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Anne PETERS *
resumen
El derecho global puede analizarse a la luz de las categorías jurídicas de derecho glo-
bal cuasi-privado, derecho público global y derecho global penal. En consecuencia, los bie-
nes jurídicos globales pueden clasificarse en privados, públicos y penales. Todos ellos están
subsumidos en el derecho constitucional global, que ha emergido a raíz de proceso de «cons-
titucionalización» del derecho internacional, por medio del cual los «bienes» del constitu-
cionalismo están siendo aceptados de manera creciente en el plano global. La introducción
de las categorías de derecho administrativo, penal y constitucional en la esfera internacio-
nal contribuye a identificar los instrumentos, instituciones y principios jurídicos apropiados
para las diferentes ramas del derecho. El paradigma de los «bienes» se centra en la legitimi-
dad por resultados o de «salida» del ordenamiento jurídico global (output legitimacy). Al
resaltar la necesidad de la participación del público global, el constitucionalismo global
añade la dimensión de la legitimidad por «entrada» (input legitimacy).
palabras clave
Key words
Democracy, general welfare, global constitutionalism, global rule of law, global quasi-
private law, global criminal law, global administrative law, global constitutional law,
globalisation, public good, privatisation, solidarity.
SUMARIO: I. Introducción; II. Bienes jurídicos globales: bienes jurídicos cuasi-privados, públi-
cos y penales; 1. Bienes jurídicos globales privados; a) La analogía tradicional del derecho
privado; b) ¿«Privatización» actual?; 2. Rasgos de derecho público y bienes jurídicos globa-
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BIENES JURÍDICOS GLOBALES EN UN ORDEN MUNDIAL CONSTITUCIONALIzADO
I. intrOducción
L OS bienes jurídicos globales serían aquellos bienes que son moldeados o incluso
constituidos por el derecho, y cuya existencia y forma interesan y benefician a
todos los Estados o a toda la humanidad y están a su disponibilidad (2). Numero-
sos bienes jurídicos globales actuales concuerdan con esta definición, los cuales
incluyen regímenes jurídicos que protegen a los seres humanos frente al crimen;
algunos que se ocupan de conocimientos tradicionales y el clima, o incluso aque-
llos que regulan la estabilidad financiera.
Mi tesis es que el derecho global no debe ser concebido simplemente como un
sistema que abarca cuestiones temáticas, que pueden consistir por ejemplo en el
derecho sobre la propiedad intelectual, el derecho del medioambiente o el derecho
internacional financiero. A mi juicio, es preferible analizarlo de conformidad con
las siguientes categorías: derecho global cuasi-privado, derecho público global y
derecho global penal (3). Esto implica que los bienes jurídicos globales pueden ser
divididos en bienes jurídicos privados, bienes jurídicos públicos y bienes jurídicos
penales. El marco jurídico que subsume a todos estos bienes jurídicos es, a mi
parecer, el derecho constitucional global.
La primera parte de este artículo se ocupará de los bienes jurídicos globales,
mientras que la segunda parte versará sobre el derecho constitucional global.
(2) Vid. por los bienes globales (sin el apellido «jurídicos») Kaul, I., y Conceicao, P. (eds.),
Providing Global Goods: Managing Globalisation, Oxford University Press, Oxford, 1999; Kaul, I.,
Grunberg, I. y Stern, M. A. (eds.), Providing Public Global Goods: International Cooperation
in the 21st Century, Oxford University Press, Oxford, 2003; Barrett, A. S., Why Cooperate? The
Incentive to Supply Global Public Goods, Oxford University Press, Oxford, 2010; Auby, J.-B., La
globalisation, le droit et l’Etat, 2da edn, LGDJ, Paris, 2010, pp. 174-182; S affer, G., «Interna-
tional Law and Global Public Goods in a Legal Pluralist World», Draft paper prepared for the
ESIL-ASIL-EJIL-HiiL symposium on Global Public Goods and the Plurality of Legal Orders,
Florencia, 2011.
(3) Esta idea es desarrollada en Peters, A., «Transnational Law Comprises Constitutional,
Administrative, Criminal, and Quasi-private Law», en Bekker, P., Dolzer, R., y Waibel, M. (eds.),
Making Transnational Law Work: Liber Amicorum Detlev Vagts, Cambridge University Press, Cam-
bridge, 2010, pp. 154-173.
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(4) Holland, T., Studies in International Law, Clarendon, Oxford, 1898, p. 152. Montes-
quieu describió el derecho internacional como «le droit civil de l’univers dans le sens que chaque
peuple est un citoyen». (De Secondat Montesqieu, C., De l’esprit des lois, Barrilot & Fils,
Génève, 1748, livre vingt-sixième: des lois dans le rapport qu’elles doivent avoir avec l’ordre des
choses sur lesquelles elles statuent; chapitre premier – idée de ce livre.
(5) Lauterpac t, H., Private Law Sources and Analogies in International Law, Longmans,
Green and Co, Londres, 1927, p. 81.
(6) Sobre la analogía entre Estados e individuos como una de las características más decisivas de
las teorías de Hugo Grocio, ver: Lauterpac t, H., «The Grotian Tradition of International Law»,
publicado por vez primera en BYBIL, núm. 23, 1946, pp. 1-53, citado aquí como fue publicado en Lau-
terpac t, E. (ed.), International Law: Being the Collected Papers of Hersch Lauterpacht, vol. 2, Cam-
bridge University Press, Cambridge, 1970-1978, pp. 307-365, e.g. p. 336. Un examen ponderado se
ofrece en: Wolff, C., Ius Gentium Methodo Scientifica pertractorum, vol. II, trad. J. H. Drake,
Frankfurt, 1764 en Scott, J.B. (ed.), The Classics of Interntational Law, Clarendon Press, Oxford, 1934,
preface (p. 5 de la traducción) y § 2-3 (p. 9); De Vattel, E., Le droit des gens ou principes de la loi
naturelle, appliqués à la conduite et aux affaires de Nations et des Souverains, vol. I, Londres, 1758, en
Scott, J.B. (ed.), The Classics of International Law, passim (e.g. préliminaires, párrafo 18; libro II,
capítulo III (p. 285); Rousseau, J.-J., Du contrat social, Garnier, Paris, 1954 (orig. 1762)), libro I, capí-
tulo VII (p. 245): «à l’égard de l’étranger, il [the state] devient un être simple, un individu». Proyecto del
Abbé Grégoire por una declaracion de los derechos de los pueblos del 23 de abril de 1793: «2. Les
peuples sont respectivement indépendants et souverains, quel que soit le nombre d’individus qui les
composent et l’étendue du territorie qu’ils occupent. Cette souveraineté est inaliénable. 3. Un peuple
doit agir à l’égard des autres comme il désire qu’on agisse à son égard; ce qu’un homme doit à un
homme, un peuple le doit aux autres.», en Grewe, W. G. (ed.), Fontes Historiae Iuris Gentium: Sources
Relating to the History of the Law of Nations, vol. 2, De Gruyter, Berlin, 1988, p. 660 (énfasis añadido).
(7) Kratoc wil, F., «Sovereignty as Dominium: Is there a Right of Humanitarian Interven-
tion?», en Mastanduno, M. y Lyons, G. M. (eds.), Beyond Westphalia? State Sovereignty and Interna-
tional Intervention, John Hopkins University Press, Baltimore y Londres, 1995, pp. 21-42, esp.
pp. 25-33. Cf. también Jansen, N. y Mic aels, R., «Private Law and the State», RabelsZ, núm. 71,
2007, pp. 345-397, repr. en Jansen, N. y Mic aels, R. (eds.), Beyond the State: Rethinking Private
Law, Mohr Siebeck, Tübingen, 2008, pp. 15-67, p. 60.
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romano entre dominium (el poder sobre las cosas y personas que carecían de liber-
tad) y el imperium (más limitado y llamado actualmente poder «político» de los
magistrados sobre las personas), y comenzaron a analizar la autoridad estatal en el
contexto del imperium en lugar de examinarla según los criterios del dominium (8).
B) ¿«privatización» actual?
En el marco de esta imagen tradicional jusprivatista del derecho internacional,
es posible identificar dos tendencias jurídicas contrarias. ¡Curiosamente, ambas
están relacionadas con la «globalización»! En primer lugar, el derecho internacio-
nal parece estarse «privatizando». Sin embargo, también parecer estar «volviéndo-
se más público».
Analicemos en primer lugar la notoria «privatización». El término «privatiza-
ción» adolece de cierta imprecisión en la esfera internacional al igual que en el
derecho interno. Se emplea para aludir, como mínimo, a tres cuestiones distintas.
En primer lugar, la privatización se refiere al uso de instrumentos de derecho pri-
vado por parte de autoridades públicas, como sucede con la celebración de contratos
con ciudadanos o con la constitución de corporaciones para prestar servicios, entre
otros fenómenos. En esta variante débil de la privatización, las autoridades públicas
mantienen sustancialmente su carácter público y se limitan a acudir a formas privadas.
En segundo lugar, el término «privatización» también se usa como síntesis del
incremento del poder (político) de actores privados. En este sentido, la globaliza-
ción es una privatización monumental, debido a que redirige el poder de los Esta-
dos hacia los mercados.
En tercer lugar, el término privatización también se emplea para referirse a los
actores privados que, con una creciente frecuencia, generan derecho en la forma de
reglas generales con efectos para terceras partes (9).
La creación de derecho en este sentido difiere de la celebración de contratos
por medio de la cual únicamente se obligan las partes contratantes. La creación de
normas (generales) es concebida por muchos como una actividad típicamente
pública, que según una concepción tradicional está reservada a las autoridades
públicas, precisamente por los efectos que tiene sobre terceras partes. En el plano
internacional, este tercer tipo de privatización implica que los actores no estatales
pueden participar en la creación del derecho internacional de diversas maneras.
(8) Grotius, H., De Jure Belli ac Pacis libri Tres, capítulo III, sección IV, vol. II, traducción
Kesley, F.W. et al., Clarendon Press, Oxford, Humphrey Milford, Londres, 1925.
(9) Un estudio interdisciplinario sobre esta cuestión se ofrece en Peters, A., Koec lin, L.,
Förster, T. y Fenner zinkernagel, G. (eds.), Non-state Actors as Standard Setters, Cambridge
University Press, Cambridge, 2009; de una perspectiva del derecho privado Bac mann, G., Grundlagen
ziviler Regelsetzung, Mohr Siebeck, Tübingen, 2006.
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(10) Orak elas vili, A., Peremptory Norms in International Law, Oxford University Press,
Oxford, 2006, p. 9. En ese sentido también Shelton, D., «Normative Hierachy in International Law»,
AJIL, núm. 100, 2006, pp. 291-323.
(11) Bianc i, A., «Human Rights and the Magic of Jus Cogens», EJIL, núm. 19, 2008,
pp. 491-508, 503-5.
(12) Documento A/63/10 de las Naciones Unidas.
(13) Artículo 42 lit. b) y Artículo 48(1) lit. b) de los artículos de la Comisión de Derecho Inter-
nacional (CDI).
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Tras la discusión de los bienes jurídicos privados globales, los bienes jurídicos
administrativos y los bienes jurídicos penales, me gustaría abordar el examen de la
dimensión constitucional de las cuestiones estudiadas. Planteo que hay bienes
constitucionales globales. Antes de describirlos, es menester explicar de qué mane-
ra la idea «constitucional» está presente en el ordenamiento jurídico internacional
vigente. Esta idea ha sido introducida por un movimiento intelectual llamado cons-
titucionalismo global, cuestión que examinaré en primer lugar.
1. CONSTITUCIONALISMO GLOBAL
(19) En este sentido, Joseph Weiler ha considerado a los tratados bilaterales, como por ejemplo
los clásicos tratados de amistad y navegación, como «acuerdos privados bilaterales». Vid. Weiler, J.,
«The Geology of International Law – Governance, Democracy and Legitimacy», Zeitschrift für
ausländisches öffentliches Recht und Völkerrecht, núm. 64, 2004 pp. 547-562 y 553-554 (énfasis añadido).
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(20) Peters, A., «Compensatory Constitutionalism: The Function and Potential of Funda-
mental International Norms and Structures», Leiden Journal of International Law, núm. 19, 2006,
pp. 579-610.
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nales a viejos principios, como por ejemplo el referente a la prohibición del uso de
la fuerza.
En el Documento Final de la Cumbre Mundial de 2005, los jefes de Estado se
comprometieron de nuevo a «proteger y promover activamente todos los derechos
humanos, el imperio de la ley y la democracia», y reconocieron que ellos «son
aspectos vinculados entre sí, que se refuerzan mutuamente y que se encuentran
entre los valores y principios fundamentales, universales e indivisibles de las
Naciones Unidas» (21).
En relación con el imperio de la ley, las Naciones Unidas han diseñado una
amplia agenda para «fortalecer el estado de derecho en los planos nacional e inter-
nacional», tal como ha sido manifestado por el Secretario General en su último
informe (el texto en inglés tiene la siguiente redacción: «This is the first annual
report on United Nations efforts to strengthen engagement on the rule of law at the
national and international levels») (22).
Acerca del fortalecimiento del imperio de la ley en las propias Naciones Uni-
das, el informe menciona el nuevo sistema de administración de justicia con la
asignación de jueces profesionales en el tribunal administrativo de la organización
y las mejoras en los procedimientos de eliminación de listas relativas a sanciones
contra individuos.
La democracia es percibida por las Naciones Unidas como un principio implí-
cito de la ONU, y la democratización de los Estados miembros es considerado
como un objetivo de la organización (23). De manera notable, el Secretario General
y la Asamblea General han promovido la democracia como Buena gobernanza (24).
En el Documento Final de la Cumbre Mundial, los jefes de Estado y de gobierno
manifestaron lo siguiente: «la democracia es un valor universal […] [S]i bien las
democracias comparten características comunes, no existe un modelo único de
democracia […] éste no pertenece a ningún país o región». Por otra parte, los
gobiernos renovaron su «compromiso de apoyar la democracia fortaleciendo la
capacidad de los países para aplicar los principios y las prácticas democráticos» (25).
(21) Documento de las Naciones Unidas A/60/1 del 24 de octubre de 2005, párrafo 119.
(22) Secretario General de las Naciones Unidas, «Annual report on strengthening and coordi-
nating United Nations Rule of Law Activities» (Documento A/64/298 de las Naciones Unidas), 17 de
agosto de 2009, resumen (énfasis añadido). Sin embargo, un análisis critico se ofrece en: Matttei, U.
y de Morpurgo, M., «The Dark Side of the Rule of Law: Reassessing Global Law and Its Legitima-
cy», Juridikum, 2010, pp. 15-23.
(23) Ver, por ejemplo, el Preámbulo de la Resolución 50/133 (1996) de la Asamblea General de
las Naciones Unidas y el Informe Cardoso de 2004 (Naciones Unidas, We the Peoples: Civil Society,
the United Nations and Global Governance, Report of the Panel of Eminent Persons on United
Nations-Civil Society Relations, UN Doc A/58/817, 11 de junio de 2004. El Secretario General Bou-
tros Ghali ha interpretado el Preámbulo de la Carta («Nosotros los pueblos») como una invocación de
la soberanía popular, y por consiguiente como contemplando a Estados miembros democráticos. Ver:
Secretario General de las Naciones Unidas, Supplement to Reports on Democratization (Anexo al UN
Doc A/51/761 del 20 de diciembre de 1996), párrafo 28.
(24) Secretario General de las Naciones Unidas, Agenda for Development (UN Doc A/478/935),
1994, párrs. 118-138 sobre «democracy as good governance». La posición más reciente de la Asam-
blea General se ofrece en: Promoting and Consolidating Democracy (Documento A/55/96 (2001));
Implementation of the United Nations Millennium Declaration, Part V.: «Human rights, democracy
and good governance» (Documento A/57/270), 2002, párrs. 82 y ss.
(25) Documento A/60/1 de las Naciones Unidas de 24 octubre de 2005, párrs. 119 y 135-136,
énfasis añadido.
83 AFDUAM 16 (2012)
BIENES JURÍDICOS GLOBALES EN UN ORDEN MUNDIAL CONSTITUCIONALIzADO
A) responsabilidad de la soberanía
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IV. cOncLusiOnEs
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En primer lugar, reconocer las diferentes ramas estructurales del derecho global
(y, de paso, de diversos tipos de bienes jurídicos globales) contribuye a identificar
las clases de instrumentos e instituciones jurídicas adecuadas para aquellas ramas.
Por ejemplo, el derecho penal internacional necesita un fiscal público, y es posible
argumentar que el derecho medioambiental global, al formar parte del derecho
administrativo global, necesita una institución similar. Por el contrario, la ejecución
de un régimen bilateral de visas puede dejarse a los Estados involucrados.
En segundo lugar, desde esta perspectiva es concebible que diversos principios
puedan ser aplicables en distintas ramas estructurales. Por ejemplo, la formalidad
no es importante en las relaciones interestatales cuasi-privadas. Por el contrario, el
derecho penal global debe respetar estrictos requisitos de legalidad y formalidad.
Esta cuestión es algo menos importante en el derecho administrativo internacional
(aunque no del todo irrelevante, debido a que la formalidad garantiza la responsa-
bilidad de los órganos administrativos internacionales). Por esta razón, la califica-
ción del congelamiento de los fondos de individuos sobre la base de las resolucio-
nes contra el terrorismo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas bien
como una medida de derecho penal o bien como una acción administrativa sería
relevante. De esta manera, dependiendo de esta clasificación los individuos afecta-
dos dispondrán de un determinado conjunto de derechos, y la presunción de ino-
cencia sería aplicable o no.
En tercer lugar, en el derecho de los tratados la distinción entre tratados con
características de derecho privado y tratados con rasgos de derecho público tendría
importantes efectos prácticos relativos a las consecuencias de su incumplimiento,
relacionados con las contramedidas o con la resolución de controversias (33). Una
consecuencia sería que frente a los tratados multilaterales que únicamente contie-
nen un grupo de obligaciones bilaterales paralelas (tratados semejantes al derecho
privado) se permitiría a las partes individuales renegociar su «contrato» en tanto no
se afecten los derechos individuales de otras partes al tratado en cuestión. Además,
a un Estado que haya incumplido se le permitiría pagar una compensación en lugar
de ser forzado a ejecutar el tratado si esto beneficia a las partes involucradas (lo
cual se relaciona con la idea de un «incumplimiento eficiente»). En contraste con
esto, frente al incumplimiento de un tratado genuinamente colectivo (tratado seme-
jante al derecho público), a la parte que incumpla el contrato no se le debería per-
mitir comprar su incumplimiento por medio de una compensación. Así como un
criminal y su víctima no pueden acordar sobre un crimen, en virtud del interés
público en que no se cometa aquel hecho ilícito o crimen, el régimen de los trata-
dos sería en este evento un genuino bien (jurídico) público.
En cuarto lugar, la reorganización de los bienes jurídicos globales sugerida en
esta presentación permitiría a los analistas resolver el dilema ofrecido por la exis-
tencia simultánea de tendencias aparentemente contradictorias, tales como la ero-
sión de la soberanía por una parte y la persistente importancia de los Estados por la
otra, o de la «privatización» frente a la «publicitación».
Por último, la reconstrucción propuesta implica que el derecho constitucional
internacional robustece a los principios generales que deben server de guía para la
interpretación de las restantes reglas internacionales y para la protección de los bie-
(33) Una excelente discusión se ofrece en Pauwelyn, J., «A Typology of Multilateral Treaty Obli-
gations: Are WTO Obligations Bilateral or Collective in Nature?», EJIL, núm. 14, 2003, pp. 907-952.
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BIENES JURÍDICOS GLOBALES EN UN ORDEN MUNDIAL CONSTITUCIONALIzADO
nes jurídicos globales. Esto también implica que la soberanía desempeña un papel
diferente frente a diversas ramas estructurales del derecho internacional. En las
áreas con características de derecho privado, la soberanía estatal cumple un papel
semejante al de la propiedad (34). Al ser concebida como análoga a la propiedad
privada, la soberanía permite a los Estados excluir a otros de su territorio y usar y
ofrecer su territorio (y los habitantes de este territorio). La «soberanía como propie-
dad» garantiza a los Estados un margen de maniobra y los protege frente a injeren-
cias extranjeras. De manera notable, la «soberanía como propiedad» también escuda
al soberano-dueño de consideraciones morales, porque un derecho de propiedad
permite al dueño incluso hacer cosas inmorales mientras permanezca dentro de los
límites de su dominio territorial. Por el contrario, en las áreas más semejantes al
derecho administrativo del derecho global, la soberanía debe ser entendida como
soberanía popular, y el Estado debe ser visto como un agente o administrador. Esto
confirma e implica que la soberanía genera una responsabilidad de proteger.
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