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CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

CASO RADILLA PACHECO VS. ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

SENTENCIA DE 23 DE NOVIEMBRE DE 2009


(Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas)

En el caso Radilla Pacheco,

la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Corte Interamericana”, “la
Corte” o “el Tribunal”), integrada por los siguientes jueces :

Cecilia Medina Quiroga, Presidenta;


Diego García-Sayán, Vicepresidente;
Manuel E. Ventura Robles, Juez;
Margarette May Macaulay, Jueza, y
Rhadys Abreu Blondet, Jueza;

presentes, además,

Pablo Saavedra Alessandri, Secretario, y


Emilia Segares Rodríguez, Secretaria Adjunta,

de conformidad con los artículos 62.3 y 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (en adelante “la Convención” o “la Convención Americana”) y con los artículos 30, 32,
38.6, 56.2, 58, 59 y 61 del Reglamento de la Corte 1 (en adelante “el Reglamento”), dicta la
presente Sentencia.


El 4 de mayo de 2008 el Juez Sergio García Ramírez presentó su excusa para participar en el presente caso en su
“calidad de nacional del Estado demandado”. Al respecto expresó que “el buen desempeño de las funciones
jurisdiccionales no reposa solamente en la integridad y capacidad del juez -que son indispensables por supuesto-, sino
también en la valoración que se haga sobre aquéllas. Ser, pero también parecer”. Mediante nota de 9 de mayo de 2008 la
Presidenta del Tribunal manifestó que “compart[ía] en términos generales” la posición del Juez García Ramírez y aceptó
su excusa. En consecuencia, a través de la nota de 9 de mayo de 2008 se comunicó al Estado acerca de la referida
excusa y se le consultó su parecer sobre el eventual nombramiento de un juez ad hoc que interviniera en el conocimiento
y decisión de este caso. A su vez, se informó al Estado que el Tribunal había recibido y estaba examinando
planteamientos en el sentido de que la institución del juez ad hoc sólo sería procedente en casos contenciosos
interestatales. La Comisión remitió el 14 de mayo de 2008 el escrito titulado “Posición de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos sobre la figura del juez ad hoc”. El Estado no nombró juez ad hoc. Por otra parte, el juez Leonardo A.
Franco informó a la Corte que, por razones de fuerza mayor, no podía participar en la deliberación y firma de la presente
Sentencia.

1
Conforme a lo dispuesto en el artículo 72.2 del Reglamento de la Corte Interamericana aprobado en su XLIX
Período Ordinario de Sesiones, celebrado del 16 al 25 de noviembre de 2000, reformado parcialmente en su LXXXII
Período Ordinario de Sesiones, celebrado del 19 al 31 de enero de 2009, y en vigor desde el 24 de marzo de 2009.
2

I
INTRODUCCIÓN DE LA CAUSA Y OBJETO DE LA CONTROVERSIA

1. El 15 de marzo de 2008, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 51 y 61 de la


Convención Americana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la
Comisión” o “la Comisión Interamericana”) sometió a la Corte una demanda en contra de los
Estados Unidos Mexicanos (en adelante “el Estado” o “México”), la cual se originó en la denuncia
presentada el 15 de noviembre de 2001 por la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de
los Derechos Humanos y por la Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos y Víctimas
de Violaciones a los Derechos Humanos en México (en adelante “los representantes”). El 12 de
octubre de 2005 la Comisión aprobó el Informe de Admisibilidad No. 65/05 2, mediante el cual
declaró admisible la petición. Posteriormente, el 27 de julio de 2007 la Comisión adoptó el
Informe de Fondo No. 60/073, en los términos del artículo 50 de la Convención, en el cual
formuló determinadas recomendaciones para el Estado. Este informe fue notificado al Estado el
15 de agosto de 2007. El 13 de marzo de 2008, tras haber recibido la información aportada por
las partes con posterioridad a la adopción del Informe de Fondo, y al considerar que “el Estado
no había cumplido plenamente con sus recomendaciones”, la Comisión decidió someter el
presente caso a la jurisdicción de la Corte. La Comisión designó como delegados a los señores
Florentín Meléndez, Comisionado, y Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo, y como asesores
legales a las abogadas Elizabeth Abi-Mershed, Secretaria Ejecutiva Adjunta, María Claudia
Pulido, Marisol Blanchard y Manuela Cuvi Rodríguez, especialistas de la Secretaria Ejecutiva de
la Comisión.

2. Los hechos del presente caso se refieren a la presunta desaparición forzada del señor
Rosendo Radilla Pacheco, que habría tenido lugar desde el 25 de agosto de 1974, a manos de
efectivos del Ejército en el Estado de Guerrero, México. Según la Comisión Interamericana, las
alegadas violaciones derivadas de este hecho “se prolongan hasta la fecha, por cuanto el Estado
mexicano no ha establecido el paradero de la [presunta] víctima ni se han encontrado sus
restos”. De acuerdo a lo alegado por la Comisión, “[a] más de 33 años de los hechos, existe
total impunidad ya que el Estado no ha sancionado penalmente a los responsables, ni ha
asegurado a los familiares una adecuada reparación”.

3. Por lo anterior, la Comisión solicitó a la Corte que declare la responsabilidad internacional


del Estado por la alegada violación de los derechos consagrados en los artículos 3 (Derecho al
Reconocimiento de la Personalidad Jurídica), 4 (Derecho a la Vida), 5 (Derecho a la Integridad
Personal), 7 (Derecho a la Libertad Personal), 8 (Garantías Judiciales) y 25 (Protección Judicial)
de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 del mismo tratado, en perjuicio de
Rosendo Radilla Pacheco. Asimismo, solicitó a la Corte declarar la responsabilidad internacional
del Estado por la alegada violación de los artículos 5 (Derecho a la Integridad Personal), 8
(Garantías Judiciales) y 25 (Protección Judicial) de la Convención Americana, en perjuicio de los
siguientes familiares del señor Radilla Pacheco: Victoria Martínez Nerí (fallecida), Tita, Andrea,
Rosendo, Romana, Evelina, Rosa, Agustina, Ana María, Carmen, Pilar, Victoria y Judith, todos de
2
En el Informe de Admisibilidad No. 65/05, la Comisión decidió declarar admisible la petición No. 777/01 en
relación con la presunta violación de los artículos 4, 5, 7, 8 y 25, en concordancia con el artículo 1.1, de la Convención
Americana, así como los artículos I, III, IX, XI y XIX de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas (expediente de anexos a la demanda, apéndice 2, folio 56).

3
En el Informe de Fondo No. 60/07, la Comisión concluyó que el Estado era “[r]esponsable por la violación a los
artículos I y XVIII de la Declaración Americana sobre Derechos y Deberes del Hombre, y por la violación d[e los]
derecho[s] a la vida, a la libertad personal, […] a la integridad personal, a las garantías judiciales y a la protección
judicial, consagrados en los artículos 2, 3, 4, 7, 5, 8 y 25 de la Convención Americana, todos en conexión con el artículo
1.1 del mismo instrumento”. Asimismo, la Comisión consideró que no era necesario pronunciarse “[s]obre las violaciones
alegadas a los artículos I, II, III, IX, XI y XIX de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas”
(expediente de anexos a la demanda, apéndice 1, folio 44).
3

apellido Radilla Martínez. De otro lado, solicitó que se declare el incumplimiento por parte del
Estado del artículo 2 de la Convención Americana (Deber de Adoptar Disposiciones de Derecho
Interno). Por último, la Comisión solicitó a la Corte que ordenara al Estado la adopción de
determinadas medidas de reparación, pecuniarias y no pecuniarias.

4. El 19 de junio de 2008 los señores Mario Solórzano Betancourt, Humberto Guerrero


Rosales y María Sirvent Bravo-Ahuja, de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los
Derechos Humanos, la señora Tita Radilla Martínez y el señor Julio Mata Montiel, de la
Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos
Humanos en México, representantes de las presuntas víctimas, presentaron su escrito de
solicitudes, argumentos y pruebas (en adelante “escrito de solicitudes y argumentos”), en los
términos del artículo 24 del Reglamento. En dicho escrito coincidieron con lo alegado por la
Comisión Interamericana en la demanda y, además, alegaron la presunta violación de otros
derechos consagrados en la Convención Americana y en la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas (en adelante, “Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada” o “CIDFP”).

5. Los representantes solicitaron a la Corte que declare al Estado responsable por la


violación de los derechos consagrados en los artículos 4 (Derecho a la Vida), 5 (Derecho a la
Integridad Personal) y 7 (Derecho a la Libertad Personal) de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 del mismo tratado, en concordancia con los artículos II y XI de la
CIDFP, en perjuicio del señor Rosendo Radilla Pacheco. Asimismo, alegaron que el Estado es
responsable por la violación del artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la Convención
Americana, en relación con el artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de los siguientes
familiares del señor Radilla Pacheco: Victoria Martínez Neri y Tita, Andrea, Romana, Evelina,
Rosa, Ana, Agustina, María del Carmen, María del Pilar, Judith, Victoria y Rosendo, todos de
apellido Radilla Martínez, así como de la “comunidad” a la que pertenecía el señor Rosendo
Radilla Pacheco. Por otra parte, solicitaron declarar al Estado responsable por la violación de los
artículos 8 (Garantías Judiciales) y 25 (Protección Judicial) de la Convención Americana, en
relación con el artículo 1.1 de dicho tratado, en concordancia con los artículos I, inciso b), y IX
de la CIDFP, en perjuicio del señor Rosendo Radilla y “de sus familiares”. Además, solicitaron al
Tribunal que declarara la violación del artículo 13 (Libertad de Pensamiento y de Expresión), en
relación con los artículos 8 (Garantías Judiciales), 25 (Protección Judicial) y 1.1 (Obligación de
Respetar los Derechos), todos de la Convención Americana, en concordancia con el artículo I,
incisos a) y b) de la CIDFP, en relación con "el derecho a conocer la verdad”, en perjuicio de “los
familiares” del señor Rosendo Radilla Pacheco y la sociedad mexicana en su conjunto.
Finalmente, solicitaron a la Corte que declare que “[e]l Estado mexicano es responsable por no
adoptar las medidas legislativas o de otro carácter necesarias para la obtención de justicia y
verdad, violando el artículo 2 de la Convención Americana, en concordancia con el artículo III de
la [CIDFP]”, y que “[s]ea declarada nula la reserva interpuesta por el Estado mexicano al
artículo IX de la [CIDFP] por ir en contra del objeto y fin de [la misma]”.

6. El 21 de septiembre de 2008 el Estado presentó un escrito mediante el cual interpuso


cuatro excepciones preliminares, contestó la demanda y formuló observaciones al escrito de
solicitudes y argumentos (en adelante “contestación de la demanda”). Así, el Estado solicitó a la
Corte que declare fundadas las siguientes excepciones preliminares: i) incompetencia ratione
temporis debido a la fecha de depósito de su instrumento de adhesión a la Convención
Americana; ii) incompetencia ratione temporis para aplicar la CIDFP debido a la fecha de
depósito del instrumento de adhesión de México; iii) incompetencia ratione materiae para
utilizar la Carta de la Organización de Estados Americanos como fundamento para conocer del
caso, y iv) incompetencia ratione temporis para conocer de presuntas violaciones al artículo 4
(Derecho a la Vida) y 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la Convención Americana en
perjuicio del señor Rosendo Radilla Pacheco. “Ad cautelam”, respecto del fondo, el Estado
4

reconoció parcialmente su responsabilidad internacional por la violación de los derechos


reconocidos en los artículos 8 (Garantías Judiciales) y 25 (Protección Judicial) de la Convención
Americana, en perjuicio del señor Radilla Pacheco y sus “familiares”. Asimismo, el Estado
reconoció su responsabilidad por la violación a los derechos reconocidos en los artículos 5
(Derecho a la Integridad Personal) y 7 (Derecho a la Libertad Personal) de la Convención
Americana, en perjuicio del señor Radilla Pacheco. De igual modo, se allanó a la alegada
violación del artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la Convención, en perjuicio de “los
familiares” del señor Radilla Pacheco. Por otro lado, México negó la violación de los derechos
reconocidos en los artículos 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica), en
perjuicio de Rosendo Radilla Pacheco; 5 (Derecho a la Integridad Personal), en perjuicio de la
comunidad donde habitó el señor Radilla Pacheco; 13 (Libertad de Pensamiento y de Expresión)
en perjuicio de sus familiares, y 2 (Deber de Adoptar Disposiciones de Derecho Interno), todos
ellos de la Convención Americana. Finalmente, el Estado indicó estar dispuesto a mantener la
propuesta de reparación que había realizado durante el trámite ante la Comisión
Interamericana. El Estado designó a la señora María Carmen Oñate Muñoz, Embajadora de
México en Costa Rica, como Agente en el presente caso, designación que fue posteriormente
sustituida por la de la señora Zadalinda González y Reynero, Embajadora de México en Costa
Rica al momento de emitirse la presente Sentencia.

7. El 7 y 10 de noviembre de 2008 la Comisión y los representantes presentaron,


respectivamente, sus alegatos escritos a las excepciones preliminares interpuestas por el
Estado.

II
PROCEDIMIENTO ANTE LA CORTE

8. Durante el proceso ante este Tribunal, las partes remitieron a la Corte sus escritos
principales (supra párrs. 1, 4 y 6). Los representantes y la Comisión presentaron,
respectivamente, sus escritos de alegatos a las excepciones preliminares interpuestas por el
Estado (supra párr. 7). Asimismo, la Presidenta de la Corte (en adelante “la Presidenta”) ordenó
recibir las declaraciones rendidas ante fedatario público (affidávit) de dos presuntas víctimas,
diez testigos y tres peritos ofrecidos por la Comisión, por los representantes y por el Estado,
respecto de las cuales las partes tuvieron oportunidad de presentar observaciones. Además, la
Presidenta convocó a la Comisión, a los representantes y al Estado a una audiencia pública para
escuchar las declaraciones de dos presuntas víctimas, un testigo y un perito, así como los
alegatos finales orales de las partes sobre excepciones preliminares y los eventuales fondo,
reparaciones y costas. Por último, la Presidenta fijó plazo hasta el 14 de agosto de 2009 para
que las partes presentaran sus respectivos alegatos finales escritos 4.

9. La audiencia pública fue celebrada el 7 de julio de 2009 durante el LXXXIII Período


Ordinario de Sesiones de la Corte, llevado a cabo en la sede del Tribunal, en San José de Costa
Rica5.

4
Cfr. Caso Radilla Pacheco Vs. México. Convocatoria a Audiencia Pública. Resolución de la Presidenta de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos de 29 de mayo de 2009, Puntos Resolutivos primero a cuarto.

5
A esta audiencia comparecieron: a) por la Comisión Interamericana, Florentín Meléndez, delegado, y Juan Pablo
Albán Alencastro y Lilly Ching Soto, asesores; b) por los representantes de las presuntas víctimas, Juan Carlos Gutiérrez
Contreras, Mario Alberto Solórzano Betancourt, María Sirvent Bravo-Ahuja, Humberto Guerrero Rosales y Alejandra
Gonza, asesora, y c) por el Estado, Fernando Gómez-Mont, Secretario de Gobernación de los Estados Unidos Mexicanos;
Daniel Francisco Cabeza de Vaca Hernández, Subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de
Gobernación; Juan Manuel Gómez-Robledo Verduzco, Subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de
la Secretaría de Relaciones Exteriores; José Luis Chávez García, Procurador General de Justicia Militar de la Secretaría de
la Defensa Nacional; Pablo Ojeda, Coordinador de Asesores del Secretario de Gobernación; María Carmen Oñate Muñoz,
5

10. Por otra parte, la Presidenta solicitó al Estado que, en atención a la solicitud de la
Comisión en su demanda y de los representantes en su escrito de solicitudes y argumentos,
remitiera copia de la Averiguación Previa SIEDF/CGI/454/2007 que se tramita ante la
Procuraduría General de la República, en relación con la presunta desaparición forzada del señor
Rosendo Radilla Pacheco. Mediante notas de 17 de abril, 11 y 19 de mayo, 4 de junio, 16 de
junio, 2 de julio y 30 de septiembre de 2009, el Estado se refirió a la solicitud realizada por la
Presidenta e indicó, inter alia, que estaba en “[d]isposición de poner a la vista de la [Corte …]
una copia de la averiguación previa SIEDF/CGI/454/07 para su exclusivo conocimiento, en el
entendido de que las demás partes en el proceso no podrían tener acceso al contenido [de la
misma]”, con base en diversas disposiciones del Código Penal Federal y de la Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental. Los días 26 de mayo, 23 de
junio, 2 de julio y 8 de octubre de 2009 los representantes remitieron sus observaciones a las
notas del Estado. La Comisión se refirió al asunto mediante escrito de 24 de junio de 2009.

11. El 14 de agosto de 2009 la Comisión Interamericana, los representantes y el Estado


presentaron sus alegatos finales escritos.

12. El 18 de septiembre de 2009 la Presidenta requirió al Estado la presentación de prueba


para mejor resolver, la cual fue remitida el 8 de octubre de 2009, dentro del plazo establecido
para ello. Asimismo, el 26 de octubre de 2009 la Presidenta del Tribunal solicitó a las partes la
presentación de prueba para mejor resolver, la cual fue remitida por el Estado el 2 de noviembre
de 2009.

13. Además, el Tribunal recibió 13 escritos en calidad de amicus curiae de diversas personas
e instituciones6. Así, el 2 de julio de 2009 el Tribunal recibió de Amnistía Internacional un escrito
referido a las declaraciones interpretativas y reservas formuladas por México a la Convención
Americana y a la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada 7. El 17 de julio de 2009
la Corte recibió un escrito de la señora María Valdés Leal sobre “la incompatibilidad del amparo
de libertad en México con el derecho internacional”. El 20 de julio de 2009 el Tribunal recibió un
escrito del señor Erik Nelson Ramírez, “integrante de los estudios de Maestría en Derecho
Procesal Constitucional de la Universidad Panamericana”, Campus Ciudad de México, acerca de
“[l]a inconstitucionalidad del [f]uero [m]ilitar en México tratándose de delitos en los que
participen como sujetos pasivos u ofendidos, personas civiles” 8. El 20 de julio de 2009 la Corte
recibió del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia un escrito con
consideraciones sobre la jurisdicción penal militar en México y la actuación del ejército mexicano

Embajadora Titular de la Embajada de México en Costa Rica, Secretaría de Relaciones Exteriores; Alejandro Negrín
Muñoz, Director General de Derechos Humanos y Democracia de la Secretaría de Relaciones Exteriores; Jaime Antonio
López- Portillo Robles Gil, Director de Derechos Humanos de la Secretaría de la Defensa Nacional; Ricardo Trejo Serrano,
Director General de Procedimientos Penales de la Procuraduría General de la República; Guillermo Leopoldo Mendoza
Argüello, Representante de la Sección 5º del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional; Francisca Méndez
Escobar, Jefa de Cancillería y Encargada de Asuntos Económicos, Políticos, Jurídicos y Prensa, Embajada de México en
Costa Rica, y José Ignacio Martín del Campo, Director de Casos de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

6
El 23 de junio de 2009 “algunos estudiantes del postgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
Autónoma de México” presentaron al Tribunal “un documento […] en calidad de AMICI CURIAE”. Sin embargo, en el
documento referido no constan los nombres y datos de identificación de “los estudiantes” que presentan el escrito, por lo
que, siguiendo instrucciones de la Presidenta del Tribunal, se solicitó al remitente, de conformidad con el artículo 27.1 del
Reglamento del Tribunal, indicar el nombre, la firma y los datos de identificación de las personas que suscriben el referido
documento. Dicha información no fue recibida.

7
Firmó el escrito Martin Macpherson, Director del Programa de Derecho Internacional y Organizaciones de
Amnistía Internacional.

8
No se recibió escrito original.
6

en tareas de seguridad pública9. El 22 de julio de 2009 la Corte recibió de la señora Victoria Livia
Unzueta Reyes un escrito mediante el cual aporta elementos sobre la construcción y
funcionamiento de la justicia militar en México10. El 21 de julio de 2009 el Tribunal recibió de
“una coalición de organizaciones mexicanas defensoras de derechos humanos” un escrito
mediante el cual formularon consideraciones acerca de la aplicación del fuero militar a casos de
violaciones de derecho humanos en México11. El 21 de julio de 2009 la Corte recibió de la
Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos un escrito a través
del cual formularon consideraciones sobre el derecho a un recurso efectivo y a obtener una
reparación justa y adecuada en casos de desaparición forzada de personas 12. El 21 de julio de
2009 el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional presentó un escrito en el que se refirió
al desarrollo de la noción de desaparición forzada de personas y las consecuencias de su
consagración en el derecho internacional de los derechos humanos 13. El 21 de julio de 2009 esta
Corte recibió de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos un escrito sobre el
impacto de la utilización de militares en tareas de seguridad pública en México 14. El 22 de julio
de 2009 la Corte recibió de la Clínica de Interés Público de la División de Estudios Jurídicos del
Centro de Investigación y Docencia Económicas un escrito mediante el cual se refirieron al fuero
militar en México15. El 22 de julio de 2009 la Corte recibió de la señoras Gabriela Rodríguez
Huerta y Karen Hudlet Vázquez un escrito con consideraciones sobre la validez tanto de la
declaración interpretativa como de la reserva formuladas por México a la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada16. El 24 de julio de 2009 alumnos de la Maestría en
Derechos Humanos y Democracia de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede
México, remitieron un escrito sobre “[l]a aplicación expansiva del fuero militar mexicano en
perjuicio de civiles que han sido víctimas de violaciones a sus derechos fundamentales” 17. El 27
de julio de 2009 la Corte recibió del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez un
escrito referido al contexto histórico dentro del que se alegan ocurrieron las presuntas
violaciones a derechos humanos en perjuicio del señor Rosendo Radilla Pacheco,
9
Firmó el documento Rocío Culebro Bahena, Directora Ejecutiva.

10
Firmó el escrito Victoria Livia Unzueta Reyes.

11
Firmó el escrito Stephanie Erin Brewer. El escrito de amicus curiae fue suscrito y presentado por las siguientes
organizaciones: Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC-México); Católicas por el Derecho a Decidir (CDD);
Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS); Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, O.P.; Centro
de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh); Centro de Derechos Humanos de la Montaña
Tlachinollan (Tlachinollan); Centro de Estudios Sociales y Culturales Antonio de Montesinos (CAM); Fundar, Centro de
Análisis e Investigación; Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD); Red Nacional de Organismos
Civiles de Derechos Humanos “Todos los derechos para todas y todos” (RedTDT), y Red Solidaria Década Contra la
Impunidad. Asimismo, dicho escrito fue presentado por las organizaciones: Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé
de las Casas (FrayBa) y Red por los Derechos de la Infancia en México. Sin embargo, estas últimas no confirmaron ante la
Corte la suscripción del mismo.

12
Firmaron el escrito Carmelo Faleh Pérez, Secretario de la Asociación, y Carlos Villán Durán, Presidente de la
Asociación.

13
Firmaron el escrito los señores Gisela de León, Luis Diego Obando, Viviana Krsticevic y Vanessa Coria.

14
Firmó el escrito Maureen C. Meyer, Coordinadora del Programa para México y Centro América.

15
Firmaron el documento Javier Cruz Angulo Nobara, profesor; Benjamín Uriel Salinas Morales, Víctor Daniel
Gutiérrez Morales, Anel Alejandra Valadez Murillo y Marcos Zavala Cruz, estudiantes.

16
Firmó el documento Gabriela Rodríguez Huerta, académica y profesora de la Facultad de Derecho del Instituto
Tecnológico Autónomo de México (ITAM).

17
Firmaron el escrito Sara Luz Enríquez Uscanga, Manuel Amador Velásquez, Mariana Castilla Calderas, Angélica
Saucedo Quiñones, Claudia Liza Corona de la Peña, Yedana Reneé García Flores, Silvano Cantú Martínez, Roberto Josué
Bermúdez Olivos, Laura Rebeca Martínez Moya, Paulina Gutiérrez Jiménez, Ana Paula Hernández Pontón, Mario Patrón
Sánchez y Katherine Mendoza.
7

particularmente, en relación con “las investigaciones realizadas por el Estado respecto de los
delitos cometidos durante el período conocido en México como ‘Guerra Sucia’” 18.

III
EXCEPCIONES PRELIMINARES

14. Como se dijo, en su escrito de contestación de la demanda el Estado interpuso cuatro


excepciones preliminares relativas a la competencia temporal y material de este Tribunal para
conocer del presente caso. Al respecto, la Corte estima necesario reiterar que, como todo
órgano con funciones jurisdiccionales, tiene el poder inherente a sus atribuciones de determinar
el alcance de su propia competencia (compétence de la compétence). En tal sentido, esta Corte
ha considerado que no puede dejar a la voluntad de los Estados la determinación de cuáles
hechos se encuentran excluidos de su competencia 19. Tomando en cuenta lo anterior, la Corte
analizará la procedencia de las excepciones preliminares interpuestas en el orden en que fueron
planteadas.

A. Incompetencia ratione temporis para conocer los méritos del caso debido a la
fecha de depósito del instrumento de adhesión de México a la Convención Americana

15. El Estado señaló que la Corte “[c]arece de competencia ratione temporis para conocer
sobre los méritos del caso […], ya que […] firmó su instrumento de adhesión a la Convención
Americana […] el 2 de marzo de 1981 y lo depositó en la Secretaría General de la OEA el 24 de
marzo de 1981”. En este sentido, alegó que al momento en que tuvieron lugar los hechos de
este caso “[n]o existía obligación internacional alguna sobre la cual [la] Corte tenga
competencia para conocer”. Agregó que de acuerdo a la Convención Americana, las obligaciones
jurídicas no podrían aplicarse retroactivamente. El Estado no controvirtió el carácter permanente
o continuado de la desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco, sino indicó que “[n]o
existía un instrumento sobre el cual se le pudiera imputar la responsabilidad internacional por
dichos actos” en la fecha en que ocurrieron, es decir, el 25 de agosto de 1974. En esta línea,
argumentó que “[s]i el inicio de un acto estatal no tiene relevancia jurídica, al no existir
obligación al momento en que se efectúa, tampoco lo puede tener la continuación del mismo.
Así, aún ante una desaparición, la Corte Interamericana no tiene competencia para conocer de
actos jurídicamente irrelevantes, independientemente de que éstos continúen una vez que se
ratifique la Convención Americana”.

16. La Comisión indicó que no solicitaba una aplicación retroactiva de la Convención y


coincidió con el Estado en que sus obligaciones bajo la misma comienzan a partir de la fecha de
su ratificación. Por su parte, los representantes indicaron que el Estado acepta que tiene
obligaciones plenas y exigibles desde el 24 de marzo de 1981, fecha de su adhesión a la
Convención.

18
Firmaron el documento Luis Arriaga Valenzuela, Director, y Jorge Santiago Aguirre Espinosa y Stephanie Erin
Brewer, abogados. En dicho escrito se indicó que la Fundación Diego Lucero, Familia Guzmán Cruz, Nacidos en la
Tempestad y el Comité de Madres de Desaparecidos de Chihuahua se adherían al mismo. Sin embargo, estas
organizaciones no confirmaron ante la Corte su suscripción.

19
Cfr. Caso de las Hermanas Serrano Cruz Vs. El Salvador. Excepciones Preliminares. Sentencia de 23 de
noviembre de 2004. Serie C No. 118, párr. 74; Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No. 154, párr. 45, y Caso García Prieto y
otros Vs. El Salvador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2007.
Serie C No. 168, párr. 41.
8

17. Los hechos que sustentan la demanda de la Comisión en el presente caso se refieren a la
presunta detención y posterior desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco ocurridas
desde el 25 de agosto de 1974, es decir, desde antes de la adhesión del Estado a la Convención
Americana. No obstante, en el presente caso se alega que la desaparición forzada del señor
Radilla Pacheco “tiene carácter continuo o permanente”, que a la fecha no se conoce su
paradero y que las investigaciones adelantadas al respecto no han producido resultado.

18. De esta manera, la Corte entiende que los hechos alegados o la conducta del Estado que
pudiera implicar su responsabilidad internacional permanecerían vigentes con posterioridad a la
entrada en vigor del tratado para México hasta el presente. La permanencia de esta situación no
ha sido controvertida por el Estado. México alega que, por el contrario, el carácter continuado de
la desaparición forzada de personas es irrelevante en este caso.

19. En sustento de sus alegatos el Estado invocó el principio de irretroactividad de los tratados
contemplado en el artículo 28 de la Convención de Viena sobre el Derechos de los Tratados (en
adelante, “Convención de Viena”), según el cual los Estados Partes no estarán obligados respecto
de actos, hechos o situaciones que hayan tenido lugar antes de la entrada en vigor de un tratado20.

20. La Corte observa que conforme al citado principio, la regla general es que un tratado no
tiene aplicación retroactiva sobre actos o hechos que se hayan consumado con anterioridad a su
entrada en vigor, salvo que una intención diferente se desprenda del mismo o conste de otro
modo. Ahora bien, surge del mismo principio que desde que un tratado entra en vigor es exigible a
los Estados Partes el cumplimiento de las obligaciones que contiene respecto de todo acto posterior
a esa fecha. Ello se corresponde con el principio pacta sunt servanda, según el cual “[t]odo tratado
en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe” 21.

21. De lo anterior, resulta claro que un hecho no puede constituir violación de una obligación
internacional derivada de un tratado a menos que el Estado esté vinculado por dicha obligación
al momento que se produce el hecho. El establecimiento de ese momento y su extensión en el
tiempo tiene entonces relevancia para la determinación no sólo de la responsabilidad
internacional de un Estado, sino de la competencia de este Tribunal para aplicar el tratado en
cuestión.

22. Al respecto, cabe distinguir entre actos instantáneos y actos de carácter continuo o
permanente22. Éstos últimos “se extiende[n] durante todo el tiempo en el cual el hecho continúa
y se mantiene su falta de conformidad con la obligación internacional” 23. Por sus características,
una vez entrado en vigor el tratado, aquellos actos continuos o permanentes que persisten
después de esa fecha, pueden generar obligaciones internacionales respecto del Estado Parte,
sin que ello implique una vulneración del principio de irretroactividad de los tratados.

20
El artículo 28 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados establece que “[l]as disposiciones de
un tratado no obligarán a una parte respecto de ningún acto o hecho que haya tenido lugar con anterioridad a la fecha de
entrada en vigor del tratado para esa parte ni de ninguna situación que en esa fecha haya dejado de existir, salvo que
una intención diferente se desprenda del tratado o conste de otro modo”.
21

?
Artículo 26 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados. En el mismo sentido, cfr. Caso Baena
Ricardo y otros Vs. Panamá. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de febrero de 2001. Serie C No. 72, párr. 99;
I.C.J., Northern Cameroons (Cameroon v. United Kingdom), Preliminary Objections, Judgment of 2 December 1963,
Reports 1963, páginas 18 y 27; y, Permanent Court of International Justice, Case of the Free Zones of Upper Savoy
and the District of Gex, Judgment of 7 June 1932, Series A/B No. 46, páginas 161 y 162.

22
Cfr. Eur. Ct. H.R., Case of Loizidou v. Turkey, Application no. 15318/89, Judgment of 18 December 1996, párrs.
35 y 41.
9

23. Dentro de esta categoría de actos se encuentra la desaparición forzada de personas, cuyo
carácter continuo o permanente ha sido reconocido de manera reiterada por el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos 24, en el cual el acto de desaparición y su ejecución se
inician con la privación de la libertad de la persona y la subsiguiente falta de información sobre
su destino, y permanece hasta tanto no se conozca el paradero de la persona desaparecida y los
hechos no se hayan esclarecido.

24. Con base en lo anterior, la Corte considera que la Convención Americana produce efectos
vinculantes respecto de un Estado una vez que se obligó al mismo. En el caso de México, al
momento en que se adhirió a ella, es decir, el 24 de marzo de 1981, y no antes. De esta
manera, de conformidad con el principio de pacta sunt servanda, sólo a partir de esa fecha rigen
para México las obligaciones del tratado y, en tal virtud, es aplicable a aquellos hechos que
constituyen violaciones de carácter continuo o permanente, es decir, a los que tuvieron lugar
antes de la entrada en vigor del tratado y persisten aún después de esa fecha, puesto que ellas
se siguen cometiendo. Sostener lo contrario equivaldría a privar de su efecto útil al tratado
mismo y a la garantía de protección que establece 25, con consecuencias negativas para las
presuntas víctimas en el ejercicio de su derecho de acceso a la justicia.

25. Por todo lo anteriormente expuesto, esta Corte desestima la presente excepción
preliminar.

B. Incompetencia ratione temporis para aplicar la Convención Interamericana


sobre Desaparición Forzada de Personas debido a la fecha de depósito del instrumento
de adhesión de México a la citada Convención

26. Conforme a la declaración interpretativa formulada al ratificar la CIDFP, el Estado sostuvo


que la Corte carecía de competencia ratione temporis para aplicar dicho instrumento respecto a
hechos que no se hubieran ordenado, ejecutado o cometido con posterioridad a la entrada en
vigor del referido tratado. Por otro lado, México alegó que la Corte carecía de competencia para

23
Artículo 14 del Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad del Estado por Hechos Ilícitos Internacionales. Al
respecto, cfr. James Crawford, The International Law Commission's Articles on State Responsibility- Introduction, Text and
Commentaries, Cambridge, University Press, 2002. En el mismo sentido, cfr. Caso Blake Vs. Guatemala. Excepciones
Preliminares. Sentencia de 2 de julio de 1996. Serie C No. 27, párrs. 39 y 40; Caso Nogueira de Carvalho y otros Vs.
Brasil. Excepciones Preliminares y Fondo. Sentencia de 28 de noviembre de 2006. Serie C No. 161 párr. 45; Caso Ticona
Estrada y otros Vs. Bolivia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2008. Serie C No. 191, párr.
29; I.C.J., United States Diplomatic and Consular Staff in Tehran (United States of America v. Iran), Judgment of 24
May 1980, párr. 78; Eur. Ct. H.R., Case Papamichalopoulos and Others v. Greece, Judgment of 24 June 1993, párrs. 40
y 46; Eur. Ct. H.R., Case Agrotexim and Others v. Greece, Judgment of 24 October 1995, párr. 58, y H.R.C., Case
Lovelace v. Canada, Communication CCPR/C/13/D/24/1977, 30 July 1981, párrs. 10 a 11; Caso de Ivan Somers v.
Hungría, Comunicación CCPR/C/57/D/566/1993, 23 de julio de 1996, párr. 6.3, y Caso de E. y A.K. v. Hungría,
Comunicación CCPR/C/50/D/520/1992, 5 de mayo de 1994, párr. 6.4.

24
Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras. Fondo. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, párr. 155; Caso
Heliodoro Portugal Vs. Panamá. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 12 de agosto de
2008. Serie C No. 186, párr. 106, y Caso Tiu Tojín Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de
noviembre de 2008. Serie C No. 190, párr. 84. La Corte Europea de Derechos Humanos también ha considerado el
carácter continuo o permanente de la la desaparición forzada de personas. Cfr. Case Cyprus v. Turkey, Application No.
25781/94, Judgment of 10 May 2001, párrs. 136, 150 y 158, y Case of Loizidou v. Turkey, supra nota 22, párr. 41.

25
Cfr. Caso Bulacio Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 18 de Septiembre de 2003. Serie C
No. 100, párr. 118; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de
julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 152, y Caso de la Comunidad Moiwana Vs. Surinam. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia 15 de junio de 2005. Serie C No. 124, párr. 165. En la misma línea, cfr. Eur. Ct.
H.R., Klass and others v. Germany, Preliminary Objetion, Judgment of 6 September 1978, párr. 34, y Permanent Court of
Arbitration, Dutch-Portuguese Boundaries on the Island of Timor, Netherlands v. Portugal Arbitral Award of 25 June 1914,
páginas 7 y 8.
10

determinar si la reserva hecha al artículo IX de dicha Convención 26 era compatible o no con el


derecho internacional, pues el Estado jamás había invocado dicha reserva para dejar de cumplir
con sus obligaciones internacionales y porque ésta no había sido materia de litis en el trámite
ante la Comisión Interamericana. Finalmente, el Estado objetó el interés legal de los
representantes para solicitar la nulidad de la referida reserva.

27. La Comisión indicó que no había invocado violaciones a la CIDFP, por lo cual no se
pronunciaba al respecto. Por su parte, los representantes alegaron que la declaración
interpretativa formulada por el Estado mexicano no afectaba la competencia del Tribunal.
Asimismo, sostuvieron que tanto la CIDFP como la reserva a su artículo IX habían formado parte
de la litis en el ámbito nacional y en el internacional.

28. En cuanto a la competencia ratione temporis para conocer de presuntas violaciones a la


CIDFP, la Corte observa que México, al ratificar dicha Convención el 9 de abril de 2002, realizó
la siguiente “declaración interpretativa”:

“Con fundamento en el artículo 14 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, […] se
entenderá que las disposiciones de dicha Convención se aplicarán a los hechos que constituyan
desaparición forzada de personas, se ordenen, ejecuten o cometan con posterioridad a la entrada en
vigor de la presente Convención”.

29. Al respecto, el Tribunal advierte que el artículo 14 de la Constitución Política mexicana, al


que hace referencia la declaración interpretativa dispone, inter alia, que “[a] ninguna ley se dará
efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna”. Con base en lo anterior, el Estado adujo que
“[l]a limitación temporal de México a la CIDFP es admisible […] ya que la […] Corte sí puede
conocer sobre desapariciones forzadas ejecutadas con posterioridad al 9 de abril de 2002. […]
Toda vez que la limitación del Estado mexicano al instrumento […] se refiere a hechos que se
ejecuten con anterioridad al 9 de abril de 2002, la […] Corte se encuentra impedida para
conocer sobre hechos o actos que se cometieron o se ejecutaron antes del 9 de abril de 2002, y
cuyos efectos se consumaron en ese acto”.

30. La “declaración” realizada por México permite aclarar el sentido o alcance temporal
respecto a la aplicación de la CIDFP. Del sentido corriente de sus términos, se desprende
claramente que las disposiciones de tal instrumento son aplicables a hechos que se ejecuten o
cometan con posterioridad a su entrada en vigor. A la luz del artículo 31 de la Convención de
Viena, este Tribunal ha afirmado que el "sentido corriente" de los términos no puede ser una
regla por sí misma sino que debe involucrarse dentro del contexto y, en especial, dentro del
objeto y fin del tratado27. Asimismo, el Tribunal ha sostenido que el “sentido corriente de los
términos” debe analizarse como parte de un todo cuyo significado y alcance debe fijarse en
función del sistema jurídico al cual pertenece28.
26
Al ratificar la CIDFP, México formuló la siguiente reserva: “El Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos […]
formula reserva expresa al artículo IX, toda vez que la Constitución Política reconoce el fuero de guerra, cuando el militar
haya cometido algún ilícito encontrándose en servicio. El fuero de guerra no constituye jurisdicción especial en el sentido
de la Convención, toda vez que conforme al artículo 14 de la Constitución mexicana nadie podrá ser privado de la vida, de
la libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales previamente
establecidos, en el que se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las leyes expedidas con
anterioridad al hecho”.

27
Cfr. Propuesta de Modificación a la Constitución Política de Costa Rica Relacionada con la Naturalización. Opinión
Consultiva OC-4/84 del 19 de enero de 1984. Serie A No. 4, párr. 23; Compatibilidad de un Proyecto de ley con el artículo
8.2.h de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-12/91 de 6 de diciembre de 1991.
Serie A No. 12, párr. 21, y Artículo 55 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-
20/09 de 29 de septiembre de 2009. Serie A No. 20, párr. 26.

28
Cfr. El Derecho a la Información sobre la Asistencia Consular en el Marco de las Garantías del Debido Proceso
Legal. Opinión Consultiva OC-16/99 de 1 de octubre de 1999. Serie A No. 16, párr. 113; Caso Bueno Alves Vs. Argentina.
11

31. De esta manera, la interpretación debida a los términos “ejecutan o cometan” de la


declaración de México a la CIDFP, no puede ser otra que una consecuente con la caracterización
que el propio tratado realiza de la desaparición forzada 29 y con el efecto útil de sus
disposiciones, de manera que su aplicación incluya los actos de desaparición forzada de
personas que continúen o permanezcan más allá de la fecha de entrada en vigor 30 para México,
es decir, el 9 de abril de 2002, en tanto no se establezca el destino o paradero de la víctima 31.

32. En el caso que nos ocupa, se alega que la desaparición forzada del señor Radilla Pacheco
continúa ejecutándose. De allí que la eventual aplicación de la CIDFP al presente caso se
encuentra dentro de la competencia temporal de esta Corte.

*
* *

33. Por otra parte, México alegó la incompetencia del Tribunal para conocer sobre la supuesta
nulidad de la reserva hecha al artículo IX de la CIDFP. Al respecto, la Corte observa que el
alegato del Estado corresponde a una excepción preliminar que tiene por objeto prevenir el
conocimiento de la Corte sobre la supuesta “nulidad” de la citada reserva, relativa a la
“jurisdicción penal militar en casos de Desaparición Forzada de Personas” y, en consecuencia, de
la aplicación de dicho artículo al presente caso.

34. Ha sido un criterio sostenido por este Tribunal que la Convención Americana le confiere
jurisdicción plena sobre todas las cuestiones relativas a un caso sometido a su conocimiento,
incluso sobre los presupuestos procesales en los que se funda la posibilidad de que ejerza su
competencia32.

Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 11 de mayo de 2007. Serie C No. 164, párr. 78, y Artículo 55 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-20/09, supra nota 27, párr. 26. En el mismo
sentido, la Corte Internacional de Justicia ha señalado que “[n]o puede basarse en una interpretación puramente
gramatical del texto. [La Corte] debe procurar una interpretación que sea armónica con la forma natural y razonable de
leer el texto” (traducción de la Secretaría). Cfr. I.C.J., Case Anglo-Iranian Oil Company Case. (United Kingdom v Iran),
Preliminary Objection. Judgment of 22 July 1952, página 104.

29
Al respecto, la Corte reitera, de conformidad con la parte pertinente del artículo III de la CIDFP, que el delito de
desaparición forzada de personas “será considerado como continuado o permanente mientras no se establezca el destino
o paradero de la víctima”.

30
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 155; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá,
supra nota 24, párr. 106, y Caso Tiu Tojín Vs. Guatemala, supra nota 24, párr. 52.

31
Cfr. artículo III de la CIDFP. Sobre esta materia, resulta relevante el criterio adoptado por la Suprema Corte de
Justicia de México al analizar la entrada en vigencia de dicha Convención. La Suprema Corte mexicana estableció que
“[las disposiciones establecidas en la CIDFP] no podrán aplicarse a aquellas conductas constitutivas de una desaparición
cuya consumación hubiera cesado antes de que adquiriera obligatoriedad la nueva norma, pero no debe interpretarse en
el sentido de que no se aplique a las conductas típicas de tal delito que habiéndose iniciado antes de su vigencia, se
continúen consumando durante ella, pues al tener el delito de desaparición forzada de personas el carácter de
permanente o continuo puede darse el caso de que las conductas comisivas del ilícito se sigan produciendo durante la
vigencia de la Convención.” Cfr. Suprema Corte de Justicia de la Nación de México, Tesis: P./J. 49/2004. “Desaparición
Forzada de Personas a que se refiere la Convención Interamericana de Belém, Brasil, de nueve de junio de mil
novecientos noventa y cuatro. La declaración interpretativa formulada por el gobierno mexicano no viola el principio de
irretroactividad de la ley consagrada en el artículo 14 constitucional”. Novena Época, Instancia: Pleno
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. XX, Julio de 2004 Página: 967. Jurisprudencia
Materia(s): Constitucional.

32
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras. Excepciones Preliminares. Sentencia de 26 de junio de 1987. Serie
C No. 1, párr. 29; Caso Castañeda Gutman Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 6 de agosto de 2008. Serie C No. 184, párr. 40, y Caso Garibaldi Vs. Brasil. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de septiembre de 2009. Serie C No. 203, párr. 35.
12

35. La Corte constató que durante el procedimiento ante la Comisión, los representantes
alegaron la supuesta violación del artículo IX de la CIDFP 33. En tal sentido, hicieron referencia a
la reserva formulada por el Estado, expresando que ésta “frusta[ba] el objeto y fin de dicha
Convención; además[, que] impid[ía] que [dicho] instrumento complement[ara] la legislación
nacional en [la] materia”34, y pidieron a la Comisión que “solicit[ara] al Estado mexicano
retir[ar] la reserva y declaración interpretativa interpuesta a la [CIDFP], por contravenir [su] fin
y objeto […]”35. Al respecto, en su Informe de Admisibilidad, la Comisión admitió la petición
presentada, “en relación con los hechos denunciados y respecto de los artículos […] I, III, IX, XI,
y XIX [de la citada Convención]”36, aunque en el Informe de Fondo estimó que “no [era]
necesario pronunciarse sobre las violaciones alegadas a los artículos I, II, III, IX, XI, y XIX de la
[CIDFP]”37. Por lo anterior, esta Corte estima que durante el trámite del caso ante la Comisión,
el Estado tuvo la oportunidad de presentar sus argumentos al respecto y, ante este Tribunal, no
ha acreditado un perjuicio a su derecho de defensa en ese sentido.

36. En lo concerniente, la Corte considera que la inclusión en el escrito de solicitudes y


argumentos de la petición de que la Corte se pronuncie sobre la supuesta nulidad de la reserva
efectuada por México a la CIDFP está vinculada con la alegada violación de la disposición a la
cual está referida dicha reserva. Por su parte, el Estado ha tenido la oportunidad de presentar
sus argumentos de defensa en cuanto a dichas solicitudes ante este Tribunal.

37. Con base en las consideraciones precedentes la Corte desestima esta excepción
preliminar.

38. Finalmente, el Tribunal observa que el Estado invocó en sus alegatos finales escritos la
“[f]alta de agotamiento de los recursos internos a fin de impugnar la nulidad de la reserva
interpuesta por México al artículo IX de la CIDFP”. Al respecto, indicó que “[t]oda vez que los
[representantes habían] introdu[cido] una nueva cuestión a la litis, el Estado mexicano se
enc[ontraba] en posibilidad de invocar la regla de la falta de agotamiento de recursos internos”.
Sobre esta solicitud, basta reiterar que conforme al artículo 38.1 del Reglamento de la Corte “las
excepciones preliminares sólo podrán ser opuestas en el escrito de contestación de la demanda”.
En consecuencia, este Tribunal no puede considerar dicha solicitud por ser extemporánea.

C. Incompetencia ratione materiae para utilizar la Carta de la Organización de


Estados Americanos (OEA) como fundamento para conocer del caso

39. El Estado alegó que la Corte Interamericana carecía de competencia “[p]ara utilizar la
Carta de la Organización de los Estados Americanos [suscrita en Bogotá en 1948, en adelante la
“Carta de la OEA”] como fundamento para conocer […] del presente caso”. El Estado señaló que
los representantes fundamentaban la competencia de este Tribunal no sólo en la Convención

33
Cfr. Escrito remitido por los peticionarios a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 5 de enero de
2006 (expediente de anexos a la demanda, anexo 1.24, folios 329 a 333).

34
Cfr. Partes pertinentes del escrito de 18 de junio de 2002 remitido por los peticionarios a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (expediente de anexos a la demanda, anexo 1.4, folio 144).

35
Cfr. Escrito remitido por los peticionarios a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 5 de enero de
2006 (expediente de anexos a la demanda, anexo 1.24, folio 431).

36
Cfr. Informe de Admisibilidad No. 65/05 de 12 de octubre de 2005 (expediente de anexos a la demanda,
apéndice 2, folio 56).
37

?
Cfr. Informe de Fondo No. 60/07 de 27 de julio de 2007 (expediente de anexos a la demanda, apéndice 1, folio
44).
13

Americana sino también en la referida Carta, la cual no le confería a la Corte “ninguna facultad
para funcionar como su órgano supervisor y guardián” y que, por tanto, este Tribunal debía
inhibirse de utilizar dicho instrumento para fundamentar su competencia para conocer los
méritos del presente caso.

40. La Comisión no presentó alegatos al respecto, en la medida que, según sostuvo, no


alegaba la supuesta violación de la Carta de la OEA.

41. Por su parte, los representantes manifestaron que no habían solicitado a la Corte declarar
violación alguna respecto a la Carta de la OEA. Indicaron que “[l]a Carta de la OEA, así como la
Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre deben servir para interpretar y
determinar el alcance de las obligaciones que tienen los Estados y el momento en el cual
adquirieron dichas obligaciones que se perfeccionaron al firmar y ratificar la Convención
Americana sobre Derechos Humanos”. En tal sentido, agregaron que es un argumento con la
finalidad de que en “el establecimiento de la responsabilidad internacional del Estado mexicano
se tomen en cuenta las obligaciones que adquirió y se comprometió a cumplir desde 1948”,
fecha en que se firmó la Carta de la OEA.

42. La respuesta de los representantes deja claro que no existe en este punto controversia
con lo que señala el Estado. La Corte precisa, que efectivamente, no tiene competencia para
aplicar disposiciones de la Carta de la OEA en el marco de un proceso contencioso 38.

43. De lo anterior, el Tribunal considera que la excepción preliminar interpuesta no tiene


objeto por lo que, en consecuencia, debe desestimarse.

D. Incompetencia ratione temporis para conocer de presuntas violaciones a los


derechos a la vida y a la integridad personal (artículos 4 y 5 de la Convención
Americana) en perjuicio del señor Rosendo Radilla Pacheco

44. La Corte observa que la excepción interpuesta por el Estado se fundamenta en la


presunción según la cual una persona desaparecida se tiene como muerta cuando haya
transcurrido un tiempo considerable, sin que se tenga noticias de su paradero o de la
localización de sus restos. El Estado sostiene que, bajo un análisis de derecho y de
jurisprudencia comparada, la muerte y alegada tortura del señor Rosendo Radilla Pacheco
habrían ocurrido con anterioridad a la fecha de ratificación de la competencia contenciosa de la
Corte el 16 de diciembre de 1998, ya que desde la fecha de su detención, el 25 de agosto de
1974, habrían transcurrido más de 24 años sin conocer noticias de su paradero.

45. No es posible para este Tribunal arribar en esta etapa del procedimiento a la conclusión
que conlleva la presunción alegada por el Estado, sin que ello implique adelantar el análisis
sobre ciertos hechos afirmados y las pruebas allegadas en su conjunto. En efecto, la presunción
de muerte invocada por el Estado, como tal, tiene el carácter iuris tantum, es decir, admite
prueba en contrario. La misma busca concluir que una persona desaparecida o de la que no se
tiene noticias, luego de transcurrido cierto tiempo sin tener prueba alguna sobre su paradero o
destino, se presume muerta.

46. Una presunción de este tipo debe tener al menos los siguientes elementos para que
pueda configurarse: a) que exista un hecho o estado de cosas, b) la inexistencia de prueba que
permitiese razonablemente inferir que dicho estado de cosas no es tal, c) la existencia de una

38
Cfr. Interpretación de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en el Marco del Artículo
64 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-10/89 de 14 de julio de 1989. Serie A
No. 10, párr. 44, y Caso Bueno Alves Vs. Argentina, supra nota 28, párr. 58.
14

regla de presunción respecto al hecho o estado de cosas referido, y d) la conclusión de la


presunción a la que se puede llegar luego de dicho análisis. Así, para poder ser analizada de
manera íntegra en esta etapa del procedimiento, la Corte debería entonces considerar y valorar
ciertos hechos afirmados en la demanda que hacen parte de los méritos de fondo del caso, la
inexistencia de pruebas que demuestren lo contrario, y la existencia de la regla de presunción de
muerte, para finalmente llegar a la conclusión establecida en la presunción.

47. Igualmente, el Tribunal observa que las reglas de presunción, por lo general, invierten la
carga de la prueba de ciertos hechos a favor de alguna de las partes en el proceso, cuando por
ausencia de pruebas concluyentes no se puede llegar a afirmar el hecho que la presunción
establece, ello con el fin de alcanzar certeza jurídica en el litigio de un caso sobre los hechos
bajo análisis. En el caso de la presunción de muerte por desaparición forzada, la carga de la
prueba recae sobre la parte que tenía el presunto control sobre la persona detenida o retenida y
la suerte de la misma —generalmente el Estado—, quien tiene que demostrar el hecho contrario
que se concluye de dicha presunción, es decir que la persona no ha muerto.

48. En este sentido, sería inadmisible que la parte sobre quien recae la carga de desvirtuar la
presunción haga uso de la misma a fin de excluir o limitar, anticipadamente mediante una
excepción preliminar, la competencia del Tribunal sobre ciertos hechos en un caso de
desaparición forzada. De lo contrario, el Estado estaría usando la presunción de muerte para
invertir nuevamente la carga de la prueba sobre quien la alegó por primera vez, es decir la
Comisión y las presuntas víctimas. El uso de una presunción de tal manera hace ineficaz la
existencia de la misma y desvirtúa el sentido de su existencia en el derecho.

49. En todo caso, la Corte advierte que la presunción de muerte en casos de desaparición
forzada sólo permite concluir que se presume que el señor Rosendo Radilla murió, mas no
conlleva a establecer con certeza o aproximación la fecha exacta de su muerte, lo cual sería
determinante para dar lugar a lo que el Estado solicita.

50. Por todo lo expuesto, este Tribunal desestima la presente excepción preliminar y se
declara competente para analizar los hechos que presuntamente vulnerarían los artículos 4 y 5
de la Convención Americana en perjuicio del señor Radilla Pacheco.

convencionalidadV
RECONOCIMIENTO PARCIAL DE RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL

51. En la contestación de la demanda el Estado efectuó un reconocimiento parcial de su


responsabilidad internacional (supra párr. 6) en los siguientes términos:

• el Estado reconoce “[s]u responsabilidad internacional derivada de la violación de


los artículos 5, 7, así como el incumplimiento parcial a las obligaciones derivadas de los
artículos 8 y 25, todos de la Convención y en conexión con el 1.1 del mismo instrumento
en perjuicio del señor Rosendo Radilla Pacheco”, y
• el Estado reconoce “su responsabilidad internacional derivada del incumplimiento
del artículo 5, así como el incumplimiento parcial a las obligaciones derivadas de los
artículos 8 y 25, todos de la Convención y en conexión con el 1.1 del mismo documento,
en perjuicio de los familiares del señor Rosendo Radilla Pacheco”.

52. En tal sentido, manifestó que:

 “[t]oda vez que la justicia penal mexicana persiguió e instauró un proceso


penal contra el señor Francisco Quiroz Hermosillo, se reconoce que el señor Rosendo
15

Radilla Pacheco fue privado ilegal y arbitrariamente de su libertad por un funcionario


publico”;
 “[e]l Estado […] incurrió en una demora injustificada en las investigaciones
por la desaparición del señor Rosendo Radilla Pacheco, en la localización de sus restos y
en la identificación de los probables responsables de los hechos delictivos”. Así, “[e]n el
caso sub judice, el Estado mexicano no ha podido garantizar a los peticionarios que su
derecho al debido proceso sea garantizado rápidamente”;
 “el Estado mexicano es consciente que la obligación de investigar y sancionar
hechos presumibles de violar derechos humanos no puede ser trasladada a los
peticionarios, pero también es pertinente señalar que la investigación y sanción de dichos
hechos se torna más difícil cuando no son denunciados oportunamente”. Ello “acarreó un
serio retraso en el esclarecimiento de los hechos del caso, por cuanto que la obtención de
evidencia, tanto para la determinación de los probables responsables, como para la
localización de los restos mortales del señor Rosendo Radilla Pacheco, se complica
conforme transcurre el tiempo”;
 “[s]i bien el Estado admite la demora injustificada en este caso, también solicita a
la […] Corte tomar particularmente en consideración la complejidad del presente asunto
para determinar la razonabilidad del plazo para su resolución. La propia Corte ha
admitido la dificultad que implica la investigación de un caso que ocurrió largo tiempo
atrás de las primeras denuncias ministeriales e incluso ante órganos no jurisdiccionales
presentadas por los familiares y representantes de la presunta víctima”, y
 “[s]e habla, pues, de una denegación de justicia, no por negligencia o voluntad de
mantener impunidad por parte del Estado, sino porque no ha sido posible localizar los
restos óseos del señor Rosendo Radilla Pacheco o establecer su paradero. […] Resulta
innegable que la demora injustificada en las investigaciones ha acarreado un perjuicio
para los familiares del señor Rosendo Radilla Pacheco, en cuanto que no han podido tener
noticias sobre su paradero y suerte. Adicionalmente, la angustia propia de la naturaleza
humana al desconocer la suerte de un ser querido, obligan a un reconocimiento de la
responsabilidad del Estado sobre dicha situación, en violación al artículo 5 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos”.

53. Por otra parte, el Estado controvirtió la alegada impunidad en el presente caso, “ya que
la investigación continúa”, y porque “existen elementos suficientes para demostrar que
actualmente las autoridades agotan todos los medios legales a su alcance para evitar[la]”. El
Estado también indicó que la Corte “debería declararse incompetente para analizar el contexto
circunstancial […] en este caso”. Finalmente, el Estado mexicano negó su “responsabilidad
internacional derivada del incumplimiento de los artículos 2, 3 y 13 de la Convención”.

54. Es de destacarse que en relación con la alegada violación del artículo 4 (Derecho a la
Vida) de la Convención Americana en perjuicio del señor Rosendo Radilla Pacheco, el Estado no
expresó el reconocimiento de su violación, sin embargo, indicó que se presumía su muerte
(supra párr. 44). Al respecto, manifestó que “[s]i bien en el presente caso no existen pruebas
fehacientes de que el señor Rosendo Radilla Pacheco fue privado de su vida, la imposibilidad de
allegarse de pruebas contundentes, no es óbice para suponer que […] no ha muerto. Por el
contrario, siendo congruentes con los criterios de la […] Corte, después de 34 años en los que
no se ha tenido noticia sobre [su] paradero o suerte […], es razonable presumir que ha
fallecido”.

55. El reconocimiento de responsabilidad expresado fue reiterado durante la audiencia


pública celebrada en el presente caso (supra párr. 9), en la cual el representante del Estado
indicó que:
16

La posición del Estado sigue siendo la misma que la que se contiene en la contestación de la demanda,
no ha habido ninguna variación al respecto. El […] Estado lo que enfatizó fue que México no controvierte
los hechos y, habida cuenta de la jurisprudencia de [… la] Corte, puede hoy en día lamentablemente
presumirse la muerte del señor Rosendo Radilla.

56. En cuanto a las reparaciones solicitadas, el Estado reiteró la propuesta de reparación


integral presentada durante el trámite ante la Comisión. En lo que se refiere a la publicación de
la sentencia, en caso de ser ésta condenatoria, así como la solicitud de realizar un
reconocimiento público de responsabilidad, el Estado precisó que se sujetaba a lo que resolviera
la Corte. En relación con las costas y gastos, indicó que el Reglamento de la Corte señala que
dicho rubro se incluirá en la sentencia, si procede, lo que implica que no en todos los casos
dichos rubros tendrán lugar o deberán satisfacerse. Así, el Estado se opuso a determinados
gastos solicitados por los representantes de las presuntas víctimas.

57. Sobre el universo de víctimas, beneficiarias de las reparaciones “[e]l Estado, de buena fe,
reconoc[ió] el vínculo familiar de […] Tita, Andrea y Rosendo, todos de apellido Radilla Martínez.
[…] Sin embargo, solicit[ó] a la […] Corte […] no considerar como víctimas en el presente caso
a Victoria Martínez Neri, ni a Romana, Evelina, Rosa, Agustina, Ana María, Carmen, Pilar,
Victoria ni Judith, todas de apellido Radilla Martínez, por no haber sido presentadas como tales
por la Comisión en el momento procesal oportuno”. Además, el Estado alegó que en el presente
caso “no hay cabida para una reparación de carácter colectivo”. El Estado afirmó que “[n]o
existe nexo causal alguno entre las presuntas violaciones a los derechos del señor Radilla y […]
las presuntas afectaciones a la comunidad de Atoyac de Álvarez”.

58. La Comisión Interamericana indicó que “[s]in desestimar el valor y la trascendencia del
reconocimiento de responsabilidad efectuado por el Estado […], empezando por sus cuatro
excepciones preliminares, varios argumentos […] del Estado […] controv[ertían] los hechos
supuestamente reconocidos”. En ese sentido, la Comisión solicitó que la Corte resuelva en
sentencia las cuestiones que permanecen en contención. Los representantes, por su parte,
indicaron diversos hechos sobre los cuales consideraban que el Estado habría aceptado su
responsabilidad y solicitaron al Tribunal que decida sobre los alcances del mismo.

59. De conformidad con los artículos 56.2 y 58 del Reglamento 39, y en ejercicio de sus
poderes de tutela judicial internacional de los derechos humanos, la Corte puede determinar si
un reconocimiento de responsabilidad internacional efectuado por un Estado demandado ofrece
una base suficiente, en los términos de la Convención Americana, para continuar el
conocimiento del fondo y determinar las eventuales reparaciones y costas 40.

39
En lo pertinente, los artículos 56.2 y 58 del Reglamento de la Corte establecen que:

Artículo 56. Sobreseimiento del caso

[…]

2. Si el demandado comunicare a la Corte su allanamiento a las pretensiones de la parte demandante y a


las de las presuntas víctimas, o sus representantes, la Corte, oído el parecer de las partes en el caso, resolverá
sobre la procedencia del allanamiento y sus efectos jurídicos. En este supuesto, la Corte procederá a determinar,
cuando fuere el caso, las reparaciones y costas correspondientes.

Artículo 58. Prosecución del examen del caso

La Corte, teniendo en cuenta las responsabilidades que le incumben de proteger los derechos humanos, podrá
decidir que prosiga el examen del caso, aun en presencia de los supuestos señalados en los artículos
precedentes.

40
Cfr. Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de
2003. Serie C No. 101, párr. 105; Caso Valle Jaramillo y otros Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
27 de noviembre de 2008. Serie C No. 192, párr. 28, y Caso Kawas Fernández Vs. Honduras. Fondo, Reparaciones y
17

60. Dado que los procesos ante esta Corte se refieren a la tutela de los derechos humanos,
cuestión de orden público internacional que trasciende la voluntad de las partes, el Tribunal
debe velar porque los actos de allanamiento resulten aceptables para los fines que busca
cumplir el sistema interamericano. En esta tarea no se limita únicamente a verificar las
condiciones formales de los mencionados actos, sino que los debe confrontar con la naturaleza y
gravedad de las violaciones alegadas, las exigencias e interés de la justicia, las circunstancias
particulares del caso concreto y la actitud y posición de las partes 41.

61. En lo que se refiere a los hechos del presente caso, la Corte observa que el Estado no
precisó de manera clara y específica los hechos de la demanda que dan sustento a su
reconocimiento parcial de su responsabilidad. No obstante, al haberse allanado a las alegadas
violaciones de los artículos 5 y 7 de la Convención Americana, en relación con la obligación
establecida en el artículo 1.1 de la misma, este Tribunal entiende que México también ha
reconocido los hechos que, según la demanda —marco fáctico de este proceso—, configuran
esas violaciones; es decir, aquellos relativos a la detención y posterior desaparición del señor
Rosendo Radilla Pacheco a manos de efectivos del ejército mexicano, así como la afectación a la
integridad personal en su perjuicio. Sobre este último punto, la Corte observa que el Estado se
allanó a la violación del artículo 5 de la Convención, en perjuicio de sus familiares, por el
incumplimiento parcial de los artículos 8 y 25 de la Convención Americana. El Estado ha
aceptado la demora injustificada en las investigaciones tendientes a dar con el paradero del
señor Radilla Pacheco y a ubicar y sancionar a los responsables; no obstante, ha negado que
persista impunidad en este caso y, si bien afirmó que existe una denegación de justicia en el
presente caso, indicó que aquélla no se debía a la “negligencia o voluntad de mantener
impunidad por parte del Estado” (supra párr. 53).

62. Sin perjuicio de lo anterior, el Tribunal decide aceptar el reconocimiento formulado por el
Estado y calificarlo como una admisión parcial de hechos y allanamiento parcial a las
pretensiones de derecho contenidos en la demanda de la Comisión y en el escrito de solicitudes
y argumentos de los representantes.

63. Por otra parte, el Tribunal advierte que se mantiene la controversia entre las partes en
cuanto a la alegada violación de los artículos 4 (Derecho a la Vida) y 3 (Derecho al
Reconocimiento de la Personalidad Jurídica), en perjuicio de Rosendo Radilla Pacheco, 5
(Derecho a la Integridad Personal), en perjuicio de “la comunidad donde habitó el señor Radilla
Pacheco”, 8 (Garantías Judiciales), en relación con ciertas garantías del debido proceso, 13
(Libertad de Pensamiento y de Expresión), en perjuicio de los familiares del señor Rosendo
Radilla, en relación con el derecho a conocer la verdad, y 2 (Deber de Adoptar Disposiciones de
Derecho Interno), todos ellos contemplados en la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 de la misma. Asimismo, subsiste la controversia en relación con el alegado
incumplimiento de los artículos I, II, III, IX y XI de la CIDFP, así como la determinación de las
eventuales reparaciones.

64. En cuanto a las presuntas víctimas, el Estado, en su escrito de contestación de la


demanda sólo aceptó como tales a tres de los trece familiares señalados como presuntas
víctimas en la demanda bajo el argumento de que las demás personas (la esposa y los nueve
hijos restantes del señor Radilla Pacheco) no fueron mencionados en el Informe de Fondo de la
Comisión. En consecuencia, subsiste la controversia respecto a quiénes deben ser considerados

Costas. Sentencia de 3 de abril de 2009 Serie C No. 196, párr. 23.

41
Cfr. Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala, supra nota 40, párrs. 106 a 108; Caso Ticona Estrada y otros Vs.
Bolivia, supra nota 23, párr. 21, y Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, supra nota 40, párr. 24.
18

como presuntas víctimas. Por tal razón, la Corte procederá a su determinación en el capítulo
correspondiente (infra párrs. 104 a 113) sobre la base de su jurisprudencia y de la prueba
allegada al respecto.

*
* *

65. La Corte valora el reconocimiento y admisión parcial de hechos y el allanamiento


respecto de algunas pretensiones efectuados por el Estado. Después de haber examinado dicho
reconocimiento, y tomado en cuenta lo manifestado por la Comisión y los representantes,
considera necesario dictar una Sentencia en la cual se determinen los hechos y todos los
elementos del fondo del asunto, así como las correspondientes consecuencias en cuanto a las
reparaciones.42

VI
PRUEBA

66. Con base en lo establecido en los artículos 46, 47 y 49 del Reglamento, así como en la
jurisprudencia del Tribunal respecto de la prueba y su apreciación 43, la Corte procederá a
examinar y valorar los elementos probatorios documentales remitidos por las partes en diversas
oportunidades procesales, así como las declaraciones rendidas mediante affidávit y las recibidas
en audiencia pública (supra párrs. 8 y 9), así como las pruebas para mejor resolver solicitadas
por la Presidenta (supra párr. 12). Para ello, el Tribunal se atendrá a los principios de la sana
crítica, dentro del marco normativo correspondiente44.

A. Prueba documental, testimonial y pericial

67. Fueron recibidas las declaraciones rendidas ante fedatario público (affidávit) por las
siguientes presuntas víctimas, testigos y peritos45:

a) Andrea Radilla Martínez y Ana María Radilla Martínez. Presuntas víctimas propuestas
por la Comisión Interamericana. Declararon, entre otros aspectos, sobre la alegada
desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco; las gestiones para ubicar su
paradero, y la situación familiar con posterioridad a su supuesta desaparición.

b) José Sotelo Marbán. Testigo propuesto por la Comisión Interamericana. Se refirió,


entre otros aspectos, a las investigaciones llevadas a cabo por la Fiscalía Especial para
Movimientos Sociales y Políticos del Pasado sobre la supuesta desaparición forzada del

42
Cfr. Caso Vargas Areco Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006.
Serie C No. 155, párr. 66; Caso Valle Jaramillo y otros Vs. Colombia, supra nota 40, párr. 47, y Caso Kawas Fernández
Vs. Honduras, supra nota 40, párr. 35.

43
Cfr. Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros) Vs. Guatemala. Fondo. Sentencia de 8 de marzo de
1998. Serie C No. 37, párr. 76; Caso Garibaldi Vs. Brasil, supra nota 32, párr. 53, y Caso Dacosta Cadogan Vs. Barbados.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de septiembre de 2009. Serie C No. 204, párr.
32.

44
Cfr. Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros) Vs. Guatemala, supra nota 43, párr. 76; Caso Anzualdo
Castro Vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de septiembre de 2009. Serie C
No. 202, párr. 29, y Caso Garibaldi Vs. Brasil, supra nota 32, párr. 53.

45
La Comisión Interamericana no presentó la declaración del señor Enrique Hernández Girón. Asimismo, los
representantes de las presuntas víctimas no presentaron la declaración de los señores Julián del Valle y Enrique González
Ruiz. Por su parte, el Estado no presentó la declaración del señor José Antonio Dávila Camacho.
19

señor Rosendo Radilla Pacheco.

c) Angelina Reyes Hernández, Tomasa Ríos García y Jovita Ayala Fierro. Testigos
propuestos por los representantes. Se refirieron, entre otros aspectos, al alegado “patrón
sistemático y generalizado de falta de acceso a justicia y verdad, e incertidumbre y
sufrimiento en la que se colocó a toda la comunidad de familiares desaparecidos de
Atoyac”.

d) Francisco Javier Aguilar Valdez. Especialista en Geofísica. Testigo propuesto por el


Estado. Se refirió, entre otros aspectos, a la naturaleza, manejo y cuestiones técnicas
referentes a la operación del geo-radar, y sobre las diligencias de escaneo y excavación
realizadas en el presente caso.

e) Martha Patricia Valadez Sanabria. Agente del Ministerio Público de la Federación.


Testigo propuesto por el Estado. Se refirió, entre otros aspectos, al estado que guardan
las investigaciones tendientes a localizar los restos mortales del señor Rosendo Radilla
Pacheco.

f) Santiago Corcuera Cabezut. Miembro del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones


Forzadas de Naciones Unidas. Perito propuesto por los representantes. Rindió su peritaje,
entre otros aspectos, sobre los estándares internacionales del delito de desaparición
forzada y sobre su implementación en las legislaciones nacionales.

g) Federico Andreu-Guzmán. Secretario General Adjunto de la Comisión Internacional de


Juristas. Perito propuesto por los representantes. Rindió su peritaje, entre otros aspectos,
sobre la jurisdicción militar mexicana y los estándares internacionales sobre protección
de los derechos humanos.

h) Carlos Montemayor46. Profesor universitario y, entre otros, historiador, escritor y


especialista en movimientos sociales y políticos en México. Perito propuesto por la
Comisión Interamericana. Rindió su peritaje, entre otros aspectos, sobre el contexto
histórico y los movimientos sociales y políticos durante la denominada “guerra sucia” en
México; los supuestos patrones de desapariciones forzadas y torturas, y la supuesta
impunidad en los mismos durante los años sesenta, setenta y ochenta.

68. En cuanto a la prueba rendida en audiencia pública, la Corte escuchó las declaraciones y
peritajes de las siguientes personas47:

a) Tita Radilla Martínez. Presunta víctima propuesta por la Comisión Interamericana.


Declaró, entre otros aspectos, sobre la alegada desaparición forzada del señor Rosendo
Radilla Pacheco; las gestiones para ubicar su paradero, y la situación familiar con
posterioridad a su supuesta desaparición.

b) Rosendo Radilla Martínez. Presunta víctima propuesta por la Comisión Interamericana


y los representantes. Declaró, entre otros aspectos, sobre aquello que le consta respecto
a la alegada detención del señor Rosendo Radilla Pacheco, y la situación familiar con
46
El 22 de junio de 2009 los representantes informaron al Tribunal que el señor Carlos Montemayor “por causas de
fuerza mayor no pudo acudir al notario a ratificar [su declaración], sin embargo v[enía] firmad[a] en todas sus hojas y
anexada copia de su credencial de elector, [por] lo que considera[ron] que deb[ía] ser […] admitid[a]”.

47
El 2 de julio de 2009 los representantes informaron a la Corte que el señor Maximiliano Nava Martínez, testigo
propuesto por la Comisión Interamericana y los representantes, “no pod[ía] prestar su testimonio directamente ante el
Tribunal, durante la audiencia pública convocada”, en razón de su avanzada edad y al deterioro de su estado de salud.
20

posterioridad a la supuesta desaparición.

c) Miguel Sarre. Abogado y profesor universitario. Perito propuesto por la Comisión


Interamericana. Rindió peritaje, entre otros aspectos, sobre el sistema de justicia penal
mexicano en el momento en el que ocurrieron los hechos alegados en la demanda, y el
funcionamiento de la jurisdicción penal militar y los estándares internacionales de
derechos humanos en la materia.

B. Valoración de la prueba documental

69. En este caso, como en otros48, el Tribunal admite el valor probatorio de aquellos
documentos presentados oportunamente por las partes que no fueron controvertidos ni
objetados, ni cuya autenticidad fue puesta en duda.

70. En cuanto a las observaciones formuladas por el Estado sobre diversos documentos
presentados por los representantes49, la Corte advierte que las mismas cuestionan la necesidad
48
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 140; Caso Garibaldi Vs. Brasil, supra nota 32,
párr. 62, y Caso Dacosta Cadogan Vs. Barbados, supra nota 43, párr. 34.

49
El Estado señaló que la Recomendación 026/2001 emitida por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
podría ser “toma[da] en consideración [sólo en] lo relativo a la desaparición del señor Rosendo Radilla Pacheco”. Al
respecto, argumentó que “[t]oda vez que la [citada] recomendación […] se refiere a otros casos que aún no han sido
examinados por la Comisión a través del sistema de peticiones individuales, y por ende, no pueden ser objeto del
conocimiento de la […] Corte, [… ésta debe] abstenerse de utilizar la [mencionada] prueba […] para fundamentar
cualquier tipo de contexto”.

Por otro lado, el Estado consideró “[i]noportuno tomar en cuenta cualquier prueba que dem[ostrara] el perfil del señor
Rosendo Radilla Pacheco”, ya que “[q]ueda[ba] clara la existencia del señor Rosendo Radilla Pacheco, y no est[aba] en
pugna la forma en que se conducía en su vida cotidiana como padre de familia, integrante de una sociedad o en su vida
laboral”.

Además, el Estado solicitó a la Corte desechar las pruebas ofrecidas por los peticionarios “respecto a una supuesta
afectación psico-social” de la comunidad donde habitó el señor Rosendo Radilla Pacheco por considerar que “no ha
existido ninguna violación al artículo 5 de la Convención [Americana] en [su] perjuicio”. Tales pruebas se refieren a los
siguientes documentos: a) Informe sobre la afectación psicosocial derivado de la desaparición forzada de Rosendo Radilla,
Antillón, Ximena. Desaparición forzada durante la guerra sucia: impacto psicosocial individual, familiar y comunitario. La
desaparición forzada de Rosendo Radilla Pacheco en Atoyac de Álvarez, Guerrero ; b) Lira, Elizabeth, Consecuencias
psicosociales de la represión política en América Latina, en De la Corte, Luis, A. Blanco y J. M. Sabucedo (eds.), Psicología
y Derechos Humanos, Barcelona, Editorial Icaria Antrazyt, 2004; c) Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), La
verdad, la justicia y el duelo en el espacio público y en la subjetividad, Informe de la situación de Derechos Humanos en
Argentina, capítulo XII, Buenos Aires, CELS, 2000, y d) Equipo de Salud Mental del Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS), La reparación: acto jurídico y simbólico, en IIDH, Atención integral a víctimas de tortura en procesos de litigio.
Aportes psicosociales. San José, IIDH, 2007.

En relación con los tres informes de organismos internacionales aportados por los peticionarios, el Estado indicó que
ninguno de ellos “merec[ía] ser incorporad[o] al acervo probatorio de la […] Corte”. De manera particular señaló que el
Diagnóstico sobre la situación de los derechos humanos en México, 2004, de la Oficina del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas (OACNUDH), y el Informe del Relator Especial de las Naciones Unidas, Sr. Nigel S. Rodley, presentado
con arreglo a la resolución 1997/38 de la Comisión de Derechos Humanos, adición visita del Relator Especial a México,
E/CN.4/1998/38/Add.2, 14 de enero de 1998, contienen información “tan general” que no guardan relación con el
presente caso. Respecto al Informe del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la independencia de los magistrados
y abogados, Sr. Doto Param Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/39 de la Comisión de
Derechos Humanos, adición Informe sobre la misión cumplida en México, E/CN.4/2002/72/Add.1, 24 de enero de 2002, el
Estado indicó que “tampoco se ajusta al caso sub judice, puesto que su mandato se dirige a vigilar la independencia de
los magistrados y abogados”.

En cuanto al informe titulado Imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad versus irretroactividad de la ley
penal: un falso dilema, del señor Federico Andreu-Guzmán, Consejero Jurídico para América Latina y el Caribe de la
Comisión Internacional de Justicia, y el informe titulado La Desaparición: Un Delito Permanente, Junio de 2002, de
Amnistía Internacional México, el Estado indicó que ambos se refieren a temas que “ya han sido estudiados y abordados
ampliamente por diversos tratados y tribunales internacionales”. Respecto al Amicus Curiae ante la Sala Penal Transitoria
21

de la incorporación de tales documentos y se refieren a la delimitación de su valor probatorio. Al


respecto, el Tribunal considera que los documentos aportados son útiles para la resolución del
presente caso. No obstante, en atención a las objeciones formuladas, aquellos serán valorados
en las partes pertinentes de la presente Sentencia, en la medida en que se ajusten al objeto del
presente caso y teniendo en cuenta lo señalado por la Corte en el Capítulo VIII de este Fallo
(infra párrs. 116 y 117).

71. Respecto a la solicitud del Estado de “dejar fuera del acervo probatorio” algunos textos
presentados por la Comisión Interamericana y los representantes 50, la Corte considera que los
mismos constituyen pruebas documentales que pueden ser admitidas y valoradas. Se trata de
obras escritas que contienen declaraciones o afirmaciones voluntarias de sus autores para su
difusión pública. En tal sentido, la valoración de su contenido no se encuentra sujeta a las
formalidades requeridas para las pruebas testimoniales. No obstante, su valor probatorio
dependerá de que corroboren o se refieran a aspectos relacionados con el caso concreto. Por lo
anterior, y dado que el Estado no ha impugnado el contenido de tales libros, la Corte decide
valorarlos tomando en cuenta el conjunto del acervo probatorio y lo señalado en el Capítulo VIII
de la presente Sentencia (infra párrs. 116 y 117), en todo aquello relativo al caso sub judice.

72. En relación con el informe emitido por la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y
Políticos del Pasado (en adelante “Informe de la Fiscalía Especial”) ofrecido por la Comisión
Interamericana y los representantes, el Estado indicó que “dicho documento no tiene un carácter
oficial ni el gobierno le otorga una validación oficial”, ya que “[s]e trató de un informe que no
incorporó los trabajos desarrollados por el área ministerial de la propia Fiscalía, sino únicamente
los de un área específica orientada a la recopilación de material de archivo […], en
consecuencia, no examina en profundidad casos individuales”. De acuerdo con lo señalado por el
Estado, la Dirección General de Análisis, Investigación e Información Documental fue el área de
la Fiscalía Especial encargada de la elaboración del informe mencionado, la cual estaba
integrada por diversas personas pertenecientes a la Fiscalía Especial que no tenían la calidad de
agentes del ministerio público ni tenían acceso a las actuaciones de las averiguaciones previas.
Sin embargo, el Estado señaló que esta dirección general era la “única facultada para recopilar
información que se considerara de utilidad para su análisis, clasificación, sistematización,
registro y control, a fin de evaluar si la información contenía datos históricos en relación con los
delitos sociales y políticos del pasado, para la correcta integración de las averiguaciones
previas”. En tal sentido, el Estado señaló que “[s]olamente con los resultados de las
averiguaciones previas que integran las indagatorias podría determinarse […] la verdad histórica
y no únicamente a partir del contexto que refleja el informe referido, basado en fuentes como
libros, periódicos, revistas, páginas web, instrumentos jurídicos y fuentes bibliográficas[,] entre
otros”. Finalmente, el Estado reiteró que “aun si la […] Corte no tomara en cuenta el hecho de

de la Corte Suprema de Justicia de la República del Perú, 28 de febrero de 2007, de la Comisión Internacional de Juristas;
el Informe de Amnistía Internacional, México: Bajo la Sombra de la Impunidad, y los tres informes de Human Rights
Watch, a saber: Justicia en Peligro: la primera iniciativa seria de México para abordar los abusos del pasado podría
fracasar, Nueva York, Julio 2003; Abusos y Desamparo, Tortura, Desaparición Forzada y Ejecución Extrajudicial en
México, Nueva York, 1999, e Injusticia militar, la reticencia de México para sancionar los abusos del ejército , Nueva York,
2001, el Estado solicitó a la Corte “desecharl[o]s puesto que se refieren a un contexto que no forma parte de los hechos
del [presente] caso”. Finalmente, en cuanto al documento titulado Esclarecimiento y sanción a los delitos del pasado
durante el sexenio 2000-2006: Compromisos quebrantados y justicia aplazada, octubre 2006, el Estado indicó que
“puesto que en su elaboración concurrieron las ONG’s CMDPDH y AFADEM, las cuales son las representantes de la[s]
presuntas víctimas, […] su contenido está viciado de origen”.

50
El Estado se refirió al texto presentado por la Comisión Interamericana: Radilla Martínez, Andrea, Voces
Acalladas (Vidas truncadas), 2ª ed., México, Programa Editorial Nueva Visión 2007-Secretaría de la Mujer de Guerrero-
Universidad Autónoma de Guerrero-UAFyL, 2008. Asimismo, hizo referencia a los siguientes textos presentados por los
representantes: Montemayor, Carlos, Guerra en el Paraíso, 2ª ed., México, Seix Barral-Planeta-booket, 2002;
Montemayor, Carlos, La guerrilla recurrente, México, Grupo Editorial Random House Mondadori-Colección Debate, 2007, y
Moreno Barrera, Jorge, La guerra sucia en México. El toro y el lagarto 1968-1980, México, Libros para Todos, 2002.
22

que el […] Informe no tiene un carácter oficial para el Estado mexicano, [su] contenido […]
referido, en algunas de sus partes, al contexto en que se produjeron los hechos bajo examen,
no debería ser conocido por la propia Corte […] ya que tal contexto se ubicó en un momento
anterior al reconocimiento de la competencia contenciosa […] por parte del Estado mexicano,
pero también, incluso, del reconocimiento y adhesión a la propia Convención Americana”. Por lo
tanto, el Estado solicitó a la Corte “desechar” el citado informe.

73. El Tribunal estima pertinente recordar que, en otras ocasiones 51, ha decidido otorgar un
valor probatorio especial a los informes de Comisiones de la Verdad o de Esclarecimiento
Histórico como pruebas relevantes en la determinación de los hechos y de la responsabilidad
internacional de los Estados. Así, la Corte ha señalado que, según el objeto, procedimiento,
estructura y fin de su mandato, tales comisiones pueden contribuir a la construcción y
preservación de la memoria histórica, el esclarecimiento de hechos y la determinación de
responsabilidades institucionales, sociales y políticas en determinados períodos históricos de una
sociedad52.

74. En el presente caso, la Corte observa que el citado Informe fue elaborado por personas
que ostentaron la calidad de funcionarios públicos, lo cual ha sido reconocido por el Estado. En
tal sentido, sus actuaciones, entre ellas, la redacción del citado informe, revisten una relevancia
que no puede ser desconocida por el Tribunal. Además, la Corte resalta que la defensa del
Estado descansa en el desconocimiento del informe en su totalidad. No obstante, en tanto
prueba documental, el Estado no desvirtuó la información particular ahí contenida ni las fuentes
consultadas para su elaboración. Asimismo, si bien el Estado señaló que el informe no analiza
casos individuales “en profundidad”, el Tribunal resalta que dicho documento contiene
información específica sobre la supuesta detención y posterior desaparición forzada del señor
Rosendo Radilla Pacheco que no ha sido controvertida por el Estado. Igualmente, la Corte nota
que en tanto informe histórico, la referencia que hace de hechos contextuales, es decir, de
aquellos que se refieran a la situación general del fenómeno de la desaparición forzada en
México, resulta relevante para este caso, en atención a lo establecido en los párrafos 116 y 117
de la presente Sentencia.

75. Por lo anterior, el Tribunal decide otorgar valor probatorio al Informe de la Fiscalía
Especial en todos aquellos aspectos relacionados con la base fáctica del presente caso, teniendo
en cuenta el conjunto del acervo probatorio así como lo establecido por el Tribunal en el Capítulo
VIII (infra párrs. 116 y 117) de la presente Sentencia.

76. En lo que se refiere a “[l]as notas periodísticas” presentadas por los representantes, el
Estado señaló que “debe[n] ser apreciadas tomando en cuenta que son emitidas con la finalidad
de llamar la atención del lector y así tener oportunidad de obtener una mayor comercialización
del periódico en el cual se encuentran insertas; [y que] por ello, la veracidad de tales notas se

51
Cfr. Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala, supra nota 40, párrs. 131 y 134; Caso Maritza Urrutia Vs.
Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 56; Caso
Masacre Plan de Sánchez Vs. Guatemala. Fondo. Sentencia de 29 de abril de 2004. Serie C No. 105, párr. 42; Caso De la
Cruz Flores Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 18 de noviembre de 2004. Serie C No. 115, párr. 61;
Caso Gómez Palomino Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2005. Serie C No. 136,
párr. 54; Caso Baldeón García Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de abril de 2006. Serie C No. 147,
párr. 72; Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, supra nota 19, párr. 82; Caso La Cantuta Vs. Perú. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de noviembre de 2006. Serie C No. 162, párr. 80; Caso del Penal Miguel Castro
Castro Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2006. Serie C No. 160, párr. 197; Caso
Zambrano Vélez y otros Vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de julio de 2007. Serie C No. 166,
párr. 128; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra nota 24, nota al pie de página 37, y Caso Anzualdo Castro Vs.
Perú, supra nota 44, párr. 119.

52
Cfr. Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala, supra nota 40, párrs. 131 y 134; Caso Zambrano Vélez y otros Vs.
Ecuador, supra nota 51, párr. 128, y Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra nota 24, nota al pie de página 37.
23

ve disminuida”. Al respecto, la Corte constató que varios de los documentos de prensa escrita
remitidos por los representantes se encuentran incompletos en su texto y, por esa razón, en
varios tampoco puede apreciarse la fuente, fecha y página de publicación. No obstante, ninguna
de las partes objetó tales documentos por este hecho ni cuestionó su autenticidad. En tal
sentido, como lo ha señalado en múltiples ocasiones, el Tribunal considera que los documentos
de prensa podrán ser apreciados cuando recojan hechos públicos y notorios o declaraciones de
funcionarios del Estado, o cuando corroboren aspectos relacionados con el caso 53. Por ende, en
el presente caso, serán considerados aquellos documentos que se encuentren completos o que,
por lo menos, permitan constatar su fuente y fecha de publicación.

77. Respecto a la prueba documental consistente en una “[l]ista de probables responsables”


en el presente caso, aportada por los representantes, el Estado indicó que “[e]s totalmente
innecesaria puesto que la […] Corte no tiene facultades para determinar la responsabilidad penal
de individuos en particular”, por lo que solicitó al Tribunal desecharla. La Corte considera
pertinente señalar, como lo ha hecho en otras oportunidades, que “[t]iene atribuciones para
establecer la responsabilidad internacional de los Estados con motivo de la violación de derechos
humanos, pero no para investigar y sancionar la conducta de los agentes del Estado que
hubiesen participado en esas violaciones”54.

78. No obstante, la Corte observa que de acuerdo a lo referido por los representantes, la lista
señalada “fue elaborada con base a los documentos que obran en la averiguación previa”.
Asimismo, que el Estado no desvirtuó dicha información sino que su objeción se refiere a la falta
de competencia del Tribunal para determinar responsabilidad penal individual. Además, la Corte
destaca que pese a que fue solicitada por la Presidenta del Tribunal como prueba para mejor
resolver (infra párrs. 88 a 92), el Estado no remitió a la Corte copia de la averiguación previa
(infra párrs. 89 a 92) conforme a la cual los representantes señalaron que se elaboró la lista
mencionada. En tal sentido, dado que dicha averiguación previa se encuentra solamente en
poder del Estado, correspondía a éste desvirtuar la veracidad de la información contenida en la
lista en cuestión.

79. De acuerdo a lo anterior, y a que la lista de probables responsables referida está


conformada, entre otros, con nombres de supuestos agentes pertenecientes a las fuerzas de
seguridad del Estado, la Corte decide otorgar valor probatorio a dicho documento solamente en
cuanto esté relacionado con la supuesta responsabilidad estatal internacional en el presente
caso, y lo considerará conjuntamente con el resto del acervo probatorio.

80. En cuanto a la supuesta denuncia penal de 15 de junio de 1976 remitida por los
representantes el 22 de junio de 2009, éstos solicitaron su admisión como “prueba
superviniente” dado que “la Comisión Nacional de Derechos Humanos […] acaba[ba] de
proporcionar a la señora Tita Radilla” una copia de la misma. Por su parte, el Estado señaló que
los representantes “incurri[eron] en incumplimiento de las normas básicas procesales [artículos
37 y 46 del Reglamento] en torno a la presentación de sus pruebas y [que], faltando a la
verdad, [… hicieron] referencia a un documento que nunca fue presentado por los familiares de
Rosendo Radilla”. Además, el Estado llamó la atención en cuanto a que los representantes no
justificaron el por qué desconocían dicho documento y el silencio de la señora Tita Radilla al
respecto.

81. La Corte advierte que, mediante la presentación de este documento “superviniente”, los
53
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 146; Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra
nota 44, párr. 25, y Caso Garibaldi Vs. Brasil, supra nota 32, párr. 70.

54
Cfr. Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de mayo de 1999.
Serie C No. 52, párr. 90, y Caso Lori Berenson Mejía Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de
noviembre de 2004. Serie C No. 119, párr. 92.
24

representantes desean probar la existencia de una supuesta denuncia penal presentada el 15 de


junio de 1976 en relación con la presunta desaparición forzada del señor Rosendo Radilla
Pacheco. Sobre este punto, el Tribunal observa que el artículo 46.3 del Reglamento invocado por
los representantes al remitir el referido documento contempla la posibilidad de la Corte para
admitir pruebas relativas a “hechos supervinientes” en momentos procesales distintos a los
señalados por dicha disposición. El hecho referido por los representantes tuvo lugar
aproximadamente 32 años antes de la presentación de su escrito de solicitudes y argumentos.
En tal sentido, no puede considerarse como superviniente y, en consecuencia, el Tribunal no
admite como prueba la copia de la supuesta denuncia remitida por los representantes.

82. En relación con el Informe de Evaluación al Seguimiento de la Recomendación 26/2001


de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, de 25 de agosto de 2009, remitido por los
representantes el 30 de septiembre de 2009 como “nueva prueba documental”, el Estado solicitó
a la Corte valorarla “de acuerdo a las reglas de la sana crítica y únicamente por lo que hace a la
desaparición del señor Rosendo Radilla Pacheco”.

83. Al respecto, en aplicación del artículo 46.3 del Reglamento, el Tribunal admite como
prueba el informe presentado por los representantes, el cual se refiere al seguimiento de la
Recomendación 26/2001 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ofrecida
oportunamente en el presente caso y cuyo valor probatorio ya fue determinado (supra párr. 71).
Asimismo, la Corte nota que dicho documento guarda relación con la base fáctica del presente
caso y, en tal sentido, será valorado en las partes pertinentes de esta Sentencia en la medida en
que se ajusten al objeto del mismo, teniendo en cuenta lo señalado en el Capítulo VIII (infra
párrs. 116 y 117).

84. Respecto a la decisión del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública de 29 de


mayo de 2009, remitida por los representantes el 23 de junio de 2009, relacionada con la
solicitud del Tribunal para que el Estado presentara una copia de la Averiguación Previa
SIEDF/CGI/454/07 (supra párr. 10); y a la decisión del Primer Tribunal Colegiado en Materias
Penal y Administrativa del Vigésimo Primer Circuito de 24 de noviembre de 2005, solicitada por
este Tribunal como prueba como mejor resolver, remitida por el Estado el 2 de noviembre de
2009 (supra párr. 12), la Corte las incorpora al acervo probatorio en términos del artículo 47.1
del Reglamento, para valorarlos dentro del conjunto de pruebas y conforme a las reglas de la
sana crítica.

85. Por otro lado, el Tribunal observa que varios documentos citados por la Comisión
Interamericana y los representantes no fueron aportados a la Corte, pero se envió el enlace
electrónico directo a una página de Internet 55. Al respecto, la Corte observa que los documentos
55
Documentos referidos por la Comisión Interamericana: Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en
México (1998). OEA/Ser.L/V/II.100 Doc. 7 rev. 1. 24 de septiembre de 1998, disponible en:
http://www.cidh.oas.org/countryrep/Mexico98sp/indice.htm (última visita: 13 de julio de 2009); Naciones Unidas,
Informe del Grupo de Trabajo sobre Desaparición Forzada, E/CN.4/1997/34, disponible en:
http://daccessdds.un.org/doc/UNDOC/GEN/G96/144/02/IMG/G9614402.pdf?OpenElement (última visita: 13 de julio de
2009); Informe Especial sobre las Quejas en Materia de Desapariciones Forzadas ocurridas en la década de los 70 y
principios de los 80, de 27 de noviembre de 2001, disponible en:
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/espec/qjdesfor/expedientes/RURAL/fr_rural.htm (última visita: 13 de julio de
2009); Ley de Amparo Reglamentaria de los Artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de enero de 1936, disponible en:
http://www.scjn.gob.mx/PortalSCJN/Transparencia/MarcoNormativo/SCJN/LeyAmparo/ (última visita: 13 de julio de
2009); Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, La situación de los
derechos humanos en México, 2003, Capítulo 2.1.6.2, “Las personas no localizadas, incomunicadas o en estado de
desaparición”, disponible en: http://www.sre.gob.mx/derechoshumanos/docs/Diagnostico.pdf (última visita: 13 de julio
de 2009).

Documentos citados por los representantes: Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP),
Procuraduría General de la República, Informe Histórico a la Sociedad Mexicana – 2006, disponible en:
25

aportados de esta manera son útiles y que las partes tuvieron la posibilidad de ubicarlos y
controvertirlos. Por ello, dichos documentos se aceptan e incorporan al expediente, ya que no se
afectó la seguridad jurídica ni el equilibrio procesal56.

86. Respecto a la “nueva prueba documental” remitida por los representantes el 17 de


agosto de 2009 como anexo al escrito de alegatos finales (supra párr. 11), el Estado solicitó al
Tribunal “[n]o admitir[la] por extemporánea”. Sobre este punto, no escapa a la Corte que
durante la audiencia pública (supra párr. 9) algunos jueces solicitaron información al Estado, a
la Comisión Interamericana y a los representantes en relación con diversos aspectos
relacionados con la jurisdicción militar mexicana. Sin embargo, el Tribunal nota que algunos de
los documentos presentados por los representantes no están vinculados con la información
solicitada por los jueces57. Asimismo, uno de los documentos no indica el nombre del autor ni las
fuentes de la información que contiene, de tal forma que el Tribunal no puede valorarla
debidamente58. En consecuencia, en aplicación del artículo 47.1 del Reglamento, se incorporan al
acervo probatorio del presente caso solamente los documentos que se encuentran relacionados
con la información requerida por los jueces 59. Su contenido será valorado en la medida en que
resulte útil para la aclaración de las preguntas formuladas durante la citada audiencia pública.

http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB209/ (última visita: 13 de julio de 2009); Comisión Nacional de los


Derechos Humanos, Informe Especial sobre las Quejas en Materia de Desapariciones Forzadas ocurridas en la década de
los 70 y principios de los 80, noviembre de 2001, disponible en:
http://www.cndh.org.mx/lacndh/informes/espec/desap70s/index.html (última visita: 13 de julio de 2009); El delito de
desaparición forzada de personas es de naturaleza permanente o continua: SCJN, en:
http://www2.scjn.gob.mx/consultas/Comunicados/Comunicado.asp?Pagina=listado.asp&Numero=674 (última visita: 13
de julio de 2009); Human Rights Watch, El Cambio Inconcluso, México, 2006, disponible en
http://www.hrw.org/spanish/informes/2006/mexico0506/mexico0506spweb.pdf (última visita: 13 de julio de 2009);
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Recomendación 26/2001 del 27 de noviembre de 2001, disponible en:
http://www.cndh.org.mx/recomen/2001/026.htm (última visita: 13 de julio de 2009);
http://www.jornada.unam.mx/2007/10/17/index.php?section=politica&article=016n1pol (última visita: 13 de julio de
2009); http://www.jornada.unam.mx/2007/03/05/?section=politica&article=010n1pol&partner=rss (última visita: 13 de
julio de 2009); http://www.pgr.gob.mx/que%20es%20pgr/organigrama/organigrama.asp?id=32 (última visita: 13 de
julio de 2009); Denuncia Tita Radilla hostigamiento del Ejército contra la Afadem en Atoyac, La Jornada Guerrero, 26 de
mayo 2008, disponible en: http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2008/05/26/index.php?
section=politica&article=006n1pol (última visita: 13 de julio de 2009); 22UN DOC. E/CN.4/2000/68, 29 de febrero de
2000, disponible en http://www.hri.ca (última visita: 13 de julio de 2009); Declaración sobre Principios Fundamentales de
Justicia para las Víctimas del Delito y Abuso de Poder, adoptada por la Asamblea General de la Organización de Naciones
Unidas, en su resolución 40/34 de 29 de noviembre de 1985, disponible en
http://www.unhchr.ch/spanish/html/menu3/b/h_comp49_sp.htm (última visita: 13 de julio de 2009); Consejo Nacional
de Población (CONAPO), Secretaría de Gobernación, disponible en
http://www.conapo.gob.mx/prensa/2008/bol2008_05.pdf; http://www.ifai.org.mx/resoluciones/2007/3084.pdf (última
visita: 13 de julio de 2009).

56
Cfr. Caso Escué Zapata Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de julio de 2007. Serie C
No. 165, párr. 26; Caso Perozo y otros Vs. Venezuela. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 28 de enero de 2009. Serie C No. 195, párr. 108, y Caso Reverón Trujillo Vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de junio de 2009. Serie C No. 197, párr. 46.

57
Tales documentos son: anexos A.1: Iniciativas legislativas. Relacionadas con el fuero militar; anexos A.2:
Iniciativas legislativas. Relacionadas con seguridad nacional; anexos B: Doctrina; anexos C: Informes; anexos D: Notas
de prensa, y anexo E.2: Otros documentos. Recomendaciones emitidas por la CNDH a SEDENA “en el sexenio de
Calderón” (expediente de anexos a los alegatos finales de los representantes, folios 2763 a 3098, y 3112 a 3115).

58
Dicho documento corresponde al anexo E.4: Resúmenes de casos actuales de violaciones por parte de efectivos
militares contra civiles (expediente de anexos a los alegatos finales de los representantes, folios 3119 a 3137).

59
Tales documentos corresponden a: anexo E.1: Otros documentos. Solicitudes de información sobre justicia Militar
—folios: 700175808, 700176008, 700176108, 700176308, 700176408, 700176508, 700176608, 700176808,
700176908, 700177008, 700177108 y 700177308—; anexo E.3: Resolución de fecha 12 de enero de 2009, a la solicitud
de información registrada con el folio 700002709, a través del Sistema de Información Pública Gubernamental Federal,
Secretaría de la Defensa Nacional, Unidad de Enlace, Acceso a la Información. Oficio No. AI/0117 (expediente de anexos
a los alegatos finales de los representantes, folios 3100 a 3111, y 3116 a 3118).
26

87. Por otro lado, el Tribunal resalta que la Presidenta solicitó al Estado la remisión de una
copia de la Averiguación Previa SIEDF/CGI/454/07 relativa a la presunta desaparición forzada
del señor Rosendo Radilla Pacheco, para su incorporación al acervo probatorio del presente caso
(supra párr. 10). Pese a lo anterior, el Estado no presentó dicha copia. Al respecto, el Estado
indicó que “en caso de que la […] Corte corriera traslado de la averiguación previa referida a la
Comisión Interamericana […] y a los peticionarios, se afectaría el correcto desarrollo de la
procuración de la justicia consagrada en los artículos 21 y 102 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, conforme a los cuales es facultad exclusiva del Estado Mexicano la
persecución e investigación de los delitos cometidos dentro de su territorio”. Además, el Estado
señaló que “[l]os elementos probatorios presentados hasta el momento por las partes en
controversia resultan a todas luces suficientes para la resolución del caso”. Por tanto, solicitó al
Tribunal “[p]roced[er] a la resolución del caso con los vastos elementos probatorios que se han
presentado durante la tramitación del caso”.

88. Como lo ha hecho en ocasiones anteriores 60, la Corte considera pertinente señalar que la
reserva de información a personas ajenas al proceso en la fase preparatoria de las
investigaciones penales se halla prevista en diversas legislaciones internas. En este caso, el
Estado demandado ha señalado lo anterior como fundamento para no enviar a la Corte la
documentación solicitada en relación con el proceso penal interno relativo a la supuesta
desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco. La restricción mencionada puede
resultar atendible en los procesos internos, pues la divulgación de ciertos contenidos en una
etapa preliminar de las investigaciones podría obstruirlas o causar perjuicios a las personas. Sin
embargo, para efectos de la jurisdicción internacional de este Tribunal, es el Estado quien tiene
el control de los medios para aclarar hechos ocurridos dentro de su territorio y, por ello, su
defensa no puede descansar sobre la imposibilidad del demandante de allegar pruebas que, en
muchos casos, no pueden obtenerse sin la cooperación de las autoridades estatales.

89. En el mismo sentido, la Corte Europea de Derechos Humanos rechazó argumentos


presentados por un Estado con el objeto de no enviar información de un expediente penal que
se encontraba abierto y que había sido solicitado por aquella. En efecto, el Tribunal Europeo
consideró insuficiente alegar, inter alia, que la investigación criminal estaba pendiente y que el
expediente contenía documentos clasificados como secretos 61.

90. El Tribunal destaca que, anteriormente, en un caso contra el Estado mexicano, ya había
señalado que cuando las actas de investigación se encuentren bajo reserva, corresponde al
Estado enviar las copias solicitadas informando de tal situación y de la necesidad, conveniencia o
pertinencia de mantener la confidencialidad debida de dicha información, lo cual será
cuidadosamente evaluado por el Tribunal, para efectos de incorporarla al acervo probatorio del
caso, respetando el principio del contradictorio en lo que correspondiere 62.

91. Por ello, la Corte considera que la negativa del Estado a remitir algunos documentos no
puede redundar en perjuicio de las víctimas. En consecuencia, el Tribunal tendrá por

60
Cfr. Caso Ríos y otros Vs. Venezuela. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28
de enero de 2009. Serie C No. 194, párr. 98, y Caso González y otras Vs. México. Solicitud de Ampliación de Presuntas
Víctimas y Negativa de Remisión de Prueba Documental. Resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de
19 de enero de 2009, Considerando quincuagésimo noveno.

61
Cfr. Eur. Ct. H.R., Case of Imakayeva v. Russia, Application no. 7615/02, Judgment of 9 November 2006, paras.
122 y 123.

62
Cfr. Caso González y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México, Resolución de la Corte Interamericana, supra nota
60, Considerando sexagésimo primero.
27

establecidos los hechos presentados en este caso por la Comisión y complementados por los
representantes, cuando sólo sea posible desvirtuarlos a través de la prueba que el Estado debió
remitir y éste se negó a hacerlo. Corresponde a la Corte y no a las partes determinar el
quantum necesario de prueba en cada caso concreto.

C. Valoración de las declaraciones de las presuntas víctimas, de la prueba


testimonial y pericial

92. En cuanto a las declaraciones rendidas por las presuntas víctimas, los testigos y los
peritos en audiencia pública y mediante declaraciones juradas, la Corte los estima pertinentes
sólo en lo que se ajusten al objeto que fue definido por la Presidenta del Tribunal en la
Resolución en la cual se ordenó recibirlos (supra párr. 8) y en conjunto con los demás elementos
del acervo probatorio, tomando en cuenta las observaciones formuladas por las partes 63.
Conforme a la jurisprudencia de este Tribunal, las declaraciones rendidas por las presuntas
víctimas (infra párr. 111), no pueden ser valoradas aisladamente sino dentro del conjunto de las
pruebas del proceso64, ya que son útiles en la medida en que pueden proporcionar mayor
información sobre las presuntas violaciones y sus consecuencias.

93. El Estado señaló que las declaraciones de las señoras Angelina Reyes Hernández; Tomasa
Ríos García, y Jovita Ayala Fierro, testigos ofrecidos por los representantes, no se ajustan al
objeto definido por la Presidenta del Tribunal mediante la Resolución de 29 de mayo de 2009
(supra párr. 8). Al respecto, la Corte advierte que en tales declaraciones los testigos se refieren,
entre otros, a diversos hechos que no forman parte de la base fáctica del presente caso, tales
como situaciones relativas a la supuesta desaparición de familiares. En tal sentido, el Tribunal
decide considerarlas sólo en lo que se ajusten al objeto para el cual fueron solicitadas por la
Presidenta.

94. En relación con la declaración rendida por el señor Santiago Corcuera Cabezut, el Estado
expresó “[s]u extrañeza sobre [su] comentario […] [de] que recibió ayuda de otra persona para
la rendición de ‘su’ peritaje, como figura en una nota al pie de página en su escrito”. Asimismo,
el Estado refirió que dicha declaración no se ajusta “[a]l objeto para el cual fue solicitada […]”
ya que en algunos de sus párrafos se refiere al caso del señor Radilla Pacheco.

95. Al respecto, la Corte considera que la declaración referida (supra párr. 95) fue suscrita
solamente por el señor Corcuera y rendida solamente por él ante fedatario público, con lo cual
se satisface su presentación “a título personal”. En tal sentido, el Tribunal decide otorgarle valor
probatorio en todo aquello en lo que, efectivamente, se ajuste al objeto delimitado por la
Presidenta de la Corte (supra párr. 68).

63
Cfr. Caso Loayza Tamayo Vs. Perú. Fondo. Sentencia de 17 de septiembre de 1997. Serie C No. 33, párr. 43;
Caso Garibaldi Vs. Brasil, supra nota 32, párr. 64, y Caso Dacosta Cadogan Vs. Barbados, supra nota 43, párr. 35.

El Estado manifestó que las declaraciones de Andrea Radilla Martínez, Ana María Radilla Martínez y José Sotelo en algunas
de sus partes no se ajustan al objeto determinado mediante la Resolución de la Presidenta del Tribunal de 29 de mayo de
2009 (supra párr. 8) o no se refieren a hechos que les consten. Por otra parte, los representantes señalaron que la
mayoría de las “diligencias” descritas en el testimonio de la señora Martha Patricia Valadez Sanabria son “[d]eclaraciones
ministeriales de la señora Tita Radilla”. También en relación con dicho testimonio, realizaron algunas precisiones en
cuanto a diversas fechas en las cuales aparentemente se citó a declarar a algunas personas dentro de la averiguación
previa SIEDF/CGI/454/07.

64
Cfr. Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros) Vs. Guatemala. Reparaciones y Costas. Sentencia de
25 de mayo de 2001. Serie C No. 76, párr. 70; Caso Escher y otros Vs. Brasil. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de julio de 2009. Serie C No. 200, párr. 74, y Caso Dacosta Cadogan Vs.
Barbados, supra nota 43, párr. 37.
28

96. En cuanto a la declaración del señor Federico Andreu, el Estado hizo referencia a una
serie de objeciones relacionadas con el estudio del fondo del presente caso. El Tribunal
considera pertinente señalar que, a diferencia de los testigos, quienes deben evitar dar
opiniones personales, los peritos pueden proporcionar opiniones técnicas o personales en cuanto
se relacionen con su especial saber o experiencia. Además, los peritos se pueden referir tanto a
puntos específicos de la litis como a cualquier otro punto relevante del litigio, siempre y cuando
se circunscriban al objeto para el cual fueron convocados 65. Las conclusiones de los peritos
deben estar suficientemente fundadas. En tal sentido, la Corte ya ha establecido que aún cuando
las declaraciones de los peritos contuvieran elementos que apoyan los argumentos de una de las
partes, ello per se no descalifica al perito 66. Ahora bien, las objeciones del Estado deben ser
consideradas al momento en que el Tribunal analice el fondo del asunto. La Corte valorará la
declaración del señor Federico Andreu conjuntamente con el acervo probatorio y conforme a las
reglas de la sana crítica.

97. En relación con la declaración del señor José Sotelo, en sus argumentos finales escritos el
Estado señaló que “[s]e refiere a hechos ajenos a la prueba (puntos 1, 2, 3, 5, 6 y 7 de [su]
declaración) […]” lo cual “[l]o hace susceptible de desestimación”. Asimismo, el Estado objetó su
testimonio “[e]n tanto que no le constan los hechos que refiere [pues] las investigaciones sobre
el destino o paradero del señor Rosendo Radilla Pacheco [recayeron] en los agentes del
Ministerio Público de la Federación que tuvieron bajo su encargo la integración de la respectiva
averiguación previa”. En tal sentido, indicó que el señor Sotelo “[n]o es ni fue agente del
Ministerio Público de la Federación, por lo que, tomando en cuenta el objeto para lo cual fue
propuesto por la Comisión [I]nteramericana, no es idóneo para fungir como testigo […]”. El
Estado expresó que la Corte debe tomar en cuenta que “[su] testimonio se basa en
apreciaciones subjetivas del testigo [que] contravienen el criterio jurisprudencial de [la] Corte
[…]”.

98. El Tribunal considera que las objeciones del Estado respecto a la idoneidad del señor José
Sotelo para fungir como testigo en el presente caso son extemporáneas. No obstante, el
Tribunal observa que la declaración del señor Sotelo no se ajusta en su totalidad al objeto
delimitado por la Presidenta del Tribunal (supra párr. 69). Particularmente, en los puntos
señalados como (1), (2), (3) y (5) 67 de su declaración, el testigo se refiere a hechos que no
forman parte del objeto de su declaración. Asimismo, en los puntos (6) y (7), el testigo se
refiere a opiniones y conclusiones personales que, asimismo, tampoco guardan relación con el

65
Cfr. Caso Reverón Trujillo Vs. Venezuela. Convocatoria a Audiencia Pública. Resolución de la Presidenta de la
Corte de 24 de septiembre de 2008, Considerando décimo octavo; Caso González y Otras (“Campo Algodonero”) Vs.
México. Convocatoria a Audiencia Pública. Resolución de la Presidenta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
de 18 de marzo de 2009, Considerando septuagésimo quinto.

66
Cfr. Caso Escué Zapata Vs. Colombia. Convocatoria a Audiencia Pública. Resolución de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos de 20 de diciembre de 2006, Considerando vigésimo primero; Caso Reverón Trujillo Vs. Venezuela.
Resolución de la Corte Interamericana, supra nota 65, Considerando trigésimo cuarto; Caso Radilla Pacheco Vs. México.
Resolución de la Presidenta de la Corte Interamericana, supra nota 4, Considerando cuadragésimo sexto.

67
El señor José Sotelo se refiere básicamente a las condiciones de elaboración del Informe titulado “El Ejército
Mexicano y la Guerra Sucia en Guerrero” y del “Informe Histórico General ¡Que no vuelva a suceder!”; así como al
supuesto contexto político de la guerrilla en el Estado de Guerrero y la aparente política de Estado en materia de
desapariciones forzadas.
29

objeto de su testimonio68. En tal sentido, la Corte no otorgará valor probatorio a la información


referida en tales apartados.

99. Sin embargo, la Corte considera que el punto (4) de la declaración del señor Sotelo,
relativa al caso del señor Radilla Pacheco, es pertinente con el objeto para el cual fue ordenada
(supra párr. 68). Al respecto, el Estado no desvirtuó la información particular contenida en dicho
apartado sino solamente indicó que la veracidad de tales documentos no había sido determinada
por el Ministerio Público. Sin embargo, el Tribunal destaca que corresponde al Estado desvirtuar
tales fuentes documentales ante la Corte, independientemente de las diversas gestiones que a
nivel interno le corresponda realizar. En tal sentido, el Tribunal decide otorgar valor probatorio a
la declaración del señor José Sotelo solamente en lo que se refiere a lo señalado al punto (4) de
la misma. Dicha declaración será considerada tomando en cuenta el conjunto del acervo
probatorio en el presente caso.

100. La Corte observa que en algunas partes de la declaración rendida por la señora Martha
Patricia Valadez Sanabria, la testigo refiere opiniones personales respecto a las actuaciones
llevadas a cabo por la “representación social de la Federación” 69. En consecuencia, la Corte no
otorgará valor probatorio a dichas partes.

101. Por otra parte, los representantes señalaron que “por causas de fuerza mayor”, el señor
Carlos Montemayor no pudo acudir “al notario [a] ratificar” su declaración escrita y que, sin
embargo, dicho documento estaba firmado en todas sus hojas, además de que se anexaba copia
de su credencial de elector, con lo que consideraron que podía ser “debidamente admitido”. Al
respecto, el Estado señaló que “[l]a declaración no cumple los requisitos formales ordenados y
[que,] en consecuencia, no deb[ía] ser admitida”. La Corte estima que los representantes no
indicaron una razón que justifique válidamente un impedimento inevitable para la rendición de la
declaración del señor Montemayor ante fedatario público. En consecuencia, el Tribunal decide no
admitir dicha declaración.

102. En relación con “[l]a ampliación escrita del informe pericial […]” del señor Miguel Sarre
presentada por éste el 14 de agosto de 2009, el Estado solicitó al Tribunal “[d]esechar de plano
[dicho] escrito […] en virtud de [su] presentación extemporánea”. Al respecto, la Corte observa
que durante la audiencia pública celebrada en el presente caso, la Presidenta del Tribunal
preguntó de manera informal al señor Sarre si en ese momento entregaría a la Corte su peritaje
por escrito. Sin embargo, no le solicitó que lo remitiera de esa forma en un momento posterior.
De acuerdo a lo determinado en la Resolución de la Presidenta del Tribunal (supra párr. 8), el
señor Sarre debía rendir su declaración de manera oral durante la audiencia pública 70. En tal
sentido, el Tribunal decide no admitir la “ampliación escrita del informe pericial” del señor Miguel
Sarre.
68
El señor José Sotelo señaló que “[p]resent[aba su] postura […] respecto a la conceptualización y metodología
seguida en la elaboración del Informe para llegar a la ‘verdad histórica’ de los hechos, distinguiéndola de la ‘verdad
jurídica’, [y que] rebat[ía] la postura del Estado mexicano que considera necesario validarla oficialmente […]”. Asimismo,
el señor Sotelo refirió que “[c]onclu[ía] presentando […] las condiciones que consider[aba] indispensables para superar el
estado actual de descomposición del tejido social a consecuencia de la impunidad y desentendimiento del Estado
mexicano de hacer justicia, dar a conocer la verdad y reparar el daño”.

69
La señora Valadez Sanabria señaló que: “De todas las diligencias reseñadas con anterioridad, se advierte que la
representación social de la Federación, no escatimó en allegarse de cuanta prueba pudiera dilucidad los hechos
denunciados […] Asimismo, la autoridad investigadora no sólo se limitó con tomar ciertas declaraciones y llevar a cabo
inspecciones ministeriales, sino que también se allegó de expertos en distintas materias […]; es decir, desde que se inició
la averiguación previa en el año 2002, hasta la consignación en 2005, el agente del Ministerio Público de la Federación ha
sido eficaz en su actuación […] de ahí que […] ha desarrollado su actividad conforme a los principios de eficacia, certeza,
legalidad, imparcialidad y profesionalismo”.
70
Cfr. Caso Radilla Pacheco Vs. México. Resolución de la Presidenta de la Corte Interamericana, supra nota 4,
Punto Resolutivo cuarto.
30

VII
CONSIDERACIONES PREVIAS
Determinación de las presuntas víctimas en el presente caso

103. Antes de entrar a resolver los méritos del presente asunto, en este Capítulo la Corte
estima necesario precisar a los familiares de la presunta víctima, señor Rosendo Radilla Pacheco,
respecto de quienes se analizará la existencia de posibles violaciones a sus derechos humanos.

105. En la demanda, la Comisión Interamericana indicó que “[l]os familiares de Rosendo


Radilla Pacheco son su cónyuge, la señora Victoria Martínez Neri (fallecida) y sus doce hijos e
hijas Tita, Andrea, Rosendo, Romana, Evelina, Rosa, Agustina, Ana María, Carmen, Pilar,
Victoria y Judith, todos de apellidos Radilla Martínez”. Los representantes coincidieron con el
listado de presuntas víctimas presentado por la Comisión.

106. En su contestación de la demanda, el Estado indicó que “[d]e buena fe, reconoc[ía] el
vínculo familiar de los señores Tita, Andrea y Rosendo, todos de apellido Radilla Martínez”, con
el señor Rosendo Radilla Pacheco. Sin embargo, solicitó a la Corte “[n]o considerar como
[presuntas] víctimas en el presente caso a Victoria Martínez Neri, ni a Romana, Evelina, Rosa,
Agustina, Ana María, Carmen, Pilar, Victoria ni Judith, todas de apellido Radilla Martínez, por no
haber sido presentadas como tales por la Comisión en el momento procesal oportuno”. A este
respecto, manifestó que en “el informe [de Fondo No.] 60/07 del 27 de julio de 2007, la
Comisión únicamente señaló como [presunta] víctima al señor Rosendo Radilla Pacheco, e hizo
breves referencias a tres de sus familiares: Tita Radilla, Andrea Radilla y Rosendo Radilla
Martínez, mas nunca los señala como [presuntas] víctimas”. Según el Estado, en dicho informe
la Comisión no refirió “[c]omo parte lesionada a Victoria Martínez Neri, ni a Romana, Evelina,
Rosa, Agustina, Ana María, Carmen, Pilar, Victoria y Judith, todas de apellido Radilla Martínez,
como si lo hace, en cambio, en su demanda”.

107. En respuesta a lo solicitado por el Estado, en sus alegatos finales escritos los
representantes manifestaron que las presuntas víctimas en el presente caso han sido
“[d]ebidamente acreditados con su credencial de elector y reconocidos como víctimas en la
demanda de la [Comisión] en su párrafo 75”. La Comisión Interamericana no realizó
comentarios al respecto.

108. La Corte ha establecido que las presuntas víctimas deben estar señaladas en la demanda
y en el informe de la Comisión según el artículo 50 de la Convención. Además, de conformidad
con el artículo 34.1 del Reglamento, corresponde a la Comisión y no a este Tribunal, identificar
con precisión y en la debida oportunidad procesal a las presuntas víctimas en un caso ante esta
Corte71.

109. Al respecto, el Tribunal advierte que en el Informe de Fondo adoptado por la Comisión en
este caso, se tienen como víctimas de los derechos consagrados, inter alia, en los artículos 8 y
25 de la Convención Americana, al señor “[R]osendo Radilla Pacheco y [a] sus familiares, Tita
Radilla Martínez, Andrea Radilla Martínez y Rosendo Radilla Martínez” 72. A su vez, dicho informe

71
Cfr. Caso de las Masacres de Ituango Vs. Colombia. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 1 de julio de 2006. Serie C No. 148, párr. 98; Caso Perozo y otros Vs. Venezuela, supra nota 56, párr. 50, y
Caso Garibaldi Vs. Brasil, supra nota 32, párr. 24.

72
Cfr. Informe de Fondo No. 60/07, adoptado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 27 de julio
de 2007 (expediente de anexos a la demanda, apéndice 1, folio 41).
31

recomienda al Estado “[r]eparar adecuadamente a los familiares del señor Rosendo Radilla
Pacheco, Tita Radilla Martínez, Andrea Radilla Martínez y Rosendo Radilla Martínez, por las
violaciones de derechos humanos establecidas en el […] informe […]” 73. En el remanente del
documento no existen referencias específicas a otro familiar de la presunta víctima, sólo
menciones genéricas a los mismos 74. Una lista ampliada con los nombres de trece familiares del
señor Radilla Pacheco es presentada ante la Comisión Interamericana con posterioridad a la
adopción de dicho informe, el 18 de septiembre de 2007, mediante un escrito en el cual los
representantes manifestaron su posición sobre el sometimiento del caso a este Tribunal 75. De
esta manera, en la demanda presentada por la Comisión ante la Corte se identifican como
presuntas víctimas a trece familiares del señor Radilla Pacheco, es decir, sus 12 hijos y su
esposa fallecida.

110. De conformidad con la jurisprudencia de este Tribunal, la determinación realizada por la


Comisión en su demanda acerca de quiénes deben ser considerados familiares de la presunta
víctima desaparecida debe corresponder con lo decidido por aquélla en el Informe de Fondo. La
seguridad jurídica exige, como regla general, que todas las presuntas víctimas estén
debidamente identificadas en ambos escritos, no siendo posible añadir nuevas presuntas
víctimas en la demanda, sin que ello conlleve un perjuicio al derecho de defensa del Estado
demandado. En este caso, la Comisión no ha alegado dificultades para la determinación
oportuna de todos los familiares del señor Rosendo Radilla Pacheco como presuntas víctimas.
Tampoco se desprende del expediente que se trate de aquellos casos en los que, por sus
características, la determinación de los mismos resulta una tarea compleja, que haría necesaria
otras consideraciones por parte de este Tribunal.

111. Con base en lo anterior, y tomando en consideración el reconocimiento efectuado por el


Estado, decide considerar únicamente como presuntas víctimas a las señoras Tita y Andrea, y al
señor Rosendo, todos de apellidos Radilla Martínez. La Corte lamenta que, por razones
procesales, los demás familiares del señor Rosendo Radilla Pacheco, de quienes se presume un
sufrimiento en igualdad de condiciones, no puedan ser considerados como presuntas víctimas
por este Tribunal. Sin embargo, se resalta que la no determinación de violaciones en su perjuicio
por esta instancia internacional no obstaculiza ni precluye la posibilidad de que el Estado, de
buena fe, adopte medidas reparatorias a su favor (infra párr. 328).

112. Finalmente, la Corte advierte que los representantes alegaron que, como líder
comunitario, la desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco tuvo un impacto
particular en “la comunidad” en la que vivía. Al respecto, indicaron que “[a] partir de entrevistas
con personas clave en la comunidad hemos determinado el daño moral que la desaparición de
Rosendo Radilla, así como las circunstancias previas (contexto) y posteriores (impunidad),
causaron en la comunidad”. Con base en ello, solicitaron al Tribunal que declare la violación al
derecho a la integridad personal, reconocido en el artículo 5 de la Convención, en relación con el
artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de dicha “comunidad”.

113. Al respecto, el Tribunal observa que, además de constituir menciones generales sobre
presuntos afectados, “la comunidad” en la que vivía al señor Rosendo Radilla Pacheco, o en todo
caso, sus miembros, no fueron incluidos por la Comisión Interamericana como presuntas

73
Cfr. Informe de Fondo No. 60/07, adoptado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 27 de julio
de 2007 (expediente de anexos a la demanda, apéndice 1, folio 45).

74
Cfr. Informe de Fondo No. 60/07, adoptado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 27 de julio
de 2007 (expediente de anexos a la demanda, apéndice 1, folios 21 a 23).

75
Cfr. Escrito de los representantes dirigido a la Comisión Interamericana, de 18 de septiembre de 2007
(expediente de anexos a la demanda, anexo 1.32, folios 594 a 595).
32

víctimas en la demanda ni en el Informe según el artículo 50 de la Convención.


Consecuentemente, al no haber sido identificados con precisión en el momento procesal
oportuno, el Tribunal no puede considerarlos como presuntas víctimas en el presente caso, por
lo que no corresponde pronunciarse acerca de las supuestas violaciones alegadas en su
perjuicio.

IX
SOBRE EL DERECHO DE ACCESO A LA JUSTICIA
Y LA OBLIGACIÓN DE REALIZAR INVESTIGACIONES EFECTIVAS
ARTÍCULOS 8.1 (GARANTÍAS JUDICIALES)76 Y 25.1 (PROTECCIÓN JUDICIAL)77, EN
RELACIÓN CON LOS ARTÍCULOS 1.1 (OBLIGACIÓN DE RESPETAR LOS DERECHOS) Y 278
(DEBER DE ADOPTAR MEDIDAS DE DERECHO INTERNO) DE LA CONVENCIÓN
AMERICANA, Y LOS ARTÍCULOS I, INCISOS A) Y B), IX Y XIX79 DE LA CONVENCIÓN
INTERAMERICANA SOBRE DESAPARICIÓN FORZADA

114. En el presente capítulo el Tribunal examinará los alegatos relativos al derecho de acceso
a la justicia y a la obligación de realizar investigaciones efectivas, en relación con la detención y
posterior desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco. En primer término, la Corte
analizará la supuesta falta de investigación diligente y efectiva ante la justicia ordinaria.
Seguidamente, el Tribunal valorará la aplicación de la jurisdicción militar en el presente caso.

76

?
El artículo 8.1 establece que:

Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden
civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.
77

?
El artículo 25.1 señala que:

Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o
tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en
ejercicio de sus funciones oficiales.

78
El artículo 2 establece que:

Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere ya garantizado por


disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus
procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro
carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades.

79
El artículo IX señala, en lo pertinente, que:

Los presuntos responsables de los hechos constitutivos del delito de desaparición forzada de personas sólo
podrán ser juzgados por las jurisdicciones de derecho común competentes en cada Estado, con exclusión de toda
jurisdicción especial, en particular la militar.
Los hechos constitutivos de la desaparición forzada no podrán considerarse como cometidos en el ejercicio de las
funciones militares.

El artículo XIX establece que:

Los Estados podrán formular reservas a la presente Convención en el momento de aprobarla, firmarla, ratificarla
o adherirse a ella, siempre que no sean incompatibles con el objeto y propósito de la Convención y versen sobre
una o más disposiciones específicas.
33

115. Antes de abordar tales aspectos, es pertinente señalar que el Estado solicitó al Tribunal
“[v]alorar especialmente las diligencias efectuadas por la Comisión Nacional de Derechos
Humanos dentro de la investigación por diversos casos de presuntas desapariciones forzadas de
personas ocurridas en las décadas de los setenta y ochenta”. En tal sentido, el Estado se refirió
en particular a la investigación llevada a cabo por dicho organismo respecto del caso concreto.

116. El Tribunal observa que, de acuerdo a lo señalado por el Estado, la Comisión Nacional de
los Derechos Humanos es un “organismo de rango constitucional” que forma parte del “sistema
nacional no jurisdiccional de protección de los derechos humanos”, con facultades “[p]ara
conocer de quejas en contra de cualquier autoridad o servidor público, con excepción de los del
Poder Judicial de la Federación, así como de asuntos electorales, laborales y jurisdiccionales”.
Entre otros, “[s]u labor consiste en investigar y documentar abusos a los derechos humanos y
utilizar una serie de instrumentos para resolver los casos”, en tal sentido, la “recomendación” es
el instrumento comúnmente utilizado. El Estado también indicó que “[c]uando se documentan
prácticas generalizadas o abusos sistemáticos, la Comisión Nacional puede publicar un ‘informe
especial’ o una ‘recomendación general’, que usualmente propone cómo la autoridad debe
abordar los abusos documentados” 80.

117. La Corte nota que, como resultado de la investigación realizada en el caso concreto, la
Comisión Nacional señaló genéricamente que “[e]lementos del ejército mexicano adscritos al
estado de Guerrero” detuvieron arbitrariamente al señor Rosendo Radilla Pacheco, quien
continua desaparecido (supra párr. 127)81. Al respecto, los representantes alegaron que si bien
la investigación realizada por la Comisión Nacional “[e]s muy valiosa y sus conclusiones aportan
elementos valiosos de esclarecimiento de los hechos[, éstas] no sustituyen la actividad del
Ministerio Público”.

118. En efecto, en la Recomendación 026/2001, la Comisión Nacional afirmó que “[s]e


enc[ontraba] limitada para pronunciarse respecto a la realización de algún delito, en virtud de
que la competencia en esta materia incumbe de manera exclusiva al Ministerio Público[, por lo
que] ni [la] Comisión Nacional, ni ninguna otra autoridad pública federal o local, distinta al
Ministerio Público puede manifestarse al respecto y solamente corresponde al Poder Judicial
señalar si una persona es autor o responsable de un hecho delictuoso” 82.

119. La Corte Interamericana ya ha establecido que la obligación de investigar los hechos,


juzgar y, en su caso, sancionar a los responsables de un delito que constituye una violación de
derechos humanos es un compromiso que emana de la Convención Americana, y que la
responsabilidad penal debe ser determinada por las autoridades judiciales competentes
siguiendo estrictamente las normas del debido proceso establecidas en el artículo 8 de la
Convención Americana83.

80
La Corte también observa que adicionalmente, el Estado señaló que “[e]n México, el procedimiento judicial penal
inicia cuando la autoridad investigadora, en este caso el agente del ministerio público de la federación, tiene conocimiento
sobre un hecho probablemente delictuoso, es decir, cuando tiene noticia criminis”. Además, indicó que “[n]o obstante que
se reconocen las acciones del órgano jurisdiccional autónomo de derechos humanos en este caso, de acuerdo a la
legislación mexicana […] las quejas ante la [Comisión Nacional no] constituyen strictu sensu una forma reconocida de
noticia criminis”.

81
Cfr. Exp. CNDH/PDS/95/GRO/S00228.000, Caso del señor Radilla Pacheco Rosendo, Asociación Cívica
Guerrerense y Liga Revolucionaria del Sur “Emiliano Zapata”, Informe Especial sobre las Quejas en Materia de
Desapariciones Forzadas Ocurridas en la Década de los 70 y Principios de los 80 (expediente de anexos a la demanda,
anexo 2, folios 869, y expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo C, folios 1679 a 1683).

82
Recomendación 026/2001 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (expediente de anexos a la
demanda, anexo 3, folio 890 y expediente de anexos a la contestación a la demanda, anexo V.2, página 18).
34

120. Al respecto, la Corte considera pertinente reiterar, como lo ha hecho en otros casos, que
la “verdad histórica” documentada en los informes y recomendaciones de órganos como la
Comisión Nacional, no completa o sustituye la obligación del Estado de establecer la verdad
también a través de procesos judiciales 84. Ello no obsta para que la Corte tome en consideración
los documentos elaborados por dicha Comisión Nacional cuando estén relacionados con la
supuesta responsabilidad internacional del Estado.

121. Adicionalmente, la Corte ha considerado que, en el marco de los artículos 1.1, 8 y 25 de


la Convención Americana, los familiares de las víctimas tienen el derecho, y los Estados la
obligación, a que los hechos sean efectivamente investigados por las autoridades estatales y, en
ese sentido, a conocer la verdad de lo sucedido. De manera particular, la Corte ha establecido el
contenido del derecho a conocer la verdad en su jurisprudencia en casos de desaparición forzada
de personas. En tal sentido, ha confirmado la existencia de un “[d]erecho de los familiares de la
víctima de conocer cuál fue el destino de ésta y, en su caso, dónde se encuentran sus restos” 85.
Además, correlativamente, en este tipo de casos se entiende que los familiares de la persona
desaparecida son víctimas de los hechos constitutivos de la desaparición forzada, lo que les
confiere el derecho a que los hechos sean investigados y que los responsables sean procesados
y, en su caso, sancionados 86. Así, la Corte recuerda que el derecho a la verdad se encuentra
subsumido en el derecho de la víctima o de sus familiares a obtener de los órganos competentes
del Estado el esclarecimiento de los hechos violatorios y las responsabilidades correspondientes,
a través de la investigación y el juzgamiento que previenen los artículos 8 y 25 de la
Convención87. En consecuencia, en este caso no se pronunciará respecto del alegato de la
supuesta violación del artículo 13 de la Convención Americana formulado por los representantes
(supra párr. 5).

122. De acuerdo a lo anterior, sin menoscabar las actuaciones llevadas a cabo por la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos en relación con la desaparición forzada del señor Rosendo
Radilla Pacheco, particularmente por lo que se refiere a la presunta participación de agentes
estatales, la Corte considera que el análisis sobre el derecho de acceso a la justicia y la
obligación a cargo del Estado de realizar investigaciones efectivas en el presente caso debe
circunscribirse a las actuaciones realizadas en el ámbito jurisdiccional.

A. Actuaciones en la jurisdicción ordinaria

123. En este apartado, la Corte estima necesario hacer una referencia al trámite general de la
investigación de los hechos del caso concreto en la jurisdicción ordinaria para, posteriormente,
realizar el análisis específico de las actuaciones llevadas a cabo por el Estado mexicano. Cabe
reiterar que, dado que el Estado no remitió copia de la averiguación previa
SIEDF/CGI/454/2007), los hechos que se mencionan a continuación han sido determinados con

83
Cfr. Caso Huilca Tecse Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 3 de marzo de 2005. Serie C No.
121, párr. 106.

84
Cfr. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, supra nota 19, párr. 150, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra
nota 44, párr. 180.

85
Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 181; Caso La Cantuta Vs. Perú, supra nota 51,
párr. 231, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 118.

86
Cfr. Caso Blake Vs. Guatemala, supra nota 150, párr. 97; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra nota 24,
párr. 146, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 118.

87
Cfr. Caso Gómez Palomino, supra nota 51, párr. 78; Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, supra nota 19,
párr. 150, y Caso de la Masacre de la Rochela Vs. Colombia, supra nota 83, párr. 147.
35

base en la prueba existente en el expediente del Tribunal y en las afirmaciones de las partes que
no fueron desvirtuadas o controvertidas (supra párr. 92).

124. El 27 de marzo de 1992 la señora Andrea Radilla Martínez interpuso una denuncia penal
ante el Agente del Ministerio Público Federal en el Estado de Guerrero, por la desaparición
forzada de su padre y en contra de quien resultase responsable 88. Posteriormente, el 14 de
mayo de 1999 la señora Tita Radilla Martínez presentó otra denuncia penal ante el Ministerio
Público del Fuero Común de la Ciudad de Atoyac de Álvarez, Guerrero, por la desaparición
forzada de su padre y en contra de quien resultase responsable 89. Ambas denuncias fueron
enviadas por el Ministerio Público a “[r]eserva por falta de indicios para la determinación de los
probables responsables”90.

125. El 20 de octubre de 2000 Tita Radilla Martínez interpuso una nueva denuncia penal por la
desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco, entre otras personas 91. Dicha denuncia
fue interpuesta ante el Ministerio Público del Fuero Federal, Delegación Estatal Guerrero, dando
lugar a la Averiguación Previa 268/CH3/200092. Posteriormente esta autoridad se declaró
incompetente por razón del territorio, por lo cual se remitieron los autos a otra agencia de la
Delegación Estatal Guerrero de la Procuraduría General de la República 93. Como resultado, el 4
de enero de 2001 el Ministerio Público Federal integró la Averiguación Previa 03/A1/2001 94.

126. El 9 de enero de 2001 la señora Tita Radilla Martínez, entre otras personas, presentó otra
denuncia penal ante la Procuraduría General de la República, en relación con la presunta
desaparición forzada de su padre, además de otras personas. Dicha denuncia dio lugar a la

88
Cfr. Acta de comparecencia levantada por el Agente del Ministerio Público Federal, en la Ciudad de Chilpancingo,
Guerrero, el 27 de marzo de 1992 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.21, folios 1908
a 1912).

89
Cfr. Escrito de denuncia presentado ante el Agente del Ministerio Público del Fuero Común de la Ciudad de Atoyac
de Álvarez, Guerrero, de 14 de mayo de 1999 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.20,
folios 1906 a 1907).

90
Cfr. Escrito de contestación a la demanda (expediente de fondo, tomo II, f. 695), y escrito de alegatos finales del
Estado (expediente de fondo, tomo IX, f. 2786).

91
Cfr. Escrito de denuncia de 20 de octubre de 2000 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos,
anexo D.6, folios 1759 a 1773).

92
Cfr. Acuerdo de inicio de averiguación previa 268/CH3/2000, de 26 de octubre de 2000 (expediente de anexos al
escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.6, folios 1776 a 1777), y declaración rendida por la Licenciada Martha
Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18 de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folio
1424).

93
Cfr. Acuerdo del Agente del Ministerio Público de la Federación Titular de la Agencia Tercera de Procedimientos
Penales, Delegación Estatal Guerrero, de 6 de diciembre de 2000 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y
argumentos, anexo D.6, folios 1822 a 1826); oficio del Delegado Estatal de la Procuraduría General de la República, de 14
de diciembre de 2000 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.6, folio 1828); acuerdo del
Agente del Ministerio Público de la Federación Titular de la Agencia Tercera de Procedimientos Penales de la Delegación
Estatal Guerrero, de 29 de diciembre de 2000 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.6,
folio 1827); oficio del Agente del Ministerio Público de la Federación Titular de la Agencia Tercera de Procedimientos
Penales de la Delegación Estatal Guerrero, de 3 de enero de 2001 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y
argumentos, anexo D.6, folio 1829), y acuerdo del Agente del Ministerio Público de la Federación Titular de la Agencia
Primera de la Delegación Estatal Guerrero, de 4 de enero de 2001 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y
argumentos, anexo D.6, folio 1774).

94
Cfr. Oficio suscrito por el Agente del Ministerio Público de la Federación Tit. [sic] de la Primera Agencia de
Procedimientos Penales Delegación Estatal Guerrero, de 4 de enero de 2001 (expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo D.6, folio 1775), y declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria
ante fedatario público (affidávit) el 18 de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folio 1424).
36

Averiguación Previa 26/DAFMJ/2001. El 20 de marzo de 2001 la señora Tita Radilla Martínez


ratificó dicha denuncia95.

127. En atención a la Recomendación 026/2001, emitida por la Comisión Nacional de los


Derechos Humanos, mediante el Acuerdo Presidencial de 27 de noviembre de 2001, se creó la
Fiscalía Especial96 (supra párr. 135). En esta Fiscalía se inició la Averiguación Previa
PGR/FEMOSPP/001/2002, relativa, entre otros, a las denuncias presentadas ante la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos por desapariciones forzadas ocurridas durante la década de
los 70 y principios de los años 80 en México97 (supra párr. 135).

128. Ante el Agente del Ministerio Público de la Federación, comisionado en la Fiscalía Especial,
el 11 de mayo de 2002 la señora Tita Radilla Martínez ratificó la denuncia ya presentada el 20
de marzo de 2001 (supra párr. 185)98. El 19 de septiembre de 2002 realizó una ampliación de
declaración ante la Fiscalía Especial 99. Con base en lo anterior, la Fiscalía Especial realizó un
desglose para el caso particular, con lo que el 20 de septiembre de 2002 se inició la
Averiguación Previa PGR/FEMOSPP/033/2002100. Posteriormente se integraron a este expediente
95
Cfr. Acuerdo del Agente del Ministerio Público de la Federación, comisionado en la Fiscalía Especial, de 20 de
septiembre de 2002 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.5, folio 1751). La Corte
observa que los representantes indicaron que el 28 de noviembre de 2000, Tita Radilla Martínez, entre otros, presentó
una denuncia penal ante la Procuraduría General de la República, en relación con la desaparición forzada de su padre y de
otras personas. Este escrito de denuncia consta en el expediente del Tribunal (expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo C, folios 1476 a 1479), aunque se encuentra fechado como de 29 de noviembre de 2000,
sin firma y sello alguno de acuse.

96
Cfr. Recomendación 026/2001 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (expediente de anexos a la
demanda, anexo 3, folios 908 a 909, y expediente de anexos a la contestación a la demanda, anexo V.2, página 36).
Acuerdo del Poder Ejecutivo, Presidencia de la República, por el que se disponen diversas medidas de procuración de
justicia por delitos cometidos contra personas vinculadas con movimientos sociales y políticos del pasado, de 27 de
noviembre de 2001 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo H.2, folios 2143 a 2144, y
expediente de anexos a la contestación de la demanda, anexo VI.1), y declaración rendida por la Licenciada Martha
Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18 de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folio
1423).
97

?
Cfr. Consulta de incompetencia por razón de materia suscrita por el Agente del Ministerio Público de la
Federación, Titular de la Primera Agencia de Procedimientos Penales, Delegación Estatal Guerrero, de 26 de abril de 2002
(expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.6, folios 1849 a 1851). Oficio del Delegado Estatal
Guerrero, de la Procuraduría General de la República, de 27 de mayo de 2002 (expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo D.6, folio 1853); acuerdo del Agente del Ministerio Público de la Federación, Titular de la
Primera Agencia Investigadora, Delegación Estatal Guerrero, de 5 de junio de 2002 (expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo D.6, folio 1852); consulta de incompetencia por razón de atribuciones suscrita por el
Agente del Ministerio Público de la Federación, Titular de la Primera Agencia de Procedimientos Penales, Delegación
Estatal Guerrero, de 10 de junio de 2002 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.6, folios
1854 a 1856); oficio del Delegado Estatal Guerrero, de la Procuraduría General de la República, de 20 de junio de 2002
(expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.6, folio 1858); acuerdo del Agente del Ministerio
Público de la Federación, Titular de la Primera Agencia Investigadora, Delegación Estatal Guerrero, de 8 de julio de 2002
(expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.6, folio 1857), y declaración rendida por la
Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18 de junio de 2009 (expediente de
fondo, tomo IV, folio 1423).

98
Cfr. Acta de comparecencia de Tita Radilla Martínez ante el Agente del Ministerio Público de la Federación,
comisionado en la Fiscalía Especial, de 11 de mayo de 2002 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos,
anexo D.2, folios 1736 a 1743).

99
Cfr. Ampliación de declaración de Tita Radilla Martínez ante el Agente del Ministerio Público de la Federación,
comisionado en la Fiscalía Especial (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.4, folios 1747 a
1749 bis).

100
Cfr. Acuerdo suscrito por el Agente del Ministerio Público de la Federación, comisionado a la Fiscalía Especial, de
20 de septiembre de 2002 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.5, folios 1750 a 1752);
sentencia del Primer Tribunal Colegiado en Materias Penal y Administrativa del Vigésimo Primer Circuito en el Conflicto
Competencial Penal 6/2005, de 27 de octubre de 2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos,
37

la denuncia presentada por la señora Tita Radilla Martínez dentro de la Averiguación Previa
26/DAFMJ/2001 (supra párr. 185) y el expediente relativo a la Averiguación Previa
03/A1/2001101 (supra párr. 184), también sobre la desaparición forzada del señor Rosendo
Radilla Pacheco.

129. El 11 de agosto de 2005 se consignó ante el Juez de Distrito en Turno en el Estado de


Guerrero a un presunto responsable del delito de privación de la libertad en su modalidad de
plagio y secuestro, en perjuicio del señor Radilla Pacheco, dentro de la Averiguación Previa
PGR/FEMOSPP/033/2002102. Ese mismo día la Fiscalía Especial dio inicio a la Averiguación Previa
PGR/FEMOSPP/051/2005, “[p]ara continuar con [la] integración [de la indagatoria] hasta su
total perfeccionamiento y determinación […]” 103. El 28 de abril de 2006 dicho expediente fue
acumulado a la Averiguación Previa PGR/FEMOSPP/057/2002 104, al cual fueron integradas 122
averiguaciones previas “[q]ue t[en]ían en común que la presunta desaparición se [dió] entre el
14 de julio y el 19 de noviembre de 1974”105.

130. Con posterioridad, mediante el Acuerdo del Procurador General de la República A/317/06,
de 30 de noviembre de 2006, se abrogó el Acuerdo A/01/02, mediante el cual se designó al
Fiscal Especial106. A través de dicho acuerdo también se ordenó que las averiguaciones previas
instruidas por la Fiscalía Especial fueran turnadas a la Coordinación General de Investigación de
la dicha Procuraduría107, en la cual se inició la Averiguación Previa SIEDF/CGI/454/2007 el 15 de
febrero de 2007108. Dentro de ésta se encuentran acumuladas 122 indagatorias, entre las cuales
se halla la relativa a la del presente caso109.
anexo G.6, folios 2094 a 2095), y declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario
público (affidávit) el 18 de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folio 1423).

101
Cfr. Oficio del Agente del Ministerio Público de la Federación, Titular de la Primera Agencia Investigadora, de 22
de julio de 2002 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.6, folio 1757); constancia del
Agente del Ministerio Público de la Federación, comisionado a la Fiscalía Especial, de 25 de octubre de 2002 (expediente
de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.6, folio 1755).

102
Cfr. Declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18
de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folios 1430 a 1431); sentencia del Primer Tribunal Colegiado en Materias
Penal y Administrativa del Vigésimo Primer Circuito en el Conflicto Competencial Penal 6/2005, de 27 de octubre de 2005
(expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo G.6, folios 2094 a 2095).

103
Cfr. Declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18
de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folio 1432).

104
Cfr. Declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18
de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folios 1432 a 1433).

105
Cfr. Sistematización de toda la Averiguación Previa: SIEDF/CGI/454/2007 (expediente de anexos al escrito de
solicitudes y argumentos, anexo D.1, folio 1726).

106
Cfr. Acuerdo A/317/06 del Procurador General de la República, de 30 de noviembre de 2006 (expediente de
anexos a la contestación a la demanda, anexo VI.2, páginas 1 a 3), y declaración rendida por la Licenciada Martha
Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18 de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folios
1422 a 1423).

107
Cfr. Acuerdo A/317/06 del Procurador General de la República, de 30 de noviembre de 2006 (expediente de
anexos a la contestación a la demanda, anexo VI.2, página 2).

108
Cfr. Declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18
de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folios 1422 a 1423), y s istematización de toda la Averiguación Previa:
SIEDF/CGI/454/2007 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.1, f. 1726).

109
Cfr. Informe de Evaluación al Seguimiento de la Recomendación 26/2001, Comisión Nacional de los Derechos
Humanos, de 25 de agosto de 2009 (expediente de fondo, tomo IX, folio 3062), y declaración rendida por la Licenciada
Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18 de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV,
folios 1422 a 1423).
38

A1. Sobre la falta de investigación diligente y efectiva en el ámbito penal

131. La Corte ha considerado que el Estado está en la obligación de proveer recursos judiciales
efectivos a las personas que aleguen ser víctimas de violaciones de derechos humanos (artículo
25), recursos que deben ser sustanciados de conformidad con las reglas del debido proceso legal
(artículo 8.1), todo ello dentro de la obligación general, a cargo de los mismos Estados, de
garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la Convención a toda
persona que se encuentre bajo su jurisdicción (artículo 1.1) 110.

132. El derecho de acceso a la justicia requiere que se haga efectiva la determinación de los
hechos que se investigan y, en su caso, de las correspondientes responsabilidades penales en
tiempo razonable, por lo que, en atención a la necesidad de garantizar los derechos de las
personas perjudicadas111, una demora prolongada puede llegar a constituir, por sí misma, una
violación de las garantías judiciales112. Además, por tratarse de una desaparición forzada, el
derecho de acceso a la justicia incluye que en la investigación de los hechos se procure
determinar la suerte o paradero de la víctima (supra párr. 143).

133. Si bien la Corte ha establecido que el deber de investigar es uno de medio, no de


resultado113, ello no significa, sin embargo, que la investigación pueda ser emprendida como
“una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa” 114. Al respecto, el Tribunal ha
establecido que “cada acto estatal que conforma el proceso investigativo, así como la
investigación en su totalidad, debe estar orientado hacia una finalidad específica, la
determinación de la verdad y la investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y, en su
caso, la sanción de los responsables de los hechos” 115.

134. Corresponde ahora analizar si el Estado ha conducido las investigaciones penales con la
debida diligencia y en un plazo razonable, y si las mismas han constituido recursos efectivos
para asegurar el derecho de acceso a la justicia de las presuntas víctimas. Para tal efecto, el
Tribunal examinará los respectivos procesos internos.

(a) Primeras denuncias penales: 1992-1999

110
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 32, párr. 91; Caso Kawas Fernández Vs. Honduras,
supra nota 40, párr. 110, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 122.

111
Cfr. Caso Bulacio Vs. Argentina, supra nota 25, párr. 114; Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, supra nota 40,
párr. 112, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 124.

112
Cfr. Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros Vs. Trinidad y Tobago . Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 145; Caso Valle Jaramillo y otros Vs. Colombia. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2008. Serie C No. 192, párr. 154, y Caso Anzualdo Castro Vs.
Perú, supra nota 44, párr. 124.

113
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 177; Caso Kawas Fernández Vs. Honduras,
supra nota 40, párr. 101, y Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra nota 24, párr. 144.

114
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 177; Caso Kawas Fernández Vs. Honduras,
supra nota 40, párr. 101, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 123.

115
Cfr. Caso Cantoral Huamaní y García Santa Cruz Vs. Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 10 de julio de 2007. Serie C No. 167, párr. 131, y Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, supra nota 40,
párr. 101.
39

135. La Comisión y los representantes alegaron que los familiares del señor Rosendo Radilla
Pacheco no interpusieron denuncia formal de los hechos cuando sucedieron debido al contexto
social y político imperante en la época, en el que los familiares de las víctimas no interponían
denuncias por temor a represalias o a ser detenidos por los militares. Los representantes
señalaron que, no obstante, los familiares denunciaron públicamente su desaparición y
acudieron a diversas autoridades estatales tratando de obtener ayuda para su búsqueda 116. En
tal sentido, señalaron que el Estado tuvo conocimiento de su detención y desaparición desde
sucedidos los hechos.

136. Por su parte, el Estado señaló que “[…] las manifestaciones populares [… no] constituyen
strictu sensu una forma reconocida de noticia criminis”, por lo que insistió en que fue el 27 de
marzo de 1992 cuando el ministerio público tuvo conocimiento formal de los hechos mediante la
presentación de la primera denuncia penal. Con base en lo anterior, el Estado señaló que los
hechos fueron denunciados 18 años después de sucedidos, y que “[e]se hecho [no era]
imputable al Estado.”

137. Al respecto, el Tribunal constata que durante la audiencia pública el Estado manifestó que
“[e]l delito no fue atendido en su momento en gran medida por el contexto político y el marco
institucional que […] regían entonces […]”. En este sentido, las consecuencias que se derivan del
retardo en el inicio de las investigaciones no pueden ser imputadas en forma alguna a las
víctimas o sus familiares.

138. Como se señaló anteriormente, toda autoridad estatal o funcionario público que haya
tenido noticia de actos destinados a la desaparición forzada de personas, debe denunciarlo
inmediatamente (supra párr. 143). En casos de desaparición forzada de personas, la denuncia
formal de los hechos no descansa exclusivamente en los familiares de las víctimas, sobre todo
cuando es el propio aparato gubernamental el que lo obstaculiza. En el presente caso, es claro
que fueron familiares del señor Radilla Pacheco quienes inicialmente, por sus propios medios,
realizaron diversas acciones encaminadas a su búsqueda, a pesar de las dificultadas propias del
contexto político imperante.

116
La señora Andrea Radilla Martínez señaló en una declaración rendida el 27 de marzo de 1992 que: “[e]n
compañía de [su] esposo y otros familiares procedi[eron] a iniciar la búsqueda [de Rosendo Radilla Pacheco] en [la]
ciudad de Chilpancingo, Guerrero, por lo que procedi[eron] a ir a buscar a […] quien en ese momento era secretario
particular del Gobernador en turno, […] en virtud de existir una estrecha relación familiar [éste les manifestó] que no
podía hacer nada por [ellos] ni mucho menos por [su] padre ya que [é]l se encontraba imposibilitado por tratarse de
autoridades militares […]”;“[posteriormente, se trasladaron] al Puerto de Acapulco, Guerrero[, para] ir a ver a un familiar,
el cual pertenecía al Ejército Mexicano [cuyo] rango era de soldado raso, […] con el fin de saber si [é]l a trav[és] de
algunos compañeros que se encontraban en dicho Puerto sabían o habían escuchado a trav[és] de otros sobre el paradero
de [su] padre, sin que [les] dieran ninguna respuesta positiva al respecto […] esta visita al Puerto fue aproximadamente
ocho días despu[é]s de la fecha de la detención de [Rosendo Radilla Pacheco]”; “[c]omo a los quince días
aproximadamente después de haber regresado del Puerto de Acapulco, [se] trasladó en compañía de una amiga […] a la
Zona Militar de [la] ciudad de Chilpancingo, a preguntar sobre el paradero de [su] padre[,] ya que [su amiga] tenía en
esos momentos un amigo que se desempeñaba como militar [... quien les] manifestó que no [se] preocupara[n] ya que si
[su] padre era inocente, lo iban a soltar[, aunque] era sabido por toda la gente que viv[ía] en [esa] ciudad que el Ejército
solamente detenía a las personas que tenían nexos con la guerrilla, [por lo que no quedó] muy conforme [con] la
contestación que [le] dio dicho oficial […]”;“[se trasladaron] aproximadamente un mes después a la [C]iudad de México
para entrevistar[se] con el […] representante del Gobernador Rubén Figueroa Figueroa […] en virtud de que por un doctor
militar […] sabía por rumores que [su] padre se encontraba recluido en el Campo Militar Número Uno en la [C]iudad de
México[, el doctor] se enteró en virtud de que un señor […] envió una carta a su esposa en donde le señalaba una
relación de personas que se encontraban detenidos y en las cuales aparecía el nombre de [Rosendo Radilla Pacheco], por
lo que este doctor [les] dijo que acudiera[n] directamente a la [C]iudad de México [... y que] tratara[n] de que [su] padre
[les] enviara un mensaje […] ya que sin ese documento para [é]l era imposible tratar de agilizar su localización […]”; y,
que “[no presentaron] denuncia formal ante la Procuraduría General del Estado ni ante la Procuraduría General de la
República por la desaparición de [Rosendo Radilla Pacheco], limit[á]ndo[se] solamente a exigir su presentación por medio
del Frente Nacional Contra la Represión […] por medio de marchas, m[í]tines y plantones” (expediente de anexos al
escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.21, folios 1909 a 1910).
40

139. Por otra parte, de los hechos del caso se desprende que el 27 de marzo de 1992 la
señora Andrea Radilla Martínez, y el 14 de mayo de 1999 la señora Tita Radilla Martínez,
respectivamente, interpusieron denuncias penales por la detención y desaparición forzada de su
padre, “en contra de quien resultase responsable” (supra párr. 183). Durante la audiencia
pública (supra párr. 9) la señora Tita Radilla señaló que la denuncia de 14 de mayo de 1999,
inicialmente, no quería ser recibida por el agente del Ministerio Público porque lo iban a “correr”.
Asimismo, señaló que “[e]n un momento llegó un carro de militares afuera de la oficina del
Ministerio Público, [que] ellos no hicieron nada, se quedaron ahí”, y que tuvieron que “presionar”
al Ministerio Público diciendo que se pondrían en huelga de hambre. La denuncia fue finalmente
recibida casi a las 12 de la noche.

140. El Tribunal observa que en el escrito de denuncia de 14 de mayo de 1999 (supra párr.
183), la señora Tita Radilla también se refirió a la negativa de la autoridad ministerial de recibir
dicha denuncia, y señaló que, entre otros, la persona que la había atendido le había dicho que la
acción había prescrito porque “[e]speró veinticinco años en denunciar [la desaparición forzada
del señor Radilla Pacheco]”117, a lo cual Tita Radilla le indicó que debía emitirse un acuerdo en el
cual se le fundara y motivara por qué había prescrito la acción. Estos hechos no fueron
controvertidos por el Estado.

141. El Estado mexicano no hizo referencia alguna a las eventuales gestiones o actuaciones
puntuales realizadas a consecuencia de las denuncias presentadas en 1992 y 1999. Antes bien,
indicó que éstas fueron enviadas a reserva “por falta de indicios para la determinación de los
probables responsables”118 (supra párr. 183). Lo anterior confirma que, aún habiendo tenido
noticia formal de los hechos, el Estado no actuó consecuentemente con su deber de iniciar
inmediatamente una investigación exhaustiva.

142. Para la Corte, la falta de respuesta estatal es un elemento determinante al valorar si se


ha dado un incumplimiento del contenido de los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención
Americana, pues tiene relación directa con el principio de efectividad que debe tener el
desarrollo de tales investigaciones119. En el presente caso, luego de recibir la denuncia
presentada en 1992, el Estado debió realizar una investigación seria e imparcial, con el
propósito de brindar en un plazo razonable una resolución que resolviera el fondo de las
circunstancias que le fueron planteadas.

(b) Investigaciones a partir del año 2000

b.1) Efectividad de las investigaciones

143. El Estado hizo referencia a una serie de diligencias llevadas a cabo, principalmente, desde
el año 2002120, a partir de la creación de la Fiscalía Especial (supra párr. 186), con base en las
cuales solicitó a la Corte “[p]onder[ar] los enormes esfuerzos realizados para lograr el
esclarecimiento de los hechos”. Al respecto, alegó que en el presente caso “no existe impunidad,
ya que la investigación continúa [y] las autoridades agotan todos los medios legales a su
117
Cfr. Escrito de denuncia presentado ante el Agente del Ministerio Público del Fuero Común de la Ciudad de Atoyac
de Álvarez, Guerrero, el 14 de mayo de 1999 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.20,
folio 1906).

118
Cfr. Escrito de contestación a la demanda (expediente de fondo, tomo II, folio 695), y escrito de alegatos finales
del Estado (expediente de fondo, tomo IX, folio 2786).

119
Cfr. Caso García Prieto y otros Vs. El Salvador, supra nota 19, párr. 115; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá,
supra nota 24, párr. 157, y Caso Ticona Estrada Vs. Bolivia, supra nota 23, párr. 79.

120
Cfr. Escrito de contestación a la demanda (expediente de fondo, tomo II, folios 695 a 715).
41

alcance para evitar[la]”. En todo caso, el Tribunal observa que el propio Estado mexicano afirmó
durante la audiencia pública del caso (supra párr. 9) que “[h]asta ahora, después de múltiples
esfuerzos que constan en el expediente, […] no ha sido capaz de esclarecer completamente
cómo ocurrieron los hechos”.

144. Al analizar la efectividad de las investigaciones llevadas a cabo en el presente caso, no


escapa al conocimiento de la Corte que del contexto en el cual se enmarca la desaparición
forzada del señor Radilla Pacheco (supra párrs. 132 a 137) se desprende la probable existencia
de diferentes grados de responsabilidad en hechos como el presente. Durante la audiencia
pública, haciendo referencia de manera general a la época en la que sucedieron los hechos, el
Estado señaló que “[e]l gobierno era un ente centralizado en la figura presidencial, en donde no
existía un contrapeso exógeno o endógeno para limitar dicho poder, la verticalidad también lo
regulaba al interior, tampoco existía un andamiaje institucional que permitiera someter a las
instancias gubernamentales a un proceso de rendición de cuentas”.

145. En este sentido, el Informe de la Fiscalía Especial establece que:

[s]e constata que el régimen autoritario, a los más altos niveles de mando, impidió, criminalizó y
combatió a diversos sectores de la población que se organizaron para exigir mayor participación
democrática en las decisiones que les afectaban, y de aquellos que quisieron poner coto al
autoritarismo, al patrimonialismo, a las estructuras de mediación y a la opresión. El combate que el
régimen autoritario emprendió en contra de estos grupos nacionales […] se salió del marco legal e
incurrió en crímenes de lesa humanidad y violaciones al Derecho Humanitario Internacional [sic], que
culminaron en masacres, desapariciones forzadas, tortura sistemática, y genocidio […] Al efecto, se
121
utilizaron a las instituciones del Estado, pervirtiendo las mismas .

146. Al respecto, el Tribunal observa que en un lapso de aproximadamente 5 años, es decir,


desde el 11 de mayo de 2002, fecha en que la Fiscalía Especial inició las investigaciones
correspondientes al presente caso (supra párr. 187), hasta el 15 de febrero de 2007, fecha en la
que la Coordinación General de Investigación radicó la averiguación previa en la cual se
investigan los hechos de este caso (supra párr. 189), solamente se consignó ante la autoridad
judicial a una persona como probable responsable de la comisión del delito de privación ilegal de
la libertad en su modalidad de plagio y secuestro en contra del señor Radilla Pacheco 122 (supra
párr. 188). La Corte destaca que el Estado no se refirió a otras diligencias precisas relacionadas
con la probable responsabilidad de otras personas. En tal sentido, los representantes indicaron
que “[s]e encontraron […] importantes pruebas históricas que incriminan a varios altos mandos
de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, la [Fiscalía Especial] únicamente citó a declarar a 3
miembros de las Fuerzas Armadas [que] ya se encontraban en prisión por otros delitos, y […]
dejó de lado el seguimiento de otras líneas de investigación”. El Estado no controvirtió este
punto.

147. Como lo ha señalado en otras oportunidades, la Corte considera que las autoridades
encargadas de las investigaciones tenían el deber de asegurar que en el curso de las mismas se
valorarán los patrones sistemáticos que permitieron la comisión de graves violaciones de los
derechos humanos en el presente caso123. En aras de garantizar su efectividad, la investigación
debió ser conducida tomando en cuenta la complejidad de este tipo de hechos y la estructura en

121
Cfr. Informe Histórico a la Sociedad Mexicana, Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado,
Procuraduría General de la República, 2006 (expediente de anexos a la demanda, anexo 4, página 6).

122
Cfr. Declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18
de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folio 1430).

123
Cfr. Caso de la Masacre de la Rochela Vs. Colombia, supra nota 83, párr. 156; Caso Tiu Tojín Vs. Guatemala,
supra nota 24, párr. 78, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 154.
42

la cual se ubican las personas probablemente involucradas en los mismos, de acuerdo al


contexto en que ocurrieron, evitando así omisiones en la recaudación de prueba y en el
seguimiento de líneas lógicas de investigación124.

148. Por otra parte, en relación con la determinación del paradero del señor Rosendo Radilla
Pacheco, la Corte constata que dentro de la Averiguación Previa 26/DAFMJ/2001 (supra párr.
185), el 15 de mayo de 2001 se realizó una inspección ministerial en el patio de un inmueble
localizado en Tres Pasos del Río, Municipio de Atoyac de Alvarez, Guerrero, durante la cual se
encontraron, entre otros, fragmentos óseos que fueron identificados como no humanos, previos
dictámenes en materia de criminalística de campo, fotografía y antropología 125. Al respecto, los
representantes señalaron que dicha diligencia se llevó a cabo “[s]in avisar a los familiares” y de
forma “[i]nesperada” durante la noche. Alegaron que se realizó una excavación en donde se
encontraron restos óseos que fueron recogidos “[s]in ningún cuidado ni resguardándolos”, y que
se los llevaron destruyendo “[e]l contexto antropológico forense”. Asimismo, señalaron que
“[l]os familiares no contaron con peritos de su confianza, [y que] tiempo después les informaron
que eran restos de animales, quedando serias dudas entre los familiares por la forma como se
llevó acabo la diligencia”, y porque quienes estuvieron presentes, entre ellos, la señora Tita
Radilla, vieron partes de ropa alrededor de los restos.” El Estado no se refirió en particular a
este punto. La Corte considera que los hechos informados por los representantes quedan
establecidos, en tanto sólo pueden ser desvirtuados a través del expediente de la averiguación
previa SIEDF/CGI/454/2007, que el Estado debió remitir y se negó a hacerlo (supra párrs. 88 a
92).

149. Asimismo, debe resaltarse que fue seis años después que se llevaron a cabo nuevas
diligencias relacionadas con la búsqueda del paradero del señor Rosendo Radilla Pacheco,
específicamente, en lo que actualmente se conoce como la “ciudad de los servicios”, en el
inmueble del Ayuntamiento Municipal de la Ciudad de Atoyac de Álvarez, Guerrero, y en el que
anteriormente se localizó el Cuartel Militar de Atoyac de Álvarez. El Estado se refirió a las
diligencias realizadas al respecto desde el 22 de octubre de 2007 126. Asimismo, la testigo Martha
Patricia Valadez Sanabria señaló una serie de diligencias que tuvieron lugar desde el 4 de
diciembre de 2007. El Estado indicó que durante las últimas diligencias de excavación se
encontraron restos no humanos, y que lo anterior fue puesto en conocimiento de la señora Tita
Radilla y de la perito en arqueología acreditada por ella. La realización de tales diligencias de
excavación también se desprende de la declaración rendida por la señora Valadez Sanabria127.

150. Ahora bien, el Tribunal constata que a partir de que las investigaciones fueron
trasladadas a la Coordinación General de Investigación, las diligencias se han dirigido
mayormente a la “localización” del señor Radilla Pacheco, y no a la determinación de otros
probables responsables. Lo anterior se confirma con lo indicado por la testigo Martha Patricia

124
Cfr. Caso de las Hermanas Serrano Cruz Vs. El Salvador, supra nota 82, párrs. 88 y 105; Caso de la Masacre de
la Rochela Vs. Colombia, supra nota 83, párrs. 154 y 158, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 154.

125
Cfr. Tarjeta informativa elaborada por el Director de Apoyo a Fiscalías y Mandamientos Judiciales de la
Procuraduría General de la República en la Averiguación Previa 26/DAFMJ/2001, de 3 de julio de 2001 (expediente de
anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo C, folios 1368 a 1371); oficio del Agente del Ministerio Público de la
Federación, Titular de la Mesa VI, Dirección de Apoyo a Fiscalías y Mandamientos Judiciales de la Procuraduría General de
la República, de 16 de mayo de 2001 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo C, folios 1313
a 1314), y oficio del Antropólogo Físico, señor Arturo Romano Pacheco, de 23 de mayo de 2001 (expediente de anexos al
escrito de solicitudes y pruebas, anexo C, folios 1315 a 1354).

126
Cfr. Escrito de contestación a la demanda (expediente de fondo, tomo II, folios 708 a 712).

127
Cfr. Declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18
de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folios 1439 a 1440).
43

Valadez Sanabria128. Asimismo, el propio Estado mexicano afirmó que “[l]as diligencias recientes
que se efectúan siguen líneas de investigación concretas, veraces y efectivas para localizar al
señor Rosendo Radilla Pacheco o explicar su paradero”.

151. La Corte estima conveniente señalar que, de conformidad con el Acuerdo Presidencial
mediante el cual se creó la Fiscalía Especial, ésta respondió a “[l]as demandas de
esclarecimiento de hechos y de justicia para los presuntos desaparecidos por motivos políticos”,
las cuales “[e]xig[ía]n una respuesta contundente y clara de la autoridad para dar a conocer la
verdad […] a partir de una reconciliación que respet[ara] la memoria y abon[ara] a la
justicia”129. En tal se ntido, según lo indicado por el Estado, uno de los ejes de trabajo de la
Fiscalía Especial fue la investigación documental e histórica “[c]on el propósito final de
esclarecer los hechos y dejar constancia de las verdades históricas” en la perpetración de los
“ilícitos” que se estaban investigando130.

152. La Fiscalía Especial fue cancelada con base en que “[e]l grado de avance en las
investigaciones efectuadas”, hacía pertinente que las averiguaciones previas y procesos penales
pendientes pasaran al conocimiento de otras unidades administrativas de la Procuraduría que
debían atender dichas investigaciones “con idéntica dedicación” 131. En tal sentido, los
expedientes fueron trasladados a la Coordinación General de Investigación (supra párr. 189). Al
respecto, la Corte destaca que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México ha
estimado que el trabajo de la Procuraduría General de la República “[n]o ha logrado los avances
necesarios y [sus] resultados no han sido significativos en las investigaciones que inicialmente
realizó la entonces Fiscalía Especial […]”132.

153. De todo lo anterior, la Corte considera que, en el caso concreto, si bien se han realizado
varias diligencias, la investigación llevada a cabo por el Estado no ha sido conducida con la
debida diligencia, de manera que sea capaz de garantizar el reestablecimiento de los derechos
de las víctimas y evitar la impunidad. El Tribunal ha definido la impunidad como “la falta en su
128
Cfr. Declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18
de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folios 1434 a 1441). Aparte de las diligencias de escaneo y excavación,
la testigo se refirió nada más a una “[c]onstancia que se presentó el 5 de febrero de 2009, ante el agente del ministerio
público de la federación, adscrito a la Coordinación General de Investigación, María Sirvent Bravo Ahuja, a efecto de
informarse y revisar sobre el estado general que guarda la averiguación previa SIEDF/CGI/454/2007 […]”. Asimismo,
señaló que “[e]l 17 de junio de 2009, se recibió y agregó a la indagatoria, copia certificada de diversas constancias
relativas al procedimiento penal instaurado en el fuero militar contra Francisco Quiros [sic] Hermosillo […]”.

129
En este Acuerdo Presidencial también se señala que “[l]a búsqueda ineludible de la verdad implica[ba],
necesariamente, una revisión de los hechos pretéritos y [que,] en ese sentido, exist[ía] un amplio consenso social de
atender e[s]e reclamo y sentar las condiciones para una reconciliación nacional como requisito fundamental para
fortalecer [las] instituciones, el Estado de derecho y la legitimidad democrática”. Cfr. Acuerdo del Poder Ejecutivo,
Presidencia de la República, por el que se disponen diversas medidas para la procuración de justicia por delitos cometidos
contra personas vinculadas con movimientos sociales y políticos del pasado, de 27 de noviembre de 2001 (expediente de
anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo H.1, folio 2143, y expediente de anexos a la contestación a la
demanda, anexo VI.1, página 1).
130
Cfr. Escrito de contestación a la demanda (expediente de fondo, tomo II, folio 659). Cfr. también el Manual de
Organización General de la Procuraduría General de la República, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 25 de
abril de 2005, parte relativa a la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (expediente de anexos
a la contestación de la demanda, anexo VI.4, páginas 125 a 130).
131
Cfr. Acuerdo A/317/06 del Procurador General de la República, de 30 de noviembre de 2006 (expediente de
anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo H.3, folios 2164 a 2165, y expediente de anexos a la contestación a
la demanda, anexo VI.2, página 2).

132
Dicha Comisión también ha señalado que ello “[h]a provocado que un número cada vez más creciente de
personas, principalmente familiares de víctimas de delito, manifiesten su inconformidad hacia la institución del Ministerio
Público que […] no ha dado una respuesta satisfactoria a sus demandas de que se les haga efectivo su derecho de acceso
a la justicia […]”. Cfr. Informe de Evaluación al Seguimiento de la Recomendación 26/2001, Comisión Nacional de los
Derechos Humanos, de 25 de agosto de 2009 (expediente de fondo, tomo IX, folios 3016 a 3017).
44

conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables


de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención Americana” 133. En casos de
desaparición forzada de personas, la impunidad debe ser erradicada mediante la determinación de
las responsabilidades tanto generales –del Estado- como individuales –penales y de otra índole de
sus agentes o de particulares-134. En cumplimiento de esta obligación, el Estado debe remover
todos los obstáculos, de facto y de jure, que mantengan la impunidad135.

154. Además, en el presente caso no han sido cumplidos los compromisos asumidos por el
Estado desde la creación de la Fiscalía Especial. Luego de casi tres años de que las
investigaciones fueron retomadas por la Coordinación General de Investigaciones, el Estado
tampoco ha demostrado la existencia de un renovado compromiso con la determinación de la
verdad que tenga en cuenta la dignidad de las víctimas y la gravedad de los hechos.

155. En tal sentido, no escapa al Tribunal que a 35 años desde que fuera detenido y
desaparecido el señor Rosendo Radilla Pacheco, y a 17 años desde que se presentó formalmente
la primera denuncia penal al respecto (supra párr. 183), no ha habido una investigación seria
conducente tanto a determinar su paradero como a identificar, procesar y, en su caso, sancionar
a los responsables de tales hechos.

156. Es oportuno recordar que en casos de desaparición forzada, es imprescindible la


actuación pronta e inmediata de las autoridades judiciales y del Ministerio Público ordenando
medidas oportunas y necesarias dirigidas a la determinación del paradero de la víctima 136.
Asimismo, la Corte reitera que el paso del tiempo guarda una relación directamente proporcional
con la limitación –y en algunos casos, la imposibilidad- para obtener las pruebas y/o
testimonios, dificultando y aún tornando nugatoria o ineficaz, la práctica de diligencias
probatorias a fin de esclarecer los hechos materia de investigación 137, identificar a los posibles
autores y partícipes, y determinar las eventuales responsabilidades penales. Sin perjuicio de
ello, las autoridades nacionales no están eximidas de realizar todos los esfuerzos necesarios en
cumplimiento de su obligación de investigar.

157. La Corte también ha advertido que tal obligación se mantiene “cualquiera sea el agente al
cual pueda eventualmente atribuirse la violación, aún los particulares, pues, si sus hechos no
son investigados con seriedad, resultarían, en cierto modo, auxiliados por el poder público, lo
que comprometería la responsabilidad internacional del Estado” 138.

133

?
Cfr. Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros) Vs. Guatemala, Fondo, supra nota 43, párr. 173; Caso
del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú, supra nota 51, párr. 405, y Caso Tiu Tojín Vs. Guatemala, supra nota 24, párr.
69.
134

?
Cfr. Caso Goiburú y otros Vs. Paraguay, supra nota 83, párr. 131; Caso Perozo y otros Vs. Venezuela, supra nota
56, párr. 298, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 125.
135

?
Cfr. Caso La Cantuta Vs. Perú, supra nota 51, párr. 226; Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, supra nota 40,
párr. 192, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 125.

136
Cfr. Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 134.

137
Cfr. Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra nota 24, párr. 150; Caso Perozo y otros Vs. Venezuela, supra
nota 56, párr. 319; y, Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 135.

138
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez. Fondo, supra nota 24, párr. 174; Caso Godínez Cruz Vs. Honduras. Fondo.
Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C No. 5, párr. 188, y Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, supra nota 40, párr.
78.
45

158. De todo lo señalado anteriormente, resulta evidente que los hechos del presente caso se
encuentran en impunidad, contrario a lo estimado por el Estado. La Corte no considera necesario
mayor abundamiento al respecto.

b.2) Acumulación de la averiguación previa

159. Los representantes señalaron que el traslado de las investigaciones a la Coordinación


General de Investigación provocó un retraso en las investigaciones, ya que los expedientes
fueron atendidos “desde cero” por agentes del Ministerio Público que tenían especializaciones
diferentes. También alegaron que dicha entidad no tiene suficiente presupuesto administrativo
para desarrollar a cabalidad sus tareas de investigación. Finalmente, los representantes
refirieron que el hecho de que se acumularan 122 casos desde abril de 2006 (supra párr. 188)
“[i]mplicó que se hicieran diligencias en cada uno de estos de forma más esporádica, lo cual se
evidencia de la lectura del expediente”. La Corte nota que estos alegatos no fueron
controvertidos por el Estado.

160. El Tribunal considera razonable suponer que el hecho de que se hayan acumulado las
averiguaciones previas, sin que se haya dotado al ente encargado de la investigación de los
recursos presupuestarios necesarios para ello, ha provocado un atraso en la misma.

161. Sin embargo, la Corte también observa que en el Informe de Evaluación al Seguimiento
de la Recomendación 026/2001 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, se refiere
que la Coordinación General de Investigación señaló textualmente a dicha instancia que “[c]on
motivo de los hechos denunciados en relación con Rosendo Radilla Pacheco, y de otras 136
personas más, se tramita […] la averiguación previa SIEDF/CGI/454/2007; [y que] dicha
investigación ministerial tiene 122 indagatorias acumuladas, en razón de que los hechos que se
investigan se refieren a los sucedidos en el periodo del 14 de julio al 19 de noviembre de 1974,
en los poblados de la Sierra Madre del Sur del Estado de Guerrero, en los cuales se suscitó
probablemente la desaparición de 137 personas” 139. En tal documento también se señala que la
Coordinación General de Investigación informó literalmente que “[e]n dicha investigación, el
agente del Ministerio Público de la Federación ha llevado a cabo diversas diligencias tendentes a
la localización del paradero no sólo de una persona en particular, sino de cualquiera de las
señaladas en las diversas denuncias formuladas ante la instancia ministerial, entre ellas Rosendo
Radilla Pacheco”140.

162. La Corte reitera que la debida diligencia en la investigación de los hechos del presente
caso exige que ésta sea conducida tomando en cuenta la complejidad de los hechos, el contexto
en que ocurrió y los patrones que explican su comisión (supra párr. 146). En opinión de la Corte,
el hecho de que la investigación de la detención y posterior desaparición del señor Radilla
Pacheco se encuentre acumulada a otras 121 indagatorias es consecuente con los elementos
señalados anteriormente.

163. No obstante, el Tribunal destaca que para que una investigación de desaparición forzada,
en los términos referidos por la Coordinación General de Investigación, sea llevada adelante
eficazmente y con la debida diligencia 141, se deben utilizar todos los medios necesarios para

139
Cfr. Informe de Evaluación al Seguimiento de la Recomendación 26/2001, Comisión Nacional de los Derechos
Humanos, de 25 de agosto de 2009 (expediente de fondo, tomo IX, folio 3062).

140
Cfr. Informe de Evaluación al Seguimiento de la Recomendación 26/2001, Comisión Nacional de los Derechos
Humanos, de 25 de agosto de 2009 (expediente de fondo, tomo IX, folio 3063).

141
Cfr. Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, artículos I.b) y X, y Convención
Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, artículo 12.
46

realizar con prontitud aquellas actuaciones y averiguaciones esenciales y oportunas para


esclarecer la suerte de las víctimas e identificar a los responsables de su desaparición forzada 142,
particularmente, la referida al presente caso. Para ello, el Estado debe dotar a las
correspondientes autoridades de los recursos logísticos y científicos necesarios para recabar y
procesar las pruebas y, en particular, de las facultades para acceder a la documentación e
información pertinente para investigar los hechos denunciados y obtener indicios o evidencias de
la ubicación de las víctimas143. Al respecto, la Corte considera que, sin perjuicio de que deban
obtenerse y valorarse otras pruebas, las autoridades encargadas de la investigación deben
prestar particular atención a la prueba circunstancial, los indicios y las presunciones 144, que
resultan de especial importancia cuando se trata de casos sobre desapariciones forzadas, “ya
que esta forma de represión se caracteriza por procurar la supresión de todo elemento que
permita comprobar el secuestro, el paradero y la suerte de las víctimas” 145. Lo anterior es
esencial en un caso como el presente, en el que el señor Rosendo Radilla Pacheco se encuentra
desaparecido desde hace aproximadamente 35 años, y en el que la denuncia formal de los
hechos no fue interpuesta inmediatamente a causa del contexto particular propiciado por el
propio Estado en su momento.

b.3) Otros alegatos relacionados con la efectividad de las investigaciones

164. Por otra parte, los representantes indicaron que el señor Zacarías Barrientos, quien
aparentemente presenció muchas de las detenciones y posteriores desapariciones llevadas a
cabo durante los años setentas, fue asesinado en el año 2003 después de que rindiera su
testimonio ante la Fiscalía Especial, por lo cual alegaron que el Estado no tomó las medidas
suficientes para protegerlo. Asimismo, refirieron que el Estado no tomó las precauciones debidas
para mantener contacto con el señor Gustavo Tarín, quien presuntamente es un testigo
importante en el esclarecimiento de los hechos.

165. Los representantes también expresaron que la investigación de la Fiscalía Especial


durante sus primeros años se caracterizó por la supuesta falta de sensibilidad de trato hacia los
“sobrevivientes” y “familiares” al momento de realizar diligencias ministeriales, y que en
diversas ocasiones, “familiares” reportaron que los agentes del Ministerio Público Federal
adscritos a la Fiscalía Especial trataban a los denunciantes, a la coadyuvancia y a los testigos,
como victimarios y no como víctimas.

166. Respecto a estos puntos, la Corte considera que, por una parte, los alegatos de los
representantes no aluden a una situación directamente referida con la investigación llevada a
cabo en relación con la desaparición forzada del señor Radilla Pacheco y que, por otro lado,
indican una supuesta situación que implica a varios “sobrevivientes” y “familiares”, sin precisar
un eventual escenario respecto a la investigación de los hechos en el caso concreto. En
consecuencia, el Tribunal no se pronunciará al respecto.

142
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 174; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá,
supra nota 24, párr. 144, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 135.

143
Cfr. Caso Tiu Tojín Vs. Guatemala, supra nota 24, párr. 77, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44,
párr. 135.

144
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 130; Caso Escher y otros Vs. Brasil, supra
nota 64, párr. 127, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 38.

145
Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 131; Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, supra
nota 40, párr. 95, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 38.
47

b.4) Impulso de las investigaciones

167. La señora Tita Radilla señaló durante la audiencia pública (supra párr. 9) que las
excavaciones en el municipio de Atoyac se habían realizado a partir de las referencias de los
familiares por rumores con base en los cuales se dice que hay restos humanos en lo que fue el
ex cuartel militar en ese lugar. En tal sentido, manifestó que no se ha investigado a los
responsables ni éstos han declarado “dónde dejaron a [sus] familiares”, entre ellos, el señor
Rosendo Radilla Pacheco. La señora Tita Radilla agregó que sólo se excavó el uno por ciento del
total del predio.

168. Al respecto, en la declaración rendida por la señora Valadez Sanabria, se indica que el 4
de diciembre de 2007 la señora Tita Radilla amplió su declaración y “[s]olicitó [que] se
realizaran investigaciones encaminadas a la localización de posibles tumbas que pudieran existir
al interior del entonces Cuartel Militar de Atoyac de Álvarez, Guerrero, hoy denominada Ciudad
de los Servicios, para lo cual señaló posibles zonas clandestinas de inhumación […]” 146.
Asimismo, en dicha declaración la testigo señaló que ese mismo día se llevó a cabo una
inspección ocular en la “Ciudad de los Servicios”, en donde se fijaron diversos sitios que de
acuerdo al dicho de la señora Radilla Martínez y otras personas, “[s]on aquellos en los que por
rumores, se presume podrían encontrarse enterradas personas que pudieran haber sido
detenidas en la década de los setentas y trasladadas al entonces Cuartel Militar de Atoyac de
Álvarez […]”147.

169. Durante la audiencia pública, la señora Tita Radilla también señaló que “[p]or semanas
[se iban con los agentes de la Fiscalía Especial al] Archivo General de la Nación para poder
encontrar documentación[, y que] encontra[ron] declaraciones de [sus] familiares detenidos y
desaparecidos” y fotografías en donde se apreciaban huellas de tortura de varios de ellos. La
señora Radilla indicó que la Fiscalía Especial les dijo que ellos iban a pedir tal documentación y
que les entregarían una copia, sin embargo, nunca se la dieron porque esos documentos eran
“confidenciales” ya que la averiguación previa estaba abierta. La señora Radilla también señaló
que durante diez días “[e]stuvi[eron con la Fiscalía Especial] en las Islas Marías revisando todos
los expedientes que había ahí”.148

170. El Tribunal observa que el Estado señaló que dentro de la averiguación previa
PGR/FEMOSPP/033/2002 (supra párr. 188), “[p]ersonal especializado en acervos históricos de la
oficina del Fiscal Especial, atendió, apoyó y orientó a 10 personas procedentes del estado de
Guerrero, entre las que se encontraba la señora Tita Radilla Martínez, en la búsqueda de
información contenida en los expedientes localizados en la galería 1 del Archivo General de la
Nación, respecto de la desaparición de sus familiares 149”. En el expediente consta una solicitud
de documentos realizada por la señora Tita Radilla el 12 de diciembre de 2002 en el Archivo

146
Cfr. Declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18
de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folio 1434).

147
Cfr. Declaración rendida por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria ante fedatario público (affidávit) el 18
de junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folios 1435).

148
Cfr. Declaración rendida por la señora Tita Radilla Martínez durante la audiencia pública celebrada ante la Corte
Interamericana el 7 de julio de 2009.

149
Cfr. Escrito de contestación a la demanda (expediente de fondo, tomo II, folio 698).
48

General de la Nación150. Por otra parte, el Estado señaló que “[s]e realizaron diligencias en las
[I]slas Marías a sugerencia de la señora Tita Radilla” 151.

171. Asimismo, los representantes también señalaron que “[e]l expediente est[á] lleno de
documentos que los propios familiares aportaron como prueba”. Durante la audiencia pública
(supra párr. 9), Tita Radilla señaló que “[l]a mayoría de lo que consta en las averiguaciones […]
son los datos que nosotros proporcionamos, [nuestras] declaraciones”, y que, incluso, “[l]os
Ministerios Públicos [les] decían [que] si t[enían] testigos [debían] traerlos”. En consecuencia,
señaló que eso correspondía a agentes del ministerio público, pero que con el objetivo de que
“[l]as investigaciones avanzaran, en muchas ocasiones […] lleva[ron] a los testigos para que
ellos pudieran declarar […]”.

172. El Estado no controvirtió en particular estos puntos. La Corte considera que los hechos
informados por los representantes quedan establecidos, en tanto sólo pueden ser desvirtuados a
través del expediente de la averiguación previa SIEDF/CGI/454/2007, que el Estado debió
remitir y se negó a hacerlo (supra párr. 92).

173. La Corte constata que si bien el Estado ha llevado a cabo diversos esfuerzos, en lo
relativo a las diligencias de escaneo y excavación mencionadas (supra párr. 208), la
investigación no ha contado en su totalidad con el impulso propio del Estado. El Tribunal nota
que tales diligencias se realizaron con base en lo afirmado por la propia Tita Radilla, además de
otras personas, y que el Estado no está indagando directamente a los presuntos responsables.
De hecho, a lo largo del trámite del presente caso, el Estado mexicano no hizo referencia a otras
posibles diligencias relativas a la búsqueda del paradero del señor Rosendo Radilla.

174. Para que una investigación penal constituya un recurso efectivo para asegurar el derecho
de acceso a la justicia de las presuntas víctimas, así como para garantizar los derechos que se
han visto afectados en el presente caso, debe cumplirse con seriedad y no como una simple
formalidad condenada de antemano a ser infructuosa, y debe tener un sentido y ser asumida
por los Estados como un deber jurídico propio y no como una simple gestión de intereses
particulares, que dependa de la iniciativa procesal de la víctima o de sus familiares o de la
aportación privada de elementos probatorios152.

175. El Tribunal toma en cuenta que el Estado no ha llevado a cabo mayores diligencias en la
investigación de los responsables de la detención y posterior desaparición del señor Radilla
Pacheco. En tal sentido, la Corte concluye que la investigación no está siendo realizada en forma
seria, efectiva y exhaustiva.

(c) Tipo penal aplicado en la consignación ante juez

176. Los representantes señalaron que la única consignación de un presunto responsable que
realizó la Fiscalía Especial ante un juez fue en agosto de 2005 por el delito de “privación ilegal
de la libertad en su modalidad de plagio o secuestro”, y no por ‘desaparición forzada de
personas’ […]”. Según los representantes, la Fiscalía Especial señaló que “[c]uando se
cometieron los ilícitos no estaba tipificado el delito [de desaparición forzada]”. En tal sentido,
señalaron, entre otros, que “[e]l Estado mexicano tipificó [tal delito] el 25 de abril de 2001 en el
150
Cfr. Solicitud de documentos de Tita Radilla Martínez, Archivo General de la Nación, de 12 de diciembre de 2002
(expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.12, folio 1867).

151
Cfr. Escrito de contestación a la demanda (expediente de fondo, tomo II, folio 713).

152
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 177; Caso Kawas Fernández Vs. Honduras,
supra nota 40, párr. 101, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 123.
49

Código Penal Federal”, por lo que siendo la desaparición forzada un delito “continuo” al
momento de consignar el caso, “[e]l delito se seguía cometiendo y[,] por ende[,] podía aplicar
ese tipo penal ya contemplado en la legislación nacional”. Los representantes alegaron que “[l]a
deficiente consignación […] implicó desconocer la gravedad de los delitos […]”, y el contexto en
el que se cometieron.

177. El Estado indicó que “[l]a autoridad ministerial consignó […] el 11 de agosto de 2005, al
General Francisco Quirós [sic] Hermosillo, a quien se consideró probable responsable de la
comisión del delito de privación ilegal de la libertad en su modalidad de plagio o secuestro,
previsto y sancionado por [el] Código Penal […] vigente en la época en que acontecieron los
hechos delictuosos”. El Tribunal observa que durante el trámite del caso ante la Comisión
Interamericana, el Estado abundó más sobre este punto, y señaló que “[a]simismo, resultaría
inaplicable la [CIDFP], dada la Declaración Interpretativa que el [Estado] introdujo al ratificarla,
que impide su aplicación retroactiva153”. Ante la Comisión Interamericana, el Estado agregó que
“[e]n el supuesto […] de que fuera factible la aplicación del delito de desaparición forzada […],
existe un obstáculo insuperable, consistente en que el tipo requiere que el activo del delito tenga
el carácter de servidor público, […] siendo que en el presente caso, el inculpado Francisco Quiroz
Hermosillo pasó a situación de retiro, es decir, causó baja del servicio activo del Ejército
Nacional Mexicano, a partir del 15 de junio de 2000 […]; por lo que al momento de la entrada en
vigor del tipo penal de desaparición forzada en el derecho punitivo federal mexicano […] ya no
tenía el carácter de servidor público […]154”.

178. Durante el trámite ante la Comisión, el Estado también señaló que “[l]a desaparición
forzada de personas la come[t]en servidores públicos y la modalidad de plagio o secuestro del
delito de privación ilegal de la libertad pued[e] ser cometida también por funcionarios públicos y
no solamente por particulares”. Adicionalmente, el Estado alegó que ambos son considerados
como delitos graves conforme a la legislación procesal penal federal, por lo cual, para ambos se
prevé como sanción máxima la de 40 años de prisión; que ambos tienen la naturaleza de ser
delitos permanentes o continuos, definidos por el Código Penal Federal; y, que el “[i]nicio del
cómputo del plazo para la prescripción en ambos delitos, comienza hasta que cesa el mismo[, es
decir,] hasta que se conoce el paradero de la víctima o la misma es liberada” 155.

179. Al respecto, el Tribunal ha establecido que la desaparición forzada de personas es un


fenómeno diferenciado, caracterizado por la violación múltiple de varios derechos protegidos en
la Convención156. En tal sentido, y en atención al carácter particularmente grave de la
desaparición forzada de personas157, no es suficiente la protección que pueda dar la normativa
penal existente relativa a plagio o secuestro, tortura u homicidio, entre otras 158.
153
Cfr. Comunicación del Estado de 5 de junio de 2006 (expediente de anexos a la demanda, anexo 1.25, folio 475).

154
Cfr. Comunicación del Estado de 5 de junio de 2006 (expediente de anexos a la demanda, anexo 1.25, folio 477).

155
Cfr. Comunicación del Estado de 5 de junio de 2006 (expediente de anexos a la demanda, anexo 1.25, folios 477
y 478).

156
Cfr. Caso Gómez Palomino Vs. Perú, supra nota 51, párr. 92; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá; supra nota
24, párr. 181, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 59.

157
De conformidad con el Preámbulo de la CIDFP, la desaparición forzada “constituye una afrenta a la conciencia del
Hemisferio y una grave ofensa de naturaleza odiosa a la dignidad intrínseca de la persona humana”, y su práctica
sistemática “constituye un crimen de lesa humanidad”.

158
Cfr. Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. Informe del Grupo de Trabajo sobre la Desaparición
Forzada o Involuntaria de Personas, Observación General al artículo 4 de la Declaración sobre la protección de todas las
personas contra las desapariciones forzadas de 15 de enero de 1996. (E/CN. 4/1996/38); Caso Heliodoro Portugal Vs.
Panamá, supra nota 24, párr. 181. Sobre el delito de privación ilegal de la libertad en su modalidad de plagio y secuestro
en México, cfr. Artículo 366 del Código Penal Federal (expediente de anexos a la contestación a la demanda, anexo III.3,
50

180. La Corte observa que el delito de desaparición forzada de personas se encuentra vigente
en el ordenamiento jurídico mexicano desde el año 2001 (infra párr. 319), es decir, con
anterioridad a la consignación de la averiguación previa ante el Juez de Distrito en turno
realizada en agosto de 2005 (supra párr. 188). En tal sentido, el Tribunal reitera, como lo ha
hecho en otros casos, que por tratarse de un delito de ejecución permanente, al entrar en vigor
la tipificación del delito de desaparición forzada de personas en el Estado, la nueva ley resulta
aplicable por mantenerse en ejecución la conducta delictiva, sin que ello represente una
aplicación retroactiva. En este mismo sentido se han pronunciado tribunales de la más alta
jerarquía de los Estados del continente americano, como lo son la Corte Suprema de Justicia del
Perú, el Tribunal Constitucional de Perú, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, la Corte
Constitucional de Colombia159 e, inclusive, la propia la Suprema Corte de Justicia de la Nación de
México (supra nota 31).

181. Para este Tribunal es inadmisible el alegato del Estado conforme al cual en este caso
existía un “obstáculo insuperable” para la aplicación del delito de desaparición forzada de
personas vigente en México, ya que el presunto responsable había pasado a retiro con
anterioridad a la entrada en vigor del tipo penal. La Corte considera que mientras no se
establezca el destino o paradero de la víctima, la desaparición forzada permanece invariable
independientemente de los cambios en el carácter de “servidor público” del autor. En casos
como el presente en los que la víctima lleva 35 años desaparecida, es razonable suponer que la
calidad requerida para el sujeto activo puede variar con el transcurso del tiempo. En tal sentido,
de aceptarse lo alegado por el Estado se propiciaría la impunidad.

182. Tomando en cuenta lo anterior, esta Corte estima que conforme al principio de legalidad,
la figura de la desaparición forzada constituye el tipo penal aplicable a los hechos del presente
caso.

(d) Plazo razonable de la duración de las investigaciones

183. La Comisión y los representantes refirieron que existe demora en la investigación de los
hechos.

184. Por su parte, el Estado reconoció que existe demora en las investigaciones desde la
presentación de la primera denuncia penal, es decir, desde el 27 de marzo de 1992, ya que no
ha podido determinar el paradero del señor Rosendo Radilla Pacheco. Sin embargo, señaló que
“[e]l caso sub judice es complejo desde su origen […]”, por el tiempo transcurrido desde que
sucedieron los hechos, por lo cual solicitó al Tribunal tomar esto en consideración “[p]ara
determinar la razonabilidad del plazo para su resolución”.

185. El artículo 8.1 de la Convención Americana establece, como uno de los elementos del
debido proceso, que los tribunales decidan los casos sometidos a su conocimiento en un plazo
razonable. Al respecto, la Corte ha considerado preciso tomar en cuenta varios elementos para
determinar la razonabilidad del plazo en el que se desarrolla un proceso: a) la complejidad del

página 86).

159
Cfr. Corte Suprema de Justicia del Perú, sentencia de fecha el 20 de marzo de 2006, Exp: 111-04, D. D Cayo
Rivera Schreiber; Tribunal Constitucional de Perú, sentencia de 18 de marzo de 2004, expediente N.° 2488-2002-HC/TC,
párr. 26 (en http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2004/02488-2002-HC.html) y sentencia de 9 de diciembre de 2004,
expediente Nº 2798-04-HC/TC, párr. 22 (en: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/02798-2004-HC.html); Suprema
Corte de Justicia de la Nación de México, Tesis: P./J. 49/2004, supra nota 31; Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, sentencia de 10 de agosto de 2007, y Corte Constitucional de
Colombia, Sentencia C-580/02 de 31 de julio de 2002.
51

asunto, b) la actividad procesal del interesado, c) la conducta de las autoridades judiciales 160 y,
d) la afectación generada en la situación jurídica de la persona involucrada en el proceso 161. No
obstante, la pertinencia de aplicar esos criterios para determinar la razonabilidad del plazo de un
proceso depende de las circunstancias particulares 162, pues en casos como el presente el deber
del Estado de satisfacer plenamente los requerimientos de la justicia prevalece sobre la garantía
del plazo razonable163. En todo caso, corresponde al Estado demostrar las razones por las cuales
un proceso o conjunto de procesos han tomado un período determinado que exceda los límites
del plazo razonable. Si no lo demuestra, la Corte tiene amplias atribuciones para hacer su propia
estimación al respecto164.

186. En el presente caso, la Corte advierte que la averiguación de los hechos reviste cierta
complejidad, por tratarse de una desaparición forzada en ejecución desde hace más de 35 años.
No obstante, cuando se presentaron las dos primeras denuncias, las autoridades no realizaron
una investigación exhaustiva (supra párr. 201). Si bien la Fiscalía Especial se avocó, entre otros,
a la investigación de los hechos, la Corte nota que, para ello, transcurrió un período de casi 10
años desde que fuera presentada la primera denuncia penal en 1992. Esto no es posible
desvincularlo de la propia omisión del Estado. Asimismo, durante las investigaciones posteriores
la señora Tita Radilla Martínez ha asumido una posición activa como “coadyuvante”, poniendo en
conocimiento de las autoridades la información de que ha dispuesto e impulsando las
investigaciones. No obstante, la averiguación previa se encuentra todavía abierta a más de siete
años desde que la Fiscalía Especial inició las investigaciones. En total, han transcurrido 17 años
desde que la autoridad ministerial tuvo conocimiento formal de la desaparición forzada del señor
Rosendo Radilla Pacheco, sin que el Estado haya justificado válidamente la razón de esta
demora. Todo lo anterior, en conjunto, ha sobrepasado excesivamente el plazo que pueda
considerarse razonable para estos efectos. En consecuencia, la Corte considera que el Estado
incumplió los requerimientos del artículo 8.1 de la Convención.

(e) Derecho a la participación en el proceso penal

187. Los representantes alegaron que la Procuraduría General de la República no le ha


otorgado a la señora Tita Radilla Martínez copias del expediente de la averiguación previa
abierta en relación con los hechos de este caso, por lo cual adujeron que su participación como
coadyuvante en el proceso, al igual que la de sus representantes legales, “se veía limitada” 165.
En tal sentido, manifestaron que la negativa de expedir copias del expediente constituía una
violación “al derecho que tienen las víctimas de allegarse de todos los medios adecuados para la
preparación de la defensa y para ejercer adecuadamente su derecho a la coadyuvancia, violando

160
Cfr. Caso Genie Lacayo Vs. Nicaragua. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 29 de enero de 1997. Serie
C No. 30, párr. 77; Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 156, y Caso Garibaldi Vs. Brasil, supra nota 32,
párr. 135.

161
Cfr. Caso Valle Jaramillo y otros Vs. Colombia, supra nota 40, párr. 155; Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra
nota 44, párr. 156, y Caso Garibaldi Vs. Brasil, supra nota 32, párr. 135.

162
Cfr. Caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia, supra nota 133, párr. 171; Caso García Asto y Ramírez
Rojas. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2005. Serie C No. 137,
párr. 167, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 156.

163
Cfr. Caso La Cantuta Vs. Perú, supra nota 51, párr. 149, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr.
156.

164
Cfr. Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 156.

165
Indicaron que durante el trámite de la integración de la averiguación en la Fiscalía Especial –FEMOSPP- “hubo un
contradictorio cambio de actitud y de criterio con respecto al otorgamiento de copias de las diligencias. En un principio
fueron otorgadas en varias ocasiones, sin embargo, al final se negó su otorgamiento”.
52

el artículo 8.2.c de la Convención Americana”. Por otra parte, los representantes indicaron que
una vez consignado el caso ante el Juzgado Segundo de Distrito en el Estado de Guerrero (supra
párr. 188), “[n]i los servidores judiciales ni el Agente del Ministerio Público de la Federación
adscrito al Juzgado, les permitieron revisar las actuaciones de la causa penal, no obstante de
tener la calidad de ofendida y denunciante […]”, en violación de los derechos de las víctimas. La
Comisión no formuló alegatos sobre el particular.

188. De conformidad con el derecho reconocido en el artículo 8.1 de la Convención Americana,


en relación con el artículo 1.1 de la misma, este Tribunal ha establecido que los Estados tienen
la obligación de garantizar que, en todas las etapas de los respectivos procesos, las víctimas
puedan hacer planteamientos, recibir informaciones, aportar pruebas, formular alegaciones y, en
síntesis, hacer valer sus intereses 166. Dicha participación deberá tener como finalidad el acceso a
la justicia, el conocimiento de la verdad de lo ocurrido y el otorgamiento de una justa
reparación167. En tal sentido, la Corte ha establecido que la ley interna debe organizar el proceso
respectivo de conformidad con la Convención Americana 168. La obligación estatal de adecuar la
legislación interna a las disposiciones convencionales comprende el texto constitucional y todas
las disposiciones jurídicas de carácter secundario o reglamentario, de tal forma que pueda
traducirse en la efectiva aplicación práctica de los estándares de protección de los derechos
humanos169.

189. Al respecto, es relevante el artículo 20, apartado C, fracción II, de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, según el cual, “la víctima o [el] ofendido [tiene derecho a
c]oadyuvar con el Ministerio Público; a que se le reciban todos los datos o elementos de prueba
con los que cuente, tanto en la investigación como en el proceso, a que se desahoguen las
diligencias correspondientes, y a intervenir en el juicio e interponer los recursos en los términos
que prevea la ley”170. Asimismo, el artículo 141, fracción II, del Código Federal de
Procedimientos Penales establece que “[e]n todo procedimiento penal, la víctima o el ofendido
por algún delito tendrá derecho a: […] coadyuvar con el Ministerio Público” 171. En esta línea, el
artículo 16 de dicho Código dispone que “[a] las actuaciones de averiguación previa sólo podrán
tener acceso el inculpado, su defensor y la víctima u ofendido y/o su representante legal […]” 172.

190. El Tribunal observa que, de acuerdo a lo afirmado por los representantes, y según se
desprende de los pocos documentos aportados por ellos, la señora Tita Radilla Martínez ha
tenido acceso al expediente de la averiguación previa en la cual se investigan los hechos del
presente caso. Sin perjuicio de lo anterior, sus alegatos buscan comprobar que aquélla: 1) no

166
Cfr. Caso Baldeón García, supra nota 51, párr. 146; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra nota 24, párr.
247, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 183.

167
Cfr. Caso Valle Jaramillo Vs. Colombia, supra nota 40, párr. 233, y Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, supra
nota 40, párr. 194.

168
Cfr. Caso Valle Jaramillo Vs. Colombia, supra nota 40, párr. 233; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra
nota 24, párr. 247, y Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, supra nota 40, párr. 188.

169
Cfr. Caso Zambrano Vélez y otros Vs. Ecuador. Supervisión de Cumplimiento de Sentencia. Resolución de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos de 21 de septiembre de 2009, Considerando cuadragésimo noveno.

170
Cfr. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (expediente de anexos a la contestación a la demanda,
anexo III.6, página 14).

171
Cfr. Código Federal de Procedimientos Penales (expediente de anexos a la contestación a la demanda, anexo
III.4, página 27).

172
Cfr. Código Federal de Procedimientos Penales (expediente de anexos a la contestación a la demanda, anexo
III.4, página 5).
53

tuvo acceso al expediente de la causa penal 46/2005 tramitado ante el Juzgado Segundo de
Distrito en el Estado de Guerrero y, 2) no se le han expedido copias de la averiguación previa
que conduce la Procuraduría General de la República en este caso, todo ello en violación de su
derecho a “ejercer adecuadamente [la] coadyuvancia”.

191. En cuanto al acceso al expediente de la causa penal 46/2005, la Corte ha constatado que
la señora Radilla Martínez solicitó formalmente ante el Juzgado Segundo de Distrito en el Estado
de Guerrero su acreditación como coadyuvante en la misma, así como el acceso al expediente y
a las decisiones adoptadas por el Juzgado 173. Ante la aparente negativa, la señora Radilla
Martínez formuló una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos 174.

192. La Corte no cuenta con las decisiones por medio de las cuales las autoridades del Juzgado
mencionado hayan impedido el acceso al expediente en cuestión a la señora Tita Radilla
Martínez o a sus representantes legales. Sin embargo, es razonable suponer que no los han
aportado puesto que alegan que no tuvieron acceso a dicho expediente. En tal sentido, el
Tribunal nota que el Estado tampoco controvirtió tales hechos.

193. Al respecto, el Tribunal estima que el acceso al expediente es requisito sine qua non de la
intervención procesal de la víctima en la causa en la que se constituye como parte coadyuvante
o querellante, según la legislación interna. Si bien la Corte ha considerado admisible que en
ciertos casos exista reserva de las diligencias adelantadas durante la investigación preliminar en
el proceso penal175, para garantizar la eficacia de la administración de justicia, en ningún caso la
reserva puede invocarse para impedir a la víctima el acceso al expediente de una causa penal.
La potestad del Estado de evitar la difusión del contenido del proceso, de ser el caso, debe ser
garantizada adoptando las medidas necesarias compatibles con el ejercicio de los derechos
procesales de las víctimas.

194. En tal sentido, por una parte, resulta evidente para este Tribunal que, al no permitir a la
señora Tita Radilla Pacheco, en su calidad de ofendida, el acceso al expediente de la causa penal
46/2005 tramitado ante el Juzgado Segundo de Distrito en el Estado de Guerrero, el Estado
incumplió su obligación de respetarle el derecho a intervenir en el proceso.

195. En cuanto a la expedición de copias del expediente de la averiguación previa conducida


por la Procuraduría General de la República en este caso, la Corte advierte que l as solicitudes

173
Cfr. Escrito presentado por la señora Tita Radilla Martínez mediante el cual solicitó su acreditación como
coadyuvante en la causa penal 46/2005 ante el Juzgado Segundo de Distrito en Acapulco de Juárez, Guerrero, de 1 de
septiembre de 2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo E.1, folio 1979); escrito
presentado por la señora Tita Radilla Martínez ante el Juzgado Segundo de Distrito en Acapulco de Juárez, Guerrero,
mediante el cual solicitó la expedición de copias de todo lo actuado en la causa penal 46/2005, de 1 de septiembre de
2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo E.2, folio 1981), y escrito presentado por la
señora Tita Radilla Martínez ante la Procuraduría General de la República, Delegación Estatal Guerrero, mediante el cual
solicitó su acreditación como coadyuvante en la causa penal 46/2005 tramitada ante el Juzgado Segundo de Distrito en
Acapulco de Juárez, Guerrero, de 1 de septiembre de 2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos,
anexo E.3, folios 1982 a 1983).

174
Cfr. Queja interpuesta por la señora Tita Radilla Martínez ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de
31 de agosto de 2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo E.4, folios 1984 a 1985). En la
misma manifestó que “[e]l hecho de que de manera ilegal e ilegítima las autoridades citadas no [l]e permit[ier]an el
acceso al expediente 46/2005, [la] deja[ba] en estado de indefensión, pues no [le] permit[ía] conocer los fundamentos y
los motivos que tuvo el Juez de Distrito para declararse incompetente y [que,] por tanto[,] conculca[ba su] derecho […] a
combatir por la vía judicial adecuada y efectiva la resolución que afecta[ba sus] intereses jurídicos”.

175
Cfr. Caso Barreto Leiva Vs. Venezuela. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 17 de noviembre de 2009.
Serie C No. 206, párrs. 54 y 55.
54

realizadas a este efecto han sido declaradas improcedentes por dicha institución con fundamento
en el artículo 16, párrafo segundo, del Código Federal de Procedimientos Penales 176.

196. Sobre este punto, el Estado señaló que “[h]a garantizado el pleno acceso de la
coadyuvante Tita Radilla Martínez, por sí o por conducto de sus representantes legales, al
expediente que actualmente se integra como investigación de los hechos”. No obstante, en el
trámite ante este Tribunal ha reiterado la imposibilidad legal que pesa sobre el Ministerio Público
de expedir copias de las averiguaciones previas abiertas (supra párr. 88), por lo que no existe
controversia sobre estos hechos.

197. La Corte considera que, en casos como el presente, la negativa de expedir copias del
expediente de la investigación a las víctimas constituye una carga desproporcionada en su
perjuicio, incompatible con el derecho a su participación en la averiguación previa. En el caso
que nos ocupa, esto se tradujo en una violación del derecho de la señora Tita Radilla Martínez a
participar plenamente en la investigación. Al respecto, los Estados deben contar con
mecanismos menos lesivos al derecho de acceso a la justicia para proteger la difusión del
contenido de las investigaciones en curso y la integridad de los expedientes.

198. En todo caso, el Tribunal destaca que la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la
Información Pública Gubernamental vigente en México, efectivamente, en el artículo 14, fracción
III, dispone que se considerará como información reservada “las averiguaciones previas” 177. Sin
embargo, en esa misma disposición, dicha Ley también establece que “[n]o podrá invocarse el
carácter de reservado cuando se trate de la investigación de violaciones graves de derechos
fundamentales o delitos de lesa humanidad” 178.

199. Tomando en cuenta lo anterior, y en aplicación del artículo 29 b) de la Convención


Americana, la Corte considera que debe entenderse que el derecho de las víctimas en este caso
a obtener copias de la averiguación previa conducida por la Procuraduría General de la República
no está sujeto a reservas de confidencialidad, en tanto que la misma se refiere a la investigación
de delitos constitutivos de graves violaciones a los derechos humanos, como lo es la
desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco. De esta manera, las víctimas en el
presente caso deben tener derecho al acceso al expediente y a solicitar y obtener copias del
mismo, ya que la información contenida en aquél no está sujeta a reserva.

176
Cfr. Acuerdo emitido por la Procuraduría General de la República recaído a la solicitud de la señora Tita Radilla
Martínez para la expedición de copia simple de la averiguación previa número PGR/FEMOSPP/033/2002 (expediente de
anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo D.30, folio 1954). La Corte advierte que el citado artículo 16, párrafo
segundo, del Código Federal de Procedimientos Penales establece que “A las actuaciones de averiguación previa sólo
podrán tener acceso el inculpado, su defensor y la víctima u ofendido y/o su representante legal, si los hubiere. Al
servidor público que indebidamente quebrante la reserva de las actuaciones o proporcione copia de ellas o de los
documentos que obren en la averiguación, se le sujetará al procedimiento de responsabilidad administrativa o penal,
según corresponda.” Cfr. (Expediente de anexos a la contestación a la demanda, anexo III.4, página 5).

177
Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 11 de junio de 2002, texto vigente
(http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/244.pdf). En su artículo 13, fracción V, dispone que “Como información
reservada podrá clasificarse aquélla cuya difusión pueda: […] Causar un serio perjuicio a las actividades de verificación
del cumplimiento de las leyes, prevención o persecución de los delitos, la impartición de la justicia, la recaudación de las
contribuciones, las operaciones de control migratorio, las estrategias procesales en procesos judiciales o administrativos
mientras las resoluciones no causen estado”.

178
Al respecto, el artículo 36 del Reglamento de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública
Gubernamental, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 11 de junio de 2003
(http://www.ifai.org.mx/AcercaIfai/Marco), señala que “[p]ara los efectos del artículo 14 de la Ley, se considerarán como
violaciones graves de derechos fundamentales y delitos de lesa humanidad los que se establezcan como tales en los
tratados ratificados por el Senado de la República o en las resoluciones emitidas por organismos internacionales cuya
competencia sea reconocida por el Estado Mexicano, así como en las disposiciones legales aplicables”.
55

200. En consecuencia, el Tribunal considera que el Estado violó el derecho de la señora Tita
Radilla Martínez de participar en la investigación y en el proceso penal relativo a los hechos del
presente caso y, por tanto, el artículo 8.1 de la Convención Americana.

B. Actuaciones en la jurisdicción militar

201. El Juzgado Segundo de Distrito en el Estado de Guerrero emitió una resolución mediante
la cual ordenó la aprehensión del señor Francisco Quiroz Hermosillo y declinó su competencia en
razón del fuero a favor del Juzgado Militar que correspondiese. El asunto recayó en el Juez
Primero Militar adscrito a la Primera Región Militar (en adelante, “Juez Primero Militar”), quien
aceptó la competencia y, en consecuencia, ordenó que se abriera el expediente 1513/2005 179.

202. El Agente del Ministerio Público Militar correspondiente interpuso un recurso de


revocación en contra del auto mediante el cual el Juez Primero Militar aceptó la competencia
planteada. El 27 de octubre de 2005 el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal y
Administrativa del Vigésimo Primer Circuito (en adelante, “Primer Tribunal Colegiado”) resolvió
que dicho juzgado militar era competente para conocer de la causa respectiva 180.

203. Por otra parte, el 6 de septiembre de 2005 la señora Tita Radilla Martínez interpuso una
demanda de amparo en contra de la resolución de incompetencia del Juzgado Segundo de
Distrito181. Esta demanda fue desechada de plano por el Juzgado Sexto de Distrito en el Estado
de Guerrero (en adelante, “Juzgado Sexto de Distrito) 182.

204. El 6 de octubre de 2005 la señora Tita Radilla Martínez interpuso un recurso de revisión
en contra de la resolución referida183. Dicho recurso fue resuelto el 24 de noviembre de 2005 por
el Primer Tribunal Colegiado, el cual decidió confirmar el desechamiento de la demanda de
amparo184.

205. Luego de diversa tramitación ante el Juez Primero Militar y el Juez Cuarto Militar, el 29 de
noviembre de 2006 este último dictó un auto de sobreseimiento por extinción de la acción penal
por muerte del imputado, quien falleció el 19 de noviembre de ese año 185.

179
Cfr. Sentencia del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal y Administrativa del Vigésimo Primer Circuito en el
Conflicto Competencial Penal 6/2005, de 27 de octubre de 2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y
argumentos, anexo G.6, folios 2095 a 2096), y declaración rendida ante fedatario público (affidávit) por la Licenciada
Martha Patricia Valadez Sanabria (expediente de fondo, tomo IV, folio 1431).

180
Cfr. Sentencia del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal y Administrativa del Vigésimo Primer Circuito en el
Conflicto Competencial Penal 6/2005, de 27 de octubre de 2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y
argumentos, anexo G.6, folios 2096 a 2140), y declaración rendida ante fedatario público (affidávit) por la Licenciada
Martha Patricia Valadez Sanabria (expediente de fondo, tomo IV, folios 1431 y 1432).

181
Cfr. Escrito de demanda de amparo suscrito por Tita Radilla Martínez, de 6 de septiembre de 2005 (expediente
de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo F.2, folios 1989 a 2029).

182
Cfr. Sentencia del Juzgado Sexto de Distrito en el Estado de Guerrero, de 6 de septiembre de 2005, expediente
PRAL. 854/2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo F.4, folios 2030 a 2039).

183
Cfr. Recurso de revisión suscrito en representación legal de Tita Radilla Martínez, de 6 de octubre de 2005
(expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo F.6, folios 2050 a 2070).

184
Cfr. Sentencia del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal y Administrativa del Vigésimo Primer Circuito, de
24 de noviembre de 2005 (expediente de prueba para mejor resolver presentada por el Estado el 2 de noviembre de
2009, folios 3223 y 3224).

185
Cfr. Declaración rendida ante fedatario público (affidávit) por la Licenciada Martha Patricia Valadez Sanabria
(expediente de fondo, tomo IV, folio 1432), y escrito de solicitudes y argumentos (expediente de fondo, tomo I, folios 357
56

206. De los hechos señalados anteriormente, se desprende que la competencia de la


jurisdicción militar para conocer y resolver los hechos relativos a la detención y posterior
desaparición forzada del señor Radilla Pacheco fue impugnada a través de dos vías. La primera
de ellas, por medio de un recurso de revocación interpuesto por un agente del ministerio público
militar en contra de un auto mediante el cual un juez militar aceptó la competencia para conocer
de los hechos (supra párr. 261). Dicho recurso de revocación desembocó en una resolución de
un tribunal colegiado de circuito que resolvió a favor de la competencia de la jurisdicción militar
(supra párr. 261). Por otro lado, la señora Tita Radilla interpuso un recurso de amparo en contra
de la decisión de un juzgado de distrito a través del cual se declaró incompetente para conocer
de los hechos de este caso y remitió el expediente a la justicia militar (supra párr. 262). Dicho
recurso fue desechado, por lo que posteriormente la señora Tita Radilla interpuso un recurso de
revisión, el cual fue también desechado (supra párrs. 262 a 263). La Corte se referirá a estos
dos puntos de manera separada.

*
* *

207. La Comisión Interamericana señaló que la actuación de la justicia penal militar constituye
una violación de los artículos 8 y 25 de la Convención Americana, ya que no cumple con los
estándares del sistema interamericano respecto a casos que involucran violaciones a derechos
humanos, principalmente por lo que se refiere al principio de tribunal competente.

208. Por su parte, los representantes alegaron que el proceso penal seguido ante la justicia
militar por la desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco es violatorio de los
artículos 8 y 25 de la Convención Americana, así como del artículo IX de la CIDFP, “[p]or no ser
los tribunales competentes para conocer de un caso de graves violaciones de derechos humanos
y contravenir los principios de independencia e imparcialidad”. Los representantes también
señalaron que el Estado violó los artículos 8 y 25 de la Convención, en relación con el artículo 2
de la misma, “[p]or no haber generado o modificado la legislación interna para impedir que el
fuero militar conozca de casos que implican violaciones de derechos humanos”.

209. El Estado alegó que la jurisdicción militar tiene un reconocimiento legal en México, y que
el término "fuero de guerra" inscrito en la Constitución no implica un privilegio o “prebenda”
para los miembros de las fuerzas armadas, “[s]ino una jurisdicción especializada que conozca de
las faltas y delitos contra la disciplina militar […]”. En tal sentido, señaló que el artículo 13
constitucional se refiere a las personas acusadas de un delito y no a las presuntas víctimas, por
lo que “[c]uando un civil es víctima de un delito cometido por un militar, la autoridad
competente para juzgar el delito son los tribunales militares […]”. Adicionalmente, indicó que
“[p]or excepción, cuando los militares cometan un delito del orden común federal y no se
encuentren desempeñando un acto del servicio militar, es decir[,] que se encuentren en horas
de asueto […] no serán juzgados por los tribunales castrenses, sino por los civiles, en razón de
que el quebrantamiento de los bienes jurídicos se da en agravio de la sociedad en general […]”.

210. El Estado indicó que “[c]uando se cometen delitos del orden común o federal por parte
del personal militar, se aplica[n] por competencia atrayente dichos Códigos sustantivos por lo
que hace al delito y las penas, pero el procedimiento penal militar se rige por el Código de
Justicia Militar, […] en términos [de los] artículo[s] 57 y 58 [de dicho] ordenamiento castrense”.
Al respecto, manifestó que el artículo 57 del Código de Justicia Militar establece dos supuestos
para que un delito sea considerado en contra de la disciplina militar: 1) cuando esté
contemplado en el libro segundo del Código de Justicia Militar [relativo a los “delitos, faltas,
y 358). Escrito de contestación a la demanda (expediente de fondo, tomo II, folio 704).
57

delincuentes y penas”], siempre que el sujeto activo en la comisión del delito sea militar, es
decir, esté activo en las Fuerzas Armadas; y, 2) cuando se cometen delitos del orden común o
federal por un militar “[y] se actualiza cualquiera de los criterios enlistados del inciso a) al inciso
d) de la fracción II del artículo 57 [del Código de Justicia Militar]”. Asimismo, señaló que “[l]as
resoluciones emanadas de los [tribunales] militares son susceptibles de ser revisados por
autoridades federales mediante la figura del amparo”, y que de esta forma se conserva la
garantía del juez natural en los casos donde la víctima de un delito sea un civil, “[p]uesto que de
ninguna manera, las resoluciones de los tribunales militares se vuelve[n] inatacables
jurídicament[e]”.

B1. Jurisdicción competente

211. De acuerdo con los alegatos de la Comisión, los representantes y el Estado surge que, en
el presente caso, uno de los puntos que debe abordar este Tribunal es el relativo a la aplicación
de la jurisdicción militar a hechos tales como la detención y posterior desaparición forzada del
señor Rosendo Radilla Pacheco, los cuales, según ha sido establecido en esta Sentencia,
configuran violaciones a los derechos reconocidos en los artículos 3 (Derecho al Reconocimiento
de la Personalidad Jurídica), 4 (Derecho a la Vida), 5 (Derecho a la Integridad Personal) y 7
(Derecho a la Libertad Personal) de la Convención Americana en su perjuicio (supra párr. 159).

212. Al respecto, el Tribunal observa que, como se desprende de los hechos (supra párrs. 260
a 264), el 27 de octubre de 2005 el Primer Tribunal Colegiado resolvió que el Juzgado Primero
Militar era competente para conocer de la causa en contra del señor Francisco Quiroz Hermosillo.
Además, que en su decisión, el Primer Tribunal Colegiado señaló que dicha persona se
desempeñaba como Teniente Coronel de Infantería del Ejército Mexicano, adscrito a la Costa
Grande del Estado de Guerrero en la población de Atoyac de Álvarez, y que se encontraba
encargado “[d]e los puestos de revisión que la institución armada tenía en los puntos precisados
[…]”. Asimismo, estableció, entre otros, que del artículo 13 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos186(en adelante, “Constitución”) y del artículo 57, fracción II, inciso a),
del Código de Justicia Militar187, se desprende que “[l]os tribunales militares conocerán de los
delitos contra la disciplina militar, […] en esa categoría se ubican los ilícito[s] del orden común o
federal, cuando fueren cometidos por militares, en ejercicio de sus funciones”. Finalmente,
señaló que dado que el hecho que probablemente había cometido el señor Quiroz Hermosillo era
186
El artículo 13 de la Constitución establece que:

Nadie puede ser juzgado por leyes privativas ni por tribunales especiales. Ninguna persona o corporación puede
tener fuero, ni gozar más emolumentos que los que sean compensación de servicios públicos y estén fijados por
la ley. Subsiste el fuero de guerra para los delitos y faltas contra la disciplina militar; pero los tribunales militares
en ningún caso y por ningún motivo podrán extender su jurisdicción sobre personas que no pertenezcan al
Ejército. Cuando en un delito o falta del orden militar estuviese complicado un paisano, conocerá del caso la
autoridad civil que corresponda.

Cfr. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (expediente de anexos a la contestación a la demanda, anexo
III.6, página 8).

187
El Código de Justicia Militar refiere, en sus partes pertinentes, que:

Artículo 57.- Son delitos contra la disciplina militar:


[…]
II.- los del orden común o federal, cuando en su comisión haya concurrido cualquiera de las circunstancias que
en seguida se expresan:
a).- Que fueren cometidos por militares en los momentos de estar en servicio o con motivo de actos del mismo;
[…]

Cfr. Código de Justicia Militar publicado en el Diario Oficial de la Federación el 31 de agosto de 1933, texto vigente
(http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/4.pdf).
58

el de privación ilegal de la libertad en su modalidad de plagio o secuestro, previsto y sancionado


por el “[C]ódigo Penal para el Distrito y Territorios Federales en Materia Común y para toda la
República en Materia del Fuero Federal, vigente en la época de comisión del evento delictivo”,
dicho delito era considerado como contrario a la disciplina militar, por lo que era “[f]acultad
exclusiva de la justicia militar conocer y resolver al respecto” 188.

213. El Tribunal considera pertinente señalar que reiteradamente ha establecido que la


jurisdicción penal militar en los Estados democráticos, en tiempos de paz, ha tendido a reducirse
e incluso a desaparecer, por lo cual, en caso de que un Estado la conserve, su utilización debe
ser mínima, según sea estrictamente necesario, y debe encontrarse inspirada en los principios y
garantías que rigen el derecho penal moderno. En un Estado democrático de derecho, la
jurisdicción penal militar ha de tener un alcance restrictivo y excepcional y estar encaminada a
la protección de intereses jurídicos especiales, vinculados a las funciones propias de las fuerzas
militares. Por ello, el Tribunal ha señalado anteriormente que en el fuero militar sólo se debe
juzgar a militares activos por la comisión de delitos o faltas que por su propia naturaleza atenten
contra bienes jurídicos propios del orden militar189.

214. Asimismo, esta Corte ha establecido que, tomando en cuenta la naturaleza del crimen y
el bien jurídico lesionado, la jurisdicción penal militar no es el fuero competente para investigar
y, en su caso, juzgar y sancionar a los autores de violaciones de derechos humanos 190 sino que
el procesamiento de los responsables corresponde siempre a la justicia ordinaria 191. En tal
sentido, la Corte en múltiples ocasiones ha indicado que “[c]uando la justicia militar asume
competencia sobre un asunto que debe conocer la justicia ordinaria, se ve afectado el derecho al
juez natural y, a fortiori, el debido proceso”, el cual, a su vez, se encuentra íntimamente ligado
al propio derecho de acceso a la justicia 192. El juez encargado del conocimiento de una causa
debe ser competente, además de independiente e imparcial 193.

215. En consecuencia, tomando en cuenta la jurisprudencia constante de este Tribunal (supra


párrs. 272 y 273), debe concluirse que si los actos delictivos cometidos por una persona que

188
Cfr. Sentencia del Primer Tribunal Colegiado en Materias Penal y Administrativa del Vigésimo Primer Circuito en
el Conflicto Competencial Penal 6/2005, de 27 de octubre de 2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y
argumentos, anexo G.6, folios 2128, 2129 y 2135).

189
Cfr. Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, supra nota 54, párr. 128; Caso Durand y Ugarte Vs. Perú. Fondo.
Sentencia de 16 de agosto de 2000. Serie C No. 68, párr. 117; Caso Cantoral Benavides Vs. Perú. Fondo. Sentencia de 18
de agosto de 2000. Serie C No. 69, párr. 112; Caso Las Palmeras Vs. Colombia. Fondo. Sentencia de 6 de diciembre de
2001. Serie C No. 90, párr. 51; Caso 19 Comerciantes Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de
julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 165; Caso Lori Berenson Mejía Vs. Perú, supra nota 54, párr. 142; Caso de la
Masacre de Mapiripán Vs. Colombia, supra nota 129, párr. 202; Caso Palamara Iribarne Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2005. Serie C No. 135, párrs. 124 y 132; Caso de la Masacre de Pueblo Bello
Vs. Colombia, supra nota 133, párr. 189; Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, supra nota 19, párr. 131; Caso La
Cantuta Vs. Perú, supra nota 51, párr. 142; Caso de la Masacre de la Rochela Vs. Colombia, supra nota 83, párr. 200;
Caso Escué Zapata Vs. Colombia, supra nota 56, párr. 105, y Caso Tiu Tojín Vs. Guatemala, supra nota 24, párr. 118.

190
Cfr. Caso de la Masacre de la Rochela Vs. Colombia, supra nota 83, párr. 200, y Caso Escué Zapata Vs.
Colombia, supra nota 56, párr. 105.

191
Cfr. Caso Durand y Ugarte Vs. Perú, supra nota 274, párr. 118; Caso La Cantuta Vs. Perú, supra nota 51, párr.
142; y, Caso de la Masacre de la Rochela Vs. Colombia, supra nota 83, párr. 200.

192
Cfr. Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, supra nota 54, párr. 128; Caso Palamara Iribarne Vs. Chile, supra
nota 274, párr. 143, y Caso Tiu Tojín Vs. Guatemala, supra nota 24, párr. 118.

193
Cfr. Caso Ivcher Bronstein. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de febrero de 2001. Serie C No. 74,
párr. 112; Caso 19 Comerciantes, supra nota 274, párr. 167, y Caso Escué Zapata Vs. Colombia, supra nota 56, párr.
101.
59

ostente la calidad de militar en activo no afectan los bienes jurídicos de la esfera castrense,
dicha persona debe ser siempre juzgada por tribunales ordinarios. En este sentido, frente a
situaciones que vulneren derechos humanos de civiles bajo ninguna circunstancia puede operar
la jurisdicción militar.

216. La Corte destaca que cuando los tribunales militares conocen de actos constitutivos de
violaciones a derechos humanos en contra de civiles ejercen jurisdicción no solamente respecto
del imputado, el cual necesariamente debe ser una persona con estatus de militar en situación
de actividad, sino también sobre la víctima civil, quien tiene derecho a participar en el proceso
penal no sólo para efectos de la respectiva reparación del daño sino también para hacer
efectivos sus derechos a la verdad y a la justicia (supra párr. 247). En tal sentido, las víctimas
de violaciones a derechos humanos y sus familiares tienen derecho a que tales violaciones sean
conocidas y resueltas por un tribunal competente, de conformidad con el debido proceso y el
acceso a la justicia. La importancia del sujeto pasivo trasciende la esfera del ámbito militar, ya
que se encuentran involucrados bienes jurídicos propios del régimen ordinario.

217. El Tribunal nota que, durante la audiencia pública (supra párr. 69), el perito Miguel Sarre
Iguíniz advirtió sobre la extensión de la jurisdicción militar en México y señaló que el artículo 57,
fracción II, inciso a), del Código de Justicia Militar “[se sale del] ámbito estricto [y] cerrado […]
de la disciplina militar […]”, además de que “[n]o solamente es más amplio respecto del sujeto
activo, sino que es más amplio porque no considera al sujeto pasivo […]”. Asimismo, el perito
Federico Andreu-Guzmán, en la declaración rendida ante el Tribunal (supra párr. 68), señaló que
entre los elementos característicos de la jurisdicción penal militar mexicana se encontraba “[u]n
extenso ámbito de competencia material, que supera el marco de los delitos estrictamente
militares”, y que “[m]ediante la figura del delito de función o con ocasión del servicio
consagrado por el artículo 57 del Código de Justicia Militar, la jurisdicción penal mexicana tiene
las características de un fuero personal ligado a la condición de militar del justiciable y no a la
naturaleza del delito”194.

218. En el presente caso, no cabe duda que la detención y posterior desaparición forzada del
señor Rosendo Radilla Pacheco, en las que participaron agentes militares (supra párr. 150), no
guardan relación con la disciplina castrense. De dichas conductas han resultado afectados bienes
jurídicos tales como la vida, la integridad personal, la libertad personal y el reconocimiento de la
personalidad jurídica del señor Rosendo Radilla Pacheco. Además, en un Estado de Derecho, la
comisión de actos tales como la desaparición forzada de personas en contra de civiles por parte
de elementos de la fuerza militar nunca puede ser considerada como un medio legítimo y
aceptable para el cumplimiento de la misión castrense. Es claro que tales conductas son
abiertamente contrarias a los deberes de respeto y protección de los derechos humanos y, por lo
tanto, están excluidas de la competencia de la jurisdicción militar.

219. De todo lo anterior, puede concluirse que la decisión del Primer Tribunal Colegiado (supra
párr. 261) generó la aplicación de un fuero personal que operó sin tomar en cuenta la naturaleza
de los actos implicados, lo cual tuvo como resultado que el señor Francisco Quiroz Hermosillo
fuera procesado ante la justicia militar hasta el sobreseimiento del proceso debido a su
fallecimiento (supra párr. 264).

220. Ahora bien, el Estado mexicano señaló que las decisiones dictadas por tribunales
militares son susceptibles de ser revisadas por las autoridades ordinarias a través de la “figura”
del amparo, con lo cual, en su opinión, se salvaguarda la garantía del juez natural en los casos
donde la víctima de un delito considerado del orden militar sea un civil.
194
Cfr. Declaración rendida por el señor Federico Andreu-Guzmán ante fedatario público (affidávit) el 22 de junio de
2009 (expediente de fondo, tomo IV, folio 1319).
60

221. Al respecto, la Corte estima conveniente subrayar que el proceso penal es uno solo a
través de sus diversas etapas, tanto la correspondiente a la primera instancia como las relativas
a instancias ulteriores. En consecuencia, el concepto del juez natural y el principio del debido
proceso legal rigen a lo largo de esas etapas y se proyectan sobre las diversas instancias
procesales195.

222. En el presente caso, la sola posibilidad de que las decisiones emanadas de tribunales
militares puedan ser “revisadas” por las autoridades federales no satisface el principio del juez
natural, ya que desde la primera instancia el juez debe ser competente. En el presente caso, la
Corte ya señaló que los tribunales militares no son competentes para conocer de la detención y
posterior desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco.

223. De lo anterior, la Corte estima que el Estado vulneró el principio del juez natural al
extralimitar la esfera de la justicia castrense en el presente caso, en contravención de los
parámetros de excepcionalidad y restricción que caracterizan a la jurisdicción penal militar. En
tal sentido, dado que los tribunales militares no son competentes, el Tribunal considera que no
es necesario pronunciarse respecto a la supuesta falta de independencia e imparcialidad alegada
por los representantes (supra párr. 267).

*
* *

224. Por otra parte, al analizar los diversos argumentos vertidos por el Estado al explicar el
ejercicio de la jurisdicción militar en el presente caso, llama la atención del Tribunal la aplicación
del artículo 57, fracción II, inciso a), del Código de Justicia Militar en la decisión del Primer
Tribunal Colegiado (supra párr. 261). Dicha disposición se refiere a la extensión de la
jurisdicción militar sobre delitos del fuero ordinario cuando sean “[c]ometidos por militares en
los momentos de estar en servicio o con motivo de actos del mismo” (supra nota 272).

225. Al respecto, el Tribunal resalta que si bien en diversas legislaciones se prevé la


competencia de la jurisdicción militar sobre delitos que tengan origen en el fuero ordinario
cuando son cometidos por militares en activo, es necesario que se establezca claramente la
relación directa y próxima con la función militar o con la afectación de bienes jurídicos propios
del orden militar.

226. Durante la audiencia pública (supra párr. 9) el Tribunal solicitó al Estado que indicara si
existe un desarrollo jurisprudencial a nivel interno que permita distinguir los actos que se
consideran cometidos “en servicio o con motivo de actos del mismo”. Al respecto, en los
alegatos finales escritos el Estado mexicano se refirió a diversos criterios jurisprudenciales de
cuya lectura, sin embargo, no se advierte aclaración alguna sobre lo solicitado por la Corte.
Antes bien, tales criterios jurisprudenciales reiteran el contenido del artículo 57 del Código de
Justicia Militar sin esclarecerlo196.
195
Cfr. Caso Castillo Petruzzi y otros. Fondo, Reparaciones y Costas, supra nota 54, párr. 161.

196
Cfr. Alegatos finales escritos presentados por el Estado (expediente de fondo, tomo IX, folios 2837 a 2847). El
Estado se refirió a los siguientes criterios jurisprudenciales: 1) “Ejército, miembros del”. No. Registro: 904,118.
Jurisprudencia. Materia (s): Penal. Quinta Época. Instancia: Primera Sala. Fuente: Apéndice 2000. Tomo: Tomo II, Penal,
Jurisprudencia SCJN. Tesis: 137. Página: 95; 2) “Fuero militar, competencia del”. No. Registro: 918,432. Jurisprudencia.
Materia (s): Penal. Quinta Época. Instancia: Pleno. Fuente: Apéndice 2000. Tomo: VII, Conflictos Competenciales,
Jurisprudencia. Tesis: 30. Página: 41; 3) “Militares en servicio, delitos cometidos por los. Competencia del fuero militar”.
No. Registro: 918,435. Jurisprudencia. Materia (s): Penal. Sexta Época. Instancia: Pleno. Fuente: Apéndice 2000. Tomo:
VII, Conflictos Competenciales, Jurisprudencia. Tesis: 33. Página: 47; 4) “Delitos contra la disciplina militar”. Tesis de
jurisprudencia 148/2005. Aprobada por la Primera Sala [de la Suprema Corte de Justicia de la Nación], en sesión de fecha
veintiséis de octubre de dos mil cinco; 5) “Delito esencialmente militar, homicidio cometido por un militar en actos del
61

227. La Corte estima que el artículo 57, fracción II, inciso a), del Código de Justicia Militar es
una disposición amplia e imprecisa que impide la determinación de la estricta conexión del delito
del fuero ordinario con el servicio castrense objetivamente valorado. La posibilidad de que los
tribunales castrenses juzguen a todo militar al que se le imputa un delito ordinario, por el sólo
hecho de estar en servicio, implica que el fuero se otorga por la mera circunstancia de ser
militar. En tal sentido, aunque el delito sea cometido por militares en los momentos de estar en
servicio o con motivo de actos del mismo no es suficiente para que su conocimiento corresponda
a la justicia penal castrense.

228. Con base en lo señalado precedentemente, es posible considerar que la disposición en


estudio opera como una regla y no como una excepción, característica indispensable de la
jurisdicción militar para ser conforme a los estándares establecidos por esta Corte 197.

229. En relación con la obligación general de adecuar la normativa interna a la Convención, la


Corte ha afirmado en varias oportunidades que “[e]n el derecho de gentes, una norma
consuetudinaria prescribe que un Estado que ha celebrado un convenio internacional, debe
introducir en su derecho interno las modificaciones necesarias para asegurar la ejecución de las
obligaciones asumidas”198. En la Convención Americana este principio es recogido en su artículo
2, que establece la obligación general de cada Estado Parte de adecuar su derecho interno a las
disposiciones de la misma, para garantizar los derechos en ella reconocidos, lo cual implica que
las medidas de derecho interno han de ser efectivas (principio de effet utile)199.

230. En consecuencia, el Tribunal estima que el Estado incumplió la obligación contenida en el


artículo 2 de la Convención Americana, en conexión con los artículos 8 y 25 de la misma, al
extender la competencia del fuero castrense a delitos que no tienen estricta conexión con la
disciplina militar o con bienes jurídicos propios del ámbito castrense.

B2. Recurso efectivo para impugnar la competencia militar

231. Tanto la Comisión como los representantes de las presuntas víctimas alegaron que el
artículo 25.1 de la Convención ha sido también vulnerado porque los familiares del señor
Rosendo Radilla Pacheco no pudieron impugnar la remisión de la causa a la jurisdicción militar
(supra párrs. 266 a 267).

servicio”. No. Registro: 815,198. Tesis aislada. Materia (s): Penal. Quinta Época. Instancia: Pleno. Fuente: Informes.
Informe 1949. Tesis: Página. 110; 6) “Militares, delitos cometidos por los, contra la disciplina. Competencia”. No.
Registro: 235,610. Tesis aislada. Materia (s): Penal. Séptima Época. Instancia: Primera Sala. Fuente: Semanario Judicial
de la Federación. Segunda Parte. Tesis: 75. Página: 34; 7) “Salud, delito contra la. Militares como sujetos activos.
Incompetencia del fuero castrense, si no están en servicio”. No. Registro: 234,262. Tesis aislada. Materia (s): Penal.
Séptima Época. Instancia: Primera Sala. Fuente: Semanario Judicial de la Federación. 181-186 Segunda Parte. Tesis:
Página: 101; 8) “Servicio. militares en”. No. Registro: 206,199. Tesis aislada. Materia (s): Penal. Óctava Época.
Instancia: Primera Sala. Fuente: Semanario Judicial de la Federación. VII, Junio de 1991. Tesis: 1a. XIV/91. Página: 76, y
9) “Fuero militar. Es de excepción”. No. Registro: 234,996. Tesis aislada. Materia (s): Penal. Séptima Época. Instancia:
Primera Sala. Fuente: Semanario Judicial de la Federación. 115-120 Segunda Parte. Tesis: Página 51.

197
Cfr. Caso Las Palmeras Vs. Colombia, supra nota 274, párr. 51; Caso La Cantuta Vs. Perú, supra nota 51, párr.
142, y Caso de la Masacre de la Rochela Vs. Colombia, supra nota 83, párr. 200.

198
Cfr. Caso Garrido y Baigorria Vs. Argentina. Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de agosto de 1998. Serie C
No. 39, párr. 68; Caso Zambrano Vélez y otros Vs. Ecuador, supra nota 51, párr. 55, y Caso Heliodoro Portugal Vs.
Panamá, supra nota 24, párr. 179.

199
Cfr. Caso Garrido y Baigorria Vs. Argentina, supra nota 283, párr. 68; Caso Zambrano Vélez y otros Vs. Ecuador,
supra nota 51, párr. 55, y Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra nota 24, párr. 179.
62

232. La Corte ha señalado que el artículo 25.1 de la Convención contempla la obligación de los
Estados Partes de garantizar, a todas las personas bajo su jurisdicción, un recurso judicial
efectivo contra actos violatorios de sus derechos fundamentales 200.

233. Al respecto, de los hechos del presente caso se desprende que una vez que el Juzgado
Segundo de Distrito decidió declinar su competencia a favor de la jurisdicción militar, la señora
Tita Radilla Pacheco interpuso un juicio de amparo para revocar esta resolución. Sin embargo,
esta demanda fue desechada en primera instancia (supra párr. 262) ya que con base en el
artículo 10 de la Ley de Amparo “[e]l ofendido o víctima del delito, sólo puede intentar el juicio
de garantías cuando se trate de algún acto […] relacionado directa e inmediatamente con la
reparación del daño […]”201. En tal decisión también se indicó que:

[e]n el sistema jurídico mexicano, los procesos del orden penal se integran sólo entre el acusado y el
Ministerio Público, titular de la acción penal quien ejerce monopolio de ésta y, por ende, está facultado
para emprender las defensas durante el proceso de todos y cada uno de los actos que durante éste se
susciten y que afecten su buena marcha, [entre] los cuales […] se encuentran temas procedimentales
como son los que atañen al Tribunal ante el cual deba ventilarse el caso en razón del fuero, tópico que
puede ser analizado a través de los medios de defensa planteados ante las instancias competentes en
términos del artículo 367, fracción VIII, del Código Federal de Procedimientos Penales; recurso que […]
solamente puede plantear el Ministerio Público, no así el ofendido o sus legítimos representantes así
sean coadyuvantes del Representante Social […] 202.

234. La señora Tita Radilla Martínez interpuso un recurso de revisión en contra de dicha
decisión. El Tribunal observa que, por “razón de turno”, correspondió al mismo Primer Tribunal
Colegiado que resolvió la cuestión relativa al conflicto competencial (supra párr. 265) conocer
del recurso de revisión. De la decisión de 24 de noviembre de 2005, solicitada por este Tribunal
como prueba para mejor resolver (supra párr. 12) se desprende que el Primer Tribunal
Colegiado estableció que no serían “[m]otivo de estudio ni la resolución impugnada ni los
agravios propuestos por la [señora Tita Radilla Martínez]”, debido a que lo reclamado guardaba
relación con el conflicto competencial ya resuelto. En tal sentido, dicho Tribunal Colegiado señaló
que había “sobrevenido” una causal diversa a la invocada por el Juzgado Segundo de Distrito
(supra párr. 292) para desechar el amparo y que, en consecuencia, era aplicable lo dispuesto en
el artículo 73, fracción XVI, de la Ley de Amparo, según el cual, éste es improcedente “[c]uando
hayan cesado los efectos del acto reclamado” 203. Por tanto, en razón de que previamente ya
había resuelto la competencia en favor del fuero militar en el mismo asunto, el Primer Tribunal
Colegiado confirmó el desechamiento de la demanda de amparo promovida por la señora Tita
Radilla Martínez.

235. De la decisión anterior, claramente puede concluirse que se privó a la señora Tita Radilla
Martínez de la posibilidad de impugnar la competencia de los tribunales militares para conocer
de asuntos que, por su naturaleza, debe corresponder a las autoridades del fuero ordinario.

236. Al respecto, la Corte ha señalado que los Estados tienen la responsabilidad de consagrar
normativamente y de asegurar la debida aplicación de los recursos efectivos y las garantías del
200
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 24, párr. 91; Caso Acevedo Buendía y otros Vs. Perú,
supra nota 139, párr. 69, y Caso Kawas Fernández Vs. Honduras, supra nota 40, párr. 110.

201
Cfr. Sentencia del Juzgado Sexto de Distrito en el Estado de Guerrero, de 6 de septiembre de 2005, expediente
PRAL. 854/2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo F.3, folio 2033).

202
Cfr. Sentencia del Juzgado Sexto de Distrito en el Estado de Guerrero, de 6 de septiembre de 2005, expediente
PRAL. 854/2005 (expediente de anexos al escrito de solicitudes y argumentos, anexo F.3, folios 2036 a 2037).

203
Cfr. Sentencia del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal y Administrativa del Vigésimo Primer Circuito, de
24 de noviembre de 2005 (expediente de prueba para mejor resolver presentada por el Estado el 2 de noviembre de
2009, folios 3203, 3205 y 3214).
63

debido proceso legal ante las autoridades competentes, que amparen a todas las personas bajo
su jurisdicción contra actos que violen sus derechos fundamentales o que conlleven a la
determinación de los derechos y obligaciones de éstas 204.

237. En este sentido, el Tribunal ha establecido que para que el Estado cumpla lo dispuesto en
el artículo 25 de la Convención, no basta con que los recursos existan formalmente, sino que es
preciso que tengan efectividad en los términos de aquel precepto 205. La Corte ha reiterado que
dicha obligación implica que el recurso sea idóneo para combatir la violación y que sea efectiva
su aplicación por la autoridad competente206.

238. La Corte resalta que, como señaló anteriormente en esta Sentencia (supra párrs. 247 y
275), la participación de la víctima en procesos penales no está limitada a la mera reparación
del daño sino, preponderantemente, a hacer efectivos sus derechos a conocer la verdad y a la
justicia ante tribunales competentes. Ello implica necesariamente que, a nivel interno, deben
existir recursos adecuados y efectivos a través de los cuales la víctima esté en posibilidad de
impugnar la competencia de las autoridades judiciales que eventualmente ejerzan jurisdicción
sobre asuntos respecto de los cuales se considere que no tienen competencia.

239. En consecuencia, en el presente caso el recurso de amparo no fue efectivo para permitir
a la señora Tita Radilla Martínez impugnar el conocimiento de la detención y posterior
desaparición forzada de su padre, el señor Rosendo Radilla Pacheco, por la jurisdicción militar, lo
cual constituye una violación del artículo 25.1 de la Convención.

B3. La justicia militar en la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada

240. Los representantes alegaron que la aplicación de la jurisdicción militar en este caso
configura igualmente una violación del artículo IX de la CIDFP.

241. En esta Sentencia ya quedó establecido que no cabe duda que actos tales como la
desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco no guardan relación con la disciplina
militar y que, por lo tanto, están excluidos de la competencia de la jurisdicción castrense (supra
párr. 277). Como ya ha sido señalado (supra párrs. 272 y 273), la jurisdicción penal militar debe
estar encaminada a la protección de intereses jurídicos especiales, vinculados con las funciones
que la ley asigna a las fuerzas militares. Establecer lo contrario atentaría contra el principio del
juez natural207, a la luz del artículo 8.1 de la Convención Americana. A esto apunta el artículo IX
de la CIDFP.

242. La Corte observa que México formuló una reserva al citado artículo IX de la CIDFP
conforme a la cual manifestó que su ordenamiento jurídico interno reconoce “el fuero de guerra,

204
Cfr. Caso Baena Ricardo y otros. Competencia. Sentencia de 28 de noviembre de 2003. Serie C No. 104, párr.
79; Caso Herrera Ulloa Vs. Costa Rica. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de julio
de 2004. Serie C No. 107, párr. 145, y Caso Acevedo Buendía y otros (“Cesantes y Jubilados de la Contraloría”) Vs. Perú,
supra nota 139, párr. 72.

205
Cfr. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Excepción Preliminar. Sentencia de 30 de noviembre de 2005. Serie C No.
139, párr. 4; Caso Claude Reyes y otros Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 19 de septiembre de
2006. Serie C No. 151, párr. 131, y Caso Escher Vs. Brasil, supra nota 64, párr. 196.

206
Cfr. Caso Maritza Urrutia Vs. Guatemala, supra nota 51, párr. 117; Caso Claude Reyes y otros Vs. Chile, supra
nota 290, párr. 131, y Caso Escher Vs. Brasil, supra nota 64, párr. 196.

207
Cfr. Caso Cantoral Benavides Vs. Perú, supra nota 274, párr. 113; Caso Escué Zapata Vs. Colombia, supra nota
56, párr. 105, y Caso Tiu Tojín Vs. Guatemala, supra nota 24, párr. 118.
64

cuando el militar haya cometido algún ilícito encontrándose en servicio” (infra párr. 306). Los
representantes solicitaron al Tribunal declarar la “nulidad” de la reserva formulada por el Estado,
por “[c]ontravenir el objeto y fin del tratado y [ser] contraria a la jurisprudencia de los
organismos internacionales encargados de velar por la protección de los derechos humanos en el
hemisferio […]”. Alegaron que “[l]a razón de ser [de este] artículo […] es la de proteger a las
víctimas de desaparición forzada de sus agresores -que de acuerdo a la práctica sistemática en
los países de América Latina- […] ha sido realizada por parte de elementos del Ejército. De tal
manera que imponer una reserva que permita el juzgamiento de militares que cometan el delito
de desaparición forzada de personas por el fuero militar, es una reserva que debería ser
declarada nula […]”. La Comisión no formuló alegatos al respecto. Por su parte, el Estado
cuestionó la competencia de la Corte para pronunciarse sobre la reserva formulada (supra párr.
33).

243. En relación con la facultad de formular reservas, el artículo XIX de la CIDPF dispone que
“[l]os Estados podrán formular reservas a [esta] Convención en el momento de aprobarla,
firmarla, ratificarla o adherirse a ella, siempre que no sean incompatibles con el objeto y
propósito de la Convención y versen sobre una o más disposiciones específicas”.

244. La competencia de la Corte Interamericana para determinar la validez de una reserva, a


la luz del citado artículo XIX de la CIDFP, deviene claramente del artículo XIII de dicho
instrumento, en relación con el artículo 62 de la Convención Americana, los cuales fijan la
facultad de la Corte para conocer de los asuntos relacionados con el cumplimiento de los
compromisos contraídos por los Estados Partes en la CIDFP. Esta potestad jurisdiccional abarca
no sólo el análisis de las normas sustantivas, es decir, aquellas que contienen los derechos
protegidos, sino también la verificación del cumplimiento de toda norma de procedimiento en la
que esté envuelta la interpretación y aplicación del mismo. En este tenor, la Corte ha establecido
que las reservas formuladas por los Estados Partes “se integran al tratado mismo, de tal manera
que no es posible interpretarlo cabalmente, respecto del Estado reservante, sin interpretar la
reserva misma”208. En sentido similar se ha pronunciado el Comité de los Derechos Humanos de
las Naciones Unidas209. Asimismo, en el caso Belilos Vs. Suiza, la Corte Europea de Derechos
Humanos afirmó su competencia para ejercer el control de validez en materia de reservas 210.

245. Esta Corte ha manifestado reiteradamente que los tratados modernos sobre derechos
humanos, como es el caso de la CIDFP, “no son tratados multilaterales de tipo tradicional,
concluidos en función de un intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo de los

208
Cfr. Restricciones a la Pena de Muerte (Arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión
Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párr. 45.

209
Dicho Comité ha señalado que “Por necesidad ha de ser el Comité quien decida si una determinada reserva es
compatible con el objeto y fin del Pacto [Internacional de Derechos Civiles y Políticos]. Ello se debe en parte […] a que se
trata de una tarea inadecuada para los Estados Partes en relación con los tratados de derechos humanos y, en parte, a
que es una tarea que el Comité no puede eludir en el desempeño de sus funciones. A fin de conocer el alcance de su
deber de examinar el cumplimiento del Pacto por un Estado en virtud de lo dispuesto en el artículo 40 o una comunicación
presentada con arreglo al Primer Protocolo Facultativo, el Comité ha de adoptar necesariamente una opinión sobre la
compatibilidad de la reserva con el objeto y fin del Pacto y con el derecho internacional en general. Dado el carácter
especial de los tratados de derechos humanos, debe establecerse objetivamente la compatibilidad de una reserva con el
objeto y fin del Pacto en relación con un principio jurídico, y el Comité está en condiciones especialmente adecuadas para
realizar esta tarea […]”. Cfr. Observación General No. 24: Observación general sobre cuestiones relacionadas con las
reservas formuladas con ocasión de la ratificación del Pacto o de sus Protocolos Facultativos, o de la adhesión a ellos, o
en relación con las declaraciones hechas de conformidad con el artículo 41 del Pacto, CCPR/C/21/Rev.1/Add.6, párr. 18.

210
La Corte Europea indicó que: “El silencio del depositario y los Estados contratantes [en lo que respecta a las
reservas y declaraciones interpretativas contenidas en el instrumento de ratificación de Suiza] no priva a los órganos de
la Convención de la facultad de hacer su propia valoración” (traducción de la Secretaría), Cfr. Eur. Ct. H.R., Case of
Belilos v. Switzerland, Application no. 10328/83, 29 April 1988, párr. 47.
65

Estados contratantes. Su objeto y fin son la protección de los derechos fundamentales de los
seres humanos […] Al aprobar estos tratados sobre derechos humanos, los Estados se someten
a un orden legal dentro del cual ellos, por el bien común, asumen varias obligaciones, no en
relación con otros Estados, sino hacia los individuos bajo su jurisdicción” 211. Igual entendimiento
han tenido la Corte Internacional de Justicia y el Comité de Derechos Humanos 212.

246. Teniendo en cuenta lo anterior, previo al pronunciamiento sobre la supuesta violación del
artículo IX de la CIDFP, toca a esta Corte determinar si la reserva formulada por México a dicha
disposición satisface los requisitos establecidos en el artículo XIX de tal instrumento, esto es, si
aquélla es compatible con el objeto y fin del tratado y si versa sobre disposiciones específicas
(supra párr. 302). El cumplimiento de estos requisitos no constituye una mera formalidad; es
una condición material del tratado que debe ser atendida para garantizar que la reserva
formulada no exceda lo límites de lo expresamente permitido en el mismo 213.

247. La Corte observa que la reserva del Estado fue presentada en los siguientes términos:

El Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos al ratificar la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada de Personas, adoptada en la Ciudad de Belem, Brasil el 9 de junio de 1994, formula reserva
expresa al Artículo IX, toda vez que la Constitución Política reconoce el fuero de guerra, cuando el militar
haya cometido algún ilícito encontrándose en servicio. El fuero de guerra no constituye jurisdicción
especial en el sentido de la Convención, toda vez que conforme al artículo 14 de la Constitución mexicana
nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, sino
mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos, en el que se cumplan las
formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las leyes expedidas con anterioridad al hecho.

248. En cuanto a su compatibilidad con el objeto y fin del tratado, el Tribunal advierte que, a
través de la reserva, México establece que el fuero de guerra es competente para conocer de un
caso de desaparición forzada si el delito es cometido por un militar en servicio. Esto implica
referirse a un fuero que para ser aplicado requiere de una calificación personal, no material. No
se manifiesta que sea necesario un análisis de los intereses jurídicos detrás del ilícito, ni se toma
como punto de referencia la disciplina militar o cualquier otro objetivo jurídico castrense.
Asimismo, al añadir una reserva al artículo IX de la CIDFP, el Estado mexicano está
estableciendo una regla general sobre la competencia de la jurisdicción penal militar. Como esta
Corte ha mencionado214 la justicia militar es una de carácter excepcional que necesariamente
requiere justificación en el caso concreto (supra párr. 272).

249. El objeto y fin de un tratado como la CIDFP es la eficaz protección de los derechos
humanos por ella reconocidos. En términos de su artículo I, ésta tiene como propósito particular
garantizar la efectiva prevención, sanción y supresión de la práctica de la desaparición forzada
de personas, evitando sus efectos, esto es, la violación múltiple de derechos humanos. Para ello,
dicha Convención ha dispuesto una serie de obligaciones por las cuales los Estados Partes se
comprometen a: “a) No practicar, no permitir, ni tolerar la desaparición forzada de personas, ni
211
Cfr. El Efecto de las Reservas sobre la Entrada en vigencia de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Opinión Consultiva OC-2/82 del 24 de septiembre de 1982. Serie A No. 2, párr. 29. En igual sentido, cfr. Caso
de la Masacre de Mapiripán Vs. Colombia, supra nota 129, párr. 104; Caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia,
supra nota 133, párr. 51, y Caso López Álvarez Vs. Honduras. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de febrero
de 2006. Serie C No. 141, párr. 40.

212
ICJ, Reservations to the convention on the Prevention and Punishment of the Crime of Genocide, Advisory
Opinion, 28 de mayo de 1951, página 23. C.D.H, Observación General No. 24, supra nota 294, párr. 17.

213
Así lo ha considerado la Corte Europea de Derechos Humanos. Cfr. Case of Belilos v. Switzerland, supra nota
295, párr. 59.

214
Cfr. Caso Cantoral Benavides Vs. Perú. Fondo, supra nota 274, párr. 113; Caso 19 Comerciantes, supra nota
274, párr. 165, y Caso Tiu Tojín Vs. Guatemala, supra nota 24, párr. 118.
66

aun en estado de emergencia, excepción o suspensión de garantías individuales; b) Sancionar


en el ámbito de su jurisdicción a los autores, cómplices y encubridores del delito de desaparición
forzada de personas, así como la tentativa de comisión del mismo; c) Cooperar entre sí para
contribuir a prevenir, sancionar y erradicar la desaparición forzada de personas, y d) Tomar las
medidas de carácter legislativo, administrativo, judicial o de cualquier otra índole necesarias
para cumplir con los compromisos asumidos en la presente Convención”.

250. Uno de los derechos protegidos en la CIDFP, encaminado a lograr la efectiva sanción de
los autores del delito de desaparición forzada, es el del juez natural, indisolublemente ligado al
derecho al debido proceso y al de acceso a la justicia, reconocidos en los artículos 8.1 y 25.1 de
la Convención Americana (supra párr. 273), derechos, por demás, inderogables. Así, el artículo
IX de la CIDFP, más allá de una regla de competencia, reconoce el derecho al juez natural.
Efectivamente, a través de esta disposición, los Estados Partes en la CIDFP se comprometen a
respetar el derecho a un juez competente para conocer de la causa penal en torno al delito de
desaparición forzada, que es el juez común, ya que, como se dijo, el bien jurídico protegido
trasciende los intereses militares (supra párr. 275).

251. La Corte ha establecido que “una reserva que suspenda todo el derecho fundamental
cuyo contenido es inderogable debe ser considerado como incompatible con el objeto y el
propósito de la Convención y, consecuentemente, incompatible con la misma. La situación
podría ser diferente si la reserva solamente restringe ciertos aspectos del derecho interno
inderogable sin privar al derecho de su contenido básico” 215. Al realizar esta determinación el
Tribunal debe examinar si aún cuando la reserva sólo restringe algunos aspectos de un derecho
inderogable, ésta impide darle pleno sentido y efecto útil al tratado216.

252. Tal como ha sido formulada, la reserva al artículo IX de la CIDFP implica el


desconocimiento del derecho humano al juez natural en la debida investigación y eventual
sanción de los responsables de la comisión de desaparición forzada de personas. La necesidad
de asegurar que este tipo de casos sean investigados ante las instancias competentes de
conformidad con las obligaciones internacionales, trasciende los intereses de los Estados. La
erradicación de la impunidad de las violaciones graves de derechos humanos 217, como la ocurrida
en el presente caso, cuenta con una garantía colectiva, reflejada en el claro y creciente interés
de toda la sociedad y de todo Estado democrático de Derecho en fortalecer los mecanismos
internacionales de protección en esta materia. La Corte estima que el derecho al juez natural,

215
Cfr. Restricciones a la Pena de Muerte (Arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión
Consultiva OC-3/83, supra nota 293, párr. 60.

216
Cfr. Restricciones a la Pena de Muerte (Arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión
Consultiva OC-3/83, supra nota 293, párr. 61, y Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 32, párr. 30.
217

?
Cfr. Resolución sobre las personas desaparecidas y la asistencia a sus familiares, AG/RES. 2513 (XXXIX-O/09),
aprobada por la Asamblea General de la OEA el 4 de junio de 2009, puntos Resolutivos cuarto y sexto, en
http://www.oas.org/dil/esp/AG-RES_2513-2009.doc; Resolución sobre las personas desaparecidas y la asistencia a sus
familiares, AG/RES. 2231 (XXXVI-O/06), aprobada por la Asamblea General de la OEA el 6 de junio de 2006, puntos
Resolutivos tercero y séptimo, en http://www.civil-society.oas.org/General%20Assembly%20Resolutions/Sto
%20Domingo/Esp/AG%20RES%202231%20spanish.doc; Resolución sobre el derecho a la verdad, 2005/66, aprobada
por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas el 20 de abril de 2005, puntos Resolutivos segundo a
cuarto, en http://ap.ohchr.org/documents/S/CHR/resolutions/E-CN_4-RES-2005-66.doc; Resolución sobre la cuestión de
las Desapariciones Forzadas o Involuntarias, 59/200, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 23 de
marzo de 2005, punto Resolutivo 4, en http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/3758.pdf; Resolución sobre desapariciones
Forzadas o Involuntarias, 2004/40, aprobda por la Comisión de Derechos Humanos el 19 de abril de 2004, puntos
Resolutivos 7.b, 7.c y 7.d, en http://www2.ohchr.org/spanish/issues/disappear/docs/E-CN_4-RES-2004-40.doc;
Resolución sobre la cuestión de las desapariciones forzadas o involuntarias, 2003/38, aprobada por la Comisión de
Derechos Humanos el 23 de abril de 2003, puntos Resolutivos 5.c, 5.d y 5.d, en
http://www2.ohchr.org/spanish/issues/disappear/docs/E-CN_4-RES-2003-38.doc.
67

reconocido en el artículo IX de esta Convención, es indispensable para la consecución de los


fines propuestos en la misma.

253. Teniendo en cuenta todo lo anterior, este Tribunal considera que la reserva formulada por
México no satisface el primer requisito establecido en el artículo XIX de la CIDFP, por lo que, en
consecuencia, debe ser considerada inválida. En este sentido, resulta evidente que la aplicación
de la jurisdicción militar en el presente caso, por la cual el Estado extendió la competencia del
fuero castrense a hechos que no tienen estricta conexión con la disciplina militar o con bienes
jurídicos propios del ámbito castrense, es contraria a la disposición contenida en el artículo IX
del tratado de referencia, a la cual México está claramente obligado.

*
* *

254. Por las razones anteriormente expuestas, la Corte considera que la investigación de la
detención y posterior desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco no ha sido
diligente, no ha sido asumida en su totalidad como un deber propio del Estado ni ha estado
dirigida eficazmente tanto a la identificación, proceso y eventual sanción de todos los
responsables como a la determinación del paradero del señor Radilla Pacheco. Asimismo, el
Tribunal estima que al extender la competencia del fuero castrense a delitos que no tienen
estricta conexión con la disciplina militar o con bienes jurídicos propios del ámbito castrense, el
Estado ha vulnerado el derecho a un juez natural de los familiares del señor Rosendo Radilla
Pacheco, quienes tampoco dispusieron de un recurso que les permitiera impugnar el
juzgamiento de la detención y posterior desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco
por la jurisdicción militar. Todo ello en detrimento del derecho a conocer la verdad de aquéllos.

255. Por lo anterior, el Tribunal concluye que el Estado violó los derechos reconocidos en los
artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la
misma, y I incisos a) y b), y IX de la CIDFP, así como con los artículos I d) y XIX de la CIDFP218.

X
INCUMPLIMIENTO DEL ARTÍCULO 2 (DEBER DE ADOPTAR DISPOSICIONES DE
DERECHO INTERNO) DE LA CONVENCION AMERICANA, EN RELACIÓN CON EL
ARTÍCULO 7.6 DE LA MISMA219, Y DE LOS ARTÍCULOS I d) Y III DE LA CONVENCION
INTERAMERICANA SOBRE DESAPARICION FORZADA DE PERSONAS220

218
Cfr. Caso Kimel Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de mayo de 2008. Serie C No. 177,
párr. 61.

219
El artículo 7.6 de la Convención Americana dispone, en lo pertinente, que:

Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de que éste
decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la detención
fueran ilegales. En los Estados Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se viera amenazada de ser
privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que éste decida sobre la
legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse
por sí o por otra persona.

220
Artículo III de la CIDFP dispone que:

Los Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales, las medidas
legislativas que fueren necesarias para tipificar como delito la desaparición forzada de personas, y a imponerle
una pena apropiada que tenga en cuenta su extrema gravedad. Dicho delito será considerado como continuado o
permanente mientras no se establezca el destino o paradero de la víctima.
68

A. Tipificación del delito de desaparición forzada de personas

256. Los representantes alegaron que el Estado ha incumplido su obligación de tipificar


adecuadamente el delito de desaparición forzada, ya que “[e]l tipo penal […] descrito en el
Código Penal Federal no coincide en varios aspectos con la tipificación contemplada en el artículo
II de la [CIDFP], como lo dispone la jurisprudencia de la Corte”. Adujeron que ello “[h]a
permitido que el caso del señor Rosendo Radilla permanezca en total impunidad”. La Comisión
no hizo alegatos a este respecto. Por su parte, el Estado manifestó que “[e]ntiende y comparte
la posición de los [representantes], en tanto que aun faltan cuestiones que merecen ser
examinadas y que deben ser reformadas para lograr una mas eficaz impartición de justicia. Sin
embargo, se ha demostrado que en México existen leyes vigentes y efectivas que sirven para
impartir justicia en los asuntos de toda índole, incluidos, por supuesto, los penales”. Al respecto,
indicó que el delito de desaparición forzada de personas “se encuentra sancionado en el Código
Penal Federal” desde el 1 de junio de 2001. Por lo tanto, solicitó a la Corte que declare “[n]o ha
lugar a una condena por violaciones al artículo 2 de la Convención”.

257. En el capítulo anterior quedó establecido que la única consignación de un presunto


responsable realizada por la Fiscalía Especial se hizo por el delito de “privación ilegal de la
libertad en su modalidad de plagio o secuestro” y no por el delito de desaparición forzada de
personas vigente en México (supra párr. 238). Esta decisión ha tenido consecuencias negativas
en la efectividad, diligencia y exhaustividad en las investigaciones y en la determinación de las
responsabilidades individuales correspondientes (supra párrs. 238 a 240). Al respecto, el
Tribunal recuerda que, de acuerdo a lo manifestado por el Estado, la aplicación del tipo penal de
desaparición forzada de personas en este caso no fue posible en tanto éste “exige que el sujeto
activo del delito tenga el carácter de servidor público, pero a la entrada en vigor del tipo penal el
imputado Francisco Quiros [sic] Hermosillo pasó a situación de retiro” (supra párr. 236).

258. La Corte ha establecido reiteradamente que los Estados Partes en la Convención


Americana tienen el deber general de adecuar su derecho interno a las disposiciones de dicho
tratado para garantizar los derechos que éste consagra (supra párr. 144)221. En el caso de la
desaparición forzada de personas, esta obligación se corresponde con el artículo I d) de la
CIDFP, el cual establece que los Estados Partes en la misma se comprometen a tomar las
medidas de carácter legislativo, administrativo, judicial o de cualquier otra índole, necesarias
para cumplir con los compromisos por ellos asumidos.

259. De manera especial, la obligación de adoptar medidas de derecho interno implica que los
Estados deben tipificar el delito de desaparición forzada, en este sentido se expresa el artículo
III de la CIDFP. La Corte ha establecido que la descripción del delito de desaparición forzada de
personas debe hacerse tomando en consideración el artículo II de la citada Convención, el cual
establece un estándar mínimo acerca de su correcta tipificación en el ordenamiento jurídico
interno222. El artículo en cuestión dispone que:

Para los efectos de la presente Convención, se considera desaparición forzada la privación de la libertad a
una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o
grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la
falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el
paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías
procesales pertinentes.
221
Cfr. Caso “La Última Tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y otros) Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 5 de febrero de 2001. Serie C No. 73, párr. 87; Caso Heliodoro Portugal Vs Panamá, supra nota 24, párr.
179, y Caso Anzualdo Castro Vs. Perú, supra nota 44, párr. 161.

222
Cfr. Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra nota 24, párr. 189.
69

260. La Corte advierte que el delito de desaparición forzada se encuentra sancionado en el


artículo 215-A del Código Penal Federal de México desde el año 2001, en los siguientes
términos:

Comete el delito de desaparición forzada de personas, el servidor público que, independientemente de que
haya participado en la detención legal o ilegal de una o varias personas, propicie o mantenga dolosamente
su ocultamiento bajo cualquier forma de detención.

261. Al respecto, en primer lugar, el Tribunal observa que dicha disposición restringe la autoría
del delito de desaparición forzada de personas a “servidores públicos”. En tal sentido, en cuanto
al sujeto activo del delito, esta Corte ha establecido que, en términos del artículo II de la CIDFP,
la disposición que describe el tipo penal debe asegurar la sanción de todos los “autores,
cómplices y encubridores del delito de desaparición forzada de personas”, sean agentes del
Estado o “personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la
aquiescencia del Estado”223.

262. La Corte ha reiterado que es un principio básico del derecho de la responsabilidad


internacional del Estado, recogido por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que
todo Estado es internacionalmente responsable por cualquier acto u omisión de cualesquiera de
sus poderes u órganos en violación de los derechos internacionalmente consagrados 224. Visto de
esta manera, el tipo penal de desaparición forzada de personas del Código Penal Federal
mexicano presenta un obstáculo para asegurar la sanción de “todos los autores, cómplices y
encubridores” provenientes de “cualesquiera de los poderes u órganos del Estado”. Para
satisfacer los elementos mínimos de la correcta tipificación del delito, el carácter de “agente del
Estado” debe ser establecido de la forma más amplia posible.

263. Asimismo, el Tribunal advierte que el artículo 215-A del citado Código Penal Federal no se
refiere a “personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la
aquiescencia del Estado”. Al respecto, éste señaló que la sanción de la actuación de particulares
en el delito se desprende del artículo 212, párrafo segundo, del citado Código Penal Federal,
según el cual “se impondrán las mismas sanciones previstas para el delito de que se trate a
cualquier persona que participe en la perpetración de alguno de los delitos previstos en este
Título o el subsecuente”225. No obstante lo anterior, no queda claro para este Tribunal si la
intervención de “cualquier persona” como partícipe en el delito, en el sentido del citado Código,
es equivalente a la idea de que el perpetrador del mismo, es decir, el sujeto activo, es un
particular que actúa “con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado”. Esta idea
reconoce tanto la actuación de particulares como perpetradores en el delito, en ciertas
circunstancias, como las distintas formas de participación de agentes del Estado en el mismo.

264. Por otra parte, como ya lo ha señalado esta Corte, la desaparición forzada de personas se
caracteriza por la negativa de reconocer la privación de libertad o dar información sobre la
suerte o el paradero de las personas y por no dejar huellas o evidencias. Dicho elemento debe
estar presente en la tipificación del delito porque permite distinguir una desaparición forzada de
otros ilícitos con los que usualmente se la relaciona, como el plagio o secuestro y el homicidio,
con el propósito de que puedan ser aplicados los criterios probatorios adecuados e impuestas las
223
Cfr. Caso Gómez Palomino Vs. Perú, supra nota 51, párr. 101.

224
Cfr. Caso Velásquez Rodríguez, supra nota 24, párrs. 164, 169 y 170; Caso Albán Cornejo y otros. Fondo
Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2007. Serie C No. 171, párr. 60; y, Caso Heliodoro Portugal Vs.
Panamá, supra nota 24, párr. 140.

225
El artículo 366 del Código Penal Federal indica cuáles son dichas sanciones (expediente de anexos a la
contestación a la demanda, anexo III.3, páginas 86 y 87).
70

penas que consideren la extrema gravedad de este delito a todos aquellos implicados en el
mismo226. En el presente caso, la Corte observa que el artículo 215-A del Código Penal Federal
no incluye dicho elemento, por lo cual resulta incompleta la tipificación del delito.

265. La Corte valora positivamente los esfuerzos realizados por México para adecuar su
legislación interna a sus obligaciones internacionales. Si bien el tipo penal actualmente en vigor
permite la penalización de ciertas conductas que constituyen desaparición forzada de personas,
sin embargo, del mismo no se desprende una adecuación que haga plenamente efectiva la
normativa internacional vigente sobre la materia. En tal sentido, la Corte Interamericana
considera que el Estado no ha cumplido plenamente las obligaciones que le impone el artículo 2
de la Convención Americana, en relación con los artículos I y III de la CIDFP, para garantizar
debidamente la investigación y eventual sanción de los hechos constitutivos de desaparición
forzada en el presente caso.

B. Recurso efectivo para la protección del derecho a la libertad personal (habeas


corpus o amparo sobre la libertad)

266. La Comisión Interamericana alegó que “[l]os familiares de Rosendo Radilla no tuvieron
acceso a [un] recurso que los amparara de violaciones a sus derechos humanos. Pese a que al
momento de los hechos la legislación mexicana ya contemplaba la figura del recurso de amparo,
equivalente al habeas corpus, que se aplica para dilucidar el paradero de una persona
desaparecida, dicho recurso carece de eficacia en vista de lo establecido en los artículos 17 y
117 de la Ley de Amparo”. En igual sentido, los representantes adujeron que en México el
recurso de amparo “[n]o es efectivo para encontrar a una persona que ha sido víctima de
desaparición forzada”, ya que “no cumple con los requisitos para ser considerado un recurso
efectivo conforme el criterio de la Corte Interamericana en materia de desapariciones forzadas”,
por lo cual “el recurso de amparo [es inefectivo] para tales casos”.

267. En el presente caso, la Corte considera que no se ha demostrado relación alguna


específica entre los hechos de desaparición forzada del señor Rosendo Radilla Pacheco y la
supuesta inefectividad del recurso de amparo a la libertad establecido en el artículo 117 de la
Ley de Amparo mexicana. El recurso de amparo de referencia no fue interpuesto por los
familiares de la víctima. Así, la Corte no advierte, ni los representantes lo sustentan
concretamente, que en el caso sub judice esa supuesta falta de efectividad haya sido obstáculo
real para la determinación del paradero del señor Rosendo Radilla Pacheco. En consecuencia, no
procede pronunciarse sobre este punto.

226
Cfr. Caso Gómez Palomino, supra nota 51, párr. 103; Caso Heliodoro Portugal, supra nota 24, párrs. 196 y 197.
En igual sentido, la declaración rendida por el señor Santiago Corcuera Cabezut ante fedatario público (affidávit) el 19 de
junio de 2009 (expediente de fondo, tomo IV, folio 1251).

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