Huellas de Sangre
Huellas de Sangre
Huellas de Sangre
Relatos de
terror
II
Simbología
Categoría
Región
ISBN: 978-9942-22-359-3
YULEXY DEL CISNE
ROMERO
nació en El Guabo, El
Oro, en 2002. Estudia
en primer año de
Bachillerato del Colegio
de Bachillerato Juan
Montalvo. Su actividad
favorita es leer.
Huellas de sangre
RELATOS DE TERROR 17
Eran ya las 12:00 y estaba muy frustrado. De pronto, encontré
un sitio web que llamó mi atención. La peor estupidez que
he cometido fue empezar a navegar allí. Hallé artículos sobre
asesinatos, videos de gente suicidándose e imágenes de gente
ensangrentada. De tantas cosas bizarras, un video saltó a mi vista.
En él aparecía una persona a la que no se le podía distinguir el
rostro; al parecer, estaba escondida en un armario. Estaba todo
oscuro y solo se podía escuchar que pedía ayuda, se escondía de
algo. Se escuchaba que tocaban la puerta y esa persona no dejaba
de susurrar pidiendo ayuda. De repente, sonaba el chirrido de la
puerta abriéndose y una voz que decía: “¿Estás aquí?”. El video se
cortaba justo ahí, pero parecía que tenía una segunda parte. Me
levanté extrañado y fui a la cocina; tomé un poco de agua y volví
para ver la continuación. Me encontré con que el sitio web ya no
estaba, revisé mi historial, mas no encontré nada… Vi la hora y
eran las 7:00 a.m.
Cuando llegué a trabajar, le conté lo sucedido a Emily: “Debe
haber sido un error de conexión”, dijo ella. Cuando se lo conté a
Joshua, su reacción fue diferente: “¿Me hablas en serio? ¿Cómo es
posible que sepas lo que le pasó al hijo de mis vecinos?”. Él estaba
horrorizado y yo también.
Sonó el teléfono y Emily fue a contestar… Nos dijo que era
la Policía y que tenía algo para nosotros. Fuimos al lugar de los
hechos y ahí estaba el cuerpo de un joven. Emily vomitó… La piel
del chico había sido rasgada y había carne de su cuerpo por la
habitación. Finalmente, lo habían estrangulado. Joshua se quedó
hablando con el oficial y yo examiné la escena. En el baño, estaba
el celular de la víctima; había un mensaje de texto de un número
desconocido, que decía: “Perdiste”.
Regresamos a la estación y yo me sentía muy mal, así que me
disculpé con mis compañeros y me fui a casa. Antes de dormir,
RELATOS DE TERROR 19
no estaba, era como si la tierra se lo hubiera tragado. Desesperado,
volví a mi casa. A las 12:00, ingresé a la página web y había un
enlace con indicaciones para un juego. Me mostraba una nota
que decía que, si quería encontrar las respuestas a mis preguntas,
debía ganar o morir. Ese fue el inicio de todo.
Los pasos del juego eran muy simples. Tenía que tener dos
celulares, encender las luces en dos habitaciones separadas y
empezar a llamar. Dispuesto a arriesgarlo todo, comencé a jugar.
Coloqué un celular en el sótano y el otro me lo llevé, encendí las
luces de las dos habitaciones y comencé a llamar. Sinceramente,
me sentía como un idiota. Pero, justo cuando iba a colgar, escuché
que contestaron el teléfono:
—Hola —dijo una voz gruesa.
Mi corazón comenzó a latir muy fuerte, pero tenía que mantener
la calma:
RELATOS DE TERROR 21
creerme y yo desesperado grité enfurecido: “¡No se da cuenta
de que es verdad, pregúntele a Joshua, él también sabe de lo
que hablo!”. El jefe de investigaciones se levantó, me miró con
desconfianza y dijo: “Son puras estupideces”. Dos compañeros me
agarraron de los brazos y empezaron a forzarme a salir. “¡Joshua,
ayúdame, haz algo!”, grité, pero él solo se quedó parado.
Me llevaron al psiquiatra y me dijeron que habían sido
alucinaciones. Los doctores me dijeron que, en el trabajo, nadie
conocía a Joshua y me convencieron de que Emily se suicidó.
Me internaron en un centro de salud mental, al parecer él sabía
que tarde o temprano caería en su juego. Y aquí estoy, tratando
de entender cómo me dejé manipular tan fácil, porque hay
alguien afuera de mi ventana acechándome desde las sombras y
preguntándome: “¿Estás aquí?”.