Sarmiento, Domingo F., Viajes, Tomo 01
Sarmiento, Domingo F., Viajes, Tomo 01
Sarmiento, Domingo F., Viajes, Tomo 01
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VIAJES
EN
D.F. SARMIENTO
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SANTIAGO
IMPRENTA DE JULIO BELIN I C.a
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1849
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ADVERTENCIA.
jénero literario tan dúctil i elástico, que se presta a todas las formas i
admite todos los asuntos. No le está prohibido lo pasado, por la
asociacion natural de las ideas, que a la vista de un hecho o de un
objeto, despiertan reminiscencias, i sujieren aplicacion; sin que
siente mal aventurarse mas allá de lo material i visible, pudiendo
con propiedad seguir deducciones que vienen de suyo a ofrecerse
al espíritu. Gústase entónces de pensar, a la par que se siente, i de
pasar de un objeto a otro, siguiendo el andar abandonado de la
carta, que tan bien cuadra con la natural variedad del viaje.
Ni es ya la fisonomia esterior de las naciones, ni el aspecto
físico de los paises, sujeto propio de observacion, que los libros nos
tienen harto familiarizados con sus detalles. Materia mas vasta, si
bien ménos fácil de apreciar, ofrecen el espíritu que ajita a las
naciones, las instituciones que retardan o impulsan sus progresos, i
aquellas preocupaciones del momento, que dan a la narracion toda
su oportunidad, i el tinte peculiar de la época. Cúpome la ventura,
digna de observador mas alto, de caminar en buena parte de mi
viaje sobre un terreno minado hondamente por los elementos de
una de las mas terribles convulsiones que han ajitado la mente de
los pueblos; trastornando, como por la súbita vibracion del rayo
cosas e instituciones que parecian edificios sólidamente basados; i
puedo envanecerme de haber sentido moverse bajo mis plantas el
suelo de las ideas, i de haber escuchado rumores sordos, que los
mismos que habitaban el pais no alcanzaban a apercibir. La
revolucion europea de 1848, que tan honda huella dejará en las
pájinas de la historia, hallóme ya de regreso a Chile; pero los
amigos en cuya presencia escribo, i personajes mui altamente
colocados, pudieron oirme, desde el momento de mi arribo, no sin
visibles muestras de incredulidad, la narracion alarmante de lo que
habia visto; i sin vaticinar una próxima e inminente catástrofe, que
nadie pudo preveer, anunciar la crisis, como violenta, i juzgar
imposible la continuacion del órden de cosas i de instituciones que
yo habia dejado en toda su fuerza. Por temor de pasar plaza de
profeta de cosas sucedidas, insertaré aquí un fragmento de carta en
que uno de mis compañeros de viaje en Europa, un republicano de
la veille me dice: "Gracias, mil gracias, mi caro amigo, por su
recuerdo" "Cuán grande i bella es la conformidad de creencias que
nos conserva amigos a dos mis leguas de distáncia. Aquella
república de que tanto hablabamos en Florencia, i Venecia un año
ha, la tenemos ya hace cuatro meses. Ah! no puede V. imajinarse,
en medio del placer que me causaba la lectura de su carta, cuánto
asombro esperimentaba, de ver a V. en el mes de julio hablar de
república…… venidera. Venidera!.... Pero hacen ya siglos a que
7
VIAJES.
Mas-a-fuera.
atraidos otras por los saltos i rápido pasaje de las tuninas, que
formadas de dos en dos vienen a dar vuelta el buque, pasando
precisamente por la proa; acudiendo un dia en tropel sobre cubierta
a ver navegar a nuestro costado cuatro enormes ballenas, vapores
vivos con sus columnas de agua, como de humo llevan los
artificiales; aterrados otra ocasion por el fatídico grito del timonel
"hombre al mar!!!" I en efecto un infeliz marinero cayó de una verga
en un dia de borrasca; hizo un esfuerzo horrible para mostrarnos
todo su busto sobre la superficie del Océano enfurecido; pero el
negro e insondable abismo reclamó su presa, i fué en vano que el
buque volviera sobre el lugar de la catástrofe, el hombre se sumerjió
para siempre. ¿Se acuerda V. que reclinados con nuestra
incomparable Eujenia, en la galena que de sus habitaciones dá a la
bahia en Valparaiso, le comunicaba la impresion que me causa la
vista del mar, permaneciendo cuando puedo horas enteras, inmóvil,
los ojos fijos en un punto, sin mirar, sin pensar, sin sentir, especie
de embrutecimiento i de paralizacion de todas las facultades, i sin
embargo lleno de atractivo i de delicia? De este placer gozaba a mis
anchas todos los dias, i aun con mas viveza en aquellos mares en
que las olas son montañas que se derrumban por momentos,
disolviéndose con estrépito aterrante en una cosa como polvo de
agua. Allí el abismo, lo infinito, lo incontrastable tienen encantos i
seducciones, que parece que lo llaman a uno, i le hacen reconocer
si está bien seguro, para no ceder a la tentacion. Gustaba asi
mismo de pasar hasta mui entrada la noche sobre cubierta mirando
el cielo polar, cuya cruz i manchas se acercaban de dia en dia a
nuestro zenit, escuchando el silbido del viento en la jarcia, u oyendo
al piloto cuentos de mar, llenos de novedad e interes, que me
hacian envidiar la suerte de aquel que habia sido testigo i actor en
ellos. Pues bien, desde el dia en que cayó el marinero, no mas pude
permanecer como antes reclinado sobre la obra muerta, con los
ojos fijos en las olas; temia ver salir la cabeza del infeliz náufrago: el
silbido plañidero del viento perdió para mí toda su misteriosa
melodia, porque me parecia que habia de traer a mis oidos (i aun
ponia atencion sin poderlo remediar para escucharlos) jemidos
confusos i lejanos, como llantos de hombre, como grito de socorro,
como súplica de desvalido, i el corazon se me oprimia: de noche las
manchas i la Cruz del Sud, Venus, Júpiter, Saturno i Marte que
estaban a la vista no detenian como antes mis ociosas miradas, por
echarlas furtivamente sobre la ancha huella que a popa deja el
buque, para descubrir en la oscuridad de la noche si venia
siguiéndonos un bulto negro, ajitándose para que le viéramos. No
es que tuviese miedo, pues que seria ridículo abrigarlo; lo que
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civilizada. Sabe V. que hace ochenta años a que murió aquel; pero
el pueblo aproxima siempre en su memoria a los seres que le han
sido benéficos i queridos. Cook, el segundo creador de la Oceania
por los animales domésticos i las plantas alimenticias que en todas
las islas derramó, murió víctima sin embargo de aquellos cuya
existencia hiciera fácil i segura. ¡Triste pero ordinaria recompensa
de las grandes acciones i de los grandes hombres! Es la humanidad
una tierra dura e ingrata que rompe las manos que la cultivan, i
cuyos frutos vienen tarde, mui tarde, cuando el que esparció la
semilla ha desaparecido.
El nombre de Cook, repetido hoi por los que felices i tranquilos
cosechan el producto de sus afanes, es la única venganza tomada
contra sus asesinos, de quienes el ilustre navegante pudo decir al
morir “Perdonalos, Señor, porque no saben lo que hacen!"
Espresion sublime de la desdeñosa compasion, que al jenio inspira
la estupidez de las naciones. Sócrates, Cervantes, Colon,
Rivadavia, cada uno de ellos al morir, han pedido a Dios que
perdone a sus compatriotas.
Aquí tiene V. pues, como nuestros atos de espantables
javalies se habian convertido en millares de cabras alzadas, con
quienes sin mucha pretension podiamos prometernos entrar en
comunicacion directa por el telegráfico intermedio de carabinas i
fusiles; por lo que ántes de entregarnos al sueño que nos
reclamaba con instancia se dispuso la partida de caza del dia
siguiente, impartiendo órdenes ademas, para que el bote hiciese en
el intertanto buena provision de langostas de mar, anguilas,
cabrillas i otros pescados de que los alrededores de la isla abundan.
A las cuatro de la mañana del siguiente dia estábamos en pié
estasiándonos en aspirar el ambiente húmedo i embalsamado de la
vejetacion, hundiendo nuestras miradas atónitas en las oscuras
profundidades de la quebrada en cuya boca estan situadas las
cabañas, cubierta de bosques renegridos, interrumpidos tan solo
por rocas sañudas que cruzan sus dientes de ambos lados
alternativamente.
El sol que asomaba por las cúspides venia iluminando con
esplendorosa paleta estos grupos tan valientemente diseñados.
¡Oh, amigo! Aquellas sensaciones no se olvidan nunca, i empiezan
a darme un gusto anticipado de las que recompensan al viajero de
las molestias de la locomocion, verdaderas islas floridas que
quedan en nuestros recuerdos, como lo estan éstas en medio de la
uniforme superficie del Océano.
Para emprender la proyectada partida de caza debiamos dejar
nuestro calzado i reemplazarlo por uno de cuero de cabra ceñido al
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HUELIN.
SOLARES.
SARMIENTO.
1845.
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Montevideo.
viradas de bordo que la barca describe como los jiros del ave
acuática que se dispone a posarse sobre las aguas, van
presentándose las calles que cruzan la poblacion, i caen de punta
bajo el ojo, primero de norte a sur, despues de poniente a naciente,
i todavia de norte a sur, con su variedad infinita de grupos i de
trajes, de carruajes i de jinetes, interrumpiendo la perspectiva las
ondulaciones del terreno que lo asemejan a espuma del rio
petrificada. Dan realce a esta vista el material de los edificios de cal
i canto todos, sin aquellas pesadas techumbres de las colonias del
Pacífico que matan la calle, e infunden desaliento i tristeza perenne
en los ánimos. En Montevideo las líneas rectas, puras del estilo
doméstico morisco, viven en santa paz i buena armonia con las
construcciones del moderno gusto ingles; la azotea con verjas de
fierro, a mas de dar transparencia i lijereza al remate, hace el efecto
de jardines, de cuyo seno se elevara el cuadrangular, esvelto i
blanco mirador, que a esta hora de la tarde está engalanado,
vivificado, con grupos de jente que esparcen su vista i aspiran la
brisa pura del rio.
A las emociones del viaje se sucedian las del puerto, el
paisaje, el muelle, la multitud de velas latinas con que los italianos
han animado el movimiento de la rada; el cerro coronado de
cañones; los lejanos puntos ocupados por el enemigo, que
sombrean el paisaje a lo lejos i dan al espectáculo algo de serio i de
amenazante. Es el aspecto de una plaza sitiada imponente de suyo,
i el enemigo que cercaba a Montevideo, lo era mio tambien, por
aquel parentezco i mancomunidad que une a las dos repúblicas del
Plata en sus odios i en sus aficiones. I en efecto, sorprende esta
unidad de las dos riberas, de manera de hacer sospechar que su
independencia respectiva es una creacion bastarda i contraria a la
naturaleza de las cosas. Un ejército arjentino sitiaba la plaza a las
órdenes de un montevideano; i la plaza habia improvisado i
sostenido su resistencia a las órdenes de un jeneral arjentino. La
prensa del Cerrito redactábanla montevideanos i la de Montevideo
los arjentinos; i en ámbos ejércitos i en ámbos partidos sangre i
victimas de una i otra playa confundian sus charcos o sus ayes en
la lucha que fomenta el Rio que los une en lugar de dividirlos.
Publicaba el Nacional a la zazon Civilizacion i Barbarie, i el examen
de mi pasaporte en el resguardo bastó para atraer en torno mio
numeroso círculo de arjentinos asilados en Montevideo,
comerciantes, empleados, soldados letrados, periodistas i literatos;
porque todo allí no presenta hoi otra fisonomia que la que presentó
en los tiempos en que ámbos paises solo formaron un estado, con
un foro, una universidad i un ejército comun. Estaba pues entre los
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Habitantes de la ciudad:
Orientales 11,431
Americanos 3,170
Europeos 15,252
Africanos (libres) 1,344
41 8,858 2,800
42 9,874 3,281
está del otro lado del rio! Echeverria, que ha engalanado la Pampa
con las escenas de la Cautiva, se ocupa de cuestiones sociales i
políticas; sin desdeñarse de descender a la educacion primaria,
como digna solicitud del estadista americano. Alma elevadísima por
la contemplacion de la naturaleza i la refraccion de lo bello, libre
ademas de todas aquellas terrenas ataduras que ligan los hombres
a los hechos actuales, i que suelen ser de ordinario el camino del
engrandecimiento. Echeverria no es ni soldado ni periodista; sufre
moral i fisicamente; i aguarda sin esperanza que encuentren las
cosas un desenlace para regresarse a su patria, a dar aplicacion a
sus bellas teorias de libertad i de justicia. No entraré a examinarlas
por lo que puede ser que trasluzca V. algo en un trabajo que
prepara para ver la luz pública bajo el nombre del Dogma Socialista.
El poeta vive empero aun al traves de estas serias lucubraciones.
Echeverria es el poeta de la Desesperacion, el grito de la
intelijencia pisoteada por los caballos de la Pampa, el jemido del
que a pié i solo se encuentra rodeado de ganados alzados que
rujen i caban la tierra en torno suyo, enseñándole sus aguzados
cuernos. ¡Pobre Echeverria! Enfermo de espíritu i de cuerpo,
trabajado por una imajinacion de fuego, prófugo, sin asilo, i
pensando donde nadie piensa: donde se obedece o se sublevan,
únicas manifestaciones posibles de la voluntad. Buscando en los
libros, en las constituciones, en las teorias, en los principios la
esplicacion del cataclismo que lo envuelve, i entre cuyos aluviones
de fango, quisiera alzar aun la cabeza, i decirse habitante de otro
mundo i muestra de otra creacion. Echeverria tiene escrito un
poema que reasume todos aquellos desencantos, aquella inquietud
de ánimo i aquel desesperar sin tregua que forma el fondo de sus
cavilaciones. El Anjel Caido, es una beldad que ha pecado, i que se
arrepiente; pero en el título solo ¡quién no vé a la patria de sus
sueños, solo que no se atreve a hacerla prostituta impúdica, como
Jeremias el cantor hebreo! La tiene lástima todavia, i pide perdon
por ella.
Rio Janeiro.
sino de tarde en tarde i por minutos, i que dura aquí horas enteras; i
el pobre neófito vuelve a buscar su hogar sintiendo su nada, i la
limitacion de sus facultades fisicas i morales.
Hoi me pone al fin la pluma en la mano una de aquellas
sensaciones que exitan la efervescencia del ánimo i superan al
decaimiento de los miembros. Cuando el sol asoma su disco colosal
en el horizonte, sábelo el que duerme en el apartado i oscuro retrete
del interior de los edificios. Dormido, siente uno moverse el aire en
olas tibias que se vienen empujando, ormiguearle la sangre,
dilatarse los poros para convertirse en fuentes de donde fluyen
mares; i a las locas ideas que revuelve la imajinacion, se suceden
movimientos estraños, como de luces que se apagan, como de
fantasmas que huyen o se evaporan, como de pesos que van
acumulándose sobre los miembros i estorbando el movimiento, con
un alargarse al parecer de las fibras cada vez mas i mas, hasta que
a la sensacion de la fuerza se ha sostituido la languidez, la muerte
en vida del cuerpo i la enervacion del espíritu. Esto es el despertar
del trópico, i esta mañana, cuando recobraba el sentimiento de la
existencia así mutilada, un desconocido rumor de sonajas
metálicas, i de voces humanas, porque decididamente aunque
estrañas, pertenecian a las modulaciones de nuestra especie, venia
a confundirse en aquel caos del espíritu que se llama sueño.
Incorporóme pesadamente, i los ruidos toman la forma neta i
despejada de la realidad; asomóme a la ventana que domina la
plaza i la esclavatura se me presenta en toda su deformidad. Larga
recua de negros encorbados bajo el peso de la carga seguian al
trote, al madrin que en la delantera ajitaba sonajas de cascabeles i
campanillas. Negros arrieros cerraban la procesion, chasqueando
sus látigos sonoros para avivar el paso de las muias humanas; i
aquella bestia en dos pies, léjos de jemir bajo el peso, canta para
animarse con el compas de su voz: al oiria en coro con la de los que
le preceden i le siguen se siente hombre todavia, i prevee que hai
un término próximo a su fatiga, el muelle donde las naves cargan, i
un fin lejano, la muerte que cura todos los dolores.
Paréceme que todas las injusticias humanas vinieran del
sentimiento de la debilidad. La raza negra queda hoi tan solo
esclavizada por los últimos en la escala de los pueblos civilizados,
los portugueses i los españoles. La esclavatura es como los
pañales de la indústria. Hasta los romanos la guerra se hizo, como
medio de hacer provisiones; hasta ayer no mas la indústria que
nacia traia un esclavo para atarlo a la tahona, o uncirlo al yugo.
Pero cuando el hombre se ha encontrado en posesion de las
matemáticas, ha dejado de esplotar hombres, i sostituido a la fuerza
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de los caballos mismos las del vapor, que pone en movimiento las
máquinas de su invencion. Hai esclavos donde no hai poderes
dinámicos, donde el individuo se reconoce débil en presencia de las
resistencias fisicas, hailos en el Brasil, en Cuba, i en la estremidad
sud de los Estados Unidos. Pero bien cara que pagan esta
injusticia! La raza blanca en Rio Janeiro está plagada de
enfermedades africanas, que participan del carácter odioso i
deforme de las degeneraciones de los trópicos, donde lo que no
alcanza a ser bello es monstruoso i repugnante; mariposas doradas
o sabandijas espantables. La raza esclava sirve de seguros del
despotismo, i el amo no osa ser libre, porque siente removerse bajo
sus plantas, la víctima que a su vez oprime. La familia, aquel último
asilo del egoismo, se disuelve tambien i el cáncer de la esclavatura
lleva la degradacion al hogar doméstico, la crápula sucia a veces, i
la relajacion de todos los vínculos sociales. El asilo doméstico es un
estrecho i velado santuario entre los pueblos lusitanos. El esclavo
hace parte obligada de la familia: el amo descubre con su ojo
negrero atractivos raros en su esclava jóven que le hacen olvidar
los deberes conyugales; i en aquellas casas cerradas casi siempre
a los estraños se arrastran, como esas feas alimañas que se placen
en la oscuridad i en el fango, torpe guerra entre marido i mujer,
orjias de adolescentes que hacen bajo el techo doméstico el
aprendizaje del vicio: a veces susúrrase de tal dama que ha tenido
un desliz con un esclavo, i la esposa infeliz sufre de continuo las
mordeduras atroces de los zelos, viendo a la par de la suya crecer
familias espúreas de los que pueden llamar hermanos o padres a
sus hijos. Así el crímen cometido contra una raza, i consentido por
la moral pública, va deponiendo lentamente sus jérmenes en el
seno mismo de la raza opresora, para obrar a la larga una de
aquellas grandes e infalibles compensaciones, con que el mal se
equilibra en el mundo moral, tornándose siempre en desagravio de
los oprimidos! Oh! porque no ha dado Dios a los tiranos una vida
mas larga que a sus víctimas momentáneas, a fin de que no se
sustrajesen con su temprana muerte a la lei infalible del mal, que es
matar al mismo que lo promueve.
El mulato se levanta ya en el Brasil amenazando vengar bien
pronto las injurias hechas a su tostada madre. Raza viril que
conserva la sangre ardiente del africano, templada para bullir bajo
los rayos verticales del sol, al mismo tiempo que la organizacion de
su cráneo lo liga a la familia europea. Dumas, Heredia, Petion,
Barcala, aquellos nobles mulatos, viven aquí en todos cuantos
hombres notables brillan por las artes, la música, la poesia, i las
ciencias médicas. La raza pura portuguesa cae visiblemente en la
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nombre.
En medio de la ciudad, en el centro de los barrios mas
populosos se alzan siete Morros revestidos de verdura, brillante
como un mosaico de esmeraldas; el pasto de Africa cubre el
terreno, i donde un corte o un derrumbe de la tierra impide la
vejetacion el panizo de un rojo vivísimo se deja ver para hacer
contraste con los diversos matices de verdes, plateados, negruscos
o amarillosos que los árboles entrelazados entre sí por diversas
lianas, ostentan en deliciosos sotillos, cual si trataran de prestarse
mutuo apoyo en los declives i sinuosidades que los protejen contra
las invasiones de la civilizacion que las circunda. El café crece a la
sombra del árbol del pan, i el cocotero, las mangas, los naranjos por
poco que hallen espacio i tierra se agrupan en verdaderas selvas
primitivas.
Todas las tardes ascendiamos, penosamente por la fatiga que
el calor causa, uno de los Morros, i las sensaciones de placer, el
inefable deleite, la eccitacion de entusiasmo casi delirante que
causa esta naturaleza siempre de gala, siempre brillante i recargada
de perfumes i de flores, léjos de saciarse, era un nuevo aguijon para
concertar nuevas esploracioncs a un Morro inmediato.
Hácia el sur de la ciudad i costeando el mar se estienden los
barrios aristocráticos del Catete i Botafogo, verdadero Saint-
Gerrnain de la nobleza estranjera, de la diplomacia, la finanza i todo
lo que puede aspirar a la holganza reposada que exije un clima
abrasador. Pero este Saint-Germain brasilero conserva todo el tipo
del pais. La mansion inglesa está circundada de jardines, cubierta
con una capa de enredaderas que apénas os deja dar con la puerta,
abrigada bajo la sombra de los árboles estraños en formas i frutos
que el pais produce.
Botafogo tiene una bahia aparte, que semeja un lago tranquilo
casi encerrado por promontorios coronados de palmeros, i a su
espalda se levanta el Corcobado, inmenso fragmento de granito que
se avanza de una manera amenazante sobre la línea perpendicular,
como si el núcleo de la montaña hubiese querido sacar la cabeza,
en medio de las convulsiones de la agonia, a respirar el aire libre,
sufocado por las masas de vejetacion, yerbas, arbustos, árboles,
enredaderas, amontonadas, superpuestas, intrincadas e
impenetrables que la cubren desde la base hasta los cuatro quintos
de su elevacion total. El paisaje que desde la cumbre del
Corcobado se descubre es estupendo. Al oriente la inmensa Bahia
con sus buques i sus islas, hácia la base la ciudad i sus
alrededores, i los Morros mirados a vista de pájaro i nivelándose
aparentemente con el suelo como Oasis floridos. A la espalda hácia
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Ruan.
nuestros bolsillos para depositar una tarjeta con el nombre del hotel
que los envia. Es en vano, hablarlos, injuriarlos, espantarlos con las
manos, fugarse, esconderse. Eh! la Europa! triste mezcla de
grandeza i de abyeccion, de saber i de embrutecimiento a la vez,
sublime i súcio receptáculo de todo lo que al hombre eleva o le tiene
degradado, reyes i lacayos, monumentos i lazaretos, opulencia i
vida salvaje!
No he podido desimpresionarme en dos dias del mal efecto
que me ha producido esta primera impresion. Paréceme que el
Havre no es la Francia, sus bellísimos edificios son modernos, no
hai antigüedades, no hai monumentos. Un pobre torreon guarda el
puerto desde los tiempos de Francisco I: allí un soldado se sublevó
contra el rei, contra la Francia i contra la especie humana, tapió la
puerta, i fué sitiado, bloqueado i bombardeado, hasta que despues
de dos dias de combate, murió i la plaza fué tomada por asalto. He
aquí la historia del Havre. El cardenal Richelieu construyó una
ciudadela, donde el cardenal Mazarini encerró algunos príncipes
molestos. En cambio estan los docks que depositan las naves en el
centro de la ciudad, monumento que no recuerda nada, pero que
hace la riqueza i la fuerza de una nacion, dotando de puerto a Paris,
i dejando burladas las tempestades del temido Canal de la Mancha,
que andan rondando en torno como los ladrones, aguardándolas
que salgan de sus casas para atacarlas. El nombre del primer
Cónsul está incrustrado humildemente en algun madero; i las naves
americanas encerradas en un punto especial, estan ahí por sus
dimensiones colosales, espantando a los europeos mismos i
vomitando de sus entrañas balas de algodon. Los alrededores son
bellísimos i la cultura i los árboles de bosque i los aparatos
agrícolas i el césped, el arte i las lindas casillas, todo está
revelando, que se está ya en el mundo antiguo entre los pueblos
cultos, poseedores de todos los poderes que la intelijencia ha
puesto en la mano del hombre.
Tengo prisa de seguir adelante, de penetrar en esta tierra que
diviso cerrada de masas obscuras de bosque, i pintorreada de
alquerias, de chateaux i de campos labrados. El Normandie que
llevó a Paris las cenizas de Napoleon i que conserva una
inscripcion, parte, i Tandonnet el rosista i yo el salvaje, reunidos i
haciendo vida comun partimos: él vá a servirme de cicerone, de
introductor a la presencia de su patria.
El sol comenzaba apuntar en el horizonte recortado por
colinas verdinegras; seis vapores de carga marchaban delante de
nosotros, remolcando cada uno cinco embarcaciones, a guiza de
cisnes madres seguidas de sus polluelos; las pesadas barcas del
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A Luis Brune
La ciudad de Ruan.
Paris
Rosas=Luis Felipe.
La mazorca=El partido moderado.
Los gauchos=La petite propiété.
Los unitarios=La oposicion del National.
Paz, Varela=Thiers, Rollin, Barrot.
Contribuciones indirectas.
Direccion de Aduanas.
eran 490, i los dones repartidos son 304, estos van a los hijos, a los
hermanos, a los allegados de los electores de campaña, aquellos
buenos paisanotes, la petite propriété de M. Dessage, aquellos
sostenedores del órden, puesto que siembran patatas. La Francia
ha caido en este horrible lazo; i en vano se ajita, lucha, protesta; ella
no es el pais legal, ni el pais electoral. Cuando se echa en cara a M.
Guizot esta corrupcion del elector i del elejido, se dirije a la mayoría
i la apóstrofa en estos términos. "Os sentis corrompidos?" No, grita
la mayoría, con gran confusion de las pobres minorías que ven
realmente que no hai corrupcion, puesto que cuatrocientos ajiotistas
lo repiten. Cuando se denuncia en la tribuna un delito evidente
como la luz, una dilapidacion escandalosa, probada, M. Guizot pide
que la Cámara decida si está o no satisfecha, i un movimiento en
masa de la turba de cómplices absuelve de toda culpabilidad al rei i
al ministerio. He ahí el pais legal, he ahí los grandes hombres de la
tierra!
Las minorias prontas a desaparecer se han coaligado, i sus
esfuerzos se dirijen a la fuente del mal, a la lei electoral, a
desahacer si pueden esa gavilla de paniaguados, electores i
diputados. El programa para las elecciones que acaban de tener
lugar era de parte de la oposicion:
"La reforma electoral i parlamentaria;
La reorganizacion de la guardia nacional;
La revision de las leyes de Setiembre;
La derogacion de la lei sobre anuncios judiciales;
La repulsa de todo proyecto de dotacion para la familia real;
Que la confeccion de las listas del jurado sea arrancada a la
arbitrariedad de los prefectos;
Que las rentas i todos los ramos del servicio publico sean
administrados con intelijencia, economia i honradez;
Que un sistema mas digno del nombre i del poder de la
Francia regle nuestras relaciones con las otras naciones;
I que en el interior, en fin, los poderes del estado se
preocupen con una séria atencion de la educacion, i del bien estar
de las clases trabajadoras."
¿Cuál le parece a V. que ha sido el resultado de las
elecciones? El gobierno tuvo miedo, redobló sus esfuerzos, i sacó
mas diputados satisfechos que los que hubiera deseado. Los cuatro
quintos, los nueve décimos de la Cámara nueva formarán la
mayoría; el gobierno ha tenido vergüenza de su triunfo; jugó la
máquina con mas actividad de lo que esperaba. ¡Pobre humanidad,
qué va a ser de ella ahora!
El hecho viene apoyado en la doctrina. Guizot ha dicho en
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del Sur, tan oscuro, tan inseguro. A una legua de Mainville, no léjos
de la márjen del Sena, vive olvidado don José de San Martin, el
primero i el mas noble de los emigrados que han abandonado su
patria, su porvenir, huyendo de la ovacion que los pueblos
americanos reservan para todos los que los sirven. Nuestro don
Gregorio Gomez, el jeneral Las-Heras, i otros restos del mundo
antiguo, me habian recomendado con amor, con interes, i el jeneral
Blanco díchole tan buenas cosas de mí, que me recibió el buen
viejo, sin aquella reserva que pone de ordinario para con los
americanos en sus palabras cuando se trata de la América. Hai en
el corazon de este hombre una llaga profunda, que oculta a las
miradas estrañas; pero que no se escapa a las de los que se la
escudriñan. ¡Tanta gloria i tanto olvido! ¡tan grandes hechos i
silencio tan profundo! Ha esperado sin murmurar cerca de treinta
años la justicia de aquella posteridad a quien apelaba en sus
últimos momentos de vida pública, i tiene setenta i cinco hoi, las
dolencias de la vejez, i el legado de las campañas militares le
empujan hácia la tumba, i espera todavía.
He pasado con él momentos sublimes, que quedarán para
siempre grabados en mi espíritu. Solos un dia entero, tocándole con
maña ciertas cuerdas, reminiscencias suscitadas a la ventura, un
retrato de Bolivar que veia por acaso; entónces, animándose la
conversacion, lo he visto transfigurarse, i desaparecer a mi vista el
campagnard de Grandbourg i presentárseme el jeneral jóven, que
asoma sobre las cúspides de los Andes, paseando sus miradas
inquisitivas sobre el nuevo horizonte abierto a su gloria. Sus ojos
pequeños i nublados ya por la vejez, se han abierto un momento, i
mostrándome aquellos ojos dominantes, luminosos de que hablan
todos los que le conocieron; su espalda encorbada por los años se
habia enderezado, avanzando el pecho ríjido, como el de los
soldados de línea de aquel tiempo; su cabeza se habia echado
hácia atrás, sus hombros bajádose por la dilatacion del cuello, i sus
movimientos rápidos, decisivos, semejaban al del brioso corcel que
sacude su ensortijada crin, tasca el freno, i estropea la tierra.
Entónces la reducida habitacion en que estábamos se habia
dilatado, convirtiéndose en pais, en nacion; los españoles estaban
allá, el cuartel jeneral aquí, tal ciudad acullá, tal hacienda testigo de
una escena, mostraba sus galpones, sus caserias i arboledas en
derredor de nosotros......
Ilusion! Un momento despues, toda aquella fantasmagoria
habia desaparecido; San Martin era hombre i viejo, con debilidades
terrenales, con enfermedades de espíritu adquiridas en la vejez;
habiamos vuelto a la época presente i nombrado a Rosas i su
127
lójias, así las cosas como lójia; aunque no sean precisamente lójias,
son impotentes; el carbonarismo ha caido, no es posible contar con
la relijiosidad de aquellos tiempos de fe, como en la lojia de
Lautaro.—Por eso propongo las modificaciones que V. ha visto.—A
ellas me refiero, i es lo único que puede hacerse en nuestra época;
pero hombre..!—El proyecto es desechado por unanimidad, i el no
leído manuscrito devuelto. La pago pues ahora. Quiero entenderme
con un redactor de la Revista de Ambos Mundos, i otro amigo me
dice: no haga V. tal; los redactores ganan en proporcion de los
artículos que introducen por rotacion de rol; un artículo estraño
pospone los suyos, i se ligarán entre sí para no dejarlo entrar;
entiéndase con M. Buloz, director de la Revista. M. Buloz es un
respetable tuerto, director de la Opera cómica i de la Revista, tan
versado en la contaduría del uno como del otro establecimiento. Me
presentan, i queda en la oficina de la Revista mi manuscrito, para
pasar a comision que juzgue de su importancia, quedando citado yo
para el otro juéves a la misma hora. Aquí principia aquella eterna
historia de los autores que comienzan en Paris, i que lanzan su
vuelo de una guardilla del quinto piso. De ahí salieron Thiers,
Mignet, Michelet i tantos otros, me digo para alentarme; todos han
aguardado a la puerta de alguna redaccion, el corazon endurecido
de humillacion, ídose, vuelto. Vuelvo el jueves, golpeo tímidamente i
el terrible cíclope de la Revista saca su ojo en la punta de la cara, lo
pasea, busca, veme, i me lanza cerrando la puerta, este empujón.
"No se ha leido aun, hasta el otro juéves." De juéves en juéves, un
dia, dia por siempre memorable en la biografia de todo
garrapateador de papel! las puertas de la redaccion se me abren de
par en par. Qué transformacion! M. Buloz tiene dos ojos esta vez, el
uno que mira dulce i respetuosamente, i el otro que no mira, pero
que pestañea i agazaja, como perrito que menea la cola. Me habla
con efusion, me introduce, me presenta a cuatro redactores que
esperan para solemnizar la recepcion. Soi yo el autor del
manuscrito (una reverencia), el americano (una reverencia), el
estadista, el historiador.....Me saludan, me hacen reverencias. Se
habla del libro; hai un redactor encargado del compte-rendu de los
libros españoles, que quiere ver la obra entera, para estudiar el
asunto. M. Buloz me suplica humildemente que me encargue de la
redaccion de los artículos sobre América. La Revista ha faltado a su
título de Ambos Mundos por falta de hombres competentes;
podemos arreglarnos. Desgraciadamente el artículo sobre mi libro
no puede aparecer sino en dos meses. Estan tomadas las columnas
para muchos mas; pero se hará una alteracion. Esto me satisface; i
ya han pasado cuatro semanas en idas i venidas hasta el momento
129
en que escribo.
Pero aquel artículo me hace falta, para presentarme ante los
escritores. En Paris no hai otro título para el mundo intelijente, que
ser autor, o rei. No he querido ser presentado a Michelet, Quinet,
Luis Blanc, Lamartine, porque no quiero verlos, como se ven los
pájaros raros; quiero tener títulos para presentarme a ellos, sin que
crean que satisfago una curiosidad de viajero. He visto ya a Jules
Janin, a Ledru Rollin; este en casa de San Martin, de quien es
vecino; el otro en su escritorio a donde me condujo Tandonnet que
es su amigo. Qué espiritual i que consentido es en su trato familiar
este folletinista!
M. Lasserre, aquel buen frances que reside en Chile, víctima
antigua de sus ideas republicanas, i el liberal mas ardiente que
anda errante entre nosotros, me habia dado preciosas
recomendaciones para los Aragos i para M.e Tastu, célebre poetiza
que brilló en este ramo en su juventud i fué coronada por la
Academia, i hoi está consagrada a la educacion maternal, para cuyo
auxilio ha publicado preciosos tratados. Recibe los martes, i allí en
aquel círculo escojido encuéntrase al anciano Tissot de la Academia
unas veces, i a varias otras reputaciones literárias. Es la modesta
habitacion de esta escritora el reflejo de aquellos antiguos salones,
que ya van desapareciendo en presencia de los intereses
industriales: el de M.e Tastu ha recibido sucesivamente a Humboldt,
Champollion, Ampère el célebre matemático, i todas las
ilustraciones de aquella época. Cormenin, Tissot, i varios viejos i
jóvenes literatos frecuentan sn tertulia, i todos se hallan a sus
anchas en aquel reducido círculo, en que el gusto i la simplicidad
presiden a las causeries, conversaciones mas amenas i variadas.
En esta sociedad, donde era siempre recibido con mas distincion
que pudiera esperarlo, he podido entrar bien adentro la mano en las
llagas actuales de la Francia. M. Tissot habia sido uno de los quince
diaristas que habian derrocado la restauracion de los Borbones;
desechando cuatrocientos mil francos que le ofreció Cárlos X, solo
porque dejase de escribir, hoi vivia en la miseria, enseñando a la
edad de setenta años para subsistir; porque el nuevo rei, el rei
ciudadano, habia tenido buen cuidado de oscurecer, de sepultar a
todos aquellos enérjicos liberales, que despues de haber volteado
un ídolo, no habian querido adorar al que se habia alzado en su
lugar. Allí se oian tantos secretos de corte, tantos detalles que la
prensa no revela! allí se hacian votos por un órden mejor, entre las
manifestaciones mas nobles de indignacion por el abatimiento de la
Francia, por el escamotaje de la libertad; por la degradacion de la
nacion; por la ruindad i el descaro de los manejos!
130
Madrid.
tanto como vos, i que podemos mas que vos, vos instituimos
nuestro rei i señor"; pero cuando la Europa se ajitó para obtener un
poco de libertad, la España inventó con un admirable a propósito las
instituciones inquisitoriales. Ahora que el comercio libre hace
prosélitos por todas partes, fuerza a la Viscaya, que habia
conservado intacta la tradicion adámica, a admitir la aduana en su
territorio.
Cuando el cigarro i los cigarritos suben hasta el trono frances i
embalzaman los salones de Paris, los vascos no se atreven ya
como en otro tiempo a dar una batalla, a organizar sus terribles
guerrillas para resistir al estanco que los amenaza con un impuesto
inícuo sobre la primera necesidad del hombre, sobre el único uso
que hace hermanos a todos los pueblos de la tierra; pues el tabaco,
en trescientos años que median entre su glorioso descubrimiento i
nuestro ilustrado siglo, ha conquistado mas prosélitos que los que el
cristianismo ha logrado en veinte siglos, i sin derramar para ello una
gota de sangre, i sin otras lágrimas que las que arranca de los ojos
de los neófitos la primera columna de humo que al fumar se levanta.
¡Oh vosotros fumadores que frecuentais el Boulevard de Gand,
apresuraos a visitar Irun, Tolosa, i aquella Vergara, teatro del
pérfido abrazo de cristinos i carlistas! La civilizacion española lo
invade todo, i en lugar de habanos lejítimos, largos de seis
pulgadas, que se dan a puñados por una peseta en aquella tierra
privilejiada, sereis envenenados como en Paris por la falsificacion
de cuenta del rei!
Las provincias vascongadas serian asunto digno de los
estudios de un Thierry, si bien como todos los pueblos primitivos
parecen sustraerse al examen histórico por la simplicidad misma de
la vida desnuda de acontecimientos importantes. Los vascos
actuales descienden en línea recta i sin mezcla de romanos, godos,
o árabes, de los vascos que habitaban los Pirineos ahora tres mil
años; he aquí el principal hecho histórico: los jefes de familia de
cada villorrío se reunen para jugar a la pelota o tirar la barra,
tratando en el intertanto de los intereses públicos: voilá todas sus
instituciones políticas. Era preciso que el siglo XIX viniese a
alumbrar lo profundo de estos valles, para que los habitantes
pudiesen comprender que para ser libres i civilizados se necesita
tener aduanas, jendarmes, estanco i constitucion, que es lo que
importa la supresion de los fueros.
Pero el viajero que va arrastrado por la dilijencia no detiene
por lo jeneral su pensamiento ni sobre lo pasado ni sobre el porvenir
de este pais. Apénas si observa una poblacion pasablemente
atrasada que coje castañas en los bosques, siembra mais i patatas,
142
colores distintivos.
El pueblo español, entretenido pero no satisfecho con esta
sucesion de galas i fiestas, aguardaba con impaciencia otro
espectáculo, cuyo oríjen anterior a los moros i a los godos, remonta
a los tiempos de Sertorius, en que la España se habia hecho la
provincia mas romana por su civilizacion i por la adopcion de las
costumbres del pueblo rei. Por todas partes se encuentran en
Europa ruinas imponentes de los circos romanos. En España solo
se ha conservado el espectáculo mismo del circo, aunque los
antiguos circos hayan cedido a la accion del tiempo. Cosa estraña i
poco notada! Por sus costumbres i su espíritu el pueblo español es
el pueblo mas romano que existe hoi dia. Todos sus males le vienen
de ahí; enemigo del trabajo, guerrero, heróico, tenaz, sobrio i
apasionado por los espectáculos, todavía pide panem et circenses
para vivir feliz en medio de su caida. Los sangrientos combates de
bestias feroces han luchado veinte siglos con el cristianismo i han
triunfado de él, como los toreadores lo hacen de los mas temibles
bichos. Sobre la plaza de toros el pueblo español es grande i
sublime; es pueblo soberano, pueblo rei tambien. Allí se resarce,
con emociones mas vivas que las del juego, de las privaciones a
que su pobreza lo condena, i si esta diversion puede ser acusada
de barbarie i de crueldad, es preciso convenir sin embargo que no
envilece al individuo como la borrachera, que es el innoble placer de
todos los pueblos del Norte. El español es sobrio, i lo prueba la
capa que lleva sobre sus hombros, pues que un hombre borracho
no podria tenerse parado llevando capa.
Lo que hai de verdaderamente romano en las corridas de
toros es que aquel espectáculo es no solamente público i autorizado
por el gobierno, sino que tiene lugar oficialmente i bajo la direccion
inmediata de la autoridad. El gobernador de Madrid en
circunstancias ordinarias, i el rei en persona en las grandes
solemnidades, presiden i dirijen todos sus movimientos. Un alguacil
viene a pedir permiso para comenzar la funcion; este empleado
público anuncia en alta voz el color del toro que va a jugarse, la
señal particular con que está marcado i la célebre torada a que
tiene el honor de pertenecer; él abre en fin oficialmente la puerta del
toril, cuya llave ha recibido de manos del rei. Cuando los picadores
han atormentado por mucho tiempo a la fiera a fin de debilitar su
empuje, el rei hace una seña, i los banderilleros aparecen; a otro
signo ceden estos su puesto al matador que se presenta con la
espada en la mano. Aquella fiesta popular, celebrada con todas las
formas legales, aquel rei rodeado de su pueblo abandonado al
delirio, i tomando parte en sus emociones, tienen sin duda un
150
todas Ias temeridades que el arrojo puede ensayar con los toros; i
los aplausos del público siempre entusiasta admirador de su
bizarría, habrian colmado ya cualquiera otra ambicion de gloria que
no fuese la suya. Sin embargo, Montes, arrastrado por el amor del
arte se presenta aun a lidiar. El peligro es el pábulo que le da vida, i
él se injenia para renovarle, variándolo al infinito. Los cuernos
aguzados del toro ejercen sobre él una atraccion májica, irresistible,
i el público, conocedor de los infinitos percances de la lucha, le tiene
predicho que en los cuernos del toro ha de morir.
Cuando Montes se presenta en la arena a capear un toro, la
multitud inmensa de espectadores permanece inmóvil i silenciosa, a
fin de no perder ninguno de los imperceptibles pasos que hace con
el bicho, i cuando el animal furioso se lanza sobre él, Montes aparta
el cuerpo lo suficiente para que el asta mortal le desgarre el vestido
entre el brazo derecho i la tetilla; segunda vez embiste, i entónces el
cuerno pasa entre el pecho i el brazo izquierdo; tercera, i Montes
queda volviéndole la espalda i envuelto en los pliegues de su capa,
tan garbosamente como podria hacerlo al pararse en la Puerta del
Sol.
A estos primeros pasos se siguen diez diversos, cual
variaciones de un tema único que es la muerte, i cuyas melodías se
componen de coraje, actitudes artísticas, destreza i sangre fria. El
público español mudo, estático hasta entónces, no por efecto del
miedo, que no conoce, sino por la profunda emocion que le inspira
el sentimiento del arte, prorumpe, en pos de aquellas brillantes
fiorituras, en gritos apasionados que conmueven los edificios de la
plaza; diez mil sombreros se ajitan en el aire; diez mil pañuelos i
otros tantos abanicos se cruzan, i las mantillas que no cubren ya los
ojos negros brillantes de las españolas dejan ver al artista célebre
que las damas de hoi dia, como la de los torneos de la edad media,
saben apreciar el valor i medir la profundidad de las heridas. En
España, en efecto, las mujeres de todas las clases estan iniciadas
en los secretos del arte de los combates, i aplauden los buenos
golpes o reprueban al poco diestro. "Se le dice a V., señor
banderillero, decia con desden en alta voz cerca de mí una
interesante señorita, al ver un par de banderillas mal puestas, se le
dice a V. que ese golpe no vale nada".
El Chiclanero es otra grande reputacion nueva, por la destreza
estraordinaria i la audacia de su espada. Todo su empeño es dejar
muerto instantáneamente al toro, para lo que apunta siempre a
cierto punto que no tiene mas diámetro que el de un peso fuerte i
donde el cerebro está mal resguardado. El toro, que el Chiclanero
mató en las corridas reales, al caer delante de sí, vino a poner la
156
La Mancha.
Córdova.
173
TIEMPOS PRIMITIVOS.
TIEMPOS ROMANOS
TIEMPOS ÁRABES
TIEMPOS INQUISITORIALES.
TIEMPOS MODERNOS.
Barcelona.
Africa.
raudales relijiosos que han trastornado la faz del mundo; del mismo
tronco han salido el Evanjelio i el Koran; el primero preparando los
progresos de la especie humana, i continuando las puras
tradiciones primitivas, el segundo, como una protesta de las razas
pastoras, inmovilizando la intelijencia i estereotipando las
costumbres bárbaras de las primeras edades del mundo. Los
Árabes i los Hebreos se parecen en que todas sus instituciones son
relijiosas, sus guerreros, como sus oradores, sus conquistas, como
sus servidumbres. Recuerde V. sino la formacion de la monarquía
hebrea por la intervencion de un sacerdote; el alzamiento de David;
la influencia de los profetas sobre la opinion pública; i los
acontecimientos contemporáneos; i al fin sesenta años despues de
JesuCristo, los enviados de Dios que sublevaban la poblacion
contra los Romanos, el sitio de Jerusalen por Tito, i la dispersion del
pueblo, que ya no tenia papel que representar en la historia del
mundo. Pues sucesos análogos, resortes idénticos, i creencias
iguales, estorban hoi en Argel o retardan la pacificacion del pais.
Los árabes están en este momento esperando un Mesías, cortado
por el padron de Mahoma, que debe rescatarlos de la servidumbre
francesa, el terrible Mule-Saa, o el hombre del momento que todas
las profecías tienen anunciado; de manera que el mas leve susurro
que ajita las yerbas secas del desierto, el rumor lejano de pisadas
de caballos basta para alarmar el espíritu inquieto, crédulo e
irreflexivo del árabe i precipitarlo en la rebelion.
No vaya V. a tomar este asunto con la lijereza incrédula del
cristiano de nuestra época. La palabra incredulidad no existe
todavía entre los árabes, i Abd-El-Kader no fuera tan grande
guerrero, si no creyera i esperara firmemente. Por otra parte, las
profecías son tan claras i terminantes, la época de su realizacion
tan distintamente señalada que solo un perro infiel, es decir un
cristiano, puede dudar de su autenticidad; de manera que el Tolba
(teólogo) apénas necesita hacer uso de su ciencia de interpretacion,
para esplicar algunos accidentes accesorios al texto, al parecer
discordantes con los hechos actuales.
Voi a reunir en cierto órden para su edificacion, lo sustancial
de los textos sagrados de los profetas árabes, i cuyo sentido basta
para esplicar la situacion moral de los espíritus.
"Publica, o pregonero" dice una de estas profecías "lo que he
visto ayer en sueños"—"La calamidad que sobrevendrá es un mal
superior a todos los males imajinables."
"Vendrá un rei sometido a los cristianos: su corazon será
duro."
"Publica i dice: Tranquilizaos. El que ha llegado los
190
....................................................................................................
...........................
perpetuado hasta nosotros las huellas del pueblo rei. Todavía mas
allá del Sahara me pareció divisar al comercio afanado,
disputándose los ricos productos que el África central encierra, i el
desierto atravesado por no interrumpida fila de carabanas de
camellos cargados del oro en polvo, marfil, bálsamos, gomas i
resinas que enviara el misterioso emporio de Tomboctú a trocar por
telas preciosas, sal, armas i objetos de adorno. Este comercio del
desierto tan antiguo como el mundo, i cuyas rutas describió ya
Herodoto, echó los sólidos cimientos del destruido poder de
Cartago, dá esplendor aún a la bárbara Tunez su heredera, i al
fanático Marruecos, siendo seguro que el África francesa
resucitando la brillante Mauritania Tangitania, se avance bien pronto
hasta las puertas del desierto a prestar mano armada a las
carabanas, contra la rapacidad de los Tuarec i demas piratas que
infestan aquel inconmensurable mar de arena. I como si esta
prolongacion de la civilizacion, esta.punta de la Europa en África no
pudiera existir sin irradiarse en torno suyo, el Bei de Túnez se me
presentaba al Occidente ensayando sus fuerzas para remedar la
prosperidad que ha visto en su viaje a Francia, i el santo emperador
de Marruecos recibiendo por la primera vez con respeto i
benevolencia los embajadores cristianos que han osado penetrar
hasta su misteriosa corte.
I de improviso con la abrupta petulancia de la imajinacion para
transportarse de un lugar a otro sin transicion racional, acaso
guiada solo por la análoga fisonomía esterior del Sahara i de la
Pampa, yo me encontré en América, de este lado de los Andes,
donde V. i yo hemos nacido, en medio de aquellas planicies sin
límites, en las cuales nace i se pone el sol, sin que una habitacion
humana se interponga entre el ojo del viajero i el límite lejano del
horizonte. I bien! reflexionaba yo, vá para cuatro siglos que un
pueblo cristiano posee sin disputa este rico suelo, igual en
estension i superior en fertilidad a la Europa entera, i no cuenta sin
embargo un millon de habitantes; i eso que las fiebres endémicas
no diezman como en África la poblacion; i eso que en su seno no
encierra un aspid como aquella indomable raza árabe, que forcejea
sin descanso por desasirse de la robusta garra que la tiene sujeta.
Ni una relijion brutal, ni un idioma rebelde, estorba allí la accion
civilizadora, i sin embargo hélos aquí a estos pobres pueblos,
dejenerados cristianos i europeos, desgarrándose entre sí por
palabras que les arrojan como un hueso a hambrienta jauría de
perros; hélos ahí, sumiéndose de mas en mas en la impotencia i la
barbárie, bien así como el caballo que se ajita en el fango movedizo
i líquido de nuestros guadales; hélos ahí dando vueltas en fin en un
215
solo lugar, creyendo que marchan en línea recta, cual los míseros
caminantes a quienes sorprende la caida de las nieves en nuestras
cordilleras! ¡Qué maldicion pesa, Dios mio, sobre aquella
malhadada raza española en la América del Sud, que sin el
consolador espectáculo de la sajona del Norte, el republicano
moderno se quitaria la vida como Casio, desesperando ya para
siempre de la libertad como de una quimera, renegando de la virtud
como de una sombra vana!
Todos los grandes raudales que desembocan en el Plata se
presentaron a mis ojos como ondulosas líneas de esmalte, cual si
pudiera contemplarlos a vista de pájaro, dominando las inmensas
manchas de bosques verdinegros, i los oasis floridos de las
praderas, sin que la actividad humana ni las creaciones de la
civilizacion diesen vida a aquellos Edenes, cuyas puertas ningun
ánjel esterminador guarda: i miéntras tanto que solo las aves del
cielo, o las alimañas de la tierra se huelgan en estensiones tan
prodijiosas, cuatro millones de seres humanos están agonizando de
hambre en Irlanda: mendigos a quienes ninguna enfermedad
aqueja, asaltan en bandadas las campiñas de la Béljica i de la
Holanda; la caridad inglesa se agota para alimentar sus millones de
pobres, i millares de artesanos en Francia se amotinan todos los
dias, porque su salario no alcanza a apaciguar el hambre de sus
hijos. Mil prusianos han desembarcado en estos dias en África, para
recibir del gobierno la tierra que iban a buscar en Norte América;
veinte mil españoles se han establecido en Oran o Arjel, a punto de
parecer la Arjelia mas que de Francia, colonia de España; cien mil
europeos reunidos en Africa en despecho de los estragos de la
fiebre, que mata uno de cada tres que llegan; i trazándose el plan
para hacer venir dos millones en seis años mas. La prosperidad en
fin brillando ya, sobre la sangre con que está salpicado el suelo, i
cien millones de mercaderías introducidas en 1846, derramando por
todas partes la riqueza con los provechos del comercio.
¿Por qué la corriente del Atlántico, que desde Europa acarrea
hácia el Norte la poblacion, no puede inclinarse hácia el Sud de la
América, i por qué no veremos V. i yo en nuestra lejana patria, surjir
villas i ciudades del haz de la tierra, por una impulsion poderosa de
la sociedad i del gobierno; i penetrar las poblaciones escalonándose
para prestarse mútuo apoyo, desde el Plata a los Andes; o bien
siguiendo la márjen de los grandes rios, llegar con la civilizacion i la
industria hasta el borde de los incógnitos Saharas que bajo la zona
tórrida esconde la América?
Cuando la série de mis ideas hubo llegado a este punto,
sacudí la cabeza para asegurarme de que estaba despierto, i
216
Roma.
vano sus alas sobre ellos! César Pont. Max. lo erijió una vez en
honor del pueblo romano; Paulo Pont. Max. lo levantó otra despues
de caido, segun se lee en la doble inscripcion. Los nombres de
Fidias i Praxiteles forman un mismo catálogo con los de Canova i
Thornwaldsen; millares de columnas de porfiro i de granito, i de
alabastro oriental andan hace cuatro mil años poniendo su hombro,
adornado de capiteles varios a los santuarios de las artes; i tal
columna que hoi decora la basílica de San Pedro, ha presenciado
ántes los festines de los palacios cesareos, despues de haber sido
sucesivamente salpicada por la sangre de las victímas en los
templos de Roma i Ejipto donde fué primitivamente erijida. Así el
material artístico del culto cristiano en Roma se compone de los
restos grandiosos de todas las creencias que han fecundado el
espíritu humano, ejercitándose el arte moderno sobre este caudal
de estátuas, bajo-relieves, mosaicos i capiteles. Los cultos antiguos
deificando las formas legaban aquella belleza típica, en la cual
debia encarnarse para complemento del arte, la belleza moral del
Cristianismo; por lo que no hai a mi juicio profanacion mayor de las
cosas santas que la de una imájen cristiana cuyas formas innobles
o absurdas estan desmintiendo la belleza perfecta i como sobre
humana que debieran representar. Entónces el culto se vuelve
material, i el cristianismo se degrada descendiendo hasta el
fetiquismo, aquel culto de los pueblos bárbaros que adoran la
serpiente del desierto, i los monstruos Gog i Magog, precisamente
porque infunden terror a la muchedumbre brutal i supersticiosa. La
artística Roma se cubriria la cara de vergüenza, si viera erijidos en
alto algunos de nuestros crucifijos, con sus formas bastardas que
rebajan la dignidad del Hombre dios, i aquel su semblante airado a
veces, como si quisiera maldecir de sus sufrimientos en lugar de
pedir perdon por sus verdugos, entre los cuales ha de contarse
tambien al que tan deslealmente lo ha representado. Asi en Roma
la Madona de yeso que el devoto tiene a su cabecera está
modelada sobre alguna obra maestra del jenio.
Lleno de este sentimiento del arte he vivido en Roma
familiarizando mi ruda naturaleza americana con las sublimes
concepciones artísticas; i despues de haber recorrido basílicas,
museos, ruinas i catacumbas, en busca de obras maestras,
recuerdos históricos o tradiciones cristianas, solia ir a reposarme
cerca del Moises en el vecino San Pedro In Vincoli o ante la
Transfiguracion de Rafael, o la Comunion del Dominiquino en el
Vaticano. I nosotros, he dicho para mí en aquellos momentos de
embriaguez producida por la contemplacion de tantas bellezas, ¿por
qué estamos en América condenados a la privacion absoluta del
232
arribo del Sumo Pontífice: la via del Corso se cubre de pueblo que
en grata ajitacion anela por ver a Pio IX. El noble cortejo procedia
lentamente, i era precedido no de guerreros, sino de un escuadron
de jóvenes, que con un ramo de olivo elevado en alto i una bandera
en medio, venian cantando el Osana. Sobre su pasaje se esparcian
flores i ramos de olivo; flores derramadas por manos delicadas,
llovian desde los balcones sobre las carrozas. Por todas partes se
ajitaban banderas i pañuelos al grito incesante de viva! dando a
estas escenas mayor movimiento el ahinco de cada uno para ver al
paso al objeto de tanta felicidad, de donde resultaba el continuo
ondear del pueblo. Mi primer deseo fué en este dia satisfecho: vílo i
derramé lágrimas de placer, porque la dicha tiene tambien sus
lágrimas que nada puede contener.
"El cortejo se detuvo cerca del Arco, por indicacion del
Pontífice que quiso ver la obra de la gratitud i de la admiracion de
sus compatriotas. ¡Cómo podré yó, o Monseñor, describir el
espectáculo que presentó en aquel momento la Piazza del Pópolo!
Cómo describir aquel agrupamiento de jente, ondeando como el
mar; aquel contento que se manifestaba en todos los semblantes,
aquel panorama que presentaban los palcos adornados con
variedad, i sobre los cuales tremolaban banderas i cien otros
emblemas? Sobre la pendiente del monte Pincio hombres i niños se
trepaban sobre las estátuas de marmol que por aquel lado se
levantan; i de todas partes al ajitar de los pañuelos, los víctores
universales sofocaban el sonido de las bandas militares. Pio IX vió
aquel espectáculo, vió aquel pueblo i lo bendijo! Cuán ajitado ha
debido sentir su corazon en aquel sublime momento, i cuán
inescrutables son los secretos de Dios! Hé aquí un hombre que,
misionero i enviado apostólico a Chile cinco o seis lustros ha;
despues sacerdote de celo i de caridad en Roma, recibe ahora los
omenajes mas puros i cordiales, que pueda un pueblo tributar a un
mortal.
"Concluida la ceremonia, cuando el Pontífice regresaba a su
palacio del Quirinal, crecia la multitud i con ella el entusiasmo;
acompañándolo el pueblo hasta Monte Cavallo en medio del mismo
movimiento, i bajo la lluvia de flores, arrojadas desde los balcones
del tránsito, tan ricamente adornados como los del Corso. Apenas
Pio IX subió las escalas de su palacio, se dirijió al gran balcon para
bendecir de nuevo al pueblo, que al verlo aparecer prorrumpió en
clamorosos vivas. Mas cuando con una señal de su mano reclamó
el silencio, cesó de improviso el rumor, no oyéndose sino el ruido
que al caer hace el agua de la vecina fuente. Cada uno escuchaba
en el mas profundo recojimiento la oracion que precede a la
250
Papa eran sus espias, i aun sus delatores ante el Austria, que por
este medio se ponia al corriente del pensamiento mismo del
soberano Pontífice, aun ántes de haber sido formulado en actos
públicos. Hacian aun mas difícil la situacion de Pio IX las
esperanzas o prematuras o irreflexivas de los mismos a quienes
queria favorecer. Es el papado, como el imperio romano, un
gobierno electivo en su esencia; pero una vez elejido el príncipe, la
dictadura o el motu-propio es completo, absoluto, i no se cambia de
un solo golpe una organizacion tan profundamente arraigada. A
mas de que el papado ejerce por otra parte la soberanía de las
conciencias, i por tanto no puede abandonar al pueblo sin
desmentirse, la libre discusion de las ideas. Oponíanle, pues,
resistencias de inercia la mayor parte de los funcionarios, la traicion
oculta i disimulada muchos de los que lo rodeaban, al mismo tiempo
que el pueblo se impacientaba, exijiendo reformas que no era dado
al gobierno conceder, sin amenguar su autoridad. Situacion
espinosa que habria arredrado a cualquiera otro hombre que no
fuese Pio IX, plenamente convencido de sus ideas, resuelto a
ponerlas en ejecucion, en despecho de las resistencias, i solo hasta
donde se lo permitiesen los deberes augustos del Sumo Pontífice.
"Animo Pio IX," le gritaba el pueblo reunido delante del balcon del
Qüirinal, "Animo Pio IX, i guardaos del veneno!" "Estais solo" le
decian otras veces, al recorrerla via papal, pero nos teneis a
nosotros. "Mandad i sereis obedecido," i un inmenso clamoreo de
"sí, sí, aquí estamos para morir en vuestra defensa" le iba
siguiendo, a medida que avanzaba el cortejo. Estas
manifestaciones populares son mas frecuentes e inevitables en
Roma que en parte alguna, i vienen apoyadas en las tradiciones
antiguas i en las prácticas mismas del papado; así es que las
relaciones entre el Papa i el pueblo son íntimas, i el gobierno puede
contar diariamente las pulsaciones populares, i leer en los
semblantes el espíritu que anima a las masas. Cuando el pueblo se
siente animado de alguna pasion, acude instintivamente al Monte
Cavallo i se agrupa en frente de las puertas del Qüirinal, para pedir
la vista del Papa, que tiene por costumbre presentarse al balcon,
que para este efecto tiene el edificio, i desde donde da al pueblo la
bendicion particular, a diferencia de la solemne Urbi et orbi que solo
se administra desde el balcon de la Basílica de San Pedro. Cuando
el Soberano Pontífice se dispone a visitar de ceremonia una
Basílica, o una Iglesia particular, las calles por donde ha de
atravesar el cortejo, se cubren de una capa de arena amarilla, a fin
de hacer mas blando el movimiento de los carruajes. Este tránsito
de antemano conocido se llama la via papal, i el pueblo se agrupa
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del perdon publicamente acordado por el otro. Sajani era uno de los
escritores emigrados de muchos años establecido en Malta, autor
de la Speranza, periódico revolucionario, i que volvia a Roma
aprovechando de la amnistia. Obtuvo sin dificultad una audiencia de
su Santidad, de cuyos pormenores dió cuenta la prensa
contemporánea. Citaré algunas palabras de Su Santidad, que
tienen relacion con los primeros actos de su gobierno. "En nuestros
paises meridionales, decia el Papa, los hombres son un poco
perezosos; no es como en los paises frios, donde casi por fuerza
reina una grande actividad, aunque no fuese por otra cosa que por
librarse del frio. Pero yo espero que se promoverán las buenas
industrias..... "Se hará, se hará todo lo que se pueda! pero hai tanto
que hacer....! i cuánto! Esto requiere tiempo, no son cosas del
momento." Continuó hablando, dice Sejani, sobre la industria, con
las doctrinas de un verdadero economista; habló de caminos de
hierro, de códigos, de la guardia cívica de Bolonia, i finalmente le
preguntó de qué se ocupaba en Malta. Entrando en asuntos de
imprenta, pidióle permiso de hablarle con toda libertad,
esponiéndole, cuando lo hubo obtenido ilimitado, algunos de los
pensamientos publicados en la Speranza con respecto a la
situacion de Italia. Pidióle Su Santidad en seguida detalles sobre un
periódico protestante, L'lndicatore, que se imprimia en Malta,
inquiriendo quiénes eran los redactores. Sejani satisfaciéndole,
añadió que todos los diarios protestantes se habian mostrado
entusiasmados con su exaltacion, a lo que Su Santidad respondió
que habia leído muchos artículos, sobre todo los del Times, i
despues de vario discurrir concluyó diciendo "yo debo hacer
tambien mi parte de Obispo. Acordaos de los asuntos relijiosos, hijo;
si los habeis descuidado, volved a ocuparos de ellos:" con lo que le
dió la bendicion para sí, su mujer i su hija a quien conocia i
estimaba mucho.
Otro emigrado habia vuelto de Inglaterra donde se habia
casado con una dama protestante. La Curia se ensayó en
persecuciones contra los esposos, i el emigrado a punto de
abandonar de nuevo su patria, quiso al fin esplicar su embarazosa
situacion al Papa. "Esposo, le dijo este, poniéndole una mano sobre
la cabeza i alzando la otra al cielo, estais unido ante Dios a tu
esposa: ciudadano romano, vuestro deber es permanecer donde la
patria necesita de sus hijos. Yo arreglaré este asunto." La inglesa,
que oia estas palabras, se precipitó a los pies de Su Santidad,
esclamando: católica! católica! quiero ser católica! Pero el Papa
levantándola del suelo, la dijo — "No! No se convence el espíritu
por los movimientos del corazon, i no han de abandonarse las
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levantaron los ojos hácia el cielo, el puñal del uno fuese lentamente
alejando del pecho del otro, hasta quedar el brazo que lo
sustentaba estendido en el aire; mientras que mi guia con una mano
avanzada hácia adelante en actitud de rechazar un objeto próximo,
me tenia fuertemente asido con la otra, preparándose segun los
sacudimientos que me imprimia, a trasportar mi mole de un lugar a
otro para salvarme del contacto de las piedras, formando entre
todos el tableau vivant mas espresivo i artístico que pueda
imajinarse. Cuando la crisis hubo pasado, i con ella serenádose los
espíritus, pude saber la causa de tanto enojo: el guia que me habia
subido pertenecia a otra compañía distinta de aquella que desde
Resina se habia contratado con nosotros, i por tanto el dinero que
yo le pagaba era un robo hecho al lejítimo propietario de mi bolsa i
persona que era el que nos venia siguiendo; i el napolitano apela en
todo caso litijioso a la soberana decision del puñal con mas
frecuencia que un manolo andaluz, o un gaucho arjentino, siendo la
vendetta italiana aquí tan terrible por su rapidez irreflexiva como lo
es en Córsega por su duracion que la hace un legado de familia.
Dos pasos mas, i ya estábamos en el borde del crater del
volcan, desde donde pude ver.... Oh horror!... lo quevió Tito en el
Sanctum Sanctorum nada! Hai otro cráter subterráneo, i a causa de
la configuracion interna del esterior i las lava sincandescentes que
lo rodean, no es posible allegarse demasiado a él. Esto no obstante
las rodillas flaquean, i tiemblan las carnes al ver pasar a diez pasos
delante de sí la gruesa columna de fuego, piedra i lavas
encendidas, al mismo tiempo que a cada pequeña erupcion el cono
se mueve, causando en los pies aquella sensacion que
esperimentamos cuando un cuerpo vivo se ajita debajo de la
almohada u otro objeto blando. El guia, satisfecha la curiosidad por
este lado, me señaló el opuesto para que contemplase el panorama
que punto tan elevado domina: i cierto, que la montaña desde
donde el Espíritu de las tinieblas mostraba a su Señor los reinos de
la tierra para tentarlo, no debia estar mas ventajosamente colocada.
El cielo de lapislazuli de la Italia estaba en aquel momento
iluminado por los rayos dorados del sol poniente; al frente
dilatábase una tasa de mar tranquilo i terso, si bien decorado aquí i
allí de blancas barquillas de pescadores como los adornos de un
espejo veneciano: abajo, las faldas del Vesubio cubiertas de
viñedos i jardines, sobre cuyo fondo resaltan como rosas blancas
derramadas sobre una alfombra, mil casillas de campaña; i
siguiendo la costa de la bahía mas pintoresca del mundo,
divisábase Resina, la cual se liga por un hilo de edificios a Nápoles,
estendida sobre la playa i subiendo a las colinas, hasta besar las
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espiritual, desde el cielo a las manos del Santo Padre, para que él
la derrame en seguida sobre el pueblo.
Otros detalles sobre Roma prolongarian demasiado esta carta
que sin eso ha traspasado todos los límites posibles. Un dia vendrá
en que cerca de Su Señoría Ilustrísima tenga todavía ocasion de
abandonarme al placer de narrar, que domina a los que han viajado
i visto muchas cosas.
Hasta entónces téngame en su afeccion paternal i, &c.