Usos Clínicos de Los Probióticos
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USOS CLÍNICOS DE LOS PROBIÓTICOS
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PROBIOTICS CLINICAL USAGES
Referencias del artículo
Ricnia Vizcaíno (1), Coromoto Macias-Tomei (2), Julio C. Márquez S. (3),
Como citar este artículo
Anet Morales (4), Noema Torres (5)
SciELO Analytics
(1) Nefrólogo Pediatra. Médico Especialista II. Complejo Hospitalario Dr. Luis
Razetti. Barcelona- Anzoátegui. Traducción automática
(2) Pediatra Nutrólogo. Profesor Asociado (jubilada). Departamento de Enviar articulo por email
Procesos Biológicos y Bioquímicos. Universidad Simón Bolívar. Grupo de
Indicadores
Transición Alimentaria y Nutricional, Fundación Bengoa. Caracas.
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(3) Pediatra.Puericultor. Especialista en Neurodesarrollo. Jefe de
Departamento de Pediatría del Centro Médico Dr. Rafael Guerra Méndez. Compartir
Valencia-Carabobo.
Otros
(4) Pediatra.Gastroenterólogo, Adjunto del Servicio de Pediatría del Hospital
Adolfo Pons. Docente libre del Post-Grado de Pediatría y Puericultura del Otros
Hospital Adolfo Pons. Adjunto del Programa de Fibrosis Quística del Edo.
Zulia. Maracaibo - Zulia Permalink
Autor corresponsal: Dra. Ricnia Vizcaíno Telèfonos: 0414-8079702 Correo electrónico: [email protected]
RESUMEN
Los probióticos pueden actuar sobre el huésped de diversas maneras dependiendo de la cepa y a distintos niveles
por efecto metabólico directo sobre la mucosa intestinal, incluyendo efectos de barrera, así como también con otros
órganos como el sistema inmune, cerebro y epitelio genitourinario. En el lumen intestinal producen fermentación
de sustratos poco o no absorbibles, modulan la producción de gas, desconjugan sales biliares, actúan acidificando
ácidos grasos de cadena corta y aumentan el tránsito intestinal. En la mucosa actúan como barrera, son
bactericidas, inactivan toxinas, disminuyen la inflamación y estimulan inmunológicamente los complementos e IgA.
Existen múltiples probióticos disponibles, pero son pocos los que verdaderamente han demostrado un beneficio
claro en humanos, y ninguno es capaz de producir todos estos efectos conjuntamente. Se señala que la microbiota
colonizadora del intestino humano juega un importante papel en el desarrollo de la obesidad y de otras
enfermedades metabólicas e inmunológicas. Se consideran inmuno-moduladores capaces de actuar sobre
inmunidad innata y adquirida o específica. La influencia de la microbiota intestinal se extiende más allá del tracto
gastrointestinal jugando un papel importante en la comunicación bidireccional entre dicho tracto y el sistema
nervioso central.
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SUMMARY
Probiotics may act in the host in a multifactorial way. In the intestinal lumen, probiotics work through interaction
with the intestinal microbiota or by direct metabolic effects in the intestinal mucosa and epithelia. Probiotics affect
digestive processes and are associated to the mucosal immune system and other organs such as the immune
system, brain and urogenital epitellium. In the lumen, probiotics produce fermentation of low or non-absorbable
substrates, modulate the production of gas, deconjugate bile salts, act to acidify short chain fatty acids and
increase the intestinal transit. Probiotics act in the mucosa as a barrier and as bactericides; they inactivate toxins,
reduce inflammation and stimulate immunologically complements and IgA. Although there are multiple probiotics
available, there are few which have demonstrated a clear benefit in humans. Not one, however, has been found to
produce all the beneficial effects. The colonization of the human gut by microbiota plays an important role in the
development of obesity and other metabolic and immunological diseases. Microbiota are considered as inmuno-
modulators capable of acting on innate and acquired or specific immunity. The influence of intestinal microbiota
extends beyond the gastrointestinal tract and has an important role in the two-way communication between the
latter and the central nervous system.
INTRODUCCIÓN Existe información reciente que reporta acerca de la importancia de los beneficios que aportan
los microorganismos de la flora intestinal, los cuales permanecen viables y con capacidad activa para alcanzar los
lugares donde interactúan con el huésped. Estas evidencias han sido avaladas por expertos de la FAO y OMS. La
población de micro-organismos que se encuentra dentro del cuerpo humano, comprende millones de bacterias
conteniendo 100 veces más que el número de genes del genoma humano (1).
A pesar de la evolución de este microbioma, es solo recientemente que los avances tecnológicos han permitido
tener la secuencia genética y apreciar la complejidad de las relaciones huésped-microbio. El componente
microbiano más grande del cuerpo humano se encuentra en el intestino grueso, teniendo un papel clave en
mantener la estabilidad básica del individuo para la buena salud mediante la protección contra patógenos,
metabolización de nutrientes, incluso absorción de fármacos y sustancias que a su vez influyen en la generación de
energía para procesos enzimáticos y metabólicos (2); sin embargo, la influencia de la microbiota intestinal se
extiende más allá del tracto gastrointestinal jugando un papel importante en la comunicación bidireccional entre
dicho tracto y el sistema nervioso central, abarcando las ramas simpáticas y parasimpáticas del sistema nervioso
autónomo, así como el sistema neuroinmune y neuroendocrino (3).
Los probióticos incluyen levaduras y bacterias muy distintas entre sí, algunas Gram negativas y otras Gram
positivas, unas adheridas a la mucosa y otras habitando en el lumen intestinal; por esta razón sus acciones son
distintas y no es posible extrapolar el beneficio de una cepa en particular.
En el lumen producen fermentación de sustratos no absorbibles o poco absorbidos, modulan la producción de gas,
favorecen la desconjugación de las sales biliares, actúan en la acidificación de los ácidos grasos de cadena corta y
aumentan el tránsito intestinal. En la mucosa, tienen efecto de barrera, son bactericidas, inactivan toxinas,
disminuyen la inflamación y estimulan el sistema inmunológico estimulando las fracciones de complemento (CD) e
IgA (4).
Existen múltiples probióticos disponibles, sin embargo, son pocos los que han demostrado un beneficio claro en la
salud humana y ninguno es capaz de producir todos los efectos a la vez. Se ha señalado recientemente que la
microbiota que coloniza el intestino humano puede jugar un papel importante en el desarrollo de la obesidad y de
otras enfermedades metabólicas e inmunológicas del huésped. Dicha afirmación se basa en estudios
metagenómicos que han determinado que existen diferencias de microbiota intestinal entre individuos delgados y
obesos. Las diferencias observadas se asocian a la presencia en individuos obesos de una población microbiana con
mayor capacidad para recuperar energía de la dieta y/o favorecer la aparición de un estado de inflamación crónica
de grado bajo. La microbiota vaginal juega un papel importante en la prevención de infecciones en el tracto genital
y urinario femenino. Las bacterias ácido lácticas son dominantes del tracto vaginal en niñas saludables,
específicamente los lactobacilos. Estos forman una barrera que protege la colonización de patógenos por distintos
mecanismos y han sido enfocados para tratar pacientes con infecciones en esta área.
Inmunomodulación: Se ha descrito que los probióticos pueden modular la respuesta inmune en animales y
humanos no sólo a nivel de la mucosa intestinal, sino también a nivel sistémico. Dadas sus propiedades
inmunomoduladoras, actualmente se evalúa la utilidad de los probióticos en el manejo preventivo o terapéutico de
enfermedades inflamatorias. El consumo de probióticos podría tener un efecto positivo en la salud humana en
algunas situaciones que pueden alterar el balance de la microbiota intestinal e influir en la respuesta inmune del
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individuo, tales como la alimentación con fórmulas infantiles, el tratamiento con antibióticos, los cambios
fisiológicos relacionados con el envejecimiento, las enfermedades gastrointestinales y el estrés (5).
Los mecanismos de interacción de los probióticos con las células del sistema inmune son diversos. En el caso de las
bacterias ácido lácticas, se ha observado que pueden ser captadas por las células M presentes en el epitelio y
facilitar la estimulación del tejido linfoide asociado a la mucosa intestinal. Las células dendríticas pueden capturar
probióticos al tener prolongaciones citoplasmáticas que pueden acceder al espacio luminal. Muchos de los efectos
inducidos por los probióticos dependen de la interacción del microorganismo con
la célula dendrítica, dada la capacidad que tiene de polarizar la respuesta inmunológica adaptativa. El efecto sobre
la maduración de esta célula presentadora de antígeno y su producción de citocinas depende de la cepa de
probiótico, observándose casos de inhibición o estimulación de la producción de citocinas IL-10 e IL-12, lo cual
puede favorecer un estado de tolerancia o una respuesta inmune Th (4). Los efectos observados dependen del tipo
celular estudiado; mientras en células derivadas del bazo el Lactobacillus casei se induce una fuerte respuesta Th1
valorada de acuerdo a los niveles de IL- 12 producidos, en las placas de Peyer el efecto inductor por la producción
de IL-12 es más bajo (6).
Las células epiteliales son estimuladas cuando interactúan con los probióticos. En un estudio reciente se observó
que una mezcla de varias cepas de probióticos (VSL#3) induce en las células epiteliales intestinales la producción
de TNF-α y la activación de vías de señalización relacionadas con la activación de NFxB (7). Aunque aparentemente
estos probióticos están generando más inflamación, la estimulación de este tipo de respuesta innata se asocia a
una inhibición del desarrollo de la enfermedad de Crohn, lo cual sugiere que la inducción de una respuesta inmune
equilibrada puede darse por mecanismos distintos a la inmunosupresión.
Otros procesos inmunológicos que favorecen los probióticos son la producción de la inmunoglobulina A y M, la
modulación de la producción de citocinas de la respuesta adaptativa, la liberación de quemoquinas, la activación de
las células asesinas naturales y el desarrollo de células T reguladoras (7). La modulación de la actividad fagocítica
es otro de los efectos de los probióticos. Por ejemplo, el consumo de leche fermentada con L. acidophilus o L.
johnsonii por tres semanas, aumenta la capacidad fagocítica.
Del mismo modo, el consumo de L. gasseri y L. coryniformis por 2 semanas aumenta la actividad fagocítica de
monocitos o neutrófilos en sujetos saludables. Al respecto, es importante tener en cuenta la dosis consumida
porque ese es un factor determinante en los efectos deseados (8). La modulación del sistema inmune por parte de
los probióticos puede tener beneficios para las personas en las diferentes etapas de la vida (9,10). En niños con
antecedentes familiares de eczema atópico se ha documentado el beneficio de los probióticos en la prevención de
esta enfermedad, incluso desde el periodo de gestación a través de la suplementación a la madre, así como
posterior al nacimiento, suministrándolos por vía oral (11).
En cuanto a los jóvenes y adultos, se ha investigado la modulación del sistema inmune de bacterias ácido-lácticas
en personas sometidas a estrés, en prevención de infecciones del tracto urinario de mujeres en edad fértil y en el
tratamiento de la alergia; sin embargo, falta mayor investigación, pues los estudios sobre estos efectos siguen
siendo controvertidos y la evidencia existente no se considera concluyente (10) En el adulto mayor los estudios se
han focalizado en observar la capacidad de los probióticos para contrarrestar la disminución del funcionamiento del
sistema inmune que se presenta a esta edad (11). En resumen, los diferentes estudios muestran la
viabilidad de utilizar los probióticos para modular el sistema inmunológico, prevenir infecciones y controlar el
proceso inflamatorio. El eczema es una manifestación temprana de la alergia. El uso de Lactobacillus rhamnosus
GG (LGG) o Bifidobacterium lactis Bb-12 entre 4 y 8 semanas mejoró el Scoring Atopic Dermatitis (SCORAD) o
alivió los síntomas de la enfermedad en varios estudios pequeños, aunque este efecto fue más notable en el
comienzo de los tratamientos (10).
ALERGIAS
En algunos estudios se han observado diferencias entre la composición de la flora microbiana de pacientes
alérgicos e individuos sanos. Por esto y dadas sus propiedades inmunomoduladoras, ha recibido considerable
atención la posibilidad de utilizar los probióticos para la prevención y/o tratamiento de alergias (11); no obstante,
hasta el momento, pocos estudios han encontrado resultados positivos sobre su uso terapéutico en pacientes
alérgicos, especialmente a temprana edad. En un meta-análisis se evalúo el efecto de los probióticos en la
dermatitis atópica en niños encontró un modesto efecto benéfico, sobre todo en pacientes con un nivel
moderadamente severo de la enfermedad (12). En una publicación reciente, se demostró que un simbiótico,
mezcla de la cepa Bifidobacterium breve M-16V con varios prebióticos, reduce significativamente la producción de
citocinas Th2 y mejora el pico espiratorio forzado (PEF) después del reto alergénico en adultos asmáticos y
alérgicos a los ácaros (13). Otros estudios mostraron que el consumo de diferentes cepas de probióticos mejora los
síntomas de la enfermedad alérgica en personas con riesgo de dermatitis atópica (14).
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Al contrario de lo que se ha observado en su uso terapéutico, los probióticos han mostrado un mejor
comportamiento en la prevención de las alergias (15) tal como lo sustentan modelos animales y un número
importante de estudios clínicos (16,17). Las investigaciones en gestantes han cobrado importancia debido a su
efecto potencial sobre el sistema inmune del feto para la prevención futura de alergias. Los estudios indican que los
probióticos pueden aumentar el potencial inmunológico de la leche materna y disminuir la sensibilización a alergias.
La administración con Lactobacillus rhamnosus GG durante las cuatro semanas antes de dar a luz y en niños hasta
de 3 meses después del nacimiento incrementó el potencial de inmuno-protección proporcionado por la leche
materna, evaluado a través del incremento en la concentración del factor transformante de crecimiento β2
presente en la leche y además disminuyó significativamente el riesgo de desarrollar eczema atópico comparado con
hijos de madres del grupo control durante los primeros dos años de vida de los hijos: 15% y 47%,
respectivamente (11). Otro estudio mostró que la suplementación con probióticos durante la gestación y durante la
lactancia disminuía el riesgo de sensibilización a alergia en hijos de madres con dermatitis atópica (18). El
momento preciso para la intervención durante la gestación o en la lactancia no está totalmente claro aunque la
mayoría de la evidencia indica que los mejores resultados preventivos se observan cuando se incluye la
suplementación prenatal del probiótico, mientras que la administración después del nacimiento no muestra
reducciones significativas del riesgo de alergias como el eczema (11).
Se puede deducir que los probióticos tienen efectos benéficos muy potenciales en la prevención de alergias en
niños con historia familiar y con alto riesgo de padecerlas, por lo cual su consumo desde la gestación y en el
periodo de lactancia podría contribuir a disminuir los síntomas de estas alergias, sobre todo en niños en los que la
alergia es más severa. La relación bacterias lácticas/sistema inmune puede ocurrir a distintos niveles. En ratas
recién nacidas que reciben leche de vaca, Lactobacillus GG estimula el desarrollo de una respuesta inmune local
(IgAs) que reduce la absorción de antígenos de la dieta y protege contra la alteración de la permeabilidad
intestinal, lo que podría llevar a plantear una disminución en las alergias alimentarias al usar este prebiótico en
humanos, algo que aún no se ha podido demostrar.
En otras áreas de la inmunidad, se ha visto que la administración simultánea de Lactobacillus GG con una vacuna
oral antirotavirus en niños de 2 a 5 meses produjo un aumento de la conversión IgM e IgA anti-rotavirus. Estos
resultados muestran que ciertas cepas de Lactobacillus tienen propiedades inmuno-estimulantes sobre la respuesta
inmune frente a vacunas orales, mejorando la respuesta en los pacientes vacunados (19). La respuesta inmune
celular también puede ser estimulada por probióticos: algunas cepas lácticas inducen la secreción de las citoquinas
proinflamatorias TNF-a e IL-6 de la citoquina antiinflamatoria IL-10 por linfocitos periféricos humanos cultivados in
vitro. Trapp y colaboradores describieron niveles bajos de IgE total en un grupo de sujetos que ingirieron yogurt
durante 4 meses, lo que se tradujo en una menor frecuencia de alergia (19).
Es importante destacar que el efecto sobre la respuesta inmune no se limita a una actuación sobre el tejido
intestinal pudiendo afectar a la inmunidad sistémica, con claros efectos beneficiosos en diferentes afecciones de
alta prevalencia, especialmente en la población infantil en Venezuela, como son el eczema atópico y las alergias en
general (19).
Tomando en cuenta que la microbiota intestinal, es la principal fuente posnatal de estimulación microbiana, lo que
puede llevar a trastornos en la inmuno-regulación y la tolerancia inmunológica, entonces, la manipulación de la
microbiota mediante el uso de probióticos en la lactancia es un enfoque interesante para el tratamiento de este tipo
de enfermedades.
Es una manifestación temprana de la alergia. El uso de Lactobacillus rhamnosus GG (LGG) o Bifidobacterium lactis
Bb-12 entre 4 y 8 semanas mejoró el Scoring Atopic Dermatitis (SCORAD) o alivió los síntomas de la enfermedad
en varios estudios pequeños, aunque este efecto fue más notable en el comienzo de los tratamientos. Un ensayo
mayor con L. fermentum VR-1 003PCC, por 8 semanas, también demostró una reducción del SCORAD, en
comparación con placebo, aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa.
Sin embargo, otros estudios más recientes no han podido confirmar los efectos beneficiosos de los probióticos en el
eczema, aunque sí se ha demostrado la acción positiva de estos microorganismos sobre el SCORAD de niños con
atopia (niveles elevados de inmunoglobulina [Ig] E). Los probióticos redujeron el SCORAD en pacientes pediátricos
con eczema asociado con IgE, sensibilidad a los alimentos o diátesis atópica. Asimismo, se observaron resultados
promisorios en los últimos 2 ensayos. En uno de ellos, una mezcla de probióticos y prebióticos logró una mayor
reducción del SCORAD que el placebo.
En el otro, el L. sakei KCTC disminuyó el SCORAD y mejoró la actividad de la enfermedad en comparación con el
placebo (10). Tres estudios pequeños investigaron el efecto del tratamiento con probióticos del eczema en adultos,
pero la reducción del SCORAD o de los síntomas sólo fue significativa en uno de ellos. Las revisiones sistemáticas y
meta-análisis sobre el tema concluyen que las pruebas a favor de su uso en esta enfermedad son insuficientes.
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Sólo un trabajo reciente reportó una reducción significativa en el SCORAD con el uso de probióticos, sobre todo en
niños con presentaciones más graves de la enfermedad. Además, se está comenzando a investigar la aplicación
tópica de Vitreoscilla filiformis (23).
Más allá de la posibilidad de que los probióticos modifiquen las propiedades inmunológicas de la mucosa intestinal,
las pruebas clínicas de que su uso genere tolerancia a los alimentos son escasas. Se han realizado estudios que
incluyeron pacientes con alergia a alimentos variados (leche de vaca, maní y huevo, entre otros) y la
administración de varios probióticos (L. casei CRL431, B. lactis Bb-12, especies de Lactobacillus, especies de
Bifidobacterium) y no se encontró un impacto significativo. Las pruebas indican que los probióticos no modifican el
curso natural de esta enfermedad (24,25).
Hasta el presente se han realizado catorce ensayos aleatorizados y controlados acerca del uso de los probióticos en
la prevención de las alergias; 9 de ellos fueron con terapia combinada (prenatal y posnatal). De estos últimos, 6
informaron una reducción significativa en las incidencias de eczema, eczema asociado con IgE o ambas, en los dos
primeros años de vida. Otros estudios que evaluaron la aparición de otros parámetros de las enfermedades
alérgicas, como las sibilancias, el asma, la alergia a los alimentos o la rinitis alérgica, tuvieron resultados
contradictorios. De los estudios posnatales realizados, el 75% no demostraron efectos beneficiosos de los
probióticos en el eczema y solo en uno se observó una disminución de la incidencia de esta enfermedad a la edad
de 13 meses con el uso de L. paracasei F19.
Estos hallazgos sugieren que el tratamiento posnatal es insuficiente. Un estudio que sólo suministró probióticos a la
madre en las últimas 4 semanas del embarazo tampoco demostró un efecto positivo sobre la sintomatología
(18,19).
La información acumulada sugiere que los mayores efectos se obtienen con la administración de probióticos a la
madre, durante la gestación y luego durante la lactancia. Además, se observó que la respuesta a los probióticos
puede estar condicionada por polimorfismos genéticos individuales.
INFECCIONES RESPIRATORIAS
Se ha descrito que el suministro de algunas cepas de lactobacilos puede reducir el riesgo de aparición de síntomas
asociados a infecciones del tracto respiratorio, tanto en adultos como en niños. Algunos estudios reflejan un posible
efecto de los probióticos sobre el número de episodios del proceso infeccioso, mientras que otros lo hacen sobre los
síntomas. También se ha observado un beneficio potencial del tratamiento oral con probióticos para reducir la
incidencia de otitis en niños; sin embargo, todavía no hay estudios concluyentes que identifiquen las cepas
probióticas más eficaces en la prevención y/o tratamiento de estas infecciones (10,11).
Los estudios clínicos para evaluar el uso de los probióticos en pacientes con rinitis alérgica y asma son limitados y
los resultados obtenidos controvertidos, por lo que no se pueden extraer conclusiones firmes sobre el papel de los
probióticos en este tipo de alergias. Algunas cepas de Bifidobacterium longum, L. acidophilus y L. casei han
demostrado ser eficaces en algunos casos para reducir la severidad de los síntomas, la medicación o el número de
episodios alérgicos (20). En un estudio piloto para evaluar la eficacia y la seguridad del B. clausii en la prevención
de la rinitis alérgica en niños, se encontró que el Bacillus clausii es un probiótico capaz de modular la respuesta
inmune ya que se ha demostrado que estimula la inmunidad Th1 y Treg, promoción de IL-12, IFN-γ, IL-10 y la
síntesis de factor de crecimiento beta (TGF-β) transformadora y regula la respuesta Th2, inhibe la producción de
IL-4, en niños alérgicos con RRI (20-22).
Los resultados de varios estudios aleatorizados y controlados con placebo son contradictorios. En algunos ensayos
los probióticos mejoraron la calidad de vida de los pacientes con rinitis alérgica, mientras que otros no mostraron
beneficios clínicamente significativos con su uso. Tres protocolos recientes tuvieron conclusiones promisorias:
Igualmente, un protocolo más reciente con L. gasseri arrojó beneficios en la sintomatología, la función pulmonar y
la producción de interleuquinas. Los pocos estudios realizados en participantes con asma, tanto en adultos como en
niños, no mostraron indicios de que los probióticos sean beneficiosos en la enfermedad (18-20). Los probióticos
tienen propiedades antiinflamatorias relacionadas con la estimulación de la síntesis de IgA secretoria en las
mucosas y la producción de citoquinas. También estimulan la síntesis de interferón-gamma (IFN-γ) y tienen
actividad antimicrobiana (18-21).
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PROBIOTICOS Y NEURODESARROLLO
Un intestino con alteraciones de la permeabilidad como resultado de una disbiosis, ofrece un cambio de respuesta
inmune y a su vez, los cambios fenotípicos de las células implicadas en dicha respuesta modulan la interacción
microbiotaneurodesarrollo ya que durante el desarrollo neural, el SNC es ensamblado y esculpido por regulaciones
temporales que conforman patrones de función neuronal formando circuitos neuronales con efectos en áreas
específicas: motora, cognitiva, emocionalidad y sociabilidad (31-33). Este proceso consta de una serie de eventos
orquestados que se extienden en un período extraordinariamente prolongado (34-38).
Perturbaciones durante este proceso puede tener consecuencias en la fase estructural y funcional del cerebro que
se encuentra en desarrollo (39-44). Es por esto que manejar la adecuada colonización intestinal garantiza el
equilibrio necesario en los eventos paralelos de la evolución del intestino y el SNC. La conformación de la
microbiota intestinal se produce en paralelo con el desarrollo neurológico y comparten las mismas ventanas de
períodos críticos. La lactancia materna enriquece la microbiota de los niños prematuros aportando a aquellos niños
que no pudieron ser colonizados adecuadamente, las cepas bacterianas que funcionarán satisfactoriamente en la
regulación y mantenimiento de la homeostasis interna, las cuales proveen el equilibrio necesario para mantener las
actividades de desarrollo paulatino que conllevan al complejo grupo de actividades neurológicas de interacción
motora, cognitiva y emocional-social (42,43).
La sinaptogénesis comienza a hacerse efectiva en los seres humanos después del parto y esas sinapsis aumentan
en densidad después del nacimiento hasta alcanzar niveles máximos aproximadamente a los 2 años de edad; luego
el cerebro sufre un proceso de refinamiento sináptico con ajustes y eliminación de conexiones neurológicas en
diferentes regiones corporales culminando en la adolescencia, manteniéndose hasta la adultez y continuando con
remodelaciones corticales y eliminaciones mas allá de la tercera década (34-38). Diversos estudios han
demostrado efectividad en la modulación de respuestas exitatorias o inhibitorias de las células de las redes
neuronales; el Bifidobacterium longum NCC3001 disminuye la excitabilidad de las neuronas entéricas
hiperpolarizadas (45). El L. rhamnosus tiene un efecto notable sobre los niveles GABA (46) y el Bacteroide fragilis
corrige la permeabilidad intestinal y las alteraciones metabólicas consecuentes, y también mejora la comunicación,
los movimientos estereotipados y la ansiedad (47).
PROBIÒTICOS Y OBESIDAD
La obesidad y algunos trastornos metabólicos inducidos por la dieta están asociados con un estado de inflamación
crónica y aumento de la susceptibilidad a procesos infecciosos, secundarios a la disfunción del sistema inmune. La
microbiota intestinal regula en gran medida la inmunidad innata y adaptativa, e influye en las respuestas locales y
sistémicas. Por tanto, también podría influir en la inflamación crónica asociada a la obesidad y a la resistencia
insulínica subsecuente (48,49).
El proceso de obesidad lleva al aumento de la infiltración de macrófagos en el tejido adiposo junto con la
producción de células inflamatorias: adipoquinas y citocinas asociados a factores inmunes. Algunas adipoquinas
(por ejemplo, la leptina) están elevadas en los humanos y en ratones obesos, mientras que la producción de los
factores anti-inflamatorios y de sensibilización a la insulina, adipocina y adiponectina están reducidos (50). El
tracto intestinal humano está poblado por un gran número de especies bacterianas que alcanzan concentraciones
que van de 107-1014 células/g de microbiota intestinal, desde el intestino delgado hasta el colon (51-53).
También hacen parte de la microbiota, como sustrato de los probióticos, la fibra dietaria y en particular los
oligosacáridos, fructo-oligosacáridos y galacto-oligosacáridos, que estimulan el crecimiento y la actividad
metabólica de los probióticos por medio de los procesos de fermentación. Si estos promueven el crecimiento y
proliferación de los probióticos, juntos tienen que ver con los beneficios de la microbiota. Su alteración ha sido
implicada como un posible factor desencadenante de cambios metabólicos y se ha considerado como agente
terapéutico en los últimos años (54-56). Por otra parte, la eficacia del cambio del estilo de vida sobre la pérdida de
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peso corporal parece ser influido por la composición de la microbiota del individuo (54). En el estudio de la
microbiota se ha podido establecer que los niños con sobrepeso a temprana edad presentan aumento de
Staphylococcus aureus en las heces mientras que aquellos que mantienen un peso adecuado, el aumento está en
función de Bifidobacterium (55,56).
La microbiota aumenta la capacidad del huésped para extraer energía de los alimentos y posteriormente almacena
esta energía en los adipocitos, la cual contribuye a aumento del peso corporal; además proporciona enzimas
implicadas en la utilización de los hidratos de carbono no digeribles y derivada del huésped, participa en la
glicoconjugación, desconjugación y deshidroxilación de los ácidos biliares, metabolización del colesterol y la
biosíntesis de vitaminas K y del grupo B, isoprenoides y aminoácidos (por ejemplo, lisina y treonina) (57). La
microbiota además de convertir los polisacáridos en monosacáridos y dar origen a los ácidos grasos de cadena
corta en el colon, suprime también en el intestino la producción de la proteína fasting-induced adipose factor
(FIAF), inhibidor de la lipoproteínlipasa (LPL). En ausencia del inhibidor (FIAF), se aumenta la actividad de la LPL
que lleva a disminuir el depósito de grasa al aumentarse la lipólisis (58).
Cuando las condiciones del huésped están alteradas, la microbiota intestinal permite la hidrólisis de los
polisacáridos no digeribles en monosacáridos de fácil absorción y también la activación de la lipasa lipoproteica por
acción directa en el epitelio intestinal, de modo tal que la glucosa proveniente de los alimentos se absorbe
rápidamente con un mayor almacenamiento de ácidos grasos, ambos procesos promueven la ganancia de peso. El
incremento del número de bacteroides en la microbiota intestinal predispone al almacenamiento de energía y
obesidad (61). El fenotipo obeso se relaciona con una mayor fermentación microbiana, extracción de energía y
regulación del metabolismo periférico (62,63).
La leche humana contiene un importante contenido de carbohidratos no digeribles (30%) los cuales permanecen a
lo largo del tracto gastrointestinal como un sustrato beneficioso para las cepas intestinales: Lactobacillus y
Bifidusbacillus, especialmente el B. breve, B. infantis y B. longum, las cuales tipifican la composición de la
microbiota intestinal de los niños sanos alimentados con leche humana. Las bifidobacterias constituyen un puente
entre la lactancia materna y la ganancia de peso durante las etapas tempranas de la vida y favorecen el desarrollo
intestinal (64). Este patrón de alimentación limita la carga a las células beta del páncreas (65) e induce
modificaciones favorables del medio intestinal (66).
Estudios experimentales sugieren que las desviaciones en la microbiota intestinal predisponen al aumento de los
depòsitos de masa grasa y a la obesidad. En un estudio longitudinal realizado en niños desde el nacimiento hasta
los 7 años, se comparó el tipo de microbiota intestinal en niños eutróficos y niños con sobrepeso y obesidad. Se
encontró que el contenido de Bifidobacterias fue significativamente más alto en el grupo de eutróficos menores de
2 años que en sus coetáneos con sobrepeso u obesidad; así mismo en este último grupo de niños se encontraron
alteraciones en la microbiota intestinal caracterizada por una mayor proliferaciòn de Staphylococcus aureus (67).
Durante el seguimiento longitudinal se demostrò que esta microbiota aberrante precedió a la aparición del
sobrepeso; este hallazgo ofrece nuevas posibilidades para aplicación preventiva y terapéutica de los probióticos en
el manejo del peso corporal (67). El género Bifidobacterium afecta la cantidad y calidad de la microbiota durante el
primer año de vida, y se ha observado una mayor concentración en niños eutróficos a los 7 años de edad en
comparación con los que desarrollan sobrepeso (67-69).
Estudios recientes han planteado como hipótesis que la modificación temprana de la microbiota intestinal y del
ambiente inmunológico del niño con probióticos, éstos podrían reducir el riesgo de sobrepeso y de esta manera
ejercer una influencia beneficiosa sobre el patrón temprano de crecimiento de los niños (60). Una dieta alta en
grasas y baja en fibra, pescado, frutas y vegetales induce cambios en la permeabilidad intestinal, una mayor carga
sistémica antigénica ocasiona un bajo grado de endotoxemia y niveles altos de citocinas proinflamatorias (69-71).
Las diferencias en la microbiota intestinal de los niños obesos con respecto a los delgados, sugiere el papel
fundamental que ésta desempeña en el mantenimiento de la homeostasis y su interrelación entre la programación
metabólica e inmunológica y abre nuevas perspectivas acerca de las alteraciones de la microbiota intestinal
inducidas por la dieta y la aparición de efectos multisistémicos y servirían de base al tratamiento con probióticos
exógenos con la finalidad de revertir estas alteraciones (72,73). Estudios recientes plantean que los probióticos
disminuyen específicamente los niveles de LPS circulante, lo cual podría disminuir el desarrollo de la endotoxemia,
y por ende, el desarrollo de obesidad y resistencia insulínica (58). El mejor tratamiento no quirúrgico para la
obesidad corresponde a cambios de estilo de vida, alimentación saludable y ejercicio físico, pero también, a la luz
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de este nuevo conocimiento, la composición de la microbiota se ha propuesto como medio para controlar los
trastornos metabólicos de forma más eficaz, con la administración de probióticos y prebióticos (74-76).
Uno de los desafíos que presenta la biotecnología, es la búsqueda de alternativas al uso de los antibióticos
mediante sustancias naturales que disminuyan las infecciones que se presentan en el tracto urogenital provocados
por bacterias patógenas. Sin duda, la situación que se ha creado entre los antibióticos y las bacterias debido a los
problemas de resistencia entre ellos constituye una frontera a solucionar (77). Esto demuestra que la búsqueda de
compuestos a partir de microorganismos continúa siendo la principal fuente de nuevos antimicrobianos.
Las bacterias patógenas más frecuentes en el tracto urogenital son Escherichia coli, Enterococcus faecalis,
Gardnerella vaginalis, Staphylococcus saprophyticus, Chlamydia trachomatis, Neisseria gonorrhoeae, Trichomonas
vaginalis, Candida albicans y Klebsiella pneumoniae (77). Pocas investigaciones y grupos de investigadores se
encuentran desarrollando estudios para prevenir las enfermedades del tracto génito-urinario, causado por las
diversas infecciones vaginales, de transmisión sexual y el VIH. La mucosa vaginal constituye un hábitat adecuado
para la colonización por lactobacilos que aprovechan el contenido en glucógeno y glucosa del exudado vaginal (78).
Existen evidencias biológicas de que ciertas cepas probióticas ejercen efectos beneficiosos en la prevención de las
infecciones vaginales. Algunas cepas de Lactobacillus rhamnosus y Lactobacillus reuteri han mostrado resultados
prometedores en la prevención y tratamiento de de la vaginosis bacteriana, aunque se requieren más estudios
(79,80).
Ecosistema urogenital
El tracto urogenital femenino sano es un ecosistema dinámico, ecológicamente estable y balanceado. Las
condiciones normales y el equilibrio ecológico pueden ser modificados por cambios en su estructura y composición
debido a la influencia de una serie de factores tanto del huésped como exógenos. Es caracterizado por una
microbiota compleja, cuyo equilibrio sufre numerosas fluctuaciones debido a la interrelación entre la microbiota
endógena y los productos metabólicos del huésped, estrógenos y el pH (78,81). Los niveles de estrógeno juegan
un papel importante en la regulación de la microbiota vaginal ya que estimula la secreción de glucógeno (82,83).
Muchos estudios confirman que las células de la vagina son ricas en glucógeno con algunas cepas de Lactobacillus
capaces de fermentar directamente el glucógeno e incrementar la acidez de la vagina (82,83). Se realizó un
estudio comparativo de la microbiota urogenital de mujeres en buenas condiciones de salud y de mujeres con
infecciones urinarias o vaginales y demostraron claramente que los episodios infecciosos se asocian a una
disminución importante, o hasta desaparición, de los lactobacilos endógenos (84); éstos representan, en la
prevención de las infecciones urogenitales, un papel similar al que tienen en el intestino (84-86).
Fue una de las primeras en ser reconocida en 1892 por Döderlein quien identificó la presencia o ausencia de bacilos
Gram en la flora vaginal normal y nombró a este organismo "Bacillus Döderlein", actualmente conocido como
Lactobacillus acidophilus. El glucógeno es utilizado por Lactobacillus spp., siendo el ácido láctico el producto final de
su metabolismo ocasionando un descenso importante del pH que inhibe muchas bacterias (78, 81,82). El ambiente
acídico de la vagina con pH entre 4 y 5 es un mecanismo de defensa contra la colonización de patógenos, lo cual
contribuye al restablecimiento de la microbiota vaginal y la prevención de infecciones urogenitales.
Lactobacilos en la vagina
Los grupos de microorganismos predominantes en el área de la vagina pertenecen a los géneros Lactobacillus,
Staphylococcus, Corynebacterium, Propionibacterium y Bifidobacterium (78,81). Lactobacillus acidophilus y
Lactobacillus fermentum son las especies de lactobacilos más prevalentes en la vagina (82).
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Las bacterias lácticas, específicamente los lactobacilos constituyen la flora endógena y habitual siendo los más
frecuentes y predominantes en la vagina en concentraciones de 10 7 - 10 8 UFC/g lo cual representa el 50 al 90%
de la microbiota. Lactobacillus acidophilus es la bacteria dominante en un ecosistema vaginal saludable (82,84),
ellas disminuyen el pH vaginal mediante la producción de productos acídicos, haciendo la vagina inhabitable a
algunas especies bacterianas (78) y mantienen la flora vaginal a pH entre 3,8 y 4,2 (77). Se reportó que las cepas
de lactobacilos productores de peróxido de hidrógeno (H202) actúan como protectores contra el desarrollo de
vaginosis bacteriana, mientras que esto no ocurrió con los no productores de H202 (85).
Las enfermedades que se manifiestan en esta área son: vaginosis bacteriana, candidiasis vaginal, cervicitis de
transmisión sexual e infecciones urinarias; de éstas, la vaginosis bacteriana es la más común, seguida por la
candidiasis y la trichomoniasis (78,79).
Se ha discutido cuáles serían las condiciones de los microorganismos para ser utilizados en condiciones patológicas
del tracto urogenital. Se agrupa un número de mecanismos por los cuales actúan estas preparaciones probióticas
ejercen efectos positivos para la salud humana y con validez para realizar criterios de selección y ensayos in vitro
con determinados organismos y cuyos mecanismos son (Figura 1):
Presencia de microorganismos normales del área que actúan como barrera y ejercen resistencia a la colonización
patógena, donde también es importante la congregación : Poco se conoce acerca de los mecanismos por los cuales
los lactobacilos de la vagina de mujeres jóvenes saludables se adhieren a las células del epitelio vaginal; sin
embargo, la variedad de estructuras superficiales en estas bacterias implica que puede existir un espectro de los
mecanismos de adherencia. Además, la agregación por sí misma puede aumentar substancialmente la colonización
potencial de lactobacilos en el medio ambiente, con tiempos de residencia cortos. La adhesión puede ser detectada
por reacciones de hemaglutinación (81).
Producción de sustancias antagónicas y antimicrobianas tales como ácidos orgánicos (ácido láctico, acético,
fórmico): Estos ácidos orgánicos disminuyen el pH del medio y su principal mecanismo inhibitorio es la fracción no
disociada de los mismos y el bajo pH del área, pues se ha considerado este mecanismo primario como el papel
protector contra infecciones vaginales y de dominancia ecológica. Estos generan un pH ácido en la vagina y son
producidos por los lactobacilos, lo cual permite que este género resista la acidez y ocupen su predominancia en la
microbiota (81). Producción de peróxido de hidrógeno (H202) y metabolitos tóxicos del oxígeno: Algunos
lactobacilos producen metabolitos secundarios como el H202 y especies citotóxicas del oxígeno como: ión
superóxido (02), hidrógeno, iones hidroxilos (0H) o amonio.
Este mecanismo influye en la colonización de los lactobacilos para inhibir el crecimiento de micro organismos
patógenos; se ha demostrado in vitro que los lactobacilos productores de H202 inhiben y eliminan a la G. vaginalis
y P. bivio (82). Otros estudios in vitro describieron la inhibición de ciertos grupos de bacterias y VIH por
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lactobacilos productores de H202, efecto que disminuye o se elimina por la adición de catalasa, poniendo en
evidencia la acción del H202 (85). Producción de bacteriocinas, sustancias similares a éstas y antibióticos: Las
bacteriocinas son sustancias de origen proteico que poseen una marcada actividad antimicrobiana contra un
determinado grupo de microorganismos. Se acepta una hipótesis sugiriendo que la acción letal tiene lugar en dos
fases: la bacteriocina se absorbe a receptores específicos en la envoltura celular y posteriormente tienen lugar una
serie de lesiones bioquímicas letales en la membrana (81).
Producción de sustancias biosurfactantes: Los lactobacilos han mostrado capacidad de producir sustancias
adhesivas antipatógenas; es una mezcla cruda la cual es nombrada biosurfactante, cuyo efecto inhibitorio puede
extenderse a un amplio rango de patógenos virulentos. Se presume que estos biosurfactantes proteináceos
principalmente son producidos in situ, quizás ayudados por el bajo pH. A través de los lactobacilos se pueden llevar
a cabo estos mecanismos de acción de gran importancia para el buen funcionamiento de la flora vaginal y su
ecosistema (81).
El estudio de selección de cepas de lactobacilos productoras de H202 conlleva a emplear métodos de detección y
cuantificación selectivos y a determinar la influencia de diferentes factores (85):
-Factores nutricionales: El nutriente esencial presente en el área de la vagina es el glucógeno, el cual constituye el
principal hidrato de carbono; la glucosa está presente en el fluido vaginal.
-Factores hormonales: se plantea que los niveles de estrógeno influyen en el contenido de glucógeno en la pared
vaginal in vivo, jugando un papel importante en la regulación de la microbiota vaginal.
3,8 y 4,5; b) Producción de ácido láctico: Crea un medio ambiente ácido que ayuda a la microbiota con
mecanismos que permiten la colonización de los lactobacilos y no de los microorganismos patógenos.
La utilidad de los probióticos en la prevención de la infección urinaria se debe a que la inmensa mayoría de estas
ellas son producidas por bacterias que viven en el intestino grueso, especialmente Escherichia coli, las cuales
contaminan la región perianal. A partir de aquí pueden acceder a la uretra y desde allí a la vejiga urinaria. La
distancia entre los orificios anal y uretral es grande para una bacteria, por esta razón si tiene una estación
intermedia como la vagina en la que se pueda asentar, aumentarán sus posibilidades de acceder posteriormente a
la uretra. Los organismos intestinales son muy sensibles a la acidez vaginal, lo que impedirá su establecimiento si
la vagina está colonizada por lactobacilos. Este razonamiento explica, por otra parte, la importancia de la
recomendación materna de limpiar la zona perineal desde adelante hacia atrás, para evitar arrastrar bacterias
desde la región perianal a la uretral (83-85).
Existen estudios en los que se administraron en forma conjunta L. rhamnosus GR1 y L. reuteri B-54 o L. reuteri
RC-14. La primera de estas cepas se eligió por su capacidad de inhibir el desarrollo de algunas bacterias gram
negativas y por su resistencia a los espermicidas, mientras que las dos restantes son productoras de peróxido de
hidrogeno (84-86); parece además, que GR1 podría inhibir la respuesta inflamatoria de la mucosa y que RC14
estimularía la secreción de mucina, lo que podría actuar como una barrera frente al establecimiento de patógenos
sobre el epitelio.
A pesar que el mecanismo por el cual el Lactobacilo podría proteger contra las ITUs no ha sido aclarado todavía,
hay muchos mecanismos potenciales por los cuales estos microorganismos podrían actuar (86-91): a)
Contribuyendo al mantenimiento de un ambiente ácido en la vagina, el cual reduce la colonización de E. coli; b)
Interfiriendo en la adherencia de los uropatógenos, tales como E. coli; c) La produccion de H202, el cual
interacciona con la peroxidasa-hiadilasa en la vagina para destruir a la E. coli, o quizás por la producción de otros
componentes antimicrobiales todavía no definidos; d) Los lactobacilos son inmuno-moduladores y aumentan la
producción de IgA secretora vesical (92-94).
La importancia de los probiòticos en la ITU radica en su capacidad profiláctica, toda vez que numerosos estudios
avalan los diferentes mecanismos de acción, efectividad y alcance, cuando son indicados vía oral o vaginal en los
diferentes grupos etarios (88-92). El hecho de que el recto actúe como un reservorio para los lactobacilos vaginales
sugiere que la ingestión de cepas probióticas podría ser una ruta de administración alternativa a la vaginal (93-96).
Basándose en este principio, se observó que la ingestión continuada de dosis elevadas de L. rhamnosus GR1 y de
L. reuteri RC14 resultaba en su aislamiento de la vagina a partir de una semana de tratamiento. Se realizó un
estudio en mujeres asintomáticas revelando que aquellas que habían ingerido las cepas probióticas presentaban un
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aumento significativo del grado de colonización por lactobacilos, este iincremento se acompañaba de la reducción
de la colonización por Candida y uropatógenos.( 93,94) Estos datos son esperanzadores, pero requieren de una
evaluación de la capacidad de las cepas probióticas administradas oralmente para establecer si éstas por si solas,
son capaces de revertir la sintomatología asociada a la infección genitourinaria (87-89).
Se han descubierto 5 cepas de lactobacilos capaces de producir biosurfactantes que le confieren acción probiótica
contra uropatógenos. El Lactobacillus acidophilus RC-14 manifestó una variedad de proteínas con masas
moleculares desde 14,4 hasta 140 kDa (89). La actividad biosurfactante es resistente a tripsina y pepsina, sensible
a -amilasa y lisozima y resistente a 75°C.
Un número de estudios clínicos con lactobacilos mostraron la prevención de recurrencias de infecciones del tracto
urogenital. En pacientes con estos síntomas se realizó la inserción intravaginal y la implantación perineal de la cepa
de lactobacilo GR1 semanalmente, se obtuvo un período libre de infección entre 4 semanas y 6 meses (86-94).
Otro estudio aplicado a 55 mujeres con las cepas Lactobacillus GR-1 y B- 54, redujo la principal incidencia de UTI
en 79% En este estudio demostraron que la administración de lactobacilo como supositorio vaginal después del
tratamiento con agentes antimicrobiales disminuyó la velocidad de recurrencia a 21%, comparado con el 47% en el
grupo control. (89-93). Se ha reportado que la administración oral de L. rhamnosus GR-1 y L. fermentum RC-14
diariamente mejoró la flora vaginal, lo cual disminuyó el conteo de levaduras y coliformes (90).
Durante la ingestión oral, estos microorganismos pasan a través del intestino y ascienden desde el recto hasta la
vagina donde colonizan (88,91). En sentido general, varias especies de probióticos han demostrado eficacia clínica
en el tratamiento de infecciones urogenitales, lactobacilos, que tienen la capacidad de adherirse y colonizar el
tracto urogenital previniendo e impidiendo el crecimiento de gérmenes que causan enfermedades. En relación a
prevenir ITUs, su utilidad ha sido especialmente documentada en mujeres adolescentes y con ciertas cepas de
Lactobacillus. (97). En el caso de niños, algunos ensayos terapéuticos han tenido resultados favorables en relación
disminuir las recurrencias de ITUs, pero no logran tener una utilidad concluyente. En un futuro, el beneficio de los
probióticos puede relacionarse con el uso de agentes microbiológicos específicos que puedan eliminar a los
uropatógenos de alta virulencia de su reservorio en el tracto gastrointestinal (95-97).
CONCLUSIONES
Algunos probióticos tienen un potencial papel preventivo en el eczema o del eczema asociado con IgE, aún cuando
los resultados no son concluyentes. La continuidad del tratamiento prenatal en el periodo de la lactancia es muy
importante, aunque la administración postnatal sola no parece arrojar beneficios significativos. La administración a
madres que amamantan parece ser positiva. Se necesitan más estudios para determinar la dosis óptima, las cepas
a utilizar y las poblaciones de pacientes que se verían más beneficiadas con el uso de probióticos en la prevención
de las alergias. Se ha evidenciado que un aporte de probióticos adecuado a las necesidades de cada individuo, es
capaz de mejorar el equilibrio del eje cerebro-microbiota-intestino. La modulación de la microbiota intestinal desde
el período perinatal con probióticos podría modificar el patrón de crecimiento en talla y peso del niño para prevenir
una excesiva ganancia ponderal durante los primeros años de vida.
En el futuro próximo, el reto será traducir los resultados obtenidos en estudios experimentales en herramientas y
estrategias capaces de mejorar enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes tipo 2. Para cumplir con este
objetivo es preciso considerar si la modulación de la composición de la microbiota intestinal es una estrategia útil
para tratar a pacientes con estas enfermedades, y conocer o establecer las características de la microbiota
intestinal ideal.
Además, habría que tomar en cuenta si este conjunto de características pudiera ser transformado mediante
intervenciones nutricionales o farmacológicas que pudieran contribuir a mejorar la calidad de vida de los pacientes
obesos y diabéticos. La microbiota autóctona ayuda a preservar a la vagina de patologías infecciosas. Los
probióticos son efectivos como coadyuvantes en el tratamiento de las infecciones vaginales más frecuentes. Los
probióticos mejoran las tasas de curación de las enfermedades vaginales, disminuyen las recurrencias de la
vaginosis bacteriana, disminuyen las recurrencias de las infecciones del tracto urinario y mejoran las tasas de
curación de la vulvovaginitis candidiásica
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