La Mirada Psicoanalitica Del Dibujo

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE RIO CUARTO

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


DEPARTAMENTO DE CIENCIAS DE LA EDUCACION
CATEDRA: PSICOLOGIA EVOLUTIVA I

LA MIRADA PSICOANALITICA DEL DIBUJO

Autoras:
Gabriela Ciarmatori *
Lic. Silvana M. Pereyra **
Supervisado por Mgter. M. Beatriz Chiappello

-Año 2005-

* Estudiante del último año de la carrera de Lic. en Psicopedagogía. Ayudante-Alumna.

** Lic. en Psicopedagogía. Adscripta.


INTRODUCCION

En el siguiente trabajo monográfico se realizará una breve mirada del dibujo en el niño
desde la perspectiva psicoanalítica. Se tomarán algunos autores que investigaron este tema,
seleccionando aquellos que sean más accesibles para alumnos de 2º año de las carreras de
Lic. en Psicopedagogía y Lic. en Educación Especial.
En primer término se realizará un breve recorrido por algunos autores que han
investigado este tema, para luego conceptualizar el dibujo. Además se brindarán algunas
pautas de interpretación del mismo, considerando las características de las producciones
gráficas que aparecen en los diferentes momentos evolutivos del desarrollo del niño y posibles
rasgos patológicos.
Para finalizar se hará una breve referencia a algunos tests proyectivos gráficos, que son
de utilidad al momento de realizar un diagnóstico y se ejemplificarán a través de casos.

¿COMO Y POR QUE SURGE EL ESTUDIO Y EL ANALISIS DEL DIBUJO


INFANTIL?

A lo largo de la historia, el hombre utilizó dibujos para expresar emociones, sentimientos,


ideas religiosas y necesidades, apareciendo el lenguaje escrito como medio de comunicación
hace un poco más de 2000 años. También el sujeto comienza a utilizar el dibujo en la primera
etapa de su vida: primero dibuja y sólo después escribe. Por ello, se podría hablar de una
analogía entre el desarrollo ontogenético y filogenético del hombre; es decir tanto desde la
evolución de la especie humana, como del desarrollo de la persona como individuo,
encontramos el pensamiento en imágenes antes que el lenguaje escrito. Como lo expresa
Hammer (1997 -1º edición 1969-), “en los dibujos proyectivos así como en los sueños los
conflictos inconscientes emplean el lenguaje simbólico con bastante facilidad, los dibujos al
igual que el lenguaje simbólico alcanzan las etapas más primitivas del sujeto”.
Haciendo un recorrido por las diferentes conceptualizaciones teóricas, se puede
considerar que el trabajo de Ruskin, publicado en 1875, es la primera obra sobre el dibujo
infantil; pero este autor no considera al dibujo como expresión de la personalidad de los niños.
En 1885 y 1886, E. Cooke define las fases por las que atraviesa el dibujo infantil; es
partidario del dibujo espontáneo, de tipo imaginativo.
Años posteriores aparece un libro de Corrado Ricci en el que considera que los niños
desconocen el verdadero arte, por lo tanto no cree que el dibujo infantil lo sea. En su opinión,
los niños sólo describen las cosas, tratando de reproducirlas en su plenitud. Para Bernard
Pérez, (psicólogo y pedagogo de orientación darwinista), el niño tiene una captación tanto
intelectual como emocional que lo guía en su deseo de buscar significados.
James Sully, elabora su teoría de las tres fases del dibujo infantil: la del garabato como
juego, la fase del dibujo primitivo caracterizado por el monigote humano con cara redonda y la
fase de la adquisición de cierta técnica en la representación de la figura humana y de los
animales. También este autor insiste sobre el hecho de que el niño, cuando dibuja, representa
las cosas con una lógica particular y explica que la actividad artística es la prolongación de la
actividad lúdica.
A partir de Luquet, el estudio de los dibujos se vuelve de carácter psicológico. Es
utilizado para estudiar diferencias raciales, las formas de asociación y de coordinación normal y
patológica, así como diversas patologías.
Se estima que el primer uso del dibujo infantil en un tratamiento psicoanalítico fue el que
realizó, en 1926, Sophie Morgenstern, en Francia con un niño de 9 años, llevado a consulta por
mutismo; fue la primera en utilizar el dibujo como aproximación al inconsciente. Morgenstern se
interesa no sólo en los dibujos realizados por el niño en el consultorio, sino también por lo que
hacía en su casa. Queda impresionada tanto por los temas de esos dibujos como por la

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expresión angustiada de las personas representadas. Como éste era el único medio de
expresión del niño, decide emplearlo para el tratamiento y lo hace dibujar. Da a sus dibujos
interpretaciones que el niño aprueba o desaprueba con movimientos de su cabeza. Viendo que
se liberaba de gran parte de la angustia que lo atormentaba, pensó que también podía, por ese
medio, romper su mutismo. Durante tres meses trata al niño y consigue ayudarlo a superar su
síntoma. El éxito obtenido alentó a esta psicoanalista a aplicar el método a otros niños, cuyos
dibujos eran considerados equivalentes a las asociaciones libres de los pacientes adultos.
Morgenstern sostiene que es sobre todo en el dibujo donde el niño expresa más
fácilmente sus quejas reprimidas, sus agravios y sus odios. El dibujo “brota” más directamente
del inconsciente y consigue esconder a su autor su verdadero contenido; no comprendiendo el
sentido de sus gráficos y teniendo el mayor interés en no revelarlo, el niño se siente más bien
inclinado a rehusar que a ayudarnos a descifrar el simbolismo de su creaciones. Sin embargo,
con un trabajo analítico se consigue reconstruir una “narración gráfica” que conduce al origen
de esas producciones, al traumatismo afectivo y a los sentimientos reivindicadores que lo
inspiraron.
Años más tarde aparecieron las publicaciones de Anna Freud y Melanie Klein. A. Freud
da prioridad a la utilización del material de sueños, ensoñaciones o sueños diurnos y dibujos,
considerando a estos últimos como otro recurso técnico auxiliar para el análisis infantil.
Melanie Klein dejó muestras de su rica capacidad interpretativa de muchas actividades
de los niños que fueron sus pacientes y de dibujos que ellos realizaban durante las sesiones.
Arminda Aberastury, quien perteneció al primer grupo de psicoanalistas en Argentina y
fue pionera en la práctica con niños, dice que dos acontecimientos fundamentales influyen
para que el niño dibuje: su deseo de retener la imagen siempre fugitiva y la creciente
exploración de su cuerpo y de los objetos que lo rodean. Es por ello que considera que es
necesario conocer cuándo surge en el niño la capacidad de dibujar, cómo, cuándo y por qué la
usa.
Otro psicoanalista que ha dado mucha importancia al dibujo es Winnicott. El mismo ideó
una técnica que denominó el juego del “squiggle”, traducido como el juego del garabato. Se
trata de algunos trazos bosquejados en el papel, a veces por el analista, a veces por el
paciente, y a los que cada uno, por turno, se empeña en completar a fin de darle un sentido.
Dicho autor lo considera un modo de entrar en contacto con el niño, ya que mediante este
juego intenta producir un intercambio y descubrir un “espacio transicional” compartido por el
niño y el analista.
Otro autor es Francoise Dolto, quien ofrecía para aproximarse al inconsciente del niño
papel, lápices de colores y pasta de modelar. Considera que los dibujos son los medios
espontáneos de expresión en la mayor parte de los niños. Lo sorprendente es que se le impuso
como una evidencia que las instancias de la teoría freudiana del aparato psíquico –ello, yo y
superyó– son localizables en cualquier composición libre. Estas producciones son auténticos
fantasmas representados desde los que se pueden descifrar las estructuras del inconsciente.
Unos de los pocos autores que ha podido sostener teóricamente una concepción del
grafismo es Sami-Ali, quien procede a un fino inventario de diversas modalidades del grafismo,
distinguiendo cuatro variantes oponibles:
 El dibujo como clásica realización del deseo en el sentido freudiano.
 La posibilidad de dibujo es una jerarquización de la producción gráfica al develar
complejidades insospechadas en ella, es decir, la negatividad en lo figural, aquellos
dibujos en donde lo esencial reside en lo que se omite, en el vacío que los articula.
 El espacio en la hoja en blanco es susceptible de funcionar como un espejo que
refleja la imagen misma del sujeto.
 El espacio en donde se desarrolla la producción gráfica puede confundirse con la
espacialidad del cuerpo propio.
A fines de la década del ´50 Viktor Lowenfeld desarrolla teóricamente el dibujo en el niño
en relación a la creatividad; considera que el dibujo no es una representación objetiva de la
realidad, por el contrario el niño expresa en él tanto sus preferencias como las cosas que le

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desagradan, sus relaciones emocionales con su propio mundo y con el mundo que le rodea.
Para ello combina dos factores: su conocimiento de las cosas y su propia e individual relación
con ella.

¿QUE PONE EN JUEGO EL NIÑO CUANDO DIBUJA?

Dibujo es toda expresión gráfica que posee un simbolismo, tenga o no una forma
reconocible a la que el niño otorgue alguna significación; constituye un proceso complejo en el
que el niño reúne diferentes elementos de su experiencia para formar un todo con un nuevo
significado.
El dibujo, al igual que el juego, es una actividad sublimatoria (a través de los cuales se
proyectan conflictos del mundo interno). Ambos permiten al niño crear, proyectar sus fantasías
y emociones, y le dan la posibilidad de elaborar situaciones vitales y conflictivas.
El dibujo puede ser la evocación de un objeto o de una persona ausente, también puede
evocar una situación vivida o reproducir un objeto, una persona o una circunstancia presente.
Tiene significación para el niño tanto si es creado por él como si es una copia o imitación de un
modelo. De la misma manera, conserva significación ya sea que lo realice como producto de
una elección libre o respondiendo a una indicación como sucede en los tests proyectivos.
En el proceso de seleccionar, interpretar y reformar sus elementos, el niño proporciona
una parte de sí mismo: cómo piensa, cómo siente y cómo ve. En esta forma de accionar que
realiza el niño al dibujar se pone en marcha el proceso proyectivo mediante la producción por
medio de imágenes gráficas.
Existe en el hombre una tendencia a ver el mundo de manera antropomórfica, es decir, a
través de su propia imagen. La esencia de esta visión antropomórfica es el mecanismo de
proyección, entendido como “el dinamismo psicológico por el cual uno atribuye las propias
cualidades, sentimientos, actitudes y esfuerzos a objetos del medio (personas, otros
organismos, cosas)”(Hammer, E.,1997:44 –1º edición 1969-).
La percepción del mundo de un niño con perturbaciones emocionales no es objetiva; las
visiones distorsionadas se manifiestan en los dibujos proyectivos, apareciendo de este modo la
proyección como una función defensiva (proyección en sentido freudiano), es decir que está al
alcance de adscribir al mundo externo aquello que el sujeto niega en sí mismo. Estos dibujos
proyectivos ponen en juego las necesidades de la personalidad que invaden el área de la
creatividad gráfica. Sin embargo desarrollos teóricos de la psicología han investigado y
estandarizado ciertos dibujos que son utilizados como tests proyectivos.
En el abordaje clínico de niños con problemas de aprendizaje, los dibujos son una
herramienta que permiten el acceso a la reconstrucción de los aspectos más relevantes de la
estructuración psíquica del niño, siempre que se le otorgue sentido en el contexto de un
proceso diagnóstico.
Dentro del contexto transferencial se activa el mecanismo de proyección que transforma
la hoja en blanco en espacio de representación, es el sujeto llamado a producir (y producirse)
desde un lugar simbólico, dando lugar a un nuevo acto psíquico: si hay efecto de ligadura para
realizar el gráfico, también hay modificación en el sujeto.
El dibujo se organiza desde la historia libidinal, es decir, desde lo afectivo (relaciones
diádicas iniciales, complejo de Edipo, de castración ) y también se realiza de acuerdo con el
esquema motor que impone la cultura, ésto implica que en la organización de la producción
gráfica influye la forma que la escritura tiene en cada cultura (de izquierda a derecha, de arriba
abajo). Si bien la disposición del niño a dibujar es universal, el ambiente social y cultural, así
como la calidad y la intensidad del estímulo, influyen en el aprendizaje y en el desarrollo del
dibujo.

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¿QUE TENER EN CUENTA AL MOMENTO DE ANALIZAR E INTERPRETAR
EL DIBUJO?

Al interpretar un dibujo debe tenerse en cuenta el proceso productivo, la imagen que


queda plasmada en la hoja y el relato con el que el niño da cuenta del dibujo realizado:
 En cuanto al proceso productivo interesa observar el comportamiento y la actitud del
niño al enfrentarse a la producción gráfica, que puede revelar, según Hammer (1997 –1º
edición 1969-), características de la personalidad: puede dibujar con alegría o irritación, de
manera tensa o serena, con confianza o duda, en silencio o acompañando una producción con
palabras.
 En cuanto al relato del niño, interesa observar si el mismo acompaña o no su
producción gráfica con palabras, formando una narración o historia o simplemente
describiendo. Asimismo es imprescindible interrogar al niño una vez que haya finalizado de
dibujar, y observar la correspondencia entre la imagen y su relato.
 Para analizar la imagen que queda plasmada en la hoja es necesario considerar la
estructura y el contenido de los dibujos:
 La fase estructural o expresiva del dibujo abarca el tamaño, la presión y calidad de la
línea, el emplazamiento en la hoja de papel, la exactitud, grado y área de completamiento y
detalle, la asimetría, perspectiva, proporciones, sombreados, reforzamiento y el borrado
(siempre teniendo en cuenta al momento de interpretación la edad del niño).1
A continuación se detallarán los diversos aspectos expresivos presentes en una
producción gráfica:
Secuencia: Es importante observar la secuencia en que se van sucediendo los detalles del
dibujo como también la secuencia que se presenta en dos dibujos diferentes. Al analizar la
secuencia en que emergen los derivados del impulso, las defensas y la adaptación, se
observan cambios económicos y dinámicos que ponen de manifiesto rasgos estructurales del
sujeto.
Tamaño: El tamaño del dibujo contiene indicios acerca de la autoestima del niño, de su
autoexpansividad, o bien de sus fantasías de omnipotencia. Los dibujos pequeños suelen
corresponder a niños con sentimientos de inadecuación e inferioridad, con tendencia al
retraimiento. En cambio, los dibujos grandes que tienden a presionar el borde de la hoja,
pueden indicar cuándo un niño se siente constreñido por el ambiente y, al mismo tiempo,
representar fantasías y acciones compensatorias.
Presión: Mucho niños imprimen tanta presión al lápiz que marcan profundamente la hoja,
pudiendo llegar a romperla, y al mismo tiempo utilizan líneas dentadas. Suelen ser niños
agresivos e impulsivos. El trazo liviano y suave indica restricción y represión, como también
puede poner en evidencia el temor a la agresión.
Trazo: Se ha comprobado que los niños que dibujan con trazos largos mantienen un firme
control de su conducta, mientras que los que utilizan trazos cortos son más impulsivos. Las
líneas curvas se asocian a la femineidad, la emotividad, la dependencia; las líneas rectas a lo
masculino y a la firmeza. Las líneas dentadas se relacionan con la hostilidad. Las líneas
fragmentadas expresan inseguridad, ansiedad, timidez, falta de autoconfianza, vacilación en la
conducta y en el enfrentamiento con situaciones nuevas. Aquellos niños que borran
reiteradamente pueden manifestar incertidumbre, autoinsatisfacción e indecisión.
Detalles: La ausencia de detalles adecuados en los dibujos transmite una sensación de vacío y
poca vitalidad, suelen estar presentes en niños que utilizan el aislamiento emocional como
defensa y pueden indicar síntomas depresivos. La preocupación excesiva por los detalles es
característica de niños obsesivos, que sienten que el mundo que los rodea es incierto y/o
peligroso, y se defienden del caos interno o externo creando un mundo ordenado y

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Los mismos fueron extraídos de Hammer, E. (1997) y Aizenberg S. y E. Lanfri (1990).

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estructurado. Es frecuente encontrar en estos niños, dibujos que denotan rigidez (en el dibujo
de una persona, aparecen por ejemplo, la cabeza y el cuerpo erectos, brazos rectos y pegados
al cuerpo, piernas apretadas). Esta rigidez en las figuras expresa una actitud defensiva, son
niños para quienes las relaciones con los demás y con el mundo que los rodea constituyen una
amenaza.
Simetría: Los dibujos con fallas en la simetría revelan una inadecuación de los sentimientos de
seguridad en la vida emocional. Por el contrario, cuando la simetría está acentuada hasta el
punto de expresar rigidez, el control emocional es de tipo obsesivo-compulsivo.
Emplazamiento: La parte superior de la hoja se asocia a la ideación, la imaginación, la
fantasía, mientras que la parte de abajo con lo terrestre, lo firme, lo concreto. El lado derecho
del dibujo se lo relaciona con la figura del padre, el progreso, el futuro y los mecanismos del
proceso secundario. El lado izquierdo, con la madre, la tendencia a la regresión y a lo más
instintivo.
Movimiento: Sólo ocasionalmente aparece movimiento en los dibujos proyectivos, siendo más
común en los niños que en los adultos. Puede indicar un buen desarrollo intelectual.
Color: Es importante observar el uso o la ausencia del color, la estereotipia o la variedad de la
gama de colores. Los niños más pequeños suelen utilizar colores sin ningún contenido para
expresar alegría, excitación, tranquilidad, temor, amor, odio. La mezcla de colores durante un
tratamiento puede ser índice de la integración de afectos antes disociados.
 Para el análisis del contenido se debe tener en cuenta la postura de las figuras, la
expresión facial y la importancia que se da a diferentes detalles como, por ejemplo, las
diferentes partes del cuerpo en la persona, ventanas o puertas en la casa, ramas o raíces del
árbol.
Las necesidades y los problemas de los niños no sólo varían mes a mes y año tras año,
sino que lo hacen semana a semana, día tras día. Pero sin embargo, la capacidad del niño
para comunicar estos cambiantes autoconceptos se encuentra disminuida a causa de su
escasa destreza para representarse a sí mismo mediante el dibujo. Si bien las figuras que
realiza poseen cierta cualidad estereotipada, si se observa detenidamente se observarán
pequeñas variaciones en sus dibujos que tienen gran significación, pues expresan la variación
en las percepciones que el niño tiene de sí mismo y de su ambiente.
En el apartado siguiente se mencionarán las características que toman los dibujos en los
diferentes momentos evolutivos por los que atraviesa el niño. Es importante tener en cuenta
estas características al momento de interpretar el contenido de un dibujo para poder identificar
indicadores de posibles perturbaciones emocionales en el desarrollo de los niños.

¿CUAL ES EL SIGNIFICADO DEL DIBUJO EN LOS DISTINTOS


MOMENTOS EVOLUTIVOS DEL NIÑO Y CUANDO PUEDEN
IDENTIFICARSE RASGOS PATOLOGICOS?

Aberastury (en Aizenberg, S. y E. Lanfri, 1990) señaló que el dibujo pone de manifiesto
los diferentes momentos evolutivos por los que está atravesando el niño en el transcurso de las
etapas de evolución de la libido, así como los puntos de fijación y los mecanismos de defensa
que utiliza el niño. Las principales ideas simbolizadas se refieren a la sexualidad, el nacimiento,
la muerte, el propio yo y la representación de los parientes más próximos. Los niños utilizan
distintas figuras para representar estos aspectos de su mundo interno y los conflictos que
pueden tener con ello, proyecta en sus dibujos el desarrollo de su sexualidad y el conocimiento
y fantasías que tiene sobre ella.
Así como en el desarrollo evolutivo del niño la actividad de exploración comienza por su
propio cuerpo para desplazarla luego al mundo de los objetos inanimados, cuando comienza a
dibujar su interés recae en su propio cuerpo, más tarde dibuja a sus padres y luego animales y
objetos.

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El primer registro permanente, por lo general, es un trazado de líneas sobre el papel que
aparece alrededor de los dieciocho meses de edad y toma la forma de descarga motriz, es
decir movimientos que parecen ser incontrolados. La forma en que estos primeros trazos sean
recibidos por los adultos puede influir en su desarrollo progresivo.
Luego, alrededor de los dos años, el niño se inicia en el garabato, descubriendo que
puede producir movimientos y líneas en el papel siguiendo su propia voluntad. El niño cuando
garabatea siente placer, felicidad y el perfeccionamiento en la coordinación de sus
movimientos. También es un medio para comunicarse con los demás y una forma de expresión
que le ayuda a aliviarse de tensiones, ya que el “por qué” de las cosas que le suceden no
puede aún ser imaginado por él. En este sentido, el garabato es un recurso que emplea el niño
para hacer frente a las “cosas que le ocurren”.
Según Florence Halpern (en Hammer, 1997), los primeros dibujos infantiles se
concentran en la cabeza y en la cara (ojos, boca particularmente). Probablemente esto se
relacione con el hecho de que el rostro humano es lo primero que el niño abstrae del mundo
que lo rodea en sus primeros meses de vida. Por lo tanto, es posible que la cara sea para el
bebé y para el niño el área más significativa del cuerpo, ya que a través de ella se realiza el
contacto social y se obtienen satisfacciones.
Los dibujos de niños de tres y cuatro años incluyen además los miembros (se observan
en esta edad figuras humanas compuestas por cabezas y miembros), pues también éstos
juegan un papel primario en el contacto con el medio, posibilitando alcanzar, explorar y dominar
el ambiente.
Alrededor de los seis años desaparece la tendencia a dibujar los brazos como
extensiones de la cabeza (y no del cuerpo). Los dibujos de niños de siete años o más en que
los brazos salen de la cabeza, por lo general, revelan atrasos evolutivos o estados patológicos.
A esta edad los dibujos comienzan a representar más fielmente la realidad, ya que el niño tiene
conciencia del medio en que vive gracias a las múltiples experiencias que ha vivido. Sin
embargo, éste es un periodo en el que el niño no siente necesidad de establecer relaciones
cada vez más complejas, sino que siente la necesidad de probarse a sí mismo que es capaz de
dibujar un árbol una casa u otras cosas, y no va cambiando continuamente los contenidos de
sus producciones gráficas.
Uno de los detalles que con mayor frecuencia aparece en los dibujos de niños de cuatro
y cinco años (etapa fálica) es el ombligo, que adquiere diferentes significados para él de
acuerdo con las explicaciones que le dé el adulto. Si se evade la pregunta o se contesta de
modo insatisfactorio, el ombligo adquiere una cierta cualidad secreta y misteriosa (puede
representar la puerta hacia el cuerpo de la madre, o el modo en que se emerge del cuerpo de
ella). Si en cambio, se le da una explicación simple, comprensiva y segura, el ombligo
representa la separación física de su madre. Alrededor de los seis años, el ombligo desaparece
cuando el niño ha tomado conciencia de la posibilidad de alcanzar un “yo” independiente, física
y emocionalmente. Pero como aún no está preparado para abandonar su atadura a la figura de
la madre, reemplaza el ombligo por una hilera de botones, que son comunes en dibujos de
niños de hasta ocho años. Luego van desapareciendo siempre que el sujeto haya resuelto sus
problemas de dependencia-independencia en forma satisfactoria.
El aumento de habilidad para manipular el medio y la conciencia de la necesidad de
dicha manipulación, tanto desde el punto de vista físico como psicológico, da como resultado la
aparición de manos y dedos, en ocasiones a los cinco años y medio o seis, manos
representadas por círculos y dedos en una sola dimensión (atribuyéndoles varios significados
según tamaño, posición, etc.). Los pies aparecen algo más tarde, también en una sola
dimensión.
La mayoría de los niños de cinco años tienen conciencia de ciertas diferencias entre los
sexos, reflejándolo en sus dibujos a través de presencia-ausencia de pollera, largo del cabello,
pero no a través de diferencias en el contorno corporal.
Alrededor de los ocho años aparecen intentos de diferenciar el control intelectual y los
impulsos del ello, a través de la separación entre la cabeza y el cuerpo por medio del cuello.
Cuanto más se destaca el cuello, más amenazadores son los impulsos corporales y mayor es
la necesidad de defenderse de ellos mediante el control intelectual.

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En dibujos de niños de ocho a diez años aparecen brazos y piernas de dos dimensiones
y, con frecuencia, un cuerpo mejor integrado y proporcionado. También a los ocho, y luego a lo
largo de la pubertad, aparecen esfuerzos por acrecentar la seguridad y el prestigio mediante
símbolos diferentes en niños y en niñas (revólveres, sombreros en varones; canastos,
monederos, moños en nenas).
Pero en este periodo, entre ocho y diez años, el mayor progreso se relaciona con los
aspectos integrativos de la figura humana, ya que la naturaleza segmentaria de la figura,
característica de niños pequeños, da lugar a una conciencia del cuerpo como unidad. Este
concepto de cuerpo no está al alcance de la comprensión de los niños pequeños, y lo expresan
en sus dibujos, en los que cada una de las partes del cuerpo es una unidad en sí misma, y su
aglomeración constituye el concepto corporal (es frecuente que al dibujar verbalicen: “Primero
la cabeza, después el estómago, después las piernas, ¿y ahora, que le falta?...ah!,las manos”).
Para interpretar la representación del cuerpo humano que realiza el niño es importante
reconocer que el cuerpo es para él una fuente de misterio inacabable. A medida que lo va
experimentando surgen de él nuevas sensaciones (placenteras, incómodas, dolorosas).
Utilizando o no determinadas partes del cuerpo o mediante la exageración o el descuido de
determinadas funciones corporales, el niño aprende a atraer la atención, aprobación o
desaprobación de los adultos. Así, el cuerpo se convierte en un importante instrumento de
poder para manejar a las figuras del ambiente. Por eso para el niño el cuerpo está dotado de
cualidades sobrenaturales, apareciendo dibujos de personas con cuerpos tipo globo o con
cabezas muy exageradas. Pero es muy difícil que a los seis y siete años continúe este tipo de
distorsión, creciendo el reconocimiento y la aceptación de las realidades básicas con respecto
a la naturaleza del cuerpo humano.
Ya en la pubertad, los dibujos se vuelven considerablemente más sofisticados. El cuerpo
adquiere una nueva y especial importancia y ésto se observa en los dibujos, por eso se
destacan atributos tales como el tamaño, la fuerza, la gracia, el atractivo físico, etc.. Aparece un
reconocimiento de la forma del cuerpo según el sexo.
La inhibición de dibujar el cuerpo está indicando en un niño distintos tipos y grados de
trastornos psíquicos. El cuerpo filiforme en un niño latente o púber significa un regreso al
monigote y puede indicar su dificultad para aceptar la diferencia de sexos. El cuerpo vacío así
como su inversa el afán de rellenarlo todo puede interpretarse como angustia de castración. Es
frecuente que los adolescentes dibujen fundamentalmente la cabeza eludiendo el cuerpo que,
con sus cambios, da cuenta de su ingreso en la etapa genital y, con ello, a los conflictos con la
sexualidad.
A continuación se brindarán algunas pautas de interpretación de los elementos
constitutivos de producciones gráficas que aparecen frecuentemente en los niños, tanto en
dibujos espontáneos como en el ámbito clínico (tests gráficos). Se han seleccionado casa,
árbol y figura humana, tomándose de E. Hammer el significado que se les atribuye a estos
dibujos, que si bien los centra en el adulto, también son válidos para el análisis de dibujos
infantiles (siempre y cuando se tenga en cuenta el momento evolutivo por el que atraviesa).
Casa:
La casa, como lugar de vivienda, provoca asociaciones con la vida del hogar y las
relaciones entre los diferentes miembros de la familia; es por ello que el dibujo de la casa pone
de manifiesto la actitud que tienen los niños con respecto a la situación que atraviesan en sus
hogares y a las relaciones con sus padres y hermanos. Es así que el dibujo de la casa
representa la imagen de uno mismo (área de la fantasía, yo, contacto con la realidad,
accesibilidad, predominio oral, anal o fálico) y la percepción de la situación familiar (pasado,
presente o futuro, o alguna combinación de los tres).
El techo se suele utilizar, generalmente, para simbolizar el área vital de la fantasía, es
decir, la “vida mental” del sujeto. El tamaño del techo refleja el grado en que el individuo dedica
su tiempo a la fantasía y en que recurre a ella en búsqueda de satisfacciones. Así las casas
con techos excesivamente grandes, que sobresalen a los costados y achican a la casa son
típicas de pacientes inmersos en la fantasía y apartados del contacto interpersonal manifiesto,
con frecuencia los pacientes esquizofrénicos o esquizoides dibujan un gran techo y luego
ubican las puertas y las ventanas dentro del contorno de ese techo. En el lado opuesto, la

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ausencia de techo o los techos que son una línea que conecta ambas paredes en los extremos
son de personas que carecen de capacidad de ensoñación o fantasía. Cuando el techo
aparece reforzado por una fuerte presión en las líneas o por un trazado repetido del contorno
es probable que el niño se esté defendiendo de la amenaza de que su fantasía escape a su
control.
Con respecto a las paredes se han observado que en los dibujos de las casas la
fortaleza y la adecuación de las paredes se relacionan directamente con el grado de fortaleza
del yo y de la personalidad; es así que en los dibujos de pacientes cuyo yo está en proceso de
desintegración las paredes aparecen desmoronándose. También los contornos de las paredes
dibujados con líneas débiles indican un derrumbe de la personalidad y un débil control yoico.
Las paredes transparentes en los dibujos de las personas adultas deben considerarse un signo
del deterioro en el criterio de realidad, pero hay que tener precaución en el caso de los dibujos
de niños, ya que la “transparencia en los dibujos” constituye una característica de las
producciones gráficas infantiles, es por eso que lo único que puede interpretarse en este caso
es la inmadurez de la capacidad conceptual del niño.
Continuando con las puertas, éstas constituyen el detalle de la casa a través del cual se
realiza el contacto con el ambiente. La puerta pequeña en relación con el tamaño de las
ventanas y de la casa revela una cierta reticencia a establecer contacto con el ambiente, un
alejamiento del intercambio interpersonal y una inhibición de la capacidad de relación social,
además revela timidez y el temor en las relaciones interpersonales. Por el contrario, las
puertas muy grandes son características de las personas con una excesiva dependencia de los
demás. Si las puertas se encuentran abiertas, el sujeto revelaría que siente “una gran sed” de
efecto emocional y que espera recibirlo desde afuera (si el interrogatorio posterior al dibujo
indica que la casa está ocupada), si la casa resulta vacía indicaría un sentimiento de
vulnerabilidad extrema y falta de adecuación de las defensas yoicas. La acentuación de las
cerraduras y/o bisagras manifiesta una sensibilidad defensiva.
Siguiendo por el recorrido simbólico de “la casa”, las ventanas representan un medio
secundario de interacción con el ambiente. La acentuación de las cerraduras de las ventanas
(al igual que de las puertas) es peculiar de aquellos que se defienden excesivamente del temor
por los daños que pueden venir desde afuera. El agregado de persianas y cortinas cuando las
ventanas están cerradas expresan la necesidad de apartarse y una extrema evasiva a
interactuar con los demás; pero cuando se le agregan persianas o cortinas y las ventanas se
encuentran abiertas (o parcialmente) debe entenderse que la persona tiende a actuar en el
ambiente de una manera controlada. Por lo contrario cuando no hay ningún tipo de agregado,
cuando las ventanas se encuentran desnudas, son características de sujetos que interactúan
con su ambiente de una manera muy descortés, ruda y directa (generalmente son los que
“provocan líos”). Cuando existe un contorno reforzado es probable que el individuo sea una
persona con fijación oral o con rasgos orales de carácter, en ocasiones también sucede lo
mismo con las personas con rasgos anales.
Si se considera el tamaño de las ventanas de la casa, se debe ponderar como regla
que las que pertenecen al living serán más grandes y las que pertenecen al baño serán las más
pequeñas, si los dibujos se desvían de esta regla darán indicios acerca de las necesidades
emocionales que presionan. Al tratar de minimizar la importancia del living poniéndole las
ventanas más pequeñas puede suceder que exista, por ejemplo, un evidente fastidio en
relación con el intercambio social. Otorgarle al baño ventanas grandes implica que en el fondo
infantil del paciente existen ciertas experiencias relacionadas con un entrenamiento esfinteriano
severo, lo mismo se ha encontrado en individuos que sufren de culpa masturbatoria y en
obsesivos con lavados de manos compulsivo. El emplazamiento inadecuado de las ventanas
revela dificultades organizativas y formales.
La chimenea adquiere valor diagnóstico si se destaca su forma y tamaño. En los casos de
personas que sufren de conflictos psicosexuales pueden aparecer muchas chimeneas, una
chimenea “volcada” o cayéndose del techo de la casa, o con forma fálica.
En cuanto al humo que sale de la chimenea, si éste es denso puede indicar una
considerable tensión interna en el individuo, conflictos y turbulencias en la situación de la casa.
El humo que se desvía mucho hacia un lado puede ser indicador de presiones ambientales y a
menudo se relaciona con casos infantiles de dificultad de la lectura, en los que existen

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presiones parentales; también se ha observado en adolescentes sometidos a presiones
parentales inapropiadas en relación con la conformidad social y/o logros escolares.
La relación del dibujo y la línea del suelo revela el grado de contacto del individuo con la
realidad (en el lenguaje cotidiano ésto se manifiesta en expresiones tales como “tiene los pies
sobre la tierra”). El tipo de contacto con el suelo tiene un gran valor diagnóstico, ya que da
indicios de patologías tales como esquizofrenia (representación del dibujo “apoyado”
débilmente en la línea del suelo, ya sea cortada, amorfa, nebulosa, etc.).
Por último, es importante considerar el significado de los accesorios de la casa, ya que
hay sujetos que manifiestan su falta de seguridad rodeando y reforzando la casa con arbustos,
árboles y otros detalles inapropiados para la consigna (en caso de pertenecer a la
administración de un test). El agregado de un sendero (bien proporcionado y realizado con
facilidad) que conduce hacia la puerta es común en personas que ejercen cierto control y
“tacto” en sus relaciones. En cambio un sendero largo y tortuoso, se encuentra en sujetos que
en sus relaciones sociales, en un principio, se mantienen distantes pero en ocasiones entran
en calor y pueden establecer vínculos emocionales con los demás. Si el sendero se conduce
en línea recta hacia la puerta, es muy ancho en el extremo y va angostándose en forma gradual
de manera que al llegar a la puerta es más angosto que ella, el dibujo revela el intento de
disimular los deseos de aislamiento empleando una amistad superficial. Los cercos alrededor
de la casa constituyen un maniobra defensiva, para asegurarse de que nada interfiera con la
escasa seguridad que siente.
Arbol:
Se considera que el árbol, como entidad básica, natural y vegetativa, constituye un
símbolo adecuado para proyectar los sentimientos más profundos de sí mismo, es decir los
sentimientos del yo que se encuentran en los niveles más primitivos de la personalidad, a los
cuales no se llega en el conocimiento de las personas. Es por ello que resulta importante este
dibujo, ya que el sujeto al dibujar un árbol selecciona, entre los recuerdos de los innumerables
árboles que ha visto, aquel con el que posee una mayor identificación empática, y en el
momento de realizar su producción gráfica lo modifica y recrea de acuerdo con sus reacciones
kinestésicas, las cuales se alimentan con sus propios sentimientos internos.
Si bien el dibujo del árbol en su totalidad da indicios acerca de la personalidad del
sujeto, es decir, es posible recibir una impresión que puede ser de armonía, de inquietud, de
vacío, de carencia o abundancia y de hostilidad, es importante realizar una investigación acerca
del significado dinámico de los detalles.
Comenzando por el tronco, el cual es un índice de la fortaleza básica de la
personalidad, Hammer expresa que si las líneas periféricas de éste se encuentran reforzadas
revelan la necesidad del individuo de mantener la integridad de su personalidad (el
reforzamiento es una defensa compensatoria para encubrir y combatir el temor de la difusión y
la desintegración de la personalidad). Por el contrario cuando se utilizan líneas débiles,
esbozadas o punteadas que no aparecen en otra parte del dibujo, se trata de un estadio más
avanzado del temor por el colapso de la personalidad o de una pérdida de identidad (existe
una aguda ansiedad). Los individuos que en el tronco dibujan agujeros y animales mirando
desde éstos pueden ser personas que internamente sienten que una parte de su personalidad
se encuentra fuera de control y que es potencialmente destructivo, o bien se identifican con el
animal que se encuentra dentro del tronco (en lugar de hacerlo con el árbol) revelando sus
anhelos regresivos por una existencia uterina retirada, cálida y protegida; vale aclarar que,
según Hammer, la identificación con el animal en más frecuente en niños.
La excesiva preocupación por el contacto con la realidad, se expresa en la exageración
con que se destacan las raíces del árbol, ya que éstas tienen la función del contacto con el
suelo. Las raíces que se ven a través de la tierra transparente constituyen un indicio directo de
un deterioro en el criterio de realidad, aunque sólo debe considerarse si existen otros indicios
de un proceso esquizofrénico.
Los árboles con base en el borde del papel, generalmente son realizados por sujetos
inmaduros, que padecen de sensaciones de inadaptación; utilizan como línea de base para
sus dibujos el borde inferior del papel, como si esto representara una seguridad
compensatoria.

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Continuando con las ramas, éstas representan los recursos que el sujeto siente poseer
para obtener satisfacciones del medio, para extenderse hacia los demás, para “ramificarse” en
logros acertados. Si las ramas son tronchadas, daría indicios que la persona no posee
verdaderas esperanzas de éxito. Las ramas altas y angostas, que se extienden hacia arriba y
apenas hacia los costados son típicas de los dibujos de personas que temen buscar
satisfacciones del medio y en el medio, y que por lo tanto se refugian, más de lo necesario, en
la fantasía para obtener una satisfacción sustituta. Diferente es el caso cuando las ramas se
extienden lateralmente hacia afuera, hacia el ambiente y también hacia arriba, donde se
revelaría un mayor equilibrio. Cuando la acentuación de las ramas hacia arriba sobrepasa el
borde superior de la página sería un caso extremo de inmersión en la fantasía. Por el contrario
algunos sujetos “hachan” exageradamente la parte superior de la copa, como si intentaran
negar o rechazar totalmente el área de la fantasía.
Las ramas unidimensionales que no forman estructura y se encuentran
inadecuadamente ligadas a un tronco unidimensional revelan la posibilidad de síntomas de
organicidad, transmite una sensación de impotencia, de falta de fuerza del yo y de una pobre
integración de los recursos para la búsqueda de satisfacciones. En cambio la flexibilidad de la
estructura de las ramas, organizadas de tal modo que van desde lo más grueso hasta lo más
fino en dirección próximo – distal, constituye un dato favorable indicando una gran habilidad por
parte del sujeto para obtener satisfacción de su ambiente (siempre que el tamaño de las ramas
guarde relación con el tronco).
Las ramas bidimensionales y abiertas en el extremo distal muestran un escaso control
sobre la expresión de los impulsos. Las ramas rotas y cortadas expresan la sensación que
tiene la persona de estar traumatizada y de no constituir una unidad interna completa. Se trata
de sentimientos de “castración” que en un nivel psicosocial pueden darse bajo la forma de
inadaptación, inutilidad y extrema pasividad; y en un nivel psicosexual puede variar desde la
sensación de falta de virilidad hasta la impotencia. Las ramas tipo garrote o lanza con afinadas
puntas en los extremos o con pinches como púas, señalan la presencia de intensos impulsos
hostiles y agresivos.
Si el tronco está trunco y desde el cabo crecen ramas pequeñas el sujeto siente que el
núcleo del yo se encuentra dañado, representaría una detención en el crecimiento emocional.
Si las ramas se dirigen en forma centrípeta, hacia el árbol demostraría personas egocéntricas
con fuertes tendencias a la introversión. Las ramas muy grandes en un tronco pequeño revelan
una exagerada preocupación por la búsqueda de satisfacción. El extremo opuesto (ramas
pequeñas y tronco grande) indica que el sujeto experimenta frustraciones debido a su
incapacidad para satisfacer imperiosas necesidades básicas.
Es común que los dibujos de las ramas dirigiéndose al sol (especialmente en niños)
representen una fuerte necesidad de afecto frustrada, ya que el árbol extiende sus ramas
buscando el calor de la figura de una autoridad significativa de la que está necesitando.
Figura Humana:
El dibujo de la persona constituye el vehículo de transmisión de la autoimagen más
cercana a la conciencia y de las relaciones con el ambiente. Este dibujo puede llevar al sujeto a
referirse tres tipos de temas: el autorretrato, el ideal del yo y la representación de las personas
significativas para él.
Hay ciertas características de los dibujos de personas que es necesario mencionar.
Una de ellas es el movimiento, todos los dibujos sugieren algún tipo de tensión kinestésica
que varía desde la rigidez hasta la extrema movilidad, generalmente los gráficos que sugieren
mucha actividad son obra de sujetos que sienten fuertes impulsos hacia la actividad motora. En
cambio los dibujos que dan cierta impresión de rigidez corresponden a individuos con conflictos
graves y muy profundos.
La distorsión u omisión de cualquier parte de la figura sugiere que los conflictos del
examinado pueden relacionarse con dichas partes. La región de la cabeza es lo primero que se
dibuja, el concepto del yo de la mayoría de los sujetos está centrado en la cabeza y en el
rostro. Si la cabeza es muy agrandada es posible que la persona sea muy pedante o posea
aspiraciones intelectuales, o bien que sea introspectivo o que huya en la fantasía. A su vez si la
cabeza es lo último que se dibuja, se debe considerar la posibilidad de una grave perturbación

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del pensamiento y si es en contraste con un cuerpo apenas esbozado se puede pensar que el
individuo acuda a la fantasía como recurso compensatorio o que tenga sentimientos de
inferioridad o de vergüenza en relación con partes y funciones de su cuerpo.
Los pacientes narcisistas u homosexuales generalmente dan mucha importancia al
cabello. El pelo de la cara (barba o bigote) está ligado a la búsqueda compensatoria de virilidad
por parte de aquellas personas con sentimientos de inadecuación sexual o dudas acerca de su
masculinidad.
En cuanto a los diferentes elementos que componen la cara, la boca se puede dibujar
mediante una línea recta, curva u oval. Si se incluyen los dientes es posible que el sujeto sea
oral–agresivo y sádico (sin embargo se deben buscar características ligadas a este estadio
evolutivo). Si la boca es una línea puede tratarse de un individuo agresivo a nivel verbal; en
cambio si es oval, o está abierta y es carnosa, es posible que sea oral– erótico y dependiente.
Con respecto a los ojos, si el contorno de ellos es muy grande, pero están omitidas o
ausentes las pupilas, puede que se esté expresando culpa relacionada con tendencias
vouyeristas. Los ojos cerrados pueden indicar dificultades de contacto con la realidad o
negación de la misma. Si los ojos están muy abiertos pueden significar fantasías persecutorias,
deseos voyeuristas o afán de seducción.
La nariz puede representar un estereotipo social o bien un símbolo fálico. Si es
ganchuda o ancha y abierta el sujeto está expresando rechazo y desprecio. Si es muy larga se
podría vincular con sentimientos de impotencia sexual. El mentón constituye un estereotipo
social relacionado con la fuerza y la determinación.
El cuello separa la cabeza del cuerpo y puede considerarse como el vínculo entre el
control intelectual y los impulsos del ello. Un cuello largo revela dificultades para controlar y
dirigir los impulsos instintivos, pero también puede indicar la existencia de síntomas somáticos
en dicha área.
En relación a los brazos y manos, como se mencionó anteriormente, son los órganos
corporales de contacto y la manipulación. Si las manos están ocultas revelaría que el sujeto
manifiesta dificultades de contacto y sentimientos de culpa vinculadas con actividades
manipulatorias (masturbación). En cambio si se encuentran a la vista pero son de un tamaño
exagerado, esto puede interpretarse como una conducta compensatoria debida a insuficiencia
manipulatoria, dificultades de contacto o inadecuación. El sombreado excesivo de las manos
revela ansiedad con respecto a la manipulación o actividades que impliquen contacto. Los
brazos apretados al cuerpo manifiestan sentimientos pasivos o defensivos; si son demasiados
largos y extendidas hacia fuera del cuerpo se puede pensar en necesidades agresivas hacia el
exterior. Los puños cerrados sugieren agresión reprimida.
Por último, la exageración en los hombros y de otros indicadores de masculinidad en la
figura masculina puede indicar la propia inseguridad con respecto a la masculinidad. En la
figura femenina si la feminidad esta indicada mediante detalles superficiales o simbólicos,
habrá que pensar en sentimientos sexuales prohibidos o reprimidos.

¿CUAL ES LA FUNCION DE LOS TESTS PROYECTIVOS GRAFICOS


EN EL DIAGNOSTICO PSICOPEDAGOGICO?

Siguiendo a Blanca Edelberg, (1986) “la utilización de las técnicas proyectivas puede
contribuir al esclarecimiento de cada caso, siempre que se utilicen acompañadas de un estudio
exhaustivo del historial, centrándolo en la dinámica de la relación madre-padre-niño-hermanos”.
En el diagnóstico psicopedagógico “interesa analizar la correlación entre los niveles de
pensamiento lógico y la estructuración del yo, con el objeto de determinar las causales del no-
aprendizaje” (Edelberg, B., en Ocampo, Arzeno y Grassano, 1986:89). Para ello se utilizan
diversas técnicas entre las que se encuentran los tests proyectivos, que adquieren significación
en un proceso diagnóstico determinado y no en forma aislada.

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Las posibilidades que tiene un niño u adolescente de disfrutar de los aspectos positivos
de la vida escolar dependen del estado de su salud y de la estructura de su personalidad. Las
técnicas proyectivas (gráficas y verbales) permiten al psicopedagogo estudiar el estilo de los
mecanismos de defensa básicos y la estructura de las relaciones objetales o modos de relación
con los objetos.
A continuación se hará una breve referencia a los tests gráficos más utilizados en el
diagnóstico psicopedagógico:
H.T.P. (casa, árbol, persona):
Consigna: Se le solicita al sujeto que dibuje lo mejor que pueda una casa, (luego un
árbol y, por último, una persona), aclarando que puede dibujarla como desee, que puede borrar
y tomarse el tiempo que necesite. Se ofrece una hoja por vez; para el dibujo de la casa la hoja
se ubica con el eje más largo paralelo a la mesa, y para los dibujos del árbol y la persona, con
el eje más largo perpendicular a la misma. Esta secuencia en la presentación de los estímulos
(casa, árbol, persona) permite ir gradualmente desde las representaciones más neutrales hasta
las más cercanas a la propia persona.
Este test permite explorar los distintos niveles de proyección de la personalidad: la
proyección de los aspectos más arcaicos está en la figura del árbol, y de los menos arcaicos,
en la persona. La casa provoca asociaciones con la vida hogareña y las relaciones
interfamiliares. El dibujo del árbol refleja los sentimientos más profundos e inconscientes que el
sujeto tiene de sí mismo. El dibujo de la persona capta la autoimagen más cercana a la
conciencia y los recursos que el sujeto emplea para manejarse con los demás. Como se
mencionó anteriormente, este dibujo puede motivar tres tipos de temas: el autorretrato, el ideal
del yo y la representación de personas significativas para el sujeto.
D.F.H. (Dibujo de la figura Humana):
Consigna: Se le solicita al sujeto que dibuje una persona, dejando que él coloque la
hoja en la posición que prefiera. En el caso de que dibuje una persona incompleta o una figura
de “palotes”, se le pide que tome otra hoja y dibuje una persona completa. Luego, si la figura
dibujada es un hombre, se le solicitará que dibuje una figura femenina, y si dibujó una mujer, se
le solicitará que dibuje una figura masculina.2
Según Hammer (1997 –1º edición 1969-), los dibujos están determinados por factores
psicodinámicos nucleares. Esta nuclearidad surge como resultado del concepto de imagen
corporal; ésto se basa en el supuesto de que cada persona posee en su aparato psíquico una
imagen de sí mismo, la cual posee una estructura psíquica y profundamente inconsciente.
Dicha imagen se basa en convenciones, sensaciones y estructuras corporales, y en la
traslación simbólica de actitudes en características corporales.
Este test, al solicitar la representación de figuras de los dos sexos, permite observar las
identificaciones y concepciones de lo masculino y lo femenino y la curiosidad del niño acerca
de la diferencias sexuales.
El dibujo de la familia:
Consigna: Se le pide al sujeto que dibuje una familia y luego se lo interroga sobre
aquello que dibujó.
Permite apreciar la percepción de sí mismo en relación con los otros en el núcleo
familiar. En el caso de dificultades de aprendizaje, es muy común detectar núcleos simbióticos
madre-hija o padres-hijo.
Pareja educativa:
Consigna: se pide al niño que dibuje dos personas: una que enseña y otra que
aprende. Cuando ha finalizado el dibujo, se le solicita que coloque una edad y nombre
imaginarios a ambos. Luego se le pide que escriba una historia de lo que sucede en el
momento en que representó el dibujo y el título de la misma.
2
Hay otros autores que establecen otras consignas para la administración de este test (ver Koppitz, Elizabeth, “El
dibujo de la figura humana en niños”, 1974).

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Posibilita investigar el vínculo de aprendizaje. Este puede ser abordado investigando la
relación: a) con los objetos de aprendizaje, b) con quien enseña y c) de quien aprende consigo
mismo, en dicha situación. Según Jorge Visca (1997), la representación de estas tres unidades
de análisis, objetos, enseñante y aprendiz y de sus relaciones, son altamente expresivas del
tipo de vínculo que cada ser humano establece con el aprendizaje. Siguiendo a este autor, “dos
movimientos, el de penetración del objeto mediante operaciones de análisis y la del sujeto por
el objeto, en virtud de identificaciones proyectivas son fundamentales para que ocurra un
adecuado aprendizaje”.
La representación del enseñante como facilitador e intermediario posee un valor
positivo que implica gratitud y capacidad de reparación; opuestamente, su caracterización
como perseguidor punitivo denota sentimientos diametralmente opuestos que implica una
perturbación para el logro de verdaderos aprendizajes. Quien aprende también posee una
representación de sí propio; el sentimiento de la capacidad que se tiene o no se tiene, de la
modificabilidad de la misma, del grado de tolerancia a la frustración y otros componentes
emocionales son condicionantes del modelo de aprendizaje.3
Para finalizar, se presentarán dos casos de niños con dificultades de aprendizaje y los
dibujos realizados durante el proceso diagnóstico. Además se anexan dibujos que ejemplifican
los tests desarrollados 4:
Caso I
Nombre: Mariano X
Edad: 5 años y 6 meses
Motivo de consulta: Una maestra de jardín de infantes pronosticó posibles dificultades
en el aprendizaje de la lecto-escritura, basándose en la inhibición de Mariano. Los padres
desean fundamentar ese pronóstico, y consultan enviados por su pediatra.
Mariano es el hijo mayor de un matrimonio de padre profesional, de 42 años, y madre
ama de casa, de 35 años. Tiene un hermano varón de 4 años que es siempre el primer actor.
Mariano no expresó nunca sus celos, y tiene una excelente relación con el hermano.
Hace dos semanas que controla sus esfínteres; previamente se mojaba todas las noches y no
le daban importancia al problema.
Mariano nació al año y medio de casados. Su evolución parece normal, sin ningún
problema de salud hasta los tres años en que tuvo escarlatina.
Evolución motriz: normal, marcha a los 14 meses, muy pesado.
Alimentación: no tuvo problemas, siempre buen apetito.
Características de personalidad: muy dulce, muy sensible, dominado por el hermano
menor. Se quieren mucho, nunca manifestó celos, ni rabia, ni ataques. Es torpe manualmente.
Examen de madurez para el aprendizaje de la lecto-escritura (test ABC): El puntaje
obtenido obtenido es limítrofe y muestra que las dificultades están centradas en las pruebas
motoras. Las pruebas verbales fueron algo mejores.
Examen de lateralidad: Muestra una lateralidad bien definida, es diestro, y no presenta
problemas.
Examen de personalidad (tests gráficos: familia –fig.1- y figura humana –fig.2-, C.A.T.):
Mariano presenta una seria perturbación en su personalidad, con inhibición total de la agresión
y dificultad para canalizarla. Este problema produce una disociación marcada que se aprecia
por el desnivel entre su alto nivel de verbalización y su inhibición motora.

3
Al momento de interpretar los tests proyectivos gráficos mencionados, para ampliar la información, remitirse a:
Hammmer, Emanuel (H.T.P. y D.F.H.); Visca, Jorge (Pareja Educativa); Corman, Louis (Dibujo de Familia).

4
Estos casos fueron extraídos del capítulo “Las técnicas proyectivas en el diagnóstico psicopedagógico” de Blanca
Edelberg en Las técnicas proyectivas y el proceso diagnóstico.1986. M. Siquier, M. García Arzeno y E. Grassano.

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El dibujo de la figura humana es monstruoso, carente de brazos, reflejando la
percepción de una realidad de objetos castrados, del mismo modo se percibe a sí mismo con
su inhibición motriz, la cual confirma su vivencia de castración. No poder canalizar
adecuadamente la agresión lo carga de culpa y se autocastiga atacando sus brazos,
paralizándolos. En el C.A.T. (Test de Apercepción Temática Infantil) podemos apreciar que vive
en un mundo hostil, lleno de monstruos peligrosos, y frente a los que fracasan sus defensas
más usadas: la proyección, la racionalización y la disociación.
La agresión, sistemáticamente proyectada fuera de él, le pertenece, pero Mariano teme
usarla, porque vive su fantasía como muy peligrosa debido al predominio del proceso primario y
del pensamiento mágico.
Síntesis: No se encuentra en la historia de Mariano ningún dato que haga suponer que
su torpeza motora tiene origen orgánico. En cambio sí encontramos otros, que confirman el
origen psicógeno: un año de diferencia con su hermano menor. Enuresis hasta los 4 años y 6
meses. Aparente buena relación con su hermano y represión total de la agresión. Mariano
presenta una disociación muy seria entre el área verbal y el área motora, centrando en ésta su
bloqueo, para detener sus pulsiones.
El siguiente esquema muestra el camino desde la aparición del conflicto hasta la
instalación de la inhibición:

Rivalidad y celos Agresión Disociación


Negación
Inhibición de la agresión Proyección
Racionalización

Fracaso de los mecanismos anteriores Vuelta de la agresión contra sí mismo


en forma de

Contrainteligencia Torpeza motriz

Caso II
Nombre: María Z.
Edad: 10 años
Nivel escolar: 2º grado
María fue derivada por una psicopedagoga, luego de dos años de atención en los que,
si bien había hecho progresos, presentaba serias resistencias al aprendizaje que no podían ser
movilizadas sin integrar los aspectos profundos del conflicto.
Funcionamiento familiar: Siempre vino la madre sola a las entrevistas, aunque eran
citados ambos padres. La señora siempre excusaba a su marido por el trabajo y por las
resistencias al tratamiento de la hija.
Al poco tiempo de iniciarse el segundo tratamiento el padre tuvo una crisis depresiva,
pero no toleró la sugerencia de una entrevista psiquiátrica y aparentemente se repuso con un
viaje más largo que los habituales. Durante su ausencia, María hizo grandes progresos en el
tratamiento, empezó a aparecer su interés por cambiar. Con el regreso del padre, se identificó
con él y atacó su tratamiento en forma más firme, a pesar de sus progresos. Es evidente la
función que cumple la paralización de María dentro del grupo familiar: estaba encubriendo la
depresión del padre. El hecho de que coincidiera su progreso con la enfermedad del padre la
llevó a una paralización de la que no quisieron salir ni ella ni la familia.
Síntesis de la historia vital: María es la hija mayor de una familia de clase alta. Tiene
tres hermanos: mujer de 8 años y dos varones de 6 y 4 años. El embarazo se desarrolló sin

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problemas. El parto fue seco, con vuelta de cordón al cuello, con fórceps y cesárea vaginal. La
niña nació con las marcas del fórceps en la frente, una gran deformación en la cabeza, y
señales de sufrimiento fetal. El padre rechazaba a su hija, pues esperaba un varón. La
lactancia materna fue insuficiente, duró un mes. Tuvo dificultad en adaptarse a los cambios de
comida; le costó desprenderse de la mamadera. Dificultad y rechazo por los sólidos y por la
masticación.
Evolución motriz: aparentemente normal.
Control de esfínteres: tardío, 4 años. Enuresis que aún perdura en momentos de
tensión.
Lenguaje: algo tardío en relación con los hermanos. Palabra-frase hasta los 3 años en
que aparecieron las primeras oraciones. Tendencia al lenguaje regresivo.
Sociabilidad: muy huraña; sólo con los padres y con los hermanos. El contacto con la
madre, a veces por mordiscos o chupadas. Poco contacto con los padres; criada por niñeras;
en las comidas, los hijos están separados de sus padres, comen con niñeras. María marca un
odio marcado por ellas.
Observaciones del cuaderno y de su desempeño escolar: María presenta una letra tan
pequeña que a veces era ilegible, muchas faltas de ortografía. Muchas palabras cortadas o con
terminaciones deformadas. Se observaron ondas de rendimiento, que la paciente asoció con
situaciones de perturbación emocional.
Su control yoico es tan lábil que cualquier emoción se traduce en un aumento de los
errores cometidos o bien en un abandono de la tarea. Su conducta frente a ella está regida por
el principio del placer: la hace cuando le gusta; cuando no le gusta usa dos formas de agresión:
desfigura las letras o deja en blanco la tarea.
En aritmética tiene dificultades en la abstracción, especialmente en la división (síntoma
muy representativo de simbiosis). Debe manejarse a nivel muy concreto, con las tablas a la
vista. En lectura: lee deletreando; no tolera su lentitud y encubre su dificultad con una actitud
fóbica a los libros.
Actitud crítica: Su actitud omnipotente le impide reconocerse como alumna-problema y
pedir ayuda.
En el test del dibujo de la familia (fig. 3) se observa:
 Estereotipia: todas las caras tienen igual tamaño y expresión. Indiferenciación de
tamaño: hijos y padres iguales.
 Confusión sexual: María se dibuja con igual peinado que sus hermanos y esto no
ocurre con la imagen de la madre y de la hermana.
 Confusión corporal: la mesa parece un gran cuerpo común con el hermano.
 Transparencias: en los brazos del padre.
 Ausencia de manos y pies: dificultad de contacto con la realidad y con los otros.
 Expresión: manía y paranoia.
En síntesis, negación maníaca de las diferencias de edad, sexo y tamaño. Manejo
omnipotente y confusional de los objetos externos.
Examen intelectual: test de inteligencia infantil: WISC: El coeficiente intelectual es
normal bajo. Indica un mejor funcionamiento en relación con los objetos o situaciones concretas
que en el nivel del pensamiento abstracto.
Su pensamiento abstracto está bloqueado por la represión de sus fantasías y por un
constante predominio del proceso primario. Su rendimiento en ondas evidencia un yo débil, que
promueve un pasaje constante de ida y vuelta del proceso primario al secundario.

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CONCLUSION

A través de este trabajo se intentó brindar elementos de interpretación de las


producciones gráficas infantiles desde una mirada psicoanalítica, ya que son una herramienta
de gran utilidad para comprender qué le está pasando al niño.
El dibujo le da la posibilidad al niño no sólo de expresar sus deseos, emociones,
fantasías, sino que también le permite ir elaborando situaciones vitales –propias de las etapas
de evolución de la libido- y conflictivas. De esta manera, la producciones gráficas poseen un
gran significado tanto para el proceso diagnóstico como para el tratamiento, siempre que se
sitúen las interpretaciones en un contexto particular.
Es importante aclarar que este trabajo no agota los desarrollos teóricos sobre el tema,
sino que intenta ser una aproximación al estudio del dibujo, dejando abierta la posibilidad de
que el alumno a lo largo de su formación vaya ampliando y profundizando esta temática.

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BIBLIOGRAFIA

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Aizenberg, Silvana y Elsa Lanfri 1990. Fundamentos teóricos de la interpretación de los dibujos
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Corman, Louis 1967. El test del dibujo de la familia en la práctica médico.-pedagógica. Edit.
Kapelusz, Bs. As.
Hammmer, Emanuel 1997. Tests proyectivos gráficos. Editorial Paidós Ibérica, Barcelona
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Lowenfeld, Víctor 1971. El niño y su arte. Editorial Kapelusz, Bs. As.
Lowenfeld, Víctor y W. Lambert Brittain 1984. Desarrollo de la capacidad creadora. Edit.
Kapelusz, Madrid, España.
Rodulfo, Marisa 1993. El niño del dibujo. Paidós, Bs. As.
Schlemenson, Silvia (comp.) 2001. Niños que no aprenden: Actualizaciones en el diagnóstico
psicopedagógico. Paidós Educador, Bs. As.
Siquier de Ocampo, M. Luisa, M. E. García Arzeno y E. Grassano 1986. Las técnicas
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Visca, Jorge 1997. Pautas gráficas para la interpretación de las técnicas proyectivas
psicopedagógicas. Enrique Titakis Servicios Gráficos, Bs. As.
Visca, Jorge 1998. Técnicas proyectivas psicopedagógicas. Enrique Titakis Servicios Gráficos,
Bs. As.

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