Terapia de Aceptación y Compromiso
Terapia de Aceptación y Compromiso
Terapia de Aceptación y Compromiso
Una de las Terapias de Tercera Generación que están generando mejores resultados.
https://psicologiaymente.com/clinica/terapia-aceptacion-compromiso
Jonathan García-Allen
Las terapias de la tercera generación o la tercera ola pertenecen a las terapias de conducta.
Para entender qué son estas terapias, primero hablaré de las terapias de primera y segunda
generación.
Las terapias de primera generación (años 60) son las terapias que nacieron con el objetivo de
superar las limitaciones de la terapia psicoanalítica, dominante en esa época. Al hablar de
terapias de primera generación estamos hablando del Condicionamiento Clásico de Watson y
el Condicionamiento Operante de Skinner. Este tipo de terapias tuvieron su utilidad para
tratar, por ejemplo, miedos o fobias, y se basaban en los principios del condicionamiento y el
aprendizaje.
En otras palabras, estas formas de terapia giran en torno a la idea de que si el motivo de la
conducta es el evento privado, éste se ha de modificar para poder cambiar la conducta. Esta
premisa está ampliamente aceptada hoy en día, lo que, en la actualidad, trae como
consecuencia lo que se establece socialmente como conducta normal y correcta o bien
como enfermedad mental. Algo que encaja perfectamente con un modelo médico-psiquiátrico
e, incluso, farmacológico.
Qué caracteriza a las terapias de tercera generación
Las terapias de tercera generación surgieron en los años 90, y se diferencian de estas últimas
porque enfocan los trastornos desde una perspectiva contextualista, funcional, y su principal
objetivo no es reducir los síntomas que presenta el paciente, sino educarle y reorientar su vida
de una manera más holística. Tienen su base en la idea de que lo provoca malestar o ansiedad
no son los eventos, sino cómo vinculamos las emociones a éstos y cómo nos relacionamos con
los mismos. No se trata de evitar lo que nos causa sufrimiento, porque esto puede tener un
efecto rebote (como muchas investigaciones indican), sino que la situación ideal es la aceptar
nuestra propia experiencia mental y psicológica, y así reducimos la intensidad de los síntomas.
A veces puede ser extraño trabajar en este tipo de terapias, que invitan a la persona a ver,
gracias a distintas técnicas (ejercicios experienciales, metáforas, paradojas, etc), que lo que
está social o culturalmente aceptado le causa un intento de control sobre sus eventos privados
que de por sí es problemático. Este control no es la solución, sino que es el causante del
problema.
Por un lado, interesa saber cómo se relaciona la persona con el contexto de acuerdo con su
historia y las circunstancias actuales, siempre teniendo en cuenta la conducta verbal y la
clarificación de valores. La conducta verbal es lo que el paciente se dice a sí mismo y a los
demás, pero no es importante por el contenido sino por su función. Un paciente puede decir
que se siente acomplejado y que tiene mucha vergüenza cuando tiene que hablar en público.
Lo importante no es saber si siente vergüenza o está acomplejado, el objetivo es saber si esta
manera de pensar le está haciendo bien o si le perjudica.
Sin lugar a dudas, una de las terapias de tercera generación más conocidas es la Terapia de
Aceptación y Compromiso (ACT), que tiene como objetivo el crear una vida rica y significativa
para el paciente, aceptando el dolor que inevitablemente viene con ella.
El lenguaje humano puede transformarnos, pero también crear el sufrimiento psicológico. Por
eso es necesario trabajar con los significados del lenguaje, sus funciones y su relación con los
eventos privados (emociones, pensamientos, recuerdos…). Además, el autodescubrimiento y
la clarificación de valores son elementos imprescindibles en este tipo de terapia, en la que el
paciente debe preguntarse y cuestionarse qué clase de persona quiere ser, qué es lo
verdaderamente valioso en su vida y desde qué creencias y valores actua.
Si miramos a nuestro alrededor, parece claro que gran parte de nuestro sufrimiento viene
determinado por nuestras creencias de lo que está bien o está mal, creencias que son
aprendidas culturalmente y que vienen fundamentadas por los valores que promueve la
sociedad occidental. Mientras que la mayoría de terapias ven el sufrimiento como algo
anormal, la ACT entiende que el sufrimiento es parte de la vida misma. Por eso se dice que la
ACT cuestiona la ideología social y lo modelos de normalidad saludable, en el que la felicidad
se entiende como la ausencia de dolor, ansiedad o preocupaciones.
ACT, que en inglés quiere decir “actuar”, hace hincapié en tomar acciones efectivas guiadas
por nuestros valores más profundos, en las que estamos totalmente presentes y
comprometidos.
La ACT emplea algunos principios que permiten que los pacientes desarrollen la flexibilidad
mental necesaria para mejorar su bienestar emocional.
1. Aceptación
2. Defusión cognitiva
3. Experiencia presente
El presente es el único momento que podemos vivir. El estar en el aquí y el ahora con una
mentalidad abierta y la conciencia plena, participando totalmente con la atención debida a lo
que está ocurriendo en nosotros y nuestro alrededor es la clave de nuestro bienestar.
4. El “Yo observador”
Significa desprenderse del yo conceptualizado, es decir, del apego hacia nuestras propias
narraciones. Desde la perspectiva del yo como observador vemos las cosas desde un punto de
vista no enjuiciador.
5. Claridad de valores
La ACT exige un trabajo de autoconocimiento que permite clarificar nuestros valores desde
lo más profundo del alma. ¿Qué es lo verdaderamente valioso para nosotros? ¿Dónde
queremos estar o ir en realidad? Estas son algunas de las preguntas a las que hay que
responder. Eso sí, siempre con honestidad.
6. Acción comprometida
La dirección que seguimos siempre debe estar determinada por nuestros propios valores y
no por las imposiciones sociales. Hay que involucrarse en acciones significativas para nosotros
mismos. De este modo somos mucho más propensos a comprometernos con nuestros
proyectos y hacer que progresen al ritmo que queremos.
Referencias bibliográficas:
Hayes, S.C. (2004). Acceptance and commitment therapy, relational frame theory, and
the third wave of behavioral and cognitive therapies. Behavior therapy, 35, 639-665.