Lingüística Románica
Lingüística Románica
Lingüística Románica
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UNIVERSIDAD DE SALAMANCA FACULTAD DE FILOLOGÍA
ÍNDICE DE CONTENIDOS
BLOQUE I
BLOQUE II
BLOQUE III
1. Romanización y Romania.
2. La expansión del latín
3. La variación en latín.
4. Fuentes para el estudio del latín vulgar.
5. Principales características del latín vulgar.
BLOQUE IV
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TEMA 1. LINGÜÍSTICA ROMÁNICA
Desde el punto de vista técnico, la lingüística y la filología son dos disciplinas diferentes. Según
la concepción popular, la filología es el estudio de la lingüística y la literatura de una determinada
lengua. Desde una perspectiva más técnica, se trata del estudio, explicación y reconstrucción de los
textos, analizándolos para descubrir su significado e interpretarlos, definir su contexto cultural,
relacionarlos con otros, etc.
La lingüística es, además, una ciencia más nueva que la filología, así como derivada de la misma.
Se encarga del estudio de la lengua, el lenguaje y los hechos lingüísticos. La lingüística nace, por tanto,
como una herramienta de la filología por la necesidad de conocer en profundidad las lenguas y las
estructuras lingüísticas textuales. Mientras que el interés de la filología radica en el estudio de los textos,
la lingüística se focaliza en las realizaciones lingüísticas de los mismos.
Por su parte, la lingüística románica nace directamente de la filología románica en virtud del
descubrimiento del sánscrito en el siglo XIX. Se postula que el sánscrito es un antepasado común de las
lenguas indoeuropeas y se establece una conexión entre esta, el latín y el griego, todas ellas
pertenecientes a la análoga rama lingüística. Dichas indagaciones parten, por supuesto, del estudio de
los textos.
La lingüística románica, por tanto, se encarga del estudio de los idiomas románicos actuales, en vías
de desaparición y desaparecidos, su origen, desarrollo y cristalización, su evolución en la actualidad,
sus estructuras y características. Del mismo modo, estudia comparativamente las distintas lenguas
romances y sus variedades diatópicas –variedades dialectales, que pueden ser en un momento concreto
de la lengua–, diacrónicas –tienen que ver con la evolución temporal de la lengua– y diastráticas –estilo
de lengua que utilizamos, nivel social–, en perspectiva sincrónica y/o diacrónica. No es, por tanto,
equivalente la filología románica a la lingüística románica pues esta última va más allá de los
testimonios puestos por escrito –estudia también la Fonología, Fonética, Pragmática, etc., sino parte de
ella. (Cfr. Munteanu, 2019:20)
Según Gauger (1989:16) «Al objeto de estudio de la lingüística románica no pertenecen sólo estas
lenguas [portugués, gallego, español, catalán, occitano, francés, sardo, italiano, retorrománico,
rumano...] actualmente habladas, sino también otras lenguas hoy desaparecidas o en trance de
desaparición, como el dalmático [...], o el extraordinariamente interesante judeoespañol [...]. A ello se
añaden las numerosas, así llamadas, lenguas criollas románicas».
No existe un único método en lingüística románica, puesto que hay muchas formas de enfocar su
estudio. Históricamente, la lingüística románica nace para ocuparse de establecer un canon, aunque
tiene otros objetos de estudio:
- La hermandad de las lenguas románicas –por origen común–. Comparación entre lenguas con
el objeto de establecer una relación entre las lenguas románicas que derivan del latín.
- Reconstrucción del pasado común de las lenguas. Relativo a la relación que entrañan las lenguas
romances –protorromance–.
- Clasificación de las lenguas romances. Qué variantes han desaparecido, cuáles han perdurado,
cuáles son más similares, distribución geográfica de las lenguas, etc.
- Estudio del léxico, fonética, fonología, morfosintaxis, pragmática, etc., de las lenguas
románicas; la relación entre procesos de diferentes lenguas.
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Actualmente la lingüística románica se encarga de describir cómo son las lenguas románicas y
cómo llegaron a serlo, así como sus variedades. Estas provienen del latín vulgar tardío –aunque el
latín no está considerada una lengua románica, ya que es el origen–. Todas las lenguas románicas
son indoeuropeas, pero no todas las lenguas indoeuropeas son románicas. Además, las lenguas
indoeuropeas presentan una gran cantidad de variaciones: en la Francia Occidental, en la Península
Ibérica, en el norte de Italia, en Cerdeña, en Córcega o en la Península Balcánica. Cada uno de los
dominios lingüísticos recibe un nombre:
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¿POR QUÉ SE LLAMAN ROMÁNICAS Y NO LATINAS?
Provienen del término ROMANICUS «a la manera romana», el cual es, a su vez, un adjetivo derivado
de ROMANUS «procedente de la ciudad de Roma». En el 212 d.C., se empleaba de forma paralela
ROMANUS, que significaba «habitante del Imperio Romano». A partir del 212 d.C., se otorga la calidad
de ciudadano romano a todo habitante del Imperio, por lo que dicho término engloba a todos. En el siglo
S.XIX se empezó a utilizar el término con el significado actual.
Lingua latina –proviene de Latium, una zona de Italia– o fabulare latina lingua se utilizaba como
término no marcado que aludía a la lengua. También se empleaban los términos LATIUM, SERMO
LATINUS, LATINE e IN LATINO. No se utilizaba el término lingua romanice porque ROMANUS era el
gentilicio de los habitantes de Roma. Hacía referencia a la superioridad cultural de los romanos y en
oposición a los griegos. Tras la expansión de Roma pasó a ser «hablar latín correcto».
Por su parte, el romanice fabulare era la lengua que hablaban los habitantes de los nuevos territorios
conquistados por los romanos. Así, los propios romanos y percataban de que estos no hablaban el mismo
latín que el registro estándar de la capital. ROMANICE aludía a dicho modo de hablar y se especializó con
el significado de «nuevo tipo de texto literario». En romance, evolucionó como «romant» en francés,
«romanzo» en italiano y «romance» en español.
La Romania engloba todos los territorios donde se habla o se ha hablado una variedad derivada del
latín. Es un término que desapareció en la Edad Media pero que Gastón Paris recuperó en el siglo XIX
otorgándole el significado de «conjunto de territorios donde se habla o se han hablado lenguas derivadas
del latín». Surge en relación con URBIS ROMANUS, a partir de las invasiones bárbaras y en similitud con
otros topónimos como Galia, Britania o Hispania. Responde, por tanto, a la necesidad de los habitantes
por identificarse como partícipes de la cultura románica, en oposición a las invasiones extranjeras. Se
trata de un concepto que aúna la identidad cultural y lingüística compartida.
- Romania antiqua o continua. Engloba los territorios en los que se habla ininterrumpidamente
una lengua romance desde la romanización. Entre ellos destacan la Península Ibérica, la mayor
parte de Francia, la Península Itálica, las grandes islas del Mediterráneo y la Costa Dalmática.
- Romania submersa. Engloba los territorios en los que el latín no logró asentarse o fue sustituido
por otra variedad.
- Romania nova. Engloba todos los territorios donde nunca llegó el Imperio Romano y, por ende,
nunca estuvieron romanizados pero actualmente se hablan lenguas románicas en virtud de las
colonizaciones posteriores. Este fenómeno ocurre en América –el español de América, el
brasileño– y en Asia oriental, entre otros lugares, donde no solo se hablan las lenguas románicas
actuales, sino que se han desarrollado unas nuevas o neolatinas denominadas criollos como
consecuencia del contacto de las lenguas latinas con las originarias de las zonas. Hay Romania
Nova en todos los continentes menos en Oceanía.
Por último, la Romanística, es la ciencia que estudia las lenguas románicas y sus literaturas; también
significa «la actitud de comprensión de la realidad panrománica en lengua, en mentalidad y en cultura».
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2. EL CAMBIO LINGÜÍSTICO Y LA VARIACIÓN
Las lenguas no son estáticas, la variación forma parte de la naturaleza de las lenguas. Una lengua
nunca es homogénea, la variación lingüística está presente en todo acto de habla. Todos los planos
lingüísticos pueden presentar variación: a) nivel fonético-fonológico: ambos interlocutores deben
interpretar los sonidos que se emiten como representantes de los mismos fonemas –correspondencia
sonido-fonema–; b) plano morfológico: debe establecerse una relación compartida –por ejemplo, ambos
interlocutores deben interpretar una -s final como un morfema que indica plural, y la ausencia de la
misma como indicador del singular–; c) plano sintáctico: ambos interlocutores deben asociar de igual
modo las diferentes partes de la oración y las funciones de las mismas –interpretar análogamente qué
parte de la oración constituye el sujeto, el CD, etc.–; d) plano léxico: emisor y receptor deben relacionar
los signos lingüísticos con el mismo referente.
La finalidad última de las lenguas es la comunicación. Todo acto comunicativo precisa de un emisor
–que emite el mensaje– y un receptor –que recibe ese mensaje–. Asimismo, resultó fundamentales en el
acto comunicativo el mensaje, emitido en un código concreto compartido por emisor y receptor a través
de un canal –que puede ser oral, verbal, visual, táctil, etc.–. Este esquema se encuadra dentro del
contexto comunicativo que es imprescindible para la comunicación, se trata del conocimiento
compartido por el emisor y el receptor sin el cual la comunicación no podría ser fructífera. Es importante
que ambos interlocutores asocien el significante o imagen acústica al referente real, es decir, deben
compartir la relación existente entre los signos lingüísticos y sus significados.
Pese a que empleamos dicha base como premisa para establecer una comunicación efectiva, la
lengua varía constantemente, pues la variación es un factor intrínseco y natural de las lenguas. Tanto
hablantes como oyentes somos conscientes de la variación y, de hecho, la manejamos. Por lo tanto, la
variación transmite mucha información útil –ocurre en todos los planos de la lengua–. Hay variación
lingüística cuando conviven dos o más formas o usos para una misma variable lingüística.
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En suma, cada acto de habla es diferente a cualquier otro –especialmente en el plano fonético. Los
actos lingüísticos no son nunca idénticos, sino que varían de un individuo a otro, e, incluso, en el mismo
individuo.
Toda variación está motivada en parte por las propiedades fisiológicas y físicas involucradas en
la realización y propagación de los sonidos, así como en los articuladores móviles y estáticos, la
precisión milimétrica del gesto articulatorio, las cuerdas vocales, etc. Asimismo, existen otros
condicionantes, como el estado anímico del emisor, la humedad del ambiente, la presión ambiental, etc.
Los sonidos forman parte de un continuum. En un extremo aparecen las vocales –sonidos con
mayor sonoridad– y, a medida, que se cierra el grado de constricción, se colocan las glides,
seguidamente las aproximantes –todavía sonoras–, luego las fricativas –pasa un mínimo de aire–, y, al
cerrar del todo los articuladores, en el otro extremo, se encuentran los sonidos oclusivos. Entre ambos
extremos las diferencias son obvias, pero son más sutiles en lo que a los estadios intermedios se refiere.
GRADACIÓN DE CIERRE
VOCALES CONSONANTES
Los seres humanos somos insensibles a ciertos tipos de variación debido a que agrupamos la realidad
en categorías discretas de acuerdo con nuestra experiencia. En virtud de dicha agrupación del continuum
en categorías, surge la división tradicional entre Fonética –estudia los sonidos del habla (realidad
tangible), categoriza en fonos y se divide en tres campos de estudio: fonética articulatoria, acústica y
perceptiva– y Fonología –estudia la función lingüística de esos sonidos, su comportamiento y
organización lingüística en la lengua–.
Según Chambers & Trudgill (1994:88) la variable se define como «la unidad lingüística con dos o
más variantes relacionada en covariación con otras variables sociales y/o lingüísticas» y según Rotaetxe
(1998:111) está constituida por «elementos verbales de los que se sabe […] que poseen diferentes
realizaciones en el uso». Por otra parte, las variantes son cada una de las formas o realizaciones de una
variable (gato/micho/minino/felino). La variación es más fuerte en la oralidad porque la escritura suele
estar fuertemente estandarizada. En la oralidad hay variación fonética que en la escritura no hay –aunque
sí hay variación fonológica–.
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Cuando un grupo de variantes específicas son habituales en un grupo de hablantes concreto estamos
hablando de variedades lingüísticas. Por ejemplo, la realización velar de /n/ en posición final, es propia
del castellano de la zona norte (Galicia, Laciana, El Bierzo, parte de Asturias…). Tenemos varios tipos
de variedades lingüísticas: a) variación de tipo regional (diatópica), b) variedades de tipo social y c)
variedades de tipo
En la Romania se dieron tres grandes grupos de variedades dialectales –diatópica–. Por una
parte, los dialectos primarios se dieron de forma natural cuando surgieron nuevas lenguas a partir de
otras –el latín– (continuum en Italorromania y Galorromania, mitad de la Iberorromania). Por otra parte,
los dialectos secundarios son los dialectos más recientes, resultado de la expansión de los dialectos
primarios (expansión de las variedades ya romances (del castellano, estaríamos hablando del extremeño,
por ejemplo) –codificados–). Finalmente, hay un grupo de lingüistas que consideran que existen los
dialectos terciarios, posteriores a la formación de un estándar –por ejemplo, el español que se habla en
sitios como Cataluña o Galicia, donde está en contacto con las lenguas cooficiales de esos territorios
(que actúan como sustrato)–. Por otra parte, la variación social –diastrática– se relaciona con la sociedad
estratificada, con la identidad social y la situación comunicativa –diferencias debidas al contexto–. Estas
diferencias contextuales son las variedades diafásicas, relacionadas con los distintos registros y niveles
de la lengua.
El cambio lingüístico se produce cuando una de las variantes se impone sobre las demás de
forma generalizada en la población de habla. Hay determinadas secuencias que pueden estar bien
construidas sintácticamente, pero no tener significado (comprensibilidad); por el contrario, puede haber
secuencias gramaticales, pero que no se pueden entender (gramaticalidad) y también hay determinadas
secuencias que pueden ser tanto gramaticales como comprensibles, pero que no son aceptables
(aceptabilidad).
Cuando la variación se lleva al extremo y una variedad deja de ser comprensible, gramatical y
aceptable, se crean nuevas lenguas. Podemos distinguir entre lengua –existe una identidad clara y bien
establecida (los usuarios toman consciencia)–, dialecto –subconjunto que depende de una lengua; no
obstante, en su origen, el concepto designa cualquier variedad. Desde un punto de vista estrictamente
lingüístico, los dialectos son exactamente lo mismo que una lengua– y variedad –todas las formas de
variación reagrupables (agrupa lengua y dialecto)–. La diferencia entre lengua y dialecto depende, por
una parte, de criterios internos que se siguen para determinar si dos lenguas son distintas –grado de
diferencia– (a estas lenguas se las conoce como lenguas abstand –por distancia–) y es el caso del español
y el francés) y, por otra parte, de criterios externos que dependen de la sociedad de esa variedad
lingüística –tradición textual elaborada, conciencia lingüística de los hablantes y reconocimiento oficial
de las Instituciones– (este tipo de lenguas se denominan lenguas ausbau –por elaboración–.
En la Romania nos encontramos con lenguas por distancia y elaboración –como el castellano–,
lenguas por distancia sin elaboración –como el francoprovenzal–, variedades sin elaboración, pero con
características prominentes –como el valenciano– y lenguas por elaboración, pero con distancia débil.
a) Factores internos. Las razones estructurales y sistémicas que favorecen la variación. Generan
una mayor comodidad ara el hablante ya que provocan relajación y pérdida de contrastes y una
mayor distinción, ya que refuerzan las características distintivas y las oposiciones. Labov
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postula la existencia de tres tipos de cambios internos: a) cambios en cadena (Martinet) –
movimientos de un elemento en el sistema que pasa a ocupar el lugar de otro–, distingue entre
cadena de propulsión –A se mueve a B y B a C– y la cadena de tracción –donde no hay ningún
elemento desestabilizador porque ocupa una posición ”vacía”–; b) fusiones –dos fonemas
pierden su distinción dando lugar a neutralizaciones–, distingamos entre fusión por
aproximación –dos fonemas distintos con diferentes campos de dispersión son tan próximos que
van juntándose hasta que no se distinguen y se convierten en un único fonema– y por expansión
–dos fonemas se expanden tanto que no se distingue uno del otro–; c) escisiones –
fonologización–, que consisten en dos realizaciones de un mismo fonema que pasan a ser
reinterpretados como dos fonemas diferentes.
b) Factores externos. Se dan por el contacto entre lenguas –los hablantes de una lengua A adoptan
elementos de una lengua B–. Podemos distinguir entre: a) nivelación –en una situación de
contacto entre dos lenguas una de ellas actúa como referente, de esta forma, se produce la
eliminación de una variante marcada en la variedad de menor prestigio tomando como
referencia la variante de mayor prestigio–; b) convergencia –por la influencia mutua de ambas
variedades en contacto–; c) acomodación –los hablantes tratan de aproximarse lingüísticamente
y de emplear características lingüísticas compartidas–; d) divergencia –en variedades próximas
lingüísticamente, una de ellas consta de un estatus cultural más elevado, es un fenómeno
contrario a la nivelación, pues los hablantes reaccionan frente a la lengua e prestigio
seleccionando la variante no coincidente con esta para alejarse de la misma–.
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TEMA 2. HISTORIA DE LA ROMANÍSTICA. LAS DISCIPLINAS
TRADICIONALES Y SU EVOLUCIÓN
Dentro de la Historia de la Lingüística podemos distinguir tres periodos según Munteanu (2009);
Pöckl et al. (2004): el período clásico o precientífico que va desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII,
el período de nacimiento de la lingüística como ciencia en el siglo XIX y el período contemporáneo que
va desde el siglo XX a la actualidad. Durante el período clásico o precientífico el objeto de estudio no
son el lenguaje y las lenguas en sí mismos, sino la descripción de los usos normativos que debían
emplearse en la retórica. Hasta el siglo XVIII la lengua se consideraba inmutable y dicha carencia de
variación se concebía como un elemento positivo. Por su parte, durante el período de nacimiento de la
lingüística como ciencia se desarrolla el método histórico-comparativo, la escuela Neogramática que
surge como respuesta al método histórico-comparativo en la segunda mitad del siglo XIX y la
Dialectología. Por último, el período contemporáneo nace con el estructuralismo y comprende
continuaciones y reacciones en torno a dicho planteamiento; también se relaciona con el nacimiento de
la lingüística sincrónica.
La lingüística nace como ciencia […] Hay una serie de condicionantes que nos sirven para
explicar el nacimiento de la lingüística como ciencia:
1. EL MÉTODO HISTÓRICO-COMPARADO
A partir del descubrimiento del sánscrito –lengua india que se hablaba alrededor del 1500 a.C.–
es una de las lenguas indoeuropeas de las que más testimonios escritos conservamos. En Occidente no
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nos es conocida hasta finales del siglo XVIII de la mano de William Jones en una publicación de un
descubrimiento durante una exploración por Asia una revista en 1796.
“La lengua sánscrita, sea cual fuere su antigüedad, posee una estructura admirable. Es más
perfecta que el griego, más rica que el latín y más refinadamente exquisita que ambas. Con ellas
tiene una afinidad tal, tanto en lo que se refiere a las raíces verbales como por lo que atañe a las
formas gramaticales, que no ha podido originarse accidentalmente. Hasta tal punto es fuerte la
afinidad, que ningún filólogo podría examinar las tres lenguas sin pensar que proceden de una
fuente común que, acaso, ya no existe. Hay, además, una razón semejante, aunque non tan
concluyente, para suponer que tanto el gótico como el céltico, mezclados con otra lengua muy
distinta, tienen idéntico origen que el sánscrito. También el antiguo persa podría ser asociado a la
misma familia” (Sir William Jones, Tusón, 1987:79)
SÁNSCRITO LATÍN
matár mater
pitár pater
bhratar frater
Estas correspondencias regulares nos hacen pensar que deben tener una lengua madre común, sobre
todo teniendo en cuenta que no ha habido contacto temporal ni geográfico entre el latín y el sánscrito y
tampoco hay continuidad con el griego –falta de coincidencia temporal–. Por otra parte, no es posible
que fuesen préstamos léxicos debido a que se trata de un léxico básico –baja posibilidad de préstamos
léxicos–.
SÁNSCRITO LATÍN
ásmi sum
ási es
ásti est
smah sumus
stha estis
sánti sunt
Dos son los grandes precursores del nacimiento de la lingüística comparada: Franz Bopp y Rasmus
Rask. Cronológicamente, Franz Bopp fue el primero en escribir una comparación de varias lenguas –
griego, latín, persa y germánico– con el sánscrito (1814).
El gran padre del método histórico comparado es Jacob Grimm. Era germanista, publicó una
gramática del alemán –Deutshe Grammatik (2 vols. 1819-1822)– en la que formula la primera ley
fonética de la que tenemos constancia (la ley de Grimm o primera rotación del germánico). Es la primera
vez que un lingüista se da cuenta de que para comparar dos lenguas u otras tenemos que fijarnos en
aquellos fenómenos que son sistemáticos o regulares. A él le interesa explicar cómo se ha llegado al
sistema consonántico del alemán utilizando el griego, el gótico y el alto alemán antiguo, que representan
tres momentos de evolución. Se da cuenta de la correspondencia regular de las consonantes oclusivas y
fricativas de estas tres lenguas. Siempre que en griego hay una oclusiva sorda en gótico tenemos una
fricativa interdental y en alto alemán una oclusiva sonora. Se da cuenta de que el cambio fonético es
regular. (rotación del esquema con el ejemplo)
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Contemporáneo de Grimm fue August Schleicher quien fue el primero en dar el paso de la
comparativa de lenguas próximas a la reconstrucción porque concibe, influido por todas estas teorías de
la evolución de Darwin, etc., que las lenguas están vivas: «Las lenguas son organismos naturales que
surgen, sin ser determinables por la voluntad humana, crecen y evolucionan, y luego envejecen y
mueren, según leyes precisas... La glótica, la ciencia de la lengua es, por lo tanto, una ciencia natural».
(August Schleicher, Gauger, 1989:86)
Equipara las lenguas a organismos vivos y considera que los seres humanos no intervenimos de
ninguna forma en su evolución, pues estas evolucionan a través de mecanismos internos. Por otra parte,
llama a la lingüística «glótica» para diferenciarla de la lingüística que era una herramienta de la rama
más puramente humanista de la filología. Le interesa que la lingüística sea una ciencia independiente.
Le salieron muchos detractores y críticas ya incluso en su propio momento, sobre todo por lo tajante
que era. A él también le debemos la ramificación de las lenguas en árboles genealógicos (idea de escisión
de las lenguas); no obstante el consideraba que la evolución de las lenguas se dividía de forma binaria.
También le debemos a él algunos usos como el del asterisco para las formas reconstruidas.
A pesar de ser un gran indoeuropeista, trató de hacer una reconstrucción del indoeuropeo de tipo
binaria que no tuvo demasiado éxito.
¿Por qué se llama método histórico comparado? Porque se hacía una comparación con el fin de
establecer el parentesco genético y reconstruir los estadios anteriores –el eslabón perdido– de las
lenguas.
Uno de los grandes nombres por ser el principal antecesor de la lingüística románica es Fraçois-
Just-Marie Raynouard (1761-) Era filólogo y se encargó junto con otras personas de la redacción del
Diccionario de la Academia Francesa. Para lo que se da cuenta de que para hacer un buen diccionario
del francés tiene que estudiar las variedades que se hablan en Francia. En este mismo marco de trabajo
publica la antología de poesía de los trovadores una obra de tipo filológico pero que tiene un apartado
dentro dedicado a una gramática comparada entre el provenzal –o sea, el occitano– y otras lenguas
románicas –el español, el portugués y el italiano–. Dentro de esta antología de textos había una
comparación entre textos de otras lenguas románicas, a pesar de que es una comparación muy básica,
es el primer testimonio que tenemos de una comparación con un método más o menos científico de las
lenguas románicas. Raynouard comete el error de considerar que las lenguas románicas no derivaban
del latín clásico sino que derivaban de una lengua que se habló tiempo atrás –el provenzal u occitano–.
También es el primero en hacer una descripción muy exhaustiva del occitano para el momento.
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Su sucesor, Friedich Diez, fue considerado el verdadero padre de la lingüística románica. Según los
discípulos de Diez, entró en contacto con los filósofos europeos quienes le dan a conocer la obra de
Raynouard y se junta el método que utilizada Grimm y el estudio de las lenguas romances. Es el primero
en aplicar de forma sistemática y regular el método histórico-comparado al estudio de las lenguas
romances. Según él, el cambio fonético es el que rige la explicación de todo cambio lingüístico: «el
método crítico se somete decididamente a los principios y reglas descubiertos por la fonética, sin
separarse ni un paso de los mismos» (Etymologisches Wörterbuch, p. VIII)
Partiendo de la idea de que las lenguas son organismos vivos que se van escindiendo binariamente,
escribe Grammatik der romanischen Sprachen (1836-1846) dividida en tres tomos: el primer tomo está
dedicado a la fonética; en él ya explica la evolución desde el latín a seis lenguas románicas – italiano,
rumano, español, portugués, provenzal y francés–; en el segundo tomo, dedicado a la evolución de la
morfología, explica algunos trazos de la evolución morfológica de las lenguas románicas que no se
conocían y que aún hoy día siguen vigentes –pérdida de las declinaciones en el paso de las lenguas
románicas (explica todos los pasos de la evolución), procedencia de los sustantivos de la Romania
occidental del caso acusativo, reducción de géneros, evolución del sistema verbal–.
Su obra es magnífica, sin embargo, comete algunos errores como confundir letras y sonidos –les
ocurrió a todos los gramáticos histórico-comparados–. Además de la gramática publica en 1853
Etymologisches Wörterbuch der romanischen Sprachen. Un diccionario etimológico construido a partir
del método crítico (prevalecen las reglas fonéticas).
En este clima de crispación entre unos gramáticos y otros, surge un grupo de lingüistas mucho más
jóvenes que empiezan a criticar algunas de estas características del método, como el hecho de que sea
tan heterogéneo. Surge, de este modo, una corriente llamada Neogramáticos (Junggrammatiker), los
cuales se dieron cuenta de que había algunas excepciones que no lo eran en realidad; de modo que si se
seguían estudiando los cambios fonéticos, se podían explicar esas supuestas excepciones. Surge de este
modo la Ley de Verner, tras estudiar la Ley de Grimm, se da cuenta de que este cambio no era totalmente
sistemático (la oclusiva sorda del griego directamente sonorizaba en gótico). Verner descubre que en
realidad no se trata de una excepción sino que la ley de Grimm no estaba formulada por completo. Por
tanto, amplía la Ley de Grimm y dice que esa rotación consonántica del germánico se produce siempre
y cuando la silaba inmediatamente anterior sea tónica. Cuando la sílaba inmediatamente anterior no es
tónica, aplica otra ley fonética diferente.
Los Neogramáticos, concretamente Karl Brugmann y Hermann Osthoff, llevan tan al extremo la
idea de leyes fonéticas que en los 70 publican un manifiesto de cómo creen ellos que debe estudiarse la
lingüística. Son fundamentales porque con ellos el método histórico comparado vive una etapa de oro:
en primer lugar, todo tiene que explicarse a través de las leyes fonéticas (de hecho, amplían la noción
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de ley fonética, base del método comparativo); en segundo lugar, también se centran en datos que les
ofrecen las lenguas vivas y las variedades dialectales. La ley fonética de Brugmman y Osthoff formula:
«Todo cambio fonético, en tanto que actúa mecánicamente, se cumple siguiendo leyes sin
excepciones, es decir, la dirección del cambio fonético es siempre la misma en todos los miembros de
una misma comunidad lingüística, salvo en los casos de separación dialectal, y todas las palabras en que
figura el sonido sometido a cambio se ven afectadas sin excepciones.» (1978)
Hay una serie de factores que pueden alterar la aplicación de una ley fonética: los préstamos
lingüísticos (ya en Rask) pues se han incorporado en un momento reciente a la lengua y no se someten
a los cambios evolutivos de la misma y el cambio analógico, que consiste en la asociación psicológica
entre las palabras.
Wilhelm Meyer-Lübke Es considerado el príncipe de la romanística, pues aplica todas las ideas de
la Neogramática. Asimismo, prepara una gramática muy completa y profunda donde valoran las lenguas
nacionales y las diferentes variedades consideradas dialectales, por lo que se considera que mejora la
obra de Díez. Publica entre 1890 y 1902 su Grammatik der romanischen Sprachen en cuatro volúmenes,
cuyos tres primeros estudian un ámbito diferente de la lengua –fonética, morfología y sintaxis– y el
cuarto está reservado para los índices. En 1911 publica el REW (Romanisches Etymologisches
Wörterbuch), un diccionario etimológico de las lenguas románicas, organizado alfabéticamente, donde
aparecen los étimos latinos y su correspondencia en las lenguas románicas. Sin embargo, no incluye los
cambios de significado derivados de la evolución de las lenguas.
Gustav Gröber (1844-1911) Escribe Grundriss der romanische Philoloie entre 1904 y 1906, una
gran enciclopedia de la romanística que abarca tanto aspectos lingüísticos como literarios. Es el iniciador
de la revista de Filología románica (Zeitschrift für romanische Philologie) en 1877 y propone una teoría
de la fragmentación del latín en variedades dialectales durante la romanización.
Otros grandes nombres de la lingüística comparativa son el de Hugo Shuchardt (1842-1927), el cual
estudió la tautología de la limitación de aplicación de las leyes fonéticas. Publicó su Der Vokalismus
des Vulgärlateins entre 1866 y 1868 basándose en la propia documentación latina –lo cual constituye
un avance puesto que toda reconstrucción del latín vulgar se había realizado a partir de las lenguas
románicas–. Desmiente la idea de la división binaria de las lenguas y formuló la primera teoría de las
ondas («Wellentherorie») desarrollada por Johannes Schmidt: «cualquier cambio lingüístico general
procede de un espacio limitado y se difunde lentamente sobre el área lingüística completa»;
«Imaginémonos la lengua en su unidad como un estanque; este se pone en movimiento porque en varios
puntos se forman centros de ondas, cuyos sistemas, más o menos amplios según la intensidad de la
fuerza motriz, se entrecruzan ».
Johannes Schmidt defiende la primacía de la visión espacial sobre la temporal: los cambios se
transmiten como si fuesen ondas; existen un centro de irradiación de las innovaciones, las cuales van
extendiéndose como ondas de desaparecer («Las innovaciones lingüísticas se propagan como ondas que
irradian de diversos centros y que a menudo entrecruzan unas con otras» Tagliavini, 1973:66). Esta
teoría explicaría que los territorios cercanos al centro sean más conservadores y la distinta perduración
de los cambios.
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3. LA DIALECTOLOGÍA Y LA GEOGRAFÍA LINGÜÍSTICA
Hasta mediados del siglo XIX predominaba el interés por el cambio lingüístico histórico y se
consideraba cada etapa de la lengua como un elemento uniforme y homogéneo, sin variación, de acuerdo
con el paradigma clásico de la lengua –inmutabilidad–. Posteriormente, a mediados del siglo XIX y en
paralelo con el movimiento neogramático, los lingüistas comienzan a constatar que la variedad
lingüística inherente a las variedades dialectales aporta mucha información. Por ende, el interés de los
expertos se focaliza en la lengua viva, ya que se considera que la lengua escrita –al ajustarse a la norma
y ser difundida por individuos de nivel sociocultural alto– aporta información sesgada.
Surgen de esta forma los primeros trabajos de descripción dialectal –no científicos, de interés
cultural– donde se recopilan datos en vocabularios para averiguar cómo hablaba la gente oriunda de
determinadas zonas. Graziadio Isaia Ascoli (1829-1907) es una figura muy importante en lingüística,
ya que confiere valor científico a los datos sobre las lenguas vivas y dialectales. Es el iniciador del
Archivio Glottologico Italiano (1873) otra revista científica sobre la lingüística. Publica, asimismo,
varias monografías donde estudia las variedades retorromances –el romanche, ladino y el friulano– y
el franco-provenzal. Fue un fuerte crítico con los neogramáticos debido a la rigidez de las leyes: Ascoli
concibe la existencia de un continuum dialectal susceptible de ajustarse o no las leyes fonéticas. A su
vez trata de establecer una jerarquización de las variedades dialectales italianas basándose
exclusivamente en criterios lingüísticos.
Jules Gilliéron publicó el Atlas Linguistique de la France entre 1902 y 1910, donde plasma en mapas
todas las variaciones dialectales que coexistían en Francia. Al ilustrarlo gráficamente, se facilita la
comparación de las mismas, por lo que ilustra en un mapa de puntos cada 1 de los lugares donde preguntó
y la solución obtenida para cada forma. Para ello –y tratando de obtener respuestas más balanceadas–
envía un cuestionario único a todos los ciudadanos. Para elaborar el mapa seguía los siguientes pasos:
1. Elaboración de un cuestionario.
2. Recogida de datos.
3. Cartografía de las variantes.
4. Interpretación de los mapas.
García Mouton (2007:325) dice sobre la obra de Guilliéron: «A partir de los trabajos de Gilliéron,
se pudo ver cómo viven las palabras o los fenómenos fonéticos o gramaticales, cómo luchan por
sobrevivir y cómo mueren a veces por choque con otras o porque ven excesivamente reducido su cuerpo
fónico, cómo viajan, cuáles son los focos de irradiación de los que parten y los caminos de difusión que
siguen, ante qué obstáculos ̶ naturales o artificiales ̶ se detienen [...]».
15
2.1.1. LA EVOLUCIÓN DEL MÉTODO
A partir del atlas anterior se da, por tanto, un cambio en el método: se trata de cartografía de la
variación. El método es el siguiente:
1. elaboración de un cuestionario
2. 2. recogida de datos
3. cartografía de las variantes
4. interpretación de los mapas
En muchos casos, los atlas lingüísticos solo han llegado hasta el tercer punto y nadie se ha encargado
de interpretarlos. A partir de la cartografía lingüística, los estudios de dialectología fueron mucho más
allá, con estudios como la relación de variantes entre formas de puntos alejados, y ayudaron a conocer
mejor la evolución de las lenguas romances. Esta forma de dialectología presentaba problemas en cuanto
a la forma de representar las variantes, pues era difícil de interpretar, ya que había una gran cantidad de
puntos; Edmond Edmont preguntó el cuestionario en francés estándar: en muchos casos, los hablantes
entrevistados respondían en francés estándar, la lengua de prestigio. Edmond Edmont hacía las
preguntas directamente: «¿Cómo llamas al bolígrafo?» y los entrevistados respondían con la palabra que
ha dicho el entrevistador: bolígrafo. El mapa no tenía en cuenta las diferencias etnográficas: el hecho
de usar el mismo cuestionario para todos los puntos hacía que muchos entrevistados no conocieran
ciertas realidades –alguien que vivía en el interior no sabría cómo referirse a la palabra mar–.
Más adelante, entre 1928 y 1940, Karl Jaberg y Jakob Jud elaboraron el AIS (Atlas Italo-Suizo),
una obra muy relevante relativa al área de Suiza así como al norte y centro de Italia. El AIS presentaba
importantes innovaciones que marcan un antes y un después en esta forma de hacer lingüística dialectal:
con él nacen los mapas de etnográficos, la agrupación en bloques semánticos, la utilización de imágenes
de apoyo y fotografías y la representación de los mapas. Crea un punto de partida para los Atlas
regionales. Para su composición realizaron una repartición de dominios lingüísticos entre tres
investigadores: el primero fue Suiza, el norte y centro de Italia, Territorio del cual se ocupó Paul
Scheuermerier, el segundo fue el sur de Italia, del cual se ocupó Gerard Rohlfs y el último fue Cerdeña,
estudiado por Max Leopold Wagner. Así consigue la sistematicidad de utilizar el mismo método, pero
al mismo tiempo permite que en cada dominio se haga la entrevista en su propia variedad. A partir de
este momento, todos los atlas lingüísticos tendrán en cuenta la etnografía.
En 1924, Mateo Bartoli crea el Atlas Lingüístico Italiano como respuesta al atlas de los suizos
debido a las tensiones políticas y culturales entre ambos países. Incluye toda la península, pero se hace
desde el lado italiano. El promotor contó con el apoyo económico de la Sociedad Filológica Friulana.
Este atlas amplía la red de puntos; está integrada por casi mil puntos. También complica los
cuestionarios. Se inicia después de la Primera Guerra Mundial, pero los resultados no comienzan a
publicarse hasta los años 80, por la Segunda Guerra Mundial.
Jules Gilliéron añadió entre 1914 y 1915 el Atlas linguistique de la Corse a su Atlas sobre Francia
el estudio de las variedades dialectales presentes en Córcega –isla perteneciente a Francia donde, sin
embargo, se hablaba de una variedad emparentada con el italiano–. Por consiguiente presenta un fallo
metodológico pues los cuestionarios estaban escritos en francés y en ocasiones los ciudadanos no
comprendían al entrevistador. Como reacción, Gino Borriglioni creaa el Atlante linguistico-etnográfico
italiano della Corsica en 1942.
16
También Rumanía tuvo su propio atlas lingüístico. En 1938, Sextil Puscariu dirige la creación del
ALR (Atlasul Lingvistic Român). En este Atlas se promulgan dos cuestionarios: uno muy amplio –el
cual se entregó exclusivamente algunos territorios– y uno más reducido divulgado en las zonas restantes.
A partir de los datos obtenidos se elaboraron unos mapas a color. Dicha innovación supone el nacimiento
de los atlas interpretativos pues, al constar de un cariz más visual facilita la distinción de las variantes
dialectales.
En 1931 Ramón Menéndez Pidal publica el Atlas Lingüístico de La Península Ibérica, siendo Tomás
Navarro Tomás el director del proyecto. Para facilitar el estudio dividen el territorio en diferentes zonas
a las que acuden diversos investigadores: el área castellana –de la que se ocupan Aurelio Espinosa,
Lorenzo R. Castellano, Aníbal Otero y Sanchis Guarner–, el área gallego-portuguesa –cuyos encargados
son Aníbal otero y Armando Nobre de Gusmão– y el área catalana –estudiada por Francisco B. de Moll
y Sanchis Guarner–. Los cuestionarios son diferentes acompañados de láminas y objetos. Presenta
novedades como la clasificación en campos semánticos –el terreno y el agua, el tiempo atmosférico, el
tiempo cronológico, la agricultura, los animales, los árboles y las plantas, el hombre y la mujer, la
casa…–. Los objetivos del Atlas Lingüístico de La Península Ibérica era caracterizar lingüísticamente
un territorio extenso –red amplia–, el interés por las variedades lingüísticas históricas –mayor densidad–
y la preferencia por pueblos pequeños. Los sujetos sometidos a los cuestionarios eran hombres sin
formación, locales, con poca movilidad y de edad avanzada. Las recopilaciones se adecúan a las
novedades pero fueron interrumpidas por la Guerra Civil Española.
En 1922 Albert Dauzat pública el Nouvel Atlas linguistique de la France par régions. Este nuevo
Atlas de Francia incluye una sección específica para todo el territorio francés y otra para cada una de
las regiones y fue publicado en 70 volúmenes.
La concepción de los atlas cambia con el inicio de la geolingüística, pues se comienzan a crear
atlas sintéticos de gran alcance. A medida que la geolingüística avanzaba, se empezaron a crear atlas
analíticos mucho más profundos.
Se crearon atlas regionales como el Atlas Lingüístico Galego de Constantino García y Antón
Santamaría de 1974, un atlas interpretativo donde la variación se indica por medio de símbolos que
permiten dilucidar la distribución de las variantes –aún siguen con el proceso de interpretación y de
edición de los resultados–. Entre 1964 y 1978 Antoni Badia i Margarit y Germà Colom –Joan Veny
director– se publica el Atlas Lingüístic del Domini Català que engloba todos los territorios donde se
habla en catalán. Por otra parte, destaca la figura de Manuel Alvar que se encarga del estudio de las
variedades del castellano hablado en Andalucía, Canarias, Aragón, Navarra, La Rioja y Castilla y León,
creando el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía –junto con Gregorio Salvador y Antonio
Llorente–, el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Aragón, Navarra y Rioja entre 1981 y 1983– y el Atlas
Lingüístico de Castilla y León en 1999.
17
2.1.3.1. ATLAS LINGUARUM EUROPAE (ALE)
Mario Alinei propone en 1995 realizar un atlas lingüístico común para toda Europa, que permita
estudiar la variación dialectal de las lenguas indoeuropeas. Su objetivo es estudiar los fenómenos
lingüísticos comunes en las lenguas indoeuropeas. Después, comienzan a unirse otros países, y esta obra
se acaba convirtiendo en un atlas de varias familias lingüísticas, al menos seis, no solo las indoeuropeas.
Estudia toda la variación lingüística que hay para el léxico de estas lenguas, dado que en otros aspectos,
como en el fonético, no hay ninguna semejanza entre las lenguas. Sin embargo, no estudian las formas
léxicas, ya que es mucho más interesante comparar las motivaciones semánticas; es decir, para cada
concepto que se quiere estudiar (denominaciones del sol, estrellas, lluvia...) no se estudia tanto cuál es
la forma léxica utilizada (lluvia, sol), sino qué significados hay detrás de esas denominaciones –
motivaciones–.
Con este atlas surge la cartografía motivacional, ya que lo que estudia no es la denominación en sí,
sino la motivación que hay detrás. Se reconstruyen los estratos denominativos de «arcoíris»; es decir,
las distintas denominaciones de «arcoíris». Se da cuenta de que en general en todas las lenguas la
primera parte hace referencia a la forma y la segunda parte, a motivaciones religiosas (arco del señor),
a motivaciones mágicas y antropomórficas o paganas (arco de la vieja) o a representaciones zoomórficas
(arcobaleno).
Surge en 1986 de uno de los comités del ALE. El director es Michel Contini y el presidente es
Gaston Tuaillon. Estudia todas las variedades lingüísticas romances habladas en la Europa continental.
A esto se añaden las Islas Canarias, Azores y Madeira, que habían quedado fuera del ALE. Se deja fuera
toda la Romania Nova (Latinoamérica, Canadá...). Se siguen los criterios y la metodología del ALE,
porque se dieron cuenta del buen funcionamiento del trabajo por comités. Además de seguir la estructura
de comités, sigue la estructura del ALE en cuanto a que no van a hacer encuestas, sino que toman los
datos de atlas lingüísticos ya acabados, de atlas lingüísticos a medias y de glosarios dialectales. Van a
hacer preguntas de tipo fonético, morfosintáctico y léxico, ya que estas lenguas están emparentadas entre
sí y puede establecerse una comparación. En las formas léxicas diferentes hay distintos étimos, algunos
de los cuales son comunes a varias lenguas románicas; sin embargo, cada étimo tiene una evolución
distinta en cada lengua. Organizan en una tabla de respuestas jerarquizada las respuestas según el étimo,
la variante morfológica y la variante fonética. Esta información se publica en libros.
Los promotores son Michel Contini y Antonio Romano. Este atlas se centra en el estudio de la
prosodia de las lenguas románicas, es decir, de todo lo que está por encima del nivel segmental (acento,
ritmo, entonación y tono). Normalmente, todo esto está relacionado con parámetros físicos como la
duración relativa, la melodía del habla... Además, la entonación tiene un valor lingüístico importante.
18
En la teoría, este atlas investiga la prosodia; en la realidad, lo que más estudia es la entonación. La
entonación aporta información lingüística y depende de la variedad lingüística (no se afirma con la
misma entonación en todas las lenguas ni se pregunta con la misma en todas las lenguas).
La entonación es la frecuencia de onda que produce la vibración de las cuerdas vocales. Con mayor
velocidad de la vibración, el sonido es más agudo. Con menos velocidad, el sonido es más grave. Los
hombres suelen tener una frecuencia más grave porque sus cuerdas vocales son más amplias. Nosotros
podemos cambiar la frecuencia para distinguir modalidades: enunciados afirmativos, interrogativos,
exclamativos...
Se dieron cuenta de que nadie había estudiado nada de la prosodia. Por eso, se acercaron al estudio
de esta variación. En la curva tonal, la información relevante está en la última sílaba tónica. Ahora bien,
a diferencia de lo que ocurre en el plano segmental, en el plano suprasegmental el valor lingüístico de
las características suprasegmentales se define en el plano sintagmático (es necesario comparar la
frecuencia de una sílaba con la anterior y la siguiente para obtener información lingüística).
1) corpus fijo: frases comparables entre todas las lenguas románicas, pero debían conseguir que
los informantes interpretasen unas imágenes para inducir el código (si leían no se notaban las
características suprasegmentales).
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20
TEMA 3. ROMANIZACIÓN Y ROMANIA
El latín originariamente era una lengua minoritaria que se hablaba en la zona del Lacio. Es una
lengua indoeuropea que pertenece a la rama itálica. Se cree que los pueblos que hablaban las lenguas
itálicas invadieron la península itálica en torno al 1000-1200 a.C. Hay testimonios del latín escrito desde
el siglo VII a.C. Antes de ellos, suponemos que ya se hablaba latín. Entre las lenguas de la rama itálica
estaba el latín, hablado en una pequeña zona en torno al Lacio, relacionado con otras lenguas itálicas
como el falisco, el osco y el umbro –de hecho, se cree que eran lenguas mutuamente comprensibles–.
Convivieron con el latín hasta tal punto que sabemos que en la época clásica se representaban obras en
osco.
Además de estas lenguas indoeuropeas y próximas al latín, en la península itálica se hablaban otras
lenguas indoeuropeas no tan cercanas al latín, como el griego –hablado en el sur de la península itálica;
la Magna Grecia–.
Había otras lenguas no indoeuropeas, como el etrusco. Los etruscos convivieron con los romanos y
una parte de la monarquía romana fue de origen etrusco. También se hablaba el rético. Se daba una
situación de bilingüismo entre el latín y el resto de lenguas que actuaban como lenguas de sustrato
(actúan como una capa que influye sobre las características que adquiere el latín a medida que se
expande). Asimismo, el latín también convivía con lenguas celtas.
El latín no se habría expandido si no fuese porque Roma se expandió políticamente. Primero, Roma
se extiende a ciudades vecinas (mediante tratados); después, a Sicilia, Cerdeña y Córcega; más tarde, a
Véneto e Hispania –comienzan las guerras para conquistar–; y finalmente, a otros lugares como la Galia,
el norte de África... El último territorio que se conquista es la Dacia, en el II d.C.
En cuanto al fin del poder de Roma, en los siglos III-IV se convierte Constantinopla en la capital.
Esto se debe a que la expansión es tan grande que no es posible mantener Roma como capital del
21
Imperio. En el 395 d.C, el emperador Teodosio divide el Imperio entre sus dos hijos en Oriente y
Occidente; y en el 476 se produce el fin del Imperio Romano de Occidente, por culpa de las invasiones
bárbaras.
2. LA ROMANIZACIÓN
De ahí surge la tesis de Gustav Gröber: las diferencias entre las lenguas románicas provienen de la
época de la conquista, y concretamente de las diferencias del latín en cada época. Sin embargo, esta
teoría tiene puntos negativos: mientras Cerdeña estaba bajo el poder político de Roma, el latín de la zona
seguía en contacto con Roma, por lo que las innovaciones que se daban en el latín seguían llegando a
Cerdeña.
El tipo de latín que hablaba cada uno de estos grupos era diferente. En lugares como la Dacia,
solamente llegaron los soldados. Por ello, el latín que se hablaba en esta zona estaba relacionado con el
que hablaban los soldados.
Los romanos dan privilegios a las clases dirigentes de las zonas que conquistan para que la
romanización sea más fácil. Por ejemplo, uno de los privilegios es la escolarización de los hijos de los
miembros de la clase dirigente –por ello, el latín comienza a enseñarse en las aulas–. Esto se suma a los
privilegios de los colonos que se casan con personas nativas, y escolarizan a sus hijos para aprender
latín.
Algunos, por la cantidad de tiempo que Roma tiene el poder en esa zona. Así, la romanización es
menor en la Raetia y Germania que en Hispania. Hay paradojas: zonas como Britannia tuvieron un
proceso de romanización menor que en lugares donde el latín llegó más tarde, como la Dacia. Hay otros
territorios donde el latín no llega a instalarse como lengua de cultura, como los territorios griegos y Asia
Minor.
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— Carácter político de las invasiones
— Consecuencias
3. LA VARIACIÓN EN LATÍN
Existía un gran debate sobre si existió variación en latín: actualmente, se afirma que el latín no era
una lengua unitaria (hay variación diacrónica, dialectal y social).
La variación más destacada es la diacrónica. Así, distinguimos varios periodos del latín:
- Latín arcaico preliterario (hasta el siglo III a.C.): hay documentos escritos pero no literatura.
- Latín arcaico literario (s. III-II a.C.)
- Latín clásico (s. I): momento de mayor esplendor de la literatura (Ovidio…)
- Latín posclásico (s. I-II d.C.): hay autores fundamentales (Séneca, Arcadio)
- Latín tardío (s. III- VII d.C.): hay una ruptura con el latín clásico (San Agustín)
- Latín medieval (s. VII-XIV): el latín comienza a ser solo la variedad escrita; la hablada ya es
lengua vernácula.
La Fíbula de Preneste es una pinza para agarrar las togas. Data del siglo VII a.C y tiene una
inscripción escrita de derecha a izquierda: “Numasio me hizo con sus propias manos”. Esta inscripción
ha tenido una interesante historia: la fíbula fue considerada el primer texto escrito en latín; poco después,
se puso en duda que la inscripción fuese del siglo VII a.C, y acusaron al latinista que la descubrió de
haber realizado él mismo la inscripción. Actualmente, se cree que la inscripción sí es del siglo VII, por
lo que es el primer texto escrito en latín.
En cuantoa al debate sobre la existencia de variación dialectal en latín había dos posturas: a) latín
unitario (Schuchardt, Meyer-Lübke, Meillet); b) latín variable geográficamente (Vidos, Jud, Tovar).
Para algunos lingüistas de la primera época era una necesidad que el latín fuese unitario, porque la
variación no permitía explicar la evolución de las leyes fonéticas. Sin embargo, hoy en día se afirma
completamente que hubo variación.
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fueron perseguidos por el Imperio. Utilizaban el latín como vía de difusión de la religión
cristiana, con un latín muy bien estructurado y de nivel elevado.
- Latín vulgar (< sermo vulgaris), diferentes concepciones; por ejemplo, Schuchardt, en su obra,
hace referencia al latín vulgar como una entidad. Concibe el latín vulgar como aquel que hablan
las clases bajas. Por tanto, para él el latín vulgar se opone al sermo urbanus. Más tarde, otros
lingüistas, como Meyer-Lübke, consideran que el latín vulgar es la lengua hablada. Por tanto,
se opone a la lengua escrita, que es el latín que nunca era hablado. Por tanto, el latín vulgar se
asemejaba al sermo cotidianus (latín popular). Después, se consideró que el latín vulgar era el
latín hablado en el Bajo Imperio Romano. Actualmente, no hay un acuerdo, aunque el latín
vulgar se considera una mezcla de todo. Por tanto, se afirma que en latín vulgar también debió
haber variación.
- Protorromance: muchas veces hace referencia a lo mismo que el latín vulgar; a la lengua de la
que derivan las lenguas romances. Sin embargo, el protorromance es una reconstrucción, ya que
no tenemos testimonios, como en el caso del latín vulgar. El latín vulgar, por tanto, permite
reconstruir las lenguas romances, mientras que el protorromance se reconstruye a partir de estas.
Todos los textos están escritos siguiendo las normas del latín clásico. Todo lo que obtenemos
en latín vulgar es de forma meramente testimonial, ya que los textos latinos eran sometidos a un proceso
de depuración; es decir, de revisión. Solo tenemos testimonios indirectos del latín vulgar: al revisarse
los textos, el latín clásico ha sustituido las formas del latín vulgar. Los textos latinos actualmente
también han sido sometidos a un proceso filológico de corrección y selección de las variedades. Nadie
escribió un texto enteramente en latín vulgar: sabemos que los textos son de latín vulgar porque
actualmente se desvían de la lengua latina.
Conseguimos información del latín vulgar a partir de los siguientes documentos: a) información que
aportan los gramáticos latinos, pues recogían los errores de los hablantes; b) glosas –aclaraciones que
solían escribirse al margen de los textos–; c) inscripciones; d) autores y obras latinas clásicas; e) tratados
técnicos; f) tratados religiosos.
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Dentro de las gramáticas, destacan:
- Ars de barbarismis et metaplasmis, de Consencio (s. V). Hace referencias a todos los cambios
que se dan en la lengua oral respecto al latín estándar; en otras palabras, a las desviaciones de
la norma que conviene depurar.
- Origines sive etymologiae, de Isidoro de Sevilla (s. VII). Es una antología de todo el
conocimiento medieval de la antigüedad. Hace referencia a algunas características especiales
del léxico de determinadas zonas, además de ciertas desviaciones de la norma.
- Appendix Probi (s. II). Se llama así porque apareció en la gramática de Valerio Probo. Forma
parte de un conjunto de libros junto a otros cinco, y está formado por 227 palabras y fórmulas
“erróneas” con su correspondiente corrección.
También encontramos obras literarias latinas. Hay ejemplos del latín popular en algunos personajes
de las obras que nos indican características que tenía el latín hablado por las clases bajas. Es el caso de
las comedias de Terencio y Plauto o el Satyricon, Petronio: la Cena Trimalchionis (s. I) es la que mejor
se ha conservado, y es la más interesante para los lingüistas actuales. Narra la historia de un esclavo
liberto que invita a su casa a otros esclavos libertos. Entre ellos hay un personaje de un estatus social
más elevado. Es fundamental porque hay muchos diálogos entre los esclavos libertos que proceden de
distintos lugares. El personaje que proviene de la clase social más alta se burla del estatus y del habla
de los otros personajes.
Hay también cartas privadas como la Epistulae ad Atticum (hacia el 60 a.C), Cicerón o los Papyri
(s. II) de Claudius Terentianus que se encontraron en los años 20 del siglo pasado en Egipto. El autor
estaba destinado a hacer la mili en Alejandría y le escribe cartas a su padre desde allí.
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Existen, asimismo, tratados técnicos, que suelen tener también desvíos respecto a la norma como el
de Vitrubio Polion o el Mulomedicina Chironis (s. IV).
Destacamos algunos textos religiosos ya que, en un primer momento, el latín utilizado por los
cristianos era muy correcto, ya que lo utilizaban para defenderse de la persecución que sufrían. Sin
embargo, cuando se adopta el cristianismo como religión del Imperio, se multiplican las traducciones y
textos para transmitir el cristianismo, y el latín se desvía de la norma para que el pueblo lo entienda.
- San Agustín
- Peregrinatio Aegeriae (s. VI): narra la historia de una monja y de su peregrinación a Tierra
Santa. La narración se da desde el punto de vista de la monja.
En la cadena hablada podemos distinguir diferentes tipos de unidades. En primer lugar, tenemos
el nivel segmental, donde nos encontramos con los segmentos, que son las unidades más pequeñas que
se encuentran entre sí en oposición paradigmática. Dentro del plano suprasegmental tenemos elementos
del dominio superior al segmento, que generan oposiciones sintagmáticas entre los segmentos. El valor
lingüístico de lo suprasegmental se da por la relación que hay entre los elementos en la cadena fónica.
Dentro del nivel suprasegmental tenemos elementos como el acento, la cantidad y la entonación. Los
tres son elementos lingüísticos con un valor de tipo lingüístico –aportan significados– y tienen un
correlato en la realidad física: el acento lo tiene la fuerza respiratoria, la duración, la elevación de la
entonación (F0) –frecuencia 0–; la cantidad tiene su representación en la duración del segmento; y, por
último, la entonación lo tiene en el movimiento de la F0 –de la curva entonativa–, la duración e
intensidad.
Todos los sonidos (segmentos) tienen una determinada duración, una determinada intensidad, una
determinada F0, que dependen de diversos factores –velocidad de habla, dominio de la lengua,
emociones, etc.–, ero estas características adquieren valor lingüístico a nivel suprasegmental.
Podríamos decir, por tanto, que el acento es una prominencia de una sílaba dentro de la palabra
(cantara/cantará).
Se cree que el acento en latín arcaico era demarcativo, es decir, que siempre estaba localizado en la
misma sílaba: en posición inicial de palabra. Esto es importante porque nos permite explicar la evolución
de algunas palabras concretas como:
- Facio: conficio. Si partimos de que en latín arcaico el acento recaía en la primera sílaba,
podríamos explicar el debilitamiento de una vocal postónica.
- Barba: imberbis. También observamos ese debilitamiento de la a tónica, que pasa a ser
postónica.
- Arma: [innermis]
Por otra parte, en latín clásico se cree que debía ser melódico. Había una regla muy específica por
la cual las palabras monosílabas eran las únicas agudas, las bisílabas siempre eran paroxítonas (llanas),
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las polisílabas dependen de la cantidad de la penúltima sílaba: cuando teníamos una sílaba breve, la
palabra era esdrújula; cuando teníamos una penúltima larga, la palabra es llana o grave.
Se da una sílaba breve cuando tiene una configuración silábica formada por un ataque consonántico
y una coda que es una vocal breve (CV). Por ejemplo, en legere, la penúltima sílaba es breve; por tanto,
la acentuación recae en la sílaba inmediatamente anterior. Una sílaba es larga por dos opciones: puede
ser larga por naturaleza (por tanto, la sílaba es tónica) o por posición (independientemente de la cantidad
de la vocal, si está cerrada por una consonante, se considera que ya es larga).
El aspecto fonético que más influía en el latín clásico era la elevación de la curva tonal. En la mayor
parte de los casos, el acento se ha conservado en la misma sílaba que en latín clásico. Por eso, la mayor
parte de nuestras palabras bisílabas son llanas. En slgunos casos, hubo desplazamientos del acento en
latín vulgar:
A partir del siglo III, el rasgo secundario del timbre (que las largas sean más cerradas y las breves
más abiertas) se impone sobre la cantidad, y no hay ninguna lengua que conserve posiciones de cantidad,
solo el friulano y además en una evolución posterior. San Agustín, en el siglo IV, afirma que los
africanos no distinguen os «boca» de os «hueso».
Pompeyo, en el siglo V, también documenta este fenómeno entre piper «pimienta» y piper
«pimiento», y entre populus «álamo» y populus «pueblo».
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En el paso del latín a las lenguas románicas, hay una situación protorromance, históricamente más
arcaica, en el que las lenguas tienen diferentes vocalismos. Por ejemplo, el vocalismo del español actual
es diferente al del español medieval. Dentro de la evolución que hay del latín a las lenguas románicas
en una etapa protorromance, distinguimos cuatro subsistemas románicos:
Este vocalismo triunfa en toda la Península Ibérica (el español, portugués, catalán proceden
de este sistema vocálico), de la Galia, el retorromance y de la mayor parte de la P. Itálica (porque
en el sur hay una mezcla).
2. Vocalismo sardo: es un subsistema específico que tienen la mayor parte de variedades del sardo
(hablado en Cerdeña), en el norte de África y en una pequeña zona del sur de Italia (entre
Lucania y Calabria). Es el más sencillo, porque se cree que pervivió la diferencia de cantidad
durante más tiempo que en el resto de la Romania, y las vocales se fundieron por la calidad.
Así, i larga y breve se fusionan en i, e larga y breve se fusionan en e...
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6.1.1. DIPTONGOS
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6.2. VOCALISMO ÁTONO
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7. CONSONANTES
CARACTERÍSTICAS RELEVANTES
- Punto de articulación
- Modo de articulación
- Cantidad (simples o dobles)
- Sorda / Sonora
Además de las consonantes ya vistas, hay dos grupos de consonantes que no todos los lingüistas
meten dentro de la categoría de consonantes: a) glides: hay quien considera que son realizaciones
alofónicas de vocales y hay quien considera que en latín ya debían de ser un fonema propiamente –i/j,
u/w–; b) labiovelares: consonantes con base velar, pero con redondeamiento de los labios. Hay pruebas
de que eran fonemas, ya que tenían representación gráfica –gw, kw.
Las consonantes en latín tienen diferente evolución dependiendo del lugar dentro de la palabra y
dentro de la sílaba:
- Posición inicial (de palabra o de sílaba): posición más “fuerte” > tendencia a conservarse.
- Posición final (de palabra o de sílaba): posición más “débil” > tendencia a perderse.
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Se establece una jerarquía de fuerza en función del tipo de consonante, ya que hay sonidos
lingüísticos que son más fuertes que otros. Esta jerarquía es inversamente proporcional a la
sonoridad que tengan las consonantes.
Hay dos tipos de cambio en las consonantes: la redistribución de los fonemas y la formación de
nuevos fonemas o sonidos.
Para este fenómeno se producen los dos cambios: redistribución de fonemas y formación de
otros nuevos. Las sordas, cuando están entre dos vocales, sonorizan –p > b; t > d; k > g–.
En la Romania oriental ocurre en italiano central y meridional; dálmata y rumano; mientras que en
la Romania occidental ocurre en el italiano septentrional, en el español, en el francés, en el occitano y
en el catalán; en el portugués y gallego. Asimismo, encontramos unos islotes lingüísticos donde se habla
sardo –punto de confluencia entre los dos fenómenos– y el alto aragonés, donde se conservan las
oclusivas sordas del latín.
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Existen otros dos fenómenos de simplificación de las oclusivas en relación con el fenómeno anterior:
- Simplificación de las oclusivas geminadas –-pp- < -p-; -tt- > -t-; -kk- > -k-–.
- Simplificación de oclusivas sonoras –-b- > -β-; -d- > -ð-; -g- > -ɣ–.
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34