Crisis de Violencia
Crisis de Violencia
Crisis de Violencia
Durante la década de 1980 y hasta finales de la década de 1990, el Perú se enfrentó ante una situación de
extrema gravedad. Sendero Luminoso desde el primer momento llamó a su enfrentamiento contra el
Estado peruano como “la guerra popular”, mientras, todos los gobiernos peruanos confiaron en las Fuerzas
Armadas del Perú para llevar a cabo el enfrentamiento y la política antiterrorista. Mientras duró el
enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas y los terroristas, ambos bandos olvidaron los derechos humanos
y la población civil fue la que sufrió las consecuencias. Fueron comunes las masacres llevadas a cabo por
los dos bandos, si para matar a un terrorista había que masacrar a una comunidad entera, finalmente se
terminaría por llevar a cabo tal acción. Hasta finales de la década de 1980, en el interior del Perú se vivió en
una tensión constante, sobre todo en zonas como las de Ayacucho o Huancavelica, en donde los terroristas y
las fuerzas armadas impusieron la ley marcial. La población llegó a convertirse en un enemigo más para las
Fuerzas Armadas y los terroristas. Sendero Luminoso utilizó a la población como un arma más contra las
Fuerzas Armadas, de igual forma, Sendero Luminoso en las zonas que controlaban llevaban a cabo juicios
populares, en donde sentenciaban a políticos, militares y personas civiles. La Fuerzas Armadas, también
utilizaron a la población para poder llevar a cabo sus objetivos en la lucha antiterrorista, además atacaron
poblaciones y comunidades en el interior del Perú, en los ataques murieron población civil y también
terroristas, las bajas civiles las asumían como daños colaterales. Fernando Belaúnde Terry y Alan García,
delegaron toda la organización de la lucha antiterrorista en las Fuerzas Armadas, teniendo poco o ningún
protagonismo el gobierno en la lucha antiterrorista. Quizás esa sea una de las explicaciones del porqué se
obvió con tanta celeridad cualquier derecho humano en la lucha antiterrorista. En el caso de Alberto Fujimori
es distinto, ya que el gobierno si tuvo presencia directa en la lucha antiterrorista gracias a la figura de Vladimiro
Montesinos como director del SIN. La década que duró el mandato de Alberto Fujimori como presidente
del Perú, estuvo siempre marcada por la vulneración de los derechos humanos. Los activistas por los derechos
humanos empezaron a manifestarse a partir de la segunda mitad de la década de 1990 contra el gobierno de
Alberto Fujimori. Amnistía Internacional puso el foco en Perú, y como se estaba llevando a cabo la lucha
antiterrorista, como lo bien lo deja en claro Hugo Relva (2009): La sala declaró que las víctimas (entre las que
se encontraba un niño de ocho años) no eran terroristas, desmintiendo la injuriosa afirmación de que las
ejecuciones del Grupo 1 Abimael Guzmán y toda la cúpula senderista justificó el enfrentamiento contra el
Estado peruano, argumentando que estaban luchando por liberar al pueblo peruano de un sistema de gobierno
injusto y que no miraba por la población más necesitada. A pesar de que Sendero Luminoso se justificaba
porque según ellos lucha-ban por el pueblo, no dudaron nunca en atacar a la población peruana si la “guerra
popular” así lo requería.2 El Servicio de Inteligencia Nacional del Perú, durante el gobierno fujimorista tuvo una
importancia capital en la lucha antiterrorista. Dirigido por Vladimiro Montesinos capitaneó los principales
episodios durante la lucha antiterrorista de la década de 1990, como el de Barrios Altos o el de La Cantuta.
El Grupo Colina, cuya supervisión ejercía Fujimori, habían sido la respuesta a actos de violencia inusitada
cometidos por Sendero Luminoso. Esta circunstancia tiene un valor simbólico inmenso para los familiares de
las víctimas, contra quienes pesaba falsamente un injusto estigma que siempre rechazaron. Relva se refiere a
las víctimas de la masacre de Barrios Altos, uno de los episodios que más se recuerdan en la lucha
antiterrorista. Según los datos ofrecidos por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), durante la
contienda hubo un total de 69.280 víctimas civiles (CVR, 2003, p. 13). El Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos (MINJUS) del gobierno peruano, también hizo un registro sobre las víctimas totales, lo llamaron
Registro Único de Víctimas (RUV), para el gobierno peruano hubo un número de víctimas mucho mayor,
incrementando el número de víctimas a más de 249.000 personas. A continuación, los datos que ha ofrecido
el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la inclusión social del Ministerios de Cultura del Perú (LUM),
no están todas las víctimas, pero podemos hacernos una idea de la cantidad de víctimas que hubo durante el
enfrentamiento: Datos facilitados por la CVR: 2.218 desparecidos, 5.684 detenidos, 1.390 detenidos y
desaparecidos, 908 lesionados o heridos, 2 reclutados de forma forzosa, 10.735 asesinados y ejecutados
extrajudicialmente, 171 muertos en atentados, 533 muertos en enfrentamientos, 504 reclutados, 3.345
secuestrados, 5.811 torturados, 425 violadas sexualmente. Datos facilitados por el RUV: 8.840 desapariciones
forzosas, 66.083 desplazamientos forzosos, 17.209 detenciones arbitrarias, 23.910 fallecidos, 36
indebidamente requisitoriados, 47 indocumentados, 644 menores integrantes del CAD,6 1.501
encarcelados siendo inocentes, 2.111 reclutados forzosamente, 13.881 secuestrados, 48.003 torturados, 1.123
víctimas con alguna discapacidad, 12.483 víctimas heridas o lesionadas, 4.471 violadas sexualmente, 1.475
violentadas sexualmente.
VICTOR POLAY CAMPOS: LIDER DE MRTA ABIMAEL GUZMAN REYNOSO: LIDER DE SENDERO
LUMINOSO
LAS MASACRES LLEVADAS A CABO EN EL PERÚ DURANTE LA CONTIENDA, LA
POBLACIÓN ES LA PRINCIPAL VÍCTIMA.
Sendero Luminoso es el grupo terrorista más sanguinario de la historia del Perú, con un 54% de las
muertes totales durante el conflicto entre el Estado peruano y los grupos terroristas (CVR, 2003, p. 15). La
población más afectada fue la del interior, Ayacucho fue la provincia más afectada con el 50% de los
asesinatos llevados a cabo por Sendero Luminoso a nivel nacional (CVR, 2003, p. 16). El episodio de Barrios
Altos es considerado como un símbolo en cuanto a la violación de los derechos humanos, entre las víctimas se
encontraba un niño de 8 años. Menores de edad que integraron un Comité de Autodefensa, obligados a luchar
siendo menores de edad (18), o participar directa o indirectamente en actividades del CAD.
Una de las masacres más significativas llevada a cabo por Sendero Luminoso fue la de Lucanamarca,
que sucedió en 1983, en la provincia de Huanca Sancos (Ayacucho), la masacre dejó el balance de 69
personas muertas, las víctimas fueron hombres, niños, mujeres y ancianos (CVR, 2003, p. 52). Se estima
que durante la “guerra popular”, según la CVR, Sendero Luminoso fue autor de 215 masacres (CVR, 2003, p.
21), aunque este número podría aumentar, ya que según la Fiscal que logró condenar a Abimael Guzmán, Luz
Ibáñez, todavía queda mucho trabajo por hacer en la investigación de las masacres llevadas a cabo por Sendero
Luminoso. El Perú vivió muchas masacres como la ocurrida en Lucanamarca, Luz Ibáñez desde 2016 está
estudiando 10 masacres más que posiblemente llevó a cabo Sendero Luminoso; en septiembre de 2016
afirmaba para El Comercio que: “Masacres más grandes de Sendero recién se están descubriendo”. En la
“guerra popular” Sendero Luminoso atacó a objetivos políticos, militares, dirigentes comunales,
campesinos prósperos y ronderos. Todos estos asesinatos, desde la cúpula de Sendero Luminoso, lo
justificaban explicando que estas personas eran enemigas contra el progreso senderista, los consideraban
traidores a la nueva patria que Sendero Luminoso crearía para el Perú. Atentados como el ocurrido el 16 de
julio de 1992 en Lima, en el distrito de Miraflores, fue común en el accionar de Sendero Luminoso. En el
atentado murieron 18 personas y 200 personas quedaron heridas, además de atacar cuatro comisarías.
Los diarios como la República titularon la portada del día siguiente: “Miraflores, ¡un infierno!” (La
República, 1992, p. 1), el diario Ojo por su parte titulaba el reportaje del atentado como: “Horror, destrucción
y muerte en centro de Miraflores” (Ojo, 1992, p.3). Las Fuerzas Armadas actuaron de forma eficaz y violenta
contra los terroristas. Cuando Alan García sucedió a Fernando Belaúnde Terry en el poder, García prometió
preservar ante todo los derechos humanos en la lucha antiterrorista. Pero, el 14 de agosto de 1985
ocurrió la masacre de Accomarca en Ayacucho. El ejército entró en el poblado bajo el pretexto de que
en la zona había una supuesta base de formación terrorista de Sendero Luminoso, la incursión de las Fuerzas
Armadas según la CVR dejaron un saldo de 62 víctimas mortales (CVR, 2003, p. 155), 23 de ellos niños, aunque
la verdad que hasta el día de hoy sigue habiendo bastante polémica, ya que los familiares datan los asesinatos
en 71 personas. Alan García decidió destituir al comandante conjunto de las Fuerzas Armadas en la zona de
Ayacucho, Telmo Hurtado, como respuesta, los militares se negaron a actuar en el sur andino por más de nueve
meses. Estos nueve meses permitieron a Sendero Luminoso retomar y expandir su influencia en el sur
del Perú. Al ver el avance de Sendero Luminoso por prácticamente todo el territorio peruano. Conocido como
el “Monstruo de Accomarca” y el “Carnicero de los Andes”, en 1993 fue condenado a 6 años de cárcel por la
masacre de Accomarca. Con el decreto Ley de Amnistía promulgada en 1995 por Alberto Fujimori su sentencia
quedó anulada. En el año 2011 cuando vuelve a ser juzgado. El juicio dictaminó 25 años de prisión y el pago de
14 millones de dólares como reparación civil.
Los comandantes volvían a tener todo el poder de decisión a la hora de elaborar las actuaciones militares
y como debían llevarse a cabo. Al poco tiempo de regresar los militares al frente de la lucha antiterrorista,
ocurrió la “matanza en los penales del Perú” en 1986, los hechos sucedieron en los penales de San Juan de
Lurigancho, El Frontón y en la cárcel de mujeres de Santa Bárbara. En estas cárceles cumplían condena
miembros de Sendero Luminoso; los presos se amotinaron apresando a los guardias de las cárceles y a tres
periodistas. La respuesta por parte de las Fuerzas Armadas fue contundente, la actuación dejó un balance de
133 víctimas mortales. Hasta el día de hoy la “matanza de los penales del Perú” genera bastante
controversia, debido a que no se tiene claro si los amotinados fueron ejecutados o perdieron la vida
durante la incursión de las Fuerzas Armadas en los penales. A partir de 1986, las vulneraciones de los
derechos humanos aumentaron considerablemente, se restringió todo acceso civil a las zonas
declaradas de emergencia, incluso expulsaron a la Cruz Roja de Ayacucho en 1988. El control militar en estas
zonas era total. El 14 de mayo de 1988 ocurrió la Masacre de Cayara, en el que un grupo de soldados mataron
a 39 campesinos de la comunidad de Cayara (Pariona, 2017), las Fuerzas Armadas justificaron esta
intervención como respuesta a una emboscada que llevó a cabo Sendero Luminoso a una patrulla del ejército
el día anterior en la zona. En el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), en materia de lucha antiterrorista
se hicieron célebres grupos como el de Colina, el cual estaba integrado por militares y miembros de la Policía
nacional. Este grupo fue el responsable de la masacre de Barrios Altos en Lima, donde fueron asesinadas
15 personas en noviembre de 1991 (CVR, 2003, p. 475), y de la masacre de La Cantuta, el 18 de julio de
1992, en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, que ejecutaron a nueve estudiantes y
un profesor, bajo la acusación de pertenecer a Sendero Luminoso (CVR, 2003, p. 236).La violación de
derechos humanos fue habitual en la forma de proceder por parte de las Fuerzas Armadas durante la década
que estuvo Alberto Fujimori al poder. Era común que, cuando detenían a algún miembro o una persona
sospechosa de pertenecer a algún grupo terrorista, fuesen torturados privándoles de uno o más de sus
sentidos, como la vista, los oídos o el habla durante un tiempo prolongado, todo ello para que el interrogado
se derribara psicológicamente y acabase confesando. Durante el interrogatorio los detenidos estaban
maniatados o inmovilizados. Además, les daban palizas, les insultaban, le amenazaban al interrogado de
que si no cooperaba, sus familiares sufrirían daños. En los interrogatorios pasaron todo tipo de personas
durante la década fujimorista, es así como en ocasiones eran detenidos e interrogados personas que su
relación con Sendero Luminoso o el MRTA podría ser el de simplemente tener un parentesco familiar con los
terroristas. En otros casos, el detenido no era terrorista, ni tenía parentesco alguno con los terroristas.
Incluso se llegó a torturar a periodistas y personas que eran contrarias a Alberto Fujimori. El 22 de abril
de 1997 terminó la lucha antiterrorista con la Operación Chavín de Huántar. El 17 de diciembre de
1996, el MRTA tomó la embajada de Japón en el Perú, haciendo prisioneros en torno a 600 personas que
acudieron para celebrar el aniversario del natalicio del Emperador japonés Akihito (CVR, 2003, p. 720), más los
trabajadores de la Embajada, todas las mujeres fueron puestas en libertad durante la primera noche, entre
los prisioneros estaban personalidades como Alejandro Toledo, Javier Diez Canseco o el historiador
peruano Fernando Rosas Moscoso. Previa liberación de 38 prisioneros, las Fuerzas Armadas tomaron la
embajada y mataron a los 14 miembros del MRTA que estaban dentro del recinto, Sandoval (líder de la
operación) perdió la vida durante la toma de la embajada, pero el resultado fue un éxito para Alberto Fujimori,
que a pesar de haber perdido dos militares de los 140 que iniciaron la operación, y de perder un rehén
en el rescate, salvaron a los 71 rehenes restantes (Álvarez, 2015, pp. 57-60).
CONCLUSIONES
Como se ha podido constatar a lo largo del artículo, la paz que se implantó en el Perú llegó
a través de la violencia, es por ello que al día de hoy siguen heridas abiertas en cierto sector
de la población peruana.
No siempre la política antiterrorista debe estar exclusivamente en manos de las Fuerzas Armadas
de un país. También se debe intentar luchar contra el adversario mediante el diálogo, el
consenso, una estrategia conjunta entre todos los medios que puede proporcionar un Estado
democrático.
La CVR elaborada en 2003, fue un gran avance en la búsqueda de la reconciliación nacional, seguida
por la creación del archivo y museo histórico del LUM y la Ley 3047013. Aun así, queda mucho
camino por realizar, pero solo por el camino de la reconciliación y el perdón es posible acabar
con la amenaza terrorista que queda en la selva peruana y los brotes senderistas que comienzan
a verse por Lima, representados por el MOVADEF. Solo así se podrá acabar con movimientos como
el MOVADEF, que solo busca dividir y sobre todo confundir a un núcleo de población peruana (jóvenes)
que no vivieron lo que ocurrió entre los años 1980 a 1997 .
Movimientos como los del MOVADEF deben ser combatidos con la verdad, con la paz. El Perú debe
encaminarse hacia la reconciliación nacional, ya lo está intentando desde el medio legal con la
Ley 30470, para poder acceder y cerrar una paz, no ya perfecta, pero al menos acercase a una
reconciliación con todo el pueblo peruano. En donde, todas las víctimas de esta lucha sean
reconocidas.
En los últimos años están apareciendo una serie de investigadores peruanos y extranjeros, que
están comenzando a tratar lo ocurrido en el Perú desde una perspectiva más social. Quizás
movidos más por la memoria, Carlos Iván Degregori, ya fallecido, fue el investigador peruano más
notable a la hora de tratar el conflicto, además de convertirse en el maestro de las nuevas
generaciones peruanas que abordan el enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas y los terroristas.
Hay que educar a la población peruana en los valores de la democracia, por ello es de capital
importancia que la población peruana sepa lo que ocurrió. Hay que evitar que vuelva a suceder algo
similar en el Perú, y sobre todo educar y concienciar a la población peruana en una cultura donde se
respeten todos los derechos humanos. Es por ello, que es tan importante la memoria histórica, toda
sociedad debe recordar la historia de su pueblo sin alteraciones.
Las víctimas de ambas partes merecen el reconocimiento como tal. La memoria histórica debe
servir sobre todo para que el pueblo peruano no olvide una época en la que el terror se adueñó del
Perú. El Estado peruano durante la contienda y la lucha antiterrorista, como hemos visto, dejó de lado
los derechos humanos, actuaron con la mayor dureza posible contra el horror que estaban creando
Sendero Luminoso y el MRTA en el Perú. Es por ello tan importante mantener viva la memoria de lo
ocurrido entre 1980 y 1997.
Como bien reza el nombre del artículo, lo que ocurrió en el Perú fue una historia de violencia, que
jamás debe repetirse. Este artículo es un pequeño grano de arena para la lucha por la democracia
y por la paz en el Perú, ya que solo se conseguirá la paz cuando contemos la historia de todos, solo
así se reforzará nuestra democracia y la paz, La recuperación de la Memoria Histórica ha de convertirse,
en suma, en la construcción de un relato que, nutrido del discurso histórico más riguroso posible,
explique nuestro pasado en una clave de defensa de los valores y de las instituciones democráticas,
que fomente el ejercicio de la virtud cívica y contribuya a consolidar y profundizar nuestro régimen
democrático.
ACTIVIDADES
1.- Lee y resalta información relevante y responde quienes fueron los organismos, grupos, comandos,
etc. involucrados en esta guerra interna y de crisis violenta de esta época en el Perú?
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2.- ¿Qué significan las siglas CVR y qué papel jugó en esta crisis? ¿Consideras que fue pertinente y
positivo su accionar? Sustenta.
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3.- Analiza tus fuentes y determina referente a las repercusiones de esta crisis de violencia en los
siguientes aspectos de esos años, hasta el día de hoy.
POLITICO
ECONOMICO
SOCIAL
EMOCIONAL
EDUCATIVO
PRODUCTO: Realiza una CRONOLOGÍA GRAFICADA con los hechos más emblemáticos de violación de
los DDHH, de ambas partes durante este tiempo de crisis de violencia suscitado en nuestra patria