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DNA – V: un modelo de flexibilidad psicológica

Sebastián Ortiz & Gabriel Genise

Para citar este artículo:

Ortiz, S. y Genise, G. (2021) DNA - V: un modelo de flexibilidad

psicológica (artículo inédito) Psyciencia. Ciudad de Panamá

Nos gustaría comenzar este artículo con una pregunta que tomamos del

espectacular libro de Kelly Wilson “Mindfulness for two” (Wilson, 2008): y

ustedes profesionales de la salud mental, ¿Cuánta realidad pueden

tolerar?

Los seres humanos creamos etiquetas con muchas finalidades, una de

ellas está al servicio de mantener cierta distancia y abstracción ya que de esa

manera nos resulta más sencillo tolerar el sufrimiento. ¿Cuántos pacientes

encontramos día a día en nuestro consultorio sufriendo en silencio?

¿Cuánto de nuestro padecimiento está presente en esa sesión con ese

paciente? ¿Podemos verdaderamente permitirnos sentarnos cerca de nuestros

consultantes y realmente escuchar la esencia de ese sufrimiento?

Estas son solo algunas preguntas que permitimos hacernos reflexionar

acerca del padecimiento humano. Si eres terapeuta ACT, seguramente hayas

leído acerca de cómo concibe este modelo el sufrimiento por lo que te

proponemos que si lo deseas, saltees los siguientes párrafos, aunque también

estás invitado a leerlo si deseas refrescar algunas ideas.

Desde una perspectiva ACT el sufrimiento humano emerge

predominantemente de procesos psicológicos normales, particularmente de

aquellos que están relacionados con el lenguaje. De acuerdo con Hayes,


Strosahl, y Wilson (2012), la ubicuidad del sufrimiento en sí sugiere que se

origina dentro de procesos que evolucionaron para promover la adaptabilidad

de los organismos humanos. Esta observación es la idea central detrás del

supuesto de normalidad destructiva. Este supuesto sostiene la idea que los

procesos psicológicos humanos ordinarios e incluso útiles pueden conducir a

resultados destructivos y disfuncionales, amplificando o exacerbando cualquier

condición psicológica normal o anormal que pueda existir. El propio concepto

de sufrimiento en la raza humana posee un origen social y ha ido

transformando su significado a lo largo de los siglos ubicándose como

contraposición al de bienestar. Como mencionan Wilson y Luciano Soriano

(2002) Las relaciones genéricamente establecidas en nuestra sociedad

potencian que sentirse bien se contrapone a sufrir, siendo lo primero

contemplado como lo normal y, por derivación, el sufrimiento como lo anormal.

En este sentido la “vida sin dolor” pasa a ser el objetivo prioritario de los seres

humanos. De hecho no es raro encontrarnos en el consultorio con pacientes

que ante la pregunta “¿qué espera usted de la terapia?” nos respondan “ser

felíz, no sufrir más, quitarme este dolor de encima, etc.”

Cuando los eventos privados vividos negativamente llegan a actuar

como barreras o causas que impiden al sujeto ser felíz, y la persona lo único

que sabe es luchar contra sí mismo, y esta pelea en lugar de eliminar lo que le

“molesta” lo hace cada vez más presente, el resultado final es un contexto de

sufrimiento por la limitación que este preceder evitativo engendra (Wilson y

Luciano Soriano, 2002). La suposición de la normalidad saludable nos alienta a

la evitación experiencial, otro proceso clave en el circuito del sufrimiento. Este

concepto hace referencia a las consecuencias inmediatas de fusionarnos con

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instrucciones mentales que alientan la supresión, el control o la eliminación de

experiencias estresantes. La fusión cognitiva y la evitación experiencial afectan

a la posibilidad de prestar atención de forma flexible y voluntaria a lo que está

sucediendo interna y externamente. Estos principios, orientados al cambio y

control de los eventos privados para poder tener una vida feliz, no serían

problemáticos si el comportamiento resultante, llevado a cabo de forma

inflexible y repetidamente, no produjera limitaciones en la vida (Páez Blarrina y

Montesinos Marín, 2020). Sin embargo, la necesidad de resolver el malestar, o

la de obtener placer como condición para vivir, empujan a la persona a actuar

de una forma que, en contra de lo esperado, no le deja vivir, ya que la paradoja

de intentar evitar o eliminar las experiencias privadas indeseadas en general

llevan a un aumento de la frecuencia e intensidad de esa experiencia que se

está deseando suprimir (Wenzlaff y Wegner, 2000).

Flexibilidad Psicológica

DNA-V: Historia y Fundamentos

DNA-V es un modelo pragmático el cual busca poder entender el

comportamiento humano, como así también poder darle solución a las

dificultades de la vida ayudando a nuestros consultantes a tener mayor

crecimiento y desarrollo, mediante la Ciencia Conductual Contextual en donde

se utilizan teorías y principios funcionales para analizar y modificar acciones

incrustadas en el contexto histórico y situacionales (Hayes y Ciarrochi, 2015).

Parte de los principios que sostienen de manera activa el modelo son los

siguientes:

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Teoría de la Evolución:

Busca dar explicación al desarrollo de la especie, sin embargo en los

trabajos realizados por Hayes, Barnes-Holmes y Wilson en el año 2013 se dan

cuenta que pueden darle explicación al desarrollo de todas las especies de

cualquier origen. Esto se basa en tres principios: Variación, Selección por

Consecuencia y Retención, mediante estos tres principios podemos

comprender cómo ciertos comportamientos en nuestro medio social pueden ser

reforzados o castigados y es así como nosotros como seres humanos

comenzamos a repetir conductas que nos han funcionado en el pasado. El

repertorio de una persona puede ser más o menos amplio, estar compuesto por

una mayor o menor cantidad de conductas en una situación. A esto se lo

denomina variabilidad del repertorio conductual y constituye una dimensión

importante al momento de comprender la conducta. Esta variabilidad se va

modificando a lo largo de la vida producto de los procesos de aprendizaje:

aparecen nuevos comportamientos, se extinguen otros (Maero, 2018). El

segundo término que explicamos aquí es la selección. Las consecuencias del

ambiente actúan sobre el repertorio de conducta por lo cual algunas conductas

se encuentran con mejores consecuencias que otras y por último la retención

hace referencia a aquellas conductas que han sido reforzadas y se incorporan

al repertorio de conductas del organismo (Maero, 2015).

Veamos un pequeño ejemplo: una adolescente llamada Jessica se

cambia de escuela, en esta nueva escuela juega a X en el recreo pero en su

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antigua escuela jugaban a Y, ahora Jessica comienza a jugar X (variación) y los

compañeros comienzan a acercarse más y a tener mayor aprobación hacia ella

(seleccion). Con el paso del tiempo Jessica comienza a ir aprendiendo los

juegos de moda en su nueva escuela (retención) comenzando a ser más

aceptada y aumentando así de manera significativa su aceptación social. Al

poder ver el éxito que ha tenido comienza a transmitirle esto mismo a las

nuevas personas que van llegando a la escuela (transmisión conductual y

transmisión verbal) por lo cual la información se va pasando de generación en

generación (retención).

Contextualismo Funcional:

La filosofía del contextualismo funcional se rige por ABA, RFT y ACT. Desde

una perspectiva contextualista funcional, predecir e influir en el comportamiento

es de importancia clave y es el objetivo del análisis y la terapia del

comportamiento. Los contextualistas funcionales consideran el

"comportamiento" como un acto en contexto en lugar de dividirlo en unidades.

En este sentido, la "conducta" incluye la conducta motora manifiesta, como

hablar o caminar, así como la conducta privada, que se refiere a eventos

psicológicos.

Si bien algunas terapias intentan alterar el comportamiento de un cliente

cambiando otro de sus comportamientos, como tratar de cambiar sus

emociones modificando sus cogniciones a través de la disputa o el argumento

racional, esto no tiene sentido desde una perspectiva contextualista. Desde

esta postura, los eventos psicológicos no son intrínsecamente "malos" o

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problemáticos: lo problemático es el contexto en el que ocurren. Lo importante

aquí es comprender la función de un comportamiento dentro de su contexto

general, incluidos los factores interpersonales, intrapersonales, históricos de

aprendizaje y situacionales.

Una segunda característica importante del contextualismo funcional es el

énfasis en un criterio pragmático de verdad. En lugar de pedir a los clientes que

cuestionen la "verdad" de sus cogniciones, el criterio de verdad para los

contextualistas es la viabilidad del comportamiento del cliente. Un

comportamiento es viable o verdadero si lleva a los clientes en una dirección

que les importa.

El objetivo de ACT es predecir e influir en el comportamiento, para que

nuestros clientes puedan responder al mundo, a medida que se desarrolla en

un momento determinado, con mayor flexibilidad en lugar de formas rígidas,

repetitivas y problemáticas. En lugar de sugerir que los clientes cambien sus

pensamientos y sentimientos, les ayudamos a cambiar el contexto en el que

ocurren sus pensamientos y sentimientos y a examinar la función de su

comportamiento (Turrell & Bell, 2016).

Principios del Comportamiento Operante

Los principios operantes son herramientas analíticas que se utilizan para

estudiar el comportamiento de humanos y animales. Los principios operantes

pueden considerarse como los mecanismos que facilitan los principios

evolutivos, que mencionamos anteriormente, de variación, selección y

retención. Según la teoría operante, las conductas que se refuerzan se repiten

y se fortalecen (se seleccionan y se retienen), mientras que las conductas que

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se castigan no se repiten y se debilitan (nota seleccionada). Los principios

operantes son esenciales para comprender cómo podemos moldear nuevos

comportamientos (Ramnero & Torneke, 2008). No vamos a meternos en

profundidad en esta temática ya que nos alejaríamos considerablemente del

tema a tratar.

Cuando pensamos el comportamiento del cliente en ACT, examinamos

la función del comportamiento dentro del contexto único de ese cliente. Un

análisis funcional típico considera los antecedentes de la conducta (factores

ambientales, estados físicos como hambre o fatiga, experiencias privadas

como pensamientos y sentimientos, etc.), la conducta en sí (lo que estamos

analizando desde una perspectiva funcional) y las consecuencias de la

conducta (el efecto de la conducta), todas las cuales pueden denotarse como

"ABC" (Turrell & Bell, 2016).

Teoría de los Marcos Relacionales:

La teoría de los marcos relacionales es una teoría conductual del

lenguaje y del pensamiento simbólico sobre la cual ACT ha sido fundada.

Naturalmente no podemos ni pretendemos explayarnos en este punto ya que

excede por sobremanera el propósito de este artículo, para poder profundizar

sobre este modelo recomendamos leer Hayes et al. (2001).

La teoría de los marcos relacionales (en adelante RFT por sus siglas en

inglés) reorientó el análisis de la conducta verbal de Skinner (1957) siguiendo

las implicaciones de centrarse en la conducta del oyente en una interacción

verbal.

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Al intentar caracterizar la comprensión del oyente de las declaraciones

verbales, estaba claro que el control directo de los estímulos no era suficiente.

Es decir, no fue posible proporcionar una historia de respuestas reforzadas en

presencia de cada palabra en el período de tiempo en que se adquiere el

lenguaje, especialmente cuando se considera la variedad de respuestas

ocasionadas por una sola palabra (por ejemplo, pecho) en muchos contextos

en los que puede presentarse (por ejemplo, pecho materno, dolor de pecho).

Hayes y sus colegas sugirieron que la comprensión de un oyente requería

respuestas relacionales derivadas, respuestas predecibles no entrenadas que

ocurren debido a relaciones entre estímulos conocidos y nuevos regulados por

señales contextuales arbitrarias, y que estas respuestas, a su vez, alteran

fundamentalmente las ideas de comportamiento sobre las propiedades

centrales de las acciones verbales de los hablantes (Cassidy et al., 2010).

RFT ha agregado nuevos principios de comportamiento verbal tales como:

respuesta relacional aplicable arbitrariamente, vinculación combinatoria y

mutua y transformación de la función de estímulo. Estos principios explican

cómo el comportamiento verbal transforma nuestras respuestas a las

emociones, a nuestro sentido del yo y a los estímulos del mundo físico (Hayes

& Ciarrochi, 2015).

DNA-V y la Flexibilidad Psicológica

El modelo DNA-V describe tres clases funcionales de comportamiento, a

las que se hace referencia con los nombres metafóricos de descubridor,

observador y consejero. Los tres existen al servicio de los valores. El

comportamiento del DNA está influenciado por el contexto, que incluye factores

en el entorno inmediato e histórico que influyen en nuestro nivel de habilidades

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de DNA, nuestra visión de nosotros mismos y nuestra visión de los demás en

nuestro mundo social. En esencia, todas las intervenciones están orientadas a

crear contextos que promuevan las habilidades del DNA para construir

comportamientos valiosos.

El objetivo final de usar las habilidades enseñadas en este modelo es

desarrollar la flexibilidad psicológica o, para usar un término con el que los

jóvenes pueden relacionarse más fácilmente, la fuerza flexible. En el adulto, la

flexibilidad psicológica se ha descrito como "la capacidad de contactar con el

momento presente más plenamente como un ser humano consciente, y de

cambiar o persistir en el comportamiento cuando hacerlo sirve a fines valiosos”.

Para los jóvenes, modificamos esta definición de la siguiente manera: La

flexibilidad en los jóvenes es la capacidad de utilizar las habilidades del DNA de

una manera que promueva el crecimiento y genera vitalidad y acción valiosa.

La definición difiere en algunos aspectos importantes en relación con la

definición de adulto. Primero enfatizamos las habilidades de DNA necesarias

para crecer. Los autores no asumen que los jóvenes tienen valores

establecidos como podría ser el caso de los adultos; más bien, estos están en

una etapa de aprendizaje sobre pensamientos y sentimientos y lo que significa

ser un ser humano. También necesitan probar nuevos comportamientos y

explorar si esos comportamientos conducen a fines valiosos. Una de las formas

más eficientes en que los seres humanos aprenden es probando cosas, por lo

que los jóvenes deben probar muchas cosas nuevas, y eso puede incluir

asumir riesgos, probarse nuevos yoes y probar los límites establecidos por los

adultos (Hayes & Ciarrochi, 2015).

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En el próximo apartado realizaremos una breve descripción de cada una de las

clases funcionales propuestas por el modelo.

Una vida basada en valores y vitalidad

Los valores nos dan un sentido de dirección en la vida, un sentido de

quién queremos ser y lo que es importante para nosotros. Ayudar a los

pacientes a identificar sus valores será de una vital importancia en el proceso

terapéutico (Turrell & Bell, 2016). Desde una perspectiva ACT podríamos decir

que los valores son consecuencias libremente elegidas, construidas

verbalmente de patrones de actividad en curso, dinámicos y en evolución, que

establecen reforzadores predominantes para esa actividad que son intrínsecos

en la participación en el patrón de comportamiento valorado en sí, o dicho de

una manera más sencilla: los valores con direcciones de vida verbalmente

construidos, globales, deseados y elegidos (LeJeune & Luoma, 2019).

El propósito del DNA - V es ayudar a los jóvenes a desarrollar valores y vivir

con vitalidad. El descubridor, el observador y el consejero proveen los medios

para comprometer al joven en acciones valiosas. Por tal motivo es que los

valores se encuentran en el centro del modelo. Según Hayes y Ciarrochi (2015)

los valores a menudo provienen de responder preguntas que se reducen a

¿Para qué?. Los autores refieren que cuando la vida es consistente con

nuestros valores, tendemos a tener más vitalidad, la cual puede ser definida

como la capacidad para vivir, crecer y desarrollarnos.

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El consejero

El término consejero o asesor (o advisor en inglés) es una metáfora para

describir cómo los humanos utilizamos el lenguaje y la cognición para otorgar

sentido al mundo sin tener la necesidad directa de contactar físicamente o

experimentar con cosas. Podría describirse como nuestra voz interior con la

que conversamos para dar sentido al pasado, a las creencias, a la forma en

que nos evaluamos a nosotros mismos y predecimos el futuro (Hayes &

Ciarrochi, 2015).

El observador

El observador (o noticer en inglés) es un proceso poderoso que nos

permite contactar con nuestras emociones, nuestro cuerpo y reconocer las

señales físicas que vienen del mundo que nos rodea. Todos los seres humanos

comenzamos nuestra vida con la habilidad de ser observadores. Durante la

infancia, el mundo es lo que vemos, escuchamos, tocamos, sentimos y olemos.

Sin embargo, una vez que comenzamos a introducirnos en el mundo del

lenguaje y comenzamos a pensar simbólicamente, podemos fácilmente perder

contacto con nuestra habilidad para notar y experimentar el mundo en un plano

físico. Esta habilidad posee al menos cuatro funciones importantes. En primer

lugar, el observador sintoniza con el cuerpo, el observador es adepto a

reconocer las claves físicas que reflejan emociones fuertes, eventos

estresantes, alegría, dolor, peligro, etc. En segundo lugar, el observador está

pendiente de las acciones de las personas. Sin esta habilidad, no podríamos

conocer cómo nuestras acciones afectan a otros. En tercer lugar, el observador

sintoniza con el mundo exterior y lo que tiene para ofrecernos. Finalmente, el

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observador nos ayuda a tomar una pausa mindful y observar nuestra

experiencia ante lo desconocido

El descubridor

El descubridor representa los comportamientos que están relacionados

con explorar y testear el mundo. Si adoptamos una mirada evolutiva, vemos

que los niños en sus estadíos iniciales son descubridores por naturaleza. Ellos

tienen la tendencia a explorar y descubrir el mundo.

Utilizamos al descubridor para poder ampliar nuestro repertorio

comportamental, intentar nuevas cosas y evaluar cómo funcionan, descubrir y

crear valores y construir fortalezas. Descubrir por naturaleza trae aparejado

emociones difíciles. Necesitamos de las otras habilidades como por ejemplo al

observador para poder estar disponibles, observar y permitirnos experienciar

esas emociones al servicio de construir una mejor vida. Descubrir también

puede traer aparejado al consejero, generando preocupaciones y dándonos

razones por las cuales no deberíamos tomar riesgos e intentar nuevas cosas.

Tendríamos que lograr acompañar a nuestros consultantes en que puedan

escuchar a sus consejeros mientras que pueden poner en práctica las

habilidades para “desengancharse” de él e intentar nuevas cosas en función a

sus valores.

Como se puede apreciar al comenzar a trabajar con el descubridor,

terminamos trabajando con todas las habilidades DNA - V.

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La mirada de uno mismo y la mirada social

Si prestamos atención al anillo del modelo en su parte exterior (ver

imagen 1) podrán observar los anillos que representan la mirada de uno mismo

y la mirada social.

Por un lado, la mirada de uno mismo comprende la habilidad de verse a

uno mismo en diferentes contextos: contigo el observador, aquí, observándote

a ti mismo, el acto allí. Hayes y Chiarrochi (2015) dan como ejemplo la

autocompasión la cual requiere la habilidad de verte a tí mismo en el momento

presente sufriendo en el pasado; y podría resultar aún más esperanzador si

pudieras verte a tí mismo, en el pasado, habiendo cambiado y crecido, o

proyectarte cambiando en el futuro. Otra forma que mencionan los autores de

toma de perspectiva es la posibilidad de poder observar que lo que crees

ahora, no es lo mismo de lo que creías en el pasado (o sí) lo cual habilita la

posibilidad de observar que las creencias no siempre son importantes.

Por otro lado, la mirada social se enfoca en las habilidades de toma de

perspectiva que van más allá de uno mismo, sino que se enfoca en las

relaciones y en los grupos sociales (aquí podríamos desplegar otro tema sobre

estilos de apego y su importancia en las relaciones interpersonales, pero esto

quedará para otro artículo).

El modelo se enfoca en poder afianzar las habilidades sociales cercanas

para luego poder ir ampliando la mirada y los grupos de relación.

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Conclusión

Utilizamos el modelo DNA - V como una metáfora para describir

comportamientos que todos los jóvenes poseen. Las habilidades DNA no

existen en un vacío, el proceso necesita de cierto contexto para poder

expresarse. Algunos contextos favorecen la expresión de las habilidades DNA,

por ejemplo: progenitores que están presentes en la vida de los jóvenes y que

los ayudan en sus adversidades, versus padres invalidantes que alimentan las

estrategias evitativas de las emociones difíciles que el joven puede

experimentar.

Las habilidades DNA pueden trabajar todas juntas con la finalidad de

producir comportamientos efectivos (Hayes & Ciarrochi, 2015).

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Imagen 1

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Referencias

Cassidy, S., Roche, B., & O´Hora, D. (2010). Relational Frame Theory and

Human Intelligence. EUROPEAN JOURNAL OF BEHAVIOR ANALYSIS,

11(1), 37 - 51.

http://mural.maynoothuniversity.ie/10642/1/BR-Relational-2010.pdf

Hayes, L. L., & Ciarrochi, J. (2015). The Thriving Adolescent. Using Acceptance

and Commitment Therapy and Positive Psychology to help teens

manage emotions, achieve goals, and build connection. Context Press.

Hayes, S. C., Barnes - Holmes, D., & Roche, B. (2001). Relational Frame

Theory: A postSkinnerian account of human language and cognition. NY:

Plenum.

LeJeune, J., & Luoma, J. B. (2019). Values in Therapy. Context Press.

Maero, F. (2015, 3 6). La psicoterapia como aplicación de los principios

evolutivos. Grupo ACT. Retrieved 06 14, 2021, from

https://grupoact.com.ar/la-psicoterapia-como-aplicacion-de-los-principios

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Maero, F. (2018, 11 23). Flores, abejas, evolución y psicopatología. Grupo ACT.

Retrieved 06 14, 2021, from

https://grupoact.com.ar/flores-abejas-evolucion-y-psicopatologia/

Ramnero, J., & Torneke, N. (2008). The ABC's of human behavior. Behavioral

principles for the practicing clinician. New Harbinger Publications.

Skinner, B. F. (1957). Verbal Behavior. New York: Appleton - Century - Crofts.

Turrell, S. L., & Bell, M. (2016). ACT for Adolescents. Context Press.

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