Islam 2
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Martínez Gómez 1
1. Descripción.
En la imagen que nos ocupa observamos un patio coronado en su centro por una fuente
que está sostenida a lomos de una serie de leones; estando enmarcado dicho patio por una
serie de columnas finísimas y arcos de medio punto y de mocárabes sobre ellas. Dado su
carácter monumental podemos incluso adelantar que se trata del conocido Patio de los
Leones del conjunto monumental de la Alhambra, el palacio del arte islámico mejor
conservado de todo el Occidente.
2. Análisis formal.
El material empleado para la construcción de esta rica muestra del arte islámico será ante
todo el ladrillo, mampostería y el yeso, así como la madera. En los cuatro pórticos que
rodean a este patio rectangular nos encontramos columnas de mármol de fuste muy fino que
sostienen arcos peraltados de ricas y geométricas celosías, si bien en dos de estos laterales
llegamos a observar arcos de mocárabes. A cada uno de los laterales se abren una serie de
pabellones que comentaremos más adelante.
Las columnas son las típicamente nazaríes; muy finas en su fuste, sin éntasis, que se
rematan con una serie de anillos sobre los que se apoya el capitel formado por dos cuerpos,
uno inferior a modo de anillo o cinta, y otro superior de forma cuadrangular. Se utiliza
mucho en la Alhambra los alerones muy salientes que crean una línea de sombra que
marque muy bien la delimitación de los edificios. Las cubiertas poseen diversas vertientes,
con una cubrición de tejas y en el interior de muchas de las salas que rodean a este patio
sabemos que existen cúpulas y bóvedas de formas muy diversas, aunque predomina la de
mocárabes.
En el centro de la imagen observamos una fuente que recibe agua asimismo de aquellos
canales que pese a confluir en el centro nacen en los pabellones laterales. Ésta está
soportada por un total de doce leones, lo que no deja de ser representativo teniendo en
cuenta la prohibición explícita que se hacía en el Corán de representar cualquier ser vivo.
En esta ocasión, la fuente y su agua simbolizan la plata fundida de los dones del sultán y
los leones a sus guerreros leales, a quienes colma de favores. Pero hemos de tener presente
que esta representación se debe a su ubicación en un entorno palaciego y a su procedencia
original, ya que se reutilizó aquella que pertenecía al judío ibn Nagrella, del siglo XI.
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3. Comentario artístico.
Así pues, por todas las características enumeradas, podemos concluir señalando que se
trata del palacio de los leones, el cual forma parte del conjunto monumental de la
Alhambra, surgida en el siglo XIII como castillo, más tarde se convirtió en un palacio y
luego en una pequeña ciudad. Esta ciudad fue realizada por petición de la dinastía nazarí
con intención de fijar su residencia en ella. Este complejo está rodeado por una enorme
muralla, que cuenta con un total de veintisiete torres, entre las que destacan la torre de
Comares, que forma parte del Palacio de Comares, y la torre de La Vela que está integrada
en la alcazaba. El nombre de la Alhambra viene dado por el color rojizo que tenían en su
origen las paredes del recinto y de las torres (de hecho la fortaleza original habría de recibir
el nombre de Qal´at al Hamra o Castillo Rojo) asentadas sobre el cerro de la Sabika, a los
pies de Sierra Nevada y junto al cauce del Darro, que surtiría de agua a este complejo.
Este palacio-ciudad, independiente del resto de la ciudad granadina, al que Muhammad
ibn Nasr traslada en 1238 su Corte desde el Albaicín, es un conjunto edificado sin proyecto
unitario y varias veces reestructurado y redecorado. Dotado de diferentes elementos
urbanos, defensivos y palatinos: calles, viviendas, mezquitas, baños, cementerios, alcazaba,
muralla, puertas, torres (algunas con ricos palacetes dentro como la de las Infantas y la de la
Cautiva), jardines característicos, palacios con áreas públicas y privadas. En total, el recinto
mide 740 m x 220 m de anchura máxima.
En este monumental y bellísimo conjunto se pueden distinguir varias partes como la
Alcazaba, donde se situaban las residencias del ejército; el Partal, un pabellón de jardines y
una alberca, el Generalife, que constituye un conjunto independiente con respecto a la
Alhambra, y que servía como residencia de descanso de os sultanes, en él los jardines,
huertas y estanques alcanzan su máximo esplendor. Pero sin duda la parte más famosa y
quizá más bella de la Alhambra sean los dos palacios, el de Comares, en el que destaca su
famoso Patio de los Arrayanes, con una alberca central y la no menos famosa Torre de
Comares, de cuarenta metros de altura en cuyo interior se encuentra el Salón del Trono o
Salón de los Embajadores.
El otro es el Palacio de los Leones, al que se llama así por la espectacular fuente de
leones que se sitúa en el centro. El Palacio de los Leones se halla dispuesto en dirección
este-oeste, su planta es rectangular aunque un poco irregular y se trata de una arquitectura
principalmente abovedada, pues hay numerosas cúpulas y bóvedas. Sus dependencias se
ordenan en torno a un patio central de crucero rectangular, en cuyo centro se dispone la ya
mencionada fuente de los leones, rodeada por doce leones de mármol e inscripciones
coránicas. Desde esta fuente salen cuatro canales de agua que llegan hasta las cuatro salas
principales. Todo el patio queda rodeado de pórticos cuyas cubiertas a varias aguas se
sustentan principalmente en muros y en menor medida en esbeltas y finísimas columnas
individuales o agrupadas en grupos de dos, tres y hasta cuatro columnas. Estas columnas
presentan los originales capiteles granadinos formados por dos cuerpos, uno inferior con
decoración de cintas y otro sobrepuesto de forma cúbica; sobre éstos descansan arcos
peraltados. Este patio tiene planta rectangular, con la originalidad de que los pórticos de los
lados menores avanzan hacía la fuente. En estos pórtico de los lados menores se encuentran
dos bellas salas: la Sala de los Reyes, en cuya bóveda elíptica aparecen representados los
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diez primeros reyes de la dinastía nazarí; y la Sala de los Mocárabes, llamada así por su
abundante decoración a base de mocárabes. En los pórticos de los lados largos encontramos
dos de las salas más bellamente decoradas de toda la Alhambra: la Sala de las dos
Hermanas, y la Sala de los Abencerrajes, ambas con espléndidas bóvedas de mocárabes.
En este conjunto predomina la horizontalidad, pues su elevación no es considerable. Los
materiales empleados son muy variados pero pobres en general, abunda el uso del estuco, la
mampostería, el yeso, las techumbres de maderas…; se trata de una arquitectura falsa, en la
que la maravillosa decoración lo cubre todo. Es precisamente la decoración el elemento
principal y más espectacular de este patio, todo está decorado, sin un espacio vacío (horror
vacui), combinándose y alternándose a la perfección los tres elementos esenciales de la
decoración islámica: el ataurique o decoración vegetal, la lacería o decoración geométrica y
la decoración epigráfica, toda la Alhambra está rodeada de inscripciones árabes, la mayoría
de ellas pertenecientes a poemas. De hecho se ha llegado a decir que la Alhambra es un
gran libro de lujo, pues sus muros funcionarían como las páginas del mismo. Una de las
inscripciones más singulares aparece rodeando la Fuente de los Leones, y se trata de un
bello poema que hace referencia a la importancia del agua. Y hablando del agua no
podemos olvidar la importancia que ella tiene en toda la Alhambra. Muchos estanques y
fuentes de gran belleza como la de los Leones, se distribuyen por todo el conjunto, quizá
como modo de refrescarse frente al recuerdo de la sed milenaria y el abrasador sol de los
arenosos desiertos, pero igualmente, como representación del Paraíso islámico, aquel vergel
por el que han de fluir los riachuelos. De hecho, convergen los fabulosos efectos de
claroscuros que penetran a través de los patios con el placer por el sonido, conseguido a
base del agua que cae y brota en los estanques, y el placer del olor, sobre todo a raíz de las
plantas aromáticas.
El arquitecto de esta obra es desconocido, sólo sabemos que fue realizada bajo el reinado
de los sucesivos reyes de la dinastía nazarí, siendo iniciada por el primero de ellos,
Muhammad I, quien comenzó la urbanización de la colina junto al río Darro y construyó la
alcazaba, una impresionante fortaleza que domina la ciudad de Granada desde un espolón.
Su sucesor Muhammad II (1273-1302) concluyó el recinto amurallado, asegurando así la
paz interior del palacio-ciudadela de los monarcas granadinos. El palacio real que hoy se
conserva, sin embargo, fue construido por Yusuf I (1333-1354) y Muhammad V (1354-
1358 y 1362-1391).
Esta obra forma parte del arte islámico que se desarrolló en la Península Ibérica, entre
mediados del siglo XIII y 1492, cuando los reyes católicos ponen fin al dominio musulmán
en la Península Ibérica. Esta obra concretamente pertenece al último período de dominio
musulmán en el cual el reino nazarí de Granada se convierte en el más poderoso de Al-
Andalus, surgiendo en sus dominios algunas de las obras artísticas más sobresaliente del
arte islámico.
La Alhambra de Granada constituye uno de los monumentos más importantes del arte
islámico desarrollado en nuestro país. Este arte se caracteriza por su gran homogeneidad,
pues inicialmente recoge elementos artísticos propios de los diversos países por los que se
expande la civilización islámica, predicada por el profeta Mahoma a principios del siglo
VII. Pocas obras tuvieron una importancia tal como la Alhambra, tanto fue así, que en el
siglo XVI el arquitecto Pedro Machuca edificó un palacio renacentista para el emperador
Carlos V junto a los palacios nazaríes. Con todo, Su naturaleza oriental y paradisíaca
siempre ha exaltado la imaginación popular y la de numerosos escritores, especialmente a
partir del romanticismo. Uno de los mejores frutos de esta inpiración son los Cuentos de la
Alhambra, escritos en 1832 por el estadounidense Washington Irving.