Genesis 4y5

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CAPITULO 4 GENESIS

Incluso mantras Dios continuó proveyendo para las primeras generaciones de humanos,
las consecuencias del pecado humano y la separación espiritual de Dios se hicieron cada
vez más y más obvias. Adán y Eva comenzaron a tener hijos, incluidos Caín y su
hermano Abel. Eva sabía que ella era directamente la responsable del dolor que había
experimentado durante el parto (Génesis 3:16), pero aun así le dio gracias a Dios por
haberla ayudado a tener a Caín.

Caín y Abel crecieron y eligieron profesiones diferentes, y aparentemente ambos llegaron


a tener una relación de algún tipo con Dios. Cuando ambos le llevaron ofrendas a Dios,
Dios prefirió a Abel y su ofrenda, la cual era la grasa de uno de sus corderos sacrificados.
Sin embargo, a Dios no le gustó la ofrenda de Caín: el fruto de las cosechas de los
campos en los que había estado trabajando; quizás esto pudo deberse a la mala actitud
que Caín había tenido o tenía. Además, la ofrenda de Caín pudo haber sido más pequeña
o menos generosa de lo que debería haber sido. Por alguna razón, a Dios no le agradó la
ofrenda de Caín.

Caín se enojó y sintió envidia de su hermano Abel. Dios le advirtió a Caín que el pecado
estaba muy cerca y Caín debía dominarlo. Si permitía que el pecado y la tentación lo
controlaran, pronto vendría la tragedia. En cambio, Caín se encontró con Abel en un
campo y lo asesinó. Esta es la primera muerte humana que se registra en la Biblia, un
asesinato, la cual provocó una vez más que Dios se enfrentara al pecado de los seres
humanos. Dios le dijo a Caín que podía oír la sangre de Abel clamándole desde la tierra.

En una escena similar a las maldiciones que Dios dejó caer sobre Adán y Eva después de
que cometieran su pecado en el jardín, Dios castigó a Caín maldiciéndolo, usando el
suelo mismo para hacerlo. Debido a esto, el suelo no le daría cosechas nunca más. Dios
también envió a Caín lejos de su familia para que vagara por la tierra sin destino. Caín se
quejó de que, sin la protección de Dios, seguramente alguien lo mataría en retribución por
haber asesinado a Abel. Entonces, Dios marcó a Caín de alguna manera para protegerlo
y prometió vengarse siete veces más de cualquiera que lo matara.

Caín vagó hacia la tierra de Nod (una palabra que significa "deambular"). Finalmente
acabó casándose, ayudó a construir su ciudad y comenzó a tener descendientes. Lamec,
el descendiente de Caín que vino siete generaciones después de la de Adán, parecía
compartir la misma rebelión, arrogancia y violencia que Caín tenía también en su interior.

Sin embargo, Adán y Eva tuvieron otro hijo. Eva consideró a Set como un regalo de Dios
para que este pudiera reemplazar a Abel. Set y su línea de descendientes llegaron a ser
conocidos como personas que confiaban en Dios y en Su providencia
Génesis capítulo 5

Este es el libro de las generaciones que vinieron de Adán. El capítulo 5 sirve para vincular
la historia de la creación y los primeros humanos con la época de Noé y el diluvio. Esto se
logra con una simple genealogía de los descendientes de Adán que vinieron a través de
su hijo Set.

El capítulo comienza reafirmando una verdad esencial sobre la creación de la humanidad


por parte de Dios. Dios hizo a los hombres y a las mujeres a Su propia semejanza y usó el
nombre ā'dām, que es literalmente la palabra hebrea para "humano". Esta semejanza no
se trata de una semejanza física con Dios, sino que se trata de que Dios les dio Su
imagen a los seres humanos para que se convirtieran en Sus representantes en la tierra.
La imagen de Dios tenía como objetivo el hecho de tratar de compartir con la humanidad
Su responsabilidad de gobernar y someter al resto de la creación. De hecho, ser creados
a imagen y semejanza de Dios también significa que Dios valora a todas las personas de
igual manera.

Esta semejanza con Dios se transmite de una generación a la siguiente de la misma


manera que la semejanza de un padre se le transmite a su hijo. Así como Adán engendró
a Set y Set engendró a Enós, la semejanza de Dios y los seres humanos también se
transmitió de generación en generación.

El capítulo 5 también nos revela detalles clave sobre la vida de las personas que vinieron
después del jardín, las cuales estaban separadas espiritual y físicamente de Dios y bajo
Su maldición. Primero, la esperanza de vida (y años reproductivos) de los primeros seres
humanos fue extraordinariamente larga. El texto nos da algunas pistas explícitas sobre si
las cifras que se nos presentan fueron reales o no lo fueron. Sin embargo, es difícil
cuadrar una interpretación no literal con las cifras que se nos presentan en el texto. De
hecho, una esperanza de vida tan prolongada habría sido posible en una tierra que estaba
libre de contaminación y deterioro genético, y eso habría permitido que la tierra se poblara
muy rápidamente.

En segundo lugar, vemos que, aunque hubo un gran progreso, (al menos desde la
perspectiva de los seres humanos) la maldición seguía oprimiendo la vida de las
personas. El capítulo 4 detalló la vida de los descendientes de Caín, algunos de los
cuales exhibieron incluso una actitud más agresiva que la de Caín (Génesis 4:23–24). Por
el contrario, el padre de Noé, Lamec, dijo que Noé le proporcionaría consuelo o descanso
durante el doloroso trabajo de sacar del suelo su sustento.

Finalmente, aunque es importante saber cuánto tiempo vivieron estas primeras


generaciones, lo más importante aquí, paradójicamente, es que todo ellos murieron. La
muerte se convirtió en la consecuencia más terrible del pecado. Enoc, quien fue elogiado
por caminar con Dios, se convirtió en la excepción que confirmaba esta regla (Génesis
5:24). El caso de Enoc es único a lo largo de la historia del mundo.

La larga vida de estos patriarcas también resalta otro aspecto crucial de la caída del
hombre. Según los números que se nos dan en este capítulo, Adán y Set todavía estaban
vivos cuando nació Lamec, el padre de Noé. Matusalén, quien murió el mismo año que
comenzó el diluvio, vivió más de 200 años antes de que Adán falleciera.

El capítulo termina con el nacimiento de los hijos de Noé, preparándonos así para la
historia del juicio justo de Dios sobre el pecado humano que vino a través del diluvio.

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