Hoffman y Penn (2003), Sánchez y Gutiérrez (2000), y

Reséndiz (2010), el desarrollo del Modelo sistémico-relacional de Milán ha sido continuo y debe

ser ubicado en el contexto de una evolución constante en el campo de la terapia de los sistemas

familiares.

La historia inicia durante 1967, cuando Mara Selvini Palazzoli comenzó la experimentación

de nuevas vías en trabajo terapéutico familiar. Ese mismo año conoció a Gianfranco Cecchin y

Luigi Boscolo, a quienes invitó a trabajar en un grupo de profesionales que trataba tanto con

pacientes con desórdenes alimenticios como con aquellos con algún tipo de psicosis. El equipo de

trabajo fue conformado por la misma Mara Selvini Palazzoli, Gianfranco Cecchin, Luigi Boscolo y

Giuliana Prata así como por Severino Rusconi, Paolo Ferraresi, Simona Teccani y Gabriele Chistoni.

El grupo partió de una orientación psicoanalítica, teniendo como foco de atención la conflictiva

familiar inconsciente, introduciendo una forma de trabajo en equipo: las ideas se discutían sin que

nadie tuviera la verdad última. Sin embargo, los resultados poco alentadores los llevaron a

reformular su forma de trabajo (Ochoa, 1995; Sánchez y Gutiérrez, 2000; Boscolo et al., 2003;

Reséndiz, 2010; Scuola di Psicoterapia Mara Selvini Palazzoli, 2014).

En 1971, Selvini Palazzoli, Boscolo, Cecchin y Prata se separaron del equipo original

adoptando el Modelo de terapia breve de Palo Alto, es decir, comenzaron a trabajar

exclusivamente en un marco de sistema familiar o sistémico (Ochoa, 1995; Reséndiz, 2010). Como

culminación del trabajo realizado durante esos años, en 1975 fue publicado en Italia el libro

Paradoja y Contraparadoja (Selvini Palazzoli, Boscolo, Cecchin y Prata, 1980a), el cual fue

traducido en diferentes idiomas años más tarde, causando un gran impacto en la comunidad de

terapeutas a nivel mundial.

35
En 1980, el grupo de cuatro terapeutas escribió su último artículo juntos: Hipotetización-

Circularidad-Neutalidad. Tres guías para la conducción de la sesión (Selvini Palazzoli et al., 1980b),

el cual marcaría una separación epistemológica del equipo. Desde entonces, Selvini Palazzoli

modificó su aproximación a la familia a partir del trabajo realizado con el equipo conformado en

1982 por Matteo Selvini, Stefano Cirillo y Anna Maria Sorrentino. Al abandonar el Modelo de Palo

Alto, pasó a la experimentación de las estrategias prescriptivas, para posteriormente profundizar

en la teoría y técnica que integrarían su modelo de psicoterapia familiar publicado en Muchachas

anoréxicas y bulímicas (Selvini, Cirillo, Selvini y Sorrentino, 1999). En 1993 fundó con Cirillo, Selvini

y Sorrentino la escuela de psicoterapia que, posterior a su muerte, recibiría su nombre (Scuola di

Psicoterapia Mara Selvini Palazzoli, 2014a).

Por su parte, tras la escisión del grupo, Boscolo y Cecchin se dedicarían a la formación de

terapeutas sistémicos desde una postura cada vez más cercana a las nuevas teorías del rol del

observador desarrolladas por Humberto Maturana, Francisco Varela y Heinz von Foerster

(cibernética de segundo orden) y una postura que abandona el paradigma del control. Además,

profundizarían en la lectura de Gregory Bateson, lo que les conduciría a buscar una modalidad de

trabajo más compleja que introdujera principios como: ecología de las ideas, contextos y

marcadores de contexto, no hay nada que quede fuera de la relación (Ochoa, 1995; Sánchez y

Gutiérrez, 2000; Reséndiz, 2010; CMTF, 2012a).

Principios básicos

Boscolo y Bertrando (2006) definen la terapia sistémica del Modelo sistémico-relacional de

Milán como un modelo terapéutico fundado sobre las teorías de Gregory Bateson. Originalmente

aplicado solamente a la terapia familiar, este modelo es hoy utilizado además en el trabajo

individual, de pareja, con grupos y con organizaciones.

36
De acuerdo con el Centro Milanese di Terapia della Famiglia (2012b), su propuesta más

que un conjunto de teorías y técnicas, es una forma de pensar y actuar que subraya la estrecha

conexión existente entre los contextos relacionales de los cuáles somos parte y las narrativas de

las cuáles somos generadores como individuos, familias, grupos y colectividades.

El núcleo batesoniano del modelo, basado en la epistemología cibernética y sistémica,

concibe a la familia como un sistema abierto cuyos miembros se encuentran interrelacionados a

partir de circuitos recursivos que caracterizan la vida del grupo familiar. Así, cada comportamiento

individual es recíprocamente influenciado por los comportamientos de los demás miembros de la

familia y viceversa (Boscolo y Bertrando, 2006; Resendiz, 2012). Como sistema abierto, la familia

posee las siguientes propiedades: a) totalidad, es decir que la familia posee características más allá

de las peculiaridades de los individuos que la componen, b) capacidad autocorrectiva con

tendencia homeostática (morfostasis), y c) capacidad de transformación (morfogénesis), éstas dos

últimas interconectadas de forma circular (Selvini Palazzoli, Boscolo, Cecchin y Prata, 1980a).

De acuerdo con Cecchin (Boscolo, Cecchin, Campbell & Draper,1985) el enfoque sistémico-

relacional de Milán ha desarrollado algunos principios básicos intrínsecamente relacionados : a)

sin contexto no hay significado, y b) cuando observas un sistema te vuelves parte de él.

Fruggeri (1998) define contexto como el complejo de circunstancias entre las cuales

emerge un determinado hecho y se desarrolla, o como lo explica Bateson, es la matriz de

significados ya que ningún hecho puede ser explicado sin considerar la red de circunstancias entre

las cuales tal hecho emerge y se desarrolla. El contexto es coconstruido, a través de procesos

simbólicos e interactivos, por los interlocutores en la relación. La coordinación de acciones y

significados que tienen lugar en tal proceso, reflexivamente se vuelve la matriz de significados de

las acciones realizadas por los sujetos en el curso de sus interacciones.

37
Otro concepto importante es el de sistema observante que explica que el observador

percibe el mundo a través de sus propios lentes (cultura, familia, género, etc.) por lo que no se

puede hablar de un sistema observado autónomo al que se puede mirar objetivamente (Boscolo,

Cecchin, Hoffman y Penn, P. ,2003). Así, se asume una doble postura por parte de los terapeutas:

somos parte del contexto pero simultáneamente parte del sistema. Al ser parte de un sistema, se

comienza a mirar a partir de las restricciones que imponen las reglas de éste; fuera del sistema se

pueden sortear dichas limitaciones, por lo que se deben sostener ambas posiciones todo el

tiempo. Por lo tanto, ser observador implica una posición de autorreflexión (Boscolo et al., 1985),

la cual ha originado un desplazamiento del centro de atención de la conducta familiar al terapeuta

(Boscolo et al., 2003).

Otro concepto medular utilizado por el grupo de Milán es aquél de Bateson sobre las

premisas definidas como los valores de referencia o principios orientadores programados en un

nivel profundo de estructura, fuera del alcance de la mente consciente (Boscolo et al.,2003). En

otras palabras, la idea básica que mantiene andando a la familia (Boscolo et al., 1985). Por lo

tanto, el modelo sistémico-relacional de Milán es definido como un enfoque estético ya que la

comprensión de la familia se basa en descubrir la o las premisas básicas de la familia,

particularmente aquellas que parezcan sustentar el problema, igual de importantes que aquellas

del terapeuta (Boscolo et al., 1985; Boscolo et al., 2003; Mackinnon, 1983).

Boscolo y Bertrando (1992) consideran el tiempo como un componente básico en la

experiencia humana por lo que es considerado un elemento clave para la aproximación del

modelo a las relaciones humanas. Éste es definido como una abstracción derivada de nuestra

experiencia de secuencia y cambio por un lado, y por otro, de la presencia estable de los objetos

en proceso de cambio. Si bien el tiempo puede ser concebido de diferentes maneras, cada

concepción del tiempo es verdadera en un determinado ámbito descriptivo y sólo en él. Boscolo y

38
Bertrando (1996) plantean la hipótesis de la existencia de dos anillos reflexivos del tiempo: uno

diacrónico (pasado-presente-futuro) y uno sincrónico (individual-social-cultural). La coevolución

armónica en un sistema, por ejemplo la familia, implica un amplio espectro de tiempos posibles:

en cuanto menor gama, menor capacidad de adaptación; incluso Bateson (1979, en Reséndiz,

2012) afirma que la patología emerge de la falta de coordinación entre los diferentes tiempos.

Esta perspectiva temporal, en la práctica implica la exploración de cómo el sistema se mira

a sí mismo ahora y a su propia historia, así como la exploración de las diferencias en las relaciones

y en las conductas a lo largo del tiempo con el propósito de relacionar nueva información dentro

del sistema además de reunir información que permitan generar, modificar o desechar hipótesis

(Mackinnon, 1983).

Este modelo concibe los problemas como la rigidización de la epistemología o premisas de

la familia, lo que no les permite hacer los cambios necesarios para adaptarse en los momentos de

transformación natural, es decir, cuando el sistema es incapaz de dar un salto a una nueva forma

de funcionamiento (Mackinnon, 1983). Además el problema o síntoma es considerado

información referente a todo un contexto de relaciones en el cual la persona existe enfatizando el

funcionamiento grupal y sus contextos (Reséndiz, 2012). Esto es definido como sistema

significante, el cual incluye todas aquellas unidades -personas o instituciones- que se activan en el

intento de aliviar los problemas, lo que acerca más el modelo a una definición del problema como

una ecología de ideas sobre el problema (Boscolo et al.2003).

Por lo tanto, se espera que el cambio provenga del cambio de premisas (Boscolo et al.,

1985). Si la premisa varía o se transmuta, este cambio afectará las principales áreas de conducta

familiar y producirá un cambio de segundo orden o cambio en la premisa (Boscolo et al. ,2003).

Dicho cambio, conocido como cambio triádico, se ocupa menos del síntoma y más en las

relaciones (CMTF, 2012a). Con esto no se descuidan los cambios de conducta ya que es imposible

39
separar premisas de conductas: unas son aspectos de las otras, sin embargo el grupo de Milán

pone mayor énfasis el mundo de las premisas (Boscolo et. al, 2003).

Para Boscolo y Bertrando (2006), el objetivo general de la terapia es crear un contexto

relacional de deutero-aprendizaje, es decir, de aprender a aprender (Bateson, 1991), en el cual los

clientes puedan encontrar sus propias soluciones, sus posibles salidas de la dificultad y el

sufrimiento.

En este proceso el terapeuta tiene un papel activo y central (Tabla 8), su tarea es

introducir nueva información al sistema a través del proceso de entrevista. Así, a partir de sus

premisas creará una tensión con las de la familia y esa tensión puede ser tal que la familia tenga

que cambiar su premisa (Boscolo et al., 1985). Con esto se asume que no puede haber una

interacción instructiva, sino sólo una perturbación del sistema que luego reaccionará conforme su

propia estructura, por lo que los resultados son impredecibles, ya que cada familia creará sus

propias soluciones (Boscolo et al., 2003; Mackinnon, 1983).

Tabla 8

La postura del terapeuta en el Modelo sistémico-relacional de Milán

Postura del terapeuta


Curiosidad Cuando creemos tener una explicación, dejamos de buscar otras descripciones, renunciado al desarrollo de la
multiplicidad y polifonía, es decir, a nuestra postura de curiosidad. La curiosidad se basa en la noción de que cada
sistema tiene una lógica en su interacción, la cual no es buena ni mala sino operativa (Cecchin, 1987).
Respeto Reconocer al otro, escuchar el mensaje global y no sólo las palabras, y si uno es reconocido en alguna forma
entonces existe, lo que termina siendo terapéutico ya que en el reconocimiento de la existencia se sobreentiende
que puede haber otra forma de existir (Cecchin en Canova, 2005). La curiosidad genera respeto y viceversa
(Cecchin, 1987).
Irreverencia Falta de respeto sana hacia toda idea que restringe la creatividad y capacidad de maniobra. Es decir, ser
pausadamente subversivo y luchar contra cualquier “verdad” reificada. Esto únicamente puede ocurrir si tomamos
la responsabilidad de nuestros actos, nuestras opiniones, sin instrumentalizarnos o convertirnos en estrategas.
Esto es: describir los fenómenos desde un nivel distinto, promover la incertidumbre y romper las certezas que
restringen, propias y de la familia (Cecchin, Lane & Ray, 1998).
Prejuicios Nos inducen a modelar la conversación y la terapia de acuerdo a estos. Al momento de notarlos nos encontramos
en grado de considerar los propios modelos, hipótesis y técnicas como preconceptos más que como realidades
irrefutables, lo que los hará más susceptibles de ponerse en discusión. Esto ayudará a que , al ser la terapia una
interacción de los prejuicios del terapeuta y los de la familia, se mantenga un sano nivel de tensión que favorecerá
la reorganización constructiva y el desarrollo de una multiplicidad de alternativas (Cecchin, Lane & Ray, 1997).
Emociones Las emociones del terapeuta como indicadores del modo en el cual el terapeuta participa a través de sus propios
mapas, sistemas de creencias y de significado en la construcción de la relación terapéutica. Así, van reconocidas y
reubicadas en la interdependencia que conecta los sistemas cognitivo, afectivo y del comportamiento, ámbito en
el cual se construyen las relaciones interpersonales y por lo tanto también la relación terapéutica (Fruggeri, 1992).

40
Intervención terapéutica

El modelo posee 3 ejes o principios fundamentales que guían la práctica clínica:

hipotetización, circularidad y neutralidad (Selvini Palazzoliet al., 1980b).

Cecchin (Boscolo et al., 2004), en el postfacio de la versión italiana, afirma que en práctica

el modelo sistémico-relacional de Milán es la hipotetización, discutir todo, es decir, asumir una

postura en la que no hay nunca una idea final y verdadera. Esta búsqueda constante es lo que

hace terapéutica la conversación. Por lo que dicho autor considera primordial el tener siempre

nuevas ideas. La hipótesis tiene la función de conectar los datos provenientes del escuchar y del

observar, ésta no es verdadera sino más o menos útil (Selvini Palazzoli et al., 1980b). Éstas surgen

de la interacción recursiva entre terapeuta y cliente, por lo que no se atribuyen a uno ni a otro,

sino a ambos (Boscolo y Bertrando, 1996). Una hipótesis es calificada como sistémica si considera

a todos los componentes del sistema o al menos a tres de éstos, triádicas, y propone una

explicación de sus relaciones (Ugazio, 1985).

La circularidad es la capacidad del terapeuta de conducir su investigación basándose en las

retroalimentaciones y las informaciones solicitadas en términos de relaciones, es decir, en

términos de diferencia y cambio (Selvini Palazzoli et al., 1980b). Boscolo y Bertrando (2006) la

definen como el principio a través del cual el terapeuta confía en las retroalimentaciones para

evaluar sus propias hipótesis y desarrollar otras nuevas.

El tercer principio en la conducción de la sesión es la neutralidad. Este concepto

originalmente hace referencia a un meta-nivel el que el terapeuta evita cualquier coalición,

intentos de relación privilegiada o juicios de valor que lo alíen con algún miembro del sistema o

grupo dentro de éste (Selvini Palazolli et al., 1980b). Sin embargo éste concepto ha sido criticado

ya que se ha asumido que no es posible mantener una postura neutral, de la misma manera en la

que es imposible no comunicar (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1967). Al ser el terapeuta

41
participante del sistema observado, no puede ser alcanzable dicho concepto de neutralidad ya

que no es viable ser neutral respecto a sí mismo, a sus propios prejuicios, a sus propias ideas.

Además recibió fuertes críticas por los movimientos feministas por ser una posición que podría

legitimar situaciones de abuso o violencia (Boscolo y Bertrando, 2006). Es por esto que años

después Cecchin propone el concepto de curiosidad, rescatando de la neutralidad la no asunción

de veracidad o no de alguna posición, este nuevo concepto invita a experimentar múltiples puntos

de vista (Cecchin, 1987), lo que llevó a proponer nuevos términos como el de multiparcialidad

(Hoffman, 1988).

Respecto al proceso terapéutico, cada sesión se desarrolla regularmente en cinco partes

(Boscolo et al., 2003) descritas a continuación:

1. Reunión previa: el equipo formula una hipótesis preliminar acerca del problema de la

familia.

2. Entrevista: uno o dos miembros entrevistan a la familia mientras el resto del equipo

confirman, modifican o sustituyen la o las hipótesis.

3. Intervalo para debate: el equipo en pleno se reúne a solas para discutir la o las

hipótesis y llegar a una intervención.

4. Intervención: los terapeutas que entrevistaron vuelven a sesión y pronuncian la

intervención.

5. Debate final: el equipo en pleno se reúne de nueva cuenta para analizar las reacciones

de la familia, generar nuevas hipótesis y programar la próxima sesión.

Posteriormente se decidió modificar la connotación positiva, intervención característica

del modelo desde sus orígenes, ya que sugería la idea negativa de que la familia “necesitaba” un

síntoma o que el síntoma era “bueno”, lo que podía parecer sarcástico. En cambio, se opta por

señalar cuán significativo es el problema o síntoma en su contexto, comprensible y quizá

42
indispensable en este momento (Boscolo et al., 2003). Es decir, a partir de una visión positiva se

busca reconocer la identidad del sistema (Reséndiz, 2012).

Este modelo asume que el proceso de entrevista genera cambios por lo que una de sus

principales técnicas es el cuestionamiento triádico o preguntas circulares. La pregunta, a diferencia

de la afirmación o la interpretación, entrega al otro la tarea de atribuir los significados de cuanto

ha sido dicho (Boscolo y Bertrando, 2006). Al pensar en triadas, las preguntas circulares cambian el

foco de la comunicación a la organización, a las relaciones.

Este es un modelo que continúa en evolución constante y hasta la fecha los autores

pertenecientes al modelo sistémico-relacional siguen desarrollando nuevas reflexiones sobre la

terapia, sin que estas ideas resulten absolutas y limitantes.

2.2 Diálogo interno del terapeuta como herramienta para generar nuevos diálogos en

situaciones de impasse

Gran parte de la literatura refiere que el cambio terapéutico no es atribuible a las

especificidades de cada modelo terapéutico, como pueden ser las teorías y técnicas, reportando

mayor similitud que diferencia en la eficacia de los distintos modelos terapéuticos (Budge &

Wampold, 2015). Por su parte Corbella y Botella (2003), en su revisión de estudios sobre la

relación terapéutica en diferentes orientaciones teóricas, señalan que la calidad emocional y

relacional del vínculo cliente-terapeuta es determinante y uno de los mejores predictores de la

eficacia de la terapia. En lo que respecta a la terapia familiar sistémica en particular, Carr (2016)

refiere que una de las principales características de las intervenciones terapéuticas exitosas es la

capacidad del terapeuta para facilitar alianzas fuertes entre: a) sí mismo y los miembros de la

familia, b) entre los miembros de la familia, y donde es necesario c) entre los miembros de la

familia y el sistema amplio (otros profesionales de la salud, servicios sociales, instituciones

escolares, familia extensa). Así, la literatura científica confirma aquello que terapeutas,

43
supervisores y teóricos de diversos modelos, quizá también los consultantes, ya saben pero que en

ocasiones es complicado explicitar: la relación importa y cuánto.

En el encuentro terapéutico, ciertas situaciones pueden entrampar al terapeuta,

bloqueando su capacidad de generar conversaciones útiles e incluso algunas veces llevando al

sistema terapéutico a escenarios destructivos, potencialmente resultando en fracasos

terapéuticos por no mencionar los riesgos iatrogénicos. Una de estas situaciones es la fuerte carga

emotiva de algunas sesiones, sobre todo aquellas de configuración familiar, los cuales suelen

caracterizarse por una extrema complejidad y mayor saturación emotiva (Aurón, 2009; Bertrando,

2014; Rober, 2010). Algunas emociones pueden ser difíciles de manejar por el terapeuta, lo que

puede generar: barreras en el desarrollo de la alianza terapéutica o incluso su ruptura, parálisis del

terapeuta, dudas sobre las propias competencias y profesionalismo, e incluso empujar al

terapeuta a posiciones dialógicas que conducen a estancamientos perjudiciales (Flaskas, 2005).

Rober (2010) subraya que experimentar emociones negativas es parte del impredecible

proceso terapéutico y no deberían considerarse como señal de ser un mal terapeuta o inexperto.

De hecho, Pope y Tabachnick (1993), a partir de una encuesta realizada a un amplio grupo de

psicólogos clínicos y terapeutas, reportan que la gran mayoría de los terapeutas experimentan

enojo, odio, miedo y atracción sexual durante su trabajo clínico, siendo miedo y enojo aquellas

emociones más ampliamente difusas. Además, señalan que a pesar de su frecuencia y la

incomodidad que generan en el terapeuta, han sido descuidadas por la literatura y quizá no

abordadas adecuadamente en los programas de formación. Así por ejemplo, diferentes estudios

han reportado que la ansiedad durante la sesión es una experiencia común en los terapeutas

novel, además de fuerte auto-crítica y molestia/fastidio (Frediani & Rober, 2016).

Por mucho tiempo la terapia sistémica no dio mucha atención a la experiencia del

terapeuta ni a las emociones, siendo tradicionalmente temáticas abordadas por el psicoanálisis. En

44
lo que respecta a la vivencia del terapeuta, con la evolución epistemológica a la cibernética de

segundo orden, donde el objeto observado no puede ser separado del observador, el grupo de

Milán comenzó a centrar su atención en el terapeuta. Sin embargo, en los desarrollos post-Milán,

con la aparición de las terapias postmodernas y narrativas, el foco se movió hacia la experticia del

cliente y el no-saber del terapeuta, lo que indudablemente fue una valiosa evolución, sin embargo

a través de la óptica foucaultiana, la contribución del terapeuta al diálogo terapéutico se volvió

una voz con potencial riesgo colonizador. Además algunos autores como David Parè enfatizaron

que la posición de no-saber del terapeuta delata una subyacente mirada individualista de la

relación terapéutica, es decir, que no captura el tenor de una relación intersubjetiva ni la

reciprocidad. Asimismo afirmó que los clientes buscan algo más que la liberación de sus propios

conocimientos subyugados, ellos quieren expandir sus posibilidades a través de las ideas y

prácticas que el diálogo con el terapeuta genera. Posteriormente, tomando inspiración en los

trabajos de Mijail Bajtín, la figura del terapeuta volvió a la escena con la exploración del carácter

dialógico del encuentro terapéutico familiar (Bertrando y Toffanetti, 2004; Givroupoulou& Tseliou,

2017; Leiman, 2004; Paré, 2002; Rober & Seltzer, 2010; Rober, 2005; Rober, 2010).

A partir del trabajo de Batjin, Rober (2005) señala que para este la vida en su naturaleza es

dialógica, por lo tanto vivir significa participar en diálogos: hacer preguntas, prestar atención,

responder, estar de acuerdo, y así. En este diálogo una persona participa completamente, inviste

su sí mismo entero en el discurso. Además propone enfocarse en algunos de sus conceptos clave:

- Voz. Cada expresión es realizada por una voz perteneciente a un autor, dicha voz no

puede ser reducida a una sumatoria de señales vocal-auditivas. Esta tiene relación con

las temáticas más amplias referentes a la perspectiva del sujeto hablante, su horizonte

conceptual, intención y visión del mundo. Además cada expresión tiene un tono

45
emocional-volitivo: una enunciación siempre valora y expresa la posición del autor con

respecto al mundo y al destinatario.

- El mundo como creación conjunta. Aunque cada voz tiene un autor, una voz nunca está

sola. Batjin se ocupa de ambos, de quien habla (voz del autor) y de quien es destinatario

(la voz que responde). El hablante no es dueño de sus palabras, sino que las “renta” de

una comunidad de hablantes en el pasado y las pronuncia ahora. Además, el mundo es

una creación conjunta ya que se trata del diálogo entre el que habla y el que escucha

puesto que cada expresión invita a una respuesta. Las palabras adquieren significado

sólo en la respuesta real del que escucha.

- Entendimiento dialógico o creativo: El entendimiento es un proceso activo, creativo, en

el cual los significados del cliente –en nuestro caso- hacen contacto con los significados

del terapeuta, y en este proceso emergen nuevos significados diferentes de los

originales. Bajtín puntualiza que la posibilidad de ver el mundo a través de los ojos del

otro es una parte necesaria en el proceso de entendimiento. Dicho proceso, no es un

proceso pasivo que implicaría simplemente el duplicado de la mente del otro, sino que

es un proceso responsivo y creativo. Además, el que escucha tiene que ser diferente al

que habla (outsidness) si quiere que su entendimiento sea algo más que una duplicación

de significados. Así, la outsidness es el más poderoso factor de entendimiento dado que

crea la posibilidad de un diálogo enriquecedor.

- Sí mismo. Complejo diálogo interior entre numerosas voces internas. El sí mismo se

asimila a la novela, la cual es un complejo diálogo de varias voces y modos de hablar,

cada una incorpora un sentido especial del mundo.

Inspirados por estos conceptos, particularmente por el self dialógico como una polifonía

de voces interiores, algunos terapeutas como Tom Andersen, Harlene Anderson, Harold H.

46
Goolishian, Peter Rober, Paolo Bertrando, entre otros, han descrito el sí mismo del terapeuta

como un diálogo interior. Anderson y Goolishian (1989) declararon que el terapeuta mantiene una

conversación dialógica consigo mismo, lo cual es el punto de partida de sus preguntas. Esta

conversación dialógica ha sido llamada conversación interna del terapeuta por Rober (2002).

Esta conversación interna sería principalmente entre el self experiencial (observaciones,

recuerdos, imágenes, fantasías, sensaciones activadas en ese momento por aquello que observa y

escucha) y el self profesional (hipotetización y preparación de respuestas).

En la exploración de lo que sucede en esa conversación interna del terapeuta, Rober et

al.(2008a) proponen que una parte de la mente del terapeuta durante la sesión, en línea con el

concepto batjiano de entendimiento dialógico, se encuentra ocupada en una escucha como

proceso activo. Esta escucha se focaliza en tres aspectos principales: a) procesar la historia del

cliente –aquello que relata-, b) poner atención al proceso del cliente -aquí y ahora del cliente-, y c)

enfocar en la propia experiencia del terapeuta –aquí y ahora del terapeuta-. Los últimos dos

hablarían de la parte experiencial o vivencia del terapeuta durante la sesión, de aquello que se

escapa de las palabras: lo no dicho y lo indecible (Frosh, 2004, en Rober et al.2008a). En el campo

de la terapia familiar se han realizado publicaciones en las que la vivencia del terapeuta familiar

durante la sesión ha sido valorada como herramienta para el entendimiento y el diálogo, por

ejemplo la resonancia de Elkaïm (1997) o el no saber de saber de Telfener (2014a).

Para explorar la experiencia del terapeuta durante la sesión, Rober (2016) creó la Tarea de

Conversación Interna del Terapeuta. Esta consiste en que con asistencia de las videograbaciones

de la sesión, terapeutas reporten sus conversaciones internas, es decir todo aquello que pensaban

y sentían en ese momento. Es decir, se les pidió elegir los 6 minutos de la sesión que los haya

conmovido más, que los hubiera implicado más; posteriormente, en un límite máximo posterior a

la sesión, evocar todo aquello que hayan sentido y pensado. Transcribieron esos minutos de la

47
sesión en una columna, en otra escribieron todo lo que pensaron o sintieron en ese momento, y la

tercer columna sirvió para reflexiones post-sesión. Esto tanto con terapeutas con amplia

experiencia clínica como con terapeutas en formación. En ambos grupos encontraron que si bien,

el diálogo interno del terapeuta se enfoca en procesos recopilación de información, construcción

de hipótesis e intentar construir metas terapéuticas, también indican que el terapeuta duda,

titubea, percibe la vivencia del cliente, nota sus recursos, y experimenta emociones intensas,

algunas veces intrusivas, como tensión, enojo, impotencia, alivio, alegría, desaliento, autocrítica,

irritabilidad , entre otras, siendo las últimas dos mencionadas aquellas con mayor presencia entre

los terapeutas en formación (Rober et al., 2008a, Rober et al., 2008b; Frediani & Rober, 2016).

Estos estudios también sugieren que la alta intensidad emotiva comportan riesgos en el terapeuta

como la perdida de sensibilidad, de flexibilidad y de su conexión con cada uno de los miembros de

la familia, así como actuar reactivamente de forma negativa, pero también conllevan

oportunidades como nuevas formas de abrir diálogos con las familias (Rober, 2010; Frediani y

Rober, 2016).

Rober (2010) señala que si bien son conceptos con gran mérito sobre la postura

terapéutica, curiosidad, irreverencia, no-saber, no dan suficiente valor al aquí-y-ahora de la

experiencia del terapeuta en sesión. Asimismo señala que ser sensibles a nuestro propia

experiencia dentro sesión no es una tarea fácil y que aquellas experiencias/vivencias

(experiencing) dentro de la sesión que no reconocemos tienen una alta probabilidad de meternos

en problemas debido a que sólo reaccionamos.

Como respuesta a esta situación, Rober (2010) propone tres conceptos, que pueden ser

usados como pasos, para usar la propia experiencia/vivencia como herramienta en situaciones de

atascamiento o impasse terapéutico, conduciéndonos a revisar nuestras ideas dominantes,

48
prejuicios, respaldar nuevas hipótesis y así generar nuevas aperturas dialógicas. Estos conceptos o

pasos son:

1. El experimentar o vivencia del terapeuta. Esto tiene que ver con lo que está

sucediendo en la mente del terapeuta: ¿Qué está sintiendo el terapeuta?¿Cuáles son

las intenciones del terapeuta? ¿Cuáles son las emociones con las que está luchando?

¿Qué dilemas está enfrentando? ¿Cuáles son las fantasías con las que está lidiando? El

experimentar del terapeuta va más allá de aquello que está sintiendo, sino también

tiene que ver con algunos juicios internos: idea de moverse muy rápido o muy lento, de

estar presionando fuertemente o de estar retirándose muy rápido.

2. La invitación a actuar: Una emoción es considerada una invitación a participar en un

escenario relacional y a adoptar una posición en dicho escenario (Gergen, 1999 en

Rober, 2010). Del latín emuovere donde e/ex= fuera y movere= mover. Algunas

preguntas que pueden ayudar a reflexionar sobre la posición del terapeuta en el

encuentro terapéutico son: ¿Qué es lo que el terapeuta está tentado a hacer?, ¿qué rol

está inducido a interpretar en el contexto dialógico de la sesión? Estos escenarios

relacionales en los que el terapeuta es invitado a interpretar un rol, algunas veces

pueden ser destructivos porque perpetúan interacciones patologizantes y poco

beneficiosas en los miembros de la familia. También es importante para el terapeuta

preguntarse si sería de utilidad para la familia si el terapeuta interpretara ese rol:

¿abriría espacio para las cosas no dichas?, ¿crearía oportunidades para renovar

conexiones entre los miembros de la familia?

3. Las oportunidades para el diálogo: Esto concierne a cómo la experiencia del terapeuta

puede ser introducida útilmente en el diálogo como oportunidad terapéutica. ¿Es

posible introducir algo del experimentar/vivencia del terapeuta en alguna otra forma

49
como alternativa a actuarlo en un posible juego relacional destructivo?, ¿cómo puede

la vivencia del terapeuta inspirar sus preguntas de tal forma que evite ese probable

escenario destructivo, y en cambio se abra un espacio dialógico para lo no-dicho-aún?

Particularmente en casos de impasse terapéutico esto conlleva tanto trabajo reflexivo

de parte del terapeuta ya que tendrá que encontrar formas de pensar constructivas

acerca de la familia en vez de pensamientos peyorativos y de rechazo que lo están

habitando en la situación de atascamiento. Así, a través de estas reflexiones se

renovará la curiosidad en el terapeuta, llevándolo a una renovada conexión con los

miembros de la familia y reabriendo espacio para diálogos ricos y sorprendentes.

La propuesta de Rober (2010) sugiere que en cualquier momento de la sesión, y

especialmente cuando éste se siente atorado o bloqueado, es importante que el terapeuta preste

atención a su propio proceso y reflexione en la forma en la que quizá éste se entrecruza con lo que

está sucediendo en el espacio terapéutico.

Si bien esta guía de preguntas está en sintonía con el proceso reflexivo que los terapeutas

familiares con gran experiencia clínica ya llevan a cabo y con las preguntas que supervisores ya

hacen a sus alumnos, resulta de gran utilidad para que terapeutas en formación comiencen a

desarrollar su capacidad reflexiva y a escuchar más atentamente sus diálogos internos, su vivencia

dentro sesión, los cuáles pueden entrampar o facilitar los procesos terapéuticos. Además, incluso

para los terapeutas que han terminado su formación clínica académica y comienzan a trabajar en

solitario –sin coterapeuta, sin supervisores y sin equipo presentes, quienes naturalmente

introducen todas estas reflexiones al sistema terapéutico- hay sesiones que resultan

particularmente abrumadoras por el alto nivel de complejidad que representan algunos casos así

como la alta intensidad emotiva, y como menciona refiere Aurón (2009) “la intensidad atrapa”

(85).

50
Capítulo 3

Casos clínicos

3.1 Integración de expedientes de trabajo clínico (habilidades clínico-terapéuticas)

En este apartado se presentarán los dos casos elegidos para su análisis y discusión teórico-

metodológica con la siguiente estructura: a) ficha de identificación de la familia, b) breve síntesis

del proceso terapéutico, c) análisis teórico-metodológico, estos dos últimos puntos con estructura

diferente en cada caso a partir del modelo terapéutico que guio el caso, y d) reflexiones. Para

finalizar se presenta un meta-análisis de ambos casos clínicos desde la propuesta de Peter Rober

sobre los diálogos internos del terapeuta como herramienta.

Entre terapeutas novel, al momento de exponer nuestro trabajo clínico, existe la tendencia

de seleccionar aquellos casos de éxito terapéutico, quizá resultado del entusiasmo generado por el

proceso formativo, es decir el haber vivido en primera persona la eficacia de nuestro marco

teórico-metodológico así como los efectos del desarrollo de nuestras competencias clínicas, y

quizá también por la necesidad de ser reconocidos cada vez más como terapeutas familiares

sistémicos, y no sólo como estudiante/aprendiz, dentro de nuestro contexto profesional.

Sin embargo, en este caso la selección de casos clínicos se realizó a partir del impacto

formativo. Si bien cada encuentro terapéutico trae consigo tantos aprendizajes para el terapeuta,

hay casos que implican un desafío particular que en momentos puede sentirse como

infranqueable, y desafortunadamente a veces lo es. Así, tanto el primer caso, vivido como

“fracaso”, como el segundo, más en línea con un satisfactorio “éxito” terapéutico –concepto

relativo vinculado a la ideología del terapeuta y acuerdos terapeuta-cliente–, representan dos

caras de la misma moneda del proceso de convertirse en terapeuta familiar sistémico.

51
En ambos casos clínicos los nombres propios de los consultantes han sido modificados con

el objetivo de proteger la privacidad de los mismos.

3.1.1 Juan: comprendiendo la complejidad del trabajo terapéutico con un hombre violento

Ficha de identificación

Usuario: Juan y familia

Sede: Centro de Servicios Psicológicos “Dr. Guillermo Dávila”

Terapeuta: Yineguela Jiménez Álvarez

Supervisora: Mtra. Carolina Díaz-Walls Robledo

Equipo terapéutico: Karla Nohemí García Abarca, Esther González Ovilla, Paulina Lecanda Álvarez,

Mario Ulises Martínez Quintana, Vianey Méndez Vergara, Fabiola Ordaz Hernández, Nara Gabriela

Pérez Mercado y Guillermo Javier Preza Carreño.

Sesiones: 5

50 40

Juan Susana

2009

19 15 14

Andres David Daniel

52
Descripción de la familia

La familia de Juan se encuentra actualmente separada y habita en 3 hogares distintos.

Hace 5 años su entonces esposa decidió salir de la casa donde vivía con Juan y los hijos de ambos,

posteriormente interpuso la demanda de divorcio. Juan fue a vivir a casa de sus padres con sus 2

hijos menores (David y Daniel) ya que el mayor (Andrés) fue a vivir con la madre, pudiendo decidir

libremente al alcanzar la mayoría de edad. Después de que David y Emilio escaparan de la casa y

de diferentes procesos legales, Susana obtuvo la guardia custodia de sus hijos menores. Sin

embargo, Juan peleó legalmente en diferentes instancias, consiguiendo la custodia de David y

Daniel. Con asistencia de la fuerza pública y de un cerrajero, Juan entró durante la madrugada a la

casa donde vivían con Susana para extraerlos. Andrés siguió viviendo con su madre sin tener

contacto con su padre.

Así fue como David y Daniel vivían con Juan, pero a raíz de una agresión física de Juan, el

más pequeño de sus hijos decidió escapar de casa. Como no podía ir a vivir con su madre por los

litigios legales, quedó al cuidado de una de sus tías paternas. Se interpuso una orden de restricción

a Juan por lo que no puede aproximarse a Daniel.

Actualmente Andrés vive con su madre en casa de los familiares de ésta, David vive con su

padre y Daniel con su tía paterna. David y Daniel pasan 2 fines de semana al mes con su madre y

Andrés. Juan tiene una relación conflictiva con su hijo mayor por lo que prácticamente no hay

contacto entre ellos, cohabita con David y la relación no es afectuosa pero sí con mucha búsqueda

de control, a Daniel no puede aproximarse sin embargo ejerce cierto control a través de su

hermana. Susana y Juan siguen con litigios legales pues ella actualmente está buscando que se le

otorgue la guardia custodia de David y Daniel.

Cabe mencionar que Juan solicitó el servicio de terapia familiar hace un año pero fue dado

de baja ya que rechazó los horarios que se le ofrecieron. Durante todo el año insistió en ser

53
atendido enviando correos a la terapeuta a quien se le había asignado el caso originalmente, a la

exdirectora y directora del Centro de Servicios Psicológicos, así como al director de la Facultad de

Psicología y a Rectoría.

Motivo de consulta, definición del problema y soluciones intentadas

Ficha de admisión: “Al reintegrarse mis hijos conmigo ellos regresaron indisciplinados con

bajas calificaciones y con manía por los juegos de video por celular así como Facebook”.

Juan solicita este servicio ya que le preocupan las bajas calificaciones de sus hijos, quiere

elevar el autoestima de sus hijos y le preocupa que el divorcio haya provocado afecciones

psicológicas pues no le gustaría que sus hijos pasaran por lo mismo en el futuro. Además solicita

orientación vocacional para su hijo David. Estas conductas las atribuye al “abandono de la madre y

la mala influencia” de ésta. Ante la problemática presentada, Juan ha intentado solucionarla

acudiendo a diferentes terapeutas tanto en el ámbito institucional como en el privado además de

haber leído distintos libros sobre disciplina.

Breve descripción del proceso terapéutico

Hipótesis sistémica

Esta es una familia cambiante (Minuchin y Fishman, 1989) con adolescentes (Carter y

McGoldirck, 1999), enfrentando los efectos y retos constantes de una separación altamente

conflictiva en un contexto de violencia intrafamiliar. El padre muestra un rol rígido y tradicional de

género, con una jerarquía autoritaria e imponente, sin reconocimiento de las necesidades

afectivas de sus hijos. El límite entre padre e hijos son difusos lo que permite que Juan se

inmiscuya y controle la vida cotidiana de sus hijos adolescentes, a quienes les ha impuesto límites

rígidos hacia el exterior. Incluso ahora ni entre ellos pueden tener contacto. El sistema familiar de

Juan se muestra poco flexible ante los cambios evolutivos propios del ciclo vital y aquellos

originados por la separación. Ante las diferentes estrategias desarrolladas por David y Daniel

54
(internet, celular), quienes tienen una fuerte alianza entre sí, para evitar el control, Juan se ha

vuelto hipervigilante y más controlador.

Como recursos se reconoce la fortaleza del subsistema fraterno ya que es una fuente de

contención y apoyo entre los hermanos, así como la proximidad afectiva de la madre a pesar de la

poca convivencia con sus hijos.

Metas terapéuticas

Brindar a David y a Daniel un espacio seguro y confiable que les sirva de contención.

Sensibilizar a Juan, quizá a partir de su preocupación por la relación padre-hijo, para desarrollar

empatía hacia sus hijos y así logre reconocer las necesidades de éstos, además de buscar que

asuma su responsabilidad y participación en la problemática.

Desarrollo de las sesiones

Las 5 sesiones se realizaron a lo largo de casi 2 meses, estas tuvieron una frecuencia

quincenal. A continuación se describe una breve síntesis tanto del desarrollo como del análisis de

cada una de estas.

Sesión 1. Asisieron Juan y David. Juan relató lo acontecido con su familia los últimos 5 años

con gran precisión en los detalles y sin modificar su tono afectivo a lo largo de la sesión. David

permaneció callado y serio sin involucrarse más que para confirmar información que su padre le

solicitaba. Juan se mostró intimidante y descalificador conmigo. Respecto a los objetivos que les

gustaría alcanzar viniendo a terapia, Juan quiere que sus hijos mejoren su autoestima y que no les

afecte en su vida futura lo que han pasado con el divorcio, una señal de mejoría serían mejores

calificaciones en la escuela. David confirma que su objetivo sería mejorar sus calificaciones. Hijo

menor con orden de restricción.

Intervenciones. Unión y acomodación, mimetismo, escenificación, rastreo.

55
Análisis. La forma en la que Juan se condujo hacia mí y la conducta de David durante la

sesión, así como sus relatos (huida de la esposa y luego de los hijos, intimidación a terapeutas del

DIF, orden de restricción hacia Daniel) aportan material para considerar que Juan es un hombre

violento y rígido. No es muy claro lo que está buscando con esta terapia, puede ser que quiera

usar este proceso terapéutico para alguna cuestión legal. Él plantea una preocupación por ejercer

su paternidad de forma adecuada, lo que podría trabajarse para construir un objetivo terapéutico.

Sesión 2. Asistieron David y Daniel. Hablamos de la confidencialidad. David y Daniel

estuvieron serios al inicio de la sesión respondiendo con frases cortas David expresó preocupación

por la vigilancia y control de su tía hacia Daniel, intenté profundizar en el tema pero respondían

evasivamente. Busqué cambiar el tono afectivo de la sesión con bromas y ellos se relajaron.

Relataron cómo han vivido el proceso de separación de sus padres y algunos episodios de violencia

de su papá hacia ellos. No les fue posible plantear expectativas ni objetivos para este espacio. Al

final resalté la buena relación que hay entre ellos, la complicidad y el cuidado mutuo. Tarea:

“planear juntos qué quieren para este espacio”.

Intervenciones. Unión y acomodación, rastreo, mimetismo, construcción de la realidad-

lados fuertes, fijación de fronteras, consejo experto.

Análisis. Esta sesión aportó una gran cantidad de información a pesar de que al inicio los

hermanos estaban distantes y desconfiados, situación que esperábamos. A partir de lo narrado,

hay más elementos que confirman la hipótesis de Juan como hombre violento. Los recursos con

los que cuentan fueron más claros, aunque pareciera que el padre tiene control total, se hicieron

visibles las grietas por las que ellos han logrado huir de esto. La relación entre ellos, con su

hermano mayor y con su madre parece una fuente importante de apoyo y contención.

Sesión 3. Asistieron David y Daniel. No lograron concretar objetivos para el espacio

terapéutico. Plantearon “ser menos enojón” (David) y “ser menos latoso” (Daniel). Hablaron de

56
sus numerosos encuentros anteriores con psicólogos, hice notar sus respuestas parecían

aprendidas y por deseabilidad social, que este espacio se sentía como si no fuera necesidad suya

sino un trámite más. Hablaron de cómo ha cambiado la relación con su padre y cómo éste cambió

a lo largo de los años (refieren problemas con el alcohol; antes les daba buen ejemplo y trabajaba,

ahora ya no; toda su familia le da dinero).

Intervenciones. Intensificación, enfoque, rastreo.

Análisis. Respuestas estereotipadas para evitar brindar información, quizá producto de la

gran cantidad de encuentros que han tenido con psicólogos durante el proceso legal. Intenté

construir con ellos un objetivo terapéutico pero no lo conseguí y me resultó frustrante. El grupo

tuvo la misma sensación de atascamiento, de no saber qué hacer con esta situación. Considero

que los chicos no están normalizando la violencia pues, tienen muy claro que no quieren vivir con

su papá, las situaciones y conductas que les desagradan y de las que intentan huir, sin embargo

son conscientes que se encuentran en medio de un proceso legal delicado que no quieren

complicar más.

Sesión 4. Asistió Juan. Expone que sus hijos y la madre de sus hijos quieren romper el

vínculo padre-hijo. Se explica a sí mismo el rechazo de sus hijos como influencia de la madre y la

fantasía que ellos tienen (no sabe cuál fantasía).Devalúa las capacidades maternas de su expareja

y la declara incapaz de hacerse cargo de sus hijos. Evade hablar del impacto que ha tenido el

proceso de separación en él y en la vida afectiva de sus hijos.

Intervenciones. Enfoque, intensificación, desequilibramiento, complementariedad.

Análisis: Se buscó trabajar a partir de alguna fisura afectiva, sensibilizando a Juan para

desarrollar empatía y reconocimiento de las necesidades de sus hijos, sin embargo no fue posible.

Si bien el discurso de Juan tiene una estructura lógica coherente pero no hay modulaciones

afectivas, todas sus narraciones tienen el mismo tono plano. Probablemente Juan sea una persona

57
que no es capaz de nombrar ni manejar sus propias emociones, aún no sé si haya reconocimiento

de los mismos pero me gustaría explorarlo. Quizá sea esta ceguera afectiva, hacia sí mismo y hacia

los demás, lo que le impida visualizar la dimensión y los efectos de su violencia.

Sesión 5. No se presentó. No asistió ni llamó para cancelar su cita. Llamé para concertar

nueva cita pero no se encontraba en casa por lo que le dejé un mensaje diciendo que lo esperaba

la próxima sesión indicando fecha y hora pero tampoco se presentó, por lo que el caso fue dado

de baja siguiendo el reglamento de la institución.

Análisis teórico-metodológico

El modelo estructural es un cuerpo teórico-metodológico que ha mostrado ser eficaz en

una amplia variedad de contextos y situaciones pues brinda un amplio panorama versátil para el

abordaje de problemas familiares y de pareja, así como una sistematización en sus estrategias de

intervención (Desatnik, 2004).

Siendo la familia el grupo social cuya organización y estructura califican la experiencia de

los miembros que la componen (Minuchin, 1979), el impacto que la violencia tiene en ellas es

devastador, sobre todo cuando legitimada no sólo dentro el microsistema –factores individuales y

relacionales– sino además en el exosistema –instituciones, es este caso las instituciones judiciales–

por no mencionar el macrosistema –factores sociales como las normas culturales–

(Bronfenbrenner, 1987). En el microsistema, Juan muestra un rol de género bastante rígido en el

que es frecuente utilizar la intimidación como configuración relacional, utilizada a nivel

institucional para obtener el espacio terapéutico y conmigo de una forma implícita descalificando

y relatando los procesos iniciados contra colegas pertenecientes a otras instituciones, y no

descartamos que también con su familia. Susana huyó de la dinámica familiar violenta y los hijos

intentan hacer lo mismo, aún así algunas conductas de Juan como la rigidez, el control o los golpes

a sus hijos, no son cuestionadas por la familia extensa de este.

58
Respecto a la legitimización de la violencia en el exosistema ambos hermanos refirieron

que en constantes ocasiones ellos manifestaron explícitamente su voluntad de vivir con la madre y

esto se había logrado, pero no tienen claro cómo es que al final el padre ganó la guardia y custodia

cuando ya había sido asignada a la madre. Esto generó una cierta desconfianza hacia mí y el

espacio terapéutico pues para ellos nosotros estábamos realizando la enésima evaluación

psicológica. Es decir, yo y el equipo representábamos una extensión de ese sistema que había

legitimado el poder de Juan, situación que complicó el proceso de asociación con el subsistema

fraterno. Cuando finalmente logré asociarme con ellos en las sesiones a las que asistieron sin Juan,

manifestaron no sentir necesidad del espacio terapéutico pues el espacio seguro y confiable que

proponíamos como meta terapéutica ellos ya lo tenían cuando pasaban el fin de semana con su

madre y su hermano mayor. En un momento de honestidad mencionaron que lo único que

querían era poder vivir con su mamá y sabían que esta no era la vía para generar algún cambio en

ese aspecto. El subsistema fraterno es vivido por David y Daniel como un gran recurso, lado fuerte

de esta familia, que quizá pudo haberse enfocado e intensificado si el proceso hubiera continuado,

incluso invitando a su hermano mayor.

A partir de la disolución del sistema conyugal, el sistema parental debería entrar a un

proceso de exploración y negociación de nuevas pautas de funcionamiento para continuar

cumpliendo con su función principal de protección y socialización de los hijos. De no hacerlo, no

sólo generará dificultades en el cumplimiento de su función principal sino que además los viejos

programas que gobernaban la vieja familia continuarán a controlar sus respuestas habituales

generando altos niveles de tensión en todos los miembros (Minuchin, 1974, 1991) como es el caso

de esta familia. Sin embargo, la exploración y negociación de nuevas pautas en el sistema parental

implican una jerarquía similar en ambos componentes del subsistema, me refiero a una igualdad

de circunstancias –mismo entrenamiento en el ejercicio de poder y mismo acceso a recursos

59
sociales y económicos que habilitan para tal ejercicio– (Ravazzola, 1997 en Díaz, 2010), que no

parece ser la situación de Juan y Susana. Así, el incumplimiento de la función de protección y

socialización parece ser reforzado por las instituciones que reproducen esta diferencia en el

ejercicio de poder.

Los límites externos rígidos de la familia establecidos por Juan bloqueaban el proceso de

asociación, sin embargo en su ausencia estos se flexibilizaron. Explícitamente había una solicitud

de intervención, sin embargo la estereotipación de las respuestas en su presencia, implícitamente

establecía un límite rígido hacia la terapeuta que impidió los procesos de asociación e

intervención. Quizá la hipótesis de los límites difusos padre-hijos sólo era aparente ya que en

ausencia de Juan era notorio cómo el susbsistema fraterno lograban marcar un límite, protegiendo

del padre la relación entre ellos y con la madre, con quien tenían una alianza que no podían hacer

explícita de frente al padre, David porque vivía con Juan y Daniel con la hermana de este.

Minuchin (1991) plantea que estudiar a la familia como unidad independiente de su

contexto social, particularmente en casos de violencia y casos donde la familia se encuentra en

medio de diferentes instituciones y figuras profesionales –abogados, jueces, asistentes sociales,

psicólogos–resulta sólo en intervenciones sin perspectiva como puede ser interesarse sólo por los

menores o buscando controlar a quien ejerce violencia, logrando una continuación de la pauta. Al

inicio del desarrollo de su modelo Minuchin abrazó el principio sistémico de circularidad y

retroalimentación asumiendo que ninguna problemática es unilateral, sin embargo es importante

destacar la peligrosidad de asumir que todos tienen un papel equivalente como señalado por las

terapeutas sistémicas feministas Walters, Carter, Papp y Silverstein (1991). Así, ya desde sus

trabajos de la segunda mitad de los ochentas Minuchin (1991), por influencia de diferentes

profesionales con perspectiva feminista, empezó a reconocer la importancia de “acrecentar la

conciencia de hombres y mujeres de cómo nuestra cultura controla y estrecha nuestras

60
respuestas” (p.159) al trabajar con familias con violencia. Además, el creador del modelo

estructural hace referencia a su repudio a trabajar con hombres violentos y considera la

separación familiar como única manera racional de tratar la violencia. Sin embargo en algunas

ocasiones como esta, el agresor buscará mantener la pauta de control en la familia por diferentes

medios por no mencionar las agresiones hacia los hijos, no sólo las físicas sino también la

intimidación y la ausencia de reconocimiento a sus necesidades, por lo que es necesario intervenir

en dichas pautas cuando no es viable el distanciamiento. Por esto, insistí en generar algún tipo de

asociación con Juan, lo que hubiera permitido algún tipo de intervención, que quizá habría podido

conducir a un trabajo de sensibilización al reconocimiento de las necesidades de sus hijos y a los

efectos de sus acciones, así como al trabajo de deconstrucción de roles, jerarquía. Esto habría

podido llevar a la familia a generar nuevas pautas transaccionales alternativas y flexibles,

permitiéndoles una mayor adaptación a las demandas de la nueva estructura familiar,

garantizando el desarrollo y coevolución de todos los miembros de esta familia (Velasco y

Sinibaldi, 2002).

Reflexiones del caso

Si bien Minuchin iniciaba a considerar, a partir de los trabajos de diferentes profesionistas

feministas, el análisis y crítica del orden cultural que subordina a la mujer, su modelo no logra

hacer una reflexión profunda sobre el ejercicio de poder y los roles de género, acción necesaria

cuando se trabaja con temas de violencia dentro de la familia. Además, Goodrich, Rampage,

Ellman y Halstead (1989), contrarias a la concepción del modelo estructural, refieren que la

estructura familiar no tiene que ser jerárquica, sino democrática, sensible y consensual.

En el momento en el que me fue asignado el caso, el relato de la historia de esta familia y

la forma en la que Juan solicitó, o mejor dicho exigió el servicio, me generó varias expectativas

negativas y me sentí intimidada por un hombre que ni siquiera conocía. Decidí aceptar el caso ya

61
que implicaba el reto de un posicionamento más directivo para poder hacerme cargo de la sesión

y no permitir que fuera él a tener control de la situación, es decir lograr interrumpir, confrontar y

cuestionar directamente, lo que me resultaba muy difícil hacer sobre todo con las primeras

familias con las que me encontré durante la formación.

Esta fue la primera vez que me encontré con un consultante como Juan: rígido, con

discurso estructurado, sin expresiones emocionales, descalificador, controlador y con agresiones

veladas hacia mí. Considero que hubo cambios en Juan, quizá mínimos, pues aunque en repetidas

ocasiones rechazaba mis observaciones posteriormente las retomaba como válidas, respetaba mis

reglas y mis límites, situación que no se presentó en la primera sesión. Si bien considero que me

faltó hacer movimiento más directos, lo que dilató los tiempos de exploración, asociación

(Minuchin, 1979) y apertura del motivo de consulta (Minuchin, Nichols y Lee, 2007), para mí era

más importante lograr que David y Daniel dejaran las respuestas estereotipadas y trabajar en la

alianza terapéutica para poder evaluar el riesgo concreto que corría sobre todo David –Juan no

podía acercarse a Daniel debido a una orden de restricción–. En la primera sesión que tuve sólo

con ellos, después de que logré ir más allá de las respuestas rígidas y generar un diálogo con ellos,

me sentí en un huracán de emociones intensas a partir de sus relatos: secretamente ponerse hojas

de periódico debajo de la playera para que los golpes con el cinturón dolieran menos, el dolor por

no poder vivir con su madre, aquello que generó que Daniel escapara de casa –motivo de la orden

de restricción–, la impotencia de David y la decisión de quedarse para que su mamá no tuviera

más problemas legales, la incomprensión de las decisiones tomadas por el sistema judicial, por

mencionar algunos. Ellos se habían relajado y aceptado el diálogo a partir de mis movimientos

para generar una atmósfera casi humorística, de hecho los relatos los hicieron con este tono:

riendo y con una narrativa épica con ellos como héroes. Sin embargo yo tuve que salir un

momento porque no podía seguir manteniendo el diálogo con el mismo tono emotivo de ellos, al

62
contrario, me sentía al borde del llanto. Después de unos minutos pude regresar y terminar la

sesión.

En lo que respecta al trabajo con Juan, coincido con Minuchin en la dificultad de trabajar

con una persona que sabes que ha sido capaz de maltratar. No fui capaz de generar una

asociación, sí por su rigidez y control pero también porque quizá mis ideas sobre Juan fueron más

limitantes que útiles pues no fui capaz de verlo más allá de su ejercicio de violencia. No encontré

ni pude generar alguna apertura con la cual poder trabajar, yo pasaba del enojo y la fuerte

sensación de injustica, al sentirme intimidada, cuando hablaba de todos las quejas y procesos

internos que realizó contra los colegas con los que había tenido contacto antes de llegar a este

espacio, o aburrida porque cuando hablaba parecía que estuviera casi leyendo sin entonaciones

afectivas y sin espacio para un diálogo en lugar de un monólogo. Tampoco logré generar un

objetivo terapéutico compartido en el que él se sintiera implicado en primera persona ya que no

percibía ninguna necesidad de cambio pues eran todos los demás quienes debían cambiar, ni pude

hacer lograr que se sintiera parte de las pautas interactivas familiares, es decir que asumiera

responsabilidad en estas.

Si bien logré generar un diálogo y colaboración, asociación, con el subsistema fraterno, no

pude construir un objetivo terapéutico, y con Juan no logré ninguna de las dos cosas por lo que

califico esta experiencia como un proceso terapéutico con fracaso clínico. Coleman y Gurman

(1985) hacen referencia a una genuina motivación de una terapia por parte de los clientes como

uno de los factores más importantes para el éxito terapéutico, y en el caso de esta familia la

motivación genuina no parecía estar presente y no pude coconstruirla con ellos.

A pesar de esto, este es un caso que ha resultado muy formativo en diferentes aspectos ya

que: a) me ha impulsado a implementar estrategias para tener el control del espacio terapéutico y

hacer que tanto mis reglas como mis límites sean respetados; b) me ha confrontado a la necesidad

63
de desarrollar un posicionamiento diferente para que el espacio sea generativo y no sólo

contención; c) me ha hecho asumir que también los terapeutas tenemos una fuerte vida emotiva

durante las sesiones; d) cuestionar mis propias ideas, que a veces pueden limitar mi actuar al

rigidizar mi visión no permitiéndome aproximarme para conocer a las personas más allá del

problema; e) ha enfatizado la necesidad de asumir mi responsabilidad ética dentro del espacio

terapéutico.

Analizando el caso clínico a posteriori, he reflexionado sobre todo lo que hubiera podido

hacer diferente, todo aquello que quizá habría resultado útil, sin embargo, la violencia

intrafamiliar es un tema lleno de retos para los terapeutas principiantes, sobre todo cuando se

trabaja con el agresor y cuando la familia se encuentra atravesando procesos legales. Sí la falta de

experticia clínica influye, pero también el desconocimiento de modelos terapéuticos que

consideran factores como las relaciones de poder, las normas culturales, el género, la relación de

la familia con las instituciones, entre otras, que amplían y complejizan la visión, el análisis y la

intervención del terapeuta, llevando a interacciones más generativas y útiles para el sistema

terapéutico.

64
3.1.2 Alejandra: multiplicando posibilidades

Ficha de identificación

Usuario: Alejandra y familia

Sede: Hospital Psiquiátrico Infantil “Dr. Juan N. Navarro”

Terapeuta: Yineguela Jiménez Álvarez

Supervisora: Mtra. Ana Ma. Ramírez H.

Sesiones: 13

40 40

Alejandro María

2003 2007

15
7
Alejandra Carlos

Motivo de consulta y categorías diagnósticas

Tanto el diagnóstico como la descripción del motivo de consulta fueron realizados por un

psiquiatra de la Unidad de Adolescentes Mujeres.

Diagnóstico: F33.2 Trastorno Depresivo Mayor Recurrente- episodio actual grave, F34.1

Distimia, F91.3 Trastorno Negativista y Oposicionista Desafiante, Z63.2 Soporte Familiar

Inadecuado.

65
Motivo de consulta: “disfunción familiar, desintegrada. Los padres de la paciente se

encuentran separados y discuten frecuentemente para establecer límites. La paciente tiene

dificultad para establecer límites con tendencia a la idealización y devaluación”.

En entrevista directa con la familia, refieren como motivo de consulta: Alejandra no sigue

reglas y no acepta los castigos ni regaños derivados del incumplimiento de dichas reglas, lo que la

lleva a reaccionar agresivamente con los demás y con ella misma, evadiendo así las consecuencias

de su comportamiento.

Ambos padres desean que su hija “mejore”, lo que significa: no más crisis, que no se

lastime, verla contenta y haciendo algo más que dormir, lograr un vínculo cercano con ella, que

mejore sus calificaciones para que logre ingresar a la preparatoria. El objetivo de Alejandra es ya

no volver a ser internada, ya me dejen en paz.

Tanto María como Alejandro, a pesar de su limitada convivencia padre-hija, han buscado

establecer límites a través de castigos o dando “un voto de confianza”, pero no han obtenido

resultados positivos, reportando que “está cada vez peor”. Cuando Alejandro o María buscan ser

más severos con los límites y la disciplina, Alejandra busca el apoyo del otro “saliéndose con la

suya”.

Fuente de referencia

Unidad de Adolescentes Mujeres (UAM), unidad que se encarga de la hospitalización de

usuarias en estado agudo, con riesgo de daño a sí mismas o a otras personas.

Tiempo en lista de espera

Una vez concluida la fase de hospitalización, la usuaria continúa su tratamiento

multidisciplinario en los distintos servicios que ofrece el hospital. La primera sesión en el servicio

de Terapia familiar fue el día posterior del término de su hospitalización.

66
Breve descripción del proceso terapéutico

Las sesiones se realizaron con frecuencia flexible, es decir, posterior a los internamientos

las sesiones fueron semanales para después ser espaciadas a frecuencia quincenal y mensual. La

estructura del sistema terapéutico fue variable, en este sentido, el proceso se adaptó a las

necesidades y contingencias de la familia.

Sesión 1. Asistieron Alejandra, María y Alejandro. El día anterior Alejandra salió del

internamiento hospitalario así que la familia buscaba reorganizarse. Después de que la familia

hablara del problema y sus expectativas de este espacio, María informó que se le agotaron los

recursos y no tiene pensado hacer nada más al respecto, renunciando completamente a hacerse

cargo. Alejandra irá a vivir con su padre y sus abuelos paternos. Mientras estábamos cerrando la

sesión, poniéndonos de acuerdo en la fecha de la próxima sesión, Alejandra tuvo una crisis

(autolesiones), desencadenada por la noticia de que no se le devolverá el celular. El personal del

hospital tuvo que intervenir, amenazándola con que si no se tranquilizaba, la internarían

nuevamente.

Sesión 2. Asistieron Alejandra y Alejandro. María decidió no participar en el proceso

terapéutico familiar, debido al alto nivel de conflicto con Alejandro. Esto ha dificultado la

reintegración de Alejandra a la escuela pues María no permite el acceso de su hija a casa, por lo

que no ha sido posible tener acceso a ropa, documentos y material escolar. María informó a

Alejandro que el contacto tendrá que ser por la vía legal. Se hace notar cómo es que esta situación

ha generado cercanía padre-hija. Hablamos de que pareciera que todos los miembros de esta

familia sienten una gran confusión, y de cómo la confusión puede generar angustia y miedo,

haciendo que algunos miembros se retiren y otros pierdan el control. Refieren que las crisis de

Alejandra han disminuido, exploramos cómo se explican este cambio. Refieren que a pesar del

estrés generado por la actitud de María, Alejandra se ve relajada por no asistir a la escuela. En la

67
nueva dinámica familiar los abuelos paternos han tenido un rol importante, ya que Alejandro se

encuentra fuera de casa una gran parte del día por motivos laborales, sin embargo, ha sido

complicado que estos sean vistos con autoridad Se les envía invitación a la próxima sesión.

Sesión 3. Asistieron Alejandra y ambos abuelos paternos. Los abuelos expusieron sus

dificultades, no tienen muy claro cuáles deberían ser sus funciones ni de qué forma llevarlas a

cabo, además enfatizaron sus limitaciones físicas. Entre que es difícil contactar a Alejandro y que

Alejandra no acepta su autoridad, cuando los abuelos buscan “disciplinar” se desencadena una

crisis. Alejandra siente que sus abuelos no la conocen y por eso no la entienden. Surge la idea de

que se forme un “bloque de adultos”, siendo Alejandro el eje principal que toma las decisiones y

los abuelos un apoyo operativo. Hablamos de cuando no hay crisis, surgió el tema de adolescencia

como época de transición niño-adulto y la idea de que Alejandra podría comenzar a hacerse cargo

de algunas cosas, es decir ejercer control sobre algunos aspectos de su vida de acuerdo a su edad.

Sesión 4. Asistió Alejandra, quien había solicitado una sesión sola para poder hablar de sus

problemas “más íntimos” En esta ocasión vendría sola a sesión y se haría cargo de todo lo que

implicaba. Llegó tarde. Habló de las dificultades que tuvo que afrontar para poder llegar, desde

despertarse sola, hasta tener que prepararse algo de comer y preparar su ropa, cosa que ahora

hace ahora su abuela y antes su mamá. Hablamos de la adolescencia, de los retos de querer tener

más libertad y de cómo entre más se quiere evitar la vigilancia de su padre no respondiendo el

teléfono, por ejemplo, hace que Alejandro y abuelos sean aún más vigilantes de lo normal.

Introduje el tema de la responsabilidad explorando con ella cuál era la responsabilidad hacia el

cuidado de la familia de cada uno de los integrantes de esta. Habló de las problemáticas que está

afrontando en la escuela, entre el peso del trabajo atrasado y que ya que “se supo” que estuvo

internada en el hospital psiquiátrico, así como de la relación con su novio. Se explora la diferencia

68
niño-adulto, la idea de la adolescente quiere límites más flexibles para explorar y resolver

problemas. Se acuerda con ella una nueva cita individual.

Sesión 5. Cita con Alejandra. No asistió. Días después llamó para reagendar su cita.

Sesión 6. Asistió Alejandra. La sesión anterior ya se encontraba fuera del hospital pero no

entró debido a que tuvo una discusión con su novio y se disculpó. Se exploró cómo se presentan

las crisis en diferentes contextos. Comentó que cuando se presentan las crisis, sus amigos la visitan

en casa, le llaman por teléfono y están muy atentos a ella. Debido a que en una crisis ingirió 3

pastillas para dormir, Alejandro decidió suspenderle los medicamentos psiquiátricos. Al ahondar

en los motivos, comentó que no intentó suicidarse sólo quería “dormir y dormir”, después de que

su novio terminara la relación. Al explorar, refiere que de momento las crisis se encuentran

desactivadas y considera que es debido a que su novio y ella retomaron la relación de pareja, él

está muy atento a ella y la “mantiene tranquila”. Antes se presentaba cuando sentía algún tipo de

injusticia: que él terminara la relación, en casa cuando se encontraba castigos que consideraba

inmerecidos, cuando no recibía algo que consideraba merecer, entre pares cuando sentía que

alguien la había traicionado o lastimado. Llegamos a la idea de que de alguna forma estas crisis a

veces funcionaban como una forma de protección ya que convocaba a quienes se portaban

cariñosos con ella y alejaba a quienes generaban esta sensación de injusticia y dolor.

Sesión 7. Asistieron Alejandro y abuelos. Se ha buscado un mayor acuerdo entre padre y

abuelos, quienes han mostrado una gran disposición. Se les pidió a los tres que en privado, es

decir sin que estuviera presente Alejandra, acordaran las reglas de casa y las consecuencias de no

cumplirlas. Así podrían dar una mayor estructura a la convivencia y habría menos confusión. Padre

y abuelos reportan mayor colaboración de Alejandra en las labores del hogar, sin embargo ambos

abuelos dicen sentirse ineficientes al momento de disciplinarla pues temen que Alejandra se enoje

y se haga daño. Así, es frecuente que ésta rompa las reglas (particularmente la hora de llegada

69
preestablecida) sin obtener consecuencias. Solicitan a Alejandro que se haga cargo, sin embargo

este menciona que siendo su única hija y no habiendo estado presente por tanto tiempo, le da

miedo que ponerse muy rígido con la disciplina pierda la cercanía y complicidad que se ha

generado estos meses. Hablamos de las funciones de los padres, en cómo poder establecer límites

desde la ternura y el amor. Los padres de Alejandro compartieron su experiencia y mencionaron

que ser padre significa “entrarle a todo y hacer lo que se tiene que hacer aunque a los hijos no les

guste”. Alejandro pudo recordar experiencias en las que sintió que sus padres estaban siendo muy

rígidos pero que después agradeció.

Sesión 8. Asistieron Alejandra y Alejandro. Iniciaron la sesión hablando de que las cosas

están más tranquilas en casa y Alejandro refiere que han logrado que el “bloque de adultos”

funcione mejor y sea efectivo pues Alejandra ha estado cumpliendo con las reglas y aceptando las

consecuencias de cuando no las cumple, los abuelos se han visto menos superados y Alejandra ha

estado más tranquila. En forma de juego Alejandra le reclamó a su padre que no tenga tiempo

para ella, que esté siempre ocupado y que prefiera pasar tiempo trabajando o con su novia.

Alejandro le respondió que a veces tiene mucho trabajo a lo que su hija respondió que sólo

cuando está muy mal se hace presente, pero que cuando está bien prefiere hacer otras cosas.

Retomamos la idea del síntoma como forma de convocar que habíamos discutido sesiones

anteriores. Exploramos las veces en las que esto no ha sido así. Es decir, rescatamos los relatos de

cuando Alejandra, estando bien, activó la presencia del padre pidiéndolo abiertamente,

proponiendo actividades, también de cuando Alejandro busca pasar tiempo con ella.

Pausa por hospitalización. El padre de Alejandra llamó a la terapeuta para informarle que

ésta había sido hospitalizada por ingesta de aproximadamente 10 pastillas de quetiapina.

Posteriormente fue trasladada al Hospital Psiquiátrico Infantil en donde se encuentra interna. El

padre dice sentirse muy preocupado sin saber qué hacer, le interesa seguir con la atención en este

70
servicio pero solicitó no tener sesiones en conjunto con María ya que han tenido fuertes

discusiones. María no quería proporcionarle los documentos necesarios para la hospitalización de

Alejandra. Una vez internada en el Hospital Psiquiátrico Infantil, la supervisora buscó solicitó

permiso para que pudiéramos acceder a una entrevista con Alejandra pero el personal de la

Unidad Adolescentes Mujeres no lo permitió argumentando que esta se encontraba en

aislamiento total hasta nuevo aviso.

Sesión 9. Asistió Alejandra. Relata que después de que su novio terminó con ella sintió que

ya nada valía la pena, además ese mismo día discutió con sus amigas de quienes esperaba apoyo y

en casa, al llegar fue regañada y castigada por llegar tarde. En un momento de impulsividad

decidió tomar las pastillas, aunque después se arrepintió. Comenta que en el internamiento

entendió que en realidad su ex novio no valía tanto la pena, sólo que en ese momento le dolió

mucho y sintió que nadie la iba a entender. Refiere que después del mes de internamiento, su

mayor problema es su situación escolar actual pues debido a los dos internamientos su promedio

disminuyó. Además no se siente suficientemente preparada para el examen de ingreso al

bachillerato. Hablamos de lo que pasaría en caso de no ser aceptada en las opciones que eligió: lo

que pensaría de sí, cómo se sentiría y qué acciones acompañarían esos pensamientos y

sentimientos. Considera que podría repetir el último año y vio algunas ventajas en esto. Hablamos

de la posibilidad encontrarse con un escenario frustrante y los recursos que le pueden servir para

afrontarlo. Alejandra comentó haber estado en mayor contacto con su madre y que incluso desea

regresar a vivir con ella pero no lo ha comentado con su padre, lo que puede ser generador de

conflicto entre ambos padres en caso de no hablarlo.

Sesión 10. Asistieron Alejandro y María. Ambos padres aceptaron tener una sesión en

conjunto en la que se habló de la importancia de llegar a acuerdos entre ellos. Hablamos de cómo

el no comunicarse directamente y hacerlo a través de su hija desencadena fuertes conflictos entre

71
ellos pues el mensaje llega editado o con modificaciones. Hablaron de las dificultades que tienen

para comunicarse directamente y para llegar a acuerdos ya que invariablemente terminan en

fuertes discusiones en donde se reclaman todo lo que ha pasado entre ellos. Se propuso separar

los roles de pareja afectiva, o expareja en este caso, de la pareja parental. Así, logramos trabajar

para llegar a acuerdos Se acordó: comunicación directa entre ellos, tomar en conjunto las

decisiones concernientes a la salud y educación de Alejandra, delimitar las decisiones a ellos dos

dejando a los otros miembros de la familia como apoyo (abuelos, tíos), así como compartir con el

otro las estrategias que a cada uno le funciona frente a las crisis de su hija. Si bien María desde el

inicio había decidido abandonar el espacio terapéutico, mencionó estar dispuesta a asistir una vez

por mes. quizá para repetir el ejercicio de hoy, para tener un espacio con Alejandra y para lo que

se requiera para mejorar la situación en la que se encuentran.

Sesión 11. Asisten: María (Alejandro y Alejandra tuvieron un imprevisto y no pudieron

llegar). María refiere que ha habido una mayor colaboración entre Alejandro y ella, han podido

organizarse para que Alejandra pase los fines de semana con su mamá y su hermano. Refiere que

Alejandra ha tenido buena adaptación a esta nueva organización y ha estado tranquila, sin

embargo Carlos ha tenido complicaciones de adaptación a esta nueva dinámica. María relata la

historia de la pareja, hago notar que pareciera como si el tiempo se hubiera detenido y los

hubiera bloqueado en el momento de la separación, no pudiendo ir más allá manteniendo un alto

nivel de conflicto durante más de 10 años. El que Alejandra fuera a vivir con su padre permitió que

María tomara un tiempo para sí y de hecho está en proceso terapéutico individual. Refiere que ella

por años sólo sintió mucho enojo que siente que transmitió a Alejandra, por años pasaba de ser

explosiva y agresiva a fuertes depresiones, ahora se da cuenta de todo el dolor que se escondía

detrás de esas “máscaras”. Subrayó en cómo ahora están haciendo algo diferente y logrando

trabajar en conjunto priorizando el bienestar de Alejandra, a pesar de todo. El foco está en educar

72
a Alejandra, no María a Alejandro ni Alejandro a María. Si bien se están confrontando con estilos

de crianza diferentes al propio, el poder comunicarse les ha permitido llegar a acuerdos. Hablamos

de los cambios como bola de nieve y de la irreversibilidad, es decir, enfatizo la diferencia entre

quienes llegaron la primera sesión y quienes son ahora, todo aquello que están resignificando y

haciendo diferente.

Sesión 12. Asistieron Alejandro y Alejandra. Hablan de los cambios que han notado.

Alejandro habla de ver a Alejandra más tranquila y controlada. Tuvo una crisis desencadenada por

el suicidio de un amigo, Alejandro y María intervinieron en conjunto para tranquilizarla y después

hablar juntos de lo acontecido con su amigo. Alejandra se encuentra en un nuevo contexto

académico en donde nadie sabe de sus internamientos en el hospital psiquiátrico, es decir, puede

presentarse sin el estigma que han implicado estos internamientos. Además ahora pertenece al

grupo de porristas con el que se encuentra muy comprometida. Alejandra comenta que ella ha

notado que sus papás ya no se pelean y si lo hacen ella no se da cuenta. Alejandro cuida no sólo de

su relación con Alejandra sino también de la que esta tiene con María, no la desautoriza frente

Alejandra y ha abierto un espacio de autoridad para ella dentro de la casa paterna. Alejandra

menciona que su mamá la sabe tratar y controlar, pero que ahora Alejandro quiere ser papá y le

enoja que quiera asumir ese rol poniendo límites y demás cuando nunca estuvo presente, cuando

lo único que hizo fue “destruir la familia”. Alejandro interrumpe diciendo que sólo conoce la

versión de María pero que no fue así, que él buscó estar presente pero tenían una lucha de poder

en la que Alejandra quedó en medio. Buscando dar espacio a lo no narrado aún y pregunto si tiene

alguna anécdota en donde sí estuvo presente. Responde que muchas, que él siempre estuvo

pendiente y la iba a buscar, algunas veces dejaban que la viera y otras no. Nos comparte

conmovido algunas de estas anécdotas, definiéndolas como los mejores momentos de su vida. Le

pregunto cómo explicaría la actitud de Alejandra. Responde que Alejandra cree que va a ser

73
lastimada y ese dolor la encapsula protegiéndola de dolores más grandes, que al reconocerlo

como padre dejaría de defender ese dolor, se lo quitaría de encima y se abriría más permitiéndole

“ser una persona más íntegra en cuanto sentimientos, tendría la capacidad de ver que ella es más

que dolor”. Además refrenda su amor hacia ella “a pesar de que he estado ausente he sido

incondicional porque haga lo que haga ahí estoy. A lo mejor no se ve, no sé si lo van a agradecer o

no, pero es mi forma de darle amor”. Hubo una ampliación de la narración de paternidad.

Sesión 13. Asistieron Alejandra y Alejandro. Alejandro refiere que su hija ha sido más

cariñosa además la ve cada vez más haciendo responsable de sí misma –ropa, organización

horarios, tareas–. Entre los dos comentan que cuando llegaron estaban en 0, “todo

desquebrajado”, y ahorita están en un 8. Otro cambio que ha notado es que ella lo toma en

cuenta, lo busca y le cuenta sus cosas, lo que a Alejandro le da gusto. Relataron una casi-crisis en

la que Alejandra empezó a sentirse mal, a desesperarse, llamó por teléfono a Alejandro-diferencia

en ella- y él le respondió, no la mandó a la casa o con su mamá sino que le dijo “vamos a estar

juntos” abriendo un espacio para el diálogo –diferencia en él-. Alejandro comenta que sigue

asumiendo su rol de padre, el prepararla para la vida. No se sitúa en el 10 porque “quiero poner

límites y reglas pero no lo hago por miedo, miedo a que como berrinche busque hacerse daño. Lo

hago cuando está tranquila. No puedo permitirme no poner límites”. Siente que ahora son una

familia normal, cuando habla con sus amigos que tienen hijos de la edad de Alejandra se da cuenta

que están enfrentando las mismas complicaciones, aquellas propias de las familias con

adolescentes. Relata que para él fue un parteaguas verla internada en un hospital psiquiátrico y

pensó “no podemos estar así”. Alejandra menciona que hasta su mamá le dice “sea como sea ahí

tu papá está ahí contigo”. Alejandro le dice a su hija “que no estén juntos papá y mamá no quiere

decir que no quieran a los hijos, al contrario, es cuando más se quieren. A lo mejor puedo tener

una pareja, puedo estar bien con ella o no, pero yo sé que es diferente a la relación contigo y con

74
tus abuelos que su apoyo siempre va a estar ahí”. Reconoce el trabajo y cambios que ha realizado

María “que nos peleáramos siempre no ayudaba. Los dos queremos que esté bien Ale. No es lo

que uno quiere, es detenerse para ver qué es lo que ese ser está demandando y necesitando de

nosotros como papás. Intervengo yo o interviene su mamá. A lo mejor mamá es diferente de papá

pero cada uno tiene su forma”. Alejandra dice estar bien, tranquila, aunque muy ocupada con la

escuela y los entrenamientos del grupo de porristas, comenta que se siente bien tener a sus dos

papás, no tener que elegir, porque así cuando uno no está disponible puede recurrir al otro o que

hay cosas que su mamá entiende más y otras su papá.

Al cerrar el proceso me dieron un regalo, 2 pashminas, la primera con dos tonos del mismo

color, y la segunda de muchos colores, diciéndome “elegimos estas porque sentimos que llegamos

así, de dos colores, parcos, y que ahora nos vamos de muchos colores, con muchas posibilidades”.

Análisis teórico-metodológico

Sistema familiar

Historia familiar. Los padres se encuentran separados desde hace 13 años después de una

relación de pareja que duró 3 años. No se mencionan explícitamente los motivos pero se sugiere

infidelidad por parte de Alejandro. La madre refiere que el padre buscaba esporádicamente a

Alejandra, que incluso algunas veces decía que pasaría por ella y “la dejaba esperando”.

La relación entre María y Alejandro ha sido conflictiva desde antes de su separación hasta

la fecha, sin embargo Alejandro apoyó a María cuando nació Carlos. Les ofreció a los tres un

espacio dónde vivir en la casa que Alejandro comparte con sus propios padres. María relata haber

sufrido una “fuerte depresión” y el conflicto entre ella, Alejandro y los padres de Alejandro alcanzó

niveles muy altos por lo que Alejandro les pidió que se fueran de la casa. Desde entonces el

contacto de Alejandra con su padre ha sido intermitente dado que Alejandro “rara vez se involucra

en las problemáticas de su hija y no cumple su palabra” y Alejandra “sigue molesta por la

75
separación”. Además Alejandra no tolera la convivencia con la actual novia de su padre así que

esto ha generado un mayor distanciamiento entre ellos.

Sin embargo, recientemente María solicitó la presencia y apoyo de Alejandro ya que se

siente rebasada por la situación actual. Relata que cuando Alejandra ingresó a la secundaria

“comenzó con problemas de conducta”, no respetaba las reglas en la escuela ni en casa, comenzó

a tener comportamientos cada vez más agresivos hacia sus compañeros y hacia su madre,

llegando a los golpes en ambos contextos. Dichos problemas se han intensificado en el último año

y la relación madre-hija es cada vez más espinosa, María no logra establecer límites que sean

respetados y ya no sabe cómo hacerse cargo pues además se han sumado las autolesiones de

Alejandra. La relación entre ambos progenitores es muy problemática, por lo que es imposible

llegar a acuerdos respecto a cómo afrontar esta situación.

Hace un mes María descubrió accidentalmente conversaciones en las que Alejandra

insultaba y amenazaba fuertemente a algunas de sus compañeras de escuela, esto desató una

discusión que rápidamente se salió de control y Alejandra inició a autolesionarse. En casa también

se encontraban la hermana de María con sus hijos pequeños (núcleo familiar con quien comparten

la casa que era de la madre de ambas) y Carlos. Tal escena asustó a los niños, generando más

estrés y la hermana de María sugirió llevar a Alejandra al Hospital Psiquiátrico Infantil “Dr. Juan N.

Navarro”. Así lo hicieron con la ayuda de Alejandro, a quien María ya había contactado. Alejandra

estuvo internada durante casi 1 mes. El día posterior al salir del internamiento, tuvo su primera

sesión en el servicio de Terapia familiar.

Sistema significativo. Respecto a todas las unidades (personas o instituciones) que se

activan en el intento de aliviar los problemas (Boscolo et al., 2003) se pueden identificar:

- Dentro de la familia, tanto María como Alejandro se han activado de forma constante

para buscar solucionar el conflicto. Si bien María en algún momento haya decidido

76
alejarse, fue un intento de solución pues buscaba que fuera Alejandro quien se hiciera

cargo.

- Respecto a la familia extensa, tanto la tía como los abuelos paternos pertenecen al

sistema significativo. Por una parte la tía materna, por la convivencia cercana con María

e hijos fue quien sugirió la intervención psiquiátrica. Los abuelos paternos por un lado

representaron un apoyo en la crianza y cuidado de Alejandra, volviéndose figuras

significativas para ella después del internamiento. También han jugado otro papel

importante en la historia familiar ya que ellos no estaban de acuerdo en la relación de

Alejandro con María a quien rechazaron y con quien han tenido una relación conflictiva

desde el inicio.

- Asimismo sus compañeros de escuela, amigas y novio han tenido un rol importante ya

que por un lado resultaban fuente del enojo y frustración que desencadenaban las crisis

(el evento que llevó al primer internamiento se dio a partir de conflictos con algunas

compañeras de escuela, por ejemplo), por el otro resultaban una fuente importante de

apoyo y cuidado.

- La escuela también resulta significativa ya que los internamientos conflictuaron la

relación con la institución educativa. Además, al filtrar la información, se hizo público el

estigma del diagnóstico psiquiátrico. Así Alejandra pasó a ser desacreditada, dañando su

identidad social y cambiando su interacción en el contexto (Goffman, 1963).

- El hospital psiquiátrico, como institución, ocupa un rol importante en el sistema de

significado. Por un lado es el contexto en donde se desarrollaron los encuentros

terapéuticos, como parte de un tratamiento multidisciplinario. Por el otro, las categorías

diagnósticas asignadas desencadenaron diferentes procesos a diferentes niveles dentro y

fuera de la familia.

77
- Personal del hospital psiquiátrico, tanto psiquiatras, vigilantes como personal del

servicio de Terapia Familiar, todos con un fuerte impacto en la vida de la familia. Los

psiquiatras realizaron diagnóstico, activaron otros servicios, medicaron, internaron, el rol

constante de los residentes no permitió que hubiera la sensibilidad para escuchar las

inquietudes de Alejandro respecto a la medicación o de la terapeuta familiar y

supervisora respecto al aislamiento. Los vigilantes juegan un rol importante en este

contexto ya que algunas veces son llamados a ayudar a controlar a los pacientes en

estado alterado como generalmente se presentan antes del internamiento. Después de

la crisis de la primera sesión, un vigilante fue asignado a nuestra área.

Procesos familiares. Fruggeri (2005) refiere que los procesos familiares se encuentran

interconectados y superpuestos por lo que es necesario analizar de forma integral los procesos

contextuales y recursivos en los que la familia se encuentra inmersa. En este caso:

- El primer internamiento de Alejandra y el diagnóstico psiquiátrico modificó las relaciones

dentro de la familia ya que se convocó a personas que habían tenido una presencia

oscilante hasta ese momento: Alejandro y sus padres, y generó distanciamiento de

aquellas que habían estado siempre presentes: María, Carlos, tía y primos maternos.

Para posteriormente pasar a una reorganización que los integrara a todos, en donde las

relaciones pasaron de estar impregnadas de un alto nivel de conflictividad a

colaborativas y de respeto, proyectadas sí al bienestar de Alejandra pero también al del

sistema familiar.

- La presencia de una tercera generación en la dinámica familiar potenció el proceso de

autonomía propio de la adolescencia, ya que debido a las limitantes físicas de los abuelos

Alejandra tuvo que iniciar a hacerse cargo de aquellas actividades de autocuidado (ropa,

organización de tiempos, planificación de actividades).

78
- El distanciamiento de María, por un lado le dio espacio para elaborar su historia con

Alejando y por el otro permitió que Alejandro se viviera en el rol de padre

- El cambio de contexto escolar, como parte de un proceso evolutivo, en el cual no se

informó de su relación con el instituto psiquiátrico, esto permitió a Alejandra vivirse más

allá de las crisis” con lo que pudo generar una red, comprometerse con otras actividades

(porrista). Con esto tanto Alejandro como María pudieron relacionarse de forma

diferente con Alejandra y con su contexto, ya que empezaron a experimentarse como

papás de una adolescente “normal” pudiendo hablar de sus dificultades en la crianza sus

contextos (familia extensa, amigos, trabajo).

Premisas
- Ayuda psiquiátrica como indicador de fracaso.

- El diagnóstico psiquiátrico de un hijo significa que fallaste como padre/madre.

- Padre/madre son los únicos responsables de bienestar o malestar de los hijos.

- Familia normal es aquella en la que el rol parental coincide con el de pareja conyugal.

- La separación de la pareja conyugal implica la destrucción de la familia.

- El enojo y la rabia protegen del dolor.

- Un buen padre/madre no tiene dudas ni dilemas sobre la crianza de los hijos.

- Ambos progenitores deberían tener el mismo estilo de crianza.

- El pasado nos define.

- Conmigo o contra mí.

- Ante el dolor o la frustración: atacar o huir.

- Papá/mamá deben ser infalibles.

- El amor es todo o nada (idealización vs devaluación).

79
Tiempos y concordancia entre los tiempos (individuales, de los subsistemas, familiares,

sociales y culturales). Sacchelli y Marinello (2018) refieren que las parejas que se encuentran en

medio de una separación conflictual, se hallan bloqueados e inmóviles en el tiempo, es decir, es

como si el tiempo se congelara. Dicho bloqueo temporal impide que el conflicto se agote,

imposibilitando el desarrollo de nuevas configuraciones relacionales necesarias para el

funcionamiento familiar. En la familia de Alejandra se hablaba de la separación de María y de

Alejandro como si hubiera acontecido recientemente. La intensidad emotiva en los relatos y la alta

conflictualidad respecto a los eventos que generaron la ruptura conyugal, generaban confusión y

no les permitía establecer un diálogo como pareja parental.

Aquél pasado ausente de la relación padre-hija deslegitimaba a Alejandro como padre. Él

no se sentía con derecho de poner reglas y establecer límites, Alejandra saltaba aquellos pocos

que él lograba establecer y para María era inconcebible que Alejandra se encontrara bien viviendo

con Alejandro, incluso algunas veces obstaculizaba que él cumpliera con sus funciones paternas

(por ejemplo el bloque al acceso de documentos para la escuela o para el hospital).

Hipótesis
- El dolor generado por la separación, mantuvo bloqueado el sistema, impidiendo que éste

desarrollara nuevas pautas de interacción que les permitiera adaptarse a una nueva

estructura familiar manteniéndolos en un estado de sufrimiento.

- La culpa de Alejandro y el rechazo de María –él no se acercaba porque los reclamos lo

hacían sentir culpable y María reclamaba porque abandonaba a su hija- impedían que

este ejerciera sus funciones de padre sobrecargando las tareas de crianza en María, la

cual se sentía sobresaturada. Así, ambos se sentían como padres incompetentes en este

rol, lo que les fue confirmado por el contexto con el ingreso de Alejandra a los servicios

psiquiátricos acompañado con el diagnóstico Z63.2 Soporte Familiar Inadecuado.

80
- La patologización institucional de la diferencia familiar –familia con padres separados,

familia con un miembro con un diagnóstico psiquiátrico- les confirma la sensación de

anormalidad y déficit.

- Visión binaria y lineal del mundo que les impide integrar una percepción más integral y

compleja del otro, de las relaciones ni de los acontecimientos.

Cambios en el sistema
- Alejandro y María separaron la pareja conyugal/afectiva de la pareja parental, logrando

así colaborar como equipo con un fin común: el cuidado, protección, contención,

bienestar de Alejandra, aunque ya no sean pareja conyugal/afectiva.

- Tanto Alejandro como María resignificaron sus competencias parentales, validando tanto

las propias como las del otro, viviéndose como padres más competentes. Esto les

permitió poder establecer límites flexibles que le permitiera a Alejandra experimentar,

volverse más autónoma y demás procesos propios de la adolescencia bajo la supervisión

parental.

- Integración de una cultura de la diferencia familiar, reconociendo los puntos fuertes que

esta nueva estructura familiar ofrece.

- Visión más compleja y circular, que les ha permitido posicionarse de forma diferente en

sus relaciones, en las que ya no hay necesidad de agredir o huir.

Reflexiones del caso (sistemas observantes)

Para este modelo, la postura del terapeuta es importante que algunos elementos útiles

para hacer una reflexión al respecto son prejuicios, curiosidad, respeto, irreverencia y emociones

(Cecchin, 1987; Cecchin, Lane y Ray, 1998; Fruggeri, 1992)

Prejuicios
- Peligrosidad del enfermo psiquiátrico. Siendo una institución total (Goffman, 2001), se

construyen muchos mitos sobre lo que pasa dentro de estos espacios y de los

81
participantes del mismo, sumado a que el estigma que trae consigo el diagnóstico

psiquiátrico hace que se vuelva un tema oculto, nadie quiere hablar públicamente de su

experiencia en primera persona o de algún participante de la familia. Culturalmente la

enfermedad mental ha sido un concepto altamente vinculado a la peligrosidad social,

idea que incluso se filtra a las personas que tienen una formación en psicología y/o

psicoterapia. Este fue mi primer caso en el contexto de una institución psiquiátrica y la

primera sesión, en la cual Alejandra comenzó a autolesionarse, fue mi primera sesión. Al

inicio me obstaculizó generar una relación particularmente con Alejandra.

- Los adolescentes manipulan Me resultó complicado no ver las crisis como manipulación

como lo referían tanto los padres como los abuelos, lo que después me hizo interpretar

de la misma forma el que hubiera llegado tarde a sesión o que no se presentara

- Un buen terapeuta se enfoca en eliminar síntoma. Las primeras sesiones, muy desde el

modelo estratégico que acabábamos de revisar, fueron guiadas por este principio, y cada

vez que reportaban una nueva crisis sentía que mi trabajo era ineficiente.

- Demostrar formalidad para ser respetada ya que mi edad me resta credibilidad como

terapeuta.

Estos prejuicios me bloquearon en algunos momentos del proceso pero pude ir más allá

gracias a la curiosidad, al respeto y a la irreverencia. Por ejemplo la curiosidad de conocer la

institución psiquiátrica me permitió conocer a algunas personas que trabajan ahí y comprender el

porqué de algunos procedimientos institucionales dentro de ese contexto tenían sentido aunque

para mí no, el porqué algunas áreas dentro del hospital funcionan tan poco eficientemente –

básicamente falta de recursos- lo que estresaría a cualquier usuario y que si el contexto fuera otro,

las reacciones que a veces tienen los usuarios no serían vistos como confirmación de sus síntomas

–recordemos que muchos de ellos son niños, gente de bajos recursos económicos y culturales que

82
muchas veces viajan hasta 2 horas para llegar a sus citas-. Asimismo, el personal que trabaja ahí

muchas veces atiende a personas todo el día sin descanso por la gran afluencia, por no mencionar

a todos los residentes que además tenemos la carga académica. Yo misma en algunos momentos

me sentía saturada o agotada, así que irreverentemente violaba el protocolo y pedía una pausa a

los consultantes para salir un par de minutos a tomar aire o por un café.

Otro acto de irreverencia que sentí que cambió mi postura y me permitió generar diálogos

diferentes con Alejandra fue abandonar la formalidad y la solemnidad durante las sesiones. En

aquella época tenía algunas secciones del cabello teñidas de azul, sin embargo, en una búsqueda

de formalidad y respeto a la institución, siempre tenía recogido el cabello de tal forma que el azul

no fuera evidente. Un día que nos asignaron otro consultorio, tuvimos que atravesar una zona

bastante iluminada y Alejandra notó el cabello azul acompañando la situación diciendo “nunca me

lo imaginé de usted”. Al instante me preocupé muchísimo porque pensé que había perdido mi

respetabilidad como profesional, pero a lo único a lo que nos condujo fue a abrir nuevos diálogos

más allá del síntoma: todas las complejidades de la vida adolescente, sus preocupaciones respecto

a sus exploraciones sexo-afectivas, sus intereses. Para mí dejó de ser la “adolescente

manipuladora” como era referida por sus padres y abuelos en ocasiones, incluso por el personal

médico de la institución. Pero sobre todo noté que no tengo que dejar partes de mí fuera de la

sesión en búsqueda de profesionalidad y respetabilidad –lo que en realidad es una fantasía porque

entramos con todo nuestro ser-, sino que todas esas partes hasta pueden resultar útiles al

proceso. Así que dejé de preocuparme por mi cabello azul y colgué la bata blanca –el hospital

prevé su uso obligatorio-, dejando colgada también la solemnidad que trae consigo esta prenda.

Efectivamente los consultantes seguían llamándome “doctora” a pesar de mi insistencia por no

hacerlo, pero yo podía moverme con mayor fluidez dentro del espacio terapéutico.

83
Introducir mayor flexibilidad y permitirme experimentar-experimentarme más en el

espacio terapéutico, usar todo lo que soy yo y no sólo las teorías y técnicas que conozco, me

permitió desarrollar mi propio estilo como terapeuta. Así por ejemplo, en las últimas sesiones,

cuando Alejandra deslegitimaba el rol de padre de Alejandro por su ausencia por tantos años, por

alguna extraña razón dejé de escuchar todos los argumentos del porqué Alejandro no merecía

interpretar el rol de padre y sólo me venía a la mente que tenían el mismo nombre. Habiendo

recibido yo misma tantas preguntas respecto a mi nombre, a cada persona que conozco en mi vida

personal me gusta preguntar la historia de su nombre porque generalmente hay historias muy

lindas, otras muy divertidas, y sobre todo, muchos significados familiares implicados. La idea con la

que me había “casado” me decía que no tenía nada que ver con el proceso, pero decidí

“coquetear” con la otra idea y pregunté. Eso generó la apertura a un diálogo muy conmovedor

sobre la experiencia de Alejandro al convertirse en padre, lo que implicó para él, lo importante

que son para él los recuerdos de aquellas pocas vivencias compartidas con Alejandra durante su

niñez y lo que significa hoy ser su padre, aún con todas las complicaciones que conlleva. En ese

momento comprendí uno de los grandes principios de este modelo “no enamorarse nunca de las

propias ideas” porque encierran, porque entonces el proceso se vuelve lineal y solo se busca

confirmar la propia hipótesis, reduciendo las posibilidades –propias y por lo tanto de la familia- en

lugar de multiplicarlas. En este sentido uno tiene que irreverente hasta con uno mismo dentro del

espacio terapéutico.

Para finalizar este apartado quisiera hablar del respeto, el cual he incorporado en mi

práctica al comprender que si las personas se comportan de la forma en la que lo hacen es porque

tiene un sentido en ese sistema. Considero que esto ha tenido un efecto terapéutico en las

familias al sentirse reconocidas y validadas, pues como afirmaba Cecchin (1987), el respeto es

terapéutico porque respetar significa reconocer y si uno es reconocido entonces existe, y el

84
reconocimiento a la existencia sobreentiende que hay otras formas de existir. Las últimas sesiones

originalmente yo las había planeado para los tres pero no sucedió así, lo que me frustró mucho.

Posteriormente me di cuenta que esta era su nueva realidad familiar y mi idea de querer a los 3

presentes no respetaba la organización de este nuevo sistema. El otro evento en el que reconocí la

importancia del respeto sucedió hace poco. Alejandra y Alejandro cada fin de año me envían un

mensaje para desearme felices fiestas y en último me contaron que Alejandra sería madre en

enero. Agradecí las felicitaciones y envié otras tantas, sin embargo me quedé con una sensación

rara, como de que en realidad había sido un fracaso terapéutico y no de éxito como había

considerado al momento del alta. Después de una larga reflexión llegué a la conclusión de que el

problema era mío al olvidarme que Alejandra ahora tiene 20 años y ya no 15, que los sistemas

humanos que presentan “problemáticos” son aquellos bloqueados (Cecchin, Barbetta y

Toffannetti, 2006), que no es el caso de ellos. En su caso continúan en un constante proceso

evolutivo, transformándose para adaptarse y seguir funcionando como familia. Siendo así, quisiera

cerrar este apartado citando a los personajes centrales de este capítulo, quienes han usado una

metáfora bellísima que sintetiza lo que para mí significa el éxito terapéutico:

“sentimos que llegamos así, de dos colores, parcos, y que ahora nos vamos de muchos

colores, con muchas posibilidades”

3.2 Análisis y discusión teórico-metodológica de la intervención clínica de los casos elegidos

Siendo el terapeuta un factor de cambio importante en los procesos terapéuticos, en los

últimos años el enfoque sistémico está volviendo a interesarse en lo que sucede con este dentro

del espacio terapéutico, siempre desde un marco relacional.

La selección de los casos y de la temática para analizarlos la realicé a partir de aquello que

de forma intuitiva consideraba, no saber de saber (Telfener, 2014a), que tenía un efecto

importante dentro del sistema terapéutico y era confirmada por la invariable pregunta de los

85
supervisores al terminar una sesión: ¿cómo te sentiste? Si bien algunos modelos como el Modelo

sistémico-relacional de Milán y los modelos postmodernos nos brindan guías sobre la postura del

terapeuta dentro la sesión, en discusiones con mis compañeras fuera de las aulas hablábamos de

que no sabíamos qué hacer, cómo no permanecer paralizados o cuando nos encontrábamos en el

ojo del huracán emotivo de algunas sesiones.

En este sentido los supervisores y equipo son esenciales durante la formación, no solo

para “rescatar” al terapeuta sino porque hacen preguntas que llevan a reflexionar al terapeuta

sobre aquello que hizo o no hizo, sobre lo que sintió, sobre aquello que bloqueó o facilitó su

quehacer, entre otras, porque introducen otras voces. Sin embargo, en algunos casos no hay

equipo, la supervisión es narrada o hay otros factores relacionales o contextuales que dificultan

esta operación como en los casos aquí reportados.

Respecto al primer caso que presenté (Juan), históricamente dentro del grupo fue el

primero con un solo terapeuta a cargo y el segundo con supervisión en vivo (el primero había sido

un caso excepcional pues no estaba incluido en el programa académico y yo fui una de las

coterapeutas). Teníamos poca experiencia como sistema terapéutico (terapeutas, supervisores,

equipo), aún no construíamos la relación de total confianza y respeto propio del espacio de

supervisión. Siendo así, yo no fui capaz de hablar de todo lo que había pasado conmigo dentro

sesión y tratándose principalmente de un contexto académico es complicado no sentirse evaluada,

sobre todo en estas primeras veces con supervisión en vivo. En el segundo caso (Alejandra) debido

a la organización institucional y la alta demanda, la supervisión era narrada y a pesar de la alta

disponibilidad de mi supervisora y el gran interés mostrado, por limitaciones temporales no

siempre podíamos hablar con lujo de detalles de todo lo que sucedía con todos mis casos.

En ambos casos sentí me sentí bloqueda por lo que había experimentado dentro sesión,

sin embargo con uno pude salir del bloqueo y del otro no –hablo de mí como terapeuta, no del

86
caso ni de los resultados-. El trabajo de Rober (2010) me parece una propuesta interesante para

reflexionar sobre aquello que sucede con nosotros dentro sesión, cuando sentimos alguna

emoción que nos bloquea y por tanto mete al proceso terapéutico en un estado de impasse. Cabe

la pena recordar que en la propuesta de este autor, el experimentar/vivencia del terapeuta dentro

las sesión ocupa una parte importante en los diálogos internos del terapeuta. De igual manera

tener en cuenta que las emociones son consideradas no como algo biológico o intrapsíquico, sino

más en el campo interactivo, es decir como una invitación a participar en un escenario relacional

Siendo así haré una breve análisis de la primera sesión de ambos casos (Tabla 9) en donde

aquello que me bloqueó originalmente fue el miedo. Si bien puedo nombrar la misma emoción, el

volver a los diálogos internos me hace observar los diferentes matices. Aunque el paso del tiempo

es considerable, puedo decir que al volver a revisar los audios de los casos, me ha hecho evocar

contenidos de mi diálogo interno, particularmente aquellos que tuvieron mayor impacto.

Tabla 9

Análisis primera sesión de ambos casos

Caso Juan Caso Alejandra


Experientar del Descalifica todo lo que digo Experientar del Enojo porque los papás no pueden
terapeuta Me da miedo hacer algo por lo que inicie terapeuta controlarla
un procedimiento interno por mala Miedo a mi integridad física
praxis como lo ha hecho en el pasado Impotencia porque se supone que yo
con otros colegas tendría que saber qué hacer
Miedo a supervisora y equipo noten que Miedo a ser culpada por no prevenirlo o
tengo miedo frenarlo
Todos estamos fingiendo
Invitación a No decir o hacer algo que lo enoje Invitación a Retirarme
actuar Seguir todas las sugerencias del equipo actuar Controlar a través de algún medio
coercitivo llamando a los vigilantes
Oportunidad Hacer espacio para hablar de demostrar Oportunidad Hacer espacio para dialogar de la
para el diálogo y de la aprobación para el diálogo confusión y la impotencia

Evidentemente este es sólo un ejercicio de análisis como parte de una propuesta que

pueda ayudar a desbloquear nuestro quehacer. Si bien, como referí en el caso de Juan para mí fue

más importante explorar la situación actual de los hijos de Juan también es cierto que el no poder

ver algo más que el “abusador” no me permitió entablar ningún tipo de diálogo útil con él. Pasé

87
del no decir nada que lo pudiera incomodar a descalificar en mi diálogo interno todo lo que decía.

Probablemente de igual forma habría abandonado el tratamiento ya que a pesar de la insistencia

en la institución, dentro de ella no mostraba mucha motivación –al menos eso es lo que parecía-,

sin embargo, como comenté al inicio este es un ejercicio de reflexión en el terapeuta. Al revisar un

poco del diálogo interno, ahora pienso que me habría gustado proponer la apertura de la

aprobación en una sesión sólo con él ya que en casos de violencia, como referido por las

terapeutas familiares feministas que han criticado los modelos que presuponen responsabilidad

igual en todos los miembros de la familia, es importante considerar el ejercicio de poder. Si bien

asumo mi dificultad al trabajar con hombres que ejercen violencia, considero que es necesario

generar aperturas cuando ya los tenemos de frente. Pienso en que ellos llevaban un gran tiempo

dentro de un proceso legal, en donde todo el esfuerzo de Juan estuvo puesto en demostrar, en

buscar la aprobación del juez. Esta era una familia que llevaba años siendo evaluada y esto puede

generar parálisis a nivel relacional porque uno tiene que cuidar todo lo que dice y hace. Con los

hijos pude generar aperturas porque pude relajarme en sesión, con Juan no porque las pocas

sesiones que tuvimos me dediqué a protegerme.

En el segundo caso, el análisis representa un poco de lo que pasó en la segunda sesión y

efectivamente generó aperturas con las que pudimos trabajar. Considero que fue en el hospital

psiquiátrico en donde intuitivamente encontré mi diálogo interno, mi experiencia/vivencia dentro

sesión, como un recurso que podía utilizar ya que no había ningún equipo terapéutico, la

supervisión era narrada y tanto supervisora como yo teníamos un fuerte peso de trabajo por no

podía supervisar a profundidad cada uno de mis casos. Siendo así, me encontré con tener que

echar mano del principal recurso de un terapeuta: sí mismo.

Bertrando (2012) señala que el cambio en terapia podría ser el cambio de un tono emotivo

de las relaciones, lo que implica vivir las emociones en un modo relacional. Es decir que cada

88
emoción se origina a partir de una forma de interacción, incluidas aquellas que vivimos en nuestro

diálogo interno como terapeutas, y se dirige a alguna otra interacción. En este sentido, en lugar de

buscar controlar las propias emociones –imposible desde su visión-, se puede reevaluar

constantemente mi participación y las de los demás en el sistema. Si queremos que la relación sea

lo suficientemente significativa para conducir a un cambio, la propia iniciativa no basta, los

consultantes deben participar –cosa que no sucedió con Juan-. Sin embargo experimentar o

expresar emociones no es un factor de cambio en sí mismo, sino que es necesario encontrar una

comprensión diferente de la propia posición emotiva dentro del sistema que pueda conducirnos a

un estado emotivo diferente Tal consciencia no es “llevar las emociones a la consciencia”, sino una

consciencia del proceso a través del cual las emociones surgen, son sentidas, y son compartidas en

un contexto relacional.

En este sentido quizá resulte útil volver la mirada a la figura del terapeuta, a lo que pasa

con él o ella dentro sesión, ya que existen muchos mitos y estereotipos que mantienen como tema

tabú experiencias tan frecuentes como pueden ser el miedo, el enojo, la auto-crítica. Si son parte

de la experiencia humana ¿por qué no habrían de serlo de la experiencia del terapeuta? Quizá así

podamos empezar a normalizarlas y verlas como potenciales recursos.

89
Capítulo 4

Consideraciones finales

4.1 Competencias profesionales adquiridas

4.1.1 Habilidades de investigación

A continuación se presentan los reportes de cada una de las investigaciones realizadas

durante la formación, dos de ellas se desarrollaron con enfoque cuantitativo y la tercera con

enfoque cualitativo.

Reporte de investigación cuantitativa

RELACIÓN ENTRE EL MIEDO A LA INTIMIDAD AFECTIVA EN ADULTOS EMERGENTES

MEXICANOS Y EL VÍNCULO PARENTAL PERCIBIDO

Yineguela Jiménez Álvarez, Vianey Méndez Vergara y Esther González Ovilla

Resumen

El objetivo de esta investigación fue conocer la asociación existente entre el miedo a la intimidad

afectiva en relaciones de pareja durante la adultez emergente y la relación parental percibida de

las primeras etapas de vida. Participaron 266 jóvenes (hombres=44.4%, mujeres=55.6%), en su

mayoría estudiantes universitarios (70.2%) entre 18 y 25 años de edad, quienes respondieron el

Instrumento de Lazos Parentales y la Escala de Miedo a la Intimidad. Se combinaron los puntajes

de las subescalas Autorrevelación y Fusión para crear un puntaje de Deseo de intimidad, y los

puntajes de Miedo a la Autorrevelación y Miedo a la Fusión para obtener un puntaje de Miedo a la

intimidad. Los análisis de regresión arrojaron un modelo de Deseo de intimidad para los hombres

que explicó el 3.3% de la varianza con la variable Sobreprotección-Padre como único predictor, y

en el modelo para las mujeres la Libertad-Padre resultó el predictor y explicó el 4.0% de la

varianza. El Miedo a la intimidad fue explicado, en el caso de los hombres, por la Sobreprotección-

90
Madre y por la Libertad-Padre (10.4% de la variable explicada) y, para las mujeres, por el Cuidado-

Padre (5.4% de la variable explicada). Los resultados muestran que los padres que otorgan mayor

afecto, autonomía y cercanía a sus hijos, promueven una base para el desarrollo y mantenimiento

de la intimidad afectiva en las relaciones de pareja de éstos.

Palabras clave: intimidad afectiva, autorrevelación, fusión, miedo a la intimidad, adultez

emergente, relación de pareja y relación parental.

Introducción

La adultez emergente se considera como la etapa de transición entre la adolescencia y la

adultez, en la que la persona lleva a cabo un proceso de individuación. Este periodo del ciclo vital

comprende las edades de 18 a 25 años de edad, en el cual, los jóvenes toman decisiones sobre el

rumbo que tomará su vida adulta en los ámbitos profesional, de independencia económica,

emancipación de los padres y del establecimiento de relaciones afectivas íntimas, entre otras

(Arnett, 2000).

En el estadio de adultez emergente el individuo se propone metas en concreto y afianza la

seguridad de ver realizados dichos fines, lo que promueve en él el sentido de responsabilidad en

relación a las diferentes esferas en las que se desenvuelve (Maquirriain, 1988).

Erikson (1980) define a la sexta etapa de desarrollo psicosocial como intimidad frente al

aislamiento, en la que el individuo tiene la capacidad de establecer relaciones afectivas de amor

con sus pares. Para este autor la intimidad es posible sólo cuando se ha alcanzado la propia

identidad. Es precisamente en la adultez emergente en la que el adolescente individualista da paso

a un adulto con identidad propia, que coopera continuamente con su ambiente social y se

desarrolla a la par del mismo (Maquirriain, 1988), conformando relaciones que suelen ser más

prolongadas, sólidas e íntimas.

91
El establecimiento de relaciones románticas por lo general comienza en la adolescencia y

estas relaciones implican factores como la intimidad física, la atracción sexual, los pensamientos

de amor y la posibilidad del matrimonio (Baron & Byrne, 2005); y es en éste último punto donde

los jóvenes deben tomar una “opción de vida” que según Maquirriain (1988) implica una forma de

relacionarse con los otros, a partir del grado de intimidad que esté dispuesta a entablar la persona.

El tipo de vínculo afectivo y de apego que los individuos establezcan con sus padres en las

primeras etapas del desarrollo, promoverán la facilidad o inhibición que los mismos tengan para

establecer relaciones íntimas (Bartholomew, 1990). Así mismo, conforme un individuo tenga una

base segura de apego y establezca vínculos afectivos sanos, tendrá la capacidad de constituir y

promover relaciones sociales benéficas (Bowlby, 1986). La idea de intimidad se desarrolla en el

curso de la educación familiar dentro del vínculo afectivo con los padres. Pasini (1990) señala que

la intimidad en el niño se promueve cuando se le adjudica a éste un territorio personal y único;

por el contrario, el poco respeto de su ámbito privado puede volverlo desconfiado o introvertido.

Collins y Sroufe (1999) refieren que los individuos que han crecido en familias en las que se

ha experimentado y practicado la apertura a la comunicación, la reciprocidad, la sensibilidad hacia

los sentimientos del otro y la preocupación por el bienestar de los demás, valoran la cercanía y la

conectividad en las relaciones, además de que poseen mayor capacidad para establecer relaciones

íntimas (Del Río, Barrera y Vargas; 2004).

Cuando los padres que mantienen una relación de afecto con sus hijos, les expresan

cercanía y calidez, pero al mismo tiempo les validan sus expresiones autónomas, ofrecen la

experiencia de una relación balanceada, lo cual constituye la mejor base para las relaciones

posteriores (Allen & Hauser, 1996; Cassidy, 2001; Collins & Sroufe, 1999; Holmes & Johnson,

2009). Por ende, los hijos que aprenden estas ideas y conductas de independencia y vinculación,

son capaces de transferirlas a la relación de pareja y desarrollan expectativas sobre esta nueva

92
relación (Connolly & Goldberg, 1999). Se sabe también que las experiencias románticas tempranas

operan como una oportunidad para aprender lo que se puede sentir, pensar y hacer en las

relaciones adultas (Del Río, Barrera y Vargas, 2004).

En la formación y consolidación de las relaciones de pareja, la intimidad tiene un papel

central. Para Sternberg (1998) la intimidad es, junto con la pasión y el compromiso, un papel clave

en el establecimiento de relaciones amorosas, por encima de otros atributos. Incluso se ha

encontrado que la intimidad afectiva en las relaciones es una fuente importante de felicidad y

significado de la propia vida (Bartholomew, 1990).

La intimidad promueve el acercamiento, el vínculo y la conexión entre los miembros de la

pareja (Stenberg, 1988). Por el contrario, la falta de intimidad o bajos niveles de ésta, pueden dar

lugar a dificultades físicas, emocionales y de interacción interpersonal (Hook, et al., 2003);

particularmente en la pareja, impide la estabilización y profundización de la relación (Martínez y

Cevallos, 2008).

La intimidad se centra en el proceso de compartir y explorar los pensamientos,

sentimientos y disposiciones más profundas de los miembros de la pareja, y así, es un proceso que

incluye la exploración de similitudes y diferencias a través de la autorrevelación (Díaz-Loving y

Sánchez, 2004).

Probablemente la intimidad se inicia con la autoexposición o autorrevelación, ya que esto

ayuda a derribar muros. “La autoexposición engendra autoexposición: si uno quiere saber cómo es

el otro, debe mostrarle cómo es él mismo” (Stenberg, 1998. p.39). Waring, (1988) plantea que la

autorrevelación es un proceso mediante el cual una persona permite que se le conozca a través de

la exposición de sus propias emociones, necesidades, pensamientos, actitudes y creencias. Dicho

proceso es considerado como el determinante primario que más influencia ejerce en el nivel de

intimidad de la pareja. Autores como Sprecher y Hendrick (2004) han encontrado que la

93
autorrevelación se asocia positivamente con la calidad de la relación, particularmente con la

satisfacción y el compromiso. Sin embargo, existen individuos que consideran que deben ocultar

las partes de sí mismos que creen inconfesables por lo que viven la intimidad como un riesgo

personal (Pasini, 1990).

Una vez que la intimidad comienza a afirmarse, paradójicamente ésta puede empezar a

diluirse debido a la amenaza que surge cuando en el individuo aparecen sentimientos relacionados

con la pérdida de la propia existencia como persona independiente y autónoma. Vargas e Ibáñez

(2009) señalan que las personas que experimentan mayor diferenciación frente al otro, tienen

mejores posibilidades de actuar bajo sus propios parámetros. Esto lo enuncian en relación a la

postura de Bowen (1978), quién describe la diferenciación como un estado opuesto a la fusión,

siendo esta última la situación en la que el que el individuo tiene dificultad para conducirse

apegado a sus propias premisas y su actuar se ve acotado por las decisiones que toma su pareja, lo

que lo lleva no reflexionar ni contrastar sus propias creencias frente a las del otro (Bowen, 1978;

Vargas e Ibáñez, 2008).

Uno de los factores que imposibilitan el desarrollo y/o mantenimiento de la intimidad en

la pareja, es la ansiedad que ésta puede generar en los individuos. Descutner y Thelen (1991)

denominan este fenomeno miedo a la intimidad, definiéndolo como “la capacidad inhibida de un

individuo, a causa de la ansiedad, para intercambiar pensamientos y sentimientos de significación

personal con otro individuo que es altamente valorado” (p.219). Este temor alude al contenido

(comunicación personal), a la valencia emocional (intensidad de los sentimientos relativos a la

información) y a la vulnerabilidad implicada (la alta estimación por quien recibe lo comunicado).

Estudios como los de Phillips, Wilmoth, Wall, Peterson, Buckley, y Phillips, L., (2013) Lloyd

(2011), Rivera, Cruz y Muñoz (2010), y Martínez y Cevallos (2008), han investigado el concepto de

miedo a la intimidad y su relación con otras variables utilizando el instrumento Fear to Intimacy

94
Scale (Descutner & Thelen, 1991). Se ha encontrado que el miedo a la intimidad puede ser un

predictor de calidad de vida y salud mental (Eddington, Mullins, Fedele, Ryan & Junghans, 2010;

Canetti, Berry & Elizur, 2009), e incluso se ha encontrado que la satisfacción con la pareja se

encuentra relacionada con el miedo a la intimidad emocional (Rivera, Cruz y Muñoz, 2010).

Al ser la adultez emergente un periodo crítico para el establecimiento de relaciones de

pareja, es importante caracterizar los factores que influyen en este proceso, como lo es el miedo a

la intimidad. Se considera que las experiencias de apego que los jóvenes han experimentado con

sus padres en las primeras etapas de vida, probablemente serán parte del modelo para la

conformación de las relaciones íntimas de pareja que establezcan los adultos emergentes durante

esta fase del ciclo vital. Por ello el presente estudio tiene como objetivo conocer la relación que

existe entre los cuidados parentales percibidos por los jóvenes durante su infancia y adolescencia,

y el impacto que esto tiene en la apertura o miedo al entablar una relación afectiva íntima con sus

pares.

Método

Participantes

Los participantes fueron 266 jóvenes de 18 a 25 años de edad ( = 21.45, ds= 2.30); 44.4%

de ellos hombres y 55.6% mujeres. Todos eran solteros, heterosexuales y no cohabitaban en

pareja en el momento de la aplicación. El 70.2% de la muestra eran estudiantes de nivel superior.

Procedimiento

Para el alistamiento de instrumentos requeridos, acorde a los objetivos planteados en la

investigación, fue necesario contar con sus versiones adaptadas y validadas. Al Instrumento de

Lazos Parentales (BPI), ya adaptado y validado, se le hicieron modificaciones mínimas de

modismos en el lenguaje y se le agregó “frecuentemente” como una opción más de respuesta,

quedando así: siempre, casi siempre, frecuentemente, algunas veces y nunca (Melis, Dávila,

95
Ormeño, Vera, Greppi y Gloger, 2001). Por su parte, para la Escala de Miedo a la Intimidad (FIS)

fue preciso llevar a cabo un diseño de traducción inversa en la que un grupo de traductores

adaptó el cuestionario del idioma fuente (inglés) al idioma objetivo (español, México), un segundo

grupo de traductores tomó el cuestionario adaptado y lo volvió a adaptar al idioma fuente. En la

medida en que las dos versiones del cuestionario en el idioma fuente resultaron similares,

aumentó la seguridad acerca de la equivalencia entre las versiones. En esta adaptación las

opciones de respuesta fueron modificadas de “qué tan característico de mí es cada afirmación” a

“qué tan de acuerdo estoy con la afirmación”; de tal forma que las alternativas fueron: totalmente

de acuerdo, muy de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo y totalmente en desacuerdo. Estas

versiones adaptadas de los instrumentos, sumadas al cuestionario de datos demográficos, se

llevaron a campo.

Con la intención de encontrar a jóvenes de entre 18 y 25 años de edad se acudió a

distintas zonas de una universidad pública en México. Una vez que se explicaba el motivo de la

investigación se solicitaba su participación de manera voluntaria y anónima.

Cuando los jóvenes accedieron a participar, se les entregó el cuadernillo y se dieron

instrucciones claras para que respondieran por sí mismos. La batería, en primera instancia,

solicitaba datos sociodemográficos que aludían a su sexo, edad, ocupación, nivel de estudios,

conformación del sistema familiar previo a los 16 años de edad y en el presente, su estatus actual

en una relación sentimental, así como el tipo de relación en la que se encontraban, la cual fue

segmentada en las categorías de: Cortejo (saliendo para conocerse, no hay contacto físico ni

exclusividad), Amigos con derechos o free (contacto físico, sin exclusividad), Noviazgo (contacto

físico y exclusividad), Casado o Unión Libre (cohabitación) y Sin relación de pareja. Posteriormente

contestaron ambas versiones del Instrumento de lazos parentales (PBI), madre y padre, así como

la Escala de miedo a la intimidad (FIS). Al final del cuadernillo se dejó un espacio para que

96
anotaran comentarios y su correo electrónico en caso de que desearan conocer el resultado del

estudio. El tiempo aproximado de resolución fue de 15 minutos.

Las respuestas fueron codificadas y procesadas con el paquete estadístico SPSS versión

15.0, inicialmente se efectuó la validación de los instrumentos. A continuación se analizó la

influencia de las variables sociodemográficas sobre los Instrumentos PBI-versión madre, PBI-

versión padre y FIS.

Instrumentos

Instrumento de Lazos Parentales. La escala Parental Bonding Instrument (PBI) de Parker,

Tupling y Brown (1979) evalúa la percepción de la actitud y conducta de los padres en relación con

el individuo en su infancia y adolescencia para determinar el tipo de vínculo con éstos. Es un

cuestionario de autorreporte en el que se elige aquella respuesta que mejor describa la relación

con cada uno de los padres por separado; es decir, se contesta un protocolo para Padre y otro

para Madre, pensando en los recuerdos hasta los 16 años. Cada protocolo consta de 25

afirmaciones que componen 2 subescalas: Cuidado (12 reactivos) y Sobreprotección (13 reactivos).

Las subescalas pueden usarse de manera independiente o conjunta. Los autores reportan

coeficientes entre α= .63 y α= .73 (Parker et al., 1979). En poblaciones de habla hispana se han

reportado índices de confiabilidad entre α= .81 y α= .89 en Colombia (Gómez Vallejo, Villada &

Zambrano, 2007) y entre α= .69 y α= .84 en población psiquiátrica mexicana (Benítez, Chávez &

Ontiveros, 2005).

Escala de Miedo a la Intimidad. La escala Fear Intimacy Scale (FIS) de Descutner y Thelen

(1991) evalúa el miedo a la intimidad en personas que tienen y no tienen una relación de pareja. El

instrumento tiene dos partes: la A solicita a los respondientes que se imaginen en una relación de

pareja o, de ser el caso, piensen en su pareja actual, e indiquen cuán característica de sí mismo/a

es cada una de las aseveraciones planteadas; sus opciones de respuesta son: nada característico

97
de mí, levemente característico de mí, moderadamente característico de mí, muy característico de

mí y extremadamente característico de mí; consta de 30 reactivos. La parte B consta de cinco

reactivos que hacen referencia a la experiencia en relaciones pasadas. Cada reactivo es evaluado

del 1 al 5, a mayor puntaje obtenido, más es la ansiedad hacia las relaciones íntimas. El estudio

original reporta un coeficiente de confiabilidad de α= 0.93 (Descoutner & Thelen, 1991), mientras

que Martínez y Ceballos (2008) reportan α= 0.66 y Rivera, Cruz y Muñoz (2010) una consistencia

interna de α= 0.87 en poblaciones de habla hispana.

Resultados

Análisis psicométrico de las escalas

En el análisis factorial de componentes principales con rotación Varimax del Instrumento

de Lazos Parentales, versión Madre, proporcionó tres factores que explicaron el 58.68% de la

varianza (véase la Tabla 10). El primero se refiere a Cuidado, el segundo a Sobreprotección y el

tercero a Libertad, los cuales correlacionaron significativamente entre sí. Se eliminaron los

reactivos 3, 7, 8 y 13 debido a que sus cargas factoriales fueron <.40 o altas en 2 de los factores. El

coeficiente alpha de Cronbach fue de 0.89 para la escala total.

98
Tabla 10

Instrumento de Lazos Parentales-Madre. Subescalas, cargas factoriales, índices psicométricos y

estadísticos descriptivos

Subescalas
Reactivos
Cuidado Sobreprotección Libertad
6. Era cariñosa conmigo .820
17. Podía hacerme sentir mejor cuando me encontraba afligid@ .811
16. Me hacía sentir que era querid@ .811
18. Platicaba conmigo .775
5. Parecía entender mis problemas y preocupaciones .767
12. Me sonreía .761
11. Disfrutaba de comentar cosas conmigo .744
2. Me ayudó tanto como lo necesitaba .723
14. Parecía entender mis necesidades .720
1. Me hablaba en un tono de voz cálido y amigable .684
4. Parecía emocionalmente fría conmigo .640
24. Me elogiaba .448
23. Era sobreprotectora .767
19. Trataba de hacerme sentir dependiente de ella .732
20. Sentía que era difícil cuidarme sol@ a menos que ella estuviera conmigo .701
9. Trataba de controlar todo lo que hacía .699
10. Invadía mi privacidad .655
22. Me dejaba salir tanto como quería .893
21. Me dio tanta libertad como quería .888
25. Me dejaba vestirme de la manera que me gustaba .495
Total
Número de reactivos 20 12 5 3
Porcentaje de varianza explicada 58.68 33.69 13.97 11.00
Alpha de Cronbach .89 .92 .79 .74
Correlaciones interfactor
Cuidado 1
Sobreprotección -.328* 1
Libertad .294* -.323* 1
Media (media teórica = 3) 4.04 2.17 3.45
Desviación estándar .80 .89 .95
*p<.001

El análisis factorial del Instrumento de Lazos Parentales, versión Padre, arrojó tres factores

que explicaron el 68.4% de la varianza. Dichos factores son: Cuidado, Libertad y Sobreprotección,

los que se relacionaron significativamente entre sí. La eliminación de los reactivos 3, 4, 7, 10, 13,

15, 20 y 23 mejoró el valor de fiabilidad de la escala total (α=0.91) (véase Tabla 11).

99
Tabla 11

Instrumento de Lazos Parentales-Padre. Subescalas, cargas factoriales, índices psicométricos y

estadísticos descriptivos

Subescalas
Reactivos
Cuidado Libertad Sobreprotección
17. Podía hacerme sentir mejor cuando me encontraba afligid@ .875
16. Me hacía sentir que era querid@ .859
6. Era cariñoso conmigo .856
18. Platicaba conmigo .847
5. Parecía entender mis problemas y preocupaciones .830
2. Me ayudó tanto como lo necesitaba .826
14. Parecía entender mis necesidades .824
12. Me sonreía .812
1. Me hablaba en un tono de voz cálido y amigable .808
11. Disfrutaba de comentar cosas conmigo .798
24. Me elogiaba .664
21. Me dio tanta libertad como quería .921
22. Me dejaba salir tanto como quería .912
25. Me dejaba vestirme de la manera que me gustaba .554
8. Me impedía que creciera .769
9. Trataba de controlar todo lo que hacía .766
19. Trataba de hacerme sentir dependiente de él .715
Total
Número de reactivos 17 11 3 3
Porcentaje de varianza explicada 68.46 44.68 12.92 10.86
Alpha de Cronbach .91 .95 .78 .66
Correlaciones interfactor
Cuidado 1
Libertad .333* 1
Control -.190* -.227* 1
Media (media teórica = 3) 2.64 2.58 4.12
Desviación estándar 1.15 1.13 .92
*p<.001

El análisis con rotación Varimax de la Escala de Miedo a la Intimidad, obtuvo como

resultado cuatro factores: Autorrevelación, Miedo a la autorrevelación, Miedo a la fusión y Fusión,

los cuales explicaron en conjunto el 54.84 % de la varianza (véase Tabla 12). Con base en los

índices de curtosis, análisis de frecuencias, cargas factoriales <.40 y/o debido a que presentaron

cargas altas en 2 factores, se eliminaron los reactivos: 4, 6, 9, 12, 13, 14, 15, 17, 20, 23, 24, 26, 27,

28, 29 y 30. La consistencia interna de la escala total fue α=0.82.

100
Tabla 12

Escala de Miedo a la Intimidad. Subescalas, cargas factoriales, índices psicométricos y estadísticos

descriptivos

Subescalas
Reactivos Miedo a la Miedo a la Fusión
Autorrevelación
Autorrevelación Fusión
21. Me sentiría bien revelándole a P mis defectos y debilidades .761
19. Me sentiría a gusto confiándole a P mis pensamientos y
.715
sentimientos más personales
22. Me sentiría segur@ teniendo un vínculo emocional cercano
.689
con P
18. Me sentiría cómod@ contándole a P cosas que no le digo a
.671
otros
25. Estaría cómod@ diciéndole a P cuáles son mis necesidades .544
3. Me sentiría cómod@ si le expresara a P mis sentimientos más
.500
profundos
2. Me inquietaría platicarle a P algo que en el pasado me haya
.837
herido profundamente
1. Me sentiría incómod@ si le contara a P cosas de mi pasado
.760
que me avergüenzan
5. Me daría miedo decirle a P mis sentimientos más íntimos .683
11.Me sentiría nervios@ si le mostrara a P sentimientos de amor .620
16. Me gustaría reservar información persona sólo para mí. .598
33. Hay personas que piensan que tengo miedo a ser cercan@ a
.792
ellas
31. He rechazado la oportunidad de ser cercano a alguien .773
32. He contenido mis sentimientos en relaciones previas .766
34. Hay quienes creen que soy difícil de conocer .589
35. En relaciones previas, he hecho cosas que me alejan de P .573
7. Podría sentirme completamente unid@ a P .805
8. Si tuviera que tratar problemas importantes con P, me sentiría
.738
cómod@
10. Me sentiría segur@ si le contara a P todas mis experiencias,
.583
incluyendo las tristes
Total
Número de reactivos 19 6 5 5 3
Porcentaje de varianza explicada 54.84 16.02 14.38 14.24 10.19
Alpha de Cronbach .82 .75 .76 .76 .76
Correlaciones interfactor
Autorrevelación 1
Miedo a la Autorrevelación -.253** 1
Miedo a la Fusión -.160* .314** 1
Fusión .579** -.283** -.125* 1
Media (media teórica = 3) 3.81 2.22 3.05 3.87
Desviación estándar .82 .84 1.03 .97
**p<.001
*p<.005

Características de las relaciones de pareja

El 74.1% de los participantes se encontraba involucrado en una relación de pareja, de los

cuales la mayoría mantenía una relación de noviazgo (69.9%), siendo este el tipo de relación

predominante en todos los grupos de edad (véase tabla 13). El tiempo de duración de su relación

101
actual fue de = 27.4 meses (ds=24.5 meses). El total de la muestra reportó = 1.9 (ds=1.3)

relaciones de pareja con duración de al menos 3 meses en los últimos 5 años y el tiempo máximo

que han estado involucrados en una relación de pareja fue de = 29.7 meses (ds=23.2 meses).

Tabla 13

Tipo de relación actual por grupo de edad en porcentaje

Grupos edad Tipo de relación actual Total


Amigos con
Cortejo derecho Noviazgo
18- 20 25.4 15.5 59.2 100.0
21-23 23.6 6.9 69.4 100.0
24-25 3.8 11.3 84.9 100.0
Total 18.9 11.2 69.9 100.0

Se encontró relación positiva entre la edad y la duración de su relación actual (r=.271,

p<.001), así como con el tiempo máximo que han permanecido en una relación (r=.433, p<.000).

Relación de variables sociodemográficas con los lazos parentales

Respecto a los lazos parentales, los análisis estadísticos arrojaron diferencias significativas

entre grupos a partir de la ocupación y del sexo de los participantes en el caso del factor Cuidado,

sólo madre, y en el factor Libertad, con ambos progenitores (véase tabla 14). En lo que concierne

al cuidado materno, los participantes que se dedican exclusivamente a estudiar obtuvieron un

mayor puntaje que los jóvenes que trabajan. La percepción de libertad fue mayor en los hombres,

para ambos progenitores, y en aquellos jóvenes que se dedican únicamente al estudio, sólo en el

caso del padre.

102
Tabla 14

Diferencias estadísticamente significativas en los factores del Instrumento de Lazos Parentales-

Madre, Instrumento de Lazos Parentales-Padre por las variables sociodemográficas

Prueba Pruebas post hoc de


Variable Categorías Medias (ds)
estadística Tukey
Cuidado-Madre
Ocupación Estudia 2.10 (0.69) F(2, 257) = 4.013, Estudia – Trabaja:
Trabaja 2.50 (0.81) p<.019 p < .014
Ambos 2.16 (0.61)
Libertad-Madre
Hombres 2.22 (0.87) t(262) =-
Sexo
Mujeres 2.80 (0.94) 5.167, p<.000
Libertad-Padre
Hombres 2.29 (1.06) t(262) = -3.748,
Sexo
Mujeres 2.81 (1.14) p<.000
Ocupación Estudia 2.48 (1.10) F(2, 259) = 4.073, Estudia – Ambos:
Trabaja 2.61 (1.22) p<.018 p <.013
Ambos 3.05 (1.22)

Tanto el Cuidado materno (r=-.228, p<.000) como el Cuidado paterno (r=-.123, p<.049)

tuvieron una relación negativa con el tiempo máximo que los jóvenes han permanecido en una

relación. La Sobreprotección paterna se relacionó negativamente (r=-.216, p<.009) con la duración

de la relación actual de los participantes.

Relación de variables sociodemográficas con el miedo a la intimidad

El tipo de relación fue un componente relevante en los cuatro factores de la Escala de

Miedo a la Intimidad. En la Autorrevelación el puntaje fue mayor en los jóvenes que mantienen

una relación de noviazgo respecto a aquellos en una relación de cortejo; situación que se presenta

de forma inversa en el Miedo a la autorrevelación. En Fusión los puntajes más altos fueron para los

jóvenes en una relación de noviazgo y los más bajos para aquellos que se encuentran en

circunstancias de cortejo; los puntajes se invierten en Miedo a la fusión. La edad resultó

significativa únicamente para el caso de Fusión, siendo los participantes con menor edad aquellos

con mayor puntaje (véase tabla 15).

103
Tabla 15

Diferencias estadísticamente significativas en los factores de Escala de Miedo a la Intimidad por las

variables sociodemográficas

Prueba Pruebas post hoc de


Variable Categorías Medias (ds)
estadística Tukey
Autorrevelación
Tipo de relación Cortejo 2.44 (0.73) F(2, 191) = 5.431, Cortejo – Noviazgo:
Amigos con derecho 2.16 (0.80) p<.005 p < .004
Noviazgo 1.97 (0.78)
Miedo a la Autorrevelación
Tipo de relación Cortejo 3.78 (0.73) F(2, 193) = 3.284, Amigos con derecho –
Amigos con derecho 3.57 (1.00) p<.040 Noviazgo:
Noviazgo 4.00 (0.79) p < .055

Miedo a la Fusión
Tipo de relación Cortejo 2.46 (1.02) F(2, 190) = 7.566, Cortejo – Noviazgo:
Amigos con derecho 2.69 (1.00) p<.001 p < .001
Noviazgo 3.16 (1.00)
Fusión
18-20 años 2.27 (1.09) F(2, 259) = 3.361, 18-20 – 24-25
Edad 21-23 años 2.12 (0.97) p<.036 p = .027
24-25 años 1.87 (0.70)
Tipo de relación Cortejo 2.51 (1.16) F(2, 193) = 9.104, Cortejo – Noviazgo:
Amigos con derecho 2.12 (0.84) p<.000 p < .000
Noviazgo 1.81 (0.81)

La Autorrevelación se relacionó positivamente (r= .147, p<.018) con el tiempo máximo en

una relación de pareja y Miedo a la autorrevelación lo hizo de forma negativa con el tiempo de la

relación actual (r= -.164, p<.049). El Miedo a la fusión obtuvo una relación negativa con la duración

de la relación actual de los jóvenes (r= -.221, p<.008) así como con el tiempo máximo que éstos

han permanecido en una relación (r= -.134, p<.031).

Relación de lazos parentales con el miedo a la intimidad

Con el propósito de examinar si los lazos parentales (Cuidado, Libertad y Sobreprotección

de la madre y del padre) impactaban el deseo de intimidad y el miedo a la intimidad en la

relaciones de pareja de los jóvenes emergentes, se efectuaron análisis de regresión, cuyos

resultados se muestran en la Tabla 16. Inicialmente, se combinaron los puntajes de las subescalas

Autorrevelación y Fusión para crear un puntaje de Deseo de intimidad, y los puntajes de Miedo a la

Autorrevelación y Miedo a la Fusión para obtener un puntaje de Miedo a la intimidad. Se corrieron

104
análisis de regresión diferentes para hombres y para mujeres. El modelo de Deseo de intimidad

para los hombres explicó el 3.3% de la varianza con la variable Sobreprotección-Padre como único

predictor, y en el modelo para las mujeres la Libertad-Padre resultó el predictor y explicó el 4.0%

de la varianza; es decir, niveles altos de Deseo de intimidad se asociaron significativamente con

niveles bajos de sobreprotección del padre, para los hombres, y con niveles altos de libertad

otorgada por el padre, en el caso de las mujeres. El Miedo a la intimidad fue explicado, en el caso

de los hombres, por la Sobreprotección-Madre y por la Libertad-Padre (10.4% de la variable

explicada) y, para las mujeres, por el Cuidado-Padre (5.4% de la variable explicada), de tal manera

que niveles altos de miedo a la intimidad se asociaron de manera significativa con niveles altos de

sobreprotección materna y bajos de libertad otorgada por el padre, para los hombres; y con

niveles bajos de cuidado del padre, para las mujeres.

Tabla 16

Análisis de regresión del deseo y del miedo a la intimidad por las variables de lazos parentales

Variables
Sexo Variables predictoras R2 Anova del modelo B est. t
dependientes
Deseo de F(1,98) = 4.354, t= 2.087, p =
Sobreprotección-Padre .033 -.206
intimidad* p = .040 .040
t= 3.031, p =
Hombres Sobreprotección-Madre .071 .293
Miedo a la F(2,94) = 6.564, .003
intimidad** p = .002 t= 2.114, p =
Libertad-Padre .033 -.204
.037
Deseo de t= 2.662, p =
Libertad-Padre .040 F(1,144) = 7.085, p = .009 .217
intimidad* .009
Mujeres
Miedo a la t= 3.035, p =
Cuidado-Padre .054 F(1,144) = 9.212, p = .003 -245
intimidad** .003
*Deseo de intimidad: Autorrevelación y fusión.
**Miedo a la intimidad: Miedo a la autorrevelación y a la fusión.

Discusión

Los resultados obtenidos son evidencia estadística del cumplimiento de la adaptación de

los instrumentos: Escala de Lazos Parentales-Madre (α=.89), Escala de Lazos Parentales-Padre

(α=.91) y Escala de Miedo a la Intimidad (α=.82); para la muestra de jóvenes en adultez

emergente. Sus alfas son aceptables para expresar la confiabilidad de los instrumentos y las

105
dimensiones son complementarias y congruentes; es decir, en la escala de Lazos Parentales las

dimensiones Sobreprotección por un lado y Cuidado y Libertad por otro, mientras una es alta las

otras dos disminuyen y viceversa. En el caso de la Escala de Miedo a la Intimidad también se

observa que las dimensiones Miedo a la fusión y Miedo a la autorrevelación disminuyen mientras

Fusión y Autorrevelación aumentan y al contrario.

Una de las tareas de la adultez emergente es la madurez del individuo que se puede

observar en el establecimiento de relaciones íntimas más comprometidas (Arnett, 2000). Si bien,

las relaciones de pareja de acuerdo a Srernberg (1988) deberían conjugar la intimidad, la pasión y

el compromiso; de acuerdo al estudio de Vizzuetth, García y Guzmán, (2010) hoy en día los

jóvenes establecen relaciones que intentan definirse fuera de las características tradicionales,

dejando fuera el compromiso y promoviendo relaciones informales, llamadas “amigovios”,

“amigos con derechos” o “free”; en sus resultados, son preferidas por los jóvenes, pues a pesar de

que las relaciones formales, que ellos mismos caracterizan con respeto, amor, comprensión y

honestidad, resultan más atractivas por la búsqueda de un estilo de vida más acelerado y

cambiante, además de ofrecer aspectos eróticos y de diversión (Vizzuetth, García y Guzmán,

2010). Así mismo, la investigación realizada por Rivera, Cruz y Muñoz (2010) en Chile, encontró

que la mayoría de los jóvenes de su muestra estaba en un tipo de relación de pololeo (estatus

similar a amigos con derechos). En contraste, el presente estudio, revela que, los jóvenes tienden

a formar relaciones más consolidadas (en su mayoría de noviazgo), y que a mayor edad, éstas son

más duraderas, (con más de dos años) y estables, caracterizándose por tener un menor número de

parejas diferentes en los últimos cinco años ( = 1.9); mayores niveles de aceptación a la fusión y

autorrevelación, lo que concuerda con lo expuesto por Díaz-Loving & Sánchez (2004) quienes

afirman que dichas características aluden a un menor miedo a la intimidad.

106
Por otro lado, a pesar de que los resultados de la Encuesta Nacional de Juventud (2010)

tuvo mayor número de no estudiantes, en comparación con este estudio, reporta una diferencia

entre jóvenes de 12 a 19 y jóvenes de entre 20 a 29 años; siendo que del primer rango de edad el

71.3% vive con sus padres y del segundo sólo el 39.8%; los jóvenes que vive con su pareja (e hijos,

si es el caso), el 3.1% de ellos tienen entre 12 y 19 años y el 28.7 % son de 20 a 29 años; teniendo

esto último semejanza con los resultados de este estudio al encontrar que, a mayor edad,

aumenta la probabilidad de establecer una relación formal.

Además, se observó que los jóvenes que tienen mayor apertura a la intimidad, son

aquellos que se encuentran en una relación de noviazgo, en contraste con aquellos que están en la

etapa de cortejo; apoyando estos datos la Encuesta Nacional de la Juventud (2010) también señala

que los jóvenes en situación de noviazgo hablan con sus parejas principalmente sobre temas

personales o íntimos, como acerca de amigos, su futuro, estudios, sexo, entre otros. Incluso las

razones para unirse o casarse, la principal, tanto para hombres como para mujeres en más de la

mitad de los casos, es el amor recíproco, seguida por una decisión mutua de la pareja (Encuesta

Nacional de Juventud, 2010).

Por otro lado los jóvenes con características de miedo a la intimidad (miedo a la fusión y

miedo a la autorrevelación) son aquellos que sostienen una relación de amigos con derechos y que

se encuentran en la etapa de cortejo, como señalan Descutner y Thelen (1991), suelen

experimentar mayor ansiedad en el establecimiento de vínculos afectivos.

La mayoría (54 %) de los participantes viven en hogares biparentales, en congruencia con

el 68 % que vivieron en su infancia y adolescencia en este tipo de hogar; el este retardo tanto en el

establecimiento de relaciones más formales como en la salida de casa también se explica con el

hecho de que los participantes sean mayormente universitarios (Lloyd, M. 2011).

107
Hay diferencias en la forma de crianza de los padres que pueden entenderse a partir roles

de género; los participantes resaltan de sus madres el cuidado y de sus padres el otorgamiento de

libertad. Se identificó que, los participantes que estudian y trabajan perciben mayor cuidado de

parte de sus madres, y específicamente los hombres, perciben mayor libertad de parte de ambos

padres.

Bartholomew (1990), apunta que el tipo de vínculo parental brinda esclarecimiento de las

características de las relaciones que los jóvenes establecen en esta edad. Es este estudio la

relación que existe entre los lazos parentales y miedo a la intimidad es que, mientras más alta sea

la percepción de cuidado de los padres, los jóvenes muestran una aceptación a la fusión superior,

contrario a los que perciben alto nivel de sobreprotección de los padres, ya que suelen tener

mayor miedo a la autorrevelación. Esto se debe a que los padres que otorgan mayor afecto,

autonomía y cercanía con sus hijos, promueven una base para las relaciones íntimas que los

adultos emergentes establecen en sus propias relaciones (Allen & Hauser, 1996; Cassidy 2001;

Collins & Sroufe, 1999; Holmes & Johnson, 2009).

Por último, los jóvenes que percibieron mayor libertad y cuidado por parte de su padre

tienen menor miedo a la autorrevelación y menos miedo a la fusión. Siendo congruente con la

oposición que se observa en quienes percibieron mayor sobreprotección de la madre,

desarrollando mayor miedo a la fusión y relaciones con una duración más corta.

108
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109
Reporte de investigación cuantitativa (construcción de un instrumento de medición)

CONSTRUCCIÓN DE UNA ESCALA PARA MEDIR EL MIEDO A LA INTIMIDAD AFECTIVA EN LA

ADULTEZ EMERGENTE

Esther González Ovilla, Yineguela Jiménez Álvarez y Vianey Méndez Vergara

Resumen

El objetivo de esta investigación fue la construcción de una escala para medir el miedo a la

intimidad afectiva en la adultez emergente y determinar sus propiedades psicométricas. La

elaboración de dicha prueba se realizó en dos grandes etapas; en la primera, a partir de la revisión

bibliográfica, se construyó el cuestionario base para la creación de la Escala de Miedo a la

Intimidad en la Adultez Emergente, el cual fue sometido a las pruebas de validez de contenido y de

facie produciendo un instrumento compuesto por 76 reactivos. En una segunda etapa, la escala

fue administrada a 328 participantes (122 hombres y 206 mujeres) de entre 18 y 25 años de edad.

Después de probar la discriminalidad de los reactivos, se realizó un análisis de estructura factorial

el cual arrojó 10 factores interpretables (Miedo a la autorrevelación, Empatía, Indiferencia,

Autorrevelación afectiva, Miedo a la fusión, Autorrevelación cognitiva, Fusión, Miedo a ceder, Falta

de interés y Miedo a que dependan de mí) que explicaron el 50.47% de la varianza total de la

escala. Dichos factores, por su afinidad teórica, fueron agrupados en 2 subescalas: Miedo a la

intimidad afectiva (α=.846) y Apertura a la intimidad afectiva (α=.905). Se realizaron

comparaciones a partir del tipo de relación actual y la duración de la misma, dichos resultados

aportaron pruebas de la validez de criterio del instrumento. Para estudiar la validez convergente

se correlacionaron los resultados de la Escala de Miedo a la Intimidad Afectiva con aquellos del

Inventario Tridimensional del Amor (Sánchez, 1995), encontrando congruencia empírica y teórica

entre ambas escalas. Los resultados permiten concluir que la EMIA, constituida por 55 reactivos,

es confiable y válida para evaluar el miedo a la intimidad afectiva en adultos emergentes.

110
Antecedentes

En la Teoría Triangular del Amor, Sternberg (1998) define el amor como un factor implícito

en la estructura de la pareja. Para este autor la intimidad, la pasión y el compromiso juegan un

papel clave en el amor, por encima de otros atributos. En la formación y consolidación de las

relaciones de pareja, la intimidad juega un papel central. Incluso se ha encontrado que la

intimidad afectiva en las relaciones es una fuente importante de felicidad y significado de la propia

vida (Bartholomew, 1990, en Phillips et al., 2013).

En el contexto de la teoría de Stenberg, la Intimidad se refiere a aquellos sentimientos

dentro de una relación que promueven el acercamiento, el vínculo y la conexión, e incluye al

menos diez elementos:

- Deseo de promover el bienestar de la persona amada.

- Sentimientos de felicidad junto a la persona amada.

- Gran respeto por el ser amado: el amante estima y respeta a su pareja.

- Capacidad de contar con la persona amada en momentos de necesidad.

- Entendimiento mutuo de la persona amada.

- Entrega de uno mismo y de sus posesiones a la persona amada.

- Recepción de apoyo emocional a la persona amada.

- Entrega de apoyo emocional a la persona amada.

- Comunicación íntima a la persona amada.

- Valoración de la persona amada.

111
Para Sternberg (1998) estos son algunos de los posibles sentimientos que se pueden

experimentar a través de la intimidad del amor, sin embargo no es necesario percibirlos todos

para experimentar intimidad. Generalmente estos sentimientos no se sienten de forma

independiente, sino de forma global.

La intimidad se centra en el proceso de compartir y explorar los pensamientos,

sentimientos y disposiciones más profundas de los miembros de la pareja; y así, es un proceso que

incluye la exploración de similitudes y diferencias a través de la autorrevelación. Se relaciona a

este componente del amor con emociones intensas de cuidado profundo y pasión cuando la

relación va bien y, a enojo y depresión cuando hay alejamiento o problemas en la relación (Díaz-

Loving y Sánchez, 2004).

Algunas otras cualidades claves de la intimidad son: confianza, honestidad, respeto,

compromiso, seguridad, generosidad, lealtad, reciprocidad, constancia, comprensión y aceptación.

La mayoría de estas cualidades, bien pueden englobarse en empatía, dado que es el medio para

que subsistan. Rogers (1951) señala que este “sentir dentro de”, se centra en los sentimientos de

otro, compartiéndolos desde un marco de referencia interno (Eisenberg y Strayer, 1992). Surra y

Longstreth, (1990), consideran que la atribución que se hace de una conducta (del otro) se

encuentra modificada por el vínculo emocional que se tiene con esa persona, lo cual implica que

dentro de la relación de pareja se da una dialéctica de emociones, sentimientos, intenciones

conductuales y pensamientos que pretenden explicar lo que pasa en la relación (Repetto, 1977;

Díaz-Loving y Sánchez, 2004).

La intimidad probablemente se inicia con la autoexposición o autorrevelación ya que esto

ayuda a derribar muros. “La autoexposición engendra autoexposición: si uno quiere saber cómo es

el otro, debe mostrarle cómo es él mismo” (Stenberg, 1998. p.39). Waring, (1988) plantea que la

autorrevelación es un proceso mediante el cual una persona permite que se le conozca a través de

112
la exposición de sus propias emociones, necesidades, pensamientos, actitudes y creencias. Dicho

proceso es considerado como el determinante primario que más influencia ejerce en el nivel de

intimidad de la pareja. Autores como Sprecher y Hendrick (2004) han encontrado que la

autorrevelación se asocia positivamente con la calidad de la relación, particularmente con la

satisfacción y el compromiso. Sin embargo, existen individuos que consideran que deben ocultar

las partes de sí mismos que creen inconfesables por lo que viven la intimidad como un riesgo

personal (Pasini, 1990).

Una vez que la intimidad comienza a afirmarse, paradójicamente ésta puede empezar a

diluirse debido a la amenaza que constituye los peligros que surgen, cuando en el individuo,

aparecen sentimientos relacionados con la pérdida de la propia existencia como persona

independiente y autónoma; quién llega a experimentar un sentimiento de fusión con su pareja, el

cual influye en el grado de apertura que el individuo tenga para intimar.

Vargas e Ibáñez (2009) señalan que las personas que experimentan mayor diferenciación

frente al otro, tienen mejores posibilidades de actuar bajo sus propias parámetros; esto lo

enuncian en relación a la postura Bowen (1978), quién describe a la fusión como un estado

opuesto a la diferenciación, en el que el individuo tiene dificultad para conducirse apegado a sus

premisas y, su reaccionar se ve acotado por las decisiones que toma su pareja, lo que lo lleva a no

reflexionar sus propias creencias frente a las de su pareja (Bowen, 1978; Vargas e Ibáñez 2008).

A partir de lo expuesto con anterioridad, se considera importante que el individuo

resguarde un espacio independiente y autónomo, que lo diferencie para evitar que emerjan

sentimientos negativos hacia su pareja o hacia la relación que entabla con la misma; lo cual, en un

momento determinado, podría llegar a propiciar que el individuo desarrolle barreras que mermen

su capacidad de intimar con su pareja.

113
La falta de intimidad o bajos niveles de ésta, pueden dar lugar a dificultades físicas,

emocionales y de interacciones interpersonales (Hook et al., 2003); particularmente en la pareja,

impide la estabilización y profundización de la relación (Martínez y Cevallos, 2008).

Uno de los factores que imposibilitan el desarrollo y/o mantenimiento de la intimidad en

la pareja, es la ansiedad que ésta puede generar en los individuos. Descutner y Thelen (1991)

definen el Miedo a la intimidad como “la capacidad inhibida de un individuo, a causa de la

ansiedad, para intercambiar pensamientos y sentimientos de significación personal con otro

individuo que es altamente valorado” (p. 219).

Algunos estudios han encontrado que el Miedo a la intimidad puede ser un predictor de

calidad de vida y salud mental (Eddington, Mullins, Fedele, Ryan & Junghans, 2010; Canetti, Berry,

& Elizur, 2009), y al ser la adultez emergente un periodo crítico para el establecimiento de

relaciones de pareja estables, se considera relevante la creación de instrumentos válidos y

confiables para evaluar el Miedo a la intimidad afectiva en esta población.

Si bien un considerable número de estudios han investigado el concepto de Miedo a la

intimidad y su relación con otras variables utilizando el instrumento Fear to Intimacy Scale

(Descutner & Thelen, 1991; Martínez y Cevallos, 2008; Rivera, Cruz y Muñoz, 2011; Travis, et al.,

2008; Phillips, et al., 2013; Lloyd, 2011; Canetti, Berry & Elizur, 2009), en la actualidad no se cuenta

con ningún instrumento que explore dicho fenómeno en población mexicana; por ende, el

presente trabajo tiene como objetivos: 1) desarrollar una escala para medir el miedo a la intimidad

afectiva en adultos emergentes y 2) determinar sus propiedades psicométricas: estructura

factorial, confiabilidad, validez de criterio y validez concurrente.

Método

Para el desarrollo de la Escala Miedo a la Intimidad Afectiva (EMIA) se trabajó en dos

grandes etapas. En la primera, a partir de la revisión bibliográfica, se construyó el cuestionario

114
base para la creación del instrumento, el cual fue sometido a pruebas de validez de contenido y de

facie. En una segunda etapa se llevó a cabo la prueba empírica de EMIA, en donde se realizó la

aplicación en campo de la prueba en 328 participantes (122 hombres y 206 mujeres) de entre 18 y

25 años de edad. A partir de los datos obtenidos se realizaron procedimientos estadísticos para

determinar la estructura factorial, la confiabilidad, tanto la validez de criterio como la validez

concurrente, así como un ensayo de estandarización y normalización de la escala.

A continuación se describen detalladamente cada una de estas etapas, así como las fases y

resultados de las mismas.

Etapa 1. Construcción de la prueba

A partir de la revisión bibliográfica, se determinaron las dimensiones que conformarían la

escala. Posteriormente se creó una base de reactivos (total de 139) que incluían las cinco

dimensiones, a saber: Miedo a la autorrevelación (28 reactivos), Miedo a la fusión (27 reactivos),

Indiferencia (28 reactivos), Confianza (25 reactivos) y Autoestima (31 reactivos).

Dichos reactivos conformaron el cuestionario Relaciones de pareja en jóvenes, el cual tuvo

por opciones de respuesta una escala tipo Likert, que permite reflejar el nivel de intensidad en que

una afirmación describe al participante en situaciones diversas (Nada característico de mí, Algo

característico de mí, Característico de mí, Muy característico de mí).

Los reactivos fueron aleatorizados y se delinearon los criterios de inclusión conforme a la

población con la que se pretende trabajar: jóvenes de entre 18 y 25 años de edad, que no

estuvieran casados ni cohabitando con su pareja al momento de participar en el estudio.

Por último, se diseñó el cuadernillo de autoinforme Relaciones de pareja en jóvenes en el

que se observan los reactivos elaborados, con la forma de respuesta elegida, así como un

cuestionario sociodemográfico para detectar los criterios de inclusión considerados para este

estudio, a saber; sexo, edad, ocupación, nivel de estudios, su estatus actual en una relación

115
sentimental y el tipo de relación en la que se encontraban, la cual fue caracterizada en las

categorías de: cortejo –saliendo para conocerse, sin contacto físico ni exclusividad–, amigos con

derechos o free –contacto físico, sin exclusividad–, noviazgo –contacto físico y exclusividad–, y sin

relación de pareja. Con base en este producto, se llevó a cabo la Prueba de claridad, que se

enuncia a mayor detalle en el siguiente apartado.

1.1 Prueba de claridad

Objetivo

Se busca obtener información respecto a la comprensión de los reactivos diseñados

sometiendo a prueba de claridad el cuadernillo de autoinforme Relaciones de pareja en jóvenes en

una muestra de la población.

Procedimiento

El equipo de investigación llevó esta versión del cuestionario a campo donde se contó con

la participación de 10 jóvenes que cumplían con los criterios de inclusión. De la muestra con la que

se trabajó, se eligieron a 5 personas para aplicación de autoinforme y a 5 para aplicación en la

modalidad de entrevista; ambas formas se llevaron a cabo en una sola sesión e individualmente.

Para la aplicación de autoinforme:

- Se expuso a cada participante el objetivo del ejercicio (prueba de claridad) y se pidió su

colaboración y tiempo.

- Se explicó que el al responder el cuestionario, marcara (o enunciara al terminar) las

palabras que no comprendiera, afirmaciones que no le fueran claras así como dudas y/o

sugerencias generales que tuvieran.

- Se explicaron las opciones de respuesta, puntualizando la elección de sólo una que los

describiera mejor en cada afirmación.

116
- Después de 25 minutos, en promedio, devolvieron el cuestionario con algunas

anotaciones puntuales y generalidades de retroalimentación.

- Se agradeció al participante y se compartió el objetivo del cuestionario.

Para la aplicación en entrevista:

- Se expuso a cada participante el objetivo del ejercicio (prueba de claridad) y se pidió su

colaboración y tiempo.

- Se explicaron las opciones de respuesta, puntualizando la elección de sólo una que los

describiera mejor en cada afirmación.

- Se pidió que el al responder el cuestionario (leído en voz alta por el entrevistador),

expresara las palabras que no comprendiera, las afirmaciones que no le fueran claras y/o

dudas así como sugerencias generales para hacer más comprensible el cuestionario.

- El entrevistador hizo anotaciones dictadas por el participante y usó las pausas para

indagar sugerencias.

- Se agradeció al participante y se compartió el objetivo del cuestionario.

Resultados

El tiempo estimado de respuesta fue en promedio 25 minutos, para la aplicación de

autoinforme; mientras que, en la aplicación de entrevista, duró entre 40 minutos y una hora.

Lo primero que devolvieron los participantes fue la inconformidad de contestar reactivos

“repetidos” o muy parecidos. Se les explicó que forma parte de obtener información de

consistencia en sus respuestas y para notar, con su ayuda, cómo puede describirse mejor la misma

idea. A raíz de esto, los resultados obtenidos se describen en la Tabla 17.

117
Tabla 17

Resultados obtenidos para la modalidad autoinforme y la modalidad entrevista

Modalidad de autoinforme Modalidad de entrevista


- “Más opciones de respuesta en reactivos demográficos A7 y - “Más opciones de respuesta en el reactivo de demográficos
A8”. A6”.
- “Opciones de respuesta poco comprensibles”. - “Indicación de mayor comprensión y cercanía con opciones
- “Reactivos 23, 24, 30, 36, 41, 56, 59, 61, 67, 76 no son sobre de respuesta: De acuerdo… en desacuerdo”.
pareja o relaciones”. - “En el reactivo 10 cambiar hacerme daño por lastimarme”.
- En el reactivo 45. Mi relación no es segura “no es claro “¿en - Reactivo 16 “engañarme puede ser interpretado como
qué sentido?” infidelidad o manipulación”.
- En el reactivo 120. “Soy un gran apoyo para O “gran está de - Reactivo 42 “no es comprensible la palabra valía”.
más”. - Reactivo 52. Exitoso en mis relaciones… “¿en función de
- Detalles de redacción: reactivo 126. “… atractiva”. felicidad o duración?”
- Reactivo 34 “aún no me pasa eso”. - En los reactivos 42 y 52 “se comprenden de manera general
- Reactivos 15 y 88 “Pregúntale eso a O…” (mis relaciones) en contraste con las instrucciones (que
indican pensar en la última relación y la actual)”.
- En el reactivo 96 “relación tan en serio, puede ser en
sentido negativo o positivo… especificar”.
- “Mejorar redacción en 35 (incluir P antes de dependa), 64,
104 y 125”
- En el reactivo 101 “no se entiende activamente”.
- En el reactivo 102 “nos complementamos…¿en qué
sentido?”
- En el reactivo 112 “¿a qué se refiere señales?”
- En el reactivo 129 “intensa …¿problemas o afectivamente?
necesita ser más claro”.

Discusión

Se obtuvo información más rica de las entrevistas pues los participantes mostraban sus

dudas y comentarios espontáneamente. Con los datos obtenidos en la prueba de claridad pareció

pertinente hacer los siguientes cambios:

- Se agregarán más opciones de respuesta a los demográficos.

- Las opciones de respuesta se modifican y agrega una:

Totalmente de acuerdo
Muy característico de mí
Muy de acuerdo
Característico de mí
De acuerdo
Algo característico de mí
En desacuerdo
Nada característico de mí
Totalmente en desacuerdo

118
- En las instrucciones se hacía una acotación explicando que con la letra O de los reactivos

se hace referencia a la pareja actual o la última que hayan tenido. Para que el

cuestionario fuera más claro, se utilizará P.

De manera general, las correcciones en redacción se llevaron a cabo en todo el

cuestionario, tomando en cuenta las sugerencias obtenidas en esta prueba de claridad. Estas

modificaciones realizadas al cuestionario permitieron pasar a la siguiente fase con reactivos más

claros.

1.2 Validez de facie

Objetivo

Obtener la validez de facie de la Escala Miedo a la Intimidad Afectiva a partir de la técnica

Q-sort, en la cual jueces expertos identifican la pertenencia de cada reactivo a las dimensiones

teóricas propuestas (Miedo a la fusión, Miedo a la autorrevelación, Autoestima, Confianza e

Indiferencia).

Metodología

Participantes

12 jueces expertos en el tema de relación de pareja: terapeutas (80%) e investigadores

(20%). Cabe mencionar que 3 de los jueces participaron en la primera y segunda fase, los 9

restantes se pidió su colaboración sólo en la segunda fase.

Instrumento

La escala está diseñada para medir el de Miedo a la intimidad en jóvenes de entre 18 y 25

años de edad. Tiene por opciones de respuesta una escala tipo Likert (Totalmente de acuerdo,

Muy de acuerdo, De acuerdo, En desacuerdo, Totalmente en desacuerdo), que permite reflejar el

nivel de intensidad en que una afirmación describe al participante en situaciones diversas.

119
La versión manual que se presentó a los jueces, fue con la descripción de constructo

Miedo a la intimidad y de cada una de sus dimensiones, así como cada reactivo por separado. En

cuanto a la versión electrónica, en una hoja de cálculo la escala se incluyeron las definiciones tanto

del constructo como de cada una de sus dimensiones así como los reactivos, permitiendo que el

juez marcar por reactivo la dimensión a la que consideraba que correspondía el mismo. Se agregó

un espacio destinado a comentarios pertinentes para cada reactivo y para la prueba en general.

Fase 1

Material
En esta fase, sólo se aplicó la versión manual de la prueba y se usó:

- 6 tarjetas de definición: Una del constructo Miedo a la intimidad y otras 5 para las

dimensiones (Miedo a la fusión, Miedo a la autorrevelación, Autoestima, Confianza e

Indiferencia).

- Conjunto de reactivos de la Escala de Miedo a la Intimidad Afectiva (139 reactivos).

Procedimiento

1. Se hizo una búsqueda de expertos en temas de pareja, en todos los ámbitos posibles en

el campo de la psicología.

2. Se les expuso el objetivo del proyecto de la construcción de la Escala de Miedo a la

Intimidad Afectiva y se les pidió su colaboración. A partir de esto se concertaron las

citas necesarias.

3. Ya en la cita, el equipo de investigación presentó la versión manual del cuestionario

(tarjetas y reactivos), no sin antes dar una explicación de la tarea. Se les expuso el

material y la instrucción fue la siguiente: “Lea el constructo de Miedo a la intimidad así

como la descripción de las dimensiones; con base en esto le pedimos colocar cada

reactivo debajo de la dimensión a la que usted considera que le corresponde”.

120
4. Mientras se realizaba la tarea; el equipo de investigación hacía las anotaciones

pertinentes de sugerencias, inconformidades, dudas y comentarios generales que el

experto/a aportaba.

5. Al finalizar, se agradeció al juez su ayuda.

Resultados
A raíz de las aportaciones de los primeros tres jueces, se decidió revisar de nueva cuenta

las dimensiones formuladas inicialmente (Miedo a la fusión, Miedo a la autorrevelación,

Autoestima, Confianza e Indiferencia), ya que las dimensiones Confianza y Autoestima plantearon

numerosas dificultades para ser categorizadas y ser tomadas como parte del constructo.

Los jueces expusieron que las dimensiones de Confianza y Autoestima, además de ser

constructos por sí solos (que compiten con el constructo Miedo a la intimidad), son variables

antecedentes o predeterminantes que pueden influir para que una persona tenga o no miedo a la

intimidad en una relación de pareja pero no son parte del constructo en el presente. En el caso de

la Autoestima, se determinó que era una dimensión que se ve afectada por múltiples factores

difíciles de controlar y muy amplia que no aporta directamente al constructo de este trabajo

(Figura 4).

Figura 4

Esquema de relación de variables antecedentes.

Confianza y Intimidad
Autoestima Ansiedad

Por otro lado, la dificultad de notar la pertenencia del reactivo a algunas dimensiones se

debió a la descripción en “negativo” de la dimensión (reactivo al revés). Algunos jueces sugirieron

121
definir las dimensiones como neutrales y partir de que algunos reactivos estén redactados en

positivo y otros en negativo.

Un juez sugirió que la dimensión Miedo a la fusión no forma parte del constructo a evaluar

pero otro indicó que, con base en la teoría de Murray Bowen (1978), esta dimensión es relevante

por lo que debía permanecer.

Comentarios de los jueces

A continuación se enuncian los comentarios textuales de los jueces, y posteriormente las

discusiones hechas con base en los mismos:

- “La dimensión de Autoestima es un constructo por sí mismo y sería un precedente de

Miedo a la Intimidad y no parte de este constructo”

- “Las dimensiones de Confianza y Autoestima no son parte del constructo sino que lo

anteceden”

- “Es complicado medir la Autoestima a partir del otro”

- “Resulta complicado colocar un reactivo formulado en negativo, dentro de una

dimensión de Miedo, por lo que les sugiero que formulen las dimensiones como un

continuo que valla de positivo a negativo”

Discusión
A raíz de las observaciones realizadas por los jueces y de una revisión bibliográfica más

específica, se decidió eliminar las dimensiones Confianza y Autoestima. También se modificó el

nombre de las dimensiones que permanecieron (Miedo a la fusión→Fusión; Miedo a la

autorrevelación→Autorrevelación; Indiferencia→Empatía), lo que permitió la presencia de

reactivos que evalúan tanto la expresión positiva como negativa de la misma dimensión.

122
Fase 2

Una vez replanteadas las dimensiones, se manejó un total de 82 reactivos, los cuales se

sometieron a prueba con los 12 jueces. Para determinar, si un reactivo era válido para formar

parte de una dimensión y permaneciera como parte de la escala, éste tenía que tener como

mínimo un promedio de 80% de acuerdo interjueces.

Material

Para la versión manual se usó:

- 4 tarjetas de definición: Una del constructo Miedo a la intimidad y sus 3 dimensiones

(Fusión, Autorrevelación y Empatía).

- Conjunto de reactivos de la Escala de Miedo a la Intimidad Afectiva (82 reactivos).

En la versión electrónica, se usó:

- El archivo diseñado en el que los jueces tenían a la vista en todo momento la definición

del constructo y de cada una de sus dimensiones.

Procedimiento

1. Se solicitó el apoyo de los jueces para realizar la prueba y se les ofrecieron las opciones

de colaborar en modalidad presencial o electrónica.

2. En la modalidad presencial, el equipo de investigación presentó las tarjetas con las

definiciones y los reactivos, no sin antes dar una explicación de la tarea. Una vez hecho

lo anterior, la instrucción fue la siguiente: “Lea el constructo de Miedo a la intimidad así

como la descripción de las dimensiones; con base en esto le pedimos colocar cada

reactivo debajo de la dimensión a la que usted considera que le corresponde”.

3. Mientras se realizaba la tarea; el equipo de investigación hacía las anotaciones

pertinentes de sugerencias, inconformidades, dudas y comentarios generales que el

experto/a aportaba.

123
4. Al finalizar, se agradeció al juez su ayuda.

Para la versión electrónica se envió el archivo con las instrucciones para contestarlo: “A

partir de la definición de cada una de las dimensiones, coloque una "X" en la dimensión que

considere corresponde con el reactivo enunciado”.

Una vez concluida la tarea, cada juez envió el archivo contestado con las respuestas y

comentarios en el apartado destinado para ello.

Resultados

Para esta fase, los resultados obtenidos fueron los siguientes:

- Seis de los reactivos no tuvieron el mínimo de 80% determinado para permanecer como
parte de la escala, a saber:
12. Suelo ser una persona amorosa con P (55.6%)

16. P puede hacerme sentir cómodo/a casi en cualquier situación (63.6%)

33. Me han descrito como una persona frío/a en mis relaciones (40%)

43. Me preocupo constantemente por el bienestar de P (63.3%)

47. Hago lo que considero conveniente aunque P no esté de acuerdo (72.7%)

50. Antepongo mis prioridades personales a las de mi relación con P (58.3%)

- Por otra parte, el reactivo 45 (Soy afectuoso/a con P) cambió de dimensión ya que

originalmente estaba planteado dentro de la dimensión de Autorrevelación pero el 88%

de los jueces lo ubicó en Empatía.

- Se revisó la redacción de los reactivos 48 (“En mi tiempo libre no me gusta estar solo/a,

prefiero estar con P”) y 80 (“No me doy cuenta de lo que le sucede a P si no lo expresa

verbalmente”) para quedar de la siguiente manera:

48. “En mi tiempo libre me disgusta estar solo/a, prefiero estar con P”

80. “Se me complica darme cuenta de lo que le sucede a P si no lo expresa verbalmente”.

124
Comentarios de los jueces

En general los jueces expusieron, por un lado, dificultades o puntos a tomar en cuenta, así

como aciertos que observaron. A continuación se enuncian los comentarios textuales de los

jueces:

- “En algunos casos se refiere a ausencia de una dimensión, más que a la dimensión

misma. Por ejemplo en el 82 es falta de autorrevelación, en el 81 es falta de fusión y en

el 80 es falta de empatía. Creo que así es como quisieron hacerlo pero creí conveniente

hacer la aclaración”.

- “El instrumento en la elección de constructos es adecuado, sin embargo hay algunas

preguntas que fácilmente pueden confundirse unas con otras”.

- “Si bien es necesario que las preguntas entre ellas mismas se confirmen para la

confiabilidad, el que se repitan tan seguido (una vez más en la formulación) puede

desarrollar dudas conforme se va contestando”.

- Evitar usar "No" en reactivos 39 y 74.

- En reactivo 48 “La afirmación contiene dos ideas; evitar usar "no"

- En reactivo 80 “Ojo: Dobles negativos”

- El instrumento es “muy largo”.

- “Fue una buena elección de dimensiones para describir el constructo”.

- “No aplica” Reactivos 12 y 33 (con dificultad para darle pertenencia a alguna dimensión)

Discusión

La modificación del nombre y definición de las tres dimensiones que permanecieron

permitió que los reactivos redactados en “positivo” y en “negativo” tuvieran mayor congruencia

entre sí al ser considerados como la presencia o ausencia de la misma característica, lo que

también dio más claridad al momento de clasificar los reactivos en cada dimensión. Sólo un

125
reactivo cambió de dimensión, lo que indica cierta claridad y discriminación en las dimensiones y

reactivos planteados.

Los seis reactivos con porcentaje de acuerdo interjueces menor al 80%, son reactivos que

desde que los jueces llevaron la tarea de clasificar causaron confusión por lo que el análisis

estadístico confirmó las observaciones realizadas, ante lo cual la escala quedó con un total de 76

reactivos. Si bien no es una prueba concluyente, se considera que otorga bases para la siguiente

prueba a la que se deberá someter la Escala de Miedo a la Intimidad Afectiva.

Posterior a esta revisión exhaustiva proveniente de los comentarios de jueces y

participantes sobre los reactivos, se obtuvo un cuestionario que pretende medir el Miedo a la

intimidad afectiva en jóvenes, corregido de acuerdo con estas dos etapas (prueba de claridad y

validez de facie) en cuanto a número de dimensiones, número de reactivos, redacción y modo de

respuesta, por lo que se considera listo para someterse a prueba empírica.

Etapa 2: prueba empírica

Objetivo

Evaluar la validez y confiabilidad de la Escala Miedo a la Intimidad Afectiva, así como el

ensayo de normas y estandarización

Metodología

Participaron 328 jóvenes; en su mayoría estudiantes; 206 mujeres y 122 hombres de entre

18 y 25 años de edad. Solteros y que no vivan en pareja en el momento de la aplicación.

Instrumentos

Escala Miedo a la Intimidad Afectiva (EMIA): Instrumento diseñado para medir el nivel de

Miedo a la intimidad afectiva en jóvenes de entre 18 y 25 años de edad. Contiene 76 afirmaciones

correspondientes a 3 dimensiones: Fusión (27 reactivos), Autorrevelación (23 reactivos) y Empatía

(26 reactivos). Tiene por opciones de respuesta una escala tipo Likert (Totalmente de acuerdo, De

126
acuerdo, En desacuerdo, Totalmente en desacuerdo), que permite reflejar el nivel de intensidad

en que una afirmación describe al participante en situaciones diversas.

Escala Tridimensional del Amor (Sánchez, 1995): Evalúa los tres elementos básicos del

amor: la Intimidad, que se refiere a los sentimientos de cercanía, unión y vinculación en las

relaciones de amor; la Pasión, que es la atracción y consumación sexual, y el Compromiso, que se

refiere a la decisión de amar y mantener una relación a través del tiempo. Los tres factores

explican el 64.2% de la varianza, posee índices de confiabilidad por subescala desde α = 0.81 hasta

0.93. Consta de 26 afirmaciones y tiene por opciones de respuesta una escala tipo Likert que va de

Completamente en desacuerdo a Completamente de acuerdo.

Procedimiento

La aplicación en campo de la prueba se realizó en dos modalidades:

- Presencial: Se asistió a diferentes espacios de una universidad pública de la Ciudad de

México, para pedir la colaboración de los jóvenes y aplicarles el cuadernillo. Las

instrucciones fueron:

- Electrónica: Se subió el cuestionario a una plataforma de internet y se distribuyó a través

de las redes sociales con el fin de solicitar el apoyo de personas que contaran con los

criterios de inclusión.

Las instrucciones fueron las mismas para ambas versiones: “La Facultad de Psicología de la

UNAM está realizando un estudio sobre las relaciones de pareja en jóvenes. Este no es un examen,

por lo que no hay respuestas correctas ni incorrectas, sólo nos interesa conocer tu opinión. Todos

los datos contenidos en este cuestionario, serán tratados de manera anónima y confidencial. Es

muy importante que respondas todas las preguntas, aunque parezcan repetidas. Agradecemos tu

colaboración.”

127
Cabe aclarar que a aquellas personas que declaraban encontrarse sin relación de pareja

respondieron con base en su última relación o como creían que actuarían si tuvieran alguna.

Posteriormente los datos fueron capturados y procesados con el programa Statistical

Package for the Social Sciences versión 15, realizando los siguientes procedimientos estadísticos.

- Calidad discriminatoria de los reactivos a partir de un contraste con la prueba T de

student.

- Estructura factorial de la prueba utilizando la rotación Varimax

- Índice de confiabilidad con la prueba Alpha de Cronbah

- La validez de criterio se evaluó con pruebas de comparación (ANOVA y T de student)

- Para estimar la validez concurrente se realizó una correlación entre la EMIA y el

Inventario Tridimensional del Amor.

- Calificación (normas y estandarización)

A continuación se presentan los resultados obtenidos en cada uno de los análisis

estadísticos.

2. 1. Calidad discriminatoria de los reactivos

El objetivo fue conocer la capacidad de discriminación de cada uno de los reactivos de la

EMIA para lo cual se llevó a cabo el siguiente procedimiento estadístico.

1. Eliminación de aplicaciones que tuvieran más del 80% de reactivos sin responder.

2. Se realizó una revisión de la distribución de frecuencias para revisar la variabilidad y el

sesgo de las respuestas.

3. Debido a que la escala contiene reactivos en positivo y en negativo, y. para algunos

análisis se requiere que todos los reactivos estén en una sola dirección para poder

tener la sumatoria total de la escala, se cambiaron todos aquellos que por su redacción

128
es necesario invertir. De tal manera, al haber seleccionado la respuesta que se codificó

como “1” debía indicar menor miedo a la intimidad y “4” mayor miedo a la intimidad.

4. Se verificó que la distribución de la muestra fuera normal multivariada y se obtuvieron

los percentiles (valores más altos y más bajos).

5. Se creó una nueva variable con la sumatoria de cada sujeto.

6. Se obtuvieron los percentiles 27 y 73.

7. Prueba t

7.1Se generaron dos grupos (valores más bajos al percentil 27 y datos del percentil

73 al más alto).

7.2Se realizó una prueba t para muestras independientes, comparando ambos

grupos.

Resultados

La calificación total de la escala permitió advertir aplicaciones con respuestas

indiscriminadas o con muchos reactivos sin resolver, las cuales fue necesario eliminar de la base de

datos. Desechando los folios: 74, 142, 143, 150, y 256. Quedando para este momento, un total de

323 aplicaciones.

A partir de la revisión de frecuencias, se decidió eliminar 6 reactivos (3,7,30, 34,37,50 y 51)

ya que más del 80% de los datos se acumulaban en 2 opciones de respuesta contiguas indicando la

falta de variabilidad y, por tanto, la falta de discriminabilidad del reactivo (ver Tabla 18).

129
Tabla 18

Reactivos eliminados y su distribución de frecuencias

Frecuencias %
Reactivos Totalmente de Totalmente en
De acuerdo En desacuerdo
acuerdo desacuerdo
3. Para mí es importante escuchar a P 64.0 31.1 1.6 3.4
7. Apoyo a P para que se sienta bien 62.1 31.7 4.0 2.2
30. Me importa cuando P está triste 64.7 30.0 2.8 2.5
34. Soy una persona sensible a las necesidades
21.4 60.9 15.2 2.5
de P
37. Doy apoyo emocional a P 54.0 44.1 .6 1.2
50. Me preocupo cuando P está triste 54.8 40.5 3.1 1.6
51. Apoyo a P en su crecimiento personal 52.5 42.5 3.4 1.6

Se partió de las hipótesis de la Prueba t para contrastar a los sujetos debajo del percentil

27=139 con los de más que el percentil 73=175:

H0: No hay diferencias entre los sujetos de los dos grupos extremos de la distribución

Hi: Hay diferencias entre los sujetos de los dos grupos extremos de la distribución

En los resultados arrojados por la prueba se observó que para la mayoría se aceptó la

hipótesis alterna, es decir, que existen diferencias estadísticamente significativas entre los grupos

(aquellos con significancias <.05). Los reactivos con significancia > .05 son fueron eliminados, pues

expresan que no hay diferencias significativas entre las respuestas del percentil 27 y el percentil

73; es decir, los reactivos no muestran calidad discriminatoria. De esta prueba únicamente el

reactivo 25 fue eliminado, los resultados obtenidos en este reactivo se muestra en la Tabla 19.

Tabla 19

Reactivo eliminado de la prueba

Prueba de Levene para la


Prueba T para la igualdad de medias
igualdad de varianzas
F Sig. t gl Sig. (bilateral)
B25. Quiero saber todo lo que hace Se han asumido varianzas
2.385 .124 .757 176 .450
P mientras está lejos de mí iguales

Se determinó que dicho reactivo no cumplía la función de discriminar por lo que se decidió

eliminarlo; por esta razón en la siguiente prueba se trabajó con 68 reactivos.

130
2. 2. Estructura factorial

El objetivo fue conocer la estructura factorial de la EMIA compuesta por 68 reactivos para

lo cual se trabajó con la base de datos con la puntuación original es decir, aquella sin invertir. Los

68 reactivos fueron sometidos a análisis factorial con rotación Varimax en la que se consideró

como factor aquel conformado por 3 o más reactivos con carga factorial mayor a .30.

Resultados
Se obtuvo un coeficiente KMO de .902 con una significancia de .000, es decir una buena

adecuación muestral, con lo cual se comprobó que los datos eran aptos para someterse a un

análisis factorial. Las comunalidades oscilaron entre .450 y .739. Después de 23 iteraciones la

rotación Varimax arrojó 10 factores interpretables, los cuales explicaron el 50.047% de la varianza

total de la escala. Los factores explicaron por separado entre el 6.930% de la varianza y el 3.742%

(ver Tabla 20).

Tabla 20

Factores y varianza explicada

%
Factor % varianza
acumulado
Miedo a la autorrevelación 6.930 6.930
Empatía 6.261 13.192
Indiferencia 5.690 18.881
Autorrevelación afectiva 4.881 23.762
Miedo a la fusión 4.776 28.538
Autorrevelación cognitiva 4.772 33.310
Fusión 4.486 37.796
Miedo a ceder 4.479 42.276
Falta de interés 4.029 46.305
Miedo a que dependan de mí 3.742 50.047

En la Tabla 20 se observa que, de los 10 factores obtenidos, 6 describieron actitudes de

rechazo e incomodidad frente a la intimidad afectiva y 4 de apertura o comodidad, por lo que se

decidió agruparlos con base a la postura frente a la intimidad afectiva conformando así 2

subescalas: Miedo a la intimidad afectiva y Apertura a la intimidad afectiva.

131
Los 6 factores que conforman la subescala de Miedo a la intimdad afectiva explicaron el

29.646% de la varianza de la escala total. En la Tabla 21 pueden observarse los reactivos que

conformaron cada factor de esta subescala, así como sus cargas factoriales y estadísticos

descriptivos.

Tabla 21

Factores de la subescala Miedo a la intimidad afectiva.

Factores
Reactivos Miedo a la Miedo a Miedo a Falta de Miedo a que
Indiferencia
autorrevelación la fusión ceder interés dependan de mí
B29. Hay pensamientos que me .675
avergüenza compartir con P ( = 2.80 )
B57. Evito compartir mis pensamientos .671
más íntimos con P ( = 3.08 )
B56. Me es incómodo compartir mis .654
pensamientos con P ( = 3.11 )
B4. Me incomoda contarle a P cosas de mi .616
pasado que me avergüenzan ( = 2.98 )
B76. Me es difícil ser abierto/a con P .604
respecto a lo que pienso ( =3.02 )
B48. Para mí es complicado hablar con P
.562
de aquello que me lastima
( = 2.83 )
emocionalmente
B24. Tengo dificultades para expresarle .517
mis sentimientos a P ( = 3.15 )
B67. Me disgusta compartir con P mis .434
sentimientos más profundos ( = 3.02)
B70. Prefiero hacer como si no me
.623
percatara de que P se encuentra en
( = 3.40)
problemas
.612
B19. Soy indiferente a los problemas de P
( = 3.47)
B44. Me siento incómodo/a escuchando .586
los problemas personales de P ( = 3.29)
.466
B37. Muchas veces prefiero ignorar a P
( = 3.34)
B69. Me cuesta trabajo ayudar a P en
.443
cosas que no son importantes para mí,
( = 3.02)
aunque para P lo sean
-.419
B26. Me conmueve ver preocupado/a a P
( = 1.90)
B72. Cuando mi relación con P se vuelve
.411
muy intensa emocionalmente, siento la
( = 2.92)
necesidad de huir de ella
.365
B64. Siento que P pide demasiado de mí
( = 2.91)
B9. Me pone nervioso/a ser .341
espontáneo/a con P ( = 3.20)
B63. Me perturba pensar que puedo .742
perder autonomía por querer tanto a P ( = 2.68)
B46. Me preocupa perder mi .687
independencia cuando estoy con P ( = 2.76)
B13. Cuando estoy con P me siento .474
asfixiado/a ( = 3.32)
B47. Me angustia que mi relación con P se .430
vuelva más formal ( = 2.95)

132
Factores
Reactivos Miedo a la Miedo a Miedo a Falta de Miedo a que
Indiferencia
autorrevelación la fusión ceder interés dependan de mí
B66. Me disgusta tener que ceder en mis .718
decisiones y planes frente a P ( = 2.45)
B61. Me incomoda cambiar mi .694
comportamiento sólo para complacer a P ( = 2.32)
B49. Me molesta tener que cambiar de .691
planes para complacer a P ( = 2.33)
B32. Me desagrada que P decida por mí .443
las cosas que nos atañen a ambos ( = 2.18)
B74. Se me complica darme cuenta de lo
.681
que le sucede a P si no lo expresa
( = 2.83)
verbalmente
B55. Se me dificulta darme cuenta .607
cuando P se siente mal ( = 3.13)
B12. Me es difícil elegir un regalo para P .431
porque no conozco sus gustos ( = 3.16)
B68. Tengo cuidado de no tomarme muy .410
en serio mi relación con P ( = 3.01)
.397
B40. Me cuesta trabajo entender a P
( = 2.70)
.738
B18. Me incomoda que P dependa de mí
( = 2.44)
B28. Me incomoda que P dependa .662
emocionalmente de mí ( = 2.49)
B26. Nuestra relación sería mejor si P me .472
diera el espacio que necesito ( = 2.62)
B16. Me disgusta tener que estar siempre .425
disponible para P ( = 2.82)
Total
Número de
34 8 8 5 4 5 4
reactivos
Media (media
2.883 3.002 3.030 2.984 2.318 2.970 2.597
teórica = 2.5)
Desviación
.442 .595 .462 .585 .672 .616 .668
estándar

Con base en el contenido de los reactivos agrupados en la subescala Miedo a la intimidad

afectiva, se definen cada una de los factores que la componen:

- Miedo a la autorrevelación. Dificultad para compartir pensamientos o sentimientos con

la pareja debido a incomodidad o vergüenza.

- Indiferencia. Falta de participación afectiva en la vida de la pareja y rechazo a un

involucramiento mayor.

- Miedo a la fusión. Preocupación ante la pérdida de los propios límites personales en la

relación.

- Miedo a ceder. Incomodidad ante la pérdida de independencia y ante la idea de tener

que cambiar decisiones o comportamientos para complacer a la otra persona.

133
- Falta de interés. Complicaciones para percibir gustos y necesidades de la pareja.

- Miedo a que dependan de mí. Incomodidad ante la dependencia del otro hacia sí y las

conductas relacionadas a esto.

Los 4 factores restantes conformaron la subescala Apertura a la intimidad afectiva. Ésta se

constituyó por reactivos de actitud positiva hacia la intimidad afectiva, que explicaron el 20.4% de

la varianza. En la Tabla 22 pueden observarse los factores que componen dicha subescala, así

como sus respectivos reactivos con sus cargas factoriales y estadísticos descriptivos.

Tabla 22

Factores subescala Apertura a la intimidad afectiva

Factores
Reactivos Apoyo Autorreve- Autorreve-
Fusión
emocional lación afectiva lación cognitiva
.741
B53. Me considero capaz de entender los sentimientos de P
( = 1.88)
.685
B45. Siento que realmente comprendo a P
( = 2.13)
.667
B62. Puedo ponerme en el lugar de P y comprenderlo/a
( = 1.91)
.654
B65. Soy un gran apoyo para P cuando está triste
( = 1.80)
.468
B54. Me intereso en las actividades de P
( = 1.63)
.455
B39. Puedo hacer sentir mejor a P cuando se siente mal
( = 1.66)
.452
B58. Le doy apoyo emocional a P en situaciones complicadas
( = 1.49)
.646
B41. Soy afectuoso/a con P
( = 1.57)
.644
B73. Disfruto de mostrarle a P lo mucho que lo/la quiero
( = 1.68)
-.640
B20. Me siento nervioso/a al mostrarme afectuoso/a con P
( = 3.28)
.557
B11. Me siento a gusto diciéndole a P cuánto me importa
( = 1.67)
B42. Me siento cómodo/a expresándole mis verdaderos .455
sentimientos a P ( = 1.80)
-.360
B6. Me pone nervioso/a ser espontáneo/a con P
( = 3.20)
B33. Me siento cómodo/a cuando comparto mis secretos .672
más íntimos con P ( = 2.04)
B5. Me siento a gusto contándole a P cosas que no le cuento .617
a otros ( = 1.70)
B23. Me gusta compartir con P mis pensamientos más .558
privados ( = 2.02)
B22. Me siento cómodo/a compartiendo con P mis .490
problemas más significativos ( = 1.86)
.443
B8. Siento que soy capaz de exponerle mis debilidades a P
( = 1.84)

134
Factores
Reactivos Apoyo Autorreve- Autorreve-
Fusión
emocional lación afectiva lación cognitiva
B17. Prefiero consultar a P antes de tomar una decisión .717
importante ( = 2.71)
B1. Cuando P está lejos por mucho tiempo, me siento .688
incompleto/a ( = 2.68)
B21. Para mí no hay nada más importante que la relación .614
con P ( = 2.80)
.525
B52. P y yo somos el uno para el otro
( = 2.26)
B43. En mi tiempo libre me disgusta estar solo/a, prefiero .520
estar con P ( = 2.58)
427
B60. Me gusta tener una sensación de unión completa con P
( = 1.88)
Total
Número de reactivos 24 7 6 5 6
Media (media teórica = 2.5) 2.079 1.787 2.198 1.894 2.480
Desviación estándar .381 .461 .356 .590 .551

Los factores de la subescala Apertura a la intimidad afectiva se definen de la siguiente

manera a partir de las conductas, pensamientos y emociones descritas en sus reactivos:

- Apoyo emocional. Comprensión y soporte que se es capaz de dar al otro

- Autorrevelación afectiva. Comodidad que tienen los individuos al expresar afecto a su

pareja romántica.

- Autorrevelación cognitiva. Sensación de bienestar al exteriorizar los propios

pensamientos.

- Fusión. Sensación de unión total o parcial con alguien.

Al finalizar los análisis estadísticos ya mencionados, la Escala de Miedo a la Intimidad

Afectiva quedó conformada por 57 reactivos, uno de ellos repetido en 2 factores diferentes,

agrupados en 2 subescalas compuestas por un total de 6 factores de Miedo a la intimidad afectiva

y 4 factores en la subescala Apertura a la intimidad afectiva.

2. 3. Índice de consistencia interna

El objetivo fue conocer el índice de consistencia interna global de la EMIA así como de

cada una de las subescalas y de los factores que las componen, para esto se utilizó la prueba Alfa

de Cronbach. Para determinar la permanencia o no de un reactivo en el instrumento, se observó

135
su influencia en el índice de confiabilidad respecto al factor correspondiente, considerando como

criterio de aceptación α ≥ .700.

Se trabajó en la base de datos de reactivos invertidos, en la que la puntuación de los

reactivos corren en sentido congruente respecto al nivel de miedo a la intimidad; es decir, una

puntuación de 1 en un reactivo corresponde a cero miedo a la intimidad y una puntuación de 4

sería alto miedo a la intimidad. Se partió de los 10 factores interpretables que explicaron el

50.047% de la varianza total de la escala. Con base en éstos, se utilizó el análisis estadístico de

confiabilidad por dimensión, sacando los estadísticos descriptivos y el Alfa de Cronbach por factor,

de la escala positiva y negativa.

Resultados
Con base en los resultados obtenidos, se determinó que en el factor Indiferencia, al ser

eliminado el reactivo 27 (Me conmueve ver preocupado/a a P), el coeficiente de confiabilidad de

dicha dimensión aumentó de .726 a .808. Por su parte, si se eliminan los elementos 20 (Me siento

nervioso/a al mostrarme afectuoso/a con P) y 9 (Me pone nervioso/a ser espontáneo/a con P) el

índice de consistencia interna del factor Autorrevelación afectiva incrementó de .447 a .791,

apoyando a que la dimensión permanezca en la prueba (ver Tabla 23).

Tabla 23

Alfa de Cronbach basada en los elementos tipificados por factor

Número de Reactivos que pertenecen al


Alfa de Cronbach basada en los
Nombre del Factor elementos factor
elementos tipificados
B4, B24, B29, B48, B56, B57,
Miedo a la autorrevelación 8 .847
B67, B76
B39, B45, B53, B54, B58,
Apoyo emocional 7 .812
B62, B65
B6, B19, B44, B64, B69, B70,
Indiferencia 7 .815
B72
Autorrevelación afectiva 4 B11, B41, B42, B73 .793
Miedo a la fusión 5 B9, B13, B46, B47, B63 .713
Autorrevelación cognitiva 5 B5, B8, B22, B23, B33 .820
Fusión 6 B1, B17, B21, B43, B52, B60 .757
Miedo a ceder 4 B32, B49, B61, B66 .710
Falta de interés 5 B12, B40, B55, B68, B74 .753
Miedo a que dependan de mi 4 B16, B18, B26, B28 .718

136
Una vez que se tomó la decisión de eliminar estos tres elementos, se calculó el Alfa de

Cronbach por subescala (ver Tabla 24).

Tabla 24

Alfa de Cronbach basada en los elementos tipificados por subescala

Alfa de Cronbach basada en los


Nombre de Subescala Número de elementos
elementos tipificados
Miedo a la intimidad afectiva 33 .846
Apertura a la intimidad afectiva 22 .905

Los resultados muestran una consistencia mayor en la subescala Apertura a la intimidad

afectiva, no obstante ambos resultados son aceptables. Por lo anterior se concluye que, al

observar los resultados en conjunto, la EMIA tiene un buen grado de fiabilidad.

2.4. Validez de criterio

El objetivo fue estimar la validez de criterio de la EMIA para lo cual se sometieron a prueba

sus 10 factores, agrupados en 2 subescalas, para diferenciar grupos por tipo de relación actual y la

duración de ese vínculo. El tipo de relación fue definida en las categorías de: cortejo –saliendo

para conocerse, sin contacto físico ni exclusividad–, amigos con derechos o free –contacto físico,

sin exclusividad–, noviazgo –contacto físico y exclusividad–, y sin relación de pareja.

Para cada uno de los criterios mencionados se realizaron análisis de varianza con la

finalidad de comparar los grupos y determinar si la escala es capaz de diferenciar entre distintos

grupos. Una vez que se encontraron diferencias significativas, se ejecutó la prueba post hoc de

Scheffer para determinar entre qué grupos se encontraban tales diferencias.

Resultados

El análisis de varianza de los tipos de relación indicó diferencias significativas a partir del

tipo de relación establecida en ambas subescalas así como en los 10 factores que componen la

escala (ver Tabla 25).

137
Tabla 25

Análisis de varianza de los factores de la Escala Miedo a la Intimidad Afectiva por tipo de relación

Factor Estadígrafo Significancia


Miedo a la autorrevelación F(4, 313) = 11.923, p=.000
Apoyo emocional F(4, 308) = 8.934, p=.000
Indiferencia F(4, 312) = 9.802, p=.000
Autorrevelación afectiva F(4, 316) = 18.045 p=.000
Miedo a la fusión F(4, 313) = 5.916 p=.000
Autorrevelación cognitiva F(4, 316) = 15.254 p=.000
Fusión F(4, 308) = 10.775 p=.000
Miedo a ceder F(4, 315) = 4.950 p=.001
Falta de interés F(4, 312) = 10.976 p=.000
Miedo a que dependan de mí F(4, 316) = 6.815 p=.000
Negativos F(4, 303) = 10.782 p=.000
Positivos F(4, 299) = 19.293 p=.000

Profundizando el análisis, en la Tabla 26 se pueden observar los datos de los grupos entre
los que se encontraron las diferencias en cada uno de los factores.
Tabla 26
Prueba post hoc de los factores de la Escala Miedo a la Intimidad Afectiva por tipo de relación

Factor Categorías Medias (ds) Pruebas post hoc de Scheffer


Cortejo 22.70 (3.04) Amigos con derecho – Noviazgo:
Amigos con derecho 21.27 (4.97) p =.000
Miedo a la
Noviazgo 25.62 (4.52) Sin relación-Noviazgo:
autorrevelación
Casado/Unión libre 24.29 (5.14) p=.000
Sin relación 22.37 (4.29)
Cortejo 12.75 (3.19) Amigos con derecho – Noviazgo:
Amigos con derecho 13.47 (3.18) p =.023
Apoyo emocional Noviazgo 11.54 (2.96) Noviazgo – Sin relación:
Casado/Unión libre 12.70 (3.80) p =.000
Sin relación 13.93 (4.29)
Cortejo 21.83 (3.44) Amigos con derecho – Noviazgo:
Amigos con derecho 20.13 (4.49) p= .000
Indiferencia Noviazgo 23.45(3.39) Noviazgo – Sin relación:
Casado/Unión libre 23.00 (2.85) p= .000
Sin relación 21.11(3.72)
Cortejo – Noviazgo:
p=.034
Amigos con derecho – Noviazgo
Cortejo 7.33 (2.20)
p=.000
Amigos con derecho 8.21 (2.54)
Autorrevelación Amigos con derecho – Casado/Unión libre
Noviazgo 5.81 (1.79)
afectiva p=.011
Casado/Unión libre 5.94 (2.04)
Noviazgo – Sin relación:
Sin relación 7.80 (2.53)
p=.000
Casado/Unión libre – Sin relación:
p=.033
Cortejo 14.00 (2.70) Amigos con derecho – Noviazgo
Amigos con derecho 13.71 (3.19) p=.011
Miedo a la fusión Noviazgo 15.57 (2.70) Noviazgo – Sin relación:
Casado/Unión libre 15.82 (2.67) p=.028
Sin relación 14.27 (2.99)
Cortejo 10.16 (2.37) Amigos con derecho – Noviazgo
Amigos con derecho 11.02 (3.24) p=.000
Autorrevelación
Noviazgo 8.37 (2.61) Noviazgo – Sin relación:
cognitiva
Casado/Unión libre 8.94 (2.38) p=.000
Sin relación 10.82 (2.80)

138
Factor Categorías Medias (ds) Pruebas post hoc de Scheffer
Cortejo – Noviazgo:
Cortejo 16.12 (3.12)
p=.027
Amigos con derecho 16.39 (3.49)
Amigos con derecho – Noviazgo
Fusión Noviazgo 13.84 (3.02)
p=.001
Casado/Unión libre 14.00 (2.03)
Noviazgo – Sin relación:
Sin relación 16.10 (3.29)
p=.000
Cortejo 9.04 (2.29) Noviazgo – Sin relación:
Amigos con derecho 8.81 (2.12) p=.003
Miedo a ceder Noviazgo 9.90 (2.86)
Casado/Unión libre 8.58 (1.87)
Sin relación 8.43 (2.54)
Cortejo – Noviazgo:
p=.022
Amigos con derecho – Noviazgo
Cortejo 13.58 (2.70)
p=.001
Amigos con derecho 13.47 (2.81)
Amigos con derecho – Casado/Unión libre
Falta de interés Noviazgo 15.74 (3.09)
p=.027
Casado/Unión libre 16.29 (1.92)
Noviazgo – Sin relación:
Sin relación 13.74 (2.75)
p=.000
Casado/Unión libre – Sin relación:
p=.031
Miedo a que Cortejo 10.08 (2.87) Noviazgo – Sin relación:
dependan de mi Amigos con derecho 10.07 (2.60) p=.000
Noviazgo 11.03 (2.58)
Casado/Unión libre 10.70 (1.82)
Sin relación 9.23 (2.59)
Negativos Cortejo 87.26 (9.11) Amigos con derecho – Noviazgo
Amigos con derecho 84.45 (11.43) p=.000
Noviazgo 93.99 (10.95) Noviazgo – Sin relación:
Casado/Unión libre 91.58 (8.96) p=.000
Sin relación 90.19 (12.03)
Positivos Cortejo – Noviazgo:
Cortejo 46,37 (8.45)
p=.011
Amigos con derecho 49.22 (9.37)
Amigos con derecho – Noviazgo
Noviazgo 39.49 (7.99)
p=.000
Casado/Unión libre 41.58 (8.57)
Noviazgo – Sin relación:
Sin relación 48.44 (9.40)
p=.000

Como se observa en la Tabla 26, aquellos con mayor Miedo a la autorrevelación,

Indiferencia, Miedo a la fusión y Falta de interés fueron los participantes que cohabitan con su

pareja, ya sea en matrimonio o unión libre. En lo que respecta a Miedo a ceder, Miedo a que

dependan de mí, así como a la agrupación de todos los reactivos Negativos que componen la

subescala Miedo a la intimidad afectiva, las puntuaciones mayores fueron obtenidas por las

personas involucradas en una relación de noviazgo. Respecto a los factores pertenecientes a la

subescala Apertura a la intimidad afectiva, se encontró que en los factores Autorrevelación

afectiva, Autorrevelación cognitiva, Fusión y la agrupación total de los reactivos positivos, los

puntajes más altos fueron obtenidos por aquellos involucrados en una relación de amigos con

139
derechos o free. El Apoyo emocional fue en los participantes que se encuentran en una situación

de cortejo. Para cada uno de los factores se encontraron diferencias significativas entre grupos.

Se realizó un análisis de varianza a partir del criterio tiempo actual en la relación con los

factores obtenidos de la EMIA. Los resultados proporcionaron valores de significancia menores a

.05 en todos los contrastes, lo que indica que hubo diferencias estadísticamente significativas (ver

Tabla 27).

Tabla 27

Análisis de varianza de los factores de la Escala Miedo a la Intimidad Afectiva por tiempo actual en

la relación.

Factor F Significancia
Miedo a la autorrevelación F(3, 314) = 9.124 p=.000
Apoyo emocional F(3, 309) = 6.845 p=.000
Indiferencia F(3, 313) = 4.944 p=.002
Autorrevelación afectiva F(3, 317) = 9.596 p=.000
Miedo a la fusión F(3, 314) = 4.082 p=.007
Autorrevelación cognitiva F(3, 317) = 10.413 p=.000
Fusión F(3, 309) = 11.194 p=.000
Miedo a ceder F(3, 316) = 2.611 p=.051
Falta de interés F(3, 313) = 10.409 p=.000
Miedo a que dependan de mí F(3, 317) = 6.911 p=.000
Negativos F(3, 304) = 6.280 p=.000
Positivos F(3, 300) = 13.614 p=.000

Una vez encontradas las diferencias se procedió a realizar un posterior análisis utilizando

una prueba post hoc de Scheffe (ver Tabla 28) para determinar entre qué grupos se encontraban

dichas diferencias.

140
Tabla 28

Prueba post hoc de los factores de la Escala Miedo a la Intimidad Afectiva por tiempo actual en la

relación

Factor Categorías Medias (ds) Pruebas post hoc de Scheffer


Miedo a la De 0 a 5 meses 22.76 (4.38) De 0 a 5 meses – De 16 a 34 meses:
autorrevelación De 6 a 15 meses 23.72 (4.72) p =.001
De 16 a 34 meses 25.73 (4.74) De 0 a 5 meses – Más de 34 meses:
Más de 34 meses 25.84 (4.76) p =.000
De 0 a 5 meses 13.34 (3.21) De 0 a 5 meses – De 16 a 34 meses:
De 6 a 15 meses 12.34 (3.21) p =.022
Apoyo emocional
De 16 a 34 meses 11.75 (3.30) De 0 a 5 meses – Más de 34 meses:
Más de 34 meses 11.36 (2.72) p =.001
De 0 a 5 meses 21.45 (3.77) De 0 a 5 meses – De 16 a 34 meses:
De 6 a 15 meses 22.93 (3.77) p =.023
Indiferencia
De 16 a 34 meses 23.32 (3.16)
Más de 34 meses 22.94 (4.00)
Autorrevelación De 0 a 5 meses 7.44 (2.45) De 0 a 5 meses – De 6 a 15 meses:
afectiva De 6 a 15 meses 6.45 (2.28) p =.037
De 16 a 34 meses 5.98 (2.02) De 0 a 5 meses – De 16 a 34 meses:
Más de 34 meses 5.89 (1.93) p =.001
De 0 a 5 meses – Más de 34 meses:
p =.000
Miedo a la fusión De 0 a 5 meses 14.32 (2.90) De 0 a 5 meses – Más de 34 meses:
De 6 a 15 meses 15.10 (2.76) p =.046
De 16 a 34 meses 15.56 (3.03)
Más de 34 meses 15.60 (2.82)
Autorrevelación De 0 a 5 meses 10.36 (2.78) De 0 a 5 meses – De 16 a 34 meses:
cognitiva De 6 a 15 meses 9.34 (2.87) p =.001
De 16 a 34 meses 8.47 (2.62) De 0 a 5 meses – Más de 34 meses:
Más de 34 meses 8.29 (3.07) p =.000
Fusión De 0 a 5 meses 16.05 (3.21) De 0 a 5 meses – De 6 a 15 meses:
De 6 a 15 meses 13.95 (3.23) p =.000
De 16 a 34 meses 14.11 (2.91) De 0 a 5 meses – De 16 a 34 meses:
Más de 34 meses 13.85 (3.14) p =.003
De 0 a 5 meses – Más de 34 meses:
p =.000
Falta de interés De 0 a 5 meses 13.98 (2.78) De 0 a 5 meses – De 16 a 34 meses:
De 6 a 15 meses 14.66 (3.63) p =.002
De 16 a 34 meses 15.84 (2.63) De 0 a 5 meses – Más de 34 meses:
Más de 34 meses 16.24 (2.74) p =.000
De 6 a 15 meses – Más de 34 meses:
p =.034
Miedo a que De 0 a 5 meses 9.73 (2.68) De 0 a 5 meses – De 6 a 15 meses:
dependan de mi De 6 a 15 meses 11.39 (2.69) p =.000
De 16 a 34 meses 10.87 (2.29)
Más de 34 meses 10.39 (2.54)
Negativos De 0 a 5 meses 87.08 (11.72) De 0 a 5 meses – De 16 a 34 meses:
De 6 a 15 meses 91.47 (12.19) p =.007
De 16 a 34 meses 93.70 (9.83) De 0 a 5 meses – Más de 34 meses:
Más de 34 meses 92.94 (11.33) p =.016
Positivos De 0 a 5 meses 47.03 (9.34) De 0 a 5 meses – De 6 a 15 meses:
De 6 a 15 meses 42.04 (9.12) p =.005
De 16 a 34 meses 40.31 (8.47) De 0 a 5 meses – De 16 a 34 meses:
Más de 34 meses 39.26 (8.53) p =.000
De 0 a 5 meses – Más de 34 meses:
p =.000

141
Los resultados de la Tabla 28 muestran lo siguiente:
- Los grupos de jóvenes que actualmente tienen una relación de 16 a 34 y también de más

de 34 meses muestran mayor Miedo a la autorrevelación con respecto a aquellos que

tienen una relación menor de cinco meses. Diferencia probablemente debida a que al

inicio de una relación las personas son más abiertas, pues para conocer al otro hay que

dejarse conocer.

- Los grupos de jóvenes que actualmente tienen una relación de 0 a cinco meses muestra

un nivel mayor de Apoyo emocional en comparación con aquellos de relaciones de 16 a

34 meses y aquellos con relaciones de más de 34 meses.

- Los grupos de jóvenes que actualmente tienen una relación de 16 a 34 meses de

duración muestran mayor Indiferencia que aquellos que se encuentran en una relación

menor de cinco años.

- El nivel de Autorrevelación afectiva se muestra disminuida con el tiempo. El grupo

jóvenes que tienen una relación menor de cinco meses muestra mayor nivel de

Autorrevelación afectiva al compararse con los grupos de aquellos que tienen de 6 a 15

meses, de 16 a 34 meses y de más de 34 meses en una relación.

- El grupo jóvenes que tienen una relación menor de cinco meses muestra un menor nivel

de Miedo a la fusión al compararlos con aquellos que tienen una relación de con

duración de más de 34 meses

- El grupo de jóvenes que tienen una relación menor a cinco meses muestra niveles

mayores de Autorrevelación cognitiva con respecto a aquellos que tienen una relación de

16 a 34 meses y aquellos que tienen una relación de más de 34 meses.

142
- El grupo de jóvenes en una relación menor de cinco meses muestra un nivel mayor de

aceptación de la Fusión con su pareja en comparación con aquellos en relaciones de 6 a

15 meses, de 16 a 34 meses y de más de 34 meses.

- En cuanto al factor Miedo a ceder se observan niveles semejantes en los cuatro grupos

de jóvenes de acuerdo a los meses que tienen en su relación.

- El grupo de jóvenes en una relación menor a cinco meses muestra un nivel menor de

Falta de interés en su pareja en comparación a aquellos que tienen una relación de 16 a

34 meses y a aquellos de más de 34 meses. Además se nota una Falta de interés en su

pareja menor en comparación a aquellos en una relación de más de 34 meses.

- El grupo de jóvenes en una relación de menos de cinco meses muestra un nivel menor de

miedo a que dependan de ellos en comparación con aquellos jóvenes que se encuentran

en una relación de 6 a 15 meses de relación.

Al agrupar los factores en positivos y negativos se observó:

- Que aquellos jóvenes en relaciones menores a cinco meses poseen niveles menores de

actitudes negativas frente a sus relaciones en comparación con aquellos de relaciones de

16 a 43 meses y de relaciones mayores de 34 meses.

- Al contrario, muestran niveles mayores de actitudes positivas en sus relaciones, en

comparación con los otros tres grupos (6 a 15 meses, 16 a 34 meses y más de 34 meses).

Hasta aquí, los resultados afirman la validez de criterio al encontrar resultado en la

dirección en la que la teoría lo predijo ya que la escala fue sensible al tipo de relación y al tiempo

de la misma permitiendo encontrar diferencias entre grupos. Es decir, la EMIA mostró capacidad

para diferenciar los tipos de relación de pareja establecidos, así como la duración de la relación

afectiva.

143
2. 5. Validez concurrente

El objetivo de la prueba fue estimar la validez concurrente de la EMIA para lo cual se

realizó una correlación bivariada de Pearson de las dimensiones de ésta con los factores del

Inventario Tridimensional del Amor reportados por Sánchez-Aragón (1995), los cuales son:

Intimidad, Pasión y Compromiso.

Resultados
En la Tabla 29 se observan los resultados que indican la relación de las dimensiones de la

Escala Miedo a la Intimidad Afectiva y el Inventario Tridimensional del Amor.

Tabla 29

Correlación entre las dimensiones de la Escala Miedo a la Intimidad Afectiva e Inventario

Tridimensional del Amor

Dimensiones del Inventario Tridimensional del Amor


Intimidad Pasión Compromiso
Miedo a la Autorrevelación -.476(**) -.329(**) -.358(**)
Apoyo Emocional .681(**) .439(**) .568(**)
Indiferencia -.555(**) -.371(**) -.520(**)
Autorrevelación Afectiva .634(**) .457(**) .567(**)
Dimensiones de la Miedo a la Fusión -.415(**) -.261(**) -.377(**)
Escala Miedo a la Autorrevelación Cognitiva .624(**) .507(**) .532(**)
Intimidad Afectiva Fusión .562(**) .490(**) .704(**)
Miedo a Ceder -.216(**) -.127(*) -.212(**)
Falta de interés -.516(**) -.326(**) -.406(**)
Miedo a que dependa de mi -.384(**) -.243(**) -.424(**)
Negativos -.500(**) -.303(**) -.434(**)
Positivos .775(**) .602(**) .748(**)
** La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral).
* La correlación es significante al nivel 0,05 (bilateral).

Se encontró que las dimensiones Apoyo emocional, Autorrevelación afectiva,

Autorrevelación cognitiva y Fusión fueron aquellas con la relación positiva mayor con Intimidad;

así como Indiferencia y Falta de interés aquellas con relación negativa más alta. Respecto a Pasión,

la dimensión Autorrevelación cognitiva fue aquella con el coeficiente de relación más considerable

y Fusión con Compromiso. Se reportan otras correlaciones entre las dimensiones de ambas

escalas, todas ellas, aunque más bajas que las anteriores, son significativas y congruentes entre sí.

144
Asimismo, las dimensiones de la EMIA agrupadas en positivas y negativas muestran

correlaciones significativas y con coherencia teórica con todas las dimensiones del Inventario

Tridimensional del Amor, principalmente con Intimidad y Compromiso. Es decir, todas aquellas

dimensiones de Apertura a la intimidad afectiva correlacionaron positivamente con los

componentes del amor planteados por Stenberg (1998) en su Teoría triangular del amor y

medidos por Sánchez-Aragón (1995). Por otro lado, los factores de la subescala Miedo a la

intimidad afectiva correlacionaron de forma negativa con dichos componentes del amor, lo que

nos lleva a considerar que el Miedo a la intimidad afectiva inhibe la capacidad de un

acercamiendo amoroso como lo plantean Descutner y Thelen (1991).

Por los resultados presentados, se confirma la validez concurrente de la Escala Miedo a la

Intimidad Afectiva en relación al Inventario Tridimensional del Amor al encontrar congruencia

empírica y teórica entre ambas escalas.

2. 6. Normas

El objetivo fue obtener las normas de la EMIA para interpretar las puntuaciones de la

prueba como ejercicio didáctico debido a que, para que estos resultados fueran válidos, se habría

tendido que usar una muestra diferente a aquella en la que se determinaron los índices

psicométricos de la prueba y esto no fue así. Por ello, los siguientes datos no se pueden tomar

como apropiados para la interpretación de la escala.

Resultados
En primer lugar se realizó una prueba para determinar la normalidad de las distribuciones

(Kolmogorov-Smirnov). Se encontró que únicamente los reactivos agrupados en Negativos y

aquellos Positivos, se distribuyeron de forma normal al obtener significancia mayor a 0.05 en dicha

prueba. Posteriormente se obtuvieron los puntajes brutos y se utilizaron los estadísticos

descriptivos de la muestra para calcular los rangos de puntuación para cada desviación estándar.

145
Se sacaron los puntajes de normalización para los factores de cada una de las subescalas (ver Tabla

30 y Tabla 31), que permiten contrastar el puntaje obtenido de un sujeto respecto al desempeño

de la muestra total. El ejercicio realizado servirá para indicar el promedio de actuación y la

frecuencia relativa de los diferentes grados de desviación de cada respuesta respecto a la

normalidad y con ello dar una posible interpretación a los resultados obtenidos por el sujeto que

haya respondido.

Tabla 30

Puntajes de normalización de la subescala Miedo a la intimidad afectiva


Puntaje bruto obtenido
Factor Media ds -3 Z -2 Z +/-1 Z +2 Z +3 Z
Muy bajo Bajo Normal Alto Muy alto
Miedo a la autorrevelación 24 4.76 ≤ 14 15 - 19 20 – 28 29 – 34 ≥ 35
Indiferencia 22.34 3.79 ≤ 14 15 - 18 19 - 26 27 - 30 ≥ 31
Miedo a la fusión 14.92 2.92 ≤8 9 - 11 12 - 18 19 - 21 ≥ 22
Miedo a ceder 9.27 2.68 ≤3 4-6 7 - 12 13 - 15 ≥ 16
Falta de interés 14.85 3.08 ≤8 9 - 11 12 - 18 19 - 21 ≥ 22
Miedo a que dependa de mí 10.38 2.67 ≤4 5-7 8 - 13 14 - 16 ≥ 17
Negativos 90.19 11.75 ≤ 66 67 - 77 78 – 102 103 - 114 ≥ 115

Tabla 31

Puntajes de normalización de la subescala Apertura a la intimidad afectiva

Puntaje bruto obtenido


Factor Media ds -3 Z -2 Z +/-1 Z +2 Z +3 Z
Muy bajo Bajo Normal Alto Muy alto
Apoyo emocional 12.51 3.23 ≤5 6–8 9 – 16 17 – 19 ≥ 20
Autorrevelación afectiva 6.71 2.35 ≤1 2-3 4-9 10 - 11 ≥ 12
Autorrevelación cognitiva 9.47 2.95 ≤3 4-6 7 - 12 13 - 15 ≥ 16
Fusión 14.88 3.3 ≤7 8 - 10 11-18 19 - 21 ≥ 22
Positivos 43.27 9.56 ≤ 23 24 - 33 34 - 53 54 - 63 ≥ 64

Discusión

Los resultados permiten concluir que la EMIA, constituida por 55 reactivos, es confiable y

válida para evaluar el miedo a la intimidad afectiva en adultos emergentes.

Los 10 factores interpretables resultantes de la estructura factorial (Miedo a la

autorrevelación, Empatía, Indiferencia, Autorrevelación afectiva, Miedo a la fusión,

Autorrevelación cognitiva, Fusión, Miedo a ceder, Falta de interés y Miedo a que dependan de mí)

146
que explicaron el 50.047% de la varianza total de la escala concuerdan con el marco teórico

subyacente a la construcción de esta, ya que, de acuerdo con Stenberg (1998), la Intimidad se

refiere a aquellos sentimientos dentro de una relación que promueven el acercamiento, el vínculo

y la conexión y también con sentimientos de enojo y depresión cuando hay alejamiento o

problemas en la relación (Díaz-Loving y Sánchez, 2004). Los factores resultantes, por su afinidad

teórica, fueron agrupados en 2 subescalas: Miedo a la intimidad afectiva (α=.846) y Apertura a la

intimidad afectiva (α=.905).

A partir del tipo de relación actual y la duración de la misma se realizaron comparaciones.

El análisis estadístico ANOVA realizado entre el criterio tiempo actual en la relación con los

factores obtenidos de la EMIA proporcionaron valores de significancia menores a .05 en todos los

contrastes, lo que indica que hubo diferencias estadísticamente significativas.

Los grupos de jóvenes que actualmente tienen una relación de 16 a 34 meses o más

muestran mayor miedo a la autorrevelación con respecto a aquellos que tienen una relación

menor de cinco meses. Diferencia debida quizá a que al inicio de una relación las personas son

más abiertas, ya que, la intimidad probablemente se inicia con la autoexposición o autorrevelación

ya que esto ayuda a derribar muros (Stenberg 1998). Asimismo, al contrario y coherente con la

escala opuesta, el nivel de autorrevelación afectiva se muestra disminuida con el tiempo. El grupo

de jóvenes que tienen una relación menor a cinco meses muestra niveles mayores de

autorrevelación cognitiva con respecto a aquellos que tienen una relación de 16 a 34 meses y

aquellos que tienen una relación de más de 34 meses.

Sin embargo, existen individuos que consideran que deben ocultar las partes de sí mismos

que creen inconfesables por lo que viven la intimidad como un riesgo personal (Pasini, 1990); en

relación a esto, se encontró que los grupos de jóvenes que actualmente tienen una relación de 16

a 34 meses de duración muestran mayor indiferencia que aquellos que se encuentran en una

147
relación menor de cinco años y el grupo de jóvenes en una relación menor a 5 meses muestra un

nivel menor de falta de interés en su pareja en comparación a aquellos que tienen una relación de

16 a 34 meses y más.

En cuanto al miedo a que dependan de ellos el grupo de jóvenes en una relación de

menos de 5 meses muestra un nivel menor en comparación con aquellos jóvenes que se

encuentran en una relación de 6 a 15 meses de relación; quienes probablemente llega a

experimentar un sentimiento de fusión con su pareja, el cual influye en el grado de apertura que el

individuo tenga para intimar. Rogers (1951) señala que este “sentir dentro de”, se centra en los

sentimientos de otro, compartiéndolos desde un marco de referencia interno (Eisenberg &

Strayer, 1992).

Una vez que la intimidad comienza a afirmarse, paradójicamente ésta puede empezar a

diluirse debido a la amenaza que constituye los peligros que surgen, cuando en el individuo,

aparecen sentimientos relacionados con la pérdida de la propia existencia como persona

independiente y autónoma; es probable que por esto el grupo jóvenes que tienen una relación

menor de 5 meses muestra un menor nivel de miedo a la fusión al compararlos con aquellos que

tienen una relación con duración de más de 34 meses, lo que se confirma al ver que este mismo

grupo de jóvenes en una relación menor de 5 meses muestra un nivel mayor de aceptación de la

fusión con su pareja en comparación con aquellos en relaciones de 6 a 15 meses, de 16 a 34 meses

y de más de 34 meses.

Por otro lado al agrupar los factores en positivos y negativos se observó que, aquellos

jóvenes en relaciones menores a 5 meses poseen niveles menores de actitudes negativas frente a

sus relaciones en comparación con aquellos de relaciones de 16 a 43 meses y de relaciones

mayores de 34 meses. La falta de intimidad o bajos niveles de ésta, pueden dar lugar a dificultades

físicas, emocionales y de interacciones interpersonales (Hook et al., 2003); particularmente en la

148
pareja, impide la estabilización y profundización de la relación (Martínez y Cevallos, 2008). Algunos

estudios han encontrado que el Miedo a la intimidad puede ser un predictor de calidad de vida y

salud mental (Eddington, Mullins, Fedele, Ryan & Junghans, 2010; Canetti, Berry & Elizur, 2009).

Con referencia a la validez convergente se correlacionaron los resultados de la Escala de

Miedo a la Intimidad Afectiva con aquellos de la Inventario Tridimensional del Amor (Sánchez,

1995), encontrando congruencia empírica y teórica entre ambas escalas. Se encontró que las

dimensiones Apoyo emocional, Autorrevelación afectiva, Autorrevelación cognitiva y Fusión fueron

aquellas con la relación positiva mayor con Intimidad; así como Indiferencia y Falta de interés

aquellas con relación negativa más alta. Respecto a Pasión, la dimensión Autorrevelación cognitiva

fue aquella con el coeficiente de relación más considerable y Fusión con Compromiso. Asimismo,

las dimensiones de la EMIA agrupadas en positivas y negativas muestran correlaciones

significativas y con coherencia teórica con todas las dimensiones del Inventario Tridimensional del

Amor, principalmente con Intimidad y Compromiso.

Por último cabe señalar, que en este estudio se encontraron dificultades para pedir el

reporte de suposiciones de conducta ante una pareja no existente, por lo que se recomienda

incluir algún reactivo que permita identificar quienes estén reportando una interacción imaginaria

para poder realizar los análisis estadísticos con mayor claridad sin necesidad de excluir las

personas que no poseen una relación de pareja al momento del estudio.

149
Referencias

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150
Reporte de investigación cualitativa

EL PAPEL DE LA INTIMIDAD EN LAS RELACIONES DE PAREJA EN JÓVENES

Vianey Mendez Vergara, Esther González Ovilla y Yineguela Jiménez Alvarez

Marco conceptual
El concepto de pareja como lo conocemos hoy en día en realidad es una forma de

relacionarnos relativamente nueva. Es hasta los años 60 del siglo XX que el modelo que se había

mantenido por cientos de años empezó a tambalearse; es decir, la pareja ya no era sólo el

contrato social que daba origen y mantenía las familias. Éste fue un momento clave en el que se

pasó de la noción de familia a la de pareja, cuyo ideal se convirtió en el de dos individuos que

querían ser felices y desarrollarse juntos con o sin hijos.

Esta nueva mirada originó interés para su entendimiento; y así se observó que para la

formación y consolidación de las relaciones de pareja, la intimidad tiene un papel central. Para

Sternberg (1990) la intimidad, la pasión y el compromiso juegan un papel clave en el

establecimiento de relaciones amorosas, por encima de otros atributos. Crawley y Grant (2010)

consideran que la tensión entre la unión y la separación es una lucha permanente e inevitable que

se traduce en un proceso tanto de búsqueda de intimidad como de reacción contra ella.

La intimidad promueve el acercamiento, el vínculo y la conexión entre los miembros de la

pareja (Stenberg, 1990). Incluso se ha encontrado que la intimidad afectiva en las relaciones es

una fuente importante de felicidad y significado de la propia vida (Bartholomew, 1990). En caso

contrario, la falta de intimidad o bajos niveles de ésta, pueden dar lugar a dificultades físicas,

emocionales y de interacciones interpersonales (Hook, Gerstein, Detterich & Gridley 2003);

particularmente en la pareja, impide la estabilización y profundización de la relación (Martínez y

Cevallos, 2008).

151
La intimidad se centra en el proceso de compartir y explorar los pensamientos,

sentimientos y disposiciones más profundas de los miembros de la pareja; y justamente, es un

proceso que incluye la exploración de similitudes y diferencias a través de la autorrevelación (Díaz-

Loving & Sánchez, 2004).

Probablemente la intimidad se inicia con la autoexposición o autorrevelación ya que esto

ayuda a derribar muros. “La autoexposición engendra autoexposición: si uno quiere saber cómo es

el otro, debe mostrarle cómo es él mismo” (Stenberg, 1998). Waring, (1984) plantea que la

autorrevelación es un proceso mediante el cual una persona permite que se le conozca a través de

la exposición de sus propias emociones, necesidades, pensamientos, actitudes y creencias. Dicho

proceso es considerado como el determinante primario que más influencia ejerce en el nivel de

intimidad de la pareja. Autores como Sprecher y Hendrick (2004) han encontrado que la

autorrevelación se asocia positivamente con la calidad de la relación, particularmente con la

satisfacción y el compromiso. Sin embargo, existen individuos que consideran que deben ocultar

las partes de sí mismos que creen inconfesables por lo que viven la intimidad como un riesgo

personal (Pasini, 1990).

Una vez que la intimidad comienza a afirmarse, paradójicamente ésta puede empezar a

diluirse debido a la amenaza que constituyen los peligros que surgen, cuando en el individuo,

aparecen sentimientos relacionados con la pérdida de la propia existencia como persona

independiente y autónoma. Vargas e Ibáñez (2009) señalan que las personas que experimentan

mayor diferenciación frente al otro, tienen mejores posibilidades de actuar bajo sus propias

parámetros; esto lo enuncian en relación a la postura de Bowen (1978), quién describe a la fusión

como un estado opuesto a la diferenciación, en el que el individuo tiene dificultad para conducirse

apegado a sus propias premisas y, su actuar se ve acotado por las decisiones que toma su pareja,

152
lo que lo lleva no reflexionar ni contrastar sus propias creencias frente a las del otro (Bowen, 1978;

Vargas & Ibáñez, 2009).

Uno de los factores que imposibilitan el desarrollo y/o mantenimiento de la intimidad en

la pareja, es la ansiedad que ésta puede generar en los individuos. Descutner y Thelen (1991)

definen esto como miedo a la intimidad que es “la capacidad inhibida de un individuo, a causa de

la ansiedad, para intercambiar pensamientos y sentimientos de significación personal con otro

individuo que es altamente valorado” (p.219). Este temor alude al contenido (comunicación

personal), a la valencia emocional (intensidad de los sentimientos relativos a la información) y a la

vulnerabilidad implicada (la alta estimación por quien recibe lo comunicado).

Por otro lado, un aspecto importante a considerar en las relaciones de pareja es la idea de

amor, que no era necesario ni valorado para la conformación de una pareja hasta alrededor del

siglo XVII pero que en la actualidad parece ser el ingrediente principal (Alberoni, 1997).

La palabra amor está cargada de múltiples sentidos y significados. Definiciones que van

desde las más conductuales hasta las más poéticas, la cuales revelan la importancia que tiene en

nuestra forma de relacionarnos. Sin embargo, los constructos involucrados con la idea de amor así

como de pareja son cada vez menos fijos y establecidos como lo habían sido en otras épocas.

El sociólogo Zygmut Bauman (2005) explora cuáles son los atributos de la sociedad

capitalista que han permanecido en el tiempo y cuáles las características que han cambiado. Para

él la modernidad líquida es una figura de transitoriedad: “los sólidos conservan su forma y

persisten en el tiempo: duran; mientras que los líquidos son informes y se transforman

constantemente: fluyen” (Bauman, 2005). No frece teorías o sistemas definitivos, se limita a

describir nuestras contradicciones, las tensiones no sólo sociales sino también existenciales que se

generan cuando los humanos nos relacionamos. Una de esas características es el individualismo

que marca nuestras relaciones el cual las torna precarias, transitorias y volátiles.

153
La incertidumbre en que vivimos corresponde a transformaciones como el debilitamiento

de los sistemas de seguridad que protegían al individuo y la renuncia a la planificación de largo

plazo: el olvido y el desarraigo afectivo se presentan como condición del éxito. Esta nueva

insensibilidad exige a los individuos flexibilidad y fragmentación de intereses y afectos, se debe

estar siempre dispuesto a cambiar de tácticas, a abandonar compromisos y lealtades. Respecto a

ello Bauman se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y a la fragilidad de los lazos

solidarios que parecen depender solamente de los beneficios que generan. Es decir, en nuestros

días sigue existiendo un impulso por estrechar lazos afectivos pero se busca mantenerlos “flojos”

para poder desatarlos rápidamente en cuanto las condiciones cambien (Bauman, 2005).

En esta misma línea, la psicóloga Umberta Telferner (2013) propone una modalidad de

estar en pareja a la que ha denominado migaja. Se dan migajas a la pareja desde el inicio o

después de la fase de enamoramiento, cuando la rutina comienza a ser tediosa. Éstas son

personas que no se involucran afectivamente y tienden a mantener la distancia haciéndolo pasar

por actitudes naturales. Para esta autora, vivimos en un momento histórico en el que los

sentimientos, afectos y emociones corren el riesgo de permanecer encerrados en el ciclo

producción-consumo y la pareja corre el riesgo de desilusionarse por no ser lo suficientemente

feliz, pasional o híper-moderna. En otras palabras, la pareja ahora vive más en una imagen que en

la intimidad.

La emergencia de lo que yo llamo sexualidad plástica es crucial para la emancipación,

implícita tanto en la pura relación como en la reivindicación del placer sexual por parte de las

mujeres. La sexualidad plástica es una sexualidad descentrada, liberada de las necesidades de la

reproducción. La sexualidad plástica puede quedar moldeada como un rasgo de la personalidad y

se une intrínsecamente con la identidad.

154
La creación de una sexualidad plástica, separada de su integración ancestral con la

reproducción, el parentesco y las generaciones, fue la condición previa de la revolución sexual de

las pasadas décadas.

Aunque el uso profano de la palabra "pasión" es relativamente moderno, tiene sentido

considerar que el amor apasionado, implica una conexión genérica entre el amor y la atracción

sexual. El amor apasionado está marcado por una urgencia que lo sitúa aparte de las rutinas de la

vida cotidiana, con las que tiende a entrar en conflicto. La implicación emocional con el otro es

penetrante tan fuerte que puede conducir al individuo o a los dos individuos a ignorar sus

obligaciones ordinarias.

En el nivel de las relaciones personales, el amor pasión es específicamente desorganizador,

en un sentido similar al carisma; desarraiga al individuo de lo mundano y genera un caldo de

cultivo de opciones radicales así como de sacrificios. Por esta causa, enfocado desde el punto de

vista del orden social y del deber, es peligroso.

Estado de la cuestión y estado del arte

El concepto de miedo a la intimidad y su relación con otros factores ha sido estudiado por

Phillips, Wilmoth, Wall, Peterson, Buckley, y Phillips, L., (2013) Lloyd (2011), Rivera, Cruz y Muñoz

(2010), Martínez y Cevallos (2008) y Ingersoll, Norvilis, Zhang, Jia y Tetewsky (2008) utilizando la

Escala de Miedo a la Intimidad (Fear to Intimacy Scale. Descutner & Thelen, 1991). Rivera, Cruz y

Muñoz (2010), han hallado que la satisfacción en la relación afectiva está vinculada con el miedo a

la intimidad emocional, mientras que otras investigaciones han descrito el miedo a la intimidad

como un predictor de calidad de vida y salud mental (Eddington, Mullins, Fedele, Ryan & Junghans,

2010).

Collins y Sroufe (1999) refieren que los individuos que han crecido en familias en las que se

ha experimentado y practicado la apertura a la comunicación, la reciprocidad, la sensibilidad hacia

155
los sentimientos del otro y la preocupación por el bienestar de los demás; valoran la cercanía y la

conectividad en las relaciones, además de que poseen mayor capacidad para establecer relaciones

íntimas (Del Río, Barrera & Vargas; 2004).

Cuando los padres que mantienen una relación de afecto con sus hijos, les expresan

cercanía y calidez, pero al mismo tiempo les validan sus expresiones autónomas, ofrecen la

experiencia de una relación balanceada, lo cual constituye la mejor base para las relaciones

posteriores (Allen & Hauser, 1996; Cassidy, 2001; Collins & Sroufe, 1999; Holmes & Johnson,

2009). Por ende, los hijos que aprenden estas ideas y conductas de independencia y vinculación,

son capaces de transferirlas a la relación de pareja y desarrollan expectativas sobre esta nueva

relación (Connolly & Goldberg, 1999). Se sabe también que las experiencias románticas tempranas

operan como una oportunidad para aprender lo que se puede sentir, pensar y hacer en las

relaciones adultas. (Del Río, Barrera & Vargas, 2004).

En nuestro país la dinámica de las relaciones de pareja han cambiado rápidamente en los

últimos años, así las estadísticas muestran que de 1993 a 2011 los divorcios se triplicaron y los

matrimonios disminuyeron alrededor del 20%. En lo que respecta a noviazgos, hay pocos datos. En

la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2011) el 48.7%

de las mujeres entrevistadas reportó un noviazgo de 1 año o menor antes de convivir con su

pareja.

Planteamiento del problema

Al ser la adultez emergente un periodo crítico para el establecimiento de relaciones de

pareja, es importante caracterizar los factores que influyen en este proceso, como lo es el miedo a

la intimidad. Se considera que las experiencias de apego que los jóvenes han experimentado con

sus padres en las primeras etapas de vida, la historia personal de sus relaciones afectivas y el

contexto social en el que se desarrollan, probablemente serán parte del modelo para la

156
conformación de las relaciones íntimas de pareja que establezcan los adultos emergentes durante

esta fase del ciclo vital.

Las experiencias románticas tempranas operan como una oportunidad para aprender lo

que se puede sentir, pensar y hacer en las relaciones adultas (Del Río, Barrera & Vargas, 2004).

Además, son justo los jóvenes quienes históricamente han desafiado las normas establecidas y las

tradiciones en lo que respecta a las relaciones de pareja. Es por esto que nos interesa explorar la

forma en la que éstos se vinculan, cómo caracterizan el amor y la pareja, la manera en la viven sus

relaciones afectivas, qué es lo que ponderan en una relación, cuáles son sus expectativas al

involucrarse con alguien más.

Justificación de la investigación

La adultez emergente, es una etapa en la que las personas determinan el rumbo que

tomará su vida en diferentes aspectos, como el profesional, el de independencia económica y

física de los padres, así como en el establecimiento de las relaciones afectivas íntimas. Este

periodo del ciclo vital va de 18 a 25 años de edad, en el cual, se dan cambios importantes y se

exploran diferentes posibilidades de vida (Arnett, 2000). Las jóvenes trazan metas y se afirman al

verlas cumplidas, lo que promueve en ellas el sentido de responsabilidad en relación a las

diferentes áreas en las que se desarrollan (Maquirriain, 1988).

Es en la sexta etapa de desarrollo psicosocial que Erikson (1980) define como intimidad

frente al aislamiento, en la que las jóvenes logran establecer relaciones afectivas con sus pares;

pero para que esto se dé, es necesario que la persona haya alcanzado la propia identidad. Y es,

justo en la adultez emergente que se da este proceso de la formación de identidad propia, donde

el adolescente deja de actuar de manera individual para participar con su ambiente social y se

desarrolla a la par del mismo (Maquirriain, 1988), lo que lo lleva a establecer relaciones de mayor

profundidad, íntimas y prolongadas.

157
Objetivo
Explorar los factores que influyen en el establecimiento de las relaciones de pareja en la

adultez emergente. Particularmente focalizándonos en la intimidad afectiva y los cambios, o no,

que ésta ha tenido en las relaciones que establecen los jóvenes que viven en un contexto de

saturación social.

La intimidad afectiva es un factor importante para el establecimiento de relaciones de

pareja por lo que las afectaciones a ésta, determinaran el tipo de relación que se establecerá. A su

vez, la intimidad afectiva se ve determinada tanto por los factores individuales como la historia de

vida, la sexualidad y el contexto familiar (historia, valores), así como los cambios en los valores y

prácticas culturales que ha traído consigo la posmodernidad. En la Figura 4 se puede observar el

modelo hipotético base.

Hipótesis

Se espera encontrar que aquellos sujetos que se encuentran expuestos a una mayor

saturación social tengan ideas y prácticas menos tradicionalistas respecto a las relaciones de

pareja. Es decir, que éstas sean personas más individualistas cuyas relaciones sean más cortas y

fluctuantes. Además de poseer expectativas menos idealizadas y más hedonistas, es decir, que en

sus relaciones el concepto de amor y de intimidad afectiva sea menos central en el

establecimiento de la pareja, que incluso haya un rechazo o evitación de ésta última.

Por otro lado, se espera encontrar que aquellos sujetos con valores y prácticas más

tradicionalistas respecto al amor, a la pareja y a la intimidad afectiva se involucren en relaciones

con mayor nivel de compromiso, más estables y duraderas, así como con grandes expectativas

idealizadas.

Consideramos que habrá diferencias entre hombres y mujeres, siendo éstas últimas

quienes se apegarán a las concepciones tradicionales de amor con mayor frecuencia, pues son a

158
quienes culturalmente se refuerza con mayor intensidad la idea de amor romántico y a quienes se

dirigen las puniciones al desviarse de las prácticas amorosas tradicionales.

Por otro lado, consideramos que aun trabajando con jóvenes que comparten diferentes

características como la edad, el sexo, la casa de estudios, etc., habrá diferencias entre los chicos y

chicas según el área de estudio a la que pertenezcan pues consideramos que hay carreras

universitarias en donde los valores del curriculum oculto son más tradicionalistas y rígidos que en

otras donde son más tolerados o incluso se promueven valores y prácticas más flexibles.

Para finalizar, consideramos que habrá diferencias entre los chicos y chicas más jóvenes de

la muestra respecto a aquellos mayores, debido a que, aun perteneciendo al mismo grupo etario

(adultez emergente) y contexto universitario, las expectativas sociales y culturales respecto a las

relaciones de pareja son diferentes. Se espera que aquellos mayores comiencen a pensar en

estabilidad mientras que a los que apenas inician sus estudios universitarios se les puede invitar a

experimentar.

Preguntas de investigación

En la Tabla 32 se presentan los factores considerados como influencia en el establecimiento de las

relaciones afectivas y las preguntas de investigación correspondientes. Es decir, preguntas que nos

permitan explorar tanto los factores internos como externos, como por ejemplo la historia

personal y el contexto social por nombrar algunos, y la interacción entre estos.

159
Tabla 32

Factores en el establecimiento de relaciones afectivas y preguntas de investigación

Factores que influyen en el


Preguntas
establecimiento de la relación afectiva
Aquellos quienes tienen miedo a la intimidad,
¿suelen tener un mayor número de parejas y relaciones de duración más breve?
Intimidad ¿prefieren parejas de menor compromiso como “amigos con derechos”, “free”?
¿también se caracterizan por un nivel bajo de empatía en sus relaciones?
¿suelen evitar compartir sus pensamientos más íntimos?
¿La relación de los padres influye en el establecimiento de la relación afectiva de
Internos
pareja en el individuo?
¿La experiencia con relaciones afectivas propias influye en el establecimiento de la
Historia personal
relación afectiva actual?
¿La relación con los amigos influye en el establecimiento de la relación afectiva de
pareja del individuo?
Valores personales ¿Influyen los valores éticos y morales en la consolidación de una relación afectiva?
¿Se considera una relación de pareja amigos con derecho?
Cambios en las formas ¿Cuánto tiempo se considera válido para que se considere una relación afectiva seria y
de relación comprometida con la otra persona?
¿Qué entendemos por relación seria y comprometida?
¿Cómo influyen los cambios en la sociedad para el establecimiento de las relaciones
Externos
afectivas de pareja?
Contexto social
¿el exceso de información ayuda o afecta para el establecimiento en la relación
Saturación,
afectiva de pareja?
Posmodernidad
¿La difusión de las expectativas en una relación de pareja que manejan los medios
afecta o beneficia en la consolidación de una relación afectiva de pareja?

Planteamiento de la estrategia metodológica (diseño de investigación)

La población fueron jóvenes universitarios de 18 a 25 años de edad. Se eligió trabajar con

estos participantes ya que se asume que son aquellos con mayor saturación social debido a su

exposición a variadas y numerosas fuentes de información. Además, a lo largo de la historia son

los jóvenes quienes se han permitido mayor experimentación de nuevas prácticas amorosas

cuestionando e incluso rechazando aquellas formas más tradicionalistas. Por otro lado, esta edad

es considerada como central dado que es un momento crítico en el que las relaciones de pareja

comienzan a volverse importantes pues comienzan a determinar el rumbo que tomará su vida en

múltiples aspectos siendo el proyecto de pareja uno de ellos.

Participantes

Para el grupo focal la muestra se conformó por 6 jóvenes universitarios de entre 18 y 25

años de edad. La distribución por sexo fue de 3 mujeres y 3 hombres provenientes de diferentes

ámbitos académicos (Psicología, Computación, Relaciones comerciales y Ciencias de la

160
comunicación). En lo que respecta a la entrevista a profundidad, la participante de 24 años de

edad se provenía del área de las ciencias de la salud

A partir de la información recabada en la primera fase, se establecerán los criterios para

los participantes de las entrevistas profundas.

Instrumentos

La información se recolectará por medio de dos dispositivos de carácter cualitativo: a

través de grupos focales y la entrevista profunda.

El grupo focal es una técnica cualitativa de estudio de las opiniones o actitudes de un

público. Consiste en la reunión de un grupo de personas, con un moderador, investigador o

analista, encargado de hacer preguntas y dirigir la discusión. Las preguntas son respondidas por la

interacción del grupo en una dinámica en que los participantes se sienten cómodos y libres de

hablar y comentar sus opiniones.

La entrevista profunda consiste en encuentros cara a cara, entre un investigador y sus

informantes, los cuales tienen el propósito de entender las perspectivas del entrevistado sobre su

vida, experiencias o situaciones personales tal y como son expresadas por sus propias palabras

(Tarrés, 2004).

Procedimiento

Como primer paso se realizó una invitación a participar en la investigación, en lo extenso

del campus de una universidad pública de la Ciudad de México. Con la finalidad de cumplir los

criterios de inclusión de los participantes, se eligieron a aquellos interesados que los cumplieran.

Tanto el grupo focal como la entrevista a profundidad se llevaron a cabo en las aulas de

posgrado de la Facultad de Psicología. De manera general, el procedimiento se conformó por dos

fases que se describirán a continuación:

161
Fase I Estrategia Grupo Focal

Ya con el grupo de 6 participantes (3 hombres y 3 mujeres), en un aula de clases, 2

modeladoras guiaron la conversación mientras que una observadora realizaba notas. De acuerdo

al objetivo de la investigación, los temas tratados fueron: (1) Intimidad, (2) Historia personal, (3)

Valores personales, (4) Cambios en las formas de relación, (5) Contexto social, saturación y

posmodernidad.

Posterior al análisis de los resultados obtenidos del grupo focal, se hicieron las

modificaciones convenientes a la guía de preguntas y se estableció una nueva estrategia de

trabajo.

Fase II Estrategia Entrevista a profundidad

La elección de los participantes para esta fase dependió de su nivel de autorreflexión,

experiencia y disposición para compartir ideas y pensamientos. Para la elección de la participante

se realizó un sondeo previo en aquellas personas interesadas en participar para saber si cumplían

con los criterios de inclusión. La entrevista se llevó a cabo de forma presencial en un aula de la

Facultad de Psicología.

Después de transcribir la información recogida, se realizará el análisis preliminar de la esta.

Se van a seleccionar pedazos de la entrevista y se contrastará con la teoría.

Resultados

El análisis de datos presentado a continuación se elaboró a partir de categorizaciones y

fragmentos tomados del grupo focal y la entrevista a profundidad preparados para el tema.

En el modelo que planteamos proponemos que el establecimiento de las relaciones

afectivas se ve afectado por diversos factores, entre los que encontramos el construir relaciones

superficiales en las que hay desarraigo afectivo; encontramos que los jóvenes prefieren probar

“relaciones abiertas” que no impliquen sentimientos o un compromiso mayor que los coarte en el

162
manejo de su espacio y tiempo; ya que en las relaciones abiertas “no implicaba estar con él todo el

tiempo o que tenías que poner sentimiento”.

Bauman (2005), señala que no es que hoy en día las personas no busquen estar en una

relación, sino que se busca que ésta sea laxa y con posibilidades de fácil desarraigo, lo anterior,

para evitar introducir sentimientos que lleguen a demandar más allá de lo que se recibe a cambio.

Dado que, al involucrar sentimientos los jóvenes consideran estar más expuestos y

vulnerables frente al otro, Descutner y Thelen (1991) proponen que el miedo a la intimidad se

relaciona estrechamente con la percepción que las personas tienen sobre el cómo va a ser recibida

o usada la información que revelan, es decir, qué tanto se descubren frente al otro de acuerdo al

grado de riesgo que perciban.

De este modo, algunas de las raíces causantes de la imposibilidad para desarrollar la

intimidad en la pareja, son la historia sentimental de los jóvenes: “todavía el miedo de mi relación

anterior”, “¡Chale otra vez me la aplicaron!”, “me van a dejar otra vez” y las expectativas

negativas: “miedo a que me digan que no”, “qué tal si no funciona”. Por lo que, para evitar ésta

sensación de vulnerabilidad al estrechar una relación, ellos muchas veces, prefieren no intentar.

Además, pareciera que el desarraigo afectivo y el estar dispuesto a abandonar

compromisos y lealtades, resultan dar una imagen más exitosa entre los pares. Ya que prefieren

tomar en cuenta la opinión de sus amigos para insertarse en una relación y modificar sus

preferencias conforme lo marque el contexto en el que se desenvuelven.

En la construcción de una relación, los pensamientos y sentimientos, se comparten de

acuerdo al grado de reciprocidad que la otra persona percibe en la relación, ya que si en algún

momento siente vulnerada su persona difícilmente se atreve a abrirse frente al otro. Hay jóvenes

que concuerdan con Pasini (1990) y prefieren ocultar cuestiones que lleguen a ser usadas en su

163
contra en algún momento de tensión en la relación, “considerando que involucrar tus

sentimientos te coloca en una situación de mayor vulnerabilidad”.

Así es como en el desarrollo de la intimidad afectiva y crecimiento de las relaciones

amorosas “el tiempo” que le dedican es fundamental, pues los jóvenes explican en él se puede ir

“midiéndole”, es decir, viendo si la relación con ésta persona tiene las características deseadas

para una más sólida o no; es decir, de acuerdo con Stemberg, si el otro muestra compromiso. De

igual forma, las entrevistas dejan ver la importancia de la autorrevelación en el establecimiento de

esta intimidad afectiva; debido a que es un la herramienta primordial, para compartir y explorar

los pensamientos, sentimientos y disposiciones más profundas de los miembros de la pareja como

describen Díaz-Loving y Sánchez (2004). Sin embargo, puesto que una relación implica renuncias y

negociaciones, no todos los jóvenes están dispuestos a hacerlo, ya que se valora más la

individualidad sobre la relación.

Por otro lado, en concordancia con lo que comparten los jóvenes, las familias son un

espacio donde se experimentan sentimientos de confianza y reciprocidad, los cuales

posteriormente se ponen en práctica en las propias relaciones. Consideran que es probable que

ciertas formas de relación que vieron entre sus padres las reproduzcan, como el caso de la

comunicación y reciprocidad, o asimismo las dificultades para llegar a acuerdos o negociaciones.

Las expectativas del amor y las relaciones de pareja están en constante transformación, y

es por ello que en jóvenes de la misma edad y mismo nivel socioeconómico existen diferencias, es

decir conviven, por así decirlo, ideas del amor modernas con ideas del amor romántico. Pues hay

jóvenes que tienen como prioridad establecer una relación con mayor “respeto, confianza,

empatía, responsabilidad, y compromiso”, relaciones para las cuales, el “sexo es como un plus”;

mientras que hay otros jóvenes que en la búsqueda de un noviazgo piensan que sólo “antes los

matrimonios eran para siempre”, esto como un aprendizaje de las historias de sus antepasados.

164
Respecto a los constructos involucrados con la idea de amor y el de pareja, los jóvenes

observan prácticas menos fijas, en comparación con como lo habían sido en otras épocas en

donde el amor era “tengamos una vida hasta los 75 años”. Ellos mismos viven un amor que

contiene “la idea de ser libres”, “estamos en una sociedad donde tenemos que movernos, que

experimentar”. Es interesante como Bauman (2005) explica esta libertad desde el individualismo,

ofrecida por la modernidad, que refleja miedo a establecer relaciones formales, con lazos frágiles

que puedan soltarse si alguno de los miembros deseara separarse; relaciones que son más una

manera de obtener beneficios.

Telfener (2013) propone que vivimos en una sociedad que se caracteriza por una

modalidad de vida consumista, cuyo objetivo es la satisfacción inmediata que privilegia el

bienestar personal y el espacio privado como por ejemplo “yo antepongo a mis amigos que a un

chavo”, “poner las cartas sobre la mesa: a ver vamos a andar pero estas son mis condiciones”, “en

esta época se piensa más en términos individualistas: qué quiero hacer, a dónde quiero llegar,

privilegiar sobre todas las cosas mi proyecto”.

Giddens (1995) refiere que la emancipación femenina ha tenido una fuerte influencia en el

modo en el que los individuos nos relacionamos dentro de la pareja así como en lo que esperamos

de ésta. Así, el objetivo central en las relaciones de pareja de las nuevas generaciones de mujeres,

como aquellas que participaron en la investigación, ha dejado de ser el matrimonio y la

maternidad, focalizándose ahora en el desarrollo dentro de la pareja. Esto se hace evidente en

cómo las mujeres jóvenes valoran su independencia y priorizan el cumplimiento de sus propias

metas incluso dentro de una relación amorosa, lo que es ejemplificado por una de las

participantes del grupo focal “...estos tiempos ya son más de independencia, más que nada por las

mujeres… ya no dependes de la otra persona ni de lo que le gusta, tú también tienes otros

165
objetivos, otras metas. Ya no es un requisito forzoso casarse, para tener una vida de pareja bien.

Esto tiene que ver con un cambio en la ideología y de nosotras como mujeres”.

Sin embargo, la maternidad es un tema que va cobrando más importancia en las mujeres

conforme aumentan de edad. Mientras que en las participantes más jóvenes fue un tema que no

apareció, en la entrevista a profundidad se habló de las expectativas que giran alrededor de tener

hijos y fue claro cómo es que la idea de familia nuclear continúa siendo aquella valorada. Al

preguntarle a la entrevistada cómo se imaginaba tener un hijo, está respondió “con una pareja

pues porque yo crecí así, siempre vi a mis papás juntos”.

Discusión

En un principio, dado que consideramos el constructo de intimidad afectiva como base en

la conformación de relaciones de pareja, se diseñó un modelo de estudio que nos permitiera

explorar cómo los jóvenes de entre 18 y 25 años vinculan el amor y la pareja; la forma en la que

viven sus relaciones afectivas, qué es lo que ponderan en una relación y cuáles son sus

expectativas al involucrarse con alguien más. Tomando esto en consideración, el primer modelo

de trabajo se muestra en la Figura 5. Dado que este modelo se basa en la intimidad afectiva como

factor principal para el establecimiento de relaciones de pareja, las afectaciones a ésta,

determinaran el tipo de relación que se establecerá. A su vez, la intimidad afectiva se ve

determinada tanto por los factores internos como la historia de vida y el contexto familiar como

los factores externos como los cambios en los valores y prácticas culturales que ha traído consigo

la posmodernidad.

166
Figura 5

Modelo 1

Rechazo
Factores internos: Miedo
Historia de vida, familia
Relaciones
menos estables

ESTABLECIMIENTO Relaciones
INTIMIDAD superficiales
AFECTIVA DE RELACIONES DE
PAREJA Rechazo al
compromiso

Factores externos: Desarraigo


Postmodernidad, Narcisismo afectivo
Saturación social Individualismo

No obstante al adentrarnos en la investigación y en la revisión bibliográfica, así como en el

estado del arte y la cuestión, nos dimos cuenta que dentro de nuestro modelo nos estábamos

inclinando por descifrar al miedo a la intimidad, más que el papel de la intimidad en el

establecimiento de las relaciones de pareja. Por ello se propuso el modelo 2 (Figura 6)con el que

se procuró abarcar aquellos factores positivos y negativos de la intimidad afectiva que pudieran

estar participando en el establecimiento de la relación, dando paso así a la búsqueda del papel

que juega la intimidad afectiva en las relaciones de pareja.

167
Figura 6

Modelo 2

Acercamiento

Compromiso

Satisfacción
y conexión

Fuente de
felicidad
Aceptación
Factores internos: Búsqueda
Historia de vida, familia

ESTABLECIMIENTO DE
INTIMIDAD
RELACIONES DE PAREJA
Factores externos:
Posmodernidad, saturación
social, narcisismo, Rechazo
individualismo

compromiso
superficiales
Miedo

estabilidad

Desarraigo
Relaciones

Rechazo al

afectivo
Menor
INTIMIDAD

Una vez que se optó por llevar a campo el modelo, se diseñó un cuestionario para realizar

el grupo focal en donde se pretendió profundizar en aquellos factores que se consideraron

vinculados al constructo de intimidad afectiva, descubriendo que, parte importante de la

intimidad en una relación es el aspecto sexual. Por lo cual, partiendo del análisis de resultados del

grupo focal, se tomó la decisión de incluir este factor dentro del modelo de investigación para

volverlo a llevar a campo, esta vez en una entrevista a profundidad, donde se tenía una mayor

claridad sobre los aspectos que eran importantes para los jóvenes al introducirse en una relación

de pareja. En la Figura 7 se presenta el nuevo modelo.

168
Figura 7

Modelo 3

Acercamiento

Compromiso

Satisfacción

Sexualidad
y conexión

Fuente de

vinculada
felicidad
Factores internos: Aceptación
Historia de vida, familia, Búsqueda
historia relaciones de pareja

INTIMIDAD ESTABLECIMIENTO DE
RELACIONES DE PAREJA
Factores externos:
Posmodernidad, saturación
social, narcisismo, Rechazo
individualismo

desvinculada
compromiso
superficiales
Miedo

Desarraigo
Rechazo al

Sexualidad
Relaciones
estabilidad

afectivo
Menor
INTIMIDAD

Como se puede distinguir en este tercer modelo en el establecimiento de relaciones de

pareja, factores internos del individuo como son: la historia de vida, la historia de sus propias

relaciones, y la historia familiar y factores externos como: la saturación social, el individualismo y

la búsqueda de aceptación se vinculan en el papel que tiene la intimidad en el establecimiento de

las relaciones de pareja.

Este modelo propone un desglose abarcador de las tan diversas directrices (extrínsecas e

intrínsecas) del constructo miedo a la intimidad por ello es importante que al aplicarlo se haga lo

más personalizado posible.

169
Conclusiones

La idea de amor romántico que se forma en las primeras etapas de la vida, contrasta con

las relaciones de pareja que encontramos hoy en día. La saturación social, la inmediatez por las

cosas y el cuidar de una autonomía, así como el poner a prueba factores como la negociación y el

compromiso, median el que se decida entrar o no a una relación de pareja más estable y formal.

Por ello es más común encontrar relaciones abiertas, en las que no existe un compromiso ni se

involucran sentimientos.

Sin embargo, cuando se está por un tiempo prolongado en este tipo de relaciones es

complicado llegara establecer vínculos que otorguen seguridad, afecto y confianza, lo que deriva

en insatisfacción emocional y afectaciones en la calidad de vida de las personas. El miedo a

involucrarse afectivamente, se ha convertido en una premisa de los y las jóvenes que los lleva a no

invertir ni hacer proyectos en una relación. Sin embargo, se considera que al deconstruir aquellos

componentes de lo que significa una relación de pareja ya que ésta se encuentra en continua

mutación no sólo respecto a periodos históricos, sino también en el ciclo vital de cada persona,

evitando discursos universalistas.

Por lo anterior se considera importante tomar en cuenta los factores que influyen en la

conformación y consolidación de las parejas, ya que en ocasiones, las personas llegan a terapia

debido a desacuerdos o desilusiones de su relación, encontrándose con contradicciones entre los

marcos de referencia individuales, lo de su pareja y los de la sociedad en la que se desenvuelven.

Se considera que, dentro de las herramientas que la psicología podría aportar en este tipo

de conflictos, está el crear espacios de reflexión, como talleres o grupos de encentro en los que las

personas dialoguen sobre su parecer y actuar frente a la postura que tiene al entrar en una

relación de pareja. Conozca su punto de vista, lo expongan y consideren el punto de vista del otro.

170
Pareciera que los jóvenes al estar centrados en una etapa de la vida en donde se vive al

momento, dejan de lado sus sentimientos o una vida en pareja a futuro; no obstante y contrario a

esto, conforme van siendo mayores, es decir, los que están dentro de los 23 a 25 años, entran en

una relación con miras establecer lazos a futuro y conformar una familia. Toma en cuenta

cuestiones como el compromiso, la negociación y el cuidado por el otro, partiendo de la propia

historia de vida y las experiencias que vivieron en sus familias de origen.

Así mismo, es importante evidenciar que las relaciones que establecen estos jóvenes

buscar confluir características como libertad, compromiso, empatía y responsabilidad; hablan de

relaciones equitativas y crecimiento profesional y personal para ambos miembros. Además de

incluir a la “amistad” como parte de una buena relación.

Por ende, el tomar en cuenta estos factores, puede ayudar al terapeuta a mirar desde

dónde la persona entra a una relación y cómo se involucra en la misma, invitando de esta forma, a

que, tanto la persona como su pareja comprendan y reflexionen sobre la visión que tienen.

Desde esta óptica y a partir de la experiencia generada por este trabajo consideramos

importante abrir dichos espacios de reflexión entre los y las jóvenes, quienes pueden sentirse

confundidos e incluso estigmatizados al no encontrar congruencia entre las expectativas culturales

y sociales, las cuales han hecho propias, que giran particularmente alrededor del amor romántico,

y sus prácticas amorosas. Proponemos la creación de talleres dirigidos a esta población, en las

cuales puedan co-construirse diálogos diferentes a los discursos de relación de pareja pre-

establecidos.

171
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172
4.1.2 Habilidades de enseñanza y difusión de conocimiento

Programa de intervención comunitaria

En la Tabla 33 se describen las principales características del taller Entrevista inicial a

parejas, cuyo objetivo principal fue proveer de recursos para que el alumnado de nivel

licenciatura, que ejerce funciones de entrevista inicial en el Centro de Atención Psicológica “Los

Volcanes”, y así pueda brindar mejor servicio a las parejas que solicitan la atención. El protocolo

adoptado para el taller fue elaborado ad hoc y se presenta en la siguiente sección como parte de

los productos tecnológicos.

Tabla 33

Taller “Entrevista inicial a parejas”

Participantes Guía Instruccional


Duración: 4 hrs
Periodo: 2 viernes de febrero de 2016
Dirigido a estudiantes de psicología del Centro de Atención
Horario: 10:00 am 12:00 hrs
Psicológica “Los Volcanes”
Instructores: Nara Gabriela Pérez Mercado
No. de participantes: 10 a 20
Guillermo Javier Preza Carreño
Lugar: Centro de Atención psicológica “Los Volcanes”
Fabiola Ordaz Hernández
Yineguela Jiménez Álvarez
Objetivo general Al finalizar el taller, l@s participantes implementaran técnicas para la entrevista inicial a parejas.
Recursos asignados Aula amplia, cañón de proyección, laptop, hojas blancas de papel, plumones para pizarrón de colores.

Productos tecnológicos

Traducción y subtitulaje

Bajo supervisión del Mtro. Gerardo Reséndiz Juárez y en colaboración con mi compañero

Mario Ulises Martínez Quintana, tradujimos y subtitulamos el video “Series de maestros 1987” de

la Asociación Americana para la Terapia Matrimonial y Familiar. Dicha Las cintas en estas series

fueron grabadas en vivo en la conferencia de la AAMFT en octubre de 1987 en Chicago, Illinois. Las

familias que aparecen fueron traídas por sus terapeutas para una consulta especial con maestros

visitantes: Luigi Boscolo y Gianfranco Cecchin.

173
Protocolo de entrevista inicial a parejas

El propósito del Protocolo de entrevista inicial a parejas es facilitar el proceso de la

entrevista inicial tanto para los consultantes como para el Centro de Servicios Psicológicos “Los

Volcanes” y está dedicado a toda aquella alumna (o) que desee enriquecer su conocimiento

práctico-teórico para entrevistar parejas.

PROTOCOLO DE ENTREVISTA INICIAL A PAREJAS

Fabiola Ordaz Hernández, Yineguela Jiménez Álvarez y Nara Gabriela Pérez Mercado

Snyder, Castellani y Whisman (2006) refieren que uno de los principales indicadores

sociales de malestar en la pareja es el aumento en la tasa de divorcios. En lo que respecta a en

nuestro país, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2017) reporta en la última década los

divorcios en México han aumentado en un 76.5%.

Después de revisar numerosos estudios, Snyder et al. (2006) sugieren que el malestar en la

pareja tiene una prevalencia marcadamente alta, la cual se vincula a problemas emocionales,

conductuales y de salud en ambos miembros de la pareja y sus descendientes, cuando los hay.

Además, refieren que entre las personas que buscan la ayuda de profesionales de la salud mental,

los conflictos de pareja son las preocupaciones reportadas con mayor frecuencia.

¿Por qué las parejas asisten a terapia?

Autores como Gurman (2008, p.4) sintetizan las principales razones por las que las parejas

buscan o son referidas a terapia conjunta: temas relacionales como puede ser la desconexión

emocional, luchas de poder, dificultades en la resolución de conflictos y comunicacionales, celos y

relaciones extramaritales, insatisfacción sexual, así como abuso y violencia.

De acuerdo con Bowen (1979), cuando la familia acude a consulta, lo hace da debido a que

la flexibilidad y el intercambio entre sus miembros está muy limitado y la diferenciación del yo

entra en conflicto. En la familia, la pareja emplea, tres mecanismos para evitar la fusión del yo:

174
- El conflicto conyugal, en el que ninguno cede ante el otro.

- La disfunción de un cónyuge, cuando, tras un breve periodo de conflicto siga la rendición

de uno de los conyugues con el fin de atenuar el problema.

- La transmisión del problema a uno o más hijos.

Partiendo de la Teoría de Bowen, Crawley y Grant (2010), consideran que todas las parejas

están inmersas en un esquema de triangulación, cuya intensidad depende del grado de

diferenciación que cada integrante tenga respecto a su familia de origen. La tarea del terapeuta

será distinguir dichas triangulaciones, al tiempo que reconoce que él mismo participa en una de

ellas.

Contexto cultural

Otro de los factores que influyen en la dinámica de la pareja es el contexto cultural. Es la

cultura la que permite dar significado a esquemas de convivencia como lo son el matrimonio, la

maternidad, la paternidad o la lealtad filial, pero también a su “papel sancionador” de los roles

sociales existentes y a su conexión con las instituciones que refuerzan la reproducción de los

mismos (Ariza, y De Oliveira, 2004).

A partir de 1970, el patrón del modelo familiar que consistía en el que el jefe de familia

varón fuera el principal sustento económico de la familia, se ha venido modificando, al grado que,

del periodo comprendido entre 1970 y 2000 este modelo se ha modificado y perdido importancia,

dando paso a que las mujeres se posicionen dentro del mercado laboral con un importante

aumento en su participación económica (Rendón, 2004).

Asimismo, Ordaz (2010) señala que las mujeres al 2013 han aumentado su participación

económica pasando del 17.6% en 1970 al 43.3% en el 2013, mientras que en los hombres ha

disminuido en más de un 6%.

175
Estos cambios han provocado que la convivencia dentro de la familia también se

modifique, y que cada vez existan más hogares con una jefa de familia mujer, la cual se encarga de

realizar tanto trabajo “doméstico” no remunerado como el trabajo “extra doméstico”. A este

respecto Rendón (2004) alude que, mientras los hombres dedican en promedio 13 horas a las

labores domésticas, las mujeres jefas de familia dedican 37 horas, lo que deriva en mayor carga de

trabajo para las mujeres, aunado a que la remuneración del trabajo no es equitativa en el mercado

laboral, ya que para que por el mismo trabajo y las mismas horas de una jornada laboral, el sueldo

de los hombres es superior que el de las mujeres.

Aunado a esta desigualdad en el ámbito laboral, se suman las dificultades a las que se

enfrentan las mujeres al asumir tareas que se les designan tradicionalmente como parte de sus

“roles de género” como son las tareas de “economía de cuidado”.

Cambios que enfrentan las parejas hoy en día

De manera breve podemos mencionar siguiendo a Biscotti (2006) que los cambios que las

parejas enfrentan hoy día están grandemente influidos por dos transformaciones socioculturales

importantes.

El cuestionamiento de la idea de matrimonio y familia como algo para siempre.

Este punto tiene íntima relación con una de las problemáticas principales que motivan la

búsqueda de terapia, la infidelidad. Si nos encontramos con un caso de esta índole es importante

indagar sui la infidelidad forma parte de la historia de la relación de pareja e incluso de la historia

familiar de los cónyuges. En el terreno interaccional puede ser útil indagar cual es la danza (pauta

que se da en la pareja) por ejemplo: perseguidor- perseguido. Así como indagar los significados

que tiene para cada miembro de la pareja la infidelidad, estos elementos pueden resultar útiles

para un mapeo inicial de la situación problemática.

176
Un segundo problema que tiene estrecha relación con el cambio sociocultural

mencionado, es el tema del divorcio, las parejas pueden acudir al principio buscando una opinión

que valide dicha decisión o bien buscando llegar a los nuevos arreglos de convivencia, esta

posibilidad de disolver un primer vinculo y establecer otro también abre camino a transiciones

complejas relacionadas con la formación de una nueva familia, en la que es posible que cada

nuevo cónyuge tenga hijos de la unión anterior, por lo que será necesario indagar sobre la

dinámica de las familias en cuestión, y establecer claramente el rol de los cónyuges frente a los

hijos del otro/a.

El cambio en los roles tradicionales asignados a hombre mujer

Este aspecto está íntimamente relacionado con el juego de poder en la pareja, la

asignación en las tareas hogareñas y de desarrollo de la familia, la crianza de los hijos, el manejo

del dinero, entre otros aspectos, que también pueden motivar la consulta de parejas. Resulta

importante que el entrevistador tenga claros sus pre conceptos sobre lo que se debe esperar de

ser un “hombre” y una “mujer”, para poder ayudar la pareja a visibilizar los suyos y cuestionar du

utilidad para la relación.

Sobre la influencia del género en la terapia se continuará abordando en los párrafos

siguientes.

Perspectiva de género en la terapia de pareja

La terapia familiar feminista propone una serie de valores para trabajar con las familias y

parejas (Goodrich, et al., 1989):

- La estructura familiar no tiene por qué ser jerárquica para llevar a cabo las funciones

familiares; en cambio ha de ser democrática, sensible y consensual.

- Tanto hombres como mujeres tienen la responsabilidad de ver por la calidad de la vida

conyugal y familiar.

177
- Las buenas relaciones no están dadas por la ejecución rígida de cada rol de género ni por

su diferencia entre ellos, sino por la cooperación mutua, la reciprocidad y la

interdependencia.

- El respeto, el amor y la seguridad necesarios para el óptimo desarrollo no está reservado

sólo para las familias que entran dentro del esquema de “familia normal”, también se da

en la diversidad familiar.

- Poner al servicio las capacidades propias en beneficio de los demás y propio, sustituye la

disputa de poder en las relaciones.

- Las terapeutas tienen el deber de vislumbrar aquellos temas relativos al género que

afectan e influyen en la dinámica de la relación y afecta a los individuos.

- Todas las terapeutas trabajamos desde nuestra propia percepción y experiencia e

inevitablemente traemos esto a terapia; por ello es importante tener en cuenta desde

dónde puntuamos o hacemos intervenciones, analizar las expectativas de la familia

influidas por nuestro sexo.

¿Cómo afectan los roles de género?

A las mujeres se les forma con la idea de que son las encargadas de velar por la calidad de

las relaciones, se les asigna la tarea de cuidar de los demás incluso traspasando sus propios límites

o necesidades. La imagen ante los demás es valorada y se objetivista su ser. Las aprobaciones que

provenga del exterior es mucho más valorada, y si viene de su pareja está es mayormente

valorada. Por eso es más común que una mujer se valore y se defina a sí misma con más

intensidad a través de la mirada del otro. Mientras que para los hombres el valor de su persona

está dado por el hacer cosas y tener “poder” sobre otros (Walters, M., Carter, B. Papp, P. y

Silverstein, O. 1991; Goodrich, et al., 1989)

178
Jessie Bernard (1972 citada en Walters, et al. 1991) documenta que, al casarse o vivir en

pareja, los hombres se benefician física, social y psicológicamente, pero no así las mujeres. Mucho

de esto se relaciona con el sometimiento inconsciente a los mandatos culturales del patriarcado,

los cuales llevan a las mujeres a responsabilizarse y culparse por el bienestar/malestar de los

demás.

Encuadre para la entrevista inicial

Scheinkman (2008) refiere que al trabajar con parejas, es fácil sentir agobio tanto por la

dinámica de la pareja como por la gran cantidad de modelos disponibles en el campo de la terapia

de pareja, por lo que sugiere algunos principios básicos:

- Escuchar la perspectiva de cada uno de los integrantes.

- Buscar comprender lo que cada quien espera del proceso.

- Explorar historia de la relación de pareja.

- Indagar historia del problema y cómo han intentado solucionarlo.

- Reconstruir la estructura familiar buscando pautas de relación así como eventos y

transiciones que pudieron precipitar o exacerbar las dificultades de pareja

- Intentar comprender “¿por qué ahora?”

- Rastrear y reconocer los recursos y puntos fuertes de la relación.

- Proveer esperanza activamente subrayando que los procesos de cambio son progresivos.

Al momento de entrevistar a la pareja, la cual generalmente llega al consultorio polarizada

y con altos niveles de tensión, se sugiere tomar en cuenta las siguientes reglas que ayudarán como

un encuadre para la terapia y a facilitar el proceso terapéutico.

Se les especificará que tendrán el mismo tiempo para hablar. Los terapeutas encargados

de la entrevista deben cumplir este requerimiento para que la entrevista no se cargue más hacia

un lado de la pareja y mantenga un equilibrio, promoviendo que quién hable menos de la pareja

179
hable más y quién hable más lo haga menos. De esta forma los terapeutas mantienen ambas

perspectivas y no generan la sensación de parcialidad, el cual es uno de los motivos por el que las

parejas no vuelven (Scheinkman, 2008).

Se les solicitará no gritar, ni descalificar a su pareja debido a que los gritos no forman parte

de la solución a su problema y las descalificaciones tampoco.

Si es un problema de violencia se decidirá si la modalidad que mejor les conviene es la

individual (dependiendo del grado de violencia, tiempo que ha durado y teniendo en cuenta que

es también un problema legal).

Se les pedirá no hablar fuera del consultorio de temáticas que provoquen mucha tensión y

conflictos como un compromiso terapéutico, sugiriendo suspender de forma temporal la toma de

decisiones sobre su futuro. Se busca que la pareja aproveche el espacio terapéutico para tomar

dichas decisiones de una forma menos reactiva y más reflexiva.

Se les aclarará que cualquier cosa dicha de forma personal al terapeuta podrá ser dicha

posteriormente a la pareja, en caso de que lo que quieran ver sean temas relacionados con su

historia personal y trabajar ciertas conductas o emociones para ayudar a la pareja se sugerirá la

modalidad de terapia individual para tratar estas temáticas y la de pareja para las

correspondientes. (Esto para cuidar a los terapeutas envueltos en algún secreto y que por el

contrato de confidencialidad no puedan confesar a la pareja y sea algo importante de abrir).

Se hará el encuadre perteneciente al Centro de Servicios Psicológicos o Centro

Comunitario que decida utilizar este protocolo.

Preguntas para parejas

Los terapeutas deben sondear a los miembros de la familia planteando preguntas,

parafraseando sus contestaciones y anotando sus respuestas verbales y no verbales con el fin de

180
establecer las distinciones de sus experiencias. Esta actividad es la razón de que esta directriz haya

recibido el mote de “circularidad”.

Toda pregunta planteada por un terapeuta expresa algún propósito y se origina de cierta

suposición. Muchas preguntas tienen la intención de orientar al terapeuta hacia la situación y

experiencias del paciente, otras se plantean principalmente con el objeto de provocar un cambio

terapéutico.

Intenciones y suposiciones del terapeuta.

Cada pregunta sugiere una intención y ya sea de manera consciente o inconsciente, el

terapeuta tiene algún propósito al plantearla. La intención más común detrás de las preguntas que

plantea el terapeuta es averiguar algo sobre los pacientes o sobre su situación. El propósito

inmediato al preguntar es desarrollar la interpretación del terapeuta. En general no se espera que

los miembros de la familia cambien como resultado de estas preguntas. El lugar principal de

cambio es el terapeuta no el paciente ni la familia. La meta en esos momentos de la entrevista es

que el terapeuta se oriente hacia la situación problemática y las experiencias idiosincrásicas del

paciente y los miembros de la familia. En los primeros momentos de la entrevista el terapeuta

plantea preguntas de orientación.

Las preguntas de orientación están diseñadas para invitar una respuesta que altere las

percepciones e interpretaciones del terapeuta, en tanto que las preguntas de influencia están

diseñadas para desencadenar una respuesta que podría alterar las percepciones e

interpretaciones de la familia.

Hay cuadrantes los cuales pueden utilizarse para distinguir cuatro tipos básicos de

preguntas (Figura 8). El eje horizontal representa el grado en que la intencionalidad del terapeuta

se orienta hacia el cambio propio (del terapeuta) o hacia el cambio de los demás (pareja). El eje

vertical representa el grado de linealidad o circularidad en las suposiciones del terapeuta sobre el

181
proceso mental relevante. Se puede esperar que los diferentes tipos y secuencias de preguntas

muestren efectos muy diferentes en la conversación terapéutica (Tomm, 1985).

Figura 8

Tipos básicos de preguntas

Nota: Karl Tomm (1985)

Cuatro tipos principales de preguntas

Preguntas Lineales: Se plantean para orientar al terapeuta hacia la situación del paciente y

están basadas en suposiciones lineales sobre la naturaleza de los fenómenos mentales. La

intención detrás de estas preguntas es predominantemente de investigación. Con este modelo de

indagación el terapeuta tiende a adoptar una posición reduccionista tratando de determinar la

causa específica del problema.

Las preguntas lineales sobre los problemas tienden a expresar una actitud de juicio, o sea,

que algo en el individuo está mal y debería ser de otra manera. Estas preguntas pueden ser un

estímulo para que los miembros de la familia se juzguen entre si mientras van dando sus

respuestas.

182
Preguntas Circulares: Se plantean para orientar al terapeuta hacia la situación del

paciente, pero se basan en suposiciones circulares sobre la naturaleza de los fenómenos mentales.

La intención detrás de estas preguntas es predominantemente exploratoria.

Estas preguntas tienden a ser más neutrales y las respuestas que se obtienen de los

miembros de la familia tienden a juzgar menos. Las preguntas circulares tienden a caracterizarse

por una curiosidad general sobre la posible conexión de eventos que incluyen el problema, más

que una necesidad específica para conocer los origines precisos del problema.

Preguntas Estratégicas: Estas preguntas se plantean con el fin de influencia al paciente o a

la familia de manera específica, y se basan en suposiciones lineales sobre la naturaleza del proceso

terapéutico. La intención detrás de estas preguntas es principalmente correctiva. El terapeuta se

comporta como profesor, instructor, o juez, informando a los miembros de la familia donde

tuvieron sus errores y como deberían comportarse. Aunque esto se hace indirectamente en forma

de preguntas.

Al efectuar preguntas estratégicas el terapeuta impone su opinión de “lo que debe ser”.

Algunas veces se necesita una directriz o confrontación del terapeuta para movilizar un sistema

atorado, pero demasiada directriz en este modelo de interrogatorio podría arriesgar una ruptura

en la alianza terapéutica.

Preguntas Reflexivas: Estas preguntas intentan influencia al paciente o a la familia de

forma indirecta o general, y se basan en suposiciones circulares obre la naturaleza del proceso que

tiene lugar en el sistema terapéutico. La intención detrás de estas preguntas es

predominantemente para dar facilidad. Una de las presuposiciones principales detrás de estas

preguntas es que el sistema terapéutico es co-evolucionario y lo que el terapeuta hace es

desencadenar la actividad reflexiva en los sistemas de creencias que preexisten en la familia.

183
Estas preguntas son reflexivas porque están formuladas para accionar a los miembros de

la familia a reflexionar sobre las implicaciones de sus percepciones y acciones actuales para

considerar nuevas opciones. Las habilidades bien desarrolladas para sostener la postura

conceptual de neutralidad contribuyen a que una pregunta de influencia resulta más reflexiva que

estratégica.

La diferencia entre estos grupos seria aún más evidente si estuvieran presentes la cadencia

vocal, el tono y el comportamiento no verbal de terapeuta. Lo que es enfático aquí es que la

diferenciación de estas preguntas no depende de su estructura sintáctica o su contenido

semántico. Depende de las intenciones y suposiciones del terapeuta al preguntar.

Preguntas propuestas para la entrevista inicial

Las siguientes preguntas son propuestas del modelo de Terapia Centrado en las

Soluciones, la Narrativa y el Modelo de Terapia Centrado en el Problema.

- ¿Por qué decidieron solicitar pedir el apoyo, justo ahora?

- ¿Logran ubicar algún suceso que contribuyó a que la situación que están pasando se

agudizara/ hiciera más fuerte? (Modelo Centrado en el Problema).

- ¿Las discusiones que tienen entre ustedes son útiles o terminan en acuerdos y

soluciones? (Modelo de soluciones).

- ¿Qué dañó esta relación? (Narrativa).

- ¿Querrían repararla?, ¿qué les gustaría reparar en particular? (Modelo de Soluciones).

- Si su relación de pareja hablara, ¿qué diría acerca de cómo ustedes la cuidan?

(Narrativa).

- ¿Cómo le haces saber que lamentas lo que ocurrió? (Narrativa).

- ¿Cuál es el costo para ti de mantenerte en esta postura y para la relación? (Modelo

Centrado en el Problema).

184
- ¿Qué tanto seguir en este tema… te impide o ayuda a lograr lo que quieres en tu

relación… y en tu vida? (Narrativa).

- ¿Cuáles son los intentos de solución que le han dado a sus problemas? descríbanlos en

forma de acciones (Modelo Centrado en el Problema).

- ¿Si fuera una videocámara y los estuviera observando desde que comenzó el problema

que hubiera visto que hacían en acciones? Descríbanlo en secuencias seguidas (Modelo

Centrado en el Problema).

- ¿Si el problema que los trajo a terapia pudiera hablar que les diría, que nombre le

pondrían, que mensaje les daría? (Narrativa).

- ¿Cómo es que esta situación se ha convertido en un problema para esta pareja? (Modelo

Centrado en el Problema)

- ¿Cómo ayudas a tu pareja a que participe en el problema? (Modelo centrado en el

Problema).

- ¿Cómo es su relación fuera del problema? (Narrativa).

- ¿Cómo es él/ ella sin la influencia del problema? (Modelo de soluciones).

- ¿Qué tipo de cambios les gustaría ver? (Modelo de soluciones).

- ¿Qué explicación tienen de por qué cambio su relación de pareja? ¿Cómo era antes?

¿Cómo es ahora? (Modelo centrado en el problema).

- ¿Cómo les gustaría que fuera en el futuro su relación? (Modelo de soluciones).

- ¿Cómo se imaginan la relación si las cosas siguen iguales? ¿Qué tendrían que hacer para

que las cosas sigan iguales a lo largo del tiempo? (Modelo de soluciones).

- ¿Por qué lo amas o la amas? ¿Qué impide que su amor siga creciendo? (Narrativa).

- ¿Cómo se imaginan su vida sin el problema que los hizo venir a terapia? (Modelo de

Soluciones).

185
- ¿Qué tendría que suceder para que sintieran que la terapia fue exitosa? (Modelo de

soluciones).

- ¿Qué les gustaría que se mantuviera igual en la relación? (Modelo de soluciones).

- En una escala del 1 al 10, ¿cuál es el nivel de compromiso de cada uno para mejorar su

situación? (Modelo de soluciones).

- ¿Cómo es que esta pareja había funcionado hasta ahora? (Narrativa).

- ¿Qué es lo que actualmente está haciendo cada uno para mejorar su situación? (Modelo

de soluciones).

- ¿Cómo se siente el otro miembro de la pareja cuando tú haces o dices…(situación

conflictiva)? (Modelo de soluciones).

- ¿Cómo notarías (en acciones observables y concretas) que tu relación es como la deseas?

(Modelo de soluciones).

Estas preguntas son una propuesta que no tienen que ser seguidas en orden, sino que

cada terapeuta decide su propio orden, cuáles utiliza y cuáles no, cuáles parafrasea y adapta a los

consultantes, al motivo de consulta y al timing de la sesión y el proceso.

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186
Asistencia y participación en eventos académicos

Como parte las actividades formativas, el programa de Residencia en Terapia Familiar

prevé la participación de sus alumnos en foros académicos, sea como asistentes que como

ponentes exponiendo algún proyecto desarrollado dentro de la residencia. Esto permite no sólo

desarrollar habilidades de difusión de conocimiento, sino además mantenerse actualizado y

generar redes de trabajo con colegas de diferentes proveniencias, tanto teórico-metodológicas

como culturales.

En el caso de quien escribe, algunas de las participaciones en dichos foros fueron:

Expositora en el XXI Congreso Nacional de Psicología Clínica “Familia y Pareja: Tradición y

diversidad” realizado en Santiago de Chile, Chile, del 23 al 25 de octubre de 2014. En dicho evento

fueron presentadas en modalidad simposio dos investigaciones realizadas en co-autoría con Esther

González Ovilla y Vianey Méndez Vergara. La primera, “Miedo a la intimidad en las relaciones de

pareja y lazos parentales en adultos emergentes”, presentada por mí. La segunda, “Construcción

de una escala para medir el miedo a la intimidad afectiva en la adultez emergente”, presentada

por Esther González Ovilla.

Asistencia a diferentes eventos entre los que figuran: 3er. Congreso Internacional de

Terapia Breve y Familiar “Continuación y Transición de lo Sistémico” del 22 al 24 de noviembre de

2013 en Puebla, México; Seminario Curiosidad, una aproximación sistémico-construccionista: otra

visión y otra posición impartido por el Dr. Antonio Caruso el 18 de noviembre de 2013 en Ciudad

de México, México; Taller Problem solving aplicado a comportamientos autodestructivos con el Dr.

Giorgio Nardone el 1 y 2 de septiembre de 2014 en Guadalajara, México; Seminario La aventura de

la diferencia. Sistemas de pensamiento y prácticas sistémicas en una cultura de la posmodernidad

con el Dr. Pietro Barbetta del 17 al 19 de octubre de 2014 en Ciudad de México, México; Taller

Visualizando las prácticas de poder en el trabajo terapéutico y comunitario. Reflexiones acerca del

187
poder con la Dra. Maggie Carey el 14 y 15 de noviembre de 2014 en Ciudad de México, México;

Homenaje Il pensiero di Luigi Boscolo 1967 – 2015 (El pensamiento de Luigi Bolscolo 1967-2015) el

28 de marzo de 2015 en Milán, Italia; Congreso Dagli interventi paradossali alle narrazioni

molteplici: 40 anni di Psicoterapia Relazionale Sistemica 1975-2015 (De las intervenciones

paradójicas a las narraciones múltiples: 40 años de Psicoterapia Relacional Sistémica 1975-2015)

del 25 al 27 de junio en Roma, Italia.

Programa de movilidad internacional. Centro Bolognese di Terapia della Famiglia.

El Programa de Maestría y Doctorado de la UNAM, con el apoyo del CONACYT, ofrece a sus

alumnos la oportunidad de realizar estancias en centros académicos y de investigación de alto

reconocimiento a nivel internacional. En mi caso, realicé una estancia académica durante el

semestre 2015-2 en el Centro Bolognese di Terapia della Famiglia, ubicado en Bolonia, Italia. Dicho

centro es sede de una de las escuelas con mayor reconocimiento a nivel internacional en el ámbito

de la terapia familiar, el Centro Milanese di Terapia della Famiglia. Entre sus actividades

principales se encuentran la formación de terapeutas, la atención clínica y la investigación.

La asistencia a lecturas teóricas y el entrenamiento clínico se realizaron de forma dual: con

el grupo de 3er año de formación, siendo los docentes a cargo el Dr. Massimo Matteini y el Dr.

Paolo Sacchetti con la Dra. Francesca Luppi como docente en formación; y con el grupo de 4º año

con la Dra. Anna Castellucci y la Dra. Laura Fruggeri como docentes principales y el Dr. Daniele

Tavera como docente en formación. El resto de las actividades se llevaron a cabo sin distinción en

el año de formación del alumnado. En la Tabla 34 se describe el programa completo.

188
Tabla 34

Programa Centro Bolognese Terapia della Famiglia

Centro Bolognese di Terapia della Famiglia


Tutora: Dra. Laura Fruggeri
- Forma en la que se declina el modelo sistémico en la práctica clínica, con referencia a contextos específicos
(individuo, pareja, familia, sistema alargado).
- Análisis de la construcción de la relación terapéutica. Los estudiantes se confrontarán con la teoría de la práctica y
con el aprendizaje del "hacer" sistémico dirigido por el "pensamiento" sistémico.
- Adquisición del estilo terapéutico propio, de la capacidad de conducir la sesión, de refinar la atención al proceso
terapéutico (cómo estar en una sesión de forma diferente según las distintas fases del proceso terapéutico, incluida
la finalización del mismo)
- Trabajar en los prejuicios
- Comprensión de los sistemas alargados.
Objetivos del - Timing
programa - Profundización del tema del yo terapéutico.
- Reflexiones sobre la terapia en diversos contextos (individuo, pareja, familia, supervisión, en la esfera privada, en el
sistema público)
- Reflexiones sobre nuevas formas de familia.
- Profundización de la técnica clínica.
- Responsabilidad terapéutica en diferentes contextos (capacidad de hacerse cargo de la relación con el otro sin
juicio).
- Conciencia del propio rol en la construcción de la relación.
- Supervisión de pares
- Aprender modelos específicos de intervención terapéutica en el trabajo con parejas o individuos o familias.
- Lecturas y discusiones grupales
- Observación de las sesiones de terapia y simulación detrás del espejo (preparación de la sesión con reflexiones,
hipótesis y conexiones con las teorías y textos leídos; al final de la sesión reflexiones sobre la conducción y el
progreso de la sesión)
- Presentación de casos por parte de alumnos
- Análisis grupal sobre los contextos de pertenencia de los alumnos.
- Ejercicios a partir de los casos presentados por los alumnos.
- Ejercicios para no apegarse al propio punto de vista y para desarrollar actitudes en diferentes momentos de terapia
- Reflexiones sobre el alta clínica
Actividades
- Casos clínicos presentados por estudiantes o vistos durante el entrenamiento y discusión grupal.
específicas
- Discusión cruzada de los casos
- Proponer contextos de refinamiento de la creatividad del estudiante (técnicas experienciales, uso de collage
fotográfico, uso de técnicas narrativas y metafóricas).
- Proponer literatura de casos clínicos como estímulo para inventar historias evolutivas.
- Razonar sobre cómo cada estudiante está creando su propia versión de la teoría sistémica y está dialogando con las
otras teorías y prácticas que se entrecruzan con la sistémica (que sigue conociendo en las lecciones teóricas, que ya
usaba, que está usando); reflexionar sobre los puntos de contacto y diferencias, coherencias e inconsistencias.
- Estas actividades se integrarán con seminarios temáticos sobre: gestión de conflictos, dependencias, diferentes
normalidades, abusos, inmigración y el papel de la CTU (asesor técnico judicial)
La caracterización de la metodología es el aprendizaje grupal de forma activa y experiencial. Dentro de la lección el
rol del docente es facilitar el proceso.
El aprendizaje se logra a través de herramientas como lecciones frontales, role playing y trabajo en grupos pequeños.
La estructura de las lecciones incluirá:
Discusión y debate sobre la teoría estudiada trabajando en pequeños grupos.
Metodología Discusión extendida a todo el grupo con atención por parte del docente tanto a la dinámica del grupo como a la
utilizada participación individual, tanto al aprendizaje como al esclarecimiento de los conceptos teóricos.
Uso de ejercicios tales como role playing y simulación para aplicar la teoría a la práctica.
Visión de casos grabados en video para discutir en grupo.
Observación y evaluación de los efectos y de los aprendizajes de los otros módulos presentes en el curso por parte de
cada estudiante.
Experimentación personal.
24 horas x 9 días de entrenamiento clínico
4 horas x 9 días de seminarios con tópicos clínicos específicos
Distribución
3 horas por 9 días de seminarios experienciales
horaria
5 horas x 9 días de lecturas teóricas
6 horas a la semana de participación en equipo terapéutico

189
Además, el centro ofrece a sus alumnos una serie de seminarios clínicos específicos con

docentes de la institución y con expertos del sector, haciendo más rica la formación y

estableciendo relaciones con el mundo laboral. Durante mi estancia se realizaron los que siguen:

- El uso de las máscaras en terapia por la Dra. Anna Castellucci.

- La intervención sistémica en campo oncológico por la Dra. Alejandra Berardi.

- Maltrato, violencia y abuso: casos clínicos y sistemas terapéuticos por la Dra. Agnese

Cheli.

- La terapia individual en el enfoque sistémico-relacional por la Dra. Marzia Mucci.

- El CTU en óptica sistémico-relacional por el Dr. Severo Rosa.

- Metodología de análisis del proceso terapéutico por la Dra. Francesca Balestra.

- La alianza terapéutica por la Dra. Francesca Balestra.

- La dimensión cultural en la orientación y en la práctica sistémica por el Dr. Andrea

Davolo.

- El poder evocativo del lenguaje: técnicas para cambiar el punto de vista por la Dra.

Gabriela Gaspari.

4.1.3 Habilidades de compromiso y ética profesional

El Programa de Maestría y Doctorado en Psicología de la UNAM prevé para sus egresados

el desarrollo de habilidades y competencias dentro de un marco de respeto al código ético y de

compromiso social. En el caso de la Residencia en Terapia Familiar (Posgrado en Psicología, 2019),

dicho marco enfatiza los siguientes puntos:

- Desarrollo de valores y actitudes en la persona del terapeuta, con un compromiso

personal y social.

- Dar una actitud de respeto, confidencialidad y compromiso con las necesidades de los

usuarios.

190
- Mostrar respeto y tolerancia hacia diferentes enfoques, disciplinas, colegas e instancias

institucionales.

- Ser sensible a las necesidades de la población y responder a ellos de manera profesional.

- Analizar con honestidad su trabajo terapéutico, apegándose a las normas de la ética

profesional.

- Actualizar e innovar sus capacidades profesionales de manera constante.

- Asumir la responsabilidad de solicitar terapia personal fuera del equipo de trabajo si el

tutor lo considera necesario (s/p).

Por su parte, la Comisión de Honor y Justicia de la Asociación Mexicana de Terapia Familiar

en su Código Ético delinea los estándares de comportamiento de sus miembros (AMTF, 1999),

regulando la buena praxis de terapeutas y tutelando tanto los derechos como el bienestar de los

pacientes. Las temáticas principales abordadas en el Código son: Responsabilidad,

Confidencialidad, Capacidad e integridad profesional, Responsabilidad con estudiantes,

supervisados y otros subordinados, Responsabilidad con los participantes de investigaciones,

Responsabilidad con la profesión, Arreglos financieros y Publicidad.

Respecto a la ética, desde un punto de vista más teórico, Telfener (2014) señala que es

necesario ser conscientes de aquello que decimos y hacemos dentro del espacio terapéutico y los

contextos en los que participamos como profesionales ya que, desde la cibernética de segundo

orden (sistemas observantes), el mundo ya no es externo, separado de nosotros y sobre el cual

intervenimos, sino que se vuelve un mundo en el cual el actor interviene en sí mismo porque está

incluido en la organización del mundo, lo que tiene una fuerte implicación en la concepción

epistemológica de la ética. En palabras de von Foerster (en Telfener, 2014b, p 158) “cada vez que

actúo aquí y ahora no sólo cambio yo, sino cambia el universo. Esta posición liga al sujeto con sus

acciones de manera inseparable a todos los demás, estableciendo así un pre-requisito para fundar

191
una ética”. Al asumir que formo parte de aquello que observo me es devuelta la libertad de

afrontar una situación y con esta libertad, también es devuelta la propia responsabilidad. Así,

dicho autor afirma que “la ética es implícita y la responsabilidad explícita” (p.159). Esta postura de

responsabilidad del observador frente aquello que observa le brinda un rol activo en el proceso, y

en nuestro caso un rol activo en la generación de nuevos significados y relaciones. Así, la ética se

vuelve el dominio en el que nosotros terapeutas asumimos la responsabilidad de las decisiones

que tomamos durante el proceso terapéutico, de las palabras y acciones, siendo la responsabilidad

más importante la capacidad de incluirnos a nosotros mismos en aquello que observamos,

entrando en primera persona en la relación el otro u otros.

Asumiendo “responsabilidad” como la habilidad de responder a las situaciones a las que

debemos hacer frente dando cuenta de las acciones propias o ajenas, conscientes de las

consecuencias derivadas de la propia conducta, Telfener (2014b) propone un elenco de

responsabilidades del clínico sistémico descritas en la Tabla 35.

Tabla 35
Responsabilidades del clínico
Tipo Definición ¿Cómo se observa?
Responsabilidad social Determinada por el mandato social, por la ¿Cuál es el rol que ocupo en la organización?
representación que encarna y por el resultado de ¿Qué esperan los otros de mí?
las propias acciones en el mantener/deconstruir ¿De qué forma me coludo con aquello que sucede?
estructuras de poder.
Responsabilidad Disponibilidad a tranformarse personalmente Hacia los demás:
personal (transformar las propias claves de lectura, revisar Ganas de involucrarse
prejuicios inevitables, realizar acciones diferentes, Curiosidad (entusiasmo, energía)
aplicar la irreverencia, continuar la exploración, Hacia los demás y sí mismos:
dejarse perturbar por el mundo) con el objetivo de Tener una doble posición (dentro y fuera).
construir un contexto que sea evolutivo y Mantenerse informados, estimulados, sin burnout
procesual. No caer en patrones repetitivos.
Crear un contexto de respeto.
Complejizar/transformar premisas.
Responsabilidad Considerando la relación como instrumento Saber entrar en relación y crear una realidad en la
relacional principal de trabajo, induce a reflexionar sobre el cual sea posible trabajar.
significado que las propias acciones tienen (y han Crear un clima cálido, aceptante y respetuoso.
tenido) sobre el consultante(s) y sobre los otros Saber ser transparente abandonando el
significativos en el contexto compartido. egocentrismo.
Responsabilidad técnica Capacidad de considerarse competente respecto a Saber cómo intervenir y cuándo.
un modelo subjetivamente elegido Disponibilidad a modificar el proceso y cambiar ruta.
Capacidad de leer la retroalimentación que se
recibe.
Nota: Elaborado a partir de Telfener (2014). La responsabilità della co-responsabilità

192
Respecto al compromiso social, el terapeuta es invitado a asumir su rol como agente de

cambio positivo en su comunidad, no sólo dentro del espacio terapéutico sino también en los

demás espacios donde se desempeña profesionalmente (asociaciones, escuelas, universidades,

medios de comunicación), por lo que sus intervenciones tendrán como objetivo participar

activamente para la creación de comunidades más equitativas y emancipadoras, buscando la

eliminación de las barreras sociales, económicas, políticas y culturales que bloquean el acceso de

las personas a los recursos, a la autodeterminación y a la autodefinición, así como la

marginalización vulnerabilización y patologización de la diversidad (Norsworthy, Abrams & Lindlau,

2012). En este sentido Fruggeri (2014) señala que el movimiento feminista norteamericano

describió puntualmente el entramado entre malestar psicológico y calidad de las relaciones

sociales, subrayando cómo los aspectos intrapersonales están conectados con aquellos

interpersonales, y ambos con las condiciones socio-económico-institucionales como el género, la

pobreza y la inequidad. La consciencia de tal entramado ha llevado al desarrollo de modelos

terapéuticos más sensibles a temáticas sociales, ya que muchas de las nociones que se encuentran

a la base de los diferentes modelos adoptados en el campo de la psicología, de la psicopatología,

de la psicología clínica y de la psicoterapia se han construido a partir de una idea de familia nuclear

tradicional descontextualizada. Así, la autora subraya la importancia de realizar una reflexión

crítica sobre cómo nuestra práctica profesional puede llevar a reconstruir tales diferencias, a

perpetuar la opresión, la discriminación y la estigmatización que las diferencias socio-económico-

institucionales comportan.

Durante la formación, el desarrollo de las habilidades de compromiso y ética profesional

se desarrollaron de forma transversal en todas las actividades y en todos los contextos

institucionales en los que estuvimos involucrados como terapeutas en formación. Los docentes y

supervisores se encargaron de que cada caso clínico fuera afrontado desde diferentes niveles de

193
análisis, tomando en cuenta no sólo el contexto sociocultural del mismo sino también las premisas

de cada modelo terapéutico utilizado, pues como refieren Bannister y Fransella (1986), cada teoría

psicológica propone inevitablemente valores, no es sólo un enunciado sobre las personas, sino una

actitud, un posicionamiento hacia estas, una forma de entrar en relación. Así, fuimos convocados a

reflexionar sobre la epistemología de cada modelo clínico, en su concepción de familia, de

problema y de cambio, en los valores que enfatiza, además reflexionar sobre nuestras propias

premisas y construcciones del mundo. Asimismo, fuimos invitados a aproximarnos a praxis

profesionales concretas que miran al mejoramiento del tejido social, desde investigaciones cuyo

objetivo fue comprender e intervenir en problemáticas significativas de nuestro contexto,

preparación de talleres para responder a necesidades tanto de la comunidad directamente como

para colegas de otros enfoques o de otras disciplinas, asegurarnos que una cuestión de economía

personal no fuera un limitante para acceder al espacio terapéutico hasta efectuar

posicionamentos públicos como colectivo de frente a problemáticas sociales y políticas.

4.2 Reflexión y análisis de la experiencia

Mi primera aproximación con la clínica fue durante la licenciatura, periodo en el cual

cultivé gran interés por la psicoterapia psicodinámica, sin embargo dicho interés fue eclipsado por

el involucramiento en proyectos de corte psicosocial desde una perspectiva de género. Para mí

tanto la esfera intrapersonal como la interpersonal me resultaban importantes para explicar

fenómenos objeto de estudio de la psicología, pero al momento de elegir una formación más

especializada para llevar a cabo intervenciones concretas era como si tuviera que elegir entre una

u otra esfera. Así, me encontré frente a formaciones en psicoterapia tradicional que consideraban

el contexto psicosocial sólo de forma marginal y separadamente, y por otro lado las formaciones

en investigación psicosocial que perdían de vista a las personas y la riqueza de sus experiencias, es

decir, ninguna de estas trabajaba desde una propuesta de interacción inter-intra. Además, durante

194
el periodo que trabajé con niños en un ambiente educativo pude darme cuenta de primera mano

de la importancia que tiene la familia como grupo primario, ya que en intervenciones que

realizaba podía identificar avances que después, en una visión bastante reduccionista y lineal, veía

como “boicoteados” por las familias. Posteriormente, en la búsqueda de nuevos marcos

conceptuales y nuevas herramientas, por no mencionar que también en un proceso de

reestructuración después de un momento complicado en mi vida personal y de una forma

bastante fortuita, me encontré en un curso breve de Terapia Narrativa impartido por la Mtra.

Miriam Díaz Zavala en la División de Educación Continua de la Facultad de Psicología. Este

encuentro me abrió el panorama y me introdujo a un nuevo paradigma que, si bien algunas de las

certezas que habían guiado mi práctica profesional por años entraban en conflicto, también abría

una gama de posibilidades de análisis, reflexión y acción más consonantes con aquello que yo

estaba buscando.

La formación en Terapia Familiar Sistémica fue una gran experiencia de vida, una

revolución radical, de esas que te revuelven todo pero que después poco a poco se va

acomodando y cobrando sentido. Quizá podría describir mi proceso de formación como una

experiencia análoga al proceso terapéutico: deconstrucción, reconstrucción y construcción de

sentido y significados que conllevan con sí nuevas formas de hacer, esto a través de la interacción,

dentro de un marco colaborativo y respetuoso. En este sentido, fueron dos años muy intensos con

una gran repercusión transformativa tanto en mi identidad profesional como en aquella personal,

inseparables en nuestra profesión ya se entra a la sesión con toda la complejidad que implica el sí

mismo.

Durante todo el proceso fue enfrentarse en primera persona y en la acción a las ideas que

leíamos. Ya desde las materias de investigación, lugar donde tradicionalmente conceptos como

objetividad y neutralidad han sido casi intocables y que además resultaban mi zona de confort ya

195
que era en el campo en el que tenía más experiencia, todo empezaba a cambiar visto con los

“lentes sistémicos”. Por ejemplo en la elección del tema de investigación mis compañeras de

equipo y yo nos dimos cuenta que ni al trabajar con el método científico tradicional podíamos

escindirnos de nuestra propia historia, nuestras subjetividades, nuestras premisas, que nos

llevaron a elegir un tema y no otros, a plantearlo de una forma y no otras, comprendiendo en la

práctica cómo es que el observador forma parte de aquello que observa, cómo es que lo

construye. También fue muy enriquecedor presentar los resultados de nuestras investigaciones

con Vianey y Esther en un congreso en el extranjero. En el bloque de ponencias en el que

presentamos nuestros resultados de las investigaciones cuantitativas, una reconocida

investigadora brasileña presentó los resultados de su investigación que tenía objetivos similares a

los nuestros pero su investigación era de corte cualitativo. Fue muy interesante ver que habíamos

llegado a resultados y conclusiones similares, esto nos llevó a muchas reflexiones. Por ejemplo que

no es que desde la sistémica rechazáramos y nos deshiciéramos de todo aquello que ya

conocíamos, a rechazar todo aquello cuantitativo y abrazar sin distinción todo lo cualitativo, sino

que eran lenguajes y formas de conocimiento diferentes que incluso podían llegar a dialogar entre

sí, como lo hicimos nosotras con la investigadora brasileña. En este sentido, Turchi y Maiuro,

(2007) proponen la congruencia epistemológica como criterio de cientificidad en nuestro campo,

es decir que la referencia teórico-metodológica utilizada debe ser pertinente a la configuración del

objeto de estudio. Además, en la vida fuera de la formación, el terapeuta familiar se encuentra

con funciones que van más allá de las sesiones terapéuticas, sobre todo en contextos

institucionales por lo que es indispensable poder hacer estas operaciones epistemológicas,

conocer ambas metodologías para poder leer e interpretar resultados de los diferentes artículos

de investigación de nuestro campo así como poder aplicarlas para producir reportes de resultados,

196
conducir investigaciones dentro de las instituciones con las que colaboremos y solicitar

financiamientos de proyectos.

En lo que respecta a las materias teóricas, la adquisición de la forma mentis sistémica a

partir de la lectura, análisis y discusión de los planteamientos epistemológicos y principios teórico-

metodológicos de los diferentes modelos terapéuticos (Estructural, Estratégico, Breve centrado en

el problema, Breve centrado en soluciones, Modelo sistémico-relacional de Milán, Modelos

postmodernos y socioconstruccionistas) fue muy desafiante. La terapia familiar sistémica nació

como un movimiento policéntrico con muchos puntos de origen y muchos desarrollos, a veces

interconectados pero muchas otras tantas independientes (Fruggeri, 2008), por lo que en durante

la formación nos encontramos de frente a planteamientos completamente diferentes, muchas

veces en contraposición, que teníamos que comprender y aplicar durante el mismo día, lo que en

momentos podía generar confusión. Muchos de los autores y teorías eran para mí, incluso algunos

preceptos conceptuales eran contrarios a aquello que había aprendido de psicología clínica en la

licenciatura, por lo que resultó un gran reto cognitivo, y después pensar en llevar a la acción ideas

que me resultaba complicado comprender me estresaba bastante. Además este proceso no se vio

para nada facilitado con la fuerte carga de trabajo, por lo que aún con todas las intenciones de

comprender porque eran ideas que me abrían otros mundos interesantísimos, las pocas horas de

sueño tenían un fuerte impacto en mis capacidades cognitivas. Sin embargo, el grupo fue un

espacio riquísimo ya que aquello que uno no había comprendido –o, siendo honesta, ni siquiera

alcanzado a leer– el otro lo explicaba y así se abría un diálogo que nos llevaba a nuevas ideas. En

este espacio para mí empezó a adquirir sentido el concepto de mente de Bateson (1991).

Desde el primer semestre asistimos a eventos académicos como talleres, seminarios y

congresos en los que pudimos confrontarnos con terapeutas familiares reconocidos, con

terapeutas con una amplia experiencia clínica y otros compañeros en formación como nosotros.

197
Desde el primer evento, alrededor de 4 meses de haber iniciado la maestría, fue gratificante

percibir que no sólo conocíamos los temas de los que hablaban sino que incluso una buena

proporción de los textos a los que aludían ya los habíamos leído. Esta situación se repitió durante

la estancia académica en Italia, ya que las colegas eran expertas en autores pertenecientes al

Modelo de Milán pero desconocían autores y modelos terapéuticos que nosotros habíamos

estudiado. En retrospectiva, puedo decir que el agotamiento y el restar tiempo a otros proyectos,

tanto profesionales como personales, se volvieron secundarios porque al final hubo mucho más

retribuciones que pérdidas.

En lo referente a la práctica clínica, aspecto central en la formación como terapeuta ya que

no es en los libros que se aprende a hacer, fue el área implicó el mayor reto en mi caso. Al iniciar el

programa de residencia, ésta era la actividad que más ansiedad me generaba dado que yo no tenía

experiencia clínica, como era el caso de algunas de mis compañeras, y me angustiaba que mis

“errores” generaran más daños que beneficios en la familia, también me preocupaba tener que

hacerlo con mis compañeros del otro lado del espejo y que la supervisión se convirtiera en un

espacio de enjuiciamento y regaños. La supervisión me enfrentó a situaciones antes desconocidas

que incluso, de inicio, llegaron a ser incómodas (como los comentarios realizados durante la

supervisión que algunas veces los sentí enjuiciadores). Al exponer esto con mis compañeros

descubrí que todos nos sentíamos así y hablamos de la imposibilidad de separar nuestra práctica

clínica de nosotros mismos como personas, una vez más corroboramos que no es posible ser

“objetivos”, por lo que llegamos a diferentes acuerdos para que las supervisiones dejaran de ser

tan angustiantes. Uno de estos acuerdos fue cuidar la forma en la que realizamos los comentarios

al terapeuta, definitivamente las palabras que elegimos y la entonación, entre otras, cambia por

completo el mensaje que enviamos. También consideramos importante mencionar las

intervenciones que nos habían gustado, es decir, reconocer el trabajo del terapeuta. Decidimos

198
cuidarnos unos a otros y buscar generar un ambiente que nos posibilitara aprender disfrutando y

que nos permitiera desarrollar nuestro propio estilo como terapeutas. Considero que a partir de

estos acuerdos, logré sentirme más cómoda con las supervisiones. El sentir que había un equipo

para respaldarme, cuidarme y aportar ideas útiles para el proceso terapéutico, me permitió

escuchar con mayor apertura los comentarios e ideas que me enriquecieron como terapeuta,

como persona y tuvieron un impacto positivo en mi quehacer profesional dentro y fuera las

sesiones.

Por su parte, la supervisión videograbada con el Dr. Flavio Sifuentes fue también un

ejercicio interesante, nos propuso videograbarnos a nosotros mismos en una sesión. Al inicio no

entendimos por qué nosotros y no las familias, si el foco eran ellos no nosotros, pero después al

analizar los videos lo entendimos. Nosotros terapeutas también somos observados y estudiados

por los consultantes, también nosotros expresamos de forma no verbal y muchas veces esas

hipótesis que hacemos sobre los consultantes pueden llegar a ser muy evidentes en nuestras

acciones para quien tenemos de frente o quien mira el proceso terapéutico desde fuera (en mi

caso incluso mi postura física cambiaba –más abierta o cerrada– cuando me dirigía a un miembro

de la familia o a otro), pero permanecer como puntos ciegos para nosotros mismos. Aspectos

como nuestro género, nuestra corporeidad e incluso aquellos que pudieran parecer banales como

nuestra forma de vestir, intervienen en la forma en la que entramos en la relación. En el caso que

llevé a supervisión, las observaciones e ideas del supervisor y mis compañeros me permitieron

desbloquear el proceso con la familia en cuestión.

En cuanto a la práctica clínica no directa, es decir como equipo terapéutico o como equipo

reflexivo, el mayor reto fue contribuir sin emitir juicios ni del terapeuta ni de la familia. Es decir,

asumir el rol de ser una mirada extra y una mirada en una metaposición, para poder aportar algo

útil al proceso y cuidar del terapeuta a cargo. En este sentido puedo decir que uno de los

199
momentos más gratificantes y pedagógicos en esta modalidad de práctica clínica fue en el Centro

Bolognese di Terapia della Famiglia. En dicha sede yo no podía conducir una sesión ya que las

leyes en Italia lo prohíben, lo que al inicio fue frustrante, pero posteriormente pude notar la

importancia que dan a las voces del equipo detrás del espejo. Si bien ya era pedagógico ver en

acción a terapeutas con tanta experiencia y a quienes yo ya admiraba desde antes del programa

de movilidad internacional, escuchando, validando y usando dentro sesión las ideas que

terapeutas novatos habíamos generado. Esto ayudó a desarrollar mayor confianza en mi

formación y resultó significativo ver en acción algunas ideas que había leído: que como terapeutas

debemos vivir cada encuentro como único, el no abandonar la curiosidad, que cuando pensamos

que ya sabemos todo de la persona o familia que tenemos frente a nosotros significa que en

realidad sólo estamos escuchando nuestros prejuicios y no a ellos, además de la gran humildad

que nuestra profesión requiere.

Siguiendo con las modalidades de práctica clínica directamente en el rol de terapeuta

dentro sesión, mi primer caso clínico lo llevamos Fabiola y yo como coterapeutas. Fue

tranquilizador ya que Fabiola es una terapeuta altamente sensible y reflexiva, e hicimos buen

equipo por lo que trabajamos juntas también en otros casos. Comprendí la importancia que tiene

la relación entre colegas en una situación de coterapia: pueden ser dos terapeutas con estilos

completamente diferentes y con ideas diversas pero si hay reconocimiento profesional y respeto,

logran hacer equipo, incluso presentando esas ideas diferentes durante la sesión, siendo la familia

el foco principal y mayor beneficiaria. Quizá en ese momento fue difícil comprender la potencia de

la coterapia ya que todos queríamos iniciar a experimentarnos en el espacio terapéutico como

único terapeuta para que la supervisión fuera más específica al proprio quehacer, pero en

retrospectiva considero un lujo haber tenido la oportunidad de trabajar en esta modalidad con

algunas de mis compañeras, no sólo porque las considero terapeutas con tantos recursos y de

200
quienes aprendí tanto o porque significaban una salvación en los momentos de bloqueo, sino

principalmente porque el tener contemporáneamente una visión extra a la propia, complejiza y

enriquece el sistema terapéutico en beneficio de los consultantes.

Respecto a la práctica clínica individual, también fue una circunstancia desafiante pero al

mismo tiempo satisfactoria. El estar solo de frente a situaciones tan complejas obliga a echar

mano de la creatividad e incluso el ser honesta con una misma y solicitar ayuda o una pausa

cuando necesario. En este sentido debo decir que la supervisión en vivo de los docentes fue muy

respetuosa y nos permitió explorar y desarrollar nuestro propio estilo. Quizá al inicio por

inexperiencia y por diferentes miedos frecuentes en los terapeutas en formación como pueden ser

miedo a dañar a alguien, a ser incompetente, a no percibir algo importante, entre tantos otros,

entrábamos a sesión casi buscando seguir como instrucciones las del equipo terapéutico. Pero

poco a poco, después de comentarios del tipo “ustedes entren y hagan, ya si rompen los platos

entro yo y lo arreglo” por parte de la Dra. Noemí Díaz Marroquín –que efectivamente algunas

veces entró a “arreglar” la situación–, se generó un ambiente de mayor experimentación que nos

permitió desarrollar confianza, un estilo propio y movernos con mayor desenvoltura dentro del

espacio terapéutico. En mi caso, la sede que me representó mayor reto fue el contexto

psiquiátrico, por un lado por el alto nivel de complejidad de cada caso y por el otro por mi rol

dentro de un equipo multidisciplinario en una institución de este tipo. A las sesiones conmigo las

familias llegaban con un diagnóstico, el que a final de cuentas les daba una explicación a eventos

que no comprendían, les daba un sentido al comportamiento “problemático” de sus hijos e hijas y

les permitía acceder a todos los servicios del hospital, por lo que de alguna forma para las familias

era una etiqueta útil. Sin embargo, llegaban al servicio de terapia familiar con una gran sensación

de deficiencia y de falta de opciones, las cuales se reducían cada vez más conforme el diagnóstico

iba siendo público en los diferentes contextos en los que éstas familias participaban. Así, aunque la

201
primera idea que me venía en mente era deshacerme del diagnóstico y hacerles saber que un

diagnóstico es sólo una etiqueta y como tal se la podían quitar, definitivamente no era viable ya

que debido a mi rol institucional yo pertenecía a un equipo interdisciplinario y no podía invalidar el

trabajo del resto del equipo. En ese espacio aprendí que cuando uno trabaja dentro de una

institución el marco de acción es un poco más restringido, sin embargo con paciencia, respeto,

flexibilidad y creatividad se pueden generar cambios.

A modo de reflexión final sobre la experiencia de formación quisiera agregar que a pesar

de la alta demanda física, cognitiva y emotiva vivida durante esos dos años, ha sido una gran

experiencia de vida en muchos sentidos. A nivel profesional considero que es una de las mejores y

más completa de las formaciones existentes en nuestro país y, confrontándola con los espacios

académicos extranjeros con los que he tenido contacto, también a nivel internacional. La alta

calidad profesional, académica y humana de docentes y supervisores; los acuerdos institucionales

que permiten tener acceso a una gran cantidad de horas de práctica clínica en contextos reales

con beneficio para la comunidad; el estímulo y financiamiento para la participación en foros

académicos nacionales e internacionales; así como la importancia brindada al cuidado integral

tanto del grupo, concebido como contexto para facilitar el desarrollo de las competencias

profesionales, como de cada alumno, asumiendo que la identidad profesional no es escindible de

la identidad personal en nuestro campo; son algunas de las características que hacen de este

programa de maestría un espacio privilegiado para la formación de terapeutas familiares

sistémicos.

4.3 Implicaciones en la persona del terapeuta y en el campo profesional

Desde la óptica sistémica, el observador está inexorablemente implicado en aquello que

observa, por lo que reconoce el proceso el proceso terapéutico como un proceso de co-evolución,

ya que durante la interacción el terapeuta se encuentra implicado en primera persona no se

202
interviene en el cliente, sino con. Es decir, cada terapeuta entra al complejo encuentro terapéutico

con su historia personal, su universo de premisas y creencias, sus valores, sus valores, sus

recursos, así como sus experiencias previas como terapeuta (Bianciardi, 2002). Así, se considera la

persona del terapeuta como un factor inseparable en el desarrollo de la competencia terapéutica

en la formación de profesionales eficaces en generar cambios.

Fruggeri (2014) señala que la terapia implica diferentes niveles de procesos -

intrapersonales, interpersonales, sociales, culturales e institucionales-, por lo que el terapeuta

necesita desarrollar diferentes competencias que comprenden aspectos diferentes del “hacer

terapia”. Así, propone la competencia terapéutica como un constructo multicomponencial cuyos

elementos son:

- Competencia técnica: basada en el conocimiento de procedimientos, teorías,

metodologías y en la habilidad de aplicarlos, es decir, la habilidad del profesionista de

aplicar el modelo teórico-práctico en el que se formó.

- Competencia relacional: capacidad de observar y comprender qué están construyendo

terapeuta y cliente en la interacción, capacidad de reflexionar sobre el significado que el

ejercicio de la competencia técnica tiene al interior de la relación; es decir, comprensión

constante del proceso interactivo con los clientes.

- Sensibilidad al contexto: análisis sea de las reglas de las instituciones dentro las cuales se

opera, considerando que también un consultorio privado es una institución, que del

modo en que los clientes representan la institución, lo que determinará expectativas,

atribución de significados y construcción de sentido de acciones e interacciones dentro

del proceso terapéutico; es decir, la capacidad de delinear el conjunto de premisas que

dan forma al marco en el que se constituye el pacto terapeuta-cliente.

203
- Competencia epistemológica (auto-reflexividad): capacidad de análisis de la

epistemología local, esto es, de las propias teorías implícitas, de las premisas socio-

culturales y de las representaciones; es decir, la capacidad de observar los propios

“prejuicios” para mantener abierta la conversación con el cliente en lugar de cosificarla1

o restringirla dentro de dichos prejuicios.

- Consciencia social: capacidad de analizar la conexión de los aspectos intra e

interpersonales con las condiciones socio-económico-institucionales; es decir, la

reflexión de cómo nuestras intervenciones pueden llegar a reproducir desigualdad,

patologización, marginación y juicios negativos, como consecuencia de confundir el

resultado de procesos sociales con el resultado de procesos patológicos.

Si bien autores como Bertrando y Defilippi (2005) y Fruggeri (1996) definen la actividad

terapéutica como un proceso de deutero-aprendizaje a través del cual las personas aprenden

nuevas formas de pensar y de ser, construyéndose a través del tiempo. En este sentido quizá la

formación terapéutica también lo sea. Bertrando (2012) reporta que en un seguimiento con ex-

consultantes, estos le habían referido no sólo la percepción de cambio, sino además un modo

diferente de referirse a sí mismos con una impronta más relacional. De manera análoga, hablando

con colegas con quienes compartí el proceso de formación y con terapeutas familiares sistémicos

formados en otras instituciones e incluso en otros países, todos coincidimos en el gran impacto en

la manera en la que nos posicionamos dentro el proceso terapéutico sino también fuera.

Además Bianciardi (2014) señala que quien decide emprender el camino de nuestra

profesión lo hace abrazando el deseo de resultar útil a quien se presenta solicitando terapia, sin

embargo lo que no podemos permitirnos de abrazar es la convicción de que nuestras

intervenciones cambian al otro, ya que cuando una persona interactúa con otra, los resultados son

1
Reificare en el original (p.17), es decir, considerar concreto lo abstracto (conceptos, categorías, ideas).

204
impredecibles. En este sentido propone que para favorecer un cambio podemos sólo cambiar

nuestra forma de proponernos al otro dentro de la relación. Así, conscientes de la imposibilidad de

cambiar al otro durante el proceso terapéutico, la inviabilidad de asumir el cambio como proceso

unidireccional y controlable, el único cambio que debería perseguir el terapeuta es el cambio de sí

mismo: de las propias ideas, premisas, prejuicios, modos de pensar modalidades interpretativas,

formas de codificar y atribuir significados al encuentro terapéutico. En palabras de Cecchin (1996),

el terapeuta es responsable de sus actos y opiniones ya que “estos recursos son lo único que

tiene” (p119). Por su parte Bianciardi (2014) sostiene que la relación es antes que nada una

relación humana, sin que esto signifique que deje de ser una relación profesional, por lo que el

terapeuta debe “sobre todo ser persona” (p.31).

Siendo así, Telfener (2014c) subraya que es responsabilidad del terapeuta cuidar el propio

crecimiento personal, no sólo acrecentar su competencia terapéutica, aunque naturalmente esta

se verá beneficiada. Este es un aspecto que he escuchado enfatizar a una gran cantidad de

terapeutas con una amplia experiencia clínica, así por ejemplo la Dra. Noemí Díaz Marroquín nos

sugería en periodos de pausa dejar un poco de lado los libros de terapia familiar y leer novelas, ver

películas, llenarnos de historias; el Dr. Giorgio Nardone en alguna de sus conferencias sugería

cultivar otros intereses, el Dr. Paolo Sacchetti proponía salir y coquetear con otros modelos

clínicos, qué tenían por ofrecer; la Dra. Maria Armezzani aconsejaba leer tanto, poesía, narrativa,

lo que fuera, diciendo que ahí hay más información sobre la experiencia humana que en los libros

de psicología; la Mtra. Miriam Díaz Zavala nos propuso generar proyecto de “re-teaming” en el

que cada uno de los terapeutas en formación concretó un proyecto personal importante. Todas

estas acciones de crecimiento personal modifican y complejizan nuestro modo de

sentir/pensar/actuar, permitiéndonos cambiar a través de la capacidad de asumir tantas

205
posiciones y agregar matices a nuestro repertorio. De hecho Telfener (2014c) afirma que la

multiplicidad es indispensable para conocer, por lo tanto para vivir y para hacer terapia.

Para mí la óptica sistémica, desde la cibernética de primer orden hasta las propuestas

posmodernas, ha representado una gran revolución que efectivamente me ha llevado a vivir y a

hacer terapia desde una posición muy diferente. Efectivamente la pérdida de las certezas asusta,

pero genera diálogos y esos diálogos generan nuevas ideas que multiplican las posibilidades y

quizá esto sea más útil no sólo para nosotros terapeutas, sino también para todas aquellas

personas y familias que se encuentran transitando por momentos complicados en sus vidas

“Actúa siempre en modo de aumentar el número de elecciones tuyas y de los demás”

Heinz von Foerster

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