Las Clases de Sensaciones

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Desde el instante mismo de su nacimiento, y de forma paralela a su adaptación para sobrevivir en

el nuevo entorno a través de las actividades vitales básicas (respiración, circulación, digestión,
actividad cerebral), comienza a activarse en el bebé el desarrollo sensorial y la actividad motriz.

El desarrollo sensorial constituye el canal por donde el niño recibe la información de su entorno
(colores, formas, olores, sabores, sonidos) y de su propio cuerpo (sensación de hambre, de frío, de
posiciones del cuerpo en el espacio, etc.). A partir de esta información, el niño podrá dar
respuestas adaptadas a las condiciones del medio o del entorno, es decir, realizará acciones
inteligentes.

Las capacidades sensoriales son, por lo tanto, importantísimas puesto que se convierten en las
primeras funciones que se desarrollarán en el niño y en la base del posterior desarrollo perceptivo
y cognitivo, es decir, en la maduración intelectual.

El desarrollo sensorial es también la forma que tiene el niño de experimentar a través de los
sentidos por lo que, además de posibilitar las funciones cognitivas y afectivas, tendrá un papel
fundamental en la construcción de su personalidad y esquema vital y en la estructura de su
pensamiento.

El concepto de estimulación sensorial

El concepto de estimulación sensorial tiene su origen en la necesidad de potenciar las capacidades


de los niños con algún tipo de discapacidad sensorial, cognitiva y/o motora, evitando o reduciendo
un posible retraso en el desarrollo de su inteligencia.

Actualmente, la estimulación sensorial se considera un método totalmente válido y beneficioso


para cualquier niño, aunque su desarrollo sea totalmente normal y no se le haya diagnosticado
ningún tipo de trastorno del aprendizaje.

Dicho método se basa en una serie de ejercicios y actividades dirigidos principalmente a los niños
en sus primeros años e incluso meses de vida. La estimulación sensorial tiene una base científica y
se apoya en estudios neurológicos que demuestran que es posible potenciar al máximo las
diferentes posibilidades físicas y psíquicas del niño para, de esta forma, facilitarle su futuro
desarrollo y aprendizaje.
Los talleres de estimulación sensorial

La estimulación sensorial se basa en actividades sencillas y espontáneas que la mayoría de padres,


educadores y el entorno del niño practican de manera habitual natural. No obstante, diversos
estudios demuestran que si esos estímulos se ejecutan de manera intencional y programada se
obtienen mejores resultados.

Los talleres multisensoriales o de estimulación sensorial consisten en la realización de diversas


actividades siguiendo unas pautas y una organización determinada. En ellos, padres, maestros y
monitores intentan mejorar el desarrollo cognitivo y motriz de los niños de pocos meses o años,
estimulando las distintas áreas cerebrales que permiten recibir la información. Por este motivo, se
realizan ejercicios con diversos enfoques, dirigidos a cada uno de los 5 sentidos: audición, vista,
tacto, olfato y gusto.

taller sensorial

En realidad, toda acción, actividad o ejercicio dirigida a estimular alguno de los sentidos del niño
puede servir como desencadenante de alguna forma de estimulación sensorial. Estos serían
únicamente algunos ejemplos:

Estimulación auditiva

Emisión de sonidos a través de un globo colocado en el cuerpo o en la cara del niño.

Poner las manos del niño en la boca, garganta, pecho, nariz y balbucear, canturrear o emitir
sonidos vocálicos y consonánticos.

Utilizar un cartón como altavoz.

Imitar sonidos de animales.


Hacer sonar diversos instrumentos musicales (empezar con los más suaves y progresar hacia los
más intensos).

Colocar una pulsera de cascabeles en la muñeca o en los tobillos del niño e incitarlo a moverse
para provocar que suene.

Aplaudir y hacer que el niño lo imite.

Juegos de manos sencillos que impliquen acción.

Jugar con sonajeros o juguetes chirriantes.

Juegos de imitación.

Estimulación visual

Jugar con un espejo.

Encender y jugar con linternas, luces brillantes o navideñas y juguetes luminosos.

Actividades con papeles de colores o platos de aluminio.

Hacer pompas de jabón.

Buscar objetos dentro de un recipiente con arena, arroz, etc.

Pintar con pintura de dedos.

Estimulación táctil

Juegos con agua, plastilina, masa, arcilla, arena etc.

Juegos con macarrones, arroz, cereales o alubias.

Envolver al niño con tejidos de distintas texturas.

Jugar y experimentar con fenómenos meteorológicos y de la naturaleza: agua, nieve, hojas, barro,
etc.

Estimulación olfativa

Exponer al niño a múltiples experiencias distintas utilizando objetos cotidianos como la colonia, el
desodorante, lociones, polvos de talco, pasta de dientes, laca, crema o loción para después del
afeitado.

Hacer que experimente con distintos aromas de flores como las rosas, margaritas, claveles, etc.

Oler distintos productos de limpieza.


Distinguir olores cotidianos como la panadería, la cocina o una gasolinera.

Experimentar con olores menos habituales: hojas ardiendo, hierba recién cortada, barbacoa,
pintura, etc.

Estimulación gustativa

Exponer al niño a sabores muy distintos: dulces, agrios, salados azúcar, miel, manzana, fresa,
cereales suaves, golosinas...

Probar distintas pastas de dientes o chicles de sabores.

Las personas nos encontramos en contacto constante con todo lo que nos
rodea y la información que recibimos de nuestro entorno es la que nos
permite interactuar con él de manera efectiva. Esta información viene dada
por los diferentes tipos de sensaciones.

Sin embargo, las sensaciones no se limitan solo a los estímulos externos; sino
que también existen estímulos generados por nuestro propio cuerpo que nos
informan del estado en el que nos encontramos. A lo largo de este artículo
hablaremos de los diferentes tipos de sensaciones y de las características
propias de cada una de ellas.

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Las sensaciones en psicología


En el ámbito de la psicología una sensación hace referencia al fenómeno por el
cual nuestro cuerpo detecta un estímulo o estimulación, tanto interna como
externa. Una sensación provocada por un estímulo externo puede ser, por
ejemplo, sentir una caricia; mientras que una sensación interna puede ser un
dolor de cabeza o sentir los ruidos que emite nuestro estómago vacío.

Este concepto siempre suele ir acompañado del concepto de percepción. No


obstante, existe una diferencia fundamental entre ambos. Mientras que la
sensación es la mera detección del estímulo, la percepción consiste en la
organización, identificación e interpretación de dicha información sensorial,
con el objetivo de interpretar y entender esta información de nuestro entorno.

Sus fases
Dentro de un proceso de detección de información sensorial encontramos tres
fases diferentes.

1. Fase física
En ella el estímulo activa el órgano receptor sensorial correspondiente.

2. Fase fisiológica
Se da una reacción en cadena en nuestro organismo, generando el conocido
proceso de transducción por el cual la información sensorial se convierte en
información neuronal y activando un serie de estructuras del sistema nervioso.

3. Fase psicológica
En esta última fase la persona es consciente de la sensación, lo que provoca
una reacción o respuesta. Aquí entrar a formar parte del proceso de percepción.
Habitualmente, se nos enseña que las personas poseemos cinco sentidos
básicos: la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto. Sin embargo, somos
capaces de percibir muchos más sentidos algo menos conocidos. Entre ellos
encontramos el sentido cinestésico y el sentido kinestésico.

Tipos de sensaciones
Tal y como comentábamos anteriormente, las sensaciones pueden ser
clasificadas en distintos tipos. Además, estas pueden ser clasificadas en
subgrupos dependiendo de si responden a estímulos externos o internos.

Dentro del grupo de sentidos externos se encuentran:

 Sentido de la vista.
 Sentido del tacto.
 Sentido auditivo.
 Sentido olfativo.

Por otra parte, los sentidos internos incluyen:

 Sentido cenestésico.
 Sentido kinestésico.

1. Sentido visual
El sentido de la vista es aquel encargado de detectar aquellas sensaciones
creadas cuando la persona observa o mira su entorno. Dentro de este mismo
sentido encontramos dos tipos de sensaciones visuales diferentes:

 Sensaciones cromáticas: generadas por la detección de los colores.


 Sensaciones acromáticas: sensaciones generadas por el grado de claridad del
ambiente. Este va desde el blanco hasta el negro absoluto.

La detección de la longitud de onda, la intensidad y la complejidad de la luz


son posibles gracias a los receptores visuales situados en la retina del ojo.
Estos receptores son conocidos como varillas y conos.

Mientras que las varillas son sensibles a la luz tenue, los conos captan la
variedad de colores y la luz brillante. La información sensorial obtenida por estos
receptores se transduce en información neuronal que viaja a lo largo del nervio
óptico.

Cuando este sentido falla por cualquier causa y a cualquier nivel, aparecen los
distintos tipos de ceguera, incluyendo la incapacidad completa para ver.

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2. Sentido auditivo
También conocido como oído, este sentido nos permite detectar los sonidos
que llegan al mecanismo interno del órgano auditivo en forma de vibraciones
y los cambios en la presión del medio. Estas sensaciones pueden ser
diferentes en función de la altura y del tono, igual que también varía en
función del timbre.

Características como la frecuencia, la intensidad y la complejidad de las ondas de


sonido que nos llegan del medio externo son detectadas por los receptores
auditivos del oído. En este caso los receptores son conocidos como cilios o
receptores de células ciliadas.
Los diferentes patrones de movimiento de los cilios se traducen en diferentes
códigos neuronales, que en última instancia, conducen a escuchar diferente el
volumen, tono y timbre de los sonidos.

En este sentido, la pérdida de la capacidad para escuchar es conocida como


sordera, la cual también puede aparecer en diferentes grados y afectar a uno o
ambos oídos.

3. Sentido olfativo
La capacidad para percibir los aromas y olores del medio es conocida como
sentido del olfato. La aparición de cualquier fragancia externa, tanto agradable
como desagradable, activa los receptores capilares de las fosas nasales. Estos
receptores trasladan la señal al bulbo olfatorio, situado en la base del
cerebro.

El sentido del olfato puede servir para muchos propósitos tales como la
detección de peligros (oler un escape de gas), alimentos en mal estado o la
detección de feromonas, entre muchos otros. Además, se integra con el
sentido del gusto para percibir eficazmente los distintos sabores.

Una persona que no posee esta capacidad o la ha perdido debido a algún tipo
de lesión es una persona que sufre de anosmia.

4. Sentido del gusto


El gusto es aquella sensación producida por una reacción química que se da
cuando una sustancia es detectada por las células receptoras del gusto, situadas
en las papilas gustativas de la cavidad bucal, principalmente en la lengua.

Los receptores del gusto se activan por la presencia de comida o cualquier


otro elemento colocado en la lengua. Las papilas gustativas pueden detectar
cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo. No obstante, el sentido
del gusto trabaja junto con el olfato y la estimulación del nervio trigémino
para determinar los diferentes sabores, así como la temperatura de estos.

Con el paso de los años y el envejecimiento aparece un disminución de la


intensidad en la percepción de los diferentes sabores, mientras que la
imposibilidad completa de percibirlos es conocida como ageusia.

5. Sentido del tacto


El sentido del tacto es aquel cuyas sensaciones responden a los cambios en la
superficie del cuerpo. Es decir, la piel de la persona; la cual puede sentir todo
aquel estímulo o elemento que lo toque.

A través del sentido del tacto podemos percibir e identificar las características
de los objetos. Nos permite conocer si es suave, rugoso o áspero. De la misma
manera, también nos puede informar de la temperatura de los objetos mediante
la activación de los termorreceptores.

Las células receptoras de información sensorial se encuentran conectadas a


las fibras nerviosas aferentes. Ante la detección de un estímulo táctil, los
receptores sensoriales se activan transportando la información hacia los
centros cerebrales correspondientes.

6. Sentido kinestésico o propiocepción


La kinestesia o propiocepción, hace referencia a la capacidad de detectar la
posición de los músculos, así como la capacidad para ser conscientes de la
posición o postura de nuestro cuerpo en relación a lo que nos rodea. Este
sentido hace posible en control de la dirección y el rango de nuestros
movimientos, por lo que nos permite dar respuestas motoras rápidas y
automáticas.

En comparación con los sentidos descritos anteriormente, la kinestesia es un


sentivo interoceptivo, es decir que se encarga de detectar los estímulos y
estados internos de nuestro organismo.

Como consecuencia, también ejerce un importante papel en la percepción y


mantenimiento del equilibrio, así como en la coordinación de los movimientos.
Por otra parte, las disfunciones relacionadas con este sentido son aquellas
que se manifiestan mediante la torpeza motriz, caídas y falta de coordinación.

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7. Sentido cenestésico
Finalmente, la cinestesia o el sentido cinestésico es uno de los sentidos menos
conocidos y es el que se encarga de detectar el conjunto de sensaciones
internas de nuestro cuerpo. Las unidades receptoras de este sentido son
aquellas terminaciones nerviosas de las membranas de los órganos
internos. Informa sobre el estado de los órganos y del organismo en su totalidad.
Los estímulos que las activan son los propios de la fisiología digestiva,
respiratoria y muscular, entre otros.

En algunos ámbitos, se refieren a la cenestesia como la sensación general de


la existencia de nuestro propio cuerpo y al estado en el que este se encuentra.

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