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PRESENTACIÓN-RESUMEN DE LA CARTA APOSTÓLICA

«PORTA FIDEI»

Objetivo de la Carta: Convocar el Año de la Fe

Contenido:
Número 1. Describe qué es la fe. “La puerta de la fe introduce en la
vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia,
está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la
Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la
gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender
un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo
(cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre
de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna,
fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del
Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos
creen en él (cf. Jn 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre,
Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es
Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos
envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el
misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el
Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la
espera del retorno glorioso del Señor”.
Número 2. Es necesario redescubrir el camino de la fe para
iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo
renovado del encuentro con Cristo. Muchos cristianos

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preocupados por el compromiso social consideran la fe como
algo obvio. Pero este presupuesto es muchas veces negado.
Antes, la cultura era más unitaria y en ella estaban presentes los
contenidos y los valores cristianos. Hoy no sucede así.
Número 3. Sin embargo, sigue habiendo personas que buscan. Hay
que descubrir el gusto por alimentarse con la Palabra de Dios y
con el pan de la vida. « ¿Qué tenemos que hacer para realizar las
obras de Dios?». Jesús responde: «La obra de Dios es esta: que
creáis en el que Él ha enviado» (Jn 6, 28-29).
Número 4. Con esta finalidad se convoca el Año de la fe. En el 50º
aniversario del inicio del Concilio Vaticano II y el 20º del
Catecismo de la Iglesia Católica. A la vez se ha convocado un
Sínodo sobre «La nueva evangelización para la transmisión de
la fe cristiana». Es «una buena ocasión para introducir a todo el
cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y
redescubrimiento de la fe». En 1967, Pablo VI convocó un Año
de la fe, que concluyó con la Profesión de fe del Pueblo de Dios,
«para testimoniar cómo los contenidos esenciales que desde
siglos constituyen el patrimonio de todos los creyentes tienen
necesidad de ser confirmados, comprendidos y profundizados de
manera siempre nueva, con el fin de dar un testimonio coherente
en condiciones históricas distintas a las del pasado».
Número 5. La fecha del inicio del Año de la fe puede ser una
ocasión para redescubrir la actualidad y el valor de los textos del
Concilio.
Número 6. «La renovación de la Iglesia pasa también a través del
testimonio ofrecido por la vida de los creyentes». «La Iglesia,
abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre
necesitada de purificación, y busca sin cesar la conversión y la
renovación». En esta peregrinación, se siente fortalecida con la
fuerza del Señor Resucitado. El Año de la fe es una invitación a
una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del
mundo. Gracias a la fe, la vida nueva iniciada en el bautismo
plasma toda la existencia humana en la novedad radical de la

Presentación-resumen de la Carta Apostólica «Porta Fidei»


resurrección. En la medida de su disponibilidad libre, los
pensamientos y los afectos, la mentalidad y el comportamiento
del hombre se purifican y transforman lentamente, en un proceso
que no termina de cumplirse totalmente en esta vida. La «fe que
actúa por el amor» (Ga 5, 6) se convierte en un nuevo criterio de
pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre (cf.
Rm 12, 2; Col 3, 9-10; Ef 4, 20-29; 2 Co 5, 17).
Número 7. El amor de Cristo que llena nuestros corazones nos
impulsa a evangelizar. Hoy es necesario un compromiso eclesial
más convencido en favor de una nueva evangelización para
redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo
de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes
saca fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que
nunca puede faltar. La fe, en efecto, crece cuando se vive como
experiencia de un amor que se recibe y se comunica como
experiencia de gracia y gozo. «La fe sólo crece y se fortalece
creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la
propia vida que abandonarse, en un in crescendo continuo, en las
manos de un amor que se experimenta siempre como más grande
porque tiene su origen en Dios».
Número 8. El Papa invita a todos los Obispos a unirse a él en esta
celebración. «Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para
ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al
Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un
momento de profundo cambio como el que la humanidad está
viviendo».
Número 9. Este Año debe suscitar en todo creyente la aspiración a
confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza
y esperanza. Se debe intensificar también la celebración de la fe
en la Liturgia, y el testimonio de vida de los creyentes debe
hacerse cada vez más creíble. «Redescubrir los contenidos de la
fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el
mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo
creyente debe de hacer propio, sobre todo en este Año».

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Número 10. En la fe es necesario considerar no solo los contenidos
sino el acto con el que decidimos entregarnos totalmente y con
plena libertad a Dios. Pablo enseña: «Con el corazón se cree y
con los labios se profesa» (Rom. 10,10). El corazón indica que el
primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de
la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más
íntimo. Profesar la fe indica dar también un testimonio. Creer
implica una responsabilidad social. La profesión de fe es un acto
individual y comunitario a la vez: «creo» y «creemos». Para
poder dar un asentimiento a Dios, es necesario conocer los
contenidos de la fe. Creer es aceptar libremente todo el contenido
de la fe garantizado por Dios. Muchas personas en nuestra
cultura están en búsqueda de la verdad y del sentido de su vida.
Esta búsqueda es ya un «preámbulo» de la fe.
Número 11. En el Catecismo de la Iglesia Católica todos pueden
encontrar un subsidio precioso e indispensable para conocer el
contenido de la fe. El Año de la fe puede ser una ocasión especial
para ello. El Catecismo ofrece una memoria permanente de los
diversos modos como la Iglesia ha meditado sobre la fe y
progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su
vida de fe.
Número 12. Hoy la fe está sometida a muchos interrogantes que
provienen de la nueva cultura. El Catecismo puede ser un
instrumento de apoyo a la fe, que ayude a los creyentes a dar
razón de ella. Entre la fe y la ciencia no puede haber conflicto,
porque ambas tienden a la verdad.
Número 13. El Año de la fe puede ser ocasión de volver a recorrer
la historia de nuestra fe, vivida entre la santidad y el pecado. Con
la mirada fija en Jesucristo «que inició y completa nuestra fe»,
podremos recorrer los ejemplos de fe que han marcada los dos
mil años de nuestra historia de salvación: el ejemplo de María, el
de los Apóstoles, el de los discípulos e la primera comunidad
cristiana, el de los mártires, el de los hombres y mujeres que han
dado su vida a Cristo y se han seguido en toda la humanidad.

Presentación-resumen de la Carta Apostólica «Porta Fidei»


Número 14. En el Año de la fe deberemos intensificar también el
testimonio de nuestra caridad. Son muy fuertes los vínculos
entre la fe y la caridad. La fe nos permite reconocer a Cristo y su
amor nos impulsa a socorrerlo en nuestro prójimo.
Número 15. Igual que Pablo, al final de su vida, pide a Timoteo que
«busque la fe» con la misma constancia que al principio (2Tim 2,
22), se nos pide a todos que no nos volvamos perezosos en la fe.
Hoy el mundo necesita el testimonio creíble de quienes,
iluminados por la Palabra del Señor, son capaces de abrir la
mente y el corazón de muchos al deseo de Dios y de la vida
verdadera. Hoy nos toca pasar por pruebas diversas, pero estas
son preludio de la alegría y esperanza a la que conduce la fe:
«Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2Cor 12’10).

CUESTIONARIO PARA REFLEXIONAR


1. Después de esta lectura ¿hemos podido tener más claro lo que
significa para un cristiano «creer»? ¿Podemos expresarlo con
nuestras propias palabras?

2. Tras la lectura de «Porta fidei» ¿nos quedan claros los objetivos


del Año de la fe?

3. ¿Qué se nos pide a los cristianos adultos de hoy para que


seamos capaces de «dar razón de nuestra fe» (1Pe 3,15)? ¿Qué
carencias tenemos al respecto?

4. ¿Qué compromiso –personal y de grupo- podemos hacer para


responder a los desafíos que nos plantea el Año de la fe?

NOTA METODOLÓGICA
A quienes vayan a dirigir un grupo de reflexión, se les pide
que tengan a mano el texto de “Porta fidei”, y que, según las
posibilidades y exigencias de cada momento, vayan leyendo los
textos completos de la Carta, de forma que pueda quedar claro el
pensamiento del Papa según sus propias expresiones.
Secretariado Diocesano de Catequesis

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