Cloramfenicol
Cloramfenicol
Cloramfenicol
Comenzó a utilizarse en el año 1947, sin embargo en el año 1950 se advirtió que su uso estaba relacionado
con una alta incidencia de discrasias sanguíneas graves y letales. Por esta razón su utilización se reserva para
tratar infecciones graves como meningitis, tifus y fiebre tifoidea, y cuando no se cuente con otras
posibilidades farmacológicas por resistencia o alergia.
Mecanismo de acción:
Es un compuesto bacteriostático. Inhibe la síntesis de proteínas en las bacterias, y en menor extensión en las
células eucariotas. Penetra a las bacterias por difusión facilitada y se une de manera reversible a la subunidad
ribosomal 50 S (cerca del sitio de acción de la clindamicina y los macrólidos con quienes establece
competencia y de esta formase puede generar antagonismo cuando se usan de manera conjunta), y evita la
interacción entre la peptidiltransferasa y su aminoácido que actúa como sustrato, y de esta forma no se
establece el enlace peptídico.
Los ribosomas de las mitocondrias de mamíferos (principalmente de las células eritropoyéticas), se asemejan
a los de las bacterias (ambos son 70 S); por esta razón el cloramfenicol puede inhibir la síntesis de proteínas
en el ser humano.
Farmacocinética:
El cloramfenicol se distribuye en dos presentaciones orales: el propio fármaco activo y el profármaco
inactivo, palmitato de cloramfenicol (que se utiliza para preparar una suspensión oral).
El cloramfenicol para uso parenteral es un preparado de succinato sódico hidrosoluble e inactivo (succinato
de cloramfenicol).
Una vez absorbido se distribuye satisfactoriamente en líquidos corporales, incluido el LCR. Puede aparecer
en la bilis, atraviesa la barrera placentaria, y se excreta por la leche materna.
El fármaco se conjuga en el hígado con el ácido glucurónico y de esta forma se elimina por vía renal. Los
pacientes con cirrosis hepática poseen menor eliminación por fallas en el metabolismo y es necesario ajustar
las dosis. La deficiente función renal en neonatos, y otros estados de insuficiencia renal hacen que aumenten
las concentraciones plasmáticas del cloramfenicol.
Aplicaciones terapéuticas:
El cloramfenicol solo debe utilizarse en infecciones en que sus beneficios excedan los riesgos de toxicidades
posibles. Si se dispone de otros AB igualmente eficaces y que pueden ser menos tóxicos que el cloramfenicol,
éstos deben utilizarse.
Fiebre tifoidea: es muy eficaz para tratar las infecciones causadas por salmonelas a razón de 1g cada 6
horas durante cuatro semanas, pero en la actualidad se prefiere el uso de cefalosporinas de la tercera
generación y las quinolonas.
Meningitis bacteriana: las cefalosporinas de tercera generación han sustituido al cloramfenicol en esta
afección cuando es causada por H. influenzae. La dosis diaria total de cloramfenicol para niños con
meningitis es de 50-75mg/kg en cuatro fracciones iguales por vía IV durante dos semanas.
Infecciones por anaerobios: es muy eficaz contra las sepsis causadas por estos microorganismos (focos
sépticos en intestino o pelvis, abscesos cerebrales), y puede utilizarse en vez de metronidazol o
clindamicina, pero se prefieren estos últimos o las cefalosporinas como cefoxitina o cefotetan, que son
menos tóxicos.
Rickettsiasis: el cloramfenicol se utiliza en estas circunstancias cuando los pacientes presenten alergia a
las tetraciclínas, algún tipo de insuficiencia renal, en embarazadas, y en niños menores de 8 años.
Brucelosis: se utiliza igual que en el caso anterior, cuando no se puedan usar tetraciclínas.
Efectos adversos:
Reacciones de hipersensibilidad: erupciones maculopapulares o vesiculosas en la piel, fiebre, angioedema
y otras menos frecuentes.
Toxicidad hematológica: principalmente en la médula ósea. Es más frecuente en pacientes que reciben el
fármaco por largo tiempo y, sobre todo, los que se exponen a él en varias ocasiones.
Dependiente de la dosis: anemia, leucopenia o trombocitopenia. También se puede producir una
supresión eritroide de la médula ósea debida a inhibición de la síntesis de proteínas en las mitocondrias.
No dependiente de la dosis: respuesta idiosincrásica que se manifiesta en anemia y que puede culminar en
pancitopenia letal.
El peligro de anemia aplásica no es contraindicación para utilizar cloramfenicol en situaciones en que es
necesario. Sin embargo, este nunca debe utilizarse en situaciones indefinidas o enfermedades que pueden ser
tratadas de manera fácil, innocua y eficaz con otros antimicrobianos.
Efectos tóxicos e irritantes:
Náuseas, vómitos, sabor desagradable e irritación perineal.
Neuritis óptica (en niños con mucoviscidosis).
Síndrome del niño gris: se observa en neonatos, sobre todo en prematuros, cuando se administran dosis
excesivas. Comienza entre dos y nueve días después de iniciar el tratamiento; las manifestaciones en las
primeras 24 horas son vómitos, inapetencia para mamar, respiración irregular y rápida, cianosis y
expulsión de heces laxas y verdosas. El cuadro es muy grave al final del primer día, y en las siguientes 24
horas los niños se tornan fláccidos, adquieren un color gris ceniciento y presentan hipotermia. Son dos los
mecanismos que explican esta toxicidad en neonatos: 1) el hecho de que el fármaco no se conjuga con
ácido glucurónico por la actividad inadecuada de la glucuroniltransferasa hepática, deficiencia que es
característica en las primeras tres o cuatro semanas de vida, y 2) excreción renal inadecuada del fármaco
no conjugado.
Interacciones farmacocinéticas:
El cloramfenicol inhibe de modo reversible las enzimas microsomales hepáticas del citocromo P-450 y
puede prolongar la vida media de medicamentos que son metabolizados por dicho sistema, como el
dicumarol, difenilhidantoína, tolbutamida.
La administración de fenobarbital a largo plazo o la de rifampicina, a dosis altas y por corto tiempo,
abrevian la vida media del cloramfenicol, tal vez por inducción enzimática, y entonces se alcanzan
concentraciones subterapéuticas del antibiótico.