Lectura de Fuentes S 15
Lectura de Fuentes S 15
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A continuación, realiza una revisión de los acontecimientos más significativos de 1933 a 1938 (ANEXO 1)
y luego responde:
Reacción internacional ante la agresión alemana (1933 – 1938) e italiana (1935 – 1936): Causas.
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“Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y
Ayacucho del Perú”
12/02 Hitler convoca al canciller austríaco, Kurt Schuschnigg a Berchtesgaden.
12/03 Los alemanes entran en Viena.
13/03 Alemania y Austria se unen como una sola nación en el (Anschluss).
24/04 En Karlsbad, los alemanes de los Sudetes (Checoslovaquia), exponen sus reivindicaciones en un congreso.
03/05 Visita de Hitler a Roma.
15/09 Entrevista Hitler-Chamberlain en Berchtesgaden.
22/09 Nueva entrevista Hitler-Chamberlain en Bad Godesberg.
26/09 Ultimátum alemán a Checoslovaquia.
29/09 Conferencia de Múnich entre Hitler (Alemania), Chamberlain (Reino Unido), Daladier (Francia) y
Mussolini (Italia).
30/09 Firma del “Pacto de Múnich”, por los cuales Checoslovaquia debe ceder a Alemania la región de los Sudetes,
de mayoría germana (Crisis de los Sudetes).
21/10 Orden secreta de Hitler de liquidar el resto de Checoslovaquia.
09/11 Se suscita la “Noche de los cristales rotos”, donde se atacó y arrestó a ciudadanos judíos, así como a sus
propiedades.
19/11 Francia reconoce la anexión italiana de Abisinia.
Consultado el 09 de julio, 2023. https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/world-war-ii-key-dates
A partir de 1933 se apreciaron dos tendencias contrapuestas en la política exterior de las potencias europeas.
Mientras que las democracias se acomodaban en una postura vacilante que buscaba, por todos los medios y
a cualquier costo, garantizar la paz y la calma; las potencias fascistas, Alemania de Hitler e Italia de Mussolini,
iniciaban una política claramente agresiva y expansionista.
Fuente A: Extracto del libro “Guía Ilustrada de la Historia Moderna”, escrito en el año 2017 por
el inglés Norman Lowe quien es escritor, conferencista y profesor de historia.
Si bien todos los estados miembros de la Liga de las Naciones empezaron a reducir sus armamentos
cuando aceptaron el clausulado, sólo Alemania había tomado medidas tendientes al desarme, como
frecuentemente señalaba Stresemann [Gustav Stresemann fue un político alemán, ocupó cargo de
canciller en 1923]. De hecho, el resto parecía haber incrementado su gasto en armas; entre 1925 y 1933,
el gasto mundial en armas se incrementó de 3 500 millones de dólares a cerca de 5 000 millones. La
Conferencia de Desarme Mundial se celebró en Ginebra para definir una fórmula de reducción de
armamentos, pero si durante la luna de miel de Locarno no se había avanzado al respecto, eran pocas
las probabilidades en un ambiente tan inquieto como el de la década de 1930. Los británicos dijeron que
necesitaban más armamento para proteger su imperio. Los franceses, alarmados por el rápido
incremento del apoyo para los nazis en Alemania, se negaron al desarme y a permitir la igualdad de
Alemania al respecto. Hitler, sabiendo que Gran Bretaña e Italia simpatizaban con Alemania, se retiró de la
Conferencia (octubre de 1933), que a partir de ese momento fue condenada al fracaso. Una semana después,
Alemania se retiró también de la Liga (p.98).
Fuente B: Extraído del libro “Política exterior Nazi 1933 – 1941: El camino hacia la guerra global”
escrito en el año 2004 por el historiador alemán Christian Leitz. Especializado en
temas relacionados con el Tercer Reich.
El objetivo de Hitler de rearmar Alemania continuó sin encontrar oposición. Durante las conversaciones
anglo-francesas en Londres a principios de febrero (1935), el rearme de Alemania había recibido la bendición
de las dos potencias occidentales europeas a pesar de que todavía esperaban convencer a Alemania de que
se uniese a un pacto multilateral al estilo del de Locarno que garantizase las fronteras de los vecinos de
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“Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y
Ayacucho del Perú”
Alemania en Europa Oriental. La respuesta de Hitler a estos planteamientos conciliadores llegó rápidamente.
Eliminó una de las principales limitaciones del Tratado de Versalles y, el 16 de marzo de 1935, aumentó a
300.000 el número de tropas del ejército alemán. Esta vez, sin embargo, Francia, Gran Bretaña e Italia
parecieron estar dispuestas a reaccionar con mayor firmeza ante el preocupante aumento de la fuerza
alemana. Se llevó a cabo un intento en Stresa [ciudad italiana-Frente de Stresa alude al acuerdo alcanzado
en abril de 1935 por Reino Unido, Francia e Italia reafirmando el espíritu de Locarno, la independencia de
Austria, y frente a cualquier intento alemán de revisar el Tratado de Versalles] (conferencia de los países
europeos), en abril, de establecer un frente común contra de los crecientes intentos alemanes de revisión
[de los acuerdos de posguerra]. No obstante, la reacción de los tres antiguos aliados siguió siendo endeble
[débil]. Para satisfacción del régimen nazi, el frente común contra Alemania duró poco y tuvo un impacto
limitado. En el mes de junio, Gran Bretaña rompió con Stresa cuando aceptó un acuerdo naval bilateral con
Alemania. (1935)
Fuente C: Extraído del libro “El efecto Hitler: Una breve historia de la Segunda Guerra Mundial”
escrito en el año 2015 por el historiador español Juan Pablo Fusi quien ha centrado sus
investigaciones en la historia de España contemporánea y, especialmente, sobre los
nacionalismos.
La política exterior de la Italia fascista, la Italia de Mussolini, terminó por su parte por romper el
equilibrio internacional […] Italia preparó la ocupación de Abisinia (Etiopía) desde 1932. Un choque
entre tropas etíopes e italianas en el oasis de Walwal, ocurrido el 5 de diciembre de 1934, le dio el
pretexto. Un formidable ejército italiano de unos trescientos mil hombres, con aviones, carros de
combate y armas químicas, invadió Abisinia, sin declarar la guerra. El 3 de octubre de 1935: las tropas
italianas entraron en Adís Abeba, la capital del país (que en adelante quedó incorporada a la llamada
«África Oriental Italiana»), el 5 de mayo de 1936. Más aún que Manchuria, Abisinia puso de manifiesto
la total incapacidad del sistema internacional para prevenir y castigar la guerra. La Sociedad de
Naciones, reunida en asamblea el 7 de octubre de 1935, acordó declarar a Italia agresor e imponer
sanciones económicas contra ella. Tardó, sin embargo, más de un mes en hacer efectivo el embargo, que
excluyó además productos esenciales como el petróleo, el acero y el carbón; Alemania y Austria
ignoraron el acuerdo; Italia siguió abasteciendo a sus tropas desde sus colonias en Eritrea y Somalia;
Gran Bretaña no cerró el canal de Suez al tráfico italiano. La comunidad internacional no supo reaccionar
con firmeza ante lo que estaba ocurriendo. (pp.21-22)
Fuente D: Extraído del libro “El Nazismo (1918-1945)” escrito en el año 1967 por el historiador
Michael J. Thornton quien ha centrado sus investigaciones sobre el Nazismo.
Después de violar el tratado de 1919 […] el próximo paso lógico de Hitler fue remilitarizar la Renania el
7 de marzo de 1936. El pretexto se lo ofreció el Pacto Franco-Soviético de mayo de 1935, que, al decir
de Hitler, introducía «un elemento de inseguridad legal» en Locarno. La oportunidad surgiría con el
ataque de Mussolini a Abisinia. El frente de Stresa, creado cuando los gobiernos italianos, francés y
británico formalizaron una declaración en Stresa, en abril de 1935, condenando el rearme alemán, y
afirmando y confirmando su lealtad a Locarno, estaba en entredicho. A mediados de febrero, Hitler había
decidido recuperar la Renania, con el pretexto de la ratificación del Pacto Franco-Soviético cuando ésta
tuviera lugar. Para Hitler, fue ésta una seria decisión. Las conversaciones en enero entre el Duce y Hassell
[diplomático alemán], indicaron que Italia buscaba un acercamiento con Alemania, así como el colapso
de la cooperación anglo- italiana. No obstante, Hitler temía que Italia pudiera ayudar a Francia, a cambio
de la renuncia de ésta a adoptar sanciones contra Italia por la cuestión de Abisinia y, hasta el 3 de marzo,
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“Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y
Ayacucho del Perú”
en que Hassell obtuvo confirmación escrita, no estuvo seguro de que Mussolini no se le opondría. La
actitud británica preocupó a Hitler hasta el final. De hecho, el gobierno británico puso en claro a Francia
que no actuaría. La actitud francesa, por su parte, nunca fue puesta en duda. Francia conocía bien las
intenciones de Hitler, pero éste no ignoraba que no actuaría sola. Así, la entrada de unas pocas tropas
en las tierras del Rhin el 7 de marzo, tuvo más importancia de la que Hitler podía suponer. El éxito,
favorablemente, alteró su posición, y se había cubierto la última etapa del restablecimiento de la
independencia militar alemana. Ninguna actividad interior podría ya provocar la intervención de
Francia; de ahí la aceleración del rearme. (pp. 114-115)
Figura 1:
La expansión alemana antes de 1939
Disponible en https://www.radiosefarad.com/la-expansion-alemana-antes-de-1939-sarre-renania-
austria-sudetes/
Fuente E: Extracto del libro “La Alemania Nazi (1933-1945)” escrito en el año 2011 por el
historiador Álvaro Lozano quien es autor de números libros sobre historia
contemporánea, relacionadas a la Segunda Guerra Mundial: antecedentes, causas y
consecuencias.
La amistad germano italiana hizo posible un arreglo de la cuestión austriaca. En Francia y Gran Bretaña,
la unión entre los dos pueblos de habla alemana no se percibía como un motivo para lanzarse a una
guerra. […] El 13 de marzo, el canciller Seyss-Inquart declaraba oficialmente el Anschluss de Austria con
el Reich alemán. Era el fin de la existencia de la República de Austria. En Alemania la noticia fue recibida,
en un primer momento, con el temor a que se declarase una guerra europea. Este sentimiento se tornó,
posteriormente, en un gran entusiasmo nacionalista a medida que quedaba patente la pasividad de las
grandes potencias. La popularidad de Hitler alcanzó niveles sin precedentes. […] El Anschluss
representó un enorme éxito de política exterior para Hitler que tuvo importantes consecuencias.
Demostró que Francia y Gran Bretaña no tenían verdadera voluntad de enfrentarse a Hitler mientras
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“Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y
Ayacucho del Perú”
que Mussolini estaba dispuesto a ceder su Estado en el Norte para acercarse más a Alemania. La opinión
pública internacional se mostró indiferente a la nueva situación austriaca. Francia se encontraba sin
gobierno en el momento de la ocupación y Chamberlain tan sólo emitió una educada protesta (tan sólo
la Unión Soviética, México, Chile y China protestaron la anexión). (pp. 124-125)
Fuente F: Extraído del libro “Historia del siglo XX” escrita en el año 1998 por el historiador
británico Eric Hobsbawm, por su línea de investigación es considerado un «pensador
clave de la historia del siglo XX»
Pero hubo otro factor que transformó la política nacional en un conflicto internacional: la debilidad cada
vez más espectacular de las democracias liberales (que resultaban ser los estados vencedores de la
primera guerra mundial), y su incapacidad o su falta de voluntad para actuar, unilateralmente o de forma
concertada, para resistir el avance de sus enemigos. Como hemos visto, fue esa crisis del liberalismo la
que fortaleció los argumentos y las fuerzas del fascismo y del sistema de gobierno autoritario. El acuerdo
de Munich de 1938 ilustraba a la perfección esa combinación de agresión decidida, por un lado, y de
temor y concesión por el otro, razón por la que durante generaciones la palabra «Munich» fue sinónimo,
en el lenguaje político occidental, de retirada cobarde. La vergüenza de Munich, que sintieron muy
pronto incluso quienes firmaron el acuerdo, no estriba sólo en que permitió a Hitler un triunfo a bajo
precio, sino en el patente temor a la guerra que lo precedió e incluso en el sentimiento de alivio, aún más
patente, por haberla evitado a cualquier precio. «Bande de cons», se dice que afirmó con desprecio el
primer ministro francés Daladier cuando, a su regreso a París tras haber firmado la sentencia de muerte
de un aliado de Francia, no fue recibido con protestas, como esperaba, sino con vítores jubilosos. La
popularidad de la URSS y la resistencia a criticar lo que allí ocurría se explica principalmente por su
actitud de enérgica oposición a la Alemania nazi, tan diferente de la postura vacilante de Occidente.
(p.75)
Ahora, aplicando la técnica de lectura comprensiva, lee y analiza las siguientes fuentes referidas a la
reacción de Francia y Gran Bretaña como consecuencia de la invasión alemana a Polonia (1939):
Seguidamente, aplicando la técnica de lectura comprensiva, analiza las siguientes fuentes referidas a
las reacciones de ambos países:
Fuente I: Propuesta redactada por Jean Monnet (consejero político y económico francés) con la
colaboración de consejeros británicos, como John Maynard Keynes, 16 de junio de
1940.
En este momento sumamente fatal de la historia del mundo moderno, los Gobiernos del Reino Unido y
de la República francesa hacen esta declaración de unión indisoluble e inflexible resolución en la defensa
común de la justicia y la libertad contra el sometimiento a un sistema que reduce la humanidad a una
vida de robots y esclavos. Los dos Gobiernos declaran que Francia y Gran Bretaña no serán en adelante
ya dos naciones, sino una Unión franco-británica. La constitución de la Unión instituirá organismos
comunes para la defensa, la política exterior, la hacienda y la economía. Todo ciudadano francés gozará
inmediatamente de la ciudadanía británica; todo súbdito británico se convertirá en ciudadano francés.
Los dos países compartirán la responsabilidad de la reparación de los daños de la guerra, dondequiera
que se produzcan en sus territorios, y los recursos de ambos, puestos en común, se aplicarán por igual
a este fin…La Unión hace un llamamiento a los Estados Unidos para que fortalezcan los recursos
económicos de los Aliados y presten su poderosa ayuda material a la causa común.
Fuente J: Extracto del discurso del General francés Charles de Gaulle. Londres, 18 de junio de
1940.
Los líderes que desde hace muchos años están a la cabeza de los ejércitos franceses, han formado un
gobierno. Este gobierno alegando la derrota de nuestros ejércitos, se ha puesto en contacto con el
enemigo para el cese de las hostilidades. Es cierto que hemos sido y seguimos estando sumergidos por
la fuerza mecánica terrestre y aérea al enemigo.... ¿Es definitiva la derrota? ¡No! ... ¡Porque Francia no
está sola! ¡No está sola! ¡No está sola!, tiene un vasto imperio tras ella. Puede formar un bloque con el
Imperio británico que domina los mares y continúa la lucha. Puede, como Inglaterra, utilizar
ilimitadamente la inmensa industria de Estados Unidos…Yo, general De Gaulle, actualmente en Londres,
invito a los oficiales y soldados franceses que se encuentren o pasen a encontrarse en territorio
británico, con sus armas o sin ellas, invito a los ingenieros y a los obreros especialistas de las industrias
de armamento que se encuentren o pasen a encontrarse en territorio británico, a ponerse en contacto
conmigo. Ocurra lo que ocurra, la llama de la resistencia francesa no debe apagarse y no se apagará.
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“Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y
Ayacucho del Perú”
Fuente K: Extracto del libro “La otra historia de la segunda Guerra Mundial” del historiador
británico Donny Gluckstein, quien es autor de numerosos libros y artículos referidos a
historia europea del S. XX.
Hasta 1939, Gran Bretaña percibió el comunismo como una amenaza más importante a su poder que el
nazismo. De modo que rechazó las súplicas de Stalin para formar una alianza antinazi, y de manera
continuada apaciguó a Alemania. Miró para otro lado mientras Hitler desafiaba todas las convenciones
del Tratado de Versalles a partir de 1935. Primero Gran Bretaña firmó un acuerdo que aprobó una
ampliación de la marina alemana; luego accedió cuando, desobedeciendo las restricciones, el tamaño de
la Whermacht se quintuplicó y se fundó la fuerza aérea prohibida, la Luftwaffe; y apenas gruñó cuando
Alemania se anexionó Austria. En 1939, el primer ministro británico, Neville Chamberlain, exigió
simultáneamente a Checoslovaquia que cediera territorio a Alemania y declaró la «paz para nuestra
época» con el Führer. Gran Bretaña se vio obligada a actuar, pese a sus renuencias, cuando la invasión
de Polonia demostró que el apetito nazi por la expansión era insaciable. La pragmática amistad con
Rusia sólo comenzó cuando Hitler invadió la URSS y proporcionó a ambos países un enemigo común.
Por su parte, hacia 1939 Stalin había decidido que Gran Bretaña y Francia estaban demasiado
predispuestas al apaciguamiento como para ayudarle a oponerse al Lebensraum nazi (un imperio
alemán ocupando suelo ruso). De modo que ese mismo año firmó un notable tratado de paz con Hitler
que, según expresó en el 18.º Congreso del Partido Comunista, en un conflicto futuro «permitiría a las
partes beligerantes hundirse profundamente en el lodazal de la guerra (...) permitiendo que se agotaran
y debilitan mutuamente; y entonces, cuando fueran suficientemente débiles, aparecer en escena con
fuerzas renovadas...» (p.16)
Figura 2: Figura 3:
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“Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y
Ayacucho del Perú”
Disponible en Disponible en
https://www.alamy.es/imagenes/comandant https://www.bancaero.it/luftwaffe-die-
e-de-la-wehrmacht.html?sortBy=relevant deutsche-luftwaffe-1914-1941.html
Debemos recordar que estamos en las fases preliminares de una de las grandes batallas de la historia,
que nosotros estamos actuando en muchos puntos de Noruega y Holanda, que estamos preparados en
el Mediterráneo, que la batalla aérea es continua y que muchos preparativos tienen que hacerse aquí y
en el exterior…Yo diría a la Cámara, como dije a todos los que se han incorporado a este Gobierno: «No
tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Tenemos ante nosotros muchos,
muchos, largos meses de combate y sufrimiento. Me preguntáis: ¿Cuál es nuestra política? Os lo diré:
Hacer la guerra por mar, por tierra y por aire, con toda nuestra potencia y con toda la fuerza que Dios
nos pueda dar; hacer la guerra contra una tiranía monstruosa, nunca superada en el oscuro y lamentable
catálogo de crímenes humanos. Esta es nuestra política. Me preguntáis; ¿Cuál es nuestra aspiración?
Puedo responder con una palabra: Victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar de todo el terror;
victoria por largo y duro que pueda ser su camino; porque, sin victoria, no hay supervivencia. Tened
esto, por cierto; no habrá supervivencia para todo aquello que el Imperio Británico ha defendido, no
habrá supervivencia para el estímulo y el impulso de todas las generaciones, para que la humanidad
avance hacia su objetivo. En este tiempo me siento autorizado para reclamar la ayuda de todas las
personas y decir: «Venid, pues, y vayamos juntos adelante con nuestras fuerzas unidas.
Fuente LL: Extracto del artículo “El impacto del totalitarismo en el siglo XX” del investigador
uruguayo Pablo Brum, de la Universidad ORT de Uruguay, febrero de 2011.
Un mayor estrechamiento de relaciones entre Francia y el Reino Unido dio lugar a diversas iniciativas.
El gobierno y el Estado Mayor franceses querían que el frente occidental no fuese el principal y único
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“Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y
Ayacucho del Perú”
foco de posible guerra y alentaron la formación de un bloque balcánico. De esta manera, el balance
numérico de fuerzas quedaría a favor de los aliados, y Alemania no tendría fácil el camino hacia el sur.
Pero aquí surgió el problema: ¿Qué iba a hacer Italia? Los británicos vieron con claridad que tenían
que evitar que Roma se agarrase a un pretexto para el abandono de su neutralidad. Por otra parte, tenían
que hacer frente al grave inconveniente de las limitaciones de los recursos para apoyar a estos países.
El gobierno francés incluso consideraba necesaria la presencia de una fuerza aliada en Salónica o
Estambul, que serviría como un cemento de unión entre los Estados balcánicos, los cuales, a su vez, no
querían provocar ni a Alemania ni a la Unión Soviética. Los británicos se encargaron de poner numerosas
y atinadas objeciones a estos planes en los consejos supremos de guerra. La actividad diplomática fue
intensa, llegándose a la firma de un tratado anglo-franco-turco el 19 de octubre. Sobre todo, había que
contar con la neutralidad de Italia, favorecida con concesiones y acuerdos económicos. De hecho, el
cambio de política italiana no se producirá sino después de la entrevista entre Hitler y Mussolini el 18
de marzo de 1940. En política exterior, el fascismo planteó una visión imperial que evocaba a la Roma
antigua. Aun teniendo una alianza formal con Alemania desde 1939, el régimen italiano no le declaró la
guerra al Reino Unido y Francia hasta 1940, pasadas ya las principales batallas de la guerra en ese frente.