Toscano SCBA

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A C U E R D O

La Suprema Corte de la Provincia de Buenos


Aires, de conformidad con lo establecido en el art. 4 del
Acuerdo n° 3971, procede al dictado de la sentencia
definitiva en la causa C. 125.525, "Toscano, Jorge Luis
contra Caja de Seguros S.A. Daños y perjuicios por
incumplimiento contractual (Exc. Estado)", con arreglo al
siguiente orden de votación (Ac. 2078): doctores Torres,
Genoud, Soria, Kogan.
A N T E C E D E N T E S
La Sala II de la Cámara Primera de Apelación en
lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de La Plata
confirmó el pronunciamiento de primera instancia que, a su
turno, estimó la excepción de prescripción opuesta por la
demandada (v. fallo de 10-XII-2021).
Se interpuso, por el actor, recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley (v. presentación
de 21-XII-2021).
Oído el señor Procurador General (v. dictamen de
24-VI-2022), dictada la providencia de autos y
encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia,
la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente
C U E S T I Ó N
¿Es fundado el recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley?
V O T A C I Ó N
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor
Torres dijo:
I. Se ventila en autos una acción de daños y
perjuicios -por incumplimiento contractual- incoada por el
señor Jorge Luis Toscano contra la Caja de Seguros S.A.
(v. fs. 62/94).
En su escrito inaugural, el actor requirió que
se condene a la aseguradora a abonarle el importe
correspondiente al capital asegurado, conforme la póliza
de seguro de vida e incapacidad física total, permanente e
irreversible n° 5060-9939715-01, contratada por quien
fuera su empleador y tomador principal, el Ministerio de
Seguridad de la Provincia de Buenos Aires (v. fs. 64).
Precisó haber ingresado a la Policía provincial
en el año 1982, desempeñándose en diversas tareas y
horarios a lo largo de más de treinta y tres años (v. fs.
65 y vta.) hasta el día 8 de enero de 2016, fecha en la
que le fue fuera notificado su pase a retiro activo.
Habiendo efectuado -sin éxito- un reclamo
administrativo ante la aseguradora en el mes de noviembre
de 2016, y luego de impulsada y agotada la instancia de
mediación -el día 6 de marzo de 2018- sin haber obtenido
respuesta favorable a su reclamo, inició la presente
acción judicial (v. fs. 71) por la que, además del
resarcimiento del daño por incapacidad física total,
permanente e irreversible, solicitó una indemnización por
daño moral y daño punitivo, con más intereses moratorios -
a la tasa activa- y punitorios a la tasa que se determine
(v. fs. 84/90).
Corrido el respectivo traslado, la demandada
opuso, como defensa de fondo, la prescripción de la
acción. Por otro lado, adujo que la incapacidad del actor,
a diferencia de lo alegado, era solo del 19,2%,
circunstancia que obstaba al reclamo, no tratándose de un
supuesto de incapacidad total y permanente. Requirió que
la disputa tramitara por vía del proceso ordinario e
impugnó los rubros y los intereses pretendidos,
solicitando, en suma, el rechazo de la acción (v.
presentación de 3-VIII-2018).
A su turno, la magistrada de primera instancia
hizo lugar a la prescripción liberatoria opuesta (v. sent.
de 11-V-2020).
Para así resolver, comenzó por precisar que el
plazo prescriptivo había comenzado a correr el día 21 de
diciembre de 2016, fecha en la que la compañía de seguros
comunicara al señor Toscano el rechazo de la cobertura (v.
pág. 11 del fallo).
Puso asimismo de relieve que el art. 50 de la
ley 24.240 vigente al momento del inicio del cómputo -
texto según ley 26.994- reservaba el plazo prescriptivo de
tres años solamente para las "sanciones administrativas"
previstas en el art. 47 de esa ley; por lo que -acudiendo
a citas normativas y jurisprudenciales- observó que los
plazos de la prescripción liberatoria de las acciones
judiciales (de orden público y por tanto indisponibles
para las partes) debían buscarse para cada caso en las
disposiciones del Código Civil y Comercial de la Nación o
en la normativa específica que rigiera el respectivo
instituto (v. págs. 12 y 13).
Así, siendo la ley 17.418 el plexo normativo
especial gobernante del contrato de seguro que vinculaba a
las partes (arts. 7, 2.532 y 2.560, Cód. Civ. y Com.) y
dado que su art. 58 prevé un plazo de prescripción
liberatoria de un año para los reclamos derivados de ella,
concluyó finalmente que la presente acción se encontraba
prescripta al ser interpuesta el día 14 de junio de 2018
(conf. cargo de la Receptoría General de Expedientes de
fs. 94, v. pág. 14), sin que a ello obstase la eventual
suspensión del plazo prescriptivo que podría haber operado
en razón del tránsito por la etapa previa y obligatoria de
mediación desde el mes de enero de 2018 (en los términos
del art. 2.542, Cód. Civ. y Com.), pues para esa fecha
aquel ya se encontraba cumplido (había expirado el 20 de
diciembre de 2017, v. pág. 16).
II. Apelada la decisión, esta fue confirmada por
la Sala II de la Cámara Primera de Apelación departamental
(v. sent. de 10-XII-2021).
En lo que interesa destacar, el Tribunal de
Alzada comenzó por descartar la alegada aplicación ultra
activa del art. 50 de la ley 24.240 en su redacción
anterior a la sanción de la ley 26.994 (v. pto. II.2.).
Seguidamente, y de manera contraria a las
hipótesis de desplazamiento o derogación sostenidas por el
apelante, convalidó la plena aplicación al caso del art.
58 de la ley 17.418 (v. pto. II.3.).
Así, rechazó el planteo consistente en que la
regulación del Código Civil y Comercial en materia de
prescripción constituiría un piso de protección mínimo
que, ante la desigualdad inherente a la relación de
consumo que liga a las partes, deba ser preferido para la
solución del caso (v. pto. II.4.a.).
Consideró también, apoyándose en citas
jurisprudenciales y sin desconocer el rango constitucional
de los derechos de los consumidores, que la observancia de
un plazo prescriptivo específico, menor al general
contemplado en el digesto civil y comercial, no
comprometía los derechos humanos ni comportaba una vedada
aplicación regresiva del estatuto del consumidor (v. pto.
II.4.b.).
En favor de la tesis de la inexistencia de una
regulación general o específica por parte del estatuto del
consumidor que, en punto a la prescripción, desplazase la
norma específica en materia de seguros, se apontocó en los
fundamentos del anteproyecto de ley de defensa del
consumidor (v. pto. II.4.c.) y en los lineamientos
dimanados de precedentes de esta Corte (causa C. 107.516,
"Canio", sent. de 11-VII-2012, en torno de la prevalencia
del art. 58 de la ley 17.418 por sobre el art. 50 de la
ley 24.240 en su redacción original) y de la Corte Suprema
nacional (en CSJN causa "Buffoni", Fallos: 337:329,
citando que "...una ley general posterior no deroga ni
modifica, implícita o tácitamente, la ley especial
anterior, tal como ocurre en el caso de la singularidad
del régimen de los contratos de seguro...", pto. II.4.d.).
III. Frente a este último pronunciamiento se
alza el actor mediante recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley (v. presentación de 21-XII-2021),
en el que denuncia violación del art. 18 de la
Constitución nacional y aplicación errónea de los arts. 3
de la ley 24.240 y 2.532 y 2.560 del Código Civil y
Comercial. Plantea a la vez que, en consecuencia, se han
desconocido los arts. 38 y 15 de la Constitución
provincial y 17, 42 y 75 inc. 22 de la Constitución
nacional (en especial, arts. 2.1 y 9, PIDESC y 2, 8.1 y
25.2.b, CADH). Formula reserva de la cuestión federal.
Aduce, en primer término, quebrantamiento de su
derecho de defensa en juicio (art. 18, Const. nac.), al
haber omitido la Cámara analizar su argumentación en vía
apelatoria y haber razonado dogmáticamente en su lugar (v.
pto. VIII.1.).
Seguidamente, alega vulneración de los arts. 3
de la ley 24.240 y 2.560 del Código Civil y Comercial.
Estima que, al no haber aplicado la ley más favorable al
consumidor, la decisión desoyó el principio protectorio
que gobierna la materia (art. 3, ley 24.240).
Postula a la vez que, de haberse respetado la
prelación normativa propia del "régimen de defensa del
consumidor" ante la falta de una norma específica en
materia de prescripción, no debió aplicarse el plazo anual
previsto en el art. 58 de la ley especial de seguros sino
el general de cinco años previsto en el art. 2.560 del
Código Civil y Comercial (v. pto. VIII.2.).
En ese sentido, esgrime que a tenor de la
jerarquía constitucional y convencional del régimen del
consumo dimanada de los arts. 1 y 2 del digesto
sustantivo, la ley 17.418 de seguros ha quedado desplazada
en materia de prescripción. Destaca el principio pro
homine y la equidad como pautas hermenéuticas del derecho
de los consumidores (v. pto. VIII.3.).
Explica así que debe entenderse que el plazo de
prescripción quinquenal establecido en el art. 2.560 del
Código Civil y Comercial rige todas las relaciones de
consumo y que el anual previsto en la Ley de Seguros
resulta aplicable solo a los contratos de seguro no
alcanzados por el estatuto del consumidor (por ejemplo,
los casos de seguros de agricultura). Esta interpretación
que postula es la adecuada "...porque demuestra que en
realidad no hay una colisión normativa entre el art. 58 de
la Ley 17.418 y el art. 2.560 del Código Civil y
Comercial: cada uno tiene su propio ámbito de aplicación.
Se trata, entonces, de la aplicación de aquella pauta
hermenéutica según la cual el sistema jurídico es una
estructura coherente, que debe ser interpretada de modo
tal que sus disposiciones no se destruyan recíprocamente,
sino brindándoles armonía dentro del espíritu que les dio
vida...".
IV. Pues bien, la impugnación no prospera.
IV.1. En primer término, cabe descartar el
denunciado quebrantamiento de la garantía constitucional
de defensa en juicio, al imputársele a la Cámara haber
omitido analizar -o haber rechazado dogmáticamente- los
argumentos del apelante (v. pto. VIII.1.).
En efecto, a la luz de las respectivas piezas
procesales involucradas, no resulta posible concluir que
el tribunal hubiera omitido abordar los agravios
expresados por la apelante o rechazado dogmáticamente sus
objeciones al pronunciamiento de primera instancia. La
lectura del fallo del Tribunal de Alzada exhibe un
abordaje -expreso o implícito- de los tópicos que se
denuncian preteridos o arbitrariamente rechazados. Por
caso, la preferente tutela constitucional y convencional
que el ordenamiento confiere a usuarios y consumidores, la
normativa aplicable, su orden jerárquico y los principios
jurídicos y pautas hermenéuticas involucrados en la
temática (principalmente, pto. II.4. de la sentencia de
Cámara).
Por ello, más allá del eventual acierto de los
fundamentos jurídicos expresados por el Tribunal de Alzada
para convalidar la decisión de primera instancia, no puede
imputársele a esta no haber analizado -o haber rechazado
sin motivo alguno- los principales lineamientos de la
protesta llevada ante sus estrados (conf. doctr. arts. 272
y 279, CPCC).
Por demás, cuadra remarcar que el deber de los
jueces de tratar todas las cuestiones sometidas a su
conocimiento no importa el de seguir a las partes en las
argumentaciones de hecho y derecho que traigan en apoyo de
su postura (conf. doctr. causas L. 61.622, "Barrera",
sent. de 4-VIII-1998; L. 84.291, "Kirilenko", sent. de 8-
III-2007; L. 94.186, "Dejean", sent. de 28-V-2010 y C.
118.828, "Azzi", sent. de 17-XII-2014).
IV.2. Seguidamente, tampoco cabe receptar la
denunciada violación de los arts. 3 de la ley 24.240 y 1,
2, 1.092, 1.093, 1.094, 1.095 y 2.360 del Código Civil y
Comercial (v. pto. VIII.2.).
IV.2.a. El recurrente imputa a la Cámara haber
soslayado la aplicación del principio protectorio del
estatuto del consumidor, que aduce vulnerado, arribando
consecuentemente a una solución contraria a este y que
resulta la menos favorable para el sujeto de especial
tutela (v. pto. VIII.2.a.).
Sin embargo, a diferencia de lo que postula el
impugnante, no se advierte en el presente caso el
presupuesto jurídico (esto es, el dilema normativo) para
cuya solución debiera acudirse a la aplicación del citado
principio.
Concuerdo con la opinión del tribunal recurrido
en que, a diferencia de lo que podía predicarse para el
escenario normativo delimitado por la vigencia de la ley
26.361, a partir de la sanción de la ley 26.994 ya no se
aprecia un conflicto de normas con igual vocación de
aplicación para la prescripción liberatoria de las
acciones judiciales en materia de seguros que involucren a
consumidores.
En este sentido, la Cámara sostuvo que
"...después de la sanción de la ley 26.994, el
ordenamiento jurídico ya no posee dos normas que regulen
una misma situación de hecho, como ocurrió durante la
vigencia del art. 50 de la ley 24.240 -texto según ley
26.361- y el art. 58 de la ley 17.418. Actualmente, el
régimen consumeril carece de un plazo de prescripción
específico para las acciones judiciales emergentes a su
amparo, lo que vuelve indispensable recurrir a la
regulación general en la materia contemplada en el Código
Civil y Comercial (vgr. en materias de cumplimiento de
contrato, responsabilidad civil, revisión de contratos,
etc.)..." (pto. II.3.i.).
Y en este sendero, el pretendido desplazamiento
del art. 58 de la ley 17.418 por el 2.560 del digesto
civil y comercial tampoco conllevaría una verdadera
tensión interpretativa entre dos preceptos que podrían
aspirar a reglar inequívocamente el mismo supuesto de
hecho, pues la primera constituye una norma especial que
establece un plazo anual para la prescripción de todas las
acciones derivadas de los contratos de seguro (conf. art.
58, ley 17.418), mientras que la segunda constituye una
norma general que establece un plazo quinquenal y genérico
de prescripción para las acciones civiles y comerciales
que no tuvieren uno especial (diferente) previsto por la
legislación aplicable (conf. art. 2.560, Cód. Civ. y
Com.).
Por ello, si bien resulta cierto que tanto el
art. 3 de la ley 24.240 como los arts. 1.094 y 1.095 del
digesto civil y comercial prescriben que debe siempre
adoptarse la solución que resulte más favorable a los
intereses de los consumidores, no menos lo es que tal
criterio hermenéutico ha de cobrar operatividad ante una
posible situación de duda interpretativa, normativa o
contractual, que en la especie -como se expuso- no se
patentiza.
IV.2.b. Por otro lado, tampoco puede ser de
recibo el reproche del recurrente que, partiendo de lo
preceptuado por los arts. 1 del Código Civil y Comercial y
75 inc. 12 de la Constitución nacional, imputa a la Cámara
no haber respetado la prelación normativa propia del
régimen de tutela del consumidor, pues si el Código Civil
y Comercial no establece un plazo específico de
prescripción para las acciones judiciales derivadas de
aquel, debe entonces emplearse el plazo prescriptivo
genérico contenido en dicho digesto y no el menos
beneficioso establecido en una ley especial, que no
contempla la incidencia del referido estatuto tuitivo (v.
pto. VIII.2.b.).
Es que la aplicación de la norma especial que,
en materia de prescripción liberatoria de las acciones
derivadas de los contratos de seguro, atrapa el supuesto
en estudio, no resulta corolario de la falta de respeto al
debido orden de prelación normativa, sino que, por el
contrario, es fruto de la observancia propia del orden
jurídico vigente en dicha temática.
Comparto lo expresado por la Cámara en cuanto a
que "...la subsistencia del art. 58 de la ley 17.418 no
muestra reparos, por lo que una hermenéutica ajustada a
los lineamientos de los arts. 1 y 2 del Cód. Civ. y Com.
no debe prescindir de aquel sin incurrir en un desborde de
la tarea del intérprete, máxime cuando, de un lado, se
trata de una norma especial en materia de prescripción de
las acciones derivadas del contrato de seguro (y con ello,
prevalente respecto de la regulación general contenida en
el art. 2560 del del Cód. Civ. y Com.) y -del otro- se
advierte que la accionante no ha cuestionado la
constitucionalidad del plazo anual del artículo 58 de la
ley 17.418 (CSJN, 'Mansilla' Fallos 337:179; 'Whirpool'
337:1451; Fallos 339:477, 341:250, 342:1170, 341:1768;
arg. arts. 1, 31 y concs., Const. nac.)..." (pto.
II.3.ii.).
En efecto, en principio, la norma en materia de
prescripción liberatoria contenida en la ley especial
posee una aplicación preferente a la norma genérica y
residual sobre la misma materia contenida en la ley
general (conf. art. 2.560, Cód. Civ. y Com.).
IV.2.c. En igual sentido, corresponde descartar
los reproches fundados en torno a los consabidos binomios
ley general-ley especial y ley anterior-ley posterior,
mediante los que el recurrente aboga en favor de su
postura (v. pto. VIII.2.c.).
Por este camino, primero aduce que la
preeminencia de la Ley de Seguros sobre el Código Civil y
Comercial en materia prescriptiva no surge del art. 1 del
régimen general; luego, que tal método de interpretación
normativa desconoce que, si bien se trata de una ley
especial, la Ley de Seguros es anterior a la reforma
constitucional del año 1994 y a la Ley de Defensa del
Consumidor, que también es una ley especial y de orden
público, lo que resultaría suficiente para demostrar la
supremacía de esta última en caso de conflicto entre ambas
(íd. pto. cit.).
Sin embargo, por un lado, cabe recordar que la
máxima lex specialis derogat legi generali encierra un
sólido criterio interpretativo, resolviendo cualquier
problema de inconsistencia (cuando dos normas imputan
efectos jurídicos incompatibles a las mismas condiciones
fácticas) a favor de la regla particular por sobre la
regla general (conf. causas B. 52.918, "Diorio de
Erriest", sent. de 1-VI-1993; B. 49.264, "C.E.N.A.V.",
sent. de 15-XI-2000 y B. 52.620, "Vizcay", sent. de 6-II-
2002).
Por otro, corresponde observar que es la propia
normativa general, en la presente temática, la que
establece su ámbito de aplicación, condicionado a la
ausencia de disposiciones específicas similares (conf.
arts. 2.532 y 2.560, Cód. Civ. y Com.). Encontrándose
estas presentes, así como la contenida en el art. 58 de la
ley 17.418, la genérica y residual del digesto general
debe entenderse -de ordinario- inaplicable por
desplazamiento.
Respecto de lo demás, se advierte un agravio
meramente conjetural, desde que la postulada preeminencia
de la ley 24.240 por sobre la ley 17.418 (en razón de
tratarse -la primera- de una ley especial posterior a la
segunda) recién adquiriría trascendencia en la labor del
intérprete al erigirse un conflicto entre ambas normas con
igual vocación de aplicación al caso, supuesto ajeno al
presente debate, como ya fue señalado, a partir de la
sanción de la ley 26.994 (doctr. art. 279, CPCC).
IV.2.d. Finalizando este segmento del análisis,
resta decir que resulta igualmente ineficaz la crítica del
recurrente en el sentido de que "...cuando el legislador
suprimió el párrafo segundo del art. 50 de la Ley 24.240
(que determinaba que las acciones de prescripción
derivadas de las relaciones de consumo prescribían a los 3
años), ello obedeció a que en la misma ley había receptado
un plazo mayor (el plazo genérico de 5 años previsto en el
art. 2.560 del CCC), razón por la cual se pretendió que el
plazo de prescripción entonces vigente se amplíe (Ley
26.361) y no se acote [...] ya que una decisión tan
regresiva como esa en el marco de un sistema protectorio
hubiera merecido una aclaración expresa en el texto legal
o, cuanto menos, un debate parlamentario en tal sentido.
Por tanto, no existiendo ninguno de estos aspectos, no
puede inferirse que la intención del legislador haya sido
acotar el plazo prescriptivo para casos como autos...".
Por un lado, la Cámara reflexionó en torno de
este aspecto que "...no media una superposición
regulatoria susceptible de generar una situación de duda
en punto a la norma aplicable y esto, a riesgo de incurrir
en reiteraciones tediosas, encuentra sustento en la
decisión legislativa de modificar el art. 50 de la ley
24.240 y, simultáneamente, mantener el art. 58 de la ley
17.418..." (pto. II.4.a.).
Por otro, a diferencia de lo que se aduce,
tampoco encuentro suficiente evidencia de que al suprimir
el segundo párrafo del art. 50 de la ley 24.240 -texto
según ley 26.361- y, simultáneamente, establecer un plazo
general de prescripción quinquenal inferior al
anteriormente vigente pero superior al trienal establecido
en la norma suprimida (art. 2.560, Cód. Civ. y Com.), el
legislador nacional haya tenido la intención de que todas
las acciones nacidas al amparo del derecho del consumo
pasaran a ser regidas, en materia de prescripción, por
este último plazo. Ello así pues el propio legislador
mantuvo vigente al mismo tiempo el art. 58 de la Ley de
Seguros, sin que pueda presumirse que tal criterio haya
sido fruto de su eventual inconsecuencia o imprevisión (en
el mismo sentido, causa B. 63.568, "García", sent. de 10-
VIII-2011).
Al respecto, reiteradamente esta Corte ha
expresado que resulta insuficiente el recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley cuyas
argumentaciones -como en el caso- no pasan de ser la
personal interpretación del impugnante sobre la cuestión
de marras, en tanto no rebate idóneamente los fundamentos
del juzgador de segunda instancia, limitándose a exponer
en forma paralela y genérica su opinión discrepante con el
fallo en crisis, sin hacerse cargo de las concretas
razones que lo sustentan (conf. causas C. 108.380,
"Barreiro", sent. de 5-X-2011; C. 113.011, "Auge", sent.
de 5-XII-2012; C. 119.298, "Caamaño", sent. de 21-IX-2016
y C. 120.992, "Tres Rumbos S.R.L.", sent. de 25-X-2017).
IV.3. Finalmente, tampoco cabe acoger los
embates del recurrente a través de los cuales denuncia el
quebrantamiento de los arts. 1 y 2 del Código Civil y
Comercial de la Nación.
Por este andarivel, el impugnante amplía la
descripción del mencionado principio protectorio en
materia consumeril, remarcando su jerarquía constitucional
y convencional. Refiere a la hermenéutica y al diálogo de
fuentes dimanados de los arts. 1 y 2 del digesto civil y
comercial, a la constitucionalización del derecho privado,
al control oficioso de constitucionalidad y
convencionalidad de las normas a cargo de los jueces y a
la vigencia de los principios pro homine y de equidad.
Desde tal atalaya, apoyándose en jurisprudencia y doctrina
autoral, insiste en que la Ley de Seguros ha quedado
desplazada en materia de prescripción (v. pto. VIII.3.).
Al respecto, cuando la Cámara descartó dicho
fundamento, lo hizo sobre la base de rechazar la tesis
actoral de que la regulación del Código Civil y Comercial
en materia de prescripción constituiría un piso de
protección mínimo que, ante la desigualdad inherente a la
relación de consumo que ligara a las partes, debía ser
preferido para la solución del caso, pues la vigencia y
aplicación del estatuto del consumidor "...no conlleva,
sin más, a prescindir de la aplicación del artículo 58 de
la ley 17.418 [...] [toda vez que, descartada] una
superposición regulatoria susceptible de generar una
situación de duda en punto a la norma aplicable, [...] sin
desconocer[se] el rango constitucional de los derechos de
los consumidores, [...] observar un plazo prescriptivo
menor [para las acciones judiciales derivadas de la
aplicación de su estatuto] no compromete [per se] derechos
humanos ni comporta [su] vedada aplicación
regresiva" (ptos. II.4.a. y II.4.b. del fallo).
Justificó ello en que el Código Civil y
Comercial, aun teniendo en miras la constitucionalización
del derecho privado, igualmente contempla numerosos casos
de plazos de prescripción liberatoria anuales o bienales,
algunos de los cuales incluso importaron una reducción de
sus semejantes anteriores, por lo que «...atribuir una
conducta regresiva al legislador fundada únicamente en el
acortamiento de plazos prescriptivos aplicables a las
acciones derivadas de contratos de seguro celebrados por o
en beneficio de consumidores [...] implica una postura que
se desentiende, al menos, de tres cuestiones [...] de
relevancia.
La primera, consistente en que el estudio de la
institución de la prescripción no se agota en la
regulación de los plazos, sino que debe extenderse a otros
aspectos tales como la suspensión, interrupción, dispensa,
puntos de partida y renuncia que también deben ser
ponderados al momento de analizar la reforma legislativa.
La segunda, vinculada a las razones dadas por
los integrantes de la comisión reformadora para
justificar, por un lado, la previsión, bajo el título
"contratos de consumo", de una serie de principios
generales de protección del consumidor que actúan como
"una protección mínima" y que entre sus beneficios se
destaca la preservación de la coherencia del sistema,
construcción de la que no cabe excluir a la regulación
especial de la prescripción de las acciones judiciales
derivadas de un contrato de seguro y, por el otro, la
propuesta de un articulado en materia de prescripción
liberatoria que pretende mantener el sistema en vigencia y
asociando el valor de la seguridad jurídica en ciertas
relaciones al acortamiento de los plazos aplicables [...]
[Y] la tercera [...], que [...] entre las
razones que conducen al legislador a la modificación de
los plazos de prescripción anidan las atinentes a la
seguridad jurídica, [...] institución [que] compromete
intereses públicos en la estabilidad de las relaciones o
situaciones jurídicas. Así, [...] quizás merezca una
detenida reflexión como argumento de corte sociológico
[...] que "[e]xiste una serie de circunstancias objetivas
que determinan que el tiempo sea vivido en forma diversa a
lo largo de las distintas épocas [...] Cuando la nueva
'percepción del tiempo' hace que se viva a un ritmo
'acelerado' y esa concepción se difunde, en la sociedad se
juzga que la pendencia prolongada de las situaciones o
relaciones jurídicas se vea como disvaliosa, y se aspira a
que los plazos de prescripción se acorten, para contribuir
a la seguridad jurídica" [...] [por lo que] "...no cabe
suponer que el legislador haya actuado con inconsecuencia
o imprevisión al dictar las leyes, por lo que éstas deben
interpretarse evitando darles un sentido que ponga en
pugna sus disposiciones destruyendo las unas por las
otras, y adoptando como verdadero el que las concilie y
las deje a todas con valor y efecto" (doct. causa B.
63.493, "Tonelli", sent. de 27/08/2008 y sus citas)» (pto.
II.4.b.).
Pues bien, me he permitido efectuar una
transcripción in extenso de los motivos brindados por la
Cámara para descartar el alegado desplazamiento de las
disposiciones de la Ley de Seguros en materia de
prescripción de las acciones resarcitorias de los
consumidores por presuntas violaciones a sus derechos
estatutarios fundamentales, ya que ello permite visualizar
con claridad la insuficiencia técnica de este tramo del
ataque que, alejado de una concreta y puntual objeción de
aquellos motivos, exhibe un esfuerzo argumental ceñido,
una vez más, a la exposición de un punto de vista
simplemente alternativo, discordante y -a la vez-
distanciado de la línea de reflexión seguida en el fallo
(conf. doctr. art. 279, CPCC).
En efecto, más allá de la exposición personal
del tema, el recurrente no dirige embate alguno contra los
argumentos dados por el Tribunal de Alzada para justificar
el derecho aplicable al caso. Es decir, el interesado no
rebate lo decidido, pero la réplica concreta, directa y
eficaz de los fundamentos esenciales del fallo es un
requisito de ineludible cumplimiento para el impugnante en
vía extraordinaria. De allí que quepa concluir también en
esta parcela que dicha insuficiencia recursiva conduce a
que la decisión impugnada deba permanecer incólume por la
falta de cuestionamiento idóneo de los conceptos sobre los
que se asienta (conf. causas C. 100.741, "Kriger", sent.
de 7-VII-2010; C. 119.184, "Ludueña", sent. de 6-IV-2016;
e.o.).
V. Por lo expuesto, oído el señor Procurador
General, si mi opinión resulta compartida, corresponderá
rechazar el presente remedio extraordinario. Con costas de
esta instancia al recurrente que resulta vencido (arts. 68
y 289, CPCC).
Voto por la negativa.
Los señores Jueces doctores Genoud y Soria y la
señora Jueza doctora Kogan, por los mismos fundamentos del
señor Juez doctor Torres, votaron también por la negativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la
siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, oído
el señor Procurador General (v. dictamen de 24-VI-2022),
se rechaza el recurso extraordinario de inaplicabilidad de
ley. Con costas de esta instancia al recurrente que
resulta vencido (arts. 68 y 289, CPCC).
Regístrese y notifíquese por medios electrónicos
(conf. resol. SC 921/21 y Ac. 4013/21 y sus modif. -t.o.
por Ac. 4039/21-) y devuélvase por la vía que corresponda.

Suscripto por el Actuario interviniente, en la ciudad de


La Plata, en la fecha indicada en la constancia de la
firma digital (Ac. SCBA 3971/20).

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GENOUD Luis Esteban


JUEZ

KOGAN Hilda
JUEZA

TORRES Sergio Gabriel


JUEZ

SORIA Daniel Fernando


JUEZ

CAMPS Carlos Enrique


SECRETARIO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA

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