Nueva Visión Sobre Los Itinerarios Turísticos - Complejidad

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22/03/2015 Estudios y perspectivas en turismo ­ Nueva visión sobre los itinerarios turísticos: Una contribución a partir de la complejidad

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versión On­line ISSN 1851­1732
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Estud. perspect. tur. vol.20 no.6 Ciudad Autónoma de Buenos Aires dic. 2011
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Nueva visión sobre los itinerarios turísticos Como citar este artículo

Una contribución a partir de la complejidad Traducción automática

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Rebecca Cisne* Susana Gastal**
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* Master en Turismo, Especialista en Enseñanza y Aprendizaje de Lengua Extranjera
(Inglés) y Licenciada en Turismo. Profesora de la carrera de turismo de la Faculdade de | Otros
Comunicação Tecnologia e Turismo ­ Facottur de Olinda/Pernambuco, Brasil. E­mail:
[email protected]. Permalink
** Doctora en Comunicación; profesora de la carrera de turismo de la Universidad de
Caxias do Sul (UCS), Brasil, y del Master Académico de la misma universidad. E­mail:
[email protected].

Resumen:

La creación de itinerarios turísticos, tan importante para la práctica turística, ha sido poco abordada por el ámbito académico; por
lo tanto se ha avanzado poco en lo que respecta a la conceptualización del tema. Con el objetivo de repensar los itinerarios
turísticos y sus procesos de creación, este artículo propone una revisión bibliográfica sobre el tema, considerando los relatos y
guías de viaje como los antecesores de los itinerarios turísticos, los cuales son más modernos. Como apoyo metodológico se
recurrió al aporte del Paradigma de la Complejidad de Edgar Morin, que permite considerar la relación entre las teorías y prácticas
del turismo; entre ellas la creación de itinerarios, frente a los nuevos comportamientos de los viajeros en el contexto de la
posmodernidad.

Palabras clave: Turismo; Complejidad; Itinerarios turísticos.

Abstract:

A New Glance on the Itinerary Tours: A Contribution from the Complexity Theory

The routing process, so important into the tourist practices, has not been deep analyzed in by the scholars, what results in a low
advancement on the conceptual discussion on this topic. Aiming to re­think the itinerary routes and the routing process', this paper
proposes a literature review on the treatment given to this subject taking into account the historical presence of the Book Guides
and travel reports as antecedents of Itinerary tours designed from the modernity on. The methodology is based on the Complexity
Paradigm as proposed by Edgar Morin, what allow us to consider the relation between tourism theories and practices, taking the
routing among them due to the new behaviors of the travelers on the postmodern context.

Key words: Tourism; Complexity; Itinerary tours.

Introducción
El presente estudio propone considerar los relatos de viajes y su evolución hasta que la información se
sistematizó a través de las guías de turismo, avalando su contribución para comprender mejor los
procedimientos inherentes a la formación de itinerarios. Asimismo, propone reflexionar sobre las
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demandas contemporáneas en torno a las actividades inherentes a ellos. Se realizó una investigación
exploratoria de tipo bibliográfico con el objetivo de relevar los datos históricos que luego fueron
contextualizados, sobre la base de la Teoría de la Complejidad propuesta por el filósofo Edgar Morin
(2003) quien utiliza el concepto de relación de retroactividad.
Optar por Morin significa adherirse a los pensamientos teóricos que han buscado mirar al turismo a través
de aportes sociales reflexivos. Esos autores (Centeno, 1992; Fuster, 1972; Jafari, 1994; Krippendorf, 2001;
Leiper, 1979; Molina, 1991 y 2003; Sessa, 1983 y 1985; Tribe, 1997; Wahab, 1977; Beni, 1999; Moesch,
2002; Panosso, 2005) sacan a la luz debates sobre el estatuto epistemológico del turismo,
comprendiéndolo no sólo en su aspecto mercadológico sino abriendo un espacio al debate social que
también caracteriza a la actividad. La nueva mirada permitió ampliar y profundizar la reflexión académica
transcendiendo el ámbito de la información y la sistematización del sector productivo (Moesch, 2002) para
pensar el turismo según sus implicancias espacio­temporales, priorizando la percepción de los sujetos en
y sobre el viaje. Esto lleva a que los pensadores contemporáneos busquen basar la comprensión del
turismo en el desplazamiento y en la movilidad en lo extranjero o lo extraño, en la experiencia y en la
lógica de los flujos (Gastal, 2005; Gastal & Moesch, 2007; Panosso, 2005; Cisne, 2010).
La lógica de los flujos supone que la naturaleza del comportamiento del ser humano está marcada por la
movilidad. Si en tiempos remotos los desplazamientos eran motivados por cuestiones de supervivencia
como la búsqueda de alimentos o para escapar de las inclemencias del clima, hoy las motivaciones
pueden incluir el placer y el hedonismo manteniendo como constante la necesidad do estar en movimiento
llevando a los sujetos a buscar facilidades que lo ayuden a concretar ese movimiento. En el turismo, uno
de esos elementos facilitadores sería el itinerario turístico. No obstante, en los estudios sobre la historia de
los viajes la formación de itinerarios en las diferentes épocas es un recurso que casi no se ha registrado.
Desde esta perspectiva, el Paradigma de la Complejidad de Morin puede significar una importante
contribución al entendimiento del turismo y, específicamente, del itinerario turístico. Complejo, del latín
complector, significa tejido, enroscado, preso en el pensamiento, entrelazado, abrazado, enlazado. Las
tres últimas palabras indican una aprehensión amplia y organizadora de los datos, marcando el primer
estado de la comprensión del concepto al indicar una sucesión articulada (y unificadora) de los elementos
cuyo significado de origen asciende al sentido de conjunto. En el siglo XX surgen términos más
especializados como complejidad o complejización distinguiendo nuevas características que enriquecieron
el concepto, agregando lo que no mostró el análisis cartesiano. No obstante, sería conveniente reservar el
uso de la palabra 'complejo' para aquello que puede ser esclarecido, aquello que eventualmente y
posteriormente será reducido por composición (Ardoino, 2001).
Hoy en día la comprensión de la complejidad ha agregado la rehabilitación de lo plural y de lo heterogéneo
inclusive en las contradicciones, al considerar el carácter de normalidad del conflicto y del cambio así
como el reconocimiento de la importancia del tiempo y de la historia para comprender los fenómenos
(Ardoino, 2001). Por lo tanto, el Paradigma de la Complejidad surge como un intento de superar lo que
Morin (2003) denomina Paradigma de la Simplificación. Ese último sería uno de los fundamentos de la
Ciencia Moderna teniendo como objetivo el propósito cartesiano de aceptar sólo las ideas 'claras y
distintas' en la separación entre sujeto (ego cogitans) y objeto (res extensa), lo que implicaría la ceguera
frente a los aspectos de lo real, invisibles bajo esa propuesta. Asimismo, implicaría el rechazo de la
eventualidad, del desorden y de lo emocional en la producción de conocimiento priorizando una lógica
lineal en la búsqueda del principio causal, en una ontología basada en unidades cerradas y en la división
de la ciencia en disciplinas con fronteras delimitadas (Morin, 2008). En cuanto al itinerario turístico, sería
reducido a las dimensiones espacial y temporal desvinculándolo de las contingencias a las que se somete
un sujeto que se desplaza.
El Paradigma de la Complejidad busca trabajar con principios complementarios e interdependientes y se
guía por el propósito de ser siempre parcial, amplio e intrínsecamente abierto a la lectura de los
acontecimientos en sus contingencias y desórdenes. El conocimiento complejo se rige por principios
básicos a partir de los cuales se pueden desprender otros como sus derivados. En este artículo se trabajó
con el principio del anillo retroactivo que apunta a la circularidad, o sea, hacia la retroacción de la causa
sobre el efecto, de éste sobre la causa, y así sucesivamente. Por lo tanto, se rompe con la idea lineal de
causa/efecto, de producto/productor, de estructura/superestructura presentes en el Paradigma de la
Simplificación. Los productos y efectos serían, al mismo tiempo, productores y causantes.
Cabe resaltar que la complejidad no niega que la simplificación sea necesaria, pero apunta que es
imprescindible ir más allá y sobrepasarla. A pesar de los esfuerzos realizados, en este estudio se
reconoce que el pensamiento complejo aspira al conocimiento multidimensional. Pero sabe, que el
conocimiento completo es imposible (Morin, 2008: 9). Así, optar por el Paradigma de la Complejidad para
guiar esta reflexión se debió a su carácter abierto, su aceptación de la incapacidad del conocimiento total,
el supuesto de que las verdades son degradables y su preocupación por no mutilar la riqueza de lo
empírico considerando los esquemas de análisis a priori.
En estos términos, y considerando los procesos de formación de itinerarios como inherentes al hacer
turístico, se parte de la hipótesis de que el turismo es en sí un fenómeno complejo. Dicha complejidad ha
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estado presente tanto en la postura de Beni (1999), quien ve al turismo como un proceso sistémico e
interdependiente; Moesch (2002) y Panosso (2005), quienes analizan al turismo a la luz de la dialéctica. Si
el turismo es una actividad compleja, los procesos inherentes a su consecución no se darían de modo
diferente justificando que en el cuerpo del presente artículo se realice un análisis histórico­conceptual
buscando profundizar la comprensión de los procesos de formación de itinerarios en términos de una
teorización que incluya las configuraciones y demandas de la sociedad contemporánea, en especial dada
la presencia de la tecnología. Dicha profundización exige comprender históricamente la formación de
itinerarios desde los relatos de viajes, pasando por las guías de viajes, hasta llegar a la tecnología de la
comunicación entre otras cuestiones contemporáneas relacionadas con la planificación de un viaje. Mirar
la creación de itinerarios como un mero ordenamiento espacio­temporal de actividades asociadas al
desplazamiento basándose en el concepto tradicional no permite comprender el comportamiento
contemporáneo en lo que hace a la planificación de viajes. Con esta reflexión se intenta contribuir a que
los estudios sobre itinerarios turísticos superen el concepto que los coloca como una simple (sabiendo que
no se trata de una tarea simple) organización de circuitos y cronogramas de viajes distribuidos en el
tiempo y en el espacio que Morin (2008) considera como Paradigma de la Simplificación.
La revisión bibliográfica mostró que en su mayoría los textos académicos se limitan a registrar casos.
Incluso los abordajes estrictamente teóricos tienden a reproducir el sentido común y la lógica de las
prácticas de mercado sin dar un fundamento teórico que incluya la tecnología y los comportamientos
contemporáneos en relación al consumo de ocio y viajes (Cisne & Gastal, 2009).
Buscando seguir el método de Morin, este artículo analiza el itinerario turístico con su contexto histórico
seguido del marco teórico y propone una reconstrucción del concepto a la luz de la tecnología y de los
comportamientos de los turistas contemporáneos con relación a la planificación del viaje. Fiel a la
metodología, las consideraciones finales no tienen carácter conclusivo, pues esa concepción del
pensamiento nos da una lección de prudencia, de método y de modestia al considerar sus resultados
siempre como provisorios (Morin, 2008).
Contextualización histórica
Escribir sobre el viaje realizado no es una práctica exclusiva de los internautas contemporáneos quienes
utilizan la red de computadoras para postear registros escritos y visuales sobre sus experiencias de y en
los desplazamientos pues ya en los barcos fenicios de la antigüedad clásica existía el hábito de escribir
diarios de a bordo. Sin embargo no se puede señalar quién los utilizó primero. Jané (2002) señala que
desde tiempos muy antiguos los viajeros producían sus propios diarios y también relataban sus
experiencias por medio de cartas, ensayos o crónicas. La información de esos escritos resulta en
importantes testimonios sobre el arte de viajar. Por lo tanto, dichos relatos pueden constituirse en fuentes
de investigación, donde buscar antecedentes de lo que hoy se conoce como itinerarios turísticos.
Algunos textos sobre la historia del turismo mencionan entre los autores de relatos de viajes a personajes
tales como Heródoto (485­420 a.C.), considerado por Yasoshima & Oliveira (2002) como el primer
narrador de viajes. Durante el Renacimiento el género se expande y se publican diversas crónicas de
viajes entre las cuales se cuentan las de Marco Polo. La evolución de los procesos de impresión facilitó la
publicación de relatos en forma de libros, como es el caso de la obra Italian Journey, publicada en 1816,
que presenta los diarios del viaje de Goethe a Italia entre los años 1786 y 1788. Otro ejemplo es The
innocents abroad, de Mark Twain, que describe un crucero oceánico realizado en 1867. Boyer (2003)
señala al escritor Rousseau (1712­1778) como el primer 'turista', pues más allá de los textos de ficción,
produjo muchos escritos sobre sus viajes. Schmidt (1987), al citar el romance de Laurence Sterne, A
sentimental journey through France and Italy, afirma que:
[...]su efecto fue reforzado, por un lado, por una ola de crónicas de viajes y, por otro, por manuales que,
mediante la continua actualización, dieron lugar a un gran número de ediciones, alcanzando una amplia
difusión. De manera que los viajes ya no permanecerán por mucho más tiempo bajo la égida de las
finalidades prácticas, tales como los negocios [...]. Muy por el contrario: los que adquirían plena noción de
las posibilidades estéticas ofrecidas por un cambio de lugar, evaluando previa y precisamente las
exigencias prácticas de una existencia ambulante, pasaban a practicar el arte de viajar (Schmidt,
1987:s/p).
Cuanto se comenzó a organizar la información en guías de viajes en el Imperio Romano se especificaban
rutas, nombres de los caminos, distancias y el tiempo requerido para viajar entre los diferentes puntos del
imperio (Acerenza, 2002). Entre los textos proto­geográficos, abundantes en una civilización fuertemente
expansionista como la romana, se destacaban aquellos que indicaban lugares para visitar. La división de
esos textos en tres grupos distintos fue realizada por Beaujeu (citado por Jané, 2002). El primer grupo, con
Hecateo de Mileto en la Antigüedad y Estrabon en el Imperio Romano, reúne autores con una visión
cosmológica que pretendían mostrar el mundo en su conjunto.
El segundo grupo, de mayor interés para este análisis, se forma con las guías que "describen un itinerario
marítimo o terrestre, pensadas para marinos y viajeros" (Jané, 2002:47) ["describen un itinerario marítimo

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o terrestre, pensadas para marinos y viajeros" (Jané, 2002:47)]; y que, además, están directamente
relacionadas con los relatos de viajes, ya que informan a sus contemporáneos, futuros viajeros, sobre
rutas y lugares, sin pretensiones literarias. El autor incluye en este grupo las obras Periplo de Hannón, de
Nearco, y El Periplo por la Mar Eritrea, de autoría desconocida; ambas registraban relatos de navegación.
Esas guías se multiplicaron durante el Imperio Romano. A partir del siglo IV, se encuentran un mayor
número de textos con las mismas características, utilizados por peregrinos como guías, como el Itnerario
de Burdeus a Jerusalén y la Peregrinación de Eteria (Jané, 2002).
El tercer y último grupo se refiere a los pioneros en los estudios de la geografía como ciencia. El autor
señala a Hiparco y Ptolomeo como exploradores preocupados por las coordenadas geográficas, las
mediciones, la cartografía, la astronomía, etc. Acerenza (2002) menciona la existencia a fines de la Edad
Media de una Guía del viajero del siglo XIV que ofrecía información detallada sobre las regiones que
atravesarían y el tipo de hospedajes que encontrarían en el camino a los peregrinos que buscaban Tierra
Santa.
Rejowski et al (2002) indican que la evolución de las guías de viaje responde al crecimiento del turismo
cuando los amplios volúmenes utilizados por la aristocracia y guardados con cuidado en sus bibliotecas
dan lugar a las ediciones de bolsillo en la segunda mitad del siglo XIX. Las mismas investigadoras
destacan las guías de Karl Baedecker, cuyo primer ejemplar editado en 1829 fue titulado Rheinlande. A
partir de entonces se inició una continua expansión con la preocupación de que la información sea
fidedigna e interesante para los turistas. Boyer (2003) afirma que la primera guía de viaje, Handbook of
Murray, fue editada en 1836. Oficialmente, según Acerenza (2002), la primer guía de viaje profesional para
turistas fue la Handbook of the Trip, editada por Thomas Cook.
El surgimiento de las guías turísticas como literatura didáctica es presentado por Jack y Phipps (2003)
como un aspecto importante de las publicaciones originales de Baedecker; ya que las guías liberarían al
viajero de tener que contratar guías locales permitiéndoles mayor independencia. Así, el viajero podía
captar sus propias impresiones, con los ojos limpios y el corazón animado (Cronin, 2000 citado por Jack &
Phipps, 2003:283). La guía turística tendría, además, la función de traducir la cultura extranjera a la lengua
materna del viajero, de manera que no dependiera de traductores o de la mediación del guía como
intérprete de la cultura local (Jack & Phipps, 2003).
Asimismo, Goethe relata en sus diarios su experiencia de viaje a Italia (Italian Journey), separada de las
urgencias de lo cotidiano permitiéndole tener más tiempo para las amenidades de orden físico o psíquico
(Schmidt, 1987). Las guías turísticas, como publicación creada por un viajero para quienes planean viajar
podrían ser vistas como ayuda para quienes desean diferenciarse de los paquetes turísticos buscando
sumar una mayor autonomía al confort y la seguridad de un viaje planeado previamente (Jack & Phipps,
2003).
Al entender las guías turísticas como una forma de literatura apodémica (del griego apodemeo, apo:
distante y demos: casa;traducido al inglés como apodemic, que significa estar lejos de casa; término
formado por analogía a endemeo, o vivir en casa) Jack & Phipps (2003) las ven como parte de un canto de
libertad moderno exaltando la soberanía individual de occidente. La definición de apodemic literature es
presentada por los autores siguiendo a Stagl, que la entiende como el trabajo en el cual el objetivo
principal es ofrecer reglas sistemáticas para viajes y observaciones, que es didáctica, instructiva y ejerce
un significativo rol sobre el lector como indicadora de comportamientos con el fin de influirlo positivamente
en su desplazamiento.
En esa misma perspectiva, al destacar el rol social y cultural de las guías Boyer (2003) menciona las
lentes color rosa, a través de las cuales los turistas de masa contemporáneos miran los lugares que
visitan. El imaginario de las lentes color rosa fue una idea romántica gestada en el siglo XIX, una época en
que:
[...]sólo las personas de altos ingresos (o casi) eran turistas. Todas las grandes estaciones termales,
balnearias, de alpinismo (Chamonix, Zermatt), de invierno mediterráneo, los grandes lugares que se debe
conocer (videnda o sight­seeing) tienen una fecha de nacimiento y algunos son bicentenarios (Boyer,
2003:25).
Según el autor, la guía inglesa Murray, la alemana Baedecker y la francesa Joanne serían las
responsables de alimentar la reputación de estos lugares. En Brasil, Santos Filho (2001) destaca la obra
Cultura e Opulência do Brasil, de 1711, como una importante herramienta para el estudio de la
historiografía de los itinerarios turísticos en el país.
[...] los itinerarios descriptos por Antonil incluyen diversos caminos. El primero y más detallado es el de
São Paulo hacia Minas Gerais y el río das Velhasetallado y describe las distancias y las condiciones de
alimentación de los viajeros. El segundo es el camino viejo de la ciudad de Rio de Janeiro hacia Minas
Gerais, pasando por el río das Velhas. El tercero es el camino de la ciudad de Bahia hacia Minas do rio
das Velhas. Y el último, es el camino de la ciudad de Rio de Janeiro hacia Minas Gerais (Santos Filho,
2001:75).
Tomando ese fragmento como base para analizar los itinerarios turísticos de la práctica a la teoría, se
observa que el autor, además de considerar los caminos como sinónimos de itinerario, considera las
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categorías espacio y servicios. En ese sentido es importante destacar que para Santos Filho (2001:79) los
itinerarios del siglo XVIII pueden ser vistos como itinerarios turísticos, pues se configuran como un
producto con valor de cambio y se ubican en el mundo como una mercadería a ser consumida por el
interés económico y geopolítico.
A partir de lo expuesto se puede inferir que en esas proto­formaciones de itinerarios desde la antigüedad,
las concepciones se dan a partir del dimensionamiento de las categorías tiempo y espacio tomando como
base los periplos de los fenicios. Hay que considerar que esos primeros desplazamientos no eran
considerados turismo y que en la[s] práctica[s] los itinerarios tomaron proporciones mayores, como se verá
más adelante. A partir de los relatos de viaje surgieron obras especializadas en mostrar caminos a los
viajeros ­ las guías de viaje ­ las cuales aparecen como una variante a las narrativas originales y alimentan
las narrativas de viaje posteriores. Se observa una relación de retroactividad entre esos géneros de la
literatura turística en la cual los relatos alimentan los itinerarios y éstos, al mismo tiempo, alimentan
nuevos relatos.
Itinerario turístico: la construcción del concepto
La expresión itinerario turístico puede asociarse a los términos circuito, excursión e, incluso, paquete
turístico. Aunque muchas veces es utilizado como sinónimo, el término circuito mostraría un recurso de
menor alcance en lo que concierne a la inclusión de servicios. Indicaría, un camino a seguir de un lugar a
otro (Bahl 2004a) o la descripción de un viaje, un camino a recorrer o un recorrido. También puede
significar camino, trayecto y recorrido (Tavares, 2002). Mientras que el circuito turístico sería la proposición
de itinerarios o recorridos circulares de un programa turístico, para que el viajero no pase dos veces por el
mismo lugar antes de retornar al punto de partida (Bahl, 2004a).
Según Bahl (2004a), la excursión sería el viaje turístico organizado por una agencia de turismo con un
circuito previamente establecido y con participación individual o colectiva, con un tiempo de duración
limitado y un número variado de puntos a visitar. Tavares (2002) se limita a decir que la excursión es un
paquete turístico colectivo. Ese último término derivaría del inglés package que, conforme con el
diccionario Oxford, se refiere a un conjunto de ítems que se ofrecen y deben ser aceptados en su
totalidad. Al tratar el término, Tavares (2002) se refiere al mismo como a un itinerario de viaje que incluye
los servicios a ser utilizados, o sea, los elementos intervinientes (Bahl, 2004a) que constan en el
programa. También afirma que éstos son un tipo de itinerario turístico donde los elementos son ofertados
en conjunto y no se los puede vender por separado, lo que mantiene la idea de all inclusive. Bahl (2004b)
afirma que los paquetes turísticos son itinerarios compuestos por otros itinerarios turísticos, que al
combinarse forman un grupo más amplio difundido como una unidad. Los paquetes pueden ser
clasificados como individuales (fortfairs), en los cuales el cliente puede elegir su programación, y
colectivos (excursión), en el cual el viajero está sujeto al itinerario elegido por el grupo. De hecho, ese
itinerario es elegido por el agente operador y tiene las características de un producto ensamblado, creado
con un sello o rótulo comercial que lo ofrece listo para ser consumido (Tavares, 2002).
Por lo tanto, la complejidad de la delimitación conceptual llega al ámbito del itinerario turístico. Bahl
(2004a: 42) intenta definirlo como una descripción pormenorizada de un viaje o su itinerario. Posee
indicaciones de la secuencia de atractivos existentes en una localidad, que merecen ser visitados".
Tavares (2002) recurre al diccionario en busca de una posible definición considerando al itinerario como
sinónimo de circuito y afirma que indica, metódica y minuciosamente, la situación y dirección de los
caminos. Un aspecto que debe ser analizado es el hecho de verlo como una secuencia de atractivos que
merecen ser visitados porque implica la subjetividad de quien crea el itinerario, es decir, la mirada de ese
operador sobre el área a ser visitada. Castrogiovanni (2010:1087) también destaca este aspecto:
El itinerario turístico debe contener explícitamente la localización y la orientación espacial del lugar o
lugares que evoca, así como la descripción detallada y orientada de los elementos que componen el
paisaje natural y cultural de esos lugares. El itinerario debe ser enriquecido con el acompañamiento de un
mapa temático. Los itinerarios turísticos son planeados a partir del establecimiento de objetivos y
características del segmento al cual se proyecta. Debe ser entendido como un camino para ser recorrido.
El interés de cada ser humano sobre el mundo es variable y depende de la situación y del lugar. En el
caso del turismo involucra factores complejos como la motivación bajo la perspectiva del deseo y las
expectativas intrínsecas del turista frente a la localidad visitada, o sea la subjetividad relativa al contexto
de esos atractivos merecedores de ser visitados. Esa subjetividad continúa presente cuando Bahl (2004a)
señala que un itinerario bien planificado es una forma de reunir diferentes elementos que presenten los
más diversos aspectos de una región o localidad; elementos que despiertan no sólo el interés de las
personas sino que también satisfacen las necesidades de evasión y desplazamiento, lo que las hace
motivadoras para el viaje. Desde este punto de vista, el mismo autor, sugiere que en los itinerarios se
incluyan aspectos relacionados a los contenidos históricos, geográficos, sociales, económicos,
urbanísticos, culturales, religiosos, folclóricos, entre otros. Además, para el autor la imagen del lugar
estará vinculada a sus atractivos culturales o naturales. Esto está avalado por el Ministerio de Turismo de

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Brasil, que establece que los itinerarios turísticos se caracterizan por uno o más elemento que le confieren
identidad:
Para el Ministerio de Turismo, la formación de itinerarios es una importante herramienta de la planificación
turístic, que permite la inclusión y la valorización de núcleos y unidades de los entornos de los centros
turísticos, así como de atractivos aislados, complementando y enriqueciendo los productos turísticos ya
consagrados por el mercado, o en vías de captación de nuevas demandas. Así, los itinerarios pueden
presentar discontinuidad territorial pero deben valorizar la continuidad identitaria (Castrogiovanni, 2010:
1088)
El itinerario turístico sería una de las principales formas de contextualizar los atractivos existentes en una
localidad y potenciar su poder de atracción, lo que puede dinamizar el atractivo turístico de la localidad.
Los atractivos se insertan en un contexto mayor pero, en general, los itinerarios son un atractivo en sí
mismos (Tavares, 2002). La autora trasciende esa dimensión y afirma que los itinerarios no deben ser
concebidos tan sólo como una secuencia de atractivos a ser visitados, sino como una importante
herramienta para leer la realidad existente y la situación sociocultural vigente en la localidad. Lectura que
también depende de la mirada subjetiva del operador.
Itinerario turístico: la [re] construcción del concepto
La referencia de De Botton (2003) a la carencia de reflexiones filosóficas en el campo de los viajes,
contribuye a profundizar la cuestión de los itinerarios turísticos y su papel en el campo del turismo. El autor
dice que:
[...] si nuestra vida fuera dominada por la búsqueda de la felicidad, tal vez pocas actividades serían tan
reveladoras de la dinámica de esa búsqueda (en su potencial y sus contradicciones) como nuestros viajes.
Ellos expresan (por más que no hablen) cómo podría ser la vida, fuera de las restricciones del trabajo y de
la lucha por la supervivencia. No obstante, es raro que se considere que presentan problemas filosóficos
(cuestiones que exigen una reflexión más allá de la práctica). Somos inundados por consejos sobre
lugares a donde debemos ir, pero oímos poquísimo sobre por qué y cómo debemos ir. Aunque el arte de
viajar parece sustentar naturalmente una serie de preguntas no tan simples, ni tan triviales cuyo estudio
podría contribuir modestamente a comprender lo que los filósofos griegos llaman "eudaimonia" o plenitud
humana (De Botton, 2003:17).
La reflexión de De Botton sobre el arte de viajar va a contramano de las perspectivas reduccionistas que
colocan al itinerario turístico como un mero indicativo de atractivos merecedores de ser visitados, o sea un
indicador sobre a donde ir. La subjetividad del por qué y del cómo (un cómo que va más allá de las
decisiones de compra de de pasajes o de la documentación aduanera) desaparece en las prácticas y
teorías vigentes.
Entre las características sociales y culturales contemporáneas (posmodernas), están las relacionadas con
la tecnología que Maffesoli (2001) considera como el surgimiento de nuevos nomadismos. El acto de
desplazarse es cada vez más común y, para los sujetos posmodernos, la vida deja de estar atada a la
lógica de los lugares y pasa a ser regida por otros paradigmas como el de priorizar la experiencia en los
lugares recorridos (Molina, 2003). O sea, la vida pasa a ser lo que acontece en el territorio durante el
desplazamiento y no lo que se dará cuando el viaje finalmente termine.
El nomadismo, que Maffesoli (2001) también llama errancia, estaría presente como una característica
cultural contemporánea que resalta una sociedad en movimiento. El autor señala que la idea de que se
está caminando sería una expresión como like a rolling stone de la música pop, por ejemplo, que significa
estar rodando por el mundo, o sea estar en el nomadismo. Para vivir los desplazamientos se crea un
mundo que no tiene sólo personas nómades y sujetos que se mueven, sino que también forman parte de
este universo, los objetos móviles, conformando un mundo en el cual la distinción entre sujetos y objetos
se torna estrecha y eclipsada en la medida en que ambos se unen y se dispersan en un campo informativo
cada vez más fluido (Ianni, 1996).
Los sujetos que aplican las nuevas perspectivas cuando viajan también crean itinerarios diferenciadores.
Morin (1999:23) afirma que:
Producimos la sociedad que nos produce. Al mismo tiempo no debemos olvidar que somos no sólo una
pequeña parte de un todo, o todo social, sino que ese todo está en el interior de nosotros mismos; o sea
que tenemos las reglas sociales, el lenguaje social, la cultura y las normas sociales en nuestro interior.
Según ese principio, no sólo la parte está en el todo sino que el todo también está en la parte. Esto
produce consecuencias muy importantes porque si quisiéramos juzgar cualquier cosa de nuestra sociedad
o de una sociedad exterior, la manera más ingenua de hacerlo es creer (pensar) que tenemos la verdad
objetiva de la sociedad, ignorando que la sociedad está en nosotros y que somos una pequeña parte de la
sociedad.
Morin (1999) permite establecer dos líneas de pensamiento. El primero considera la existencia de un todo
social que produciría el turismo; y el segundo, las características de la performance social de un
determinado momento estarían presentes en el modo de viajar de ese momento. O sea, la sociedad está

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en el turismo y el turismo está en la sociedad lo que determina una retroacción de la causa sobre el efecto
y del efecto sobre la causa, como reza el principio del anillo retroactivo.
Es posible inferir que habría un turismo que produce el turista (el todo está en la parte y la produce), pero
ese turista también contribuye a conformar el turismo (la parte que está en el todo). El rescate histórico
buscó demostrar cómo en diferentes momentos los viajeros producían el turismo, pero se vio que el viaje
también modificaba a los sujetos y las sociedades. En el acto de viajar se observaron diferentes modos de
organizar el viaje y de socializar la información sobre el mismo, ayudando (e incentivando) a otras
personas a desplazarse.
A partir de esto se puede pensar el itinerario turístico posmoderno, en contraposición a lo que podría ser
denominado como itinerario turístico tradicional. Las cuestiones posmodernas deben incluir, al menos, la
presencia de los nuevos nomadismos y de las tecnologías en lo cotidiano, entre otros temas que el
espacio de este artículo no permite abordar. La comprensión de la formación de itinerarios en la
posmodernidad se puede sustentar sobre tres planos de realización, una división con fines didácticos
donde los tres momentos propuestos no serían, necesariamente, lineales.
El primer plano de la formación de itinerarios sería el de la expectativa y de la construcción de lo
imaginario sobre el viaje y el lugar a ser visitado generados por la motivación inicial, excitados por la
curiosidad y por el deseo de evasión o de búsqueda. Si en otras épocas los relatos de viaje y las guías de
turismo inspiraron el viaje, en el mundo contemporáneo las expectativas e imaginarios son alimentados
fundamentalmente por las tecnologías de la información (aunque no se excluyen otras posibilidades) a las
que algunos denominan tecnologías de lo imaginario (Silva, 2003).
Éstas no sólo indicarán al sujeto a donde ir, sino que transcendiendo la mera secuencia metódica de
atractivos a ser visitados proporcionarán reflexiones sobre cómo y por qué ir, ya que el itinerario es
elaborado por el propio sujeto según sus deseos y, no pocas veces, a partir de la información ofrecida por
los pobladores del lugar a ser visitado por medio del intercambio permitido por las comunidades virtuales
de las redes sociales (Cisne, 2010). El viaje experiencia se organiza y lo propone el propio viajero sin la
mediación de los profesionales del turismo. Si la introducción de las guías de turismo fue vista como la
emancipación del viajero con relación a los profesionales de la localidad, ahora la emancipación se da con
relación a la creación de itinerarios y la información de las guías impresas.
Es importante destacar que al hacer referencia a las tecnologías de lo imaginario no se está refiriendo sólo
a los imaginarios difundidos a partir de las tecnologías de la información en los medios de comunicación
de masa, aunque en el mundo contemporáneo esa sea la forma más común. En este trabajo las
tecnologías de lo imaginario se refieren a los medios por los cuales se difunden los imaginarios. Como
ejemplo ilustrativo se puede citar una nota del periodista brasileño Zeca Camargo en su blog, en la que
afirma que su interés por los viajes (sobre el viajar en sí y no sobre los lugares a donde ir) habría surgido a
partir de las historietas leídas en la infancia.
"Buena parte de mis fantasías de viajar por el mundo vienen de una inspiración fácilmente identificable:
cierto 'garoto topetudo' (muchacho audaz) de una historieta llamada As aventuras de Tintim" (Camargo,
2007).
As aventuras de Tintim es el título de una historieta creada por Hergé y publicada a partir de 1929 en
Francia y posteriormente en muchos otros países. Relata las andanzas por el mundo del joven reportero
Tim Tim, siempre acompañado por su perro Milu. Publicadas en libros, las tiras circulan en más de 50
países, inclusive en Brasil.
El segundo plano del itinerario turístico posmoderno, por así decir, se daría en la experimentación del
itinerario realizando el recorrido en el espacio físico. Dentro de ese contexto, el itinerario turístico se
construye ya no por las expectativas, como en el plano anterior, sino por la recolección y acumulación de
experiencias vividas, por las emociones saboreadas por el sujeto ahora convertido en sujeto turístico. Esa
sustitución, o superposición de expectativas por experiencias, es lo que le agrega valor al itinerario
contemporáneo.
Finalmente, el tercer plano es el del itinerario como relato oral u escrito ilustrado por mapas, fotografías y
el legado dejado no sólo por los caminos recorridos, sino por los intercambios simbólicos (flujos de
información, de capital o de desplazamiento). Esa etapa, que en el presente estudio se llamó formación de
itinerarios a posteriori, hoy se destaca por la presencia de blogs, twitters y otros espacios en la red de
computadoras, o en celulares y otros equipamientos pequeños de comunicación que implican un tiempo
muy corto entre la vivencia y el posteo del relato. El tiempo que los separa es el de la presentación,
mediada por el sujeto, el curso del tiempo y la subjetividad de la narración. La abreviación del tiempo
también vale para los procedimientos de la formación de itinerarios a priori que puede ocurrir en
simultáneo con la experiencia.
A partir de eso, se puede pensar la relación entre relato, guía e itinerario a partir de su retroactividad,
considerando sus características de organización y retroacción en la autonomía del sistema circularmente
estable y con alcance sobre sí mismo; aunque la relación de circularidad y de retroacción sea mayor y más
próxima entre la planificación del viaje, la realización y el relato. Esa relación interactiva y dialógica
apuntan a comprender la circularidad como insuficiente en sí misma, ya que siempre existe un movimiento
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diferente del anterior que tiende más a la espiral y menos al círculo cerrado. Es importante resaltar que la
complejidad, a diferencia de las ciencias clásicas, no percibe el desequilibrio y el desorden como negativos
o como un caos a enfrentar. El desorden, por el contrario, está comprendido en la propia dinámica de las
cosas y en el diálogo caos­orden.
Más allá de la formación de un itinerario turístico
A partir de las bases conceptuales de la bibliografía existente sobre itinerarios turísticos propuestas en
este artículo, se buscó pensar el tema bajo una perspectiva compleja, cuestionando qué es lo que hace
que un itinerario se convierta en un itinerario turístico. Si es la indicación de los caminos, si es la inclusión
de programas, o si es la inclusión de servicios. A partir de eso se observó una insuficiencia conceptual en
la delimitación de las definiciones para entender las prácticas contemporáneas, conforme se puede
observar en la Figura 1.

Figura 1: La complejidad al pensar un itinerario turístico

Al incluir en un itinerario las indicaciones de los caminos remitiendo a la ruta y el circuito, la programación turística que dirige el
circuito y los servicios que caracterizarían al paquete la bibliografía turística reduce el tema a concepciones teórico­conceptuales
que tienden a presentarlo como un mero itinerario cronológico de viajes. Se observa que dentro de una perspectiva histórica
considerando los relatos de viajes, las guías y lo que hoy supone la figura y el desempeño de un itinerario turístico poco se ha
avanzado en el debate teórico conceptual. Hoy en día se continúa definiendo al itinerario turístico con la indicación metódica que
lo considera como un espacio a ser recorrido en un determinado tiempo (Bahl, 2004a).
Con la intención de avanzar en el análisis, en el ámbito teórico y conceptual, este artículo se propone como desafío redimensionar
y resignificar al itinerario turístico como un proceso de subjetividades que transciende la ordinaria indicación metódica de recorrer
atractivos. En ese sentido, el itinerario turístico pasa a ser entendido en el ámbito de esta reflexión como algo más que un
producto de mercado.
A partir de estas reflexiones se presenta al itinerario turístico como una forma individual y personal de organizar las expectativas,
deseos y experiencias de viajes en un momento que se ubica a priori al desplazamiento durante la planificación o el sueño. El
momento empírico se daría durante la vivencia del territorio y, finalmente, el momento a posteriori estaría marcado por el relato.
Cabe resaltar que los momentos son independientes entre sí de forma que el momento empírico puede ocurrir sin que se haya
producido el a priori; el a priori no precisa concretizarse en el momento empírico y el a posteriori puede ser fruto de los imaginarios
de viajes de hecho no realizados.
Dentro del contexto presentado, el Paradigma de la Complejidad permitió que se comprendiera, aunque provisoriamente, al turismo
como un fenómeno donde existe la retroacción de la causa sobre el efecto: la búsqueda de información sobre otro lugar en guías o
relatos de otros viajeros (en notas de la prensa gráfica u on line) que lleva al deseo de evasión y a la pulsión errante y que tienen
su momento empírico con el recorrido del territorio y su a posteriori se perpetuará en la forma de relato (oral, escrito o visual por
medio de fotografías y videos). Éste servirá de herramienta para quienes busquen información para emprender un viaje. O sea que
el anillo retroactivo se presenta como un círculo infinito.

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Recibido el 27 de marzo de 2011


Correcciones recibidas el 01 de mayo de 2011
Aceptado el 08 de mayo de 2011
Arbitrado anónimamente

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Traducido del portugués

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