Manejo Integrado de Plagas: Umbral Económico
Manejo Integrado de Plagas: Umbral Económico
Manejo Integrado de Plagas: Umbral Económico
Hoy en día se utiliza el término MIP para incluir el control integrado de insectos,
enfermedades y malezas. En forma ideal el término MIP se refiere al control de todos los
problemas sanitarios agrícolas a través de un enfoque integrado.
El MIP considera todos los aspectos de la producción agrícola, incluyendo prácticas tales
como el control mecánico de malezas, la fertilización, el manejo de postcosecha de los
terrenos de cultivo, monitoreos de plagas, métodos de labranza, el uso de variedades
resistentes, rotaciones culturales y el uso de control biológico. Sin embargo, la mayoría de
los programas de MIP actualmente en uso no utilizan todas estas técnicas. Los actuales
programas de MIP en insectos generalmente se centran en el uso de variedades
mejoradas, el monitoreo de los insectos, una mejor sincronización de las aplicaciones de
pesticidas y en el uso de pesticidas más específicos y biológicamente menos activos. La
necesidad de proteger los agentes de control biológico natural en el agroecosistema,
(como predadores y parásitos), es ampliamente reconocida, pero a menudo descuidada
en la realidad. En muchas situaciones sus poblaciones no pueden preservarse, las
prácticas culturales de aumentar la capacidad del cultivo para resistir la plaga a través de
técnicas de manejo de nutrientes que mejoran la salud del cultivo, tienen un gran
potencial. Pero estas técnicas no están bien articuladas o no se entienden bien. Por eso
son subutilizadas y requieren más investigación cuantitativa al respecto.
El control cultural de insectos incluye la modificación del hábitat de la plaga a través del
uso de rotaciones culturales, el aumento de la diversidad del ecosistema, el ajuste de los
momentos de siembra y cosecha, el manejo preciso del agua y los fertilizantes,
modificación de las prácticas de cultivo y labranza y mejores métodos de sanitización. Los
controles culturales han demostrado su eficiencia en muchas situaciones contra plagas
como el gusano rosado del algodón en Texas. Allí un cultivo de periodo corto es
cosechado tempranamente y su rastrojo inmediatamente picado y enterrado. Esto se hace
en forma simultánea, a menudo por mandato del gobierno estatal y en toda el área
afectada. La rotación de maíz con soja es otra práctica cultural común, hasta que al
momento ha casi eliminado el daño del gusano de la raíz en maíz.
Los controladores biológicos naturales tales como los antagonistas, los predadores y los
mecanismos de autodefensa, eliminan a la mayoría de las pestes. El control biológico de
plagas mediante enemigos naturales, parásitos, predadores y patógenos, es parcial o
totalmente efectivo frente a la mayoría de las plagas potenciales. Además este tipo de
control es de larga duración si no es alterado por prácticas agrícolas como el uso de
insecticidas, ciertas rotaciones culturales y condiciones climáticas poco usuales.
Irónicamente lo que mejor ilustra la importancia de los enemigos naturales, son los casos
en que el uso de insecticidas reducen las poblaciones de los insectos benéficos y surgen
nuevos insectos plaga.
Por diversas razones muchas enfermedades de las plantas no pueden ser controladas
directamente. En muchos casos los agricultores enfrentan las enfermedades simplemente
mediante adecuadas técnicas de manejo y utilizando variedades resistentes. Cuando
interactúan con los niveles naturalmente existentes de control biológico, el manejo y las
variedades resistentes mantienen a la mayoría de las enfermedades a raya. Sin embargo
las enfermedades aun pueden causar`pérdidas económicas significativas.
El desarrollo y durabilidad de las variedades resistentes han sido un desafío para los
fitopatólogos y fitomejoradores. Las estrategias genéticas para mejorar la durabilidad de la
resistencia, incluyen el uso de multilíneas y mezclas de cultivares, así como la resistencia
multigénica u horizontal. La tecnología genética moderna acelera el desarrollo de cultivos
resistentes.
Las prácticas culturales, como la rotación de cultivos, la alteración del pH del suelo, la
sanitización y los ajustes en los momentos de plantación y cosecha para evitar las
poblaciones máximas de patógenos, complementan la resistencia genética en muchos
casos. Por ejemplo, al subir el pH del suelo mediante encalado de 6,5 a 7,5, reduce la
severidad de los ataques de fusariosis en tomate y papa. La reducción del pH a 5 con
azufre, controla la sarna de la papa causada por Streptomyces scabies. Las diversas
formas de nitrógeno también afectan en forma significativa la severidad de las
enfermedades. Por ejemplo, el nitrógeno en forma de amonio suprime el mal del pie en
trigo, pero el nitrato lo favorece.
Sin embargo, existen varios esfuerzos por desarrollar agentes de control biológico contra
los fitopatógenos. Varios productos ya han llegado al mercado. Una especie de avirulenta
productora de antibióticos de Agrobacterium está a la venta para el control de la agalla
causada por Agrobacterium tumefaciens en plantas ornamentales y árboles frutales.
Existen planes para comercializar una bacteria del género Pseudomonas que coloniza las
raíces y controla Rizoctonia y Pythium en algodón.
Aunque los agricultores en EE.UU. dependen fuertemente de los herbicidas para controlar
las malezas, existe una gran diversidad de otros métodos como la rotación de cultivos, el
control mecánico, la competencia con otras plantas, y el control biológico mediante
enemigos naturales, que pueden controlar a las malezas. De hecho los agricultores a
menudo no se percatan de las fuerzas que controlan a las malezas en forma natural. Por
ejemplo, los insectos minadores de la hoja ayudan a controlar Portulaca oleracea en
varios cultivos en California. Estos insectos serían aún más efectivos si sus poblaciones
no fueran reducidas con el uso de insecticidas. La polilla Bactra verutana, elimina a la
maleza Cyperus rotundus, que infesta al algodón en Misisipi. Más de 70 especies de
insectos de fitófagos y fitopatógenos han sido introducidos en los EE.UU. para el control
de malezas; 14 especies de malezas se controlan en la actualidad de esta manera. Sin
embargo, pocas son controladas biológicamente en la agricultura aunque se prevén
numerosas oportunidades en el futuro.
Las prácticas culturales son en la actualidad la alternativa más eficiente a los herbicidas.
El control mecánico, el uso de un cultivador rotativo, los cultivos intercalados, los ajustes
en los momentos de siembra para darle a los cultivos una ventaja competitiva y el uso del
transplante para que el cultivo comience a desarrollarse antes que las malezas, son
métodos actualmente en práctica y efectivos. El transplante de tomates en altas
densidades han controlado con éxito la quinhuilla debido a su intolerancia a la sombra. El
trébol sembrado como un nivel inferior o cubierta viva, reduce el crecimiento de las
malezas en maíz. Diversas combinaciones de cultivos de cobertura con prácticas de
labranza, son efectivas para control de malezas en maíz y soja.
Los cultivos tolerantes a las malezas y los cultivos que producen sustancias tóxicas para
las malezas, son posibilidades potencialmente prometedoras a las que se les ha dado
poca atención en la investigación. Sin embargo, las sustancias alelopáticas tóxicas
naturalmente producidas por las plantas no siempre son más seguras que los herbicidas
sintéticos.