El Arte de Celebrar La Eucaristía

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El arte de celebrar la Eucaristía

Félix María Arocena y Alberto Portolés, Madrid 2022.

La Eucaristía es la acción litúrgica por excelencia de la Iglesia Católica,


verdadero misterio de la acción de Dios y de la Iglesia: irrumpe en el
tiempo como Su donación constante y definitiva que busca atraernos a la
vida plena del Cielo, única realidad que no caducará.

1.Reunirse
Para celebrar la santa Eucaristía, los fieles se congregan en un lugar
sagrado.

2. El espacio
Nada más recorrer el atrio, atravesar la puerta y tomar agua bendita de
la pila allí situada, la configuración misma del espacio presagia en los
fieles, allí reunidos, el Misterio en cuya celebración van a participar. Son
los signos cristianos del baptisterio, el altar, la sede, el ambón…

3. El tiempo
Junto al reunirse en un espacio sacramental, la comunidad litúrgica va a
participar en la “co-liturgia del cielo y de la historia” en un tiempo que
también es sacramental.

4. Revestirse
Al llegar a la sacristía, el sacerdote celebrante y el diácono toman sus
respectivas vestiduras litúrgicas con las cuales se revisten para celebrar
la santa liturgia.

5. Los colores
Las vestiduras litúrgicas con las que el sacerdote celebrante y el diácono
se revisten para celebrar los santos misterios, son prendas cuyo color
difiere según la peculiaridad de cada celebración: blanco, rojo, verde,
morado, rosa, negro… y también en algunas ocasiones, azul.

6. Procesionar
Al salir revestido de la sacristía, el sacerdote celebrante, junto con el
diácono y los ministros, inicia la procesión de entrada, a la que seguirán,
más tarde, dos procesiones que realizará la asamblea de los fieles.

7. La luz
Al salir de la sacristía, quienes forman la procesión litúrgica
experimentan la entrada en el esplendor de un espacio iluminado, como
trasunto de las “fiestas de la eterna luz” en la Jerusalén del cielo.

8. Cantar
Mientras el sacerdote, acompañado por el diácono y los ministros,
procesiona hacia el altar, se escucha el canto de entrada que, entonado
por el coro y la asamblea introduce los pensamientos de todos en el
misterio litúrgico de la fiesta o del día. Canto y procesión van de la mano.
9. El mantel
Al acceder al altar, el sacerdote celebrante y el diácono advertirán la
blancura del mantel de lino sobre el que apoyarán las palmas de sus
manos para venerar el altar mediante un beso.

11. Besar
Al término de la procesión de entrada, el sacerdote celebrante, junto con
el diácono, acceden al altar y lo besan con reverencia como signo de
veneración.

13. La cruz
Cuando el sacerdote recibe del diácono el turíbulo, procede a incensar el
altar, rodeándolo y tributándole el honor del incienso. E inciensa también
la cruz.

15. Las manos


Tras la invitación “oremos” y el silencio que le sigue, el sacerdote inicia
la oración colecta con las manos extendidas.

16. Proclamar
Con la oración colecta rezada por el sacerdote y el “amén” de la
asamblea, terminan los ritos iniciales y comienza la liturgia de la palabra,
cuyo momento culminante es la proclamación del santo Evangelio, que es
“verbo del Verbo, palabra de la Palabra, sabiduría de la Sabiduría”.

17. Mezclar el agua con el vino


Concluida la liturgia de la palabra, ahora, tras el rito de la presentación
de la ofrenda del pan, el diácono o, en su ausencia, el sacerdote
celebrante derrama un poco de agua sobre el vino contenido en el cáliz
ante la mirada de la asamblea.

18. Tomar el pan y tomar el cáliz


Antes de pronunciar el relato memorial de la institución de la Eucaristía,
el sacerdote celebrante toma con sus manos el pan…, y después toma
con sus manos el cáliz.

19. Partir el pan


Mientras la asamblea entona el canto del “Cordero de Dios”, el sacerdote
celebrante, con la ayuda -si procede- del diácono, parte sobre la patena
el pan eucaristizado.

20. Mostrar el pan


Concluida la fracción, el sacerdote toma el Pan partido sosteniéndolo
sobre la patena o sobre el cáliz, para mostrarlo al pueblo diciendo: “Este
es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…”.

21. Comer y beber


Tras la mostración del Cordero de Dios, el sacerdote comulga
reverentemente el Cuerpo de Cristo y luego bebe con la misma actitud la
Sangre de Cristo. A la vez, se inicia el canto de comunión que acompaña
la procesión hacia el altar de quienes, con las debidas disposiciones,
desean comulgar los santos misterios de Cristo.

22. Despedir y enviar


Los fieles que han participado del Banquete eucarístico y han alabado la
misericordia de Dios, ahora participarán en los ritos de conclusión que
finalizan cuando el diácono, dirigiéndose a ellos, les diga: “Glorificad al
Señor con vuestra vida; podéis ir en paz”.

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