Nicolas Malebranche, Méditations (Español)
Nicolas Malebranche, Méditations (Español)
Nicolas Malebranche, Méditations (Español)
.V:tLEBRANCHE
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II.
86 MIDI TAZI02i9 C ORÉTIflttli ES.
¡! Geti. 2, 5, G.
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Ûrf/. 3, Y. 13.
uuri'i1M1 iiïiui'rx'i'io1. 97
3 /tej/. 10.
NUEVA IIEDITATIÓN
De la puissance de Dieu. fjuc la création est possible : deu x causes
de l'crreui- de ce rtains }iliilosoplies sur ce sujet : la prcniic'rt-,
9u'on n'a pas d'idüe claire de puissance ; la seconde, que l'é tei-
dueintelligilile est ûtei'iielle et infi nie, mais que l'étendue maté-
rielle est crcte. ïjue lt-s espi-its ne sont pas dos inodifical ions
particulit-rcs de la rai son univei-se Ht*; que ri'a)'unt point d'itlüi-
claire de notre à me, nous ue Jeou tt-1aii-cir les difflctiltüs '@
si, e tarif capa ble d' agir en a.ia..wm.> par faitement l'tout
ce qui se passe
, a - 'i o.- y en los que te rodean. G'is
. a '> *as .ait peur connaitre les cor{'s. No
van a actuar en ti. Usted debe
-c. les' preuves courtes du sentiment les
.-a : -'. gato como ec tuyo, para que sin ûtrc dis-
i. aws elllploycr tu razón y t:i luz al ac*:_ ü e tu
s'rai bien.
• '. F- - : eterno ri tc ! q u é orden, qué sabiduría,
¿'i< _v ñ: t 'i ilans la coti'ltiite dc mon Dit-u l 9ue les
WAX kME ÆË01T TÜ?.
"¡Pero qué insensatos son los hombres que los
escuchan para aprender sobre el bien de la mente! Pero
qué insensatos son los hombres que los escuchan para
aprender sobre el bien del espíritu 1 Toman todo al
revés, invierten el orden de todas las cosas. Consultan
sus sentidos y sus pasiones en la búsqueda del
verdadero bien. Obligan a los
Introducen la enemistad a pesar de las salvaguardias
que la naturaleza ha establecido, y entonces se
convierten en las víctimas de la
dCinncnt muerte lo su cor{'s por d0' I* ' ORSdéguisés. Y a
la hora de elegir los verdaderos bienes, ima-
Escuchan a sus pasiones en vez de callarlas. Escuchan a sus
pasiones en lugar de callarlas, y así dan muerte a sus
almas, despreciando el consejo, el remordimiento, en
una palabra, los esfuerzos de la razón.
20. 0 nión Dios, sólo tú eres la verdadera causa de la
placeres que e x p e r i m e n t a m o s en el uso de los
bienes del cuerpo; ¡cuán i* rtante es esta verdad! ¡Qué
estupidez es considerar los objetos sensibles como
verdaderos placeres!
¡buena! ()¡Que i n g r a t i t u d olvidarte, sabiendo que
eres la única causa de nuestros placeres! ¡Qué temeridad
forzar tu bola para hacernos felices aunque te ofendamos!
Volup- tous, qué creéis que hacéis en vuestros
libertinajes:* Escuchad y hablad. Estáis obligando a Dios,
en consecuencia con las leyes que ha establecido, a
haceros bien en el tiempo en q u e le ofendéis. Obligáis a
aquel que sólo quiere el orden a recompensar el desorden
en el tiempo presente. Hacéis que Dios sirva a sus
iniquidades. ()uel ceguera l ¡Qué injusticia! ¡Qué
brutalidad! 1 0 Dios, ¡qué paciente eres ahora! ¡Pero un día
tu venganza será terrible!
t30 ÆÉDIV*T10NS CHRÉTIENNES.
siempre va acompañada de alguna dulzura interior que
les consuela y les hace sentirse mejor.
soportes.
14. Así pues, estas diferentes clases de tristeza enseñan
mucho a los hombres s o b r e l o que deben hacer en
estos encuentros. Pues la tristeza de los libertinos, al ser
desesperante, les enseña que si no cambian no deben
esperar ser felices; En cambio, la tristeza de los justos
está tan atemperada por la esperanza que, aunque les
lleva a dejar su estado por no ser aquél para el q u e
Dios les creó, les permite permanecer en él con
paciencia, merecer sus recompensas y sacrificar al amor
del orden el amor de su propio ser o de su felicidad.
Aprende hoy, pues, mi querido discípulo, que la
voluntad de Dios, que por su e f i c a c i a produce en ti
todos l o s sentimientos que te asaltan y todos los
movimientos que te mueven, está siempre con- formada
al orden y l l e n a d e bondad para sus criaturas, y mira
esta verdad como un principio fecundo capaz de suscitar
en tu mente una inflnidad d e méritos d e última
consecuencia.
45. Pero para que puedas descubrir más fácilmente
las consecuencias de este principio, ten cuidado con lo
que voy a decirte. Tienes un cuerpo, tu alma está unida
a él e incluso depende de él desde el pecado. Dios lo ha
querido así por razones de las que te hablaré un día.
Amas este cuerpo, quieres conservarlo y debes hacerlo.
Por tanto, debes esforzarte por encontrar dos clases de
bien, el de tu cuerpo y el de ti mismo¡ porque el bien de
tu cuerpo no es tu propio bien, y debes tener dos marcas
diferentes para discernir estas dos clases de bien.
Vuelve, pues, a tu principio, examínalo, y verás que
Dios hace constantemente en ti lo que el orden requiere.
Pues el orden requiere que el b i e n del
D lx iÈ VIE uünITa TION.
Deberes generales del hombre para con Dios. No pueden cumplirse sin
la gracia. Cómo podemos obtenerla y q u é debemos hacer para que
surta en nosotros el efecto para el que fue dada.
*Jf'r/f/i.*0, ù 7 .
MÉD1TAT10NS CDR#TIENNAS.
El amor que tiene al orden reina absolutamente y no
sufre igual; y nadie es perfectamente justo hasta que el
amor que tiene al orden es el único principio de todos
los movimientos de su corazón, que sólo se encuentra
en el otro rie. Ahora bien, el amor a l o r d e n , la
caridad ardiente y dominadora, no puede adquirirse
por las fuerzas del libre albedrío; es una gracia que el
hombre no puede obtener sino por el curso de la
gracia; es una gracia habitual, que no puede obtenerse
sino por el auxilio de la gracia presente, o por el
bautismo, respecto de los niños, que ciertamente no
tienen poder para procurarla. Y queréis saber cuáles
son los medios por los que podemos obtener la ayuda
necesaria para adquirir esta gracia excelente, que nos
hace agradables a los juegos de Dios.
6. Para que estés plenamente satisfecho de lo que
deseas saber, en vez de consultarme a mí, vuélvete
hacia ti mismo, y consulta el sentimiento interior que
tienes de lo que sucede dentro de ti. Cuando
comienzas a amar algún objeto, ¿qué sientes en tu
interior que da origen a este nuevo movimiento de
amor? f4r ¿no es que descubres, por una clara visión
de la mente, o que juzgas, por el sentimiento confuso
de algún placer, que este objeto es un bien para ti? Si
amas los bienes verdaderos, los bienes del es- prito,
¿no es que reconoces claramente que son amables? Si
amas los cuerpos, ¿no es 1 porque, al acercarte a
ellos, te sientes tocado por algún p l a c e r ? Consulta
tu memoria para descubrir el principio de todas las
inclinaciones que te dominan.
o que te han dominado, y reconocerás que e l l o s
Si non ex Deo cliaritas sed ex lioniinibus, vicerunt Pelagiani : si
antein ex Deo, vicimus Pelagianos. 2 uy., De yi-at. et libero arh.
c. l8.
TflEIZIÈ NE MÉ OITA T10 N.
* joon. J ù, 6.
TR tilZ IÈ NE H ÉD1TATI01.
¡! Mad. XII.
' 2 Col". 6, 16.
^ Hebr. 3, tt.
cuerno. 8, t7; Co/. t, 9À.
Q H AT0lt Z IÈ UE äl É DITA'rI0 N . t9t
Jjsoc. 3, JB.
• Ibid, 23, I t, j2.
* Galat. 2, 91.
t3s M Íi DITA TI0 NS CII RÉT1EN N ES.
II. {7
0$INZIÈME MEDITATION
Para obtener la ayuda que necesitamos, debemos pensar
constantemente en las tres cualidades de Jesucristo expuestas en el
capítulo anterior, y en cuál es la causa ocasional o natural de la
gracia. He aquí algunas maneras de recordarlo. La mejor es
dedicar cada día un tiempo fijo a la oración. Las partes esenciales
de la oración, y su utilidad en general.
¡! Med. III.
9U i N z i Ë riz uË oiTaTi0s. 90t
' Por cliai-idad debemos entender aquí siempre el hábito 'jue la dë-
lectation de la gr5ce pi-oduit en nous par son efficace propre, et non
}ias que uno acrtuiort 1 eonsentii- ä la gràce; car' cette dernière i:spèce
de charité, purement libre et méritoire, peut d'augmenter i:ri mille
manières sans aucun plaisii- préi-enant. (Véase el 3fJ'ïJ/cïJoq
Del artículo 13 al artículo 20 se aplican las siguientes disposiciones.
* Ti-allé de la Nntwe et de lu Grince tercer discurso.
pVINZ1Ÿ x MâDTT*T1On.
Cuando se trata de elegir en un asunto de esta
importancia, hay que ser serio. Finalmente, una vez
hecha la elección, s e requiere conducta, firmeza y
perseverancia; y la atención de la mente es necesaria
para todo esto, y así proporciona mil maneras de
suavizar las emociones de la concupiscencia, y hacer
que el camino de la virtud parezca más suave y
agradable a la mente.
13. Cuando la luz n o s revela la vanidad de los
placeres y la grandeza de este mundo, el desorden de las
pasiones, la fealdad del vicio; entonces nuestra caridad,
aunque débil, al estar apoyada en la razón que con su luz
realza todas sus debilidades, está en mejores condiciones
de vencer y subsistir largo tiempo que una caridad mayor,
pero menos iluminada, menos servida, menos fortalecida
por e l auxilio de la oración. Las adecciones del corazón,
suscitadas por obra de la atención en los que t i e n e n
caridad, suelen incluso ir acompañadas de una dulzura
interior que después hace al alma siempre sensible al
placer que la h a c e feliz, en el amor del verdadero
b i e n , sobre todo cuando no hace mucho tiempo que uno
se h a convertido, por la vivacidad de algún placer
preventivo. Pues cuando uno ha sido tocado por algún
placer con respecto a un objeto, durante algún tiempo n o
piensa en este objeto sin sentir inmediatamente algún
placer. Así los santos afectos conservan la caridad d e
muchas maneras; incluso la aumentan indirectamente,
p o r q u e debilitan la concupiscencia, que sólo se opone
al bien cuando se despierta.
l4. Es verdad, hijo mío, que los que carecen de
caridad no tienen fuerza suficiente para suscitar en ellos
afectos puros y santos. La luz sola, sin la caridad, no es
capaz de formar en el corazón un acto de amor a Dios
sobre todas las cosas; es necesario tener caridad para
ello.
2.0 $ ät Ë DOTATIONS CHR ÊTIENfl ES.
* Act. 4, 3.
° £ev. flfi.
- fleur. 7 , is; s-/. 3 y i; ri°". ù. ii. *, *a.
1 31Ë IHTAT10N S £ D H ÉTIE N N ES.
no olvides j u z g a r t e y condenarte".
J û. Si supieras, hijo mío, lo q u e hago mediante la
administración de mi sacramento en las almas bien
preparadas, pensarías que tienes que trabajar sólo para
preparar tu propia alma.
neur. Te considerarías cruel contigo mismo si no
desearas por un día recibirme; y te conmovería
sensiblemente el resentimiento de los que se niegan a
recibir el bien que deseo hacer. ¿Podría estar en un Rime
sin hacer nada, yo que trabajo constantemente para
santificarlos?
Yo, que, urgido por los hombres, busco a los pecadores
incluso en el lugar de su libertinaje; que, lleno d e celo
por la realización de mi propósito, hago que s e busquen
materiales por toda la tierra". ¿Quién es el arquitecto que
descuida las mejores piedras para su edificio? ¿Qué clase
de
¿Quién es el escultor que rechaza un material que ha
rezumado bajo el cincel? Pero, ¿qué alma se negaría a
dar a los miembros de su cuerpo todo el afecto de que
son capaces? Pero en cuanto a mí, soy demasiado
constante, demasiado sabio, demasiado benévolo, para
dejar de conceder a un a l m a que me recibe como es
debido, dones acordes con las cualidades de que soy
portador.
4.3. La Eucaristía, considerada como sacramento, obra
gran gracia en los que la reciben; pero no creas que
carece de efecto si la consideras sólo como
sacramento. Al contrario, hijo mío, sabe que el
sacrilegio de la Eucaristía es la fuente de todas las
gracias, y que la comunión con este sacri-
ICo''. tt,3{.
flce de mil maneras, todas las cuales difieren de la
comunión sacramental. Todos los que asisten a Misa y
que, elevándose en espíritu al cielo, me invocan como
pontífice siempre vivo para que interceda por ellos, no
dejan de participar en este sacrificio. S i n d u d a ,
participan de él, si me ofrecen a mi Pura como víctima
que quita los pecados del mundo. Y puesto que este
sacrificio representa las diversas formas en que me he
ofrecido a Dios en la tierra, y puesto que también
representa el sacrificio que ofrezco como sacerdote
según el orden de Melquisedec, y puesto que ni
siquiera difiere en cuanto a la calidad de la víctima y
de la persona que sacrifica, es cierto q u e es la causa
de todas las gracias que se conceden a los hombres. Es
cierto que el mismo sacramento de mi cuerpo y de mi
sangre opera la gracia sólo porque es comunión con
este sacrificio. Hijo mío, son muchas las cosas que
podría decirte para explicarte con detalle la esencia y
los efectos del sacrificio de la Misa. Todo lo que
necesitas saber en general es que es un resumen de los
misterios de la religión y de todo lo que he hecho por
la salvación de la humanidad.
I J. ¡Oh Salvador mío! cuando pienso en tus misterios
y repaso en mi mente todo lo que has hecho por mi
salvación, mi admiración, mi estupidez, mi ingratitud
m e inquietan y me preocupan; me odio; n o p u e d o
e s t a r orgulloso de mí mismo. Lo que
Quisiera decirte hoy lo que eres para nosotros, y que
nunca lo olvidaré, y que te confesaré mis fechorías y mi
ingratitud, para que no pienses más en ellas.
Tú eres la razón del hombre, siempre dispuesta a
responderle cuando te consulta con su atención. El
hombre se vuelve entonces carnal desde el péehé; ya
no puede entrar en sí mismo para contemplar la
verdad.
GO8 AÄDT*TT0NS CRRETiEmxEs.
instruidle mediante la ley y los profetas, y tomad sobre
vosotros carne sensible para hablarle a través de sus
sentidos. El hombre es un pecador. Ha provocado la ira
de Dios; ha merecido la muerte. Pagáis por él; h a c é i s
su paz a vuestra costa; sufrís por él el más cruel e íntimo
de los tormentos; y por este medio le sacáis del infierno y
le dais mi derecho a vuestra herencia. Lo purificas por el
bautismo; lo fortaleces por la confirmación; lo elevas por
la penitencia; lo alimentas, lo consagras por la
Eucaristía; lo iluminas con tu luz; lo animas con tu
espíritu; tu gracia guía cada uno de sus pasos y santifica
todas sus acciones.
Por eso ahora, 8 Jesús mío, eres mi sabiduría, mi
razón, mi luz, mi redención, mi justificación, mi
santificación, mi alimento y mi vida, mi fuerza y mi
defensa; pero en la otra vida seguirás siendo mi
perfección, mi felicidad y mi recompensa. Tú serás
eternamente mi cabeza, mi rey, mi sacerdote soberano
y la santa victima en la que mi ser será sacrificado a
Dios, consumido en Dios y devuelto a Dios como
víctima olorosa. Es por ti que Dios habitará en
nosotros como en su templo; que nos hará partícipes
de su gloria como hijos suyos; que seremos partícipes
de todos sus placeres como sus amados y elegidos. En
vosotros y por vosotros, Dios será todo para todos, y
nosotros llegaremos a ser como dioses mediante la
comunión más perfecta del tesoro divino. ¿Quién
puede comprender la grandeza de estas bendiciones?
¿Quién, pues, puede completar la grandeza de mi
ingratitud? No he hecho por ti un objeto digno de
infinito amor, de continua adoración, de eterna
gratitud; no he hecho por ti lo que un avaro hace por
ti.
DI.Y - SE f "I2 Eü E M ÉDf'IA7l UN . 83 9
* Cabina. 8, J2.
x£nrraziohs cn "ùriE8nrs.
El paciente ve su pasión dominante como su vida, su
felicidad, su propio ser. El paciente ve su enfermedad
dominante como su vida, su felicidad, su propio ser.
Asesinas a un hombre, lo aniquilas, incluso lo reduces
a un estado peor que la nada, cuando le quitas todo lo
que le hace feliz. ¿Cómo quieres que te escuche con
agrado, que siga tus consejos, que te deje hacer lo que
quieras, o más bien que se clave un puñal en el pecho
para tentarte? Piensa, pues, hijo mío, que estás
tratando con un paciente que sigue su propia luz y sus
propios movimientos, y que sólo podrás cambiar su
corazón modificando el modo de ser de las cosas en
su mente, en su imaginación, en sus sentidos, lo cual
es infinitamente más difícil de lo que crees.
20. Para curar las heridas de su imaginación, no
puedes borrar las huellas que el objeto de su pasión ha
grabado en su cerebro; sólo puedes llegar a su mente y a
su corazón a través de sentidos siempre fieles a la pasión
que le domina. Debes, pues, engañar a sus guardianes
s i n que se den cuenta; debes despertar las
inclinaciones naturales de las que esta pasión abusa;
debes ofrecer a sus inclinaciones bienes sólidos y
duraderos; y, cuando estas inclinaciones ineminadas
vayan acompañadas de pasiones bastante fuertes y más
capaces de razonar, entonces debes, con la ayuda de
estas pasiones, atacar, pero poco a poco, a la que
r e i n a , y recordar constantemente a la mente que tiene
esclavizada los males eternos en los que la ha sumido1 y
los bienes sólidos de los que la ha privado.
21. Un pecador nunca debe ser tomado de nuevo tan
pronto como él
cometió el p e c a d o . 11 primero debe dejarse enfriar.
DIX-DUITIzME *éDT*TÆOw. 963
su ardiente pasión. Los remedios son peligrosos cuando se
administran durante un ataque; casi siempre aumentan el
ardor de la fiebre. Sin embargo, cuando hay escándalo y
tienes derecho a reprender, entonces, más en beneficio de
los demás que del c u l p a b l e , debes reprenderle con
fuerza y a veces con dureza. Pero, después de haberle
reprendido de e s t e m o d o , debes, en particular,
ablandar su corazón amargado. Debes t e n e r la humildad
de pedirle perdón, como si h u b i e r a s faltado a la
caridad que le debes, y no tratar de justificar t u
comportamiento. Es mejor para él creer que nos faltó la
caridad por un momento que imaginar que nos sigue
faltando. flfl. Habría, mis Ols, mucho que decir sobre este
tema según las diferentes circunstancias d e tiempos,
lugares y personas ¡ pero eso sería ir demasiado lejos.
Usted debe haber estudiado la ciencia del hombre. De todas
las ciencias humanas, es la que tiene mayores utilidades,
tanto para el tema que te estoy enseñando como para
muchos otros de trascendencia. Pero si sois humildes,
pacientes, perseverantes, llenos de caridad y compasión
para con estos desdichados pacientes, casi siempre
obtendréis su curación; vuestra caridad y compasión os
darán habilidad y luz; vuestra humanidad y paciencia os
darán acceso a todas partes, y vuestra perseverancia ganará
la p a r t i d a ; porque c u a n d o habléis al oído, no
dejaré de hablar al corazón. Pero recuerda siempre que
e s t á s tratando con enfermedades contagiosas, y que
el aire que respiras está corrompido. Sólo este r e c u e r d o
o s servirá de salvaguardia; os dará vigilancia; os llevará a
la oración y al retiro; pediréis ayuda a aquel para quien
trabajáis; y, sin esta ayuda, el comercio mundano es
infinitamente más peligroso de lo que pensáis.
piensa.
H E DITACIÓN 5 CII RLTIE N ES.
^Fs. 63,S.
exilio"? ¿Podemos arrepentirnos de los cuerpos y
alegrarnos a la vista de los objetos sensibles, cuando
esperamos ver bellezas inteligibles dignas d e la
majestad del mismo Dios; cuando esperamos ser
alimentados con l a sustancia del Yerbe eterno, y beber
eternamente de un torrente de placer y deleite? 0 Jesús,
que no se frustren mis esperanzas. Aumenta aún más mi
confianza y alegría continuando instruyéndome en lo
que debo hacer para asegurar mi salvación.
°. No descuides, mi querido hijo, contribuir a la
edificación de la iglesia como acabo de decirte; pero si
te ves incapaz de hacerlo, al menos toma la firme y
constante resolución de vivir en humildad y penitencia
y de no escanciar a nadie; y te prometo que tendré
especial cuidado de ti. No os imaginéis que me
comporto caprichosamente, que elijo sin razón, y que
me aplico a vosotros de un modo particular, si vivís
como la gente ordinaria. Tengo mis propias reglas
para llevar a cabo mis planes y las cumplo
inviolablemente. No puedo comprenderlas todas. Pero
he aquí algunas razones por las q u e cuidaré de ti, si
haces lo q u e acabo de ordenarte. Escucha
* Jpoc. 3, I ž.
TEN-]EUYIÈNE IAÉDIT*TI0N.
y humillante creador? Ali, nion
.f11s, si sois humildes y pacientes en vuestras
aflicciones, y si n o dais a mis hijos motivo para caer o
para sufrir, temed más bien que deje allí mis planes, que
deje de traeros, de daros un lugar honroso, d e
c o l m a r o s de bendiciones y de gracias. Pero aún
quiero darte una idea más clara de las razones que tengo
para interesarme especialmente por los que se vuelven a
la humildad y a la penitencia. Te hablo ahora como tu
razón: vuelve a ti mismo, acalla tu imaginación,
a b a n d o n a tus prejuicios y escúchame. Pero no
consientas en nada hasta que yo te obligue a ello con l a
evidencia d e mi luz.
- 6. Yo soy, como sabes, la razón, la verdad, el
orden inmutable y necesario'; yo soy la sabiduría de
Dios y su ley inviolable. Dios no hace nada sin mí;
me ama invenciblemente, y has aprendido por mis
escritos turcos que yo estaba con él cuando extendió
los cielos y los sostuvo sobre sí mismos, cuando
equilibró las aguas con la tierra y dio sus leyes para
conservar el hermoso orden de la naturaleza. Así
pues, hijo mío, consúltame bien, y verás en mí, en la
medida en que te sea posible en esta vida, no sólo la
ley de Dios, o la regla inviolable de sus voluntades,
sino también sus atributos esenciales; pues no sólo
soy la sabiduría de mi Padre, sino que m e comunica
toda su sustancia.
7. ¿No ves claramente en tu razón que Dios es un ser
infinitamente perfecto, que su conocimiento no conoce
límites y que nada es capaz de resistirse a la eficacia de
su voluntad? Sin duda lo ves en mí. Pero tened en
cuenta esto: ¿no hay
afoPra7loss cuRúrisns es.
¿No hay ninguna ley que regule y limite, por a s í
d e c i r l o , su poder, o más bien la eficacia d e sus
voluntades? ¿Puede pecar?¿Puede hacer algo indigno de
él o que no l e corresponde? Si s ó l o hiciera un animal,
por ejemplo, ¿podría convertirlo e n monstruoso o darle
sombras poco útiles? 11 Podría, si quisiera. Pero, ¿puede
querer? A mi luz ves claramente que no puede; p o r q u e
no puede querer lo que e s contrario al orden y a la
razón. Pensad, pues, seriamente en la razón, y procurad
aprender de ella, en el silencio d e vuestras almas, de
vuestras pasiones y sobre todo de vuestra imaginación,
algo de los designios y de la conducta de Dios: Porque
sólo por medio de la razón los i n t e l i g e n t e s tienen
trato con Él y admiran sus maravillas; así como sólo por la
misma r a z ó n , aun encarnada, inmortalizada y
consumada en Dios, los pecadores tienen acceso a mi
Padre para rendirle sus deberes y recibir sus beneficios.
8. ¿Contempla el orden, la razón y la justicia
esencial? ¿Es usted un altenativo? ¿Puede Dios hacer
feliz o infeliz a un hombre que no lo ha merecido?
¿Puede darle el cielo o arrojarlo al infierno? 11 Puede si
quiere. Pero cuidado, ¿puede quererlo? No cedas a tus
prejuicios. Recuerdas lo que oíste sobre el primer
hombre y que oíste mal; piensas en los niños que
mueren antes del uso de razón, y te turbas en vez de
iluminarte. Es a mí a quien debes consultar; vuelve a ti
mismo. Es el placer presente el que hace a uno presente
y formalmente feliz: no digo justo o par- hecho, cuidado
1 es el dolor el que hace a uno presente y formalmente
infeliz: no digo cri- minal o imperfecto. Ahora bien,
Dios es el único que causa dolor y placer en la 4 alma.
Contesta, pues. Dios
nl.\\ - NEU YIËM E ÉDITA T10N .
* 3f "ffè. 13.
v lscziEiix a£oWazioN.
Cuando llegue el momento, todo debe secarse. Por eso,
mis queridos 0 ls, atesorad el espíritu que os inspiro;
fortaleceos con mi ayuda en las buenas costumbres;
aprovechad vuestra libertad con la fuerza que o s doy:
en una palabra, acostumbraos a actuar por la fe y la
razón, así como por el sentimiento y el instinto. Pero
como las malas hierbas agrupan a las buenas cuando se
apoderan de ellas, y al menos comparten el sudor y el
alimento, arráncalas pronto; crecen deprisa y sorprenden
a los descuidados. Desprecia las riquezas antes d e
poseerlas; huye de los placeres antes de disfrutarlos;
teme los honores. Son b i e n e s falsos, pero engañosos,
que no se pueden poseer sin peligro; a menudo basta
haberlos disfrutado para esclavizarse a ellos; penetran en
el corazón, y a veces lo ocluyen por completo. Esta mala
hierba, que al principio parece proteger a la doncella del
ardor del sol y de la muerte de los animales, la sofocará
algún día después de haberle chupado todo su alimento.
3. No tengo nada mejor que decirte, hijo mío, sobre lo
que d e s e a s saber que lo que te he dicho de cien
maneras diferentes. Lee sin cesar el Evangelio con el
respeto y la atención q u e s e debe a mi palabra, bien
convencido de que conocía perfectamente la enfermedad
de los h o m b r e s . y
q u e deseaba sinceramente el 6 -*-iF. Si crees que soy la
sabiduría del mismo Dios y q u e he amado tanto
hombres que derramar mi sangre por ellos, no
dudarás de que no hay ningún riesgo en seguir
exactamente mis consejos. Pero estoy dispuesto a
darte razón de mis instrucciones y a mostrarte los
principios de los que puedes sacar luz para reconocer
con evidencia la verdad de las cosas que ya crees por
fe. Escúchame con seriedad.
fiil£ DITATI0 "s C-iiRÉTizNNES.
Pero sin querer ser feliz, busca estos falsos bienes. Así
pues, es evidente que no se pueden acallar los sentidos,
la imaginación y las pasiones para escuchar mi palabra y
seguir los buenos movimientos q u e inspiro, si no se
rompe absolutamente con los placeres. He aquí, pues,
hijo mío, lo que debes hacer.
l3. Debes evitar cuidadosamente los placeres que
nunca has disfrutado; y eso es fácil para ti, porque no
eres esclavo de ellos, ya que tu imaginación aún no está
manchada por ellos. Un borracho no puede, sin una
gracia extraordinaria, librarse de la servidumbre a q u e
s e ha comprometido. Pero un hombre que nunca ha
bebido vino, y cuya imaginación no ha sido corrompida
p o r discursos con- tagiosos sobre los efectos del vino,
puede sin dificultad, y por razones de amor propio,
impedirse a sí mismo beberlo, si no se ve obligado a ello
por la compañía o por algún respeto humano.
*4. En cuanto a los placeres que has disfrutado, y que
por
En consecuencia, te has convertido en esclavo, y como
no puedes prescindir de mi ayuda, debes
necesariamente invocarme como tu salvador, para que te
libere de tu esclavitud. Pero, para prepararte a mi gracia,
compara estos placeres con los que te promete la fe y
con los males eternos con que te amenaza; considera que
eres pecador y digno de castigo, y que obligas a Dios a
hacerte feliz como consecuencia de las leyes que ha
establecido y que sigue constantemente. Piensa que eres
cristiano y que tu modelo no es Adonis, sino un hombre
atado a una cruz, con gran dolor y cubierto de confusión
y vergüenza. Alégrate d e tener, en estos placeres que
está en tu mano disfrutar, algo que ofrecer como
sacrificio a Dios en reconocimiento de sus beneficios y
para merecer tu recompensa. Busca razones".
vmcziéuE ii£nrrzrios. sei
hacer ridícula e impertinente la pasión que te impulsa, tú
que debes reconocer que sólo Dios está por encima de ti
y es capaz de hacerte feliz, y prepararte con reflexiones
semejantes a forjar y llevar a cabo, con mi ayuda,
propósitos generosos.
4$. Pero recuerda siempre que, para vencer tus
pasiones, debes huir de los objetos que las producen.
Está mucho más en tu poder evitar la acción de estos
objetos que moderar l o s movimientos que excitan en
tu corazón. El movimiento de l o s pies, de los brazos y
de los ojos está enteramente sometido a tu voluntad;
puedes huir, puedes bajar la voz, puedes evitar el golpe
que te da el objeto; pero cuando el objeto te ha herido el
párpado, ya no está en tu poder no sentir tu herida;
porque el movimiento de los nervios que están
relacionados con las pasiones no depende de tu
voluntad. Cuando la imaginación se ensucia con las
huellas infames que una belleza sensible ha impreso en
ella, no está en poder de ii in e Ale l'i pu ri lie r ou
d'efl':icer e ntie rement ces huellas crini i helles. Los a
nima u.x } esp rits prenncn t su curso J tous nioments et
em pc'''1icnt que la pla ie ne refei'me. 11.1.int fiiire a t;ra
nde y forie res'ulsion
csprits; autre ment la 1* '- - u vre et le
mal s'ai{;rit de iniiniére qu'on ne pu ut
racle. Pero no es muy difícil de hacer.
mal et dc come i i er lii plireté de so n imiq;inat il
est au pou voi i' de l'änie de bouclier les a
lesquelles les olijets on t com merce
para poder
84 H£DiZ "ZI0 "S Cti RéTiE""BS.
AM0UR DE DIEU
EN 9tlEL SEi'i S IL D01Z ÉTRE DÉSINTÉ RESSÉ
' Yoy. Ie- JtfJd. C7trdt, méô. IY; fi 'filé de 3for. cit. I.
890 TR*ÆTÉ DE L'AMOUR DE DIEU.
sino que es también la ley natural y necesaria de todas las
inteligencias. Gar e s obvio que Dios no puede dar a sus
criaturas una voluntad que tienda allí donde la suya n o
tiende, que n o ame las cosas en proporción a lo que son
amables, o según la relación que guardan con su
sustancia, a la que ama invenciblemente. flien sólo es,
pues, justo, razonable, agradable a Dios, lo que es
conforme a l orden inmutable d e sus perfecciones.
San Agustín no distingue ordinariamente la caridad
o amor de Dios del amor de la justicia o amor del
orden; porque la idea de Dios como justicia soberana
es más adecuada para regular nuestro amor que
cualquier otra idea de Dios que la imaginación
pudiera corromper y así engañarnos; Pero como el
orden de que hablo no es más que la relación entre las
perfecciones divinas, tanto absolutas como relativas,
es claro que el amor al o r d e n no es más que el
amor a Dios, y a todas las cosas en relación con Dios.
Amar el orden es amar las cosas según su relación con
las perfecciones divinas; y es amar a Dios
considerado en sí mismo más que a todas las cosas,
puesto que contiene en sí, y de un modo infinitamente
perfecto, las perfecciones de todas las cosas.
Si para ser justos debemos querer siempre l o q u e
Dios quiere, es única y precisamente porque Dios quiere
siempre según el orden inmutable de sus per- fecciones,
y nunca puede contradecirse. En esto debemos tener
cuidado. Porque cuando atribuimos a Dios voluntades
puramente arbitrarias o independientes de esta ley, e
imaginamos que someternos a ella es ser engañados,
caemos en el error y en el desorden. Hacemos a Dios
injusto, ése es el error; y la desregulación consiste en la
conformidad de su voluntad con la voluntad de Dios.
TR ITR DE N'A n0UR Ds: DIEU.
@7.
ENTRETIEN
D' U N P H I LO S0 P H E C H R É T l ES
UN FILÓSOFO CHINO
EN
M Ë D I TA T IO N S" C H 11ÉT I fi N E S.
PR EMIÉflE V Ë.DlTÀTION
DP:£1XIÉ M E MÈDITATIOS
TERCERA MEDITACIÓN
I.INï)U l k M E Mf.DITATIOh
SEXTO MË0l'tA'I'IOK
Pu il- c^ti-e "cIiduit!eiJt liecireu x, il raut r¡ue les ylaisit-s auient Joii'¢s
avec cette esptce de joie r|ui la prévient yoillt IB i-ai9on. Que sólo Dios
actúa en nosotros y produce en nosotros los placeres y la alegría
que nos hacen felices y contentos. Sabiduría y bondad de Dios
dana visible
las sensaciones que nos da de los objetos sensibles como resultado
de-
quencia de las leyes de la uni0n de 1':ame y col-ps.......................124
ONZ1Î.M E MÉDlTA'1"1ON
43OUZIEM MÈD1'1'A'l'ION
Estos son los deberes generales del hombre para con Dios. No
pueden cumplirse sin la gracia. Cómo podemos obtenerla, y qué
debemos hacer para que produzca en nosotros el efecto para el
que es dada. . . . . . .. . . . . .. . ... ... . . . . .. . . .. ...............................14S
i'RP:lZTH MEDITATION
tjUATOBZI fi DE MÉDIT.ATION
il X-HU1'i'IüM E MkDITA'fIOh
MEDITACIÓN YINGTIEJilE