Populismo Moda o Proyecto
Populismo Moda o Proyecto
Populismo Moda o Proyecto
En dos de sus obras ha sido Laclau quien más enérgicamente ha intentado revertir
la carga negativa del concepto de populismo para constituirlo como un fenómeno
de democracia radical respecto a un modelo liberal dominante. El primer paso
en esta dirección Laclau (1978) deslinda al populismo de cualquier referente de
clase o vinculación socioeconómica para constituirse al mismo como un discurso
cuya característica fundamental es la interpelación popular-democrática como un
conjunto sintético y antagónico a la ideología dominante. De esta forma, Laclau
se concentra en las características discursivas del populismo escindidas de su
manifestación ideológica o de cualquier componente estructural de clase. Este
texto indica el camino hacia su libro La razón populista, publicado en el 2005, es
decir en pleno apogeo del régimen de Hugo Chávez, el ascenso del Movimiento
al Socialismo (MAS) y Evo Morales en Bolivia, los primeros años del kirchnerismo
en Argentina, y poco después, también en el 2006, la elección de Rafael Correa
en Ecuador. Como lo indica explícitamente Laclau (2005b: 10, 15, 31-35), su
objetivo es transformar el significado peyorativo del populismo al demostrar los
prejuicios que guían al analista político. Una intencionalidad ya indicada en el
título del libro en el que vincula el populismo con la razón, rompiendo con la
idea de que el populismo es un fenómeno irracional, emocional y carismático de
identificación del pueblo con un líder.
En este libro Laclau se concentra en los aspectos formales del populismo y lo articula
como un “significante vacío” (en términos de contenidos o significado político-
ideológicos) cuya característica fundamental y formal es la interpelación del pueblo.
El segundo aspecto destacado por Laclau (2005a:110) es la “frontera antagónica”
estructurada en “dos campos incompatibles”. Así, Laclau busca comprender la lógica
En este contexto una referencia fundamental, aunque poco conocida en los círculos
académicos latinoamericanos es el artículo de Arato (2013), “Political Theology
and Populism,” publicado en Social Research. Este artículo es central como respuesta
teórica y crítica a La razón populista de Ernesto Laclau y a su vez para comprender
muchas de las contradicciones que encierra el populismo e interpretar su crisis y
descenso actualmente en América Latina. El sociólogo político Andrew Arato –quien
de hecho debatió en varias ocasiones con Laclau personalmente en la New School
for Social Research, en Nueva York—plantea que Laclau introduce una estructura
teológica al concepto de populismo. Arato sugiere que Laclau está “secretamente”
influenciado por la concepción política de Schmitt. La frontera de antagonismo
que Laclau introduce como una característica formal del populismo, según Arato,
no es otra cosa que la concepción de la política como amigo/enemigo de Schmitt,
con todos los problemas que conlleva. Pero la crítica fundamental de Arato apunta
a que el pueblo en el texto de Laclau es apartado de su significación empírica
sociológica concreta. Siguiendo a la doctrina de los dos cuerpos del rey y del pueblo
a través de Claude Lefort (1988) —quien a su vez se basa en el formidable libro
The King´s Two Bodies de Kantorowicz (1997)— Arato (2013) observa que Laclau
identifica el pueblo con su significación simbólica, de unidad y totalidad. Es decir,
el pueblo no es un sujeto sociológico plural y diverso, sino un sujeto político y
simbólico, y como tal un pueblo absoluto, puro, verdadero, y homogéneo. De esta
manera, Laclau re-introduce el problema de lo teológico- político señalado por
Lefort. El populismo se fundamenta en una concepción absolutista de la soberanía
popular y por ende en una justificación de las manifestaciones autoritarias en las
que un movimiento, una asamblea o un líder puedan incurrir en el nombre de
ese pueblo. Por lo tanto, el “significante vacío” de Laclau no tiene absolutamente
nada que ver con el “espacio vacío” de la soberanía propuesto por Lefort y sus
discípulos, entre ellos Pierre Rosanvallon. El vacío del poder político, para Laclau
debe ser llenado precisamente por el pueblo y el programa teológico-populista.
El vacío es solo ideológico, un significante, una forma, el cual ayuda a Laclau a
justificar la inconsistencia y contradicciones ideológicas del populismo. Se produce
una “mitologización” del pueblo, sumada a la del líder con la que se identifica a ese
Sin embargo, fue Weffort (1973) quien dio en la clave de la explicación del
populismo al interpretarlo como la expresión de un período de crisis: de la
oligarquía, del liberalismo y de la democratización restringida en América
Latina, en regiones alcanzadas por la industrialización y la urbanización. Esta
línea explicativa es continuada por Vilas (1995), quien plantea una “crisis de
hegemonía”: “el populismo puede ser visto como un movimiento de masas que
aparece en el centro de las rupturas estructurales que acompañan a la crisis del
sistema capitalista mundial y las crisis de las oligarquías latinoamericanas” (Vilas,
1995: 42). Pero, junto con la crisis socioeconómica, también cabe subrayar que se
trata de una crisis política en tanto se produce también a partir de una crisis de la
legitimación y la representación política. Esta lectura la ofrece más recientemente
Jean Prud’homme (2001), cuando se pregunta por las condiciones que “hacen que
los artificios del populismo encuentren un terreno fértil en sectores mayoritarios
del electorado” (Prud’homme, 2001:56). En su interpretación, las expresiones de
tipo populista “Tienden a estar bien ancladas en la historia de la representación
política de las sociedades en las cuales se manifiestan” (Prud’homme, 2001).