TRADUCCIÓN DE The Structure of Economics, Capítulo 1
TRADUCCIÓN DE The Structure of Economics, Capítulo 1
TRADUCCIÓN DE The Structure of Economics, Capítulo 1
1.1 INTRODUCTION
Supón que estamos en una conversación acerca de los cambios sociales que han tenido lugar en la
última generación. Podríamos hablar, por ejemplo, sobre el aumento sustancial de la tasa de participación de
las mujeres en el mercado laboral, especialmente en ocupaciones "no tradicionales", como la ingeniería, el
derecho y la medicina, la creciente importancia de la familia "con dos sueldos", el aumento de la edad a la que
las personas se casan por primera vez, el surgimiento de la "liberación femenina", etc. Supongamos ahora que
alguien dice: "Te voy a dar una explicación económica de estos eventos." ¿Qué esperas escuchar? ¿Qué se
quiere decir con la frase "explicación económica", y qué la distinguiría de, digamos, una explicación
sociológica o política? En última instancia, ¿qué queremos decir con el término "explicación"?
Una lista de hechos, por ejemplo, no es una explicación. Una compilación de los cambios en el clima
a medida que pasan las estaciones o cambios en diversos índices bursátiles no son explicaciones de esos
eventos. Los datos estilizados presentados en el párrafo anterior no son explicaciones de nada; son sólo una
colección de hechos económicos (y sociológicos), que normalmente llamamos "datos". Los datos pueden ser
interesantes, pero no son "explicaciones". El término explicación significa que existe alguna proposición más
general que los datos observados, de la cual estos hechos son casos especiales. Interpretamos o
comprendemos estos hechos mediante la aplicación de algunas leyes o reglas generales que gobiernan estos
eventos. Por ejemplo, los físicos "explican" el movimiento de los objetos ordinarios sobre la base de las leyes
clásicas de la mecánica de Newton. Una explicación de los datos socioeconómicos anteriores supondría una
interpretación de estos eventos en términos de un marco de comportamiento humano sistemático, no
meramente un registro de la ocurrencia de estos acontecimientos en un momento determinado. Por otra parte,
nos gustaría aplicar ese mismo marco a diferentes conjuntos de datos, lo que permitiría al investigador
interpretar estos otros conjuntos de datos utilizando los mismos principios rectores. El desarrollo de la
estructura y los modelos específicos empleados por los economistas para explicar los fenómenos sociales es el
tema de este libro.
Los estudiantes que han llegado hasta aquí en el estudio de la economía sin duda se han encontrado
con la definición estándar de economía de libros de texto que dice algo así como: "La economía es la ciencia
que estudia el comportamiento humano como una relación entre fines y medios escasos que tienen usos
alternativos." 1 Este es de hecho el contenido principal de la economía en términos de la clase de fenómenos
estudiados. Para muchos economistas (incluidos los autores), sin embargo, el aspecto más notable de la
economía no es el objeto en sí, sino más bien el marco conceptual con el que se analizan los fenómenos
mencionados anteriormente. Después de todo, los sociólogos y politólogos también están interesados en cómo
se asignan recursos escasos y cómo las decisiones de los individuos están relacionadas con ese proceso. Lo
que los economistas tienen en común con los demás economistas es una metodología, o paradigma, con el que
se analizan todos los problemas. De hecho, lo que la mayoría de los economistas clasificaría como problemas
no económicos son precisamente esos problemas que son incapaces de ser analizados con lo que se ha dado
en llamar el paradigma neoclásico o marginalista.
La historia de la ciencia incluye muchos paradigmas o escuelas de pensamiento. La explicación
Ptolemaica del movimiento de los planetas, en que la tierra se colocó en el centro del sistema de coordenadas
(tal vez por razones teológicas), fue sustituido por el paradigma de Copérnico, que puso al sol en el centro.
Una vez hecho esto, las ecuaciones del movimiento planetario se simplificaron tan inmensamente que la
1
Tomado de la monografía clásica de Lionel Robbins, An Essay on the Nature and Significance of Economic Science, Macmillan & Co.,
Ltd., London, 1932, p. 15.
escuela más antigua fue reemplazada rápidamente (aunque el paradigma de Ptolomeo se mantiene
esencialmente en los problemas de la navegación). El paradigma Newtoniano de la mecánica clásica sirvió
admirablemente en la física, y todavía lo hace, de hecho, en la mayoría de los problemas cotidianos. Para el
estudio de los procesos fundamentales de la naturaleza, sin embargo, se ha encontrado que es insuficiente y se
lo ha sustituido por el paradigma de Einstein de la teoría de la relatividad.
En economía, la escuela clásica de Smith, Ricardo y Marx dio explicaciones del crecimiento de la
capacidad productiva, los beneficios de la especialización y el comercio (ventaja comparativa), etc. Un
enigma llamativo persistió: la paradoja agua-diamante. El paradigma clásico, dependiente en gran medida de
una teoría del valor basada en insumos de producción, era incapaz de explicar por qué el agua, que es esencial
para la vida, está generalmente disponible a un costo moderado, mientras que los diamantes, una frivolidad
obvia, son caros, incluso si se desenterraron accidentalmente en el patio trasero de su casa. 2 Con el
advenimiento del análisis marginal, a partir de la década de 1870 y continuando en décadas posteriores por
Jevons, Walras, Marshall, Pareto, y otros, el antiguo paradigma fue suplantado. Los problemas económicos
comenzaron a ser analizados más explícitamente en términos de elección individual. Se percibió que el valor
de las cosas está determinado tanto por los gustos de los consumidores como por los costos de producción.
Dejó de considerarse como "intrínseco" el valor atribuido por los consumidores a los bienes, y se notó que
dicho valor depende de las cantidades de ese bien y otros bienes disponibles.
La estructura de este nuevo paradigma fue explorada por Hicks, Allen, Samuelson y otros. A medida
que esto se hacía, la utilidad y las limitaciones del nuevo paradigma se hicieron más evidentes. Son estas
propiedades de las que trata este libro.
2
Por supuesto, siendo diferentes productos con diferentes medidas de "cantidad", no es posible decir que los diamantes son más caros
que el agua.
esté menos contaminado. La escasez, a su vez, depende de postulados sobre las preferencias individuales, en
particular que la gente prefiere más bienes a menos. Si tal no fuera el caso, entonces los bienes, aunque
limitados en el suministro, no necesariamente serían escasos.
El hecho de que los bienes sean escasos significa que tendrán que tomarse decisiones acerca de los
bienes que se van a producir y acerca del sistema de distribución de estos bienes a los consumidores, cada uno
de los cuales preferiría, normalmente, tener más de esos bienes en lugar de menos. Este problema, que se
toma a menudo como la definición de la economía, tiene muchos aspectos. ¿Cómo se forman los gustos de los
consumidores, y son esos gustos dependientes ("endógenos") o independientes ("exógenos") del proceso de
asignación de recursos? ¿Cómo se toman las decisiones con respecto a si las mercancías se asignarán a través
de un proceso de mercado o a través del sistema político? ¿Qué sistema de reglas -derechos de propiedad- se
va a utilizar en la limitación de las elecciones individuales? Los problemas generados por la escasez de bienes
involucran a todas las ciencias sociales. Todas tienen que ver con diferentes aspectos del problema de la
elección. Llegamos ahora a la conceptualización fundamental de los factores determinantes de la elección en
los que se basa el paradigma neoclásico o marginalista. Postulamos que, para una amplia gama de problemas,
la elección individual puede ser concebida como determinada por la interacción de dos clases diferentes de
fenómenos:
1. Gustos, o preferencias.
2. Oportunidades, o restricciones.
Supongamos que queremos hacer una lista de todas las variables medibles que creemos que afectan
las elecciones individuales; ellas constituirían el conjunto de restricciones sobre el comportamiento. ¿Qué
variables se incluirían?
Ciertamente, los precios monetarios de los bienes y los ingresos monetarios de los individuos juegan
un papel importante. En la mayoría de las decisiones cotidianas de intercambio de bienes y servicios, los
precios y los ingresos son las principales restricciones. Aún más fundamentales son, sin embargo, las
restricciones impuestas por el sistema de leyes y de derechos de propiedad en una sociedad dada. Sin estos
derechos, los precios y los ingresos monetarios serían en gran medida irrelevantes. El intercambio es difícil o
imposible si el comprador y el vendedor no han acordado previamente quién es dueño de qué, en primer
lugar, y si los contratos suscritos se pueden hacer cumplir. La ley también genera restricciones al intercambio.
Durante el invierno de 1973-1974, la gasolina se cotizó a un precio determinado, pero en muchas partes del
país (EUA), no estaba disponible para el intercambio. El precio del bien pierde sentido si el bien no está
disponible a ese precio. La misma situación existió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los precios de
los bienes estaban controlados. Entonces, los derechos de propiedad de los individuos sobre sus bienes ya no
incluían el derecho de vender el bien a un precio que fuese mutuamente satisfactorio para vendedor y
comprador. Por lo tanto, el sistema de leyes y los derechos de propiedad que dotan a los participantes en una
determinada sociedad son una parte fundamental de su conjunto de oportunidades.
Además de lo anterior, la tecnología y la ley de los rendimientos decrecientes constituyen otras
restricciones importantes en el análisis económico. Junto con el sistema de las leyes y los derechos de
propiedad, la tecnología determina las posibilidades de producción de una sociedad, es decir, los límites para
el consumo.
Supongamos ahora que tenemos datos completos sobre las variables anteriores para un individuo
dado. ¿Sería esta información suficiente para predecir las decisiones de una persona, por ejemplo, si él o ella
comerá carne o será vegetariano, o si asistirá a conciertos de música clásica en lugar de conciertos de rock? Es
evidente que no importa lo completa que sea una lista de restricciones, todavía habría otras variables no
medidas que podrían influir en el comportamiento. Estas otras variables son las que llamamos gustos o
preferencias y comprenden nuestras evaluaciones subjetivas de la conveniencia relativa de los bienes.
Asimismo, estas variables no medidas parecen variar de individuo a individuo. Algunas personas,
por ejemplo, con gusto cambiarían dos libras de café por una de té; otros, en las mismas circunstancias, harían
lo contrario. Aun cuando las restricciones que enfrentan los dos individuos sean las mismas, es decir, aunque
tengan ingresos iguales, compren en las mismas tiendas, y sean iguales ante la ley, por lo general comprarán
cestas diferentes de bienes y servicios. Algunas personas viven en casas pequeñas y conducen coches grandes;
otros en circunstancias similares compran grandes casas y conducen coches pequeños.
Hemos clasificado las variables que afectan la elección como restricciones, que son, al menos en
principio, observables y medibles, o como gustos o preferencias, que no lo son. Los precios, por ejemplo,
están generalmente publicados, o disponibles de algún otro modo; los ingresos son generalmente conocidos
por las personas; las leyes y los derechos de propiedad pueden ser complicados, pero por lo menos están en
los libros, y puede determinarse su aplicabilidad. En contraste, los gustos no son observables en general. De
hecho, es precisamente por esta razón por la que hacemos aseveraciones o supuestos sobre los gustos
individuales. Si los gustos fueran observables, no serían necesarios los supuestos acerca de su naturaleza.
Las observaciones de los hábitos de consumo de una persona, es decir, las cestas de bienes
adquiridos no constituyen observaciones de gustos. El consumo real depende tanto de los gustos como de las
oportunidades. La naturaleza generalmente no observable de las preferencias de los individuos exige que se
postulen, o se supongan.
Aquí yace nuestro problema central. Hemos visto que tanto los gustos como las restricciones varían
de individuo a individuo. Entonces, ¿cómo puede llevarse a cabo un análisis sistemático de la elección en
estas circunstancias terriblemente complicadas? La respuesta a esta importante cuestión define en gran
medida el campo de la economía.
Para responder preguntas sobre elección, incluso en una situación bien definida, deben considerarse
tanto los gustos como las oportunidades (restricciones). Por desgracia, esto no puede hacerse en la práctica.
Sin embargo, a menudo es posible analizar los problemas de una manera más limitada pero todavía fructífera.
Supongamos que cualesquiera sean los gustos de la gente, estos no cambian mucho durante el curso de la
investigación de algún problema. Ahora bien, si las oportunidades que enfrentan las personas cambian de
manera observable, entonces podemos esperar que las decisiones de los individuos también cambien, y
dichos cambios en las decisiones o elecciones, pueden atribuirse a los cambios en las oportunidades. Por otra
parte, si las variables no medidas (gustos) pueden ser caracterizadas de una manera sistemática, indicando
regularidades en el comportamiento de los individuos, luego, aunque no sea posible predecir la elección
original hecha por los individuos, sería posible predecir cómo cambiarán esas elecciones cuando cambien las
oportunidades o restricciones.
Por lo tanto, imponemos estructura a las preferencias individuales con el fin de ser capaces de
predecir respuestas a cambios en las restricciones. Sujetos, como siempre, a una posible refutación empírica,
los economistas hacen supuestos universales de comportamiento. En particular, suponemos que el
comportamiento individual tiene un propósito. Afirmamos, por ejemplo, que todas las personas prefieren
"más" a "menos", y que tratan de "mitigar los daños" impuestos por las restricciones, es decir, intentan reducir
en lugar de reforzar el impacto de las restricciones sobre sus oportunidades. Damos contenido operativo a los
postulados de comportamiento típicamente expresando la teoría (o partes de ella) en forma matemática como
un problema de maximización (o minimización) de alguna función sujeto a restricciones.
En términos de metodología, por lo tanto, la economía es aquella disciplina dentro de la ciencia
social que busca explicaciones refutables de cambios en la conducta humana a partir de cambios en las
restricciones, utilizando postulados universales de conducta y de tecnología, y el supuesto simplificador de
que las variables no medidas ("gustos ") se mantienen constantes. Este es el paradigma de la economía, un
paradigma que actualmente distingue a la economía de otras ciencias sociales.
Nótese que la economía no afirma que los gustos no importan o que se mantienen constantes todo el
tiempo. Se supone, de hecho, que las preferencias afectan las decisiones individuales, como se indicó
anteriormente. Lo que el paradigma de la economía reconoce es que es posible obtener respuestas sobre
cantidades marginales, es decir, la forma en que las cantidades totales cambian, sin una investigación
específica de las preferencias individuales o de cómo las preferencias podrían haberse ser formado.
La estabilidad de los gustos es un supuesto simplificador, no un artículo de fe. Se invoca porque
permite la investigación de respuestas a los cambios en las restricciones. Por supuesto, es imposible estar
seguros de que las variables no medidas se mantienen constantes. Los gustos pueden cambiar. Pero aceptar
cambios en los gustos como una explicación de los fenómenos observados es abandonar la búsqueda de una
explicación basada en un comportamiento sistemático, y por lo tanto refutable. Cualquier observación es
consistente con una teoría que afirma que algunas variables no medidas del gusto de repente, sin razón
aparente, cambiaron. El reto de la economía es siempre la búsqueda de explicaciones basadas en los cambios
en las restricciones; explicaciones basadas en los cambios en los gustos deben ser vistas con escepticismo.
Dejamos estas explicaciones para quienes, por ejemplo, "explican" la prevalencia de coches relativamente
grandes en los Estados Unidos como una "historia de amor" por los coches grandes, y no como consecuencia
de un precio relativamente bajo de la gasolina (generalmente entre un tercio y un medio menor que el precio
europeo) en la mayor parte del siglo XX. El cambio a coches económicos en la década de 1970 y el regreso de
los coches de "alto rendimiento" (en kilómetros por litro de gasolina) en la década de 1990 podrían haberse
debido a cambios aleatorios en los gustos, pero estas observaciones confirman una proposición más general,
la ley de la demanda, debido a que el precio relativo de la gasolina aumentó en la mitad de los 70 y cayó en
los 80 y 90. Preferimos la teoría más general basada en respuestas a cambios en las restricciones que
enfrentan los consumidores de automóviles antes que las afirmaciones arbitrarias sobre los cambios en los
gustos de los consumidores.
¿Cómo podemos aplicar el paradigma económico neoclásico a los datos presentados en los primeros
párrafos de este capítulo? Rechazamos de plano cualquier explicación basada en cambios en los gustos. La
afirmación de que estos hechos ocurrieron debido a que los adultos jóvenes de finales de los sesenta y
principios de los setenta eran más radicales que sus predecesores es una hipótesis arbitraria, es decir, una
teoría construida simplemente para hacer compatibles entre sí unos hechos determinados, sin capacidad de
aplicación más allá de dichos datos. Estas teorías no son mejores que la afirmación de que la gente hace
ciertas cosas porque las hacen. ¿Por qué deberían las preferencias de un gran número de personas cambiar de
repente al unísono?
Con el fin de proporcionar una explicación económica, tenemos que buscar una restricción de gran
alcance que haya cambiado durante la década de 1960, y explicar los acontecimientos que tuvieron lugar en
términos del movimiento/desplazamiento de esa restricción. Una base económica para explicar estos eventos
es, de hecho, proporcionada por el "baby boom" de la Segunda Guerra Mundial, el aumento sin precedentes
de los nacimientos que tuvieron lugar en América del Norte después de la guerra. En total, un tercio más de
niños nacieron entre 1946 y 1950 que entre 1941 y 1945 (los nacimientos continuaron en un nivel alto hasta la
década de 1960.)
Consideremos primero cómo esto podría haber afectado las perspectivas de matrimonio 20 años
después, es decir, a finales de los años sesenta. Los baby boomers (hombre y mujeres nacidos) fueron, por
supuesto, casi igualmente divididos por sexo. Sin embargo, las mujeres siempre han tendido a casarse con
hombres un poco mayores que ellas mismas. Cuando los baby boomers llegaron a la edad adulta, las mujeres
se enfrentaron a una restricción muy diferente a la enfrentada por la generación anterior: había mucho menos
hombres con 25 a 30 años (es decir, nacidos a finales de 1940). De hecho, para alrededor del 20 por ciento de
la población femenina joven, el patrón del matrimonio tradicional simplemente no podía sostenerse. ¿Es de
extrañar, por tanto, que la "liberación de la mujer" floreció en ese momento? El antiguo plan de simplemente
casarse y criar niños era aritméticamente imposible para una gran parte de la población femenina joven.
Seguir una carrera se volvió relativamente más atractivo que en el pasado.
Además de esta "presión matrimonial", debido a que había una cohorte inusualmente grande de
adultos jóvenes disponibles en el mercado de trabajo, el nivel de salarios cayó. ¿Es sorprendente que esta
generación estuviera un tanto desencantada? Además, con menores niveles de ingresos, las familias con dos
fuentes de ingresos se volvieron más comunes. Debido a que tener bebés incrementaba el costo de trabajar
fuera del hogar, estas parejas pospusieron la crianza de hijos, haciendo que las tasas de natalidad cayeran en
picada en la década de 1970.
Las bajas tasas de natalidad en la década de 1970 se tradujeron en una cohorte relativamente pequeña
de adultos jóvenes en la década de 1990. Por esta razón, los salarios han sido relativamente altos, superando el
salario mínimo legal en casi todo el país. Además, las mujeres jóvenes están encontrando una oferta
relativamente abundante de hombres un poco mayores, contrario a lo que los baby boomers experimentaron.
No debería sorprendernos, por lo tanto, encontrar un cambio de dirección hacia patrones tradicionales de
matrimonio.
Esta discusión está pensada, por supuesto, sólo como una ilustración de la metodología económica,
no como una teoría completa de estos eventos. Pretende, sin embargo, sugerir la naturaleza poderosa del
paradigma económico.
En las últimas páginas hemos utilizado los términos teoría, proposiciones y confirmación, así como
otras frases que merecen una mayor atención. En particular, ¿qué es una teoría, y cuál es el papel de las
teorías en las explicaciones científicas?
A veces se sugiere que la forma de atacar un problema determinado es "dejar que los hechos hablen
por sí mismos." Supongamos que uno quisiera descubrir por qué los conductores de automóviles hacían cola
para comprar gasolina, a menudo durante varias horas, durante el invierno de 1973-1974 (en EUA), la
llamada crisis energética. Lo primero que hay que hacer, tal vez, es recolectar algunos datos. ¿Dónde se
pueden encontrar? Tal vez la sección de documentos del gobierno de la biblioteca de la universidad local será
útil. Surge un problema. Una vez allí, uno de pronto se encuentra hasta las orejas de datos. Los datos
recogidos por el gobierno federal de Estados Unidos y otros gobiernos llenan muchas habitaciones. ¿Dónde
hay que empezar? Considere, por ejemplo, la siguiente lista de "hechos"/datos.
1. Muchos países productores de petróleo embargaron petróleo a los Estados Unidos en el otoño de 1973.
2. El producto interno bruto de Estados Unidos aumentó, en términos nominales, en un 11,5 por ciento de
1972 a 1973.
3. La gasolina y los aceites de calefacción son destilados del petróleo.
4. Estaban vigentes durante ese tiempo controles de salarios y precios sobre la industria del petróleo.
5. El promedio de millas por galón alcanzado por los coches en los Estados Unidos ha disminuido debido a la
creciente utilización de instrumentos anticontaminantes.
6. El precio de los alimentos aumentó considerablemente en este periodo.
7. Los alquileres aumentaron durante este tiempo, pero no tan rápido como los precios de los alimentos.
8. El precio de los tomates en Lincoln, Nebraska fue de 39 centavos de dólar por libra el 14 de septiembre de
1968.
9. La mayor parte de la contaminación en el área metropolitana de Nueva York se debe a fuentes fijas, en
lugar de móviles.
La lista continúa indefinidamente. Hay un número infinito de hechos. La mayoría de los lectores ya
ha decidido que, por ejemplo, el hecho/dato 8 es irrelevante, y la mayor parte de la infinidad de hechos que
podrían haber sido enumerados son irrelevantes. Pero ¿por qué? ¿Cómo se llegó a esta conclusión? ¿Puede el
“hecho” 8 ser rechazado exclusivamente sobre la base de que la mayoría de nosotros estaría de acuerdo para
rechazarlo? ¿Qué pasa con los hechos 4 y 5? Puede haber acuerdo menos que perfecto sobre la relevancia de
algunos de estos hechos.
Los hechos, por sí solos, no explican los acontecimientos. Sin un conjunto de axiomas,
proposiciones, etc., sobre la naturaleza de los fenómenos que estamos intentando explicar, simplemente no
hay manera de distinguir hechos relevantes de irrelevantes. El lector que rápidamente descartó el hecho 8
como irrelevante para los eventos que se produjeron durante la crisis energética debe haber tenido algunas
relaciones conductuales en cuenta que sugirieron que el mercado del tomate en el año 1968 no fue un factor
determinante. Tal noción, aunque rudimentaria, es el principio de una teoría.
1. Un conjunto de afirmaciones, o postulados, denotados A = {A1, ..., An}, referidos a la conducta de varias
construcciones teóricas, es decir, conceptos idealizados (tal vez matemáticos), que se relacionarán en
última instancia a objetos del mundo real. Estos postulados son por lo general afirmaciones de tipo
universal, es decir, proposiciones de la forma: “todos los x tienen la propiedad p”. Ejemplos de tales
proposiciones en la economía son las afirmaciones "las empresas maximizan la riqueza (o beneficios)",
"los consumidores maximizan la utilidad", y cosas por el estilo. En este punto, los términos como las
empresas, los consumidores, los precios, las cantidades, etc., que se mencionan en estas afirmaciones de
comportamiento, o postulados, son ideas aún por identificar. Son “construcciones teóricas”.
2. Para que las afirmaciones sobre el comportamiento de construcciones teóricas sean útiles en la ciencia
empírica, estos postulados deben estar relacionados con objetos reales. Por consiguiente, la segunda parte
de una teoría es un conjunto de supuestos, o condiciones (test conditions), denotadas C = {C1, ..., Cn}, bajo
las que los postulados de comportamiento se van a probar/testear. Estos supuestos incluyen declaraciones
como "la variable p, llamada precio del pan en las afirmaciones teóricas, se corresponde de hecho con el
precio del pan publicado en el supermercado xyz en tal fecha."
Nótese que estamos distinguiendo entre afirmaciones y supuestos. Ha habido un largo debate en economía
sobre la necesidad de realismo de los supuestos. La confusión se puede eliminar en gran parte al distinguir
claramente el comportamiento postulado en una teoría (las afirmaciones) de las condiciones de prueba
específicas (los supuestos) bajo los cuales se ponen a prueba la teoría.
Para que la teoría sea útil, los supuestos o condiciones de prueba, deben ser observables. Es imposible
saber si una teoría está funcionando bien o mal si ni siquiera es posible saber si la teoría es relevante para
los objetos en cuestión. Los postulados A son declaraciones universales sobre el comportamiento de
objetos abstractos. Ellos no son observables, por lo tanto, el debate en cuanto a su realismo es irrelevante.
Los supuestos, por otro lado, son el enlace entre los constructos teóricos y los objetos reales. Los
supuestos deben ser realistas, es decir, si vamos a intentar comprobar la validez de la teoría utilizando un
determinado conjunto de datos, los datos deben ajustarse de manera esencial a las construcciones teóricas.
Supongamos, por ejemplo, que queremos comprobar si un aumento en el precio de la gasolina reduce la
cantidad de gasolina demandada. Se observará que, hasta la década de 1980, el precio nominal de la
gasolina ha aumentado desde la Segunda Guerra Mundial y que el consumo de gasolina también ha ido en
aumento. ¿Refuta esto la tesis de comportamiento de que los precios más altos conducen a una menor
cantidad demandada? Tal vez los datos, en concreto los supuestos sobre los precios, no son realistas.
¿Refleja realmente la serie publicada de precios las características deseadas de la construcción teórica
“precio de la gasolina”? Una enunciación cuidadosa de la ley de la demanda involucra cambios en los
precios relativos, no en los precios monetarios, y otras variables, por ejemplo, los ingresos y los precios de
otros bienes, se suponen fijos. Cuando se observa el precio real de la gasolina, es decir, el precio de la
gasolina en relación con otros bienes, vemos que de hecho ha estado cayendo, a excepción de los períodos
de interrupción del suministro, 1973-1974 y 1979-1980, lo que tiende a confirmar la ley de la demanda.
Sin embargo, con el fin de probar la ley de la demanda con estos datos, los supuestos sobre los ingresos,
los precios de los bienes directamente relacionados, etc., también deben ser realistas, es decir, ajustarse a
los aspectos esenciales de las construcciones teóricas.
Decimos aspectos esenciales de las construcciones teóricas porque es imposible describir en una cantidad
limitada de tiempo y espacio todos los atributos de un objeto real dado. La importancia del realismo de los
supuestos es para asegurarse de que los atributos no especificados no afectan significativamente la
comprobación de la teoría. En el ejemplo anterior, los precios nominales no eran una medida realista de
los precios de la gasolina, es decir, no contienen los atributos deseados por la teoría. Los supuestos o
condiciones de prueba de una teoría deben, por lo tanto, ser realistas; las afirmaciones, o comportamientos
postulados, no son realistas, ya que no son observables.
3. La tercera parte de una teoría comprende los eventos E = {E1, ..., En} que la teoría predice. La teoría dice
que las afirmaciones A implican que, si las condiciones de prueba C son válidas (realistas), se producen
determinados eventos E. Por ejemplo, los postulados habituales del comportamiento de los consumidores
(maximización de la utilidad con tasas marginales de sustitución decrecientes entre los bienes), que
denotamos A, implican que, si las condiciones de prueba C se cumplen, donde C incluye la disminución
del precio relativo de la gasolina con los ingresos reales y los otros precios fijos, entonces se observará el
evento E, un mayor consumo de gasolina. Tenga en cuenta que tanto los supuestos C como los eventos E
deben ser hechos observables. De lo contrario, no podemos decir si la teoría es aplicable.
La estructura lógica de las teorías es, pues, que las afirmaciones A implican que, si C es cierto,
entonces E será verdad. En símbolos, esto se expresa como A (C E) donde el símbolo significa
implica. Así, los postulados A y los supuestos C implican juntos que se observarán los eventos E.
Proposiciones refutables
Hemos hablado informalmente sobre comprobar teorías (testing theories). ¿Qué es lo que se está
comprobando, y cómo lleva a cabo tal comprobación? En primer lugar, no hay manera de comprobar los
postulados A directamente. Supongamos, por poner un ejemplo clásico, que uno quiere comprobar si una
determinada empresa maximiza beneficios. ¿Cómo lo haría? Supongamos que los contadores suministran
cuentas de resultados de este año y el año pasado junto con los balances de las empresas. Supongamos que
usted encuentra que la empresa ganó $ 1 millón este año. ¿Podría inferir de esto que la empresa obtuvo
beneficios máximos? Tal vez podría haber obtenido $ 2 millones, o US $ 10 millones. ¿Cómo podría saberlo?
Tal vez deberíamos hacer una pregunta más fácil. ¿Está la empresa minimizando beneficios? Por
supuesto que no, dice usted. Después de todo, ganó un millón de dólares. Bueno, tal vez estaba en un negocio
tan bueno que simplemente no había manera de obtener menos de un millón de dólares. No, usted insiste, si
los propietarios de esta empresa quisieran minimizar beneficios, deberíamos esperar verlos regalar sus bienes,
contratar trabajadores con sueldos astronómicos, arrojando arena en la maquinaria, y realizando una serie de
comportamientos extraños. Precisamente. La forma en que uno podría inferir que los beneficios se están
minimizando sería prediciendo que, si tal comportamiento estuviera presente, entonces la empresa realizaría
ciertas acciones, especificadas de antemano, tales como las mencionadas anteriormente. Puesto que el objeto
en cuestión es, sin duda, una empresa, es decir, las condiciones C son realistas, y los eventos predichos por la
minimización de beneficios no se producen, la afirmación de comportamiento A, que la empresa minimiza los
beneficios, es refutada. Pero los postulados son refutables sólo a través de la realización de predicciones
lógicamente válidas acerca de eventos reales, observables, basados en esos postulados, bajo las condiciones
de prueba asumidas, y luego descubriendo que las predicciones son falsas. Los postulados no son
comprobables en el vacío. Sólo pueden ser probados contra hechos reales (eventos), bajo condiciones de
prueba observables.
No hemos, sin embargo, mostrado que las empresas maximizan los beneficios. Sin embargo, sí
sabemos algo. No será posible determinar si las empresas maximizan beneficios sobre la base de si creemos
que este es un objetivo razonable o factible. La forma de probar el postulado de maximización del beneficio
es derivar a partir de ese postulado cierta conducta que debe observarse bajo determinados supuestos.
Entonces, si los eventos predichos en efecto ocurren, tendremos evidencia en cuanto a la validez del
postulado. La teoría se confirmará. ¿Pero habrá sido probada la teoría? Por desgracia, no. La naturaleza de la
lógica nos prohíbe la conclusión de que los postulados A son verdaderos, aunque C y E sean verdad. Este
error es tan clásico/típico que tiene un nombre: se llama la falacia de afirmar el consecuente. Si A implica B,
entonces, si B es verdadero, no se puede concluir que A es verdadero.
Por lo tanto, las teorías son, en principio, como una cuestión de lógica, indemostrables. Sólo pueden
ser confirmadas, es decir, consistentes con los hechos. Cuantas más veces la teoría se confirma, más
fuertemente vamos a creer en sus postulados, pero nunca podemos estar seguros de que es cierta.3
¿Qué tipos de teorías son útiles en la ciencia empírica, entonces? Las únicas teorías que son útiles
son las que podrían estar mal, es decir, podrían ser refutadas, pero finalmente no son refutadas. Una teoría que
dice que puede o no llover mañana, no es una teoría. Es incapaz de ser falsificada/refutada, ya que el "evento"
predicho es lógicamente siempre verdadero. Una teoría que dice que, si sube el precio de la gasolina, el
consumo va a subir o bajar es igualmente inútil y poco interesante, por la misma razón. Las únicas teorías que
son útiles son aquellas de las que se pueden deducir hipótesis refutables. La teoría debe afirmar que se
producirá algún acontecimiento E y, además, debe ser posible que E no se produzca. Tal proposición es, al
menos en principio, refutable. Los hechos pueden refutar la teoría, porque si E es falsa, entonces, por lógica
(A • C) es falsa.
La prueba de una teoría implica normalmente dos procesos bastante distintos. En primer lugar, se
determinan/extraen los aspectos puramente lógicos de la teoría. Es decir, se demuestra que los postulados de
comportamiento implican cierta conducta de las variables de la teoría. A continuación, en una etapa posterior,
las construcciones teóricas se aplican a los datos reales, y la teoría se prueba empíricamente. En este libro nos
ocuparemos de la primera etapa de este análisis. Para distinguir las dos fases de la teorización, vamos a
emplear una distinción introducida por A. Papandreou4 y ampliada por M. Bronfenbrenner5. El aspecto
puramente lógico de las teorías se llama un modelo. Un modelo se convierte en una teoría cuando se agregan
supuestos que relacionan las construcciones teóricas a los objetos reales. Los modelos son por lo tanto
sistemas lógicos. No puede ser verdaderos o falsos empíricamente, sino que son o lógicamente válidos o
inválidos. Una teoría puede ser falsa, ya sea porque el modelo subyacente es lógicamente defectuoso o porque
los hechos empíricos refutan la teoría (o ambas).
La noción de proposición refutable se conserva, sin embargo, incluso en los modelos. Una
proposición refutable en un sistema lógico significa que cuando se producen ciertas condiciones conceptuales
de prueba, las variables teóricas tendrán valores restringidos. Supongamos que, en un determinado modelo, si
una variable p, que en última instancia representará el precio de un bien, aumenta, entonces, se puede inferir
válidamente que otra variable x, que en última instancia representará la cantidad demandada de ese bien,
disminuirá, como una cuestión de la lógica del modelo, entonces tenemos una proposición refutable. Lo
fundamental es que la variable x responda de una manera determinada, y debe ser una posibilidad que x no
responda de esa manera.
3
Irving M. Copi, Introduction to Logic, 4th ed., Macmillan, New York, 1972.
4
Andreas Papandreou, Economics as a Science, J. B. Lippincott Company, Philadelphia, 1958.
5
Martin Bronfenbrenner, "A Middlebrow Introduction to Economic Methodology," in S. Krupp (ed.), The Structure of Economic
Science, Prentice-Hall, Inc., Englewood Cliffs, NJ, 1966.
2. Parámetros o variables exógenas al modelo, es decir, no determinadas por las acciones del tomador de
decisiones. Los parámetros representan las condiciones de prueba de la teoría.
Denotemos la variable (o las variables) de decisión o elección como x, y los parámetros del modelo
como α. Para ser útil, la teoría debe postular un cierto conjunto de opciones x como una función de las
condiciones de prueba α:
x = f(α ) (1-1)
Como una cuestión empírica, los economistas rara vez, o nunca, son capaces de comprobar/testear
relaciones de la forma (1-1) directamente, es decir, formular hipótesis acerca de la cantidad real de x elegida
para cada α dado. Como se mencionó anteriormente, para ello sería necesario el pleno conocimiento de los
gustos, así como de las oportunidades. Por tanto, el paradigma económico neoclásico se basa sólo en
observaciones de cantidades marginales. Estas cantidades marginales son las respuestas de x a los cambios en
α. Matemáticamente, funciones de elección "bien comportadas" (diferenciables), son las propiedades de la
derivada de x con respecto a α, o
dx '
=f (α ) (1.2)
dα
las que representan hipótesis potencialmente refutables en economía. Frecuentemente, todo lo que se afirma
es un signo de esta derivada. Por ejemplo, en la teoría de la demanda, los precios p son exógenos, es decir, los
parámetros, mientras que las cantidades demandadas x son variables de elección. La ley de la demanda afirma
(bajo ciertas restricciones) que dx/dp < 0. Debido a que es posible que dx/dp > 0, y ya que esto estaría en
contradicción con lo afirmado por el modelo, la declaración dx/dp < 0 es una hipótesis potencialmente
refutable. De otro modo, una comprobación empírica es una pérdida de tiempo, ya que no hay datos que
podrían posiblemente refutar la teoría.