5 - Lámparas de Bajo Consumo

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Recopilaciones de: Marino Szostak,

Ing. en electrónica y electricidad.

Instituto de Electrónica
Moderna
[email protected]

Lámpara
Compacta
Fluorescente

Lámpara Compacta Fluorescente con figura de espiral.


La Lámpara Compacta Fluorescente (CFL, por su sigla en inglés), también
conocida como Lámpara Ahorradora de Energía o Lámpara de Luz Fría, es un
tipo de lámpara fluorescente que puede ser usada con los zócalos o sócates
estándar para bombillas o lámparas incadescentes o con luminarias pequeñas.
En comparación con las lámparas incandescentes, las CFLs tienen una vida
nominal mayor y usan menos energía eléctrica para producir la misma
iluminación. De hecho, las lámparas CFL ayudan a ahorrar costos en facturas
de electricidad, en compensación a su alto precio dentro de las primeras 500
horas de uso.

Mercado
Presentadas mundialmente a principios de la década de los años 80, las ventas
de las lámparas CFL se han incrementado constantemente debido a las
mejoras en su funcionamiento y la reducción de sus precios. El más importante
avance en la tecnología de las lámparas fluorescentes (incluídas las CFL) ha
sido el reemplazo de los balastos magnéticos (transformadores usados para su
encendido) por los del tipo electrónico. Este reemplazo ha permitido la
eliminación del efecto de "parpadeo" y del lento encendido tradicionalmente
asociados a la iluminación fluorescente.
El mercado de lámparas CFL ha sido ayudado por la producción de lámparas
que pueden ser integradas o no. Las primeras contienen un tubo, un balasto
electrónico y un borne atornillable en un sócate; éstas permiten que las
lámparas incandescentes sean sustituídas fácilmente. Las lámparas no
integradas permiten el reemplazo del tubo y el uso prolongado del balasto; ya
que el balasto electrónico tiene mayor duración que el tubo, puede ser más
costoso y sofisticado al ofrecer la opción de graduar la intensidad de luz. El uso
de las lámparas no integradas está restringido a usuarios profesionales, tales
como los hoteles.
Las lámparas CFL son producidas para su uso con corriente alterna y con
corriente contínua. Estas últimas suelen ser usadas para la iluminación interna
de las casas rodantes y en luminarias activadas por energía solar. En paises
pobres, se suelen usar estas últimas como reemplazo de las linternas a base
de kerosen.

Consumo de energía en CFL Vs. lámparas


incandescentes
Las CFL se garantizan para una duración de 8.000 horas. Las lámparas
incandescentes típicamente duran de 500 a 2000 horas dependiendo de su
exposición a picos de voltaje y golpes mecánicos.
Típicamente, las CFL usan cerca de una cuarta parte de la potencia de las
incandescentes. Por ejemplo, una lámpara CFL de 15 W produce la misma
luminosidad que una incandescente de 60 W, es decir, que el rendimiento
luminoso de la CFL es de aproximadamente 60 lúmenes/W.
El Kilovatio-Hora es la unidad usada para medir el consumo y vender energía
eléctrica en la mayoría de los países.

COMPARATIVA INCANDESCENTE-FLUORESCENTE COMPACTA


Las lámparas incandescentes producen sustancialmente más calor que las
CFL para una determinada potencia luminosa. Durante los meses frios, las
lámparas incandescentes pueden ayudar a calentar las habitaciones y oficinas;
pero en los meses cálidos, éstas lámparas hacen que los sistemas de aire
acondicionado tengan que gastar más energía eléctrica para el enfriamiento.

Colores de luz en las lámparas CFL


Esta fotografía de diversas lámparas ilustra el efecto de las diferencias de temperatura de color.
Las lámparas de colores "Blanco cálido" o "Blanco suave" (2700 K – 3000 K)
proporcionan un color similar al de las lámparas incandescentes, algo
amarillenta, en apariencia. Las lámparas "Blanca", "Blanca Brillante" o "Blanco
Medio" (3500 K) producen una luz blanca-amarillenta, más blanca que la de
una lámpara incandescente pero aún considerada como "cálida". Las lamparas
"Blanco frio" (4100 K) emiten más de un tono blanco puro y las llamadas
"Daylight" (Luz diurna, de 5000 K a 6500 K) emiten un brillo levemente blanco
azulado.
La "K" representa la relación del color y la temperatura medida en kelvin. La
temperatura de color es una medida cuantitativa. Mientras mayor sea esta cifra,
más "fría" (azulada) es la sombra de los objetos que rodean a la lámpara. Los
nombres de color asociados con una temperatura de color particular no están
estandarizados en las CFLs modernas y en las lámparas de trifósforo como
éstas con el estilo de las antiguas lámparas fluorescentes de halofosfato.
Existen variaciones e inconsistencias entre diversos fabricantes. Por ejemplo,
las CFLs fabricadas por Sylvania tienen una temperatura de color de 3500 K,
aunque la mayoría de las lámparas que tienen la etiqueta "daylight" tienen
temperaturas de color de, al menos, 5000 K. Algunos fabricantes no incluyen
este valor en los empaques de las lámparas, pero esta situación empieza a
corregirse ahora que se espera que los criterios de la norma estadounidense
Energy Star para CFLs requieran este valor impreso, en su revisión 4.0.
Las CFLs son producidas también en otros colores menos comunes, como:
 rojo, verde, naranja, azul y rosa, principalmente para usos decorativos.

 amarilla, para iluminacion exterior, porque no atrae a los insectos.

 "Luz oscura" o "Luz negra", para efectos especiales.

Las CFLs con fosforo generador de UVA (Rayos Ultravioletas "A"), son una
fuente eficiente de luz ultravioleta de onda larga ("Luz oscura"), mucho más
que las lámparas incandescentes de "luz oscura", ya que la cantidad de luz
ultravioleta que produce el filamento de estas últimas es acorde a la radiación
del llamado cuerpo negro y la radiación ultravioleta es solo una fracción del
espectro luminoso generado.
Al ser una lámpara de descarga gaseosa, la CFL no genera todas las
frecuencias de luz visible; el índice actual de producción (renderizado) de color
es un compromiso de diseño. Con menos que un perfecto renderizado del
color, las CFLs pueden ser insatisfactorias para iluminación de interiores, pero
los diseños modernos, de alta calidad, han demostrado ser aceptables para
uso en el hogar.

Otras Tecnologías de CFL


Otro tipo de lámpara fluorescente es la fluorescente sin electrodos, conocida
como lámpara radiofluorescente o de inducción fluorescente. A diferencia de
otras lámparas fluorescentes convencionales, la iluminación se lleva a cabo
mediante inducción electromagnética. Esta inducción es efectuada mediante un
núcleo de ferrita con un embobinado de hilo de cobre que se introduce en el
bulbo de la lámpara encapsulado en una cubierta de vidrio con figura de "U"
invertida. El embobinado es energizado con corriente alterna a una frecuencia
de 2,65 o 13,6 MHz; esto ioniza el vapor de mercurio de la lámpara, excitando
el recubrimiento interno de fósforo y produciendo luz. La ventaja principal que
ofrece esta tecnología es el enorme aumento en la vida útil de la lámpara, la
cual es típicamente estimada en 60.000 horas.
Otra variante de las tecnologías existentes de CFL son los bulbos o lámparas
con un recubrimiento externo de nano-partículas de dióxido de titanio. Esta
sustancia es un fotocatalizador que se ioniza cuando es expuesto a las
radiaciones Ultra Violeta producidas por la CFL, siendo capaz de convertir
oxígeno en ozono y agua en radicales hidroxilos, lo que neutraliza los olores y
elimina bacterias, virus y esporas de moho.
La lámpara de Luz Fluorescente de Cátodo Frio (CCFL, por su sigla en inglés) es una
de las formas más nuevas de CFL. Las lámparas CCFL usan electrodos sin filamentos.
El voltaje que atraviesa a estas lámparas es casi 5 veces superior al de las lámparas CFL
y la corriente entre sus terminales es de alrededor de 10 veces menor. Las lámparas
CCFL tienen un diámetro de casi 3 milímetros y son usadas en la retroiluminación de
los monitores delgados. Su tiempo de vida útil es de aproximadamente 50.000 horas y
su rendimiento luminoso es igual a la mitad de las lámparas CFL.

PARTES DE UNA LÁMPARA CFL


Tubos fluorescentes, rectos

Posición de los filamentos de encendido

Balasto electrónico

Base. (El balasto electrónico va colocado dentro)

Casquillo con rosca

Tubo fluorescente
Se componen de un tubo de unos 6 mm de diámetro aproximadamente,
doblados en forma de “U” invertida, cuya longitud depende de la potencia
en watt que tenga la lámpara. En todas las lámparas CFL existen siempre
dos filamentos de tungsteno o wolframio (W) alojados en los extremos libres
del tubo con el propósito de calentar los gases inertes, como el neón (Ne),
el kriptón (Kr) o el argón (Ar), que se encuentran alojados en su interior.
Junto con los gases inertes, el tubo también contiene vapor de mercurio
(Hg). Las paredes del tubo se encuentran recubiertas por dentro con una
fina capa de fósforo.

Balasto electrónico
Las lámparas CFL son de encendido rápido, por tanto no requieren
cebador (encendedor, starter) para encender el filamento, sino que
emplean un balasto electrónico en miniatura, encerrado en la base
que separa la rosca del tubo de la lámpara. Ese balasto suministra
la tensión o voltaje necesario para encender el tubo de la lámpara y
regular, posteriormente, la intensidad de corriente que circula por
dentro del propio tubo después de encendido.

El balasto electrónico se compone, fundamentalmente, de un


circuito rectificador diodo de onda completa y un oscilador,
encargado de elevar la frecuencia de la corriente de trabajo de la
lámpara entre 20 000 y 60 000 hertz aproximadamente, en lugar de
los 50 ó 60 hertz con los que operan los balastos electromagnéticos
e híbridos que emplean los tubos rectos y circulares de las
lámparas fluorescentes comunes antiguas.

Elementos que componen el balasto


electrónico.

Base
La base de la lámpara ahorradora CFL se compone de un receptáculo de material
plástico, en cuyo interior hueco se aloja el balasto electrónico. Unido a la base se
encuentra un casquillo con rosca normal E-27 (conocida también como rosca Edison), la
misma que utilizan la mayoría de las bombillas o lámparas incandescentes. Se pueden
encontrar también lámparas CFL con rosca E-14 de menor diámetro (conocida como
rosca candelabro). No obstante, existen variantes con otros tipos de conectores, de
presión o bayoneta, en lugar de casquillos con rosca, que funcionan con un balasto
electrónico externo, que no forma parte del cuerpo la lámpara.

ASÍ FUNCIONA LA LÁMPARA CFL


El funcionamiento de una lámpara fluorescente ahorradora de energía CFL es el
mismo que el de un tubo fluorescente común, excepto que es mucho más pequeña y
manuable.

Cuando enroscamos la lámpara CFL en un portalámpara


(igual al que utilizan la mayoría de las lámparas
incandescentes) y accionamos el interruptor de encendido, la
corriente eléctrica alterna fluye hacia el balasto electrónico,
donde un rectificador diodo de onda completa se encarga de
convertirla en corriente directa y mejorar, a su vez, el factor de
potencia de la lámpara. A continuación un circuito oscilador,
compuesto fundamentalmente por un circuito transistorizado en
función de amplificador de corriente, un enrollado o
transformador (reactancia inductiva) y un capacitor o
condensador (reactancia capacitiva), se encarga de originar
una corriente alterna con una frecuencia, que llega a alcanzar
entre 20 mil y 60 mil ciclos o hertz por segundo.

La función de esa frecuencia tan elevada es disminuir el


parpadeo que provoca el arco eléctrico que se crea dentro de
las lámparas fluorescentes cuando se encuentran encendidas.
De esa forma se anula el efecto estroboscópico que
normalmente se crea en las antiguas lámparas fluorescentes
de tubo recto que funcionan con balastos electromagnéticos
(no electrónicos). En las lámparas fluorescentes antiguas el
arco que se origina posee una frecuencia de sólo 50 ó 60
hertz, la misma que le proporciona la red eléctrica doméstica a
la que están conectadas.

Para el alumbrado general el efecto estroboscópico es prácticamente


imperceptible, pero en una industria donde existe maquinaria funcionando,
impulsadas por motores eléctricos, puede resultar peligroso debido a que la
frecuencia del parpadeo de la lámpara fluorescente se puede sincronizar con la
velocidad de giro de las partes móviles de las máquinas, creando la ilusión
óptica de que no están funcionando, cuando en realidad se están moviendo.

En las lámparas CFL no se manifiesta ese fenómeno, pues al ser mucho más
alta la frecuencia del parpadeo del arco eléctrico en comparación con la
velocidad de giro de los motores, nunca llegan a sincronizarse ni a crear efecto
estroboscópico.

Desde el mismo momento en que los filamentos de una lámpara CFL se


encienden, el calor que producen ionizan el gas inerte que contiene el tubo en
su interior, creando un puente de plasma entre los dos filamentos. A través de
ese puente se origina un flujo de electrones, que proporcionan las condiciones
necesarias para que el balasto electrónico genere una chispa y se encienda un
arco eléctrico entre los dos filamentos. En este punto del proceso los filamentos
se apagan y se convierten en dos electrodos, cuya misión será la de mantener
el arco eléctrico durante todo el tiempo que permanezca encendida la lámpara.
El arco eléctrico no es precisamente el que produce directamente la luz en
estas lámparas, pero su existencia es fundamental para que se produzca ese
fenómeno.

A partir de que los filamentos de la lámpara se apagan, la única misión del arco
eléctrico será continuar y mantener el proceso de ionización del gas inerte. De
esa forma los iones desprendidos del gas inerte al chocar contra los átomos del
vapor de mercurio contenido también dentro de tubo, provocan que los
electrones del mercurio se exciten y comiencen a emitir fotones de luz
ultravioleta. Dichos fotones, cuya luz no es visible para el ojo humano, al salir
despedidos chocan contra las paredes de cristal del tubo recubierto con la capa
fluorescente. Este choque de fotones ultravioletas contra la capa fluorescente
provoca que los átomos de fluor se exciten también y emitan fotones de luz
blanca, que sí son visibles para el ojo humano, haciendo que la lámpara se
encienda.

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