La Llave Del Ministerio de Ángeles

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 3

La Santa Cena

El élder David A. Bednar


Del Quórum de los Doce Apóstoles
______________________________________________________________________

“Mediante la ordenanza de la Santa Cena, renovamos nuestro convenio bautismal y


recibimos y retenemos la remisión de nuestros pecados (véase Mosíah 4:12, 26).
Además, se nos recuerda semanalmente la promesa de que podemos tener Su Espíritu
con nosotros. Al esforzarnos por mantenernos puros y sin mancha del mundo, nos
convertimos en vasos dignos en los que el Espíritu del Señor podrá morar siempre”
(véase Liahona, julio de 2006, pág. 31).

La llave del ministerio de ángeles


Por el élder Dallin H. Oaks
Del Quórum de los Doce Apóstoles
______________________________________________________________________

En una forma estrechamente relacionada, esas ordenanzas del Sacerdocio Aarónico


también son vitales para el ministerio de ángeles.

“La palabra “ángel” se utiliza en las escrituras para referirse a cualquier ser celestial que
lleve un mensaje de Dios” (George Q. Cannon, Gospel Truht, sel. por Jerreld L.
Newquist, 1987, pág. 54). Las escrituras relatan numerosas oportunidades en que
aprecio en ángel en persona…

Pero el ministerio de ángeles también puede ser invisible. Los mensajes angelicales se
pueden entregar por medio de una voz o por un mero pensamiento o sentimiento que se
comunique a la mente…”… La mayoría de las comunicaciones se sienten o se escuchan
en vez de que vean.

¿De que manera tiene el Sacerdocio Aarónico la lleve para el ministerio de ángeles? La
respuesta es la misma que para el Espíritu del Señor.

“En realidad, las bendiciones de la compañía y la comunicación espirituales están


disponibles sólo para aquellos que están limpios. Como se explico anteriormente, por
medio de las ordenanzas del bautismo y de la Santa Cena del Sacerdocio Aarónico,
quedamos limpios de nuestros pecados y se nos promete que si guardamos nuestros
convenios, siempre tendremos su Espíritu con nosotros. Yo creo que la promesa no sólo
se refiere al Espíritu Santo, sino también al ministerio de ángeles, porque Los ángeles,
hablan por el poder del Espíritu Santo; por lo que declaran las palabras de Cristo (2 Nefi
32:3). Y así es como los poseedores del Sacerdocio Aarónico abren la puerta a todos los
miembros que participan dignamente de la Santa Cena para que disfruten de la
Compañía del Espíritu Santo y del ministerio de ángeles…

El Sacerdocio Aarónico tiene las llaves del evangelio de arrepentimiento y de bautismo,


y la remisión de pecados (DyC 84:27). El poder purificador de la expiación de nuestro
Salvador se renueva en nosotros al participar de la Santa Cena. La promesa de que
siempre podemos tener su Espíritu con nosotros (DyC 29:77) es esencial para nuestra
espiritualidad. Las ordenanzas del Sacerdocio Aarónico son vitales para todo esto”
(Pasajes seleccionados de “El sacerdocio Aarónico y la Santa Cena” Liahona, enero de
1999, págs. 44-46).

¿Qué quiere decir tomar el nombre de Jesucristo sobre nosotros?


______________________________________________________________________

“Vemos… que tomamos sobre nosotros el nombre de Cristo cuando nos bautizamos en
Su nombre, cuando pertenecemos a Su Iglesia y profesamos nuestra creencia en Él y
cuando efectuamos la obra de Su reino.
“También hay otros significados, éstos más profundos, los cuales los miembros más
maduros de la Iglesia deben comprender y someter a reflexión al participar de la Santa
Cena.

“Es importante que, cuando participamos de la Santa Cena, no testificamos que


tomamos sobre nosotros el nombre de Jesucristo, sino que estamos dispuestos a hacerlo.
(Véase DyC 20:77). El hecho de que sólo testifiquemos estar dispuestos indica que algo
más debe suceder antes de que en realidad tomemos sobre nosotros ese sagrado nombre
en el sentido más trascendental… “Por tanto el estar dispuestos a tomar sobre nosotros
el nombre de Jesucristo se puede entender como el estar dispuestos a tomar sobre
nosotros la autoridad de Jesucristo. Conforme a este significado, al participar de la
Santa Cena, testificamos estar dispuestos a participar en las sagradas ordenanzas del
templo y a recibir las supremas bendiciones asequibles por medio del nombre y de la
autoridad del Salvador cuando Él disponga otorgárnoslas.

“…El que estemos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo afirma
nuestra promesa de hacer todo lo que podamos por ser contados entre los que Él escoja
para que estén a su derecha y sean llamados por Su nombre en el último día. En esa
sagrada acepción, nuestro testimonio de que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros
el nombre de Jesucristo constituye nuestra declaración de que aspiramos a la exaltación
en el reino celestial. La exaltación es la vida eterna, „el mayor de todos los dones de
Dios‟ (DyC 14:7)” (véase Liahona, julio de 1985, págs. 77–78, 80).

“Nuestro testimonio de que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de


Jesucristo tiene diversos significados. Algunos de éstos son claros y están al alcance del
entendimiento de nuestros hijos; otros son evidentes sólo para los que han escudriñado
las Escrituras y meditado los prodigios de la vida eterna. “Claramente significa que
renovamos la promesa que hicimos al bautizarnos. De conformidad con el modelo de
las Escrituras, los que se bautizan testifican ante la Iglesia que „se han arrepentido
verdaderamente de… sus pecados, y que están dispuestos a tomar sobre sí el nombre de
Jesucristo, con la determinación de servirle hasta el fin‟ (DyC 20:37; véanse también 2
Nefi 31:13; Moroni 6:3). Cuando participamos de la Santa Cena, renovamos este
convenio y todos los demás convenios que hicimos en las aguas del bautismo. (Véase
Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, comp. Por Bruce R. McConkie, tres
tomos, 1995, tomo II, págs. 325–326).

“También significa obviamente que tomamos sobre nosotros el nombre de nuestro


Salvador al llegar a ser miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días. Por mandato del Señor, esta Iglesia lleva Su nombre (véanse DyC 115:4;
3 Nefi 27:7–8). Todo miembro, joven o mayor, es miembro de la „familia de Dios‟
(Efesios 2:19). Como verdaderos creyentes en Cristo, como cristianos, hemos tomado
gozosamente Su nombre sobre nosotros (véase Alma 46:15). Como el rey Benjamín
enseñó a los de su pueblo: „…a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados
progenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado
espiritualmente‟ (Mosíah 5:7; véase también Alma 5:14; 36:23–26).

“También tomamos sobre nosotros el nombre de Jesucristo cada vez que proclamamos
públicamente nuestra creencia en Él. Todos tenemos muchas oportunidades de
proclamar nuestra creencia a nuestros amigos, vecinos, compañeros de trabajo y
conocidos… “Un tercer significado resalta en el entendimiento de los que poseen la
madurez para saber que un seguidor de Cristo está obligado a servirle… Al testificar
que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo, manifestamos
nuestra buena voluntad de hacer la obra de Su reino.

“En esos tres significados relativamente obvios, vemos que tomamos sobre nosotros el
nombre de Cristo cuando nos bautizamos en Su nombre, cuando pertenecemos a Su
Iglesia y profesamos nuestra creencia en Él y cuando hacemos la obra de Su reino”
(véase Liahona, julio de 1985, pág. 77).

Recordarle siempre
Por el Presidente Henry B. Eyring
______________________________________________________________________

“Los que han hecho la misión tal vez hayan… encontrado sus diarios misionales
guardados en algún ropero en casa. Tal vez hayan leído y se hayan sorprendido al
recordar cuán arduamente trabajaron, cuán constantemente pensaban en el Salvador y en
Su sacrificio por ustedes y las personas a las que ustedes trataban de conocer y enseñar,
y cuán ferviente y frecuentemente oraban. La sorpresa puede haber sido el resultado de
no haberse dado cuenta de lo mucho que los afanes de la vida los han apartado del lugar
en el que alguna vez estuvieron, tan cerca de recordar y orar siempre. “Mi mensaje
consta de una súplica, una advertencia y una promesa: les suplico que con
determinación hagan las cosas sencillas que les permitan avanzar espiritualmente.

“Comiencen por recordarlo. Recordarán lo que saben y lo que aman. El Salvador nos ha
dado las Escrituras, por las que los profetas pagaron un precio que no podemos ni
imaginar, para que nosotros pudiéramos conocerlo. Sumérjanse en las Escrituras.
Decidan en este momento leer más y con mayor eficacia que antes” (“Always”, Ensign,
octubre de 1999, págs. 9–10).

También podría gustarte