Solucionario - Parte IV - Juanjo - Berdejo

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TEXTOS PARTE IV

SEPTIEMBRE 2011/2012

Resumen
El fragmento se trata de un texto expositivo que versa sobre la duda
metódica y el primer principio cartesiano del conocimiento. Descartes defiende
la fundamentación metafísica de su método (de acuerdo al ideal moderno), así
como de una moral provisional por la cual regirse ciegamente y por necesidad,
aceptando opiniones que sabemos muy inciertas. Además, adopta la duda
metódica (rechazar como absolutamente falso todo aquello en que pudiera
imaginar la menor duda) como estrategia para alcanzar el conocimiento,
justificada por la falibilidad de los sentidos, de nuestros razonamientos (la
hipótesis del genio maligno) y la dificultad para distinguir el sueño de la vigilia.
Sin embargo, determina como primer principio indubitable del conocimiento su
intuición “pienso, luego soy”, a partir de la cual fundamentará metafísicamente
su método (queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario
que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa).

Definición de duda y paralogismo


Descartes defendía rechazar como absolutamente falso todo aquello en
que pudiera imaginar la menor duda; es decir, utilizaba la duda metódica o
hiperbólica como estrategia para fundamentar un método que permita alcanzar
el conocimiento evidente (claro y distinto) de las naturalezas que componen la
realidad. Se trata, pues, de una duda radical (se extiende a todas las cosas),
metódica (en contra del escepticismo) e universal.
Para justificar esta duda, Descartes argumenta sobre la falibilidad de los
sentidos (pues los sentidos nos engañan, véase el caso de las delusiones),la
hipótesis del sueño (la dificultad para distinguir el sueño de la vigilia) y la
hipótesis del genio malino (que exista un genio sumamente inteligente y
sumamente malvado que dedica todo su ingenio y su industria a hacer que, cada
vez que yo realizo las operaciones más elementales me equivoque, que todas
mis reglas lógicas y matemáticas estén equivocadas).
Así pues, de la hipótesis del genio maligno, se desprende la relación entre
el la duda y el paralogismo, el cual se trata, en el ámbito cartesiano, de un error
inferencial cometido durante el desarrollo deductivo en las ciencias formales o
demostrativas (lógica y matemática). Cabe mencionar, asimismo, la distinción
entre el paralogismo lógico de Descartes y el trascendental de Kant, cuyo error
se oculta en el contenido y no en la forma.
De esta forma, expresa Descartes en el texto: Puesto que hay hombres
que yerran al razonar, aun acerca de los más simples asuntos de geometría,
y cometen paralogismos, juzgué que yo estaba tan expuesto al error como
otro cualquiera, y rechacé como falsas todas las razones que anteriormente
había tenido por demostrativas (lógica y matemáticas).
Definición de verdad
En un contexto de crisis —con la ruptura de la unidad religiosa y política,
tras la reforma protestante de Lutero, y la unidad cosmográfica y cultural, tras la
caída del modelo aristotélico, aceptado hasta ahora de manera dogmática—,
Descartes desarrolla un método para alcanzar el conocimiento verdadero de la
realidad —y así poder unificar la Ciencia—, basándose en la duda sistemática e
hiperbólica, contrariamente a la doctrina escéptica que imperaba en el siglo XVII
(pero deseando yo en esta ocasión ocuparme tan sólo de indagar la verdad,
pensé que debía hacer lo contrario y rechazar como absolutamente falso todo
aquello en que pudiera imaginar la menor duda).
Con este fin, Descartes distingue entre la razón, como cualidad innata del
ser humano, e el ingenio, como la capacidad de cada individuo, susceptible a
mejora, para aplicarla. Así pues, durante el desarrollo del método, establecerá
cuatro reglas de estricto cumplimiento: la evidencia, el análisis, la síntesis y la
enumeración.
En este caso, nos centraremos en la regla de evidencia, estrechamente
relacionada con el concepto de verdad en Descartes, al establecer como criterio
no admitir jamás como verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo
es. Un concepto será, pues, evidente cuando resulte claro (se conocen todos los
elementos que lo integran) y distinto (nos es posible distinguirlo de otros,
señalando sus semejanzas y diferencias). De estas condiciones surge la
necesidad, para alcanzar la verdad, de ser circunspectos; es decir, de evitar la
precipitación —juzgar antes de conocer el concepto de forma evidente— y la
prevención —aun conociéndolo clara y distintamente, no atreverse a juzgarlo.
De este modo, Descartes afirma que si procedemos de acuerdo a esta regla,
nunca erraremos en nuestros conocimientos y, por tanto, alcanzaremos la
verdad.

JULIO 2017

Resumen
El fragmento se trata de un texto argumentativo que reflexiona sobre el
“pienso, luego existo”. Descartes establece dicha intuición como primer principio
de su filosofía. A continuación, plantea la posibilidad de duda sobre las verdades
de hecho1 (la realidad sensible), así como de las verdades de razón2. Sin
embargo, defiende el hecho de que pensar equivale a existir3; por ello, concluye,
hemos de ser necesariamente sustancias pensantes independientes del cuerpo
(lo material).

1 Podía fingir que no tenía cuerpo alguno, y que no había mundo o lugar alguno en el que
yo estuviese.
2 Dudar de las otras cosas.
3 Con solo dejar de pensar […] no tenía razón alguna para creer que yo era.
Definición de alma
Al igual que Platón, Descartes plantea un dualismo antropológico,
distinguiendo, de acuerdo a la doctrina racionalista, entre los dos componentes
fundamentales del ser humano: el pensamiento (res cogitans) y la materia (res
extensa); en otras palabras, el cuerpo y el alma, siendo estos independientes el
uno del otro; aunque, matiza, para considerarnos seres humanos, hemos de
aunar ambos.
Cada una de estas sustancias (aquello que existe de tal modo que no
necesita de ninguna otra cosa para existir, salvo Dios) tendrá en la filosofía
cartesiana un atributo propio. El atributo de la res cogitans es el pensamiento;
mientras que la res extensa se asocia a la extensión, figura, movimiento y
tamaño, permitiendo así que, por medio de estas magnitudes, el mundo externo
sea mensurable y cuantificable. De este modo, el cuerpo (la res extensa) se
regirá de acuerdo a las leyes de la Física, con lo que Descartes elabora una
teoría mecanicista de la naturaleza.
No obstante, al ser cuerpo y alma independientes, esta última sí que gozará
de libertad; es decir, no estará limitada de forma determinista por las leyes
físicas. Asimismo, la unión entre cuerpo y alma del ser humano le brindará tanto
libre albedrío como voluntad —según Descartes, el alma residiría en la glándula
pineal, una zona del cerebro que permitiría que cuerpo y alma quedasen
conectados.
Descartes, además, comenta que la relación entre alma y cuerpo se
asemeja a un combate entre las pasiones (originadas en el cuerpo) y la razón y
la voluntad (propias del alma). Así pues, estas últimas son las facultades
encargadas de controlar y dirigir las pasiones —en este sentido, se aproxima al
estoicismo, el cual sostiene que es necesario estar por encima de las pasiones
para alcanzar el equilibrio interior y la paz del espíritu.
Así, en el texto, se proporciona un primer acercamiento a las nociones
independientes entre sí de cuerpo (res extensa) y alma (res cogitans): Yo era
una sustancia cuya esencia y naturaleza toda es pensar, y que no necesita, para
ser, de lugar alguno, ni depende de cosa alguna material; de suerte que este yo,
es decir, el alma por la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo.

SEPTIEMBRE 2007

Resumen
(La mitad del documento coincide con el análisis de Julio 2017, así que las
algunas ideas se repetirán)
El fragmento se trata de un texto argumentativo que reflexiona sobre el
“pienso, luego existo”. Descartes establece dicha afirmación como primer
principio de su filosofía, añadiendo, además, que se trata de una certeza captada
por la intuición de forma clara y distinta. A continuación, plantea la posibilidad de
duda sobre las verdades de hecho (la realidad sensible), así como de las
verdades de razón. Sin embargo, defiende el hecho de que pensar equivale a
existir; por ello, concluye, hemos de ser necesariamente sustancias pensantes
independientes del cuerpo (lo material).

Definición de sustancia
Descartes define la sustancia como aquello que existe de tal modo que no
necesita de ninguna otra cosa para existir (salvo Dios). Por un lado, distingue
entre la sustancia infinita (res infinita), causa de todas las demás, que asocia con
Dios, y la sustancias finitas; estas son, la extensa (res extensa) y la pensante
(res cogitans).
En el texto, se plantea el primer acercamiento de Descartes al concepto de
sustancia: Pero advertí luego que, queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo
es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando
que esta verdad: «yo pienso, luego soy», era tan firme y segura que las más
extravagantes suposiciones de los escépticos no son capaces de conmoverla,
juzgué que podía recibirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía
que andaba buscando. De este modo, surge el concepto cartesiano de res
cogitans, cuyo atributo es el pensamiento, y existe necesariamente y de forma
independiente al mundo externo (res extensa).
La res extensa se caracteriza por los atributos de extensión, figura,
movimiento y tamaño, permitiendo así que, por medio de estas magnitudes, el
mundo externo sea mensurable y cuantificable, de acuerdo a las leyes de la
Física; con lo que Descartes elabora una teoría mecanicista de la naturaleza.
Ahora, la dificultad de Descartes será trascender de sustancia pensante a
corpórea (extensa); es decir, buscará demostrar la existencia del mundo externo.
Para satisfacer este fin, Descartes tratará de determinar alguna idea que, por el
mero hecho de existir en su pensamiento, exista también fuera de su mente; con
lo cual clasifica las ideas como adventicias (derivadas de objetos del mundo
externo), ficticias (combinaciones de ideas adventicias) o innatas (intrínsecas al
pensamiento).
La idea que busca Descartes debe ser, por tanto, innata; concretamente, la
de infinitud, la cual identificará con la idea de Dios, pues si la idea de infinito brota
en su mente, debe ser que hay algo infinito que existe; esto es, Dios: la sustancia
infinita. Pero si Dios existe, en su bondad, no permitirá la existencia de ningún
genio maligno; por lo tanto, no existirán motivos de dudar de las verdades de
razón, justificándose así el método cartesiano que permite abordar las verdades
de hecho. Así se concluye con la validez del método que, a través de una duda
metódica, permite alcanzar la verdad: el conocimiento evidente, claro y distinto,
de la realidad.

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